SL14420 2014

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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO


Magistrada ponente

SL14420-2014
Radicación n.° 42532
Acta 27

Bogotá, D. C., treinta (30) de julio de dos mil catorce


(2014).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


la parte demandante, contra la sentencia proferida por la
Sala Primera de Descongestión Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, el 3 de julio
de 2009, en el proceso seguido por EDUARDO CARABALLO
BAENA contra la ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO
S.A. E.S.P. “EN LIQUIDACIÓN” y la ELECTRIFICADORA
DEL CARIBE S.A. E.S.P.

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Radicación n.° 42532

I. ANTECEDENTES

Eduardo Caraballo Baena presentó demanda ordinaria


laboral con miras a que se declare que el accidente de
trabajo que sufrió el 29 de febrero de 1996, se debió a culpa
debidamente comprobada de la Electrificadora del Atlántico
S.A. E.S.P. En consecuencia, solicita que se condene «a las
demandadas a pagar solidariamente» los siguientes perjuicios: 1)-

Las sumas de dinero que se prueben en el juicio por


concepto de daño emergente; 2)- Las sumas de dinero que
se prueben en el juicio por concepto de lucro cesante; 3)- El
equivalente a dos mil gramos oro o cien (100) salarios
mínimos legales por concepto de daños morales; 4)- La
indexación; 5)- Lo ultra y extra petita; y 6)- Las costas
procesales.

Fundamentó sus pretensiones en que mediante


contrato de trabajo, inició a prestar sus servicios personales
a la Electrificadora del Atlántico S.A. E.S.P. a partir del 5 de
julio de 1978; que el 29 de febrero de 1996, cuando
desempeñaba el cargo de chofer ayudante, sufrió un
accidente de trabajo en la Cantera Ochoa Autopista a
Puerto Colombia, el cual es imputable a su empleador, toda
vez que la «línea primaria estaba colgando».

Relató que al proceder a ubicar la línea en su sitio,


recibió una descarga eléctrica en sus dos manos; que dicho
accidente «se debió a que el puente superior del cortacircuito fase C
se salió haciendo contacto con grapa de suspensión de la misma fase.
Dicho puente no era visible»; que su empleador es responsable

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Radicación n.° 42532

por el «mal estado de las herramientas (probador de voltaje, puesta a


tierra)».

Refirió que como consecuencia del accidente de trabajo


«sufrió quemadura eléctrica en ambos miembros superiores y le fueron
amputados dichos miembros a nivel del 1/3 discal y colgajos
fasicutáneos por la región axilar bilateral»; que se le programó plan

de rehabilitación para aplicación de prótesis; que al haber


perdido ambos miembros superiores, no tiene posibilidades
de desempeñar el cargo de chofer ayudante ni de ascender a
los cargos de liniero de segunda, liniero de primera,
sobrestante y supervisor; que los salarios y prestaciones
devengados por los trabajadores que desempeñan los cargos
referidos constituyen el perjuicio material por lucro cesante;
que el daño emergente se encuentra representado por los
gastos que ha tenido que sufragar como consecuencia de la
amputación de sus miembros; que el perjuicio moral es
incuestionable pues esas amputaciones que constituyen
una deformidad permanente le generan depresión y son una
causa permanente de preocupación; que a partir del 16 de
agosto de 1998, entre la Electrificadora del Atlántico S.A.
E.S.P. y la Electrificadora del Caribe S.A. E.S.P operó una
sustitución patronal (fls. 1-6).

2º) Al dar respuesta a la demanda, la Electrificadora


del Atlántico S.A. E.S.P. -en liquidación- se opuso a las
pretensiones. En cuanto a los hechos, admitió la existencia
del contrato de trabajo, el cargo desempeñado, la fecha del
infortunio, la pérdida que sufrió el demandante de sus
miembros superiores, y la sustitución patronal.

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Radicación n.° 42532

En su defensa, y luego de hacer referencia a la


investigación que adelantó el Comité de Salud Ocupacional,
refirió que el demandante tuvo responsabilidad directa en el
accidente de trabajo, por cuanto se trataba de un trabajo
«particular» que ejecutó en compañía de la cuadrilla ocupante

del vehículo no. 790 de la Zona 5 de Puerto Colombia, sin


autorización de su jefe inmediato y del Centro de Control de
la empresa; que no se utilizaron los medios de protección
necesarios para el efecto; que para la fecha del suceso
ostentaba el actor el cargo de chofer ayudante y no la de
Liniero de Primera, razón por la cual no estaba facultado
para desarrollar esos trabajos; que el promotor del proceso
y los demás miembros de la cuadrilla, señores Dalmiro
Pacheco (cargo: Liniero de Primera) y Pedro Torregrosa
(cargo: Capataz), no tuvieron la precaución de poner en
práctica «las cuatro reglas de oro en materia de seguridad: corte
visible, condenación, prueba de ausencia de tensión y puestas a tierra».

Adujo que el infortunio no es un accidente de trabajo,


pues el demandante en compañía de los demás miembros
de la cuadrilla se desviaron de las actividades
específicamente a ellos encomendadas para realizar un
trabajo de carácter particular, no autorizado por la
empresa; que el propietario de la cantera y del sitio donde
tuvo ocurrencia el hecho, lejos de llamar al Centro de
Control, recepción de quejas y daños, concertó con los
trabajadores de la referida cuadrilla la reparación de ese
trabajo particular interno; que los trabajadores no
informaron al Centro de Control para que se registrara el
daño y se les comisionara legalmente. Finalmente, formuló

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Radicación n.° 42532

las excepciones que denominó «inexistencia de las obligaciones


que se pretenden deducir en juicios (sic) en contra de la demandada»,
cobro de lo no debido, prescripción y buena fe.

3º) Por su parte, la Electrificadora del Caribe S.A.


E.S.P. al dar respuesta a la demanda, también se opuso a al
éxito de las pretensiones. Frente a los hechos, aceptó la
existencia del contrato de trabajo, el cargo desempeñado, el
accidente de trabajo y la pérdida que sufrió el demandante
de sus miembros superiores. En su defensa expuso que el
trabajador fue afiliado al sistema de riesgos profesionales y
salud que administra el ISS, por lo que cualquier
contingencia derivada de la salud debía ser atendida por
dicha entidad. Propuso las excepciones de inexistencia de
las obligaciones, pago, compensación y prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Quinto Laboral del Circuito de


Barranquilla, mediante fallo del 16 de mayo de 2008,
declaró probada la excepción de «inexistencia de las obligaciones»
y absolvió a las accionadas de las pretensiones de la
demanda.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Llegado el proceso a la segunda instancia por


apelación del demandante, la Sala Primera de
Descongestión Laboral del Tribunal Superior del Distrito

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Radicación n.° 42532

Judicial de Barranquilla, mediante sentencia del 3 de julio


2009, confirmó la de primer grado.

Luego de dejar por sentado que la ocurrencia del


accidente el 29 de febrero de 1996, fue un hecho
indiscutido, el juez colegiado concluyó que en el sub lite, la
parte demandante no demostró la culpa patronal en la
ocurrencia del accidente de trabajo. Al respecto, consideró
en punto al nexo causal y a los elementos de convicción
obrantes en el plenario, lo siguiente:

El recurrente hace alusión al testimonio del señor DALMIRO


PACHECO, transcribiendo algunos apartes de su relato, en su
afán por demostrar que está debidamente comprobada la culpa
del empleador en la ocurrencia del accidente. Pero, una lectura
sistemática de ese testimonio con el rendido por el señor PEDRO
TORREGROSA RIVAS, demuestran que el demandante con los
referidos testigos, quienes, a la sazón, integraban una cuadrilla,
no estaban autorizados por el empleador del momento
(ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO), para adelantar la labor
que implicó el accidente de trabajo y colateralmente, las lesiones
en la humanidad del señor EDUARDO CARABALLO BAENA,
consistentes en la pérdida de los miembros superiores de sus
extremidades. De tal manera, que la relación de causalidad entre
el daño y las omisiones imputadas al empleador, se desdibuja
por completo.

En ninguno de los hechos de la demanda, el señor EDUARDO


CARABALLO BAENA afirmó que se encontraba autorizado por la
empresa para desplegar las tareas en la Cantera Ochoa, donde
se encontraba una línea de fluido eléctrico desubicada. Y era
consecuente esa conducta procesal con la realidad, pues, de las
actas procesales se infiere que tal orden no existía, muy a pesar
de lo afirmado por el testigo DALMIRO PACHECO, al significar
que la recibieron del señor FERNANDO PEREZ (sic). Se desestima
tal declaración, al no perder de vista que el señor PEDRO
MANUEL TORREGROSA RIVAS, quien era el jefe de la cuadrilla
que integraban el testigo acabado de citar y el actor, en momento
alguno, al rendir igualmente testimonio, indicó que el Centro de
Controles de la empresa autorizó el trabajo en la referida
cantera, de modo, que cobra fuerza la postura defensiva de la
ELECTRIFICADORA DEL ATLANTICO, al haber esgrimido que tal
orden no existió, enrostrándole que esa labor no fue coordinada

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Radicación n.° 42532

por la empresa, y en últimas, se trató de una actividad


particular, sin autorización del superior inmediato.

Es patente que el señor PEDRO TORREGROSA, rehuyó al


responder la pregunta que procuraba esclarecer, si había sido él,
quien había ordenado al señor CARABALLO BAENA, ejecutar la
tarea donde se lesionó, en cuanto, adujo que fue la cuadrilla la
que organizó el trabajo, poniendo, al paso, de relieve, que
ciertamente, no hubo coordinación con el Centrol de Control de la
empresa.

Es más, DALMIRO PACHECO ratifica la calidad de jefe de la


cuadrilla que le asistía a TORREGROSA, indicando que le dio la
orden al demandante porque confiaba en sus capacidades. Tal
faceta del testimonio del señor PACHECO, pone en evidencia la
imprudencia de haberse delegado en el chofer, cargo que
desempeñaba el demandante, que no, en un liniero, adelantar la
reparación que propició la descarga eléctrica con los daños ya
registrados en la persona del actor, al tiempo, que este último, al
aceptar realizar una tarea distinta al rol propio de sus funciones,
actuó igualmente, de manera imprudente. Así, tampoco el testigo
invocado en el recurso de apelación sirve de aval para infligir la
culpa patronal.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la parte actora que la Corte case la sentencia


recurrida, para que, en sede de instancia, se revoque la de
primer grado y, en su lugar, «declare la culpa de la entidad
empleadora en la ocurrencia del accidente de trabajo sufrido por el
demandante el 29 de febrero de 1996 y la consiguiente obligación
solidaria de las demandadas de indemnizar al demandante por todos
los perjuicios morales y materiales que se deriven del mismo; que les
condene al resarcimiento de los perjuicios morales en cuantía
equivalente a dos mil gramos oro ó cien (100) salarios mínimos legales,
con la correspondiente indexación desde la fecha del accidente; y

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Radicación n.° 42532

declare probada la excepción de petición antes de tiempo respecto de la


concretización del valor de los perjuicios económicos los cuales sólo
podrán definirse a la terminación del contrato de trabajo por causas
diferente del reconocimiento de la pensión de jubilación o de vejez.
Sobre costas se proveerá como corresponda».

Con tal propósito formula un cargo, por la causal


primera de casación, el cual fue replicado.

VI. CARGO ÚNICO

Atribuye a la sentencia recurrida la violación por la vía


indirecta, en la modalidad de aplicación indebida de «los
artículos 57 numerales 1, 2 y 3; 32, 55, 69, 70 y 216 del Código
Sustantivo del Trabajo; 98 del decreto 1295 de 1994; 60, 61 y 145 del
Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social; artículos 74 y 77
del Código de Procedimiento Civil; artículo 53 de la Carta Política; 2347,
2356 del Código Civil; 70 del decreto 2820 de 1974».

Señala que el quebrantamiento de las citadas


disposiciones, se produjo por los siguientes errores de
hecho:

1. No dar por demostrado, estándolo, que el accidente de trabajo


sufrido por el demandante el 29 de febrero de 1996, ocurrió
por fallas en las medidas de seguridad industrial
correspondientes a la empleadora que en ese entonces era
ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. ESP.

2. No dar por demostrado, estándolo, que dicho accidente le


ocurrió al demandante porque fue puesto a desempeñar una
actividad diferente de las correspondientes a su cargo que en
ese entonces era el de “chofer ayudante” y porque el
trabajador carecía de los elementos de seguridad que no le
fueron suministrador por la entidad empleadora; a más de
que “la capacitación en seguridad para personal de zona” era
deficiente”.

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Radicación n.° 42532

3. No dar por demostrado, estándolo, que para desempeñar la


actividad en la cual el demandante sufrió el accidente en
referencia se requería ocupar el cargo de liniero de primera.

4. No dar por demostrado, estándolo, que el día del accidente el


demandante no contaba con los elementos necesarios para
tomar las medidas de seguridad pertinentes; carecía de
probador de voltaje y de puesta a tierra, además de que “la
capacitación en seguridad para personal de zona” era
deficiente”.

5. No dar por demostrado, estándolo, que en la noche del viernes


28 de febrero de 1996, “el circuito Solymar estuvo
presentando fallas. La cuadrilla en turno del vehículo
asignado a Zona Puerto Colombia salió a inspeccionar el área
por solicitud de Centro de Control. Posteriormente observaron
que había ‘chispas’ en el sitio de interconexión al área interna
de la Cantera Ochoa, por lo que procedieron a abrir el ramal,
previo aviso al Centro de Control y dejando informe a la
cuadrilla que recibía turno en horas de la mañana,
para que levantaran la línea primaria que estaba baja”.
(Negrilla y subraya no del texto)

6. No dar por demostrado, estándolo, que el accidente de trabajo


en referencia ocurrió porque: a) había una fase energizada en
el ramal donde se iba a laborar b) no hubo prueba de
ausencia de tensión; c) La cuadrilla no se comunicó con Centro
de Control para informar que estaba en el sitio, y coordinar
así las maniobras en el circuito; d) la ejecución del trabajo fue
encomendada al chofer ayudante; siendo que este tipo de
trabajo debe ser ejecutado por liniero de primera; e) la
postería y herrajes del ramal estaban exageradamente
deteriorados.

7. No dar pos demostrado, estándolo, que “el capataz, el jefe


de grupo o el jefe de carro de turno es el responsable de
la existencia en buen estado de los elementos de
protección y seguridad. Así mismo tienen que velar por
una adecuada y oportuna dotación de ellos, al igual
que de herramientas”.

8. No dar por demostrado, estándolo, que como consecuencia del


aludido accidente de trabajo el demandante perdió totalmente
ambos miembros superiores por lo que padece gran invalidez
que le obliga a recibir ayuda de otra persona para satisfacer
sus necesidades más íntimas; los perjuicio morales son
incalculables y los perjuicios materiales se presentarán
inexorablemente en el momento que termine su vinculación
laboral con ELECTRIFICADORA DEL CARIBE S.A. E.S.P., por
razón diferente del reconocimiento de la pensión de jubilación,
de invalidez o de vejez.

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Radicación n.° 42532

9. No dar por demostrado, estándolo, la culpa de la entidad


empleadora en el accidente de trabajo sufrido por el
demandante el 29 de febrero de 1996.

10. Dar por demostrado, sin estarlo, que el demandante no se


encontraba autorizado “por la empresa para desplegar las
tareas en la Cantera Ochoa donde se encontraba una línea de
fluido eléctrico desubicada”.

11. Dar por demostrado, sin estarlo, que la labor en la cual se


presentó el accidente de trabajo fue “una actividad particular,
sin autorización del superior inmediato”.

12. No dar por demostrado, estándolo, que el jefe inmediato del


demandante lo era el señor PEDRO MANUEL TORREGROSA
RIVAS, capataz o jefe de la cuadrilla; y que éste señor quien
puso al demandante a realizar la labor en la cual sufrió el
accidente de trabajo el 29 de febrero de 1996.

13. Dar por demostrado, sin estarlo, que el demandante actúo


de manera imprudente “al aceptar realizar una tarea distinta
al rol propio de sus funciones”.

14. No dar por demostrado, estándolo, que la demandada


ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. ESP mintió al
afirmar que el accidente sufrido por el demandante el 29 de
febrero de 1996 no fue accidente de trabajo.

Luego de advertir que el Tribunal examinó la totalidad


de las pruebas, ya que, en el texto del fallo expresó «…pues,
de las actas procesales se infiere…Es claro, que las pruebas
recaudadas en el expediente se divorcian de la exigencia que sobre el
particular impone aquella disposición legal…», el censor denunció

como pruebas erróneamente apreciadas las siguientes:

1. Demanda inicial del proceso (folios 1 a 6)


2. Respuestas a la demanda y CONFESIONES de las
demandadas en las mismas (folios 52 a 60 y 93 a 97)
3. Informe sobre el accidente de trabajo elaborado por
ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. ESP el 1º de marzo de
1996 (folio 8)
4. Informe sobre el accidente de trabajo también proveniente de
la empleadora y también con fecha del 1º de marzo de 1996,
firmado por los doctores ANASTASIO MANCILLA GUITIÉRREZ y
MANUEL HERNÁNDEZ DORIA, médico del trabajo y Jefe de

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Radicación n.° 42532

Seguridad Industrial, respectivamente, de la empresa


ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. (folios 82 a 95)
5. Conclusiones del Comité de Salud Ocupacional “COMISO” de
la empresa ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. ESP, sobre
el aludido accidente de trabajo a folios 86 y 87.
6. Documentos de folios 12, 13, 14, 15, 20 cto, 21, 22, 23, 26,
28, 29, 30, 31, 76 a 77 y 80 relacionados con las consecuencias
del aludido accidente de trabajo en la salud e integridad del
demandante.
7. Interrogatorio de parte absuelto por el demandante a folios
301 a 303.
8. Documento de folio 32 mediante el cual ELECTRIFICADORA
DEL ATLÁNTICO S.A. autoriza para que a su costo se de al
demandante “la hospitalización en pensión entera”.
9. Testimonios de PEDRO TORREGROSA (folios 269 a 272) y
DALMIRO PACHECO SALAS (folios 273 a 276).

En sustento de su acusación, y luego de transcribir


algunos hechos de la demanda inicial, le increpa al Tribunal
el haberle solicitado la acreditación de que la actividad que
realizó había sido autorizada por su empleador, ya que «es
de esperarse que todo lo que esté haciendo el trabajador en su jornada
laboral corresponde a la voluntad del empleador».

En tal sentido, aduce que si «hubiera sabido de antemano


que la empresa ELECTRIFICADORA DEL ATLÁNTICO S.A. ESP EN
LIQUIDACIÓN iba a salir con que esa actividad no había sido
autorizada, pues seguramente que por ahí habría comenzado su
demanda; pero a ningún trabajador se le ocurre esperar que cuando,
prestándole servicio a un empresario, sufre la fatalidad de un
accidente, el empleador vaya a cometer la infamia de decir que no
autorizó; máximo si sólo vino a decir al responder la demanda, nunca
antes».

Acota que la accionada «mintió» al negar el accidente de


trabajo en la contestación a la demanda, pues en el
documento de folio 32 la empresa al autorizar la
hospitalización del actor se remitió a la cuenta 27159005

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correspondiente a «accidente de trabajo»; adicionalmente, quien


elaboró el «informe patronal de accidente de trabajo», el
memorando obrante a folios 82 a 85 y el documento de
folios 86 a 87 fue Electranta S.A.

Señala que el Tribunal se equivocó al echar de menos


que en la demanda no se hubiera dicho que el actor estaba
autorizado por su empleador para desarrollar esa actividad,
ya que, «el demandante no estaba obligado a ello toda vez que adujo
encontrarse laborando al servicio de ELECTRIFICADORA DEL
ATLÁNTICO S.A. en la fecha y hora del infortunio. La que tenía que
demostrar que el demandante no estaba autorizado para realizar esa
labor era la empresa y no lo hizo». Agrega que en el proceso se

demostró que el trabajador hacía parte de una cuadrilla


comandada por el capataz, quien era su jefe inmediato y
representante de la entidad empleadora, y desde esa óptica,
si el último cometió algún error «antes de embarcar a la cuadrilla
en ese trabajo», no es un asunto que merme la
responsabilidad de la empresa.

Refiere que en el interrogatorio de parte que absolvió


(fls. 301-303) hizo énfasis en el hecho de que la actividad
que realizó el día del accidente era un trabajo autorizado
por el Jefe Fernando Pérez Pacheco (Jefe de Zona y Centro
de Control); que lo dicho coincide con el informe de la
empresa sobre accidente de trabajo (fl. 8) y con la
descripción de los hechos, también proveniente de la
accionada y obrante a folio 82; que si la cuadrilla hubiera
estado realizando un trabajo particular ajeno a sus
funciones, ello habría sido lo primero que hubiera

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Radicación n.° 42532

expresado la empresa «y no habría informado un accidente de


trabajo».

Señala que si el juez colegiado hubiese examinado


correctamente el documento de folio 82, seguramente
habría concluido «que la cuadrilla en la cual trabaja el demandante
se encontró al iniciar el turno del 29 de febrero de 1996 con que tenía
que continuar un trabajo comenzado por la cuadrilla del turno de la
noche a solicitud del Centro de Control en la Cantera Ochoa; que el
ramal se encontraba abierto previo aviso al Centro de Control; que fue
por ello y con tal fin que tuvieron que trasladarse a la Cantera Ochoa, y
allí ocurrió el accidente».

Que de los informes se extrae con claridad que la


cuadrilla al mando de Pedro Torregrosa cuando se presentó
a trabajar en la mañana del 29 de febrero de 1996, se
encontró con el informe de la cuadrilla del turno nocturno y
la tarea de acudir al sitio de interconexión al área interna
de la Cantera Ochoa para que levantaran la línea primaria
que estaba baja; que ese mismo informe expresa que ese
trabajo había iniciado por solicitud del Centro de Control, y
por ende, «Torregrosa procedió con su cuadrilla a continuar con el
trabajo convencido de que no sólo el Centro de Control estaba
informado sino que se trataba de un trabajo que realizaba “por
solicitud del Centro de Control”».

Refiere que en la respuesta a la demanda, la


Electrificadora del Atlántico confiesa acerca de la
negligencia del señor Pedro Torregrosa (Capataz), a quien le
atribuye la responsabilidad directa del infortunio y que el

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Radicación n.° 42532

demandante era un chofer ayudante de una cuadrilla


dirigida por aquél.

En punto a las consecuencias del accidente de trabajo,


aduce que éstas no se discuten, pues el actor perdió por
completo sus brazos. En cuanto a los perjuicios materiales,
refiere que es indispensable que la justicia laboral se
pronuncie respecto de ellos desde el momento en el cual el
contrato de trabajo finalice por razones diferentes al
reconocimiento de la pensión de vejez o invalidez.

Una vez considera como demostrados los errores de


hecho con basamento en las pruebas calificadas, entra el
recurrente a analizar los testimonios, así:

Respecto a Dalmiro Pacheco, expone que su dicho da


cuenta sobre las deficiencias en las medidas de seguridad
con las que se realizaba la labor el día del accidente, lo cual,
a la sazón, coincide con el informe de folio 8 de la empresa
accionada; que antes del accidente no fue posible colocar
puesta a tierra ya que el vehículo no contaban con esa
herramienta, por no haberla suministrado la empresa; que
el Centro de Control estaba enterado de esa labor.

En cuanto al testimonio del señor Torregrosa, aduce


que esa declaración también refiere las deficiencias en las
medidas de seguridad; que la orden de trabajo la recibieron
del administrador de la zona, señor Fernando Pérez; que
para el desarrollo de su trabajo carecían de la puesta a
tierra y de «perdida de neón»; que para la fecha del accidente

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Radicación n.° 42532

«el departamento de seguridad industrial brillaba por su ausencia»; y

que habiendo en la cuadrilla un liniero, colocó al


demandante a realizar la tarea en la cual se accidentó,
porque confiaba en su capacidad para ejecutarla, «tal y como
lo declaró PACHECO».

Finalmente, se refiere al dictamen pericial (fl. 350) a


fin de reiterar que perdió sus dos brazos y que, por ende, se
encuentra en situación de gran invalidez, requiriendo del
apoyo de otra persona para atender sus necesidades más
íntimas.
VII. RÉPLICA

La Electrificadora del Caribe S.A. E.S.P. formuló unas


observaciones de orden técnico, en las cuales expuso que la
demanda de casación desconoce lo previsto en el art. 91 del
CPT y SS, ya que contiene consideraciones propias de las
instancias; además que allí se introducen argumentos
nuevos, como lo es el tema de la autorización de la empresa
para desarrollar esas actividades. También, y desde el
punto de vista de la demostración de la acusación, dijo que
la parte actora incumplió su deber de demostrar la culpa de
su empleador; que si la empresa negó que hubiera
autorizado al demandante para desarrollar la actividad
durante la cual se produjo el accidente, dicha «negación
indefinida» no requería de prueba; que el dictamen pericial y

los testimonios no son prueba calificada; que no se


configuró un perjuicio económico para el trabajador, en la
medida que el vínculo laboral no ha finalizado.

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Radicación n.° 42532

VIII. CONSIDERACIONES

1º) Antes de abordar la Sala el estudio objetivo de las


pruebas denunciadas en el cargo, conviene recordar, que
para que se cause la indemnización ordinaria y plena de
perjuicios consagrada en el lit. b), art. 12 de la Ley 6ª de
1945 (sector oficial) y en el Art. 216 CST (sector particular),
debe encontrarse suficientemente comprobada la culpa del
empleador en la ocurrencia del accidente de trabajo o la
enfermedad profesional, de modo que su establecimiento
amerita, además de la demostración del daño originado en
una actividad relacionada con el trabajo, la prueba de que
la afectación a la integridad o salud fue consecuencia o
efecto de la negligencia o culpa del empleador en el
acatamiento de los deberes que le corresponden de velar por
la seguridad y protección de sus trabajadores (num. 1º y 2º
art. 26 Decreto 2127 de 1945).

La causalidad, es decir, la relación de causa-efecto que


debe existir entre la culpa patronal y el daño, además de ser
un elemento sine qua non de la responsabilidad plena y
ordinaria de perjuicios del empleador, es una pauta de
justicia, en la medida que, nadie está obligado a resarcir un
daño sino cuando ha dado causa o contribuido a él. De allí
que la culpa exclusiva de la víctima o de un tercero, y el
caso fortuito y la fuerza mayor (denominados por la
doctrina causas ajenas), sean considerados en el derecho
común como eximentes de responsabilidad, en tanto que,
con su establecimiento, el nexo causal se rompe o quiebra,

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Radicación n.° 42532

ante la imposibilidad de imputar el resultado dañino a


quien se afirma lo cometió por acción u omisión culposa.

2º) En el presente asunto, la decisión del Tribunal, que


partió de la premisa fáctica indiscutida de «la ocurrencia del
accidente de trabajo acaecido el 29 de febrero de 1996», tuvo como

ejes los siguientes considerandos: (i) que no se demostró la


culpa del patrono en la «consumación» del accidente de
trabajo, en la medida que, el demandante, junto con los
otros integrantes de la cuadrilla, no estaban autorizados
para adelantar el trabajo que implicó el accidente de
trabajo, además que no hubo coordinación con el Centro de
Control, lo cual, «desdibuja» la causalidad entre el daño y las
omisiones imputadas al empleador; (ii) que tanto el jefe de
la cuadrilla, como el promotor del proceso, actuaron de
forma imprudente, el primero por haber delegado en el
chofer -y no en un liniero- la tarea de adelantar la reparación
que propició la descarga eléctrica, y el segundo, por haber
aceptado realizar una tarea distinta al rol propio de sus
funciones.

A la luz de lo reseñado, adviértase desde ya que los


reparos fácticos y las pruebas en que se apoya la censura,
con las que pretende acreditar que el Tribunal se equivocó
al no dar por demostrado, estándolo, que el suceso acaecido
el 29 de febrero de 1996 fue un accidente de trabajo, son
inanes, puesto que, ciertamente, el Tribunal partió del
supuesto fáctico indiscutido que el hecho fue de origen
laboral, solo que, su ocurrencia no fue consecuencia o
producto de la culpa o negligencia de la empresa. Es decir,

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Radicación n.° 42532

el argumento nodal de la providencia versó sobre el nexo


causal, y por ello, a partir de ese análisis debió comenzar el
ataque en casación.

Aclarado lo anterior, procede la Sala a estudiar las


pruebas denunciadas por la censura, a fin de determinar si
el Tribunal incurrió en algún desatino en su apreciación
relativa a que no existió autorización de la empresa ni
coordinación con su Centro de Control para la ejecución de
los trabajos en los que se materializó el accidente de
trabajo:

2.1. Demanda inicial y su contestación

La demanda inicial no puede demostrar los errores que


se le imputan al ad quem en tanto que de allí no es posible
extraer una confesión en los términos del CPC art. 195
num. 2º, como quiera que lo afirmado en esa pieza procesal
no versa sobre hechos que produzcan consecuencias
jurídicas adversas al confesante o que favorezcan a la parte
contraria. Obviamente, lo que allí se narra son situaciones
que únicamente interesan a la parte demandante y que no
logran desvirtuar las conclusiones del Tribunal en punto a
que la cuadrilla de la que hacía parte el actor, ejecutó un
trabajo sin autorización de la empresa.

Igual suerte han de correr las contestaciones de las


accionadas, puesto que en ninguno de esos escritos se dice
que el actor y la cuadrilla de la que hacía parte, contaban
con el permiso de la accionada para efectuar las

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Radicación n.° 42532

reparaciones en las redes eléctricas. Por el contrario, la


Electrificadora del Atlántico, quien para la fecha del suceso
era su empleadora, fue enfática en afirmar que se trataba
de un trabajo particular concertado con el dueño de la
cantera, que ejecutó el demandante en compañía de la
cuadrilla ocupante del vehículo no. 790 de la Zona 5 de
Puerto Colombia, sin el aval del Centro de Control de la
empresa y sin la utilización de los medios de protección
necesarios para el efecto.

2.2. Informes sobre el accidente de trabajo (fls. 8,


82-85)

El «Informe patronal de accidentes de trabajo» (fl. 8)


diligenciado por el Jefe del Departamento de Seguridad de
la Electranta S.A. no da cuenta de la anhelada autorización
para ejecutar los trabajos en la Cantera Ochoa, pues allí
simplemente se establecen algunas circunstancias
relacionadas con el accidente, tales como la fecha, el sitio,
la actividad que estaba ejecutando el trabajador, las causas
del accidente y las medidas preventivas que había adoptado
la empresa.

En cuanto al «Informe sobre el Accidente del Sr. Eduardo


Caraballo» (fl. 82-85), suscrito por el Jefe de Seguridad

Industrial y el Médico del Trabajo, la Corte advierte que


dicho documento se compone de tres acápites: uno referido
a la descripción de los hechos, en el que se plasman las
versiones de la cuadrilla y del propietario de la Cantera
Ochoa; un segundo rótulo en el que se realiza un análisis

19
Radicación n.° 42532

del accidente, y un tercer título destinado a las


recomendaciones.

Pues bien, el primer acápite, sobre el cual el


recurrente se apoya para enrostrarle al ad quem no haber
dado por demostrado que la cuadrilla contaba con la
autorización de la empresa, y que ésta estaba enterada de
los trabajos que iban a realizarse por ser una continuación
del turno de la noche, no puede dar lugar a un error de
hecho evidente, en tanto que allí, únicamente se describen
genéricamente los hechos, se recopilan las versiones de la
cuadrilla –que narra que si hubo aviso al centro de control- y del
propietario del sitio donde ocurrió el accidente –quien narra
que uno de sus empleados esperó a que pasara la cuadrilla para
solicitarles el favor de revisar y levantar la línea que estaba baja-, lo

cual no significa ni apunta a que la accionada se haya


adherido a modo conclusivo a una u otra versión.

Por el contrario, el título denominado «análisis del


accidente» del citado informe, si recoge las conclusiones de la

investigación, plasmándose allí que «no hubo comunicación con


Centro de Control para coordinar las maniobras en el momento de
realizar los trabajos», lo cual, lejos de poner en evidencia un

error del Tribunal, reafirma su inferencia relativa a que no


hubo aval de la empresa ni coordinación con su Centro de
Control, para la ejecución de los trabajos.

3.2. Conclusiones del Comité de Salud Ocupacional


“COMISO” (fls. 86-87)

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Radicación n.° 42532

El documento obrante a folios 86-87 contentivo de las


conclusiones y recomendaciones del “COMISO”, refiere lo
siguiente:

1. Antes de comenzar un trabajo se debe evaluar el área (sic) de


trabajo y las condiciones de riesgos para tomar las medidas
preventivas necesarias.

2. Los jefes de cuadrillas o capataces deben cumplir y hacer


cumplir las cuatro reglas de oro en cualquier trabajo que este
relacionada con la manipulación de redes desenergizadas.

3. Toda persona ó cuadrilla que vaya a laborar las redes de la


Empresa, sea por primaria ó por secundaria, tiene la
obligatoriedad de informar al Centro de Control y esperar de él
sus instrucciones y su aprobación.

4. Cada trabajador debe realizar las funciones que se le han


asignado y no debe llevar a cabo tareas para las cuales no este
DEBIDAMENTE ENTRENADO Y AUTORIZADO.

5. El Dpto. de Seguridad Industrial en conjunto con el Dpto. de


Selección y Capacitación, implementarán cursos periódicos de
capacitación en normas de procedimientos seguros en trabajos
de líneas desenergizadas. Simultáneamente, propendrán (sic) por
un reentrenamiento periódico en seguridad y primeros auxilios.

6. Los trabajos a particulares, no pueden realizarse sin una


previa autorización del Centro de Control o del Jefe de la Unidad.

7. El Capataz, el Jefe de grupo ó el Jefe del carro de turno es el


responsable de la existencia en buen estado de los elementos de
protección y seguridad. Así mismo tienen que velar por una
adecuada y oportuna dotación de ellos, al igual que de
herramientas.

De ninguno de los apartes transcritos, se infiere que la


cuadrilla de la cual hacía parte el demandante contara con
el aval de la empresa; por el contrario, de esas
recomendaciones que surgieron a raíz del accidente de
trabajo, se deja en claro dos cosas: (i) que toda cuadrilla
que vaya a trabajar en las redes de la empresa tiene la
«obligatoriedad de informar al Centrol de Control y esperar de él sus

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Radicación n.° 42532

instrucciones y su aprobación», y (ii) los trabajos a particulares

no pueden realizarse sin autorización del Centro de Control


o el Jefe de Unidad.

4.4. Interrogatorio de parte absuelto por el


demandante (fls. 301-303)

Conforme lo ha adoctrinado la Corporación en varias


oportunidades «el interrogatorio de parte en sí mismo considerado no
es un medio hábil en la casación del trabajo, salvo que, en los términos
del artículo 195 del Código de Procedimiento Civil, contenga la
confesión de algún hecho» (CSJ SL, 29 jul. 2008, rad. 32044).

En el sub examine, no advierte la Corte en ningún


pasaje del interrogatorio de parte una declaración que
perjudique al mismo recurrente en casación o que beneficie
a la parte contraria, toda vez que lo que allí se expone son
situaciones que en realidad interesan al propio
demandante, y que, por ende, no tienen la capacidad de
derruir las conclusiones fácticas del juez de segundo grado.

5.5. Prueba testimonial

En la medida que no se demostró con prueba


calificada, es decir, con documento auténtico, confesión
judicial o inspección judicial, los yerros fácticos atribuidos
por el recurrente, no es posible entrar a analizar los
testimonios a la luz de la restricción legal contenida en la L.
16/1969 art. 7º.

22
Radicación n.° 42532

Consecuencia de todo lo anterior es que queda en pie


la inferencia del Tribunal atinente a que el demandante y la
cuadrilla de la cual hacía parte, realizaron el trabajo de
reparación en las redes eléctricas de la tantas veces citada
cantera, sin el aval o autorización de la empresa, y, desde
esa perspectiva, mal podría endilgársele a la accionada
responsabilidad en la ocurrencia del accidente de trabajo,
frente a un hecho que escapaba de sus previsiones y de su
deber jurídico de procurar seguridad y protección a sus
trabajadores, precisamente, por no haber sido informada
previamente a través de su Centro de Control de las
actividades que iban a realizarse en la Cantera Ochoa, lugar
donde ocurrió el infortunio.

De otra parte, no es de recibo la tesis del recurrente


según la cual le bastaba afirmar en la demanda que el
accidente tuvo ocurrencia en horario de trabajo para que se
entendiera realizado por voluntad del empleador, en tanto
que, como se vio, la demostración de la responsabilidad
plena y ordinaria de perjuicios exige la prueba del (i) daño
originado por causa o con ocasión del trabajo; (ii) la culpa
suficientemente comprobada del empleador, y (iii) el nexo
de causalidad entre el daño y la culpa, sin que ninguno de
esos elementos sea susceptible de presumirse legalmente
pues no existe una norma en el esquema de
responsabilidad subjetiva de culpa probada que así lo
indique.

4º) Ahora, la circunstancia de que internamente los


operarios que participaron en esas actividades se hayan

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Radicación n.° 42532

asignado o encomendado determinadas labores, no tiene


relevancia de cara a la decisión absolutoria del Tribunal, en
tanto que, frente a esas actividades que se desarrollaron por
fuera de los procedimientos y canales de comunicación con la
empresa, ninguno de ellos podía ser tenido como jefe, superior
o representante del empleador, dado que, itérese, esos
trabajos se dieron al margen del poder de control, dirección y
vigilancia de la accionada.

Y si bien esta Corporación ha acogido la tesis de que los


empleadores responden por el hecho de sus dependientes,
dicha responsabilidad por el hecho de sus trabajadores esta
sujeta a que el empleador haya tenido la posibilidad de prever
o impedir esa situación. Así por ejemplo, en la sentencia CSJ
SL, 6 mar. 2012, rad. 35097, que rememoró la CSJ SL, 10
nov. 1995, rad. 7885, la Sala dijo:

“‘(…) cuando una unidad de explotación económica está


constituida por una persona jurídica, ésta ordinariamente integra
una agrupación organizada a través de canales o jerarquías,
por donde fluye el poder de dirección empresarial, conformados
por personas naturales ligadas por diversos vínculos que
colaboran e interactúan para un fin determinado. De manera que
a pesar de la existencia del empleador estas personas tienen a
su vez el poder de subordinación sobre otros y pueden en un
momento dado comprometer a la empresa mediante sus actos u
omisiones culposos inherentes a su función. Se excluyen, claro
está, aquellos comportamientos que el empleador “no tenía
medio de prever o impedir empleando el cuidado ordinario
y la autoridad competente“, evento en el cual, según la
interpretación jurisprudencial reiterada del artículo 2349 del
código civil, “recaerá toda responsabilidad del daño sobre dichos
criados o sirvientes“, y no sobre el empleador a quien
representan.”

En el sub examine, es claro que las actividades que


desarrolló el actor de la mano con los integrantes de la
cuadrilla y en las cuales tuvo ocurrencia el accidente de

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Radicación n.° 42532

trabajo, no solo se dieron sin la aquiescencia de la


Electrificadora del Atlántico S.A. E.S.P., sino también sin su
conocimiento y al margen de su poder de subordinación
funcional.

5º) Por último, no sobra advertir que como quiera que no


se acreditó la culpa patronal en la ocurrencia del accidente de
trabajo, el análisis de las pruebas relacionadas con el alcance
de los perjuicios deviene en inane.

Colofón de lo anterior, el cargo no prospera.

Dado que hubo réplica, las costas en el recurso


extraordinario estarán a cargo de la parte recurrente. Como
agencias en derecho se fijará la suma tres millones ciento
cincuenta mil pesos ($3.150.000.00).

En mérito de lo expuesto la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando Justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia proferida el 31 de agosto de 2009, por la
Sala Primera de Descongestión Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Barranquilla, en el proceso adelantado
por EDUARDO CARABALLO BAENA contra la
ELECTRIFICADORA DEL ATLANTICO S.A. E.S.P. “EN
LIQUIDACIÓN” y la ELECTRIFICADORA DEL CARIBE S.A.
E.S.P.

Costas como se in dicó en la parte motiva.


Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase
el expediente al tribunal de origen.

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Radicación n.° 42532

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO


Presidente de Sala

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

GUSTAVO HERNANDO LÓPEZ ALGARRA

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

CARLOS ERNESTO MOLINA MONSALVE

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