Meditacion Misterios Luminosos

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1. El Bautismo de Jesús en el río Jordán (2 Co 5, 21; Mt 3, 17.

)
Cita Bíblica

(Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo,
diciendo: "Soy yo el que necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" Jesús le respondió:
"¡Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justicia!" Entonces Juan accedió a ello. Una
vez bautizado, Jesús salió del agua; y en esto los cielos se abrieron y vio al Espíritu de Dios
descender en forma de paloma y posarse sobre él. Y se oyó una voz del cielo: "Éste es mi hijo
amado, mi predilecto".). (Mt 3,13-17)

Meditación

Antes de iniciar su vida pública, Jesús, la Inocencia Encarnada, se hizo bautizar asumiendo sobre sí
nuestras debilidades, maldades y miserias. De esta forma deben comenzar todas las obras de
santidad: por una purificación.
En el Bautismo, Nuestro Padre Dios ha tomado posesión de nuestras vidas, nos ha incorporado a la
de Cristo y nos ha enviado el Espíritu Santo. El Señor ha puesto en tu alma un sello indeleble, por
medio del Bautismo: eres hijo de Dios.
Por este misterio y la intercesión de la Santísima Virgen, pidamos la gracia de que por el Bautismo
de su Divino Hijo, nos obtenga un corazón limpio y un espíritu nuevo, para realizar con perfección
nuestro apostolado junto al prójimo.

2. La autorrevelación de Jesús en las Bodas de Caná


Cita Bíblica

(Tres días después hubo una boda en Caná de Galilea, en la que estaba la madre de Jesús.
Invitaron también a la boda a Jesús y a sus discípulos. Se terminó el vino, y la madre de Jesús le
dijo: "No tienen vino". Jesús le contestó: "¿A ti y a mí qué, mujer? Mi hora todavía no ha llegado". Su
madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él os diga". Había allí seis tinajas de piedra de unos cien
litros cada una para los ritos de purificación de los judíos. Jesús les dijo: "Llenad de agua las tinajas".
Y las llenaron hasta arriba. Añadió: "Sacad ahora y llevádselo al maestresala". Y se lo llevaron. Tan
pronto como el maestresala probó el agua convertida en vino (sin saber de dónde era, aunque sí lo
sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al novio y le dijo: "Todos sirven primero el
vino mejor; y cuando se ha bebido en abundancia, el peor. Tú, en cambio, has guardado el vino
mejor hasta ahora". Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus milagros, manifestó su gloria y sus
discípulos creyeron en él.), (Jn 2,1-11).

Meditación
La exhortación de María: «Haced lo que él os diga», conserva un valor siempre actual para los
cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada
uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la
utilidad de lo que Cristo pide. Las palabras de María: «No tienen vino», nos invitan a meditar en la
sensibilidad que deberíamos tener hacia las necesidades y carencias de los demás para contribuir
por nuestra parte a llenarlas y presentárselas a Jesús. Las otras palabras de la Virgen: «Haced lo
que él os diga», nos inducen a la total confianza en Cristo como medio y camino necesarios para que
Él obre en nosotros incluso lo extraordinario.

Las palabras de Jesús: «Llenad las tinajas de agua», nos indican que de ordinario Dios requiere
nuestra colaboración, que hagamos lo que está de nuestra parte, aun cuando Él podría hacerlo todo
sin necesitar de nosotros. La contemplación de la gloria de Jesús, manifestada en este misterio,
debe llevarnos a creer y confiar en Él, tanto más cuando contamos con la intercesión de su Madre.

3. La predicación de Jesús, anunciando el Reino de Dios e invitando a la conversión


Cita Bíblica

(Después de ser Juan encarcelado, Jesús fue a Galilea a predicar el evangelio de Dios; y decía: "Se
ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca. Arrepentíos y creed en el evangelio".), (Mc 1,14-
15).

Meditación

Cuando Cristo inicia su predicación en la tierra, no ofrece un programa político, sino que dice: haced
penitencia, porque está cerca el reino de los cielos (Mt 3, 2; 4, 17), encarga a sus discípulos que
anuncien esa buena nueva (cfr. Lc 10, 9), y enseña que se pida en la oración el advenimiento del
reino (cfr. Mt 6, 10). Esto es el reino de Dios y su justicia, una vida santa: lo que hemos de buscar
primero (cfr. Mt 6, 33), lo único verdaderamente necesario (cfr. Lc 10, 42).
La salvación, que predica Nuestro Señor Jesucristo, es una invitación dirigida a todos: acontece lo
que a cierto rey, que celebró las bodas de su hijo y envió a los criados a llamar a los convidados a
las bodas (Mt 22, 2-3). Por eso, el Señor revela que el reino de los cielos está en medio de vosotros
(Lc 17, 21). Nadie se encuentra excluido de la salvación, si se allana libremente a las exigencias
amorosas de Cristo: nacer de nuevo (cfr. Jn 3, 5), hacerse como niños, en la sencillez de espíritu
(cfr. Mc 10, 15; Mt 18, 3; 5, 3); alejar el corazón de todo lo que aparte de Dios. "En verdad os digo
que difícilmente un rico entrará en el reino de los cielos" (Mt 19, 23). Jesús quiere hechos, no sólo
palabras (cfr. Mt 7, 21). Y un esfuerzo denodado, porque sólo los que luchan serán merecedores de
la herencia eterna (cfr. Mt 11, 12).

4. La Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor


Cita Bíblica

(Unos ocho días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y Santiago y los llevó al monte a orar.
Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura
resplandeciente. Dos hombres, de improviso, se pusieron a hablar con él. Eran Moisés y Elías, que
aparecieron con un resplandor glorioso y hablaban con él de su muerte, que iba a tener lugar en
Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero lograron mantenerse
despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Cuando éstos se
alejaban de Jesús, Pedro dijo: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas: una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías". No sabía lo que decía. Mientras él estaba diciendo esto, vino una
nube y los cubrió. Al entrar en la nube, los discípulos se asustaron. Y una voz desde la nube dijo:
"Éste es mi hijo, el elegido, escuchadlo".), (Lc 9,28-35).

Meditación

Al transfigurarse delante de los tres Apóstoles, Jesús fortaleció nuestra esperanza sobre la vida
eterna, animándonos a soportar bien los sufrimientos y pruebas de esta vida. Cuando nosotros
sabemos la gloria que nos aguarda, tenemos más paciencia en medio de las tribulaciones. ¡Con este
fulgor será nuestra resurrección en el día del juicio! Por este misterio, pidamos la intercesión de la
Santísima Virgen para obtener la gracia de nunca perder la convicción de la gloria que está
reservada a los que perseveren, a fin de que jamás nos desanimemos a lo largo de nuestra
existencia.
Nunca compartiré la opinión —aunque la respeto— de los que separan la oración de la vida activa,
como si fueran incompatibles. Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en
medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio
permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se
quiere con locura. Nuestra condición de hijos de Dios nos llevará —insisto— a tener espíritu
contemplativo en medio de todas las actividades humanas —luz, sal y levadura, por la oración, por la
mortificación, por la cultura religiosa y profesional—, haciendo realidad este programa: cuanto más
dentro del mundo estemos, tanto más hemos de ser de Dios. (San Josemaría Escrivá, Forja, 738 y
740)

5. La Institución de la Eucaristía.
Cita Bíblica

(Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi
cuerpo". Después tomó un cáliz, dio gracias, se lo pasó a ellos y bebieron de él todos. Y les dijo:
"Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por todos".), (Mc 14,22-24).

Meditación

La institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las
especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad « hasta el extremo »
(Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio..." (Juan Pablo II, Rosarium Mariae Virginis,
21).
San Francisco contempla enlazados los misterios de la Eucaristía y de la Encarnación cuando dice:
«Hijos de los hombres, ¿por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? Ved que
diariamente se humilla, como cuando desde el trono real descendió al seno de la Virgen; diariamente
viene a nosotros Él mismo en humilde apariencia; diariamente desciende del seno del Padre sobre el
altar en las manos del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así
también ahora se nos muestra a nosotros en el pan consagrado. Y lo mismo que ellos, con la mirada
corporal, sólo veían su carne, pero, contemplándolo con ojos espirituales, creían que Él era Dios, así
también nosotros, viendo el pan y el vino con los ojos corporales, veamos y creamos firmemente que
es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero».

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