Constelaciones Dossier

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constelaciones

A Edgardo Gili in memorian

Grulla
La Grulla, ubicada al sur de la luminosa estrella Fomalhaut desaparece del cielo a
partir de latitudes medias del norte, pero resulta una constelación muy nítida para
realizar observaciones desde el hemisferio sur. Su punto más álgido tiene lugar el
28 de agosto. Para los árabes, Piscis Austrinus incluía estas estrellas. Grulla, en su
forma actual, fue creada en 1.603 por el astrónomo alemán Johann Bayer. En la
Edad Media, esta constelación se conocía con el nombre de Phoenicopterus, el
Flamenco. Su estrella alfa (1.74; azul-blanca) recibe el nombre de Alnair, que
significa la luminosa.

No te vayas sin tu grulla

Las grullas viven en bandadas. Migran. Se parecen a las cigüeñas,


salvo que no son mudas. Emiten sonidos agudos que se escuchan
hasta a dos kilómetros de distancia. Luz cálida, perfume que abraza.
Música. Danza. Palabras que buscan. ¿Cómo decidieron venir a este
taller? Estaban ocupados todos los demás. Máscaras: miran con la
mirada rígida: ¡Sacate el antifaz, alegre mascarita que me gritás al
pasar! Quiero estar en un aula diferente a todas las demás. No es
cosa de locos, es cosa de todos. Y ¿esto para qué sirve? Las grullas
danzan para atraerse: saltan y chillan de amor. Me gustás, me
gustás. Ya no te quiero más. Elegí al que no te elige. No te creas que
elegís, chavona. Malabares: las grullas conservan sus parejas para
toda la vida. Quiero más, siempre quiero más. Vinieron los abuelos.
Las grullas son longevas. Pavlovsky, la ética de lo abierto. Apretados.
Algunos toman mate, algunas toman nota. La ley no nos ampara.
Hacer las cosas mal, pero hacerlas, dijo Sarmiento. Vómito clínico:
“no es joda cuando decimos que nos queremos matar”. Y, ¿esto para
qué sirve? Las grullas andan en bandadas. ¡Qué loco bailar! La
felicidad se contagia. Se cortó la luz. ¿A dónde tengo que ir? El
consumo te consume. Dame la dosis. Te arrasa. Las grullas no son
vampiros. Pensar escribiendo. Las grullas emiten ruidos que se
escuchan desde lejos. Las grullas migran. Escribir volando con las
ideas. El grupo es fuego. Donde hubo amor, cenizas quedan. ¡Fuego!
Acrobacias. Malabares. Los abuelos son longevos. León Rozitchner:
hay que ser arbitrario para hacer cualquier cosa. Hay que tener una
vida, para pensar la vida. Vine a sembrar algo. ¿Cuánto vive una
grulla? Vive un instante. El instante es eterno. Las chicas y los chicos
de psicología, ¿sólo saben de psicología? ¡Qué lindo es estar con
alguien que se apasiona! Basta de espejos. Terminemos con todas las
miradas. Hacer riendo. La risa y el miedo se abrazan en un circo.
Quién te quita lo bailado. No estamos locos los que sabemos lo que
queremos. Las grullas danzan para acoplarse. La esquina de mi
barrio. ¿Por qué estamos acá? Y, ¿esto para qué sirve? Tengo un
problemita técnico. Una esquina de Ituzaingó, qué lejos está de
Atenas. Las chicas y chicos que están en la calle molestan. Si hacés
mil grullas de papel, se te cumple un deseo por grulla. Hicimos
quinientas. Cada dos grullas, un deseo. La cana te rompe todas las
grullas. La palabra dicha se pierde en el aire. Las paredes se
volvieron locas. ¿Tomaron lista? ¡Saquen una hoja, vamos a hacer un
dictado! Gi-li hizo tai-chi. “Pasaron las grullas” es una película rusa en
la que los amantes se separan porque él se va a morir en la guerra.
Y, ¿esto para qué sirve? Las trans-grullas, no son cigüeñas, no son
pavos, no son gallinas, no son pingüinos, ni hipocampos. Son aves.
No, no son, vuelan y chillan más allá de sí. ¿Cómo vivir fuera del
hospital? Desmanicomializar no es deshospitalizar. Ninguna grulla
abusa sobre otra grulla. Las grullas no encierran a otras grullas. Las
grullas anidan en lugares abiertos, pero ninguna grulla es propietaria
de la tierra. Urgencia y emergencia. ¿Qué es una catástrofe?
Acontecimiento de singularidad extrema. La grulla centinela cuida el
sueño de todas. Amuchados en el pasillo helado, la grulla de barba
blanca habla, habla, habla, abraza, grita, abraza, grita, grita. Ese
chillido no se apaga nunca: Alfredo Moffatt. Las aves chillonas no van
a clase. Cuando las vacas vuelen, la escuela se va a llamar Ernesto
Che Guevara. La grulla guerrillera. El rock es re grullero, loco.
Supergrullo, viste. Construimos un puente emotivo. ¿Adónde tengo
que ir? Entre-vista a De Brasi. Las grullas no tienen causa, causan
bandadas. El progreso hace rato que está de regreso. Frase consuelo
para los diablos rojos de Avellaneda: soy tan independiente que
ahora me separo de mí mismo. Volverán las grullas, que no son
golondrinas. Fisurar el arrasamiento de los consumos modernos. Las
grullas fuman semillas e inhalan insectos. Y, ¿esto para qué sirve? Yo
no soy preso, estoy preso. ¿Hasta cuándo vuelan las grullas? Hasta
que se acaben las cárceles.
Paloma
En nombre de Columba o la paloma se debe al flamenco Petrus Plancius y en el
célebre atlas de Johann Bayer, de 1603, se encuentra simbolizado por primera vez
el plumado heraldo de la paz con el ramo de olivo en el pico, volviendo al arca de la
que Noé todavía dudaba si salir. Como en Egipto las estrellas principales de
Columba son observables en el horizonte sur durante los meses de invierno boreal,
se conoce aún la teoría que algunos templos egipcios estaban orientados en la
dirección en que se levantaba esta constelación.
Palabras que visitan. Musicar con María Zambrano

Cintia Rolón
Uno

Llegarán otros días, llegarán otras voces.


Sonreirás a
solas. Los gatos lo sabrán.
Cés
ar Pavese Los gatos lo sabrán

A quien pueda interesar, a quien corresponda.


Hay premura en los trazos abigarrados sobre el exiguo espacio de
papel. La carta escrita en un invierno francés, está fechada a escasos
días del cruce de frontera. De las carreteras catalanas por los Pirineos
Orientales. A pie. Bajo la lluvia. Tras la derrota. En el exilio. El pedido
de ayuda se dirige a quien pudiera ser el destinatario:
“dotado de la sensibilidad” […] “para hacerse cargo de la situación de
seres tan poco estimados en nuestra patria, como somos los
intelectuales” […]” en momentos en que toda claridad ha de
extremarse hasta bordear la crudeza”.
La rúbrica de María Zambrano signa el texto. Pero es el dolor quien la
escribe, modula el tono, colorea su tinte, y propaga aire para que las
palabras respiren, aún entrecortadas, en medio de una atmósfera
entumecida de emborronados, bombas, rasgaduras y muerte. La
escritura se agolpa hacia los bordes de las páginas, con marginalias al
filo de querer brincar. Saltar al vacío, desde el vacío mismo, hacia la
nada del mundo. Letras mudas de un grito sordo El acopio de grafías
desvaría al colapsar con la estrechez de esas hojas. En tal disyunción,
podrían, quizás, improvisar un cuerpo, menguar la herida.
Carta-phármakon, remedio y veneno. Epístola peregrina, embarco y
provisión para el viaje, promesa de un puerto.
“Pero hoy me encuentro en la calle, sin saber si mi marido ha muerto
y teniendo que elegir entre el campo de concentración o ir a que
Franco me fusile. Mi deseo es ir a América –Argentina o Méjico -
donde creo podré vivir. Más, ¿cómo llego?”
Porque la ruta del agua dispone derivas, una carta lanzada al mar,
deviene naufragio de palabras. Ellas, a fuerza de nado, procuran no
diluirse en mareas de olvido. Criaturas anfibias, a boca-nadas,
sobreviviendo. Viviendo sobre, cuando vivir, sobra. A- brazadas
entre las olas para mantenerse a flote, aunque los pies desciendan y
la pleamar arrastre. Cuerpos de sal y tinta, espuman en un mar de
letras.
Carta: ubicuidad que nombra sostén y confín. Brecha irremediable.
Cita del desencuentro. Castillos de arena. Barajas del azar. Diálogo
inconcluso. Caligrafía amatoria. Mapa sindonde. Paradoja que
ofrendan el espacio y el tiempo pactando un secreto: desear.
Deshoras.
Infinitos epistolarios enhebrarán y rasgarán la vida en María
Zambrano. Como gesto imposible y entrañable de una caricia a
distancia. Un intersticio fugaz, habitable de un entredós intelectual.
Pliegos. Cartas. Pieles sucesivas, deshojadas una a una, para
reencontrarse en carne viva.
“[…] no, no es que duela, es una sensación como de quien ha sido
despellejado, como San Bartolomé, una sensación ininteligible, pero
que es […]”.
Tras la derrota, en el exilio. Pero de pie. Porque:
“Lo que en el fracaso queda, es algo que ya nada ni nadie, puede
arrebatarnos. Y este género de fracaso era entonces y sigue siendo
ahora la garantía de un renacer…”.
Renacer cada vez que se vuelve a salir al alba, al camino. Comenzar.
Acaso el fin de la filosofía, la música, la poesía, las artes, amistades
que tramaron la escritura en esta autora, no sea más que comenzar.
Comenzar a pensar. Pensar modos de preguntas con respuestas
suficientemente asimétricas, incesantes, que no clausuren la
posibilidad de retornar del interrogante de donde emergieron. Para
que pensar pueda respirar.
En el instante inasible de la Aurora, despuntan sobre la orilla cartas
errantes, palabras náufragas, trozos de llamadas. Ma(r)e-escritura;
obituario en el que ondean, también, cadáveres semánticos. La
República esparce su bandera en el mar, el día después y del otro
lado de la orilla. Rojas, las aguas, doradas las costas, la mañana,
morados los cuerpos que sobre-vivieron. “Por una gota de luz, toda la
sangre de España” - tiembla un poeta.
Las manos que piensan, sueltan la pluma que escribe. Ligera, ésta
vuela sobre la espalda, para brotar en alas ¿Respirar? Sólo por las
membranas húmedas de las branquias. Piernas tambaleantes
rematan en una aleta caudal. Una cabellera andante crece enredada
entre sueños. La mutación se ha iniciado. La sirena anclada en los
bosques de Sabres, se ha puesto a cantar ¿Podrán esta vez, los
navegantes, escuchar?
“De Vd. espero al menos, una contestación adecuada a mis
desesperadas circunstancias.
Le saluda afectuosamente, su amiga

María Zambrano”.
Dos
- ¿Cómo definiría poesía?
En una ocasión dije que la poesía era un caracol nocturno en un rectángulo de
agua, pero desde luego, se le ve la raíz irónica a esa no definición, es decir, un
caracol nocturno no se diferencia gran cosa de uno diurno y un rectángulo de agua
es algo tan ilusorio como una aporía eleática.
Jo
sé Lezama Lima. Conversaciones

La respuesta del poeta no es floreo de una esgrima intelectual. Ni


apelación retórica, burla o sátira. La ironía intenta extraviar las
coordenadas que todo interrogante óntico pretende territorializar.
Desorganizar sus jerarquías y procesos lógicos. Prefiere el
desplazamiento oblicuo del cruce de alfil. Con lo imprevisto,
descompone el mundo en fragmentos para compasarlo por lo
infinitamente pequeño. Pequeño como un caracol. ¿Caracol nocturno?
¿En que se diferenciaría del diurno?
Un niño respondería que no es lo mismo: el caracol nocturno, que el
diurno, que el gris de caparazón multicolor ¿Podría ser el poeta
deudor de la mirada del niño? ¿Y de su lengua?
Escribe José Luis Pardo (Nunca fue tan hermosa la basura, 2010):
“Los niños […] no tienen derecho a la palabra ni palabra derecha,
recta, correcta. No están del todo fuera del lenguaje (en el caos, en la
nada) ni al margen de la casa, sino simplemente en las afueras del
lenguaje, en los márgenes de la casa. Los niños no hablan ni dejan
hablar, no dicen ni callan: cantan, bailan, balbucean, tararean,
tartamudean, gesticulan, gritan, lloran. Saborean, pero no saben”.
Niños y poetas parecen compartir cierto recodo gramatical.
Habitantes de y habitados por una lengua marginal, misteriosa
geografía que se extiende entre las palabras y las cosas, los desborda
el asombro. Se abisman en el detalle. Desasimiento de lo abstracto
que da sitio a lo singular de las cosas, del mundo y de sí.
Poema - erizo, arrojado en medio de la ruta. Se lo alza, se lo arropa y
se le escucha murmurar a lo bajo. Poema- caracol, minúsculo, ligero;
con su casa a cuestas, trazando palabras-baba-saliva a medida que
crece.
¿Qué hay de caracol en la razón poética? ¿Lo nimio, lo humilde, lo
austero?
“De la razón poética es muy difícil, casi imposible, hablar. Es como si
hiciera morir y nacer a un tiempo; ser y no ser, silencio y palabra, sin
caer en el martirio ni en el delirio que se apodera del insomnio del
que no puede dormirse, solamente porque anda a solas. ¿Lo
llamaríamos desamparo? Tal vez. Terror de perderse en la luz más
aún que en la oscuridad, necesidad de respiración acompasada,
necesidad de la convivencia, de no estar sola en un mundo sin vida; y
de sentirla, no sólo con el pensamiento, sino con la respiración, con el
cuerpo, aunque sea el minúsculo cuerpo de un pequeño animal, que
respira: el sentir de la vida, donde está y donde no está, o donde no
está todavía [...]”
Tres
“Sobre los hombros del poeta anidan también los pájaros; con los brazos abiertos
ante la creación, el poeta se abre a todas las cosas, se ofrece íntegramente sin
ofrecer resistencia a nada, quedándose vacío y quieto para que todas las criaturas
aniden en él; se convierte en simple lugar vacío donde lo que necesita asentarse y
vaga sin lugar, encuentre el suyo y se pose. Tal puede ser el símbolo del poeta”.
María Zambrano Pensamiento y
poesía en la vida española

“En un otoño de indecible belleza”, en Morelia, María Zambrano


escribe Filosofía y Poesía (1939) situando la pugna entre estas dos
formas, en sí mismas insuficientes de conocimiento. Ambas formas de
la palabra, entrañan actitudes que revelan no sólo una dicotomía en
cuanto a su expresión, sino respecto al saber. Nupcias desencantadas
en los modos de estar y conocer del lenguaje.
Tal escisión ocurre en Grecia a partir de la condenación platónica a
los poetas; con ella sobrevendrá su destierro al exilio y el triunfo del
pensamiento filosófico.
“Desde que el pensamiento consumó su toma de poder, la poesía se
quedó a vivir en los arrabales, arisca y desgarrada diciendo a voz en
grito todas las verdades inconvenientes; terriblemente indiscreta y en
rebeldía...”
Rememoración que, aun siendo el exilio de los poetas una de las
omisiones más obsecuentes en la historia del pensamiento occidental,
sobrevive resonando como memoria del olvido, en los sentidos que
nos habitan y subsisten.
“A veces, unas cuantas palabras ignoradas alcanzan un eco que
resuena por espacio de siglos. Es que en ellas transparece una actitud
esencial. Palabras que son hechos y como los hechos, aunque hayan
sido realizados por alguien […] parecen tener siempre algo de
impersonal. Puede olvidarse quién las dijo y pueden olvidarse hasta
las palabras mismas. Pero queda actuando, vivo y duradero, su
sentido.”
Difícilmente, recusa la autora, podría la Filosofía haber nacido del
asombro, “según nos dicen textos venerables.” De haber sido así, no
se hubiera plasmado el pensar inmediatamente en filosofía
sistemática. Sistema en tanto esa “forma de la angustia y la forma
del poder […] de una soledad obstinada”. Tampoco recurriría a la
abstracción, puesto que la filosofía ha procedido siguiendo un
movimiento doble. Más que “una idealidad de la mirada”, como
correlato esperable del pasmo extático, ciega su visión respecto a la
abundancia y singularidad de lo viviente. Para desprenderse, luego,
con diligencia, “de las múltiples maravillas que lo suscitan”. Del
asombro no nacen ni la abstracción ni el sistema. El pasmo es abrazo
prendado de aquello que lo enamora, necesariedad, avidez de su
infinita presencia.
María Zambrano corrobora entonces como admiración y violencia
conviven sin aniquilarse en ese primer momento del pensamiento
filosófico. Estima que, en tal dualidad, residiría, el conflicto originario
de la filosofía:
“El ser primeramente pasmo extático ante las cosas-reales, vivientes,
plenas- y el hacerse violencia enseguida para liberarse de su
presencia y de lo que ellas indican”.
La filosofía es, para ella, “un éxtasis fracasado por un
desgarramiento. ¿Qué fuerza es esa que la desgarra? ¿Por qué la
violencia, la prisa, el ímpetu de desprendimiento?”
Teoría significa originariamente, mirada, contemplación, modo de
considerar algo. Las perturbaciones de la mirada lo son de los
conceptos y viceversa. Las cosas ante los ojos, se presentan como
teoremas. La intensidad de su presencia es la experiencia vedada, de
aquí en más. No sólo que las cosas están vivas, sino que están
viviendo. El vértigo de la razón se abisma ante el desbordamiento de
lo viviente, de su singularidad.
“Algunos de los que sintieron su vida suspendida, su vista enredada
en la hoja, o en el agua […] y quedaron aferrados a lo presente e
inmediato, a lo que regala su presencia y dona su figura, a lo que
tiembla de tan cercano: ellos no sintieron violencia alguna […] ni se
dispusieron a subir el camino que lleva del simple encuentro con lo
inmediato hasta aquello permanente, idéntico, Idea. Fieles a las
cosas, fieles a su primitiva admiración extática, no se decidieron
jamás a desgarrarla […]”
Este género “de desasosiego y una plenitud inquietante, casi
aterradora”, se llamó poesía “¿y quién sabe si algún otro nombre
borrado?”.
Contrapunto -urdimbre de un ensayo que indaga los itinerarios de
ambos logos, caminando a espaldas uno del otro.
Poesía: palabra puesta al servicio de la embriaguez. “Da lo que no
hay y finge lo que no es”. El poeta no renuncia, ni busca. Ante sí,
ante sus ojos, oídos y tacto, tiene lo que mira, escucha, toca y lo que
aparece en sueños, fantasmas mezclados con otros errantes que
forman un mundo abierto a la posibilidad.
Estar poeta: pasión por el Afuera.
“El poeta enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada una de
ellas y las sigue a través del laberinto del tiempo, del cambio, sin
poder renunciar nunca a nada: ni a una criatura, ni a un instante de
esa criatura, ni a una partícula de la atmósfera que la envuelve, ni a
un matiz de la sombra que arroja, ni del perfume que expande, ni del
fantasma que ya en ausencia, suscita”.
Una posesión azarante lo toma como si excediera las fuerzas
humanas. Es más que humano lo que en su cuerpo le habita. Se
siente morada, nido de algo que lo posee y lo arrastra Por ello lo
expresa, y le reprochan que “habla sin saber”. Recibe sin buscar y lo
dona.
Estar poeta: no someterse a ninguna soberanía salvo la del instante y
la singularidad. En ello reside su Ética.
Cuatro
“Nadie consigue pronunciar tu nombre. Sólo yo conozco la inflexión perfecta.
Fáltales la ternura en que fluye y la dulzura en las consonantes. No saben distinguir
el color de la nota musical exacta. Por eso yo respondo cada día inventando un
nombre: azul, pájaro, brisa, luz. Palabras comunes que se pueden decir
sencillamente aun sin conocerte y sin amarte.”
Silvina
Ocampo, Cornelia frente al espejo.

María Zambrano, filósofa, poeta, ensayista, mujer de la calle. Perita


en lejanías, habitó del lado del viento y la orilla. Procuró restituir su
infinito al pensar, en tanto ética del vivir. Perpetua extranjera para el
campo del pensamiento occidental, lo musicalizó dispensándole
aquello de lo que éste principalmente, depuso: ritmo, latido,
entrañas, diapasón, partituras, atriles y oídos. Musicalidad. Se
distinguió, “entre todos”, por obsequiar una de las más lúcidas
críticas a la razón discursiva. Le hizo hacer al castellano delirar hasta
el colapso, escucharse en duermevela, acoger las ruinas, reinventarse
desde ellas, apasionarse en miniaturas: pensando. Filóloga incisiva
surcó una geopoética de la lengua que pujó desde sus blancos lo
innombrable, convocando palabras, espectros, fragmentos anárquicos
esparcidos por la memoria, que muevan pensar. Lluvia de aurora,
pensamiento del rocío, razón poética, eventuales huellas en arena
mojada, la evocan en su condición de “pájaro impensado” que echó a
volar.
Peregrina de sí, supo que la lengua y la vida le fueron donadas como
querencia resbaladiza. Manojos de estudiantes arroparon su temblor
docente en las aulas; otros tantos la extrañaron sin jamás conocerla,
en la mayor orfandad con que la guerra despoja de las cátedras
universitarias, sólo, las inteligencias combativas.
Escritura bastarda, delatora sigue siéndolo para una patria empeñada
en silenciar sus crímenes, a golpes de botas, en nombre de la Patria,
Dios, o el tirano de turno. Poderes que en(callaron) sus ideas,
adoquinando su nombre en una calle o estación de tren. La ineptitud
poética que cualquier despotismo ostenta, deviene potencia por la
que el arte inventa estrategias para sortear censuras, salvar las letras
y poner la libertad a bailar. Por ello, entre monumentos y homenajes,
los burócratas de ideas y las derechas de turno siguen sin advertir
que la calle se torció en desvío, eligió perderse en un laberinto y que
María Zambrano, pasajera incesante, junto a sus gatos zodiacales
saludan desde la ventanilla del vagón.
La Academia le imputa Ser y no Ser. En su indigencia no cuenta más
que con dos opciones y un solo verbo, preferentemente requerido
como sustantivo. Ser: muy intelectual, muy mística, muy literaria. Y
No Ser: francesa ni secuaz. Lastres que persisten de una metafísica
empeñada en pensar orinando de pie y que se afincan en las lógicas
intelectuales hegemónicas, en la pereza de la doxa.
Pitonisa del pensamiento presocrático; apasionada irrenunciable del
saber griego, amante incondicional de Spinoza y Nietzsche. Dolores,
amores, sabores hilaron amistades con Miguel de Unamuno, Antonio
Machado, Miguel Cervantes, Federico García Lorca, León Felipe, José
Bergamín, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Emilio Prado, Ramón
Gaya, Rafael Dieste, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Carlos Barral, José
Gaos, José Ángel Valente, Jesús Moreno Sanz, Clara Janés, Maruja
Mallo, Dulce Suayna Loynaz, Rosa Chacel, Pablo Picasso, Octavio Paz,
Carlos Fuentes, César Vallejo, José Lezama Lima, Virgilio Piñera,
Cintio Vitier, Fina García Marruz, Reyna Rivas, Lydia Cabrera, Elémire
Zolla, Elsa Morante, Alberto Moravia, Elena Crocce, Victoria Guerrini,
Elena Laurentis, Simone Weill, Albert Camus, René Char, Roger
Caillois, Alan Guy, Emil Ciorán, Julio Cortázar, Victoria Ocampo,
Alejandra Pizarnik, Héctor Cichione.
No construyó escuela ni sistema; en ello se jugó en una Ética
afirmada en el No a las Razones arquitectónicas, imperiales, que
durante siglos han y siguen tiranizando Sentidos y Valores,
clausurándolos en Verdades. No mera contienda ideativa, sino
pugnando una estética, un posicionamiento político, un modo de vida.
Por vocación nerítica alojó en el Arca de Noé, una diversidad de
especies nocturnas, mutantes, de linajes excéntricos: la estirpe de
Antígona con sus enmurados/das vivientes y artistas
transterrados/das, camadas felinas y semiseres larvales de condición
zoológica, parroquianos/nas de soledades sedientas, ánimas
indecisas, místicos ensoñados, lengüilargas revoltosas. Tamaña
familia errante maulló su muerte, entre la sombra de un naranjo y un
limonero.
Aficionada al eterno retorno, María Zambrano, regresa al alba,
trasmutada en Ana de Carabantes. Eso, ella o ello, de identidad
trasvolada. Lo incesante: buscar a su hermano secuestrado.
Continúa en el exilio.
Cinco
“Pensar, vivir, mar casi indistinguible / Yo –eso- tiemblo, / infinito que se
estremece sin cesar. / Sombras de mundos ínfimos, / sombras de sombras /
cenizas de alas. / Pensamientos a nado maravilloso, / que os deslizáis en nosotros,
entre nosotros, lejos de nosotros, / lejos de aclararnos, lejos de penetrar nada, /
extranjeros en nuestras casas, / vendedores siempre ambulantes, / polvos para
distraernos y dispersarnos la vida”.

Henry Michaux Pensamientos

El Seminario “Musicar con María Zambrano” realizado en el espacio


teórico de San Isidro durante el 2013, procuró atender gestos
perimidos, lenguas muertas, razones poéticas. Jirones de olvidos que
sólo en su condición de excepcionalidad, en su sobrevuelo espectral,
visitarían las aulas universitarias, alcanzando ocasionalmente insuflar
en sus improbables moradores: viento, efusión, arrebato, “música
callada”, cierto perfume a duermevela que los anima. Aroma a
almoraduj.
No es la opción elegida, presentar a María Zambrano, como alguien
que nació, pensó y murió, para dar “marcha” en lo inmediato con lo
que realmente interesa: su pensar. No lo es, si ello elude el
engorroso entramado que teje, y desteje en la misma puntada, a la
vez, su escritura, vida, pensamiento. ¿Cómo decirlo? Leer a María
Zambrano es dar con la fiscalidad de sus palabras, aún en su trazo
inefable. Escuchar esa neuralgia de palabras que fue surcando,
también en su absoluta literalidad, o desnudez, si esto fuera posible.
Esquirlas de carne componiendo una escritura agujereada, única
intemperie descosida, para una existencia desasida. Palabras que
visitan: soledad, exilio, partida, corazón, entrañas, patria. Hambre.
Pero conjugado de todas las maneras posibles. Hambre de existir,
poesía que diga hambre y que por hambre, grite. Si se quiere, el
desarrollo en negativo de aquello que Artaud reprochara a Lewis
Carroll:
“Es la obra de un hombre que comía bien. Y esto se nota en sus
escritos”
Y en este punto, parafraseando en negativo el enunciado anterior, y
sustituyendo uno de sus términos, se trata en todo caso de “la obra
de una mujer que no comía bien. Y esto se nota en sus escritos”.
Hambre generizado y corporeizado. Propiciar diversidades que, en
esa conjunción disyunta, escritura y mujer, dan que pensar. Y que la
mención aséptica “como alguien que”, impediría problematizar.
Aporías. Sea si son los estudios sobre mujeres lo mismo que estudios
de géneros. Si categorías que nuclean “mujeres y psicoanálisis”,
“mujeres y filosofía”, “la creación en la mujer”, perpetúan discursos
esencialistas binarios, (mujer/femenino, hombre/masculino) y
exclusiones. Sea si las teorías críticas feministas seguirán siendo
parques temáticos optativos en la facultad, o eternas convidadas de
piedra en las lecturas de cátedras. Sea si la centralidad recaerá en la
imputación a la Razón Patriarcal. O esto interesa por las preguntas
que impulsa.
Para entrever indicios de lo olvidado, prácticas significantes
forcluídas. Para “sacar las palabras del silencio”. Señalar lagunas del
saber dominante, que abran lo no pensado. Visibilizar el lugar
vacante de pensadoras, escritoras, en la historia del pensamiento
occidental: apéndice de libros, bandas teloneras, perennes invitadas.
Cuerpos devorados por la Historia Trágica. Atendiendo que lo
femenino, declina en plural.
Y transmitir, desde esas voces acalladas, modos de memoria: aquel
modo en que la ausencia se queda para permanecer como pregunta.
O ese otro, en que el olvido de lo escrito deviene calígrafo para
escribirnos.
Seis
Si el pensamiento no barre la casa por dentro,
no es pensar.
María Zambrano Delirio y
Destino
¿Gestos perimidos?
Pensar sucede cuando una ocurrencia nos tumba, un guiño nos
dibuja, un salto inesperado nos impele a mutar de umbral. No sé si
el pensamiento es geométrico, y retrata líneas, rayas, puntos, como
pretendieran los filósofos antiguos. Si presenta, acaso, dobleces,
arrugas, si es mineral, sutil. O si hay algún secreto costado por el
que pensar derrapa hormonas disidentes con órdenes simbólicos
contrariados ofrecidos y retaceados en una lengua ¿sin sexo ni
muerte? Pero ¿Cuál pensar se alienta si se le sustrae corpografía,
fuerza, intensidad? ¿Si se le resta el gesto indisciplinado? Gesto en
tanto itinerario y cruce, que sin intención propia, simplemente,
acontece.
Cualquier experiencia universitaria podría corroborarlo. Cierta
ecolalia docente, aquella misma con la que se sojuzga a los y las
estudiantes, plantearía la conveniencia de penser autrement.
Proposición de Michel Foucault y fuente bibliográfica de por medio
(¿será el prólogo del segundo volumen de Historia de la Sexualidad?).
Fosilizada en fórmula, una vez inoculada sólo bastaría esperar el
hechizo como respuesta del alumnado. No pensar de otro modo, sino
que lo repitan del mismo modo.
Mientras tanto ¿podría conjeturarse el gesto del filósofo francés? Uno
posible ¿Alguien nos contará, que en este aforismo está jugando su
última carta? ¿Qué asoma la relación que hay entre pensar y morir?
Lo paradojal de su propuesta para sí: ¿pensar de otro modo cuando
el tiempo se abrevia, en vísperas de su muerte segura, pronta a
venir? O justamente por ello, porque ya no podrá seguir pensando de
otro modo, dona su legado. Porque las palabras no coinciden consigo
mismas, el tiempo es solo distancia respecto de sí, porque pensar
asoma como discurso fisurado de aquello que vamos adviniendo y
ello nos certifica nuestra condición de mortales. Lo redundante en tal
afirmación que celebramos como primicia: porque si no es de otro
modo, -no- es- pensar.
¿Gestos perimidos, lenguas muertas?
María Zambrano escribe sobre su experiencia de pensar:
“aparecen como círculos concéntricos o tangentes en el pensamiento.
Llegué a dibujarlos, a encontrar la metáfora del pensar que luego se
desgranaba. Así tuve frutos, y formas y flores del pensamiento: la
granada, la sierpe, los bienaventurados. En fin, títulos nacidos de un
parto o germinación interminable. Era como si la naturaleza misma se
pusiera a pensar”. Pensar entretejido de “un saber tratar con todo
género de realidades, casarse con todo, saber tratar especialmente
con lo otro-con los dioses, el animal, la planta, el viejo, el niño, el
enfermo, el monstruo”.
Piedad. Alma. Corazón. Entrañas. Sagrado. Éstas y una proliferación
de categorías en desuso, que cualquier ortodoxia contemporánea
desestimaría o doblegaría para aggiornarla a la jerga dominante.
Nominaciones inusuales, colapso de palabras y sentidos, conceptos
derrotados, especímenes lingüísticos en desaparición.
Y el murmullo imperceptible de esa lengua muerta cuyos saberes y
pasiones se hallan en extinción. Porque el genérico “hombre” en
María Zambrano recibirá el nombre de “heterodoxo cósmico”, o
“criatura viviente”. Porque hay un canto que revela lo que de insecto
musical hay de abeja, de cigarra en toda alma. Y más si es femenina.
Porque enriquecerá la cita de Empédocles: “Dividiendo bien el logos-
distribuyéndolo por las entrañas” para invitar a entrañar el logos,
hacerlo viviente, móvil, palpitante, sudoroso, respecto a la necrofilia
de la Razón. Esas entrañas que evocan lo oscuro, el abismo, raíces de
la tierra, venas, alcantarillas en las ciudades. Cuestión de carne,
cuerpo abierto, vísceras ligadas a lo íntimo que entraña una metáfora
central en su pensamiento: la del corazón.
“En su ser carnal el corazón tiene huecos, habitaciones abiertas, está
dividido para permitir algo que a la humana conciencia no se le
aparece como propio de ser centro”.
Gestos dirimidos, lenguas muertas, razones poéticas.
“De la razón poética es muy difícil, casi imposible hablar”.
Estuve a punto de decir-lo, cerca de amar-lo, a(penas) de nombrar-
lo. Un casi: tensionando insuficiencia y potencia, de lo viviente, por,
en los confines del lenguaje.
Razón poética, logos que cae, fiesta del impoder del lenguaje.
Gesto ético del pensar que entrañe poesía. Con palabras-viento,
palabras efusión, palabras-ritmo. Ritmo no como fluir, observa Martín
Heidegger, sino como juntura. Labor poética para restituirnos el
enigma. No para hacer un enigma del mundo sino para retornarle al
mundo su condición de enigma.
Lo grave en estos tiempos graves, no es que todavía no podamos
pensar, sino que aun, no podamos poetizar.

Siete

La razón poética asume una disposición dialógica a lo


incondicionalmente otro. Va recogiendo, experenciando y pensando lo
Otro que la Razón a lo largo de los siglos y reinado, fue desdeñando.
Porque según María Zambrano, “en la vida nada ha de ser
humillado.” Oficio cartonero de algún modo que halla en el desecho,
maravillas, posibilidades de vida, circulación y reciclaje En esta
consideración por lo nimio, encuentra “viviendo” todo aquello
arrojado al descarte. Oye la lluvia llover; escucha el gemido de una
piedra. Reivindica las fuerzas no humanas que el pensamiento
occidental reniega en su idolatría por el “Sujeto”, noción que
difícilmente encontramos en sus escritos, por tratarse, entre otras
cuestiones, de “una especie de esclavitud, un concepto”. Los libros
no serán para ella colecciones de pensamientos, “ni siquiera la forma
privilegiada del pensar” sino seres vivientes. Con todo lo que ello
implica: presencia física, respiración, vibración, peso, número sonido.
El libro está de pleno en la physis.
“Sin él algo faltaría en la creación. Una criatura, nada menos”.
Por ello, la razón poética tiende sus manos a cuanta forma
existencial habita el universo; aun aquellas que no advinieron y las
que, yéndose, moran la comunidad de vivos y muertos,
transmutadas. Logos sumergido que dialoga con los sueños, las
pasiones, la poesía, la música, los géneros literarios y filosóficos
menores, los delirios, lo sagrado.
Es dable imaginar las ideas de María Zambrano dialogar con otras de
autores con cuerpos de pensamiento relevantes. Sentarse en una
mesa en París, con Gilles Deleuze, café, whisky, cigarrillos. Pensar:
simulacro y razón poética, devenir minoritario en el pensar ¡cuán afín
consideraría esta propuesta! Devenir mujer-devenir negro- devenir
felino, devenir ¿de izquierda? En esto María Zambrano re-encontraría
lo que ha sido su posición política, siempre a babor. O
problematizando los géneros literarios en su relación con la vida,
insistencia que trazó en ella, un modo de vivir. Podría tal vez
compartirle al filósofo francés, sus observaciones al respecto. Como
el triunfo de la filosofía sistemática y la razón tecno científica
derrotaron formas literarias que además del ensayo, fueron los
diálogos filosóficos, las guías, los tratados breves, la confesión, y
tantas más, hoy por hoy, géneros inclasificables para la filosofía. Pero
más importante aún, formas de escritura que nacieron y tuvieron su
apogeo en los países del sur de Europa, España e Italia. Formas
escriturales y de racionalidad subordinadas a ciertos lugares de
producción intelectual. Derrotadas, confinadas a la periferia.
Diagramas, líneas de poder, que dan cuenta las condiciones de
producción histórica de cuerpos de pensamiento, el triunfo y
hegemonía de unos sobre otros otros. De allí que los grandes
sistemas, a los que la Filosofía rinde pleitesía, sean de países
centrales, Alemania, Francia, colonizadores intelectuales por
excelencia.
El retiro del Ser en Martín Heidegger bien podría extender puentes
con el olvido de Lo Sagrado en María Zambrano. De camino al habla,
el habitar poético, en uno, con los Claros del bosque y el impecable
ensayo de Filosofía y Poesía, entre otras posibilidades. También lo
griego y el regreso al pensamiento presocrático, referencias
ineludibles para ambos, que orientaron sus ideas y pensar. Uno, en
alemán; otra, en castellano ¿Pensar en castellano?
Allí donde Maurice Blanchot tramaría lo neutro a partir de Heráclito,
María Zambrano invocaría que la razón poética no fue invención
alguna en su producción de pensamiento, sino que la encontró ya
escrita por este pensador presocrático. Seguramente, se la sopló al
oído y ella lo murmuró como médium. De letra y puño cada uno,
aduce que ni lo neutro es polémico tampoco la razón poética. El libro
“Thomas el oscuro”, en francés y con anotaciones al margen, formaba
parte de la biblioteca ambulante de la autora. Mantiene relaciones
sorprendentes con sus escritos heterónimos, “Ana de Carabantes” y
“Otras huellas”. El poeta surrealista francés René Char: un amigo en
común entre ambos. La experiencia de soledad y la escritura, otra
amiga compartida. La invisibilidad de uno y otra, académica,
intelectual, un modo de estar, no estando. Podrían morirse de risa y
reírse de muerte juntos, al advertir las disputas a cargo de aquellos
(esos que emulan lo que estos pensadores más combatieron) sobre si
sus obras o de-sobras, integran el canon literario o filosófico.
Walter Benjamín y su exigencia metodológica: “pasarle a la historia
el cepillo a contrapelo”. Es decir, escribir la historia desde el punto
de vista de los vencidos, contra la historiografía alemana de época,
cuyos partidarios entran siempre “en empatía con el vencedor”. Hay
claras resonancias en esto con los postulados zambranianos.
Viabilizar el pasaje de una Historia Trágica, siempre en mayúscula,
del lado de los victoriosos, que exigen sangre, cuerpos, muerte, a lo
que ella denomina Historia Ética. En “La Tumba de Antígona”, María
Zambrano, interviene el mito de Sófocles, tuerce el destino de su
protagonista, y escenifica estas vicisitudes, al compás del eco de la
guerra civil española, y la lucha fratricida.
Las relaciones entre filosofía y poesía han sido minuciosamente
estudiadas; una mención ineludible lo es la del poeta Friedrich
Schiller en “Poesía Filosófica”. Pero sobre todo se ha abordado en el
siglo XX, después de Friedrich Nietzsche y Martín Heidegger.
“Iluminaciones” de Walter Benjamín, “Mínima Moralia” de Theodor
Adorno, “Presencias Reales”, de George Steiner, “Esferas”, de Peter
Sloterdijk. “Intelección por la belleza”, del argentino Leopoldo
Marechal, “Logopoeia” en Ezra Pound, son algunas referencias de
filósofos y literatos, que dieron cuenta de esta búsqueda. Pero esta
reflexión adopta en la obra de María Zambrano relieves
absolutamente diferentes. No es un tópico marginal u ocasional, sino
la médula de todo su pensamiento, abordado como problematización
teórica y del vivir para ella, acuciante. No se tratará de simple
conjunción, o banal cosmética, sino de hacer de la palabra un gesto
poético y creador.
Acaso, ¿es dable imaginar las ideas de María Zambrano dialogar con
otras, de autores con cuerpos filosóficos y literarios relevantes? ¿Para
qué? ¿Para autorizar el decir de una pensadora irrelevante, a falta de
lectura, en estos y otros campos académicos? ¿Apuntalar su
escritura enlazándola con las de “otros grandes”: Albert Camus, Jean
Paul Sartre, Emil Ciorán, Máximo Cacciari, Friedrich Nietzsche, ¿por
señalar algunos? ¿Medir su producción intelectual, ética y estética
para confirmar cuán cerca está?
Soñar amistades tan improbables, aunque no imposibles, relevantes
como el andar silencioso de un diminuto caracol entre orillas, cuando
gobierna la Noche.
Ocho

¿Será el olvido un modo de memoria? ¿Y la transmisión un modo de


olvido? ¿Habrá antídotos para la narcolepsia en las aulas
universitarias? ¿Quién recordará donando gestos perimidos en la
docencia, en la clínica, en leer, escribir y pensar? ¿Y vivir?
“Y buscamos esta palabra de acción dislocadora de un alma que no
corre hacia nada sin el fuego del amor”
Palabra de acción dislocadora. Gesto: delta de cuerpos. Gesto de
interponer cuerpos desencajados a otros adormecidos: esos
recitativos que nos habitan, ruido mudo de palabras dóciles,
acostumbradas, previsibles, clisheteadas. Ensayar lo inconveniente,
lo disonante.
Repetir interpretación psicoanalítica Repetir interpretación
psicoanalítica en Freud. Repetir interpretación psicoanalítica en Freud
y Lacan. Interponer: Arte.
Arte conectado a interpretación no es un dislate. Así lo llamaba
Sigmund Freud en sus inicios y otro tanto después: arte
interpretativa ¿Alguien avista las posibilidades que este cuerpo
interpuesto, abre? ¿Qué hizo de esta enseñanza freudiana borrar uno
de los términos y privilegiar otro, hasta cercenarlo como máquina
enloquecida abrochadora de significados? ¿Se recuerdan las analogías
que Freud indagó entre el lenguaje del sueño y la poesía? ¿Y la
esmerada cantidad de páginas introductorias para ingresar ese
material desdeñado en la racionalidad de época: los sueños? Acerca
de los sueños: ¿podría conjeturarse como uno de los grandes sueños
freudianos la creación de un Instituto para la formación de analistas?
No solo para alejar la función del analista del sacerdote y el médico,
figuras de autoridad en ese entonces. Sino para arrimar otro diseño
universitario para la enseñanza (imposible) del psicoanálisis:
Según Freud:
“(…) universitas literarum, una unión más estrecha entre la ciencia
médica y las ramas de saber que corresponde al ámbito de la
filosofía.”.
“¿Qué propone este “instituto”? -escribe el psicoanalista argentino
Germán García- Una conexión con la resolución de problemas
artísticos, filosóficos o religiosos; así como aportar desde el
psicoanálisis revelaciones de importancia para la historia de la
literatura, la mitología, la historia de las culturas y la filosofía de las
religiones”.
Y el estatuto de verdad en la obra de Lacan: Es en la medida que una
interpretación pertinente suprima el síntoma será “que la verdad se
especifica por ser poética”. Lacan, quien se auto-designa ser
insuficientemente poeta, advierte que no será por la lógica articulada
que el analista “sienta” el alcance de su decir, por más que él incurra
en ella. Nos consta.
Arte interpretativa, arte grupal; clínica poética, razón poética;
filosofía mística, logos musical. Ambigüedad que se produce por el
enlace de dos palabras que, en principio, se nos ocurren, extranjeras
entre sí. O ambigüedad también porque damos por sentado que arte,
clínica, filosofía, son sustantivos que se pueden adjetivar. Adjetivos
como atribuciones ¿o podemos liberarle también la asignación
identitaria al adjetivo para pensarlo como modos de estar de las
palabras ocasionales? ¿Cómo leer entonces, palabra analítica?
Del gesto interesa su intensidad, vibración, temperatura, color; “su
fuego de amor” Sino, interponer cuerpos, “palabras de acción
dislocadoras” sería meramente chocar, golpear zamarrear. Codear
para abrirse paso.
Allí estaba Sócrates, el gran orador, enseñando lo que le fuera
transmitido por Diótima de Mantinea acerca del Amor. Eros: a ratos,
exuberante por ser hijo de Recursos y a ratos, con su andar, pobre,
descalzo, por ser hijo de Poros. El Maestro y sus discípulos celebran el
Banquete. Puede apreciarse en cada uno de los discursos de los
invitados que es el amor; también que el pensamiento es diálogo.
Hasta la llegada de Alcibíades. Quien no va a hablar del amor, sino
que poseído por la pasión declarará su amor a Sócrates.
Acontecimiento que irrumpe. Alcibíades se abandona entregándose
en palabras enamoradas al Maestro.
No se trataría, desde esta perspectiva, de hablar de clínica, arte,
poesía, amor o muerte. En definitiva, hablar de algo. Sino de hablar
por aquello que a uno le hace decir. Como un enamorado. Delirar de
amor. En el principio era el delirio.

Nueve

Vivo en posibilidades —
morada más hermosa
que la palabra —
en
ventanas más numerosa —
óptima —
en puertas —
Emily
Dickinson. Poema 657

María Zambrano publica a los 29 años el ensayo “Porque se escribe”


(1933). Afirmación positiva de aquello que en este escrito conviene
escuchar, acompasando su cadencia, a modo de susurro.
¿Alguien siente la necedad de lo que se dice? Vocerío. Ruidos. Hablas
parlanchinas con pisadas presurosas. Trivialidad de palabras
maniatadas a lo circunstancial, nos asaltan, saquean y se fugan
dejándonos en el cuerpo esa desazón a desierto.
“Escribir es defender la soledad en que se está”.
Una parada. Intervalo que crea el gesto de retirada: ausentarse para
escribir. Y en el mismo ademán, un alto en el fuego de esa lengua
desbocada que se aparta bisbiseando.
“Es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero
desde un aislamiento comunicable, en que precisamente por la
lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de
relaciones entre ella”.

¿Puede escucharse la diferencia entre un estar solitario, ermitaño, y


otro modo específico de la experiencia de soledad? Paradoja, palabra
bisagra: soledad que une separando, que se repliega de lo cotidiano
para regresar transformada. “Soledad sonora” que, al alejarse,
comunica.
“Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? […] Hablamos porque algo
nos apremia y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las
circunstancias pretenden cazarnos, y la palabra nos libra de ella. Por
la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia
apremiante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge, ni por
tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce
siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y
luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van
llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder. Es una continua
victoria que al fin se transmuta en derrota.
Y de esta derrota, derrota íntima, humana, no de un hombre
particular, sino del ser humano, nace la exigencia del escribir. Se
escribe para reconquistar la derrota sufrida siempre que hemos
hablado largamente.
Y la victoria sólo puede darse allí donde ha sido sufrida la derrota, o
sea, en las mismas palabras.”
Cuando al hablar hacemos de las palabras servidumbre rastrera,
“aves de presa” para saciarnos a nuestro antojo, escribir. Escribir
para procurar el silencio, la pausa necesaria, Para darnos un tiempo
en sí para sí. Para demorarnos en ellas ensoñando una posible
amistad. Soledad también que nos acompaña en el sueño.
Experiencia de la soledad para que “las palabras nos visiten”. Y a las
“traidoras”, salvarlas “de su vanidad, de su vacuidad” ¿Quién
aprende, aspira, enseña a soportar la soledad?
“¿Qué es lo que quiere decir el escritor y para qué quiere decirlo?
¿Para qué y para quién? Quiere decir el secreto; […] “Hay cosas que
no pueden decirse”, y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo
que se tienen que escribir. Descubrir el secreto y comunicarlo, son los
dos acicates que mueven al escritor El secreto se revela al escritor
mientras lo escribe y no si lo habla. El hablar sólo dice secretos en el
éxtasis, fuera del tiempo, en la poesía. La poesía es secreto hablado,
que necesita escribirse para fijarse, pero no para producirse. […]” La
poesía descubre con la voz el secreto. Pero el escritor lo graba, lo fija
ya sin voz. Y es porque su soledad es otra que la del poeta. En su
soledad se le descubre al escritor el secreto, no del todo, sino en un
devenir progresivo. Va descubriendo el secreto en el aire y necesita ir
fijando su trazo […]”
Punto final. Dejo acá a María Zambrano escribiendo en su “soledad
sedienta” palabras tales como: victoria, derrota, libros, potencia,
bombas, libertad, secreto, combate, fidelidad, lucha, gloria,
comunidad, amor, Dios. Como si el destino le dictara al oído, cada
uno de estos gestos sonoros que irían componiendo en un cercano
futuro y hasta el final, el pentagrama de su vida. ¡Cuán inusitadas
dimensiones cobrarían cada uno de estos singulares surcos horadados
en este escrito!
Esa ruptura sin retorno con su Maestro José Ortega y Gasset porque
“nací para ser hija, discípula, para obedecer y ya ves”. Cantando con
Miguel Hernández frente a las bombas explosionando en Madrid.
Porque si habrían de morir, lo hicieron cantándole a la libertad.
Regresando de Chile, tras la derrota de la República. Por ello mismo.
Porque es la derrota lo que le impelerá a luchar; lo que motive el
combate, no su resultado. Caminando a pie, junto a Antonio
Machado, hasta pisar suelo extranjero, Le Perthus. Porque no habrá
otra patria para todo artista e intelectual que no sea junto al pueblo y
en su dolor. Ese dolor aquí y allí, del lado de la patria. Viviendo-
muriendo la peor de las experiencias: el exilio político, la pérdida de
una comunidad, una suerte de esclavitud. Exilio, además, de esos
cuerpos amigos: separarse de familiares, compañeros, olores,
lugares, el acento de la lengua y también de papeles, apuntes, libros.
Añorarlos perdidamente. Soledad que alude no solo la ausencia de
otros, sino la ausencia de sí misma: condición existencial efímera,
diaria, errante, ese no tenerse. El hogar, un perenne vagar. Y volver
a nacer y crear múltiples lenguas, patrias, amores y amistades.
Y en Morelia, “en ese silencio de piedras, poblado de palabras por
decir” seguir escribiendo. Enseñando la libertad en Grecia el mismo
día y a la hora que caía España. Recitar poemas del poeta peruano
César Vallejo a cada inicio de clase. De los alumnos, aprender a
pedir” por favor”, a retroceder lo altanero de esa lengua española.
Toques y tambores en esas ínsulas extrañas, Cuba, mientras, baila y
entona cantes y melismas.
París, Roma, y dieciséis años entre las montañas, en los bosques de
Le Jure francés. Estudiantes universitarios que en España por vez
primera escuchan su voz en una grabación, leyendo “Claros del
bosque”. Volver a España:
¿Regresar? Si yo nunca me he ido.

Seguir escribiendo, despertar a la memoria de tantos jóvenes y


arremeterle a esa transición democrática empeñada en seguir
silenciando, los crímenes de guerra, el terror, la mutilación. Primera
mujer que recibe el Premio Cervantes (1988), el mayor galardón que
se ofrece a la literatura en castellano. Celebración a la que no asiste.
Enmudecida.
Escribe Cristophe Bident:
“La decisiva fuerza del reconocimiento supone también que de él, o
en él, no se concede nada definitivamente […] Imposible reconocer
sin la sensación impávida y alertada de ser mortal: sin la experiencia
no experimentada ni la amenaza no resuelta de la muerte”.
Esa palabra silenciada que nos habita, a punto de emerger, bien
podría evocar esa voz femenina, palabra de una mujer: María
Zambrano. Ángel del límite, dama peregrina, una existencia mitad
humana, mitad sirena y mitad gatuna. Cifra de un “no sé qué, que se
queda balbuciendo”. Y aun así, se levanta y canta.

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Geometrías ficcionales

Patricia Mercado

“No te olvides de estar en varias


partes a la vez,
en forma casual a veces, ubicua tantas
otras”.

(Arnaldo
Calveyra)

1.

Un viento transversal empuja la arquitectura de las cosas. Sopla el


corazón largamente camino. Aliento de lo que vive, aquí.
Hacer y deshacer, alumbramiento de las consistencias que hacen
morada en las formas.
Maraña de fuerzas que germinan la trama viva de los cuerpos. Roce
fecundo con lo otro: mundo, sentido, lenguaje.
Movimiento que teje las pieles envolviendo como un racimo soleado,
el amasijo de esa carnalidad ensamblándose, desencajándose.
Haciendo otro de todo lugar, inasibles los cuerpos en la estela de
sensaciones donde perseguimos la incertidumbre de la existencia.

“El mundo de las cosas visibles, las huellas que dejan no aclaran si
las cosas están presentes o ausentes”.
(Alberto Girri)

Foucault supone el espejo y el cadáver como huellas de ubicuidad del


cuerpo, espesor donde emplazar la utopía.
Estallido que jamás se reúne salvo en el vértice ilusional de las
imágenes especulares donde el cuerpo se aprende como unidad. De
tus ojos la gracia de estar de cuerpo presente frente a mí.
Inmovilidad del muerto que contemplamos en su caja y nos deja
situar la consternación de lo que palpita. Rigor mortis de la mesa de
disecciones donde pensamos lo que hemos decidido no pensar jamás.
Junto a las flores la imposible palabra sin pábilo. Oscura laxitud de los
nombres ese desasosiego. Diré que quise vivir la vida. Lo diré donde
la lengua madre acaba. Donde los niños fornican sin infancia. Donde
no he venido a estar, expatriada congestión de furiosa ternura.

¿Dónde acontecen los cuerpos?


Transcurrir de un aquí en que los disciplinamientos esculpen la carne
del yo soy, y dibujan el atlas de visibilidades que una época es capaz
de tolerar.
Esa ubicuidad donde se aloja el fragor de los cuerpos no es solo las
capturas de la normalidad, es también el deslizarse a un lugar otro en
el lugar mismo del espacio que hace posible una otredad.
Alojar lo ajeno, lo extraño de los cuerpos, poner a hervir las certezas
en que nosotros hace consenso arrasando vitalidades en pugna.

Los cuerpos crecen clavados en la cruz del sentido común, te amo


¿me amas?, asidos a los maderos de la espacio temporalidad
cartesiana.
Eje en la nave central de la eclessia donde ofician las atribuciones
que supimos conseguir. Feligreses prosternados en las recitaciones
del mercado, hoy comeremos y beberemos.
Axis mundi del cosmos en que los cuerpos se abrazan al palo
sacrificial de las lógicas identitarias.
Los cuerpos sitiados en las ataduras del uno, se dan a lo reproductivo
de los órdenes que le dan ubicuidad. Centro patrón de proxemias en
las lógicas de la propiedad y el ser. Puntal en el ojo de dios donde
emana antropomórfico, familiar, nuestro.

Los cuerpos dan carnadura a una simbólica de lo social y a la vez


desisten de esa razón de ser, se dejan caer en el ardor del desvío en
que los sexos desmontan los enclaves de ese coloniaje.

Acaso las gestualidades estéticas y clínicas puedan imaginarse como


cercanía de lo inhabitable, como conmoción.
Los cuerpos entonces, animalidad proliferante, trazan instantes en
diagonal-clinamen- diseminando la centralidad de los territorios de la
identidad, desfondando por sus aberturas la gesta teleológica en que
apacientan.
Vagabundeo en que se dejan ir del destino, a contramano de las
buenas intenciones en que fueron concebidos en la cama de sus
padres. Desarraigo del árbol genealógico que se solaza en lo
orgiástico del injerto. Baste mirar la serpiente desflorada en el
manzano a deshora.

Fuga de las especies por su costado monstruoso, singularidad dada a


la mezcla con la alegría de lo vivo.
Desmontaje ese ir en la periferia de lo imaginante que se disemina.

“Cansado

por carecer de antenas,


de un
ojo en cada omóplato

y de una cola auténtica,

alegre, desatada,

y no este rabo hipócrita,

degenerado,

enano”.

(OliverioGirondo)

Torsiones en los planos donde se enuncia humano lo gregario


sufriente, símil ese que se hace veraz en el gesto de crueldad
cotidiano.

2.

Travesía de la escritura la vorágine de palabras arañando lo


inapresable.
Balbuceo que se sumerge en el desplazamiento y desmarca los
bordes de la letra.
Deambular del objeto a lo advenedizo, movimiento narrativo de lo
alfabetizado. Palabrerío del vagabundeo: llamar, regalar, ofrecer,
tocar, esperar, habitar.
Vocear el cuerpo, alfabeto entre sombras y silencio.
Vocear, torsiones de la nocturnidad, como un mundo de incontables
hemisferios besándose apenas en su ecuador.
Lo dicho y lo acallado atraviesan la sensorialidad que alimenta cada
acción, cada gesto.
Indecible de la sensorialidad levemente contorsionada en los bordes
de la figuración.
Las palabras vociferan en la orilla de la carne y caminan lo abisal del
día.
Escribir, soñar un cuerpo, porque toda escritura es una anatomía
ficcional.
No será en el frio del mármol donde se escriba, no, lapidario nombre
de la piedra. No bajo la luz lacerante del bisturí que mira en lo
invisible del dolor. La lluvia escribe los cuerpos de a gotas, justo
cuando se rozan impensadamente. El perro ladra y escribe a mitad de
la tarde. Las palomas, elípticas, escriben sobre la avenida que ellos
cruzan por última vez.
¿Y qué dirá tu boca después, cuando la vida pase?
Arena la letra que insiste en hacernos vivir, vamos viento por el
borde incandescente de la sed, salpicados en océanos de silencio,
presentimos que la vida es eso, así, llamando.
El texto lame la ubicuidad de los sentidos. Libaciones de lo dulce y lo
salado antes de escupir el perfume agrio del esfuerzo, estallido rojo
apenas desfallece las fresias en tu mano.

Traer los cuerpos a la letra como quién se entrega al injerto en que


se inscribe lo fabulado de cualquier función. Desgarro tergiversando
las declinaciones de lo diurno.

“A través de la escritura el saber reflexiona sin cesar sobre el saber,


según un discurso que ya no es epistemológico sino dramático.”
(Roland Barthes).

Pensar interfiriendo las fisiologías en curso, pensar digo, en la


escritura.
Escribir con los pies, cruzar el limes del imperio para vivir en la
barbarie de la otra lengua, renuncia a la paz armada del
disciplinamiento académico.

La mutación es movimiento de composición de los cuerpos.


Y acaso la escritura escuche la sonoridad, la rítmica de ese
advenimiento, rechinar de instantes construyendo y destruyendo la
trama de lo vivo.
¿Cuántas veces se nace hasta nacer? Vuelven los cuerpos a buscarse,
vuelven en el extravío, imposible lugar esa orfandad.
El pensamiento de la modernidad ha ceñido el desvalimiento a
geometrías diestras en filiaciones causales que domestiquen las
intensidades de lo que existe.
Entonces, el cuerpo deviene racionalidad.
Saber imperante donde la escritura se escapa por las tachaduras,
reverso de lo ficcional.
La escritura, entonces, balbucea la incertidumbre de los cuerpos.
Amasa las figuras que habitamos en la voracidad de la historia y trae
sueños de algún lugar, impulsándonos a viajar. Himen de la tierra y
el cielo ese pliegue que es piel, emoción, nombre.

La escritura cabalga en el revoltijo de olores sabores texturas como


influencia.
Polisémicos puentes de lo simultáneo entre las imágenes del cuerpo,
imperceptibles giros en la recta que nos separa del sueño.
Incrustaciones, grafos en los músculos, la sangre, el hueso.

“Los cuerpos no son de lo pleno, del espacio lleno (el espacio está por
doquier lleno) son el espacio abierto, es decir, el espacio en un
sentido propiamente espacioso más que espacial, o lo que se puede
llamar todavía el lugar. Los cuerpos son lugares de existencia, y no
hay existencia sin lugar, sin ahí, sin aquí, he aquí, para el este”.

(Jean Luc Nancy)

Adecuación del vestido, danos la palabra nuestra de cada día, en los


ágapes de la cultura, sus instituidos. Dentellada, también, en la
veladura en que dormitan los fantasmas de la percepción.
La veladura entonces es velamen de un tránsito hacia la deformidad y
el juego con las formas.
Bestialismo de la cruza, degenerada razón poética que promete
devastar un mundo. Desliz ese lugar otro, desamarra gramatical que
forcejea en el umbral de la casa humana.

3.

“Pero aquí no sé qué quiere decir


¿Lo sabe alguien? ¿Qué son
las leyes de trashumancia y derivación?

¿Somos traducciones, transubstanciaciones,


derivados del árbol y del pez?
Descansa bajo mi ramaje
y créeme: yo sería
tu hibrido más raro
de rosal zarza himalayo;

tú no me reconocerías, ya que todas


las agitadas huellas de humanidad
se esfuman, de debajo de mis espinas y hojas

serías arrebatado, lejos,


hasta tu propio, tabulado cielo
-nadie más conoce el camino-

te encontrarías otra vez con la Gorgona, con el Monstruo,


y lo matarías aceptando así el Destino
(el mundo es insensato)”

(H.D)

Los cuerpos reverencian su inexistencia arropados por la atribución


humana. Personas en la casa de muñecas deseosas de los abalorios
que crecen en los árboles del patio del vecino. Lo humano, vestidura
bautismal en el abrazo de la grey, deletrea los gestos de la
domesticación con esmerada parsimonia. Matar en dosis mínima,
cotidiana, los brotes de la imaginería. Lo humano celebra sobre
fatuas escaleras el inventario de lo poseído y lo anhelado con número
preciso. Cantidad, astucia antropomórfica, res extensa donde se
enclava el bazar de lo societario. Metástasis de la crueldad la
dentellada certera sobre ternuras por nacer. Inimputable, a salvo de
la alteración de vivir, dibuja lo humano una rítmica de atenuantes:
del amor, cierta coloración sentimental, del odio, la impotente
hostilidad del resentimiento. Nada que recuerde el centellante
cromatismo de la sensorialidad donde los cuerpos naufragan.

El monstruo se desliza entre los ropajes, indómita fragilidad que


fractura la perfección humana, naciendo y muriendo entre flujos non
sanctus.
El monstruo se come las flores y los pájaros para escucharlos cantar,
invoca los fulgores de la carne, instante oscuro en la profecía
civilizatoria.
Acontecer ahí, en los incesantes desmontajes de la forma, pulsar
hacia lo innombrable.
El acontecimiento aparece como decir balbuceante, puesta en
suspenso de toda afirmación.
Temblor que irrumpe en la forma, que sacude la cáscara de los
binarismos. Nueva configuración ese extravío que desatiende las
referencias del atlas y del diccionario.
Inquietud del silencio aquello que permanece intacto.
El monstruo trae la revuelta en lo atávico.
Los cuerpos desencajados de la foto de familia, deslizados en los
márgenes de anatomías apetecibles, lejos de las coloraciones de lo
bien nacido.
Los cuerpos rotos y raros que no sentaremos con las visitas.
Deformidad la errancia de una voz que brota órgano por órgano y
derrama gérmenes en las superficies húmedas del mundo.
Protuberancias huecas que se deslizan del eje de las simetrías y se
revuelcan en el desnivel erótico de lo que quiere vivir. Tenue
desmesura de la irregularidad imposible al cálculo. Aquí nacen
amargas las palabras del estómago, aquí tibio el gesto de besar la
flor.
Indeterminación de la piel, simulación de la vitalidad lo que hace
presencia en las formas.
Aquí, apenas la estela que decimos cuerpo. Híbridas fecundidades en
la porosidad del transcurso, los cuerpos imbrican la ausencia.
Darnos a la deriva de esa pulsación en los pliegues del calco, donde
inasible se dice lo vivo.
Jauría de imágenes suturadas en la retina humana se derraman en un
génesis apócrifo. Jonás copula con la ballena. Y las certezas migran.
El monstruo respira en el traspié de la recitación del destino.
Se anuncian en el aire dolores nuevos, sabores nuevos, días
incandescentes, policromía de la deriva.
Soledad la epifanía de fuerzas como olas que pueden volver sobre lo
dado para fundar lo que del deseo insiste. Los cuerpos recuperan así
la rareza de su singularidad y se dan alegres a la renuncia de
cualquier unidad.

El monstruo inaugura palabras en la boca estrecha y abismal del


catecismo.
Vociferantes los cuerpos abrazan el azar, su condición de lugar otro
justo a punto de ser engullidos por los decálogos de alguna filiación.
Ansia de una desmentida feroz de los espejos en el juego de
inventarnos en los intersticios, en ese instante de silencio antes del
llanto, la carcajada, el vino. Voces las rítmicas de vitalidades en fuga,
texturas evanescentes que perfuman la mañana al desplazarse.
Hendidura en la inercia de los muros que ciñen la fabulosa mezcla.
Navegar es preciso, el agua disuelve la rectitud de la convicción más
ardua, todo a punto de empezar, todo acabado.

La monstruosa belleza de la vida, caderas adentro de toda desidia, de


toda energúmena norma. Capaz de caminar impávida la distancia que
va de los sepulcros al amanecer.

4
“No es que estuviese presa sino que estaba situada. Tan situada
como si allí me hubiesen fijado con el simple y único gesto de
apuntarme con el dedo, apuntarme a mí y a un lugar”.

(Clarice Lispector)

Como si toda existencia se desplegara en una sucesión indeterminada


de planos. Así, vivir apenas, ir y venir por superficies donde se
deslizan indolentes pasos. Y cada uno se arrojara a otro. Así,
exhalada extensión del acontecer.
Como si estar en el mundo fuera plantar la infinitud de una explanada
que inexorablemente será interferida por otra también.
Cabalgaduras de incontables dimensiones, de movimientos incesantes
sin jinete alguno. Alteridad, infinitud el roce de los planos que
sostienen lo sin techo del mundo.
Los planos de la existencia germinan diseminados a lo largo de lo que
se inscribe como potencia de la vida.
Afán de extensión, vitalidad. No sabría cómo decir eso que veo
moverse a lo largo y a lo ancho ahora mismo, ese vaivén que se
alarga como manifestación.
Erguido el árbol se lanza hacia lo alto y proyecta la sombra de la
mirada más arriba de los ojos, el vuelo del pájaro dibuja una
transversal, incrusta otro plano. Entonces árbol y pájaro, construyen
una breve casa en el cielo, invisible para seres que no acepten volar.
Incontables intersecciones abrigan la infinitud de lo que es dado a
existir. Interdicción el plano del nombre donde cada cosa aloja las
nutrientes de su misterio.
Árbol, pájaro y mirada dibujan aquella mañana en la intemperie de la
vida. Casas evanescentes esos planos andariegos en permanente
travesía. La acción crea espacios, actuante deseo que compone
intersecciones vívidas fugaces.
Lo visible y lo invisible despliegan planos de existencia en
irremediable descomposición. Y mientras acontece, expansión y
límite, hacen estallar efímeros frutos sustanciosos y dan de comer a
los sueños.
Estelas esos planos donde habita la sospecha de lo nacido. Paralela
del horizonte donde amanece lo que habrá de morir.

¿De qué mano escapan los planos del acontecer?

Manifestación en entredicho, extensión de signos en fricción


impidiendo el epitafio del relato único. Tensión que sujeta las
fronteras del mundo más cerca del movimiento capaz de engendrarlo,
que de la mortaja de las formas donde hemos perecido.
Infinidad de planos en la centralidad de una forma provisoria.
Intención que imagina y se detiene un instante en el cristal que hace
figura en lo inimaginable. Cristal en la inmensidad de un mar sin
nombre.
Eso ausente, vastedad del imposible camino, hasta que un ínfimo
plano hace nido en medio del naufragio.
Y deja al ojo y al corazón la tarea de presentirlo en los límites de su
silueta, proyectando el abrazo de esas líneas constructivas hasta los
confines del mundo.
Así, geometrías cotidianas mediante, solo así, nuestra casa alcanza el
sueño del pájaro, que sabe anidar en el vacío del cielo. Y habita la
paz y la tormenta con la dignidad de los trashumantes, que
agradecen sol y lluvia cada día, como alimento del camino.

Derrotero de lecturas

Agamben, G. (2002) Lo abierto. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2002.


Barthes, R. (1978) El placer del texto y Lección inaugural. Buenos Aires, SXXI
editores, 2008.
Burton, T. (1982) Vincent. USA, Walt Disney Producciones, 1982.
Calveyra, A. (2012) Poesía reunida. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2012.
Eliade, M. (1967) Lo sagrado y lo profano. Barcelona, Guadarrama/Punto Omega,
1979.
Foucault, M. (2009) El cuerpo utópico. Las heterotopías. Buenos Aires, Ediciones
Nueva Visión, 2010.
Girondo, O. (1942) Persuasión de los días. Buenos Aires, Losada, 1998.
Girri, A. (2010) Poemas selectos. Buenos Aires, Corregidor, 2010.
Doolitle, H. (1972) Definición hermética. México, Universidad Iberoamericana /Artes
de México, 1997.
Lispector, C. (1964) La pasión según GH. Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010.
Nancy, J. (2000) Corpus. Madrid, Arena Libros, 2003.
Percia, M. (2010) Inconformidad. Arte Política Psicoanálisis. Buenos Aires, La Cebra,
2010.
Sarduy, S. (1987) Ensayos generales sobre el barroco. Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 1987.

Sujeciones y crueldades de la heteronormatividad.


Aportes de Monique Wittig y Adrienne Rich para
pensar la existencia lesbianai
Rocio Feltrez

(…) ¿Nunca quisieron


ser un lagarto prendido cada día del calor del sol
hasta quemarse el cuero, un hombre viejo, una enredadera
apretándose contra el tronco de un árbol para tener de dónde
sostenerse, un chico corriendo hasta que el corazón
se le sale del pecho de pura energía brutal,
de puro deseo? Nos fuerzan
a ser aquello a lo que nos parecemos. (…)

Claudia Masin, Lo intacto.


Así como en la tesis de maestría decidí comenzar la escritura situando
algunas coordenadas para pensar el “movimiento de ‘lo grupal’” en la
Argentina, decido ahora empezar la escritura de la tesis doctoral
hilvanando ideas que prestan las teorías feministas y disidentes para
ensayar una crítica a las normalidades. En este trabajo argumento las
razones que me han llevado a sostener esta posición y lanzo pistas
para pensar la heteronormatividad como uno de los conceptos que
permitirán analizar críticamente las producciones culturales de una
época supremac(h)ista.

La crítica a las masculinidades hegemónicas no sólo se sostiene desde


una incomodidad experimentada cotidianamente sino que, en el
ámbito académico, me es suscitada por el acercamiento a una
inquietante y querida obra sobre la que vengo trabajando desde hace
unos años: la de Eduardo Pavlovksy. A ese nombre pueden ser
ligadas las figuras del intelectual, el dramaturgo, el militante, el
médico, el psicoanalista, y más.

En mi tesis de maestría propongo estudiar a Eduardo Pavlovsky como


una sensibilidad que permite pensar una clínica, una estética y una
política. En el libro en el que puede leerse la investigación en cuestión
(Feltrez, 2019), esbocé una promesa que intento cumplir en la
escritura de mi tesis doctoral: reponer la historia de las luchas de
mujeres, lesbianas, travestis, trans, y otras existencias a las que la
vida se les ha sido escamoteada sistemáticamente; estudiar las
masculinidades hegemónicas; ensayar una crítica a ciertas matrices
de sentido «supremac(h)istas» que están presentes en la obra de
Eduardo Pavlovsky, pero no desde el deseo de incinerar esas páginas,
sino con la intención de poner a la vista las emanaciones de una
cultura machista.
Creo necesario situar algunas coordenadas para poder leer estas y
otras producciones culturales con herramientas críticas elaboradas a
partir del estudio de las luchas y teorías feministas y disidentes.

En este trabajo me detengo en el problema de la heteronormatividad;


asunto que, dentro de aquellas teorías, comienza a tomar más
espacio desde finales de los setentas y comienzos de los ochentas. Es
en este tiempo que se produce el pasaje del paradigma de la opresión
de clase (la clase mujer oprimida por la clase varón) al de la
heterosexualidad obligatoria. Paradigma que invita a reflexionar sobre
otras crueldades e introduce fuertemente la pregunta acerca de lxs
sujetxs del movimiento feminista. Siguiendo a Monique Wittig,
Adrienne Rich, y otras autoras, sitúo algunas ideas para pensar este
pasaje que es impulsado principalmente por la crítica que ensayan
teóricas-activistas-feministas lesbianas.
En la tesis de maestría recordaba una intervención que el colectivo
Serigrafistas Queer realizó junto a docentes y estudiantes de una
cátedra de la Facultad de Ciencias Sociales ii. ¿Hay autoras en tu
programa? –increpaban esas letras. En esa pregunta lanzada al aire
se escucha la injusticia que puebla los planes de estudio. Sería triste
siquiera anoticiarnos de la escritura de autor∞s que han puesto en
cuestión el monopolio del varón blanco, cis, heterosexual en la
historia de las ideas. Los sentidos que han impuesto cincelan las
vidas. Se trata, a veces, de soberbias que sostienen teorías que
desestiman, cancelan, desprecian a las existencias que no han sido
hechas a su imagen y semejanza. Muchas de esas ideas inmortalizan
crueldades. Algunas palabras con que se adorna la fragilidad a la que
estamos arrojados los vivientes, estrujan deseos que nos habitan.
Certezas que reproducen y perpetúan estados de dominación.
Ciertas teorías feministas y disidentes interesan por su intento de
discutir con las normas que sistemáticamente han expulsado
principalmente a quienes no son humanos, varones, cis, blancos,
heterosexuales; quienes no portan cuerpos hegemónicos y una
apariencia adecuada a lo esperable; no gozan de una «buena salud
mental»; no cuentan con las capacidades con las que se supone
habría que contar; no tienen prácticas sexuales-amatorias-eróticas
adecuadas a la moral de la época, etcétera. Animales no humanos,
mujeres, indixs, negrxs, travestis, trans, intersex, lesbianas, putos,
no binaries, gordxs, putas, y más. En algunas teorías feministas y
disidentes late el deseo de hacer estallar a las normalidades. En
otras, insiste la prédica de otro estado de normalidad que dibuja
nuevamente sus exclusiones. Algunas de estas ideas interesan
porque, muchas veces, se trata de trazos alimentados por la lucha y
sostenidos en la –ya sabida– política vida (im)personal. Aquello que
está en juego en ocasiones es el sentido de un renglón de la historia
que hace estallar a la idea de destino, que hace vidas más vivibles,
que habilita a estar en los días de manera más digna; a habitar la
corta biografía conjurando el miedo que moldea las pieles. Palabras
que avivan y acompañan ímpetus que se animan al juego y la
imaginación política.
Sabemos que aquello que está en disputa es la vida. Tal vez esa
podría ser una posible respuesta a la pregunta por el/lxs sujeto/xs
del feminismo: la vida. Quienes no satisfacemos los cánones de
reconocimiento estipulados por la heterosexualidad obligatoria y el
binarismo de los géneros lo sabemos bien. Sabemos que hay normas
que nos impiden vivir. Escribe unx lesbianx, feministx, activistx. Me
nombro, contra la asepsia teórica, la asepsia académica, como
sostiene Virginia Cano en Ética tortillera (2015). Soy une de lxs
tantxs que sentimos en la piel el miedo a salir de la mano de la/s
persona/s con la/s que cogemos, que queremos, que nos gusta/n,
con quien/es deseamos compartir los días. Une de lxs tantxs que
también sienten alivio y angustia al habitar cotidianamente el exilio
de la heteronorma.
Heteronormatividad

Feminismos. A fines de los setentas y, en mayor medida, comienzos


de los ochentas, entra en escena una crítica a lo mujeril. La pregunta
por lxs sujetxs del movimiento invita a trastocar la clave de lectura
de las opresiones. Este desplazamiento ha sido propiciado, entre
otras, por las ideas de Gayle Rubin, Monique Wittig, Adrienne Rich,
Audre Lorde. Como señala Catalina Trebisacce, a nivel local, la
emergencia de algunas “piezas de la militancia lesbiana” como los
Cuadernos de existencia lesbiana (1987-1996), los textos de
Fugitivas del Desierto y los ensayos de valeria flores, favorecieron el
pasaje “de la crítica a la construcción del sujeto subalterno mujer, a
la crítica de la operancia de la heterosexualidad en la producción de
los sexos-géneros” (Trebisacce, 2015, pág. 69).

La matriz de inteligibilidad heterosexual pretende ser prediscursiva y


natural. Exige que exista una relación de causalidad y expresión entre
sexo, género y deseo. Incluso la categoría de sexo es, también,
producto de esta matriz. (Butler, 1990, 1993) Esto se vuelve
crudamente tangible para las personas intersex. Cuerpos que varían
respecto de los estándares corporales de la feminidad y masculinidad.
Cuerpos violentados por la implementación de protocolos médicos
que “instituyen también un cierto saber sobre el mismo deseo
heterosexual sobre el cual se consideran expertos – y tal vez
custodios (puesto que afirman quién será deseado o deseada, por
quién y para qué)” (Cabral; Benzur, 2005, pág. 291). La diferencia
sexual, como sugiere Mauro Cabral, se construye laboriosamete “con
tijeras, con hilos de sutura, con carne; el cuerpo se hace, no se nace
un cuerpo, se llega a serlo, dolorosamente, mutiladamente” (pág.
301). En esos cuerpos late el testimonio de la crueldad de los
procesos de normalización, del horror, de la «carne masacrada» (pág.
301).

Como sugiere Wittig (1978, 1989), el contrato social es heterosexual


y se sostiene en la diferencia sexual. Esta operación se realiza con un
interés ético-político. La heterosexualidad es mucho más que “una
orientación”; es una máquina que produce y sostiene este modelo
productivo y esta cultura del horror –¿Cómo explicar sino la
mutilación de cuerpos para adecuarlos a la futura práctica de un
deseo que los precede y los determina? No quiero poner en el mismo
plano las crueldades que se han ejercido y se ejercen sobre las
personas intersex y las que han caído y caen sobre las existencias
lesbianas. Insisto, sí, en que, el paradigma de la heteronormatividad
permite pensar cuestiones que el llamado paradigma de clases no
permitía.
Esa matriz excluyente, productora de territorios inhabitables y de
invisibilidades, nos arroja, en el mejor de los casos, a inventar
tiempos-espacios para el placer, la calma, los besos, cuerpos y
caricias que nos han sido negados. Las fiestas de las locas en el Tigre
(Insausti, 2011), el sótano de San Telmo (flores, 2015). Espacios
para la fiesta, el llanto, las escrituras. Momentos en que, rodeadxs de
cercanías abyectas, nos celebramos. Como anota Cano (2015): “El
exilio no es sólo vacío y silencio, es también ocasión de re-inventar
mundos, lenguas, ficciones. Puede ser la oportunidad de celebrar
nuevas voces” (pág. 36) A veces, la imaginación política se aviva en
los márgenes. Allí se inventan conjuros contra desabrazos. Se
construyen tinglados que intentan custodiar una calma muchas veces
nunca antes habitada.

En El pensamiento heterosexual (1978) Wittig sostiene que la


centralidad que se le ha dado a la heterosexualidad en la cultura ha
llevado a crear categorías, ideas, sentidos que conforman un
pensamiento heterosexual que irradia todo lo vivo y se sostiene sobre
la tiranía de lo dado. Para Adrienne Rich (1980), a diferencia de
Wittig, la heterosexualidad es una institución que se impone, como el
matrimonio o la maternidad. Rich discutía con el silenciamiento o
desestimación que recaía sobre las existencias lesbianas del que
parte del movimiento feminista era cómplice. Existencias que no
entraban en esas teorías y que, si lo hacían, era en los márgenes o a
partir de discursos patologizantes, esencialistas, expulsivos.
Para Wittig, la heterosexualidad es un régimen político que se
sostiene y reproduce en ese lugar en que habita el poder: el
lenguaje, la lengua. Monique Wittig señala la necesidad de destruir
ese régimen heterosexual sobre el “que se basa en la sumisión y la
apropiación de las mujeres” (Wittig, 1991, pág. 15).

Para inventar otro contrato social, tal vez sea preciso desertar de la
«clase mujer»; así imagina Wittig una posible fuga, “escapando de su
clase, incluso si tienen que hacerlo como esclavas fugitivas, una por
una. Ya lo estamos haciendo. Las lesbianas somos desertoras,
esclavas fugitivas; las esposas desertoras están en la misma
situación y existen en todos los países porque el régimen político de
la heterosexualidad está presente en todas las culturas” (1989, pág.
71) Para Wittig, la categoría de «lesbiana» permite pensar existencias
fugitivas del régimen heterosexual que agitan la necesidad de
inventar otras posibilidades de vida que conjuren las crueldades de la
heteronoroma. Esa afirmación vital que realiza la lesbiana es
amenaza; ¿cómo no va a querer borrarse el testimonio vivo de que
no es necesario agachar la cabeza y aceptar las miserias coloridas
que el régimen heterosexual promete? En No se nace mujer (1981),
Wittig escribe:
Lo que un análisis materialista hace por medio del razonamiento, una
sociedad lesbiana lo realiza de hecho: no sólo no existe el grupo
natural «mujeres» (nosotras las lesbianas somos la prueba de ello),
sino que, como individuos, también cuestionamos «la mujer», algo
que, para nosotras —como para Simone de Beauvoir— es sólo un
mito. Ella afirmó: «no se nace mujer, se llega a serlo. No hay ningún
destino biológico, psicológico o económico que determine el papel que
las mujeres representan en la sociedad: es la civilización como un
todo la que produce esa criatura intermedia entre macho y eunuco,
que se califica como femenina». Sin embargo, la mayoría de las
feministas y de las lesbianas/feministas en Norteamérica y en otros
lugares aún consideran que la base de la opresión de las mujeres es
biológica e histórica. (…) al admitir que hay una división «natural»
entre mujeres y hombres, naturalizamos la historia, asumimos que
«hombres» y «mujeres» siempre han existido y siempre existirán. No
sólo naturalizamos la historia sino que también, en consecuencia,
naturalizamos los fenómenos sociales que manifiestan nuestra
opresión, haciendo imposible cualquier cambio. (págs. 32, 33)

Como sostiene Florencia Abbate (2020): “[Wittig] dice que la


categoría de sexo no tiene una existencia a priori, anterior a la
sociedad, sino que la misma existencia de esa categoría es una
construcción política y cultural cuya función principal ha consistido en
legitimar la dominación ejercida por un grupo sobre otro” (pág. 261).
Rechazar el régimen heterosexual es, para Wittig, “negarse a
convertirse en una mujer, o en un hombre” (pág. 36). Wittig no
encuentra en el lesbianismo la llegada al paraíso; sí afirma que en
esa trinchera pueden llegar a ampliarse los márgenes de libertad.
Afirma que “el lesbianismo ofrece, de momentoiii, la única forma
social en la cual podemos vivir libremente” (pág. 43) Continúa:

lesbiana es el único concepto que conozco que está más allá de las
categorías de sexo (mujer y hombre), pues el sujeto designado
(lesbiana) no es una mujer ni económicamente, ni políticamente, ni
ideológicamente. Lo que constituye a una mujer es una relación social
específica con un hombre, una relación que hemos llamado
servidumbre, una relación que implica obligaciones personales y
físicas y también económicas («asignación de residencia», trabajos
domésticos, deberes conyugales, producción ilimitada de hijos, etc.),
una relación de la cual las lesbianas escapan cuando rechazan
volverse o seguir siendo heterosexuales. Somos desertoras de
nuestra clase (…) (pág. 43)

Virginia Cano intenta pensar alguna alternativa a la estrategia


declinativa que ensaya Wittig al rechazar la categoría de mujer
(Cano, 2015, pág. 72) ¿Por qué no reinventar –se pregunta– tanto la
categoría de mujer como la de lesbiana? Y, ¿no convendría hablar de
mujer(es) y lesbian(as)? Por otro lado, ¿por qué no detenernos en las
pistas, las señas, los guiños que laten en la propia escritura de
Wittig? La autora escribe que «de momento», lesbiana es un artificio
que invita a ampliar los márgenes de libertad. La expresión «de
momento» tal vez pueda ubicar a Wittig cerca de una política de lo
neutro. Porque tal vez no importa tanto la afirmación provisoria de la
categoría de lesbiana como astucia que impugna supuestos destinos,
como el trazado de la posibilidad de la impugnación misma, a partir
de una ficción siempre por inventar.
La indefinición, el amor al umbral, es para muchxs una estrategia
vital que crea una pausa entre tanto mandato, incluso el de la
identidad. Las normalidades se dedican a querer hacer entrar en
cajitas rotuladas lo que no deja de querer moverse.

Una política de lo neutro, como sugiere Percia (2017), vive la pasión


por el ni: “Ni: no importa por lo que insinúa negar o afirmar, sino por
lo que desinstala.” (pág. 305) La aparición de una pregunta que, a
veces, despeja un mundo.

Aterrizaje

En junio de dos mil diecinueve en la Ciudad Autónoma de Buenos


Aires se dictó una sentencia disciplinante, lesbodiante y misógina.
Mariana Gómez fue condenada a un año de prisión en suspenso por
besar a su compañera, Rocío Girat, en la estación de trenes de
Constitución. Sabemos –porque lo vivimos– que el régimen
heterosexual acomete con más saña contra las lesbianas que se
alejan de los estereotipos de belleza y modales reconocidos como
“femeninos”; esas malaondas, pendencieras, ortivas, políticamente
incorrectas. Aquellas existencias que, para algunos, no son objeto de
deseo sino de desprecio. Las que son juzgadas por defenderse de las
crueldades de ese mismo régimen. Cuando el machismo asiste al
"espectáculo" de nuestros besos lesbianos descarga piñas o
interpelaciones empapadas de violencia: "¿Quién es el varón?", "¿No
hay lugar para mí?". A veces, hartxs de esas violencias, endurecemos
las pieles para habitar la hostilidad de este mundo. Criaturas con
cueros endurecidos. Como a tantxs, las crueldades muchas veces nos
arrancan el derecho a la suavidad. Loquitas, exaltadas, exageradas,
machonas. Esas injurias hablan más de la misoginia y del lesboodio
que destilan que de nuestros besos. Hablo (y me pregunto) por la
especificidad de esta rabia tortillera. ¿De qué está hecha la furia que
nos habita? De esos fallos que aleccionan, que censuran las caricias,
que atentan contra el derecho a defendernos. De las violencias que
nos golpean todos los días.
Tal vez quienes viven abrigadxs por la tranquilidad de saber que
jamás van a ir presxs por darse un beso con la persona que aman no
puedan afectarse con estas ideas. Tal vez tampoco encuentren
demasiados problemas en ciertos modos nefastos de pensar la
diferencia sexual que aún hoy se sostienen en aulas, consultorios y
hospitales.

Quizá convenga pensar a la vida como el asunto de cualquier


movimiento que se declare disidente. La vida en tanto eso que pide
paso; la vida en tanto eso que no baila con las normalidades, tan
amantes de las carreteras principales. Esta afirmación amerita
explicitar qué se entiende por vida. En principio Judith Butler (2002)
advierte algo importante: «no ceder el término ‘vida’ a los objetivos
de la derecha» (pág. 25). Se trata de una idea en disputa, de allí que
resulte interesante responder al aullido que esa palabra lanza.
Recupero una idea que me ayudó a pensar esto en la tesis de
maestría: “Tal vez, como escribe María Pía López sobre el final de
Hacia la vida intensa, ‘más que presentar una experiencia plena, ya
constituida, se podría ver en la noción de vida el llamado a lo que
adviene, a lo que tiene de indeterminado y de increado el mundo. El
vitalismo, en sus tonos predominantes, no es afirmación de lo dado,
sino de una virtualidad que permitiría otro devenir (…) Es menos el
festejo de una presencia plena de la experiencia que la apertura de la
experiencia actual a una virtualidad que puede arrasarla, modificarla,
recrearla’”. (López, en Feltrez, 2019, pág. 46). ¿Podría criticarse
estas ideas por exceso de vitalismo? Si, con Butler (2002), pensamos
crítica como “cuestionamiento de los términos que restringen la vida”
(Pág. 14), cabría preguntarnos en qué aspectos estas ideas lo harían.
Tal vez convendría seguir pensando qué de las ideas que venimos
repitiendo desde hace años la han restringido efectivamente.

Sabemos que virtualidad no es sinónimo de paraíso. No es posible de


ante mano saber qué va a pasar, pero la apuesta al desvío de lo
esperado sí es algo que merece ser cuidado. El psicoanálisis sabe de
esto, sabe del amor al riesgo y al acontecimiento, como escribe Anne
Dufourmantelle (2011): “Tal vez arriesgar la vida sea, para empezar,
no morir. Morir en vida, bajo todas las formas de renuncia (…)” (pág.
12).

Las normalidades restringen la vida. Interesan teorías-prácticas que


discutan con las normalidades. Que se animen a poner en cuestión
los términos en los que se piensa la diferencia sexual. Que puedan
volver sobre sus pasos y percibir de qué violencias, renuncias,
crueldades también han sido cómplices. Que puedan estar cerca de
una política cuir (queer), amante de lo escurridizo, lo díscolo, lo
irreverente, lo que no cuaja; lo que viene a poner en cuestión a más
de una momia conceptual. Una posición que imagina políticas de
alianza más allá de las lógicas identitarias y de la representación.
Territorios insurgentes, vitales, inquietantes, no exentos de tristezas,
crueldades y miserias.

No queremos habitar un mundo en el que se asfixie el deseo de


desvío que bulle en la piel. No es vida la obturación de la
actualización de otras vidas posibles. No es vida tener que tributar la
sangre, la piel, el deseo polimorfo e infinito a la heterosexualidad
obligatoria, a las normas de género, a la masculinidad hegemónica, al
miedo, a las ocho horas de trabajo, a una sola profesión, a la
monogamia, a las deudas, al sostenimiento de una imagen de sí que
venda en las redes, al consumo voraz y compulsivo. No es vida ese
feroz cercenamiento de la imaginación. No es vida. O, mejor: no
sabemos qué es «vida» pero sabemos que, en un mundo así, vivir,
para muchxs, se vuelve menos posible.

Bibliografía

AA. VV. (1987-1996) Cuadernos de existencia lesbiana. (Re)edición 2015.


ABBATE, Florencia (2020) Biblioteca Feminista. Vidas luchas y obras. Desde 1789
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DUFOURMANTELLE, Anne (2011) Elogio del riesgo. Nocturna editora & Paradiso
editores. Buenos Aires, 2019.
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La Cebra. Buenos Aires, 2019.
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deseo lésbico en los ’70. Madreselva. Buenos Aires, 2015.
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heterosexual y otros ensayos. Ed. Egale. España, 2006.
WITTIG, Monique (1991) “Introducción”. En El pensamiento heterosexual y otros
ensayos. Ed. Egale. España, 2006.

Tucana
El Tucán (lat. Tucana) es una constelación discreta del hemisferio sur. En esta
constelación no se presentan lluvias de meteoritos. A fines del siglo XVI, una flota
holandesa viajó a las legendarias Islas de las Especias para crear nuevas relaciones
comerciales. Bajo el capitán Keyser, midieron las posiciones de 135 estrellas
durante este viaje, que luego fueron incluidas por Peter Plancius en sus mapas del
cielo. De estos reconoció doce nuevas constelaciones, incluyendo el ave exótico
Tucán. Unos años más tarde, la constelación se registró en el nuevo atlas del cielo.

Cuentan los hombres dignos de fe


Fabio García

a Verónica M. González

“Solo digo que me entretiene”, dijo K.,


“porque así obtengo la posibilidad
de echar un vistazo a ese ridículo embrollo
del que en determinadas circunstancias
depende la existencia del hombre”.
F. Kafka

¿Cómo era tu cara antes de nacer?


Anónimo. (Koan Zen)

Según la firma, el Bosco fechó en 1475-80 “Los siete pecados


capitales”. En este óleo se representa la ira, la soberbia, la lujuria, la
pereza, la gula, la avaricia y la envidia; en los ángulos la muerte y el
juicio universal/el infierno y el paraíso respectivamente. En el centro
domina un Cristo resucitado, que se asoma dentro de una gran
pupila, en latín nos dice “Dios te ve”. La amenaza nos recuerda el
juicio final.
A diferencia de los primeros
cristianos, en el cual la imagen de
Jesús era la de un pastor amigo de
los hombres, un maestro muy
próximo a la filosofía, en la edad
media se afianza la idea del Cristo
como juez y rey.
El Bosco nos recuerda la fantástica mirada de la deidad, el vértigo de
la misma encerrada en la posibilidad de ver todo el universo en un
mismo instante: la tierra, cada animal, cada ola del mar, cada nube,
cada árbol, cada grano de arena y cada acto de cada hombre.
Ese ojo del juez supremo al que nada se le escapa, nos representa
también esa memoria universal con la cual de dirimirá la sentencia.
La idea de la visión divina aún prevalece entre nosotros. Por ejemplo,
en el billete de un dólar el ojo de Dios está dentro de un triángulo en
la cima de la pirámide.
Dentro de las construcciones más curiosas
inventadas por el hombre, los laberintos y las
prisiones, son de las más llamativas, tanto por su
forma como por su finalidad.
Recordemos el siguiente relato que rescatan Bioy y
Borges en una antología:
“Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe
más) que en los primeros días hubo un rey de las
islas de Babilonia que congrego a sus arquitectos y magos y les
mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones
más prudentes no se aventuraban a entra, y los que entraban se
perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la
maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con
el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de
Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo
penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la
declinación de la tarde. Entonces imploró el socorro divino y dio con
la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey
de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que si Dios
era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia,
juntó sus capitanes y sus alcaldes y estragó los reinos de Babilonia
con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus
gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello
veloz y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en
Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas
escaleras, puertas y muros; Ahora el Poderoso ha tenido a bien que
te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que
forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el
paso”.
Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto,
donde murió de hambre y de sed.
La gloria sea con Aquel que no muere”.
Historia de los dos reyes y de los dos laberintos.
R.F. Burton. The Land of Midian Revisited (1879).

Jeremy Bentham (1748-1832), fue un filósofo, economista y jurista


británico, con gran interés en la arquitectura, Foucault dice: “El
sueño de Bentham, el panopticón, en el que un solo individuo podía
vigilar a todo el mundo, es en el fondo el sueño,
mejor dicho, uno de los sueños de la burguesía
(porque ha soñado mucho). Este sueño se llevó
a cabo. Tal vez no lo ha realizado bajo la forma
arquitectónica que Bentham proponía, pero debe
recordarse además lo que decía a propósito del
panopticón: es una forma de arquitectura, por
supuesto, pero es sobre todo una forma de
gobierno; es para el espíritu. Veía en el
panopticón una definición de las formas del
ejercicio del poder”.
Este edificio tenía la ardua tarea al igual que la
deidad de vigilar a cada uno de las personas,
ningún detalle se puede escapar, todos y cada uno de los
movimientos pueden ser observado por los guardianes desde la torre
central, cada médico puede controlar a sus pacientes, cada maestro
puede disciplinar a cada alumno.
La amenaza del ojo omnipresente del guardián evitara las
tentaciones, el deseo. La pesadilla soñada por Kafka y Orwell se
concretiza.
“La prisión es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su
desnudez, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como
poder moral. “Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está
mal robar, matar...” Esto es lo fascinante de las prisiones; por una
vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como feroz
tiranía en los íntimos detalles, cínicamente y al mismo tiempo es
puro, está enteramente “justificado”, puesto que puede formularse
enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su
bruta tiranía aparece entonces como dominación serena del Bien y el
Mal, del orden sobre el desorden”1
El cinismo es tal, que los padecimientos son naturalizados, así mismo
la colaboración, un tanto por ignorancia otro tanto por cobardía
reafirma la exclusión.
Hay viajantes, guías y guardianes. Ante de la pluralidad de caminos,
Sartre nos dice: “la elección es posible en un sentido, pero no es
posible no elegir. Puedo siempre elegir, pero tengo que saber que, si
no elijo, también elijo”. Elegimos el norte porque hemos renunciado
al sur, al este y al oeste.
La pluralidad implica la existencia de múltiples sentidos y de la
libertad para elegir.
El guía debe acompañar en la búsqueda individual. Debe suspender la
validez y permitir la búsqueda.
El poder transfiere las políticas de las cárceles a lugares más sutiles:
fábricas, hospitales, escuelas. Generando protagonismos extraños en
los profesionales, ya que se le agrega a su tarea específica la de
vigilar.

1
Foucault.
Las razones para justificar el discurso del amo son múltiples. La
principal es la del funcionamiento; para que el mismo ocurra, el
“dueño” del conocimiento se debe transformar en amo. Foucault nos
dice: “La noción de amor al amo plantea, creo, otros problemas. Es
un cierto modo de no plantear el problema del poder, mejor dicho, de
ponerlo de modo que no se pueda analizar. Y ello debido a la
inconsistencia de la noción de amo, visitada sólo por diversos
fantasmas: el amo con su esclavo, el maestro con su discípulo, el
amo con su obrero, el amo que dicta la ley y dice la verdad, el
maestro2 que censura y prohíbe”.
La disciplina descansa en la voz de quien encarna el poder, y la
pasión declina bajo los preceptos dictatoriales.
Por eso siempre es importante pensar ¿Cuál es la meta?, ¿Qué se
busca?
Durante la década del 60, en pleno apogeo del
expresionismo abstracto, un grupo de artistas se
proponen hacer un arte para todos.
Más tarde esta corriente se va a llamar arte Pop
(arte popular). Entre sus representantes
encontramos a Andy Warhol, Roy Lichtenstein,
Tom Wasslmann, Claes Oldenburg, entre otros.
Los artistas del Pop art encontraban su inspiración
en elementos de la vida cotidiana, reivindicaban
objetos vulgares que se pueden hallar en cualquier
ciudad.
Uno de los lugares favoritos para estos artistas eran los
supermercados, allí se puede encontrar miles de artefactos, comidas,
ropas, logos, etc. todo les servía de inspiración para realizar sus
obras.
Las nuevas naturalezas muertas serán ahora, latas de sopa Campbell,
latas de cerveza, cajas de jabón en polvo,
botellas de Coca-Cola, etc. Es más, Warhol
pensaba que, “Lo bueno de este país es que
América empezó la tradición por la cual los
consumidores más ricos compran esencialmente
las mismas cosas que los pobres. Puedes estar
mirando la tele y ver una Coca-Cola, y puedes
saber que el presidente bebe Coca-Cola, Liz
Taylor bebe Coca-Cola, y piénsalo, tú también puedes beber Coca-
Cola. Una Coca-Cola es una Coca-Cola y ninguna cantidad de dinero
puede brindarte una mejor Coca-Cola que la que está bebiendo el
mendigo de la esquina. Todas las Coca-Colas son iguales y todas las
Cocas-Colas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el presidente lo sabe, el
mendigo lo sabe y tú lo sabes”.

Recuérdese el doble significado que posee en francés el término maitre: amo y maestro.
2
En ellos hay una estética y un elogio de la
frivolidad. Muchos venían del campo de la
publicidad. Warhol por ejemplo fue ilustrador
comercial, escaparatista y trabajo en revistas como
Vogue, Glamour, Tiffany & Co., The New Yorker,
entre otras.
Ellos sabían que la publicidad agrega metalenguaje.
A pesar que la primera intención es
ofrecer los productos, genera como
efecto un plus, una mayor
expectativa sobre el mismo, aunque este no lo posea.
La ambigüedad del lenguaje, paradójicamente
enriquece la performance de los objetos en el mercado,
como dice Foucault, “Los signos son máscaras”. Ningún
detalle escapa. Sigamos con el caso de la Coca-Cola,
desde el sabor, que debe ser siempre igual, nos brinda
la ilusión de un re-encuentro.
Con respecto a la forma de la botella, a modo de ejemplo, una
pregunta ¿Qué les sugiere las curvas de la misma?, una guitarra,
evoca la cintura una mujer, vamos bien, además se agarra de la
cintura para beberla. Al igual que la idea de gotas de agua, nos da la
sensación de frío, aun sabiendo que cuando sacas una botella de la
heladera difícilmente este goteando el envase, salvo si la misma está
rota. El efecto cuando se destapa la gaseosa y sale por el pico, se
asocia a la idea de la eyaculación, desde ya la idea de placer está
implícita, también cualquiera sabe que pude destapara cualquier
cantidad de Coca-colas y nunca va a salir por el pico como la
propaganda, salvo, si la agitamos, simplemente son ejemplo de
teatralización y generación de sentidos.
Los publicistas saben que, a fuerza de repetir, las mercancías se
vuelven familiares. Bajo un estímulo se genera una respuesta
deseada, de esta forma no hay diferencia entre los perros y los
hombres. Así se destruyen los deseos y los hombres se transforman
en objetos de fácil manipulación.
En una entrevista Foucault dice, “Las técnicas del yo, para mí,
pueden encontrarse en todas las culturas, en diferentes formas. Del
mismo modo que es necesario estudiar y comparar las diferentes
técnicas de la producción de objetos y la dirección de hombres a
través del gobierno, también deben estudiarse las técnicas del yo. Lo
que dificulta el análisis de estas técnicas, son dos factores. Primero,
las técnicas del yo no requieren del mismo aparato material que la
producción de objetos, por lo cual a menudo son técnicas invisibles.
Segundo, con frecuencia se relacionan con las técnicas de conducción
de otros. Como ejemplo, si tomamos las instituciones educativas,
advertimos que alguien está conduciendo a otros, y enseñándoles a
conducirse a sí mismos”.
La idea es no pensar. Total, hay tantas recetas para repetir. Es más,
si “la realidad”, se nos presenta ordenada, lógica, con sus sentidos
bien establecidos, todo es comprensible, tal vez demasiado
comprensible. Berger y Luckmann, nos comentan, que “La realidad
de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea, constituida por
un orden de objetos que han sido designados como objetos antes que
yo apareciese en escena. El lenguaje usado en la vida cotidiana me
proporciona continuamente las objetivaciones indispensables y
dispone el orden dentro del cual éstas adquieren sentido y dentro del
cual la vida cotidiana tiene significado para mí. Vivo en un lugar que
tiene significado para mí. Vivo en un lugar que tiene un nombre
geográfico; utilizo herramientas, desde abrelatas hasta autos
deportivos, que tienen un nombre en el vocabulario técnico de la
sociedad en que vivo; me muevo dentro de una red de relaciones
humanas –desde el club al que pertenezco hasta los Estados Unidos
de América-, que también están ordenadas mediante un vocabulario.
De esta manera el lenguaje marca las coordenadas de mi vida en la
sociedad y llena esa vida de objetos significativos”.
Todo aquel objeto que no aparezca en los medios se transforma en
apócrifo. En cambio, los productos que aparecen, por ejemplo, en la
TV, curiosamente los intuimos superiores, a los otros productos que
no aparecen en los medios en cambio ¿quién lo conoce?
Cuando logra imponerse una marca, logra una tendencia sobre todo
de sentido, en la misma está implícito el status, la exclusividad, etc.
Eco nos informa, por ejemplo, que un automóvil de marca, aporta un
imaginario acerca del conductor que lo maneja, más allá de su
utilidad.
Una idea similar ocurre con la moda, trajes, pantalones, etc. rotan
constantemente. Y como dice Alfonso Reyes “La moda dura el tiempo
que tardan las clases de menores recursos en comprarse lo mismo”.
Recordemos las siguientes ideas, “La conciencia siempre se dirige a
los objetos” (Berger y Luckmann), es más, la seducen los objetos y la
vigilia se adormece en la promesa de felicidad. Porque, encontramos
otro problema, se puede desea solo lo que existe, por ejemplo,
Descartes decía, yo no puedo desear volar (es un pensamiento del
1600), porque es imposible.
Pero a nosotros nos ocurre lo contrario, el mercado sabe de
antemano todo lo que nos puede hacer feliz, sabe “que” necesitamos.
“El mercado no obliga a consumir crea la necesidad de consumir.
Anuncia alegrías a los que consumen y tristezas a los que no pueden
comprar. Los discursos de mercado simulan tener lo que nos hace
falta: felicidad” (Percia). La publicidad es avasallamiento y como un
video clip, no puede haber, pausa, silencios, pensamiento, todo es
acción, porque si, hay distracción, no compramos o cambiamos de
canal. Anécdota: una maestra de jardín de infantes, me contó, que
los chicos de ciudad conocen los pollos, las gallinas, solamente como
se presentan en las heladeras de los supermercados.
Warhol al mejor estilo Kafka, nos comunica, que “Nacer es como ser
secuestrado. Y luego vendido como esclavo. La gente trabaja sin
parar. La maquinaria siempre está en funcionamiento. Incluso cuando
duermes”.
Tal vez en los sueños, en lo irracional de los sueños, en los
pensamientos, en los errores, en los olvidos, en una mirada, en una
conversación, en un síntoma, en lo inútil, en el recuerdo de una tarde
cualquiera, en un encuentro se desperecen nuevas posibilidades.

Bibliografía

Bentham, El panóptico. Prólogo de Michel Foucault, Editorial La Nave


de los Locos, México. 1989.
Deleuze, G. Lo que dicen los niños. En Clínica y crítica. Editorial
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en: Una subjetividad que se inventa, Lugar Editorial, Buenos Aires.
1994.
Foucault, M. Tecnologías del yo, Introducción de Miguel Morey.
Paidós, Barcelona. 1990.
Marcuse, Herbert El hombre Unidimensional Prefacio a la edición
francesa. Editorial Hyspamerica, Buenos Aires, 1984.

Calesitas

Luz Barassi

No es tu fotografía lo que llevo en el alma,


muchacha sin rasgos:
es tu mirada,
justamente lo que no era tuyo,
lo que no era tú.

Mario Levrero

Poco se sabe acerca del momento en el que los niños abandonan el


interés por las calesitas. Parecería que, discreta y secretamente,
-pero de pronto-, el mundo comienza a estirarse, a perder toda
regularidad y a salirse de los estrechos márgenes de la repetición y
del círculo, de algunas hipnosis, de ciertos mareos, de cierta madre
que practica el estar a la espera, atenta, que aparece, y reaparece. Y
todo simulando una eternidad infantil vigorosamente festejada.
David Matza3, sociólogo norteamericano de los años 60 y 70,
afirmó de manera novedosa ante las discusiones sociológicas de
aquella época y no por ello vigentes, que los jóvenes que circulan por
los carriles de la delincuencia suelen entrar “transitoriamente en un
limbo entre la convención y el crimen, respondiendo alternativamente
a las demandas de cada uno, coqueteando ora con una ora con otro,
pero posponiendo el compromiso, evadiendo la decisión” 4. No
comprometido con ninguna posibilidad (legal, ilegal, informal) se está
en una “deriva”. Podemos afirmar, yendo más allá, que la condición
de aquello que llamamos lo adolescente, necesita de esos estados y
de los tiempos que insumen, indefinibles. Nada de círculos ni de giros
en espiral: devenires imprevisibles.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Los que
merodean son mayores que él, no sabe bien por qué, pero se siente
más cómodo en esa movida que en su casa, con los abuelos. Y todos
lo conocen y lo saludan y le hablan, y eso le gusta.
Algunas otras veces Miguel aparece en la casa de su madre, ahora
que tiene la oportunidad. Le gusta quedarse en su cama, en el medio
entre ella y el que está con ella, como si todavía fuera un niño.
Después de aquel acto abominable Miguel piensa que robar no es
para él. Pero la escuela tampoco. Sin embargo, a veces, percibe a las
dos cosas como obligaciones diferentes que se le imponen sin
preguntar. Todo es muy extraño, porque no sabe muy bien por qué le
había pegado tanto a esa señora. Él no quería, sinó, no se sentiría tan
mal cuando lo recuerda. Justamente él, que sabe tanto de eso de los
gritos, de los golpes, del miedo de la mujer que sufre, del niño
acorralado. Lo primero que piensa es que todo aquello fue un error y
es lo que les dice a quienes esperan una explicación, pero hay algo
que insiste, que no cierra y que lo inquieta bastante, que trata de
anular, a veces con la compañía, con el humo, con el alcohol.
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los
otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar.

En la internación en el instituto, Miguel conoció lo que es estar


preso. De algún modo había sido una realidad imaginada cuando
pensaba en su papá. Claro que una manera de conocerlo fue pasar
por ahí, entenderlo un poco y decidir o más bien, pedirle a la vida, no
volver a caer. La cárcel es casi el único lugar del que no se puede
salir corriendo, no hay muchos otros parecidos. Hasta podría decirse
que es más fácil salirse de sí, que de la cárcel.

3
David Matza también ha sido muy lúcido al verificar que los adolescentes marginales, comparten con las
mayorías, los valores del ethos capitalista. No se trata de que formen subculturas aisladas, ni aislantes.
Las discusiones en torno a este tema pueden seguirse en la monumental obra de Ignacio Anitua,
“Historias de los pensamientos criminológicos”.
4
La cita corresponde a David Matza traducido por el sociólogo argentino Sergio Tonconoff.
Muchos consideran que si bien la privación de la libertad instituida
como prisión, tiene un efecto deteriorante y criminógeno 5
(reproductor de clientela carcelaria, estigmatizante, fijador y
potenciador de roles desviados y condicionante de males mayores),
un discurso penal latinoamericano preventivista sigue dominando al
pensamiento jurídico y a todas las derivaciones ejecutivas, “no
porque sea verdadero, sino porque es la única opción de la política
demagógica de prisonización masiva divulgada desde los Estados
Unidos a la brutalidad exterminadora de América Latina. Se trata de
una teorización falsa frente a una política genocida, sin otro discurso
que la manipulación del miedo y del odio 6.” Miguel podría asentir a
esta idea, si alguien se la diera a conocer.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. De vez en
cuando, en medio de las risas de los otros, recuerda lo que fue vivir
con su mamá. Lo imagina como un pasaje por sucesos tibios y
plenos. Pero enseguida se trepan imágenes de gritos y golpes que
todavía lo enturbian. Aprendió a no hacerle demasiado lugar a esas
cuestiones y quedarse para sí con el miedo y el odio: son emociones
que conoce y entiende y que lo encuentran con facilidad en la calle,
en miradas y en gestos.
Sucede a veces, que cuando es tomado por pensamientos de esas
cosas, se oyen tiros en el barrio. Antes le daban susto; ahora una
curiosidad y una expectación que lo convocan a mirar, a buscar, a
tratar de entender.
Por ahí sucede que Miguel se encuentra con un mensaje de esa
chica que lo busca. Le incomoda la certeza de que él no está
disponible para tanto, se trata de algo más difícil que arrimarse a los
disparos que suenan en la noche. Es más grande ella, como de
veinte, grandota y gorda y a Miguel le gusta, pero lo inquieta. Le
molesta esa risa nerviosa que le impone. En realidad, podría decir,
cuando está fresco, que el mundo entero con su peso y su exigencia,
está en su contra. Y esa furia que lo tiene a veces y que intenta
mitigar o no, por momentos parece habitarlo, encarcelarlo.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Así tomado,
disimulando un poco, suele ir a la escuela o al taller de teatro que le
ofrecieron cuando dejó el instituto. Eso, extrañamente, le divierte
bastante, hacer de pibe canchero, ponerse ropa de otros, que los
5
Toda la criminología llamada crítica pone su acento en la producción de criminalidad a partir de las
agencias penales que supuestamente, tienen el objetivo de reducirla. Desacreditada la criminología
clínica (de origen médico-psiquiátrico) que explicaba a la delincuencia desde una etiopatogenia
individual o familiar, desde este nuevo movimiento el objeto de estudio no debía ser la criminalidad sino
los aparatos que la generan y manejan. Entre ellos, mencionamos nuevamente a David Matza y Stanley
Cohen, -tan solo para iniciar una lista interminable-, quienes se han dedicado particularmente al estudio
de la delincuencia juvenil.
6
Citamos textualmente aquí, a Eugenio Zaffaroni.
compañeros siempre lo elijan a él para personificar al actor principal,
al cheto, al galán. Del taller surgió la gorda, la que le gusta bastante,
pero también hay otras pibas y pibes y otras maneras de estar entre
ellos.
Para algunos de aquellos que actuamos convocados por la arista
más punitiva del Estado7, la pregunta incesante es qué operación
cabe ante la violencia que se desata entre los jóvenes capturados por
la criminalización secundaria, definida como el proceso de selección
de aquellos en los que recae todo el sistema penal: la policía, los
tribunales, el castigo, la rehabilitación, la vigilancia. Qué decir ante la
incesante pregunta por el diagnóstico, por el pronóstico, por las
medidas de cuidado, de seguridad, de cura.
Muchos afirman que ha llegado para quedarse, el ocaso de las
ideologías de la resocialización y que esto es coincidente con la crisis
de un estado providente (que en realidad nunca existió en
Latinoamérica pero que ha dejado la estela de las buenas
intenciones)8. Las ideologías re –en las que se incluyen los
tratamientos psicológicos impuestos-, dicen, llevan sobre sí un
sustrato autoritario porque pretenden modificar las elecciones de las
personas. Y se propone entonces, que la prisión y sus demás
derivados (patronatos, métodos de cura y vigilancia, implicación de
los padres cuando los que delinquen son sus niños o adolescentes) se
ofrezcan como posibilidad de preparación para un estado de menor
vulnerabilidad. Afianzando la autoestima, anoticiando a las víctimas
de los procesos sociales que los producen como estereotipos,
enseñándoles a “abstenerse de un ofrecimiento grosero a la trampa
del poder punitivo”9. Una propuesta pedagógica.
Esto y no sin otras herramientas políticas, quizás sea alguna vez
posible para un particular que es llamado “el grupo vulnerable”.
¿Pero, qué hay de lo singular en cada joven que debemos describir,
desde la psicología o el trabajo social, para los jueces? ¿Qué de cada
pequeña historia del conurbano pobre de nuestra gran ciudad, que
transita casi las mismas calles?
Y dicen que es en el ocaso de toda respuesta, en donde emerge la
invención10.

7
Por ejemplo, y sólo veces, de las oficinas técnicas del Poder Judicial que se proveen de profesionales de
la medicina, psicología y trabajo social a los fines de realizar informes periciales –expertos- sobre los
jóvenes procesados. Desde este Cuerpo Técnico Auxiliar del Departamento Judicial de San Martín, con
Sede en San Miguel y en diálogo con los operadores del Centro de Referencia de San Martín y San
Miguel, entidad perteneciente al Poder Ejecutivo Provincial
8
Máximo Sozzo desarrolla de manera crítica las ideas de “importación” y de “viajes culturales” de las
racionalidades y tecnologías de gobierno de la cuestión criminal, de las que surgen tímidamente
estrategias preventivas con “radicación cultural” específicamente argentina.
9
Eugenio Zaffaroni (ibídem) ofrece esta idea, esta intención.
10
Citamos a Silvia Duschatsky: “La modalidad de la invención pone de relieve la producción de
recursos para habitar la situación. Se trata de hacer algo con lo real, de producir aberturas que
desborden la condición de imposibilidad, de producir nuevos posibles”.
Hace un tiempo en San Miguel, Provincia de Buenos Aires se
trabaja con algunos jóvenes, que forman parte de la población
sociocultural e institucional más pobre del Gran Buenos Aires 11. Día a
día se está ofreciendo un espacio de “trato”, que no es de
“tratamiento”, ni de “tratos”. Ni de la culpa, ni de la expiación, ni de
la explicación, ni de la prospección. Un tiempo no establecido que
podría llamarse de “mediación para jóvenes en conflicto con la ley
penal”, pero que podría ser también el espacio de la “deriva”, de la
“pregunta”, de la “espera”, y arriesgo, del “aguante 12”. Desde un
contexto hostil, la mano dura de la ley ofrece una mano tendida que
se da, sin saber nada de ante-mano. Un gesto sutil y a veces
inadvertido. Un guiño.
Una invitación a que el adolescente en cuestión pueda invitar, él
mismo, a quien él quiera acompañarlo. ¿Y a qué o a dónde? A
hacerse preguntas, a buscar pistas de respuestas posibles por aquí y
por allá, porque en la idea de buscar, es que estos atrevimientos se
auto engendran y generan movimiento donde antes había silencio y
quietud, muerte, golpes, cárcel.
Parafraseando a Marcelo Percia13, sabemos que no sería feliz desde
nuestro lugar clínico enfocarnos en las esperanzas (de que el Estado
ofrezca soluciones, dinero, inversión de recursos, cuerpos
profesionales, trabajo, escuelas, de que el joven cambie, mejore,
deje de drogarse, deje de correr peligros, abandone el robo, trabaje,
se lleve bien con los padres y se esté de novio 14). Porque la
esperanza inmoviliza y entonces resta. Porque como él escribe, “la
esperanza anhela lo previsto mientras que la espera vive atenta a lo
inesperado”. Y lo inesperado de sí es condición de lo adolescente.
Pulsa descubrimiento, si podemos acogerlo.
Mediación, entonces, como clínica de la espera, espacio que no
tiene valor de intercambio, que no genera “buen concepto”, que no
promete mejorar la condición formal ante el proceso penal. Que
recibe con una sonrisa expectante.
Un encuentro entre desconocidos que se quieren conocer un poco.
Formado por quien quiera, para el que quiera: mediación como
“espera impugnadora de lo inexorable y productora de posibilidad 15”.
En la promesa de lo confidencial, surge allí la posibilidad de que
11
El INDEC ha hecho recientemente un agrupamiento de partidos en acuerdo de las siguientes variables:
porcentaje de la población cubierta por algún sistema de salud, porcentaje de viviendas con baño
exclusivo, porcentaje de hogares con ingreso per cápita en el estrato 1, porcentaje de hogares con jefe de
familia con educación primaria incompleta. La composición para el Gran Buenos Aires está dividida en
cuatro aglomerados de partidos. La que presenta las condiciones socioeconómicas más precarias es la
GBA4, constituida por los partidos de Florencio Varela, Esteban Echeverría, Merlo, Moreno, Malvinas
Argentinas, José C. Paz, San Miguel, San Fernando, Tigre y Matanza 2 (González Catán y Laferrere).
Esta información es vertida por Fernando Santiago.
12
La política juvenil del “aguante” tanto como deseo, así como imperativo, merece un mayor desarrollo.
No queremos aquí, avasallarla, reducirla ni desvirtuarla.
13
Citamos aquí a Marcelo Percia.
14
No podemos dejar de comentar, que los estados amorosos suelen suspender la deriva delictiva en
infinitos casos. Dejamos esta interesante cuestión para otra oportunidad.
15
Ibídem.
alguien afirme –provisoriamente o no- como modo posible de vida, el
robo. O como práctica de goce, el consumo. Pero también, que
aparezca, imperceptible, una punta de un ovillo que empieza por el
curioso deseo vergonzoso de un amor que asoma. O del gusto por
una actividad que no reditúa más que en cierto placer de exhibirse
ante los otros un poco fugado de sí. O de la posibilidad de una queja
por el destrato al ser mirado como niño que nada puede decidir, o
como adulto que ya debe estar presto para ejercer un oficio y
mantener a padres y hermanos (ejerciendo como únicas opciones la
albañilería o la venta ambulante o la limpieza de coches). O del
descubrimiento de que quizás la amistad entre pares pueda cursar
por otros carriles que los de la aventura delictiva.

En ese espacio del signo de interrogación, Miguel reía un poco


desconcertado porque su madre contó, al fin, cómo fue que
misteriosamente, se encontraron entre las vías del tren cuando él
debía estar en la escuela, la primera vez que se escapó y ella debía
estar en la oficina en donde oficia de portera. El creía que ella lo
había seguido, desconfiada de sus promesas de buena conducta, pero
no, ella volvía de su trabajo antes de tiempo a causa de una protesta
gremial. Sin saberlo hasta ese momento, se descubre que ella lo
busca en todos lados, desde el triste día que el padre de él y pareja
de ella se lo arrancó de sus brazos, siendo Miguel un nene muy
chiquito, casi sin memoria.
Suele ser difícil conversar con una madre. Aún más cuando no se la
conoce sino a partir de aquellos fragmentados recuerdos de
ausencias, tantos años atrás. Aún más porque lo que reclama
argumentos es aquello. Es incómodo, lejano y cercano a la vez.
Sospecharse abandonado y también querido y buscado como un
tesoro oculto, y todo sin tener mapas en la mano. Ella se pregunta
incesantemente cómo llegar a él, que le fue robado de sus brazos.
Surge que tal vez jugando a las escondidas, porque él le anda
proponiendo eso y no mucho más.

Alguien podrá sospechar que una terapia andaría por los mismos
rieles. Sin embargo, creemos que montar una escena en la que
alguien representa al tribunal, y que se suma al espacio, le quita una
intimidad y un limbo que suele diluir espacios re malogrados16. Se
trata de la propuesta de trabajo en torno a lo que por aquí lo trae al
joven, que es la infracción a la ley penal. Un mediador/preguntador
propone el juego. Y entonces, la ausencia de profesionales
contratados para la evaluación, la re-sociabilización, la re-
habilitación, la re-distribución de la energía libidinal de modo
conveniente al bien común, hace que la propuesta se centre no en la
cura, sino en la vida. De ese oficio de argumentar y argumentarse,
16
Descreemos de las terapias psicológicas en las que se invierte la carga de la demanda: no es la angustia
la que demanda tratamiento sino el Estado, la prevención, la inseguridad… descreemos de esas terapias
impuestas desde el miedo de los unos a los otros.
creemos, puede ir naciendo, una fuente de diálogo que se derrama y
que construye subjetividad ampliando los márgenes de lo posible.
Que soporta derivas, que no promete ni pide promesas de salvación.
Una propuesta clínica como política pública a un problema público que
es la progresiva desaparición de ese espacio que Erickson sabiamente
había llamado “moratoria social” para los adolescentes pobres.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Ese estar entre
murmullos y risas sin demasiado sentido le permite arrojarse a
cualquier idea que se impone, atrevida. Hoy le dan ganas de caminar
solo. Recorre unas cuadras más y llega a la placita saludando con la
mano; hay otros pibes reunidos, haciendo qué sé yo. Toma entonces,
con sus manos pequeñas y heladas los fierros de la rueda giratoria,
calesita extraña, sin piso, sin caballitos ni autos, sin sortija, sin
postes de donde sujetarse y mirar alrededor. Gira corriendo
alrededor, aferrado, suma velocidad mientras corre en círculo, llega el
momento oportuno y levanta los pies y flota a la vez que gira y siente
la brisa en su cara y un cosquilleo lindo. Un paso más, por qué no, y
suelta los brazos, impulsado por una alegría que viene quién sabe de
dónde ni por qué. El impulso lo empuja hacia afuera y luego de un
instante vuela, vuela, vuela y desaparece.

Bibliografía

Anitua, G (2005) “Las teorías de la reacción social, teorías del conflicto, el


marxismo y el pensamiento crítico respecto de la cuestión criminal”, en
Historias de los pensamientos criminológicos. Buenos Aires, Del Puerto,
2010.
Tonconoff, S (2007) “Juventud, exclusión y delito. Notas para la
reconstrucción de un problema”, en revista Alegatos Nº 65, México.
Zaffaroni, E: (2006) “Manifestaciones formales del poder punitivo”, en
Manual de Derecho Penal, parte general. Buenos Aires, Ediar, 2011.
Sozzo, M (2008) “Viajes culturales y prevención del delito. Reflexiones
desde el contexto argentino” en Inseguridad, prevención y policía. Quito,
FLACSO, 2008.
Duschatsky, S, Corea, C (2002) Chicos en banda. Los caminos de la
subjetividad en el declive de las instituciones. Buenos Aires, Paidós, 2002.
Santiago, F (2002) “Chicos Malos. Juventud, precariedad y delito” En
Colección Investigación, Serie Documentos de Trabajo Nº 22, Instituto del
Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires,
2002.
Percia, M (2014) “sujeto fabulado II. figuras” Buenos Aires, La Cebra, 2014.

ACA POR FAVOR SE REQUIERE UN POCO DE CORDURA

«Bello como el encuentro fortuito,


sobre una mesa de disección,
de una máquina de coser y un paraguas»
Los cantos de Maldoror
El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una
mesa de disección (Lautréamont) es actualmente un ejemplo muy
conocido, casi clásico, del fenómeno descubierto por los surrealistas
de que la aproximación de dos (o más) elementos aparentemente
extraños entre sí en un plano ajeno a ellos mismos provoca las
explosiones poéticas más intensas. Innumerables experimentos
individuales y colectivos […] demostraron la utilidad de este
procedimiento. Se comprobó que cuanto más arbitrariamente se
reuniesen los elementos, más segura era una reinterpretación total
o parcial de las cosas a través de los chispazos de la poesía».

Ricardo Sidelnik al igual que el Dante nos advierte antes de entrar: No es


un escrito, es otra cosa y muchas otras cosas. 
La escritura rápidamente nos remite a Laurence Sterne, a los juegos de
Joyce, a las presentaciones de máquinas para pensar de Raymond Roussel
y a las visuales posteriormente en reminiscencia de Marcel Duchamp.
Recordemos que Magritte en su célebre cuadro  Ceci n’est pas une pipe, que
llamo la atención previsiblemente de Michel Foucault, celebra la paradoja
del ser, de eso que es pura apariencia, pura presencia fantasmal. A
diferencia y por momentos Ricardo se transforma en un Cabalista y para el
lector atento acontece que la palabra es la cosa.
¿Qué hay entonces en el escrito? Hay ideas. Ideas desesperadas, con
urgencia de ser vistas y de ser trabajadas. Nos encontramos ante un texto
muy generoso, visual y sonoro, que no espera un lector pasivo y que
comprende demasiado, tiene la necesidad de inquietar, de despabilar, de
mostrar, de incomodar. Toca puntos neurálgicos de un pensamiento en
ebullición que no puede esperar más. Que muestra lo que falta.
Al terminar la lectura del escrito me fue dada una imagen. Zúrich, 191.., un
atardecer en el  Cabaret Voltaire, Hugo Ball terminando su acto para los
escasos espectadores. En una mesa Tristán Tzara  terminando una partida
de ajedrez, se abre la puerta, interrumpe la monotonía del lugar un
apresurado Sidelnik entra para mostrarle a él y a cada uno de nosotros el
presente texto.
Fabio García.
 El subtítulo ´Modelo para armar´ podría llevar a creer que las diferentes
partes del relato, separadas por blancos, se proponen como piezas
permutables. Si algunas lo son, el armado a que se alude es de otra
naturaleza, sensible ya en el nivel de la escritura donde recurrencias y
desplazamientos buscan liberar de toda fijeza causal, pero sobre todo en el
nivel del sentido donde la apertura a una combinatoria es más insistente e
imperiosa. La opción del lector, su montaje personal de los elementos del
relato, serán en cada caso el libro que ha elegido leer". Prologo de 62
modelos para armar de Julio Cortazar.
Así que no pretendas que explique lector el significado de lo que sigue
escrito. Ese es tu trabajo, adelante y suerte. RS.
L A S M AQ U I N A S
DE
MACE D ONIO
Jamás abolirán el azar
Macedonio Fernández decía que el humor es sorpresa intelectual.
La frase no define el género, pero lo ejerce.
Y es también una amable recomendación de lo imprevisto.

En la torcida Rue de Toulon,


cuando pisaban las serpentinas muertas del alba,
Treviranus dijo:
-¿Y si la historia de esta noche fuera un simulacro?
La Muerte y la Brujula. Jorge Luis Borges

"Nicht dasein, sondern etwas werden" 


Ricardo Sidelnik

No pintar la cosa sino el efecto que esta produce


(Mallarme).

Esto no es un Escrito,
Son puertas,… invitaciones, fragmentos, enigmas,
para entrar en habitaciones, recorrer pasillos y corredores in-conexos del
pensamiento,
Un lector atrevido y con sed se “embriagará de comprensión”
ante tanta des-critura y negación de la “posibilidad de decir algo
absoluto”.
Se disponen incompletudes, para que el interesado componga el
desafío de armar el puzzle, que más le convén (z) (g) a, el desorden
es la forma y lo neutro la posibilidad.
El tema son las instalaciones estéticas, - dispositivos maquinicos
de enunciación-,
redes conceptuales extendidas rizomaticamente a partir de
múltiples narraciones.
Aparatos para la des-habituación y la provocación del
acontecimiento.
Transiciones para el pasaje17 del “hábito al hábitat”.

F l a n e u r… IANDO, Bienvenido el “espectador distraído”…


"Su ojo abierto, su oído preparado, buscan otra cosa distinta a la que
la muchedumbre viene a ver. Una palabra dicha al azar le va a revelar uno
de esos rasgos de carácter que no pueden inventarse y que hay que tomar
del natural; esas fisonomías tan ingenuamente atentas van a proporcionar
al pintor una expresión que él soñaba; un ruido. insignificante para
cualquier otro oído, va a llamar la atención al del músico, y a darle la idea
de una combinación armónica; incluso al pensador, al filósofo perdido en
sus reflexiones, esa agitación exterior le es beneficiosa, porque mezcla y

17
PasaJe: copula entre dos hablas (castellano y francés) , lexicóne, que se unen para dar cuenta de un
acontecimiento de tres tiempos : entrada , velo-intensidad y fuga (pasa) y de un YO afrancesado.(je)
sacude sus ideas, como hace la tempestad con las olas del mar"
W.Benjamin

Invitaciones lectoras
 Leer con detenimiento las frases, degustar la variedad tipográfica,
(se trata de “neologismos gráficos”), el gesto acústico de las
palabras, y los “silencios de los blancos”. Son Posadas para
Descansar entre Líneas.
 Al final, regresar sobre los pasos, comenzar una nueva experiencia:
el “Ritornello” pero ahora solo las palabras en negrita, tal vez se
encuentren nuevos significados.
Son  “subdivisiones prismáticas de la Idea”.
 Si gusta, hacer una nueva lectura siguiendo el propio itinerario, sin
respetar los órdenes, juntar aquellas ideas que interesan, saltar de
charco en charco, de meseta en meseta, pensar conexiones y
continuidades propias… (salir de paseo, por el Azar, al azar, como
Leopold Bloom.) Que sea 16 de junio, leer es decidir.
 Por último acompañar la lectura con la música de Debussy, “Preludio
a la Siesta de un Fauno”, que se ofrecerá como amigable
complemento de confort a la imaginería. Adelante y Suerte.
 https://www.youtube.com/watch?v=c5YDgkK3Co0

Fabricadas a partir del lenguaje, las máquinas, son esta fabricación en


acto; son su propio
nacimiento repetido en ellas mismas; entre sus tubos, sus brazos, sus
ruedas dentadas, sus
sistemas metálicos, el ovillo de sus hilos, guardan el procedimiento dentro
del cual están
guardadas (Foucault 1973).

¿Qué es un dispositivo? Ciertamente, el término, tanto en el empleo


común como en el foucaultiano, parece referir a la disposición de una serie
de prácticas y de mecanismos (conjuntamente lingüísticos y no lingüísticos,
jurídicos, técnicos y militares) con el objetivo de hacer frente a una
urgencia y de conseguir un efecto (G. Agamben, 2005).

Ricardo Piglia hace referencia


a La Máquina de Narrar de Macedonio en su novela “La Ciudad
Ausente”,
“Hay una máquina fuera de cauce que libera relatos
y hay quienes la quieren callar”
Una INSTALACIÓN
estética
“j a m á s a b o l i r á e l a z a r”…

66 mesetas, discontinuas, fragmentadas,… 66,


Máquinas de guerra  nómadas,…66 modelos para armar…
”Sal Paradise” (“On the road”, Jack Kerouac)
Viajando, por la ruta 66…
https://www.youtube.com/watch?v=x0N_3DurHLY
(Pappo, ruta 66)

““Una meseta no está ni al principio ni al final, siempre está en el medio. Un


rizoma está hecho de mesetas. Gregory Bateson emplea la palabra
“meseta” {plateau) para designar algo muy especial: una región
continua de intensidades, que vibra sobre sí misma, y que se
desarrolla evitando cualquier orientación hacia un punto culminante o hacia
un fin exterior.””
Momento Benjamin
La relación de los  significados  se podría encontrar emparentada con lo que
es el hilado. Si es posible diferenciar en los poetas entre la acción de tejer
y la de hilar, la fantasía alegórica sin duda se corresponde al segundo
tipo. No sería imposible que aquí jugaran [...] las correspondencias, en
tanto una palabra nos remite a una imagen; así la imagen podría por lo
tanto determinar el significado de la palabra, como también la  palabra  el de
la imagen.

“La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca
por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo
tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que
arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas
entre las estrellas ". Jack, kerouac

”E mer gen cia S del s en ti d o”… O quizás ?...


ac to de cirugía…
f i s u r a en lo cotidiano…
r u p t u r a f e r o z del sentido común…
s i g n o de i n t e r r o g a c i ó n en suspenso…?
a p u e s t a por la evidencia…
d e s c u b r i m i en t o
insólito…
r e v e l a c i ó n de una problemática colectiva.
I r r u p c i ó n feroz y provocativa…
I n v i t aci ó n a las subjetividades…
D e sa f í o a las potencias…
Ac c ión de apertura…
C i s u r a… y entre…
H i a n c i a… y donde…
IN- t e n s ió n… y por qué?
A p a r i c i ó n que In-cómoda…
m ol e s t i a que molesta
u r g e n c i a …llamando ,
mensaje para las afectaciones e intensidades

i m p r e +v i s t o ++ político
trac ción de la habitualidad silenciada
s o rpr e s a para lo atrapado en los espacios ocupados por la inocencia,
tram p a para los que queriendo mirar no han podido ver.
Posi bi lidad in - migrante, con el sentido del que viaja al lugar
Imaginado.

R i e s g o en producción.
Viru len cia vertiginosa
A –con- te -ci –mie n -to para intrigar.
ma q ui na de devenires…
ar t i fic io para coralizar …
e n g r a n a j e polifónico…
e f e c t o de exploración…
paradigma estético
a u x i l i o de iluminación
m i s t e r i o que sospecha…
s a l t o al vacío vaciado
c-a-b-l-e a tierra… t i e r r a que aloje un cable…

p er ma n en cia empeñada de urbanidad…

es pa ci o en fu g a hacia a la imaginación.

T ro pe zón con la interferencia…


objeto que nos mira pensando
i d e a que nos piensa mirando

i n te n ci ó n que se nos viene encima…


p o é t i c a del tiempo y del espacio…
p ro pó si to de la curiosidad….
C u e r p o en intromisión…
C o s a que interrumpe…
e…stor bo que tensiona

cuerpo arrojado sobre un enigma


{ enigma } arrojado sobre los cuerpos…

A… divi ¿ nan ? z a !! a resolver.


res pue s ta a una pregunta no formulada…?
a*r …e n * a movediza moviéndose…
la ¨ be *+ rin = to seduciendo al extravío…
d + es··a + f + í# o de la confusión…
hosti ga miento al estado de las cosas…
acontecimiento incomodante
i nc ita ción del poder…
e qu i l i br i o inestable…
e n f re n ta miento estético…
*c * ar* na + da* a lo sensible
n u d o en espera para ser des-atado…
rayo que no cesa de caer dos veces en el mismo lugar…
ready - made modelo Duchamp…
h o t e l e r í a para la emoción…
m o e b i u s en moEbi-miento…
Borde dibujando portulanos…
“g o l p e de d a d os”
“Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir”
John M. Keynes
(Giordano Bruno, proclamo en” la  Cena de las cenizas”:
“El mundo es efecto infinito de una causa infinita”)
No se trata
De brújulas
O de rumbos… ¿pre·meditados?,
(“La naturaleza es una esfera infinita,
cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.” Pascal.)
Sino
arte de navegación,… devenir motocicleta…. tiempo no pulsado
Con la “onda” de los  hipsters y los  beatniks  de los 50.
https://www.youtube.com/watch?v=FpnZktNuN-4 ( Busco mi
destino, Steppenwolf)
Carto grafi…A nD O
La Rosa de los Vientos
Sopla los pensamientos.
La experiencia sensible, hace su LABOR
Que los i n c a u t o s sean los trabajados,
Que devengan
Metas, (“arrojados a la tempestad”)
Tráfico,
P l i e g u e s,
Prismas por resolver...

Entre un paso y el siguiente …”un guijarro en el cielo”. Isaac


Asimov
Levantó el pie para pasar por encima de una muñeca de trapo que sonreía
abandonada en la cuneta, y cuya desaparición todavía no había sido
notada. Aún no había terminado de bajar el pie...
Para Joseph Schwartz todo ocurrió entre un paso y el siguiente. Había
levantado el pie derecho para pasar por encima de la muñeca de trapo y se
había sentido mareado durante un instante, como si hubiera quedado
atrapado fugazmente en el interior de un ciclón que hubiese vuelto su
cuerpo del revés. Cuando volvió a bajar el pie derecho dejó escapar todo su
aliento en una exhalación Jadeante, y se sintió caer y resbalar lentamente
sobre el césped.
Esperó con los ojos cerrados durante bastante rato..., hasta que acabó
abriéndolos.
¡Era cierto! Estaba sentado sobre el césped, en el mismo sitio donde antes
había estado caminando sobre el pavimento.
¡Y las casas habían desaparecido! ¡Todas las casas blancas, cada una con su
jardín, que se alineaban a ambos lados de la calle..., todas habían
desaparecido!
Y Schwartz no estaba sentado en un jardín, porque el césped crecía en
abundancia y estaba descuidado, y había muchos árboles a su alrededor, y
se veían más árboles recortándose contra el horizonte.
Fue entonces cuando se llevó la mayor de todas sus sorpresas, porque
algunas hojas de los árboles tenían un color rojizo; y un instante después
Schwartz sintió la seca aspereza de una hoja muerta en la curva de su
mano. Schwartz era un hombre de ciudad, pero sabía reconocer el otoño
cuando lo veía.
¡El otoño...! Y, sin embargo, él había levantado el pie derecho en un día de
junio, cuando toda la vegetación estaba teñida de un verde fresco y
resplandeciente.

“El azar es el procedimiento más académico al que se ha arribado hasta el


momento. Lanzar los dados puede ser excitante para el jugador pero nunca
para el croupier”. Morton Feldman.

“golpe de dados”
Acontecimientos i n f i n i t (Os) / (i v os)
“Lo inevitable rara vez sucede, lo inesperado suele ocurrir”
Disrupt…+++…… ir,
Bi….furc ///++ Ar,
Inflexion { /// } Ar,

i mplosion /// ***Ar,

frag ///---/// Men ///---/// T…** Ar…

“A n t e N I * + z a r s e”,
(Todo pensamiento emite un golpe de dados”)

Destituir el espacio, hacerlo elástico…” M e s e t e A r l o”


Transformarlo,… de Caleidoscopio, en Acertijo y viceversa…

Dice Zizek, “mirar al sesgo”, hacer foco por entre las texturas, indagar
lógicas, espiar tramas que resisten a la des-territorializacion.

¿…………..?

instalar?
intervenir?
des-habituar?
¿…………..?
instalar,
intervenir,
des- habituar?

¿…………..?
intervenir,
problematizar un problema?
“resolver” un dispositivo?

T a p e o s, S u e l t i t o s, y M inia tu r a s

Desde la multiplicidad.
Cada uno, solo una parcialidad y no la totalidad sino en relación
con los demás. (singular/plural) (Ser con otros). Jean Luc Nancy.

Parménides (tal como Plotino) en el tema de lo uno y lo múltiple,


describe al centro del circulo como lo uno a partir de donde se irradian
múltiples rayos que alcanzan la totalidad de la circunferencia.

La esfera de Pascal de Borges, un texto con indicios, pistas, y


misterios…
…dijo william blake, “si las puertas de nuestra percepción no estuvieran
oscurecidas por lo relativo de nuestra posición en el enigmático y fascinante
universo, veríamos en cualquier cosa la trama del infinito”. 

¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha


desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de
costumbre.
James Joyce.

Instalando lo extraño inquietante. Devenir imperceptible


(para decirlo a la manera de Paul Klee, lo visible no es más que un
fragmento de lo real). 
.
Schelling, el filósofo alemán del romanticismo, define la noción de
"extrañeza inquietante" (en alemán unheimlich) como
"lo que debía de haber quedado oculto, secreto, pero que se ha
manifestado".

Un dispositivo estético es una maquina de enunciación, un artefacto


vociferante, amplificador “parlante” de lo no pensado, (Jean-Louis
Déotte), una puesta en escena de tensiones y potencias, un escenario
para la aparición de lo inesperado, un aparato de posibilidades y narrativas
para lo grupal:

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al


chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales
de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por
milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende
que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se
encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero
almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud.
Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor
inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo.
A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia
son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.
Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele
ocurrir
John M. Keynes

Lo inesperado, (estético), jamás abolirá el azar,


La  alegoría conoce abundantes enigmas, pero ningún  misterio. El enigma
en efecto es un fragmento que conforma un todo con otro
fragmento, con el cual encaja. El misterio en cambio se ha ido
mostrando, desde siempre, con la imagen del  velo, un viejo cómplice de
la  lejanía. [...] Las épocas que tienden a la expresión alegórica siempre
experimentan una crisis del  aura. W. Benjamin.
(Para el demonio de Laplace, Dios no juega a los dados. Lo que significa
que, si volviera a lanzar el mismo dado con un movimiento idéntico,
volvería a poner sobre la mesa el mismo número. O, para lo que nos ocupa,
el mismo universo).

A modo de C O D A final
R iToR neLLoS
“Juguetes de pensamiento para jugar pensando,
o
para pensar jugando”
- UN INSTANTE MALLARME-
…escritura escalonada, articulada en series de mesetas discontinuas,
que a fuerza de relecturas nos permiten advertir como el sentido se
desliza
desde las palabras, entre las palabras,
a pesar de las palabras.
Palabras dibujadas con caracteres de formatos diversos,
mayúsculas, minúsculas ,itálicas, arial, etc.
(Silvia Rivera, “La emergencia del sentido, en la superficie del lenguaje”)

“Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano,


y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus
condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”
”E mer gen cia S del s en ti d o”… O quizás ?...
ac to fisura …
ruptura f eroz …
s i g n o de i n t e r r o g a c i ó n …?
apuesta
d e s c u b r i m i en t o
re velación
I rrupción feroz
I n v i t aci ó n
Desafío
Ac c ión
C i s u r a… H i a n c i a…
IN- t e n s ió n…?
A parició n m ol e s t i a
urgencia …
men saje
i m p r e +v i s t o ++
trac ción
s o rpr e s a
tram p a
posibi lidad in - migrante,

Ri es g o
Viru len cia
A –con- te -ci –mie n -to

ma q ui na ar t i fic io … engranaje
efecto paradigma
auxilio
misterio
salto
c-a-b-l-e tierra

p er ma n en cia

es pa ci o en fu g a

T ro pe zón
objeto
idea

i n te n ci ó n

poética
p ro pó si to ….
Cuerpo
Cos a
e…stor bo

cuerpo enigma
{ enigma }

A… divi ¿ nan ? z a !!

res pue s ta …?
a*r …e n * a
la ¨ be *+ rin = to
d + es··a + f + í# o
hosti ga miento …
acontecimiento
i nc ita ción
e qu i l i br i o
e n f re n ta miento
*c * ar* na + da*
nudo
rayo que no cesa
ready - made
hotelería
moebius
Borde …
“g o l p e de d a d os”

Ellas —las ligeras, las imperiosas máquinas y, en el centro


de todas ellas, el procedimiento supremo, que enlaza en su
cristal enceguecedor, en su tejido sin fin, en su profunda
mina, el agua y el fuego, el lenguaje y la muerte.

Raymond Roussel

Subrayando, patética o fanáticamente, el aspecto enigmático de


lo enigmático no hay avance posible; el  misterio  lo penetramos sólo en la
medida en que lo reencontramos en lo cotidiano, gracias a una
óptica dialéctica que nos presenta eso cotidiano en su condición
de impenetrable, presentando a la vez lo impenetrable en su condición de
cotidiano. W. Benjamin.
i
Estas ideas forman parte de la tesis doctoral en preparación. Muchas de las lecturas sobre las que se sostiene la
escritura han sido convidadas en el marco del seminario de doctorado “Una genealogía histórico-filosófica de las
teorías feministas y disidentes”, dictado por Virginia Cano y Catalina Trebisacce en dos mil diecinueve (FFyLL, UBA).
ii
En el libro lo narro así: “En dos mil diecisiete, Serigrafistas Queer convocó en su taller del barrio de Boedo a
organizaciones, colectivos, y otras existencias que vibran con las luchas en espacios públicos, para que pudieran
realizar su proyecto de serigrafía. En ese taller surgió el colectivo Voces feministas en la Universidad: nombre que
decidieron sostener estudiantes y docentes de la cátedra «Identidades, discursos sociales y tecnologías de género», de
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. El colectivo ideó una pregunta que todavía por
estos días continúa siendo estampada en remeras, cartones y paredes: ¿Hay autoras en tu programa?” (Feltrez, 2019.
Págs. 223, 224)
iii
La negrita es mía.

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