Climas Fríos
Climas Fríos
Climas Fríos
Este tipo de climas es dominado por las masas de aire polar y árticas,
donde es posible incluir a la Antártica. Los climas más característicos son
Clima Boreal.
Este clima lo podemos encontrar entre los 50º y los 70º de latitud, sobre
todo en el hemisferio Norte (figura 14.11). Los inviernos son largos y
rigurosos, y los veranos cortos y fríos, aunque las lluvias suelen ser esca-
sas y en general tienen forma de nieve. Las regiones más típicas de este
clima son Eurasia desde el norte de Europa hasta el Pacífico, Siberia y
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Norteamérica, desde Alaska hasta Groenlandia.
Clima de tundra.
Este clima se desarrolla entre los 60º y los 75º de latitud (figura 14.12).
Los inviernos son largos y rigurosos, no hay un verano como tal, aunque
sí una estación muy corta algo más suave. La temperatura media del mes
más cálido es mayor que 0º C. Las precipitaciones son siempre en forma
de nieve. Está dominado por masas de aire polar y a menudo se producen
tormentas ciclónicas. Hay una breve estación de crecimiento de las plan-
tas, las que consisten esencialmente en helechos, líquenes, musgos y al-
gunas gramíneas. Las zonas donde se localiza este clima son el Ártico,
Siberia, la costa de Groenlandia y la costa Antártica.
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Clima Polar.
Son las zonas de frío perpetuo. El invierno dura ocho o nueve meses y no
hay verdadero verano. Durante nueve meses no cesa de helar. La tempe-
ratura es de -20º ó -30º C, con mínimas inferiores a -50º C. El verano,
muy fresco, a duras penas remonta los 0º C. La originalidad del medio
polar radica no tanto en la crudeza del invierno, sino en la falta de un
verdadero verano. El clima siberiano, uno de los más fríos del mundo, no
es, a pesar de todo, un clima polar, porque durante tres meses por año las
temperaturas superan los 10º C de media. La intensidad del frío polar se
explica por la naturaleza de la insolación. La noche más larga dura 24
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horas en el Círculo Polar y se alarga progresivamente hasta alcanzar los
seis meses en el Polo. Noches tan largas son poco favorables al calenta-
miento del aire. El día varía igualmente entre 24 horas en el Círculo Polar
y seis meses en el Polo. En esta situación, ¿No podría la longitud del día
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compensar la duración de las noches? La contestación es negativa, por-
que en estas latitudes los rayos del sol caen siempre muy oblicuos: en el
Polo el Sol en su mayor altura no pasa de 23.5º sobre el horizonte en el
solsticio de verano. Resulta, por tanto, que los rayos solares pierden una
gran parte de su energía al atravesar una atmósfera muy espesa, y su efi-
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cacia queda enormemente disminuida, aunque la insolación sea continua.
La iluminación prolongada de los días polares compensa ligeramente la
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insuficiencia de la insolación y favorece el crecimiento relámpago de la
vegetación (una vegetación muy adaptada al medio), muy pronto inte-
rrumpido por las primeras heladas. Las precipitaciones caen sobre todo
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en forma de nieve; pero en las latitudes altas la nieve es escasa. La persis-
tencia de un manto de nieve, que generalmente no pasa de los 30 cm de
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espesor, se explica sólo por la intensidad y duración de los grandes fríos.
Esta capa de nieve se va compactando bajo su propio peso, formando
nuevas capas de hielo.
El límite geográfico de los climas polares (de tundra y glacial, que exclu-
ye a los países cuya temperatura media en el mes más cálido es superior a
10º C) es sinuoso; en el Ártico (hemisferio norte) desciende hacia el Sur
con las corrientes frías que bañan las fachadas orientales de los continen-
El clima polar oceánico reina sobre las zonas árticas bañadas por las
aguas tibias del Atlántico: Spitzberg, Nueva Zembla, Tierra de Francisco
José. La Isla de los Osos, por ejemplo (250 km al sur de Spitzberg), tiene
inviernos relativamente moderados (media de -7º C en los ocho meses de
octubre a mayo), veranos muy frescos (la media no pasa de 3º C en los
cuatro meses de junio a septiembre), una amplitud anual pequeña (15º C)
y precipitaciones bastante abundantes (325 mm por año, con máximo en
la estación fría). Este clima sin verano, brumoso, ventoso y austero (aun-
que los inviernos no sean demasiado fríos) se extiende también sobre las
islas australes (Shetland del Sur, Orcadas del Sur).
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Clima de montaña.
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Las montañas tienden a tener climas diferentes al resto de zonas que las
rodean, debido al descenso que se produce de la temperatura a medida
que se asciende en altura, así como el aumento de la humedad. La mon-
taña, en este sentido, altera las características de la zona climática en la
que se sitúa (figura 14.10). Presenta unas temperaturas invernales negati-
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vas y unas estivales positivas, aunque la temperatura media anual se esta-
blece en torno a los 0º C; la amplitud térmica es inferior a los 20º y las
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precipitaciones, más abundantes en verano que en invierno, superan los
1000 mm anuales.
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Aunque no se pueden establecer unos rasgos con validez universal que lo
definan, sus variedades climáticas son fácilmente reconocibles. Se suelen
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establecer cuatro zonas montañosas dependiendo de la altitud: piso basal,
en las zonas bajas de la montaña, piso montano, piso alpino y piso subal-
pino, cada una con sus propias características en cuanto a temperatura,
humedad y vegetación que se desarrolla en ellos. Este clima de alta mon-
taña es el que predomina en las grandes cadenas cordilleranas: los Andes,
Alpes, Rocallosas.