Masacre Chinita

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UNAS VÍCTIMAS EN EL OLVIDO:

LA MASACRE EN EL BARRIO OBRERO LA CHINITA

LOS HECHOS DE LA MASACRE:

Eran las dos de la mañana del día 23 de enero de 1994 cuando en el Barrio Obrero,
conocido también como La Chinita, en Apartadó, trascurría una fiesta popular destinada a
conseguir fondos para comprarle útiles a los niños que iniciaban año escolar. Había un
ambiente festivo y la numerosa asistencia de vecinos que concurrió al llamado de las líderes
comunitarias se dedicaba a tomar, bailar y conversar en corrillos y en las mesas colocadas
alrededor. Todo estaba dispuesto en una calle frente a un solar. El picó sonaba con música
caribeña y vallenata. Entonces fue cuando sin que lo notaran los asistentes penetró al lugar
un destacamento de las FARC en disposición de combate. Algunos guerrilleros tenían la
cara pintada y otros se cubrían con pasamontañas. Un niño los vio y comentó que
ingresaban unos policías, pero luego se encontraron con un muchacho que llegaba en una
moto a quien encañonaron, por lo cual al notar su actitud agresiva y desconocer de quienes
se trataba abandonó el aparato y salió corriendo.

Ese hecho precipitó el asalto, pues de inmediato ingresaron los uniformados y portanto
fusiles, ametralladoras, subametralladoras, revólveres y granadas. Incendiaron la moto
abandonada. Balearon el equipo de sonido y procedieron con disparos y explosiones
dirigidas exactamente al lugar donde ocurría la fiesta comunitaria. Se oyeron gritos y
quejidos desesperados de las víctimas y la voz amenazadora de un guerrillero que les dijo:
“¡Esperanzados hijueputas!”. Luego otro guerrillero gritó: “¡Contra las mujeres no!”.
Ante ese llamado algunas mujeres se atrevieron a reaccionar para encubrir los cuerpos de
sus compañeros o pedir clemencia, pero no se trataba de una orden por lo cual pronto varias
de ellas también resultaron afectadas por los disparos y las explosiones de granadas. El
grupo de asalto disparó sin discriminación contra la gente, mesa por mesa, a sangre fría.
Luego pasaron a la calle siguiente y mataron a un grupo de jóvenes. En consecuencia
quedaron tendidos numerosos muertos y heridos mientras que otras personas se refugiaron
en las casas, debajo de las mesas, incluso detrás de los muertos y otros lograron huir.

En la retirada los guerrilleros mataron a un muchacho que habían amarrado cuando


ingresaron al barrio y a dos señores que encontraron en su paso. Lo que siguió, según los
relatos de las víctimas, fueron momentos de pánico, angustia y dolor. Muchos corrían a
buscar a sus familiares, a algunos los encontraban muertos o heridos, varios de éstos
murieron en medio de la impotencia de no poder brindar de inmediato atención médica.
Desesperadamente trataron de auxiliarlos y sacarlos, pero sólo consiguieron un carro en el
cual sacaron a los heridos más graves. Una hora después llegó la Policía. Varias horas
después llegaron las autoridades a hacer el levantamiento de los cadáveres y posteriormente
llegaron los periodistas. Simultáneamente se fraguó un verdadero éxodo de pobladores y de
trabajadores bananeros aterrorizados, algunos de los cuales con sus familias alcanzaron a
sacar enseres, pero también hubo quienes ni siquiera se atrevieron a hacerlo. La prensa
informó sobre más de tres mil obreros bananeros y sus familias víctimas de desplazamiento
forzado por el efecto de ésta y de otras masacres sucedidas en aquellos días en esta región.

EL CONTEXTO:

La región de Urabá se caracteriza por la riqueza agrícola, la biodiversidad y una ubicación


geoestratégica de frontera excepcional que proporciona acceso a los océanos Atlántico y
Pacífico. Es notorio el interés por sus reservas, la Selva del Darién, la diversidad de
comunidades étnicas y afrodescendientes, la agroindustria bananera y megaproyectos
desarrollados o propuestos orientados a la agroindustria que debilitó gravemente al
campesinado y de vías que incluyen una carretera y un posible canal con grave impacto
ambiental y contra los pueblos originarios que históricamente han sido gravemente
afectados.

En esta amplia región durante décadas se presentó una fuerte presencia guerrillera, en
particular del EPL y de las FARC, así como un dinámico movimiento social campesino,
indígena y sindical. En los años 80 el liderazgo tradicional del Partido liberal cedió ante el
ascenso de la UP, en unidad con el Frente Popular, pero a la vez, persistían las expresiones
de autoritarismo estatal, se acrecentaron los episodios de guerra sucia e intensos conflictos
de todo orden, a los que se agregó la propia penetración del narcotráfico que retroalimentó
fenómenos de ilegalidad, contrabando, corrupción y violencia. En 1989 el gobierno Barco
declaró a Urabá “Zona de Emergencia y Operaciones Militares” e instauró una Jefatura
Militar allí con atribuciones por encima del gobernador y los alcaldes de la zona, lo cual
propició una serie de medidas represivas contra la población.

A inicio de los años noventa se avanzó en el tratamiento de los conflictos sociales y


laborales, de dio el pacto de paz con el EPL, con fuerte impacto en la región, y se fortaleció
la presencia del Estado, pero también se reactivó el enfrentamiento armado con las FARC.
Ello produjo un incremento de la presencia militar y sobrevino la progresiva incursión de
los grupos paramilitares desde Córdoba y el norte de Urabá. Existían antecedentes de
disputa territorial entre las FARC y el EPL que fueron superadas en buen grado cuando se
conformó la Coordinadora Guerrillera. Pero tras el acuerdo de paz con el EPL que había
sido la principal guerrilla en la región ésta se convirtió en un nuevo partido político
llamándose también EPL, pero con el significado de Esperanza, Paz y Libertad. Sin
embargo, las FARC iniciaron la ocupación de territorios donde estaban los frentes del EPL,
con apoyo de una pequeña disidencia del mismo EPL se rearmó. Esta ocupación conllevó
entonces el ataque contra guerrilleros desmovilizados, activistas políticos y dirigentes
sociales cercanos a Esperanza Paz y Libertad por parte de las FARC y el grupo disidente
del EPL.

EL CONFLICTO:

Inicialmente Esperanza Paz y Libertad ofreció una resistencia civilista con denuncias, la
toma pacífica de la alcaldía de Apartadó, solicitudes de apoyo a las autoridades y
realización de una entrevista con dirigentes de la Coordinadora Guerrillera, para tratar de
frenar los ataques y conseguir respeto a su actuación política y social en la legalidad. Pero
al no haber respuesta y proseguir de forma sistemática los ataques en su contra, surgió de su
seno inicialmente un grupo de vigilancia e información que consiguió la protección del
Ejército. Pero luego, al producirse nuevos y mayores ataques contras sus integrantes por
estas guerrillas varios de sus allegados reaccionaron conformando un grupo armado ilegal
llamado Comandos Populares. Entonces, a partir de allí se desencadenó, principalmente
entre 1993 y 1994, una especie de guerra local entre tales expresiones irregulares que
implicó una cruenta cadena de retaliaciones y venganzas sin que la fuerza pública lo
impidiera. Por el contrario, permitió la progresiva reactivación del paramilitarismo y apoyó
la actuación de los Comandos Populares.

En 1993 los paramilitares fuertemente asociados al narcotráfico y con apoyo de ganaderos


iniciaron su expansión del norte hacia la zona bananera e incursionaron en Necoclí, San
Pedro de Urabá, Turbo y empezaron a actuar en eje bananero. El obispó de Apartadó
Isaías Duarte Cancino denuncio la reaparición de estos grupos y rechazó las actuaciones
violentas de todos los irregulares. Fueron entonces numerosos los muertos en toda la
región. Esa año fueron asesinados dos importantes líderes sindicales, pioneros del acuerdo
de unidad que conllevó la unificación del sindicalismo bananero en Sintrainagro, Alirio
Guevara de Esperanza Paz y Libertad y Oliverio Molina de la UP.

LAS MASACRES EN EL URABÁ ANTIOQUEÑO:

FECHA MASACRE LUGAR AUTOR No.


VICTIMAS
1992 CAMAGUEY APARTADO DISIDENCIA 6
EPL- V FRENTE
FARC
1993 LA MORA APARTADO MILICIAS 8
BOLIVARIANAS-
V FARC
22-11-93 CANAIMA APARTADO MILICIAS 4
BOLIVARIANAS-
V FARC
22-11-93 SAN RAFAEL TURBO MILICIAS 5
BOLIVARIANAS-
V FARC
25-11-93 LA LOLITA APARTADO MILICIAS 9
BOLIVARIANAS-
V FARC

07-12-93 FILIPINAS APARTADO MILICIAS 4


BOLIVARIANAS
09-12-93 LA CEJA ZONA RURAL V FRENTE FARC 5
APARTADO
1993 LOS CEDROS APARTADO COMANDOS 4
POPULARES
1993 LOS CATIVOS NUEVA COMANDOS 13
COLONIA POPULARES
(TURBO)
23-01-94 LA CHINITA APARTADO V FRENTE FARC 35
1995 ARACATAZO CHIGORODO COMANDOS DE 18
ALTERNATIVA
POPULAR
19-09-95 CHURIDO APARTADO V FRENTE DE 5
PUEBLO LAS FARC

19-09-95 MAPANA APARTADO V FRENTE DE 5


LAS FARC
29-09-95 LOS CUNAS APARTADO V FRENTE DE 16
LAS FARC
20-09-95 BAJO DE OSO APARTADO V FRENTE DE 25
LAS FARC
14-02-96 OSAKA APARTADO AUTOR 11
CONFUSO
1996 BILLAR EL APARTADO PARAMILITARES 11
GOLAZO (B.
POLICARPA)
1996 VILLA BAJIRA PARAMILITARES 9
ARTEAGA Y
BEJUQUILLO

LOS INFORMES DE ESCLARECIMIENTO:

Entre 1991 y 1995 se produjeron 334 homicidios contra Esperanza, Paz y Libertad, en una
situación que el Defensor del Pueblo Jaime Córdoba Triviño calificó como genocidio con
responsabilidad de las FARC y los grupos guerrilleros que se le asociaron en Urabá, en un
informe que presentó en 1992 al Congreso y a la Fiscalía. De las víctimas 111 eran ex
combatientes del EPL y 233 líderes políticos y sociales y personas allegadas.
Paralelamente, los paramilitares, con lamentable permisividad de las fuerzas militares,
realizaron otra acción de exterminio contra la Unión Patriótica y los líderes sociales y
pobladores cercanos a ellos, con alto registro de víctimas en Urabá y otras regiones del
país, lo cual fue calificado en el mismo informe defensorial como otra expresión de
genocidio y sobre la cual cursa una demanda de responsabilidad contra el Estado
colombiano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El amplio repudio que produjo la masacre en el Barrio Obrero La Chinita en todos los
sectores políticos, sociales y de opinión conllevó de inmediato a la conformación de un
grupo de trabajo conformado por las organizaciones de derechos humanos Comisión
Colombina de Juristas, Cinep, Comité Permanente para la Defensa de los Derechos
Humanos, Colectivo de Abogados José Albear Restrepo, Comisión Vida Justicia y Paz del
Episcopado y la Revista Colombia Hoy, el cual realizó una visita al lugar de los hechos y
produjo un informe que constituyó, según su propio concepto, una sanción moral al V
Frente de las FARC-EP, ubicado como presunto responsable de la masacre de pobladores
en el Barrio Obrero. El informe puso de presente a la vez el alto grado de impunidad, la
apelación recurrente a la justicia privada y la responsabilidad de la fuerza pública al dejar a
los ciudadanos expuestos a graves riesgos. El hecho repercutió en el movimiento de
derechos humanos en lo relativo a la exigencia del derecho humanitario frente a las partes
comprometidas en el conflicto armado interno.

En busca del esclarecimiento de lo sucedido hubo otras iniciativas sociales e


institucionales. En 1995 se conformó una Comisión Verificadora de los Actores Violentos
en Urabá, conformada en este caso por la Diócesis de Apartadó, la Defensoría del Pueblo,
la Procuraduría General, la Fiscalía, la Gobernación de Antioquia y el Cinep, la cual en
respaldo al Consenso Político establecido entre partidos políticos agremiaciones y
sindicatos de la región en búsqueda de superar la violencia, se refirió con detalle en su
informe a todos los actores armados, señalando responsabilidades en torno a violaciones a
los derechos humanos e infracciones al derecho humanitario. Sus conclusiones
establecieron responsabilidad de las FARC y del grupo que aún estaba en armas del EPL en
la persecución y los asesinatos contra los desmovilizados del proceso de paz y los
integrantes de Esperanza, Paz y Libertad así como contra trabajadores y pobladores
cercanos a ellos. Así mismo, estableció la responsabilidad de los grupos paramilitares y de
los Comandos Populares en persecución y asesinatos cometidos contra los integrantes de la
Unión Patriótica, el Partido Comunista y las organizaciones sociales cercanas a ellos. Y
exhortó a la fuerza pública y a los actores irregulares a cesar los ataques contra la
población, a que se consiguiera la solución política del conflicto armado y se conformara
una forma de veeduría para observar el cumplimiento de las partes al derecho humanitario.

LAS VÍCTIMAS Y SUS DERECHOS:

Las víctimas de la Masacre de la Chinita en buen grado se dispersaron y no consiguieron


realizar una acción colectiva ni consiguieron una actuación jurídica satisfactoria para lograr
el resarcimiento a sus derechos. Varios lograron la asesoría jurídica y el beneficio de unas
demandas administrativas a instancias de un tribunal en Antioquia, el cual estableció
responsabilidades en la ausencia de debida protección por parte de la fuerza pública. En
materia penal se adelantó un controvertido proceso que incluyó al ex alcalde de Apartadó
Nelson Campos y a otros dirigentes de la UP, el cual por estar afectado de irregularidades
fracasó en su propósito de investigación y sanción de los reales responsables. Algunos ex
guerrilleros de las FARC capturados o desmovilizados han confesado su participación y
han confirmado la autoría de ésta guerrilla en la masacre. La Comunidad del barrio Obrero,
no ha conseguido una reparación colectiva después de haber sido gravemente afectada. De
119 personas entre los familiares que apelaron perjuicios morales por la Masacre de la
Chinita sólo 23 recibieron beneficios de reparación directas, el 90% de las viudas no
accedieron por no demostrar legalmente la calidad de compañera.
Y en términos de la verdad, aún son parciales los esfuerzos de las comisiones antes
referidas, se carece de una verdad judicial suficientemente fundada y hasta ahora se
emprende un trabajo por el rescate de la memoria histórica de lo sucedido con el concurso
de Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.
REACCIÓN GUBERNAMENTAL:

Ante el deterioro del proceso de paz y la crisis que sobrevino en la región el Gobierno
nacional creó en 1991 la Consejería Presidencial para Urabá y luego promovió el Plan
Urabá asignando un presupuesto especial en respaldo a programas para la normalización, la
rehabilitación y el fortalecimiento de la justicia. El ex ministro José Noé Ríos fue
nombrado Consejero para Urabá. Este esfuerzo consiguió algunos resultados, pero a la vez
fue criticado en términos de eficacia y ante la prolongación de las situaciones de violencia
durante esos años. En los años 90 el proceso de paz iniciado en la región fue negativamente
afectado y la zona terminó en condiciones de reactivación del conflicto armado con las
FARC, aunque ésta guerrilla terminó replegada hacia el sur mientras los grupos de las
AUC, en medio de una amplia militarización en la región, consiguieron amplio dominio
territorial en ésta región, desde donde focalizaron un proyecto de expansión nacional.

En los años siguientes continuaron presentes varios factores de violencia y de conflicto: las
FARC aunque debilitadas mantienen presencia, las AUC desmovilizaron sus principales
estructuras entre 2005 y 2006 en la región, pero persisten otros grupos rearmados que tratan
de ocupar su lugar y el tema del narcotráfico y de otras economías y acciones ilegales
siguen teniendo notoria presencia. No obstante, se lograron niveles de recuperación de la
vida institucional y social y con ellos irrumpen las exigencias de las víctimas por conseguir
el retorno con garantías a sus tierras y la atención a sus derechos vulnerados.

LAS VÍCTIMAS DE LA CHINITA, SU IDENTIDAD:

1) SANTIAGO MEJIA
2) JHON JAIRO LOBO RODRIGUEZ
3) FULBIO ANTONIO MOSQUERA VELASQUEZ
4) JOBINO MORENO VALENCIA
5) DARIO TORRES
6) WILLIAM URANGO MORENO
7) ROGER ROBERTO RUIZ RAMOS
8) LUCIO MOSQUERA MURILLO
9) MARIANA TORRES RENTERIA (MUJER)
10) ROBINSON HUMBERTO HINESTROZA MOSQUERA
11) RAFAEL CUELLO RAMÍREZ (65 AÑOS)
12) PAULINO RENTERÍA RENTERÍA
13) HERMOGENES RENTERÍA RENTERÍA
14) EMILIO MEDRANO FERNÁNDEZ
15) FAUSTO HURTADO CÓRDOBA
16) ALEXIS MOSQUERA ASPRILLA
17) DIONISIO MOSQUERA CRUZ
18) ÁNGEL DANIEL HINESTROZA HURTADO
19) OSCAR MOSQUERA ROBLEDO
20) JOSÉ DE LA CRUZ CÓRDOBA PÉREZ
21) CONRADO LONDOÑO LONDOÑO
22) YORMAN BARÓN QUIÑONES (15 AÑOS)
23) JAIME RODRÍGUEZ RAMOS (16 AÑOS)
24) JULIO BERCELIO GUZMÁN GONZALES
25) RAMÓN CÓRDOBA MORENO
26) ASMETH BARRIOS FUENTES
27) JOSÉ MIGUEL SANTERO PEÑATE
28) MARCELINO OSPINA MARIMON
29) ALFONSO MEDINA
30) MELKIN CANTERO BLANCO
31) CLÍMACO ANTONIO HERRERA HERRERA
32) HERNÁN VERGARA ESPITIA
33) ALBERTO MENDOZA
34) ISRAEL CÁRDENAS MIRANDA
35) ALCIDES LOZANO BERROCAL
36) MARCIAL PAZ BALANTA
37) EDUAR SALAS TORDECILLAS

LAS DEUDAS EN VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN:

El rescate de la memoria de lo sucedido en el barrio obrero La Chinita exige recuperar la


identidad y el buen nombre de un colectivo de víctimas en gran medida olvidado y sirve
como nuevo motivo para que el país entienda que las metas del desarrollo y las aspiraciones
de recuperación de los derechos humanos y de la paz tienen como condición necesaria
avanzar con decisión hacia el esclarecimiento de la verdad de lo sucedido con la grave
crisis humanitaria registrada, la recuperación de la actuación de la justicia frente a la
impunidad que predominado frente a las graves violaciones, la reparación integral de las
víctimas y el logro de verdaderas garantías de no repetición del horror sucedido.

EL INFORME DE MEMORIA HISTÓRICA: MASACRE DE LA CHINITA:

El Grupo de Memoria Histórica de la CNRR encargó a la Fundación Cultura Democrática


de la elaboración del Informe sobre la Masacre de la Chinita, entidad que con el concurso
de un equipo de investigación realizó durante los años 2010 y 2011 el estudio
correspondiente y entrega en la Semana por la Memoria de 2011 el avance sobre los
resultados conseguidos y el texto del informe que será revisado y adoptado por el mismo
Grupo como uno de sus informes de caso. La coordinación y redacción del informe está a
cargo de Álvaro Villarraga quien ha contado con el apoyo de la investigadora Neila
Hernández y de las investigadoras auxiliares Francy Menjure y Diana Castellanos. Este
informe tuvo respaldo institucional en el Convenio Corporación Nuevo Arco Iris-
Fundación Cultura Democrática y contó con apoyo de la OIM-Embajada de Suecia y
coordinación y supervisión general y permanente del Grupo de Memoria Histórica.
En el curso de la realización del Informe de Memoria Histórica sobre la Masacre de La
Chinita se realizaron visitas a Apartadó, numerosas entrevistas con distintos actores allí y
en Medellín y Bogotá y se revisaron diversas fuentes oficiales, documentales y
testimoniales. Revisten particular importancia los testimonios de las sobrevivientes
víctimas de la masacre de La Chinita y la realización con ellas de varios talleres de trabajo
como parte del curso de la investigación y elaboración del informe, los cuales repercutieron
en la reorganización de las víctimas quienes conformaron la asociación ASOVIMA y se
han movilizado a través de diversas programaciones, propuestas y proyectos con los cuales
buscan avanzar en la atención de sus derechos. Esta organización de víctimas ha tenido el
acompañamiento de la Fundación Cultura Democrática, de la CNRR y de otros entes
locales y departamentales, entre ellos la Asesoría de Paz de la Gobernación de Antioquia.

ÁLVARO VILLARRAGA SARMIENTO

Relator del Informe sobre la Masacre de la Chinita

GRUPO DE MEMORIA HISTÓRICA DE LA CNRR

FUNDACIÓN CULTURA DEMOCRÁTICA

Bogotá, DC, noviembre de 2011.

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