Las Enseñanzas Del Zen
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EL
VIAJE
INTERIOR
Las enseñanzas del
ZEN
Edición a cargo de
Thomas Cleary
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Introducción
El budismo zen surgió en China hace quince siglos aproximadamente, y acabó
convirtiéndose en uno de los movimientos espirituales más dinámicos de Asia durante más de
mil años.
Después de experimentar el budismo a través de generaciones, los maestros zen
descubrieron que la Iluminación no podía alcanzarse simplemente a través de un dogma, o
llevando a cabo mecánicamente unos sistemas de prácticas fijos.
Al volver a la fuente del budismo experimentando la Iluminación personalmente, las
enseñanzas zen enfatizaron la liberación de las sutiles capacidades mentales frente a la
esclavitud de los condicionados hábitos mentales y las burdas tendencias psicológicas.
La presentación religiosa convencional ha exteriorizado las enseñanzas budistas en
forma de mitos, doctrina y ritual. Los maestros zen interiorizaron las enseñanzas budistas en
forma de alegorías de percepciones, prácticas y experiencias de principios metafísicos,
actitudes mentales, procesos psicológicos, estados psíquicos y capacidades espirituales.
Al proyectar esta interpretación del budismo, los maestros zen no estaban haciendo
ninguna innovación por el hecho de haberse concentrado en unas determinadas enseñanzas
esenciales de las escrituras budistas. Incluso el distintivo de la enseñanza zen, «la mente es
Buda», no es invención suya, sino que procede de las escrituras.
A pesar de haber sido calificados de iconoclastas, los maestros zen no se han opuesto
nunca a la práctica de la religión convencional, excepto en los casos en que la obsesión por el
formalismo, el dogma y el ritual impedían la experiencia espiritual de la Verdad sin forma. A
un nivel más profundo, los maestros zen deseaban restablecer y expresar el vivo significado
de la religión y la filosofía; las enseñanzas zen eran «estudiar el mundo vivo, no el muerto».
El zen, en este sentido, no sólo hizo renacer el budismo, sino que también revitalizó el
taoísmo, el confucianismo, el sintoísmo y el chamanismo poniendo de manifiesto sus
dimensiones espirituales más elevadas.
El enfoque esencialista del zen al presentar de modo práctico las alegorías clásicas y los
principios del budismo se ilustra con incomparable claridad y sencillez en el gran maestro
Bankei (1622-1693), el cual, a pesar de haber estudiado tanto con maestros chinos como
japoneses, aseguró haber redescubierto la realidad espiritual del zen a través de su propia
experiencia:
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sido seleccionadas del copioso canon zen gracias a su accesibilidad, claridad y, ante todo, por
su eficacia práctica al fomentar la concentración y la percepción del zen. Ésta es la
orientación zen ofrecida por los maestros de una época que supera el milenio.
El monarca de la mente
Observa al vacío monarca de la mente; misterioso, sutil, insondable, carente de forma y
de sustancia y, sin embargo, con gran poder espiritual, capaz de extinguir mil problemas y de
perfeccionar diez mil virtudes. Aunque vacío en esencia, puede ser un guía. Si lo observas no
tiene forma; si lo llamas, tiene una voz. Actúa como un gran líder espiritual; como una
disciplina mental que transmite las escrituras.
De manera parecida a la sal en el agua, como la sustancia adhesiva del color, no cabe
duda de que está allí, aunque no puedas ver su forma; así es el monarca de la mente; morando
en el interior del cuerpo y saliendo y entrando a través de los sentidos responde libremente a
los seres según sus diferentes estados, sin nada que se lo impida, triunfando en todo cuanto
lleva a cabo.
Cuando comprendes lo fundamental, percibes la mente; cuando percibes la mente, ves a
Buda. La mente es Buda y Buda es la mente. Al ser consciente de la mente búdica, la mente
búdica es consciente de Buda. Si quieres realizarte pronto, disciplina tu mente, regúlate a ti
mismo. Una vez purificados los hábitos y la mente, la mente misma es Buda; no existe otro
Buda que el monarca de la mente.
Si quieres alcanzar la Budeidad, no permitas que nada te oscurezca. Aunque la esencia
de la mente sea el vacío, la sustancia de la codicia y de la ira tiene solidez. Para entrar por la
puerta que conduce a la fuente, siéntate con el cuerpo erguido y sé Buda. Una vez alcanzada
la otra orilla, obtendrás las perfecciones.
Si buscas el camino, observa tu propia mente. Al hacerlo descubrirás que Buda está
dentro de ti, y dejarás de buscarlo fuera, la mente es Buda, y Buda es la mente. Si tu mente es
clara, percibes a Buda y comprendes la mente que percibe. La mente no está separada de
Buda y Buda no está separado de la mente. A no ser por Buda, todo sería insondable; nada se
podría comprender.
Si te apegas a la vacuidad, y permaneces en la quietud, fluctuarás hasta llegar a
hundirte: la mente de los budas y bodisatvas no permanece en este estado. Las personas
elevadas que han conseguido aclarar su mente comprenden este místico mensaje; al sublimar
el cuerpo y la mente de modo natural, sus acciones se vuelven inmutables. De ahí que el
sabio libere su mente para que sea libre e independiente.
No digas que el monarca de la mente carece de naturaleza esencial; de hecho, puede
hacer que el cuerpo físico lleve a cabo acciones incorrectas o correctas. No es ni el ser ni el
no-ser, se oculta y manifiesta con absoluta libertad. Aunque la mente en esencia sea vacía,
puede ser vulgar o santa: por lo tanto te animo a que la cuides con gran esmero, un momento
de extravío y puedes volver a fluctuar y hundirte.
El conocimiento de la pura y clara mente es equiparable al valor del amarillo oro para
el mundo; todo el tesoro espiritual de sabiduría está en el cuerpo y en la mente. El tesoro
espiritual no-creado no es ni superficial ni profundo. Los budas y bodisatvas comprendieron
esta mente primordial; para los que tienen la suerte de encontrarla, no pertenece al pasado, ni
al futuro, ni al presente.
Fu Shan-hui (487-569)
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Tao-hsin (580-651)
Hui-chung
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Ma-tsu (709-788)
El cuerpo de la realidad
La esencia de la mente no tiene forma; esto, en sí mismo, es el cuerpo sutil de la
realidad. La esencia de la mente es intrínsecamente vacía; esto, en sí mismo, es el cuerpo
infinito del espacio. La ejecución de toda la serie de prácticas es el cuerpo de la realidad de
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las virtudes. El cuerpo de la realidad es la raíz de las miríadas de manifestaciones, las cuales
reciben diferentes nombres, según las situaciones. Sus conocimientos y funciones son
infinitos; éste es el inagotable tesoro.
Llega a la raíz
Cada persona debería aclarar su propia mente, yendo a la raíz en vez de perseguir las
ramas. Basta con llegar a la raíz para que las ramas vengan por sí solas. Si quieres llegar a la
raíz, debes conocer tu mente. La mente es fundamentalmente la raíz de todos los fenómenos
mundanos y supramundanos. Mientras la mente no se obsesione con la dualidad de lo bueno
y lo malo, comprobarás que todas las cosas son esencialmente esto.
Pai-chang (720-814)
Pai-chang
La búsqueda
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Pai-chang
Pai-chang
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consiguen atarte, serás libre, dondequiera que estés. Serás un bodisatva en el momento de la
inspiración, cuando asciende al estado de la Budeidad.
Pai-chang
Tan-hsia (739-824)
La comprensión mística
La comprensión mística de la verdad no es la percepción o la cognición. De ahí que se
afirme que puedes alcanzar la fuente original aquietando la mente, por eso se llama el estado
iluminado del ser en su estado original, la independiente y suprema liberación.
Nan-ch'uan (748-834)
La verdad absoluta
El cuerpo de la verdad es no-creado; es imposible de clasificar. La verdad es
inquebrantable; no depende de los objetos de los seis sentidos. Por lo tanto, las escrituras
dicen que la naturaleza búdica es constante, mientras que la mente es inconstante. En este
sentido el conocimiento no es el camino, ni la mente es Buda.
Por ahora, no digas que la mente es Buda; no debes entenderla en términos de
percepción o cognición. La mente original carece de todos esos nombres.
Nan-ch'uan
La práctica
Alguien preguntó a Nan-ch'uan: «¿Cómo se debe cultivar la práctica?».
Nan-ch'uan respondió: «Es imposible opinar sobre ello. Decir a la gente que la ejercite
en esa o aquella forma, o que practique de ese o de aquel modo, es muy difícil».
El que interrogaba preguntó de nuevo: «Entonces ¿permitirás qué los estudiantes se
ejerciten en sus prácticas?».
Nan-ch'uan respondió: «No puedo impedírselo». «¿Cómo debo practicar?»
Nan-ch'uan dijo: «Haz aquello que debas hacer, sin seguir a los demás».
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La espiritualidad
Si hubiese un objeto, una doctrina que pudiera serte ofrecida, para apoyarte en ella o
comprenderla, te sumiría en un estado de desconcierto y de externalismo. Es una especie de
espaciosidad, sin nada a lo que aferrarse; es pura en cualquier lugar, una luz de penetrante
claridad, cuya luminosidad impregna tanto el interior como el exterior.
La liberación
No persigas la sabiduría; la sabiduría es un nombre vacío. No existe ninguna verdad en
especial, sólo esa radiante espaciosidad espiritual, espontánea y libre. No se alcanza a través
de los ornamentos ni de cultivar la realización. Desde los budas hasta los maestros zen, todos
sin excepción han transmitido esta enseñanza, con ella han alcanzado la liberación.
Te-shan
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Ta-sui (834-919)
La naturaleza esencial
La naturaleza esencial es pura en su origen y dotada de miríadas de virtudes, pero
existen diferenciaciones a causa de las impuras o puras condiciones. Los sabios lo
comprendieron y sólo la utilizan en su forma más pura, y de ese modo alcanzan la Ilumi-
nación, mientras que la gente común no se da cuenta de ello y sólo la utiliza en su forma
impura sumergiéndose en sus mortecinas rutinas. Pero en ambos casos la esencia es la
misma; de ahí que las escrituras de la trascendental sabiduría digan: «No hay dualidad o
división, porque no existe disyunción o separación alguna ».
Ta-sui
La libre fluidez
Todas las cosas fluyen libremente, exentas de ataduras, sin sujeción o confusión alguna.
Tú eres quien crea su propia dificultad o facilidad. La esencia de la mente impregna las diez
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direcciones con una única continuidad; aquellos que son poseedores de las más excelentes
facultades lo comprenden de modo natural.
Tzu-hu (800-880)
La independencia
No hay otra labor que conocer tu rostro original. Esto es lo que se llama independencia,
tener el espíritu claro y libre. Si afirmas la existencia de una particular doctrina o patriarcado,
sólo te engañarás a ti mismo. Observa el interior de tu corazón, en él brilla una trascendental
claridad. No seas codicioso ni dependiente, e inmediatamente obtendrás la certeza.
Yen-t'ou (828-887)
Chao-chou (778-897)
La mente normal
Alguien le preguntó a Chao-chou: «Una persona con una mente normal ¿necesita
recibir enseñanzas?».
Chao-chou contestó: «Yo no cruzo el dintel de semejante persona».
El individuo que interrogaba preguntó: «Entonces, ¿significa que esa persona está más
allá de todo?». Chao-chou contestó: «¡Es la perfecta "mente normal"!».
No te engañes
Vienes aquí en busca de sentencias y enseñanzas, de inéditas expresiones y líneas
elegantes, atraído inútilmente por las palabras. Soy viejo y me queda poca energía; soy un
pésimo orador y no tengo ninguna conversación insustancial para ofrecerte. Si me preguntas
acerca de algo, te contestaré de acuerdo a tus preguntas, pero no puedo transmitirte ninguna
misteriosa maravilla, ni nada que consiga llamar tu atención.
Nunca he afirmado la existencia de Buda o del dharma, ni la de la persona corriente o
sabia, ni la del más allá, o la del aquí y ahora; tampoco tengo la intención de sentarme aquí
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para atarte. Constantemente estás sufriendo mil y un cambios movido por las infinitas
interpretaciones que siempre acarreas contigo, experimentando los resultados de tus propias
acciones. No tengo nada exotérico o esotérico que explicarte, ni apariencia o intención alguna
que representar ante ti.
T'ou-tzu (819-914)
Es natural
Cuando se habla de practicar el camino es una expresión alentadora, un modo de
provocar un incentivo; nunca ha existido doctrina alguna que dar a la gente, sólo son
transmisiones de algunas técnicas adecuadas. Su propósito es el de expresar la idea esencial,
para que la gente conozca su propia mente. Pero, en realidad, no hay doctrina alguna que
recibir, ni camino alguno que seguir. Por eso se dice: «El camino de la Iluminación es
natural».
Lung-ya (834-920)
Tu propia experiencia
Cada realidad es eterna, cada esencia es tal como es: no la busques en el exterior. Si
tienes una gran fe, los budas son sólo estados de tu propia experiencia, estés andando, de pie,
sentado o tendido, no hay diferencia alguna.
Esto que te estoy diciendo ya es un modo de constreñir lo que es libre. ¿Estás de
acuerdo con ello? ¿Y qué significado le das al hecho de estar de acuerdo o de no estarlo?
Hsuan-sha
La inaprensibilidad
E1 budismo es inaprensible, puede dar vida a la gente, pero también puede
arrebatársela. Percibir la naturaleza esencial y la Iluminación va más allá del tiempo.
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Hsuan-sha
La realidad de la mente
La tierra y el cielo están formados en su totalidad por la mente, pero ¿cómo puedes
explicar el principio de que estén constituidos por la mente? ¿Y cómo puedes explicar la
realidad de la mente sin forma que impregna las diez direcciones? No hay nada que no surja
de la compasión que genera conocimiento, ni nada que no surja del conocimiento que activa
la compasión, ni nada que no proceda de la compasión y del conocimiento que iluminan por
igual el océano de la naturaleza esencial, impregnando la totalidad del universo, en completa
fluidez y libertad. Cuando se conoce la luz y la oscuridad, la materia y la vacuidad, cuando la
compasión y el conocimiento están unidos por igual en el umbral donde se concentra la
bondad, se manifiesta la recompensa, la respuesta y la realidad; libre e independiente la
mente beneficia ampliamente al mundo. Tanto la tierra como el vasto espacio son
manifestaciones del umbral donde se concentra la bondad. Por eso se dice que la realidad de
la mente sin forma impregna las diez direcciones.
Hsuan-sha
Completamente espaciosa
La actividad de los budas es completamente espaciosa, sin límites. La puerta de la
vacuidad es la entrada a la liberación; si deseas ayudar a los demás no albergues intención
alguna. Trasciende el pasado, el presente y el futuro, así no podrás elevarte ni caer; los
proyectos se oponen a la realidad, porque ésta no pertenece al reino de lo creado.
Muévete, y producirás la raíz del nacimiento y de la muerte; permanece en la quietud, y
te embriagarás en la tierra del olvido. Si ambas, actividad y quietud, son erradicadas, te
sumergirás en una vacía aniquilación. Si renuncias al movimiento y a la quietud, creerás
haber alcanzado la naturaleza búdica.
Ante los objetos y las situaciones debes ser como un árbol muerto o como las frías
cenizas, actuando de forma responsable, acorde con el momento, sin perder el apropiado
equilibrio. Un espejo refleja infinidad de imágenes sin empañar su brillo; los pájaros vuelan a
través del cielo sin alterar su color.
Hsuan-sha
La gran tarea
En tanto no hayas realizado la gran tarea y no estés íntimamente unido con el linaje de
la fuente, debes evitar memorizar sentencias y vivir de la conciencia conceptual. ¿Acaso no
se ha dicho: «Los conceptos actúan como ladrones, la conciencia se convierte en olas»? Todo
el mundo ha sido arrastrado y ahogado por ellas. Sin libertad alguna.
Si no has aprendido la gran tarea, nada hay comparable al aquietamiento, en el sentido
de sereno cese, de purificar y calmar el cuerpo y la mente. Evita en cualquier momento
obsesionarte por cosas, y te será fácil descubrirla.
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El objeto de estudio
Preguntaron a Ku-shan: «¿Cuál es el objeto básico de estudio?».
Él respondió: «La manera en que uno ha llegado a ese estado».
Ku-shan
Lo que te preocupa
Lo que te preocupa e inquieta es que exista el mundo exterior y además tu mente
interior. De ahí que, aunque la persona corriente y el santo se conviertan en una sola realidad,
siga perdurando la barrera de las opiniones. Por eso se afirma que mientras sigas albergando
opiniones serás una persona corriente; cuando olvides tus sentimientos serás un buda. Te
aconsejo que no busques la realidad, simplemente cesa de tener opiniones.
Fa-yen (885-958)
Tung-shan Shou-ch'u
(hacia 910/915-990/995)
La mente normal
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El exceso
Si quieres buscar demasiado, puedes obstaculizar el camino. En cuanto a ti, ¿puedes
afirmar que has cumplido con tu trabajo? Si no es así, aunque tengas mil clases de
inteligentes conversaciones, tu mente no mejorará; y en este caso, ¿de qué sirve tener diez mil
clases de pensamientos?
El punto esencial
Cuando intentas concentrar tu mente en ello, lo pierdes; cuando la agitas con
pensamientos, te alejas de ello. Si no intentas concentrarte, ni agitas la mente, vives en agua
estancada. ¿Cuál es el punto esencial para el practicante de zen? » Esta antigua sentencia
¿aporta algún provecho? Si dices que lo tiene, te ata fatalmente a las palabras. Si dices que no
lo tiene, ¿cuál es entonces su intención?
Por eso se dice: «El corazón del nirvana es fácil de alcanzar; saber diferenciar con
claridad las cosas es difícil de conseguir».
Chih-men
¿Qué es?
¿ Qué es lo que no se puede obtener cuando uno se esfuerza mucho en alcanzarlo?
¿Qué es lo que aparece por sí solo sin buscarlo? ¿Qué es lo que no se quiebra bajo el
golpe de un férreo martillo?
¿Qué es lo que se cierra de noche y se abre de día?
Chih-men
Shi-shuang (986-1039)
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Observa en tu interior
E1 espacio no tiene interior ni exterior; lo mismo ocurre con la realidad de la mente. Si
comprendes el espacio, alcanzarás el principio de la realidad. Los antiguos maestros siguieron
este camino, pero sus descendientes no consiguieron hacerlo. Ello es debido a que es fácil de
entender, pero difícil de percibir.
Comprender algo en el momento en que se expone, se denomina concebir una
interpretación según las palabras; se llama también percepción dependiente, o incluso
comprensión del loro. No se trata de una realización personal ni de un despertar. Por eso los
sentimientos de duda no cesan.
Al carecer de una base en la que sostenerse y tener la conciencia atormentada por
hábitos insanos, las personas generan opiniones muy particulares. Dicen: «No me adentraré
en este profundo abismo de liberación», y «¿De qué sirve perder el tiempo en este ámbito
espiritual? ¿Por qué no buscar una salida?». O dicen: «En mi interior hay algo trascendental»,
o «Dentro de mí está el camino que conduce a la penetrante liberación». Cuando se les
pregunta cuál es el camino que conduce a la penetrante liberación, algunos contestan: «Los
monos escogen lugares húmedos para orinar» o «En primavera la hierba es de color verde
oscuro». En lugar de seguir el camino de los antiguos maestros, defienden las enseñanzas
verbales como si fueran lo más innovador.
A esto se llama despreciar la mente y valorar la doctrina, abandonar la raíz y perseguir
las ramas, como un perro intentando cazar una nube. Durante ciento diez años todo el mundo
ha mantenido una actitud parecida. El maestro Hsueh-feng dijo: «Nada queda de los grandes
maestros, la gente de hoy día los ha enterrado en la maleza».
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Si consigues seguir el camino de' los antiguos maestros, será como cien mil soles y
lunas liberando a los seres sensibles del universo. Si te adentras en el camino de las
enseñanzas verbales, será como la luz de una luciérnaga, y no lograrás salvarte ni a ti mismo.
¿Por qué? Porqué continúa siendo una sabiduría estéril. Deja de apegarte al conocimiento
verbal y observa en tu interior.
Ch'eng-ku
Ch'eng-ku
Cesa y desiste
Es esencial para ti que abandones y prescindas de tus anteriores conocimientos,
opiniones, interpretaciones y comprensión. Pero no se logra deteniendo la mente, ni mediante
una temporal renuncia; hacerlo sería engañarte a ti mismo desperdiciando el cuerpo y la
mente, y al final no conseguirías nada.
Te digo que nada hay comparable a cesar y desistir. No hay ningún lugar al que aplicar
tu mente. Compórtate como un imbécil las veinticuatro horas del día. Sé espontáneo y ligero,
deja que tu mente sea como el espacio, pero un espacio sin límites. Debes ir más allá de la luz
y de la oscuridad, del budismo, del cuerpo o de la mente, cada año debes avanzar más en ello.
Si no logras olvidarlo todo, habrás vivido en vano. Por eso se dice: «Aunque aprendas
cuestiones relacionadas con la Budeidad, todavía haces un mal uso de tu mente. Debes
liberarte de las preocupaciones y ser normal».
Sin embargo, es sin duda difícil hallar a este tipo de personas. No sólo ahora, sino en
cualquier época. Si ya era difícil antiguamente, ¡cuánto más lo será en la actualidad, que la
gente que estudia es ahogada en la maleza por los viejos calvos e ignorantes que los guían!
Por eso se dice: «Al principio nuestros ojos veían con claridad, pero se empañaron por culpa
de los maestros».
Ch'eng-ku
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Frente a la vacuidad
La niebla cubre el cielo infinito, el viento se eleva sobre las vastas llanuras; las plantas
y los árboles emiten el rugido del gran león, manifestando la sabiduría universal; los budas
del pasado, del presente y del futuro están a tus pies haciendo girar la rueda de la gran
enseñanza.
Si puedes comprenderlo, no te esforzarás en vano. Si no lo comprendes, no digas que
esta montaña es escarpada; el pico más alto está aún por llegar.
Yang-ch'i (992-1089)
Lo primordial
Existe algo anterior al cielo y a la tierra, sin forma, fundamentalmente silencioso; es el
maestro de todas las formas, no desaparece con las estaciones.» Dime, ¿qué es? ¿Lo conoces?
Si lo conoces, el universo entero y todo lo demás es luminosamente claro. Si no lo conoces,
cuando te enfrentas a las cosas no puedes transformarlas.
¿Dónde lo buscarás?
E1 budismo ¿qué es en esencia? Los antiguos maestros dijeron: «No importa, así que
deja de preocuparte», y «E1 cuerpo de la verdad no ha sido creado ni está subsumido en
ninguna categoría». Un antiguo maestro dijo acertadamente: «Cuando no se cree en Buda o
en la bodhi, la comprensión de la vacuidad es lo primordial». Por eso se ha afirmado: «Hablar
de los budas y de los maestros zen, dialogar acerca de los misterios y las maravillas, es decir
demasiado o demasiado poco».
Siendo así, ¿dónde lo buscarás? Antes de iniciarlo, debes tener la visión para el viaje
interior.
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Tsu-hsin
Ojos y pies
Si sólo te entiendes a ti mismo, sin comprender el mundo que te rodea es que tienes
ojos pero careces de pies. Si comprendes el mundo que te rodea, sin entenderte a ti mismo,
tienes pies pero careces de ojos. En ambos casos sientes constantemente una vaga sensación
en tu pecho. Ya que esa sensación anida en tu pecho, siempre sientes desasosiego, y te quedas
atascado a lo largo del camino, ¿cómo puedes alcanzar la paz interior? Uno de los
antepasados espirituales afirmó: «Si te aferras a ella, pierdes el equilibrio e inevitablemente te
deslizas por un falso camino. Deja de aferrarte a ella, sé natural; la esencia nunca se va ni se
queda».
Tsu-hsin
El sentimiento humano
El budismo no obedece a sentimientos humanos. Los mayores, dondequiera que estén,
abren de par en par sus bocas, diciendo: «¡Comprendo el zen, comprendo el Tao!». Pero,
dime, ¿lo comprenden o no?
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En cuanto a los que se sientan en las sentinas sin razón alguna, engañando a los
espíritus y engatusando a los fantasmas, aunque mataras a mil o a diez mil de ellos y
arrojases sus cuerpos a los perros, ¿qué mal habría en ello?
Hay también una clase de seguidores del zen que se dejan cautivar por esos zorros, y
abren los ojos de par en par, sin siquiera darse cuenta. Se sumergen en una lluvia de orines y
ni siquiera sienten asco.
¡Eh! ¡Ya sois adultos! ¿Cómo podéis aceptar algo así? ¿Qué es lo que personalmente
debéis hacer?
La realización personal
Es algo que no se puede aprender, enseñar ni transmitir: sólo puede alcanzarse
mediante la realización del propio individuo. Una vez alcanzada, te sientes satisfecho,
tranquilo, absolutamente lúcido, con claridad y a gusto. Todas las capacidades espirituales y
los milagros que suceden son cualidades inherentes y no deben buscarse en ninguna otra
parte.
Chen-ching
El estado de preparación
Es difícil encontrar personas realmente preparadas para el budismo. Algunas no creen
en el hecho de que Buda se halle en su interior, sólo se apoyan un poco en la influencia de los
antiguos maestros, en imitar su sabiduría. El ámbito de su conocimiento son doctrinas que
tienen como característica la meditación; en la acción, se alejan de la Iluminación y se
confunden al hundirse en el polvo, quedando atrapados en él, incapaces de liberarse. Si los
estudiantes acuden a ellos, es como una huella en el barro; transmiten sucesivamente esa
huella, engañándose no sólo a sí mismos, sino también a los demás.
No tengo budismo alguno que ofrecer a nadie. Sólo tengo una espada con la que
escindo a quienquiera que venga, para que su vida no pueda continuar y desaparezca su modo
de ver y escuchar: entonces los vuelvo a encontrar en el estado en el que estaban antes de que
sus padres los trajeran al mundo. Si veo que siguen hacia adelante, los corto.
Sin embargo, aunque la espada esté muy afilada, no corta al inocente. Pero ¿acaso hay
alguien que sea inocente?
Chen-ching
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cesarán, y todo el mundo se llenará de alegría. A esto se denomina realizarse de una vez y
para siempre.
Si no lo crees y no quieres escucharme, seguirás sumergido en los atormentados hábitos
de la conciencia, en todo un océano de ignorancia.
Chen-ching
Chen-ching
La verdad y el camino
El camino es el Camino eterno, la verdad es la Verdad eterna: no desaproveches el
cuerpo y la mente persiguiendo las sentencias de los sabios. De ahí que se diga: «Incluso el
objeto más insignificante no es más que polvo; tan pronto como persigues algo, caes en la
confusión de lo ilusorio».
Yun-feng
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Yun-feng
Yun feng
Lo absoluto y lo relativo
Cuando lo absoluto es absoluto, es incompleto; en lo completo se halla también lo
relativo. Cuando lo relativo es relativo, no es material; incluso en la materia se halla lo
completo. En lo más oscuro de la noche, está la energía que engendra el amanecer; cuando el
Sol llega a su cenit, ilumina los cielos.
I-ch'ing (1032-1083)
I-ch'ing
El zen original
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Hui-lin (1020-1099)
El camino
La verdad no sostiene esto o aquello, el camino no pertenece al hombre corriente o al
santo: a lo largo del tiempo se ha mantenido con simplicidad, más allá del desarrollo interior
o de la realización. Aquellos que lo alcanzan originan lotos de llamas escarlata, aquellos que
lo pierden se aferran a los reflejos de verdosas charcas.
La razón de no haberlo alcanzado todavía se debe, por lo general, al momento presente.
Yo disolveré por ti de una vez tus buenos y malos pensamientos, lo haré sin destruir tu hogar,
sin dejar vacío tu asiento, sin hacerte arropar con las miríadas de prácticas; de ese modo, en la
acción serás como el vuelo de un pájaro, y en la quietud, como un vasto espacio.
Fu-jung (1042-1118)
El atajo
Un atajo en el camino es mantener el vacío en el interior y permanecer sereno en el
exterior, como el agua clara y tranquila que refleja miríadas de imágenes sin que éstas se
hundan o floten, sin alterar la espontaneidad de todas las cosas.
Fu-jung
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Seis caminos
Tienes ante ti seis caminos: uno de ellos es adecuado para viajar, los otros cinco no.
El primero es: no te restriegues los ojos y crees ilusiones ópticas en el sutil terreno de
los sabios.
El segundo, no tomes a un sirviente por maestro en el terreno de la realidad ordinaria.
El tercero, no juegues con la energía física en un estado de luz.
El cuarto, no seas un escapista en el espacio de la nada.
El quinto, allí donde anidan las complicaciones no hables de amarillo ni de rojo.
El sexto camino es el único que te permitiré seguir. Pero, dime, ¿de qué modo viajarás
por él?
¿Lo comprendes?
Si no es porque tu calzado se está gastando, ¿cómo percibirías que el bifurcado camino
es largo?
Huai-shan
El propio fracaso
E1 camino supremo no entraña ningún tipo de dificultad; son quienes lo buscan los que
crean su propio infortunio. La auténtica mente es primordialmente pura; son los que la llenan
de preocupaciones quienes originan su propia confusión.
Hui-k'ung (1096-1158)
El ojo viviente
E1 ojo viviente del zen ve claramente a través de los cielos: la vida de los seis sentidos
ocurre en cualquier lugar, sin tomar de prestado la forma o apariencia de otro.
Tzu-te (1090-1159)
Tzu-te
La perla negra
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Cuando tienes una total claridad, no creas ninguna distorsión subjetiva; cuando eres
absolutamente puro, está en ti la auténtica percepción. Pero aunque poseas estas dos
cualidades en lo más profundo de tu ser, todavía no estás en poder de la llave trascendental.
Cuando el viento y las olas desaparecen, el océano de la mente se muestra tal como es;
cuando llegas al fondo del océano de la mente, ves por vez primera la perla negra.
Tzu-te
Tzu-te
Esta mente
Bodhidllarma vino de Occidente y señaló la mente humana, para mostrar su naturaleza
y esclarecerla. Innegablemente lo hizo de modo directo y breve, pero si se observa con el ojo
absoluto, aparece ahora todo confuso. Sólo queda la posibilidad de preparar una medicina
para un caballo muerto.
Esta mente, mostrada con tanta simplicidad, es precisamente lo que Buda no pudo
expresar en cuarenta y nueve años de conferencias y charlas. Es sumamente excepcional,
sumamente sutil; muy pocos son capaces de encontrar su auténtico pulso.
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La mente no puede ser transmitida, es sólo uno mismo quien puede experimentarla y
comprenderla. Cuando llegas a un punto en el que no existe la ignorancia ni la Iluminación,
en el que sencillamente vistes y comes con toda normalidad, sin tener el pecho atestado por
un cúmulo de arcanas interpretaciones y doctrinas, te sientes entonces claro y despejado.
Un inagotable tesoro
La corrección en la conducta proviene de uno mismo; el paso más importante de un
viaje de mil millas es el primero. Si consigues hacer bien ambas cosas, habrás alcanzado las
infinitas doctrinas sutiles de las cien mil puertas de la enseñanza. De ahí que se denomine la
concentración de un inagotable tesoro.
Ying-an
Ying-an
P'u-an
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Las personas que todavía no han comprendido, utilizan la mente para buscar la mente y
hacen que Buda busque a Buda. De seguir así, no tendrán ninguna posibilidad de alcanzar la
realización. No se dan cuenta de que todos los seres conscientes proceden de la misma y
única auténtica fuente.
P'u-an
La experiencia directa
Para poder comprender el camino debes desprenderte de formas y etiquetas. Cuando tu
comprensión se convierta en el espontáneo conocimiento que no se alcanza mediante el
aprendizaje, el camino dejará de ser fijo y tu propia mente será la mente búdica. La máxima
capacidad posible se adquiere no del mundo exterior, sino de la directa experiencia.
P'u-an
Adeptos y fanfarrones
Los venerables adeptos, desde tiempos ancestrales se han dedicado a ello, hasta que
alcanzaban el estado en el que percibían la fuente original; sólo entonces osaban desempeñar
el papel de guías espirituales. ¿Cómo pueden ser comparados a los fanfarrones de hoy día
cuyo único interés es la fama y las ganancias, y que ciegan a la gente en un océano de
confusión?
Ying-an
Sin competitividad
La forma en que los ancianos adeptos de la antigüedad interrogaban acerca del camino
no era competitiva ni belicosa; inquirían a cualquier persona que tuviera cierto grado de
fuerza interior, incluso podía ser un niño. Sólo de ese modo podían ser considerados
estudiantes del camino.
Los seguidores del zen de la época actual puede que afirmen que únicamente viajan
para investigar los grandes misterios de la vida y de la muerte; pero aunque imiten la vida de
los antiguos maestros, continúan siendo muy competitivos y belicosos. Con esta deficiencia
es imposible comprender la fuente a través de la enseñanza que te la muestra directamente.
Ocurre como en el caso de los arqueros: si empiezan a competir desde el primer
momento, nunca consiguen tener buena puntería. Pero si practican durante mucho tiempo, sin
pensar en ganar o perder, logran dar de lleno en la diana. Lo mismo sucede con el aprendizaje
del camino: si albergas en el corazón el menor pensamiento sobre ganar o perder, seguirás
encadenado a la ganancia o a la pérdida.
Ying-an
La comprensión
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Ying-an
Ying-an
El zen y el género
El camino trascendental no es masculino ni femenino.
Ying-an
Unos charlatanes
Presta mucha atención. Un maestro de la antigüedad dijo con acierto: «Un veloz
sabueso no muestra sus dientes; apenas inicias un movimiento ¡y ya lo tienes encima!». Los
estudiantes de esta época insisten en predicar el zen como si fuera una religión antes de
haberse comprendido a sí mismos. Son todos ellos unos charlatanes.
La degeneración
Si los peregrinos no tienen vocación espiritual, ni sus ojos saben reconocer a la gente,
ni conocen a un auténtico y verdadero maestro zen que abra sus mentes, se hunden en un saco
de curiosidades: reuniendo a multitudes de doscientas o trescientas personas, emiten alocados
gritos y alocadas charlas, hablando sobre la mente y la naturaleza, dando conferencias sobre
el zen y el camino, criticando y encomiando a los antiguos y modernos maestros. A esto lo
llaman budismo y lo consideran la esencia de las enseñanzas; pero, en realidad, lo que hacen
es difamar el vehículo universal, creando las semillas para el infierno.
Tales personas son muy numerosas, debemos sentir compasión por ellas. ¡Nuestro
camino ha degenerado!
Huai-t'ang
La barrera infranqueable
Aunque consigas comprender la vacuidad de las personas y objetos, ello no puede
compararse a la realización del zen. Aunque poseas una completa función y una plena
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percepción, todavía no has alcanzado la esencial maravilla del zen. Debes superar la
infranqueable barrera, y descubrir el vasto espacio que se halla más allá.
La palabra auténtica
Quizás el Sol infunda frío y la Luna calor, pero toda la confusión del mundo no puede
llegar a destruir la palabra auténtica.
¿Y qué es la palabra auténtica? Un noventa por ciento de exactitud no es tan
beneficioso como el silencio.
Presta atención
Lo tienes justamente frente a ti, comunicado con todo entusiasmo: si tienes buenas
facultades y una elevada sabiduría podrás llevarlo a cabo con todo tu cuerpo, a base de un
imprescindible rigor. Pero si te dejas llevar por tus pensamientos, plasmándolos en escritos o
en conversaciones verbales, dejarás de percibirlo. De ahí que se diga: «E1 camino se halla
muy cerca, pero lo buscas en la lejanía».
Consigue simplemente prestar atención las veinticuatro horas del día, hagas lo que
hagas; vuelve a tu interior y observa en silencio, preguntándote una y otra vez: ¿Esto qué es?
Continúa observando tus idas y venidas, continúa observando hasta que llegues a un punto en
el que no exista sabor alguno, ningún lugar donde poder asirte o apoyarte, en el que tu cuerpo
y tu mente sean como el espacio, aunque no tengan su apariencia. Súbitamente pierdes el
equilibrio y te descubres en el paisaje de la fuente original, tu cuerpo se cubre de sudor. ¡Esto
te llena de felicidad!
Una vez en este estado puedes contestar a la gente de acuerdo a su potencial,
sirviéndote de lo que te venga a mano, de modo espontáneo te llega a la mente lo que debes
decir, y utilizas lo que está justo allí, respondiendo a cualquier declaración. El budismo y las
cosas del mundo se convierten en una sola cosa. Dirígete entonces a otro genuino maestro
para asegurarte de que has llegado a lo más profundo; es como penetrar en el océano: cuanto
más te alejas, más profundo es. Pero en el instante en que sientas el menor apego, estima o
dependencia por otros, te convertirás en un intruso. Si los que estudian el camino en la ac-
tualidad no están tan avanzados como los que lo hacían antiguamente, a menudo es debido a
que cuando obtienen el más pequeño logro se consideran ya satisfechos.
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Sung-yuan (1139-1209)
Sung-yuan
P'o-an (1136-1211)
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primero te quitan el compás y la regla, y luego esperan hasta que puedas trazar cuadrados y
círculos sólo con la mano, dibujándolos con espontaneidad como si utilizaras el compás y la
regla; así desarrollas tu habilidad.
No obstante, es un camino secundario y temporal, un pequeño lugar de descanso.
Cuando atraviesas la puerta del zen, debes estudiar todavía durante treinta años.
El reino de la Budeidad
U n antiguo maestro dijo: «Si la gente quiere conocer el reino de la Budeidad, debe
hacer que su mente sea tan clara y vasta como el espacio, desprendiéndose de los falsos
pensamientos y del apego, logrando que su mente no tenga impedimentos, en cualquier
situación». ¿Qué es el reino de la Budeidad? Básicamente, es el fluir normal de la propia
mente en la vida cotidiana; lo que sucede es que de ordinario nos llenamos la cabeza con
preocupaciones y acontecimientos, dejándonos arrastrar por la influencia de los objetos.
Si quieres armonizarte con el reino de la Budeidad, debes conseguir mantenerte
consciente las veinticuatro horas del día, sin dejarte llevar por tus estados mentales; entonces
será como si un día te encontrases a un viejo amigo en una concurrida ciudad: «¡Oh, si estás
aquí!».
Al alcanzar este estado los pensamientos errabundos y el apego se disuelven al instante,
y cada cosa se convierte en tu propia función sutil.
Ch'ih-chueh
Ch'ih-chueh
El curso normal
E1 curso normal de la vida cotidiana no se halla en los eventos ni en las cosas; la fuente
que los mil sabios no lograron transmitir no se limita a las maravillas del mundo místico. Si
no te apoyas en la base real, en el momento decisivo, seguirás sumergido en ese reino, y en
tal caso, ¿de qué te habrá servido lo que te estoy diciendo?
Cuando en medio de los eventos y las cosas consigas ver a través de ellos, la fuente que
los mil sabios no lograron transmitir aparecerá en cualquier momento; si logras trascender las
maravillas del mundo místico, el curso normal de la vida cotidiana será tu puerta hacia la
liberación.
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Ch'ih-chueh
La mente
¡Cuán extraordinaria es la mente! Tan vasta que Modo lo abarca, tan sutil que todo lo
penetra. Su incremento no provoca el exceso; su disminución no provoca la carencia.
Silenciosa, funciona con espontaneidad; serena, responde con habilidad. Sin correr, es rápida;
Sin ir, llega a cualquier sitio. El lugar o la materia no pueden restringirla; las medidas y los
números no pueden sondearla.
Está claramente allí, en medio de las actividades cotidianas, pero los estudiantes no
logran verla porque están atrofiados por sus emocionales pensamientos, obnubilados por su
afán de ganancia. En el aspecto sutil, viven coaccionados por la creación, la subsistencia, el
cambio y la extinción; en el aspecto más burdo, viven coaccionados por la tierra, el agua, el
fuego y el aire. Olvidándose de sí mismos, persiguen todo género de cosas; abandonan lo real
y persiguen lo artificial. Y finalmente acaban desapareciendo de modo irrevocable, todas las
personas son así.
Si logras disipar los velos de la mente, restablecer la raíz de la naturaleza y percibir con
claridad la mente en medio de la vida cotidiana, en este caso las emociones, los pensamientos
y los deseos, la creación, la subsistencia, el cambio y la extinción, la tierra, el agua, el luego y
el aire llegarán a ser tus propias funciones sutiles.
Ch'ih-chueh
La acción y la quietud
Deja que tus acciones sean como nubes pasajeras; las nubes pasajeras no poseen apego
alguno. Deja que tu quietud sea como el espíritu del valle; el espíritu del valle es
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Pei-chien (1185-1246)
El descubrimiento de la mente
Los maestros se manifestaron en el mundo para ayudar a descubrirla, extendiendo una
red donde recoger a los dotados de la más alta capacidad. Si consigues captar la esencial
sutileza de los maestros, no tardarás en descubrir tu propia mente.
Una vez tu mente está clara, la palabra «claridad» pierde el significado; es como un
copo de nieve sobre una candente chimenea.
Cuando alcanzas este estado, necesitas todavía purificarte y perfeccionarte durante
largo tiempo para completar tu maduración.
Una vez arraigadas las raíces, no hay necesidad de preocuparse por si florecen las
ramas. Sólo entonces puedes resolver asuntos de importancia y asumir grandes
responsabilidades. La vida y la muerte, la calamidad y la fortuna, no consiguen alterarte;
aunque tu vida se desarrolle en la adversidad o la prosperidad, en el retraimiento o la
expansión, en la actividad o la quietud, de cualquiera de las maneras das de lleno en la (liana.
En la acción, te adaptas a los cambios con intuitiva penetración y completa fluidez, sin
ninguna atadura. En la quietud, eres claro y espacioso, iluminado e independiente, no te dejas
aprisionar por ningún estado maravilloso. Esto es lo que viene a significar esta sentencia:
«Soy capaz de vivir en cualquier tiempo y lugar».
Wu-chun
Wu-chun
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El supremo camino
El supremo camino se halla ante ti, pero todavía te cuesta ver que está justo frente a tus
ojos. Si quieres conocer la auténtica esencia del supremo camino, ésta no se diferencia del
sonido y de la forma, de las palabras y del habla.
Wu-men (1183-1260)
Wu-men
En su punto de cocción
Cierta vez, tres eruditos que se dirigían para hacer el examen del servicio civil se
detuvieron a comprar algo de comer a una mujer que vendía pastelitos a un lado del camino.
Uno de ellos se mantenía tranquilo y silencioso, mientras que los otros dos no cesaban de
discutir sobre literatura. La mujer les preguntó adónde iban. Los que estaban hablando le
contestaron que iban a hacer el examen del servicio civil. Ella dijo: «Vosotros dos no
conseguiréis aprobar el examen, pero vuestro compañero sí». Enfurecidos los dos al oír sus
palabras, la insultaron y se fueron.
Cuando los resultados del examen confirmaron la predicción de la mujer, los dos
eruditos suspendidos volvieron para preguntarle de qué forma había sabido que ellos no
aprobarían el examen y, en cambio, su compañero sí. Le preguntaron si tenía conocimientos
de fisonomía. «No -respondió-, todo lo que sé es que cuando un pastelito está suficientemente
horneado permanece silencioso, mientras que antes de estar a punto no cesa de hacer ruido.»
Wu-men
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La vida y la muerte
La cuestión de la vida y la muerte es importante; la impermanencia es rápida. Los
aspirantes del zen creen comprender el camino, pero si les preguntas por qué vivimos y por
qué morimos, todos ellos, sin excepción, se quedan estupefactos. Una vez tomas esta ruta,
aunque viajes por el mundo entero, ¿qué vas a lograr?
Tuan-ch'iao
Aclara tu mente
En el budismo, lo más esencial es aclarar la mente. Si deseas tener una mente clara, es
importante dejar de tener opiniones. Si no lo haces, confundirás lo correcto y lo incorrecto; si
la mente carece de claridad, la realidad y lo ilusorio se mezclan. Pero cuando dejas de tener
opiniones y aclaras tu mente, percibes que tanto la realidad como lo ilusorio son vacíos, y por
consiguiente trasciendes la dualidad incorrecto-correcto.
Hsueh-yen
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Hsueh-yen
Para viajar, debes tener la visión para el viaje; si no la tienes, los viejos calvos
sentados en talladas sillas de madera extenderán toda clase de muebles viejos y usados
ante ti adjudicándoles un elevado precio, alardeando de cien formas distintas de que
son unos excepcionales y maravillosos tesoros. Y quizá pierdas la visión y la cabeza al
instante; incapaz de ir a ninguna parte, no podrás evitar sentirte confundido, y
acabarás comprando un montón de antiguas curiosidades, sin poder desprenderte
nunca más de ellas.
Hsi-yen (1198-1262)
¿Cuál es la causa?
Cuando las personas dedican diez o veinte años, o incluso toda la vida, a
dilucidar esta cuestión, desligadas del mundo y olvidando los objetos, y no logran
alcanzar la libertad, ¿cuál es la causa? Aquellos que ge
nuinamente buscan la verdad deben intentar descubrirla.
¿Es por falta de potencial espiritual? ¿Por no haber encontrado a un maestro
iluminado? ¿Por ser inconsecuentes? ¿Por carecer de cualidades idóneas y ser de débil
voluntad? ¿Por involucrarse y hundirse en afanes mundanos? ¿Por conformarse con el
vacío, y quedarse estancados en la quietud? ¿Es porque los diversos venenos han
invadido su mente? ¿Es porque todavía no les ha llegado el momento? ¿Es por no re-
flexionar sobre las sentencias de los sabios? ¿Es porque piensan que han alcanzado lo
que no han alcanzado, o porque creen que han realizado lo que no han realizado?
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El zen es como un giganteso fuego de intensas llamas que llena todo el cielo, sin la
más leve interrupción. Todas las cosas del mundo se lanzan a él, evaporándose
inmediatamente como un copo de nieve.
Kao-feng
Kao-feng
No te aferres al almohadón
Kao- feng
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El inagotable tesoro
Kao-feng
Kao-feng
Tres barreras
E1 brillante Sol en el cielo ilumina todas las cosas; ¿por qué está cubierto por una
nube?
Todo el mundo tiene una sombra que nunca le abandona; ¿por qué no puedes
pisarla?
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Kao-fe ng
Hsu-t'ang (1185-1269)
La propia realización
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Pero ahora debes saber que hay una última sentencia; sólo entonces habrás llegado
a ser una persona madura. Finalizar la labor de la persona madura se denomina
trascender el mundo en medio del mundo, lo más elevado de todo.
Hai-yin
Lo ilusorio y la Iluminación
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Hei-yin
Un conveniente método
La fe es la base del camino y la madre de la virtud; nutre las raíces de la bondad.»
Cualquier palabra pronunciada por los sabios de antaño era un conveniente método, una
medicina que se administraba según la clase de dolencia; en realidad ¿cuándo ha
existido un real dogma para atar a la gente?
Si estás confundido, percibes mil diferenciaciones, diez mil distinciones. Si estás
iluminado, todo pertenece a una misma y única familia.
Un verdadero esfuerzo
La insuperable y sublime Iluminación es, en esencia, inherente a cualquier
persona; pero debido a las ideas arbitrarias y a los apegos acumulados a lo largo de los
años, la gente no puede percibir con claridad el estado original. Las personas de gran
fuerza interior deben hacer un verdadero esfuerzo, planteándose una sentencia antigua
en cualquier situación, evocándola en su interior sin interrupción a través de los
sucesivos estados mentales. Cuando de repente superes el sentimiento de duda, habrás
alcanzado por primera vez una cierta libertad.
Wu-chien
Los antiguos maestros transmitían las enseñanzas de los budas y de los maestros zen
para edificar el espíritu de sus estudiantes, con la misma sutileza con que se arranca un
clavo, se quita una estaca, se disuelve la adherencia o se rompen las cadenas. Cuando
tenían que enfrentarse a los detalles una y otra vez o hacer improvisados cambios para
conseguir mejores resultados, eran como grandes y redondas rocas rodando por la falda
de una montaña de diez millas de altitud. La perpetuación de ese tipo de ejemplos entre
aquellos maestros de la antigüedad no tenía otro propósito que el de disipar el apego
mental, la competitividad, las opiniones intelectuales y la comprensión teórica, para que
la gente cambiase y alcanzara el vacío y el claro, limpio y puro, desnudo y libre estado de
la suprema liberación.
Sin embargo, ahora ocurre todo lo contrario. Los maestros tienen tendencia a
mantenerse bloqueados por el conocimiento mundano y la agudeza intelectual, y se
dividen entre los que discuten con todo convencimiento y aquellos que se superan a sí
mismos; y también están los ascéticos que caen en el quietismo o en un ambicioso
activismo. Si observas su conducta, todos afirman poseer las garras y colmillos de
tiempos inmemoriales, pero cuando se trata de adaptarse a la multiplicidad de situaciones,
se recluyen invariablemente en fantasmales cavernas, en montañas de oscuridad.
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Ku-lin
Fen-yang dialogó con más de setenta maestros: sólo uno o dos de ellos tenían
percepción y visión interior; el resto no valían para nada. Últimamente hay algunas
personas sin un claro conocimiento que no han aprendido cuál es su principal tarea;
incapaces de llevar a cabo una investigación existencial, estudian en los libros, intentando
obtener una serie de conocimientos sobre los que poder hablar. Pero están equivocados;
han desperdiciado el verdadero oro para ir tras los escombros.
Ku-lin
El zen es tu rostro original; no hay ningún otro zen que estudiar. Ni tampoco hay
nada que ver o escuchar, la totalidad de este ver y escuchar es el zen; aparte del zen,
no puedes encontrar nada que ver o escuchar.
Ming-pen (1263-1323)
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Ming-pen
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Ming-pen
Ming-pen
Ming-pen
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anochecer, que reflexionen sobre ello, engendrando esta gran duda y exigiendo una gran
Iluminación. Aunque sea un buen método durante cierto tiempo, a la larga sólo crea más
obstáculos.
A este respecto, algunos completos ignorantes se han disfrazado de monjes zen:
desconocen las enseñanzas de las escrituras, no mantienen los preceptos, ni saben
responder con acierto cuando se les pregunta; únicamente afirman haber recibido
instrucción de un maestro. Recitan una sentencia y reflexionan sobre ella como un
maestro de pueblo que enseña a los niños a repetir lo que él dice. Mientras están despier-
tos la recuerdan, pero en cuanto se duermen la olvidan. Algunos se concentran
demasiado, y cuanto más dudan más confusión crean, hasta que llegan al punto de
perder la cabeza y enloquecer.
Algunos elaboran pronósticos afirmando todo tipo de cosas extrañas para engañar
y amenazar al ignorante. Otros se dedican toda la vida a un desconocido quietismo, en
una caverna fantasmal, una montaña de oscuridad, sin alcanzar nunca el menor logro.
Todavía no se dan cuenta de que es lo mismo que el buey que arrastra una carreta; si la
carreta no se mueve, ¿a quién pegarás, a la carreta o al buey?
Buda también dijo que el aferrarse a algo se denomina apego conceptual, y te hace
hundir en la noción de permanencia; en cambio, ser totalmente inconsciente se llama
naturalismo, y te hace caer en una visión nihilista.
En el aprendizaje del camino es importante ser agudo, pero sin llamar la atención.
Si tienes acuidad, no te dejas confundir por la gente; si no llamas la atención, tampoco
te pelearás con ella. Al no dejarte confundir por los demás, eres vacío y espiritual; al no
pelearte con los demás, eres sereno y sutil.
El zen es una navaja que corta el nacimiento y la muerte; el zen es una aguja de
jareta que deshace los nudos; el zen es un espejo que distingue lo bello de lo feo; el zen es
una espada que escinde el error y lo ilusorio; el zen es un hacha para cortar el bosque de
zarzas; el zen es una estrategia para vencer a los enemigos; el zen es la base para alcanzar
la Iluminación y ejercer la maestría.
Liao-an
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Ningún dogma
Cuando los antiguos maestros pronunciaban una palabra o media frase, era para
resolver puntos confusos, para deshacer nudos, para arrancar clavos y quitar estacas, pero
no ataban a la gente con ningún dogma. En la actualidad observamos que muchos es-
tudiantes se aferran al dedo que señala, confundiéndolo con la Luna; en lugar del camino
que les conduzca hasta la fuente, buscan misterios y maravillas, la comprensión
intelectual. Merecen una profunda compasión.
A las personas con facultades superiores y una buena percepción interior no les
costará comprenderlo. En cuanto a las de menor potencial y capacidad, y al propio tiempo
perezosas, que persiguen trivialidades olvidando lo fundamental, no tienen la menor es-
peranza de alcanzar la realización. En realidad, son ellas mismas quienes se excluyen.
Liao-an
Inconmensurable
Liao-an
Las enseñanzas del vasto canon no son más que prescripciones para sanar al
enfermo. Si percibes el origen, la locura de la mente se disipará, y quizás
espontáneamente estalles en una gran carcajada.
Liao-an
Lo fundamental
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Liao-an
Las personas que estudian el camino no conocen lo real por la sencilla razón de
haber estado respondiendo a la mente consciente. La gente ignorante llama a la raíz de los
infinitos siglos de nacimiento y muerte el ser humano original.» Cuando los estudiantes
no tienen la habilidad de distinguir, y confunden la mente consciente con el yo, es a esto a
lo que se refieren las enseñanzas al hablar de tomar a un ladrón por tu hijo, en cuyo caso
la fortuna familiar nunca llegará a consolidarse.
Liao-an
Aunque los principiantes que estudian el zen teman no saber por dónde empezar ni
qué dirección tomar, lo único que se les puede decir es que cada uno de ellos tiene un
rostro original que nunca ha reconocido. Este rostro original es una unidad con todos los
budas: las veinticuatro horas del día, permanezcas hablando, silencioso, activo, sereno,
andando, de pie, sentado o tendido, todo esto se debe a su poder. Simplemente hazte
consciente de ello, y sabrás por dónde empezar; no hay ninguna otra dirección.
El camino sutil
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direcciones están a tu alcance; si los consigues a todos o los dejas escapar sólo depende
de ti.
Wei-tse
La conciencia
La sutil y perfecta esencia de la conciencia es espontáneamente espaciosa y serena,
ecuánime y pura, tan vasta como el espacio. No se puede señalar en términos de ninguna
forma concreta, ni se puede abordar en términos de una ubicación. No es posible penetrar
en ella a través de ninguna puerta o camino, ni se puede dibujar o copiar con ningún color
del espectro.
Wei-tse
El aquietamiento y la percepción
La serenidad y la percepción interior se desarrollan aquietando los pensamientos: así
es como se manifiesta la mente de los budas. » Esta sentencia parece referirse a serenar la
mente y observar, o a aquietar la mente y percibir.
El océano de la naturaleza al que todas las cosas vuelven es esencialmente unido,
silencioso, siempre claro y sereno. Cuando se agita por las influencias de las condiciones,
se levantan oleajes de conciencia y oleadas de emociones de mil distintas formas. Sólo
aquietándolo se puede aclarar su claridad y serenar su serenidad.
El cosmos de la realidad que manifiesta una completa unidad, es siempre claro y
evidente cuando las ideas han cesado y las cosas han desaparecido: tan pronto se ve
oscurecido por el polvo de las obstrucciones motivadas por la conducta y el intelecto, la
niebla de la confusión y las nubes de lo ilusorio se funden en miríadas de formas. Si no
fuera por la percepción, no habría modo de desvelar su evidente claridad.
Cuando toda agitación ha cesado y no se forma ni una sola ola, las miríadas de
fenómenos aparecen claros, sin confusión, sin nada que los obstruya. De ahí que la
percepción no se diferencie del aquietamiento. Una vez disipadas las capas de oscuridad,
cuando la nubosidad deja de formarse, las diez direcciones aparecen vacías, sin
turbulencias, sin agitación. De ahí que el aquietamiento no se diferencie de la percepción.
En la medida en que percibimos a través del aquietamiento, la concentración actúa como
catalizador de la percepción interior; en la medida en que aquietamos la mente a través de
la percepción, la percepción interior se convierte en la base de la concentración. Si esta
catalización de la percepción interior prosigue, el aquietamiento es suficiente para apoyar a
la función de la percepción; si la base de la concentración está presente, la percepción es
suficiente para lograr el aquietamiento.
El aquietamiento sin la percepción puede causar estancamiento; la percepción sin el
aquietamiento puede degenerar en inquisitividad. El aquietamiento es naturalmente el cese
de movimiento, pero también es la raíz del movimiento: de ahí que cuando se aquieta la
mente sin la percepción, el individuo puede hundirse en un vacía quiescencia, o caer en la
distracción. Percibir significa iluminar lo oscuro, pero también es la raíz de la oscuridad: de
ahí que cuando se percibe sin el aquietamiento, el individuo se deja arrastrar por
pensamientos y reflexiones o se sumerge en lo ilusorio. Por consiguiente, el aquietamiento
y la percepción se necesitan mutuamente, uno depende del otro.
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Wei-tse
El supremo camino
La gente de hoy día que estudia la senda no comprende el supremo camino, sólo
se esfuerza por codicia y ambición. Ya desde un principio su motivación por estudiar
el camino es errónea.
El camino es la senda de la pureza fundamental: durante innumerables siglos, e
incluso hasta nuestros días, ha carecido de ganancia o pérdida, juventud o vejez,
luminosidad oscuridad, forma o nombre. Es el mismo para los budas que para la gente
corriente. Insistir en denominarlo «el camino» conduce a la confusión; afirmar que se
puede aprender a base de métodos ya es un error. Si los antiguos maestros calificaron
a quienes buscaban la trascendencia de estudiantes del camino, fue por no tener otra
elección. El estudio es que no hay nada que estudiar; el camino es que no hay ningún
camino. Como no hay nada que estudiar, nada hay a que apegarse; como no existe
ningún camino, no hay nada que seguir. Si a alguien inadvertidamente se le escapa la
palabra Buda, deberá lavarse la boca durante tres años, sólo entonces podrá llamarse
un auténtico estudiante del camino.
Nan-ch'uan dijo: «El camino no está en la provincia del conocimiento, ni en la
del desconocimiento. El conocimiento es una falsa conciencia, el desconocimiento es
indiferencia. Si verdaderamente llegas al camino sin dudas, es como el espacio
cósmico: ¿cómo puedes insistir en afirmar o negar su existencia?».
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El rostro original
Cuál era mi rostro original antes de que mis padres me trajeran al mundo? Este
kung-an1 es una afilada espada que corta la red del nacimiento y de la muerte, un hacha
gigantesca que derriba el árbol de las aflicciones. Recuérdalo siempre, hagas lo que
hagas, y no lo olvides un solo instante. Cuando lleves mucho tiempo haciéndolo, se
fundirá con tu ser y aparecerá sin necesidad de recordarlo, surgirá espontáneamente en
tu mente sin hacer ningún esfuerzo: desde la cabeza hasta los pies, todo el cuerpo será
este koan. Llegado a ese punto, no experimentarás ni uno solo de los anteriores afanes
mundanos ni falsas ideas. De repente, la base del recipiente lacado se rompe,
trascendiendo el antes y el después; entonces alcanzarás la realización.
Pero aun así, queda por hacer una última revelación.
La auténtica verdad
En este camino es importante trabajar con la auténtica verdad. Cuando la mente
lleva la impronta de la auténtica verdad, el camino aparece con claridad. Pero si la
mente no está marcada con la verdad, aunque vayas cada día a conferencias y discutas
sobre el camino continuamente, sólo tendrás temas de conversación, pero no te servirá
para el camino.
Así que, ¿cuál es la auténtica verdad? Se trata simplemente de observar durante
las actividades cotidianas la pureza de tu propia mente, sin dejarte influenciar por
nada que sea erróneo. La mente es como un mono y la consciencia como un caballo:
sin la cadena y la brida de la gran conciencia que los observa, sería muy difícil
controlarlos, por muy inteligentes que sean tus estratagemas.
Pero después de haberlos azotado y golpeado, cuando has logrado su sumisión,
se funden de nuevo en la unidad, y desaparece cualquier vestigio de nacimiento o de
extinción, alcanzando espontáneamente la básica y sutil Iluminación, completamente
vacía y, sin embargo, increíblemente penetrante y efectiva.
La realidad es la mente, no hay nada más. Cuando lo comprendes, palabra y
acción se manifiestan con perfecta objetividad. Sólo entonces puede decirse que no
estás engañando a tu mente.
Una vez has conseguido no engañar a tu mente, todas las cosas, sean mundanas o
trascendentales, son las enseñanzas de Buda; la mente, esté agitada o serena, es la
mente búdica.
1
Un koan, en chino kung-an, es una sentencia o pregunta que no puede comprenderse intelectualmente
y cuya finalidad es la de liberar la mente de sus hábitos conceptuales para que perciba directamente la
naturaleza no-dual de la realidad. (N. de la T)
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Hui-ching
Claridad y calma
Tzu-po (1543-1604)
Chien-ju (1549-1619)
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Dos pruebas
Los principiantes utilizan las enseñanzas del canon para abrir sus ojos puros; pero
si nuestros ojos son en esencia puros, ¿qué necesidad hay de abrirlos? Las enseñanzas
se exponen para aquellos que no han comprendido. La Escritura de la completa
Iluminación dice: «La Budeidad sólo se alcanza cuando la ignorancia se disuelve para
siempre mediante la pureza de la vasta conciencia». Si sabes que la ignorancia es
originalmente inexistente y que la naturaleza de la conciencia es irreal, entonces las
montañas y los ríos no pueden obstruir la luz de tus ojos; ¿cómo podrían los sentidos y
los objetos dañar la conciencia? Ser capaz de percibir a través de los infinitos mundos
no parece tan difícil.
Yuan-lai (1575-1630)
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La luz espiritual
La luz espiritual brilla con independencia, trascendentalmente liberada de los
órganos y objetos de los sentidos.» Esta frase lo dice todo. Si la comprendes, ¿quién
puede acusarme de hablar demasiado? Si no la comprendes, continuaré y complicaré un
poco más las cosas.
La luz espiritual de los seres vivos, en su origen, carece de obstrucción; sin
embargo, viven sumergidos en la ignorancia, engendrando confusos sentimientos. En
relación con esto están los seis órganos sensoriales en el interior, y en el exterior los
objetos de los seis sentidos: a través de la oposición de órganos y objetos, surge de forma
incontrolada la falsa conciencia que crea el bien y el mal y que da inicio a acciones
virtuosas y malvadas. A causa de estas acciones, los seres vivos giran como una polea en
torno a distintos estados mundanos, ola tras ola, era tras era, emergiendo y hundiéndose
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Yuan-hsien (1618-1690)
Esforzarse en estudiar
Todo el mundo tiene una antorcha que irradia una inmensa luz: ilumina
espontáneamente el cielo y la tierra; no hay distancia a la que no pueda llegar. No es
diferente de la de los budas o de los maestros zen, pero cuando llega a cubrirse debido a las
falsas ideas y afanes mundanos, y no puede manifestarse, es necesario esforzarse en
estudiar para limpiarla.
¿Qué es esforzarse en estudiar? Significa dirigir tus diarias energías físicas y mentales
en recordar una sentencia de los sabios, sin distraerte. Después de largo tiempo, no sólo tu
energía mental y física se solidificará en una masa, sino que toda la tierra, las montañas y
los ríos y el espacio de las diez direcciones se convertirán en una simple masa, parecida a
una píldora de acero.
Y llegará un día en que, a través de algún casual acontecimiento, la píldora de acero
estallará y dará origen a los ojos del zen; entonces las montañas, los ríos y toda la tierra se
convertirán en un único y vasto tesoro de luz.
Yuan-hsien
La participación
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Pero si te preguntas si resultará fácil o difícil, y te preocupas por si está lejos o cerca,
ansioso de saber si lograrás triunfar o no, ocurrirá que ni siquiera podrás valerte por ti
mismo, y mucho menos participar en el zen.
Yuan-hsien
La auténtica mente
El estudio del zen no tiene grandes complicaciones: sólo requiere que conozcas tu
auténtica mente. Ten presente, sin embargo, que en este cuerpo los elementos físicos se
combinan temporalmente, y día tras día se dirigen a su extinción: si ello es así, ¿dónde
está la auténtica mente?
El aluvión de ideas y pensamientos que surgen y desaparecen sin constancia alguna
no es la auténtica mente.
Todo cuanto se mueve y cambia con gran inestabilidad, algunas veces para bien y
otras para mal, no es la auténtica mente.
Aquello que depende completamente de las cosas exteriores para manifestarse y que
en ausencia de éstas no se hace evidente, no es la auténtica mente.
El corazón, situado en el interior del cuerpo, que no puede verse a sí mismo y
permanece ciego a lo interior, no es la auténtica mente.
Aquello que no se ve afectado por las sensaciones exteriores al cuerpo, aislado del
exterior, no es la auténtica mente.
Supón que diriges la luz de la conciencia hacia tu interior y que sientes una
recóndita tranquilidad y una serena unidad: ¿lo considerarías la auténtica mente?
Yuau-hsien
Vacía y serena
Las personas que aprenden el camino deben ante todo vaciar y aquietar sus
mentes. La mente debe estar vacía y serena para poder comprender místicamente el
principio sutil. Si no vacías la mente, es como una jarra llena de leche de mono: ¿cómo
puedes llenarla al mismo tiempo con leche de león? Si la mente no está serena, es como
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una lamparilla de aceite en medio del viento, o como agua turbulenta ¿cómo podría
reflejar las miríadas de formas?
Quienes se inician en el camino deben, en primer lugar, aquietar los pensamientos
y minimizar los objetos de su atención, vaciando y serenando la mente. Con ello estarán
asentando las bases para alcanzar el camino. Como Te-shan dijo: «No distraigas la
mente con cosas ni tengas cosas en la mente, y de modo natural serás vacío y espiritual,
tranquilo y sublime».
Sin embargo, no debes instalarte en una vacía quietud, sentado relajado y
sumergido en la nada. Debes estar realmente atento, investigar con diligencia: de ese
modo podrás atravesar la barrera de lo ilusorio y realizar la gran tarea. Las personas
tienen unos hábitos profundamente arraigados como resultado de haberlos acumulado
desde el inicio de los tiempos; destruir sus raíces no resultará fácil. Necesitarás una
fuerte voluntad que te estimule constantemente. Esfuérzate por progresar en tu trabajo,
sin pensar cuánto tiempo tardarás en conseguirlo. Después de practicar durante mucho
tiempo, alcanzarás, espontáneamente, la paz y la plenitud. ¿Por qué buscar otro método?
Yuan-hsien
Yuan-hsien
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Fu Shan-hui (487-569)
Tao-hsin (580-651)
Niu-t'ou Hui-chung (683-769)
Ma-tsu (709-788)
Ta-chu (siglo vin)
Ta-mei (hacia 805)
Pai-chang (720-814)
Tan-lisia (738-824)
Nan-ch'uan (747-834)
Kao-ch'eng (sin fecha)
Te-shan (fallecido en 867)
Ta-sui (834-919)
Ta-an (fallecido en 883)
Tzu-hu (800-880)
Yen-t'ou (828-887)
Chao-chou (778-897)
T'ou-tzu (819-914)
Lung-ya (834-920)
Hsuan-sha (siglos IX-X)
Ku-shan (fallecido hacia 940)
Fa-yen (885-958)
Tung-shan Shou-ch'u
(hacia 910/915-990/995)
Chih-men (floreció hacia 1000-1020)
Shih-shuang (986-1039)
She-lisien (siglos X-XI)
Sheng-ting (siglos X-XI)
Ch'eng-ku (floreció hacia 1037)
Yang-ch'i (992-1049)
Tao-wu Wu-chen (floreció hacia 1025-1060)
Fa-hua (floreció en 1000-1056)
Ta-yü Shou-chile (fallecido hacia 1060)
Tsu-hsin (siglo XI)
Ssu-hsin (siglo XI)
Chen-ching (exiliado en 1080)
Yun-feng Wen-yueh (fallecido hacia 1060)
I-ch'ing (4032-4083)
Hui-lin (1020-1099)
Fu-jung (1042-1118)
Huai-shan (floreció hacia 1415)
Hui-k'ung (1096-1158)
Tzu-te (1090-1159)
P'u-an (fallecido en 1 169)
Ying-an (fallecido en 1163)
Huai-t'ang (siglo XII)
Fo-hsing T'ai (siglo XII)
Fu-an (siglo XII)
Yueh-lin (siglo XIII)
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Sung-yuan (1139-1209)
P'o-an (1136-1211)
Ch'ih-chueh (floreció hacia 1208-1225)
Fo-chih (floreció hacia 1228)
Pei-chien (1185-1246)
Wu-chun (fallecido en 1249)
Chueh-an (década de 1250)
Hsi-sou (floreció hacia 1249)
Yun-ku (floreció hacia 1256)
Wu-men (1183-1260)
Tuan-ch'iao (hacia 1241)
Hsueh-yen (floreció hacia 1253)
Hsi-yen (1198-1262)
Kao-feng (década de 1260)
Hsu-t'ang (1185-1269)
Hai-yin (hacia 1282)
Wu-chien (floreció hacia 1265-1300)
Ku-lin (floreció hacia 1297-1308)
Ming-pen (1263-1323)
Hsiao-yin (floreció hacia 1330)
Liao-an (floreció hacia 1330)
Wei-tse (fallecido en 1348)
Shu-chung (fallecido en 1386)
Nan-shih (floreció hacia 1368-1425)
Hui-ching (1528-1598)
Tzu-po (1543-1604)
Chien-ju (1549-1619)
Yuan-cheng (hacia la década de 15-70-década de 1620)
Yuan-lai (1575-1630)
Ta-tu (siglo XVII)
Yuan-hsien (1618-1697)
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Obras recomendadas
Zen Essence: The Science of Freedom, traducido y editado por Thomas Cleary,
Shambhala Publications, Boston, 1989.
Zen Lessons: The Art of Leadership, traducido por Thomas Cleary, Shambhala
Publications, Boston, 1989. Minding Mind: A Course in Basic Meditation, traducido
por Thomas Cleary, Shambhala Publications, Boston, 1995
Instant Zen: Waking Up in the Present, traducido por Thomas Cleary, North
Atlantic Books, Berkeley, 1994. Zen Letters: Teachings of Yuanwu, traducido por J.
C. Cleary y Thomas Cleary, Shambhala Publications, Boston, 1994
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