Przeworski Adam - Democracia Sustentable
Przeworski Adam - Democracia Sustentable
Przeworski Adam - Democracia Sustentable
Democracia
sustentable
BIBLIOTECA - FLACSO - E C
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Cúiije:
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^ ' Paidós
Buenos A ires-B arcelon a-M éxico
Titulo original: S u stain able D em ocracy
© C am b rid g e U niversity Press, 1995
Published by the Press Syndicate of The U niversity o f C am bridge
C am bridge, 1995
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IS B N 950-1 2 -8 9 0 3 -6
índice
Prefacio ................................................................................................................. 11
Reconocimientos................................................................................................. 17
P a rte I
Democracia e instituciones democráticas
3. Instituciones democráticas........................................................................... 69
1. N ótese que esta distinción entre los d erechos ciu d ad an o s y las con dicion es re
queridas para hacerlos efectivos no equivale al vocabu lario m arxista de d em o cracia
"fo rm al" versus "real". Esta últim a se b asab a en el argu m en to de que en las so cied a
des desiguales social o econ óm icam en te, la d em o cracia universal en la esfera políti
ca sólo reproduce la desigualdad de la esfera social. N uestra distinción, p or su p a r
te, se basa en el supuesto de que se p u ed e activar la ciud adan ía p ara alterar la
desigualdad de la esfera social, pero sólo cu an d o todos disponen de las con dicion es
sociales necesarias para ejercerla.
Democracia, ciudadanía y Estado 63
3. N ótese que en la A rgen tin a no hubo legislación penal que co n tem p lara esp e
cíficam ente el tipo de crím en es p erp etrad o s p o r las fuerzas arm ad as, ni criterios de
evidencia establecidos, ni u nidad es b u rocráticas en carg ad as de p erseg u ir las viola
ciones de d erech os h u m an o s (M oreno O cam p o , 1991).
C a p ítu lo 3
Instituciones dem ocráticas
ifDdio'O - -
Las dem ocracias no son todas iguales. Los regím enes que gene
ralm ente se consideran dem ocracias guardan grandes diferencias en
cuanto a los sistem as de representación, las m odalidades de división
y supervisión de poderes, las form as de organización de los intereses,
las doctrinas legales y los conjuntos de derechos y obligaciones aso
ciados con la ciudadanía.
Todas las sociedades que em prenden la tarea de construir una de
m ocracia se topan con tres cuestiones genéricas: sustancia versus pro
ceso, acuerdo versus com petencia, y m ayoritarism o versus constitucio
nalism o. ¿Debería la dem ocracia organizarse de m odo de facilitar
explícitam ente la consecución de ciertos objetivos norm ativos -p o r
ejem plo, la justicia social o ciertos valores del cristian ism o- o debería
ser neutral respecto de todos los valores -prom ovien d o sólo la liber
tad y la igualdad políticas, estableciendo sólo procedim ientos y de
jan d o los resultados sustantivos en m anos del proceso dem ocrático-?
¿D eberían las instituciones dem ocráticas estar im buidas de un conte
nido m oral específico o deberían ser sólo un sistem a de leyes para re
gular los conflictos? ¿D eben algunas instituciones, com o los tribuna
les, las fuerzas arm adas o los m onarcas, actuar com o árbitros sobre el
proceso com petitivo o deberían todas ellas som eterse al veredicto pe
riódico de las elecciones? ¿D eberían algunas decisiones -co m o el de
recho a la propiedad privada en las constituciones de Venezuela y de
70 Adam Przeworski y otros
1. Sobre este tópico, véanse tos enstivns reunidos en tilster y Slnystad (1988).
Instituciones democráticas 71
las elecciones perm iten a los votantes identificar las diferentes pro
puestas de gobierno en com petencia y elegir entre e lla s " - y "repre-
sentativid ad " -"g ra d o en que las elecciones articulan los diversos in
tereses en la asam blea y les garantizan v o z " -. Shugart y C arey llegan
a sostener que un sistem a institucional en particular - e l "prem ier-
p resid en cialism o "- es el m ejor com prom iso que se puede establecer
entre esas dos cualidades.
Los efectos de la independencia de los bancos centrales sobre el
d esem peño económ ico no son fáciles de determ inar, en parte porque
la independencia efectiva (m edida a través de la tasa de recam bio de
sus presidentes) no siem pre se corresponde con las provisiones lega
les (C ukierm an, Webb y N eyapti, 1992). Entre los países desarrolla
dos, la independencia de los bancos centrales tiende a reducir la in
flación y au m entar el d esem pleo sin u n claro efecto sobre el
crecim iento, p efo entre los países m enos desarrollados el efecto sobre
la inflación n o es significativo en los análisis estadísticos (Alesina,
1988; C ukierm an y otros, 1992; G rilli, M asciandrano y Tabellini, 1991;
Parkin, 1986).
Finalm ente, los estudios de las sociedades capitalistas desarrolla
das m uestran que hasta principios de los ochenta el m ejor desem pe
ño económ ico lo registraron los países en que las centrales obreras y
los em pleadores concertaron sus intereses ante un Estado controlado
por partidos socialdem ócratas.4 Los análisis estadísticos de los países
de la O CDE m uestran recurrente, aunque no invariablem ente, que los
m enores niveles de desigualdad de ingresos, las redes m ás com pletas
de servicios de bienestar y los m ejores trade-offs entre em pleo e infla
ción, por un lado, y niveles salariales e inversión, por otro, se radican
en los países que supieron com binar sindicatos fuertes con control so-
cialdem ócrata sobre el gobierno. M ás aún, la investigación de Lee y
Przew orski (1993) sobre catorce países de la O CD E entre 1960 y 1980
m uestra que el bienestar -d efin id o com o una fruición de ingresos de
m ercado, com pensaciones por desem pleo y haberes so cia les- de un
adulto prom edio es m ayor en los países socialdem ócratas. M ás senci-
llám ente, los únicos países en el m undo donde casi nadie es pobre
después de im puestos y transferencias son los que llevaron a cabo
m edidas socialdem ócratas.5
A la inversa, tenem os evidencia de que el im pacto de las crisis
económ icas sobre la supervivencia de la dem ocracia depende del
m arco institucional. Zim m erm an (1987, 1988) señaló que la profundi
dad y la duración de la recesión de 1929-1932 no predicen si la dem o
cracia sobrevivió a esta crisis. Varias investigaciones de la crisis b ra
sileña de 1961-1964 atribuyeron el colapso de la dem ocracia no a la
crisis económ ica sino a la "parálisis institu cional". Lo que pareció de
cisivo en estos casos fue si el m arco institucional era capaz de gene
rar m ayorías efectivas.
M uchos trabajos com paran la dem ocracia parlam entaria con la
presidencial para evaluar cuál es la m ás vulnerable a la quiebra. Ste-
pan y Skach (1992), así com o M ainw aring (1992) y Álvarez y Prze-
w orski (1994), encuentran que los sistem as presidenciales son más
propensos al colapso. Linz (1994), por su parte, sostiene que si bien
los regím enes parlam entarios y los presidenciales pueden ser igual
m ente vulnerables, hay abundante evidencia de que el sistem a presi
dencial contribuyó m ucho a varias caídas. Con todo, Shugart y Carey
(1992), que introducen distinciones m ás finas entre los sistem as pre
sidenciales, cuestionaron estos resultados.
Un descubrim iento inequívoco es que las dem ocracias no sobre
viven cuando com binan presidencialism o con sistem a de partidos
fragm entado (Stepan y Skach, 1992; Á lvarez y Przew orski, 1994). Y a
m enudo com binan esos rasgos: según Stepan y Skach, entre treinta y
ocho países no pertenecientes a la O CDE entre 1973 y 1989, los siste
m as presidenciales estaban acom pañados de m ayorías legislativas en
el 48 por ciento de los casos, m ientras los sistem as parlam entarios ha
bían form ado m ayorías en el 83 por ciento de los casos. Sin em bargo,
sólo una de las veinticinco dem ocracias recientes eligió un sistem a
parlam entario puro, y casi todas optaron por sistem as electorales con
Por lo visto hasta aquí, existen buenas razones para pensar que
los diseños institucionales específicos sí son im portantes para la du
rabilidad y el desem peño de las dem ocracias. ¿Cóm o se seleccionan
entonces estas estructuras institucionales durante la transición dem o
crática? Específicam ente, ¿podem os esperar que las fuerzas políticas
en conflicto instalarán el m arco institucional m ás favorable a la sus-
tentabilidad de la dem ocracia?
En contra de la hipótesis de O 'D onnell y Schm itter (1986), que
guió los prim eros estudios sobre la dem ocratización, es poca la ev i
dencia de que los rasgos de los sistem as luego de la transición corres
pondan a las características del antiguo régim en o las m odalidades de
la transición. El tipo de transición puede sentar una "afin id ad electi
v a" con sistem as institucionales específicos, pero esta propensión
puede desviarse por: 1) la firm eza de una herencia constitucional na
cional particular (el presidencialism o en Am érica latina, la represen
tación proporcional en Europa); 2) la prom inencia coyuntural de cier
to clivaje o am enaza internacional (presidencialism o checo), y 3) la
existencia de m odelos y patrocinadores externos poderosos (la cláu
sula de exclusión del 5 por ciento, el sistem a electoral m ixto, el voto
de desconfianza constructivo: todos ítem es de la constitución de A le
m ania federal). Es cierto que las transiciones a la dem ocracia dejan
huellas institucionales, en particular cuando som eten a la dem ocracia
a la tutela de los m ilitares. Pero estos rasgos pueden borrarse con el
tiem po: en España, los sucesivos gobiernos dem ocráticos fueron efec
tivos a la hora de rem over los rem anentes del franquism o y de su bor
dinar a los m ilitares al control civil; en Polonia, la evolución de las re
laciones de fuerzas elim inó la m ayoría de los vestigios del pacto de
M agdalenka.
Las fuerzas políticas involucradas en el establecim iento del nue
vo sistem a dem ocrático pueden com partir inicialm ente una concep
ción com ún m ínim a acerca de lo que es la dem ocracia (o quizás acer
ca de lo que no es), pero a la hora de establecer reglas e instituciones
m ás específicas descubren grandes disidencias entre sí. Incluso si to
dos conocieran las consecuencias de los distintos diseños, los temas
institucionales seguirían generando conflictos porque las institucio
nes tienen im portantes consecuencias distributivas (Knight, 1992). Si
la elección de las instituciones fuera sólo una cuestión de eficiencia,
los desacuerdos serían sólo un problem a de divergencias en torno al
m ejor m odo de instalarlas: ninguna persona tendría razones para te
Instituciones democráticas 81
dificará per se la sustancia de las dem andas políticas y alterará las es
trategias de los actores políticos. A unque estos form alism os no care
cen de im portancia independiente, sería azaroso centrar la atención
exclusivam ente en el m arco legal que delim ita los poderes de las ins
tituciones y los derechos de los ciudadanos com o señal inequívoca de
consolidación dem ocrática. Las constituciones no necesitan ser "le c
tura cotid iana" pero tam poco son escrituras sagradas. Las dem ocra
cias m odernas tiend en a ser con stitu cion ales, pero los procesos de
selección, acceso, participación, com petición y accountábility son sim
plem ente dem asiado m últiples y m utables para ser codificados defi
nitivam ente.
De esta form a, si bien las instituciones tienen un im pacto au tóno
mo sobre el desem peño y la durabilidad de las dem ocracias, sus efec
tos dependen del contexto político y cultural. Y no podem os suponer
que todas las condiciones políticas y culturales que caracterizan a los
países en que la dem ocracia se estableció décadas atrás están presen
tes en los países que acaban de experim entar una transición a la de
m ocracia, en m uchos casos por prim era vez o luego de un largo p a
réntesis autoritario. D ebem os preguntar, entonces, qué tipos de
institución dem ocrática son com patibles con las condiciones m ás h a
bituales de las nuevas dem ocracias.