4.2. - N°02 Sesión de Aprendizaje 4°11
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Valores: puntualidad
Metacognición
o
Miro alrededor para darme cuenta lo que - Reconoce la
Contemplación
Evaluación
Ver
Motivación
Actuar
-En forma personal, responden las - Elabora Plumones 15m
preguntas: ¿Qué significa Iglesia para ti? oraciones y Cinta
¿Es importante en mi vida? ¿Por qué? lemas para la adhesiva.
¿Qué haré para acercarme más a Iglesia.
Iglesia? ¿Yo, a Igual que Pedro o los
Discípulos tengo una misión cuál es?
- Elabora oraciones y lemas para la
Iglesia.
La ley inscrita en el corazón.- Consideramos los mandamientos como algo impuesto desde fuera y
casi imposible de cumplir. Los mandamientos son la expresión concreta de la voluntad divina y no
son, por supuesto, irrealizables; están inscritos en el corazón y exigen un estilo de vida.
1
MOTIVACIÓN
LOS CLAVOS: Había una vez un muchacho que tenía un mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y
le dijo: “Hijo cada vez que pierdas la paciencia, clava un clavo detrás de la puerta”. El primer día, el
muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a
controlar su genio, clavaba cada vez menos.
En el transcurso del tiempo descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos. Llegó el día en
que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre éste le sugirió que
retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el muchacho pudo
finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano lo llevó hasta la puerta y le dijo: Has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la
puerta. Nunca será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves.
Recuerda tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará y la cicatriz perdurará
para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Los amigos nos hacen reír y nos animan a seguir
adelante. Nos escuchan con atención y siempre están prestos a abrirnos su corazón.
ILUMINACIÓN DE LA
LA CONVERSIÓN:
Conviértanse… Mateo 3, 2
Historia de Zaqueo. Lucas 19, 1- 10
La parábola del Hijo Pródigo. Lucas 15, 11 – 31
Experiencia de Saulo. Hechos 9, 1 – 30
Amor misericordioso. Santo Domingo N° 178
PROFUNDIZACIÓN
Los pasajes bíblicos de la Palabra de Dios nos describen en muchas ocasiones una situación histórica de pecado en
el que vive el hombre, las fuerzas del mal dominan y obstaculizan el ambiente donde el hombre lucha cada día para ver
claro y hacer el bien. Y en el interior de si mismo encuentra el hombre también ese desacuerdo doloroso consigo mismo
que le lleva al mal. “Así, cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro fatalmente con lo malo en las manos. Cuando me
fijo en la Ley de Dios, se alegra lo íntimo de mi ser…” (Romanos 7, 21 – 23).
Frente a esto hay que hacer para convertirse. Como nos dice Jesús en los Evangelios primero hay que creer en la
Buena Noticia, es decir en Jesús; y segundo aceptar el Reino de Dios en nuestra vida por medio de la práctica de los valores
morales (justicia, tolerancia, etc.)
Visto de esta forma podemos apreciar que la Conversión es un
proceso permanente de cambio actitudinal; es el cambio profundo de
corazón bajo la luz e iluminación de la influencia del Espíritu Santo y la
Palabra de Dios en la perspectiva de la construcción del Reino. La
conversión es ante todo una decisión de apartarse del pecado que causa
la desobediencia a Dios: consiste en renunciar a ser uno mismo el centro
de su propia vida para ponerse a disposición de Dios, para vivir según su
voluntad y en comunión con Él. Y entendiéndola así podemos distinguir
los tipos de conversión:
En la Biblia podemos apreciar que la conversión es el camino necesario para la unión entre los hombres y los
pueblos que aman a Dios. Su efecto es darnos una vida digna de cristiano comprometido con Cristo y los hombres. Se
puede lograr teniendo en cuenta los pasos siguientes:
Reconocer nuestros pecados o culpas (Lucas 13, 18; 18, 13).
Aceptar nuestros errores.
Arrepentirnos de nuestras faltas y abandonar el estilo de vida anterior (Marcos 10, 17 –31).
Reconciliarse con Dios: amistarse con Él.
Manifestación del cambio de actitud y proyección social (Marcos 8, 34 – 37)
CONVERSIÓN.
Es un cambio interior total por el cual los pensamientos, el querer, la esperanza y también la vida práctica toman una
nueva orientación. Donde quiera se da este cambio, puede hablarse de conversión.
La palabra sin embargo, se emplea sobre todo cuando se trata de conversión
religiosa.
Los elementos concretos que componen una conversión son tan complejos
como el hombre mismo y consiguientemente los cambios superficiales de las
conversiones son muy diversos y varían según los individuos. La conversión puede
hacerse más o menos bajo el signo de la verdad de un ideal moral o de una felicidad
buscada. Puede hacerse de manera lenta y por cambios imperceptibles, pues
decidirse bruscamente; veremos por lo demás que no está nunca acabada y se
presenta mas o menos completa. La conversión implica siempre proporciones
diversas; no sólo un cambio personal, sino también un cambio en las relaciones con
los otros, se compone igualmente; no sólo de cambios interiores, sino también, más
o menos de prácticas exteriores.
La conversión implica siempre que se responda a una persona que se ha
percibido por encima de nosotros, que obra en nosotros, nos ilumina, nos llama y nos arrastra hacia sí, es siempre respuesta
a un llamamiento y consiguientemente a esta atracción de lo alto. La conversión es un acto de fe.
La conversión orienta al hombre hacia la vida espiritual más alta, ahora bien, somos carne y espíritu, somos definidos
por dos movimientos contrarios que luchan entre sí. En el plano medio del hombre la conversión aparece como un cambio a
la vida del espíritu, comprendiendo que es siempre, conversión del pecado, arrepentimiento y penitencia, puesto que el
pecado es precisamente debido a la carne, está en el lugar del pecado por ser oposición al espíritu, así que es siempre un
pecador quien se convierte y se convierte del pecado. Y comienza siempre por el sentimiento de una inquietud, de algo que
falta: temor de la muerte, problemas frente a la enfermedad, soledad, … pero el estado más profundo de este malestar, es
que toca más de cerca el sentimiento de ser pecador, de tener la necesidad de salvarse y de ponerse en orden. Y después hay
alivio, alegría y un sentimiento en el fondo del alma del orden reestablecido, de una liberación y de una expansión. La
conversión implica: reconocimiento de las faltas y del estado de pecador, petición humilde de purificación, esfuerzo hacia
un estado de “justicia”.
Pero la verdad es que hemos de convertirnos constantemente de la carne al espíritu; el pagano que se convierte no
tendrá mucha dificultad en reconocer, cual era el poder de la carne en él; pero el creyente tiene tal vez más viva conciencia
de lo que se opone en él, a la libertad perfecta de la caridad de Dios y se siente pecador, cuanto más se ama, más conciencia
se tiene del pecado.
La cuaresma nos recuerda sin cesar esta verdad y la catequesis aun después del bautismo deberá llamar a la
conversión.
1.- Arrepentimiento y conversión son objetos de un llamamiento interior de la gracia (Romanos 11, 4) pero también
de un llamamiento exterior que por lo menos frecuentemente es dado por la catequesis que anuncia a Cristo o que dice el
sentido cristiano de los acontecimientos humanos.
2.- La ruta total que sigue la conversión comprende dos grandes momentos: antes y después del acto de fe, por el que
se descubre el llamamiento del espíritu y en que el hombre se entrega a su acción.
3. No hay por qué extrañarse de que pongamos siempre en relación estrecha las frases de la conversión con la vida
sacramental. Y esto que es más visible para los sacramentos de iniciación cuando son recibidos en distintas edades o a
través de la institución catecuménica, es válido también para todas las situaciones. Se tendrá que notar como, en los giros o
estadios principales de la conversión deben intervenir los signos de los sacramentos.
La conversión aparece como adhesión a Dios que salva al hombre por Cristo, una adhesión a Dios vivo manifestado
en Cristo; adhesión al Cristo que nació, murió y resucitó y que es nuestro camino y nuestra vida en el espíritu; adhesión a la
iglesia como pueblo de Dios, pleroma de Cristo, que vive del Espíritu de Dios, lugar de la vida resucitada que expandirá por
la muerte. Todo esto como conocimiento global y caluroso, si se expande el sentido de la conversión, así se determina el
sentido de la existencia, el sentido de la acción, el sentido del esfuerzo, fe, esperanza y caridad. La realidad de esta
conversión se manifiesta por ciertos signos que son sus criterios, fuera incluso de la afirmación misma de que se tiene la fe:
Roturas con situaciones y actos paganos; por lo menos pesar y acepción de culpabilidad en estas situaciones y
esfuerzos por desprenderse de ellas.
Sentido de la oración y oración para saber orar mejor.
Sentido de evangelio: deseo de conocer mejor a Jesús.
Aceptación de las reglas de un catecumenado; intención de recibir el bautismo y entrada en el catecumenado que
es como el sacramento de fe naciente.
Trátese aquí, en efecto, de una conversión que debe madurar y afirmarse. Esta conversión se define más como
potencia y germen que como acto y realización, por lo menos lo que atañe a su expresión exterior y su plenitud humana.
Las prédicas de Juan Bautista, de Jesús, de Pedro o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma
orientación: llaman a la conversión y anuncian un acontecimiento: la llegada del reino de Dios. El reino de Dios es, pues,
inseparable de la conversión del hombre. Para Jesús no sólo es posible el cambio en el mundo sino necesario; pero el mundo
y la sociedad no pueden cambiar si antes no cambian las mentes y los corazones de las personas que las componen.
Desde que Dios se hizo hombre, convertirse para el cristiano es:
Convertirse a Cristo y a su Evangelio.
Identificarse con Cristo y luchar por lo que Él luchó. Él es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo y
nada puede entrar en el reino de los cielos sino a través de Él que es camino, verdad y vida.
Ser del todo buenos como Dios es bueno y capaces de amar como Jesús nos amó.
Vivir el mensaje de las bienaventuradas con el que Cristo proclama el verdadero diseño del hombre nuevo.
Las bienaventuranzas de Jesús no son máximas de sabiduría sino una llamada a una exhortación que hace el sermón
de la montaña; que se dirige a todos los hombres y nos invita a asumir actividades de mansedumbre, paciencia y humildad, a
renunciar a la violencia y a no oponerse al mal con el mal.
PRÁCTIC
Estudiar la conversión de Pablo (Hch 9, 1–30; 22, 5–16; Gálatas 1, 12- 17 sacar un esquema que muestre la actuación
de los diferentes personajes y representarlo por grupos con un caso parecido de un personaje que haya realizado un cambio
importante en su vida, señalando cinco (5) actitudes que demuestren que convertirse es identificarse con Cristo o también se
puede dejar que hagan un mural con las obras de misericordia.
COMPROMIS
Haz un listado de acciones que a corto o mediano plazo debes cumplir para cambiar determinadas actitudes que
obstaculizan tu conversión.
ACTIVIDAD DE EXTENSIÓN
Prepara un mini periódico que contenga algunos problemas más sobresalientes de nuestra patria y frente a cada
recorte, relate brevemente; La Buena Noticia que le gustaría anunciar como fruto de la Conversión.