Pasión de Cristo
Pasión de Cristo
Pasión de Cristo
Iconografía
El vía crucis1 o viacrucis23 (en latín: «camino de la cruz») es una de las devociones o
prácticas de oración más extendidas entre los católicos.4 Se realiza el Viernes Santo y refiere
los diferentes momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su prendimiento hasta
su crucifixión, sepultura y posterior resurrección. La expresión se usa también comúnmente
para expresar todo tipo de dificultades que se presentan en la vida cuando se quieren
alcanzar ciertos objetivos.
También conocido como "estaciones de la cruz" y "vía dolorosa", se trata de un acto de
piedad, un camino de oración, basado en la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo,
en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de catorce imágenes de la
Pasión, denominadas estaciones, correspondientes a incidentes particulares que, según la
tradición católica, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad basados en los relatos
evangélicos y la tradición. También se llama via crucis al recorrido de cruces que señalan un
camino o una ruta donde se puede realizar este ejercicio piadoso.
ESTACIONES
La forma tradicional de esta práctica piadosa consta de las siguientes quince estaciones:
III estación. Cristo caído (1698), escultura de Nicola Fumo en la iglesia de San Ginés (Madrid).
ARMA CHRISTI
Arma Christi o los instrumentos de la Pasión son objetos asociados a la Pasión de Cristo en
el simbolismo católico medieval que representan una serie de méritos en forma de armas
heráldicas conquistados por Jesucristo frente a Satanás.
El sentido espiritual es tener presente los hechos memorables de la Pasión de Cristo para
poder interiorizarlos y meditar en el dolor que Cristo pasó en esta Tierra, así, mirando cada
objeto representado, se pasa de unos a otros, en el orden natural de los acontecimientos
reseñados en los Evangelios.
Símbolos de la Pasión
Aunque el uso de las armas no es indiscriminado, es posible que en función del ámbito
cultural o época histórica se escojan con preferencia unos elementos sobre otros, hay un
conjunto mínimo formado por: la Cruz, la Corona de espinas, el Pilar o Columna de la
Flagelación, la vara con la Santa Esponja, la Santa Lanza, los Santos Clavos y el Velo de la
Verónica. En algunos casos, los menos, es posible ver las cabezas de las figuras de la
Pasión, incluyendo a Judas, Caifás, o el hombre que se burló de Cristo tras escupir su rostro.
La Última Cena
El Santo Grial o cáliz utilizado por Jesús en la Última Cena para instituir el
sacramento de la Eucaristía y que algunas tradiciones afirman que José de
Arimatea usó para recoger la sangre derramada por Jesús en la crucifixión.
Las treinta monedas de plata que recibió Judas Iscariote como recompensa por
entregar a Jesucristo.
La última cena de Leonardo
Cenacolo di Fuligno, Perugino, 1493-1496.
El prendimiento[editar]
La linterna o antorcha utilizada por los soldados que arrestaron a Jesús.
La espada utilizada por San Pedro, cuando cortó la oreja a Malco, un criado del
Sumo Sacerdote y que milagrosamente Jesús regresó a su estado original.
Los bastones utilizados por los soldados que arrestaron a Jesús.
La mano de Caifás, el sumo sacerdote del sanedrín (tribunal religioso) que
abofeteó a Jesús al considerarlo blasfemo. Como otros participaron en el escarnio,
como los criados, la mano también representa a su vez la de los que golpearon a
Jesús.
Las cadenas o cuerdas que unían a Jesús durante la noche en la cárcel.
El gallo que cantó tras la tercera vez que San Pedro negó a Jesús.
La túnica inconsútil de Jesús, sin costuras, que en modo de burla le hizo
vestir Herodes Antipas como señal de desprecio al no contestarle a las preguntas
que le formuló.
El pilar o columna donde Jesús fue mandado azotar.
El flagelo o látigo, con el que Jesucristo recibió los 39 latigazos.
Una vara de abedul con el que le azotaban el rostro y que le adjudicaron
como cetro a modo de burla.
Las uñas del flagelo que son las causantes de las cuatro heridas en los
antebrazos y espalda.
La clámide púrpura, tomándolo a burla, vistiéndolo como rey.
La corona de espinas al objeto de burlarse cruelmente de Jesús.
El descendimiento y entierro[editar]
Las escaleras utilizadas para la descender el cuerpo de Jesús.
Las tenazas utilizadas para extraer los clavos.
Mirra, utilizada para ungir el cuerpo de Jesús.
El sudario o sindone que se utilizó para envolver el cuerpo de Jesús y darle
sepultura.
Entrada en Jerusalén
Aunque estrictamente hablando el ciclo tendría que incluir
desde el arresto de Jesucristo hasta su muerte, lo habitual
es que comience con la Entrada en Jerusalén, narrada por los
cuatro Evangelistas de forma muy similar. Jesús se dirige a
Jerusalén para acudir a las celebraciones del templo con
motivo de la Pascua judía montado en asno y acompañado de sus
discípulos y cuando está llegando a la ciudad sus seguidores
salen a recibirle cantando el Osana. Es un episodio que
persigue que se cumpla una profecía de Zacarías que anunció
que el Mesías llegaría a Jerusalén montado en burro. En
el Evangelio de Juan se dice que los seguidores tomaron ramas
de palmera y salieron a su encuentro, de ahí la costumbre del
Domingo de Ramos. En el Evangelio de Mateo no se habla de
ramas sino de que le tiraban sus mantos para que Él los
pisara.
Entrada en Jerusalén (1), pintura mural procedente de la ermita de San Baudelio de
Berlanga, en Soria
Lavatorio de pies
Justo antes de la Última Cena puede aparecer El Lavatorio de
pies, un episodio que sólo se narra en el Evangelio de Juan y
que responde a la costumbre oriental en la que los criados de
una casa lavaban los pies a los invitados a un banquete. Se
le representa al propio Jesús en ese acto como demostración
de su humildad. En Bizancio es habitual que Cristo esté de
pie, porque se entendía como demasiado humillante que
estuviera arrodillado, como aparece representado en
occidente.
Última Cena
La Última Cena es una de las escenas cumbres del ciclo, de
ahí que vaya a dedicarle un post monográfico que publicaré en
breve.
Lavatorio y Última Cena en la Maestà del Duccio
Oración en el Huerto
Terminada la cena, Jesús se retira a orar, acompañado de
algunos de sus discípulos, al Huerto de los Olivos o de
Jetsemaní. La fuente más utilizada es el Evangelio de Lucas.
Es como una última tentación porque Jesús le pide a su padre
que le libre de la muerte. Sufre pero es confortado, o por
Dios Padre o por un ángel. Después del siglo XVI puede
aparecer un cáliz con la Sagrada Forma en la escena, que
aunque no tiene ningún sentido narrativo busca reflejar el
pasaje en el que Cristo le dice a su padre: “aparta de mí
este cáliz”, alusión simbólica a su sacrificio.
Oración en el huerto en una vidriera de la iglesia de la Cartuja de Miraflores, en Burgos
Prendimiento
La escena del Prendimiento puede aparecer en combinación con
la Oración en el Huerto, pero si sólo aparece una de los dos,
la habitual es la primera. Se supone que sucede de noche. Los
soldados llegan con el populacho que porta antorchas y
faroles. Se elige el momento en el que Judas besa a Jesús,
señal para identificarlo ante los soldados. Santiago de la
Vorágine en la Leyenda Dorada dice que fue necesario porque
se parecía mucho a Santiago el Mayor, que era su primo. De
todos modos, no hay que olvidar que era un saludo normal al
maestro y no tenía que levantar sospechas. Los Evangelios no
dicen dónde le besa; lo normal era en la mano pero en las
representaciones lo hace en la mejilla; también puede
abrazarlo o incluso besarlo en la boca, como en Giotto. A
Judas se le representa feo, a veces pelirrojo y suele vestir
de amarillo, color de la traición.
Proceso
El siguiente pasaje es el Proceso. Jesús sufre un proceso
religioso ante el Sanedrín y otro civil ante Pilatos. Aunque
es un pasaje largo sólo aparece completo en ciclos muy
extensos. Según el Evangelio de Juan se le juzga por blasfemo
por decir que es el Mesías. Primero le llevan, atado, ante
Anás, que no se pronuncia y lo remite a Caifás, presidente
del Sanedrín y su yerno. El pasaje ante Anás es muy
excepcional y es más normal representarlo ante Caifás. A
veces se suman ambos y la comparecencia se realiza ante los
dos personajes aunque en el pasaje evangélico sean dos
escenas sucesivas.
Cristo ante Anás y Primera negación de Pedro en la Maestà del Duccio
Negación de Pedro
La Negación de Pedro es una escena accesoria. En la Última
Cena, cuando los discípulos se escandalizan cuando Jesús les
comunica que uno de ellos le va a traicionar, les replica que
no lo hagan porque todos serán escandalizados de Él, y cuando
Pedro contesta que él no lo hará, Jesús le dice que le negará
por tres veces antes de que cante el gallo, y aunque Pedro
será el único que le acompañe tras ser detenido, ya que los
demás huyen, cuando es reconocido como uno de sus seguidores,
lo niega en tres momentos distintos y cuando el gallo canta
se da cuenta de que se ha cumplido lo que Jesús le dijo en la
Cena. Por eso a veces el gallo es atributo de Pedro. Su
representación, que desaparece tras Trento porque no deja en
buen lugar al Padre de la Iglesia Católica, fue sustituida
por las Lágrimas de San Pedro, episodio más honroso y
manifestación de su arrepentimiento tras las negaciones.
Cristo de los ultrajes y Negación de Pedro mientras Cristo está ante Caifás en
la Maestà del Duccio
Flagelación
El Evangelio de Mateo y el Evangelio de Marcos colocan
la Flagelación justo antes de la Crucifixión, cuando ya ha
terminado el proceso. Sin embargo, el Evangelio de Lucas y
el Evangelio de Juan la sitúan antes porque es como otro
intento de Pilato de salvar a Jesús aplicándole un severo
castigo y confiando en que el pueblo se conforme con eso, de
ahí que todavía no porte la corona de espinas. Jesús aparece
semidesnudo y atado a una columna. En la Edad Media la
columna es alta y delgada porque toma como referencia una
reliquia custodiada en Jerusalén de estas características,
pero a partir del siglo XVI la columna suele ser baja y
gruesa porque se toma otra reliquia, la custodiada en
la Basílica de Santa Práxedes en Roma.
Flagelación en la iglesia de San Maurizio de Milán
Coronación de Espinas
Otra de las vejaciones que sufre Cristo en su Pasión es
la Coronación de Espinas. El relato de los Evangelios varía.
Pilato entrega a Cristo a los soldados para que hagan con él
lo que quieran, y como ha sido condenado por proclamarse Rey
de los Judíos, le disfrazan de Rey para mofarse, con una
túnica roja, color de los emperadores, un manto, una corona
de espinas y una vara como cetro. En un primer momento la
corona de espinas no se representa como un suplicio sino como
una simple burla, pero con el tiempo se va exagerando su
importancia y haciéndose más evidente, convirtiéndose en un
tema frecuente en el Gótico, coincidiendo con la adquisición
de San Luis de Francia de la reliquia de la corona de espinas
y la construcción de la Sainte Chapelle para albergarla. La
escena adquiere más importancia en los ciclos y con el tiempo
se exageran las heridas que produce. Santa Brígida describe
que la corona descendía hasta casi el centro de la frente y
que la sangre corría abundantemente por el rostro de Cristo.
Flagelación y Coronación de espinas en la Maestà del Duccio
Ecce Homo
El siguiente pasaje relata cuando Pilato saca a Jesús al
balcón del Pretorio y lo enseña al pueblo exclamando “Ecce
Homo” (he aquí al hombre). Su intención es salvarle dando el
castigo recibido por suficiente, pero el pueblo pide su
crucifixión y Pilato no tiene más remedio que condenarle. Esa
frase da lugar a un modelo iconográfico en el que Jesús
aparece con las manos atadas, una soga al cuello, semidesnudo
y mostrando las heridas de los latigazos, a veces con manto
púrpura y coronado de espinas. Es una representación que
persigue conmover y se convierte en independiente en el
Gótico final como imagen icónica de piedad, fuera del Ciclo
de la Pasión. Es propia de esta época, en el ámbito de la
exacerbación de la violencia para conmover al fiel.
Tablas del Ecce Homo y Cristo atado a la columna en el Museo Machado de Castro de Coímbra
Crucifixión
Puede aparecer simplemente el Crucificado o ser una escena
que recrea el acontecimiento histórico, con más personajes.
No se encuentra antes del siglo VI y va introduciéndose muy
poco a poco, sin imponerse hasta los siglos X o XI.
Descendimiento
Igual que la Crucifixión, su representación es tardía,
surgida en el siglo IX en Bizancio, y es puramente narrativa,
sin valor litúrgico o simbólico especial. Los relatos
evangélicos coinciden, más o menos. en que Cristo muere en
viernes. El sábado es el día sagrado de los judíos, en el que
no pueden trabajar, por lo que se hace necesario bajarlo de
la cruz para no esperar al domingo para poder enterrarlo. Un
judío rico seguidor de Jesús, José de Arimatea, miembro del
Sanedrín, fue a hablar con Pilato para solicitar permiso para
bajarle de la cruz y enterrarle el mismo viernes.
Deposición
La Deposición puede confundirse con el Descendimiento y su
representación no es habitual porque no aporta demasiado.
Representa el momento en el que, una vez descendido, tumban
el cuerpo de Cristo en una piedra sobre un paño blanco.
Aparece en horizontal sobre una piedra. En la escena aparecen
José de Arimatea y Nicodemo ungiendo el cadáver y María, Juan
y otros personajes.
Deposición en la iglesia de San Maurizio de Milán
Entierro
Los Evangelios relatan que Cristo fue enterrado en un
sepulcro cedido por José de Arimatea. Hay representaciones
muy fieles que reflejan un sepulcro excavado en la roca,
propio de los enterramientos judíos de la época. Aparecen los
mismos personajes que en el Llanto y refleja el mismo dolor.
En occidente es más habitual un sepulcro normal de la zona.
Entierro de Cristo en la Maestà del Duccio
Entierro de Cristo en el Museo Machado de Castro de Coímbra
Traslado a la sepultura
En el Gótico final, para no ser tan repetitivo en un ciclo,
el Entierro puede sustituirse por el Traslado a la sepultura,
en parte ligado al auge de los Autos Sacramentales y a la
aparición de Cofradías del Santo Entierro, organizaciones
seglares agrupadas en torno a un culto y que atienden a
gentes pobres, realizando las ceremonias en los entierros.