Manual de Audiologia en Fonoaudiologia
Manual de Audiologia en Fonoaudiologia
Manual de Audiologia en Fonoaudiologia
Autores I Silvana Serra, Lorena Baydas, Mónica Brizuela, Elio Soria, Berenice Curtó, Juan Pablo Nieva
MANUAL DE AUDIOLOGÍA
EN FONOAUDIOLOGÍA
AGRADECIMIENTOS
A la Universidad Nacional de Córdoba que posibilita a los docentes y alumnos
a re vincularse en el encuentro de enseñar, aprender de múltiples espacios, a
reformular la formación profesional de un agente de salud desde la mirada
contemporánea y competencial.
A los alumnos que a través de sus aciertos y equivocaciones, corrigen el
rumbo de una materia nutriéndola y manteniéndola viva más allá del dictado año a
año.
A los colegas que desde la inserción laboral corrigen las exigencias sociales
que se proponen como demanda para la fonoaudiología y en articular para las
prestaciones audiológicas.
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INDICE:
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Audiología
A manera de introducción:
Las competencias fonoaudiológicas en las prestaciones audiológicas exigen
nuevos términos de definición, tanto por el avance científico y tecnológico como por el
aprendizaje por competencias surgido desde la necesidad de la educación superior.
Ya no se espera del profesional la tarea solamente técnica, por ejemplo, hacer
una audiometría, o realizar una selección de audio‐ortésis o prótesis. Se espera de él,
un abordaje integral donde los avances tecnológicos son el soporte, pero que no
solapen la mirada clínica ni humanitaria en la atención de pacientes.
Se aborda aquí también un espacio para razonar la audiología mas allá de los
procedimientos y pruebas, recobrando la misión profesional en la gestión del
conocimiento científico.
La necesidad de didactizar la Audiología para los alumnos es sin duda, el motor
fundamental que se resume en este espacio.
La Audiología ha sido escrita por otorrinolaringólogos, neurólogos y
fonoaudiólogos desde la mirada de los procedimientos y sus resultados.
Para la creación de este material se requirió haber construido otros
previamente, que sirvieron de antecedentes y de los que en cada situación de
aprendizaje con los alumnos que los utilizaron se reflexionó acerca del impacto y la
asertividad para su uso pedagógico en la educación superior.
Algunas de esas producciones fueron propias: Fonoaudiología, aproximaciones
logopedias y audiológicas (2007), Fonoaudiológicamente (2008) Fonoaudiología
asistencial y educacional (2009), Fonoaudiología atención al paciente (2009), Principios
Fonoaudiológicos (2009), otras fueron experiencias de otros docentes por ejemplo el
Audiology Work Book, (2008) de Steven Kramer y Lesli Guthie, del School of Speech,
language and hearing Sciencies at San Diego University of E.E.U.U. y la sexta edición
del libro Handboock of Clinical Audiology del DR. Katz, Medwetsky y colab (2009).
En este material, el alumno encontrará términos en inglés que son
nomenclatura internacional y universal que sirven para entendernos en el mundo
audiológico de los fonoaudiólogos.
Para los alumnos de la asignatura audiología es recomendable el uso de este
material acompañando la clase presencial, el aula virtual, los espacios de
entrenamiento prácticos, las vinculaciones interdisciplinares con acústica, ciencias
básicas, la literatura científica y clínica, para apropiarse del saber.
La tarea es aprender una audiología compleja y actualizada en sólo un año,
practicarla e interpretarla, pero también formar un fonoaudiólogo sensible y eficiente
para llevarla a cabo.
Prof. Lic. Silvana Serra‐ Titular de la Asignatura
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Capítulo 1
Audiología, en Fonoaudiología
Como dimensión de estudio fonoaudiológico, es preciso instalar una visión
macroscópica desde la disciplina, con la meta de facilitar su comprensión íntegra en
instancias previas a la adquisición de los contenidos específicos y a la especialización desde
la necesidad académica. Por eso, decimos que, lo apropiado es ver a un paciente que
escucha y no sólo el oído ó la audición.
Por el momento que la ciencia y el ejercicio profesional de la fonoaudiología
hoy ocupan, es importante sostener una mirada histórica de la necesidad social en la
que surgió y responder a las demandas actuales, con el desafío de construir un lugar
jerárquico en la salud pública. Quienes se formen para ello asumen tanto el saber,
como el hacer sabiendo, para apropiarse de una identidad renovada de esta
disciplina, la Fonoaudiología. Para aprender audiología en fonoaudiología, se requiere
de instancias en las que el profesional en formación debe acercarse y permanecer para
continuar avanzando. Estas instancias se complementan y requieren un tránsito
consciente y responsable para un abordaje integral. Esto implica:
Transito Consciente:
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Para apropiarse es necesario comprender que la fonoaudiología es una
profesión de servicios que brinda prestaciones concretas, en este caso audiológicas, el
beneficiario directo es el HOMBRE. El servicio se puede gestar en un laboratorio de
investigación, en un consultorio, en una empresa, etc.; Siempre, el destinatario es el
hombre. El hombre con una realidad biológica y psico‐emocional que se comunica
socialmente, la cual le permite integrarse y expandirse plenamente en su comunidad.
La biología determinará el escenario físico, pero no es la única mirada sobre la cual el
profesional debe centrarse. En esta materialización se manifestará el funcionamiento
de las dimensiones de la comunicación: principal objeto de estudio fonoaudiológico.
Desde una mirada epistemológica podemos reflexionar acerca de la disciplina más allá
de su objeto de estudio.
A las ciencias médicas (la medicina), ‐incluida la fonoaudiología‐ se la puede
definir como una respuesta humana, cultural al llamado del que sufre en su cuerpo y
en su psiquis.
Éste es un gesto inmemorial, transcultural, manifestación del lazo social, y una
solicitud por el otro, encarnando una lógica de humanización, a través de un modo
organizado de atender al otro, donde el medio es el saber científico y la finalidad el
cuidado del otro (alteridad).
La salud es un problema de orden público, por lo que un sujeto no puede
disponer de su salud de manera caprichosa. (F. Parenti 2012)
La fonoaudiología surgió de la necesidad de otras disciplinas que aportaron al
cumulo de conocimientos, conjuntamente con la responsabilidad y el impacto social
nuestra disciplina logra definir su identidad.
En su saber se pueden identificar los siguientes conocimientos:
♦ Conocimientos de disciplinas vertientes: son aquellos que provienen de
la biología, la psicología y la lingüística.
♦ Conocimientos de disciplinas relacionales: son conocimientos de
disciplinas como Fisioterapia, Odontología, Pedagogía, Medicina, y otras más,
donde aprender conocimientos permite comunicarse con otras ciencias o
profesiones.
♦ Conocimientos genuinos: son aquellos que luego de ser aprendidos se
apropian del universo fonoaudiológico. Son conocimientos que se generan en el
seno de la disciplina y que definen el espacio de identidad profesional.
♦ Conocimientos constantes en disciplinas de servicio: son aquellos que
provienen de la ética y que enmarcan las prestaciones de servicios dentro de ella.
Están presentes en todas las profesiones que prestan servicios a la comunidad.
Como ejercicio de identidad profesional reflexione que:
Si usted… ve solamente el oído y no la audición…
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… verá la biología y no el aspecto biológico de la fonoaudiología.
Método clínico en Fonoaudiología
El método clínico en Fonoaudiología incluye el Razonamiento y la Decisión. El
razonamiento del profesional estará teñido por todos sus conocimientos,
independientemente del área de abordaje en el que está interviniendo, los
procedimientos serán acciones que se llevan a cabo con un criterio decisivo al
momento de su implementación.
Todas las dimensiones de estudio fonoaudiológico deben conformar el saber clínico
intervienen en la comunicación y en la sociabilidad del ser humano, de manera directa
o indirecta. En la comunicación se puede identificar de manera directa la intervención
del lenguaje, el habla, la audición y la voz, y de manera indirecta la deglución, la
respiración y las características oro‐maxilo‐faciales.
Las dimensiones que influyen indirectamente en los objetos mencionados arriba,
con su estructura y funcionalidad, son los procesos intrínsecos y extrínsecos en los
que cobra evidencia la comunicación misma. Muchas veces condicionan o impactan
en el modo en que hablamos, oímos y/o vocalizamos.
Los beneficiarios indirectos serán las disciplinas y ciencias que requieran de los
servicios fonoaudiológicos. La Fonoaudiología sirve a la salud, a la educación del
hombre, como así también, al ámbito legal, laboral, empresarial y científico.
Las prestaciones fonoaudiológicas abordan al hombre, al paciente en forma
individualizada, y el gran desafío es impactar con sus servicios en forma masiva y
epidemiológica. Para nutrir la identidad profesional hay que promover la vinculación
con otras disciplinas y optimizar servicios. Desde la mirada audiológica la utilidad del
saber, gravita en las ciencias de la salud y en este están incluidas disciplinas como la
Medicina, la Enfermería, la Fisioterapia, la Psicología, etc. Otro grupo se conforma por
las ciencias de la educación, aquí se encuentran las disciplinas como Pedagogía,
Psicomotricidad, Psicopedagogía, los distintos Profesorados especializados en la
enseñanza de sordos, ciegos, Multidéficit, etc. El último grupo es el de las Ciencias
ligadas al ámbito legal, laboral y social, incluyendo disciplinas como la Abogacía,
Bioingeniería, etc.
La trama social compleja del paciente hace que se profesionalice desde el “saber
hacer” más allá de los preceptos teóricos. Las acciones profesionales requieren
pericia e idoneidad profesional y es por eso que requieren ser aprendidas a nivel
universitario. Es el desarrollo que amalgama lo científico con la gestión de cuidado del
otro, propio de las ciencias médicas.
Para prestar este servicio, se requiere conocimientos clínicos otológicos,
conocimientos en procedimientos, técnicas audiológicas, y finalmente, conocimientos
clínicos propios de la audición y sus conductas, pero sin lugar a dudas, necesita de la
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clínica fonoaudiológica. Primariamente, la expectativa profesional era técnica, es decir,
manejar aparatos, secuenciar pruebas, etc. Posteriormente, se llego a la visión del
saber clínico. El clínico audiólogo busca resultados que respeten coherencia clínica
entre lo que el paciente manifiesta y los resultados obtenidos.
La audición no será el oído, y las respuestas al estímulo sonoro tampoco, habrá
una construcción de qué es oír y como medirlo. Para el profesional los eventos
cotidianos representan datos, hechos clínicos, como por ejemplo, la presentación de
un estímulo a un bebe que se observa como “inquieto” para el entorno familiar. Para
el fonoaudiólogo serán reflejos y los podrá analizar luego de los tres segundos de
aplicación de un estímulo sonoro. También se requiere que esa interpretación sea
comunicable en un lenguaje simple, oportuno, preciso y pertinente. El conocimiento
debe ser manipulado por el profesional con tino y sensibilidad para prestar los
servicios que su formación académica propicia.
El sonido y silencio como variables intervinientes en el quehacer fonoaudiológico
En el caso de los fonoaudiólogos, el sonido y el silencio, son un aspecto que atraviesa
al ser profesional en esta disciplina, como el movimiento y la quietud será parte
inherente del Ser de un profesional kinesiólogo. Es por ello que será necesario como
condición natural profesional, contar con la habilidad de percibirlo, reconocerlo y
medirlo más allá de aparatología sofisticada y de gran tecnología. El sonido será
entonces un compañero intrínseco de la labor profesional en todos los ámbitos de la
fonoaudiología en el que el profesional se desempeñe. Más aun en el ámbito de la
audiología, pues, ambos eran determinantes en las prestaciones.
El sonido será parte de todos los objetos de estudio de la disciplina, es un estímulo
dentro de una instancia de valoración o diagnostico, aún cuando no se este midiendo
la audición. También puede ser una respuesta del paciente como resultado de
emisiones vocálicas. El sonido en esta disciplina será tan valioso cuando se manifieste
como cuando no lo haga, es decir tendrá tanto valor cuando esté, como cuando haya
silencio o cuando haya ausencia de sonido.
El valor de los silencios será pausa entre sonidos, o tendrá el valor de ausencia de
sonidos según el papel que esté jugando en la estimulación, por ejemplo: Permitirá la
dosificación de estímulos, en este caso de los sonidos y de la ausencia del mismo, para
interpretar lo que es una respuesta a entornos sonoros controlados.
Entonces el sonido (presencia o ausencia del mismo) será una variable que atraviesa
los distintos ejes de la disciplina. Entrenar las habilidades naturales auditivas,
transformándolas en un esquema corporal gnósico auditivo o en aspectos propios de
la audioperceptiva, y desarrollando una escucha diferenciada de los distintos
indicadores de cada objeto de estudio constituye un factor importante en la
preparación de la clínica en el profesional fonoaudiólogo.
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LA FUNCIÓN AUDITIVA
La audición es un proceso que se inicia en la periferia, específicamente en el
oído, a través del traslado de información sonora que es captada, conducida,
percibida, analizada e integrada en la corteza cerebral del individuo.
Gil‐ Loyzaga (2005) la define como el proceso fisiológico específico que
permite a un ser vivo recibir y analizar vibraciones de las moléculas del medio
externo dentro de un rango de frecuencias e intensidades.
Observemos que la definición dispensa de la vinculación directa y hasta
reduccionista que se hace de la audición al oído. Actualmente se la posiciona como un
proceso fisiológico que se lleva a cabo desde la periferia hasta complejos procesos
centrales en el cerebro para concebirse como audición. Esto ha re‐delimitado la
audiología más allá de los alcances otológicos, dando una nueva identidad al “hacer”
fonoaudiológico. Manrique, Lehnardt y otros proponen el concepto de audición
funcional, como producto de la actividad integrada de niveles periféricos y centrales
del procesamiento auditivo a nivel cortical.
Se desarrollará y complejizará durante toda la vida, permitiendo esto, la interacción
con otras funciones, como por ejemplo, las gnosias auditivas y el lenguaje.
Como aferencia sensorial permite la conexión del individuo con el medio sonoro.
También posibilita junto a otras estructuras el equilibrio estático y dinámico del cuerpo
en el espacio. La función vestibular, colabora consecuentemente con la complejización
de funciones cognitivas. La audición como fenómeno intrasujeto, facilita también
aprendizajes espontáneos e inducidos por el medio y colabora con la integración social
del individuo desde temprana edad.
Entre las semanas 24 y 28 de gestación, ya se considera que las células ciliadas
externas del oído están maduras.
La función auditiva permite que otras se desarrollen a partir de ella, así el individuo se
manifiesta en comportamientos complejos y elaborados a partir de la interacción con
el medio.
El proceso de la audición desde una visión biologista, comienza en la periferia, cuando
el estímulo ingresa por el pabellón auricular, transita por las distintas porciones del
oído y, luego, a través de la vía auditiva, ipsilateral y contralateral,e integra la
información en un procesamiento complejo de los centros cerebrales ‐zonas
predeterminadas genéticamente para recibir esta aferencia‐. Luego, a través de la
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evolución y maduración del individuo, la recepción se procesa y se analiza. Se reconoce
e interpreta la información auditiva en zonas secundarias que se jerarquizan de
manera creciente y especializada de la función gnósica hasta llevarla a zonas terciarias
o áreas de solapamiento. Allí, lo auditivo se integra con otras aferencias y logra cobrar
significado, zona de procesamiento del lenguaje. Desde esta perspectiva se puede
clasificar la deficiencia auditiva según el momento de aparición en la vida de una
persona, para ello se la analiza a partir de la adquisición del lenguaje. (Principios
Fonoaudiológicos, 2009)
Desde una perspectiva anatomofisiológica, al analizar el territorio donde se procesa la
información acústica, se puede mencionar las siguientes estructuras:
El pabellón auricular cumple una función importante en los felinos por ejemplo, por su
movilidad de 180 grados, que les permite determinar la dirección del sonido, pero en
el hombre no es tan significativo. Existe en la persona que padece una disminución
auditiva un ademan compensatorio espontáneo que otorgaría la sensación de
aumento leve de la percepción sonoro cuando coloca sus manos en el pabellón
auricular dirigiéndolo a la fuente sonora. Esta característica anatómica no es vital para
la audición, pues se reconoce en casos de agenesia del pabellón auricular, solamente
una audición sin grandes alteraciones.
Ingresando al interior del oído se puede observar el conducto auditivo externo (CAE),
que cumple la función de resonador del estímulo sonoro, protege al tímpano y aloja a
las glándulas sebáceas productoras de cerumen que actúa como lubricante y
protector.
El oído medio es un complejo anatómico que transmite la señal sonora amplificándola.
La anatomía e integridad del tímpano junto con la cooperación de la cadena osicular
permite que el sonido llegue al oído interno a través de la acción de pistón del estribo
en la ventana oval.
La adecuada vibración del tímpano, más la presión atmosférica en el conducto auditivo
idéntica a la del oído medio garantizan la trasmisión del sonido. Los cambios de
presión intratimpánica inciden en la membrana timpánica. Una presión negativa
dentro de la misma con respecto a la del CAE, producirá un abombamiento o
retracción de la membrana timpánica. En caso de persistir, llevará a patologías en el
oído medio. El adecuado funcionamiento de la trompa de Eustaquio, a través de la
acción de los músculos periestafilinos en situaciones de deglución o bostezo, equipara
las presiones entre el medio externo y el medio interno. Esta función tubárica puede
ser estudiada en las pruebas de función tubaria propias del estudio
impedanciométrico. La estructura anatómica garantiza el drenaje de secreciones e
impide el paso de éstas desde la rinofaringe al oído medio. La integridad de la cadena
osicular también es vital en la trasmisión del sonido a la cóclea. Ante la ausencia de
huesecillos también afectará el paso de la onda sonora hacia la ventana oval.
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Las enfermedades siguen siendo las mismas, se actualizan los agentes etiológicos que
varían por el avance social y tecnológico, por lo que la formación del profesional
fonoaudiólogo requiere una actualización sobre la mirada socioepidemiológica de los
hábitos cotidianos. Es nuestra responsabilidad revisar el impacto de los mismos sobre
la salud en general y en particular los hábitos en relación a la función auditiva.
Retomando el valor fisiológico de protección ante la presencia de ruidos nocivos por su
gran impacto sonoro, es preciso puntualizar que cuando el sonido que penetra al oído
es muy intenso, se activa un mecanismo de freno que está determinado por los
músculos del estribo y martillo, que aumentan la resistencia a la vibración de los
huesecillos protegiendo así las células ciliadas del oído interno. Esta función es
estudiada en la impedanciometría y en la medición de los reflejos estapediales. La
misma pone en evidencia el arco reflejo que vincula al octavo y al séptimo par.
Cuando el impulso sonoro llega a la ventana oval en el oído interno, se produce un
movimiento de la perilinfa, la onda que determina se la llama "onda viajera". Esta
onda tiene un punto de mayor vibración dependiendo de la frecuencia del estímulo
impactando en una zona de la cóclea determinada. La zona se identifica según la
distribución tonotópica dentro de las dos y media espiras de la cóclea.
Según esto, el oído interno es capaz de analizar las características del estímulo acústico
en las dimensiones de frecuencia e intensidad, gracias a las propiedades mecánicas de la
membrana basilar, esta propiedad se conoce como tonotopía de la cóclea. En los sonidos
agudos (de alta frecuencia), el movimiento ondulatorio se agota enseguida, ocurriendo
el máximo desplazamiento en un punto próximo a la ventana oval; en los sonidos
graves (de baja frecuencia) la onda viaja más y su amplitud máxima se sitúa en un
punto próximo al ápex, cerca del helicotrema.
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De este modo las frecuencias altas estimulan mejor la membrana basal que sostiene el
órgano de Corti en la base de la cóclea, y las frecuencias graves estimulan más el ápice
de la cóclea, que está más alejado.
En el oído interno, un segundo fenómeno ocurre, es la transducción de la energía
mecánica en eléctrica, por medio de las células ciliadas. La onda vibratoria, estimula
los cilios de estas células que están en contacto con la membrana tectoria del órgano
de Corti, generando por este mecanismo un estímulo nervioso, esta actividad eléctrica
de la cóclea es medible por el examen llamado BERA.
Las células ciliadas cumplen distintos roles, las células ciliadas externas responden a
estímulos de baja intensidad y las células ciliadas internas a estímulos de alta
intensidad. Además las células ciliadas externas cumplen un rol de filtro modulador y
son capaces de contraerse y producir estímulos sonoros provocados por la vía auditiva
central, que envía información a través de la vía eferente o haz olivo coclear
(aproximadamente 600 fibras). Ésta última actividad puede ser registrada en el estudio
de las otoemisiones acústicas.
La onda sonora una vez recibida en la cóclea, comienza a ser trasmitida por el nervio
auditivo. El nervio auditivo también reconoce un análisis tonotópico, en que las
frecuencias agudas van por la periferia del nervio y las graves van por el centro. La
intensidad del estímulo, también influye en el número de fibras estimuladas.
La primera neurona de la vía auditiva la constituye las neuronas del ganglio espiral que
está en el modiolo, cuyas dendritas envuelven las células ciliadas, ganglio de corti. La
vía continúa a la corteza cerebral donde existen dos áreas primarias auditivas,
ubicadas en el fondo de la cisura de Silvio de cada lado. Estas áreas son estimuladas
simultáneamente siempre, aunque se estimule un solo oído, pues, existe en la
morfología de la vía un entrecruzamiento que se piensa que actúa como un
mecanismo protector ante lesiones de tipo central.
Hasta aquí sólo mencionamos postas anatómicas y fisiológicas del oído y su vía
auditiva de manera breve, pero oír es una función más compleja aun.
Cuando el mensaje auditivo se trasmite neuralmente, el Sistema Nervioso Central
realiza otros procesos que optimizan la audición funcional, como lo son la localización
de la fuente sonora, el análisis de la magnitud o intensidad del sonido, el
reconocimiento de sonidos nuevos en comparación de los que ya el individuo conoce,
la detección de diferencias interaurales de tiempo, la audición binaural, etc. En estos
procesos se ven involucrados distintos niveles de la vía auditiva y la corteza cerebral.
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Es por ello que es oportuno analizar la vía como núcleo de neuronas situados en el
tronco cerebral, el tálamo y la corteza. Incluye una vía ascendente y otra descendente
Luego de haberse analizado en la periferia, el estímulo sonoro ingresa por la vía
ascendente a un complejo análisis que puede subdividirse morfo‐funcionalmente en
tres niveles: Gil‐ Loyzaga (2005)
• Nivel Uno: Núcleos de la región inferior del tronco cerebral:
núcleos cocleares y complejo olivar superior. Ubicación anatómica: Límite
bulboprotuberancial (núcleos cocleares) y región baja de la protuberancia
(complejo olivar superior.)
Los núcleos cocleares decodifican la intensidad del sonido y analizan los
parámetros temporales de duración (si el sonido es largo o corto), el momento de
inicio y final del estímulo auditivo. En cuanto al parámetro de la frecuencia del flujo
acústico este nivel de la vía lo mantiene y trasmite el análisis frecuencial recibido del
órgano periférico (cóclea).
Tiene una proyección que envía la información hacia el colículo inferior y al
complejo olivar superior, donde se colabora en el procesamiento de la localización
espacial de la fuente sonora mediante la audición binaural y una proyección que
vincula su proceso, ascendiendo hacia el lemnisco medial y el colículo inferior.
También se proyecta descendentemente hacia el órgano periférico.
• Nivel Dos: Núcleos de la región alta del tronco cerebral: núcleos
del lemnisco lateral y colícuelo inferior. Ubicación anatómica: Estos centros
reciben información binaural por lo que son importantes en la localización de la
fuente sonora.
• Nivel Tres: Complejo tálamo‐cortical: Aquí integramos el cuerpo
geniculado medial y la corteza auditiva. Su función es complejizar el análisis
que proviene de manera ascendente de centros inferiores del tronco, aportará
interpretación y comparación binaural e integración sensorial.
La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición (ASHA), define al
Procesamiento Auditivo “Central” (PAC) como la “eficiencia y eficacia con que el
sistema nervioso central utiliza la información auditiva”
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El estudio del procesamiento auditivo podría analizarse como egresando de su
enclaustramiento en el ámbito científico y logrando una creciente penetración en el
ámbito clínico quizás por algunos eventos históricos que se pueden mencionar, a
saber:
• Existen trastornos que no eran localizables al sistema auditivo
periférico (oído) y que si podían localizarse en el tronco o incluso en la corteza
cerebral.
• La fallas de procesamiento auditivo luego de equipamiento
audioprotésico o de implante coclear demostraron que la vía auditiva tenía
intervención en lo que se escucha, más allá de lo que ingresa en el órgano
periférico.
• El estudio en el ámbito de las neurociencias a través de
estimulaciones selectivas de un solo oído o ambos oídos con test dicóticos
revelaron un comportamiento diferencial en las habilidades estimuladas.
• El uso del audífono como herramienta para estimular la
maduración de fibras en la vía auditiva y optimizar los restos auditivos.
Estos eventos sin duda, llevaron a dimensionar lo auditivo mas allá de lo otológico,
logrando una mirada más neurobiológica de procesos perceptuales y psicoacústicos. Es
oportuno rescatar algunas definiciones que permiten estudiarlo.
Es interesante la mirada de Krauss (2001) que postula que el procesamiento auditivo
central (PAC) serían todos aquellos procesos que permiten la representación neural del
habla ‐ en base a la percepción de parámetros acústicos fundamentales – que ocurren
después de la codificación sensorial periférica, pero antes de la percepción consciente.
La ASHA (2005) menciona que el procesamiento auditivo central (PAC) incluye los
mecanismos auditivos que subyacen a las siguientes habilidades:
1. Localización y lateralización del sonido: habilidad para ubicar la señal acústica
en relación al espacio e identificar si proviene de la derecha o izquierda del individuo.
2. Discriminación auditiva: refiere a la habilidad para determinar si percibe
varios sonidos, si éstos son similares o diferentes.
3. Reconocimiento de patrones auditivos: hace mención a la tarea eficaz de
reconocer pautas de los sonidos en cuanto a la duración, a frecuencia e intensidad que
se percibe y al timbre.
4. Reconocimiento de aspectos temporales: consiste en detectar en un flujo
acústico intervalos de silencio o interrupciones del mismo en el orden de los
milisegundos (discriminación temporal o detección del gap temporal). Otro aspecto es
detectar superposición de sonidos cuando se enmascaran unos con otros en un
determinado periodo de tiempo (enmascaramiento temporal). También incluye tareas
de unión de la información auditiva en el procesamiento temporal (integración
temporal) y además se reconoce la habilidad de percibir la secuencia de sonidos
otorgando la condición de orden temporal.
5. Competencias auditivas con señales competitivas: es la habilidad para
discriminar un sonido segregando las interferencias de otras señales acústicas
competitivas como es la situación del habla en el ruido. Aquí se puede incluir la
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escucha dicótica es decir, la presentación simultánea de dos estímulos diferentes con
idéntico inicio y duración en cada oído.
6. Competencias auditivas con señales degradadas: hace mención a la habilidad
para percibir la totalidad de una señal o palabra cuando falta parte de la información
verbal por estar filtrada u omitida en la escucha.
Las últimas habilidades claramente representan tareas auditivas que lleva a cabo
cotidianamente cualquier sujeto que necesita percibir el habla con ruido de fondo y en
muchos casos, este último supera en intensidad, la señal, por lo que el individuo debe
segregar las señales del ruido para crear la escena auditiva como se mencionó antes.
Estos procesos participan integrados desde la especificidad modal auditiva hacia la
especialización que solapa multi‐modalidades perceptuales en la complejidad y
jerarquía de otras funciones cognitivamente superiores como lo son la atención, la
memoria, el lenguaje etc., qué integra la actividad nerviosa inferior y superior.
En cuanto al procesamiento auditivo se menciona la resolución como sinónimo de
discriminación, es decir el procesamiento en zonas diferentes de distintos aspectos de
una misma señal o de señales diferentes. Existe una resolución temporal que hace
referencia al tiempo mínimo que el sistema auditivo requiere para detectar la señal. Es
preciso considerar que en el procesamiento auditivo la intensidad y la duración se
integran, es decir, el individuo va a percibir como más intenso un sonido que dura más
(en el orden de los milisegundos),ocurre un sumación temporal de fibras para
procesarlo, pues comparten el mismo sustrato neurofisiológico.
Estos procesos participan paralela y jerárquicamente con otras funciones cognitivas
superiores relacionadas con distintos conjuntos neuronales.
En cuanto al procesamiento auditivo se menciona la resolución como sinónimo de
discriminación, es decir el procesamiento en zonas diferentes de distintos aspectos de
una misma señal o de señales diferentes. Existe una resolución temporal que hace
referencia al tiempo mínimo que el sistema auditivo requiere para detectar la señal.
Ante pacientes con patología de lenguaje, encontrar en la evaluación fallas de
procesamiento temporal llevarán a que el individuo no perciba los formantes de los
fonemas.
Debemos recordar que en el procesamiento auditivo la intensidad y la duración
se integran, es decir, el individuo va a percibir como más intenso un sonido que dura
más (en el orden de los milisegundos), ya que ocurre una sumación temporal de fibras
para procesarlo, pues comparten el mismo sustrato neurofisiológico.
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La función auditiva puede verse alterada con un déficit que la limite o anule.
Un déficit auditivo periférico, surgido en etapas de adquisición de procesos gnósicos y
del lenguaje, llevará a una desorganización funcional de funciones superiores en los
primeros estadios de la vida. Mientras que un déficit auditivo periférico, por ejemplo
en un adulto el impacto del déficit será diferente.
Se llama normoacusia a la modalidad de oír sin deficiencias, ni dificultades en el
procesamiento e integración de la información sonora recibida. Hablamos de
hiperacusia cuando existe una sensación de alta intensidad ante sonidos de intensidad
normal. Se produce por una hipersensibilidad a la intensidad del sonido, describe un
nivel elevado de sensibilidad a los sonidos.
La hipoacusia, por su parte, revelará una disminución de la audición. Se la podrá
clasificar según distintos parámetros. La hipoacusia es unilateral si afecta un solo oído,
o bilateral, si compromete a ambos oídos. Sí es bilateral podrá ser simétrica o
asimétrica, dependiendo del grado de pérdida en cada oido.
Ya entrando a parámetros surgidos de mediciones más precisas, podemos clasificarlas
a las hipoacusias en relación a:
• La pérdida auditiva en relación a la intensidad: será el dato extraído
de estudios audiológicos acerca de la magnitud, medida en decibeles de la
severidad de la hipoacusia. Aquí se hará mención a si es leve, moderada,
severa o profunda.
• Según las frecuencias afectadas: será también un dato extraído de
estudios audiológicos en relación a si afecta a algunas frecuencias del rango
auditivo, a varias o a todas. Pudiendo aplicarse lecturas localizadas en
frecuencias agudas.
• Según la localización de la lesión: este dato también requiere de
estudios auditivos para su interpretación. Aquí la topografía será extraída de
las distintas curvas, resultados de las valoraciones subjetivas, objetivas de la
audición y otros estudios complementarios. De manera simple, podemos
ubicarla preliminarmente en el oído o en la vía auditiva.
Si el déficit se localiza en el oído, la disminución puede estar ocasionada por afección
del proceso de transmisión de la información auditiva por distintas estructuras
fisiológicas del oído destinadas a esa función, oído externo y medio. Esta afección en la
transmisión de la información auditiva será posible medirla con distintos
procedimientos, por ejemplo, con una audiometría. En este caso, el trazado resultante
mostrará una conservación, en relación a los parámetros normales, de la vía ósea,
mientras que habrá un distanciamiento discreto de por lo menos 10 db.o más de la vía
área. Estaríamos frente a Hipoacusia de transmisión o de Conducción. Si la afección
afecta la percepción del sonido estará comprometiendo la zona coclear y la hipoacusia
será neurosensorial.
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La última clasificación será si compromete la zona del oído tanto en procesos de
transmisión del sonido como de recepción en la cóclea, en cuyo caso se le adjudicará la
nomenclatura de hipoacusia mixta.
Según el momento de aparición: este parámetro está en relación con la adquisición del
lenguaje, por lo que al analizar un paciente con hipoacusia, se interpreta de la
siguiente manera:
• Pre‐linguales: 0‐2 años.
• Peri‐linguales: 2‐5 años.
• Post‐linguales: más de 5 años
Otro parámetro es el momento de detección y equipamiento auditivo, como así
también si el paciente recibió estimulación y cuál fue el abordaje.
También es importante en el análisis considerar la etiología a la que se le adjudica el
déficit. Si bien como fonoaudiólogos no intervenimos en la misma, es necesario
conocerla para valorar el impacto en la patología otológica. Esto implicará, si es una
etiología, que se puede resolver con procedimientos médicos, si requiere
equipamiento o implante coclear, si es una patología progresiva o no.
Otro parámetro importante, en relación a la percepción del habla, (Moog y Geers 1995) en
cuyo caso será clasificado como:
Categorías Déficit y compensaciones
0 No detecta el habla
1 Detecta el habla
2 Percepción de patrones
3 Comienzo de la identificación de palabras (distintos espectros)
4 Identifica palabras desde el reconocimiento de vocales
5 Identifica palabras desde el reconocimiento de consonantes
6 Reconoce palabras en formato abierto
Para reconocer el impacto de la patología auditiva debemos analizar las limitaciones
que opera ésta en la vida social del individuo que la padece. Mencionamos algunas a
continuación en el caso de niños con afección de la audición prelingual:
• Si el paciente padece una hipoacusia leve, observaremos algunas
deficiencias en la integración semántica y sintáctica del lenguaje, pero
mayor impacto en el aspecto fonológico. Compromiso en la atención.
• Si el paciente padece una hipoacusia moderada, observaremos
limitaciones en el dominio lexical, apoyo en la labiolectura, deficiencias
en la integración de información auditiva al escuchar palabras cortas.
• Si el paciente padece una hipoacusia severa dependencia para
comprender lo audioverbal con apoyo de labiolectura. Limitaciones en
lo lexical, impacto en la compresión de rasgos suprasegmentales y
segmentales del discurso escuchado.
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• Si el paciente padece una hipoacusia profunda en su proceso evolutivo
impacta en el retraso de aspectos del lenguaje.
La audición puede comprometer también la función vestibular, pues el oído participa
en la misma con una actividad solidaria con el sistema nervioso y la visión. Cuando un
individuo ve entorpecida la función del equilibrio con vértigo o mareo, recibe
información de sus centros cerebrales respecto de si se encuentra en movimiento o
está quieto. Esta función es de soporte y sustentación de otras más complejas. Llega a
ser inhabilitante para un paciente que sufre una patología que afecta su función
vestibular. Requiere de intervenciones fonoaudiológicas para llegar a un diagnóstico,
como así también en la rehabilitación de la misma.
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Capítulo 2
Los procedimientos audiológicos han sido motivo de mucha literatura. Muchas
veces se los ha abordado como ya ha sido mencionado, desde la visión técnica, es decir
se los ha descripto como procedimientos a realizar. Otras desde una visión clínica es
decir de resultados a interpretar. Otras desde las neurociencias donde se la involucra a
diferentes fenómenos.
En esta oportunidad, la propuesta es “mixar” todos estos enfoques y
orientarlos pedagógicamente a fin de contar con la información necesaria para
desarrollar las competencias profesionales útiles para la atención de los pacientes.
Lo primero a definir es cómo es la arquitectura de una prestación
fonoaudiológica en Audiología. Para ello es preciso reconocer qué aspectos la
componen y cuál es su incidencia en el resultado de la prestación. Es vital determinar
un encuadre. En fonoaudiología se proponen dos tipos de encuadres que definen los
alcances del accionar profesional.
Podemos reconocer dos encuadres: el Fenomenológico y Fisiológico.
El primero es también denominado el encuadre sintomático. Esta perspectiva
circunscribe la prestación al síntoma, mira y atiende ese aspecto. Propone atender el
déficit con el déficit. En audiología, esta mirada, limitó a una ejecución técnica de los
procedimientos y dificultó el desarrollo clínico de análisis de los síntomas que venían
asociados a la problemática auditiva. No obstante, tuvo que ver también con el
desarrollo tecnológico disponible desde el cual surge este encuadre.
El otro paradigma es el encuadre fisiológico, que analiza los procesos que
subyacen a los síntomas presentes dentro de las distintas conductas relacionadas a las
funciones o áreas fonoaudiológicas. Hoy se menciona que mas allá de las zonas
anatomofisiológicas involucradas se busca las tareas auditivas que se comprometen al
procesar señales acústicamente.
En este último, cualquier manifestación de la conducta emerge por un proceso
que lo determina. Es decir un niño hipoacúsico, no lee los labios de manera azarosa,
sino que espontáneamente surge una compensación de su déficit que de no tenerla en
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cuenta, el fonoaudiólogo puede interpretar que ante una conversación verbal y frontal
el paciente escucha y no es así.
Ambos son necesarios, pero hay que reconocer que el fisiológico será el
indicado para medir la audición, pues, como veremos más adelante, la audición, será
considerada una conducta y para ello, requerirá de múltiples procesos para
manifestarse.
Es más abarcativo y estudia la función auditiva, desde las conductas que la ponen en
evidencia y al déficit, considerando a las conductas remanentes para su solución.
La arquitectura de la prestación puede ser leída como una Gestalt, que se define como
situación asistencial terapéutica que si bien es común a las otras áreas y acciones de
la profesión aquí se la particulariza a fin de agudizar las posibilidades y necesidades de
la Audiología.
Como ya lo presentara en el libro Fonoaudiología Atención al paciente, (2009)
la situación asistencial está constituida por tres ejes:
Uno lo conforma el paciente quien es el demandante de la prestación
audiológica en este caso. En él es preciso reconocer su nivel de salud auditiva, la
existencia de enfermedades, etiologías, síntomas, procesos de tratamiento, etc. Es el
eje que convoca al encuentro terapéutico, por ser el poseedor de la patología o el
disparador de la prestación y la incumbencia fonoaudiológica.
Otro eje es el fonoaudiólogo, que es el profesional que con pericia, técnica y
arte en su disciplina puede prestar un servicio y abordar al paciente. Se incluye aquí la
necesidad de medir sus intervenciones, roles y el tipo de vínculo que puede hacer con
el paciente a la hora de establecer distancias terapéuticas.
Un eje muy importante, que en audiología es determinante, es el contexto
terapéutico. Se lo vincula con el ambiente controlado, provisto de estímulos
pertinentes y donde se regule y organicen las respuestas y conductas del paciente.
Paciente en audiología
En la prestación audiológica, existe un demandante mismo que cubre una
necesidad con la solicitud del mismo. En muchos casos, es el portador de la patología
que se encuadra o afecta a alguno o a varios objetos de estudio de la disciplina
fonoaudiológica. Se debe entender que si bien, las prestaciones audiológicas estudian
la audición, el paciente puede demandar el servicio con afección de otras dimensiones
de estudio de la fonoaudiología. Esto, muchas veces está explicito y en otras
oportunidades está solapado y el profesional debe detectarlo o tenerlo en cuenta.
Se debe observar al paciente no como un oído a estudiar, sino como una
persona a asistir.
El paciente puede venir porque no habla bien, como motivo de consulta y en
realidad no escucha bien.
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Un paciente que se encuentra dentro de una cabina audiométrica (tenga la edad
que tenga y la patología que padezca), siempre es un paciente con sus sistemas funcionales
activos, funcionando de una manera determinada que influye en las respuestas a los estudios
planteados, incluso a los objetivos.
Siempre será un paciente fonoaudiológico a pesar de que se le esté realizando una
prestación audiológica
También será determinante la disposición para realizarse el estudio audiológico
que el paciente presente. Esto implica una manera de responder, lo que él cree que
tiene, como considera que escucha, o la manera de padecer su patología, una manera de
asumir el estudio de su función auditiva determinará mucho los resultados. Pero, sin
dudas, lo más significativo es una conducta auditiva, aun cuando no tenga o no haya
pérdida audición.
En este eje, también es oportuno reconocer los alcances de los preconceptos
de la patología y de nuestra terapia en el eje paciente (sistema de creencias del
paciente en cuanto a su dolencia y a la Fonoaudiología). Pero para saber más del
paciente debemos entender la audición como fenómeno neurofisiológico y
psicoacústico.
El fonoaudiólogo
Es el eje de soporte de la prestación audiológicas. La construcción de un
fonoaudiólogo dúctil para las prestaciones audiológicas debe lograrse a partir de
considerarlo el eje dentro de la situación asistencial y terapéutica más flexible y adaptable a
la misma.
Es el momento en el que el profesional es arte y parte de la valoración, pues deberá
planificarla, implementarla, registrarla y evaluarla. Deberá también saberse estímulo,
evaluador imparcial, recolector de datos y auditor externo de la situación en la acción con el
paciente. En algunas ocasiones hasta debe modificar su rol de manera efectiva y eficaz para
el abordaje oportuno y pertinente. Su actuación deberá ser auditada con severo juicio y será
lo más objetivo posible.
Para ello este fonoaudiólogo deberá construir una competencia profesional que
sintetice aspectos conceptuales, procedimentales y actitudinales.
Lo primero a considerar es que el fonoaudiólogo debe considerar que la
audición será una aferencia que está interconectada a otras funciones, que es preciso
para evaluarla, usar conductas que ponen en evidencia lo auditivo, pero no son en sí
mismas la audición.
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El medio de control y auditoría lo ejercerá la Matriz Mental de Abordaje, con una
visión de 360 º. La Matriz Mental de Abordaje es una construcción sobre la cual el
profesional organiza desde el plano cognitivo sus acciones. Se dinamiza y construye a
los largo de cada instancia de atención de los pacientes.
Contexto Prestacional
Es el eje de soporte de la prestación audiológicas. Así como los ejes del
fonoaudiólogo y del paciente son necesarios por el servicio profesional y la demanda
del mismo. Según corresponda, el contexto prestacional será la sustentación y la
posibilidad de materialización del servicio asistencial solicitado por el paciente. Este eje
incluye espacio físico y también el espacio profesional.
El contexto prestacional puede parecerse al de otras disciplinas, como la
medicina o la psicología pero, sin embargo tiene una fuerte identidad fonoaudiológica,
y está constituido por aspectos que se interrelacionan entre sí, que están definidos por
la comunidad científica y disciplinar, pero también por los otros ejes de la prestación.
Es preciso que se planifiquen, se diseñen estratégicamente, ya que son parte
de los procedimientos audiológicos. Los aspectos que se incluyen son:
Sin dudas está ligada a la propia disciplina, pero en este apartado la analizamos desde
la alta incidencia tecnológica de las prestaciones audiológicas y la visión clínica de las
mismas en la prestación del servicio profesional.
Las prestaciones audiológicas deben llevarse a cabo con los recursos necesarios que
garanticen un servicio profesional eficiente y eficaz para el que lo demanda.
La misión fonoaudiológica se debe cumplir siempre en beneficio de la comunicación
como proceso interpersonal e individual involucrando en ella funciones que vienen
predeterminadas genéticamente como lo son la audición, la respiración y la deglución.
Que a partir de ellas, como soporte y sustento en el desarrollo evolutivo, se
manifiestan funciones más complejas. A pesar de que las prestaciones audiológicas
abordan predominantemente a la audición, no se debe perder de vista la
comunicación como dimensión incluyente en la disciplina.
Para ello es preciso fijar las prioridades fonoaudiológicas. Éstas remiten a la severidad
del compromiso patológico. El despistaje auditivo o valoración de la audición de un
recién nacido, será prioridad entendiendo las implicancias de la deprivación sensorial
y su impacto en desarrollo del lenguaje.
Es pertinente trascender en la construcción del abordaje en el paciente, la mirada al
enfermo y no sólo a la enfermedad.
Muchas veces encontraremos sordos que no quieren oír, es decir, que por más que sus
estudios indiquen que es posible que sea equipado con audífonos o implantes, ellos
serán los que finalmente decidan si pertenecer a la cultura hispano parlante o la
cultura de lengua de señas. Ese será nuestro límite.
También habrá situaciones complejas desde lo legal, filosófico, moral y afectivo, en la
misión fonoaudiológica.
Cuando los padres de un niño recién diagnosticado, quieran que se le implante
prematuramente. Es necesario tener en cuenta las leyes de los países que habilitan a
implantar a diferentes edades y brindar información sobre la cultura del derecho a ser
sordo para que la hipoacusia no sea tenida en cuenta como una deficiencia de algún
ser.
Bajo el avance de paradigmas de interpretación de la diversidad, se debe también
desde la misión profesional entender que la normalización es una mirada superadora
de la normalidad o discapacidad. La Fonoaudiología dimensiona que el padecimiento
de patologías no implica exclusión alguna de oportunidades sociales. Entender el
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proceso de integración individual y social de un individuo como el acceso a
oportunidades similares a otros, quienes no padecen patologías o están alejados del
parámetro de salud. Esto es de fundamental importancia en el paciente que padece
una hipoacusia. El desafío es ofrecer a los pacientes la posibilidad de desarrollar
habilidades más que fortalecer limitaciones, desde nuestra labor profesional.
La mirada inclusora de la comunicación en fonoaudiología debe integrar también a
quienes la llevan a cabo con alternativas o modificaciones. Implica entenderla sin
limitantes a pesar de las patologías que la afecten, para eso la estudiamos, la
evaluamos y la implementamos o restablecemos en quienes presentan dificultad.
En una disciplina como la fonoaudiológica analizar los componentes del circuito de la
comunicación que puedan tener fallas y limitaciones que impidan la comunicación
exitosa, es entender la misión de crear puentes entre las dificultades del paciente y la
comunicación en el sentido amplio de la palabra.
El derecho a ser sordo, lo promueven los mismos individuos, que argumentan desde su
visión que no tienen discapacidad alguna, sino una lengua diferente de comunicación,
la lengua de señas. Desde una visión constructivista se promueve a esta comunidad
como una minoría lingüística con derechos para manifestar su lengua
Ellos exigen ser tratados como bilingües y biculturales y no como discapacitados, por
lo que es preciso reconocer las limitaciones terapéuticas en estos casos desde el sujeto
con enclave de derecho.
¿Qué patologías asiste el fonoaudiólogo en las prestaciones audiológicas y a qué
diagnóstico arriba?
Sea cual fuere la causa o las causas, la etiología es de incumbencia extra
fonoaudiológica. En general es eminentemente médica. Esto determina que los
diagnósticos susceptibles a ser realizados por el fonoaudiólogo sean funcionales, no
etiológicos. El fonoaudiólogo debe conocer las causas de una enfermedad para poder
revelar la intervención e incumbencia realmente fonoaudiológica.
Indudablemente cuando un profesional está inmerso en un equipo de trabajo y
se da un sincero encuentro del equipo interdisciplinario existen acuerdos y búsqueda
en común de la etiología de la patología que aqueja al paciente. Pero ajustándose a las
incumbencias y de ellas el impacto legal de las acciones debemos redefinir roles y
asignaciones a la hora de reconocer ¿quién es el autor de la búsqueda y acierto de la
causa de la enfermedad del paciente? Sin dudas es el médico. Entonces definimos que
bajo el paradigma legal los diagnósticos posibles son:
o El diagnóstico de una patología y determinación de la
etiología causante, es de incumbencia médica o de otras disciplinas.
o El diagnóstico funcionalista de la patología es de
incumbencia fonoaudiológica sobre las dimensiones de estudio
disciplinar
Es por ello, que habrá muchos nombres nomenclando el diagnóstico médico y
quizás uno solo para el fonoaudiológico.
La hipoacusia será el más usado.
Pero el nombre, debe poder demostrarse en el profesional eficiente y es ahí la
parecía del fonoaudiólogo. El fonoaudiólogo puede realizar su evaluación y llegar a su
diagnóstico funcional desconociendo que lo causa.
La patología se manifiesta en el organismo generando uno o varios déficit en
su funcionalidad. El organismo, desde su realidad fisiológica y sus aproximaciones
sociales concibe ante el déficit, compensaciones que garantizaran que las funciones y
sus conductas se lleven a cabo. Cada compensación manifiesta los recursos
espontáneos del organismo de un individuo para seguir funcionado en coexistencia de
un déficit, lo que se denomina la fisiopatología de las funciones.
Ambos fenómenos son de resolución espontánea fisio‐patológica, tanto en el
caso del déficit como en el de las compensaciones. Ambas generaciones son los
paradigmas para leer una manera de padecer la enfermedad de ese paciente. Esa
lectura debe ser realizada por el fonoaudiólogo.
El paciente hipoacúsico desde su desarrollo a partir del nacimiento,
espontáneamente leerá los labios para entender su interlocutor, usara sus manos y
gestos para comunicar lo que desea. Analice ahora en un caso de un adulto que pierde
progresivamente la audición los siguientes aspectos: ¿Cuáles son los déficits?, ¿cuáles
son las compensaciones?
Otro aspecto importante en este eje, son los límites del abordaje que surgen de
un buen diagnóstico y de lo que profesionalmente no se va a abordar porque es ajeno
o porque no es asible por el fonoaudiólogo en esta instancia terapéutica.
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No se deben olvidar los tiempos y acciones, reconociendo qué se hará, cuándo y
cómo. Es fundamental medir y determinar cuál es el impacto terapéutico que requiere la
acción profesional.
¿Qué medimos cuando hacemos audiología, función auditiva o conducta
auditiva?
Un fonoaudiólogo no debe olvidar que lo que evalúa es la función auditiva,
pero lo que finalmente valora es la conducta auditiva de los individuos. La conducta,
que es más abarcativa que la función, es lo que el paciente hace con lo que oye o deja
de oír. La conducta está unida incluso a compensaciones de otros sentidos. Por
ejemplo, un paciente con disminución auditiva de nacimiento, intentará oír
observando indicadores visuales de la situación de examen (como movimientos del
profesional al evaluar, sombras que reflejen acciones que no pueden ver, señales
luminosas o luces indicadoras de acciones de la aparatología) Eso lo debemos
contemplar para saber qué es lo que escucha el individuo en realidad.
Además, la audición está vinculada con procesos cognitivos complejos y con
funciones de activaciones vitales (cómo atender, concentrarse, revertir la atención,
dispersarse, habituarse a una señal sonora) Reconocerla implica procesos gnósicos,
que son fenómenos que van más allá de la senso‐percepción de un estímulo sonoro.
Esta noción es acabada cuando se evalúa y valora a neonatos o niños pequeños. Como
el estudio es conductual, más que funcional, se observará desde una perspectiva
superadora de lo auditivo, una neuropsicología de la audición.
Cuando estudiamos o medimos la audición de un paciente debemos
contemplar que, en casi la mayoría de los procedimientos, lo que interpretamos de la
audición no es más que, la manifestación de otras funciones o conductas luego de
estimular con señales sonoras, que nos revelan procesos vinculados con las respuestas
a esos estímulos sonoros. Es decir, las respuestas no son auditivas propiamente dicha,
sino motoras, verbales, etc., producto de relaciones reflejas fisiológicas intrínsecas y/o
de procesos funcionales complejos. El paciente responde a lo auditivo a través de
funciones como el lenguaje, movimientos del cuerpo, etc. Es por ello, que para no caer
en errores de interpretación de la respuesta debemos tener presente de manera
esquemática la secuencialidad de esos procesos. Hoy se menciona al órgano de
audición periférica como receptora de la estimulación ambiental y la vía auditiva como
procesadora central de lo recibido. En centros cerebrales se integra y complejiza el
procesamiento, llegando a tener valor de gnoseas generales o componente verbal, y
en ese sentido debe ser procesada por el lenguaje y otros procesos superiores. Esta
jerarquización en el procesamiento de una información ingresada en la periferia debe
ser desarrollada evolutivamente.
En el ámbito de la salud ocupacional el fonoaudiólogo también se vuelve un
recurso humano que puede por su trabajo padecer accidentes laborales. Existen
normas que protegen la salud del profesional y que son comunes a otros colegas que
comparten los espacios productivos y también normas que protegen al paciente de
riesgos idénticos.
Es una pregunta a contestar en la exposición a un riesgo tangible de imaginar,
pero existe más de un procedimiento en la atención de pacientes, que requieren
repensar las prácticas profesionales habituales. Para ello es preciso conocer y aplicar
de manera conciente las normas mínimas universales de bioseguridad que pondrán
límites a algunos accidentes desde la actitud de la prevención.
Algunas normas de bioseguridad laboral son:
El lugar de trabajo debe permanecer en óptimas condiciones de higiene y aseo.
Las condiciones de temperatura, iluminación y ventilación de los mismos deben
permitir el trabajo confortable. No se permite fumar en él. No exponer ni almacenar
alimentos en áreas asistenciales o administrativas de la atención de pacientes.
Es pertinente aplicar en todo procedimiento asistencial las normas de asepsia
necesarias.
Utilice las técnicas correctas en la realización de todo procedimiento. Es preciso
realizar la desinfección y limpieza a las superficies, elementos, equipos de trabajo, al
final de cada procedimiento y al finalizar la jornada laboral.
Cada equipo que requiera reparación técnica debe ser llevado a
mantenimiento, previa desinfección y limpieza.
Si la asistencia de pacientes se hará en el área de internación se propone
recordar algunas normas de bioseguridad para salas de hospitalización. Utilice guantes
para la revisar al paciente. No ingrese sin la vestimenta adecuada. Cada procedimiento
que realice hágalo empleando las técnicas asépticas, los métodos correctos, teniendo
en cuenta en disponer los residuos en los recipientes respectivos. No arroje residuos al
piso o en áreas no destinadas para ello. Lávese las manos al iniciar, terminar el turno y
después de cada procedimiento. En caso de no contar con piletas adecuadas para
higienizarse, use toallitas húmedas asépticas y luego alcohol en la presentación gel.
Disponga en forma adecuada los desechos de los residuos, como así también,
de baja lenguas, guantes y demás.
Recordar que también existen riesgos de infección con bacterias
intrahospitalarias.
Algunas de las patologías transmisibles que pudieren tener origen ocupacional
pueden ser prevenibles por medio de vacunación. Las vacunas recomendadas para el
personal de salud que se sugieren, son contra la Hepatitis A, B, Influenza, (Triple Viral)
Sarampión, Rubéola, Parotiditis, (no aplicar en embarazadas) contra el Neumococo,
Tétanos Difteria (adultos) y su refuerzo cada 10 años. Además para prevenir la Fiebre
Amarilla y Varicela.
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Las actividades de las prestaciones audiológicas que lleva a cabo el paciente
por indicación del fonoaudiólogo tienen íntima relación en el tiempo asistencial que
se llevan a cabo. Si el paciente es un hipoacúsico en edad escolar las actividades
audiológicas se involucrarán en lo pedagógico. En estas el fonoaudiólogo
interviniendo en el currículum escolar promoviendo el aprendizaje de algún
contenido puntual, sin que se relacionen el contenido con los procesos subyacentes
a la patología y sus compensaciones. También en lo pedagógico existe una puesta en
marcha de procesos neuro‐psicológicos, que trasladan la información y colaboran en
procesos de aprendizaje en general, no se los propone como dentro del control de lo
planificado en el contexto. Están al servicio de lo pedagógico, del aprendizaje de
contenidos.
Las actividades deben ser analizadas como reflejos de los trayectos y éstos
serán puestos en evidencia en las respuestas del paciente por involucrar las
funciones musculares, auditivas, de voz, respiración o cognitivas. Las actividades
terapéuticas se realizan tanto en el diagnóstico como en la terapéutica, y deben
desencadenarse secuencialmente y remiten la fisiología que se estudia o estimula.
En cuanto a las consignas, el lenguaje define tanto en la verbalizaciones como
en lo paraverbal los procedimientos audiológicos.
Muchas actividades que el paciente debe realizar están bien diseñadas, pero
mal pautadas y no se pueden resolver, pues la consigna tiene mal el trazado del verbo
que requiere la actividad a realizar, o confunden la terminología que utiliza la consigna.
Definen el éxito en cuanto a la obtención de resultados precisos.
En las prestaciones audiológicas las consignas se pueden clasificar por el modo
o por la presentación.
Según el modo, pueden clasificarse en:
• Tácitas o implícitas
• Explícitas o mixtas
Según la presentación se pueden reconocer las verbales, gestuales, escritas o
mixtas.
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En Audiología los procedimientos tienen consignas preestablecidas, se precisa
naturalización en la comunicación cotidiana y el diálogo espontáneo al proponerlas al
paciente. Por ejemplo: Vamos a levantar la mano cuando escuchemos ruidos en los
parlantes. Es una consigna confusa, donde el que debe responder es el paciente pero,
en la consigna el profesional se está involucrando.
Pueden involucrar una sola estimulación sensorial en cuyo caso hablaremos de
unisensorialidad, cuando la investigación sea con sonido, lo auditivo se manifiesta en
la estimulación de otras estimulaciones en aferencias visuales o táctiles. Si la
estimulación auditiva se realiza con asociación a otra aferencia, por ejemplo, la
presentación del sonido acompañado del encendido de una luz utilizamos
estimulaciones poli sensoriales.
Un concepto fundamental es la relación señal ruido, es decir en cada
procedimiento el fonoaudiólogo elegirá y controlara que la señal estímulo esté
garantizada e higiénica en su presentación en relación al ruido de fondo.
También aquí se detallan de los insumos necesarios para llevar a cabo el
procedimiento tanto instrumental tecnológico o no. Aquí mencionamos el
decibelímetro, el otoscopio, el audiómetro, el impedanciometro, etc. También
incluimos aquí los auriculares, tips u olivas etc.
Los recursos cuando son estímulos, también pueden clasificarse según la clase,
el tiempo de duración, y según sea ajeno ó de la situación profesional.
Según la clase: se incluyen recursos que pertenecen a un sistema de señales. Los
pertenecientes al primer sistema de señales, relacionados a los sentidos: oír, ver,
sentir, oler, o degustar. Los pertenecientes al segundo sistema de señales, si involucra
el lenguaje y/o la lecto‐escritura.
Según la duración y el efecto: los recursos en esta clasificación se valoran si se
presentan de manera sostenida en toda la prestación o duración una actividad, si son
constantes o de presentación esporádica, etc.
El sonido y el silencio será el insumo prioritario para evaluar o estimular la
audición.
Los tonos puros son descriptos en todas las frecuencias por su amplitud, su
fase y su duración.
En la audiometría, los caracteres que se miden son la frecuencia y la
intensidad.
Existe una correspondencia entre las características del sonido
frecuencialmente y la posición en la escala musical ( Moore, 2003 Katz 2009)
La audibilidad se da entre las frecuencias 20 a 20000 hz. Pero, existe un rango
de mayor sensibilidad entre los 500 y 8000hz.
En la rutina de búsqueda del umbral tonal se utiliza la franja de 250 Hz o 125 Hz
a 8000 hz.
French y Steimberg (1947) le otorgan importancia a los comprendidos entre los
1000 a 6000 hz.pues son los que tienen incidencia en la discriminación del lenguaje.
Existen dos escalas para cuantificar los decibeles o medidas de intensidad del
sonido.
Los decibeles SPL, ( Sound Pressure Level ) hacen referencia al valor que
corresponde a la menor presión audible en el rango de frecuencia mas sensiblemente
audible.
Se usan especialmente para los audífonos y en muchas pruebas de
procesamiento auditivo central.
Los decibles HL se usan en el audiograma, son aceptados clínicamente como los
umbrales según la respuesta en frecuencia, surgidos de una convención en cuanto a la
audición de jóvenes con audición sana.
En la comparación de los decibeles SPL y los HL se observa variación pues la
respuesta en frecuencia para los individuos varía según la sensibilidad de cada
frecuencia en particular
Debemos recordar que en el procesamiento auditivo la intensidad y la duración
se integran, es decir, el individuo va percibir como más intenso u sonido que dura más
(en el orden de los milisegundos) pues ocurre un sensación temporal de fibras para
procesarlo.
Además del sonido como flujo acústico se utiliza la palabra como estimulo
sonoro verbal. La elección del tipo de palabra varía según el procedimiento y la eficacia
que se busca en la respuesta del paciente. Se pueden usar palabras monosilábicas,
bisilábicas balanceadas, logotomas, frases, etc.
Por ejemplo el monosílabo es útil, ya que representa la unidad lingüística con
menor redundancia extrínseca, (ver PAC) por lo que el paciente debe apelar fielmente
a su audición y como proponen Mueller, G y Bright 1992, degradándolo, introduciendo
ruido de fondo o filtrándolo el paciente ve afectada su escucha diferencial
Recordemos que para medir el audiólogo elimina claves intrínsecas al
sujeto y a sus procesos perceptivos‐cognitivos, que le ayudan al paciente a
predecir o adivinar lo que escucha para que sólo se sustente por la escucha sin
claves o bastones.
Según Tato y Quirós, los recursos‐ estímulos pueden clasificarse según el
procedimiento que lo utiliza a saber:
Grupo A: las pruebas incluyen estímulos que pueden alterar las cualidades de la
voz, el ritmo del habla, o cualidades del lenguaje. Se puede filtrar el mensaje en
determinadas frecuencias, fragmentarlo con interrupciones o gaps, modificando la
velocidad, es decir, aumentándola o acelerándola, o disminuyéndola. Aquí también,
se incluyen los procedimientos que alteran el sentido o significado de la frase o la
palabra o la acentuación.
Grupo B: aquí los procedimientos audiológicos involucran a test de escucha
dicótica, test de procesamiento temporal, y test de interacción binaural.
Entonces como Faletty y Geuze (2007) mencionan el término aural hará
referencia a la percepción auditiva, mientras que el término òtico lo hará al estímulo.
Cuando nos referimos a las estrategias,La idea es que toda acción debe tener
bajo sí, solapada una estrategia que vectorize la prestación, que la dirija. Una de las
más importantes se relacionan con la dosificación de los estímulos y el reconocimiento
de que en las prestaciones audiológicas, los silencios y los sonidos tienen la misma
entidad estimuladora.
Si el fonoaudiólogo sospecha en la anamnesis que el paciente simula su pérdida
auditiva puede estratégicamente cambiar la intensidad de su voz en la entrevista para
observar la reacción del paciente ante ello. Lo actitudinal es vital a la hora de
implementar un procedimiento audiológicos y muchas veces es el recurso estratégico a
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operar para lograr resultados fidedignos. El control del profesional de la situación de
examen o estudio de la audición será tan importante como la actitud medida y
ajustada de su persona.
El fonoaudiólogo que estimula o estudia la audición no debe ser evidente en su
actitud corporal o facial a la hora de probar si el paciente está escuchando. Debe
proceder con facies inexpresivas, pero, no dejar de ser empático a fin de no alinear sus
gestos y ademanes como su voz y elocución a las estimulaciones sonoras que le ofrece
al paciente, mas aun en etapa diagnóstica, Debe poder modificarse a fin de tener la
certeza de que sabe cómo responde a la escucha su paciente sin perder la contención
al mismo.
También el paciente utiliza estrategias, que consideramos desde los recientes
aportes acerca del procesamiento auditivo central.
El paciente usara claves o estrategias para resolver los acertijos auditivos que le
proponemos para medir su audición. El paciente que al no oír algo que le decimos,
tenderá a llegar al cierre auditivo es decir, establecer la figura del fondo. Esta
habilidad se apoyara en el conocimiento que el mismo tiene de la lengua,
(redundancia extrínseca) o también llamada Top DOWN es decir los aspectos
cognitivos colaboran en el mencionado cierre. La posibilidad de predictibilidad de
datos semánticos, sintácticos, fonológicos y donde el individuo puede apoyarse en el
conocimiento de su lengua y detectar que palabra ocurrirá según las leyes de código
lingüístico más allá de que haya sido producido acústicamente. La otra redundancia o
Botton UP (de abajo hacia arriba) hace mención a instancias de la vía auditiva.
El paciente no podrá cerrar (entender) algo que conoce, este fenómeno se da
en la percepción y comprensión del habla en ruido.
Trayectos o Funciones que activa el paciente durante los procedimientos
Trayectos
Ahora bien, los trayectos de medición de la comunicación tendrán en cuenta los
sistemas de producción y control de las funciones que se valoran en cada trayecto.
Siempre el comando está a cargo del sistema nervioso central. Si un trayecto se
observa en deficitario ayudará a entender que procesos funcionales sostienen la
patología a diagnosticar. Los trayectos deben ser leídos como puentes de ingeniería
donde se trafica y transita la información que procesa cada sistema funcional de cada
dimensión fonoaudiológica. Los mismos serán:
Los trayectos están presentes en cada función valorada, nunca se disipan. Las
relaciones de lo que se mide, pierden validez en lo individual y cobran valor en el
conjunto. Es decir si lo que se registra en un escape nasal, en la actividad esfinteriana,
al hablar el paciente, se lo debe vincular con otros aspectos (trayectos) para
determinar la incidencia de ese dato en cuestión.
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En el paciente estos trayectos operan desde lo simultáneo dependiendo de la
actividad que realice el paciente, serán las distintas activaciones que impliquen más o
menos trayectos a considerar.
Tiempos procedimentales:
Cada estudio variará según lo estandarizado, no obstante se obtendrán resultados
definitivos cuando el profesional tenga la certeza de que el paciente ha contestado
según su audición, esto quedara debidamente plasmado al analizar cada estudio en
particular más adelante e integrando la coherencia intraestudio e interestudio.
Ambiente físico:
Para garantizar rigurosidad en la estimulación controlado, se requiere la eliminación
de ruidos enmascarantes, ajenos al testeo. Para ello se precisa cámaras
sonoamortiguadas de tal manera que la paciente este inmerso en un ámbito silente,
confortable iluminado y aireado.
El fonoaudiólogo puede quedar fuera de la cabina visualizando al paciente a través
de una ventana, y comunicado por micrófonos y auriculares. También el profesional
puede estar dentro de ella.
Un concepto fundamental que determina las condiciones físicas del ambiente lo da
el medio de estimulación, por ejemplo el uso de parlantes lo que lleva a un testeo
denominado a campo libre. Particularmente es preciso reconocer a la cabeza y al
torso del paciente para la ubicación adecuada de los parlantes, pues desde la
estimulación hasta su percepción puede omitirse trasformaciones en la interacción
de las ondas sonoras con estas partes del cuerpo del paciente y su ángulo de
incidencia en cada oído que pueden llevar a interpretar erróneamente la utilización
de la localización de la fuente sonora en el espacio.
Firestone (1930) consideró que la cabeza puede ser considerada como una
esfera rígida y analizó los niveles de presión sonora en dos polos separados por
180 grados emulando la ubicación de los oídos. En su conclusión, enuncio el
concepto de diferencia Interaural entre los dos oídos en función a la frecuencia
y dirección de la onda sonora incidente según la difracción de la cabeza del
individuo. Estas diferencias cuando se dan por debajo de los 500 hz.son
despreciables pero, en frecuencias altas tiene gran importancia. También se
observa en cuanto a la diferencia de tiempo de arribo de la onda sonora en
ambos oídos. (Diferencia Interaural de tiempo, donde la comparación lo
determina el complejo olivar superior como primera estación neurofisiológica
que compara la información proveniente de ambos oídos por separado). Estas
son algunas de las claves perceptuales que el individuo utiliza para localizar la
fuente sonora. Para optimizar su estudio, se debe ubicar en el plano acimutal o
teniendo en cuenta los grados azimuth corresponde a considerar la cabeza
donde el plano medio se divide en dos hemisferios simétricos. Al oído que está
en el mismo hemisferio que la fuente se lo denomina ipsilateral, mientras que
al oído opuesto: contralateral. El cráneo del ser humano representa 360 grados. Y
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los 0 grados azimuth representan un parlante ubicado equidistante de los oídos de
frente al individuo. Al estimular los oídos se ubicará a 180 grados cada parlante (por
ejemplo a 90 grados para oído derecho y 270 para estudiar oído izquierdo) a fin de
lograr contemplar la relación del cráneo con el sonido o la fuente sonora para las
funciones de localización o lateralización del sonido. Si la fuente de emisión de los
sonidos son parlantes, las claves que usara el paciente para identificar será binaural.
Estos son términos que engloban todas las características que pueden definir
una pérdida auditiva como el estado físico, psicológico o social de un paciente
hipoacúsico.
El término deficiencia auditiva designa el cambio o desviación fuera de los
rangos de normalidad que surge en las estructuras o funciones auditivas. La
discapacidad auditiva se relaciona con las restricciones impuestas por la deficiencia en
la capacidad para llevar a cabo actividades dentro del margen de lo que se considera
normal. Por último minusvalía auditiva es la desventaja impuesta por la deficiencia
auditiva y que afecta a las habilidades comunicativas en la vida diaria. Ante un paciente
hipoacúsico se ha de definir de la forma más exacta el defecto, la discapacidad y la
minusvalía que se producen para planificar de la forma más acertada la rehabilitación
audiológica.
Uno depende del otro, estableciéndose una relación causal. Los factores que
contribuyen al impedimento auditivo son: la edad del individuo, la edad de aparición
del deterioro auditivo, la naturaleza y el alcance de este deficiencia, el efecto que el
deterioro auditivo ha causado en sus habilidades comunicativas, las necesidades
comunicativas de la persona y la naturaleza de su entorno comunicativo, el
tratamiento y/o rehabilitación recibida, el sentimiento individual hacia sus dificultades
auditivas, la reacción del entorno que rodea al paciente, el historial de exposición a
ruidos u otros contaminantes con la exposición a solventes, plomo, agro tóxicos, etc.
La pérdida auditiva es una noción relativamente simple, ya que se refiere a la
función del órgano auditivo tomado aisladamente. La discapacidad y la minusvalía son
nociones mucho más complejas ya que implican las consecuencias de la pérdida
auditiva sobre la vida social del individuo.
Esto factores son más difíciles de precisar, dependen de la legislación del país,
la naturaleza del informe que se vaya a realizar y de otros déficit asociados. El estudio
de estos tres conceptos facilitará la posterior rehabilitación audiológica, la cual se
centrará en minimizar la discapacidad con la que el individuo se enfrenta a la pérdida
auditiva y tratará de prever la consecuente minusvalía. La rehabilitación estará
orientada hacia las particularidades y características de cada individuo. La exposición a
ruidos es una de las causas de deterioro auditivo más frecuente en la actualidad junto
con sustancias químicas que contaminan el medio ambiente.
El estudio y caracterización de las pérdidas inducidas por ruido es de
fundamental importancia en el ambiente laboral especialmente cuando hay implícitas
compensaciones económicas derivadas del diagnóstico.
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Capítulo 3
INSTANCIAS DE ATENCIÓN
Cada tiempo de contacto del profesional se interpreta como una prestación del
servicio fonoaudiológico. La definimos como una sucesión de contactos y encuentros
lineales donde ninguna de estas instancias es sustituible por otra. Pueden diferir los
tiempos intrínsecos en cada una, pero siempre están.
Las instancias de atención consisten en un proceso donde el paciente expresa
su motivo de consulta, el profesional escucha, interpreta, propone o realiza las
practicas pertinentes, le hace una devolución o informe, y finaliza con una propuesta
terapéutica o indicación.
A continuación el siguiente esquema lo sintetiza.
Mapa conceptual
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admisión
derivación Proceso
anamnesis
Derivación
diagnóstico ORL
valoración
Audiología rehabilitadora
Adaptación y
Selección de control de equipamiento
audioprótesis audioprotésico Habilitación
o rehabilitación
Encendido auditiva
Implante Coclear
calibración y control
ADMISIÓN
Es una etapa inicial donde el paciente se contacta en un encuentro breve, con el
Fonoaudiólogo.
Aquí se recogen datos generales del paciente (nombre, edad, domicilio, teléfono), su
motivo de consulta, se receptan cuales prestaciones audiológicas requiere y si tiene
cobertura en salud.
El paciente manifiesta lo que él cree que le pasa de manera abierta, información útil
para el profesional como dato para su hipótesis de trabajo. Algunas expresiones del
paciente en la práctica pueden ser por ejemplo: “Mis familiares dicen que no escucho
bien”, o “.…. Se distrae en clase y la maestra quiere saber cómo escucha”.
La solicitud de prestación puede ser de: Audiometría, logoaudiometría,
impedaciometría, despistaje auditivo, otoemisiones acústicas, u otros, etc. Es
importante saber si es la primera vez que se realiza el estudio y con qué estudios
previos cuenta, que puedan aportar información al profesional.
Por lo general en las prestaciones audiológicas es común que en la derivación del ORL
encontremos como diagnóstico: hipoacusia, y/o algunos detalles de la otoscopía,
como por ejemplo: membrana opaca.
Este tiempo es útil para dar algunas pautas, si el estudio requiere alguna condición
previa, por ejemplo: En los bebes se recomienda en algunos estudios que asistan
dormidos, y bien alimentados. En los adultos si son trabajadores expuestos a ruidos, se
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puede solicitar el descanso de por lo menos 8 hs. de no exposición a los mismos para
la precisión de los estudios.
Esta primera instancia de la admisión es de orígenes variados y puede que la
derivación provenga de:
• médico especialista ORL, pediatría, neurología, etc.
• otra especialidad
• de índole administrativo
• por inquietud de personal o de la familia
En algunos casos el paciente concurre sin motivación, o no desea conocer su verdadera
audición. Todos estos datos son indicadores de una hipótesis de trabajo útil para el
fonoaudiólogo a la hora de realizar las prestaciones audiológicas.
Consideraciones de valor interdisciplinario con el ORL
La otoscopia es la exploración del oído externo y la membrana timpánica con un
otoscopio. Para realizarlo el médico en los adultos tracciona el pabellón hacia atrás y
arriba, mientras que en los niños la tracción es hacia atrás y ligeramente hacia abajo a
fin de enderezar el CAE para visualizar la membrana timpánica correctamente.
La otoscopia puede revelar aspectos clínicos como la existencia de alteraciones
estructurales del tímpano, procesos inflamatorios de la caja del oído medio, presencia
de tapón de cerumen, membrana timpánica opaca, con perforación, etc.
ACUMETRIA
La acumetría es un procedimiento que utiliza diapasones de distintas frecuencias para
el estudio cualitativo y cuantitativo de la audición. Puede dar información acerca de la
topografía de la lesión y logra diferenciar patologías unilaterales de las bilaterales. En
general en la consulta del otorrinolaringólogo se utilizan a los fines practicas la Prueba
de WEBER y la de RINNE. Existen dos conceptos que serán útiles a la hora de
interpretar los procedimientos acumétricos que también son útiles para la
audiometría.
El sonido con los diapasones se puede trasmitir al oído interno por vía ósea o por vía
aérea. Esto permite reconocer si existe alguna falla en la conducción del sonido, al oír
igual o peor por aire que por hueso.
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TEST DE RINNE
Consiste en comparar la audición de un individuo con el diapasón ubicado cerca del
conducto auditivo externo y apoyado en la mastoides. Es decir, se compara vía área y
vía osea.
• Rinne (+) se considera cuando la audición es mejor por vía aérea, esto ocurre
en los pacientes normales y en aquellos con hipoacusia neurosensorial.
• Rinne (‐) se considera cuando la audición es mejor por vía ósea, se presenta en
hipoacusias de trasmisión, como por ejemplo tapones de cerumen,
interrupción o fijación de la cadena de huesecillos, etc.
En las hipoacusias mixtas el resultado del test dependerá de la cuantía de cada
hipoacusia.
TEST WEBER
La prueba consiste en producir la estimulación simultánea de ambas cócleas por vía
ósea colocando el diapasón a la altura línea media del cráneo, sobre los huesos propios
nasales o incisivos superiores y el paciente debe identificar hacia qué lado lateraliza el
sonido.
En los oídos normales la prueba de Weber no lateraliza, se percibe el estimulo de
manera indiferente, lo mismo ocurrirá en una hipoacusia neurosensorial simétrica. O a
la de mejor umbral, si hubiera diferencia significativa entre los dos oidos.
En la hipoacusia de conducción unilateral hay lateralización del sonido hacia el lado
con deficiencia o patología.
En la hipoacusia neurosensorial unilateral la lateralización es hacia el oído sano.
Esta prueba es complementaria con la prueba de Rinne.
Motivo de consulta y Semiología auditiva
Un aspecto fundamental es el motivo de consulta y la semiología auditiva que
describe el paciente.
Podemos citar algunos signos y síntomas propios de las demandas del servicio
fonoaudiológico en Audiología:
o Sensación de dificultad o perturbación de la audición, que puede ser
mencionada como hipoacusia. Esta disminución se la puede clasificar
entre otras posibilidades como hipoacusia conductiva, mixta,
perceptiva o neurosensorial.
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o Sensación de sonidos o ruidos en el oído o la cabeza que puede
diagnosticarse como acúfenos. Estos zumbidos pueden equipararse
a un amplio espectro frecuencial siendo graves o agudos.
o Sensación de movimiento de giro o balanceo cuando el paciente está
quieto. Puede ser diagnosticado como vértigo o mareo y puede
remitir a patologías centrales (bulbares o supra bulbares) o
periférico ( laberinticos de zonas vecinas o radiculares por tumores o
infección)
También existen síntomas y signos propios de la consulta otológica que
debemos conocer. Ellos son:
o Sensación de dolor que puede ser diagnosticada como otodinia u
otalgia. La primera hace mención a patologías otologícas que
cursan con dolor como pueden ser las otitis externas, media,
aguda, forunculosis o pericondritis. La otalgia se refiere a un dolor
o molestia irradiada por patologías vecinas al oído, por alteración
temporomandibular, neuralgias entre otras.
o Hemorragia en el oído. Esta sintomatología está asociada al
diagnóstico de patologías de oído externo o medio. Cuando
proceden de oído externo pueden ser parte de procesos
infecciosos, traumatismos o heridas de la zona. En el oído medio se
vinculan a otitis media aguda, otitis crónica simple o
colesteatomatosa o procesos vinculados a cuadros rinosinusales.
El paciente podrá hablar en voz alta pues no se escucha el mismo cuando lo
hace o podrá hablar suavemente o en volumen bajo pues su voz le retumba al hablar
en la cabeza o en los oídos.
Anamnesis o Entrevista
Es un encuentro más personalizado gracias al contacto previo de la etapa de
admisión. Permite, a través del diálogo fluido, la posibilidad de lograr información
acerca del motivo de consulta y la clínica del paciente.
Existen múltiples protocolos que se pueden utilizar en las anamnesis de
prestaciones audiológicas. Algunas mencionan antecedentes de la salud del paciente,
que no deben ser olvidados a la hora de realizar la entrevista, otras se relacionan con
la adecuación de la entrevista según la edad del consultante.
La entrevista es el medio o técnica de recolección de datos, un diseño de la
misma flexible, no estructurada, posibilita fluidez y es recomendable. Esto requiere el
entrenamiento del profesional a la hora de implementar el encuentro y conocimiento
de los datos que debe recolectar. Aquí el valor de lo actitudinal del profesional.
La conversación natural permitirá que el fonoaudiólogo, utilice la selectividad
y no el acopio de información.
Si bien las preguntas son las que proveen la información, el fonoaudiólogo
percibirá todo el contexto de la situación, los intereses del paciente, la disponibilidad
en brindar la información y otros aspectos.
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Es conveniente que cada terapeuta organice la sesión de manera natural y
espontánea. La entrevista se puede hacer con el paciente como fuente primaria, en el
caso de un paciente adulto que consulta por vértigos y mareos con acúfenos, que
puede relatar sus síntomas y su historia de salud. Se puede hacer con el paciente en
frente, pero acompañado de familiares que puedan aportar los datos, como en el caso
de un neonato, niño o paciente con limitaciones de comunicación.
Recordemos que la valoración, mediante las prestaciones audiológicas, se llevarán a
cabo con el paciente sólo, por lo que esta instancia es importante para ver también las
relaciones que se establecen con el paciente y su familia.
Siempre es pertinente que el profesional actúe protegiendo la integridad del
paciente, su intimidad y condición humana.
Para que la entrevista cobre valor de anamnesis debe haber un registro
fidedigno de los datos solicitados y ofrecidos en el encuentro, es bueno realizarlo
simultáneamente al mismo. También es bueno consignar aspectos tales como
posiciones, posturas que se dan en la entrevista, gestos, ademanes, etc.
Recordemos que en las prestaciones audiológicas, evaluamos y valoramos el
déficit, y no el remanente, ya que los estudios son los que van a revelarlo. Debemos
presumirlo antes por las conductas. Estos aspectos ya se manifiestan en esta etapa, si
el paciente no escucha, puede que tienda a leer los labios, girar la cabeza favoreciendo
la escucha de un oído por encima de otro, y en muchos casos esto se da
espontáneamente.
Cada paciente vive su audición y su disminución de manera única. Es decir: a
igual pérdida auditiva, distinta conducta de los pacientes. Incluso, teniendo un
paciente con dos realidades auditivas similares en cada oído, puede tener conductas
diferentes, como creer que uno de los oídos está mejor o que le es más útil, por
ejemplo, hablar por teléfono con uno más que con el otro, y quizás el audiograma
revele la misma hipoacusia. Es por ello que debemos ser clínicos por excelencia.
Como sugerencia se proponen a continuación algunas expresiones del paciente
y sus acompañantes recogidas en la clínica que son útiles a los fines anticipatorios y
diagnósticos.
Estas expresiones del mismo paciente, en caso de poder hacerlo por sus
condiciones de edad y condición intelectual son importantes registrarlas literalmente.
En caso de ser un niño la familia es la que interpreta las actitudes y conductas.
Una tendencia en general de los pacientes que desconocen o niegan su
problema auditivo, a pesar de padecerlo, es usar expresiones que responsabilicen de
sus dificultades al entorno o a los demás, pero nunca serán por cuestiones propias.
En cuyo caso expresará frases como las que a continuación se detallan:
“…mi hijo me habla entre dientes y él dice después que no escucho…”
“…. Yo no escucho cuando hay mucho bullicio en mi casa, porque gritan mis
nietos…”
En el caso de los niños, a menudo se argumenta al déficit desde la atención
sobre las situaciones cotidianas o a través de justificaciones, por ejemplo:
“…él escucha lo que quiere y cuando quiere…”, sino “es como distraído.”
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“…el pediatra dice que no escucha pero yo no lo creo…”
“….es tranquilo, habla poco porque es varón y como no va al jardín maternal, es
así,… no porque no escuche.”
Estos indicadores son útiles para poder accionar con el grado de aceptación del
problema auditivo del paciente y de su familia, y debe ser tenido en cuenta a la hora
de devolver los hallazgos de los estudios. Esto quizás determina la posibilidad de poder
hacer la Audiología rehabilitadora.
Esta permeabilidad del paciente influye directamente en la aceptación de su
patología y en la posibilidad de resistir sugerencias que lo superen.
La anamnesis entonces permite conocer aspectos del paciente, inferir una
hipótesis de qué es lo que le ocurre, extraer hechos que luego se podrán confirmar en
la valoración y en relación a la tabulación de datos.
La meta de esta instancia es conocer y poseer datos del paciente que permitan
armar un esquema de relaciones acerca de constelación individual y social del
paciente.
La Constelación individual hace mención a los aspectos del paciente como el
motivo de consulta y los antecedentes personales en relación a él.
En la entrevista no sólo se debe preguntar por la audición que es el disparador
de la consulta son también de otros aspectos fonoaudiológicos, como el
fonoestomatológico y el lenguaje.
Si el mismo es un niño, es preciso abordar la recolección de datos desde la
información acerca del embarazo de la madre (etapa prenatal) sobre su nacimiento
(etapa peri natal) y a su instancia inmediata y tardía de nacido (postnatales precoces y
tardías)
Pero, ¿Cuáles son algunos de los factores de riesgo que podemos identificar en
la audición de los niños, más aun si son bebes o muy pequeños?
Se interrogará acerca de modalidades de comunicación del niño con los
adultos, con sus pares, etc. Si es un niño, es fundamental conocer juegos que le gustan,
programas y horas de televisión que ve, si hace actividades especiales, tales como
deportes, u otras.
Como ya se ha mencionado, la audición será una función con cierta
determinación genética que, a través del desarrollo y de la maduración, permitirá el
desarrollo de otras funciones más complejas como el lenguaje. Para ello es prudente
que el fonoaudiólogo en la entrevista investigue en relación a la audición y el
procesamiento auditivo, especialmente en un niño que mostrará la vinculación con el
desarrollo del lenguaje también. Pero esto será posible también ver en el adulto, pues
se pondrán en evidencias los niveles de integración sensorioverbal de esta función. Al
respecto es preciso responder acerca de:
• ¿El paciente oye bien?
• ¿Responde a los sonidos? ¿A todos? ¿O hay algunos a los que
responda más que a otros? ¿A cuáles y cómo manifiesta su respuesta?
¿Muestra actitud de sobresalto ante sonidos repentinos y de alta
intensidad?
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Ya para guía del fonoaudiólogo, él mismo deberá conocer tanto en la entrevista
como en la valoración y tabulación de datos, los siguientes aspectos:
• ¿De cuáles sonidos el paciente tiene conciencia y en qué
ambientes?
• ¿Está el paciente condicionado a responder al sonido, o
reacciona espontáneamente?
• ¿El paciente presta atención al sonido naturalmente o
necesita ser dirigido para escuchar? ¿En qué sonidos o situaciones se
da?
• ¿Qué entiende el paciente y en qué condiciones?
• ¿Ha cambiado la señal palabra y cómo fue la respuesta?
¿Con más intensidad? ¿Lentificando la elocución del fonoaudiólogo y
mostrando su boca para lograrlo? Con apoyo pragmático y de
comunicación paraverbal?
• ¿Simplificando las frases expresadas? ¿Repitiendo consignas?
¿A qué distancias? ¿Bajo qué circunstancias?
El fonoaudiólogo verá también la vinculación de la audición y
actualización en verbalizaciones de lo escuchado según la edad cronológica del
paciente, preguntándose:
• ¿Cómo utiliza el paciente el lenguaje hablado para
comunicarse? ¿Tiene síntomas patológicos de desorganización o
falta de desarrollo o involución?
• ¿Tiene el paciente una elocución inteligible?
• ¿Qué sonidos específicos puede decir/imitar/producir el
paciente espontáneamente?
• Responde a sonidos de variada intensidad.
• Responde a diferentes calidades de sonidos.
• Responde a la voz susurrada.
• Responde a distintas voces.
• Respuestas al testeo informal.
Acá es pertinente desarrollar las habilidades de evaluación de la audición con y
sin aparatología. Esta última se vale de estrategias de despistaje auditivo quizás
ayudadas por el uso de un decibelímetro y de logometrías como soporte
comunicacional en caso que la edad del paciente lo permita y su desarrollo del
lenguaje lo posibilite.
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En el caso de un adulto la recolección es más actual o contemporánea al
momento de la consulta que precipita la prestación audiológica. Luego se avanza con
información acerca de enfermedades padecidas, accidentes o golpes que pueda haber
sufrido.
También, en relación a datos de patologías hereditarias que conozca, etc. Si el
motivo de consulta es de un proceso agudo, es decir de aparición repentina, o está
enmarcado dentro de la emergencia o de la preocupación actual del paciente, se le
interrogará acerca de cómo se manifiesta, si tiene síntomas que lo acompañan, etc.
Otro aspecto importante en el motivo de consulta es si hay un problema de
audición, desde cuándo se lo reconoce, en qué situaciones se dá, qué aspectos lo
ponen en evidencia.
También se interrogará acerca de si ha consultado antes a otros profesionales
por el mismo motivo, y si cuenta con exámenes audiológicos previos, u otros estudios
tales como, radiografías, TAC, PEA, OEA, etc. que se haya realizado y pueda aportar.
En la constelación socio familiar se llegará a conocer con quién vive el paciente,
cómo está conformada su familia. Como es su lugar de residencia, características de la
vivienda (éste datos es importante especialmente cuando la población que el
fonoaudiólogo atiende es de bajos recursos) comodidad de la casa, etc. Se interrogará
acerca del grado instrucción, profesión u oficio de los padres, si el paciente es un niño.
Si va a la escuela (en el caso de pacientes niños) de qué modalidad, si ha repetido
alguna vez, si tiene problemas en el aula de qué tipo y en qué áreas del currículo, etc.
Si trabaja (para los pacientes adultos) dónde lo hace, tipo de trabajo, condiciones de
mismo.
En este encuentro se debe naturalizar la comunicación con el paciente y sus
familiares. La habilidad de entrevistar y de construir en esa instancia una anamnesis
del paciente radica, no en la cantidad de información que se obtiene, sino en el
entrenamiento del profesional de obtener información valiosa.
Como el lenguaje corporal es tan importante en las prestaciones
fonoaudiológicas y audiológicas en particular, son interesantes considerar algunos tics
valiosos a tener en cuenta y que pueden ser su guía de observación a la hora de estar
presente en una entrevista son:
• Tomar nota de los que dicen y hace el paciente y los
acompañantes
• No manejar siempre el mismo tono de voz coloquial
• Mirar al paciente
• No expresar facialmente la respuesta esperada.
• No inducir las respuestas en la formulación de las preguntas o
con gestos.
• Prolongar o dejar silencios que provoquen mas expresividad del
que es entrevistado
• Tener el control de todo el contexto de la entrevista
• No distraerse mientras el paciente habla, salvo que sea una
estrategia.
• Observar si realiza lectura labial, o que estrategias utiliza para
comunicarse.
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A continuación continúa el proceso de atención con la implementación de los
procedimientos audiológicos propiamente dichos.
Procedimientos
audiológicos en
Bebes o niños
pequeños.
El despistaje auditivo
Es el procedimiento subjetivo y de estructura artesanal pero, no por ello
poco certero. El despistaje auditivo es un procedimiento subjetivo y de
construcción artesanal, que tiende a descubrir la audición en paciente de corta
edad, bebés o pacientes de difícil testeo por pruebas convencionales. Implica
destreza y disciplina en su ejecución, como así también en la selección de recursos
y en el proceso de registro e informe final de la prueba.
Aquí, es necesario desnaturalizar actitudes o conductas de los niños para
que, a los ojos del profesional, cobren la fuerza de respuestas a la estimulación
planteada o presentada.
Es oportuno reforzar la idea de que la ausencia de respuestas a la
estimulación no implica que el niño evaluado no escuche. Se debe considerar que
éste no es un estudio transversal, sino es un seguimiento longitudinal del niño
que es paciente universal. Es decir, que no pertenece a una población que pueda
presumirse de padecimientos de hipoacusia.
Propósito: conocer las respuestas reflejas, motoras del niño pequeño a
estímulos sonoros de distintas intensidades y del amplio abanico frecuencial.
SITUACIÓN PRESTACIONAL
El paciente
Como en todos los casos, se debe considerar el ambiente más
favorable para realizar la evaluación. También es oportuno indicar, en el momento
de admitir al niño como paciente en instancia diagnóstica, cuáles son las
condiciones propicias para que asista a las rutinas de evaluación auditiva. Esto es:
si ha de estar alimentado recientemente, descansado, dormido o despierto según
lo juzgue el criterio profesional.
Un niño recién nacido puede responder a 70 dB., más fácilmente a
frecuencias agudas que a las graves. Sus respuestas podrán ser una secuencia, por
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ejemplo: abrir los ojos, mirar a su entorno y aminorar su ritmo cardíaco, o se
sobresaltará, cerrará los ojos y aumentará el ritmo cardíaco.
Hay que tener en cuenta el estado pre‐estimulación o inicial para observar
el cambio de conducta luego de mediar la estimulación auditiva. Se considera que
es más positivo para la estimulación medir a los lactantes en actividad, más que en
estado de reposo.
También es pertinente considerar que, si la estimulación es aislada en
señales de 70 a 90 dB. Con sonidos, de por ejemplo 3000 Hz., en un niño con un
sueño ligero, provocará la interrupción del mismo y el llanto como respuesta
posible.
Las respuestas pueden ser entonces, un pestañeo o actividad palpebral,
cese de la actividad, llanto, reflejo de moro, movimientos de los miembros,
reacción de alerta o despertarse, cambios en el ritmo respiratorio o en la succión si
lo están amamantando, etc. Una de las respuestas más difundida, pero que
requiere una madurez de, por lo menos, 6 meses del niño y la inexistencia de
lesiones neurológicas que la puedan obstaculizar, es el reflejo de orientación a la
fuente o giro de cabeza.
Otra respuesta importante a considerar de los bebés es la identificación de
la voz de la madre en relación a las voces de los desconocidos. Esto es esperable
hacia los tres meses de vida.
Considerar los intervalos inter‐estimulación, es decir, el valor de los
silencios, es tan importante como estimular, pues éstos tienen peso de estímulo
también, no sólo de ausencia de sonido. También es pertinente si existe, en la
etapa dentro de la evaluación de confirmación de las respuestas a la estimulación
del niño, observar la disminución de las mismas. Esto puede llevar a pensar que es
por fatiga sensorial, y no por la madurez de procesos cognitivos en relación a lo
auditivo.
Es preciso conocer que este procedimiento debe practicarse teniendo cabal
entendimiento de que respuestas puede dar un bebe en los dos primeros años de
vida, para así obtenerlas.
De 0 a 4 meses
Bebe se despierta ante
sonidos de 90 dB en ambiente
ruidoso
Bebe se despierta ante
sonidos de 50 a 70 dB en ambiente
silencioso
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De 3 a 4 meses
Ante señales de 50 dB. giro
rudimentario de cabeza
De 4 a 7 meses
Ante señales de 40 a 50 dB.
giro de cabeza lateral
No puede localizar hacia
arriba o hacia abajo
De 7 a 9 meses
Puede localizar la fuente
ubicada hacia abajo
rudimentariamente y responder a
30 o 40 dB
De 9 a 13 meses
Localiza fuentes sonoras a 20
a 25 dB
Lateralmente y hacia abajo
De 13 a 16 meses
Localiza fuentes sonoras a 20
a 25 dB
Lateralmente y hacia abajo.
Rudimentariamente hacia arriba
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De 16 a 21 meses
Ante señales de 20 dB giro
de cabeza lateral, arriba y abajo
De 21 a 24 meses
Puede localizar la fuente
ubicada en cualquier Angulo a 25 dB.
El Rol profesional: regulador u organizador
fonoaudiólogo: Tipo de intervención: lo ideal es una intervención escasa, pero
puede lograr buenos resultados el fonoaudiólogo si interviene en forma
intermedia. Las intervenciones masivas no se aplican en este
procedimiento.
Contexto Tipo de sesión: la prestación requiere un abordaje individual.
prestacional
La actividad:
Que hace el fonoaudiólogo?
Que hace el paciente?
Formato: es cerrado se proponen estímulos sonoros y se dan respuestas reflejas
motrices simples, proceso unívoco.
La consigna:
¿Qué dice el profesional al paciente?
Verbalmente y explícitamente: no es necesario orientar al paciente con
verbalizaciones, en este procedimiento pues esperamos que esté relajado y no
perciba que sus conductas están siendo evaluadas. Se puede socializar la modalidad
del procedimiento a los familiares para que limiten sus intervenciones.
Paraverbal e implícitamente: se acompañara en silencio y sin anexar
estimulación visual y táctil o propioceptiva cada estimulación ofrecida.
Los Recursos:
Los estímulos serán de instrumentos sonoros o musicales en el abanico
frecuencial que cubra las zonas bajas, medias y altas de las frecuencias audibles.
Las intensidades también se deben ofrecer en rangos, a saber, estimulación fuerte,
media, y suave.‐
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En esa rutina también deberá contemplar cómo y cuándo se presentarán los
recursos según sean estímulos de frecuencias media, baja o alta, y cómo se objetivará
la intensidad ofrecida como estímulo. Lo ideal es contar con un decibelímetro.
En el estudio de bebés, la aparatología y la tecnología no siempre son los mejores
aliados. Se requiere mucha pericia e ingenio para elegir los elementos que se
transformarán en fuentes de estimulación. Se sugieren, por ejemplo: una campanilla,
un tambor, un triángulo, un chifle o juguete, para estrujar papel celofán. La idea es
construir una batería donde haya variedad en la oferta sonora en cuanto a las
frecuencias como en la intensidad ofrecida.
Otro aspecto a tener en cuenta es considerar la distancia a estimulara, a un
mínimo de 10 centímetros de cada oreja, proponiendo sonidos de intensidad media y
baja. Previa a la estimulación, la mano del fonoaudiólogo que estimulará debe estar
colocada de manera estable para no despertar reacciones del niño a movimientos del
profesional, ya que no forma parte de lo auditivo.
Las Estrategias
El profesional con la menor cantidad de intervenciones debe lograr autonomía y
certeza en las respuestas del paciente para ello es vital el tiempo de aprendizaje de
cómo el niño responde a los sonidos como anticipador de las modalidades de
respuesta del mismo.
La meta será obtener respuestas del paciente sistemáticas, regulares y
constantes ante la más mínima intensidad propuesta para cada frecuencia evaluada en
cada oído y en ambas vías auditivas.
Deberá ofrecer estimulación unisensorial, es decir, sólo auditiva o si está
condicionando, reducir la estimulación cuando lo creo necesario para que sólo sea auditiva
cuando deba obtener respuesta o confirmarla.
Tiempos procedimentales
Requiere de tiempos de condicionamiento, ejecución y confirmación. Por ejemplo se lo
ingresa al niño al ámbito donde se llevara a cabo la evaluación, y por unos 5 minutos no se
ofrece ninguna estimulación, luego sin que vea se puede empezar a estimular
auditivamente, finalmente se repite el segundo tiempo.
Trayectos del paciente involucrados en el procedimiento audiológicos: si bien estamos
midiendo la audición, y suponemos que por ello, estamos estimulando respuestas que
ocurren en el oído y en la vía auditiva en la respuesta del paciente no se utiliza lo auditivo de
manera directa, son movimientos corporales o respuestas reflejas motoras (cuando el
paciente escucha y gira la cabeza) o respuestas verbales (puede imitar sonidos que se le
ofrecen).
Ambiente físico: el lugar indicado para la realización es una cabina sonoamortiguada o
consultorio con tratamiento acústico para aislar de ruidos ajenos al testeo. Es decir un
espacio físico que garantice selectividad en la estimulación sonora que ingresa a la situación
exámen.
Modalidad de Registro
No existe una modalidad oficial para un informe de despistaje, si es importante consignar las
distancias y las intensidades (alta, media, baja) con las cuales fue estimulado. En algunos
casos se puede consignar los instrumentos o recursos sonoros utilizados.
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Es útil no sólo valorar la reacción a la estimulación auditiva de manera estable,
sino también la reacción de alarma, especialmente en lactantes.
En la valoración, es necesario tener en cuenta las respuestas a aquellas
conductas, reflejas o no, que no sólo impliquen reacción, sino también la forma en que
ésta se produce, qué movimientos o conductas provocan los sonidos en el paciente
para interpretar que los está percibiendo.
En el caso de niños recién nacidos, es bueno evaluarlos en situación de sueño,
sin que esto implique que los sonidos estímulos deban despertarlo para considerar
respuesta a lo auditivo.
En realidad, al niño mientras duerme se lo puede valorar por medio de otras
conductas, por ejemplo:
⇒ Si se estremece, si hay un parpadeo luego del sonido, por el movimiento
de los brazos, de la cabeza, etc. La respuesta será positiva si se manifestó luego de los
3 segundos de presentado el estímulo.
Hay que tener presente a lo que se denomina falsos positivos. Estos son niños
que, oyendo normalmente, ante la valoración no responden adecuadamente. Esto se
comprueba en el seguimiento longitudinal en el primer año de vida de un niño, en
valoraciones transversales de análisis entre sí.
Resultados
Se podría considerar también la ayuda de estudios impedanciométricos. Es
bueno recordar, que el timpanograma nos informará de la salud del oído medio y
no de la capacidad auditiva. Por otro lado, el testeo de los reflejos estapediales
arrojarán dos resultados posibles:
Si están presentes, no se puede afirmar que el niño oye.
Si no están presentes y el timpanograma es normal,
tampoco se podrá concluir acerca de la audición del niño.
Audiometría:
Es el procedimiento universal y más histórico de la Audiología.
Propósito: conocer las respuestas a las mínimas intensidad audibles para el
paciente tanto en la estimulación por vía área y por vía ósea. Permite el trazado de
ambas vía para cada oído evaluado del paciente.
SITUACIÓN PRESTACIONAL
El paciente
Para realizar este estudio hay que tener en cuenta la edad, la
capacidad intelectual y de concentración para colaborar en el examen. En este caso,
analizaremos un paciente de por lo menos 5 años en adelante sin dificultades
cognitivas ni atencionales previas al examen y con reposo de sobre estimulación
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auditiva de por lo menos 8 horas, este último factor es fundamental cuando se evalúa
a operarios expuestos en lo laboral a intensos ruidos (mayores a 85db).
Estas condiciones que describimos en el paciente son para presentar el espíritu
del procedimiento pero, más adelante se establecerá como llevarlo a cabo en el caso
de niños menores o ante dificultades cognitivas y atencionales.
El fonoaudiólogo
Rol profesional: regulador u organizador
Tipo de intervención: lo ideal es una intervención escasa, pero puede lograr buenos
resultados el fonoaudiólogo si interviene en forma intermedia. Las intervenciones
masivas se justifican especialmente en el tiempo de condicionamiento pero en el
procedimiento en sí es preciso que el profesional se retire de la participación de las
respuestas que debe dar el paciente.
Contexto Tipo de sesión: La prestación generalmente se hace individual pero
prestacional también existen procesos de screeening auditivo donde la sesión es de un
fonoaudiólogo con varios pacientes a testear simultáneamente es decir
una sesión grupal.
La actividad:
Que hace el fonoaudiólogo?
Que hace el paciente?
Formato: Es cerrado se proponen estímulos sonoros y se dan respuestas motrices
simples, proceso unívoco.
La consigna:
¿Qué dice el profesional al paciente?
Verbalmente y explícitamente: Usted escuchará sonidos y avisara siempre que los
escuche, levantando la mano. Otra opción es que presione un botón o pulsador que el
audiómetro trae para que el paciente utilice en sus respuestas.
Para verbal e implícitamente: se acompañara la consigna con el gesto como soporte de
la tarea encomendada al paciente.
Los Recursos:
Audiómetro:
Este aparato está provisto de un oscilador de frecuencias que emiten tonos puros que
pueden seleccionar por un mecanismo de selección programado.
También consta de un atenuador de los intensidades calibrados en decibel hearing level
(DBHL)
Lo ideal es que posea dos canales o un canal y medio, para aplicar según disponga de ruidos
enmascarantes en el oído a anular en el testeo de la audiometría y de la logo audiometría.
También debe tener la posibilidad de estimular con material verbal que será útil para la logo
audiometría y mecanismos para la realización de pruebas supraliminares y
complementarias.
Auriculares y pastilla ósea o vibrador.
Para estimular los oídos se pueden usar auriculares supra aurales o cascos provistos de
gomas que recubren el contorno y garantizan un sellado, adaptación y amortiguación
eficiente a la cabeza del paciente. También existen auriculares de inserción que son los más
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modernos para la vía aérea y para la vía ósea se utiliza un vibrador que se coloca con
una vincha aplicada encima del hueso mastoides situado detrás del oído.
También suelen traer lo audiómetros, auriculares testigos para el fonoaudiólogo, a fin
de seguir los estímulos propuestos al paciente. Estos dispositivos entregan al
profesional el tipo de estímulo que se le aplica al testeado con niveles de intensidad
media y constante en todo el testeo.
Los estímulos son tonos puros propuestos en diferentes frecuencias e intensidades
Las frecuencias que se exploran son las siguientes: 125, 250, 500, 1.000, 2.000, 4.000 y
8.000 Hz, y a menudo también algunas de intermedias tales como las de 750, 1.500,
3.000 y 6.000 Hz.
El audiómetro dispone de la regulación de las intensidades en saltos de 5 en 5 dB.
El cero decibel no implica ausencia de sonido, el mismo es parte de una convección
internacional.
Los niveles límites de estimulación en cuanto a las intensidades los llamamos topes
audiométricos y se ubican según la tecnología de equipo aproximadamente a los 75 dB
para el 125 Hz, 80 u 85 dB para 250 y 500 hz., 115 o 120 dB en las frecuencias 1000,
2000 y 4000 Hz, y 95 o 100 dB para los 8000 hz. Es importante reconocer los topes del
audiómetro que usa el fonoaudiólogo pues los mismos pondrán los límites del testeo y
no indicarán más que la ausencia de respuesta hasta esas intensidades límites. La
presentación del estimulo puede ser continua , pulsada o modulada (tono warble). Esta
última es útil en testeo de pacientes con dificultades intelectuales o que presentan acúfenos
en el momento del procedimiento.
Las Estrategias
El profesional con la menor cantidad de intervenciones debe lograr autonomía y
certeza en las respuestas del paciente para ello es vital el tiempo de condicionamiento
como anticipador de las modalidades de respuesta del mismo.
La meta será obtener respuestas del paciente sistemáticas, regulares y constantes ante
la más mínima intensidad propuesta para cada frecuencia evaluada en cada oído y en
ambas vías auditivas.
Debe haber certezas que las respuestas son auténticamente del oído evaluado, sino se
debe intervenir el procedimiento con técnicas de ensordecimiento para descalificar el
oído que escucha mejor en el testeo del oído peor.
Tiempos procedimentales: la audiometría se puede implementar como apertura del tiempo
de valoración, luego de la anamnesis. Previamente se puede contar con datos de la
otoscopia, acumetrías y otros exámenes complementarios, pero no son indispensables para
llevarla cabo.
La duración del testeo varía en cada paciente, no debe exceder los 30 minutos pues decrece
el tiempo de atención necesaria, en cuyo caso es mejor citar nuevamente al paciente para
continuar el estudio si el tiempo no alcanzó a completar el procedimiento y los resultados
esperados.
Trayectos del paciente involucrados en el procedimiento audiológicos: si bien estamos
midiendo la audición, y suponemos que por ello, estamos estimulando respuestas que
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ocurren en el oído y en la vía auditiva en la respuesta del paciente no se utiliza lo auditivo de
manera directa, son movimientos corporales o respuestas motoras (cuando el paciente
escucha ,levanta la mano) o respuestas verbales (dice que está escuchando). Estas últimas
no son pertinentes y es preciso que el fonoaudiólogo intervenga estratégicamente para
lograr sólo respuestas motoras, inhibiendo las verbales.
Ambiente físico: el lugar indicado para la realización es una cabina o consultorio sono
amortiguado de ruidos ajenos al testeo. Existen cabinas donde el paciente queda aislado del
fonoaudiólogo que permanece fuera de ella manipulando el audiómetro y contactándose
con el por medio de micrófonos y una ventana. Al ubicarlo allí al demandante del servicio
deberá darse seguridad de su permanencia en ella como así también si desea abandonar el
recinto por alguna dificultad.
Modalidad de Registro:
El registro debe iniciarse cuando las respuestas del paciente son sistemáticas y regulares
ante la misma mínima intensidad en cada frecuencia, es decir cuando se superó la instancia
de condicionamiento.
Las respuestas se grafican según nomenclaturas y la simbología pautadas
internacionalmente, a saber:
(x) = vía aérea oído izquierdo
(>) = vía ósea oído izquierdo
(<) = vía ósea oído derecho.
(o) = vía aérea oído derecho
Cuando se logran los umbrales liminares con intervención de enmascaramiento
las respuestas incluyen las siguientes simbologías manteniendo los colores rojo para
las respuestas del oído derecho y azul para las del oído izquierdo.
∆ = vía aérea oído derecho enmascarado
= vía aérea oído izquierdo enmascarado
]= vía ósea oído izquierdo enmascarado
[ = vía ósea oído derecho enmascarado
Una flecha hacia abajo será anexada a los símbolos anteriores cuando no se
registren respuestas en la frecuencia explorada según los límites o topes
audiométricos.
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En muchos espacios de salud también se utilizan otros símbolos. Algunos de ellos
remiten a respuestas obtenidas luego de haber intervenido el estudio con técnicas de
ensordecimiento. Ellas en especial modifican la simbología de las vías óseas por
pequeños corchetes en los colores correspondiente al oído evaluado.
También el ensordecimiento se puede anotar en el eje de los decibeles con un
pequeña flecha que indiques su nivel de inicio y la nomenclatura VA para atribuir la
intervención del ensordecimiento a la toma de la vía área del oído testeado con los
colores del oído ensordecido. En el caso de ensordecer la vía ósea sobre la pequeña
flecha se consignara V.O.(vía ósea)
El registro se lleva a cabo en un gráfico, el Audiograma, también producto de un acuerdo
internacional consta de un eje horizontal las frecuencias del sonido medidas en Hertz
(Hz) o ciclos por segundo, y en el eje vertical las intensidades del sonido expresadas en
decibeles (dB).
Procedimiento:
El fonoaudiólogo propondrá estímulos sonoros variando la intensidad y la
frecuencia y el paciente indicará siempre que los escuche. Se considerara respuesta a
aquella que logra hacerse a la mínima intensidad por parte del paciente de todas las
propuestas hechas por el fonoaudiólogo.
Preliminarmente es oportuno contar con datos de una exploración de oído
externo a fin de verificar la ausencia de cerumen y exudados entre otras anomalías.
Preparación:
El paciente tiene que estar ubicado dentro de la cabina sonoamortiguada.
Se le explicará la prueba y la intervención que se espera de él. A veces el
paciente puede requerir que se le especifique que el procedimiento no contiene
riesgos.
Se le dará la consigna verbal explícita y se le colocan los auriculares o cascos
por donde se comenzara el testeo de la vía aérea. El auricular rojo en oído derecho y el
auricular azul en el oído izquierdo.
La colocación del auricular es importante debe coincidir su centro interior con
el orificio del conducto auditivo externo.
Se iniciará la propuesta de estimulación con el oído que mejor audición refiere,
este dato es extraído de la anamnesis. En caso de ser indiferente por lo general se
inicia con oído derecho.
Inicio del procedimiento:
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diferencia que supera los 40 dB se debe intervenir con maniobras de ensordecimiento,
pues el oído mejor es decir el que obtuvo las intensidades mínimas a una distancia de
40 dB o más para una frecuencia dada en relación al otro oído para la misma
frecuencia. Es preciso entonces descalificarlo del testeo al oído que puede estar
colaborando al haber testeado el otro. (Ver ensordecimiento)
Luego de tener la certeza de que las respuestas no son trazos fantasmas o
curvas sombras, y que pertenecen a cada oído en particular, se prosigue con el testeo
de las vías óseas.
Para ello se comienza con la vía de mejor conducción ósea eso se logra
interviniendo con un test de Weber audio métrico. (Ver Weber audio métrico)
En el testeo de las vías óseas se debe colocar el vibrador en la apófisis
mastoides cuidando que no tome contacto con el pabellón auricular.
En la prueba tonal por vía aérea el sonido sale por el auricular y atraviesa
primero el oído externo, medio y después el interno. Cuando el testeo se realiza por la
vía ósea, el vibrador colocado encima del hueso mastoides (detrás del pabellón
auricular) transmite el sonido por vibración de este hueso estimulando directamente la
cóclea. Es decir el vibrador omite el componente de trasmisión del oído medio y sólo
explora el interno. Las respuestas de estas dos modalidades aportarán el
comportamiento de cada porción del oído en el proceso de trasmitir y percibir el
sonido estímulo. También aportará la posibilidad de comparar ambos resultados.
Finalización:
El estudio se termina cuando el profesional tiene la certeza de que logró
obtener el registro de las respuestas para cada oído y cada vía del paciente. El
profesional analiza si el estudio guarda coherencia clínica interna, de no ser así debe
repetir el procedimiento.
Resultados posibles
Preliminarmente podemos analizar el trazado del umbral liminar. Este define en
el audiograma un límite, es el inicio del campo auditivo del paciente desde ese piso los
sonidos entran en su espectro de reactividad posible, El límite superior de la curva
determina lo que el paciente no es capaz de oír. Es por ello que si las respuestas
configuran una curva cercana al cero decibel el campo auditivo está conservado pero si
por el contrario la curva atraviesa por ejemplo la grafica en los 50 decibeles el campo
estará comprometido y todos los sonidos que se presenten por encima de la curva no
serán audibles por el paciente.
Otro análisis posible es la ubicación y acompañamiento de cada vía aérea y su
respectiva vía ósea.
Si la curva de la vía ósea está en la zona de normalidad del audiograma, pero la
vía aérea desciende en las de 10 dB separándose de la primera, la gráfica revelará una
hipoacusia de transmisión o conducción.
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Si la curva ósea y la aérea están descendidas y alejadas de la zona de
normalidad y ambas se acompañan, es decir guardan una distancia de 10 dB ó menos
se revela una hipoacusia neurosensorial.
Si el trazado muestra que para un oído ambas curvas están descendidas y la
separación entre ellas es de 10 dB o más estamos frente a una hipoacusia mixta.
Diagnóstico
Llegar a nominar lo que un paciente tiene no es complejo, existen para ello
pocas nomenclaturas disponibles en el quehacer fonoaudiológico, mas aún para las
prestaciones audiológicas.
Lo realmente fundamental es poder demostrarlo.
Muchas veces, el diagnóstico presuntivo era hipoacusia y el diagnóstico
fonoaudiológico culmina siendo hipoacusia.
El profesional debe ajustarse a sus incumbencias y al impacto legal de las
acciones que realiza.
Los diagnósticos mostrarán un correlato evolutivo, esto especialmente en el
lenguaje por la dependencia de funciones primarias como la audición para su
desarrollo y evolución.
¿Cual será el período crítico que debe marcar acciones precoces en la atención
de un niño pequeño para evitar deprivacion sensorial?
Mientras que, si es un adulto que padece en esta etapa una patología de la
auditiva reciente, se debe rescatar que la función auditiva y lingüística en período pre
mórbido, ya están integradas.
Es interesante contemplar que un déficit auditivo periférico, surgido en plena
adquisición de procesos gnósicos y del lenguaje, llevará a una desorganización
funcional de funciones superiores. Mientras que un déficit auditivo periférico, surgido
en la madurez de las mismas, por ejemplo en un adulto, no desintegrará las funciones
de las que se sirvió en su desarrollo (gnosias y lenguaje) por la jerarquización creciente
y por la alta dinámica procesal. A continuación se puede considerar, a saber:
Audición Nomenclatura Subtipo según la topografía de la lesión
diagnóstica
Aumento de la Hiperacusia
sensibilidad
Normalidad Normoacusia
Disminución Hipoacusia Afección en Hipoacusia
auditiva audición conductiva
periférica Neurosensorial o
coclear
Mixta
Afección en Hipoacusia
audición central retrococleares
Hipoacusia
centrales
Agnosias auditivas
Falta de audición Anacusia o cofosis
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Mencionamos la normoacusia a la modalidad de oír sin deficiencias
sobreagregadas y sin dificultades en el procesamiento e integración de la información
sonora recibida. Será Hiperacusia cuando haya una sensación de volumen intenso ante
sonidos de volumen normal. Se produce por una hipersensibilidad a la intensidad del
sonido y, en general, puede incluso presentarse en personas de audición normal o con
parámetros audiométricos normales. Describe un nivel elevado de sensibilidad a los
sonidos.
La audición será medida y analizada desde distintos enfoques. Uno de ellos
puede ser el enfoque topográfico de la lesión que genera el déficit auditivo y los
procesos que involucran en ese déficit.
La hipoacusia, por su parte, revelará una disminución de la audición. Han
existido controversias cuando debe denominarse sordera o hipoacusia a una patología
auditiva. Al respecto Furmanski (1998) menciona que cuando el canal que un niño
utiliza, por ejemplo, para la adquisición y decodificación del lenguaje, es el auditivo
hablamos de hipoacusia, mientras que cuando no utiliza como vía primaria de
recepción, decodificación y construcción del lenguaje hablamos de sordera.
Al considerarla, se la podrá clasificar desde distintos parámetros. Bajo
apreciaciones espontáneas uno de los parámetros será si la hipoacusia es uni o
bilateral, entendiéndose si afecta a uno o a ambos oídos. Otro parámetro surgirá si el
cuadro afecta a los dos oídos, es decir es bilateral, donde la apreciación será clasificarla
según sea simétrica o asimétrica en la manera de evidenciar el déficit en cada lado
afectado.
Otras clasificaciones:
Las pérdidas auditivas pueden clasificarse como estables, progresivas o
fluctuantes. Las primeras serán cuando los umbrales auditivos se mantienen
constantes en los niveles de pérdidas expresados a los largo del tiempo. Las segundas
serán cuando los umbrales se deterioran repentina o gradualmente. Las fluctuantes
cuando varían recuperándose o perjudicándose los umbrales en el tiempo.
Otro aspecto a considerar es el perfil de la curva liminar lograda en el estudio
audiométrico. Aquí se menciona el córner o curva en esquina que padecen algunos
pacientes con sólo conservación de las frecuencias graves en altas intensidades y
deterioro en el resto.
Otro parámetro a considerar especialmente en relación a la medición de la
audición de los niños, es el momento de detección y equipamiento auditivo, como así
también si el paciente recibió estimulación y sobre qué tipo de abordaje.
También es importante en el análisis considerar la etiología a la que se le
adjudica el déficit. Si bien como fonoaudiólogos no intervenimos en la misma, es
necesario conocerla para valorar el impacto en la patología otológica causante. Esto
implicará, si es de etiología, que se puede resolver con procedimientos médicos, o que
requerirá equipamiento o implante coclear si es una patología que no evolucionará o
hará que la hipoacusia progrese.
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Entrevista de devolución
Este espacio esta inmediatamente seguido a la culminación de los estudios que
realizó el profesional, muchas veces es una continuación de los procedimientos
audiológicos.
Consta de la entrevista en sí misma, el informe audiológicos, un tiempo de
asesoramiento. Además de derivaciones a otros exámenes o especialistas según el
caso y la propuesta o sugerencia terapéutica si fuera indicado.
Se concretan incluso en la pre‐cabina, y es la entrega simbolica de la demanda
del paciente. Allí en entrevista con el paciente o los responsables de él, padres, tutores
o familiares que lo acompañan, se naturaliza una entrega de información, sin datos
técnicos y con un lenguaje familiar y accesible, todo lo evaluado y encontrado y cómo
se conectan los datos.
La meta de esta instancia es ofrecer los resultados del proceso de atención
realizado (admisión, anamnesis y valoración) permitiendo reconocer lo que se halló
como diagnóstico. La reconstrucción y entrega de los resultados debe rescatar algo
difícil, que el motivo de consulta no proporcional al diagnostico conseguido a pesar
que uno haya sido: no escucho bien y el diagnostico fue hipoacusia.
Esto es fundamental muchas veces damos a la respuesta a la inquietud del
paciente, pero podemos demostrarla luego de haber operado profesionalmente en él.
Más aún pues muchos pacientes adultos desconocen, niegan o simulan o
disimulan su problema auditivo. El fonoaudiólogo mostrará los alcances de la
problemática en los resultados de los estudios y la expondrá en la devolución.
Por ejemplo:
“Usted Don Carlos, me contó que le cuesta escuchar lo que le dicen porque
hablan entre dientes, pero los estudios revelan que su oído no lo ayuda a escuchar
tampoco, porque tiene una pérdida de audición que perjudica entender lo que le dicen
a pesar de que lo esté escuchando”.
La devolución es fundamental apoyarla en dichos del paciente registrados en la
anamnesis, para disminuir la resistencia, si la hubiera, a escuchar la confirmación de un
diagnostico no aceptado o negado.
La idea de servicio o prestaciones audiológicas cobra fuerza cuando se
desnudan las estrategias de la devolución del diagnostico. Se debe lograr la
permeabilidad del paciente para recibirlo y orientar las acciones para su aceptación.
Esta instancia se rige con las mismos tips que se enunciaron en la entrevista y
se rescatan datos extraídos de allí para decidir cómo se llevará a cabo.
A pesar que sea a continuación de los estudios auditivos, sigue existiendo la
necesidad de control del fonoaudiólogo, por lo que la propuesta debe desarrollar una
escucha permeable en los consultantes, de lo que se planteará. Si el paciente en la
entrevista refirió: “… y vengo porque mi esposa dice que yo no escucho...” es una
expresión de queja y de no reconocimiento de lo que le pasa, es entonces necesario
llevar al paciente a reflexionar sobre los resultados y sobre sus dificultades cotidianas,
que puede haber referido o puede referir en este espacio, que le permitan reconocer
lo que le pasa.
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En el caso de ser los padres los que reciben la devolución de un hijo pequeño,
la manera de brindar algunas opiniones en la entrevista puede ser importante a la hora
de utilizarlas a favor de la información que se debe poner en juego en este espacio. Por
ejemplo, si dicen “…me lo manda la maestra que dice que tiene problemas, pero él es
así, a mí no me hace caso…” puede evidenciar una mamá disgustada por la
información de la maestra que no puede hacerse cargo de su hijo y tenderá a utilizar
otras personas que la sustituyan o se hagan cargo de lo que ella no puede. Más aun si
el diagnostico es de hipoacusia generara culpa y resentimientos, por lo que es preciso
rescatar a los padres de esa situación, pues esos sentimientos que son comprensibles
no colaboran con la necesidad de acciones que reparen o mejoren la situación del niño
como paciente.
Es por eso que, en esos casos, es preciso orientar lo que se dice a una escucha
sin resistencias, a una escucha permeable a lo que tiene el paciente, más aún cuando
se debe seguir con un tratamiento o con derivaciones a otros profesionales.
La hipoacusia irreversible, como diagnostico a devolver a padres es difícil de
comunicar si el paciente fue llevado por un control o screeening general y no se
sospechaba nada.
Evidentemente hay que reconocer que, por más que el fonoaudiólogo
controle sus dichos, el consultante entenderá lo que puede.
No obstante, es un espacio que debe ser deliberadamente operado por el
profesional.
Todas estas situaciones exigen asumir el control de lo que se expone y la
regulación de la escucha diferenciada, donde en algunos casos, serán consultantes,
otros colegas, otros profesores, etc.
También habrá recuperaciones que deberá hacer el profesional al devolver en
relación al motivo de consulta. Si los papás de un niño expresan “…lo traigo para hacer
una audiometría aunque lo que le pasa es que no habla bien...” la devolución debe
explicar, si no se encontró patología auditiva que se vincule con la motivación
demandante este será un espacio donde se asesorara y orientara a los consultantes.
Ahora bien, es fundamental saber cómo expresar hechos e ideas, más aún
cuando lo que tiene que decir el fonoaudiólogo no es algo simple o sencillo.
Aquí como profesional de la comunicación deberá dar muestras del manejo de
ésta.
Deberá semantizar la escucha de los consultantes y permeabilizarla para que la
información que el profesional debe comunicar sea recibida.
Para eso, el fonoaudiólogo deberá entrenarse, pero sin perder su naturalidad,
conocerse el mismo, saber cuál es su estilo de comunicar y qué le teme en ese espacio
intimista. No podrá dar una noticia o llevar a cabo una devolución si se siente
temeroso y vulnerable.
Existen situaciones complejas a comunicar, y la habilidad del profesional debe
sanearlas en beneficio del paciente. Muchas veces la dificultad en dar una devolución
puede radicar en los destinatarios, por ejemplo, padres profesionales o colegas.
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Otras en darla a personas que niegan la problemática o contradicen lo
diagnosticado por otros colegas. Es común la demanda de nuevas pruebas
audiométricas de papás que quieren, que desean, que haya un fonoaudiólogo que
contradiga que su hijo no escucha bien.
Otras que usan la consulta para obtener beneficios extras como es el caso de
los simuladores y disimuladores. En este caso, se sugiere sin confrontar ni generar una
pulseada con el paciente que desvirtúa los resultados de los procedimientos que se le
aplican, proponer la devolución sin provocar enojos o resistencias. Esto es un arte,
basado en la diplomacia y ajustado a no juzgar al que engaña o miente.
Una conversación típica con simuladores podría ser como ejemplo la siguiente:
“Usted me refirió que quien lo derivó a hacerse los estudios fue su abogado, por estar
en juicio con la empresa en la que trabajaba. Bien, los estudios arrojan datos muy
confusos, ya sea porque usted voluntaria o involuntariamente no puede dar las
respuestas que se esperan. Por lo que es mi deber informarle al juez, que la
incoherencia encontrada no considero que tenga base clínica, es decir en una
patología, que si la hay es preciso intervenir con nuevos exámenes en donde usted
mejore las respuestas o que se obtengan solas, como lo son los estudios objetivos”.
La devolución de un diagnostico de hipoacusia especialmente en un niño lleva a
la necesidad de mirar la discapacidad. Esta es una situación incómoda pero profesional
que se puede desarrollar con sensibilidad y adecuadamente. Una de las situaciones
más complejas de devolver en estas entrevistas es a papás, a quiénes hay que revelar
una discapacidad que desconocen o niegan de su hijo, ya sea auditiva o en el lenguaje
y la comunicación específicamente. En esos casos, reconocer el proceso de duelo y
aceptación es parte del control de la devolución. Mayormente si los consultantes
creían que el niño sólo pronunciaba mal algunas palabras. Aquí la regulación y la
dosificación de la información, es fundamental para que se escuche lo que se está
diciendo. En muchos casos, se determina que el paciente haga tratamiento, por lo que
la responsabilidad a la hora de comunicar, premeditar y flexibilizar la escucha es vital.
Muchas veces la devolución la suelen dar los médicos derivantes en un equipo
de trabajo constituido con esa modalidad, o a veces se comparten las devoluciones de
varios especialistas. Es muy común en institutos monovalentes de otorrinolaringología
o medicina laboral donde la modalidad de trabajo opera de ese modo. Aquí el control
es compartido y se deben cuidar las modalidades de comunicación pues ninguno de los
profesionales intervinientes (médicos, psicólogos, fonoaudiólogos, etc.) tiene por esa
entrevista el mismo interés. Este espacio también sirve para seguir recogiendo más
información similar a la de la etapa de anamnesis, y a cada profesional le servirá
aspectos diferentes de esa información.
El profesional es preciso que reconozca sus fortalezas y debilidades, pues
padres de niños con hipoacusia compensaran a preguntar y preguntarse cómo fue que
la patología se desarrollo, que lo ocasiono, si el niño podrá hablar más adelante si ira a
una escuela común, etc… no todas estas respuestas son para que el fonoaudiólogo
responda y hay que ser cautos en no generar expectativas falsas en la problemática del
paciente. No debemos sentirnos en el poder de hacer futurología!
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También es preciso rescatar la normalidad de los otros aspectos de la vida del
niño, en cuanto que camina, corre, etc., para alivianar el peso de la noticia del
diagnostico.
Muchas veces hay casos en que la prestación a pesar de haberse materializado
no se lograron resultados comunicables y debe reorientarse a nuevos estudios por
ejemplo objetivos, electrofisiológicos como lo son el BERA o las otoemisiones.
Como las prestaciones audiológicas tienen registros no siempre es necesario
enunciar el nombre de la patología, sí el de explicar los resultados a través de sus
gráficos y demostrar cómo funciona esa dificultad en el paciente y cómo se lo puede
modificar.
El Informe
El informe es en las prestaciones audiológicas las gráficas de los estudios
realizados.
En caso de haber realizado estudios y no haberlo anotado se supone que el
estudio no fue realizado.
Se debe respetar la modalidad internacional gráfica de símbolos y signos
precisos.
Es la constancia legal que tiene el paciente y es el reflejo de la atención ofrecida
por el profesional. Se considera que los informes deben contener todo lo evaluado.
Puede ofrecer observaciones que describan algunos aspectos que el profesional quiere
dejar constancia, por ejemplo: A pesar de haber realizado maniobras de
ensordecimiento los límites audiométricos impiden obtener respuestas precisas para
las frecuencias graves de la audiometría.
También se pueden consignar aspectos que serán útiles para luego realizar
controles, por ejemplo: El niño colaboró adecuadamente en la prueba, se realizaron los
testeos de condicionamiento, registro y confirmación en tres sesiones y se utilizó la
técnica de BARR.
El informe contendrá datos de la situación del examen, si se lo realizó en cabina
silente, con que marca de audiómetro o impedanciómetro, etc.
En las prestaciones audiológicas, existen por convención de la comunidad
científica, símbolos, gráficos y maneras de documentar los datos. Esto exige asirse a los
mismos cánones y no innovar, pues vulnera la comunicabilidad de los resultados con el
resto del equipo de salud y la pertinencia de los mismos al amparo legal del
profesional actuante.
Un aspecto fundamental de las prestaciones audiológicas, si bien estudian la
audición, la ausencia de respuestas en los estudios no implica ausencia de audición.
Por ejemplo en un estudio audiométrico no se ve la audición del paciente sino
las respuestas audiométricas en el estudio. Esto tiene gran importancia legal.
No se puede presentar con certeza la ausencia o inexistencia de las funciones
de estudio en un individuo.
La prestación es un corte trasversal en el paciente y esto no permite, que se
citen relaciones de causalidad (relación causa ‐ efecto) por ejemplo porque no escucha
bien no habla, porque pueden existir otros factores que colaboren con el no desarrollo
del lenguaje del niño y que el fonoaudiólogo desconozca.
Asesoramiento
En esta etapa de la entrevista, la devolución es fundamental.
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El profesional debe estar capacitado para asesorar en el caso de ser los padres
de un niño al que se le acaba de reconocer como hipoacúsico, a que aún con este
diagnóstico le canten, le hablen y jueguen con él.
Esta interacción ganará riqueza en los vínculos familiares y sociales en general
también en el posterior desarrollo de la habilitación o rehabilitación auditiva.
También se deberá tranquilizar a los padres que no propongan todo el tiempo
ruidos intempestivos, para el que el niño reaccione, porque la evaluación de la
audición debe ser circunscripta al espacio profesional por más que los papás participen
en ella. Pero deben volver cotidiano el mundo sonoro en sus vidas y en las del niño con
hipoacusia.
También se deberá asesorar en la precocidad de conseguir y dónde una
prótesis auditiva, que beneficios tiene si se atiende de una manera o de otra, etc.
Explicar también que el audífono permitirá concientizar al paciente con el mundo
sonoro.
Aquí también será importante mencionar las propuestas de escolaridad que
hay según las características de la familia y del niño con hipoacusia, etc.
Recordemos que el paciente que consulta sólo sabe de su problema y confía en
que nosotros tengamos respuestas más allá de las técnicas para ofrecer. Eso es parte de
nuestra labor. Pero el paciente recibirá el asesoramiento si las anteriores instancias le
permitieron a él confiar en el profesionalismo del fonoaudiólogo.
Derivaciones e Interconsultas
En algunos casos es necesaria una derivación o interconsulta con otro
profesional, para lograr un asesoramiento más completo, que abarque todas las
necesidades de ese paciente.
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Segunda parte
CAPÍTULO 4
FONOAUDIOLOGÍA Y AUDIOLOGÍA
La dimensión audición como objeto de estudio y las prestaciones audiológicas,
son uno de los más evidentes servicios que un profesional de la Fonoaudiología realiza.
Esto es así, quizás, por ser prácticas tangibles, y porque dan vinculaciones fuertes en el
ámbito de la salud entre profesionales, o por involucrar un importante y vital sentido,
como lo es la audición en el desarrollo de un ser humano.
La audición es una dimensión que puede ser abordado de manera parcializada o
reducida y omitir mucho de su complejidad y su incidencia en la calidad de vida de las
personas.
Analizar las prácticas de la audiología y circunscribirlas a la ejecución, registro e
interpretación de pruebas, es hacer un análisis sólo a nivel técnico. Se puede tener la
tecnología más avanzada, los equipos más sofisticados, pero los estudios y la
valoración de la conducta auditiva la realiza el profesional fonoaudiólogo en una
construcción gestáltica, más compleja y acabada que la realización de los estudios
audiológicos. Requiere de conocimientos clínicos otológicos, es decir, de fisiología y
fisiopatología del oído. Demanda conocimientos en procedimientos y técnicas
audiológicos, y finalmente, conocimientos clínicos propios de la audición y sus
conductas, pero sin lugar a dudas, necesita de la clínica fonoaudiológica.
Un paciente que se encuentra dentro de una cabina audiométrica (tenga la edad que
tenga y la patología que padezca), siempre es un paciente con sus sistemas funcionales
activos, funcionando de una manera determinada que influye en las respuestas a los
estudios planteados, incluso a los objetivos.
Siempre que se realizan prestaciones en audiología se debe saber, que si bien
hay estudios clasificados como objetivos y otros como subjetivos, ambos tienen
variables intervinientes que pueden determinar resultados erróneos. En el caso de la
audiología, especialmente la clasificada como subjetiva, se debe saber que en la
prueba audiológica esas variables intervinientes serán elementos o aspectos de cada
componente involucrado en las pruebas, que pueden, y de hecho lo hacen, variar la
fiabilidad de un estudio.
Las variables que intervienen, son tres.
El paciente, la aparatología, y el audiólogo.
• El paciente, está condicionado por sus Dispositivos básicos del
aprendizaje: procesos atencionales, motivación, (su motivo de consulta
explícito e implícito), sensopercepción, habituación (si es la 1º vez o no que se
hace, por ejemplo), su comportamiento en ese instante.
• La aparatología, todos y cada uno de ellos tienen sus
particularidades, que el técnico debe conocer, que pueden suceder en ese
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momento (cable en desajuste, baja de tensión, por ej.), las condiciones
ambientales en la que se está llevando a cabo el procedimiento.
• El audiólogo, que se dispone a realizar sus procedimientos en pleno
conocimiento de los mismos, con su experiencia clínica, con una hipótesis de
trabajo, determinada luego de la entrevista, con su sapiencia general, del
área en la que está y de toda su formación fonoaudiológica.
Ese profesional es el que debe timonear la situación Diagnóstica,
controlando el paciente, monitoreando sus instrumentos, valiéndose de todos
los procedimientos que conoce y que cuenta y que considere oportunos para
lograr el objetivo propuesto.
Algunas de ellas son:
• Un paciente con disposición para realizarse el estudio. Esto implica
una manera de responder, una manera de padecer su patología, una manera
de asumir el estudio de su función auditiva. Pero, sin dudas, lo más
significativo es una conducta auditiva, aun cuando no tenga o haya pérdida
audición.
• Un equipo de trabajo, aparatología, ámbito sonoamortiguado o
silente, calibración, niveles de ruido operante, distorsión, etc. Esto quiere
decir, que a pesar de las sofisticaciones tecnológicas, y las grandes
estructuras previstas para la realización del estudio, existen particularidades
que requieren familiaridad con la aparatología y un grado de desconfianza
siempre hacia las mismas (pueden fallar)
• Técnicas y procedimientos que se indican en la realización de los
estudios. Implica cómo hacer cada estudio, qué secuencia es la más
aconsejable, a cuántos decibeles y en qué frecuencias estimular, etc.
• Conocimientos clínicos. Es fundamental tenerlos, pues son la única
garantía de que un estudio audiológico tendrá valor en la realidad de la salud
de un paciente.
Si el que realiza los estudios es un técnico, sólo podrá manejar aparatos,
secuenciar pruebas, etc. Y eso no es un saber clínico. El clínico audiólogo busca
resultados que respeten coherencia clínica con los procedimientos realizados, con las
distintas respuestas de un estudio y con las otras respuestas a los estudios
audiológicos. Pero también, debe existir coherencia con la clínica otológica y con los
demás estudios realizados por el equipo interdisciplinario.
Los equipos pueden fallar, el paciente colaborar voluntaria o involuntariamente
de manera deficiente, las técnicas pueden modificarse. Pero lo que no debe fallar son
los conocimientos clínicos fonoaudiológicos y audiológicos, que son los elementos
compensadores o verificadores de las posibles fallas que haya.
Existe una tendencia, más o menos clara, en el avance tecnológico que consiste
en automatizar las pruebas o que al profesional le cueste sólo apretar un botón para
realizarlas. Esto ha llevado a reducir la clínica a las técnicas y a los procedimientos de
recolección de datos. Es importante a nuestro criterio, no perder la construcción de
una hipótesis diagnóstica diseñada particularmente a ese paciente, a fin de que la
clínica sea la que guía los procedimientos, y no que los procedimientos determinen los
resultados fuera de las posibilidades clínicas.
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Como experiencia pedagógica se proponía en la Asignatura de Audiología,
resolver acertijos en los procedimientos de medición de la audición, luego de haberlos
aprendido. En cada caso, se ofrecía un diagnóstico hegemónico y no auditivo de quien
debían evaluar. Por ejemplo, un paciente disártrico y cuadripléjico de 20 años, al que
se le debía realizar una audiometría y una logoaudiometría. Lo mismo que en el caso
de un paciente ciego con pérdida de la audición, o un paciente post ACV que como
secuela cursaba un Síndrome afásico, o un adolescente con debilidad mental leve. En
cada caso, los alumnos consultaban a colegas sobre cómo debían resolver esos
acertijos. Para su sorpresa, se encontraban con la respuesta de que no había
bibliografía al respecto. Eso los desalentaba pues ellos buscaban respuestas
bibliográficas no empíricas. El propósito de la actividad era desarrollar el criterio
practico y el sentido común del profesional en formación a la hora de ejecutar el
procedimiento en modo ortodoxo de un estudio descrito en la bibliografía en la misión
de estudiar un paciente no ideal. Como lugar común, muchos alumnos llegaban a la
conclusión de que necesitarían derivar a estudios auditivos objetivos a esos pacientes.
Otros aceptaban el desafío y pretendían reconocer qué procedimientos estaban
impedidos en cada paciente por la patología que éste padecía. De allí saneaban con
puentes o soluciones estratégicas, los obstáculos que imaginaban que tendrían, tales
como ofrecer información visual al paciente que no puede repetir las palabras en el
estudio logoaudiométrico o que el que padece una sordo ceguera responda apretando
la mano del fonoaudiólogo que lo testea, etc.
Esos acertijos capitalizaban la idea de no atarse a los procedimientos sino a los
objetivos de trabajo.
• QUÉ? Necesita investigar de ese paciente,
• QUIÉN es ese paciente,
• DÓNDE se está realizando el estudio,
• CON QUÉ, procedimientos lo está por llevar a cabo,
• PARA QUÉ se está realizando los estudios.
Esto está relacionado con lo siguiente: si estamos en ámbito clínico, clínica
monovalente, polivalente; educacional, legal. Es para detección de niveles de audición,
control, equipamiento, pre quirúrgico? entre otras opciones.
Se debe tener en cuenta que para conocer la audición de un paciente habrá
condiciones que permitirán analizar el sonido o estímulo sonoro como disparador.
Estas condiciones de análisis del estímulo sonoro valen para sonidos, ruidos y
palabras.
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Ellas son:
• Formante del sonido, palabra como señal estímulo. Altura,
intensidad, ritmo y duración.
• Relación de señal‐ ruido, es decir cuan capaz es el sonido elegido de
ser señal para transformarse en estímulo claro de ser percibido.
• Contexto físico o espacio donde se propone la estimulación, es decir
si es un ambiente sonoamortiguado, silente o altamente reverberante.
• La distancia entre la fuente sonora y el receptor auditivo.
• La direccionalidad de la fuente sonora y el receptor auditivo.
• Determinación de la sobrecarga o el despojo del sonido o palabra
señal como única o como parte incluida en una estimulación. Aquí se toma en
cuenta cuando la señal es la palabra si va a ofrecerse lectura labial como
soporte o no.
Como ya se ha mencionado, el abordaje de pacientes requiere en el profesional
una Matriz Mental de Abordaje (estructura mental del profesional) que contemple
distintos aspectos de las prestaciones. La realización de las prestaciones audiológicas
no son una excepción a esta regla, y dentro de esa Matriz hay un espacio para una
rutina básica de procedimientos (en cuanto a la audición) que permitirán confiabilidad
en los mismos. Cada procedimiento está avalado por conocimientos que lo subyacen,
especialmente del tipo fisiológico. Es decir, cada prueba audiológica se realiza
teniendo en cuenta cómo funciona la audición, cómo podemos evaluarla
reconociéndola en otras conductas o funciones y cómo se manifiestan en ella posibles
patologías.
La ejecución de prestaciones audiológicas estará vinculada, también, al ámbito
laboral donde se inserta el profesional, y esto definirá el impacto de su labor sobre el
contexto de trabajo y sobre el equipo interdisciplinario con el cual convive. Entonces,
pueden definirse las prestaciones desde el lugar de especialización que debe tener el
profesional que la practica. Es decir, las prestaciones pueden ser realizadas en una
clínica polivalente de la salud, donde puede, o no, haber un especialista de nariz,
garganta y oído y que, además del abordaje clínico, realice intervenciones quirúrgicas
de oído; o pueden ser realizadas en una clínica monovalente de ORL. Esto modifica el
impacto de la práctica audiológica. Ambas requieren precisión y exactitud en la
definición de umbrales audiométricos, por ejemplo. Pero los procesamientos de los
resultados no serán los mismos para un fonoaudiólogo que sólo realiza estudios
clínicos o laborales de controles periódicos en una empresa, que si esos estudios son el
eje de valoraciones pre y post quirúrgicas en cirugías de oído, por ejemplo. Si bien los
estudios son los mismos, las precisiones que requieren son vitales y diferenciadas para
el aporte y el impacto que lleva consigo el estudio de la audición en el equipo de
trabajo interdisciplinario. La definición de un cierre de gap o disminución de 5
decibeles de gap post estapedectomía revela el éxito o no de una cirugía indicada para
un paciente con otoesclerosis que requiere clara definición audiométrica del mismo.
Para el otorrinolaringólogo es vital, a fin de decidir los pasos a seguir con su propuesta
médica. Pero los estudios, además de completos, deben ser confiables, y eso se logra
con coherencia clínica intraestudio e ínter estudio audiológico. Existe otra coherencia
que es con la clínica general y el estado de salud general del paciente. Esa coherencia
es con la clínica interdisciplinaria y general de los demás estudios del equipo médico y
técnico que aborda el paciente.
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La audiología también es diferente según las instancias en el proceso de salud
que se le practica al paciente. Entonces podemos hablar de distintos tipos de
audiología según los tiempos de atención. Habrá procedimientos que pueden incluirse
en una instancia y no en otra, y eso estará relacionado a si el paciente está
consultando sobre su audición, si debemos conocer cómo escucha, qué escucha, o si
debemos dar solución a un problema de la audición que ya está definido. Por eso
hablamos de un tiempo de atención en la prevención y el cuidado de la audición, otro
de asistencia y otro de rehabilitación o terapéutica de los problemas ya manifestados.
Audiología Preventiva, Asistencial Y Rehabilitadora
Audiología preventiva
Es un tiempo de difundir, promocionar y prevenir dificultades auditivas en
pacientes en general (muestras universales) o en pacientes en riesgo (muestras
intencionales). Aquí, la prestación se realiza a pacientes que no padecen aún
problemas auditivos (ya sea por su exposición a ruidos intensos o por su historial
clínico de salud). Estos individuos pueden ser vulnerables otológicamente o
auditivamente (ya sea por su constitución o por los tratamientos practicados para
otras enfermedades de las que el paciente fue objeto).
Se realizan tareas de despistaje o screening a pacientes individuales o de
manera grupal, para prevenir o para detectar precozmente ‐según las respuestas‐ la
vulnerabilidad o aparición de patologías que afecten la audición.
Las prestaciones audiológicas pueden ser parte de programas preventivos de
otras afecciones o que tengan vinculación estricta con lo auditivo. Pueden involucrar a
poblaciones con una visión epidemiológica propia, de campañas de salud pública o a
grupos poblacionales definidos y circunscriptos como parte de prestaciones de salud
privada o de aseguradora de riesgo laboral, por ejemplo.
Pueden ser los beneficiarios, individuos de determinado perfil etario o de
indiscriminado perfil, y masivos que involucren a la salud en general. Por ejemplo:
• Beneficiario con perfil etario y perfil de salud específico:
¾ Neonatos de alto riesgo, con menos de 35 semanas de
gestación, con bajo peso al nacer, entre otros.
¾ Todos los neonatos. Rutina de screening auditivo.
(Ley nacional Argentina Nº24.515)
Personas que se están por someter o reciben tratamientos con drogas
ototóxicas,
• Beneficiario con perfil etario y perfil de salud inespecífico:
¾ Todos los recién nacidos.
¾ Niños en edad pre‐ escolar, y escolar.
¾ Aspirantes a las fuerzas de seguridad.
¾ Ingresantes a medios laborales de tipo industrial,
transporte, telefonía, u otros.
Todas tienden a prevenir la aparición de patologías auditivas o la detección
precoz de las mismas. Pueden estar apoyadas con campañas de información o charlas
de concientización que tiendan a proteger y cuidar la salud auditiva.
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Audiología asistencial
La prestación audiológica se da en pacientes en quienes se presume el
padecimiento de una disminución auditiva con etiología de cualquier índole y
etiologías que son de naturaleza clínica por excelencia, y aquí el complemento, además
del estudio en sí, involucra un ensamble adecuado del equipo interdisciplinario, una
devolución y un asesoramiento post estudio auditivo por parte del fonoaudiólogo.
Casi tan importante como realizar los estudios audiológicos, es la devolución de
los resultados al paciente. En muchos equipos de trabajo interdisciplinarios, los
resultados de los estudios audiológicos son otorgados por los médicos que los
indicaron. Pero si el fonoaudiólogo no forma parte de un equipo determinado o el
paciente lo solicita, es su deber explicar los alcances y los resultados de los estudios.
Incluso, para que el paciente regrese posteriormente a la consulta con el mismo
médico que lo ha derivado.
Esto es parte del gestionar en el paciente. No sólo de atenderlo, sino también
de asesorarlo, orientarlo y darle información, más allá del estudio, acerca de cómo
proceder (ya sea con los resultados audiológicos, o con su audición).
Al ser un estudio clínico transversal (pues ocurre en un momento de la vida del
paciente), revela la búsqueda de los alcances y magnitud del problema auditivo, y
determina un mapa audiológico, que va encadenando un esquema de investigación,
que contempla:
• Una rutina básica de procedimientos (parte de la Matriz Mental de
abordaje profesional)
• Reconocer los datos que arroja cada procedimiento audiológico y la
coincidencia de la hipótesis de trabajo
• Coherencia intraestudio (en la misma prueba audiológica) de los
aspectos clínicos y fisiológicos del paciente y de su audición.
• Coherencia interestudios (entre las distintas pruebas audiológicas
entre sí) y que conforman el mapa audiológico transversal del paciente.
• Reconocimiento de los resultados.
El proceso lógico‐clínico, irá desde la realización de una audiometría (búsqueda
de umbrales tonales y por ende pérdida auditiva y tipo de hipoacusia), hasta realizar
una logoaudiometría o audiometría vocal donde se pueda cotejar el impacto social que
la pérdida le ocasiona al paciente, y luego hacer pruebas supraliminares (como
estudios de fatiga o reclutamiento, según corresponda). También se puede llegar a la
realización de estudios impedanciométricos.
Todo esto, si bien es un corte transversal, puede hacerse en varias sesiones que
registren y corroboren los datos y resultados encontrados.
Ahora bien, ¿Quién dice o indica qué estudios se deben hacer en cada caso?
Existen criterios de administración y realización de los estudios que se sobre imponen
desde lo clínico, desde el ámbito de salud y desde lo legal. Este análisis debe ser el
vector de la rutina básica audiológica en el quehacer fonoaudiólogo.
En la actividad asistencial del ámbito de la salud, habrá indicaciones que otro
profesional (en general el médico) hará acerca de qué estudios auditivos debe
realizarse un paciente para lograr, por ejemplo, reconocer un diagnóstico definitivo.
Las indicaciones están ajustadas a distintas cuestiones, como por ejemplo, la
profundidad que ha evaluado el médico que solicita los estudios al paciente, los
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estudios que finalmente autorizan la obra social que ese paciente tiene, la descripción de
síntomas que el paciente hizo al médico y que deriva a estudios audiológicos. Esto es común
en las prestaciones de salud en el ámbito privado. Es decir, las indicaciones de las pruebas a
realizar pueden no reflejar (por distintas cuestiones) la complejidad de la problemática de
la audición del paciente.
Es entonces cuando el criterio debe primar por encima de las indicaciones. No
es correcto realizar menos estudios de los indicados. Pero es oportuno realizar más
estudios si los solicitados no completan la coherencia clínica y la problemática del
paciente. El fonoaudiólogo debe completar, antes de entregar los resultados, la
coherencia clínica, así como la verificación de los procedimientos realizados y en
resguardo a la actividad profesional. Pueden no figurar los estudios que no se
realizaron, ni solicitaron o indicaron por el médico tratante. Esto puede ser informado
al paciente, es decir: “Le voy a realizar un estudio que el médico no le solicitó para
comprobar lo que estos otros exámenes arrojaron como resultado”.
No obstante, es fundamental este tipo de criterio para un fonoaudiólogo con
poca experiencia o con pocas vinculaciones o pertenencias a un equipo de trabajo
interdisciplinario que lo contenga. Le garantiza cierta protección legal de su praxis
profesional.
El profesional fonoaudiólogo administrará, con criterio y pericia, una ejecución
clínica en un trazado del perfil auditivo. La administración de pruebas audiológicas
tiene una coherencia de economía de recursos e intervención progresiva que está
pautada desde el ámbito de la salud. Como en la pesquisa de procesos rinosinusales,
un médico solicita una radiografía con incidencia de senos paranasales, y no una
tomografía para dar un diagnóstico de sinusitis (en audiología la administración
también prevé la economía de recursos y acciones). También, esta progresiva
implementación de pruebas, implica una valoración en la comunidad de profesionales
de la salud de las pruebas confiables que dan información fidedigna, que no se
relacionan a si son pruebas de gran tecnología ni objetividad. La progresión implica
desde procedimientos rudimentarios subjetivos, hasta la última tecnología disponible
en el mercado de la salud.
Podríamos ejemplificar con la siguiente secuencia:
• Maniobras de despistaje auditivo: si bien se las asocia a maniobras
útiles en bebés y niños pequeños, pueden implementarse en fonoaudiólogos
que con destrezas cuenten con rutinas de medición de la audición y que
cuenten con el uso de decibelímetro para medir los estímulos que se le
presentan al paciente, que en muchos casos son juguetes sonoros. También,
podemos incluir la logometría como prueba de presentación de palabras que
el paciente debe repetir (25 palabras balanceadas fonéticamente e incluidas
en la lista de palabras de la logoaudiometría) registrando la presentación de
las mismas sin ofrecer y proponiendo una lectura labial al paciente (a un
metro, un metro y medio de distancia y dos metros). Aquí también se varía la
presentación en cuanto a la situación de examen, es decir, en ambientes
ruidosos y silenciosos. Este último dato es útil para pacientes con
padecimientos no sólo de audición, en cuanto a la intensidad de la
estimulación, sino también en cuanto a la distorsión de la discriminación que
afecta el hándicap social del individuo.
• Audiometría.
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• Logoaudiometría.
• Impedanciometría.
• Pruebas supraliminares y complementarias: aquí se incluyen el test
de SISI, Luscher, Watson y Tolan, Acufenometría, Tone Decay, Carthart
logoaudiométrico, Lombart, entre otras.
Al llegar aquí, si la hipoacusia fue diagnosticada, se procede a un escalón en
complejidad creciente en la envergadura de estudios que se describen a continuación:
• Potenciales evocados auditivos.
• Otoemisiones acústicas.
• La administración expresada arriba es estándar, pero puede variar
con la edad del paciente.
Un concepto importante a tener en cuenta:
Ningún estudio audiológico de los mencionados impera en el otorgamiento del
diagnóstico de manera hegemónica acerca de la audición de un paciente. Prevalecen
en la consideración de los médicos y fonoaudiólogos, algunas certezas de algunos
estudios por encima de otros, como el despistaje en bebés y en el estudio
audiométrico, por encima de procesos como los potenciales evocados, a pesar de que
los primeros sean subjetivos y los segundos objetivos.
Todo lleva a conformar un mapa audiológico del paciente que es como una
fragmentación y una esquematización de su audición. Como es un mapa no debemos
perder de vista que no hace más que representar el territorio, y que debemos
completarlo con una mirada clínica integradora y superadora de los resultados de cada
uno de los estudios. Y por último, se debe integrarla a una persona que padece una
dificultad auditiva en una constelación familiar. Lo que prima es el diseño artesanal en
la pesquisa para descubrir un problema auditivo en un paciente como proceso de
conocimiento en sí, más que como resultados de estudios.
Los audiólogos especializados reconocen que, luego de haber realizado un
estudio a un paciente, en general cuentan con más información que la que revela el
audiograma: ademanes, comodidad y colaboración del paciente con el testeo, tipos de
respuestas, comprensión de consigna, etc. Por lo general, no se consignan en los
gráficos, sino en las observaciones.
Recordemos que evaluamos y valoramos el déficit, y no el remanente, ya que
los estudios son los que van a revelarlo. Debemos presumirlo antes por las conductas.
Es una de las prácticas fonoaudiológicas en las que se aborda el déficit con el déficit y
no con conducta compensatorias.
Es decir: a igual pérdida auditiva, distinta conducta de los pacientes. Incluso,
teniendo un paciente con dos realidades auditivas similares en cada oído, puede tener
conductas diferentes, como creer que uno de los oídos está mejor o que le es más útil,
por ejemplo, hablar por teléfono con uno más que con el otro, y quizás el audiograma
revele la misma hipoacusia. Es por ello que debemos ser clínicos por excelencia.
Como sugerencia se proponen a continuación algunos indicadores que ayudan
a ver los mismos.
Uno de los aspectos determinantes es si el problema de la audición encontrado
en los estudios, tiene un registro en el paciente o en su familia, si es coherente. Esto se
extrae de expresiones del mismo paciente si es capaz de hacerlo por su edad y
condición intelectual y si la familia es la que interpreta las actitudes y conductas en el
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caso de un niño. Por ejemplo, si el paciente desconoce o niega su problema auditivo, a
pesar de padecerlo, usará expresiones que responsabilicen de sus dificultades al
entorno o a los demás, pero nunca serán por cuestiones propias. Usará expresiones
como:
“…mi hijo me habla entre dientes y él dice después que no escucho…”
“…. Yo no escucho cuando hay mucho bullicio en mi casa, porque gritan mis
nietos…”
En el caso de los niños, a menudo se argumenta al déficit desde la atención
sobre las situaciones cotidianas o a través de justificaciones, por ejemplo:
“…él escucha lo que quiere y cuando quiere…”, sino “es como distraído.”
“…el pediatra dice que no escucha pero yo no lo creo…”
“….es tranquilo, habla poco porque es varón y como no va al jardín maternal, es
así,… no porque no escuche.”
Estos indicadores son útiles para poder accionar con el grado de aceptación del
problema auditivo del paciente y de su familia, y debe ser tenido en cuenta a la hora
de devolver los hallazgos de los estudios. Esto quizás determina la posibilidad de poder
hacer la Audiología rehabilitadora.
Esta permeabilidad del paciente influye directamente en la aceptación de su
patología y en la posibilidad de resistir sugerencias que lo superen.
Otro aspecto importante en el análisis de los estudios es reconocer en cada
estudio algunos elementos de correlación y conclusión de los mismos, a saber:
• El tipo de Hipoacusia que muestran los estudios. Las coherencias
intra e inter‐estudios y los alcances de las mismas. El grado de afección (leve,
moderada, severa o profunda). Lugar probable de sede de la afección que
provoca el problema auditivo en relación a la interrupción en el
procesamiento de la información de esta aferencia sensorial y su impacto en
las zonas subsiguientes del procesamiento. En esto es menester entender
como es la caída de la audición, si se da comprometiendo funciones que se
correlacionan con los sonidos del lenguaje o más en sectores periféricos de la
mencionada zona.
• El momento en el que aparece la hipoacusia, es vital reconocer si se
da cuando perciben la dificultad que ocasiona (en el caso de un niño que su
lenguaje no evoluciona de manera idéntica a la de un niño de su edad) o si
existen indicios anteriores no tenidos en cuenta, (alguna maniobra en el
momento del parto, alguna enfermedad del embarazo etc.)
Es fundamental en este tipo de Audiología operar con controles y seguimiento
de la audición, tanto con estudios subjetivos como objetivos.
Audiología rehabilitadora
Es la prestación post‐ asistencial que se da al paciente que tiene un déficit de
audición (hipoacusia) y que aun con tratamiento médico el déficit invalida o limita su
participación social. Es por ello que la meta en esta instancia es acortar o incluso
anular el tiempo de exposición a la privación sensorial luego de detectada la
hipoacusia. Esto es vital en el caso de los niños, pues acciones precoces pueden
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solventar los desfasajes que provoca la afección sobre las adquisiciones evolutivas que
debe operar en su vida. Se reconoce como período crítico a los dos primeros años de
vida.
En pacientes adultos podemos citar hipoacusias mixtas o conductivas como las
causadas por otoesclerosis, en donde el médico luego de haber realizado una
intervención quirúrgica, como la estapedectomía, persiste el déficit y debe ayudársele
con audioprótesis al paciente.
También es el caso de hipoacusias senso‐perceptivas o mixtas que ocurren en
cualquier momento de la vida del individuo. Aquí la prestación más común es la
selección de audioprótesis o audífonos.
El proceso de selección, en general, comienza con dos momentos
fundamentales dentro del sistema de salud:
Si estos hechos convergen, la selección antes de iniciada (más allá del audífono
elegido) será un éxito, pues las partes involucradas en la solución son coincidentes. El
proceso de selección de audífonos, propiamente dicho, tiene (por el desarrollo
tecnológico) muchas variantes que vienen de la mano de nuevas modalidades de
determinación en un audífono de la ganancia necesaria, de la potencia indicada y de
los métodos de prescripción usados, etc.
En el proceso de adaptación de audioprótesis debe ser teniendo en cuenta la
progresiva habituación a la nueva realidad auditiva y sus rutinas de adaptación para
ver televisión, contemplar aparatos de TV, con efecto envolventes.
También habrá prestaciones de audiología en rehabilitación en pacientes
candidatos a implante coclear, que luego del mismo requerirán rehabilitación y
habilitación auditiva como por ejemplo terapia audioverbal.
Audiología clínica
La realización de prestaciones audiológicas debe completar un mapa de la
función auditiva del paciente expresada en conductas, es decir, lo que hace con lo que
oye o con lo que no oye, y también lo que no hace con lo que oye y con lo que no oye.
Esta serie de procedimientos (que son las pruebas audiológicas) deben llevar a un
registro en plantillas diseñadas (audiogramas, logoaudiogramas, etc.) y siguiendo
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Audiología laboral
Es la prestación que se realiza en clínicas o servicios de medicina laboral o
aseguradoras de riesgo de trabajo. Aquí, el estado de salud del examinado no es el que
determina las acciones. El sistema de atención incluye, en general, controles de rutina
que los encomiendan empresas o particulares y que, dentro de la oferta de servicio o
de prestaciones (también hay prestaciones radiológicas, clínicas, oftalmológicas,
traumatológicas, etc.) están las audiológicas.
Aquí, el paciente es un empleado de una empresa que contrata los servicios y las
prestaciones o un particular que requiere el estudio auditivo para tramitaciones legales o
laborales:
• El estudio tiene por objeto determinar el estado de la función
auditiva.
• Los alcances están determinados por la ley de riesgos de trabajo.
• No siempre están relacionados con empleados o particulares que
estuvieron expuestos a ámbitos de trabajo con ruido intenso y con
connotaciones nocivas para la salud auditiva del individuo.
• La prestación audiológica puede involucrar, además del estudio en sí
mismo, el cálculo de la incapacidad laboral, en caso de un déficit auditivo, y
su repercusión en la total obrera, es decir, en el valor del operario para la
empresa o del particular.
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• La ley de trabajo vigente en cada país y en cada momento
determina los valores y los procedimientos necesarios, además de las
rutinas y controles, que exige a las empresas y empleadores para
protección de sus empleados.
• Beneficia a los empleados y a los empleadores.
Si bien se ha reducido, en muchas ocasiones, la práctica de la audiología a un
hecho meramente técnico, es decir, desprovisto de clínica, es desacertado realizar la
práctica sin la visión clínica audiológica. El individuo no siempre es un normo oyente,
no siempre colabora y no siempre está bien predispuesto a la realización del estudio
auditivo, ya sea para simular un déficit o disimularlo, y esto requiere un entrenamiento
y una visión clínica alerta que posibilite ver la audición como función, pero también
como conducta.
Además, muchos pacientes con hipoacusias están en el mercado laboral activo
y se les realiza los controles periódicos en el lugar en los que están contratados. Los
controles, que por lo general, realiza una empresa o empleador .
Si bien la audiología es una de las prestaciones más reconocidas y difundidas en
medicina laboral, no es la única prestación. Pero aún, las demás dimensiones de
estudio fonoaudiológico no han cobrado el valor que implica el impacto de la audición.
Es de suponer que el desarrollo de los call center y el uso de la voz como medio
o herramienta de trabajo, llevará sin duda a las valoraciones de la voz, a medirla y
controlarla como hoy se controla la audición. Esto puede manifestarse en rutinas de
controles periódicos, peritajes etc.
Los alcances de la prestación en el ámbito de la salud y de su inserción laboral,
como así también, de las relaciones interdisciplinarias, están dados por el avance
científico, la globalización de hábitos de trabajos que afectan la calidad de vida de los
trabajadores y de cuestiones ergonómicas de los espacios de trabajo. Esto, en países
en vías de desarrollo es muy evidente, pues luego de haber empezado a producir con
cierto éxito se ve el impacto productivo en la salud resentida de los trabajadores
involucrados. Es así que mientras las condiciones de trabajo de cualquier operario o
empleado no contemplen la higiene y seguridad con la misma jerarquía que su
productividad, será necesaria la intervención de profesionales de la salud que midan y
verifiquen el deterioro de la misma en cualquier aspecto de ella.
Para ello, es menester utilizar recursos tecnológicos actualizados y óptimas
condiciones de trabajo, pues allí operan no sólo aspectos de salud, sino también
derechos y obligaciones de las partes involucradas por lo que los procedimientos
deben tener amparo en lo legal.
Audiología práctica
Existen acuerdos en el mundo de las ciencias, que permiten comparar y
entendernos más allá de las palabras. Pero muchas veces necesitamos símbolos que
representen hechos. La audiología no es una excepción para el registro de las
respuestas que se obtienen del paciente o de las maniobras que realiza el
fonoaudiólogo durante el estudio, o de las condiciones del mismo: existen símbolos
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que permiten la comunicación entre profesionales. Como por ejemplo el uso de un
rectángulo como símbolo de la audiometría realizada en campo libre.
Los símbolos son bien interpretados por los médicos otólogos, pero muchas
veces, profesionales de otras especialidades los desconocen. A pesar de ello, su uso es
conveniente y fundamental con fines legales, incluso de protección al fonoaudiólogo
que realizó el estudio.
Para neófitos se sugiere adjuntar un informe descriptivo y no interpretativo de
los datos del examen realizado. La descripción sólo cuenta lo registrado, mientras que
la interpretación lleva implícita una explicación con el verbo en potencial (…usando por
ejemplo la expresión “esto sería porque….”) de lo que pudiera estar ocurriendo y que
argumenta los resultados encontrados.
Como quienes derivan y leen los exámenes son especialistas de oído, se sugiere
mantener acuerdos generales para que los registros no sean confusos para otros
examinadores y lleven a conclusiones equívocas.
Se sugiere mantener el uso de símbolos predeterminados y estandarizados con
los colores estipulados para tal fin. En general, para facilitar la lectura, es conveniente
usar dos audiogramas y dos logoaudiogramas, donde se grafiquen los hallazgos del
oído derecho sobre el audiograma izquierdo, y para el oído izquierdo sobre el gráfico
derecho.
Si bien otras pruebas tienen sus gráficos individuales, para el
otorrinolaringólogo, es útil también que el audiograma contenga la información acerca
de:
• Maniobras de ensordecimiento realizadas. Si hubo que
hacerla sólo en algunas frecuencias o en todas, y en cuántos valores
en decibeles se realizaron (mencionando el rango en que se ha
ensordecido indicando intensidad mayor y menor del mismo). Se
puede aclarar la técnica de ensordecimiento, como así también si las
maniobras se hicieron sobre la vía área u ósea, consignándolo en el
audiograma del oído ensordecido (si sólo se hubiera ensordecido un
oído)
• Test de reclutamiento como el SISI o el Luscher deben ser
consignados bajo el audiograma en sus frecuencias correspondientes y los
resultados encontrados. El test de Fowler o de equiparación de intensidades
en el oído peor teniendo en cuenta las intensidades medidas y sus resultados.
También se pueden registrar los resultados de pruebas como el Watson y
Tolan evidenciando el campo auditivo del paciente.
• En el logoaudiograma, consignar también las respuestas de la
logometría en caso de selección de audífonos, o el Carthart
logoaudiométrico. También se debe consignar los niveles de ensordecimiento
operados en el estudio. En el caso de logometría, también bajo el
logoaudiograma, se pueden detallar las distancias en que los porcentajes de
las respuestas se dieron, y si hubo prueba de selección de audioprótesis con
ruido ambiente o no.
A continuación, repasamos símbolos que se usan en audiología y con los que es
conveniente estar familiarizado.
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ox
Monigote de Fowler
Rutina audiológica básica
La rutina audiológica garantizará previsibilidad y economía en el proceder
profesional. Cada profesional la diseñará de acuerdo a su matriz mental de abordaje y
a la situación de examen que pueda ofrecerle a sus pacientes. Es oportuno tener una
rutina, pues otorga tranquilidad y aleja el azar de las acciones profesionales.
Debemos observar que el profesional, para implementar una rutina (como la
que a continuación se propone), tiene un paradigma desde el cual mira su accionar.
El paradigma está integrado por:
• Conocimientos.
• Procedimientos: serán las pruebas auditivas que se hagan en la
rutina, que arrojarán hechos (datos) y resultados (agrupación de los datos)
con coherencia clínica.
Un hecho o dato será el valor que se obtiene en el umbral auditivo en la
frecuencia 4000Hz. para la vía área de un oído, mientras que un resultado será el
trazado de ambos umbrales liminares auditivos en la audiometría.
• Interpretaciones: habrá interpretaciones ligadas al factor tiempo de
ejecución y registro de estudios audiológicos, y otras en relación con la
complejidad del universo auditivo a lo fonoaudiológico y a la salud en
general.
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¿Qué sentido tiene una rutina si hay que modificarla por las distintas
variables involucradas en el estudio?
El sentido radica en la garantía de procedimientos higiénicos científica y
profesionalmente, que pueden comunicarse y demostrarse por el tipo de registro que
el profesional hace de esas modificaciones.
Se propone que se mida la conducta auditiva, más que la función auditiva, es
decir que, al estimular, se toma el registro de lo que oye y cómo lo hace a través de
otras funciones y procesos cognitivos que involucran otras estructuras cerebrales. Lo
fundamental es que, si bien algunas de las prestaciones audiológicas logran hacer una
ubicación topográfica de lo que ocurre en el oído de una persona, en la audición se
debe saber que oír es un proceso que involucra más que el oído como órgano receptor
periférico.
Para garantizar que una rutina sea eficiente y eficaz en sus propósitos, se debe
reconocer que la prestación es una instancia de conocimiento y que para llevarla a
cabo es preciso tener un protocolo o rutina que garantice un proceso reproducible y
que abarque la conducta auditiva en su conjunto.
Para ello se sugiere tener en cuenta las siguientes consideraciones, que ya
fueron mencionadas:
• Comenzar por el oído es mejor que por el registro de la vía área. La
opción más ortodoxa es realizar primero el registro de todas las frecuencias
comenzando por 1000 Hz, siguiendo por las altas frecuencias, y luego testear
las frecuencias bajas de un oído y luego del otro.
• Maniobras de ensordecimiento para las frecuencias en donde, las
distancias o diferencias en db. para cada oído en esas frecuencias, supera los
40 db., si fuera necesario
• Luego un Weber, a fin de determinar la mejor conducción ósea que
nos llevará a elegir cuál es el oído con el que se comenzará a testear la vía
ósea.
El testeo de la vía ósea comenzará por la mejor vía ósea mejor, y luego por la
peor. Al trazarlas, será oportuno analizar:
• Si el trazado crea distancias de más de 10 db. que determinan un
gap o componente conductivo y si eso tiene relación con la clínica de
paciente según datos de anamnesis.
• Si el registro de las óseas arroja resultados por debajo de las aéreas,
debe re testearse todo el estudio, pues no hay coherencia fisiológica ni clínica
que avale esos resultados.
• Si al trazar las del segundo oído pueden ser umbrales de via ósea
“sombras”, es decir, que registremos las respuestas de un oído por otro ‐
recordemos que la translocación del sonido por vía ósea, a veces, no requiere
diferencias significativas como en el registro de las vías aéreas.
Al completar el estudio audiométrico, ya se cuenta con una conclusión
preliminar:
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Existen 5 resultados posibles de obtener en un estudio de estas características
que guiarán la secuencia de estudios a seguir.
Ellos son, recordemos que se analizan cada oído por separado:
• Audición normal: será cuando los umbrales liminares se encuentren
dentro de los 15 dB., donde la vía aérea y vía ósea tengan una coincidencia o
una distancia no mayor de 10 dB para cada frecuencia. Diagnóstico
compatible con normoacusia.
• Audición con componente conductivo: será cuando los umbrales
liminares se encuentren dentro de los 15 dB. de la vía ósea, existiendo en la
vía aérea una divergencia o una distancia mayor de 10 dB para alguna o todas
las frecuencias. Diagnóstico compatible con hipoacusia conductiva.
• Audición con componente neurosensorial: será cuando los umbrales
liminares se encuentren por debajo de los 10 o 15 dB, registrados en la vía
ósea, existiendo en la vía aérea una coincidencia o acompañamiento a una
distancia menor de 10 dB para alguna o todas las frecuencias. Diagnóstico
compatible con hipoacusia neurosensorial o perceptiva.
• Audición con componente mixto: será cuando los umbrales liminares
se encuentren por debajo de los 10 o 15 dB, registrados en la vía ósea,
existiendo en la vía aérea una coincidencia o acompañamiento a una
distancia mayor a de 10 dB para alguna o todas las frecuencias. Presentará el
trazado componente conductivo y neurosensorial a la vez. Diagnóstico
compatible con hipoacusia mixta.
• Cofosis o anacusia: será el registro de ausencia de respuestas a los
niveles máximos de rendimiento en decibeles para cada frecuencia, tanto en
la vía aérea, como en la vía ósea, del audiómetro utilizado en la prueba.
Siguiendo con la rutina, se puede proceder a realizar el estudio
logoaudiométrico. Luego se puede proseguir con el estudio impedanciométrico.
Según los resultados de los estudios precedentes (audiometría,
logoaudiometría e impedanciometría), se puede proceder, por ejemplo a:
• Si en esta instancia se detecta un diagnóstico preliminar coincidente de
hipoacusia conductiva y no se solicitan más exámenes, la rutina puede terminar
aquí.
• Si en esta instancia se detecta un diagnóstico preliminar coincidente
de hipoacusia neurosensorial o mixta uni o bilateral, a pesar que no se
solicitan más exámenes, la rutina puede implementar exámenes que
completen la verificación de reclutamiento que puede haber mostrado la
logoaudiometría en las máximas intensidades y en los valores del reflejo
estapedial.
• Si el resultado se vincula con una hipoacusia neurosensorial
unilateral sin causa aparente, se sugiere completar la rutina con exámenes
complementarios de fatiga o adaptación.
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Cómo realizar un informe de los resultados de los estudios auditivos, por
ejemplo, una audiometría
Es pertinente desarrollar acuerdos y estandarizar las palabras y los modos de
descripción de las curvas audiométricas. Esto permitirá realizar informes para otros
especialistas del ámbito de la salud, educación o legal que reciban descripciones.
Una modalidad, sería acordar cuáles son los puntos de referencias para hacer
las descripciones de las curvas.
Por ejemplo:
Primero se describirá el descenso de los decibeles en relación con cero o al
máximo rango, de acuerdo intencional aceptable para la normalidad de la audición.
Luego, se efectuará una descripción de izquierda a derecha del
comportamiento de las frecuencias con indicaciones del comportamiento en la gráfica
de la vía aérea y su relación con la vía ósea.
Se podrán calificar con adjetivos del tipo leve, moderado y severa, en relación a
las curvas de referencia internacional en cuanto a las hipoacusias.
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Otra adjetivación pertinente será si las caídas son abruptas, progresivas en
relación a la lectura de las frecuencias desde la 125 Hz hacia la 8000 Hz. También se
sugiere denominar y calificar la presencia de un escotoma circunscrito en una zona
frecuencial que luego puede o no recuperarse.
La audiología entonces, es una prestación fonoaudiológica que vincula
competencias específicas, que integran aspectos científicos y una gestión sensible y
actitudinal pertinente para reconocer, cuánto y cómo escucha el paciente, y luego con
esas respuestas dimensionar una respuesta terapéutica eficaz para cada caso. Es por
ello, que está lejos de ser una prestación simplemente técnica, requiere destrezas
clínicas e integradoras de la audición con las otras dimensiones de estudio disciplinar.