AVILES, FARRE, Juan - La Revolucion Rusa

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La revolución rusa

Juan Aviíés F arre

HISTORIA HOY
Santillana
L a revolución rusa de 1917 representó el comienzo
de una de las experienáas sociales más interesantes
que ha realizado la humanidad. En Rusia sí intentó,
por primera vez en la historia, regular la vida de
millones de personas mediante un sistema social basado
en la propiedad colectiva de los medios de producción.

Los primeros partidarios del socialismo pensaron que, gracias a las


máquinas, sería fácil satisfacer las necesidades materiales de todas las
personas y seria posible que todos fueran ¡guales, desinteresados y con
tiempo libre para las actividades más elevadas del espíritu.

D e todos los socialistas del siglo X I X el que más influencia ha tenido ha


sido el alemán KaH M arx. Él cre\jó que el futuro modelo de organización
social, al que llamó comunismo, surgiría después de que el proletariado
conquistara el poder del Estado y lo utilizara pam arrebatar a la burguesía
la propiedad de los medios de producción. Esto pondría fin a la miseria
y a la desigualdad.

El primer lugar donde se intentó llevar a la práctica las ideas de M arx


fiie Rusia.

HISTORIA HOY
Santillana
Dirección: Sergio Sánchez Cerezo
Edición: Alberto Martín Baró
Diseño de cubierta: Elisa Rodríguez
Diseño de interior: Concha Langle
Dirección de arte: Juan José Vázquez
Selección de ilustraciones: Maryse Pinet, Marilé Rodrigálvarez
Composición y ajuste: Francisco Lozano
Realización: José García
Dirección de realización: Francisco Romero

© De esta edición: 1997, Santillana, S. A.


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previo por escrito de la Editorial.
H I S T O R I A H O Y

La r e v o lu c ió n
RUSA

pOK

Juan Avilés Farré

4-Santillana
J n d tc e

Introducción 6

la revolución rusa 8

Clase obrera y revolución 8


Las organizaciones obreras en el siglo xix.________ ___________ 8
Reforma o revolución. 9
La postura de Marx y de los socialistas: I y 11 Internacional. 9
El anarquismo. 10

El Imperio Ruso 11
Territorio y población. 11
Condiciones de vida. 12
Situación política. 13
Un Estado autocrático. 13
La respuesta violenta. 14
El Partido Socialdemócrata Obrero Ruso. 16
El camino hacia la revolución. 17
La guerra contra Japón. 17
La revolución de 1905. 18
Concesiones liberales y represión. 21

La caída del zar 22


La Primera Guerra Mundial. 22
Diferencias entre Rusia y otros países de Europa. 22
Quiebra de la unidad socialista. 23
La guerra y la caída del Estado ruso. 23
1917: la revolución estalla en San Petersburgo. 26
Protestas obreras. 26
Abdicación del zar. 27

Las dificultades del gobierno provisional 27


Oposición entre el gobierno y el Soviet. 27
Desaparición del orden tradicional. 27
Aspiraciones de la sociedad rusa. 28

4
Regreso de Lenin a Rusia.
Kerenski al frente del gobierno. 3<

El triunfo bolchevique 31
La revolución de octubre. 31
Nuevo gobierno. 31
Un panorama difícil. 31
Elecciones a la Asamblea Constituyente. 3:1
La paz con Alemania. 34

La guerra civil 35
Predominio del Partido Comunista. 3£
La guerra civil rusa y la guerra mundial. 37
La influencia de Alemania. 3f
La actuación de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. 3 í
Una guerra entre rusos. 3‘
Guerra y terror. 41
La Internacional Comunista. 47

Del comunismo de guerra a la NEP 43


Comunismo de guerra. 47-
Colectivización en el campo y en las ciudades. 4-
Desaparición del comercio privado y hundimiento
de la economía. 4*1
La alimentación de las ciudades. 4.‘
Creciente autoritarismo. 4i
Insurrecciones campesinas y huelgas obreras. 4(
El motín de Kronstadt. 4(
Respuesta de Lenin. 47
El hambre de 1921 y 1922. 41
De la Nueva Economía Política a la colectivización total. 4l

5
ntroducción

m ra revolución rusa de 1917 representó el comienzo de una de las ex­


periencias sociales más interesantes que ha realizado la humanidad. En
Rusia se intentó, por primera vez en la historia, regular la vida de millo­
nes de personas mediante un sistema social basado en la propiedad co­
lectiva de los medios de producción*.
La idea de que la propiedad privada conduce a la ambición indivi­
dual, a los choques de intereses y por tanto a enfrentamientos que tur­
Platón (hada 428-347
ban la paz social, es muy antigua. Platón, uno de los más influyentes
a. C.), filósofo griego,
autor de numerosas pensadores de la civilización occidental, sostuvo hace ya venticuatro si­
obras en forma de diá­ glos que la solución de los problemas políticos estaba en la eliminación
logos. Entre las prin- de la propiedad privada e incluso de la familia. En el Estado perfecto
dpales cabe citar El que propuso Platón, los ciudadanos de la clase más elevada poseerían
banquete, Fedón y La todo en común, no sólo los bienes sino también las mujeres y los hijos,
República. y se dedicarían por entero al atletismo, a la guerra, a la filosofía y al go­
bierno de la ciudad, mientras que las clases bajas producirían los bienes
materiales.
En cierto sentido los monasterios que se fundaron en la Edad Media
se parecían al Estado perfecto de Platón. Los monjes no tenían propieda­
des individuales, ni tampoco familia (les estaban prohibidas las relacio­
nes sexuales) y se dedicaban al culto de Dios, mientras que las necesida­
des materiales del monasterio eran satisfechas por campesinos que
estaban a su servicio. Lo que no se intentó fue que toda una sociedad vi­
viera de acuerdo con unas reglas semejantes. Se pensaba que los seres
humanos eran naturalmente demasiado individualistas para que el
Estado perfecto de Platón pudiera ser algo más que una utopía*. Y debe
subrayarse que tanto los ciudadanos perfectos de Platón como los mon­
jes medievales habrían de contar con otras personas que trabajaran pa­
ra ellos y les permitieran así dedicarse a actividades más nobles.

* Se señalan con un asterisco la primera vez que aparecen en el texto las palabras que
se definen en el Vocabulario.

6
Las cosas cambiaron en el siglo XIX, cuando las nuevas máquinas
hicieron que se elevara considerablemente la productividad* del traba­
jo. A partir de entonces algunos imaginaron que sería posible una orga­
nización social basada en la propiedad colectiva y que fuera además
igualitaria (es decir, que ningún grupo social se diferenciara del resto
por sus privilegios o su bienestar). En el siglo XIX, los primeros partida­
rios del socialismo* pensaron que, gracias a las máquinas, sería fácil
satisfacer las necesidades materiales de todas las personas y sería posi­
ble que todos fueran como los ciudadanos perfectos imaginados por
Platón, es decir iguales, desinteresados y con tiempo libre para las acti­
vidades más elevadas del espíritu.
De todos los socialistas del siglo XIX el que más influencia ha teni­
do ha sido el alemán Karl Marx. El creyó que el futuro modelo de orga­
nización social, al que llamó comunismo*, surgiría después de que el
proletariado* conquistara el poder del Estado y lo utilizara para arreba­
tar a la burguesía* la propiedad de los medios de producción, que pa­
sarían a ser de propiedad colectiva. Creía además que esto ocurriría
inevitablemente, porque en su opinión la marcha de la historia no era
fundamentalmente resultado de decisiones libremente tomadas por los
individuos, ni tampoco del azar. Por el contrario su filosofía se basaba
en el determinismo*. Pensaba que el desarrollo de los medios de pro­
ducción determinaba la marcha de la historia. Las nuevas máquinas fa- \
vorecían el desarrollo del capitalismo, pero a su vez esto llevaba a la
Antes y ahora, oi
existencia de un proletariado cada vez más numeroso, que finalmente
de Vladlmir Kozlinski
destruiría el capitalismo e implantaría el comunismo. Y a su vez el co­ hacia 1920. La re
munismo favorecería un mayor desarrollo de los medios de producción, lución de 1917 y
lo que permitiría satisfacer todas las necesidades humanas, poniendo implantación del
fin a la miseria y a la desigualdad. munismo marcaron
El primer lugar donde se intentó poner en práctica las ideas de cambio radical en
Marx fue Rusia. historia rusa.

7
a revolución rusa

Cla se o brera y r e v o l u c ió n

Las organizaciones obreras en el siglo xix

A lo largo del siglo xix fueron surgiendo, en distintos países


de Europa y América, organizaciones obreras cuyo propósito era
A la izquierda, obrera la sustitución del capitalismo por un nuevo tipo de organización
de la industria bélica social basado en la propiedad colectiva de los medios de produc­
rusa en la época ante­ ción.
rior a la revolución. A
la derecha, obreros tra­
El contraste entre las duras condiciones de vida de los traba­
bajando en el ferroca­ jadores que hacían funcionar las máquinas y la prosperidad de
rril transcaspiano, se­ los burgueses, propietarios de las mismas, provocaba en algunos
gún un grabado de «La el sentimiento de que el sistema capitalista era injusto. Muchos
Ilustración Española y trabajadores se sentían explotados y deseaban que las cosas cam­
Americana», 1888. biaran.

8
Clase obrera y revolución

Algunos intelectuales* de origen social más elevado, como


el propio Marx, les daban la razón y colaboraban en su lucha. El
paulatino triunfo del liberalismo en casi toda Europa favoreció
la difusión de las nuevas ideas socialistas y el crecimiento de las
organizaciones obreras, pues también los trabajadores se benefi­
ciaron de las libertades de expresión y reunión y de la extensión
del derecho al voto.

Reforma o revolución

Ante los trabajadores se abrían dos caminos para mejorar su


situación.
Uno era el de las reformas graduales, que consistía en utili­
zar la propaganda, la huelga y el voto para obtener, por
un lado, concesiones de los empresarios, por ejemplo subidas sa­
lariales, y por otro, una legislación favorable del parlamento,
por ejemplo una limitación de la jornada máxima de trabajo.
La otra era la de una revolución*, que llevara directamente
a la sustitución del capitalismo por el socialismo.
Para quienes deseaban grandes cambios, la idea de una
revolución violenta tenía por entonces un gran atractivo. La
gran revolución francesa de finales del siglo xvm seducía la
imaginación de muchos. Si la burguesía liberal había logrado su
triunfo mediante revoluciones violentas, ¿no debía hacer lo mis­
mo el proletariado? Karl Marx (1818-181
En realidad Gran Bretaña, el país más industrializado y uno el más influyente
de los más liberales de Europa, no había tenido ninguna revolu­ los pensadores soele
ción en el siglo xvm y tampoco la tuvo en el xix, y lo mismo tas. Dibujo de Sukh
puede decirse de otros países como Holanda, Dinamarca y 1943 (Estampas, Bib
Suecia. Pero esos ejemplos de cambio pacífico resultaban, para teca Nacional de f r
cía, París).
los espíritus más combativos, mucho menos fascinantes que los
violentos episodios de la gran revolución francesa y otras revo­
luciones liberales que le siguieron.

la postura de Marx y de los socialistas:


I y II Internacional

El propio Marx no tenía dudas. Él creía que el proletariado


haría un revolución, destruiría el Estado burgués e implantaría
su propia dictadura para preparar el camino hacia el comunis­
mo. Y eso mismo creían muchos otros socialistas, incluso algunos
que por temperamento no eran favorables a la violencia.
Marx y otros socialistas creían además que la revolución
proletaria sería internacional, es decir que se iniciaría casi simul­
táneamente en varios países de Europa (como había ocurrido
con las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1848).

9
La revolución rusa

Para coordinar los esfuerzos de las organizaciones socialistas


de diversos países, se fundó en 1864 la Asociación Internacional
de Trabajadores, de la que Marx fue uno de los impulsores, pero
duró pocos años. Luego, en 1889, se fundó la llamada II Inter­
nacional, que tuvo mucho mayor éxito.
A comienzos del siglo xx los partidos socialistas que
integraban la II Internacional habían adquirido una influencia
notable en diversos países de Europa central y occidental. En
ninguno habían llegado a ganar unas elecciones, pero en varios
tenían una importante representación parlamentaria, concejales
en muchos ayuntamientos, una prensa bastante leída por los
obreros y estrechas relaciones con fuertes sindicatos. Esos medios
les habían permitido obtener mejoras para los trabajadores, pero
las desigualdades sociales seguían siendo muy grandes.
Los partidos de la II Internacional se inspiraban en las ideas
del ya fallecido Marx y pensaban que la victoria final del prole­
tariado llegaría a través de una revolución violenta. No se esfor­
zaban, sin embargo, en que esa revolución llegara cuanto antes.
De momento el Estado liberal, que para entonces se había
establecido más o menos plenamente en toda Europa occidental
y central, daba a los trabajadores muchas posibilidades de lucha
pacífica por sus intereses. Y a través de esas luchas pacíficas la
clase obrera se iba preparando para el gran día de la revolución.
Además, si como decía Marx la revolución proletaria tenía
que llegar inevitablemente, no había motivo para provocarla de
M ijail Bakunin (1814- manera precipitada. Por el contrario, cuanto más organizado y
1876), revolucionario ru­
preparado estuviera el proletariado antes de la revolución, tanto
so, que fue uno de los
fundadores del m ovi­ menos destructiva sería ésta. Algunos incluso esperaban que la
miento anarquista. soñada revolución fuera al fin pacífica y triunfara mediante el
voto de la mayoría.

El anarquismo

La lucha organizada y legal, en espera de una revolución


futura que nadie sabía cuándo llegaría, no resultaba sin embar­
go satisfactoria para algunos revolucionarios. Dentro del movi­
miento obrero internacional había otros militantes que no
estaban dispuestos a retrasar indefinidamente la revolución
violenta. Entre ellos se hallaban los anarquistas*, que no se
inspiraban en las ideas de Marx, sino en las del revolucionario
ruso del siglo xix Mijail Bakunin. Los anarquistas consideraban
una traición a la causa obrera negociar con los empresarios o
participar en las instituciones del Estado burgués, como el parla­
mento o los ayuntamientos. No había que buscar reformas ni
votar, sino preparar la destrucción revolucionaria del capitalis­
mo y del Estado.

10
El Imperio Ruto

Bakunin tuvo más seguidores en Italia y en España que en


la misma Rusia. Allí los partidarios de la revolución obrera eran
en su mayoría marxistas y fue en Rusia donde, en 1917, un
partido marxista impuso su dictadura para destruir el capitalismo.

E l Im p e r io R u s o

Territorio y población

A comienzos del siglo XX, el Imperio Ruso era el Estado más


extenso y poblado de Europa. Su territorio, que hoy está dividi­
do en 17 Estados, era de más de 22 millones de kilómetros cua­
drados, aunque una parte importante del mismo resultaba casi
inhabitable por el frío. El ferrocarril transiberiano, concluido en
1904, que urna San Petersburgo con el puerto de Vladivostok, en
el océano Pacífico, era con mucho el más largo del mundo.
El Imperio tenía unos 130 millones de habitantes, más del
doble que Alemania, el Estado europeo que le seguía en pobla­ A la izquierda, put
ción. sobre el Irtich, del le,
De esos habitantes, dos tercios tenían como lengua materna carril transiberiano,
el ruso u otras lenguas eslavas próximas (el ucraniano y el bielo­ 1896. Esta vía tti
ponía en comunicai
rruso), mientras que los restantes hablaban numerosas otras len­
los dos extremos del
guas, muy distintas entre ellas. menso imperio rusc
Dentro del Imperio se hallaba una buena parte de Polonia, la derecha, campesi
que a fines del siglo xvm había sido repartida entre sus vecinos, de la región del Ve
por lo que muchos polacos deseaban recuperar su antigua inde­ en 1892, a los que II
pendencia. a faltar hasta el f.

11
La revolución rusa

Rusia europea
Población rural y urbana

i i
1863 1897

CU Rural CU Urbana

A la Izquierda, labra­ Condiciones de vida


dor ruso con cosecha­
dora en 1908. En el
gráfíco de la derecha,
Las condiciones de vida de la mayor parte de los habitantes
el predominio de la p o­ del Imperio Ruso, a los que para simplificar llamaremos en
blación rural en Rusia. adelante rusos, eran muy primitivas en comparación con las del
Según datos de Nove, conjunto de Europa.
Alee: An econom ic his- De cada cinco rusos, cuatro eran campesinos, que en su
tory of the USSR, Lon­ gran mayoría no sabían leer ni escribir, trabajaban la tierra con
dres, 1972, p. 21. ineficaces arados de madera y vivían en cabañas, también de
madera, construidas por ellos mismos. Estas cabañas a menudo
carecían de salida para el humo del hogar, por lo que en su in­
terior el aire resultaba irrespirable para quien no estuviera acos­
tumbrado.
Los trabajadores de las fábricas, menos numerosos, no
vivían mejor, ya que en muchos casos toda una familia o incluso
varias habían de apiñarse en una sola habitación, a veces dentro
de un barracón construido por la empresa en que trabajaban,
junto a instalaciones fabriles cuyos humos contaminaban el
aire.
Para la mayoría de los rusos la carne era un lujo inasequible.
Los campesinos comían casi exclusivamente cereales baratos y
| algunas hortalizas, bebían un licor hecho con pan de centeno
fermentado y en las grandes ocasiones vodka, con el resultado
de fenomenales borracheras, o el mucho más sano té con azúcar,
al que eran también muy aficionados.
Las inadecuadas viviendas, en las que la falta de espacio y
de ventilación facilitaban los contagios infecciosos, la alimenta­
ción poco variada, la falta de higiene y de cultura llevaban a que
la mortalidad, especialmente la infantil, fuera muy alta.

12
El Imperio Ruso

Puesto que la tasa de mortalidad infantil es un buen A la izquierda,


indicador de hasta qué punto una población logra satisfacer sus nacional de la
europea, en com\
necesidades biológicas básicas, conviene indicar que, hacia 1900,
ción con las de
25 de cada 100 niños rusos morían antes de cumplir un año, Bretaña, franela, I
frente a 15 en España y sólo 7 en la próspera y bastante igua­ Alemania y A ti
litaria Noruega, que tenía la tasa más baja de Europa. Como Hungría. A la der
referencia comparativa cabe recordar que, actualmente, en los crecimiento de la
países más pobres del mundo mueren en su primer año 16 niños ducción industrial
de cada 100. Según Nove, op.
p. 14 y 12.
En contraste con la miseria popular, había en Rusia una
minoría rica y culta. Los más privilegiados vivían rodeados de
lujo y atendidos por una numerosa servidumbre, tenían en su
infancia institutrices extranjeras, viajaban por Europa y se expre­
saban en francés con la misma soltura que en ruso.
La alta cultura rusa tuvo una etapa de gran florecimiento a
fines del siglo X IX , con escritores como Tolstoi, músicos como
Rimski-Korsakov y científicos como Mendeleiev.

Situación política

Un Estado autocrático

Las últimas novedades europeas eran por entonces bien


acogidas en Rusia y con ellas llegaron las nuevas ideas políticas,
como el liberalismo y el socialismo. Pero, a diferencia con lo que
ocurría en la mayor parte de Europa, los rusos carecían por
completo de libertad política.

13
La revolución rusa

Hacia 1900 el Imperio Ruso era el último Estado plena­


mente autocrático* de Europa. El emperador, al que se daba el
título de zar (es decir cesar), tenía la plenitud del poder político,
sin que estuviera obligado a tener en cuenta para nada la vo­
luntad de sus súbditos.
Esto significaba que aquellos jóvenes de familia acomodada
que tenían ocasión de estudiar, se sentían atraídos por las
nuevas ideas que llegaban de Occidente y deseaban hacer algo
por mejorar las terribles condiciones en que vivía el pueblo ruso,
tenían muy pocas posibilidades para actuar dentro de la ley.
Para poner un ejemplo de lo que esto significaba, cabe
recordar que en 1849 varios jóvenes socialistas de clase alta o
media que se reunían para discutir sus ideas, entre los que se
encontraba el luego famoso escritor Dostoievski, fueron por ello
condenados a muerte. Se les condujo al lugar de ejecución y sólo
entonces se les informó de que el zar les había conmutado la
última pena por otra de prisión. La angustia que sufrieron puede
imaginarse.

La respuesta violenta

La extremada dureza del régimen zarista condujo al socia­


lismo ruso hacia la violencia. Y a su vez la violencia revolu­
cionaria hizo que el régimen zarista se hiciera todavía más reacio
a toda medida liberalizadora, entrándose así en un siniestro círcu­
A la izquierda, Alejan­
dro II (1818-1881), zar
lo vicioso.
de Rusia que emancipó Ello ocurrió en tiempos del zar Alejandro II, que sin embar­
a los siervos. A la dere­ go fue el promotor de algunas reformas importantes. Fue él
cha, Alejandro II visi­ quien en 1861 emancipó a los campesinos de la servidumbre*.
tando Estrasburgo. Hasta entonces los señores habían tenido sobre los campesinos

14
El Imperio Ruto

un dominio casi completo, hasta el punto de que, cuando se


vendía una tierra, con ella eran vendidos los siervos que la tra­
bajaban.
Con la emancipación las comunidades campesinas recibie­
ron en propiedad mucha tierra, pero a cambio de ello quedaron
sometidas durante largos años a pagos para indemnizar a sus
señores, que además conservaron grandes fincas. Esto no satis­
fizo a los campesinos, quienes consideraban que toda la tierra
era suya, porque ellos eran los que la trabajaban, y pensaban
que los señores eran parásitos que los explotaban, lo mismo que
los recaudadores de impuestos y los agentes reclutadores del
ejército.
Así es que algunos jóvenes procedentes de familias acomo­
dadas de las ciudades, a los que se llamó socialistas revolucio­
narios*, o populistas, creyeron que bastaría difundir las nuevas
ideas entre los campesinos para que éstos se lanzaran a la
revolución. Pero estos jóvenes revolucionarios no fueron bien
acogidos por los campesinos, que desconfiaban de todo el que
llegaba de fuera y en muchas ocasiones los denunciaron a la
policía.
Ante lo difícil que era despertar la energía revolucionaria
del pueblo ruso, algunos pensaron entonces que podrían hacerlo
mediante el terrorismo. Suponían que, si asesinaban a persona­
lidades destacadas del régimen zarista, el pueblo comprendería
que éste era en el fondo débil y se lanzaría a la lucha. Comenzó
así una oleada terrorista que, con intervalos, se prolongaría du­
rante casi medio siglo. Una de sus víctimas fue el propio Ale-
gjandro 11, que fue asesinado en 1881. Entre los implicados en
este crimen había una joven, que fue ejecutada junto a sus
compañeros. Rusia fue el primer país en el que hubo mujeres

Atentado contra Ah
¡andró II el 1 de m an
de 1881 (Museo Nack
nal de Historia, Moscú

15
La revolución rusa

entregadas de lleno a la lucha revolucionaria. Pero el terrorismo


no desencadenó la revolución.
En 1887 hubo un intento de asesinar al nuevo zar, Alejan­
dro III, y a raíz de ello fue ejecutado, entre otros, un joven
revolucionario perteneciente a la pequeña nobleza, Alejandro
Ulianov. Su hermano menor, Vladimir Ulianov, que tenía en­
tonces diecisiete años, se daría más tarde a conocer con el seu­
dónimo de Lenin y sería el principal dirigente de la revolución
rusa.
Lenin llegó pronto a la conclusión de que el terrorismo no
llevaba a ninguna parte y de que poco se podía esperar del
campesinado. Por el contrario, quedó convencido, al leer a
Marx, de que en Rusia la revolución sería también obra del
proletariado industrial, como en toda Europa.

Vladimir Ulianov, llama­


do Lenin (1870-1924), El Partido Socialdemócrata Obrero Ruso
fundador del movimien­
to comunista Interna­
Precisamente en los últimos años del siglo xix empezó en
cional, en un dibujo
publicado por « The lllus- Rusia el gran desarrollo del capitalismo industrial. A comienzos
trated London News» del siglo XX había ya tres millones de trabajadores industriales.
en 1919 (Biblioteca Na­ Pocos en comparación con las muchedumbres campesinas, pero
cional, Madrid). suficientes para jugar un gran papel en una revolución socia­
lista.
En 1898 se fundó en la clandestinidad el Partido Social­
demócrata Obrero Ruso. Sus primeros miembros no fueron en
su mayoría obreros, sino intelectuales, atraídos por la doctrina
de Marx. (D ocumento 1.) Varios de ellos fijaron su residencia en
países libres de Europa, a salvo de la policía zarista, como lo hizo
el propio Lenin, que se estableció en Suiza en 1900.
En opinión de Lenin, la idea del socialismo no podía surgir
espontáneamente de las masas obreras, sino que habían de ser
los intelectuales revolucionarios quienes la elaboraran y difun­
dieran. (D ocumento 2.)
El partido que había de dirigir la revolución debía estar
integrado por un pequeño número de obreros e intelectuales
entregados de lleno a la causa revolucionaria y coordinados
mediante una disciplina de tipo militar. En buena medida lle­
gó Lenin a esta conclusión porque en Rusia no había posibili­
dad de que un partido socialista actuara legalmente. Debido al
acoso policial era necesario actuar en la clandestinidad, y para
ello una organización con pocos miembros muy disciplinados
era mucho más útil que una organización de masas basada en
métodos democráticos, como las de los socialistas occidentales.
(D ocumento 3.)
Esto significa que, precisamente porque se enfrentaba a un
régimen autoritario como el de los zares, el socialismo ruso

16
El Imperio Ruso

adoptó métodos autoritarios de organización. Lenin creía que el


Partido Socialdemócrata Obrero debía estar estrechamente
controlado por el comité central, y su intransigencia llevó ya en
1903 a una ruptura del partido, que se dividió en dos grupos:
bolcheviques*, como se denominaron los seguidores de Lenin,
y mencheviques*.
En 1904 una revolucionaria menchevique, Vera Zasulich,
comentó que la idea que Lenin tenía del partido coincidía con la
que Luis XIV tenía del Estado. Como es sabido, se atribuye a este
rey francés la frase «El Estado soy yo». Así es que, desde el primer
momento, hubo quien comprendió que un partido revolucio­
nario organizado como lo deseaba Lenin podía acabar siendo
controlado por un solo hombre. En realidad esto no llegaría a
ocurrir plenamente hasta más de veinte años después, cuando
Stalin sucedió a Lenin al frente de ese partido.

El camino hacia la revolución

La guerra contra Japón

Los revolucionarios rusos podían preparar la revolución,


mediante la difusión de propaganda entre los trabajadores y el
empuje que dieran a las luchas de éstos. Los trabajadores esta­
ban dispuestos a luchar por mejorar sus condiciones de vida, a
organizar huelgas y a desafiar las represalias de los patronos y de
la policía para obtener mejoras salariales. No cabía esperar en
cambio que, en tiempos normales, muchos trabajadores fueran
a lanzarse directamente a la lucha para derribar al zar. Por ello
los revolucionarios podían preparar la revolución, pero no ini­
ciarla en el momento que lo desearan.

Cosacos practicando
reconocimiento en
guerra ruso-japon
(1904-190S). «La I,
tración Española y Ai
ricana», 1905 (Biblit
ca Nacional Madr

17
La revolución rusa

Una revolución sólo estalla en circunstancias muy especia­


les, en las que el prestigio de ios gobernantes se deteriora rápi­
damente por algún motivo. En algunos casos ello sucede debido
a las dificultades originadas por una guerra y así ocurrió en Ru­
sia. La primera revolución rusa tuvo lugar a raíz de las derrotas
sufridas en una guerra contra Japón, en 1905.
El gobierno japonés declaró la guerra a Rusia en 1904, debi­
do a la rivalidad que había surgido entre ambas potencias por
sus respectivas aspiraciones en la región de Manchuria, al noreste
de China.
Inicialmente la guerra desencadenó una ola de entusiasmo
patriótico en la opinión pública rusa, incluido el sector liberal
de la misma, pero ese patriotismo se volvió contra el régimen
zarista cuando las tropas rusas sufrieron las primeras derrotas.

Rendición de Fort Arthur


en enero de 1905, en
la guerra ruso-japonesa
(Museo Real del Ejército
y de Historia Militar,
Bruselas).

Surgió entonces una campaña de propaganda, apoyada por


los sectores más cultos de la sociedad rusa, en favor de una
reforma que diera al país un sistema constitucional similar al de
los grandes países de Europa.
En opinión de los liberales, el sistema de gobierno absolu­
tista que mantenía el zar Nicolás II no sólo era contrario a la
libertad del pueblo ruso, sino que estaba poniendo en peligro su
seguridad nacional. Atribuían las derrotas frente a Japón a la
incompetencia y corrupción de los gobernantes, lo cual era cier­
to al menos en parte.

La revolución de 1905

Los liberales rusos, que pertenecían en su mayoría a las


clases altas y medias, fueron los que iniciaron la protesta contra
el régimen, pero ésta cobró mucho más fuerza cuando a ella se
sumaron obreros y campesinos.

18
El Imperio Ruso

El acontecimiento decisivo se produjo un domingo de enero


de 1905, cuando más de cien mil obreros de San Petersburgo
marcharon pacíficamente hacia el palacio imperial para pedir al
zar, en quien todavía tenían confianza, que tomara medidas
para mejorar su suerte.
No era una marcha revolucionaria: los obreros no llevaban
banderas rojas sino cruces e iconos y cantaban himnos religio­
sos. El principal promotor de la marcha fue un sacerdote, el
padre Capón, que creía sinceramente que el zar debía proteger a
sus súbditos más humildes y que era la figura más popular de
una organización obrera que inicialmente había sido fomen­
tada por el propio ministerio del Interior, para debilitar a los
socialistas.
La respuesta del gobierno a esa manifestación pacífica fue,
sin embargo, brutal. Los soldados dispararon contra la multitud
indefensa y causaron cientos de muertos y heridos, por lo que
aquella jornada sería recordada como el Domingo sangriento.
Tal matanza condujo a que cientos de miles de habitantes
de la capital y luego millones de rusos, cuando la noticia se fue
difundiendo por el país, perdieran toda confianza en el régimen.
Muchos obreros y campesinos que hasta entonces habían visto
ingenuamente al zar como un padre bondadoso, al que malos
ministros habían impedido ayudar a su pueblo, le vieron ahora
como un tirano sanguinario.

Nicolás II (1868-1918
último zar de Rush
que reinó de 1894
1917. En la foto apan
ce con su mujer y n
hijos.

19
A la izquierda, huelga A partir de entonces se inició en numerosas ciudades la
en la fábrica Putilov en mayor oleada de huelgas que la industria rusa hubiera cono­
enero de 1905. A la de­
cido nunca. La minoría culta también quedó horrorizada por la
recha, marinos suble­
vados del Potemkin en
matanza y los estudiantes, que en su gran mayoría eran de fami­
julio de 1905. lia próspera, se lanzaron masivamente a la huelga, lo que llevó
al cierre de las universidades por el gobierno.
En muchas regiones de población no rusa, como Finlandia,
se comenzó a exigir autonomía. Y cuando a las aldeas fue
llegando la noticia de que la población urbana estaba en abierta
rebeldía, muchos campesinos se lanzaron a la lucha contra aque­
llos a quienes consideraban sus enemigos: los nobles terrate­
nientes. En el verano de 1905 los campesinos de muchas co­
marcas comenzaron a asaltar las grandes fincas, en las que
quemaron las mansiones y se repartieron las tierras. Unas tres
mil mansiones señoriales, es decir quince de cada cien, fueron
destruidas.
Cuando la ley y el orden se quebraron en el campo, y en
menor medida también en las ciudades, las clases alta y media
comenzaron a temer a la furia popular incluso más que a la
tiranía del gobierno zarista. Éste recurrió al ejército para com­
batir la rebelión campesina e hizo la paz en las condiciones que
le impuso Japón, para poder enfrentarse a la revolución. La
suerte del zar dependía de la lealtad de sus soldados, de origen
campesino en su inmensa mayoría. Y aunque hubo algunos
motines, el más importante en el buque de guerra Potemkin, su
lealtad se mantuvo: los soldados siguieron obedeciendo a sus
oficiales cuando éstos les ordenaron disparar contra campesinos
u obreros.

20
El Imperio Ruso

Concesiones liberales y represión Primer congreso gene


ral de delegados de
cuerpo de campesino
Ante aquella situación revolucionaria, Nicolás 11 se dejó
en 1905.
convencer de que era necesario hacer concesiones a los libera­
les y en octubre de 1905 anunció el reconocimiento de las
libertades civiles y la elección de un parlamento, la Duina*.
Se inició así una etapa de relativo liberalismo en Rusia. En
adelante habría cierta libertad de expresión y de reunión y
también un parlamento, para el que serían elegidos numerosos
diputados liberales y algunos socialistas. Pero la Duma nunca
llegó a controlar al gobierno ruso, que siguió dependiendo exclu­
sivamente del zar.
Los liberales consiguieron, pues, a medias sus objetivos.
Pero en cambio la revolución obrera y campesina fue aplastada
mediante la represión violenta.
En la represión jugaron un papel grupos contrarrevolu­
cionarios que, con el apoyo de la policía, desencadenaron vio­
lentos incidentes, dirigidos sobre todo contra los judíos. Éstos
fueron acusados, sin fundamento, de ser los verdaderos promo­
tores de la revolución y desde el gobierno se fomentó, con el
apoyo del propio Nicolás II, el antisemitismo*, desviando así
en ocasiones la furia popular hacia un falso enemigo. (D ocu ­
mento 4.) La peor matanza tuvo lugar en la ciudad de Odesa,
donde turbas estimuladas por las autoridades asesinaron a 800
judíos y dejaron a decenas de miles sin hogar.
Contra los verdaderos revolucionarios se empleó sobre todo
al ejército. En San Petersburgo los delegados obreros habían
formado un consejo, el Soviet*, a través del cual los diversos

21
La revolución rusa

grupos socialistas, sobre todo los mencheviques, adquirieron


una gran influencia. Y cuando los dirigentes del Soviet de San
Petersburgo fueron arrestados, los socialistas de Moscú, la otra
gran ciudad rusa, se alzaron en armas en enero de 1906, siendo
vencidos por el ejército, que recurrió incluso al bombardeo de
barrios obreros. Y las tropas restablecieron mediante el terror el
orden tradicional en aquellas aldeas en las que había triunfado
la revolución campesina. Se calcula que en total fueron ejecu­
tados unos quince mil revolucionarios.
La experiencia de 1905 agravó las diferencias entre men­
cheviques y bolcheviques. A partir de entonces Lenin comenzó
a creer en que no sería necesario esperar a que el capitalismo
creara en Rusia una numerosa clase obrera para emprender la
revolución socialista. En su opinión, no se debería colaborar en
adelante con los liberales de clase media para establecer una
Llamamiento a la su­ democracia liberal, sino que el proletariado debería aliarse con
blevación en 1905, en los campesinos para conquistar el poder.
Odesa.
De momento, sin embargo, cabía la posibilidad de que el
régimen ruso evolucionara, sin grandes convulsiones, de la auto­
cracia a un régimen liberal, como había ocurrido en gran parte
de Europa. No fue así, ya que la Primera Guerra Mundial con­
dujo a Rusia a una segunda revolución.

La c a íd a d el z a r

La Primera Guerra Mundial


Diferencias entre Rusia y otros países de Europa

L a revolución rusa de 1905 fue la primera revolución socialis­


ta que tuvo lugar en Europa desde la Comuna de París de 1871,
sangrientamente reprimida por el gobierno francés. Esto indica­
ba que en Rusia se daban condiciones particularmente propicias
para una revolución, en parte por el mismo carácter autocrático
del régimen zarista.
En la mayor parte de Europa los diferentes sectores de la po­
blación tenían posibilidad de luchar por sus intereses y aspira­
ciones dentro de la ley, por lo que la tentación de recurrir a me­
dios revolucionarios no era muy grande. En Rusia, en cambio,
no sólo los socialistas, sino también los liberales, se encontraban
con que sus posibilidades de influir legalmente en el gobierno
de su país eran muy limitadas. Existía un parlamento, la Duina,
pero sus atribuciones eran mínimas. El zar Nicolás 11 seguía cre­
yendo que Dios le había dado sólo a él el derecho de gobernar a
su pueblo y su esposa alemana, la zarina Alejandra, estaba com­
pletamente de acuerdo. (D ocumento 5.)

22
La caída del zar

Tanto la Comuna de París como la revolución rusa de 1905


habían surgido en circunstancias de derrota frente a un enemigo
exterior, Prusia en el primer caso y Japón en el segundo. Esto no
es extraño, ya que nada desprestigia tanto a un régimen como
las derrotas en el campo de batalla. Así es que, cuando los prin­
cipales Estados europeos entraron en guerra unos contra otros
en 1914, las perspectivas de que estallaran revoluciones aumen­
taron.

Quiebra de la unidad socialista

El estallido de la guerra llevó por otra parte a una profun­


da crisis de la II Internacional. Ésta se había basado en la soli­
daridad internacional del proletariado, es decir en la idea de
que los intereses de los trabajadores eran contrapuestos a los
de la burguesía de su propio país y compatibles con los de los
trabajadores de otros países. Se entendía por tanto que una
guerra entre países sería siempre una desgracia para los trabaja­
dores, que habrían de matar y morir por intereses que no eran
los suyos.
Sin embargo, en 1914 el sentimiento patriótico se impuso
sobre el internacionalismo proletario. Ante el estallido de la gue­
rra los trabajadores de Alemania, de Francia o de Gran Bretaña
sintieron que lo más importante era apoyar a su patria en la lu­
cha contra el enemigo extranjero.
Los partidos socialistas de estos países optaron decidida­
mente por apoyar el esfuerzo bélico, aunque ello supusiera pac­
tar con los partidos burgueses y romper la solidaridad interna­
cional del proletariado. Soldados rusos en /<
Primera Guerra Mundio
Los socialistas rusos se dividieron en cambio ante la cues­
tión, y Lenin adoptó la posición, rarísima en el conjunto de
Europa, de que la derrota de su propio país, Rusia, era deseable
porque favorecería la revolución. Para Lenin los socialistas de­
bían esforzarse en convertir la guerra europea en una guerra civil
entre el proletariado y la burguesía.

La guerra y la caída del Estado ruso

La Primera Guerra Mundial fue de una dureza como Europa


no había conocido desde hacia al menos un siglo, es decir desde
que acabaron las guerras napoleónicas. Ambos bandos tenían
fuerzas similares y el avance tecnológico les había proporciona­
do un armamento de una potencia destructiva muy superior a la
hasta entonces conocida. La guerra se prolongó durante más de
cuatro años, causó millones de muertos, requirió un enorme es­
fuerzo económico y causó un sufrimiento indescriptible.

25
La revolución rusa

Ante esa tremenda prueba el primer Estado que se vino aba­


jo fue Rusia. ¿Por qué? Posiblemente por tres razones.
- Porque la economía rusa era menos próspera que la de los
restantes Estados beligerantes y se vio por tanto más dañada por
el esfuerzo bélico.
- Porque las diferencias sociales eran mucho mayores en
Rusia y era, por tanto, más difícil la solidaridad nacional.
- Y porque la ausencia de cauces efectivos de participación
política dificultaba la cohesión entre el gobierno y el pueblo.
Parece de sentido común creer que un régimen autocrático
es más fuerte que uno democrático, porque en el primer caso los
gobernantes pueden concentrar todas las fuerzas del país en un
objetivo determinado. La experiencia europea de este siglo de­
muestra, sin embargo, que en las circunstancias más horribles
que cabe imaginar, las de la guerra, los países más Libres han de­
mostrado ser más fuertes. Fueron Estados democráticos los ven­
cedores en la Primera Guerra Mundial (1918) y en la Segunda
Guerra Mundial (1945), así como en la guerra fría, que afortuna­
damente concluyó sin que se Lnibiera transformado en una gue­
rra de verdad (1989).
En concreto la Primera Guerra Mundial resultó devastadora
para Rusia. El ejército ruso era muy numeroso, pero técnicamen­
te inferior al alemán, y sufrió importantes derrotas, así como mi­
llones de bajas. La experiencia de los soldados rusos, en su gran
mayoría campesinos, fue espantosa, como también lo fue la de

Porcentaje de reclutas
rusos llamados a filas Reclutas alfabetizados
que sabían leer y es­ Ejército ruso
cribir. Según datos de
Nove, op. cit., p. 26.

1875 1890 1905 1913

24
I

los otros contendientes. Cuesta imaginar, por ejemplo, lo que


suponía que una trinchera llena de hombres fuera batida de lle­
no por la artillería enemiga y en pocos minutos se convirtiera en
un amasijo de tierra, metal y fragmentos de cuerpos humanos.
Pero es que además el esfuerzo ruso tropezaba con dificulta­
des derivadas del atraso económico y la incompetencia de algu­
nos dirigentes civiles y militares, lo que se traducía en graves
deficiencias de suministros. En ocasiones hubo soldados que
marcharon a la batalla desarmados, para coger las armas de sus
compañeros cuando éstos cayeran. Y hay que añadir que mu­
chos soldados rusos, procedentes de aldeas sin escuelas ni perió­
dicos, no tenían la menor idea de por qué combatían. (Docu­
mento 6.)
En la retaguardia, muchos patriotas se desesperaban ante la
falta de capacidad de quienes dirigían el esfuerzo de guerra ruso
e incluso llegaron a sospechar, equivocadamente, que en el en­
torno del zar había traidores al servicio de Alemania.
Mientras que a los gobiernos de Gran Bretaña y Francia se
incorporaron ministros socialistas para reforzar la solidaridad
nacional, en Rusia Nicolás II no creyó que la guerra le obligara a
tener en cuenta las opiniones de la Duma. Se dejó en cambio Crigorí Rasputín (18/
guiar por los consejos de un extraño personaje, Rasputín, que 1916), el curandero t,
había convencido a la zarina de que tenía poderes sobrenatu­ convenció a la zar¡
Alejandra de que /
rales y que ejerció una enorme influencia, hasta que fue asesi­
seía poderes sobre/
nado. turóles y que ejer
una gran Influencia
la política rusa d e
1907 hasta 1916.

El zar Nicolás II er
cuartel general de I
guilev recibe la not
de la revolución rio

25
La revolución rusa

1917: la revolución estalla en San Petersburgo

Protestas obreras

A la impopularidad del gobierno se sumaron las dificultades


económicas. El esfuerzo bélico contribuyó a desorganizar la eco­
nomía rusa y surgieron problemas en el abastecimiento de las
ciudades. Y esto último fue la chispa que desencadenó la revolu­
ción en la capital, San Petersburgo (entonces Petrogrado), que
contaba con un gran número de obreros industriales, influidos
por las ideas socialistas.
Todo comenzó un día de 1917 cuando, en protesta por la
escasez de pan, se declararon en huelga las obreras de algunas fá­
bricas textiles, pronto seguidas por sus camaradas masculinos de
la industria metalúrgica.
En Rusia no se había adoptado todavía la reforma del calen­
dario que en el siglo xvi había decretado el papa Gregorio XIII,
así es que aquel día era allí el 23 de febrero, mientras que en el
resto de Europa era el 8 de marzo, motivo por el cual la llamada
revolución de febrero tuvo lugar cuando era marzo según nues­
tro calendario.

En dos días la huelga se extendió a toda la industria de la


ciudad, y la protesta contra la escasez de pan se transformó en
una protesta contra el zar. Éste optó por disolver la Duina el 26
de febrero, pero al día siguiente se formó un comité de diputa­
dos de la Duma que trató de encauzar la revolución, al tiempo
que surgía un comité de delegados obreros que, al igual que en
1905, se denominó Soviet.

26
La* dificultades del gobierno provisional

Abdicación del zar

El momento decisivo llegó cuando las tropas de guarnición


en San Petersburgo, en vez de reprimir la protesta, comenzaron
a sumarse a la misma. Uno de los primeros casos se dio cuando
un destacamento de los temidos cosacos, al ver cómo un grupo
de policías cargaba a caballo contra unos manifestantes, desen­
vainó sus sables, espoleó a sus monturas y cargó a su vez, pero
contra los policías, a cuyo jefe mataron.
En definitiva, lo que ocurrió fue que, aparte de los policías,
casi nadie más estaba dispuesto a luchar por el desprestigiado
zar, por lo que éste se vio forzado a abdicar sólo siete días des­
pués de que se hubieran iniciado las protestas en San Peters­
burgo.
El triunfo de la revolución fue acogido con una alegría ge­
neral, y el comité de diputados de la Duma formó inmediata­
mente un gobierno provisional presidido por un noble liberal, el El príncipe Ceorgi Lvo
príncipe Lvov. presidente del gobiern
provisional ruso.

La s d if ic u l t a d e s d el g o b ie r n o p r o v is io n a l

O posición entre el gobierno y el Soviet

Desaparición del orden tradicional

1 ^ 1 o era fácil la tarea a la que en marzo de 1917 se enfrentó el


gobierno liberal de Lvov, que inmediatamente proclamó como
sus dos principales objetivos llevar a Rusia a la victoria en la gue­
rra y convocar elecciones a una asamblea constituyente, la cual
habría de promulgar las leyes que dieran al país justicia, libertad
e igualdad. (D ocumento 7.)
A partir de la abdicación del zar, el orden tradicional se
quebró en Rusia, y todos los que habían ejercido una autoridad
-los jueces, los policías, los funcionarios, los oficiales del ejérci­
to, los empresarios y capataces, los terratenientes, los sacerdotes,
los profesores, los ancianos que regían las aldeas- vieron como
ésta desaparecía.
Desde el primer momento el gobierno se encontró frente a
un poder rival, el Soviet de Petrogrado, que estaba integrado
por diputados elegidos no sólo por los obreros industriales, sino
también por los soldados de la guarnición, lo que le daba una
influencia militar. El comité ejecutivo de este Soviet de los Dipu­
tados de los Obreros y Soldados quedó formado por miembros de
los diferentes grupos socialistas, en su mayoría intelectuales. En
su orden número 1 el Soviet había decretado, la víspera de que

27
La revolución rusa

A la izquierda, ejército el zar abdicara, que los soldados debían organizar comités en
y pueblo en la Duma el todas las unidades del ejército y que sólo debían obedecer las
día en que se declaró la
órdenes del comité de la Duma si no contradecían las del pro­
revolución. A la dere­
cha, primeros días de la
pio Soviet.
revolución en Retrogrado. Con esta orden y con toda su actitud posterior, el Soviet
contribuyó a que se hundiera la disciplina del ejército y a que el
gobierno provisional no pudiera consolidarse como la máxima
autoridad legítima de Rusia.
Sin embargo, los dirigentes del Soviet de Petrogrado y de los
que se formaron en otros lugares, que inicialmente eran en su
mayoría mencheviques y socialistas revolucionarios, no preten­
dían la disolución del ejército ni la caída del gobierno provi­
sional. Por el contrario habían apoyado la formación de este
último, una vez que habían sido admitidas sus exigencias demo­
cráticas. (D o c u m e n t o 8.) No creían que en un país en que el de­
sarrollo capitalista estaba comenzando y la mayoría de la pobla­
ción era campesina se pudiera realizar una revolución socialista.
Pero tampoco pensaron que debieran dar un apoyo pleno a un
gobierno que consideraban burgués, incluso después de que en
el mes de mayo se incorporaran al mismo algunos ministros so­
cialistas.

Aspiraciones de la sociedad rusa

Para los distintos sectores de la sociedad rusa el triunfo de la


revolución representó la posibilidad de que se cumplieran sus
más profundas aspiraciones.
- Los soldados deseaban que acabara el mando despótico de
los oficiales y que la guerra acabara cuanto antes.
- Los obreros deseaban la reducción del horario de trabajo,
la elevación de los salarios y la formación de comités en las
fábricas que defendieran sus derechos frente a los empresarios.

28
U» dificultades del gobierno provisional

- Los campesinos deseaban repartirse las tierras de la no­


bleza.
- Los pueblos con una identidad nacional más marcada de­
seaban un amplio grado de autonomía, cuando no la indepen­
dencia.
Y todas estas aspiraciones comenzaron a imponerse por la
acción directa, al margen de las disposiciones del gobierno pro­
visional, que se encontró incapaz de imponer su autoridad. (D o ­
cumento 9.)
Los sectores privilegiados de la sociedad rusa comenzaron
por su parte a temer que la revolución, tras derrocar al zar, se iba
a volver contra ellos. (D ocumento 10.)

Regreso de Lenin a Rusia

En medio de aquella confusión, en el mes de abril, Lenin re­


gresó a Rusia desde Suiza, atravesando Alemania con permiso
del gobierno alemán, el cual supuso acertadamente que su ac­
ción debilitaría el esfuerzo de guerra ruso.
Dotado de una gran fuerza de carácter y de capacidad para
hacerse seguir (D o c u m e n t o 11), el líder bolchevique impuso
muy pronto a su partido una línea de actuación contraria a la de
los demás partidos socialistas. Su tesis era que el completo hun­
dimiento del orden tradicional hacía posible en Rusia una inme­
diata revolución socialista, basada en una alianza de los obreros
y los campesinos, que conduciría a una república cuyos órganos
de gobierno serían los soviets obreros y campesinos. Para ello los
bolcheviques deberían realizar una gran campaña de propagan­
da que les diera mayoría en los soviets, en los que de momento
eran minoritarios.

Tropas fíeles al gobiern


provisional reprime
una revuelta en Petri
grado el 17 de ¡ull
de 1917. Murieron um
cuatrocientas persona

29
La revolución rusa

En julio de 1917 el ejército ruso lanzó una importante ofen­


siva que fue un fracaso total. Los soldados rusos no deseaban se­
guir combatiendo a los alemanes y a los austro-húngaros, sino
regresar a sus aldeas para participar en el gran reparto de tierras
de la nobleza que estaba comenzando, lo que les llevó a simpati­
zar con los bolcheviques. (D ocumento 12.)
La propaganda bolchevique se basaba entonces en unas
consignas muy sencillas, que respondían a los deseos de muchí­
simos rusos: paz inmediata, reparto de las grandes fincas entre
los campesinos y control obrero de las fábricas, para todo lo cual
el poder debía pasar del gobierno provisional a los soviets. ( D o ­
c u m e n t o 13.)

Kerenski al frente del gobierno


Alexander Kerenski (1881-
1970), el socialista re­ El predominio de las fuerzas socialistas en la nueva Rusia se
volucionario que asu­ tradujo en que, en el mismo mes de julio, Lvov fuera sustituido
mió la presidencia del al frente del gobierno provisional por un socialista revoluciona­
gobierno provisional en rio, Alexander Kerenski, previamente ministro de la guerra.
julio de 1917.
Kerenski intentó restablecer el orden y mantener a Rusia en
la guerra europea, pero en pocos meses su prestigio popular se
fue deteriorando. Por el contrario las consignas de los bolchevi­
ques les iban ganando apoyo entre los obreros y soldados. En
septiembre los bolcheviques se convirtieron en mayoritarios en
el Soviet de retrogrado.
Lenin, por su parte, no estaba dispuesto a esperar a las pre­
vistas elecciones a la Asamblea Constituyente. Tampoco quiso
que fuera un congreso de los soviets el que derribara al gobierno
de Kerenski. Prefirió la toma del poder mediante la insurrección
armada.

Marinos desembarcan
en Retrogrado para ata­
car el Palacio de In­
vierno en noviembre de
1917.

30
El triunfo bolchevique

El t r iu n f o b o l c h e v iq u e

La revolución de octubre

Nuevo gobierno

Dos escenas de noviem­


r liando el 25 de octubre de 1917 (el 7 de noviembre según el
bre de 1917: a la Iz­
quierda, soldados dis­
calendario gregoriano) se reunió en Petrogrado el II Congreso de puestos a defender el
los Soviets de toda Rusia, el gobierno provisional ya no existía. Palacio de Invierno; a
La víspera el Soviet de Petrogrado había lanzado una insurrec­ la derecha, obreros y
ción armada con el apoyo de buena parte de la guarnición, soldados en un tonque
frente a la cual las escasas tropas fieles al gobierno apenas ofre­ capturado a las tropas
cieron resistencia. del gobierno.

En protesta por lo ocurrido, la mayor parte de los delegados


mencheviques y socialistas revolucionarios abandonaron el Con­
greso de los Soviets. Al día siguiente éste aprobó la formación de
un nuevo gobierno, integrado exclusivamente por bolcheviques,
que recibió la denominación de Com ité de los Comisarios del
Pueblo.

Un panorama difícil

Lenin y su partido se habían hecho con el poder en Rusia,


pero se encontraban ante un panorama extremadamente difícil.
- Los bolcheviques se apoderaron de Moscú sólo a costa de
duros combates, y existía la posibilidad de que estallara una
auténtica guerra civil.

31
La revolución rusa

Combate en la fortale­
za del Kremlin, de Mos­
cú, en noviem bre de
1917.

- La guerra con Alemania y Austria-Hungría continuaba, y


la disciplina del ejército se había hundido, privándole de capaci­
dad combativa.
- El orden seguía deteriorándose en todo el país, y en con­
secuencia la situación económica era cada vez peor.
- Y varios de los territorios que integraban el imperio de
los zares optaron por declarar su independencia. El parlamento
ucraniano, un país donde los campesinos no tenían nada clara
su identidad nacional (D ocumento 14), anunció en noviembre
que Ucrania se constituía en República, aunque con el propósito
de mantenerse federada a la República Rusa, mientras que en
Guardia rojo en la sala diciembre Finlandia y Lituania optaron por la independencia
del trono del Kremlin. plena.
Para mantener su popularidad los bolcheviques habían de
satisfacer las promesas que habían hecho en la oposición. Las
más importantes se referían a la paz y a la tierra y fueron rati­
ficadas por dos decretos.
El uno abolió la propiedad privada de la tierra y ordenó su
entrega a los comités campesinos. Pero, en realidad, los campe­
sinos estaban haciendo ya la revolución por su cuenta, asaltan­
do las mansiones de la nobleza terrateniente, saqueándolas y
repartiéndose las tierras.
El otro, el llamado decreto sobre la paz, anunció un armis­
ticio inmediato. Ello respondió a las aspiraciones de los solda­
dos, que habían comenzado a desertar masivamente y habían
emprendido el regreso a sus aldeas, con el deseo de participar
en el reparto de las tierras de la nobleza. Quedaba sin embargo
el gran problema de negociar la paz con Alemania y Austria-
Hungría.

32
El triunfo bolchevique

Campesinos rebeldes, desertores armados, delincuentes ur­


banos y bandidos rurales sumieron a Rusia en un desorden
violento. Puesto que la policía y la justicia habían dejado de
funcionar, el pueblo mismo asumió el castigo de quienes consi­
deraba sus enemigos, ejecutándolos a veces sin ningún tipo de
proceso previo.
Los periódicos de todo el mundo se llenaron de relatos
de las atrocidades que estaban ocurriendo en Rusia (D ocumen­
to 15) e incluso un revolucionario tan entusiasta como el
escritor Máxima Gorki vio con espanto la violencia a la que se
estaban entregando las masas populares, tras haberse liberado
del yugo zarista. (D ocumento 16.)
A Lenin, por el contrario, no le asustaba la violencia po­
pular, sino que la consideraba un arma revolucionaria indispen­
sable, por lo que estimuló su uso. (D ocumento 17.)

Elecciones a la Asamblea Constituyente


Máximo Gorki (1868-
En noviembre de 1917 tuvieron lugar las elecciones a la 1936), novelista ruso,
partidario de la revolu­
Asamblea Constituyente, cuya reunión habían exigido en los
ción y amigo de Lenin,
meses anteriores tanto los bolcheviques como los demás
a quien sin embargo cri­
partidos. Fueron un gran triunfo para el Partido Socialista ticó duramente en 1918.
Revolucionario, que recibió el voto masivo de los campesinos, lo
que no es sorprendente, pues desde hacía años este partido
había realizado un gran esfuerzo de propaganda dirigido al
campesinado. Los bolcheviques sólo obtuvieron una cuarta
parte de los votos, aunque fueron los más votados en las áreas
industriales de Petrogrado y otras ciudades rusas y en las
unidades del ejército. El principal partido liberal sólo obtuvo un
5% de los votos, casi todos en las ciudades, y al poco fue puesto
fuera de la ley.
A pesar de que lograron aliarse con el ala izquierda de los
socialistas revolucionarios, que se incorporó al gobierno, los
bolcheviques no tenían mayoría en la Asamblea Constituyente.
Así es que tras una sola sesión, en enero de 1918, la Asamblea
fue disuelta por la fuerza, y los manifestantes favorables a la
misma fueron disueltos a tiros en las calles de Petrogrado. Esto
indignó, entre otros, a Gorki, quien recordaba cómo la reunión
de una Asamblea Constituyente, elegida por todo el pueblo,
había sido siempre una aspiración de los revolucionarios rusos.
(Documento 18.)
Sin embargo, para muchísimos rusos, una Asamblea Cons­
tituyente resultaba una institución poco menos que incom­
prensible, ajena a ellos, como lo eran en general todos los ór­
ganos del gobierno, mientras que el sistema de los soviets les era
mucho más familiar, pues se basaba en la reunión de los cam-

35
La revolución rusa

pesinos de una aldea, de los obreros de una fábrica o de los sol­


dados de un regimiento. (D ocumento 19.) No podían saber que,
de acuerdo con la experiencia histórica, el sistema parlamen­
tario, basado en una asamblea elegida mediante el sufragio uni­
versal y secreto y que tiene atribuciones para controlar al go­
bierno, resulta el mejor medio para defender los derechos de
todos.

La p a z con Alemania

Las negociaciones de paz, que se desarrollaban en la ciudad


de Brest Litovsk, quedaron interrumpidas en febrero de 1918, al
rechazar los delegados rusos las exigencias de Alemania. Tras
ello los alemanes lanzaron una ofensiva en la que no encon­
traron apenas resistencia, con lo que en unos días avanzaron
profundamente.

54
La guerra civil

Lenin en la Plazo Roja,


delante de la muralla
del Kremlin, en la mani­
festación de trabajado
res con motivo del pri­
mer aniversario de la
revolución, el 7 de no­
viembre de 1918.

A pesar de los llamamientos bolcheviques a defender la re­


volución, los soldados rusos ya no estaban dispuestos a comba­
tir. Lenin convenció entonces a su partido de que era necesario
aceptar las exigencias alemanas, aunque ello suponía en la
práctica que Alemania impusiera su hegemonía sobre Ucrania y
la mayor parte de la costa báltica. El 3 de marzo (según el
calendario gregoriano que Rusia acababa de adoptar) se firmó
el tratado de Brest Litovsk. Se había conseguido finalmente la
paz, pero en unas condiciones que muchos revolucionarios con­
sideraron una traición.
En protesta, los socialistas revolucionarios de izquierda aban­
donaron el Comité de los Comisarios del Pueblo, es decir el
gobierno. A partir de entonces y durante más de setenta años,
el gobierno ruso estaría integrado exclusivamente por miembros
del partido de Lenin, que pronto adoptó el nuevo nombre de
Partido Comunista.

La g u e r r a civil

Predominio del Partido Comunista

L e n i n estaba firmemente convencido de que la sustitución del


sistema capitalista por el socialista sólo podía realizarse median­
te la dictadura del proletariado. Y pronto llegó a la conclusión
de que ésta significaba una guerra implacable contra la burgue­
sía, dirigida por un partido proletario sometido a la más rigurosa
disciplina. (D ocumento 20.)

35
La revolución rusa

Distribución de sopa a
los niños en Petrogrado
en 1918.

La consecuencia de ello fue que los soviets dejaron pronto


de ser asambleas en las que los representantes de los trabajado­
res discutían diferentes propuestas, con la participación de mili­
tantes de diversos partidos socialistas, como lo fueron en un
principio.
El Partido Comunista se propuso como objetivo implantar
su dominio en todas las organizaciones de los trabajadores, co­
mo los sindicatos, cooperativas y consejos de aldeas, y muy es­
pecialmente en los soviets. (D ocumento 21.)
La propia ausencia de reglas generales y estables de funcio­
namiento que caracterizaba a los soviets y que aparentemente
los hacía más libres, más sensibles a la voluntad de los trabaja­
dores, facilitó en realidad su control por una minoría rígidamen­
te organizada y disciplinada como era el Partido Comunista.
La destrucción de todo tipo de instituciones tradicionales,
que fue resultado sobre todo de la acción espontánea de los
obreros, campesinos y soldados en 1917 y 1918, facilitó el poste­
rior sometimiento de toda la sociedad rusa a un partido único,
ya que eliminó posibles núcleos de resistencia al mismo.
El sometimiento comenzó con la disolución de la Asamblea
Constituyente, en enero de 1918, pero se acentuó cuando algu­
nos meses después comenzó en Rusia una feroz guerra civil.
Porque en una situación de guerra civil resulta mucho más justi­
ficable el establecimiento de una disciplina de hierro.
Debe recordarse, sin embargo, que Lenin había pensado
siempre que para destruir a la burguesía sería necesaria una gue­
rra civil y que deliberadamente había optado por no tomar el
poder mediante el sufragio universal libre y secreto, ni tampoco
mediante la decisión del Congreso de los Soviets, en el que sólo
estaban representados los sectores más revolucionarios del país,
sino mediante la fuerza de las armas. Con lo cual, en la práctica,
había lanzado a sus enemigos el desafío de la guerra civil. Y mu­
chos de ellos lo aceptaron.

36
La guerra civil

La guerra civil rusa y la guerra mundial

La guerra civil comenzó antes de que acabara la guerra


mundial, pero terminó mucho después que ésta. Y el hecho de
que la guerra mundial concluyera en noviembre de 1918 con la
derrota de Alemania resultó decisivo para el desarrollo de la gue­
rra civil rusa.
Como se recordará, el gobierno provisional había tratado de
mantener a Rusia en guerra, incluso cuando lo presidió el socia­
lista revolucionario Kerenski. Ello se debió a que la mayor parte
de los socialistas rusos de los distintos partidos deseaban un
pronto final de la guerra mediante una paz general, pero se opo­
nían en cambio a una paz separada entre Rusia y Alemania, que
habría favorecido las perspectivas de victoria de ésta. Y se opo­
nían no sólo por solidaridad hacia sus aliados occidentales, sino
porque pensaban que una victoria del Imperio Alemán, profun­
damente conservador, significaría una terrible amenaza para el
futuro de la Rusia revolucionaria.
Los bolcheviques, en cambio, habían defendido la paz casi
a cualquier precio y con su propaganda pacifista entre los solda­
dos habían debilitado considerablemente al ejército ruso. Esto
les había dado una gran popularidad y había facilitado su llega­
da al poder. Años después Kerenski comentó que si el gobierno
provisional hubiera firmado la paz por separado, los bolchevi­
ques no habrían podido derribarlo. Pero lo cierto es que los bol­
cheviques lo derribaron y tras ello tuvieron que pagar a Alema­
nia el precio de la paz, que como hemos visto fue altísimo.

El bolchevique, cuadro
de Borís Kustodiev (C a­
lería Tretiakov, Moscú).

37
La revolución rusa

I La influencia de Alemania

Tras el tratado de Brest-Litovsk Alemania se encontró, con


su ejército desplegado en las provincias occidentales del antiguo
imperio de los zares, en una situación óptima para influir en el
futuro de Rusia. Mientras duró la guerra mundial, Alemania no
tuvo interés en que cayera el gobierno comunista, que había re­
tirado a Rusia de la guerra.
Pero si Alemania hubiera vencido en la guerra mundial, lo
más probable es que hubiera ayudado a los enemigos de Lenin,
Guillermo II, emperador porque no cabe duda de que el emperador Guillermo II y sus mi­
de Alemania (1888-1918). nistros habrían preferido que se estableciera en Rusia un gobier­
no más conservador. El temor a Alemania hizo que los comunis­
tas trasladaran la capital de Rusia desde Petrogrado, demasiado
cercana a la frontera, hasta la lejana Moscú.
Así es que los comunistas, que habían llegado al poder gra­
cias a su disposición a hacer la paz con Alemania, se mantuvie­
ron en el poder probablemente gracias a que Alemania fue
vencida. Porque en la guerra entre el nuevo Ejército Rojo, orga­
nizado por los comunistas, y los llamados ejércitos blancos,
creados por generales del antiguo ejército del zar, Alemania
habría podido ayudar a estos últimos con una facilidad que los
gobiernos occidentales, vencedores en la guerra mundial, no
tuvieron.

Georges Clemenceau, La actuación de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos


presidente del consejo
de ministros de Francia Los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos
de 1906 a 1909 y de
vieron en el régimen comunista ruso un peligro, entre otras co­
1917 a 1920.
sas porque los dirigentes rusos no ocultaban que su propósito
era favorecer el triunfo de la revolución comunista en toda
Europa y en el mundo.
Así es que dichos gobiernos proporcionaron ayuda econó­
mica y suministros militares a los blancos e incluso desembarca­
ron en Rusia unas pocas tropas, que apenas entraron en comba­
te con los rojos.
Pero esta ayuda fue limitada. Nunca hubo una auténtica
intervención militar occidental en Rusia, en parte por motivos
geográficos, ya que ninguna potencia occidental tenía frontera
con Rusia, y sobre todo por motivos políticos. Francia y Gran
Bretaña, las dos potencias que más tentaciones tuvieron de in­
tervenir, eran democracias en las que era necesario contar con la
opinión pública y ésta se hallaba hastiada de guerra y no desea­
David Lloyd George,
primer ministro de Gran
ba que la sangre de sus soldados se vertiera para ayudar a los ge­
Bretaña desde 1916 has­ nerales blancos contra el régimen comunista ruso.
ta 1922. De los generales blancos se temía que fueran a restablecer
un régimen similar al zarismo, y las atrocidades perpetradas por

38
La guerra civil

sus tropas, por ejemplo las matanzas de judíos en Ucrania, no


contribuyeron a darles prestigio.
En cambio los bolcheviques, que habían establecido el pri­
mer régimen socialista del mundo, eran vistos con simpatía por
los obreros franceses y británicos. Incluso los socialistas rusos,
enemigos de los bolcheviques, que se habían refugiado en Occi­
dente, se oponían a una intervención militar occidental. (Docu­
mento 22.)

Una guerra entre rusos

La guerra civil fue combatida fundamentalmente entre ru­ Thomas Woodrow IV//-
sos. Algunos socialistas revolucionarios, tanto del ala derecha son, presidente de Esta­
como del ala izquierda, tomaron inicialmente las armas contra dos Unidos desde 1912
los bolcheviques, pero los enemigos más peligrosos de los bol­ a 1920.
cheviques fueron los generales blancos que en distintas regiones
formaron ejércitos voluntarios, en los que se integraron nume­
rosos oficiales del antiguo ejército.
Frente a ellos los comunistas crearon un nuevo ejército, el
Ejército Rojo, cuyo principal responsable fue el comisario de
Guerra León Trotski. Este veterano revolucionario se esforzó en
restablecer la disciplina militar e incorporó al nuevo ejército a
bastantes generales y oficiales del antiguo. La experiencia había
mostrado que sólo un ejército disciplinado y encuadrado por
militares profesionales podía ser eficaz en el combate, y los diri­
gentes comunistas habían aprendido la lección.
Las bazas fundamentales de los comunistas en la guerra ci­
vil fueron el Ejército Rojo, en el que se integraron muchos mili­
tantes revolucionarios, y el control de las regiones bastante po­
bladas e industrializadas del centro de Rusia.

León Trotski (1879-


1940), uno de los prin­
cipales dirigentes comu­
nistas, fue el fundador
del Ejército Rojo. Años
después hubo de exi­
liarse y fue asesinado
en México por orden de
Stalin. En la foto apa­
rece dirigiéndose a las
tropas del Ejército Rojo
en 1918.

39
La revolución rusa

Los ejércitos blancos operaban desde regiones muy distan­


tes entre sí y no pudieron coordinar sus ofensivas. Los pueblos
del antiguo imperio zarista que habían logrado la independencia
y tenían gobiernos hostiles al bolchevismo, en particular Polo­
nia, que pronto organizó un buen ejército, no apoyaron a los ge­
nerales blancos porque temían que fueran a restablecer el anti­
guo centralismo ruso.
La clase obrera apoyó a los bolcheviques, mientras que los
campesinos, es decir la mayoría de los rusos, no tenían especial
simpatía por los rojos, a quienes consideraban ateos de las ciu­
dades, pero probablemente tenían menos aún por los blancos,
de quienes temían que fueran a devolver sus tierras a los nobles.
Lenin pronunciando un El primer ejército blanco comenzó a formarse en el sur de
discurso en la Plaza Ro­ Rusia a fines de 1917. Poco más de dos años después, a comien­
ja de Moscú en 1919. zos de 1920, la victoria del Ejército Rojo era ya indudable y en
noviembre de ese mismo año el último de los generales blancos
abandonó el territorio ruso.
Entre tanto se había consolidado la independencia de va­
rios de los pueblos del antiguo Imperio: Finlandia, Estonia,
Letonia, Lituania, Polonia y (temporalmente) Georgia.
La delimitación de fronteras entre Polonia y Rusia quedó
decidida mediante una dura guerra que se combatió en 1920.
Inicialmente los polacos penetraron profundamente en Bielo-
rrusia y Ucrania, pero luego una contraofensiva del Ejército Rojo
le llevó a las puertas de Varsovia, la capital polaca. Por un mo­
mento pareció que el Ejército Rojo iba a llevar la revolución co­
munista al centro de Europa, al igual que a fines del siglo xvm
los ejércitos franceses habían exportado su revolución. Pero ios

Propagandista com u­
nista se dirige a los
soldados de la División
de Ingenieros en Petro-
grado en 1920.

40
La guerra civil

polacos resistieron y los rusos perdieron gran parte de lo que


habían conquistado. En octubre de 1920 Polonia y Rusia firma­
ron la paz.
En cambio el Ejército Rojo no tuvo dificultad en 1921 para
conquistar Georgia, que tenía un gobierno menchevique.

Guerra y terror

En los años 1918 a 1921 la vida en Rusia se caracterizó por


tremendos sufrimientos y una extremada violencia. Los comba­
tes entre los diferentes contendientes, incluidos los rojos, los
blancos, los polacos, los nacionalistas ucranianos y los campesi­
nos rebeldes, fueron acompañados de matanzas y ejecuciones, a
veces de una inconcebible crueldad. (D ocumento 23.)
Y el gobierno comunista recurrió al terror sistemático ejerci­
do por una nueva policía política, conocida por la abreviatura ru­
sa de Cheka*, que actuaba al margen de todo principio jurídico.

41
a revolución rusa

Lenin y Trotski en un La Internacional Comunista


fresco del mexicano Die­
go Rivera sobre la III Los dirigentes comunistas no creían que su triunfo se pu­
Internacional (Museo del diera consolidar aisladamente en Rusia, sino que por el contra­
Palacio de Bellas Artes,
rio pensaron siempre que la revolución rusa sería sólo un episo­
Ciudad de México).
dio de una gran revolución europea. La victoria revolucionaria
en los países en los que el capitalismo estaba más desarrollado,
y que por tanto eran los que estaban más preparados para el
socialismo según la doctrina marxista, les parecía inevitable y
próxima.
Para coordinar los esfuerzos revolucionarios, en 1919 fun­
daron en Moscú la 111 Internacional, o Internacional Comu­
nista. El resultado de ello fue que el socialismo se dividió en to­
dos los países, al fundarse partidos comunistas afiliados a la
nueva Internacional.
La diferencia entre los socialistas que continuaron la tradi­
ción de la II Internacional, convencidos de que no podía haber
socialismo sin democracia (D ocumento 24), y los comunistas,
partidarios de la dictadura del proletariado al modo ruso, se
mantendría hasta el hundimiento del comunismo en Europa,
setenta años después.
Los intentos de revolución comunista que por aquellos
años tuvieron lugar en Europa central fracasaron. En enero de
1919 fue reprimido un alzamiento comunista en Alemania, que
entonces tenía un gobierno socialdemócrata, y un segundo in­
tento de alzamiento fracasó en el mismo país en marzo de 1921.
En marzo de 1919 se estableció en Hungría un régimen comu­
nista, que fue derribado por las armas en agosto de ese mismo
año. El régimen comunista ruso quedó, pues, aislado.

42
Del comunismo de guerra a la NEP

En tanto, en Rusia, la industria y el comercio privado desa­ Carteles de propagan


parecieron, al mismo tiempo que la prensa independiente y las da soviética de los años
organizaciones no controladas por los comunistas. Y el sistema 20: a la izquierda, «Mos­
cú rojo, corazón de la
educativo comenzó a ser utilizado para formar a una nueva ge­
revolución mundial»; a
neración plenamente identificada con los ideales del comunis­ la derecha, «Larga vi­
mo. (D ocumento 25.) da a la III Internacional
Comunista».

D el c o m u n is m o d e g u e r r a a l a NEP

Comunismo de guerra

Colectivización en el campo y en las ciudades

r uando Lenin y los bolcheviques tomaron el poder, no te­


nían una idea precisa ni de cómo se iba a ejercer en la práctica la
dictadura del proletariado ni de lo rápidamente que podría lle­
garse a la colectivización total de los medios de producción.
En el campo no hubo apenas colectivización, porque los
campesinos prefirieron conservar sus propiedades individuales y
repartirse entre todos las grandes fincas de la nobleza.
Por el contrario, en las ciudades la colectivización fue mu­
cho más rápida de lo que inicialmente se había previsto: muy
pronto los obreros se hicieron con el control de las fábricas,
mientras que el comercio y la banca se convirtieron en monopo­
lio del Estado. Además, para alimentar a la población urbana, las
autoridades comunistas recurrieron a requisar por la fuerza a los
campesinos sus excedentes de grano.

45
La revolución rusa

Como resultado de todo ello, al terminar la guerra civil


Rusia tenía un sistema económico que se caracterizaba por la au­
sencia casi completa de comercio privado. A este sistema econó­
mico, que era comunista y había surgido en las circunstancias de
la guerra, se le llamó comunismo de guerra.

Desaparición del comercio privado


y hundimiento de la economía

Parece que, en vísperas de tomar el poder, Lenin concebía


realmente la dictadura del proletariado como una dictadura ejer­
cida directamente por los obreros revolucionarios. Hemos visto
cómo los bolcheviques favorecieron la formación de soviets en
las fábricas, en las aldeas e incluso en las unidades militares y có­
mo, tras tomar el poder, permitieron a los obreros controlar las
fábricas y a los campesinos repartirse las grandes fincas.
El resultado fue que, inicialmente, el Comité de los Comi­
En el gráfico de la Iz­ sarios del Pueblo tuvo muy poco control sobre lo que realmente
quierda, la producción ocurría en Rusia, donde muchísimas decisiones eran tomadas
industrial rusa, valora­ directamente en asambleas de obreros, campesinos y soldados.
da en rublos de 1926- Pero esto no duró mucho.
1927 (para evitar que No duró, en parte, porque el sistema de que fueran esas
los efectos de la infla­ asambleas las que decidieran no funcionó bien. En las fábricas
ción distorsionen los
los propietarios y los técnicos huyeron o fueron expulsados, y
datos). En el de la dere­
cha, producción de ce­
los obreros se hicieron con el control total de las mismas, pero el
reales en Rusia. Según resultado fue el hundimiento de la producción industrial, que
datos de Nove, op. c i t , ya había comenzado a deteriorarse como consecuencia de las di­
p. 94. ficultades creadas por la guerra europea.

Cosecha de cereales
En millones de toneladas

44
Ovl comunismo de guerra a la NEP

La desaparición del com ercio privado eliminó el mecanis­


mo tradicional por el que se regían las relaciones entre produc­
tores y consumidores, pero no se creó ningún mecanismo nuevo
que funcionara con eficacia. Los obreros producían menos en
parte porque ya no había nadie que les obligara a producir y en
parte porque era difícil vender lo que se producía. Algunos ex­
tranjeros que visitaron por entonces Rusia quedaron asombra­
dos por la incapacidad de las nuevas autoridades para organizar
la producción. (D ocumento 26.)
La guerra civil y el bloqueo, que para debilitar al gobierno
comunista impusieron a Rusia las potencias aliadas, contribuye­
ron también al hundimiento de la economía rusa.

La alimentación de las ciudades

Un problema gravísimo fue el de la alimentación de las ciu­


dades, donde los productos alimenticios escaseaban como resul­
tado de la desorganización general de la economía. El comercio
privado había sido prohibido y los campesinos sólo podían ven­
der sus productos al Estado, que les pagaba en papel moneda.
Pero como la producción industrial estaba casi paralizada, no
había apenas productos que los campesinos pudieran comprar
con ese papel moneda, así es que preferían guardar su grano en
vez de venderlo.
En las ciudades la compra de alimentos estaba racionada y
las raciones dependían de la clase social de cada uno, pero pron­
to nadie pudo vivir sólo de las raciones que legalmente podía ad­
quirir. De ello surgió un enorme comercio ilegal, pues cada cual
vendía las pertenencias que podía para obtener recursos con los
que obtener comida al precio que fuera. (D ocumento 27.)
Muchos se arriesgaban a traer del campo sacos de provisio­
nes para revenderlas, a pesar de que se exponían a ser detenidos.
Otros robaban productos en las fábricas o en los almacenes del
Estado en que trabajaban, para venderlos en el mercado ilegal.
Y otros cobraban comisiones por no detener a quienes comercia­
ban ilegalmente. Eliminar del todo estas actividades era imposi­
ble, pues sin ellas mucha gente habría muerto de hambre.

Creciente autoritarismo

La respuesta de Lenin a estos problemas fue un creciente au­


toritarismo. Pronto las fábricas dejaron de estar controladas por
los mismos trabajadores, pues las autoridades estatales nombra­
ron a nuevos directores y se procuró restablecer el respeto a in­
genieros, técnicos y capataces, que habían sido marginados en la
primera fase de la revolución.

45
La revolución rusa

En el Ejército Rojo las decisiones dejaron de tomarlas los so­


viets de soldados y se reimpuso la disciplina militar, recurriendo
incluso a la pena de muerte.
De la represión de los enemigos del régimen pasó a ocupar­
se la nueva policía política, la Cheka. Los soviets quedaron cada
vez más bajo el control del Partido Comunista. Y para obligar a
los campesinos a entregar grano se enviaron a las aldeas destaca­
mentos armados, lo que dio lugar a numerosos enfrentamientos,
a veces con consecuencias mortales.

Insurrecciones campesinas y huelgas obreras

Todo ello hizo que el descontento popular fuera aumen­


tando. Sin embargo, los comunistas pudieron contar con el
Distribución de trigo a apoyo de muchos obreros y campesinos que, aunque descon­
los campesinos en Sa­ tentos con ellos, temían sobre todo la victoria de los blancos.
mara en 1921. La protesta campesina y obrera contra el gobierno comunista
no cobró fuerza hasta el último periodo de la guerra civil,
cuando los generales blancos habían dejado de representar una
amenaza seria.
Las primeras grandes insurrecciones campesinas, motivadas
por el rechazo ante la requisa de granos, surgieron en el verano
de 1920. A partir de entonces regiones enteras quedaron bajo el
control de bandas de campesinos rebeldes, a veces guiadas por
miembros del Partido Socialista Revolucionario, que se enfrenta­
ron al Ejército Rojo en una guerra de guerrillas de una tremenda
crueldad.
El descontento obrero estalló en febrero de 1921, en una
oleada de huelgas que afectó a Moscú y Petrogrado. Los trabaja­
dores pedían libertad de comercio y de movimiento (es decir, li­
bertad para comerciar ellos mismos directamente con los cam­
pesinos), el fin de las raciones alimenticias privilegiadas para los
comunistas, elecciones libres en los soviets y la reunión de la
Asamblea Constituyente. Esta última petición respondía a la in­
fluencia que en los sindicatos obreros seguían teniendo socialis­
tas revolucionarios y mencheviques.

El motín de Kronstadt

Al igual que en 1917, cuando comenzaron las protestas


contra el zar, también ahora había indicios de que la guarnición
de Petrogrado simpatizaba con la protesta obrera.
Lenin contaba, sin embargo, con recursos de los que Ni­
colás II había carecido: su propia energía y capacidad de tomar
decisiones rápidas, el sólido Partido Comunista y las unidades
de choque del Ejército Rojo, fieles al partido.

46
Del comunismo de guerra a la NEP

Pero la situación se hizo gravísima cuando a la rebelión


campesina en varias regiones y la protesta obrera en las princi­
pales ciudades se sumó el motín de la base naval de Kronstadt,
cercana a Petrogrado.
Los marineros de Kronstadt se encontraban entre los más
decididos revolucionarios de Rusia. Habían colaborado en el de­
rrocamiento del gobierno provisional por los bolcheviques, y
fue un destacamento de marineros de Kronstadt el que disolvió
la Asamblea Constituyente por orden de Lenin. Entre ellos había
muchos comunistas y también muchos anarquistas. Decep­
cionados por lo que ocurría, en febrero de 1921 se sumaron a las
protestas obreras de Petrogrado y se amotinaron, asumiendo el
control de la poderosa fortaleza de Kronstadt. Su objetivo era
restablecer el sistema soviético original, poniendo fin a la dicta­
dura de un solo partido. (D ocumento 28.)

Tropas rojas avanzan


para someter a los amo
tinados de Kronstadt en
1921.

Respuesta de Lenin

La respuesta de Lenin fue doble: por un lado una represión


implacable, por otro un cambio radical de política económica.
El 8 de marzo de 1921 comenzaron las sesiones del X
Congreso del Partido Comunista y en él Lenin anunció que era
necesario poner fin a las requisas de grano para restablecer el en­
tendimiento con los campesinos. Lenin estaba dispuesto a de­
volver a los campesinos su libertad de comercio, a cambio de
que pagaran un impuesto en especie, es decir, que tras entregar
al Estado una parte de la cosecha podrían vender libremente el
resto. El Congreso lo aceptó, aunque suponía una marcha atrás
en la colectivización.

47
La revolución rusa

Pero al tiempo que proponía esa medida de liberalización


económica, Lenin propuso otra que incrementó el autoritarismo
político. Propuso que en adelante los miembros del Partido
Comunista no estuvieran autorizados a reunirse para discutir
propuestas al margen de los organismos oficiales del partido y
que, si lo hadan, el Comité Central pudiera expulsarlos. En
aquella dificilísima situación, la gran mayoría de los delegados
al Congreso deseaban preservar a toda costa la unidad del parti­
do y aprobaron la propuesta.
Con el tiempo se comprobaría que al renunciar a su libertad
para defender políticas distintas a las de la dirección del partido,
los comunistas rusos estaban aceptando una nueva dictadura.
Ya se había establecido la dictadura del Partido Comunista sobre
el país y ahora se establecía la dictadura de su Comité Central
sobre el propio partido.
Pocos días después de finalizado el Congreso, 50.000 hom­
bres del Ejército Rojo asaltaron Kronstadt, y tras dieciocho horas
de durísimo combate los marineros se rindieron. Más de dos mil
de ellos fueron ejecutados en los meses siguientes. Y con la mis­
ma decisión y fiereza, el Ejército Rojo sometió las rebeliones
campesinas.
Para el verano de 1921, los rebeldes campesinos habían de­
jado de representar una amenaza militar, aunque algunos siguie­
ron luchando durante cierto tiempo.

Mientras en Ucrania,
El hambre de 1921 y 1922
como en otras regiones
de Rusia, la población
pasaba hambre, la pro­ Pero entonces una catástrofe aún más terrible se había aba­
paganda oficial, como tido sobre los campos rusos: el hambre. La hambruna de 1921 y
en este cartel de 1921, 1922 fue la peor que Rusia había padecido en mucho tiempo.
insistía en la lucha con­ Debido a las condiciones climatológicas del país, en el que exis­
tra el imperialismo. tía el doble peligro de las heladas tardías y de la sequía, eran fre­
cuentes en Rusia los años de malas cosechas, y tanto 1920 como
1921 lo fueron.
Tradicionalmente, sin embargo, los campesinos rusos alma­
cenaban reservas de grano para paliar los efectos de las malas co­
sechas y las que fallaron en esta ocasión fueron las reservas. La
política de requisas forzadas de grano había privado a los campe­
sinos de reservas, y en distintas regiones de Rusia, sobre todo en
la región del Volga en 1921 y en Ucrania en 1922, el hambre,
acompañada por el tifus y el cólera, causó millones de víctimas.
(D ocumento 29.)
La situación se hizo tan desesperada que hubo incluso nu­
merosos casos de canibalism o: había gente que comía los cuer­
pos de sus parientes fallecidos, mientras que otros asesinaban
para devorar a sus víctimas.

48
Del comunismo de guerra a la NEP

Una importante ayuda de organizaciones humanitarias de


diversos países contribuyó a limitar algo los efectos del hambre,
que desapareció tras las excelentes cosechas de 1922 y 1923.
Para entonces ya se sentían los benéficos efectos deJ fin de
las contiendas civiles y del restablecimiento del libre comercio.
La mayoría de los campesinos quizá siguieran desconfiando del
gobierno comunista, como antes habían desconfiado del gobier­
no zarista, pero ahora eran libres para cultivar sus tierras y ven­
der sus cosechas.

De la Nueva Economía Política


a la colectivización total

Rusia había adoptado, a partir de 1921, un nuevo sistema


económico basado en la coexistencia de un sector estatal, en el
que se incluía la gran industria, la banca y el comercio exterior,
y un sector privado, que incluía la agricultura, la artesanía y el
pequeño comercio. A este sistema se le denominó Nueva Eco­
nomía Política o NEP.
En las ciudades reaparecieron las tiendas y los restaurantes, la
gente de nuevo compraba y se divertía, sobre todo los nuevos ri­
cos, que aprovecharon todas las oportunidades para hacer nego­
cios, legales o ilegales. Los obreros industriales se beneficiaron de
la recuperación económica y podían sentir la satisfacción de ser la losé Dzhugashvili, lla­
nueva clase dirigente, de la que surgían la mayoría de los funcio­ mado Stalin (1879-1953),
secretario general del
narios comunistas que administraban el país. (Documento 30.)
Partido Comunista des­
Quienes sabían historia recordaban el periodo de Termi-
de 1922, fue aumen­
dor*, la etapa de la revolución francesa en que los privilegiados tando su poder a partir
volvieron a gozar de la alegría de vivir tras los sombríos años del de la muerte de Lenin,
Terror. Algunos observadores extranjeros creyeron que Rusia ha­ hasta convertirse en el
bía entrado de lleno en una etapa termidoriana, es decir que la auténtico dictador de
fase más radical de la revolución había terminado, y que Rusia la Unión Soviética.
entraba en una etapa de estabilidad, de moderación, de consoli­
dación de los cambios. Pero no fue así. La NEP representó tan só­
lo un intervalo de calma entre dos periodos convulsos.
A fines de 1929 Stalin, que había sucedido a Lenin al frente
del Partido Comunista, puso en marcha la colectivización forzo­
sa de la agricultura. Esto supuso una auténtica guerra civil lanza­
da por el régimen comunista contra el campesinado, una de
cuyas consecuencias fue la reaparición del hambre, que asoló
Ucrania en 1933.
Para entonces la mayor parte de la tierra rusa había sido
colectivizada y habían desaparecido también la industria y el co­
mercio privados. El ideal colectivista por el que los bolcheviques
de 1917 habían luchado se había hecho realidad, aunque fuera a
costa de inmensos sufrimientos para el pueblo ruso.

49
o c u m é r ito s

Muchos años después, Nikolai Valentinov, que estuvo exiliado con Lenin, recordaba así el atractivo
que para los jóvenes revolucionarios rusos de principios de siglo tenían las ideas de Marx.

Documento 1

/ ,/' Adoptamos el marxismo porque nos atraía su optimismo socio-


\ \ lógico y económico, su convicción, apoyada en hechos y cifras,
de que el desarrollo de la economía, el desarrollo del capitalismo, al
desmoralizar a la vieja sociedad y minar sus cimientos, estaba creando
nuevas fuerzas sociales (de las que formábamos parte también noso­
tros) que con toda seguridad barrerían al régimen autocrático con to­
dos sus horrores. Con el optimismo de la juventud habíamos estado
buscando una fórmula que nos diera esperanza, y la encontramos en
el marxismo. Nos atrajo también su carácter europeo. El mar- \ \
xismo venía de Europa. y y

(Citado en O rlando I' iges , A people's tragedy: the Russicm revotution, ¡891-
1924, Jonathan Cape, Londres, 1996, pp. 140-141.)

El papel de los intelectuales en la revolución social, según un famoso texto de Lenin.

Documento 2

y y La historia de todos los países demuestra que la clase obrera con


s u s propias fuerzas sólo puede desarrollar una conciencia sindi­
cal, es decir la convicción de que necesita unirse en sindicatos, luchar
contra los patronos, reclamar al gobierno esta o aquella ley necesaria
para los obreros, etc. La doctrina del socialismo ha surgido de teorías

50
Documentos

Documento 2

filosóficas, históricas y económicas elaboradas por miembros cultos de


las clases propietarias, es decir intelectuales. Por su posición social, los
mismos fundadores del socialismo científico contemporáneo,
Marx y Engels, eran intelectuales burgueses.

(Lenin, ¿Qué hacer?, 1902, II a.)

^■■■1^ I

Un partido clandestino, como el socialdemócrata ruso, no podía ser, según Lenin, democrático.

Documento 3

/ / El principio de una amplia democracia implica -todos estarán de


V , X acuerdo- dos condiciones sitie qua non: la primera es que todo
se desarrolle a la vista de todos, y la segunda que todos los cargos sean
electivos. (...) Decimos que es democrática la organización del partido
socialista alemán, porque en él todo se hace abiertamente, incluso las
reuniones del congreso; pero nadie diría que es democrática una orga­
nización que permaneciera secreta para todos los que no están inscri­
tos en ella. ¿Por qué formular entonces el principio de una amplia ' I I U (de­
II*

mocracia, si la organización clandestina no puede respetar la '


condición esencial para aplicarlo? »

(Lenin, op. cit., IV e.)

El 27 de octubre de 1905, cuando la agitación revolucionaria comenzaba a decrecer en Rusia, y


aumentaban por el contrario las acciones de los contrarrevolucionarios, el zar Nicolás II escribió a
su madre lo siguiente:

Documento 4

y y Comenzaré por decirte que la situación ha mejorado (...) La im-


V V pertinencia de los socialistas y los revolucionarios ha indignado
al pueblo una vez más; y como nueve de cada diez agitadores son ju­
díos1, toda la furia del pueblo se ha dirigido contra ellos. Así es como

1Esta afirmación no respondía a la realidad.

51
La revolución rusa

Documento 4

han ocurrido los pogroms2. (...) Casos ocurridos en lugares tan lejanos
entre sí como Tomsk, Simferopol, Tver y Odessa muestran claramente
lo que una muchedumbre enfurecida puede hacer: rodearon las casas
en las que se habían refugiado los revolucionarios, las prendie­
ron fuego y mataron a todo el que intentaba escapar.

(Citado en Fiots, op. cit., pp. 197-198.)

La reina Victoria de Inglaterra, preocupada por la impopularidad que muy pronto se granjeó en
Rusia su nieta la zarina Alejandra, que era hija del gran duque de Hesse-Darmstadt y de una
princesa inglesa y se había casado con Nicolás II en i 894, le escribió lo siguiente:

Documento 5

No hay oficio más difícil que el de reinar. Yo he reinado duran­


te más de cincuenta años en mi propio país, que conocía desde
niña, y sin embargo cada día pienso qué tengo que hacer para mante­
ner y reforzar el amor de mis súbditos. Cuánto más difícil es tu situa­
ción. Te encuentras en un país extranjero, un país que no conoces,
donde las costumbres, la manera de pensar y el pueblo mismo te son
completamente ajenos, y sin embargo tu primer deber es ganar­
te su amor y respeto.

Y Alejandra respondió:

Estás equivocada, mi querida abuela; Rusia no es Inglaterra.


Aquí no necesitamos ganamos el amor del pueblo. El pueblo ru­
so reverencia a sus zares como seres divinos, de los que emanan
toda caridad y toda fortuna.

(Citado en Figes, op. cit., p. 26.)

2 Matanzas de judíos (aparentemente espontáneas, pero a menudo promovidas por el ministerio


del Interior).

52
Documentos

Alexei Brusilov, uno de los generales más capaces del Imperio Ruso, que más tarde serviría en el
Ejército Rojo, recogió en sus memorias estas observaciones sobre los soldados que tenía a sus
órdenes durante la Primera Guerra Mundial.

Documento 6

Los reclutas que llegan del interior de Rusia no tienen la me­


nor noción de qué tiene que ver con ellos la guerra. Una y otra
vez pregunté a mis hombres en las trincheras por qué estábamos en
guerra; la inevitable respuesta, carente de sentido, era que cierto ar­
chiduque y su mujer habían sido asesinados y que consiguientemen­
te los austríacos habían tratado de humillar a los serbios. Práctica­
mente ninguno sabía quiénes eran estos serbios; tampoco tenían
claro qué era un eslavo. Por qué nos hacía la guerra Alemania a causa
de estos serbios, nadie lo podía explicar. (...) Nunca habían oído ha­
blar de las ambiciones de Alemania; ni siquiera sabían que
existía tal país.

(Citado en Figes, op. cit., p. 258.)

Lo primera declaración del gobierno provisional ruso, de 7 de marzo de 1917,


fijaba los siguientes objetivos:

Documento 7

y y El gobierno cree que el espíritu de profundo patriotismo manifes-


\ \ tado durante la lucha contra el antiguo régimen inspirará a nues­
tros valientes soldados en los campos de batalla. Por su parte, hará cuan­
to esté en su mano para proveer de lo necesario al ejército a fin de llevar
la guerra a su final victorioso. El gobierno considerará como sagradas las
alianzas que nos ligan con otras potencias y respetará puntualmente los
acuerdos firmados con nuestros aliados.
Paralelamente a las medidas que se tomen para defender al país del
enemigo exterior, el gobierno considerará como objetivo esencial suyo
permitir que se exprese la voluntad popular en lo que concierne a la elec­
ción de un régimen político y convocará la Asamblea Constituyente en
el plazo más breve posible sobre la base del sufragio universal directo,
igual y secreto (...). La Asamblea Constituyente promulgará las leyes fun­
damentales que garanticen los inalienables derechos del país a la V v
justicia, la libertad y la igualdad. / r

(Citado en Antonio Fernandez, La revolución rusa,


istmo, Madrid, 1990, p. 119.)

55
La revolución rusa

En las negociaciones para la formación del gobierno provisional, el 1 de marzo de 1917, el Soviet
de Petrogrado había condicionado su apoyo al cumplimiento de las siguientes condiciones:

Documento 8

y / 1. Una amnistía inmediata para todos los presos políticos.


\ \ 2. La inmediata garantía de la libertad de expresión, prensa y
reunión.
3. La inmediata abolición de todas las restricciones basadas en la
clase, la religión o la nacionalidad.
4. Preparaciones inmediatas para la convocatoria de una Asam­
blea Constituyente, elegida mediante sufragio universal, directo, se­
creto e igual, para determinar la forma de gobierno y la constitución
del país.
5. La abolición de todos los cuerpos de policía y, en su lugar, la
creación de una milicia popular con oficiales elegidos y responsables
ante los órganos de autogobierno local.
6. Elecciones a estos órganos mediante sufragio universal, directo,
secreto e igual.
7. Una garantía de que las unidades militares que han tomado
parte en la revolución no serían desarmadas ni enviadas al frente.
8. Reconocimiento de derechos civiles plenos a los solda­
dos cuando estén fuera de servicio. »
(Citado en Fices, op. cit., p. 335.)

El ministro de la Guerra Alexander Guchkov escribió el 9 de marzo al general Alexeiev lo siguiente:

Documento 9

El Gobierno Provisional no tiene poder real de ningún tipo y


sus órdenes son ejecutadas sólo en la medida que lo permite el
Soviet de Diputados de los Obreros y Soldados. Este último controla
las palancas esenciales del poder, ya que están en sus manos las tropas,
los ferrocarriles y los servicios postales y telegráficos. Se puede afirmar
terminantemente que el Gobierno Provisional existe sólo en la
medida que se lo permite el Soviet.

(Citado en Figes, op. cit., p. 359.)

54
Documentos

Un ¡oven capitán escribió el 11 de marzo a su padre lo siguiente:

Documento 10

Entre nosotros y los soldados hay un abismo que no se puede


franquear. Independientemente de lo que piensen de cada uno
de nosotros individualmente, en conjunto a sus ojos no somos más
que seriares. Cuando nosotros hablamos del pueblo pensamos en la na­
ción en su conjunto, mientras que ellos se refieren sólo al pueblo lla­
no. Para ellos lo que ha tenido lugar no ha sido una revolución políti­
ca sino una revolución social, en la que nosotros hemos perdido y
ellos han ganado. Piensan que las cosas tienen que mejorar para ellos
y empeorar para nosotros. No nos creen cuando hablamos de nuestra
devoción hacia los soldados. Dicen que nosotros fuimos señores en el
pasado y que ahora les toca a ellos ser nuestros señores. Es su
venganza por largos siglos de servidumbre.

(Citado en Figes, op. cit., p. 379.)

Años después, un hombre que conocía bien a Lenin, A. N. Potresov, describió así sus singulares
dotes de liderazgo.

Documento 11

Solamente Lenin era seguido sin discusión como el líder incues­


tionable, porque sólo él encarnaba ese raro fenómeno, raro par-
ticulannente en Rusia, de un hombre de voluntad de hierro e indoma­
ble energía, capaz de inspirar una fe fanática en sus seguidores, y
poseedor de idéntica fe en sí mismo. En tiempos, yo también quedé
sugestionado por esa voluntad de poder de Lenin, que parecía
convertirle en un líder escogido.

(Citado en Fioes, op. cit., p. 392.)

55
La revolución rusa

El general Brusilov explicó así la actitud de los soldados en vísperas de la toma del poder por los
bolcheviques.

Documento 12

Los soldados querían sólo una cosa, la paz, para poder volver a
su aldea, robar a los terratenientes y vivir libremente, sin pa­
gar impuestos ni reconocer autoridad alguna. Los soldados se incli­
naron por el bolchevismo porque creyeron que éste era su programa.
No tenían la menor idea de lo que significaban realmente el comu­
nismo o la Internacional o la división entre obreros y campesinos,
pero se imaginaban a sí mismos viviendo en su aldea sin leyes ni te­
rratenientes. Esta libertad anarquista era lo que ellos llamaban
bolchevismo.

(Citado en F ig es , op. cit., p. 379-380.) *1

Objetivos propuestos por los bolcheviques a los soviets el 31 de agosto de 1917.

Documento 13

La única salida es crear un poder de los representantes del prole­


tariado y del campesinado revolucionarios, cuya acción debe
descansar en los puntos siguientes:
1. Proclamación de la República Democrática.
2. Abolición inmediata, sin indemnización, de la gran propiedad
terrateniente y cesión de esas tierras a los comités campesinos hasta la
decisión de la Asamblea Constituyente, brindando a los campesinos
más pobres el material agrícola necesario.
3. Establecimiento a escala nacional del control obrero de la pro­
ducción y la distribución. Nacionalización de los sectores más im­
portantes de la industria, tales como la industria del petróleo, la del
carbón y la industria metalúrgica; imposición inmisericorde de im­
puestos a los grandes capitales y bienes, y confiscación de los benefi­
cios de la industria bélica a fin de salvar al país de la ruina económica.
4. Denuncia de los tratados secretos y proposición inmedi
una paz general democrática a todos los pueblos de los Estados
en guerra.

(Citado en F ernández , op. cit., p. 137.)

56
Documentos

Observaciones de un diplomático británico en 1918, cuando Ucrania había optado por convertirse
en una república soberana.

Documento 14

Si se preguntara a un campesino corriente de Ucrania cuál era


su nacionalidad, respondería que era ortodoxo griego3; si se le
pidiera que respondiera si era gran ruso, polaco o ucraniano, probable­
mente contestaría que era un campesino; y si uno insistiera para saber
qué lengua hablaba, respondería que la lengua local. Uno quizá logra­
ra que se identificara con una designación nacional propiamente di­
cha y dijera que era ruso4, pero esta afirmación tampoco excluiría
claramente una identidad ucraniana; simplemente el campesino no
concibe la nacionalidad en los términos que resultan familiares para
los intelectuales. Y si se intentara saber a qué Estado deseaba pertene­
cer, si desea ser gobernado por un gobierno panruso5 o por un g
no ucraniano independiente, se descubriría que en su opinión
los gobiernos son una molestia, y que lo mejor sería que se de­
jara a la gente cristiana y campesina vivir a su aire.
(Citado en Fices, op. cit., pp. 75-76.)

Sofía Casanova, una escritora española que residía entonces en Petrogrado, describió así la
violencia que reinaba en muchas comarcas rusas a comienzos de 1918.

Documento 15

y y Los desertores de los frentes, los prófugos de las reservas y de las


V \ retaguardias, en bandas furiosas de hambre y desnudez, entran
en los pueblecillos, que saquean, incendian, llevándose el botín y las
mujeres que han mancillado a las selvas inmediatas, donde la orgía
termina con la querella por un sorbo de alcohol, por el cuerpo exáni­
me de una adolescente (...)
Sobre cadáveres y rescoldos pasan los destructores a otro lugar: a
las ciudades, donde otros bandos, llegados del camino opuesto, conver­
gen y se funden para el pogrom mayor, para el robo y el asesinato V V
de los israelitas y de los burgueses (...) *r
(Artículo publicado en ABC, Madrid, 4 de marzo de 1918, reproducido en Soria C a-
nanova, La revolución bolchevista: diario de un testigo, Castalia, Madrid, 1989, p. 131.)

1 En inglés, la lengua en que escribía el diplomático, se suele denominar ortodoxos griegos a los
fieles de la Iglesia ortodoxa y católicos romanos a los fieles de la Iglesia católica.
* FJ término ruso podía aplicarse a la Gran Rusia (Rusia propiamente dicha), a la Pequeña Rusia
(Ucrania) y a la Rusia Blanca (Bielorrusia).
s Es decir de las tres Rusias.

57
La revolución rusa

El escritor Máximo Corki, que siempre había esperado que la revolución pusiera fin a la opresión
que sufría el pueblo ruso, mostró su preocupación por la actitud del pueblo liberado en artículos
como el siguiente:

Documento 16

/ / ¿Qué va a ofrecer la revolución que sea nuevo, cómo cambiará


\ \ el bestial modo de vida ruso, cuánta luz dará a la oscuridad en
que vive el pueblo?
Hasta ahora, durante la revolución se han producido hasta diez
mil juicios de la muchedumbre. He aquí cómo la democracia'1juzga a
sus pecadores. Cerca del mercado Alexandrovsky fue sorprendido un
ladrón e inmediatamente una multitud le golpeó y decidió, median­
te el voto, qué muerte merecía: ¿ahogarlo o pegarle un tiro?
Decidieron ahogarlo y lo arrojaron al agua helada. Pero con gran di­
ficultad el ladrón logró nadar y trepar hasta la orilla; entonces
uno de los presentes se acercó y le disparó. »
(Articulo publicado en un periódico de retrogrado el 7 de diciembre de
1917, reproducido en Maxim Gorky, Unttmely thouglits, Yale University
Press, New Haven, 1995, p. 99.)

En diciembre de 1917, Lenin creía que en la represión de los enemigos del pueblo, como en otros
temas, convenía que en cada ciudad y cada aldea las masas decidieran cuál era la manera
apropiada de actuar.

Documento 17

/ / En un lugar meterán en la cárcel a una docena de ricos, a una


\ \ docena de delincuentes, a una docena de obreros que eluden el
trabajo (...) En otro lugar los pondrán a limpiar letrinas. En un tercero,
tras pasar un tiempo en la cárcel, les harán llevar etiquetas amarillas67,
para que la gente sepa que son perjudiciales y pueda vigilarlos. En un
cuarto fusilarán a uno de cada diez vagos. Cuanta más variedad mejor
(...) porque sólo mediante la práctica se pueden identificar los V V
mejores métodos de lucha. f /

(Citado en Figes, up. cit., p. 524.)

6 Gorki utiliza el término en el sentido de pueblo, no en el sentido hoy habitual de Estado de de­
recho en que el pueblo es soberano y están protegidos por las leyes los derechos individuales de
todos y cada uno de los ciudadanos.
7 Como las que llevaban las prostitutas.

58
Documentos

Cork i denunció con estas palabras la dispersión a tiros de los manifestantes favorables a la
Asamblea Constituyente.

D o c u m e n to 18

El 5 de enero de 1918 la democracia8 desarmada de Petrogrado,


trabajadores de las fábricas y empleados, se manifestaba pacífi­
camente en honor de la Asamblea Constituyente.
Durante casi cien años los mejores rusos han vivido por la idea de
una Asamblea Constituyente, una institución política que daría a la
entera democracia rusa la oportunidad de expresar libremente su vo­
luntad. En la lucha por esta idea, miles de intelectuales y decenas de
miles de obreros y campesinos han muerto en las prisiones, en el exi­
lio y en los trabajos forzados, en los patíbulos y por disparos de los sol­
dados. Torrentes de sangre han sido vertidos en el altar sacrificial de
esta idea sagrada, y ahora los Comisarios del Pueblo han dado órdenes
de disparar a la democracia que se manifestaba en honor de esta idea.
Y debo recordaros que muchos de esos Comisarios del Pueblo, a lo largo
de toda su carrera política, han inculcado a las masas trabajadoras la
necesidad de luchar por la convocatoria de una Asamblea Cons- S A
tituyente. *f

(Artículo publicado en un periódico de Petrogrado el 9 de enero de 1918,


reproducido en Gorky, op. ciL, pp. 124-125.)

N. D. Sokolov, un socialista revolucionario que actuó como propagandista entre los soldados,
observó lo siguiente acerca de las ideas políticas de éstos:

D o c u m e n to 19

y La Asamblea Constituyente era algo totalmente desconocido y


\ \ difícil de entender para los soldados del frente (...). Sus simpa­
tías estaban claramente con los Soviets. Estos eran las instituciones
que les resultaban cercanas y queridas, que les recordaban sus propias
asambleas en la aldea. (...) ¿Para qué necesitamos una Asamblea
Constituyente, si ya tenemos nuestros Soviets, en los que nuestros
propios diputados pueden reunirse y decidirlo todo? »
(Citado en Fices* op. cit., p. 519.)

" Es decir, el pueblo.


La revolución rusa

En 1920 Lenin había llegado a la conclusión de que la dictadura del proletariado representaría
una larga etapa de transición hacia la futura sociedad comunista y que requeriría una disciplina
centralizada.

Documento 20

/ / La dictadura del proletariado significa la más tenaz y despia-


\ \ dada guerra combatida por la nueva clase9 contra un enemigo
más poderoso, la burguesía, cuya resistencia se incrementa diez veces
tras haber sido derrocada (en un solo país), y cuyo poder se basa no só­
lo en la fuerza del capitalismo internacional, la fuerza y la permanen­
cia de sus conexiones internacionales, sino también en la fuerza del
hábito, en la fuerza de la producción en pequeña escala10. Desafortuna­
damente la producción en pequeña escala está todavía muy difundida
por el mundo, y continuamente, cada día y cada hora, espontánea­
mente y de forma masiva, engendra capitalismo. Todas estas razones
hacen necesaria la dictadura del proletariado, y la victoria sobre la bur­
guesía es imposible sin una lucha a vida o muerte, larga, tozuda y de­
sesperada, que requiere tenacidad, disciplina y una voluntad
única e inflexible. »
(L enin , El extremismo, enfermedad infantil del comunismo, 1 9 2 0 , II.)

En su VIII Congreso, celebrado en marzo de 1919, el Partido Comunista Ruso se definió a sí mismo
en estos términos:

Documento 21

y y El Partido Comunista es la organización que une en sus filas so-


\ \ lamente a la vanguardia del proletariado y del campesinado
más pobre, esa parte de dichas clases que conscientemente lucha para
llevar a la práctica el programa comunista.
El Partido Comunista se propone como tarea obtener una in­
fluencia decisiva y un liderazgo completo en todas las organizaciones
de los trabajadores: los sindicatos, las cooperativas, las comunas aldea­
nas, etc. El Partido Comunista lucha especialmente por imponer su
programa y su liderazgo completo en las actuales organizacio- V V
nes estatales, que son los Soviets. f r

(Citado en E. H. Carr: La revolución bolchevique, 1917-1923,


Alianza Editorial, Madrid, 1973, cap. 9.)

’ La clase trabajadora que ha conquistado el poder.


10 Es decir, los campesinos independientes, los artesanos y los pequeños industriales.

60
Documentos

N. Tasín, un socialista ruso refugiado en España y que denunció en la prensa madrileña la tiranía
bolchevique, explicó así su opinión sobre la intervención militar occidental en Rusia.

Documento 22

¿La intervención? ¡No, no y no! (...)


En primer término por una razón de principio: una interven­
ción no reclamada por la mayoría del pueblo interesado es inadmisible
en virtud del principio de la libre disposición de los pueblos en cuanto
a sus destinos, altamente proclamada por Wilson11 y aprobada por to­
dos los aliados. (...)
Más grave es aún la razón práctica: la intervención se halla por
anticipado expuesta a un fracaso terrible. Hasta el momento presente
sus resultados eran lamentables. ¿Se nos objetará que era por la insufi­
ciencia de los contingentes aliados que se encuentran en Rusia? Tal
vez. ¿Es posible enviar fuertes contingentes? Después de más de cuatro
años de guerra, que han despertado en todos los soldados el deseo irre­
sistible de volver a sus hogares, esto es una quimera. (...)
Sería peligroso en el alba de la paz tan deseada, pedir que los
hombres vayan a combatir en un país lejano. Y ¿por qué lucharían?
(...) ¿Contra quién? Contra los revolucionarios rusos, contra los aldea­
nos y los obreros, contra las masas que, ansiosas de justicia, procuran
realizar su ideal, tal vez erróneo, pero en el cual las masas tienen
puesta la fe.
(Artículo en El Sol, Madrid, 24 de enero de 1919.)

Durante la guerra civil rusa se perpetraron numerosos actos de una crueldad inusitada. En el
ejemplo siguiente, que procede de un artículo de Corki, los responsables eran campesinos de Siberia
occidental alzados en armas contra el poder comunista, pero se podrían citar otros en que los
culpables fueron soldados rojos o blancos.

Documento 23

y y Los campesinos de Siberia excavaban pozos e introducían en


\ \ ellos a prisioneros del Ejército Rojo con la cabeza hacia abajo,
dejando fuera sus piernas hasta las rodillas; luego rellenaban el pozo
con tierra y observaban, por las convulsiones de las piernas, cuál de las
víctimas era más resistente, más vivaz, y cuál sería el último en
morir. »
(Citado en Figes, op. c it, p. 775.) 1

11 Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos de América.

61
La revolución rusa

En febrero de 1919 se reunieron en Berna, Suiza, delegados de la mayoría de los partidos


socialistas europeos, con el propósito de restablecer la II Internacional. La mayoría de los delegados
aprobaron la siguiente resolución, presentada por el sueco Hjalmar Branting, que condenaba los
métodos del bolchevismo, sin citar a éste expresamente.

Documento 24

Plenamente de acuerdo con todos los congresos de la Interna­


cional, la conferencia de Berna permanece inquebrantable­
mente en el terreno de la democracia. (...)
Estas instituciones constitutivas de toda democracia, la libertad de
palabra y de prensa, el derecho de reunión, el sufragio universal, el
sistema parlamentario (...) son, para el proletariado, los instrumen­
tos de su lucha de clases. El socialismo auténtico implica un desarro­
llo metódico en las diferentes ramas de la actividad económica, bajo
el control de la nación democrática. (...)
En el pensamiento de la conferencia no es posible un desarrollo so­
cialista efectivo más que bajo la ley de la democracia; de ello se sigue
que es necesario, desde el principio, eliminar todo método de sociali­
zación que no tuviese posibilidad alguna de ganar la adhesión
de la mayoría del pueblo.

(Citado en J acques Dkoz, Historia tlel socialismo, Edima, Barcelona, 1968,


pp. 211-212.)

Liliana Zinoviev, una de las promotoras de la nueva escuela soviética, declaró en 1918 lo siguiente:

Documento 25

Debemos convertir a la generación ¡oven en una generación de


comunistas. Los niños, como la cera blanda, son muy maleables
y deben ser moldeados como buenos comunistas (...) Debemos resca­
tar a los niños de la dañina influencia de la vida familiar (...) Debemos
nacionalizarlos. Desde los primeros días de sus pequeñas vidas, deben
encontrarse bajo la benéfica influencia de las escuelas comunistas. (...)
Obligar a la madre a entregar su hijo al Estado Soviético: ésa es
nuestra tarea.

(Citado en Fkjes, op. cit., p. 743.)

62
Documentos

En el verano de 1920 un militante obrero español, Ángel Pestaña, llegó a Rusia lleno
de entusiasmo hacia el país en que la revolución había triunfado. En la primera ciudad rusa que
visitó se entrevistó con un miembro del Soviet local, al que hizo varias preguntas mediante un
intérprete. Sus respuestas le sorprendieron.

D o c u m e n to 2 6

- En Europa -continuam os- se nos ha dicho que este último in­


vierno han muerto muchas personas de frío. Ahora comprende­
mos que se trata de una patraña. Habiendo tantos bosques aquí, no es
posible que la gente muera de frío.
- Aquí no ha muerto nadie de frío, pero en Moscú y retrogrado,
sí. Hemos pasado muchísimo frío. Miren ustedes cómo tengo yo aún
los dedos. ¿Ven estas señales? -Y nos mostró unas marcas como las
que se hacen en casos de quemaduras o de lesiones-. Son llagas que se
me hicieron a consecuencia del frío.
- No me lo explico -o b jeté- disponiendo de sobrados medios de
calefacción.
- Es que no se puede tolerar que cada cual haga lo que le conven­
ga y tome la leña que quiera. Para eso está el servicio de reparto, que
distribuye a cada cual la que necesita. Claro es que no ha podido ha­
cerse este año; pero en lo sucesivo, cuando todo esté bien organizado y
el servicio de reparto funcione normalmente, todo el mundo
tendrá la leña que necesite. Entretanto es preciso sufrir.
(Ángel Pestaña, Setenta días en Rusia: lo que yo vi, Cosmos, Barcelona, 1925, p. 12.)

Un profesor socialista español, Fernando de los Ríos, visitó Rusia en el otoño de 1920.
He aquí algunas de sus observaciones.

Documento 27

/ / Tal vez no haya país en el mundo con tanta capacidad para sopor-
\ \ tar los sufrimientos y privaciones como Rusia, incluyendo entre
los que puedan compararse con él a este desdichado pueblo de España. Y,
a pesar de tal disposición psicológica, movidos por una necesidad pun­
zante, acuden hoy a la clandestinidad para satisfacer sus exigencias más
elementales. Toda Rusia -nos decía una figura preeminente en el mundo
de las ideas más extremas- está movilizada para la especulación, y difícil­
mente se hallará una sola persona que no especule; a la puerta de la pro­
pia casa, y exponiéndose a caer en manos de la policía, vienen a traer ha­
rina, carne, leche, etc., a cambio de objetos de vestir, joyas o
dinero; mas, con preferencia a éste, se buscan aquéllos. f /
(F ernando de los Ríos, Mi viaje a la Rusia sovietista, Alianza Editorial,
Madrid, 1970, p. 81.)

63
La revolución rusa

El 8 de marzo de 1921 los marineros rebeldes de Kronstadt publicaron una declaración


en la que explicaban los motivos por los que luchaban.

Documento 28

y / Mediante la Revolución de Octubre la clase trabajadora había


\ \ esperado lograr su emancipación. Pero el resultado ha sido
una mayor esclavización de los seres humanos. El poder de la mo­
narquía, con su policía y su gendarmería, ha pasado a las manos de
los usurpadores comunistas, que han dado al pueblo no la libertad
sino el constante temor de ser torturados por la Cheka (...)
A través del control estatal de los sindicatos han encadenado los
trabajadores a sus máquinas (...) A las protestas de los campesinos,
expresadas en alzamientos espontáneos, y a las de los obreros, cuyas
condiciones de vida les han empujado a la huelga, han respondido
con ejecuciones en masa y un derramamiento de sangre que excede
incluso al de los generales zaristas. La Rusia de los trabajadores, la
primera que levantó la roja bandera de la liberación, está em- V V
papada de sangre.

(Citado en F ices , op. cit., pp. 763-764.)

En junio de 1922, el periodista español Ricardo Baeza visitó las regiones de Ucrania devastadas
por el hambre.

Documento 29

/ / A las tres de la tarde llegamos a Melitopol. A pocos kilómetros


W del mar de Azof, Melitopol es (...) en tiempos normales, el cen­
tro exportador de granos más grande de Ukrania. (...) Hoy Melitopol es
el centro de una de las regiones más desoladas de Rusia. La ciudad, que
antes exportaba millones de toneladas de trigo, hoy no tiene pan que
llevarse a la boca. Sin grano que sembrar, forzados al reposo, los meli-
topolenses se dejan devorar por el cólera, el tifus y el hambre.
La estación de Melitopol ofrece el cuadro más trágico de cuantos
hemos visto hasta ahora. Apenas echamos pie a tierra nos asalta una
nube de famélicos tan espectrales que a duras penas pueden
arrastrarse e implorar la caridad. »
(Articulo publicado en El Sol, Madrid, 13 de octubre de 1922.)

J
64
Documentos

El escritor español Josep Pía visitó Rusia en 1925, en plena época de la NEP, cuando la economía y
se había recuperado de los desastres provocados por la guerra europea, la revolución y la guerra
civil. He aquí algunas de sus observaciones:

Documento 30

Me han traducido una canción que cantan los campesinos, que


dicen que es así:
Leo a Karl Marx, ¡ay, madre mía!, leo a Kart Marx y no entiendo nada.
Esta canción, que es otra de las manifestaciones de la oposición
simplista de las clases agrarias al Gobierno, la dicen los obreros en to­
no burlesco. Los obreros leen a Karl Marx y no cabe duda de que lo en­
tienden. Hay una saturación de cultura social y a fuerza de popularizar
el marxismo se ha llegado a crear una situación en la que todo el mun­
do da una interpretación uniforme de las cosas. (...)
Los obreros son los amos. Un obrero ruso puede tener diversas ve­
ces al día la sensación agradable de que no hay nadie en Rusia que sea
superior a él. (...)
Existe un Código de Trabajo. (...) Es probablemente, desde el pun­
to de vista de la política social, el más avanzado del mundo. Pero, a mi
entender, la existencia de este código no es el hecho característico del
bolchevismo. El hecho característico es que siendo los obreros la clase
política del país, no hay problema social. Los obreros rusos no
hacen huelgas, porque si las hicieran actuarían contra sí mismos.

(Josei' Pia, Russia, reproducido en Obra completa, vol. 5, Destino,


Barcelona, 1967, pp. 544-545.)

65
ebcite

Estado d e l a c u e s t ió n El marxismo-leninismo constituye una


interpretación determinista de la histo­
ria, de acuerdo con la cual el triunfo del
L a revolución rusa constituye, por su comunismo sería el resultado inevitable
propia naturaleza, una cuestión extrema­ de la propia marcha de la historia. Sin
damente polémica. Los bolcheviques tra­ embargo, nunca se ha escrito un estudio
taron de crear una sociedad enteramente de la revolución rusa desde ese punto de
nueva, la primera sociedad comunista, y vista que tenga verdadero interés. La his­
no solamente pretendían implantarla en toriografía soviética ha estado demasiado
Rusia, sino que desde su punto de vista la a las órdenes del poder político, mientras
revolución rusa era el primer episodio de que los historiadores occidentales que
una revolución mundial. simpatizaban con el experimento soviéti­
No se puede por tanto valorar la revo­ co se han atenido al principio básico de
lución rusa sin tomar en consideración el basar su análisis en la documentación
desarrollo posterior del movimiento co­ disponible, de la cual no cabe deducir si
munista en el mundo. No se entienden un proceso histórico es o no inevitable.
de la misma manera los sufrimientos que Sí se han escrito estudios históricos so­
el pueblo ruso padeció en los años 1917 a bre la revolución rusa que, sin caer en ese
1922 si se piensa que de aquello surgió determinismo, se han visto influidos por
un nuevo modelo, más justo, de organi­ la convicción de sus autores de que el
zación social, que si se cree que aquello modelo comunista ofrecía una alternati­
sólo condujo a una tiranía que acabaría va viable al capitalismo.
fracasando.
Un ejemplo típico de este punto de vis­
ta es un libro de divulgación publicado
Distintas perspectivas en 1947 por el británico Christopher
SOBRE EL TEMA Hill, que se publicó muchos años después
en España con el tíitulo de La revolución
rusa (Ariel, Barcelona, 1971). Según Hill,
e los miles de libros escritos sobre el «la URSS ha demostrado en la práctica
tema, desde distintas perspectivas, men­ que el socialismo puede funcionar inclu­
cionaremos sólo unos cuantos que abar­ so en las condiciones menos prometedo­
can todo el periodo aquí estudiado y re­ ras, y el sistema soviético de partido úni­
sultan particularmente significativos. co ha presentado ante todos los países

66
Debate

altamente industrializados del mundo miento para los supervivientes, y la rui­


una solución posible para el conflicto en­ na de una gran nación» (Pipes, 1994,
tre la planificación económica y la liber­ p. 511).
tad política» (p. 212). Pipes escribió estas últimas palabras
La simpatía hacia la obra de Lenin es después de que el comunismo se hubiera
también visible en una obra verdadera­ hundido, en 1989 en los países de la
mente importante, basada en una amplia Europa centro-oriental y en 1991 en la
documentación, que otro historiador bri­ propia Unión Soviética. Y por supuesto
tánico, Edward H. Carr, publicó entre este hundimiento ha modificado la pers­
1950 y 1953 y se tradujo más tarde en pectiva desde la que vemos la revolución
España con el título de La revolución bol­ de 1917. Ahora resulta muy difícil enten­
chevique (Alianza Editorial, Madrid, 1972- derla como el nacimiento de un nuevo
1973). Se ha reprochado, sin embargo, a modelo de sociedad, destinado a tener
Carr el haber prestado excesiva fe a las una gran influencia en la historia huma­
declaraciones de los bolcheviques e insu­ na. Y además, la desaparición del poder
ficiente atención a otras fuentes. comunista ha hecho que los historiado­
El siguiente gran estudio sobre el con­ res puedan consultar archivos rusos antes
junto de la revolución que debe men­ inaccesibles. Era tanto lo que ya se sabía
cionarse apareció muchos años después acerca de la revolución rusa que no es
y responde a un punto de vista muy probable que estas nuevas fuentes pro­
diferente. Se trata de tres libros publica­ porcionen datos sorprendentes, pero sin
dos por el historiador norteamericano duda permitirán aumentar nuestro cono­
Richard Pipes, que no han sido todavía cimiento y darán lugar a que se escriban
editados en España. Sus títulos, traduci­ más y más libros sobre la cuestión.
dos, son Rusia bajo el antiguo régimen De momento el último que debemos
(1974), La revolución rusa (1990) y Rusia mencionar es el que un joven historiador
bajo el régimen bolchevique, 1919-1924 británico, Orlando Figes, ha publicado en
(1994). Se trata de libros basados en una Londres en 1996, cuyo título, traducido,
documentación amplísima y muy bien es Una tragedia del pueblo: la revolución ru-
escritos, aunque en ocasiones la pers­ sa, 1891-1924. De acuerdo con la tenden­
pectiva francamente anticomunista del cia de la nueva historia narrativa, Figes in­
autor le resta ponderación. En opinión tegra en su extenso libro los testimonios
de Pipes, el comunismo representó una de diversos protagonistas, unos famosos y
experiencia basada en la creencia de otros desconocidos, desde el zar hasta un
que los seres humanos pueden ser mol­ simple campesino, pasando por oficiales
deados por sus gobernantes, hasta ha­ del ejército, militantes revolucionarios y
cerles renunciar a sus más innatas ten­ escritores sensibles a la tragedia de su pue­
dencias. Y esta creencia, contraria al blo. La viveza que ello da a la narración
sentido común, se demostró finalmente puede deducirse de varios de los testimo­
que era falsa, a costa de «decenas de mi­ nios recogidos en la selección de docu­
llones de muertos, un incalculable sufri­ mentos de las páginas precedentes.

67
Línea del tiempo
Nota: En 1917 el calendario ruso presentaba un retraso de 13 días
respecto al calendario gregoriano, vigente en el resto de Europa. En
1918 la diferencia desapareció, al adoptarse también en Rusia el
calendario gregoriano: el 1 de lebrero de aquel año se convirtió en 14
de febrero. Para evitar confusiones, en esta línea del tiempo todas las
lechas se dan conforme al calendario gregoriano.

O Marzo. Revolución de febrero:


derrocamiento del zar,
formación del gobierno
provisional, presidido por el
príncipe Lvov, y del Soviet de
Petrogrado.
O Abril. Lenin regresa a Rusia
desde Suiza.
O julio. Kerenski asume la
presidencia del gobierno
provisional.
O Noviembre. Revolución de
octubre: los bolcheviques
toman el poder y forman el
Comité de los Comisarios del
Pueblo, encabezado por Lenin.
O Diciembre. Elecciones a la
Asamblea Constituyente.
Comienza a formarse el primer
ejército blanco.

O Enero. Fracaso de una


insurrección comunista en
Alemania.
O Marzo. Fundación de la
Internacional Comunista.
Establecimiento de un régimen
comunista en Hungría.
) Agosto. Derrocamiento del
régimen comunista húngaro.

68

O Enero. Derrota del principal
ejército blanco.
O Agosto. Derrota del Ejército
Rojo en Polonia. Inicio de una
gran insurrección campesina
anticomunista en la provincia de
Tambov.
O Febrero. El O Octubre. Armisticio entre
Ejército Rojo Rusia y Polonia.
conquista Georgia. O Noviembre. El último ejército
O Marzo. blanco evacúa Rusia.
Insurrección de la
base naval de
Kronstadt.
El X Congreso del
Partido Comunista
acuerda la
supresión de la
requisa de granos.
Fracaso de una
insurrección
comunista en
Alemania: fin de
las esperanzas de
una próxima
revolución en
Occidente.
O Mayo.
Sometimiento de
la insurrección de
Tambov.
O julio. Petición de
ayuda internacional
para hacer frente

al hambre en Rusia.
O Abril. Stalin es nombrado
secretario general del Partido
Comunista.
O Mayo. La enfermedad
incapacita a Lenin.
O Diciembre. Proclamación de
la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS).

O Enero. Muerte
192 4
de Lenin.

69
I/ oca b u la r io

anarq uism o Doctrina que propone el estable­ ducción y distribución pasan a ser propiedad
cimiento de una sociedad basada en la coo­ del Estado o de organismos colectivos, y la
peración de individuos plenamente libres, no economía queda sometida a la planificación
sometidos a ningún tipo de institución obliga­ estatal.
toria. Propone la abolición del Estado y de la com unism o Doctrina que propone una organi­
propiedad privada de los medios de produc­ zación social basada en la propiedad común
ción. de los medios de producción. En particular el
antisem itism o Doctrina o actitud racista hostil término se aplica a la doctrina formulada ini­
a los judíos. cialmente por Marx y posteriormente aplica­
auto cracia Sistema político en el que un solo da en Rusia y otros países por los partidos co­
gobernante ejerce el poder sin ninguna limi­ munistas, el primero de los cuales fue el ruso.
tación legal o institucional. Eran autocracias Para éstos, el comunismo representa la meta
las monarquías absolutas, como la de los za­ final que debe alcanzar la sociedad.
res rusos, y también lo fue en la práctica la d eterm ln ism o Concepción filosófica según la
dictadura que ejerció en Rusia Stalin, aunque cual todos los acontecimientos del universo,
éste nunca utilizó el término, porque en teoría incluidos los actos humanos (al menos en su
su poder no era personal. media estadística), responden a leyes natura­
bolchevique Uno de los dos grupos en que se les y son por tanto consecuencia necesaria de
dividió a comienzos del siglo xx el Partido las causas que los provocan. Es decir, que no
Socialdemócrata Ruso. En 1918 este grupo tienen importancia ni el azar ni la libertad. De
adoptó la denominación de Partido Comunista. acuerdo con esta concepción sería posible, al
burguesía Término que en la Edad Media se menos en teoría, prever las líneas generales
aplicaba a los habitantes de un burgo, es de­ de la historia futura de la humanidad.
cir una ciudad fortificada, y posteriormente se Dum a Término con el que se designa en Rusia a
utilizó para designar al grupo social urbano las asambleas parlamentarias.
que gozaba de un buen nivel de vida pero no intelectu al Persona que se dedica a una activi­
pertenecía a la nobleza. En el siglo xix se apli­ dad basada fundamentalmente en el empleo
có a los empresarios industriales y comercia­ de las facultades intelectuales. En Occidente
les, a los financieros y los rentistas, es decir, a el término se aplica especialmente a aquellos
los poseedores de capital. pensadores y escritores que influyen con sus
Cheka Denominación abreviada de la comisión ideas en la opinión pública. En la Rusia prerre-
extraordinaria para la lucha frente a la contra­ volucionaria se aplicaba a todos los que te­
rrevolución, creada por los bolcheviques tras nían una formación universitaria.
tomar el poder, que actuaba a la vez como m edios de producción Recursos que se em­
policía y como tribunal, sin estar sometida a plean en la producción de bienes, y especial­
restricciones legales. mente las máquinas e instalaciones necesarias
co lectivización Conjunto de medidas políticas en las distintas ramas de la actividad econó­
y económicas por las que los medios de pro­ mica. Desde el punto de vista monetario los

70
Vocabulario

medios de producción forman parte del capi­ vo tipo de organización social basado en una
tal, es decir del dinero invertido en la produc­ mayor igualdad en la distribución de la rique­
ción. za. El pensador socialista más influyente fue
m enchevique Uno de los dos grupos en que se M arx. A partir de la revolución bolchevique el
dividió a comienzos del siglo xx el Partido término se aplica fundamentalmente a aque
Socialdemócrata Ruso. En 1917 este grupo líos socialistas que rechazan la aplicación de la
sostenía que las condiciones sociales de Rusia doctrina marxista que puso en práctica Lenin,
no permitían la toma inmediata del poder ex­ mientras que los seguidores de Lenin adopta­
clusivamente por el proletariado, ni la colecti­ ron la denominación de comunistas. Sin em­
vización inmediata de los medios de produc­ bargo los propios comunistas llamaron socia­
ción. Fue puesto fuera de la ley durante la lista al sistema social que implantaron en
guerra civil. Rusia y otros países, pues consideraban que el
prod uctivid ad Capacidad de producir en rela­ sistema comunista representaba una meta to­
ción con los recursos empleados. La producti­ davía no alcanzada.
vidad del trabajo es el volumen de produc­ Socialista Revolucionario Partido ruso de co­
ción por unidad de trabajo y la productividad mienzos del siglo xx que destacaba la impor­
del capital es el volumen de producción en re­ tancia del campesinado para la revolución so­
lación al dinero invertido. El aumento de la cialista. En 1917 se dividió en dos ramas, una
productividad es la condición básica del desa­ de las cuales colaboró durante unos meses
rrollo económico. con los bolcheviques. Fue puesto fuera de la
p roletariad o Término que en la antigua Roma ley durante la guerra civil.
se aplicaba a la clase más pobre, cuya única soviet Término ruso con el que se designó a los
riqueza era la prole. Los socialistas del siglo xix comités de representantes de obreros, solda­
lo aplicaron a aquellos trabajadores que, care­ dos o campesinos que surgieron en la revolu­
ciendo de medios de producción propios, ha­ ción rusa. A partir de la toma del poder por
bían de trabajar por cuenta ajena a cambio de los bolcheviques, los soviets se convirtieron en
un salario, y muy especialmente a los obreros los órganos que ejercían el poder político en
fabriles. En este sentido es sinónimo de clase Rusia. El congreso de los soviets, elegido por
obrera. sufragio indirecto a partir de los soviets loca­
revolución Cambio brusco y a menudo violen­ les, ejercía, en teoría, un papel similar al del
to del sistema político (revolución política) parlamento en una democracia liberal. En la
o del sistema político y social (revolución práctica todos los soviets quedaron bajo el
social). El término procede del latín, pero control del Partido Comunista.
nunca fue empleado en la antigüedad con es­ T erm id o r Mes del nuevo calendario adoptado
te significado. por la revolución francesa en el que, en 1 794,
servidum bre Condición personal intermedia fueron derribados los jacobinos. El término se
entre la libertad y la esclavitud. Ha sido co­ emplea para referirse al momento en que una
mún en muchas sociedades históricas, por revolución, tras haber atravesado su fase más
ejemplo en la Europa medieval. En Rusia llegó radical, retorna a fórmulas más moderadas.
a ser particularmente dura, pues los siervos utopía Término que literalmente significa lugar
carecían de todo derecho de propiedad y po­ que no existe. Se emplea para referirse a un
dían ser vendidos con las tierras que trabaja­ proyecto ideal que en la práctica no puede
ban, y no fue abolida hasta 1861. realizarse. En ese sentido el término procede
socialism o Conjunto de doctrinas y movimien­ de una obra que en 1516 escribió el pensador
tos que surgieron en el siglo xix, tras el inicio inglés Tomás Moro, en el que describía una
de la industrialización, que proponían un nue­ imaginaria sociedad comunista.

71
JJ ib tío g r a f ía

Fernández, A., La revolución rusa. Istmo, Madrid, 1990 (colección La historia en sus tex­
tos), 246 pp.
Una amplia antología de documentos, en su mayoría bolcheviques, precedida por
una introducción.

Harding , N., «El desvío marxista-leninista». En la obra colectiva dirigida por J ohn
D unn , Democracia: el viaje inacabado. Tusquets, Barcelona, 1995, pp. 170-203.
Un interesante análisis del rechazo leninista de la democracia.

Kolakowski, L., Las principales corrientes del marxismo: II, La edad de oro. Alianza Edito­
rial, Madrid, 1982, 523 pp.
Los capítulos 16, 17 y 18 (pp. 375 a 515) analizan ampliamente el pensamiento de
Lenin y su influencia en la revolución rusa.

P astern a k, B., E l doctor Zivago. 1957.


La novela más interesante de las que tratan de la revolución rusa.

S artori, G., Elementos de teoría política. Alianza Editorial, Madrid, 1992, 321 pp.
El capítulo 3 (pp. 63-88) analiza la llamada dictadura del proletariado, en el con­
texto de los diferentes conceptos de dictadura.

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