Fabulas Cortas
Fabulas Cortas
Fabulas Cortas
Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para ver lo que
sucedía; ya informado de lo que había ocurrido, le dijo al anciano:
"Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas por un lugar
que desconoces, tienes que estar muy atento por donde caminas ya que te puedes
encontrar con cualquier cosa en el suelo."
Moraleja: Antes de lanzarse a la aventura, hay que conocer el lugar por el que se transita.
Al ver donde se había metido su ansiada presa, el lobo le grito muy fuerte para que le
escuchara, que si alguno de los sacerdotes del templo lo encontraban, iba a ser la
próxima víctima ofrecida a los dioses.
- ¡Mucho mejor! – le gritó el cordero- me es mucho más grato pensar en honrar con mi
cuerpo a un dios, que acabar mi corta existencia en el interior de tu boca.
MORALEJA
Si tienes que sacrificado en alguna ocasión, que sea con el mayor reconocimiento posible
El león y el ratón
-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos
y cumplidos.
Moraleja
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando
llegue el momento las cumplirán.
La zorra y las uvas
Moraleja
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que
no eres capaz de alcanzar.
Fabula
El bobo y la grulla
Cuentos
Uga la tortuga
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas
secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los
calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es
dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un
tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la
recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo
intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras
logrados alguna vez.
FIN
El niño y los clavos.
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio
una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase
un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así
con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar
su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo
dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había
conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día
que controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la
cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:
FIN
Carrera de zapatillas
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
Sara y Lucía
Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas
Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy
pequeñas y compartían siempre todo la una
con la otra.
EL MUÑECO DE NIEVE
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron
de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra
recién formada.
La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas
hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se
dijo.
Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un
botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y
convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes
días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
- A buen entendedor, pocas palabras bastan.
- A buen hambre, no hay pan duro.
- ! A buenas horas, mangas verdes!
- A caballo regalado no le mires el diente.
- A cada cerdo le llega su San Martín.
- A Dios rogando y con el mazo dando.
- A enemigo que huye, puente de plata.
- A falta de pan, buenas son tortas.