Aurores Epitafio

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Federico García Lorca

(Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936) Poeta y dramaturgo español. Los primeros años de la infancia del
poeta transcurrieron en el ambiente rural de su pequeño pueblo granadino. Delicado, angelical incluso, fue criado entre
algodones por una madre hospitalaria, la maestra Vicenta Lorca, y un padre comprensivo, el hacendado Federico
García. Su primitiva vocación fue la música y estudió guitarra y piano. Cursó el bachillerato primero en Almería y luego,
tras una enfermedad, en Granada, continuó sus estudios superiores en la Universidad de Granada: estudió filosofía y
letras y se licenció en derecho. En la universidad hizo amistad con el prestigioso compositor Manuel de Falla, quien
ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular.

En febrero de 1917 apareció su primera composición literaria en el Boletín del Centro Artístico de Granada; se titulaba
Fantasía simbólica. En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a autores ya
consagrados como Juan Ramón Jiménez, y trabó amistad con poetas de su generación y artistas como el pintor catalán
Salvador Dalí y el futuro cineasta Luis Buñuel.

En su formación influyó un excepcional profesor de historia del arte, Martín Domínguez Berrueta, que organizaba con
sus alumnos viajes de estudios. En el curso de una de estas excursiones, García Lorca conoció en Baeza al poeta más
notorio de la generación anterior a la suya, Antonio Machado, que acudía cotidianamente a su humilde trabajo de
profesor de francés en el instituto de aquella localidad andaluza. De estos viajes, y de otros que organizó él mismo con
sus compañeros a imitación de los de su maestro, salió su primer libro, Impresiones y paisajes (1918), en el que se
encuentran ecos machadianos.

Sus polifacéticos intereses lo llevaron a dedicarse con pasión no sólo a la poesía, sino también a la música y al dibujo, y
empezó a interesarse por el teatro. En 1920 estrenó en el Teatro Eslava de Madrid su drama El maleficio de la mariposa,
una caprichosa dramatización de los trastornos que produce el amor en una pacífica comunidad de insectos; aunque el
estreno fue un fracaso, su producción teatral acabaría siendo tan aclamada como su poesía.

En su evolución, la trayectoria de Lorca es comparable a la de sus compañeros de generación (de la poesía pura y la
experimentación vanguardista a la rehumanización y el compromiso social), e incluso la plena asimilación de lo popular,
que constituye uno de sus rasgos más característicos, tiene su paralelo en Rafael Alberti. No obstante, tras la aparente
variedad de géneros y estilos, la obra de Federico García Lorca presenta una marcada unidad temática. Tanto en el yo
poético del Libro de poemas como en los personajes de su Romancero gitano o en los protagonistas de las grandes
tragedias de su madurez (Yerma, Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba), las ansias vitales se ven abocadas a una
frustración causada por fuerzas hostiles, las cuales pueden mantenerse en un ámbito telúrico, simbolizando acaso las
limitaciones inherentes a la condición humana, o bien objetivarse en un medio social que, lo mismo si es tradicional o
tecnificado, acaba destruyendo toda tentativa de autorrealización.

MUERTE ata en el vivo azúcar de su tronco!


Y el azúcar,
¡Qué esfuerzo! ¡qué puñalitos sueña en su vigilia!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro! Y los puñales dimínutos,
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina! ¡qué luna sin establos, qué desnudos,
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja! piel eterna y rubor, andan buscando!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo! Y yo, por los aleros,
Y el caballo, ¡qué serafín de llamas busco y soy!
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!, Pero el arco de yeso,
¡qué rosa gris levanta de su belfo! ¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
Y la rosa, sin esfuerzo.
¡qué rebaño de luces y alaridos
Diego de Saavedra Fajardo
(Algezares, 1584-Madrid, 1648) Escritor y político español. Caballero de la orden de Santiago, fue secretario particular
del cardenal Gaspar Borja (1606) y embajador de España en los Estados Pontificios, Posteriormente fue embajador en
Roma (1631), en Alemania (1632) y en Ratisbona (1636).

Con visión realista, en sus obras propugnó una reorganización económica y el abandono de la idea imperial que España
intentaba imponer a Europa. Al analizar la situación económica, indicó con acierto la pobreza agrícola y comercial del
país y centró las causas en la creciente desproporción entre artesanos y labradores, de un lado, y entre eclesiásticos y
letrados, de otro. Expuso como solución limitar el número de eclesiásticos y de conventos y fomentar la agricultura y la
producción mediante mano de obra extranjera

Ensayo filosófico-literario de Diego de Saavedra Fajardo en el que reflexiona en torno al papel de artistas y literatos en
la sociedad del momento. Ensayo literario titulado originalmente “Juicio de artes y ciencias”, realizado por el escritor y
diplomático Diego de Saavedra Fajardo, bajo el seudónimo ‘Claudio Antonio de Cabrera’. Se conservan dos versiones
de la obra. La primera fue impresa póstumamente en 1655, y la segunda es un manuscrito, con sustanciales diferencias
de contenido, descubierta por Pedro Estala a finales del siglo XVIII.

Preocupado por la situación de España, el autor construye una sátira en forma de sueño sobre un país inventado
habitado por literatos, artistas, filósofos, historiadores, científicos y demás prohombres de los que el autor expone su
valoración. Por tanto, se trata de una fuente vital para conocer figuras como Cervantes, Garcilaso de la Vega, Góngora y
otros grandes personajes como Galeno o el anatomista Vesalio

LUDIBRIA MORTIS (LOS ULTRAJES DE LA MUERTE)

Este mortal despojo, oh caminante,


Triste horror en la muerte, en quien la araña.
Hilos anuda y la conciencia engaña.
Que ha romper lo sutil no fue bastante.
Coronado se vio, se vio triunfante.
Con los trofeos de una y otra hazaña.
Favor su risa fue, terror su saña.
Atento el orbe a su Real semblante.
Donde antes la soberbia dando leyes
A la paz y a la guerra presidía,
Se prenden hoy los viles animales.
¿Qué os arrojáis, oh Príncipes oh Reyes,
Si en los ultrajes de la muerte fría
¿Comunes sois con los demás mortales?
Manuel Machado
(Sevilla, 1874 - Madrid, 1947) Poeta español. Hermano mayor del gran poeta Antonio Machado, es una figura
representativa del espíritu modernista en la poesía española de su época.

Se trasladó con su familia a Madrid en 1883 y se formó en la Institución Libre de Enseñanza. Vivió largas temporadas en
París, donde entró en contacto con la poesía simbolista francesa. En 1910 contrajo matrimonio con su prima Eulalia
Cáceres, mujer profundamente religiosa, y trabajó como archivero y bibliotecario. Durante la Guerra Civil colaboró con
el aparato de propaganda nacionalista y fue elegido miembro de la Real Academia Española (1938).

Dio sus primeros pasos literarios en la revista La Caricatura, fundada y dirigida por Enrique Parada, con quien colaboró
en los poemarios Tristes y alegres (1894), y Etcétera (1895). Tras conocer a Rubén Darío, a quien consideró su maestro a
partir de entonces, la estética modernista penetró profundamente en sus concepciones poéticas, forjadas también en el
simbolismo francés finisecular.
Asimismo, escribió en colaboración con su hermano Antonio varias obras de teatro en verso, entre las que destacan
Juan de Mañara (1927), La Lola se va a los puertos (1929), La duquesa de Benamejí (1932) y El hombre que murió en la
guerra (1940).

EL CAMINO DE LA MUERTE

Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida...
En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.
Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.
De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.
Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.

Pablo Neruda
Nacido en 1904 en Parral con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, Neruda se sintió durante toda su
vida profundamente enraizado en su tierra chilena pese a haber llevado una existencia de viajero incansable. Su madre,
Rosa Basoalto, murió de tuberculosis poco después de dar a luz, y su padre, conductor de un tren que cargaba piedra,
José del Carmen Reyes Morales, se casó dos años después con Trinidad Cambia Marverde, de quien Neruda escribiría:
"Era una mujer dulce y diligente, tenía sentido del humor campesino y una bondad activa e infatigable". Para el
pequeño Neftalí fue su nueva madre como el hada buena; tuteló al muchacho con una solicitud incluso mayor que su
auténtico padre, con quien, en su adolescencia, no tardaría en mantener graves disputas.

Residiendo en Temuco, ingresó en el Liceo de la ciudad en 1910, y cuando aún no había salido de esta institución, el 18
de julio de 1917, pudo leer emocionadamente en un periódico local, La Mañana, el primero de sus artículos publicados,
que tituló "Entusiasmo y perseverancia". Para entonces había tenido la suerte de conocer a una imponente señora,
"alta, con vestidos muy largos", que no era otra sino la célebre poetisa Gabriela Mistral, quien le había regalado algunos
libros de Tolstoi, Dostoievski y Chéjov, decisivos en su primera formación literaria.

No obstante, su padre se oponía abiertamente a que siguiera esta vocación, de modo que cuando el 28 de noviembre
de 1920 obtuvo el premio de la Fiesta de Primavera de Temuco, el joven poeta ya firmaba sus poemas con seudónimo,
un ardid para desorientar a su progenitor. El nombre elegido, Neruda, lo había encontrado por azar en una revista y era
de origen checo; no sabía que se lo estaba usurpando a un colega, un lejano escritor que compuso hermosas baladas y
que posee un monumento erigido en el barrio de Mala Strana de Praga.

Cuando concluye sus estudios en el Liceo pasa a Santiago para seguir la carrera de profesor de francés en el Instituto
Pedagógico, pero continúa preparando libros de versos. Al poco tiempo se vincula a la revista Juventud de la Federación
de Estudiantes, donde toma contacto con el movimiento anarquista y, en particular, con uno de los líderes del grupo,
formidable y valeroso, llamado Juan Gandulfo. En 1922, habiendo trabado una buena amistad, que se revelaría fecunda
y duradera, con el director de la revista Claridad, se incorpora a su redacción, y así comienza a escribir como un poseso
hasta cinco poemas diarios. Al año siguiente edita a sus expensas su primer libro de poemas, Crepusculario.

Para poder pagarse esta publicación, Pablo Neruda, por entonces un joven ávido de lecturas y de vida, extravagante y
delgado, vestido a lo poeta bohemio del siglo XIX con un traje negro, debe vender sus muebles, empeñar el reloj que le
ha regalado su padre y recibir la ayuda in extremis de un crítico generoso. Este último, un tal Allone, se prestó a saldar la
deuda cuando el editor se negó a entregar un solo ejemplar antes de que estuviera satisfecha completamente la
factura.

Crepusculario fue en realidad una miscelánea de otros proyectos, una reordenación precipitada de poemas que
inmediatamente dejaron insatisfecho al autor. A partir de entonces Neruda se entregó, con más ahínco si cabe, a la
confección de otro libro, éste sí, orgánico y mucho más personal, que terminaría publicándose en 1924 con el título
Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Allí, en aquellas tierras fantásticas, "entre hombres que adoran la cobra y la vaca", conoció Pablo Neruda a la tan bella
como peligrosa Josie Bliss, una nativa que sin embargo vestía a la manera inglesa. Tras visitar en su compañía los más
exóticos rincones de aquellas tierras, se trasladó a vivir a casa de ella, pero pronto la muchacha trocó su dulzura en
celos, y la vida de la pareja se hizo intolerable. "Sentía ternura hacia sus pies desnudos", escribió el escritor, pero
también contó cómo Josie le escondía las cartas y cómo, en una ocasión, se despertó sobresaltado y la encontró vestida
de blanco, al otro lado del mosquitero, tenebrosa, blandiendo un cuchillo mortífero y sin determinarse a asestar el
golpe fatal: "Cuando te mueras se acabarán mis temores", balbuceó con amargura la mujer enferma; Asustado, Pablo
Neruda no tardó en huir de aquella situación que cada vez se volvía más amenazante, y cuando recibió un telegrama en
el que se le comunicaba su traslado a Ceilán, preparó el viaje en el más absoluto secreto y se marchó sin despedirse,
abandonando en el desolado hogar de Josie sus ropas y sus libros.

En 1971, Pablo Neruda se convirtió en el tercer escritor latinoamericano y en el segundo chileno que obtenía el Premio
Nobel de Literatura, pero su encumbramiento literario no le impidió continuar activamente en la defensa de los
intereses chilenos.

En la cúspide de la fama y del reconocimiento también lo esperaban horas amargas. En 1973, el 11 de septiembre, fue
sorprendido por el golpe militar de Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende. Profundamente afectado
por la nueva situación, no pudo resistir la tragedia y el 23 de septiembre murió en Santiago. El mundo no tardó en
enterarse, entre la indignación, el estupor y la impotencia, de que sus casas de Valparaíso y de Santiago habían sido
brutalmente saqueadas y destruidas. Sus funerales se desarrollaron en medio de una gran tensión política. Tras su
muerte vieron la luz los poemarios que había escrito antes de morir: Jardín de invierno, 2000, El corazón amarillo, Libro
de las preguntas, Elegía y Defectos escogidos, todas ellos editadas por Losada en Buenos Aires en 1974. En Barcelona
apareció su última obra, la autobiografía Confieso que he vivido.

MUERE LENTAMENTE

Muere lentamente quien no viaja,


quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,


quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión


Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.

Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!”

Francisco de Quevedo
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los padres de Francisco de Quevedo
desempeñaban altos cargos en la corte, por lo que desde su infancia estuvo en contacto con el ambiente político y
cortesano. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá de Henares y
de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa su rivalidad con Góngora.
Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su relación con el
duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta entonces nunca
vertido al español. En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó como agente
secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y
escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento, típico del Barroco.
Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte, puntos centrales de su
reflexión poética y bajo la sombra de los cuales pensó el amor.
A la profundidad de las reflexiones y la complejidad conceptual de sus imágenes, se une una expresión directa, a
menudo coloquial, que imprime una gran modernidad a la obra. Adoptó una convencida y agresiva postura de rechazo
del gongorismo, que le llevó a publicar agrios escritos en que satirizaba a su rival, como la Aguja de navegar cultos con
la receta para hacer Soledades en un día (1631). Su obra poética, publicada póstumamente en dos volúmenes, tuvo un
gran éxito ya en vida del autor, especialmente sus letrillas y romances, divulgados entre el pueblo por los juglares y que
supuso su inclusión, como poeta anónimo, en la Segunda parte del Romancero general (1605).
En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa, y le reportó importantes éxitos. Escribió
desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral; una de sus mejores obras es La cuna y la
sepultura (1634), un tratado moral de fuerte influencia estoica, a imitación de Séneca.
Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, obra ingeniosa y de un humor
corrosivo, impecable en el aspecto estilístico, escrita durante su juventud y desde entonces publicada clandestinamente
hasta su edición definitiva. Más que su originalidad como pensador, destaca su total dominio y virtuosismo en el uso de
la lengua castellana, en todos sus registros, campo en el que sería difícil encontrarle un competidor.

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera


Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de otra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Médulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Francisco de Quevedo. En Biografías y Vidas. La enciclopedia
biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/q/quevedo.htm el
21 de marzo de 2021.

Jorge Manrique
(Paredes de Navas, España, h. 1440 - Castillo de Garcimuñoz, Cuenca, id., 1479) Poeta castellano autor de las célebres
Coplas a la muerte de su padre, máxima creación de la lírica cortesana del siglo XV y una de las mejores elegías de la
literatura española.

Miembro de una familia de la nobleza más rancia de Castilla (era hijo de don Rodrigo Manrique, maestre de la orden de
Santiago, y sobrino del poeta Gómez Manrique), Jorge Manrique compaginó su afición por las letras con la carrera de
las armas, participando junto a su padre en las luchas que precedieron al ascenso de los Reyes Católicos; Pereció a causa
de las heridas recibidas durante al asalto al castillo de Garcimuñoz, en el feudo del marqués de Villena.

Pero la celebridad de Jorge Manrique se debe fundamentalmente a las Coplas a la muerte de su padre, su obra maestra,
compuesta a raíz del fallecimiento de don Rodrigo (1476) y publicada en 1494 en Sevilla con el título Coplas de Jorge
Manrique a la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo. Esta elegía pertenece a la tradición medieval de la ascética
cristiana: contra la mundanidad de la vida, postula una aceptación serena de la muerte, que es tránsito a la vida eterna.
Sin embargo, apunta ya una idea original que preludia la concepción renacentista del siglo siguiente: aparte de la vida
terrenal y la vida eterna, Manrique alude a la vida de la fama, es decir, a la perduración en este mundo en virtud de una
vida ejemplar que permanece en la memoria de los vivos.

Tras un primer bloque en el que medita sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte, la atención del
autor se centra en figuras desaparecidas de su pasado inmediato, como los monarcas Juan II de Aragón, Enrique IV de
Castilla o el noble Álvaro de Luna, para concluir con un repaso de las virtudes morales del maestre y su diálogo final con
la Muerte. De este modo, la lírica castellana pasó del concepto abstracto de la muerte a su presencia histórica y a su
dimensión particular, en un movimiento de flujo temporal que es uno de los grandes hallazgos del poeta. Las Coplas se
apartaron de los tópicos macabros tan abundantes en la literatura moral de la época y consiguieron alcanzar una
extraordinaria hondura emotiva.

COPLA III

Nuestras vidas son los ríos


que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

Lope de Vega
(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562 - id., 1635) Escritor español. Procedente de una familia humilde, la vida de
Lope de Vega fue sumamente agitada y repleta de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó
estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.

Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (llamada Belisa en sus versos), con la que contrajo matrimonio por poderes
tras haberla raptado antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos
matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de
haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina de Aragón, a Micaela Luján (Camila
Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope Félix, y a Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de
las ya citadas anteriormente.
La obra y la biografía de Lope de Vega presentan una gran trabazón, y ambas fueron de una exuberancia casi anormal.
Como otros escritores de su tiempo, cultivó todos los géneros literarios.

Su obra poética se sirvió de todas las formas posibles; le atrajo por igual la lírica popular y la culterana de Luis de
Góngora, aunque, en general, defendió el «verso claro». Por un lado, están los poemas extensos y unitarios, de tono
narrativo y asunto a menudo épico o mitológico, En cuanto a los poemas breves, su lírica usó de todos los metros y
géneros. Se encuentra recogida en las Rimas (1602), Rimas sacras (1614), Romancero espiritual (1619), entre otros

A UNA CALAVERA

Esta cabeza, cuando viva, tuvo


sobre la arquitectura de estos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,


marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía


el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,


¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

Juan Antonio Meléndez Valdés


(Ribera del Fresno, 1754 - Montpellier, 1817) Escritor y magistrado español. Es el más importante poeta español del siglo
XVIII. Juan Meléndez Valdés estudió derecho en la Universidad de Salamanca, en la que ejercería como catedrático de
humanidades desde 1781, y desempeñó diversos cargos públicos: alcalde del crimen en Zaragoza (1789), oidor en
Valladolid (1791) y fiscal en Madrid (1797).
Sufrió destierro en Medina del Campo (1798), confinamiento en Zamora (1800) y cárcel en Asturias (1808). En 1809, ya
bajo el régimen de José Bonaparte, fue nombrado consejero de Estado y, un año después, presidente de la Junta de
Instrucción Pública. Tras la restauración de Fernando VII, emigró a Francia.
Sus tempranas lecturas de John Locke, Leibniz, Montesquieu, Rousseau y de los poetas Salomon Gessner, James
Thomson y Alexander Pope marcaron su primera etapa poética, en la que sobresalen sus composiciones anacreónticas,
de cuyo género fue el principal cultivador en España (La paloma de Filis; Besos de amor), y sus Poesías (1875),
publicadas a instancias de Jovellanos.
Las obras de su segunda etapa poética se caracterizan por su contenido filosófico y por su sentimentalidad
prerromántica; con posterioridad, su obra se orientó hacia el compromiso político y social (A Llaguno, 1794; Sobre el
fanatismo, 1795). Es también autor de una Defensa de la lengua castellana (1811).

A DORILA debajo de estas parras


do leve el viento aspira;
¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días y entre brindis suaves
y los floridos años y mimosas delicias
de nuestra frágil vida! de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.
La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,

que escuálida y temblando,


fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.

El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.

Si esto, pues, nos aguarda,


¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?

Para juegos y bailes


y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.

Ven ¡ay! ¿qué te detiene?


Ven, ven, paloma mía,

Gustavo Adolfo Bécquer


(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) Poeta español. Junto con Rosalía de Castro, es el
máximo representante de la poesía posromántica, tendencia que tuvo como rasgos distintivos la temática intimista y
una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica vehemencia del romanticismo.

Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde
estudió humanidades y pintura. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo, el
éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de España fue un fracaso, y sólo
consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de
obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando
ambos el seudónimo de «Adolfo García».
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue
feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano, en las escapadas de éste a Toledo
para pintar. La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus
Leyendas, escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone sus teorías sobre la
poesía y el amor. Una temporada que pasó en el monasterio de Veruela en 1864 le inspiró Cartas desde mi celda, un
conjunto de hermosas descripciones paisajísticas.

La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la corriente romántica de poesía intimista
inspirada en Heine y opuesta a la retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria del
momento, sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no dejaría de crecer en los años siguientes.

Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta y seis composiciones. El contenido de las
rimas ha sido dividido en cuatro grupos: el primero (rimas I a XI) es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el
segundo (XII a XXIX), trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; en los poemas del tercer grupo (XXX a LI)
predominan el desamor y el desengaño; y los del cuarto (LII a LXXXVI) muestran al poeta enfrentado a la muerte,
decepcionado del amor y del mundo. Las Rimas se presentan habitualmente precedidas de la "Introducción sinfónica"
que, probablemente, Bécquer preparó como prólogo a toda su obra.

Su prosa destaca, al igual que su poesía, por la gran musicalidad y la sencillez de la expresión, cargada de sensibilidad;
siguiendo los pasos de E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, sus Leyendas recrean ambientes fantásticos y envueltos en
una atmósfera sobrenatural y misteriosa. Destacan por ese ambiente de irrealidad, de misterio, situado siempre sobre
un plano real que deforma y desbarata. Así, en La Corza blanca, donde la protagonista se transforma de noche en el
citado animal; o en El monte de las ánimas, en la que el mismo escenario de un paseo amoroso se transforma en el
campo del horror fantasmal y en la que el terror llega hasta la alcoba mejor defendida y adornada; o, por fin, en Los ojos
verdes y, sobre todo, El rayo de luna, donde lo irreal, enfrentado a la realidad, hace optar a los protagonistas por el
sueño, por la locura en la que quieren vivir lo que la realidad les niega.

RIMA LXI
Cuando la campana suene
Al ver mis horas de fiebre (si suena en mi funeral)
e insomnio lentas pasar, una oración, al oírla,
a la orilla de mi lecho ¿quién murmurará?
¿quién se sentará?
Cuando mis pálidos restos
Cuando la trémula mano oprima la tierra ya,
tienda, próxima a expirar, sobre la olvidada fosa
buscando una mano amiga, ¿quién vendrá a llorar?
¿quién la estrechará?
¿Quién, en fin, al otro día,
Cuando la muerte vidrie cuando el sol vuelva a brillar,
de mis ojos el cristal, de que pasé por el mundo,
mis párpados aun abiertos quién se acordará?
¿quién los cerrará?

Antonio Machado
(Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión
lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista  Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también
poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.
Los textos iniciales de Machado, comentarios de sucesos y crónicas costumbristas escritos en colaboración con su
hermano y firmados con el seudónimo Tablante de Ricamonte, aparecieron en La Caricatura en 1893. Sus primeros
poemas se publicaron en Electra, Helios y otras revistas modernistas, movimiento con el que Machado se sentía
identificado cuando comenzó su labor literaria.

Al igual que Unamuno, Antonio Machado consideró que su misión era "eternizar lo momentáneo", capturar la "onda
fugitiva" y transformar el poema en "palabra en el tiempo". En los años posteriores se acentuó su meditación sobre lo
pasajero y lo eterno en Campos de Castilla (1912), pero no por medio de la auto contemplación, sino dirigiendo la
mirada hacia el exterior, y observó con ojos despiertos el paisaje castellano y los hombres que lo habitaban. Una
emoción austera y grave recorre los poemas de este libro, que evoca la trágica España negra tan criticada por la
Generación del 98 desde una perspectiva regeneracionista, al tiempo que se describe con hondo patriotismo la
decadencia y ruina de las viejas ciudades castellanas.
En su siguiente volumen de poemas, Nuevas canciones (1924), el autor intensificó tanto su enfoque reflexivo como la
línea sentenciosa de los "Proverbios y cantares" incluidos en el libro anterior. Esta tendencia filosófica se había
manifestado ya entre 1912 y 1925, etapa en la que Machado redactó una serie de apuntes que verían la luz
póstumamente con el título de Los complementarios (1971).

En este cuaderno, miscelánea de lecturas, esbozos y reflexiones cotidianas, aparecieron por primera vez sus
heterónimos, el filósofo y poeta Abel Martín y su discípulo, el pensador escéptico Juan de Mairena. Ambos son
personajes imaginarios que permitieron expresar al creador sus ideas sobre cultura, arte, sociedad, política, literatura y
filosofía, especialmente en el libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo
(1936).

Paralelamente, en las ediciones de Poesías completas de 1928 y 1933 se decanta una lírica de tema amoroso y erótico
inspirada por la que fue, tras la muerte de su esposa, su gran pasión en la vida real, Pilar de Valderrama, llamada
Guiomar en dichos versos. Ya durante la contienda civil, Machado escribió algunos poemas y varios textos en prosa,
parte de los cuales fueron recogidos en La guerra (1937). Se trata de escritos testimoniales, plenamente incardinados en
las circunstancias históricas del momento.

RETRATO

Y cuando llegue el día del último viaje,


y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Vicente Aleixandre
(Sevilla, 1898 - Madrid, 1984) Poeta español, destacado miembro de la Generación del 27. Considerado uno de los
grandes poetas españoles del siglo XX, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1977.
Hijo de un ingeniero de ferrocarril, Vicente Aleixandre pertenecía a la burguesía media acomodada. Cuando tenía dos
años de edad, su familia se trasladó a Málaga, ciudad a la que el poeta llama en su obra "el Paraíso", pues en ella
transcurrió toda su infancia. En 1909, la familia Aleixandre se instaló en Madrid, donde el futuro poeta cursó el
bachillerato y, ya en plena juventud, las carreras de Derecho y Comercio. Se especializó en Derecho Mercantil, materia
que luego enseñó como profesor en la Escuela de Comercio de Madrid (1920-1922).

Estuvo gravemente enfermo en los años veinte, y, a partir de entonces, su salud fue muy delicada. Padeció una
tuberculosis que le afectó un riñón y provocó que le tuvieran que extirpar este órgano. Mientras se recuperaba de esta
operación, escribió algunos poemas que comenzaron a darle gran fama hacia 1926, cuando aparecieron en una de las
publicaciones culturales más prestigiosas de la época: la Revista de Occidente. A partir de este reconocimiento literario,
se hizo amigo de otros jóvenes poetas de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.

Vicente Aleixandre fue un poeta total, entregado de lleno al cultivo de la poesía. No escribió obras en otros géneros. Sus
escasos textos en prosa (en los que describe a otros poetas y escritores que conoció) son tan poéticos como sus versos;
y sus ensayos literarios son, en su mayoría, escritos de encargo.
Sus primeras obras presentan las mismas huellas que casi todos sus compañeros de generación: el pasado reciente
(Bécquer y Darío), los grandes maestros vivos que les sirven como guías (Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado) y la
poderosa atracción de la Vanguardia (y, en particular, del Surrealismo). En concreto, su primer libro, Ámbito (1928),
tiene clara influencia de Juan Ramón Jiménez y se abre hacia la contemplación desde el interior.
Hacia 1954, inicia una nueva época con obras como En un vasto dominio (1962), Presencias (1965) o Retratos con
nombre (1965). En ellas, su poesía se vuelve más sencilla y directa, menos cargada de complicaciones surrealistas. La
mirada del poeta es ahora más humana, se acerca mucho más a las cosas cotidianas, al mundo que le rodea. Para el
poeta, el hombre es un ser que sufre, pero que sabe sobrellevar este sufrimiento con dignidad y valentía.
En la tercera y última etapa de su poesía, Vicente Aleixandre se presenta como un hombre maduro que asume la vejez y
acepta, con elegancia, la proximidad inevitable de la muerte. Los libros más destacados de este período de ecos
metafísicos son Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974). Ya póstuma aparece En gran
noche (1991), donde se recogen muchas composiciones inéditas. En prosa, es autor de Los encuentros (1958 y 1985),
donde rescata a escritores de varias épocas, y de una colección de cartas y artículos titulada Prosas recobradas (1987).
MUERTE

Vengan a mí tus espumas rompientes, cristalinas,


vengan los brazos verdes desplomándose,
venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa
sumido bajo los labios negros que se derrumban.

Miguel Hernández
(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito a la Generación del 27, Miguel Hernández destacó por la
hondura y autenticidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político. Nacido en el seno de una familia
humilde y criado en el ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso más que a
estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.

Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la Vega, Luis de
Góngora o Calderón de la Barca, que posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos (especialmente en
los de su etapa juvenil) y en sus primeras tentativas teatrales. También conoció la producción de autores como Rubén
Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros
en los que se relacionó con la que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina Manresa.

Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista
Caballo Verde para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran influencia sobre el joven Miguel,
que se alejó del catolicismo e inició la evolución ideológica que lo conduciría a tomar posiciones de compromiso
beligerante durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

En 1934, después de dar a conocer en la revista Cruz y Raya el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra
de lo que eras, de carácter calderoniano, comenzó la que a la postre fue considerada su obra maestra y de madurez, El
rayo que no cesa (1936), que inicialmente pensaba titular El silbo vulnerado. La vida, la muerte y el amor (éste como hilo
conductor del poemario) son los ejes centrales de un libro compuesto mayoritariamente por sonetos y deslumbrante en
su conjunto, aunque destaca la elegía dedicada a la muerte de Ramón Sijé, escrita en tercetos encadenados y
considerada una de las más importantes de la lírica española de todos los tiempos.

Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de guerra: su fe republicana se plasmó en una serie de poemas reunidos
en Viento del pueblo (1937), que incluyó la "Canción del esposo soldado", dirigida a su mujer, y otras creaciones
famosas, como "El niño yuntero". Pertenecen también a este período el poemario El hombre acecha (1939), que
manifiesta su visión trágica de la contienda fratricida, y diversos textos dramáticos que se publicaron con el título
Teatro en la guerra (1937).

Mientras se hallaba en la cárcel escribió Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), donde hizo uso de formas
tradicionales de la poesía popular castellana para expresar en un estilo conciso y sencillo su hondo pesar por la
separación de su mujer y sus hijos y la angustia que le producían los efectos devastadores de la guerra.

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ y sin calor de nadie y sin consuelo


voy de mi corazón a mis asuntos.
Un manotazo duro, un golpe helado, Temprano levantó la muerte el vuelo,
un hachazo invisible y homicida, temprano madrugó la madrugada,
un empujón brutal te ha derribado. temprano estás rodando por el suelo.
No hay extensión más grande que mi herida, No perdono a la muerte enamorada,
lloro mi desventura y sus conjuntos no perdono a la vida desatenta,
y siento más tu muerte que mi vida. no perdono a la tierra ni a la nada.
Ando sobre rastrojos de difuntos,

Horacio Quiroga
Horacio Quiroga nació en Salta, Uruguay, el 31 de diciembre de 1879, y murió en Buenos Aires el 19 de febrero de 1937.
Recibió su educación en el Instituto Politécnico de su ciudad natal. En 1898 conoció a Leopoldo Lugones en Buenos
Aires, quien había de ejercer importante influencia sobre él. En 1900 fue uno de los promotores de un movimiento
literario en Montevideo que recibió el nombre de "Consistorio del Gay Saber".

Era el hijo del caudillo Facundo Quiroga, tuvo una vida llena de trágicos episodios, los cuales influyeron mucho en su
forma de escritura y la permanente aparición de la muerte en sus cuentos. La muerte accidental de su padre, a quien se
le escapó un tiro de escopeta mientras descendía de un bote, la cual transcurre cuando Quiroga tenía sólo 2 meses; la
pérdida de dos hermanas, Pastora y Prudencia, que murieron de fiebre tifoidea en el Chaco argentino; el suicidio de su
padrastro, Ascencio Barcos, delante suyo luego de sufrir una terrible parálisis cerebral. Más tarde, tras seis años de
matrimonio, Ana María Cirés (su primera esposa, con la cual se casa en el año 1910, luego de haber vencido la dura
oposición de la familia Cirés) agoniza ocho días después de haberse envenenado. También su hija Eglé, nacida en
Misiones, en el año 1911, se quitaría la vida un año después de su muerte (1937).Y Darío Quiroga, su hijo, se mataría en
1952. María Elena Bravo, su segunda esposa y la única adolescente que lo amó si sortear oposiciones familiares (era 30
años menor que el escritor, y amiga de su hija Eglé), lo abandonó en medio de su selva, después de seis años de
matrimonio, llevándose a "Pitoca" la pequeña hija de ambos.

En 1936 debió internarse en el Hospital de Clínicas por un dolor en el estómago. "No veo el día, amigo, de volver a San
Ignacio" le escribió a Isidoro Escalera. La espera era eterna. Cinco meses después un médico le dijo que tenía cáncer.
Quiroga no dijo ni una palabra. Salió a dar una vuelta por la ciudad y esa misma medianoche se suicidó con cianuro.

Obras más importantes:


Su primer libro fue una selección de poemas que se llamó "Los arrecifes de coral" y fue publicado en 1901. En 1904
aparece "El crimen del otro" y en 1908 presenta su primera novela "Historia de un amor turbio". Años más tarde la
segunda "Pasado amor". Se publican los "Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte" en 1916, escritos entre 1910 y 1916
en Misiones, "El Salvaje" en 1920, "Cuentos de la Selva" en 1921, "Anaconda" en 1923, "Los Desterrados" en 1926, "El
Desierto" en 1924 y "Más Allá" en 1934 siendo ésta su última obra.

"Misiones, colocada a la vera de un pueblo que comienza allí y termina en Amazonas, guarece a una serie de tipos a los
que podría lógicamente imputarse cualquier cosa menos ser aburridos. La vida, más desprovista de interés al norte de
Posadas, encierra dos o tres pequeñas epopeyas de trabajo o carácter, si no de sangre."
Sólo se sentía a gusto con los trabajadores. Luego de un rato con ellos, Quiroga apuntaba frases en papelitos que
guardaba en una lata de galletitas. Esa era la materia prima de sus futuros cuentos. Por eso, su obra registra la
transformación económica de Misiones: de la selva a la plantación. Y los protagonistas de esa gesta no son héroes
convencionales sino "desterrados". Jangaderos, cantereros, gente de vida dura. Describiendo sus días, Quiroga escribió
su autobiografía.

TU AGONÍA

La tarde se moría y en el viento


La seda de tu voz era un piano, Con tu voz, en la verja de la quinta,
y la condescendencia de tu mano calló tu palidez de flor sucinta.
era apenas un suave desaliento. La tarde, ya muriendo, defluía

Y tus dedos ungían un cristiano en tu sien un suavísimo violeta,


perdón, en un sutil afilamiento; y sobre el lago de tersura quieta
la brisa suspiró, como en el cuento los cisnes preludiaron tu agonía.
de una melancolía de verano.

Jacques Rigaut
El poeta de la autodestrucción. El suicidio del poeta y surrealista francés Jacques Rigaut quizá sea el suicidio más
elegante y más anticipadamente anunciado de la historia de la literatura. En esta nómina fatídica también figuran los
nombres de Jacques Vaché, Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga, Ernest Hemingway y Yasunari Kawabata. Sin
embargo, ninguno de ellos dedicó su obra a los ditirambos de la autodestrucción ni dormía con un revólver bajo la
almohada como el humorístico y misterioso hombre de letras conocido como Jacques Rigaut. Bajo la influencia de
Jacques Vaché y de Alfred Jarry -dos personalidades incurablemente extravagantes- redactó los más oscuros
pensamientos:

Poeta surrealista nacido en París. Su obra más importante, Agencia General del Suicidio, tiene el germen que prevé su
propia tragedia, pues para Rigaut la vida no era más que el periodo de preparación para el acto supremo de suicidarse.
Activo miembro dadaísta y uno de los inspiradores del surrealismo, obsesionado por la desesperada inmovilidad de los
objetos, se vio en vida incapaz de llevar a cabo sus proyectos literarios. Tenía la extraña manía de acercarse a alguien en
la calle o en una reunión y arrancarle, sin que se diera cuenta, un botón. Su colección fue impresionante; y sus piezas
más valiosas eran los botones dorados de los policías. El escritor fascista Drie la Rochelle, que también se suicidó, le
convirtió en protagonista de dos de sus novelas. Otras obras suyas fueron, Lord Pachtogue, Ecrits y Et puis merde!. El 5
de noviembre de 1929 y estando en una clínica de desintoxicación, una vez tomada la decisión de matarse, se vistió
completamente, se tendió en la cama y se rodeó de almohadones para que el impacto del disparo no le hiciera perder la
postura. Hecho esto se disparó una bala en el corazón, con la que consumó un suicidio para todos anunciado.

AGENCIA GENERAL DEL SUICIDIO

No hay motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir, la única manera con que se nos permite demostrar
nuestro desdén por la vida, es aceptarla, la vida no merece que nos tomemos el trabajo de abandonarla…

Sólo me siento vivir a partir del instante en que contemplo mi inexistencia: necesito creer en mi inexistencia para seguir
viviendo.

Respondo de mis 24 horas, de mis 70 arrugas, de mis 30 años, de mis presagios, de mis amores, de mis deudas, de mis
soledades. No hay más solución que plantear el problema y detenerse. Quien responde: No hay respuestas, se condena.
Los que no respondan, abandonarán el juego; la partida ha de continuar con los que sigan buscando.

Conde de Lautréamont
(Isidore Lucien Ducasse, Conde de Lautréamont; Montevideo, 1846 - París, 1870) Poeta francés. Isidore Lucien Ducasse
pasó su infancia en Uruguay, donde su padre era canciller en el consulado francés.— fue uno de los grandes poetas
malditos del romanticismo; y probablemente el autor de la obra más importante del decadentismo de su tiempo: Los
cantos de Maldoror (Les Chants de Maldoror).
Enviado a estudiar a Francia, fue alumno interno del Liceo de Tarbes, y en 1867 se trasladó a París con la intención de
ingresar en la École Polytechnique, pero desde ese momento su vida ha quedado casi en la oscuridad, lo cual ha
generado toda una leyenda que lo presenta como un personaje enigmático y extravagante.

Era hijo de padres franceses:el diplomático Francoise Ducasse (asignado a la embajada francesa en Montevideo) y
Jacqueline Celiestine Jacquette Davezar. Su madre murió cuando él tenía poco menos de dos años. A los trece, fue
enviado a Francia para educarse. Su padre permaneció en Uruguay y volvieron a encontrarse en pocas ocasiones.
En 1869 publicó, ya bajo el seudónimo de Conde de Lautréamont, Los cantos de Maldoror, que no se llegaron a
distribuir a causa del miedo del editor a posibles represalias. Debido a su contenido, un canto a la violencia y la
destrucción como encarnación del mal, presentado a través de imágenes apocalípticas, la obra quedó relegada al olvido
hasta 1920, cuando los surrealistas (André Breton, Paul Éluard, Louis Aragon) la reivindicaron como un antecedente
suyo. El Conde de Lautréamont también publicó, con su verdadero apellido, un volumen de Poesías (1870).

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