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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

QUEJOSO: **********

MINISTRO PONENTE: ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA


SECRETARIO: ARTURO BÁRCENA ZUBIETA

México, Distrito Federal. Acuerdo de la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, correspondiente al día 26 de
agosto de 2015.

Visto Bueno
Sr. Ministro:

V I S T O S los autos para resolver el amparo directo en revisión


número 3623/2014 interpuesto en contra de la sentencia dictada en el
juicio de amparo directo número ********** por el Octavo Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito;

R E S U L T A N D O:

COTEJÓ:

PRIMERO. Antecedentes. El 8 de septiembre de 2008, el Juez


Quincuagésimo Quinto Penal en el Distrito Federal dictó sentencia
dentro de la causa penal 110/2007, por medio de la cual condenó a
********** o ********** o ********** por el delito de homicidio calificado en
agravio de **********.

Inconforme, el sentenciado presentó recurso de apelación,


mismo que fue registrado con el toca de apelación ********** por la
Primera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal. El 1º de diciembre de 2008, la Sala responsable dictó

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sentencia de manera colegiada en el sentido de confirmar las


consideraciones de la sentencia apelada condenando a ********** o
********** o ********** por el delito de homicidio calificado.

SEGUNDO. Juicio de amparo. Mediante escrito presentado el


10 de febrero de 2014 ante la Primera Sala Penal del Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal, ********** o ********** o **********
promovió demanda de amparo directo en contra de la sentencia
definitiva emitida al estimarla violatoria de los derechos previstos en
los artículos 1, 14, 16, 17 y 20 constitucionales, así como los artículos
1, 2, 7 y 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Por
auto de 14 de marzo de 2014, el Presidente del Octavo Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito admitió la demanda de
amparo.

Finalmente, en sesión de 19 de junio de 2014, el Octavo Tribunal


Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito resolvió el juicio
amparo en el sentido de negar la protección constitucional.

TERCERO. Trámite del recurso de revisión. En desacuerdo


con la sentencia de amparo, el quejoso interpuso recurso de revisión
mediante escrito recibido el 1 de agosto de 2014 en la Oficialía de
Partes del Octavo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer
Circuito. El Tribunal del conocimiento, mediante auto de 13 de agosto
de 2014, remitió los autos a esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación.

Por auto de 19 de agosto de 2014, el Presidente de este Alto


Tribunal tuvo por interpuesto el recurso de revisión y lo registró con el
número 3623/2014. Asimismo, se ordenó que se remitieran a esta
Primera Sala los autos del amparo directo y las demás constancias

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que fueran necesarias, en virtud de que la materia del asunto


corresponde a su especialidad. Por su parte, esta Primera Sala en
fecha 10 de septiembre de 2014 se avocó al conocimiento del asunto y
ordenó que se turnara el expediente al Ministro Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea para la formulación del proyecto respectivo.

C O N S I D E R A N D O:

PRIMERO. Competencia. Esta Primera Sala de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación es competente para conocer y resolver
el presente recurso de revisión, conforme a lo dispuesto en los
artículos 107, fracción IX, de la Constitución; 81, fracción II, de la Ley
de Amparo; 21, fracción III, inciso a) de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación, en relación con los puntos Tercero, párrafo
segundo y Tercero del Acuerdo Plenario 5/2013, toda vez que el
recurso fue interpuesto en contra de una sentencia pronunciada por un
Tribunal Colegiado en un juicio de amparo directo.

SEGUNDO. Oportunidad. El recurso de revisión hecho valer por


la parte quejosa fue interpuesto en tiempo y forma, de conformidad
con el artículo 86 de la Ley de Amparo. De las constancias de autos se
advierte que la sentencia de amparo le fue notificada personalmente al
recurrente el 9 de julio de 2014,1 surtiendo efectos el 10 siguiente, por
lo que el plazo de diez días que señala el artículo referido corrió del 11
de julio al 12 de agosto de 2014, descontándose los días 11, 12 y del
15 al 31 de julio, así como el 2, 3, 9 y 10 de agosto, por ser inhábiles
de conformidad con lo establecido en los artículos 23 de la Ley de
Amparo, 163 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, 74, fracción III, de
la Ley Federal del Trabajo y al Acuerdo General 18/2013 del Pleno del
Consejo de la Judicatura Federal, que reforma el diverso 10/2006

1 Cuaderno de amparo directo 129/2014, foja 340.


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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

relativo a la determinación de los días inhábiles y los de descanso; así


como el que Reglamenta la Carrera Judicial y las Condiciones de los
Funcionarios Judiciales. Si el recurso de revisión fue presentado ante
el Octavo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito el 1
de agosto de 2014,2 es evidente que se interpuso oportunamente.

TERCERO. Cuestiones necesarias para resolver. En este


considerando se resumen los conceptos de violación, las
consideraciones del Tribunal Colegiado y los agravios esgrimidos por
el recurrente.

I. Demanda de amparo

En su demanda de amparo el quejoso planteó varios argumentos de


legalidad (indebida aplicación de la ley penal, falta de fundamentación
y motivación de la sentencia reclamada, valoración parcial de las
pruebas de cargo y descargo, insuficiencia de las pruebas de cargo,
etc.), así como los argumentos de constitucionalidad que a
continuación se sintetizan:

(1) El quejoso fue víctima de una detención que vulnera los artículos
16 de la Constitución y 7.3 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. El 28 de enero de 2007 fue privado de la
vida **********. Como consecuencia de ese hecho, se inició una
averiguación previa, sin que en autos hubiera mayor indicio
sobre la autoría del delito que los “supuestos apodos” de los
responsables. Dos meses después del homicidio, el 13 de marzo
de 2007, la policía presentó a declarar ante el Ministerio Público
al **********, testigo que declaró, entre otras cosas, que era muy
probable que los que habían cometido el citado homicidio fueran
“**********”, “**********”, “**********” y “**********”, al tiempo que
también indicó que el día de los hechos había consumido drogas
en varias ocasiones. El 29 de abril de 2007, tres meses después
de ocurridos los hechos y sin que existiera ningún sospechoso

2 Cuaderno del amparo directo en revisión 3623/2014, foja 3.


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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

dentro de la averiguación previa, el quejoso fue ilegalmente


deteniendo por policías judiciales, quienes lo retuvieron por un
lapso de tres horas, poniéndolo a disposición del Ministerio
Público hasta las 5:45 horas de la fecha indicada. Después de
permanecer retenido hasta las 22 horas de ese día en la agencia
del Ministerio Público, el agente de turno dictó acuerdo de
detención por caso urgente sin cumplir con los requisitos que
establece el artículo 268 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal.

(2) La Sala responsable vulneró el derecho a no autoincriminarse


del quejoso al utilizar en su perjuicio el ejercicio de su derecho a
guardar silencio, toda vez que señaló que “el justiciable al tener
conocimiento del hecho que se le imputaba, se reservó su
derecho a declarar, omitiendo entonces referirse al supuesto
lugar y las circunstancias en las que se encontraba el día de los
hechos, para posteriormente, luego ante el juez de origen referir
el lugar en el que estaba, en qué circunstancias y con quién se
encontraba, sin que ninguna de las personas con las que
supuestamente se encontraba al momento de los hechos […]
haya declarado ante la Representación Social para hacer de su
conocimiento lo injusto de la detención del justiciable”. De dicha
transcripción se advierte que al valorar las pruebas de descargo
se vulneró el derecho del quejoso a no autoincriminarse.

(3) Los testigos de cargo que comparecieron ante el Ministerio


Público no se presentaron ante el juez de la causa a rendir las
ampliaciones sobre lo declarado. No obstante, se dictó sentencia
condenatoria en su contra, sin tomar en consideración que pese
a su intento de localizar a los testigos por medio del Instituto
Federal Electoral, este arrojó la inexistencia de algún registro
sobre los testigos que declararon. En este sentido, la defensa del
quejoso no se realizó en condiciones de igualdad con el órgano
acusador, toda vez que fue imposible que los testigos de cargo
**********, ********** y ********** comparecieran ante el juez para
someter a contradicción sus declaraciones.

(4) La Sala responsable violó el derecho a la presunción de


inocencia en sus tres vertientes, así como el principio in dubio
pro reo, los cuales se encuentran contemplados en los artículos
20 constitucional y 8.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, toda vez que las pruebas existentes en
autos carecen de la fuerza necesaria para destruir dicha
presunción. En este sentido, la Sala responsable vulneró la
presunción de inocencia del quejoso, entre otras razones,
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

porque le concedió pleno valor probatorio a las pruebas de la


acusación, mientras que desestimó las pruebas de la defensa al
considerar que éstas estaban preparadas y los testigos
aleccionados para evadir la responsabilidad penal del quejoso.

II. Sentencia de amparo directo

El Tribunal Colegiado desestimó los planteamientos de legalidad del


quejoso con apoyo en distintas consideraciones, al tiempo que dio
respuesta a los argumentos que suponían un planteamiento de
constitucionalidad en los términos que se exponen a continuación:

(1) El argumento por el cual el quejoso alega una violación al


principio in dubio pro reo es inoperante, toda vez que en el juicio
de amparo no puede analizarse el tema de la “duda” por ser una
cuestión reservada exclusivamente a los órganos de jurisdicción
natural y no a los de control constitucional, de conformidad con
lo dispuesto en la tesis de rubro “DUDA SOBRE LA
RESPONSABILIDAD DEL REO”.

(2) El argumento donde el quejoso aduce haber sido retenido por


más de tres horas sin ser puesto a disposición del Ministerio
Público es infundado. De autos se advierte que los policías
aprehensores detuvieron al quejoso el 29 de abril de 2007
aproximadamente a las 4:20 am, y en la misma fecha, alrededor
de las 5:50 am, fue puesto a disposición del agente del Ministerio
Público (fojas 199, 201, 202 y 203 del tomo I, de la causa). Así,
contrariamente a lo que aduce el quejoso, desde su detención al
momento en que fue presentado ante el Ministerio Público,
transcurrieron una hora con treinta minutos y no tres horas, lo
que permite válidamente establecer que ese lapso fue el que
permitió a los citados policías trasladarlo a dicha agencia.

(3) El argumento en el sentido de que la detención del quejoso fue


ilegal también es infundado. En este caso concreto, el Ministerio
Público acreditó la figura de caso urgente en términos de lo
dispuesto por el artículo 268 del Código Penal para el Distrito
Federal, pues advirtió que se trata de un delito grave, como lo es
el (homicidio calificado) y el agente en turno no pudo ocurrir ante
la autoridad judicial en razón de la hora en que le fue puesto a
disposición el quejoso por los policías aprehensores, es decir, las
5:50 horas aproximadamente del 29 de abril de 2007, por lo que
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es evidente que no pudo ocurrir a ningún órgano jurisdiccional.


Por otro lado, consideró que existía riesgo fundado de que el
quejoso pudiera sustraerse a la acción de la justicia, toda vez
que del informe de investigación que obra en autos se
desprende que dicho quejoso no cuenta con domicilio propio y
tampoco tiene empleo fijo, aunado a que se pudo verificar que se
cambia de nombre para no ser identificado.

(4) El argumento en el sentido de que se violó la presunción de


inocencia del quejoso también es infundado. Es inconcuso que
en la especie se evidencia que en la causa obran pruebas
suficientes que acreditan la responsabilidad del peticionario de
garantías y por tanto es válido considerar que el multireferido
principio de inocencia tampoco fue vulnerado por la responsable.
En este caso, el caudal probatorio valorado por la Sala
responsable válidamente destruyó la presunción de inocencia
que inicialmente existía a favor del quejoso.

(5) Finalmente, también es infundado el argumento a través del


cual el quejoso se duele de que los testigos de cargo que
comparecieron ante el Ministerio Público no se presentaron ante
el juez de la causa a rendir las ampliaciones sobre lo declarado.
Al respecto, conviene precisar que de autos se observa que si
bien no se recibió la ampliación de declaración de **********,
********** y ********** por existir imposibilidad para su localización
(fojas 752 y 18, Tomos I y II de la causa), ello no da lugar a
estimar que sus declaraciones no constituyen indicio, si éstas no
fueran las únicas pruebas que tomó en cuenta la Sala para
determinar que se encuentra acreditado el delito de homicidio
calificado; además de que el inconforme únicamente omitió
verificar la ampliación de los referidos atestes, en virtud de que
ni la defensa ni el quejoso ofrecieron algún careo con dichos
testigos.

III. Recurso de revisión

En el escrito de agravios, además de plantear una violación genérica


al artículo 1º constitucional, el recurrente adujo en síntesis que el
Tribunal Colegiado omitió estudiar cabalmente el argumento planteado
en la demanda de amparo en el que señaló que la Sala responsable
había violado su derecho a la presunción de inocencia.
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

CUARTO. Procedencia. A continuación se analiza si en este


caso se cumple con los requisitos de procedencia establecidos en la
fracción IX del artículo 107 de la Constitución. Dicho precepto
establece que procede el recurso de revisión cuando las sentencias de
amparo directo resuelvan sobre la constitucionalidad de normas
generales, establezcan la interpretación directa de un precepto de esta
Constitución u omitan decidir sobre tales cuestiones cuando hubieren
sido planteadas, siempre que fijen un criterio de importancia y
trascendencia en términos de lo dispuesto por esta Suprema Corte a
través de acuerdos generales. De esta manera, la materia del recurso
debe limitarse exclusivamente a las cuestiones propiamente
constitucionales, sin poder comprender otros aspectos de la decisión
del Tribunal Colegiado.

De acuerdo con lo expuesto, no sólo se requiere la existencia de


un planteamiento de constitucionalidad en el recurso de revisión, sino
también la actualización de alguno de los criterios de importancia y
trascendencia determinados por esta Suprema Corte. Así, deben
satisfacerse conjuntamente dos tipos de condiciones:

(a) En la sentencia recurrida debe subsistir alguno de los problemas


de constitucionalidad que a continuación se señalan: (i)
pronunciamiento sobre la constitucionalidad de una norma
general; (ii) interpretación directa de un precepto constitucional;
u (iii) omisión en el estudio de cualquiera de las dos opciones
anteriores cuando éstas fueron planteadas en la demanda de
amparo.

(b) El problema de constitucionalidad debe entrañar la fijación de un


criterio jurídico de importancia y trascendencia, de conformidad
con lo establecido en el Acuerdo General 9/2015. En este
sentido, la resolución de un recurso de revisión debe cumplir
alternativamente con alguno de los siguientes criterios: (i) dar
lugar a un pronunciamiento “novedoso” o de “relevancia para el
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orden jurídico nacional”; o (ii) cuando lo decidido en la sentencia


recurrida pueda implicar el “desconocimiento de un criterio”
sostenido por esta Suprema Corte en relación con alguna
cuestión propiamente constitucional, al haberse dictado la
sentencia de amparo en contra de dicho criterio o cuando se
hubiere omitido su aplicación.

En el presente caso, el recurso cumple con el requisito


identificado en el inciso (a), toda vez que subsiste un problema de
constitucionalidad. Por un lado, en la demanda de amparo el quejoso
realizó varios planteamientos que suponen una interpretación de
distintos derechos fundamentales: la libertad personal y sus respectiva
garantías a no ser detenido arbitrariamente; el derecho a prolongar
indebidamente una detención; el derecho a la no autoincriminación; el
derecho a interrogar a los testigos de cargo con garantías de
inmediación y contradicción judicial; y el derecho a la presunción de
inocencia. Por lo demás, cabe señalar que en su escrito de agravios el
recurrente reclama específicamente la omisión de estudio de sus
argumentos relacionados con la aducida violación al derecho a la
presunción de inocencia.

Por otro lado, también se cumple con el requisito identificado en


el inciso (b) porque en términos generales, como se explica en el
estudio de fondo, el Tribunal Colegiado omitió dar respuesta a dichos
planteamientos con apoyo en la doctrina constitucional de esta
Suprema Corte, limitándose a señalar en casi todos los casos que no
se habían violado los derechos del quejoso. De esta manera, al haber
omitido su aplicación, el Tribunal Colegiado desconoció los criterios de
esta Primera Sala sobre cuestiones propiamente constitucionales.

Con todo, debe señalarse que el Tribunal Colegiado también


realizó un pronunciamiento en la sentencia de amparo sobre los
alcances del derecho a la presunción de inocencia, al establecer que

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el argumento relacionado con la violación del principio de in dubio pro


reo “resulta inoperante […] en virtud de que en el juicio de garantías
no puede analizarse dicha figura (duda), por ser una cuestión
reservada exclusivamente a los órganos de jurisdicción natural y no a
los de control constitucional” (foja 198 de la sentencia de amparo).

Aunque esta manera de entender el principio in dubio pro reo se


apoya en una tesis jurisprudencial de legalidad, cuyo rubro es “DUDA
SOBRE LA RESPONSABILIDAD DEL REO”,3 esta Primera Sala
advierte que se trata de un criterio de la sexta época en el que si bien
no se interpreta la Constitución, al utilizar esa interpretación para
justificar la afirmación de que el principio de in dubio pro reo no es
aplicable en el juicio de amparo, dicho criterio adquiere un cariz
claramente constitucional. En este orden de ideas, si esa tesis de
legalidad se lee en “clave constitucional”, es indiscutible que se trata
de un criterio interpretativo que no sólo ha sido superado con la
incorporación de la presunción de inocencia a la Constitución como
derecho fundamental, sino que además también ha sido totalmente
abandonado con varios pronunciamientos de esta Suprema Corte
sobre la presunción de inocencia que se oponen al entendimiento del
principio in dubio pro reo recogido en la citada tesis.

En efecto, desde hace más de una década, cuando la


presunción de inocencia todavía no estaba contemplada en el artículo
20 constitucional y desde luego cuando aún no se había reconocido el
rango constitucional del artículo 8.2 inciso de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, el Pleno de esta Alto Tribunal
sostuvo que “los principios constitucionales del debido proceso legal y
el acusatorio resguardan en forma implícita el diverso principio de

3 Sexta Época, Registro: 1005818, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia,
Fuente: Apéndice 1917-Septiembre 2011, Tomo III. Penal Primera Parte - SCJN Sección Adjetivo,
Materia(s): Penal, Tesis: 441, Página: 403.
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presunción de inocencia” (énfasis añadido), criterio que fue recogido


en la tesis de rubro “PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. EL PRINCIPIO
RELATIVO SE CONTIENE DE MANERA IMPLÍCITA EN LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL”.4

En esa misma línea, esta Primera Sala sostuvo con toda claridad
poco tiempo después que el principio in dubio pro reo deriva de la
presunción de inocencia y goza de jerarquía constitucional,
estableciendo que “si en un juicio penal el Estado no logra demostrar
la responsabilidad criminal, el juzgador está obligado a dictar una
sentencia en la que se ocupe de todas las cuestiones planteadas
(artículo 17, segundo párrafo), y como ante la insuficiencia probatoria
le está vedado postergar la resolución definitiva absolviendo de la
instancia ─esto es, suspendiendo el juicio hasta un mejor momento─,
necesariamente tendrá que absolver al procesado, para que una vez
precluidos los términos legales de impugnación o agotados los
recursos procedentes”, criterio que fue recogido en la tesis de rubro
“PRINCIPIO IN DUBIO PRO REO. ESTÁ PREVISTO
IMPLÍCITAMENTE EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS”.5

Por lo demás, hay que destacar que el hecho de que se haya


interpretado el principio in dubio pro reo a partir de lo dispuesto en el
Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal no es
obstáculo para considerar que el pronunciamiento recogido en la
sentencia de amparo constituye un genuino ejercicio de interpretación
constitucional. Esto es así porque la mayoría de los códigos

4 Novena Época, Registro: 186185, Instancia: Pleno, Tipo de Tesis: Aislada, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XVI, Agosto de 2002, Materia(s):
Constitucional, Penal, Tesis: P. XXXV/2002, Página: 14.

5 Novena Época, Registro: 177538, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXII, Agosto de 2005, Materia(s):
Constitucional, Penal, Tesis: 1a. LXXIV/2005, Página: 300.
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

procesales suelen contener disposiciones donde se reproducen los


derechos fundamentales y garantías constitucionales del inculpado
que disciplinan el proceso penal, como ocurre en el caso del
ordenamiento en cuestión con el derecho a ser defendido por un
abogado (artículo 134 Bis y artículo 269, fracción III), el derecho a un
intérprete o traductor (artículo 269, fracción IV), el derecho a la no
autoincriminación (artículo 269, fracción III), las garantías que rigen las
detenciones en flagrancia (artículo 267), etc.

De esta manera, la interpretación que se haga de los derechos


contenidos en estas disposiciones legales debe entenderse que está
referida a las disposiciones constitucionales que alojan los respectivos
derechos fundamentales que rigen el proceso penal, pues de lo
contrario siempre se podría aducir que se trata de una cuestión de
legalidad a pesar de que el pronunciamiento involucre, como en el
caso que nos ocupa, la fijación de los alcances de un derecho
fundamental. Al respecto, cabe recordar que esta Primera Sala ya
adoptó este criterio en la sentencia dictada en el amparo directo en
revisión 4380/2013.6

QUINTO. Estudio de fondo. Una vez suplidas las deficiencias


en los agravios expresados por el recurrente, en atención a lo
dispuesto en la fracción III del artículo 79 de la Ley de Amparo, esta
Primera Sala estima esencialmente fundados los argumentos
expresados por el recurrente. En la sentencia de amparo se realizó un
análisis deficiente de los conceptos de violación hechos valer por el
quejoso, toda vez que para responder esos argumentos no tomó en
cuenta la interpretación constitucional sobre varios derechos

6 Sentencia de 19 de marzo de 1014, resuelta unanimidad de cinco votos de los señores


Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo.
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

fundamentales realizada por esta Primera Sala en distintos


precedentes.

Por un lado, el Tribunal Colegiado omitió responder con apoyo


en la doctrina constitucional de esta Suprema Corte los
planteamientos relacionados con las violaciones aducidas por el ahora
recurrente a varios derechos fundamentales: la libertad personal y su
garantía a no ser detenido arbitrariamente; el derecho a no prolongar
indebidamente una detención; el derecho a interrogar a los testigos de
cargo con garantías de inmediación y contradicción judicial; el derecho
a no autoincriminarse; y el derecho a la presunción de inocencia. Por
otro lado, en el caso de este último derecho, el Tribunal Colegiado de
hecho realizó varios pronunciamientos que contravienen frontalmente
la doctrina de esta Suprema Corte sobre los alcances de la presunción
de inocencia.

En atención a lo anterior, esta Primera Sala procede a reiterar su


doctrina sobre cada uno de estos derechos, para posteriormente
identificar a la luz de esas consideraciones en qué consistió la omisión
o actuación deficiente del Tribunal Colegiado al momento de estudiar
los respectivos planteamientos.

1. Derecho a no ser detenido arbitrariamente

En la demanda de amparo, el quejoso adujo haber sido víctima


de una detención arbitraria en contravención a los artículos 16
constitucional y 7.3 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. En este sentido, sostuvo que el 29 de abril de 2007, tres
meses después de ocurridos los hechos y sin que existiera ningún
sospechoso dentro de la averiguación previa, fue ilegalmente
deteniendo por policías judiciales, quienes lo retuvieron por un lapso

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

de tres horas, poniéndolo a disposición del Ministerio Público hasta las


5:45 horas de la fecha indicada. En este orden de ideas, argumentó
que después de permanecer retenido hasta las 22 horas de ese día en
la agencia del Ministerio Público, el agente de turno dictó acuerdo de
detención por caso urgente sin cumplir con los requisitos que
establece el artículo 268 del Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal.

En relación con el argumento de la detención arbitraria, el


Tribunal Colegiado se limitó a sostener que el Ministerio Público
acreditó la figura de caso urgente en términos de lo dispuesto por el
artículo 268 del Código Penal para el Distrito Federal, toda vez que
advirtió que se trataba de un delito grave y el agente en turno no pudo
ocurrir ante la autoridad judicial en razón de la hora en que le fue
puesto a disposición el quejoso por los policías aprehensores. Por otro
lado, el Tribunal Colegiado también consideró que existía riesgo
fundado de que el quejoso pudiera sustraerse a la acción de la justicia,
ya que del informe de investigación que obraba en autos se
desprendía que dicho quejoso no contaba con domicilio propio y
tampoco tenía empleo fijo, aunado a que se pudo verificar que éste
cambiaba de nombre para no ser identificado.

Como se muestra a continuación, al responder el planteamiento


del quejoso, el Tribunal Colegiado no tomó en cuenta la doctrina de
esta Suprema Corte sobre el derecho a la libertad personal y los
supuestos constitucionalmente autorizados para detener a una
persona. A partir de la interpretación de los artículos 16 de la
Constitución y 7 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, esta Primera Sala se ha pronunciado en diversas ocasiones
sobre el alcance del derecho a la libertad personal al analizar los

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

supuestos en los que resulta válido detener a alguien con motivo de la


comisión de un delito.

La línea jurisprudencial que ha venido construyendo esta


Primera Sala en los últimos años sobre este tema se inauguró con la
sentencia dictada al resolver el amparo directo 14/2011.7 En este
importante precedente se destacó que “[e]l artículo 16 de la
Constitución Federal consagra un régimen general de libertades a
favor de la persona, entre las cuales está ―por supuesto― el derecho
a la libertad personal”, entendida “como una categoría específica
equivalente a la libertad de movimiento o libertad deambulatoria”.
Dicho precepto establece de forma limitativa “en qué supuestos el
Estado puede generar afectaciones válidas a este derecho y bajo qué
condiciones”. En el mismo sentido, se señaló que “el artículo 7.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos prohíbe las
afectaciones al derecho a la libertad personal salvo por las
condiciones y causas fijadas de antemano por la Constitución”, al
establecer literalmente que “[n]adie puede ser privado de su libertad
física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano
por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes
dictadas conforme a ellas”.

En este precedente se señaló que el propio artículo 16 establece


taxativamente los supuestos en los que está autorizada realizar una
afectación a la libertad personal, los cuales se reducen a “la orden de
aprehensión, las detenciones en flagrancia y caso urgente.” De esta
manera, se explicó que “[p]or regla general, las detenciones deben
estar precedidas por una orden de aprehensión” (énfasis añadido);

7 Sentencia de 9 de noviembre de 2011, resuelta por unanimidad de cuatro votos de los


señores Ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Olga
Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Ausente el señor
Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia
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mientras que las detenciones en “[l]os casos de flagrancia y urgencia


son excepcionales” (énfasis añadido).

En este orden de ideas, también se destacó que “es el juez


―por su posición de independencia orgánica y su función de
contrapeso con respecto a los demás poderes del Estado― quien
mejor puede cumplir con la encomienda de anteponer el respeto de los
derechos humanos de los gobernados y dar eficacia a la Constitución
Federal”, lo que implica que está llamado a “fungir como un
contrapeso, esto es, como un tercero imparcial, capaz de invalidar
detenciones contrarias a los derechos recogidos por la Constitución”.
De acuerdo con lo anterior, también se enfatizó que si bien la regla
general es que las detenciones deben estar precedidas de una orden
judicial, esta posibilidad no existe “cuando se actualizan los supuestos
excepcionales previstos por el mismo artículo 16 de la Constitución”. A
continuación se explican cuáles son esos supuestos excepcionales
que permiten realizar una detención sin la orden de un juez.

A. Detenciones en flagrancia

En el citado amparo directo 14/2011, esta Primera Sala


desarrolló los lineamientos constitucionales que deben cumplir las
detenciones en flagrancia. Al respecto, se destacó que de la actual
redacción del quinto párrafo del artículo 16 constitucional se
desprende una definición de lo que es un “delito flagrante”, al señalar
con toda claridad que “[c]ualquier persona puede detener al indiciado
en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente
después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de
la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del
Ministerio Público” (énfasis añadido).

16

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Por lo demás, esta Primera Sala constató que esta definición


constitucional tiene un sentido “realmente restringido y acotado”, que
es consistente con la interpretación que esta Suprema Corte había
realizado históricamente sobre este concepto, al determinar que “un
delito flagrante se configura cuando (y sólo cuando) se está
cometiendo actual y públicamente” y, en consecuencia, “una detención
en flagrancia no es aquella en la que se detiene con fundamento en
una simple sospecha sobre la posible comisión de un delito” (énfasis
añadido).

Así las cosas, se determinó que una detención en flagrancia sólo


es válida en alguno de los siguientes supuestos: (i) cuando se observa
directamente al autor del delito cometer la acción en ese preciso
instante, esto es, en el iter criminis; o (ii) cuando se persigue al autor
del delito que se acaba de cometer y existen elementos objetivos que
hagan posible identificarlo y corroborar que en el momento inmediato
anterior se encontraba cometiendo el delito.

Así, esta Primera Sala determinó en el precedente en cuestión


que “la policía no tiene facultades para detener ante la sola sospecha
de que alguien pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera
por cometerlo”, ni “[t]ampoco puede detener para investigar”,
precisándose que en el caso de los delitos permanentes, “[s]i la
persona no es sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o
inmediatamente después de ello, no es admisible que la autoridad
aprehensora detenga, sorprenda al inculpado y después intente
justificar esa acción bajo el argumento de que la persona fue detenida
mientras cometía el delito” (cursivas añadidas). En esta línea, se
aclaró que “la referencia a una actitud sospechosa, nerviosa o a
cualquier motivo relacionado con la apariencia de una persona, no es

17

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

una causa válida para impulsar una detención amparada bajo el


concepto ‘flagrancia’” (cursivas añadidas).

Con esta esta nueva aproximación, esta Suprema Corte


distinguió claramente el concepto de delito flagrante, el cual está
definido desde la Constitución, de la evidencia que debe existir
previamente a que se lleve a cabo la detención sobre la actualización
de la flagrancia. Como puede apreciarse, se trata de una distinción
fundamental para poder analizar la constitucionalidad de una
detención en flagrancia.

En este sentido, la función de los jueces no consiste


exclusivamente en verificar si la persona detenida efectivamente se
encontraba en flagrancia. El escrutinio judicial también debe
comprender el análisis de la evidencia que se tenía antes de realizar la
detención. Así, la constitucionalidad de una detención en flagrancia no
depende exclusivamente de que la persona detenida efectivamente se
haya encontrado en flagrancia. También debe examinarse la manera
en la que se “descubre” o “conoce” la comisión de un delito flagrante.
De esta manera, si no existe evidencia que justifiquen la creencia de
que al momento de la detención se estaba cometiendo o se acababa
de cometer un delito flagrante, debe decretarse la ilegalidad de la
detención.

Esta aproximación al problema impide que en retrospectiva se


puedan justificar como legítimas detenciones en flagrancia aquéllas
que tienen en su origen registros ilegales a personas u objetos o
entradas ilegales a domicilios que una vez realizados proporcionan la
evidencia de la flagrancia. Con todo, este análisis debe completarse
con los supuestos establecidos por esta Primera Sala de lo que se ha

18

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

denominado “control preventivo”, que eventualmente sí pude llegar a


justificar una detención en flagrancia.

Por lo demás, cabe señalar que estos lineamientos


constitucionales sobre las detenciones en caso de delito flagrante han
sido reiterados por esta esta Primera Sala en varios asuntos.8

B. Control preventivo

Al resolver el amparo directo en revisión 3463/2012,9 esta


Primera Sala se ocupó de realizar un primer acercamiento al tema del
control preventivo, al analizar las condiciones que justifican un acto de
molestia “con motivo de un señalamiento por denuncia informal de que
la persona está cometiendo un delito, el cual no objetivamente visible,
sino que es descubierto con motivo del acercamiento que tiene la
policía hacia el individuo”, toda vez que “el propio comportamiento del
individuo de lugar a configurar una sospecha razonada de que está
cometiendo un ilícito penal”. Así, en dicho precedente se precisó “qué
debe entenderse por una sospecha razonada y cómo es que la
existencia de la misma pueda justificar un control preventivo
provisional por parte de la autoridad policial”, que permitiría
posteriormente “realizar detenciones por delitos cometidos en
flagrancia” (énfasis añadido).

8 Al respecto véanse, entre otras, las sentencias del amparo directo 14/2011, resuelto el 9
de noviembre de 2011; el amparo directo en revisión 2470/2011, resuelto el 18 de enero de 2012;
el amparo directo en revisión 997/2012, resuelto el 6 de junio de 2012; el amparo directo en
revisión 991/2012, resuelto el 19 de septiembre de 2012; el amparo en revisión 495/2012,
resuelto el 30 de enero de 2013; el amparo directo en revisión 2169/2013, resuelto el 4 de
diciembre de 2013; el amparo directo en revisión 3463/2012, resuelto el 22 de enero de 2014; el
amparo directo en revisión 1428/2012, resuelto el 21 de mayo de 2014; el amparo directo en
revisión 1596/2014, resuelto el 21 de mayo de 2014; el amparo directo en revisión 3998/2012,
resuelto el 12 de noviembre de 2014; y el amparo en revisión 703/2012, resuelto el 6 de
noviembre de 2013.

9 Sentencia de 22 de enero de 2014, resuelta unanimidad de cinco votos de los señores


Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo.
19

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Al respecto, esta Primera Sala aclaró que “la finalidad de estos


controles no es encontrar pruebas de la comisión de alguna conducta
delictiva en particular, sino que se realizan con el objetivo de prevenir
algún posible delito, de salvaguardar la integridad y la vida de los
agentes de la policía, o bien, para corroborar la identidad de alguna
persona con base a información de delitos previamente denunciados
ante la policía o una autoridad”. En esta línea, se determinó que “para
que se justifique la constitucionalidad de un control preventivo
provisional es necesario que se actualice la sospecha razonada
objetiva de que se está cometiendo un delito y no una simple
sospecha que derive del criterio subjetivo del agente de la autoridad,
basado en la presunción de que por la simple apariencia del sujeto es
posible que sea un delincuente”.

Posteriormente, al resolver el amparo directo en revisión


1596/2014,10 esta Primera Sala realizó una segunda aproximación en
relación al tema del control preventivo. Así, en dicho precedente se
distinguieron “tres niveles de contacto entre una autoridad que ejerce
facultades de seguridad pública y una tercera persona”: (i) una simple
inmediación entre el agente de seguridad y el individuo, para efectos
de investigación, identificación o de prevención del delito; (ii) una
restricción temporal del ejercicio de un derecho, como puede ser la
libertad personal, propiedad, libre circulación o intimidad, y (iii) una
detención en estricto sentido.

En esta línea, se explicó que el primer nivel de contacto “no


requiere de justificación, ya que es una simple aproximación de la
autoridad con la persona que no incide en su esfera jurídica”, supuesto

10 Sentencia del 3 de septiembre de 2014, resuelta por mayoría de tres votos de la


Ministra y los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (Ponente) y
Olga Sánchez Cordero de García Villegas, en contra de los emitidos por los Ministros José Ramón
Cossío Díaz, quien se reservó el derecho de formular voto particular y Jorge Mario Pardo
Rebolledo, Presidente de esta Primera Sala.
20

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

que se actualiza, por ejemplo, “cuando un agente de policía se acerca


a una persona en la vía pública y le hace ciertos tipos de preguntas,
sin ejercer ningún medio coactivo y bajo la suposición de que dicha
persona se puede retirar en cualquier momento” (énfasis añadido).

El segundo nivel de contacto, en cambio, “surge cuando una


persona se siente razonablemente obligada por la autoridad a
obedecer sus órdenes expresas o implícitas, lo cual puede derivar en
una ausencia de movimiento físico”. Así, en el precedente se aclaró,
por un lado, que “[e]sta restricción provisional debe ser excepcional y
se admite únicamente en casos en los que no es posible, por cuestión
temporal, conseguir un mandamiento escrito u orden judicial para
ejercer actos de molestia a una persona o a sus posesiones”; y por
otro lado, que “la restricción temporal a la libertad deambulatoria de
una persona y sus derechos interdependientes puede justificarse, en
algunos casos, en la actualización de infracciones administrativas
(como podría ser la violación al reglamento de tránsito) o en la
concurrencia, a juicio de la autoridad, de una suposición razonable de
que se está cometiendo una conducta delictiva”.

En relación con ese segundo nivel de contacto, en el precedente


también se explicó que esta restricción provisional “puede darse en un
grado menor o mayor de intromisión, dependiendo de las
circunstancias del caso”. Así, la intromisión al derecho será de mayor
intensidad “cuando la autoridad aprecie de las situaciones fácticas
que, por ejemplo, su integridad física corre algún peligro al momento
de restringir provisionalmente la libertad de un sujeto o que esta
persona resulta violenta o intente darse a la fuga, lo cual lo facultará
para realizar sobre la persona y/o sus posesiones o propiedades un
registro o revisión más exhaustiva, con la finalidad fundamental de
prevenir algún delito”. En cambio, la intromisión será de menor

21

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

intensidad “si actualizada la sospecha razonable, no existen


circunstancias fácticas que permitan a la autoridad percibir que la
persona en cuestión es peligrosa o que su integridad física corre
peligro, por lo que estarán facultados para llevar a cabo solamente una
revisión ocular superficial y exterior de la persona y/o de sus
posesiones o propiedades”.

Adicionalmente, en el precedente se destacó que “para acreditar


la existencia de esta suposición razonable, la autoridad deberá señalar
detenidamente cuál era la información (hechos y circunstancias) con la
que contaba en ese momento para suponer que la persona en
cuestión estaba cometiendo una conducta ilícita o, por el contrario, si
el registro o revisión fue autorizada libremente por el posible afectado,
entendiéndose que existe consentimiento cuando fue prestado de
manera consciente y libre; es decir, ausente de error, coacción o de un
acto de violencia o intimidación por parte de los agentes de policía”.

En este orden de ideas, en el citado amparo directo en revisión


1596/2014, se destacó “que no deben confundirse los citados niveles
de actuación de la autoridad de seguridad pública, pues habrá
situaciones en que restricciones temporales a la libertad personal se
conviertan en detenciones, al verificarse en el momento de la
restricción la actualización de una conducta delictiva, mientras que en
otros casos se agotará la actuación policial en dicha restricción sin que
exista detención”, recurriéndose a varios ejemplos para ilustrar esta
situación.

Así, se señaló que “la prueba de alcoholemia en la vía pública


cuenta como una restricción temporal de la libertad que no amerita o
da lugar a una detención propiamente dicha; por otro lado, cuando un
agente policial para a un vehículo por exceso de velocidad, ello cuenta

22

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

como una restricción a la libertad deambulatoria; sin embargo, si se da


cuenta a plena vista que en el interior del automóvil existen armas de
fuego de uso exclusivo del ejército, se encuentra legitimado para llevar
a cabo la detención correspondiente”.

En cambio, “los registros a una persona o la revisión a su


vehículo se actualizan únicamente en los supuestos de detención y de
restricción temporal de la libertad personal y deambulatoria”. En el
primer caso, “[c]uando son realizados posteriormente a una detención,
su justificación reside precisamente en la causa motivadora de la
privación de la libertad, que puede ser la flagrancia en la conducta
delictiva” (énfasis añadido). En el segundo caso, cuando tiene lugar
“un registro corporal a una persona o la revisión al interior de un
vehículo sin haber existido previamente una detención o una
autorización válida del posible afectado, debe estar justificado
autónomamente bajo una suposición razonable de que se está
cometiendo una conducta ilícita” (énfasis añadido).

C. Detenciones en caso urgente

La doctrina constitucional sobre las detenciones en caso urgente


ordenadas por el Ministerio Público ha sido desarrollada por esta
Primera Sala en otro grupo de precedentes. En el amparo directo en
revisión 1428/201211 se señaló que de conformidad con el artículo 16
constitucional este supuesto “tiene lugar y encuentra justificación
cuando el Ministerio Público no obstante la no configuración de alguna
de las hipótesis de la flagrancia delictiva, cuenta con elementos para
establecer que la persona probablemente intervino en un delito por lo

11 Sentencia de 21 de mayo de 2014, resuelta por mayoría de tres votos de los señores
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. En contra de los emitidos por los Ministros José Ramón Cossío Díaz y
Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo, quienes se reservaron el derecho de formular voto
particular
23

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

que de no proceder inmediatamente a su detención, éste se sustraiga


de la acción de la justicia”.

En este orden de ideas, en dicho precedente también se explicó


que “la detención por caso urgente puede tener lugar, según el avance
de la averiguación previa, cuando no obstante no se encuentra
plenamente integrada la indagatoria, existen indicios suficientes de la
intervención del inculpado en delito grave, caso en el cual es
precisamente la detención del inculpado la que dará la pauta a evitar
que éste se sustraiga de la acción de la justicia en tanto se desahogan
las diligencias que permitirán sustentar el ejercicio de la acción penal
en su contra”, de tal manera que “la propia falta de integración del
expediente resulta la circunstancia que […] impide al representante
social acudir ante la autoridad judicial para solicitar la orden de
captura; empero, también cabe la posibilidad de que integrada la
indagatoria resulte necesario emitir la orden de detención por caso
urgente, como acontece por el hecho de que la autoridad judicial
contará con seis días para librar la orden de aprehensión, conforme lo
establecido por el artículo 286 bis, último párrafo, […] [del Código de
Procedimientos Penales para el Distrito Federal] , lapso que pudiera
aprovechar el indiciado para evadirse de la acción de la justicia, a
menos que la consignación fuere con detenido”.

Posteriormente, esta Primera Sala continuó desarrollando la


doctrina constitucional sobre las detenciones por caso urgente, con la
finalidad de clarificar los requisitos que éstas deben satisfacer. En esta
línea, destaca especialmente la sentencia del amparo directo en
revisión 3506/2014.12 En este precedente se caracterizó a la
detención por caso urgente “como una medida restrictiva de la libertad

12 Sentencia de 3 de junio de 2015, resuelta por unanimidad de cinco votos de los señores
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Jorge Mario Pardo
Rebolledo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena,
quienes se reservaron su derecho a formular voto concurrente, con excepción del Ministro ponente.
24

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

personal, extraordinaria, excepcional y sujeta a la orden previa del


Ministerio Público” (énfasis añadido).

Al respecto, se explicó que es una medida extraordinaria porque


“deriva de condiciones no ordinarias, como el riesgo fundado de que la
persona acusada de cometer un delito grave se sustraiga de la acción
de la justicia y que por razón de la hora, lugar o circunstancia, el
Ministerio Público no pueda ocurrir ante la autoridad judicial a solicitar
una orden de aprehensión” (énfasis añadido). Por otro lado, se señaló
que era excepcional porque “se aparta de la regla general sobre el
control judicial previo dentro del régimen de detenciones”. De acuerdo
con lo anterior, se expuso que se trata de un supuesto de detención
que necesariamente debe estar precedido de una orden del Ministerio
Público en el que se cumplan los tres requisitos establecidos en el
artículo 16 constitucional que la autorizan: “i) que se trate de un delito
grave, ii) que exista riesgo fundado de que el inculpado se fugue y iii)
que por razones extraordinarias no sea posible el control judicial
previo” (énfasis añadido).

En relación con el primer requisito, consistente en que la orden


de detención esté vinculada con un hecho calificado por la ley como
delito grave, en dicho precedente se aclaró que “[p]ara apreciar de qué
tipo de delito se trata bastará que el Ministerio Público haga el análisis
de la conducta típica, a partir de los elementos de prueba con los que
cuente, para que después clasifique el delito, según el código penal y,
con ello, esté en condiciones de consultar nuevamente la ley penal
para saber cómo se determina la gravedad de los delitos y cuáles son
estos”, en el entendido de que “[e]n nuestro país, existen dos métodos
distintos, pues algunos códigos establecen un catálogo preciso y
previo de delitos graves y otros los definen según el término medio
aritmético [de la pena]”.

25

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Respecto del segundo requisito, consistente en que exista riesgo


fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia,
se explicó que “debe considerarse que existirá éste en atención a las
circunstancias personales del inculpado, a sus antecedentes penales,
a sus posibilidades de ocultarse, a ser sorprendido al tratar de
abandonar el ámbito territorial de jurisdicción, de la autoridad que
estuviera conociendo del hecho, o, en general, a cualquier indicio que
haga presumir fundadamente que puede sustraerse de la acción de la
justicia”, en el entendido de que “deberá probarse por parte del
Ministerio Público, por medio de pruebas indiciarias, objetivas y
razonables que las referidas ‘circunstancias’, ‘antecedentes’ o
‘posibilidades’, por sí mismas, son eficaces para acreditar que el
imputado está en posibilidad y tiene la intención de sustraerse de la
acción de la justicia”.

En cuanto al tercer requisito, consistente en que el Ministerio


Público no pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora,
lugar o circunstancia, se señaló que “[s]i bien la norma [constitucional]
no precisa por qué el Ministerio Público debe ocurrir preferentemente
ante un juez para llevar a cabo una detención, se entiende que ello es
para solicitar una orden de aprehensión, lo que tiene aparejado el
control judicial previo a la privación de la libertad”. En este sentido, la
imposibilidad de ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora
podría actualizarse cuando “la detención se pretende ejecutar fuera de
los horarios laborales de los juzgados penales y que éstos no hayan
dispuesto alguna guardia para las horas posteriores a la jornada
laboral ordinaria”; mientras que la imposibilidad por razón del lugar
“podría configurarse en aquellos casos en que, en el lugar en el que se
pretende ejecutar una detención no existan jueces con quienes se
pueda acudir o, bien, el juzgador se encuentra en diverso lugar cuya

26

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

lejanía implicaría la imposibilidad de ocurrir ante él oportunamente, lo


que conlleva también la posibilidad de que el inculpado no sea
detenido.”

Por su parte, la imposibilidad de ocurrir al juez para solicitar una


orden de aprehensión por razón de las circunstancias hace referencia
“al contexto de modo, tiempo y lugar que configura el momento en que
resulta necesario y perentorio llevar a cabo la detención de una
persona que se le atribuye haber cometido un delito grave, porque de
no hacerlo en esa justa oportunidad la persona podría evadirse de la
acción de la justicia”, lo que significa que “[e]n estos casos, para
acreditar la existencia de las circunstancias referidas, el Ministerio
Público deberá contar con motivos objetivos y razonables que
permitan considerar dichas circunstancias”.

En consecuencia, esta Primera Sala estableció que “[u]na vez


acreditados concurrentemente los tres requisitos anteriores, el
Ministerio Público podrá ordenar la detención de la persona, bajo su
más estricta responsabilidad, fundando y expresando los indicios que
motiven su decisión”, lo que “significa que sólo mediante una orden
―que constituye una resolución― emitida previamente por el
Ministerio Público, que se encuentre debidamente fundada y motivada,
podrá ejecutarse la detención posterior de una persona” (énfasis
añadido).

De acuerdo con lo anterior, la aproximación utilizada por esta


Suprema Corte al establecer la doctrina sobre las detenciones por
caso urgente distingue el concepto de caso urgente, el cual está
condicionado por los requisitos constitucionales antes señalados, de la
orden de detención que debe existir previamente a que ésta se
ejecute, y la evidencia que tuvo que haber considerado el Ministerio

27

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Público para dictarla. Como puede apreciarse, también se trata de


distinciones muy importantes para poder analizar la constitucionalidad
de este tipo de detenciones.

Así, los jueces no deben limitarse a comprobar que en el caso


concreto se reúnen los tres requisitos que actualizan el caso urgente
―que el delito que se imputa al detenido esté calificado de grave por
la ley; que por razones extraordinarias no se pueda acudir a un juez a
solicitar una orden de aprehensión; y que exista un riesgo fundado de
fuga―, sino que además es indispensable que corroboren la
existencia previa de la orden de detención y, en su caso, también
analicen si al momento de ordenar la detención el Ministerio Público
efectivamente tenía evidencia que justificara la creencia de que se
había actualizado un supuesto de caso urgente.

Así construida, esta doctrina también impide que puedan dictarse


órdenes de detención por caso urgente que pretendan justificar en
retrospectiva detenciones que materialmente ya estaban ejecutadas
sin la existencia previa de una orden y/o sin que se tuviera evidencia
que apoyara la creencia de que efectivamente se habían actualizado
previamente los supuestos constitucionales de la detención en caso
urgente.

Finalmente, cabe destacar que la doctrina constitucional sobre


las detenciones en caso urgente fue reiterada en otros asuntos
resueltos recientemente por esta Primera Sala.13

D. Aplicación de la doctrina constitucional

13 Al respecto, véanse las sentencias del amparo directo en revisión 3023/2014, resuelto
el 3 de junio de 2015; y el amparo directo en revisión 6024/2014, también resuelto el 3 de junio
de 2015.
28

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Como se señaló anteriormente, en el presente caso el Tribunal


Colegiado desestimó el planteamiento del quejoso en el que alegó
haber sufrido una detención arbitraria con el argumento de que el
Ministerio Público acreditó la figura de caso urgente en términos de lo
dispuesto por el artículo 268 del Código Penal para el Distrito Federal.
En atención a lo anterior, esta Primera Sala procede a analizar el
argumento desde una perspectiva constitucional con apoyo en la
doctrina antes reseñada. En este orden de ideas, se estima necesario
hacer un recuento de los antecedentes del caso tal como se
desprenden de las constancias que obran en autos.

El 28 de enero de 2007, fue encontrado el cuerpo sin vida de


**********, quien presentaba diversas lesiones realizadas con un arma
de fuego. En relación con esos hechos, el 15 de marzo de 2007, el
Ministerio Público solicitó la “localización y presentación”, 14 en calidad
de probables responsables, de los sujetos apodados “**********”,
“**********”, “**********” y “**********”.

Dicha orden de “localización y presentación” fue decretada con


fundamento en el artículos 21 constitucional; los artículos 3 (fracciones
II y III) y 266 (fracciones II y III) del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal; los artículos 3 (fracciones II y III), 23 y 24 de la
Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal; y los artículos 8, 39 (fracción II) y 75 del Reglamento de la
Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal.

El 29 de abril de 2007, aproximadamente a las 3:00 horas,


********** se presentó en las oficinas de la Policía Judicial del Distrito
Federal para informar a las autoridades que el sujeto conocido como

14 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, fojas 14 y 209.


29

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

“**********” se encontraba en una discoteca denominada “**********”,


ubicada en **********. En atención a lo anterior, aproximadamente a las
4:20 horas, agentes de la Policía Judicial del Distrito Federal se
presentaron en el mencionado lugar, donde el señor ********** identificó
como “**********” a un individuo de nombre **********, por lo que los
agentes procedieron a su “detención”15.

El mismo 29 de abril de 2007, aproximadamente a las 5:45


horas, los agentes de la Policía Judicial pusieron a disposición del
Ministerio Público al señor **********, solicitando su “custodia
permanente” en atención a su calidad de probable responsable.
Posteriormente, a las 22:30 horas, esto es, alrededor de 18 horas con
10 minutos después de su “detención”, el Ministerio Público determinó
que se encontraban acreditados los requisitos para decretar la
detención por caso urgente de **********. Ahora bien, es importante
señalar que el ahora quejoso no fue consignado ante la autoridad
judicial sino hasta las 23:30 horas del 30 de abril de 2007, es decir,
aproximadamente 43 horas con 10 minutos después de su
“detención”.16

Como se mencionó anteriormente, la limitación al derecho


fundamental a la libertad personal es de carácter excepcional y su
escrutinio debe ser del más estricto rigor, por lo que para que pueda
realizarse una privación del mismo es imperativo que concurran todos
los elementos necesarios para que se actualice alguna de las hipótesis
previstas por el artículo 16 constitucional: (i) el dictado de una orden
de aprehensión por autoridad judicial; (ii) la actualización de un
supuesto de flagrancia delictiva; o (iii) un caso de urgencia acreditable
por el Ministerio Público. Adicionalmente, habría que considerar los

15 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, fojas 201 y 208.

16 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, fojas 201 y 208.


30

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

supuestos en que se actualiza una “sospecha razonable” para que la


autoridad policial ejerza un “control preventivo”, que posteriormente
también puede dar lugar a una detención por flagrancia.

Así las cosas, esta Primera Sala constata que en el caso


concreto no existió orden judicial que autorizara la detención del
quejoso y que éste tampoco fue detenido en el preciso instante en que
cometía un delito o en un momento inmediato posterior, por lo que es
evidente que no se actualizaron los supuestos señalados en los
puntos (i) y (ii) del párrafo anterior.

Por otro lado, como se señaló en los antecedentes de la


presente resolución, se advierte que alrededor de las 22:30 horas del
29 de abril de 2007, el Ministerio Público determinó que se
encontraban acreditados los requisitos para decretar una orden de
detención por caso urgente en contra del quejoso. Sin embargo,
también se observa que dicha determinación se realizó
aproximadamente 18 horas y 10 minutos después de que el quejoso
fuera materialmente detenido. En consecuencia, ni esa detención ni la
posterior retención durante dicho periodo de tiempo estuvieron
justificadas.

De las constancias que integran el expediente, se observa que la


justificación utilizada por los agentes de policía y el Ministerio Público
para la detención y posterior retención de **********, en su carácter de
probable responsable dentro de la averiguación previa iniciada por el
homicidio de **********, consistió en la citada orden de “localización y
presentación” de 15 de marzo de 2007, la cual por cierto no está
prevista en la legislación local, como se puede apreciar del análisis de
los artículos invocados por la autoridad como fundamento de la
decisión.

31

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Ahora bien, resulta importante señalar que esta Primera Sala, al


resolver la solicitud de modificación de jurisprudencia 4/2011,17
estableció que esta clase de órdenes no tienen por objeto restringir la
libertad de la persona que se busca, “sino sólo lograr su
comparecencia para que declare si así lo estima oportuno, y una vez
que termina la diligencia se reincorpora a sus actividades cotidianas,
por tanto, no puede considerarse que se le priva de su libertad; ya
que, en todo caso, el legislador no hubiera previsto la facultad del
juzgador para citar personas a declarar, porque todas estas órdenes
constituirían una orden de detención”.

Además, también se reconoció que si bien es verdad que estas


órdenes no tienen como propósito lograr la detención de la persona,
“no menos cierto es que, dados sus efectos restrictivos del espacio al
cual habrá de sujetarse al indiciado, se limita temporalmente su
derecho a la libertad, ya que una vez cumplida, ésta finaliza al instante
que el Ministerio Público desahoga la diligencia que motiva su
presencia, y es hasta ese momento en que ―de no existir alguna
causa legal que lo impida―, podrá retirarse del lugar para regresar a
sus actividades cotidianas y, por tanto, es evidente que sí se afecta la
libertad deambulatoria de la persona involucrada”, consideraciones
que fueron recogidas en la tesis jurisprudencial de rubro “ORDEN DE
BÚSQUEDA, LOCALIZACIÓN Y PRESENTACIÓN DEL INDICIADO
PARA DECLARAR DENTRO DE LA AVERIGUACIÓN PREVIA. SI
BIEN NO TIENE LOS ALCANCES DE UNA ORDEN DE

17 Resolución de 10 de agosto de 2011, resuelta por unanimidad de cinco votos de los


señores Ministros: Jorge Mario Pardo Rebolledo (ponente), José Ramón Cossío Díaz, Guillermo I.
Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y presidente Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea
32

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

DETENCIÓN, AFECTA TEMPORALMENTE LA LIBERTAD


DEAMBULATORIA DE LA PERSONA”. 18

No obstante, a la luz de la doctrina constitucional en torno al


derecho a la libertad personal desarrollada con posterioridad a dicho
precedente, esta Primera Sala considera que el Ministerio Público no
puede forzar la comparecencia de un indiciado mediante las
denominadas “órdenes de búsqueda, localización y presentación” ni
obligarlo a que permanezca en contra de su voluntad en el lugar en el
que se le interroga, pues ello equivale materialmente ―como sucedió
en el caso concreto― a una detención.

Esta conclusión se ve reforzada si se toma en consideración el


derecho fundamental a la no autoincriminación previsto en la fracción
II del apartado B del artículo 20 de la Constitución. En efecto, dicho
precepto establece una prerrogativa constitucional a favor del
imputado para decidir si es o no su deseo declarar dentro de la
averiguación previa, derecho que no sólo puede hacerse valer cuando
el imputado es puesto a disposición del Ministerio Público, sino desde
el momento en que los policías notifican al imputado la mencionada
“orden de búsqueda, localización y presentación”.

Así, cuando los agentes de policía cuentan con una orden de


este tipo expedida por el Ministerio Público, para lo único que se
encuentran facultados es para notificar a esa persona la existencia de
una averiguación previa en su contra y señalarle que cuenta con el
derecho de comparecer ante el Ministerio Público para realizar su
correspondiente declaración, pero bajo ninguna circunstancia pueden

18 Décima Época, Registro: 160811, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia,
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro I, Octubre de 2011, Tomo 2,
Materia(s): Penal, Tesis: 1a./J. 109/2011 (9a.), Página: 1059.
33

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

detener a la persona y ponerla a disposición del Ministerio Público en


contra de su voluntad.

En este sentido, si una vez que se ha notificado la “orden de


búsqueda, localización y presentación”, el imputado manifiesta que no
es su deseo declarar ante el agente al Ministerio Público, este último
deberá continuar las investigaciones pertinentes para hacerse de los
medios de pruebas necesarios para estar en condiciones de acudir
ante una autoridad judicial a solicitar una orden de aprehensión o, en
su caso, dictar él mismo una orden de caso urgente si se actualizan
los supuestos señalados en los precedentes de este Alto Tribunal que
lo autorizan a ello. En caso contrario, esta Primera Sala considera que
la detención deberá ser considerada como arbitraria y, por tanto, se
deberá decretar la invalidez de la detención, así como de todos los
datos de prueba obtenidos de forma directa e inmediata con motivo de
la misma.

Tomando en consideración todo lo anteriormente expuesto, esta


Primera Sala entiende que en el presente caso la detención del
quejoso fue realizada transgrediendo el marco constitucional en torno
al derecho a la libertad personal, pues de las constancias de autos se
desprende claramente que una vez que fue notificado de la existencia
de una orden de “localización y presentación”, el quejoso no manifestó
su voluntad de acudir a declarar y, en consecuencia, los agentes de
policía no tenían ninguna justificación para llevarlo en contra de su
voluntad ante el Ministerio Público. En este sentido, la conclusión de
que el quejoso fue materialmente detenido desde el momento en que
los agentes de policía ejecutaron la citada orden se refuerza por varios
elementos que se desprenden de autos.

34

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

En primer lugar, tanto en el informe suscrito por los agentes de


policía ********** e **********, como en la declaración ministerial del
primero de ellos, se afirma que una vez localizado se logró “la
detención” del ahora quejoso.19 En segundo lugar, en la declaración
ministerial del segundo de los agentes se hace una descripción de los
objetos del quejoso que fueron puestos a disposición del Ministerio
Público después de su “aseguramiento”.20 Finalmente, en la
averiguación previa también se hace constar que se giró un oficio al
Coordinador de la Policía Judicial adscrito a la fiscalía de homicidios
con la finalidad de que diera las instrucciones pertinentes para realizar
la “custodia permanente” del ahora quejoso hasta que se resuelva su
situación jurídica.21

Así, no sólo existe la declaración de los agentes de policía en la


que reconocen que el quejoso fue “detenido” o “asegurado”, sino
también que se tomaron una serie de medidas que no son
consistentes con la hipótesis de que el quejoso se presentó
voluntariamente a declarar, tales como el “inventario” de los objetos
que traía consigo cuando lo detuvieron o la solicitud para que se
realizara su “custodia permanente”. De esta manera, dichas medidas
sólo estarían justificadas si el quejoso hubiera estado materialmente
detenido, pues como ya se señaló, si hubiera accedido
voluntariamente a declarar no tendría sentido que se realizara un
inventario de sus pertenencias ni que se ordenara su custodia, toda
vez que podría retirarse en el momento en el que lo deseara al no
estar formalmente detenido. De acuerdo con lo anterior, todos estos
indicios muestran que el quejoso estuvo materialmente detenido desde
el momento que los agentes de policía cumplimentaron la orden de

19 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, fojas 201 y 208.

20 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, foja 203

21 Cuaderno de la causa penal 110/2007 -Tomo I-, foja 210,


35


AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

“localización y presentación” y, en consecuencia, este Alto Tribunal


concluye que en el presente caso el quejoso fue objeto de una
detención arbitraria.

En este sentido, dado que esta Primera Sala entiende que en el


caso concreto el quejoso fue detenido ilegalmente, resulta innecesario
analizar el argumento de constitucionalidad relacionado con la
violación al derecho a ser puesto a disposición sin demora, dado que
este derecho fundamental sólo cobra aplicación cuando la persona ha
sido detenida bajo alguno de los supuestos autorizados
constitucionalmente.

2. El derecho a la presunción de inocencia

En la demanda de amparo, el quejoso señaló que la Sala


responsable había violado su derecho a la presunción de inocencia en
sus tres vertientes, así como el principio in dubio pro reo, toda vez que
las pruebas existentes en autos carecían de la fuerza necesaria para
destruir dicha presunción. En este orden de ideas, adujo que se había
vulnerado ese derecho, entre otras razones, porque se le concedió
pleno valor probatorio a las pruebas de la acusación, mientras que se
desestimó las pruebas de la defensa al considerar que éstas estaban
preparadas y los testigos aleccionados para evadir la responsabilidad
penal del quejoso.

En relación con este argumento, el Tribunal Colegiado se limitó a


señalar que era “inexacto considerar que la responsable inobservó los
criterios contenidos en las tesis de rubro: PRESUNCIÓN DE
INOCENCIA COMO TRATO EN SU VERTIENTE EXTRAPROCESAL,
INFLUENCIA DE SU VIOLACIÓN EN EL PROCESO PENAL;
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO REGLA PROBATORIA y

36

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO ESTÁNDAR DE PRUEBA […]


porque la sentencia condenatoria dictada en contra del quejoso que
constituye el acto reclamado, tuvo como sustento para declararlo
plenamente responsable, el caudal probatorio valorado por la
autoridad responsable a que se ha hecho alusión en la presente
ejecutoria, a través del cual, válidamente se destruyó la presunción de
inocencia que inicialmente existía en su favor, por lo que contrario a su
parecer no se incumplió lo expuesto en las referidas tesis” (fojas
234-235 de la sentencia de amparo).

Al respecto, puede decirse que el Tribunal Colegiado no sólo


desatendió el contenido de las citadas tesis jurisprudenciales, las
cuales se limitó a citar sin hacer un análisis del argumento del quejoso
a la luz de lo dispuesto por esos criterios, sino que también dejó de
aplicar otros aspectos de la doctrina de esta Primera Sala sobre la
presunción de inocencia que se relacionan directamente con el
planteamiento realizado en la demanda de amparo sobre este
derecho.

Ahora bien, al margen de este análisis deficiente, esta Primera


Sala estima que la sentencia de amparo contiene una interpretación
incorrecta del derecho a la presunción de inocencia. En efecto, con
apoyo en la citada jurisprudencia de legalidad de rubro “DUDA
SOBRE LA RESPONSABILIDAD DEL REO”, el Tribunal Colegiado
declaró inoperante el planteamiento del quejoso relacionado con la
violación al principio de in dubio pro reo con el argumento de que “en
el juicio de garantías no puede analizarse dicha figura (duda), por ser
una cuestión reservada exclusivamente a los órganos de jurisdicción
natural y no a los de control constitucional” (foja 198 de la sentencia de
amparo). Este pronunciamiento es contrario a la doctrina constitucional
de esta Suprema Corte sobre el derecho a la presunción de inocencia,

37

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

en la que se ha establecido con toda claridad que el principio in dubio


pro reo forma parte de este derecho fundamental.

Sobre este tema, debe señalarse en primer lugar que la


presunción de inocencia es un derecho de observancia obligatoria
para todas las autoridades jurisdiccionales del país en el marco de
cualquier proceso penal. Al tratarse de un derecho fundamental, es
indiscutible que los tribunales de amparo también se encuentran
obligados a protegerlo en el caso de que el contenido de éste no haya
sido respetado por los tribunales de instancia. En este orden de ideas,
el pronunciamiento del Tribunal Colegiado sobre los alcances del in
dubio pro reo es totalmente anacrónico, ya que se apoya en un
entendimiento de este principio que data de una época en la que la
presunción de inocencia no estaba reconocida expresamente en la
Constitución ni era considerada propiamente un derecho
fundamental.22

De acuerdo con lo anterior, debe rechazarse el pronunciamiento


del Tribunal Colegiado en el sentido de que el análisis de la violación
al principio in dubio pro reo es atribución de los tribunales de instancia
y no de los de amparo, lo que implica que a su vez es incorrecta la
inoperancia decretada en la sentencia de amparo que impidió que se
estudiara el argumento del quejoso. Ahora bien, para poder analizar el
concepto de violación planteado por el quejoso, es necesario precisar
las obligaciones de los tribunales de amparo en relación con la

22 Como se señaló anteriormente, el Tribunal Colegiado citó en apoyo de su decisión la


siguiente tesis: “DUDA SOBRE LA RESPONSABILIDAD DEL REO. Duda es la indeterminación
del ánimo entre dos juicios contradictorios, por falta de Mayores razones para decidirse por alguno
de ellos, por lo que si la responsable inclina su convicción y estima probada la responsabilidad del
acusado, deja de existir la "indeterminación" y no puede exigírsele tal estado de ánimo y menos
puede decírsele que viola la Constitución, por no haber dudado, por lo que se llega a la conclusión
de que, al través del juicio de amparo, pueden reclamarse las violaciones que el juez natural
comete al apreciar las pruebas, contra los principios lógicos o contra las normas legales, mas no la
"duda", reservada exclusivamente al juez natural, por el precepto que rige a nuestro derecho penal
sobre que "en caso de duda debe absolverse.” [Octava Época, Registro: 217284, Instancia:
Tribunales Colegiados de Circuito, Tipo de Tesis: Aislada, Fuente: Semanario Judicial de la
Federación, Tomo XI, Febrero de 1993, Materia(s): Penal, Página: 246].
38

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

presunción de inocencia, lo que implica exponer los alcances que este


Alto Tribunal ha fijado a este derecho.

En el amparo en revisión 349/2012,23 esta Primera Sala


identificó tres vertientes de la presunción de inocencia en sede penal:
(1) como regla de trato procesal; (2) como regla probatoria; y (3) como
estándar probatorio o regla de juicio. A partir de dicho
pronunciamiento, este esquema conceptual ha sido utilizado por esta
Suprema Corte en el desarrollo jurisprudencial de este derecho
fundamental, de tal manera que el contenido de la presunción de
inocencia se ha ido precisando en función de la vertiente relevante en
cada caso. Para efectos del presente asunto, interesa reiterar la
manera en la que esta Primera Sala ha entendido la presunción de
inocencia como regla probatoria y como estándar de prueba.

Por lo demás, es importante señalar que los pronunciamientos


de la Corte Interamericana en relación con este derecho también
pueden reconstruirse utilizando estas tres vertientes, puesto que si
bien dicho tribunal internacional no ha utilizado estas distinciones en
su jurisprudencia, cada una éstas hace referencia a diferentes
aspectos de la protección que otorga a los procesados la presunción
de inocencia que han sido reconocidos en la doctrina interamericana.

23 Sentencia de 26 de septiembre de 2012, resuelta por unanimidad de 5 votos de los


Ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia,
Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente).
39

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

A. La presunción de inocencia como regla probatoria

En relación con la presunción de inocencia como regla


probatoria, en el citado amparo en revisión 349/2012 esta Primera
Sala sostuvo que se trata de un derecho que “establece los requisitos
que debe cumplir la actividad probatoria y las características que debe
reunir cada uno de los medios de prueba aportados por el Ministerio
Público para poder considerar que existe prueba de cargo válida y
destruir así el estatus de inocente que tiene todo procesado”, criterio
reiterado en varias ocasiones por esta Primera Sala y recogido en la
tesis jurisprudencial de rubro “PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO
REGLA PROBATORIA.”24 De acuerdo con esta doctrina, el primer
requisito que deben cumplir los medios probatorios para poder vencer
la presunción de inocencia entendida como estándar de prueba es que
puedan calificarse como pruebas de cargo.

Al respecto, en el amparo directo 4380/2013,25 esta Primera Sala


explicó que “sólo puede considerarse prueba de cargo aquella
encaminada a acreditar directa o indirectamente los hechos relevantes
en un proceso penal: la existencia del delito y/o la responsabilidad
penal del procesado”, lo que implica que “para determinar si una
prueba de cargo es directa o indirecta hay que atender a la relación
entre el objeto del medio probatorio y los hechos a probar en el
proceso penal”.26 Así, en el precedente en cuestión se precisó que “[l]a
prueba de cargo será directa si el medio de prueba versa sobre el
hecho delictivo en su conjunto o algún aspecto de éste susceptible de

24 Décima Época, Registro: 2006093, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis:


Jurisprudencia, Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014,
Tomo I, Materia(s): Constitucional, Tesis: 1a./J. 25/2014 (10a.), Página: 478
25 Sentencia de 19 de marzo de 1014, resuelta unanimidad de cinco votos de los señores
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo.
26 Sobre esta manera de distinguir entre pruebas directas e indirectas, véase Taruffo,

Michele, La prueba de los hechos, Madrid, Trotta, 2002, pp. 455-458.


40

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

ser observado (elementos del delito) y/o sobre la forma en la que una
persona ha intervenido en esos hechos (responsabilidad penal)”;
mientras que “la prueba de cargo será indirecta si el medio probatorio
se refiere a un hecho secundario a partir del cual pueda inferirse la
existencia del delito, de alguno de sus elementos y/o la
responsabilidad del procesado”, criterio recogido en la tesis de rubro
“PRUEBA DE CARGO. PUEDE SER DIRECTA O INDIRECTA”.27

Así las cosas, al analizar la legalidad de una sentencia los


tribunales de amparo deben verificar que las pruebas en las que se
apoya la condena puedan considerarse pruebas de cargo de acuerdo
con la doctrina arriba enunciada, de tal manera que no pueden asumir
acríticamente que todo el material probatorio que obra en autos
constituye prueba de cargo susceptible de enervar la presunción de
inocencia. Específicamente, cuando se considere que lo que existe es
una prueba de cargo indirecta los tribunales de amparo están
obligados a controlar la razonabilidad de la inferencia realizada por los
jueces de instancia para acreditar la existencia del hecho a probar en
el proceso penal. De esta forma, puede decirse con el Tribunal
Constitucional español que la presunción de inocencia se vulnera
“cuando por ilógico o por insuficiente no sea razonable el iter
discursivo que conduce de la prueba al hecho probado”.28

Por otro lado, en el multicitado amparo en revisión 349/2012


también se explicó que la presunción de inocencia como regla
probatoria “contiene implícita una regla que impone la carga de la
prueba, entendida en este contexto como la norma que determina a
qué parte le corresponde aportar las pruebas de cargo (burden of

27 Décima Época, Registro: 2007736, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada,

Fuente: Semanario Judicial de la Federación, Publicación: viernes 24 de octubre de 2014 09:35 h,


Materia(s): (Penal), Tesis: 1a. CCCXLVI/2014 (10a.).
28 STC 189/1998 de 28 de septiembre.
41

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

producing evidence, en la terminología anglosajona)”.29 En este


sentido, “el hecho de que las pruebas de cargo sean suministradas al
proceso por la parte que tiene esa carga procesal también constituye
un requisito de validez de éstas”, como se desprende “de la actual
redacción de la fracción V del apartado A del artículo 20 constitucional,
en el proceso penal la carga de la prueba le corresponde a la parte
acusadora, y en principio el segundo párrafo del artículo 21 de la
propia Constitución asigna al Ministerio Público ese papel”.

Así, en ese precedente se sostuvo que “la actual redacción del


artículo 20 de la Constitución contempla los principios de publicidad,
contradicción e inmediación, principios constitucionales que regirán la
práctica de las pruebas (ofrecimiento y desahogo) una vez que la
reforma constitucional en materia penal haya entrado en vigor, de tal
forma que toda prueba aportada por el Ministerio Público en el juicio
deberá respetarlos para poder considerarse prueba de cargo válida al
momento de la valoración probatoria” (énfasis añadido). Con todo, en
la sentencia del citado amparo directo 14/2011, esta Primera Sala
derivó la exigencia de cumplir con las garantías de contradicción e
inmediación en el marco del procedimiento penal mixto del derecho
fundamental al debido proceso. En cualquier caso, para que las
pruebas de cargo sean válidas deben haberse obtenido sin vulnerar
los derechos fundamentales del imputado. Para decirlo en palabras del
Tribunal Constitucional español, esta vertiente de la presunción de
inocencia se vulnera “cuando los órganos judiciales hayan valorado
una actividad probatoria lesiva de otros derechos fundamentales o
carente de garantías”.30

29 Sobre estos aspectos de la carga de la prueba, véase Ferrer Beltrán, “Una concepción
minimalista y garantista de la presunción de inocencia”, en José Juan Moreso y José Luis Martí
(eds.), Contribuciones a la filosofía del derecho. Imperia en Barcelona 2010, Madrid, Marcial Pons,
2012, pp. 137-155.

30 STC 189/1998 de 28 de septiembre.


42

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Por su parte, la Corte Interamericana explicó en Ricardo


Canese vs. Paraguay31 que la presunción de inocencia es un derecho
que “implica que el acusado no debe demostrar que no ha cometido el
delito que se le atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quien
acusa” (párrafo 154); mientras que en López Mendoza vs.
Venezuela32 reiteró que “la carga de la prueba recae en la parte
acusadora y no en el acusado” (párrafo 128).

B. La presunción de inocencia como estándar de prueba

En el citado amparo en revisión 349/2012, esta Primera Sala


explicó que la presunción de inocencia como estándar probatorio o
regla de juicio “puede entenderse como una norma que ordena a los
jueces la absolución de los inculpados cuando durante el proceso no
se han aportado pruebas de cargo suficientes para acreditar la
existencia del delito y la responsabilidad de la persona”, de tal manera
que deben “distinguirse dos aspectos implícitos en esta vertiente de la
presunción de inocencia: (i) lo que es el estándar propiamente dicho:
las condiciones que tiene que satisfacer la prueba de cargo para
considerar que es suficiente para condenar; y (ii) la regla de carga de
la prueba, entendida en este contexto como la norma que establece a
cuál de las partes debe perjudicar procesalmente el hecho de que no
se satisfaga el estándar de prueba (burden of proof, en la terminología
anglosajona)”, criterio reiterado en varias ocasiones por esta Primera

31 Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31


de agosto de 2004. Serie C No. 111.

32 Caso López Mendoza vs. Venezuela. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de


septiembre de 2011 Serie C No. 233.
43

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

Sala y recogido en la tesis jurisprudencial de rubro “PRESUNCIÓN DE


INOCENCIA COMO ESTÁNDAR DE PRUEBA”.33

En términos similares, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos sostuvo en Cantoral Benavides vs. Perú34 que “[e]l
principio de la presunción de inocencia, tal y como se desprende del
artículo 8.2 de la Convención, exige que una persona no pueda ser
condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad
penal”, de tal suerte que “[s]i obra contra ella prueba incompleta o
insuficiente, no es procedente condenarla, sino absolverla” (párrafo
120).

Posteriormente, en López Mendoza vs. Venezuela la Corte


Interamericana hizo referencia a esta vertiente de la presunción de
inocencia, aunque con una terminología imprecisa, al señalar que “la
demostración fehaciente de la culpabilidad constituye un requisito
indispensable para la sanción penal”, toda vez que “la falta de prueba
plena en una sentencia condenatoria constituye una violación al
principio de presunción de inocencia” (párrafo 128, énfasis añadido).
En este sentido, es evidente que aun con un estándar de prueba muy
exigente no puede haber una prueba plena entendida como “certeza
absoluta”, toda vez que la prueba de la existencia de un delito y/o la
responsabilidad de una persona sólo puede establecerse con cierto
grado de probabilidad. Por lo demás, en el precedente interamericano
en cita también se aclaró que “cualquier duda debe ser usada en
beneficio del acusado” (párrafo 128).

33 Décima Época, Registro: 2006091, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis:


Jurisprudencia, Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014,
Tomo I, Materia(s): Constitucional, Tesis: 1a./J. 26/2014 (10a.), Página: 476.

34 Caso Cantoral Benavides vs. Perú. Fondo. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C
No. 69.
44

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

En este orden de ideas, esta Primera Sala entiende que el


principio in dubio pro reo constituye una “regla de segundo orden”
implícita en la presunción de inocencia que ordena absolver al
procesado en caso de duda sobre el cumplimiento del estándar.35 En
consecuencia, de conformidad con la regla de la carga de la prueba
implícita en la presunción de inocencia, la parte perjudicada por la no
actualización del estándar es el Ministerio Público. Ahora bien, esta
Primera Sala se ha ocupado en otras ocasiones de desarrollar el
contenido al derecho a la presunción de inocencia en su vertiente de
estándar de prueba, de tal manera que se ha sostenido de forma
reiterada en varios precedentes ─amparo directo en revisión
715/2010,36 el amparo en revisión 466/2011,37 el amparo en
revisión 349/2012, el amparo directo 78/201238 y el amparo directo
21/201239─ que para poder considerar que hay prueba de cargo
suficiente para enervar la presunción de inocencia, el juez debe
cerciorarse de que las pruebas de cargo desvirtúen la hipótesis de
inocencia efectivamente alegada por la defensa en el juicio y, al mismo
tiempo, en el caso de que existan, debe descartarse que las pruebas
de descargo o contraindicios den lugar a una duda razonable sobre la

35 Ferrer Beltrán, op. cit., p.153.

36 Sentencia de 29 de junio de 2011, resuelta por mayoría de cuatro votos de los Ministros
Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas
(Ponente), Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, en contra del emitido por el señor Ministro
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.

37 Sentencia de 9 de noviembre de 2011, resuelta por mayoría de tres votos de los señores
Ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz y Presidente Arturo Zaldívar Lelo
de Larrea (Ponente), en contra del emitido por la Ministra Olga Sánchez Cordero de García
Villegas. Ausente el Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia..

38 Sentencia de 21 de agosto de 2003, resuelta por mayoría de cuatro votos de los señores
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (quien se reservó
su derecho de formular voto concurrente), Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente
Jorge Mario Pardo Rebolledo (quien también se reservó su derecho de formular voto concurrente),
en contra del emitido por el Ministro José Ramón Cossío Díaz (quien se reservó su derecho a
formular voto particular).

39 Sentencia de 22 de enero de 2014, resuelta por unanimidad de cinco votos de los


señores Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y el Ministro Presidente Jorge
Mario Pardo Rebolledo, quienes se reservaron el derecho de formular voto concurrente, con
excepción del Ministro ponente.
45

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

hipótesis de culpabilidad sustentada por la parte acusadora,40 criterio


recogido en la tesis de rubro “PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO
ESTÁNDAR DE PRUEBA. CONDICIONES PARA ESTIMAR QUE
E X I S T E P R U E B A D E C A R G O S U F I C I E N T E PA R A
DESVIRTUARLA”41

En esta misma línea, en el citado amparo directo en revisión


4380/2013 se explicó que “cuando existen tanto pruebas de cargo
como de descargo, la hipótesis de la acusación sólo puede estar
probada suficientemente si al momento de valorar el material
probatorio se analizan conjuntamente los niveles de corroboración
tanto de la hipótesis de culpabilidad propuesta por la acusación como
de la hipótesis de inocencia alegada por la defensa”,42 de ahí que “no
puede restarse valor probatorio a las pruebas de descargo
simplemente con el argumento de que existen pruebas de cargo
suficientes”, ya que en el escenario antes descrito ─cuando en el
material probatorio disponible existen pruebas de cargo y de
descargo─ “la suficiencia de las pruebas de cargo sólo se puede
establecer en confrontación con las pruebas de descargo”, de tal
manera que estas últimas “pueden dar lugar a una duda razonable
tanto en el caso de que cuestionen la fiabilidad de las pruebas de
cargo, como en el supuesto en que la hipótesis de inocencia
efectivamente alegada por la defensa esté corroborada por esos
elementos exculpatorios”, criterio recogido en la tesis de rubro

40 Para la formulación de este estándar de prueba se han tenido particularmente en cuenta


lo expuesto en Ferrer Beltrán, Jordi, La valoración racional de la prueba, Madrid, Marcial Pons,
2007, p. 147; Ferrer Beltrán, “Una concepción minimalista…”, op. cit., pp. 149-153; y Gascón
Abellán, Marina, “Sobre la posibilidad de formular estándares de prueba objetivos”, Doxa.
Cuadernos de filosofía del derecho, núm. 28, 2005. .

41 Décima Época, Registro: 2007733, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada,
Fuente: Semanario Judicial de la Federación, Publicación: viernes 24 de octubre de 2014 09:35 h,
Materia(s): (Constitucional, Penal), Tesis: 1a. CCCXLVII/2014.

42 Sobre el concepto de hipótesis en la teoría de la argumentación en materia de prueba,


véase Gascón Abellán, Marina, Los hechos en el derecho. Las bases argumentales de la prueba,
2ª ed. Madrid, Marcial Pons, 2004, pp. 101-115.
46

AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

“PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y DUDA RAZONABLE. FORMA EN


LA QUE DEBE VALORARSE EL MATERIAL PROBATORIO PARA
SATISFACER EL ESTÁNDAR DE PRUEBA PARA CONDENAR
CUANDO COEXISTEN PRUEBAS DE CARGO Y DE DESCARGO”.43

En este orden de ideas, al resolver el amparo directo en


revisión 3457/2013,44 esta Primera Sala sostuvo que también “puede
actualizarse una duda razonable en los casos en los que la defensa
del acusado no propone propiamente una hipótesis de inocencia, sino
una versión de los hechos que sólo es incompatible con algunos
aspectos del relato de la acusación, por ejemplo, cuando la hipótesis
de la defensa asume alguna de las siguientes posturas: (i) están
acreditados los hechos que actualizan el tipo básico pero no los de un
delito complementado; (ii) están acreditados los hechos del tipo simple
pero no los que actualizan una calificativa o modificativa; (iii) están
acreditados los hechos que demuestran que delito fue tentado y no
consumado; o (iv) está acreditado que los hechos se cometieron
culposamente y no dolosamente”, de tal manera que “[e]n este tipo de
situaciones, la confirmación de la hipótesis de la defensa sólo hace
surgir una duda razonable sobre un aspecto de la hipótesis de la
acusación, de tal manera que esa duda no debe traer como
consecuencia la absolución, sino tener por acreditada la hipótesis de
la acusación en el grado propuesto por la defensa”.

En dicho precedente se explicó además que “una de las


particularidades del estándar de prueba en materia penal tiene que ver
con que en muchas ocasiones las partes plantean al menos dos

43 Décima Época, Registro: 2007734, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada,
Fuente: Semanario Judicial de la Federación, Publicación: viernes 24 de octubre de 2014 09:35 h,
Materia(s): (Constitucional, Penal), Tesis: 1a. CCCXLVIII/2014

44 Sentencia de 26 de noviembre de 2014, resuelta por mayoría de votos de los Ministros


Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de
García Villegas, Presidente Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y con voto en contra del Ministro Jorge
Mario Pardo Rebolledo.
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versiones total o parcialmente incompatibles sobre los hechos


relevantes para el proceso, las cuales están recogidas
respectivamente en la hipótesis de la acusación y en la hipótesis de la
defensa”, lo que significa que “en el material probatorio pueden
coexistir tanto pruebas de cargo como pruebas de descargo”. En esa
oportunidad, esta Primera Sala aclaró que “no sólo deben
considerarse pruebas de descargo aquéllas que apoyan directamente
la hipótesis de la defensa, sino también cualquier medio probatorio
que tenga como finalidad cuestionar la credibilidad de las pruebas de
cargo o más ampliamente poner en duda algún aspecto de la hipótesis
de la acusación”, recordando que “los jueces ordinarios tienen la
obligación de valorar todas las pruebas de descargo para no vulnerar
la presunción de inocencia de la que goza todo imputado”.

En relación al concepto de “duda” asociado al principio in dubio


pro reo, en el citado amparo directo en revisión 3457/2013 se señaló
con toda claridad que “[c]oncebir la duda en clave psicológica, es
decir, como la ‘falta de convicción’ o la ‘indeterminación del ánimo o
del pensamiento’ del juez es una interpretación contraria a un
entendimiento garantista de la presunción de inocencia”, de tal manera
que “asumir que la ‘duda’ hace referencia al ‘estado psicológico’ que
las pruebas practicadas en el proceso pueden suscitar en el juez, es
algo propio de las concepciones que utilizan la idea de ‘íntima
convicción’ como estándar de prueba”. Al respecto, se destacó que de
acuerdo con “la doctrina especializada, cuando una condena se
condiciona a los ‘estados de convicción íntima’ que pueda llegar a
tener un juez en relación con la existencia del delito y/o la
responsabilidad del imputado, se abre la puerta a la irracionalidad

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porque esos estados de convicción pueden emerger en el juzgador sin


que haya una conexión entre éstos y la evidencia disponible”.45

En esta línea, en el precedente en cita se sostuvo que la duda


“debe entenderse como la existencia de incertidumbre racional sobre
la verdad de la hipótesis de la acusación”,46 la cual “no sólo está
determinada por el grado de confirmación de esa hipótesis, sino
también eventualmente por el grado de confirmación de la hipótesis de
la defensa, en el supuesto de que existan pruebas de descargo que la
apoyen”. Así, “cuando la hipótesis de la defensa es total o
tendencialmente incompatible con la hipótesis de la acusación, el
hecho de que aquélla se encuentre confirmada por las pruebas
disponibles genera una incertidumbre racional sobre la verdad de la
hipótesis que sustenta el Ministerio Público, lo que se traduce en la
existencia de una duda razonable sobre la culpabilidad del imputado”.

Entender la “duda” a la que alude el principio in dubio pro reo


como incertidumbre racional sobre la verdad de la hipótesis de la
acusación, no sólo exige abandonar la idea de que para que para
determinar si se actualiza una duda absolutoria el juez requiere hacer
una introspección para sondar la intensidad de su convicción, sino
también asumir que la duda sólo puede surgir del análisis de las
pruebas disponibles.47 En consecuencia, la satisfacción del estándar
de prueba no depende de la existencia de una creencia subjetiva del
juez que esté libre de dudas, sino de la ausencia dentro del conjunto

45 Aguilera García, Edgar, “Crítica a la ‘convicción íntima’ como estándar de prueba en


materia penal”, Reforma judicial. Revista mexicana de justicia, núm. 12, 2008, p. 8.

46 Ferrer Beltrán, “Una concepción minimalista…”, op. cit., p. 152.

47 Accatino, Daniela, “Certezas, dudas y propuestas en torno al estándar de la prueba


penal”, Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, núm. 37, 2011, pp.
502-503.
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del material probatorio de elementos de prueba que justifiquen la


existencia de una duda.48

Si esto es así, como lo señala la doctrina especializada, lo


relevante “no sería la existencia efectiva de una duda, sino la
existencia en las pruebas de condiciones que justifican una duda; en
otras palabras, lo importante no es que la duda se presente de hecho
en el juzgador, sino que la duda haya debido suscitarse a la luz de las
evidencias disponibles” (énfasis añadido).49

En este orden de ideas, en el citado amparo directo en revisión


3457/2013 también se señaló que “la obligación de los tribunales de
amparo ante una alegación de violación al in dubio pro reo no consiste
en investigar el estado mental de los jueces de instancia para
determinar si al momento de dictar sentencia existía en ellos una ‘duda
psicológica’ sobre la existencia del delito y/o la responsabilidad del
acusado, ni tampoco en cerciorarse de que el juez de instancia no
haya expresado en su sentencia alguna duda sobre alguno de esos
dos aspectos, puesto que sería muy extraño que habiéndolo hecho
hubiera condenado al acusado”, por el contrario, “la obligación que
impone el derecho a la presunción de inocencia a un tribunal de
amparo en estos casos consiste en verificar si a la luz del material
probatorio disponible el tribunal de instancia tenía que haber dudado
de la culpabilidad del acusado, al existir evidencia que permita
justificar la existencia de una incertidumbre racional sobre la verdad de
la hipótesis de la acusación, ya sea porque ésta no se encuentre
suficientemente confirmada o porque la hipótesis de inocencia
planteada por la defensa esté corroborada”.

48 Ídem, p. 503.

49 Ibídem.
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En todo caso, debe reiterarse que para poder determinar si en un


caso concreto ha quedado satisfecho el estándar de prueba deben
analizarse conjuntamente los niveles de confirmación tanto de la
hipótesis de culpabilidad propuesta por la acusación como de la
hipótesis de la defensa. Tampoco debe perderse de vista que la duda
razonable puede presentarse al menos en dos situaciones
relacionadas con la existencia de pruebas de descargo: (i) cuando las
pruebas de descargo confirman la hipótesis de la defensa (ya sea de
inocencia o que simplemente plantee una diferencia de grado con la
hipótesis de la acusación) puede surgir una duda razonable al estar
probada una hipótesis total o parcialmente incompatible con la
hipótesis de la acusación; y (ii) también puede surgir una duda
razonable cuando las pruebas de descargo cuestionan la credibilidad o
el peso o la fuerza probatoria de las pruebas de cargo que sustentan
la hipótesis de la acusación a tal punto que se genere una
incertidumbre racional sobre la verdad de ésta.

De esta manera, la presunción de inocencia en su vertiente de


estándar de prueba establece la forma en la que se debe tomar la
decisión sobre la existencia de prueba suficiente para establecer la
existencia del delito y/o la responsabilidad del acusado. En este
sentido, este derecho fundamental obliga a tomar esa decisión a partir
del análisis comparativo de los niveles de confirmación de la versión
de los hechos planteada por cada una de las partes. Por un lado, al
analizar si está probada la hipótesis de culpabilidad alegada por la
acusación, deben examinarse tanto las pruebas de cargo que apoyan
esa versión de los hechos, como las pruebas de descargo que
cuestionan la credibilidad y el peso probatorio de las pruebas de
cargo. Por otro lado, al analizar si está probada la hipótesis de
inocencia deben analizarse las pruebas de descargo que apoyan esa
versión de los hechos, así como las pruebas ofrecidas por la

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

acusación que cuestionan la credibilidad y la fuerza probatoria de las


pruebas de descargo.

Como se ha venido enfatizando, los tribunales de instancia no


deben llegar a la conclusión de que la hipótesis de la acusación ha
quedado suficientemente probada examinando exclusivamente las
pruebas de cargo, sino que también están obligados a evaluar el
impacto de las pruebas de descargo en la hipótesis de la acusación.
Así, mientras que hay pruebas de descargo que directamente debilitan
el nivel de confirmación de la hipótesis de la acusación al atacar la
credibilidad de las pruebas de cargo que la sustentan, hay otras que
debilitan indirectamente el nivel de confirmación de la hipótesis de la
acusación al proporcionar apoyo inductivo a la hipótesis de inocencia
alegada por la defensa, que constituye una versión de los hechos
incompatible con la de la acusación.

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, la manera en la que


opera el estándar de prueba tiene como presupuesto necesario dos
premisas básicas en relación con el conocimiento de los hechos en el
proceso penal. En primer lugar, como ya se destacó, la conclusión
probatoria en relación con la existencia de un delito y/o la
responsabilidad de una persona sólo puede establecerse con cierto
grado de probabilidad.50 Esto significa que los hechos relevantes en el
proceso penal nunca pueden estar probados “plenamente”, en el
sentido de que no pueden conocerse con una certeza absoluta. En
segundo lugar, el proceso penal constituye un mecanismo institucional
que tiene como objetivo la averiguación de la verdad,51 donde

50 Por todos, véanse Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Madrid,
Trotta, 1995, pp. 51-54 y 129-155; Taruffo, op. cit, pp.190-240; Gascón Abellán, Los hechos…, op.
cit., pp.101-115 ; y Ferrer Beltrán, La valoración racional…, op. cit., pp. 91-152.

51 Ferrer Beltrán, Jordi, Prueba y verdad en el derecho, 2ª ed., Madrid, Marcial Pons, 2005,
pp. 69-73. Sobre la dimensión epistemológica del proceso, véase Taruffo, Michele, Simplemente la
verdad. El juez y la construcción de los hechos, Madrid, Marcial Pons, 2010, pp. 155-218.
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normalmente están en competencia dos versiones sobre los hechos


jurídicamente relevantes: la hipótesis de la acusación y la hipótesis de
la defensa.52 El hecho de que el debate probatorio se estructure de
esta forma condiciona la manera en la que desde el punto de vista
metodológico debe tomarse la decisión en torno a la cuestión de si la
acusación acreditó la hipótesis de culpabilidad que mantuvo durante el
proceso.

En consecuencia, partiendo de la base de que la prueba de un


hecho sólo puede alcanzarse con cierto grado de probabilidad, el
estándar de prueba tiene que fijar el nivel de confirmación que se
requiere para dar por probada la hipótesis de la acusación. En este
sentido, la exigencia de que exista “prueba suficiente” para condenar
alude precisamente a la necesidad de satisfacer el nivel de
confirmación o grado de probabilidad requerido por el estándar. Por
otro lado, el estándar de prueba también debe establecer la
metodología que se requiere para tomar la decisión probatoria sobre
los hechos jurídicamente relevantes en un contexto procesal de
hipótesis en competencia.

De esta manera, el derecho a la presunción de inocencia en su


vertiente de estándar de prueba exige contar con un alto nivel de
confirmación de la hipótesis de la acusación para poder declararla
suficientemente probada: la culpabilidad del imputado debe probarse
más allá de toda duda razonable; al mismo tiempo, la presunción de
inocencia establece una regla metodológica que exige que la decisión
probatoria en el proceso penal se tome a partir del análisis
comparativo de los niveles de confirmación de las dos hipótesis en
disputa.

52 En relación con la idea del proceso penal como un mecanismo de decisión sobre
hipótesis en competencia, véase Allen, Ronald J., y Pardo, Michael S., “Juridical Proof and the Best
Explanation”, Law and Philosophy, volumen 27, número 3, pp. 238-240.
53

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Así, el razonamiento probatorio de los tribunales de instancia no


debe estar encaminado a mostrar artificiosamente que la hipótesis de
la defensa no tienen ningún nivel de confirmación por entender que
esa es la única manera de justificar una condena. De hecho, la
presunción de inocencia tolera un cierto nivel de confirmación de la
hipótesis de la defensa, de tal manera que dicha situación no es
incompatible con sostener al mismo tiempo que la hipótesis de la
acusación está probada más allá de toda duda razonable. En un caso
así, debe entenderse simplemente que a pesar de existir elementos
que apoyan la hipótesis de la defensa, una vez valoradas individual y
conjuntamente las pruebas de cargo y de descargo, estas últimas no
alcanzan a generar una duda racional sobre la culpabilidad del
acusado.

Por lo demás, es importante destacar que la posibilidad de


cuestionar la hipótesis de la acusación atacando la credibilidad de las
pruebas de cargo que la sustentan, o bien proponiendo una hipótesis
de inocencia respecto de la cual también se pueden ofrecer y
desahogar las pruebas que se estimen pertinentes para confirmarla,
es una estrategia defensiva legítima garantizada y protegida por la
presunción de inocencia, el derecho a la defensa y el derecho al
debido proceso de toda persona sometida a proceso penal.

En consecuencia, los jueces de instancia y los tribunales de


amparo están obligados a valorar imparcialmente las pruebas de
descargo que se hayan desahogado con alguna de esas finalidades,
sin que les esté permitido restarles valor probatorio con apoyo en
argumentos que presupongan una descalificación de esas pruebas en
atención exclusivamente a la finalidad que se persigue con su
ofrecimiento y desahogo, que no puede ser otra más que apoyar la

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

versión de los hechos que el imputado tiene derecho a defender en el


proceso penal al que está sometido o cuestionar directamente la
hipótesis de la acusación.

Lo anterior no implica, desde luego, que los tribunales deban


otorgarles credibilidad a todas las pruebas de descargo o que estén
obligados a darle la fuerza probatoria que pretende la defensa.
Únicamente supone que los argumentos utilizados para restarle
credibilidad a las pruebas de descargo o para negarles a éstas el peso
probatorio que propone la defensa deben atender exclusivamente a
los criterios de valoración racional de las pruebas compatibles con la
presunción de inocencia, el derecho a la defensa y el debido proceso.
De la misma manera, la obligación de realizar una valoración racional
e imparcial de los elementos de juicio debe extenderse a las pruebas
de cargo, de tal suerte que no deben valorarse favorablemente
simplemente por el hecho de tratarse de pruebas que apoyan la
versión de los hechos sustentada por el Ministerio Público.

De acuerdo con lo anterior, resultan contrarios a la doctrina


constitucional de esta Suprema Corte los argumentos esgrimidos por
el Tribunal Colegiado para avalar que la Sala responsable restara valor
probatorio a algunas pruebas de descargo, al sostener que “los
deposados de tales testigos denotaban parcialidad a efecto de
favorecer al quejoso al adecuar sus deposiciones a lo argumentado
por aquél” (foja 243 de la sentencia de amparo), que con las
documentales exhibidas “sólo se pretende corroborar la versión del
quejoso y de los testigos de descargo que mencionaron que éste se
encontraba en su casa” (foja 245) o que la Sala responsable
desestimó correctamente otras pruebas de descargo pues “con acierto
apreció que se trata de una versión defensista” (foja 252).

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Como no podía ser de otra manera, las declaraciones de los


testigos propuestos por la defensa suelen ser consistentes con la
hipótesis de inocencia del acusado; y en general las pruebas de
descargo pretenden corroborar lo aducido por el imputado, de tal
manera que es razonable que esas pruebas apoyen la versión de los
hechos que mantiene la defensa. Al respecto, esta Primera Sala
señala enfáticamente que no hay nada censurable en que ello ocurra
de esa manera. En la misma línea, tampoco hay nada ilegítimo en
pretender que se le conceda valor probatorio a los medios de
convicción que apoyan una “versión defensista” que el imputado tiene
derecho a plantear. Por el contrario, son los razonamientos del
Tribunal Colegiado los que denotan parcialidad y son incompatibles
con la doctrina de esta Primera Sala sobre la presunción de
presunción de inocencia y los criterios de valoración racional de la
prueba.

3. Derecho a la no autoincriminación

En la demanda de amparo, el quejoso argumentó que la Sala


responsable vulneró su derecho a no autoincriminarse al utilizar en su
perjuicio el hecho de haber ejercido su derecho a guardar silencio,
toda vez que señaló que “el justiciable al tener conocimiento del hecho
que se le imputaba, se reservó su derecho a declarar, omitiendo
entonces referirse al supuesto lugar y las circunstancias en las que se
encontraba el día de los hechos, para posteriormente, luego ante el
juez de origen referir el lugar en el que estaba, en qué circunstancias y
con quién se encontraba, sin que ninguna de las personas con las que
supuestamente se encontraba al momento de los hechos […] haya
declarado ante la Representación Social para hacer de su
conocimiento lo injusto de la detención del justiciable”.

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En la sentencia de amparo, el Tribunal Colegiado omitió dar


respuesta a este argumento. Así, a continuación se expone la doctrina
de esta Primera Sala sobre el derecho a no autoincriminarse.

En primer lugar, conviene recordar que la fracción II del apartado


B del artículo 20 constitucional establece que el imputado tiene el
derecho a “declarar o a guardar silencio”,53 mientras que el inciso g)
del artículo 8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos
dispone que toda persona sometida a proceso penal tiene “derecho a
no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable”. Al
respecto, esta Primera Sala estima pertinente reiterar, retomando lo
sostenido en la contradicción de tesis 29/2004,54 que el derecho a la
no autoincriminación es “un derecho específico de la garantía genérica
de defensa que supone la libertad del inculpado para declarar o no”,
de tal manera que “el derecho de no autoincriminación debe ser
entendido como el derecho que tiene todo inculpado a no ser obligado
a declarar, ya sea confesando o negando los hechos que se le
imputan; razón por la cual se prohíben la incomunicación, la
intimidación y la tortura e, incluso, se especifica que la confesión
rendida ante cualquier autoridad distinta del Ministerio Público o del
Juez, o ante éstos sin la presencia de su defensor, carecerá de valor
probatorio”.

Como lo establece el citado precedente, en el derecho


comparado este derecho fundamental se ha entendido como una

53 Antes de la reforma del 18 de junio de 2008, este derecho se encontraba localizado en


la fracción II del apartado A del artículo 20 constitucional, en la cual se establecía que el inculpado
“[n]o podrá ser obligado a declarar”.

54 Sentencia de 22 de septiembre de 2004, resuelta por unanimidad de cuatro votos de los


Ministros José de Jesús Gudiño Pelayo, Juan N. Silva Meza, José Ramón Cossío Díaz y
Presidenta Olga Sánchez Cordero de García Villegas (Ponente).
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especificación del derecho a la defensa,55 que se traduce en la


prohibición de obligar al acusado, directamente por medio de coacción
o indirectamente a través de engaños, a declararse culpable o a
suministrar datos que puedan incriminarlo.56

En esta línea, en el amparo directo en revisión 3457/2013,


esta Primera Sala explicó que “el derecho a la no autoincriminación no
sólo comporta el derecho a guardar silencio, sino también una
prohibición dirigida a las autoridades de obtener a través de coacción
o engaño evidencia autoincriminatoria producida por el propio
inculpado”. En este orden de ideas, debe señalarse que este derecho
no sólo protege al imputado de la utilización de coacción o engaño con
el objetivo de que éste declare en el proceso, sino también de la
utilización en su contra de cierto tipo de coerción que puede ejercerse
sobre él con la finalidad de que coopere con las autoridades
suministrando información que pueda incriminarlo, como ocurre en los
casos en los que existe la posibilidad de que se realicen inferencias
desfavorables a sus intereses a partir del silencio o pasividad
mantenida por el imputado tanto en la averiguación previa como en el
proceso penal, ya sea porque el ordenamiento las autorice o la
práctica las lleven a cabo los jueces de instancia. Este tipo de
inferencias constituyen un mecanismo de coerción indirecta proscrito
por el derecho fundamental a no autoincriminarse.

Ahora bien, en la citada contradicción de tesis 29/2004, esta


Primera Sala abordó específicamente ese punto y señaló con toda
claridad que el derecho a no autoncriminarse garantiza que el

55 En este sentido, véanse las siguientes sentencias del Tribunal Constitucional español:
SSTC 197/1995, de 21 de diciembre, FJ 6; 161/1997, de 2 de octubre, FJ 5; 229/1999, de 13 de
diciembre, FJ 3 b); 127/2000, de 16 de mayo, FJ 4; 67/2001, de 17 de marzo, FJ 6; 18/2005, de 1
de febrero, FJ 2; 75/2007, de 16 de abril, FJ 6, y 76/2007, de 16 de abril, FJ 8.

56 Muñoz Conde, op. cit., p. 109.


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imputado pueda declarar o abstenerse de hacerlo, “sin que de su


pasividad oral o escrita se infiera su culpabilidad, es decir, sin que su
derecho a guardar silencio sea utilizado como un indicio de
responsabilidad en los hechos ilícitos que le son imputados”.

De acuerdo con lo expuesto, es evidente que el Tribunal


Colegiado no respondió al planteamiento del quejoso con apoyo en la
doctrina de esta Primera Sala sobre el derecho a no autoinciminarse.

4. Derecho a interrogar a los testigos de cargo

En la demanda de amparo, el quejoso adujo que los testigos de


cargo que comparecieron ante el Ministerio Público no se presentaron
ante el juez de la causa a rendir las ampliaciones sobre lo declarado,
lo que implicó que su defensa no se haya realizado en condiciones de
igualdad con el órgano acusador, toda vez que fue imposible que los
testigos **********, ********** y ********** comparecieran ante el juez
para someter a contradicción sus declaraciones. Al respecto, en la
sentencia de amparo el Tribunal Colegiado se limitó a reconocer que si
bien no se recibió la ampliación de declaración de dichos testigos, ello
no daba lugar a estimar que sus declaraciones no constituyen un
indicio, además de que ni la defensa ni el quejoso ofrecieron algún
careo con dichos testigos. Como se muestra enseguida, esta
consideración del Tribunal Colegiado contraviene la doctrina de esta
Primera Sala sobre el derecho a interrogar a los testigos de cargo.

En primer lugar, cabe señalar que la fracción IV del apartado B


del artículo 20 constitucional establece expresamente el derecho del
imputado a que se le reciban “los testigos y demás pruebas
pertinentes que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley estime
necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

las personas cuyo testimonio solicite”. 57 Con todo, el artículo


8.2.inciso f) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
establece un derecho de mayor alcance, al disponer que la defensa
tiene derecho a “interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de
obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas
que puedan arrojar luz sobre los hecho”.

En el amparo directo en revisión 3007/2014,58 al interpretar los


alcances de este derecho fundamental de fuente internacional, esta
Primera Sala sostuvo que el inciso f) del artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece “el derecho a
interrogar en el proceso a los testigos de cargo, lo que evidentemente
se traduce en la posibilidad de someter a contradicción la declaración
del testigo con inmediación del juez.” De esta manera, debe estimarse
que la existencia de testimonios de cargo, respecto de los cuales la
defensa del imputado no haya tenido oportunidad de interrogar a los
declarantes ante el juez del proceso penal, constituye una vulneración
al derecho fundamental en cuestión. Como se explica más adelante,
esos testimonios no deben considerarse prueba de cargo válida
porque su utilización en una sentencia condenatoria no sólo vulnera el
derecho a interrogar a los testigos de la acusación, sino también
supone la incorporación al proceso de pruebas de cargo inválidas que
no cumplen con las garantías de inmediación y contradicción.

57 Antes de la reforma del 18 de junio de 2008, este derecho se encontraba localizado en


la fracción V del apartado A del artículo 20 constitucional con una redacción muy similar.

58 Sentencia de 27 de mayo de 2015, resuelta por unanimidad de cuatro votos de los


Ministros Arturo Zaldívar Lelo de la Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Día, Jorge Mario Pardo
Rebolledo y Presidente Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, encontrándose ausente la Ministra Olga
María del Carmen Sánchez Cordero de García Villegas.
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En esta misa línea, la Corte Interamericana sostuvo en el caso


Castillo Petruzzi y otros vs. Perú59 que “dentro de las prerrogativas
que deben concederse a quienes hayan sido acusados está la de
examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las mismas
condiciones, con el objeto de ejercer su defensa” (párrafo 154, énfasis
añadido), de tal manera que “la imposición de restricciones a los
abogados defensores de las víctimas vulnera el derecho, reconocido
por la Convención, de la defensa de interrogar testigos y hacer
comparecer a personas que puedan arrojar luz sobre los hechos”
(párrafo 155, cursivas añadidas). En el caso Comunidad indígena
Yakye Axa vs. Paraguay,60 incluso se afirmó que la vulneración de
este derecho se traduce en un estado de “indefensión” para el
inculpado (párrafo 116).

Así, la Corte Interamericana reiteró en varios casos la doctrina


antes reseñada. En Lori Berenson Mejía vs. Perú61 expuso que “el
inculpado tiene derecho a examinar a los testigos que declaran en su
contra y a su favor, en las mismas condiciones, con el objeto de
ejercer su defensa” (párrafo 184, cursivas añadidas). En términos muy
similares, en García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú62 estableció “que
dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan
sido acusados está la de examinar los testigos en su contra y a su
favor, bajo las mismas condiciones, con el objeto de ejercer su
defensa” (párrafo 152, cursivas añadidas). Mientras que en Dacosta

59 Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30
de mayo de 1999. Serie C No. 52.

60 Caso de la Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y


Costas. Sentencia 17 de junio de 2005. Serie C No. 125.

61 Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de
noviembre de 2004. Serie C No. 119.

62 Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. Sentencia de 25 de noviembre de 2005.
Serie C No. 137.
61

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Cadogan vs. Barbados63 señaló que “el artículo 8.2.f reconoce el


derecho de los acusados a interrogar a los testigos presentados contra
ellos y aquéllos que declaran a su favor, bajo las mismas condiciones
que el Estado, con el fin de defenderse” (párrafo 84, cursivas
añadidas).

Por lo demás, como ya se destacó, el derecho a interrogar en el


juicio a los testigos de cargo cuando éstos han rendido su declaración
en la averiguación previa debe vincularse con los principios
constitucionales de contradicción e inmediación, entendidos como
garantías de defensa del imputado derivadas del debido proceso. De
esa manera, este derecho está íntimamente relacionado con la
necesidad de que se garantice al imputado la existencia de un debate
contradictorio ante el juez de la causa donde se someta a escrutinio la
credibilidad de las pruebas de cargo.64 En esta misma línea, con
apoyo en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, la propia Corte Interamericana en Palamara Iribarne vs.
Chile 65 vinculó este derecho fundamental con el principio
contradictorio y el derecho a la defensa (párrafo 178).

Al respecto, el amparo directo 14/2011,66 esta Primera Sala


recordó que en varias ocasiones anteriores se había pronunciado en el
sentido de que el Ministerio Público es una parte en el proceso penal,

63 Caso Dacosta Cadogan vs. Barbados. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones


y Costas. Sentencia de 24 de Septiembre de 2009. Serie C No. 204.

64 Sobre la vinculación de este derecho con el respeto al contradictorio, véase Aragüena


Fanego, Coral, “Exigencias en relación con la prueba testifical contenidas en el artículo 6.3.d) del
CEDH”, en ´Javier García Roca y Pablo Santolaya, La Europa de los derechos. El Convenio
europeo de Derechos Humanos, 2ª ed., Madrid, CEPC, 2009, pp. 460-462.

65 Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y. Costas, Sentencia del 22 de
noviembre de 2005, Serie C, No. 135.

66 Sentencia de 9 de noviembre de 2011, resuelta por unanimidad de cuatro votos de los


señores Ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Olga
Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Ausente el señor
Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

por lo que en esa condición “debe impulsar la acusación haciendo


valer argumentos de los que tenga conocimiento como resultado de
las indagatorias realizadas en la averiguación previa vinculada al
proceso sometido a jurisdicción”. Con todo, en dicho precedente
también se señaló que “dado que el Ministerio Público tiene ese
carácter de parte en el proceso, todos los resultados de sus diligencias
deben ser sometidos al matiz del juicio contradictorio; es decir, deben
ser llevadas ante el juez directamente, para que éste aprecie el
cuestionamiento de la prueba en contradictorio y esté en condiciones
de formular un juicio en ejercicio de la potestad única y exclusiva para
valorarlas” (cursivas añadidas).

En esta línea, se estableció de manera contundente que


“[n]inguna diligencia que sea resultado de una fase donde el juez no
interviene ―la averiguación previa― puede ser tomada en el proceso
como un acto proveniente de una autoridad de la cual por presuponer
buena fe que no admita cuestionamiento en el contradictorio”, de tal
manera que “[e]l Ministerio Público es una parte más, cuyos datos
están tan sujetos a refutación como los del inculpado” (cursivas
añadidas).

Así, esta Primera Sala derivó las exigencias de inmediación y


contradicción en el desahogo de las pruebas personales directamente
del derecho fundamental al debido proceso, al establecer que “[l]a
oportunidad de alegar en contra de una probanza es lo que da al
proceso penal el carácter de debido”. Por tanto, debe entenderse que
las garantías en forman parte del contenido del derecho fundamental
al debido proceso. En esta línea, en el precedente en cuestión se
señaló que “para que se cumpla con el principio de inmediatez (sic),
las pruebas deben ser directamente desahogadas frente al juez”
porque “[s]ólo cuando esta condición es respetada resulta válido

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 3623/2014

considerar que, tal como lo exige el artículo 14, párrafo segundo, de la


Constitución Federal, la persona en cuestión fue privada de su
derecho (la libertad) habiendo sido vencida y oída en juicio”.

En este orden de ideas, en el citado amparo directo 14/2011 se


estableció que el principio de inmediación “obliga a que sea ante un
tercero imparcial que las contrapartes se enfrenten”, de ahí que “un
proceso penal respetuoso de la garantía de defensa del inculpado
supone que la exposición de las hipótesis acusatorias debe poder ser
refutada en contradictorio” (énfasis añadido). En esta línea, esta
Primera Sala estima pertinente reiterar que “[l]a plena defensa del
inculpado se obstaculiza cuando el juez determina que el acervo
probatorio se integra con diligencias provenientes de la averiguación
previa que no son refutadas o contradichas en el juicio” (cursivas
añadidas).

En el precedente en cuestión se justificó el alcance de dicho


pronunciamiento aduciendo que de lo contrario “el inculpado
carece[ría] de la posibilidad de conocer los posibles vicios de la prueba
que habrá de afectar su situación jurídica de manera definitiva”, lo que
implicaría negarle “la oportunidad para combatirla, refutarla e impugnar
su contenido”. Así las cosas, esta Primera Sala señaló de manera
enfática que “[c]onsiderar que las diligencias recabadas por el
Ministerio Público ―órgano que cuenta con plenas facultades para
allegarse de información durante la fase de averiguación previa―
pueden ser automáticamente trasladadas al terreno del juicio y tener
alcance probatorio per se, resulta inadmisible constitucionalmente”.

Si bien se reconoció que “los actos que realiza el Ministerio


Público durante la fase de la averiguación previa están dotados de la
fuerza propia de un acto de autoridad”, también se aclaró que “[e]sta

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fuerza es incompatible con el carácter de parte que obtiene una vez


que está ante el juez”, toda vez que “[e]l desequilibrio procesal es
contrario al debido proceso y, en lo particular, al derecho de defensa
adecuada”. De acuerdo a lo anterior, esta Primera Sala concluyó que
“[l]as pruebas que deben dar sustento a una sentencia condenatoria,
en su caso, deben ser desahogados ante un juez con el fin de que la
contraparte tenga la oportunidad de contradecirlos y alegar en su
contra para su defensa” (cursivas añadidas).

Por lo demás, en el citado amparo directo en revisión


3007/2014 se destacó igualmente que “la idea de que las garantías de
inmediación y contradicción son indispensables para no dejar en
estado de indefensión al inculpado ante una imputación realizada por
un testigo en la averiguación previa queda de manifiesto si se repara
en que la no comparecencia de un testigo a rendir o ratificar su
declaración supone que el imputado no pueda realizar ninguna de las
estrategias defensivas que cabe practicar en esos casos para atacar la
credibilidad de la evidencia testimonial: (i) ya sea cuestionar la forma
en la que el testigo adquirió el conocimiento sobre los hechos que
depone, de tal manera que se aclare si se trata de un conocimiento
personal, de referencia o inferencial; o (ii) cuestionar la credibilidad de
los atributos de la declaración, lo que puede llegar a poner en duda la
veracidad del testimonio (argumentar que el testigo declara en contra
de sus creencias), la objetividad de aquello que el testigo dice creer
(argumentar que el testigo no formó sus creencias sobre los hechos
que declara de acuerdo con un entendimiento objetivo de la evidencia
que percibió con sus sentidos) o la calidad de la observación en la que
se apoyó la declaración (argumentar que las capacidades sensoriales
del testigo no son óptimas, que el estado físico de éste al momento de
percibir los hechos no era el más adecuado para esos efectos o que

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las condiciones en las que percibió esos hechos lo hacen poco


fiable)”.67

De acuerdo con todo lo anterior, es evidente que el Tribunal


Colegiado no dio contestación al argumento planteado por el quejoso
en la demanda de amparo con apoyo en la doctrina constitucional
reseñada sobre el derecho a interrogar a los testigos de cargo en
conexión con las garantías de inmediación y contradicción.

5. Efectos de la presente ejecutoria

De acuerdo con todo lo anterior, deberán devolverse los autos al


Tribunal Colegiado para el efecto de que vuelva a dictar una sentencia
en la que considere lo siguiente: (1) en relación con el
pronunciamiento de esta Primera Sala en el sentido de que el quejoso
sufrió una detención arbitraria, identifique las pruebas que puedan
estar afectadas por dicha violación al derecho fundamental del quejoso
y las excluya del material probatorio susceptible de valorarse; y (2)
vuelva a pronunciarse sobre las violaciones aducidas por el quejoso
en su demanda de amparo en relación con el derecho a la presunción
de inocencia, el derecho a la no autoincriminación y el derecho a
interrogar a los testigos de cargo, tomando en cuenta la doctrina
constitucional sobre esos derechos reiterada en esta sentencia, en el
entendido de que deberá de prescindir de las consideraciones y los
argumentos identificados en esta ejecutoria que se oponen a la
misma.

Por lo expuesto y fundado,

67 Sobre la “credibilidad” de las evidencia testimonial, véase Anderson, Terrence, Schum,


David, y Twining, William, Analysis of Evidence, 2ª ed., Nueva York, Cambridge University Press,
pp. 65-67.
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S E R E S U E L V E:

PRIMERO. En la materia de la revisión, se revoca la sentencia


recurrida.

SEGUNDO. Devuélvanse los autos relativos al Octavo Tribunal


Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito para los efectos
precisados en la parte final del último considerando de esta ejecutoria.

Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia


de la Nación por mayoría de tres votos de los señores Ministros: Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), Jorge Mario Pardo Rebolledo,
quien se reserva el derecho de formular voto concurrente, y Presidente
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, contra el voto del Ministro José Ramón
Cossío Díaz quien se reserva el derecho de formular voto particular.
Ausente la Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas.

Firman el Presidente de la Sala y el Ministro Ponente con el


Secretario de Acuerdos, que autoriza y da fe.

PRESIDENTE DE LA PRIMERA SALA:

MINISTRO ALFREDO GUTIÉRREZ ORTIZ MENA.

P O N E N T E:

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MINISTRO ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA

SECRETARIO DE ACUERDOS DE LA PRIMERA SALA:

LIC. JUAN JOSÉ RUIZ CARREÓN


En términos de lo previsto en los artículos 3, fracción II, 13, 14 y 18 de la Ley
Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, en esta
versión pública se suprime la información considerada legalmente como reservada o
confidencial que encuadra en esos supuestos normativos. CONSTE.

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