Anda Usted Con Dios N°149

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¿ANDA USTED CON DIOS?

w98 15/11 págs. 10-15 Los primeros pasos en nuestro andar con Dios

(1)TRAS haber sufrido en prisión durante años, recibió la orden de comparecer ante el
soberano del país. Entonces los acontecimientos se precipitaron. El cautivo se encontró de
repente al servicio del monarca más poderoso del mundo de aquellos tiempos. Se le
confirió un puesto de enorme responsabilidad y extraordinario honor. José, cuyos pies
habían estado sujetos con grilletes, andaba entonces con un rey (Génesis 41:14, 39-43;
Salmo 105:17, 18).
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Hoy día, los seres humanos tenemos la oportunidad de entrar en el servicio de alguien
mucho mayor que el Faraón de Egipto. El Ser Supremo del universo nos invita a ANDAR
CON EL Y servirle. ¡Qué imponente privilegio es hacerlo y forjar una estrecha relación con
Jehová, el Dios Todopoderoso! En las Escrituras se relaciona a Dios con el poder
majestuoso y el esplendor, así como con la serenidad, la belleza y la agradabilidad
(Ezequiel 1:26-28; Revelación [Apocalipsis] 4:1-3). El amor se evidencia en todas sus
relaciones (1 Juan 4:8). Nunca miente (Números 23:19), y jamás decepciona a quienes le
son leales (Salmo 18:25). Al sujetarnos a sus justos requisitos, disfrutamos de una vida
feliz y con sentido ahora, y tenemos la esperanza de la vida eterna (Juan 17:3). Ningún
mandatario humano ofrece nada remotamente parecido a tales bendiciones y privilegios.
Es esencial el conocimiento exacto
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Lo primero que debemos hacer para andar con Jehová es conocerlo.
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Aunque no pagamos para recibir la verdad bíblica, esta tiene mucho valor. Por el estudio de la
Palabra de Dios aprendemos de él: su nombre, su personalidad, su propósito y su relación con los seres
humanos. También descubrimos las liberadoras respuestas a las preguntas fundamentales de la vida:
¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué permite Dios el sufrimiento? ¿Qué nos reserva el futuro? ¿Por qué
envejecemos y morimos? ¿Hay vida después de la muerte? Aprendemos asimismo cuál es la voluntad de
Dios para nosotros, es decir, cómo debemos andar para agradarle plenamente. Nos damos cuenta de que
sus requisitos son razonables y que son una extraordinaria bendición para nosotros cuando vivimos de
acuerdo con ellos. Sin la enseñanza de Dios nunca entenderíamos todo esto.
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La verdad bíblica es poderosa y nos motiva a hacer cambios en la vida (Hebreos 4:12). Antes de
conocer las Escrituras, solo podíamos andar “conforme al sistema de cosas de este mundo” (Efesios 2:2).
Pero el conocimiento exacto de la Palabra de Dios nos marca un rumbo distinto para que “[andemos] de
una manera digna de Jehová a fin de que le [agrademos] plenamente” (Colosenses 1:10). Es un gozo
dar los primeros pasos en nuestro andar con Jehová, la Persona más magnífica de todo el
universo (Lucas 11:28).
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Los pasos de los niños son vacilantes cuando están aprendiendo a andar. ¿Cómo
aprenden a hacerlo con confianza? La única manera es con práctica y perseverancia.
Pues bien, quienes andan con Jehová se esfuerzan por hacerlo con pasos confiados y
seguros, lo cual también exige tiempo y perseverancia. Pablo señaló la importancia de esa
perseverancia al andar con Dios cuando escribió: “Finalmente, hermanos, les solicitamos y
exhortamos por el Señor Jesús, tal como ustedes recibieron de nosotros la instrucción
acerca de cómo deben andar y agradar a Dios, tal como de hecho están andando: que
sigan haciéndolo más plenamente” (1 Tesalonicenses 4:1).

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it-1 págs. 759-761 Efesios, Carta a los

(2)Consejo en cuanto al materialismo. Por ejemplo, Éfeso era conocida como una ciudad muy rica,
por lo que sus habitantes considerarían las riquezas mundanas como lo más importante.
Contra la inmoralidad. Éfeso también era una ciudad famosa por su libertinaje, conducta relajada y
total inmoralidad.
Contra la práctica del demonismo. Éfeso era el centro de todo tipo de demonismo. Se conocía la
ciudad en todo el mundo por sus muchas formas de magia. Debido a esta singular actividad demoníaca
en Éfeso, y sin duda para contrarrestar la influencia de la magia y la hechicería y para ayudar a los efesios
de corazón recto a librarse de las prácticas demoníacas, Pablo realizó milagros mediante el espíritu de
Dios, como expulsar espíritus inicuos. (Hch 19:11, 12.)
w98 15/7 págs. 29-31 ¿Tiene usted “un corazón obediente”?

(3)La Biblia abunda en ejemplos de personas que tuvieron un corazón obediente. Por ejemplo,
Jehová le dijo a Noé que construyera una enorme arca para la conservación de la vida. Fue una tarea
colosal que duró unos cuarenta o cincuenta años. Aun con todas las herramientas modernas y demás
instrumentos que ahora existen, la construcción de una estructura flotante tan grande como aquella
constituiría una proeza de ingeniería. Además, Noé tuvo que advertir a personas que se burlaron de él y
lo ridiculizaron. Sin embargo, fue obediente hasta en el más mínimo detalle. La Biblia dice: “Hizo
precisamente así” (Génesis 6:9, 22; 2 Pedro 2:5). Noé demostró su amor a Jehová por su obediencia fiel
durante muchos años. ¡Qué magnífico ejemplo para todos nosotros!
Piense también en el patriarca Abrahán. Dios le dijo que se trasladara de la próspera Ur de los
caldeos a una tierra que no conocía. Abrahán obedeció sin replicar (Hebreos 11:8). Junto a su familia,
vivió en tiendas por el resto de su vida. Al cabo de muchos años de morar como forastero en aquella
tierra, Jehová lo bendijo a él y a su obediente esposa Sara con un hijo llamado Isaac. Podemos
imaginarnos cuánto debió de amar el centenario Abrahán a aquel hijo de su vejez. Algunos años después,
Jehová le pidió que sacrificara a Isaac como ofrenda quemada (Génesis 22:1, 2). La sola idea de hacer
aquello tuvo que atormentar a Abrahán. A pesar de todo obedeció, porque amaba a Jehová y tenía fe en
que la descendencia prometida vendría mediante Isaac, aunque Dios lo tuviera que levantar de entre los
muertos (Hebreos 11:17-19). Sin embargo, cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo, Jehová lo
detuvo y le dijo: “Ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu
hijo, tu único” (Génesis 22:12). Por su obediencia, aquel hombre temeroso de Dios, Abrahán, llegó a ser
conocido como “amigo de Jehová” (Santiago 2:23).
El mejor ejemplo de obediencia lo tenemos en Jesucristo. Durante su existencia prehumana se
deleitó en el servicio obediente a su Padre en los cielos (Proverbios 8:22-31). Como hombre, Jesús
obedeció a Jehová en todo, y siempre le resultó placentero hacer Su voluntad (Salmo 40:8; Hebreos
10:9). De ahí que con toda razón dijera: “No hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas
cosas así como el Padre me ha enseñado. Y el que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado solo,
porque yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan 8:28, 29). Al final entregó voluntariamente su
vida, sufriendo la muerte más humillante y dolorosa, a fin de vindicar la soberanía de Jehová y redimir a la
humanidad obediente. En realidad, “al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta
la muerte, sí, muerte en un madero de tormento” (Filipenses 2:8). ¡Qué ejemplo de un corazón obediente!
¿Hasta dónde llega su obediencia?
No cabe duda de que, como siervos de Jehová, casi todos nosotros creemos tener un corazón
obediente. Puede que razonemos: “¿Acaso no participo en la predicación del Reino? ¿No me mantengo
firme cuando surgen cuestiones graves, como la de la neutralidad? ¿Y no asisto con regularidad a las
reuniones cristianas, tal como instó el apóstol Pablo?” (Mateo 24:14; 28:19, 20; Juan 17:16; Hebreos
10:24, 25). Es cierto que el pueblo de Jehová en su conjunto manifiesta obediencia de corazón en esos
aspectos importantes.

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Pero, ¿qué puede decirse de nuestra conducta diaria, quizá en asuntos que aparentemente
carezcan de importancia? Jesús declaró: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la
persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho” (Lucas 16:10). Por consiguiente, a cada uno
de nosotros le conviene preguntarse: ¿Tengo un corazón obediente cuando se trata de cuestiones
pequeñas o de asuntos de los que otras personas ni siquiera saben?
El salmista mostró que incluso dentro de su casa, donde los demás no podían verle, ‘anduvo en la
integridad de su corazón’ (Salmo 101:2). Mientras usted está sentado en su hogar, puede que encienda el
televisor y comience a ver una película. Es posible que ahí mismo se ponga a prueba su obediencia. El
filme pudiera tomar un rumbo inmoral. ¿Seguirá mirando, diciéndose que ese es el tipo de películas que
hoy en día se ven? ¿O le impulsará un corazón obediente a acatar el mandato de las Escrituras acerca de
“que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes”?
(Efesios 5:3-5.) ¿Apagará el televisor, aunque el argumento le atraiga? ¿O cambiará de canal, si el
programa se vuelve violento? “Jehová mismo examina al justo así como al inicuo, y Su alma ciertamente
odia a cualquiera que ama la violencia.” (Salmo 11:5.)
Un corazón obediente reporta bendiciones
Por supuesto, existen muchos campos de la vida en los que es provechoso que nos examinemos para
ver si de veras obedecemos de corazón a Dios. Nuestro amor a Jehová debería impulsarnos a agradarle y
a efectuar lo que nos dice en su Palabra, la Biblia. Un corazón obediente nos permitirá mantener una
buena relación con él. De hecho, si nuestra obediencia es completa, ‘los dichos de nuestra boca y la
meditación de nuestro corazón llegarán a ser placenteros delante de Jehová’ (Salmo 19:14).
Jehová nos enseña la obediencia porque nos ama, por nuestro propio bien, y nos beneficiará mucho
prestar sincera atención a la enseñanza divina (Isaías 48:17, 18). Por lo tanto, aceptemos con alegría la
ayuda que nuestro Padre celestial nos suministra mediante su Palabra, su espíritu y su
organización. Se nos enseña también que es como si oyéramos una voz detrás de nosotros que
dijera: “Este es el camino. Anden en él” (Isaías 30:21). Prestemos atención a la enseñanza de Jehová
mediante la Biblia, las publicaciones cristianas y las reuniones de la congregación, y luego apliquemos lo
que aprendamos siendo “obedientes en todas las cosas” (2 Corintios 2:9).
Un corazón obediente nos reportará mucho gozo y bendiciones. Nos producirá la tranquilidad
de ánimo que proviene de saber que agradamos a Jehová Dios y regocijamos su corazón
(Proverbios 27:11). Un corazón obediente nos protegerá cuando nos veamos tentados a hacer lo
incorrecto. Por consiguiente, no cabe duda de que debemos obedecer a nuestro Padre celestial y rogarle:
‘Da a tu siervo un corazón obediente’.
Conclusión fin
(4)Si estamos dedicados por completo a Dios, nos ayudará a seguir andando con él (Isaías 40:29-31).
Nada de lo que este mundo ofrece puede compararse con las bendiciones que él otorga a quienes andan
en sus caminos. Él es ‘Aquel que nos enseña para que nos beneficiemos a nosotros mismos, Aquel que
nos hace pisar en el camino en que debemos andar. Y si realmente prestamos atención a sus
mandamientos, nuestra paz llegará a ser justamente como un río, y nuestra justicia, como las olas del
mar’ (Isaías 48:17, 18). Si aceptamos la invitación de andar con Dios y lo hacemos con fidelidad,
disfrutaremos de paz con él para siempre.
Nuestra recompensa será gozar de la mejor vida posible ahora con la perspectiva de que se nos
oculte en el venidero DIA de la cólera de Jehová (Sofonias 2:3).
Resolvámonos todos a andar en el nombre de Jehová Dios para siempre (Miqueas 4:5).

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