Blanca Varela Introducción y Entrevista

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Inti: Revista de literatura hispánica

Number 89
Dossier: La Literatura de Resistencia a la Article 13
Violencia Urbana, Coordinan, María Rosa Lojo y
Marcela Crespo Buiturón

2019

Blanca Varela: Introducción y Entrevista


Claudia Posadas

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Citas recomendadas
Posadas, Claudia (April 2019) "Blanca Varela: Introducción y Entrevista," Inti: Revista de
literatura hispánica: No. 89, Article 13.
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BLANCA VARELA: INTRODUCCIÓN Y ENTREVISTA

Claudia Posadas

Blanca Varela (Lima, 1926-2009), de cuyo fallecimiento se cumplen diez


años este marzo de 2019, es una de las voces hispanoamericanas del siglo
xx más singulares y privilegiadas. Cultivó una voz extremadamente
personal, que postuló una poética de precisión cargada de significados
en tensión. Como dice Adolfo Castañón, se trata de una poesía que
se enmarca en “La austeridad, la aridez, la pobreza y la desnudez
que marcan la tarea poética de Montale, Ungaretti, Auden o Char.1 Y
concluye Castañón: “no abundan los poetas hispanoamericanos que han
sabido alcanzar en la desnudez una plenitud, en la severidad seminal,
riqueza...”,2 como Varela.

Fue ella una de las primeras mujeres en ingresar, a la edad de 16 años, a


la Universidad de San Marcos, en 1943, para estudiar letras y educación.
En ese ámbito universitario conoció a Javier Sologuren y a Jorge Eduardo
Eielson, y a quien sería uno de sus principales maestros y amigos,
Sebastián Salazar Bondy, quien la acercó a Emilio Adolfo Westphalen,
a José María Arguedas y a la peña Pancho Fierro, un centro de artistas
e intelectuales conducido por Alicia y Celia Bustamante, quien fue
esposa de José María Arguedas, miembros de Socorro Rojo. Con ellas
Varela conoció a César Moro y Martín Adán. Fue Salazar Bondy quien
le presentó al pintor Fernando de Szyszlo, quien fue su esposo y con
quien tuvo sus dos hijos.

Con Szyszlo, ella emprendió el iniciático viaje al París de la segunda


posguerra, donde frecuentaron a Cortázar, Fuentes y Paz, quien
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los introdujo a figuras como André Bretón, cuyo pensamiento fue


fundamental para la poeta. En una estancia posterior (1953), Varela
conoció a Sartre y Simone de Beauvoir. Sobre esta efervescencia que
extraordinariamente compartieron, Fernando de Szyszlo ha dicho: “Lo
cierto es que cuando yo estaba en París todos los monstruos estaban
vivos: Picasso, Matisse, Gide, Camus, Sartre, y a William Faulkner me
lo encontraba por la calle.” 3

En esta estadía parisina, Varela, en medio de una cultura cosmopolita,


recuperó lo vivido en Pancho Fierro, que era un espacio de revaloración
de lo nacional y comenzó a escribir poesía, pero no una poesía ajena a
su origen, sino “poemas que recuperaban los paisajes de Perú, donde
quedó mi infancia para siempre”,4 y reitera: “cuando me refiero a mi
infancia, me refiero al Perú, a la sociedad peruana”.5

Es precisamente este espíritu que guía la escritura de “Puerto Supe”,


poema que abre su primer libro, Ese puerto existe (1959),6 volumen célebre
en México porque fue publicado en la Universidad Veracruzana bajo el
auspicio de Paz quien, asimismo, incluyera un prólogo de su autoría, el
cual, de acuerdo con Mariela Dreyfus y Rocío Silva-Santisteban en Nadie
sabe mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela,7 conforma
una clave, “una pauta de interpretación fuerte, un camino marcado para
las exégesis posteriores, una ruta muchas veces difícil de desmarcar”,8 y
también, según estas poetas peruanas, un escenario para el diálogo crítico.

“Puerto Supe” es una contemplación marina, imagen que siempre le


fuera muy cercana y que forma parte del imaginario de muchos de sus
poemas. El mar de este poema es del Puerto Supe, una localidad costera
donde la poeta pasó veranos luminosos con Alicia y Celia Bustamante,
Arguedas y de Szyszlo.

“Puerto Supe” es fundamental porque en él se delinean los rasgos de su


estética, de su manera particular de transgredir la imagen poética y, lo
más significativo, se perfila un tema o referencia que desarrollará a lo
largo de su obra: la “presencia”, la percepción de cierta “manifestación”
de una/otra realidad, pero siempre dentro del plano de lo visible y
tangible, como una forma sutil de cuestionar el mundo fenoménico, y
como una indagación en busca del significado precario de la existencia:

Aquí en la costa escalo un negro pozo,


Voy de la noche hacia la noche honda,
(…)
o habito el interior de un fruto muerto…9
CLAUDIA POSADAS 195

Su obra puede consultarse en diversas antologías, entre ellas Canto


villano. Poesía reunida, 1949-1994;10 Donde todo termina abre las alas (Poesía
reunida, 1949-2000)11 y, recientemente, Poesía reunida 1949-2000 (2016).12

CUÁL ES CUAL…

Varela posee una voz escéptica, irónica y lúcida; no da por sentado


ningún orden, lo cual, probablemente, tiene que ver con su temperamento
inquisitivo e inconforme, su indagación de lo real y de la existencia a
partir de una extrañeza que la poeta despliega frente a lo que nos rodea
y constriñe. Lo dice ella con desafío: “Qué demonios hay detrás de toda
esa especie de juego increíble que es la vida, el estar aquí, el pelear por
cosas que sabes que son efímeras; sin embargo, hay que denunciar esto,
hay que decirlo mientras uno viva. Yo siempre he dicho una cosa que
es una especie de contradicción, la eternidad es hoy. Entonces hoy en
que estoy todavía viva tengo que decir que todo esto no me convence,
que tengo que estar buscándole sentido a las cosas todavía.”13 Concluye:
“Paz dice que no soy surrealista en la práctica sino en el estilo. Hay una
cosa de rebelión, de crítica de la realidad”.14

Blanca Varela se mueve entre ámbitos de la percepción, aunque nunca se


despega de lo real. Es una poeta liminar, que ubica sus reflexiones dentro
del claroscuro: “Siempre he tenido la sensación de que pasamos de una
zona tenebrosa a una especie de iluminación y que, cuando creemos haber
hallado un camino, encontramos que en esa luz que aparentemente nos
guía hay una profunda oscuridad. Camino y vivo entre esos contrastes
porque siempre estoy tratando de encontrar en dónde poner los pies”.15
Aunque, fiel a su temperamento que no se conforma, duda de los nombres:
Cuál es la luz / Cuál la sombra16. Lo reafirma, no sin elocuencia:

“Para mí la poesía, si no es para la conciencia del otro, no me interesa.


Muy modestamente es lo que he tratado de hacer. Cada vez afinando más.
Porque en lo que no se dice es donde está encerrado todo lo que se querría
decir. Tiene más carga emocional el silencio que las palabras mismas. (…)
La poesía no termina en mí, sino en el lector”.17

En ocasiones su poesía es muy clara y precisa, aún dentro de la “densidad


conceptual”18 que la caracteriza; pero hay veces en que llega a lo críptico,
por lo que hay que dar un gran salto de razón para desplegarla. Como
refieren Dreyfus y Santiesteban, Blanca Varela parece decirnos en cada
texto, aludiendo al título de uno de sus poemas,19 que “nadie sabe mis
cosas”, es decir, que sólo la subjetividad de la voz “llena de mí, ascendente
y profunda”,20 pudiera estar al corriente de sus asuntos. Pero justamente
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esta conciencia y expresividad del silencio es lo que le ha valido su carta


de navegación en el contexto tan complejo y vasto que le tocó vivir.
Como dice Castañón, estos poemas son “ejercicios materiales para que la
palabra no se disipe ni se la lleve el viento de la historia literaria ni se
haga humo después de la vanguardia”.21

MÁSCARAS DE LO VILLANO

Conforme desarrolla su poesía, los planteamientos de la autora


se complejizan. Desde el primer poema que abre su primer libro,
como se mencionó, hasta su último título publicado, El falso teclado22,
podemos observar el devenir de eso otro que circunda su creación, que
fundamentalmente implica el diálogo del ser consciente de su finitud
con el misterio por el cual, ante el cual y bajo el cual respira. Como dice
la poeta Carmen Ollé, referida por Castañón: “Su poesía nos invita a
leer-nos del otro lado del espejo”.23

Diversos interlocutores o “fulgores”, como Varela misma los ha llamado


(el fantasma, el ángel, la sombra, una oscuridad, la muerte, un dios al
que increpa, la conciencia, un yo profundo) provenientes de “ese otro
lado del espejo,” que la poeta, más allá de la percepción, busca nombrar,
identificar, aprehender en Luz de día (1963), su segundo libro: 24.24

Tal vez ese silencio dice algo,


es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor en cuyo centro ardemos.

Tal vez el otro lado existe


y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.25

En Valses y otras confesiones (1972),26 su siguiente volumen, Varela comienza


a prescindir de la puntuación y a desarrollar mayormente un versículo
y una narrativa que, en ciertos poemas, conjunta con su estética de
contención.27 Asimismo, contrapone su paisaje anímico y original con el
mundo moderno y, por otra parte, desarrolla en pleno su crítica al ethos
civilizatorio y humano en ese magistral poema que es un diálogo fuera
del tiempo con Simone Weil:28
CLAUDIA POSADAS 197

En la mayor parte del mundo


la mitad de los niños se van a la cama hambrientos.

¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,


a la gravedad y la gracia?

(…)

Los sabios, en quienes depositamos nuestra confianza,


nos traicionan.

(…)

─los niños se van a la cama hambrientos.


─los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.

(…)

─el hombre es un extraño animal.

Por otro lado, el cuestionamiento a lo real, al ser y “al otro/ al que apaga
la luz, al carnicero”,29 acendra su tono escéptico, quizá preparándose
para la dureza de su siguiente libro, Canto Villano (1978),30 que significa
el recrudecimiento de su discurso. En el volumen, el poema es un canto
“villano”, es decir, proveniente de la villanía, como se le conocía al pueblo
llano en la edad media; es el canto abierto, sin disfraces, del pueblo-
especie humana-materia frente a una realidad mirada con escepticismo
(te rendimos dios/ el gran homenaje/ el mayor asombro/ el bostezo”31),
frente a un ser al que se le ha atribuido demasiada importancia y que en
el fondo, sólo es “el querido animal / (…) cuyos huesos son un recuerdo
/ (…) jamás tuvo sombra ni lugar”,32 y frente a su verdad última, vista
desde su desnudez y su nada:

…fatigados comediantes
se retiraron hasta la muerte
y las carpas del circo se abatieron ante el viento
implacable de la realidad cotidiana
y si me preguntan diré que he olvidado todo
que jamás estuve allí…33

Estos versos pertenecen a uno de los poemas más complejos de la autora,


“Camino a Babel”, que podría indicar una especie de ascesis de la materia
al alma o a eso otro circundante, aunque finalmente, escéptica como es,
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la poeta devuelve a la “pobre” forma, a su condición mortal.

En ese orden, el poema, más que a Babel, abre camino a Ejercicios materiales
(1993)34 donde, pese a que la voz continúa su indagación liminar: “ver:
cerrar los ojos/ abrir los ojos: dormir”35, al no tener respuestas, deviene
en un reconocimiento (que no aceptación: “soy un animal que no se
resigna a morir”36) de la materia perecible, y por tanto en una abierta
confrontación con ese orden otro que ya es nombrado como un dios. Se
trata pues, de “ejercicios materiales” de lo matérico para sobrevivir a su
conciencia. Baste citar unos fragmentos del poema homónimo al título
del libro:

…enfrentarse al matarife
entregar dos orejas
un cuello
cuatro o cinco centímetros de piel
moderadamente usada
un atadillo de nervios
algunas onzas de grasa
una pizca de sangre
(…)

el divino con parsimonia de verdugo


limpia su espada en el lomo del ángel más
próximo
como toda voz interior
la belleza final es cruenta y onerosa…37

Y es así como llegamos a El libro de barro (1993)38 que, junto con Concierto
animal (1991)39 y El falso teclado, conforman el último bloque de su
producción poética el cual, de acuerdo con Santiesteban y Dreyfus asume,
aunque por supuesto con sus vertientes, la temática y estética vareliana:
“nos muestran a una escritora en pleno dominio de sus recursos, (…)
en los que podrían considerarse los motivos centrales de su poética a
partir de Ejercicios materiales: el cuerpo, como espacio para la gestación
(cuerpo materno) y el deterioro; la conciencia respecto a la contingencia
del ser y la consecuente imprecación a la divinidad (o a su ausencia); la
muerte, incesantemente descrita, enfrentada y hasta engalanada con una
actitud despiadadamente lúcida y serenamente resignada a un tiempo.”40

El libro de barro es su poemario más unitario, de acuerdo con la autora,


y en lo particular, es el más complejo y a donde llega a un refinamiento
cabal de su ética y estética, a tal grado que, sin prescindir de su discurso,
da un vuelco a su poiesis: “Este poemario es distinto a todos los anteriores.
CLAUDIA POSADAS 199

Mi poesía estaba haciéndose de una retórica inconsciente”.41

El libro implica una observación-aceptación de los mecanismos de


tiempo de ese todo existente que sólo se degrada y devela la materia-
limo ancestral que genera por igual a hombres y dioses, en ese versículo
en que se desarrolla el poemario y que asume la brevedad, la belleza y
la concisión de su obra:

Mirando a los dioses borrarse en el muro y a los hombres sangrar en el libro de


barro. Sal en los labios y en los ojos la memoria desollada aproximándose a la
ausencia…42

En Concierto…, la presencia del dolor frente a la pérdida de uno de sus


hijos en un accidente aéreo en 1996, marcan la escritura del libro. El
trayecto del ser frente a una realidad puesta en vilo y sobre lo que no
tuvo respuestas se va cerrando hasta el vaciamiento de todo discurso:

Felizmente no tengo nada en la cabeza


sino unas pocas ideas equivocadas por cierto
y una memoria sin tiempo ni lugar
nada para poner
nada para dejar
sino huesos, cáscaras vacías
un montoncito de cenizas y
con suerte algo de polvo…43

La voz poética se entrega, sin resistencia, a ese fulgor que la ha acompañado


a lo largo de su poesía. De este modo se cumple esa visión, ese presagio,
dicho ya desde su segundo libro, en ese emblemático verso que da título
a una de sus antologías, “donde todo termina, abre las alas”:44

…afuera el ángel vuela


toca la puerta
espera

(…)

échame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas45

La poesía de Blanca Varela es un canto franco, lúcido y descarnado


de la villanía humana frente a su materia perecedera y a una realidad
inaprensible. Es un canto sin concesiones, sin disfraces. Como lo ha dicho
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la autora, al definir la concepción bajo la cual escribió su Canto villano,


concepción que, finalmente, signa su poética: “Es el libro del inconsciente,
de lo que tú dices cuando no hay nadie, de los gestos que haces frente al
espejo. Esas cosas terribles del monstruo que puedes ser”.46

Su poesía, su canto, así pues, se convierte en un arte del decir villano,


en un mester de villanía.

La siguiente entrevista fue realizada en México en el contexto de su


designación como Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2001.

Ha reiterado que no le gusta hablar de su poesía y, sin embargo, ha


dicho que cada vez más le interesa la conciencia del acto creador.
¿Cómo es esta relación?

B.V. Eso es verdad. Me siento cercana a esa conciencia, pero me interesa


más que los especialistas hablen sobre mi trabajo. Yo no tengo un espíritu
crítico, pero sí autocrítico, es decir, corrijo mucho. Siempre hago una
poda exhaustiva; recorto lo superfluo, lo que no sirve para expresarme.
Pero eso es diferente a que yo tenga algo que decir sobre mi poesía;
solamente escribo y no puedo hacer crítica sobre lo que hago. Eso se lo
dejo a los lectores y a los estudiosos. Pienso que cada persona tiene un
gusto, una medida: hay poetas que hacen crítica, otros que no, así como
hay autores que me gustan, otros que no; hay quienes hacen una obra de
tal o cual forma. Yo sólo trato de que mi poesía sea poco convencional.

¿En qué sentido?

B.V. Es decir, que no sea programática. Escribo de lo que me ha conmovido


y me interesa sumergirme en el ser humano que soy. Incluso, hay
ocasiones en que me refiero al orden social, pero nunca desde un punto
de vista panfletario. No me llama la atención para nada ese tipo de
poesía. Por otra parte, no me interesa la poesía rimada, medida. Creo
que es maravillosa, no la voy a poner en tela de juicio, por ejemplo, ahí
está Mallarmé, quien tiene textos espléndidos. Tampoco es que no la
pueda hacer, simplemente, que mi intención es otra, y el verso medido
no me sirve. Por un lado, para mí la poesía es respiración y silencio. Esto
último es muy importante porque en ese silencio debe haber cosas que
tienen que quedar en el alma del lector.
CLAUDIA POSADAS 201

José Ángel Valente decía que un poema no existe si no se oye, antes


que su palabra, su silencio. ¿Ésa es su búsqueda?

B.V. Claro. He tenido grandes maestros en ese sentido, por ejemplo,


Octavio Paz, quien manejó muy bien ese aspecto: él sabía que había
que suspender el discurso en un momento determinado. Otro ejemplo
es Valente. Admiro muchísimo su poesía, además, fue un buen amigo;
incluso tuve la oportunidad de visitarlo antes que muriera. Guardo
un excelente recuerdo de él. Otro maestro, gran amigo también, ha
sido Westphalen, quien no sólo se cayó en el poema, sino que tuvo un
silencio de 30 años que hasta hace poco rompió. Y bueno, para qué sigo
enumerando. Un autor que no puedo dejar de mencionar es Paul Celán,
otro de mis amores en poesía. A mí me gusta el trabajo poético que dice
cosas a la manera en que la poesía sabe decirlas; Celán, por ejemplo, es
maravilloso en ese sentido. En fin, también diré que me gusta la poesía
alemana, claro, en traducciones porque no conozco el alemán; sólo leo
en francés y en español.

En su poesía este silencio se manifiesta en cierta revelación que, además,


se mezcla sutilmente con el canto villano que protesta...

B.V. La última poesía que he hecho tiene que ver con mi temperamento
y con mi edad. Algunos dicen que soy una poeta pesimista, pero es sólo
una impresión. No es pesimismo, lo que pasa es que, como he dicho,
tuve la experiencia de la muerte en alguien muy cercano a mí, y ése, es
un dolor muy profundo. Pero soy optimista, la gente joven y los niños
me apasionan, son muy próximos a mí, me llevo regio con ellos.

¿Cómo es la contemplación del paisaje poético en su obra?

B.V. Siempre he sido una persona que le gusta observar el mundo, el


arte, lo que me rodea. Tengo un enorme placer al hacerlo. Me gusta la
naturaleza, pero no soy una poeta bucólica; el paisaje es sólo una referencia
en mi poesía. Por ejemplo, vivo al lado del mar, me gusta, siempre lo he
tenido presente en mi vida ya que nací en la costa. Pero como dije, sólo
es una referencia y no una constante.

¿Podría ahondar sobre este aspecto de la poesía como una respiración?

B.V. La música del poema es lo que va dando la respiración. Es algo


que vibra en lo más profundo. Cuando escribo, más que buscar en el
exterior, busco armonía en el interior. Eso es algo que viene desde muy
dentro, y viene como un aire: la respiración del poema es el oxígeno del
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alma. Eso es lo que he tratado de buscar y, como dije, ese viento debe
ser contenido. Ahora que soy mayor sería muy fácil llenar páginas y
páginas de poesía, porque contenerse implica menos dificultad. Ah, y,
por cierto, quiero agregar algo más sobre la respiración y la música: me
hubiera gustado muchísimo hacer una poesía que pudiera cantarse, es
decir, que pudiera ser musicalizada e interpretada por un artista. Cómo
me hubiera encantado, pero no se me dio. Es sólo un pensamiento.

Su poesía se desarrolla desde la imagen contenida, más o menos


referencial, hasta una imagen, aunque breve, mayormente compleja.
¿Cuál fue el proceso?

B.V. Antes me dejaba llevar por esa cosa terrible que es la inspiración. Es
que uno cuando joven, está fascinado por la vida y por la literatura, por
eso tiende a literaturizar, a ser torrente. En mi primera etapa, digamos,
mis poemas eran muy literarios. Creo que más o menos por los 50 años
mi poesía cambia, es decir, se vuelve menos literaria y se humaniza
porque comienzo a vivir la realidad de mi país.

¿Cómo asume este discurso?

B.V. Siempre he sido, como dicen, “una izquierdosa”. Me preocupa la


injusticia, el maltrato, el hambre, que no coman bien los niños. Pero para
la política no soy buena.

¿La expresión contenida tiene que ver con una obra también contenida?

B.V. Como dije, hay que contenerse. Pienso que Ejercicios materiales y El
libro de barro son libros más calmados que mis primeros trabajos. Incluso
pensé que ya no me iba a ser dado escribir más, que esos volúmenes
constituían mi etapa final. Pero no. Y eso mismo pasó con Concierto animal.
Sin embargo, tengo otro libro reciente que incluí en la compilación de
Galaxia Gutenberg que se llama El falso teclado. Entonces, sigo escribiendo.

¿Podría hablarnos de este libro?

B.V. El título tiene que ver con la poesía. El acto de escribir tiene que ver
con un falso teclado porque uno no sabe lo que va a escribir y uno nunca
consigue lo que uno quiere. El poema, entonces, es sólo una aproximación
a lo que uno le interesa hacer.
CLAUDIA POSADAS 203

Dentro de la contención, también hay crudeza, villanía en el lenguaje.


¿Cuál es el planteamiento?

B.V. Mi poesía es dura y desentona. A veces no tengo respeto por las


palabras que son consideradas como “poéticas”. Yo uso todo lo que me
sirve, por ejemplo, adjetivos muy duros. Eso lo heredé de César Vallejo: él
hacía cosas maravillosas, no le importaba torcerle el cuello a la gramática,
es genial. Así, yo uso todo lo que pueda convenir a mis poemas.

¿Por qué no volvió a publicar en México?

B.V. Me da pena no haber publicado en México, que es mi segunda casa


editorial. Guardo muy buenos recuerdos de ese libro de la Universidad
Veracruzana, imagínese, incluía una presentación de Octavio Paz. Él
siempre fue muy generoso, quería mucho a los jóvenes.

Ha dicho que, para usted, la poesía significaba un acto de reafirmación


de la identidad en el mundo adverso que le tocó vivir en sus años de
formación. ¿Qué significa ahora para usted?

B.V. La poesía ha significado y significa el poder ejercitar mi libertad. Yo


soy libre y gratuita, es decir, no espero ninguna recompensa por lo que
haga y diga. La poesía no entra en un mercado, como la pintura. Yo viví
de cerca esa experiencia por mi marido. La poesía no tiene precio, existe
felizmente. Y para mí es muy preciada porque es un acto de reflexión.
En ella me pregunto cosas y como no me contesta nadie, ni la política, ni
la religión, pues voy a la poesía. En ella especulo, y es la única manera
de contestarme cosas.

¿Qué etapa sigue en su vida y obra después del premio?

B.V. No me gusta que la gente me señale, no me gusta el éxito porque


soy muy discreta. Soy poco pretenciosa y no soy vanidosa. Ahora hablo
demasiado porque hay que hacerlo, pero normalmente no. Sólo quiero
seguir escribiendo, tal vez haga traducciones del francés y del inglés,
pero hasta ahora no he tenido tiempo. Sólo quiero retomar el orden de
mi vida que ha sido tranquila.
204 INTI NO 89-90

NOTAS

1 Varela, Blanca. Canto Villano (Poesía reunida, 1949-1994), Nueva ed.,


México, Fondo de Cultura Económica, 2017, p. 27
2 Ídem.
3 Cruz, Juan, entrevista con Fernando de Szyszlo, “Cuando yo estaba en París
todos los monstruos estaban vivos”, periódico El País, España, 28 de noviembre
de 2005. https://elpais.com/diario/2005/11/28/cultura/1133132403_850215.
html Fecha de consulta: diciembre de 2018.
4 Periódico El País, 13 de octubre de 2006, entrevista con Blanca
Varela, “Octavio Paz marcó mi vida y mi poesía”, https://elpais.com/
diario/2006/10/13/andalucia/1160691740_850215.html
5 Valcárcel, Rosina, “Esto es lo que me ha tocado vivir”, entrevista con Blanca
Varela, revista Literalgia. https://www.literalgia.com/entrevista-blanca-
varela-esto-es-lo-que-me-ha-tocado-vivir/ Fecha de consulta: diciembre de
2018.
6 Varela, Blanca, Ese puerto existe, Prólogo de Octavio Paz. Xalapa, Veracruz
(México), Universidad Veracruzana, 1959.
7 Dreyfus, Mariela y Silva-Santisteban, Rocío. Prólogo de Nadie sabe mis cosas.
Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela, Fondo Editorial del Congreso del
Perú, 2007. https://www.lainsignia.org/2007/noviembre/cul_004.htm Fecha
de consulta: diciembre de 2018.
8 Ídem.
9 Varela, Blanca. Poesía reunida 1949-2000, “Puerto Supe”, Ese puerto existe,
Casa de Cuervos/ Sur Librería Anticuaria, Perú, 2016, p. 27.
10 ___, Canto villano (Poesía reunida, 1949-1983), Fondo de Cultura Económica,
México, 1986; segunda edición, FCE México, 996; tercera edición, FCE Perú,
2017.
11 ___, Donde todo termina abre las alas (Poesía reunida, 1949-2000). Prólogo
de Adolfo Castañón y Epílogo de Antonio Gamoneda. Barcelona, Galaxia
Gutenberg /Círculo de Lectores, 2001. Nota: incluye su último poemario, El
falso teclado (2000).
12 ___, op. cit., 2016.
13 Valcárcel, Rosina, op. cit.
14 Fort de Cooper, María Amelia, Entrevista con Blanca Varela, https://
www.youtube.com/watch?v=Qrz53dch0RI Fecha de consulta: noviembre de
2018.
15 Krystal, Efraín, op., cit.
16 Op., cit., “Reja”, Canto villano, 2016, p. 119.
17 Barranco, Justo, entrevista con Blanca Varela, “Mi poesía termina en el
lector”, periódico La Vanguardia, 19 de agosto de 2001.
CLAUDIA POSADAS 205

18 Dreyfus, Mariela y Silva-Santisteban, Rocío, op. cit.


19 Op., cit.,“Nadie sabe mis cosas”, Valses y otras confesiones, 2016, pp. 90-91.
20 Op. cit., “Fuente”, Ese puerto existe, 2016, p. 18.
21 Op., cit., 2017, p. 29.
22 El falso teclado (2000), publicado como libro independiente en 2016, por
la Casa de La Literatura Peruana, en edición no venal. Este reúne sus últimos
trece poemas, dedicados al poeta español José Ángel Valente.
23 Cf. Carmen Ollé, Poetas peruanas: Lima, Perú. “¿Es lacerante la ironía?”.
Márgenes. Encuentro y debate. Año VI. No. 12, noviembre de 1994, pp. 11-16, en
op. cit, 2017, p. 30.
24 Luz de día. Lima, Ediciones de La Rama Florida, 1963.
25 Op., cit., “Máscara de algún dios”, Luz de día, 2016, p. 70-71.
26 Valses y otras falsas confesiones, Instituto Nacional de Cultura, Lima 1972.
27 Op., cit., 2016, “Valses”, Valses y otras confesiones, pp. 81-86.
28 Op. cit., “Conversación con Simone Weil”, Valses y otras falsas confesiones,
2016, p. 110-111.
29 Op., cit., “Secreto de familia”, Valses y otras falsas confesiones, 2016, p. 105.
30 Canto villano, Ediciones Arybalo, Lima, 1978.
31 Op., cit., “A la realidad”, Canto villano, 2016, p. 121.
32 Op. cit., “Persona”, Canto Villano, 2016, p. 137.
33 Op., cit., “Camino a Babel” (IV), Canto villano, 2016, p. 149.
34 Ejercicios materiales, Jaime Campodónico editor, Lima,1993.
35 Op. cit., “Último poema de junio”, Ejercicios materiales, 2016, p. 156.
36 Ibíd., “Escena final”, p. 179.
37 Ibíd., “Ejercicios materiales”, p. 168.
38 El libro de barro, Ediciones del Tapir, Madrid, 1993.
39 Concierto animal, Valencia-Lima, Pre-Textos/PEISA, 1999.
40 Dreyfus y Silva-Santisteban, op. cit.
41 Valcárcel, Rosina, op. cit.
42 Op. cit., El libro de barro, 2016, p. 191.
43 Op., cit., Concierto animal, 2016, p. 225.
44 Op. cit., “Así sea”, Luz de día, 2016, p. 60.
45 Op., cit., “Visitación”, El falso teclado, p. 246
46 Krystal, Efraín, op. cit.
Xul Solar, Ciudá Biombi.
Fundación Pan Klub – Museo Xul Solar

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