El Alma Del Centro Vasco de Caracas
El Alma Del Centro Vasco de Caracas
El Alma Del Centro Vasco de Caracas
El Centro Vasco de Caracas no es sólo una casa con frontón y con estacionamiento. Una
casa así y un frontón así y un estacionamiento así se construyen en unos meses.
Las instituciones, como los hombres, se distinguen por algo más que por la conformación de
sus esqueletos. Lo que importa a los hombres, y a las organizaciones, es ese misterioso
instinto que los guía en su conducta. Y el Centro Vasco de Caracas es, sobre todo, eso: una
empresa de hombres unidos por un ideal de pueblo; lo que tiene esta casa, además de esos
huesos de cemento, es una conciencia colectiva, es alma vasca.
El Presidente Aguirre nos recordaba a menudo que la legitimidad del Gobierno Vasco, ese
"inmortal Gobierno Vasco" a que se refería Aldasoro una vez, descansaba sobre todo en ese
plebiscito diario que rinden los vascos que pueden expresarse en libertad. Y esta casa de los
vascos en Caracas, como la de Puerto La Cruz, la de El Tigre, la de Cumaná o la de La
Victoria, es una proyección cabal de esa vocación nacional. Porque ¿quién obliga a un vasco
que llega a Venezuela a inscribirse en un Centro Vasco? Aquí no se extienden pasaportes, ni
se conceden permisos de importación, ni se regalan puestos públicos. Al contrario, quienes
se adhieren al espíritu de esta casa se exponen a contratiempos. Entonces, ¿qué ofrecemos
en ella que no tenga un club social cualquiera?
No es más barato, sino mucho más caro, pertenecer a este Centro Vasco sin bailes
semanales, y sin piscina, y sin concursos de belleza, y sin b®wlin¿, y sin grandes recep-
ciones de sociedad, que .pertenecer a un club social que ofrece todo eso. Aquí el socio se
expone a más gastos que el de la cuota, porque hay muchas urgencias patrióticas que cubrir
y muy pocos trozos de tierra libre donde solicitar ayuda, ¿Qué tiene, pues, esta casa que
pide mucho y da poco, para que tenga la vida sólida de socios que tiene, para tener la
capacidad de entusiasmo y organización y trabajo que tiene, y, para qué no decirlo también,
para tener el prestigio moral que tiene?
Lo que esta casa tiene, además de esos huesos de cemento, es un alma recia. Y por eso,
por la reciedumbre de sa sencillo espíritu de pueblo llano, sin poses, por el carácter
espontáneo de la organización, y porque cumple fun-rinari elementales de hondísimo
contenido social y político, afee Centro Vasco de Caracas es algo más que paredes y de
cemento-
¿Dónde está eso que se siente, pero que no se ve?
El Centro Vasco de Caracas es esa casa y ese frontón que salen en las fotografías, pero
también es la nostálgica canción de patria que uno escucha cuando llega en noche de
ensayo, y el gol-pe de la pelota contra el frontis las tardes de domingo, y la energía que la
ezpatadantza todavía conserva en el trópico, y la alegría de la romería de Aberri Eguna.
Centro Vasco es también el golpe nervioso de teléfono que nos anuncia la muerte de un
compatriota; y es el calofrío que nos sacude el alma cuando escuchamos el Réquiem del
Pízkunde en un funeral; y es la compañía de pueblo que uno siente en los pasos lentos de
una conducción; y es también Centro Vasco la capilla del Cementerio General del Sur, que
reúne los restos de aquellos que nacieron en la misma tierra.
Centro Vasco es también, y por qué no, el baile social, y es la ruidosa velada de cine de los
jóvenes; y es el ensayo de teatro, con más ambiciones que recursos; y es también la
excursión de Eusko Gaztedi; y es el irrintzi de Eusko Deia, la emisión radial de los domingos;
y es el partido del Deportivo Vasco el sábado en la tarde; y es también la jkurriña en la solapa
o en el parachoque o pegado al vidrio, para que alguien diga al pasar: "¿Qué bandera es
esa?", y para que otro le conteste: "Esos son los vascos"; para que así nos reconozcan lo
que somos.
Estas son algunas de las cosas pequeñas que no existirían si nos faltase el calor de una
casa común.
Eso es el Centro Vasco, y aún más que eso; porque también es Centro Vasco la devoción de
nuestra mujer por enseñar a los niños la lengua y las canciones de su pueblo; es también,
cómo no, el chisme del pueblo, inconvenientes de pueblo pequeño; pero también es, cómo
no, una casa donde los padres pueden soltar a sus niños desde los tres hasta los veinte años
como si los juegos, o el baile, fuesen, y son, en la intimidad seria y respetable de su propia
casa; ventajas de pueblo pequeño.