Manual Parte 1

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Curso básico de

gestión de
museos

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Introducción
Bajo la coordinación de Joan Feliu,1 el MACVAC abre al público el presente
programa básico de gestión de museos. Se trata de una formación planteada
para uso interno del personal del museo que entendemos puede ser útil para
todos/as aquellos/as que estén interesados/as en iniciarse en la museografía y
conocer cómo funciona una institución, con más de 50 años de historia, dedicada
al arte contemporáneo.

Este curso está basado en el Manual Práctico Cómo Administrar un Museo


redactado por la UNESCO bajo la coordinación de Patrick Boylan en 2007. Se ha
adaptado a las últimas disposiciones y recomendaciones internacionales, así
como a las particularidades del MACVAC, museo que se toma como referencia
práctica. En aquel caso la UNESCO respondía a la solicitud del Comité
Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural de Irak, ante la
necesidad de exponer a los instructores y pasantes de museografía las nociones
esenciales relacionadas con la gestión de museos y de ofrecer una herramienta
de trabajo al personal de los museos iraquíes así como una obra de referencia
para un estudio más profundo de aspectos particulares. Sin embargo, esa guía
práctica resulta asimismo útil para los/as profanos/as al hacerles entender los
problemas inherentes a la administración de un museo.

Estos textos no deben ser vistos como una exposición teórica o como una simple
guía de referencia a pesar del interés que pueden despertar los temas
esenciales y losejemplos de buenas prácticas. La idea es que el presente manual
ayude al personal del MACVAC a actualizar las prácticas en el seno de la
institución e iniciar a quien quiera en el campo de la gestión museal.

1 Gestor del MACVAC y profesor de la Universidad Internacional Valenciana y la Universitat Jaume I.

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El papel de los museos y el Código Profesional de
Deontología

El papel de los museos

Los museos se ocupan de los bienes culturales de la humanidad y los interpretan


para el público. Estos bienes no tienen nada de ordinario. La legislación
internacional les confiere un estatuto particular y las leyes internacionales
garantizan su protección. Forman parte del patrimonio mundial, natural y cultural,
mueble o inmueble. Testimonios esenciales con frecuencia de múltiples disciplinas,
como la arqueología o las ciencias naturales, estos bienes representan por
consiguiente una importante contribución al saber. Constituyen además
elementos significativos para definir la identidad cultural, tanto a escala nacional
como internacional.

Un poco de historia

Al evocar asociaciones particulares o colectivas, las colecciones de piezas


reunidas remontan a la noche de los tiempos, como lo prueban los artículos
funerarios encontrados en sepulturas del paleolítico. Sin embargo, el concepto de
museo aparece a inicios del II milenio a.C., en Larsa, Mesopotamia, donde las
escuelas reproducen las copias de antiguas inscripciones con fines pedagógicos.
Los testimonios arqueológicos del siglo VI a.C. conservados en Ur sugieren no
solo que los reyes Nabucodonosor y Nabonides acopiaban antigüedades, sino
que también existía en ese entonces una colección de antigüedades en una sala
cercana a la escuela del templo, con una placa que describía inscripciones de
ladrillos encontrados in situ, probablemente emblemática de una marca de
museo.

A pesar del origen clásico de la palabra museo, los imperios griego y romano no
nos ofrecen ejemplos como los que conocemos en la actualidad. Las ofrendas
votivas que encerraban los templos, en ocasiones empotradas, eran accesibles al
público a menudo a cambio de un óbolo. Las obras de arte, las curiosidades de la
naturaleza y otras piezas exóticas traídas del fondo del imperio tenían
esencialmente un carácter religioso.

La veneración de los países orientales por el pasado y sus personajes favoreció


el acopio de objetos así como la acumulación de reliquias en las tumbas de los
primeros mártires del Islam, como es el caso de las de Meshed, al noroeste de
Irán, dedicadas al imán Reza y expuestas hoy en un museo cerca de su tumba. La
noción de al-waqf, que implica la cesión de objetos en beneficio del público y con
fines religiosos, también favoreció la formación de colecciones.

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En la Europa medieval, las colecciones constituían una prerrogativa de las casas
principescas y de la iglesia. Revestían importancia económica y servían para
financiar las guerras y cubrir los gastos públicos. Para la cristiandad, otras
colecciones adoptaron la forma de reliquias.

El nuevo interés por el patrimonio antiguo y el ascenso de nuevas familias de


mercaderes y banqueros favorecieron la creación de impresionantes colecciones
de antigüedades en Europa. La más notable, iniciada y enriquecida por los
Médicis en Florencia, fue legada al Estado en 1743 para que fuera accesible al
pueblo de Toscana y a todas las naciones. Las familias reales y los nobles de los
restantes países europeos también poseían colecciones.

En el siglo XVII, la intelligentsia, que manifestaba un interés creciente por la


historia humana y natural, creó colecciones especializadas. En esa época nacen
las primeras asociaciones científicas. Muchas de ellas crearon sus propias
colecciones, siendo las más célebres la Accademia del Cimento (1657) en
Florencia, la Royal Society (1660) en Londres y la Academia de Ciencias (1666) en
París.

Los primeros museos públicos aparecen en el marco del enciclopedismo del Siglo
de las Luces europeo. En 1683, la universidad de Oxford creó el Ashmolean
Museum, considerado el primer museo universitario del mundo abierto de manera
regular al público. Una parte importante de sus fondos estaba formada por las
colecciones eclécticas y universales de la familia Tradescant, la que las había
mostrado en un inicio en su residencia londinense. A semejanza de los dos
museos más célebres de este primer período, el British Museum, inaugurado en
Londres en 1759, y el Louvre en París, en 1793, el Ashmolean se caracterizaba por
su carácter enciclopédico. En los dos primeros casos se trataba de iniciativas
gubernamentales resultado, en el primero, de la adquisición de tres colecciones
privadas, y, en el segundo, de la democratización de las colecciones reales.

Las sociedades científicas fueron también fuente de los primeros museos


públicos, sobre todo en Asia. La colección de la Sociedad de Batavia para las
Artes y las Ciencias fue expuesta en Yakarta en 1778 antes deconvertirse en el
Museo Central de la Cultura Indonesia. De la misma forma, el fondo original del
Indian Museum de Calcuta proviene de las colecciones de la Asiatic Society of
Bengal, creada en 1784. La preocupación de ambas instituciones, con vocación por
las artes y las ciencias, era enriquecer los conocimientos sobre su país. En los
Estados Unidos, la Charleston Library Society de Carolina del Sur anunció en 1773
su voluntad de montar una colección de “producciones de la naturaleza, tanto
animales, vegetales como minerales” para ilustrar los aspectos comerciales y
prácticos de la agricultura y de la medicina de la provincia.

El papel del museo, despertar la conciencia y la identidad nacionales, se


desarrolló en primer lugar en Europa, al igual que el reconocimiento de esta
institución considerada apta para garantizar la adecuada conservación del
patrimonio nacional. Este papel, perpetuado en la actualidad tal y como lo ponen
de manifiesto los museos nacionales de Estados recientemente instaurados o
reconstituidos, alcanza su expresión en el siglo XIX con el Museo Nacional de
Budapest, inaugurado en 1802 gracias a contribuciones voluntarias, antes de
convertirse en el emblema de la lucha por la independencia de Hungría. De la
misma manera, el despertar del nacionalismo en Praga favorece la creación del

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Museo Nacional en 1818, y más adelante la apertura de un nuevo edificio en 1891,
transformado en símbolo del nacionalismo checo. Ambos museos encerraban
obras de arte y colecciones científicas cuya envergadura llevó a su transferencia
a otros locales. Ello condujo a Hungría a crear museos especializados de artes
aplicadas, bellas artes, cultura nacional y ciencias naturales.

El concepto de museo enciclopédico de la cultura nacional o universal disminuyó


en el siglo XIX para favorecer una progresiva especialización de los museos
nacionales. Este fenómeno se acentuó debido a que el museo constituía además
un vector de promoción del diseño industrial y de las realizaciones técnicas. Las
exposiciones internacionalesde productos manufacturados favorecieron el auge
de diversos museos, como el Victoria and Albert Museum y el Science Museum en
Londres, el Technisches Museum en Viena o el Palacio del Descubrimiento en
París.

El enciclopedismo que emana en la actualidad de los museos generales continúa


siendo una característica de múltiples museos regionales y locales que se
enriquecieron, en especial a partir de 1850, gracias a las colecciones de mecenas
y asociaciones privadas. En Gran Bretaña, los museos municipales, vistos como
medio de instrucción y esparcimiento de las poblaciones urbanas cada vez más
numerosas, han evolucionado en el marco de las reformas con el propósito de
superar los problemas sociales provocados por la industrialización. Estos museos
territoriales y regionales se proponían de tal forma promover el civismo.

Un nuevo tipo de museo hace irrupción en Suecia en 1872 para preservar las
tradiciones populares de la nación con lacreación del Nordiska Museet en
Estocolmo. Sus colecciones se han extendido al hábitat tradicional, cuyos
ejemplares fueron expuestos más tarde en el primer museo al aire libre de
Skansen. En Nigeria, donde una gran parte de la arquitectura tradicional es
demasiado frágil como para ser trasladada, existe una variación sobre el mismo
tema. En este caso fueron traídos albañiles al museo de Arquitectura Tradicional
de Jos para construir allí edificios representativos de las regiones nigerianas.

Algunos museos han recreado talleres de demostración de oficios tradicionales


que explotan en ocasiones para su beneficio con fines lucrativos. Además,
fábricas y sitios industriales han sido conservados in situ y luego restaurados a
su estado original. Estos museos conceden mayor importancia a la conservación y
el mantenimiento de procesos ancestrales que al equipamiento necesario para su
realización, al mismo tiempo que garantizan la continuación de las habilidades a
ellos asociadas.

La irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación ofrece a los


museos una nueva apertura en la esfera de la interpretación, lo que puede
traducirse de maneras diversas. En este sentido, los museos deben desempeñar
un papel significativo en la recopilación de imágenes digitales, en particular de
diferentes fuentes, para presentar y explicar el patrimonio cultural y natural al
mismo tiempo que se tiene la posibilidad de entrar en comunicación con un
público mucho más amplio.

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El caso del MACVAC2

Diferente, insólito, comprometido, audaz... con estos y otros adjetivos se ha


calificado, a lo largo de los años, al Museo de Arte Contemporáneo Vicente
Aguilera Cerni de Vilafamés, (MACVAC). Y todos ellos convienen perfectamente a
su idiosincrasia e historia. Enclavado en una pequeña y hermosa localidad de la
provincia de Castellón, no forma parte de los acostumbrados circuitos del arte
contemporáneo, pero ha conseguido tener, en él, una voz propia. El edificio en el
que se sitúa, su colección, la peculiaridad de su sistema expositivo, así como su
funcionamiento general, hacen de él un centro de arte alejado del canon. En una
época de triunfo de la globalización es difícil encontrar lugares como éste, que
conservan el calor de lo local unido a la universalidad de las obras exhibidas.

La historia del museo se remonta al año 1969, cuando el que sería su creador,
Vicente Aguilera Cerni, visita Vilafamés y, viendo la singularidad del lugar, concibe
la idea de crear allí un museo de arte contemporáneo. Aguilera era, entonces,
uno de los críticos de arte español más reconocidos. Había obtenido, diez años
antes, el Premio Internacional de la Crítica en la XXIX Bienal de Venecia. Todo un
hito para un investigadordel arte en una época en la que nuestro país apenas se
hallaba saliendo (por lo que a la creación plástica se refiere) de la época sombría
de postguerra. Si muchos proyectos que en principio parecen irrealizables llegan
a buen término, es, en numerosas ocasiones, por el ímpetu inicial de una sola
persona. Esto ocurrió con el Museo de Vilafamés, si bien muy pronto la idea de
Aguilera se vio arropada por el entonces alcalde de la localidad, Vicente Benet,
que a instancias de Juan Bautista Súller (secretario accidental del Ayuntamiento)
contactó con el crítico. Así comienza la historia.

De este modo, Vicente Aguilera sería el impulsor del primer museo de arte
contemporáneo que hubo en la zona de Valencia. Pero, además, creó un nuevo
concepto de funcionamiento de un centro artístico. Su nombre inicial fue «Museo
de Arte Contemporáneo de Vilafamés», denominación que mantuvo desde 1970
hasta enero de 1977, fecha en la que pasó a denominarse «Museo Popular de Arte
Contemporáneo de Vilafamés». Llamamos la atención sobre la inclusión de la
palabra «popular». Se quería enfatizar, con ella, la dimensión social que siempre
acompañó al crítico. Persona
comprometida, pensaba en un museo
comprometido. Mercedes Torres
Aguilera-Cerni, dice,
en este sentido: «De alguna manera
el Aguilera Cerni apasionado de la
utopía encontró en Vilafamés el lugar
perfecto en el que ver desarrollarse
un modelo nuevo de Museo en el que
imperaba el arte liberado de todo
condicionante económico o político,
que no social» Efectivamente, lo
social primaba en este concepto de
museo, que contenía obras que
respondían a la lucha que, en
2 Extracto del texto del Catálogo del Macvac. TORRENT (2018) “El Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera
Cerni de Vilafamés. Notas sobre su historia y apuntes sobre su colección” en MACVAC. Un museo diferente, Valencia:
Consorci de Museus de la Generalitat Valenciana.

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aquellos años del último franquismo, recogían las aspiraciones de justicia social
de una población cada vez más concienciada. Acompañadas, desde luego, por
otras tantas que, si bien en apariencia podían no responder a estos principios, se
vinculaban, a través de sus autores, al compromiso con la sociedad.

En los primeros años de su puesta en marcha, Aguilera, tras repasar con


capacidad crítica la realidad de ciertos museos, decía del de Vilafamés: «Somos
un museo humilde, sin triunfalismos y considerablemente imperfecto [pero] quizá
podamos seguir demostrando que la cultura artística puede servir de modo
decisivo al mejoramiento de las condiciones de vida de una concreta comunidad
humana, de una parcela claramente identificable dentro de la noción abstracta
del “pueblo”» Ese era su espíritu y su deseo. Precisamente fue el compromiso (en
un sentido muy amplio) el que movió a muchos de los primeros artistas con los
que contó el museo, siendo otra de las características que diferencian a este
espacio. Cuando se creó, muchos de ellos –respondiendo a la llamada de
Aguilera– compraron casas en el casco antiguo de Vilafamés, las restauraron y
pasaron allí largas temporadas.

Eso ocurría en las décadas de los setenta y ochenta. Todavía hoy alguno de ellos
la conserva, si bien todos, en aquel momento, contribuyeron a que la zona alta del
pueblo recobrara una vida que el tiempo y la comodidad de la zona baja habían
ayudado a sofocar. El mismo fundador del museo compró allí su casa, que hoy
conserva su familia.

Normas mínimas y deontología3

Un museo es una institución al servicio de la sociedad. Exige los más elevados


criterios de práctica profesional. En su Código de Deontología, el Consejo
Internacional de Museos (ICOM) establece normas mínimas utilizadas aquí para
señalar el grado de eficiencia que el público y los colegas tienen derecho a
esperar de todas las personas encargadas de garantizar y ejecutar los servicios
del museo. Estas normas pueden evolucionar para responder a determinadas
exigencias locales y otras peticiones del personal del museo. Resumido, el Código
Deontológico habla de:

Administrar el museo

Para ser eficiente, un museo necesita contar con la confianza del público que
recibe. Todos los responsables del tratamiento y de la interpretación de los
múltiples aspectos del patrimonio cultural mundial, material o inmaterial, tanto a
nivel nacional como local, tienen el deber de fortalecer esta confianza. A ello
pueden contribuir en gran medida al sensibilizar al público respecto del papel, la
misión y la manera de administrar su museo.

Marco institucional

3 Adaptación a la tipología museística del MACVAC. Se han eliminado del Código Deontológico
aquellas partes que no guardan relación específica.

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La protección y la promoción del patrimonio público exigen una buena
organización de los museos así como un servicio a la medida de sus
responsabilidades. Toda institución debe tener sus estatutos o normas oficiales
de conformidad con las leyes nacionales. Debe señalar con claridad sus objetivos,
su estatuto jurídico, su misión y su carácter permanente de organismo con fines
no lucrativos.

Local

La actividad del museo requiere la existencia de locales habilitados en un marco


adecuado para cumplir las funciones primordiales definidas en la misión del
órgano rector. Las colecciones deben ser presentadas con regularidad al público
en horarios razonables y respetando las normas de salud, seguridad y
accesibilidad de los visitantes y del personal. Se brindará atención especial a las
personas con necesidades específicas.

Seguridad

La naturaleza de las colecciones exige que las proteja de robos y del deterioro de
las presentaciones, las exposiciones, los espacios de trabajo o de almacén así
como durante su traslado. Éste deberá asimismo adoptar medidas de seguridad
para proteger al público, al personal, a las colecciones y a otros recursos de los
daños naturales y humanos.

Finanzas

El órgano rector tiene la responsabilidad de destinar los fondos suficientes para


llevar a cabo y desarrollar el trabajo del museo. Estos fondos pueden provenir de
fuentes públicas o privadas o de actividades propias del museo. Cualquiera que
sea su fuente de financiación, el museo debe poder garantizar el contenido y la
integridad de sus programas, exposiciones y actividades.

Personal

El personal del museo constituye un importante recurso. El órgano rector debe


asegurarse de que se adopten todas las medidas al respecto de conformidad con
la política de la institución y los procedimientos jurídicos adecuados en vigor a
nivel local. El director o la persona que dirige el museo ocupa un puesto clave y
debe ser directamente responsable ante el órgano rector, el cual, al nombrarlo,
debe contar con el derecho de supervisar los conocimientos y cualidades
requeridos para ocupar eficazmente dicho puesto. Ello exige capacidades
intelectuales y conocimientos profesionales basados en una conducta
deontológica de alto nivel.

El funcionamiento del museo exige competencias diversas y personal calificado


para asumir todas las responsabilidades. Los profesionales de los museos deben
también poder tener acceso a una formación permanente y a sesiones de

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reciclaje con vistas a su perfeccionamiento.

Constituir y mantener las colecciones

Todo museo tiene el deber de adquirir, conservar y promover sus colecciones, las
que constituyen un importante patrimonio público. Para los empleados de museo,
esta es una misión de servicio público. La instancia museística debe por
consiguiente adoptar y publicar una definición escrita de la política de adquisición,
protección y empleo de las colecciones.

En el caso del MACVAC, no se admite la compra de obra, tan sólo la donación o


cesión, siendo esta última la preferente en la conformación de las colecciones. La
obra podrá venderse desde el museo sólo si es cesión y así lo determina el
propietario mediante el contrato.

Un museo no debe adquirir ningún objeto o ejemplar por compra, donación,


legado o intercambio sin haber verificado antes la validez del título de propiedad.
La prueba de propiedad lícita no garantiza siempre la validez del objeto. Se debe
hacer todo lo necesario antes de la adquisición para asegurarse de que dicho
objeto o ejemplar no ha sido adquirido de manera ilegal o exportado de su país
de origen o de un país en tránsito en el que ha podido ser poseído legalmente
(incluido el país en que se encuentra el museo).

El carácter permanente de las colecciones de museo convierte el hecho de


desprenderse de un objeto en un problema crítico. Por ello, muchos museos no
cuentan con el derecho jurídico de cesión. Cuando un museo tiene el poder
jurídico para desprenderse de un objeto o de ejemplares provenientes de sus
colecciones solo debe hacerlo si conoce perfectamente el valor de estos
elementos, su carácter (renovable o no), su estatuto jurídico y la pérdida de
confianza del público que podría provocar. La decisión de renunciar a una obra
es competencia del órgano rector de concierto con el director del museo y el
conservador de la colección en cuestión. En el caso de las colecciones que se
adquieren con carácter de cesión, las modalidades y los procedimientos legales u
otros deben ser plenamente respetados. Cuando la adquisición inicial está sujeta
a restricciones obligatorias o de otro tipo, estas deben ser respetadas a menos
que se demuestre con toda claridad que es imposible respetarlas o que
perjudican gravemente a la institución. Llegado el caso, es posible librarse de
ellas por medio del procedimiento legal adecuado.

En su política de cesión, el museo debe definir los métodos autorizados para


desprenderse de un objeto proveniente de sus colecciones, ya sea por cesión,
transferencia, canje, venta, repatriación o destrucción. Las sumas o ventajas
obtenidas gracias al hecho de desprenderse o de ceder objetos y ejemplares de
una colección de museo solo deberán ser empleadas en beneficio de la colección
o para realizar nuevas adquisiciones.

Es preciso estudiar con atención toda oferta de objeto, ya sea en forma de venta
o de donación con el objetivo de obtener una ventaja fiscal, propuesta por un
miembro de la dirección, un colega o su familia y familiares asociados. Ninguna de
estas personas puede ser autorizada a adquirir piezas provenientes de
colecciones de las cuales son responsables. Es decir, cualquiera de los miembros

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del museo puede ceder o donar una obra de su colección particular, siempre y
cuando no obrtenga ningún beneficio por ello. El personal del museo, los órganos
rectores, su familia y familiares asociados u otros no están autorizados, ni
siquiera de manera temporal, a apropiarse de piezas del museo para su propio
uso.

El museo debe asegurarse de que sus colecciones, permanentes y temporales,


posean una documentación detallada, que estén disponibles par ser usadas con
regularidad y transmitidas a las generaciones futuras de manera segura y
también en el mejor estado posible teniendo en cuenta las condiciones actuales
de conocimientos y medios.

La conservación de las colecciones debe ser confiada a profesionales que


posean los conocimientos y las competencias necesarias o sean supervisados
convenientemente.

La importancia que revisten los datos sobre las colecciones museográficas exige
que estas sean inventariadas en función de los criterios admitidos por la
profesión. Deben incluir la identificación y la descripción completa de todos los
objetos, su asociación, proveniencia, estado, tratamiento y ubicación actual. Estos
datos deben ser conservados en un lugar seguro y ser gestionados por medio de
sistemas de investigación que permitan al personal y a los usuarios legítimos
acceder a ellos. El museo debe evitar divulgar informaciones personales
sensibles o confidenciales en caso de que los datos sobre las colecciones sean
dados a conocer públicamente.

La conservación preventiva es un importante elemento de la política de los


museos y del mantenimiento de las colecciones. Todos los profesionales de museo
tienen la obligación de crear y mantener un entorno apropiado desde el punto de
vista de la protección de las colecciones, ya se encuentren en depósito, en
exposición o en tránsito.

El museo debe prestar una atención particular al estado de las colecciones para
decidir el tipo de restauración querequiere un objeto o un ejemplar recurriendo a
los servicios de un conservador-restaurador calificado. Todos los procedimientos
de conservación deben estar documentados y tener un carácter reversible y
todas las modificaciones deben ser distinguidas con claridad del objeto o
ejemplar inicial.

Interpretar y enriquecer los conocimientos

Con relación al público, tiene la responsabilidad de garantizar la conservación, el


acceso y la interpretación de las piezas de sus colecciones.

Los museos tienen la obligación de hacer accesibles las colecciones e


informaciones pertinentes de la manera más libre posible, a reserva de las
restricciones vinculadas con razones de confidencialidad y seguridad.

Investigación

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Cuando profesionales de un museo preparan objetos para ser presentados o
para documentar una investigación de terreno, el museo conserva todos los
derechos sobre los trabajos realizados.

Cooperación entre instituciones y personal

Los museos que tengan intereses y políticas análogas deben reconocer y aceptar
la necesidad de cooperar y de realizar consultas mutuas. Los profesionales de
museo tienen también la obligación de compartir sus conocimientos y
experiencias con colegas, así como con investigadores y estudiantes.

Promoción

El museo tiene el importante deber de desarrollar su papel educativo y de atraer


un vasto público surgido de la comunidad, de la localidad o del grupo al cual
presta sus servicios. La interacción con la comunidad y la promoción de su
patrimonio forman parte de su misión educativa.

Las presentaciones y exposiciones temporales, reales o virtuales, deben respetar


la política y los objetivos definidos por el museo. No deben comprometer ni la
calidad ni el cuidado prestado a la conservación de las colecciones.

Un museo deber evitar presentar o utilizar objetos de procedencia dudosa o


desconocida.

Las informaciones que publican los museos, por cualquier medio, deben ser
honestas, exactas, científicamente justificadas y de conformidad con las
sociedades o las creencias representadas, asegurándose siempre de no
comprometer las normas autorizadas en vigor.

Los museos deben promover el reparto de conocimientos, documentos y


colecciones entre ellos, así como con los servicios culturales de los países y las
comunidades de origen.

Los museos deben crear las condiciones propicias para el establecimiento de


asociaciones de apoyo (por ejemplo, Amigos de los Museos y otras), reconocer su
aporte y promover relaciones armoniosas entre estos organismos y el personal
de museo.

Legislación

Los museos deben respetar la legislación nacional o local, regional e


internacional, así como los tratados en vigor en su país. El órgano rector debe
también cumplir las obligaciones legales u otras condiciones relacionadas con
todos los aspectos de sus colecciones y de su funcionamiento.

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Profesionalidad

Los/as profesionales de museo deben respetar las normas y leyes establecidas y


mantener el honor y la dignidad de su profesión. Deben proteger al público contra
una conducta ilegal o contraria a la deontología y aprovechar cada oportunidad
para educarle e informarle respecto de los objetivos, metas y aspiraciones de la
profesión, con miras a hacerle entender mejor el aporte de los museos a la
sociedad.

Todo profesional de museo debe conocer las leyes internacionales, nacionales y


territoriales así como sus condiciones de aplicación. Debe evitar situaciones que
podrían ser interpretadas como conducta reprensible.

Los miembros de la profesión museística deben seguir la política y los


procedimientos de su institución. Sin embargo, pueden oponerse a prácticas que
se perciben como perjudiciales para un museo o la profesión o a temas de
deontología profesional.

La lealtad hacia los/as compañeros/as y hacia el museo en que se trabaja


constituye una importante responsabilidad profesional y debe fundarse en el
respeto de los principios éticos aplicables a la profesión en su conjunto. Los
miembros de la profesión museística deben cumplir los términos del Código de
Deontología del ICOM (que aquí se han resumido) y conocer cualquier otro código
o ley sobre el trabajo museístico.

Ningún empleado/a de museo debe aceptar regalos, favores, préstamos u otros


beneficios personales que les pudieran ser ofrecidos debido a su función en el
museo. La cortesía profesional puede favorecer el ofrecimiento o la aceptación
de un regalo, pero ello debe siempre realizarse en nombre de la institución en
cuestión.

Los miembros de la profesión museística, aunque tienen derecho a cierta


independencia personal, deben ser conscientes de que ningún interés privado o
profesional puede separarse por completo de su institución. Por lo tanto, no
deben aceptar otros empleos remunerados ni aceptar intereses en negocios
externos que entren en conflicto con los intereses del museo.

Ningún profesional de museo deberá aceptar el menor regalo, liberalidad o forma


de recompensa de un negociante, subastador u otra persona que pueda llevar
tanto a la adquisición o la cesión de objetos del museo como a la obtención de
favores administrativos ilícitos.

Ningún empleado/a de museo debe hacerle la competencia a su institución para


adquirir objetos o cualquier actividad personal de acopio.

En caso de conflicto de intereses entre un particular y el museo, los intereses del


museo deben prevalecer.

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