Fabulas Cortas

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Fabula el Astrónomo

En un país muy lejano, donde la ciencia


es muy importante para sus habitantes,
había un anciano astrónomo, le gustaba
realizar el mismo recorrido todas las
noches para observar las estrellas.

Un día, uno de sus viejos colegas le dijo


que había aparecido un extraño astro en
el cielo, el anciano salió de la ciudad para
poder verlo con sus propios ojos. Muy
emocionado estaba el astrónomo mirando
al cielo, no se dio cuenta que a pocos
pasos de él había un agujero. Cuando se
cayó al agujero comenzó a gritar pidiendo
ayuda.

Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para ver lo que
sucedía; ya informado de lo que había ocurrido, le dijo al anciano:

"Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas por un lugar
que desconoces, tienes que estar muy atento por donde caminas ya que te puedes
encontrar con cualquier cosa en el suelo."

Moraleja: Antes de lanzarse a la aventura, hay que conocer el lugar por el que se transita.

El lobo y el cordero en el templo


Volvía un pequeño cordero a reunirse con
su madre después de ir a beber el agua
limpia y clara del río, cuando de repente
sintió que una presencia extraña lo
estaba siguiendo cada vez más cerca. Al
ver que era seguido por un lobo con la
cara desencajada y las babas colgando a
ambos lados de su boca, el corderillo
aceleró el paso todo lo que le permitían
sus finas patas, encontrando a pocos
metros la puerta de un templo abierta.

Sin dudarlo un momento, se introdujo en


su interior, con la esperanza de haber
despistado a tan terrible perseguidor.

Al ver donde se había metido su ansiada presa, el lobo le grito muy fuerte para que le
escuchara, que si alguno de los sacerdotes del templo lo encontraban, iba a ser la
próxima víctima ofrecida a los dioses.

- ¡Mucho mejor! – le gritó el cordero- me es mucho más grato pensar en honrar con mi
cuerpo a un dios, que acabar mi corta existencia en el interior de tu boca.

MORALEJA

Si tienes que sacrificado en alguna ocasión, que sea con el mayor reconocimiento posible

Fabula el Perro y el Reflejo


Había una vez un perro, que estaba cruzando un
lago. Al hacerlo, llevaba una presa bastante grande
en su boca. Mientras lo cruzaba, se vio a si mismo
en el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro
y viendo el enorme trozo de carne que llevaba, se
lanzó a arrebatársela.

Decepcionado quedó cuando, por buscar quitarle la


presa al reflejo, perdió la que el ya tenía. Y peor
aún, no pudo obtener la que deseaba.

Moraleja: El que envidia lo de los demás, pierde lo


que tiene con justicia.

El león y el ratón

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón


empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el
león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser
devorado, le pidió éste que le perdonara,
prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el
momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó
marchar. 

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey


de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso
árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los
lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda,
dejándolo libre. 

-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos
y cumplidos. 

Moraleja
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando 
llegue el momento las cumplirán.
La zorra y las uvas 

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver


colgando de una parra unos deliciosos racimos
de uvas, quiso atraparlos con su boca. 

Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó


diciéndose: 

-- ¡ Ni me agradan, están tan verdes... ! 

Moraleja
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que
no eres capaz de alcanzar. 

Fabula

El bobo y la grulla

Mientras un lobo se comía un hueso, se le atragantó en la garganta, y empezó a


correr por todas partes en busca de ayuda. En su camino se encontró a una grulla
y le pidió que le salvara de aquella
situación y que le pagaría por ello. La
grulla aceptó, introdujo su cabeza en la
boca del lobo y sacó el hueso atravesado
de la garganta. Entonces, le pidió su
compensación al lobo, a lo que este le
respondió: – “Oye amiga, ¿no crees que es
suficiente paga el haber sacado tu cabeza
sana y salva de mi boca? Moraleja: Nunca hagas favores a malvados, traficantes
o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo.
Cuento

Daniel y las palabras mágicas


Te presento a Daniel, el gran mago de las
palabras. El abuelo de Daniel es muy aventurero y
este año le ha enviado desde un país sin nombre,
por su cumpleaños, un regalo muy extraño: una
caja llena de letras brillantes.

En una carta, su abuelo le dice que esas letras


forman palabras amables que, si las regalas a los
demás, pueden conseguir que las personas hagan
muchas cosas: hacer reír al que está triste, llorar de alegría, entender cuando no entendemos,
abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar sin hablar.

Cuento sobre la amabilidad para niños

Cuentos

Uga la tortuga

¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta


constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para
menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus
tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y,
para colmo es una dormilona.

¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día,


harta de que sus compañeros del bosque le
recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.

Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas
secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los
calurosos días de verano.

-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es
dedicarme a jugar y a descansar.

- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un
tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la
recompensa de haberlo conseguido.

No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo
intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras
logrados alguna vez.

FIN
El niño y los clavos.

Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio
una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase
un clavo en la cerca de detrás de la casa.

El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así
con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar
su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo
dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había
conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.

Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día
que controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.

Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la
cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:

FIN

Carrera de zapatillas

Había llegado por fin el gran día. Todos los animales


del bosque se levantaron temprano porque ¡era el
día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya
estaban todos reunidos junto al lago.

También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del


bosque. Pero era tan presumida que no quería ser
amiga de los demás animales.

La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:

- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
Sara y Lucía
Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas
Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy
pequeñas y compartían siempre todo la una
con la otra.

Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se


probó una camiseta y le pidió a su amiga Lucía
su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo
que no le gustaba cómo le quedaba y le
aconsejó buscar otro modelo.

Sara y Lucía, un cuento sobre la sinceridad

EL MUÑECO DE NIEVE
 
 Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron
de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra
recién formada.
 
 La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas
hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.
 
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se
dijo.
 
 Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un
botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y
convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes
días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
 

 
- A buen entendedor, pocas palabras bastan.
- A buen hambre, no hay pan duro.
- ! A buenas horas, mangas verdes!
- A caballo regalado no le mires el diente.
- A cada cerdo le llega su San Martín.
- A Dios rogando y con el mazo dando.
- A enemigo que huye, puente de plata.
- A falta de pan, buenas son tortas.

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