Contratos Administrativos

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CONTRATOS ADMINISTRATIVOS

Son una obligación bilateral, en la que una de las partes es la Administración Pública con
las prerrogativas inherentes a su condición jurídica, y la otra parte, en particular o una
entidad pública, destinada a realizar determinados fines, entre ellos; el funcionamiento de
los servicios públicos.

Elementos esenciales del los contratos administrativos:

 Sujeto. Los sujetos de los contratos públicos son la Administración Pública en


cualquiera de sus grados o clases y los particulares, individual o colectivamente, o también
la Administración. En síntesis, pueden ser sujetos de la contratación administrativa: las
personas físicas o naturales, las personas jurídicas privadas y las personas jurídicas
públicas, estatales o no estatales.
 Competencia. La validez del contrato, exige que los sujetos contratantes tengan
aptitud legal para celebrar y ejecutar el contrato. Por lo tanto la competencia del órgano
estatal o del ente que ejerce la función administrativa.
 Capacidad. Se exige la capacidad jurídica del contratista de la Administración 
 Consentimiento. Para que haya contrato se requieren dos voluntades válidas y
opuestas que concurran a su formación. Una de ellas es la de la Administración y la otra la
del contratista.
 Objeto. El objeto del contrato es la obligación que por él se constituye. Obligación
que tiene por contenido una prestación de dar, hacer o no hacer, querida por las partes. 
 Causa. La causa, es el motivo o la razón determinante de los contratos de la
Administración, es satisfacer un fin público, un servicio público o una necesidad colectiva.
 La Forma. Se refiere al modo concreto de cómo se materializa, exterioriza o
instrumenta el vínculo contractual.
 Régimen jurídico. En los contratos administrativos se supedita su validez y eficacia
al cumplimiento de las formalidades exigidas por las disposiciones vigentes en cuanto a la
forma y procedimientos de contratación. Estas formalidades discurren a través de una serie
de actos preparatorios del contrato.
https://definicionlegal.blogspot.com/2013/01/los-contratos-
administrativos.html#:~:text=Los%20contratos%20administrativos%20Son
%20una,el%20funcionamiento%20de%20los%20servicios

Contratos administrativos
Contratos celebrados por las Administraciones públicas que se caracterizan por su
sometimiento a un régimen jurídico público y por la existencia de cláusulas exorbitantes
que derivan de la posición jurídica de la Administración y de su privilegio de autotutela.
Los contratos administrativos pueden ser: a) típicos, y tí) especiales.
TRLCAP, arts. 5, 7 en la redacción dada por Ley 13/2003, de 23 de mayo.

Derecho Administrativo
Se habla de contrato administrativo cuando la Administración Pública establece
una relación negocial con un contratista, con objeto de satisfacer una necesidad. A
diferencia de otros países de la Unión Europea (principalmente Reino Unido y Alemania)
en los que el régimen jurídico de la contratación de los entes públicos es el propio
del Derecho Común, en el nuestro se reconoce la figura del contrato administrativo,
heredado del Sistema Francés.

Este Sistema distingue dos ámbitos en la actividad contractual pública, por un lado,


los contratos privados de la Administración cuyo conocimiento se atribuye a
la jurisdicción ordinaria, y, por otro, aquellos que se regulan con arreglo al Derecho
Administrativo sustantivo, y cuya jurisdicción es, por supuesto, la jurisdicción contencioso-
administrativa.

Ahora bien, en el modelo francés, no se produce una distinción tajante entre ambas
figuras contractuales, es más, la diferencia es únicamente procesal. Por tanto, la esencia del
núcleo del instituto negocial es la misma, la propia del Derecho Civil, si bien matizado, en
alguno de sus aspectos, por la participación en el contrato de una Administración Pública lo
que conlleva la aplicación del principio de autotutela propio de su actuación administrativa.
Dicho principio se materializa, en razón a la expeditividad y eficacia en la gestión de
los servicios y asuntos públicos que se confían a la Administración Pública, en una serie
de prerrogativas o de cláusulas exorbitantes que se conceden al órgano de contratación
en relación a los contratos que celebre. Sin embargo, las citadas prerrogativas no nacen
del contrato sino del citado principio de autotutela, y actúan en el
plano formal del ejercicio de los derechos, atribuyéndoles un valor previo e inmediato
(ejecutoriedad) pero no definitivo, ya que el contenido obligacional queda intacto hasta el
punto de que su ejercicio es susceptible de ser anulado en vía contenciosa.

En definitiva, en otras palabras, la justificación de esos poderes especiales en favor de


la Administración Pública radica en que ésta no puede desentenderse de la marcha de las
actividades que son de su competencia, que, en todo caso, deben orientarse
al interés general. Por ello, las facultades de interpretación y resolución de dudas, y
de dirección y control (que podrían conllevar la
modificación, suspensión o resolución del contrato) se producen en la fase de ejecución del
mismo.

En el contexto referenciado, al que se refiere la normativa comunitaria bajo la expresión


«contratación pública», resulta evidente el enorme empeño protagonizado por
las Instituciones Comunitarias para uniformizar, en lo posible, unas normas muy dispares
entre los Estados miembros, con objeto de fomentar la competitividad y la transparencia en
los contratos que celebren ya que de ello dependerá, en buena parte,
la consolidación del Mercado Interior Comunitario. Aunque en el Tratado Constitutivo de
la Comunidad Europea no se dedicó ni un solo precepto al proceso comunitario de
la contratación pública, sin embargo desde comienzos de los años setenta se fueron
aprobando diversas Directivas sobre el particular. Actualmente, a raíz de la creación de
la Organización Mundial del Comercio y de la aprobación del Acuerdo sobre Contratación
Pública, el proceso de apertura de los mercados recibe su impulso, ya no solamente desde
la Unión Europea, sino desde los principios y formas que se recogen en el mismo: Hasta tal
punto esto es así, que las actuales Directivas sobre contratos de obras, de suministros y
de servicios se encuentran en un proceso de adaptación al citado Acuerdo, ya que
contempla para las empresas licitadoras unas condiciones más favorables a la hora de
acudir a una licitación.

El régimen jurídico de los contratos de las Administraciones Públicas está compuesto, por


un lado, del Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, y, por otro, por la Ley
48/1998, de 30 de diciembre, sobre procedimientos de contratación en los sectores del agua,
la energía, los transportes y las telecomunicaciones, para los que la Comisión Europea
atemperó los requisitos de publicidad y concurrencia, ya que, por razones políticas,
estratégicas, económicas, industriales y jurídicas, el campo contractual de esos sectores era
gestionado en los países comunitarios por entidades u organismos públicos o privados de
manera indistinta.

En el Texto Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas,


el Legislador distingue:

Contratos administrativos, que podemos denominar «típicos», cuyo objeto directo, conjunta
o separadamente, sea la ejecución de obras, la gestión de servicios públicos y la realización
de suministros, los de consultoría y asistencia, y los de servicios, excepto los contratos de
Seguros y bancarios y de inversiones, y los que tengan por objeto la creación
e interpretación artística y literaria y los de espectáculos por ser contratos privados.

Contratos administrativos «especiales», que tienen un objeto distinto de los «típicos», pero
que poseen naturaleza jurídica administrativa por resultar vinculados al giro
o tráfico específico de la Administración contratante, por satisfacer de forma directa e
inmediata una finalidad pública de la específica competencia de aquélla o por declararlo así
una ley (por ejemplo el contrato de obras bajo la modalidad de abono total del precio).

Contratos privados celebrados por la Administración que serán los restantes y,


en particular, los de compraventa, donación, permuta, arrendamiento y demás
negocios jurídicos análogos sobre bienes inmuebles, propiedades incorporales
y valores negociables, así como los contratos de consultoría y asistencia, y de servicios, a
los que se ha hecho mención al tratar de los contratos administrativos típicos.

A grandes rasgos la generación del contrato administrativo se articula en dos fases:

Fase Interna.

En ella el órgano de contratación va configurando su voluntad para contratar. Desarrolla


las actuaciones preparatorias del contrato que van a ir formando el expediente de
contratación: Estudio de necesidades, elaboración de un proyecto (contrato de obras),
redacción de los pliegos de cláusulas administrativas y de prescripciones técnicas,
formulación de un presupuesto, verificación de si existe crédito adecuado y suficiente para
acometer el contrato y sometimiento del expediente a fiscalización previa.
Esta fase finaliza con la decisión del órgano de contratación de que efectivamente va a
contratar. Esta decisión se plasma en el acuerdo de aprobación del expediente de
contratación, que, normalmente, también supone la aprobación del gasto correspondiente, y
conlleva la apertura del procedimiento de adjudicación.

Fase Externa.

En esta fase la Administración Pública ya sabe qué va a contratar y decide dar publicidad al


proceso, de manera que se produzca la concurrencia de ofertas.
La publicidad y concurrencia variará en función del importe del presupuesto del contrato,
ya que de ello va a depender que el anuncio deba o no publicarse en el Diario Oficial de las
Comunidades Europeas, o en el Boletín Oficial del Estado o de los boletines o diarios de
las Comunidades Autónomas o de las entidades locales, y
en relación al procedimiento de adjudicación que vaya a utilizarse para seleccionar
al adjudicatario, a saber, procedimientos abierto, restringido y negociado con o
sin publicidad.

De cualquier manera conviene insistir en que hasta que el órgano de contratación no dicta
el acuerdo de adjudicación el contrato no existe, por tanto será entonces cuando se
perfeccione. A partir de dicho acuerdo, de su notificación al contratista seleccionado y al
resto de licitadores, de su formalización, de la constitución de la garantía definitiva que, en
su caso, proceda, se inicia el periodo de ejecución del contrato que finaliza con
la recepción y pago del precio convenido. A partir de dicho momento comienza, en su caso,
el periodo de garantía de la obra o prestación realizada por el contratista. Expirado dicho
periodo sin salvedad alguna el contrato extingue completamente sus efectos.

Igualmente, conviene aclarar que las causas de invalidez concurrirán hasta la fase


inmediatamente anterior a la adjudicación (normalmente hasta
la propuesta de adjudicación que realiza la Mesa de Contratación), mientras que las causas
de resolución se producen una vez perfeccionado el contrato.

La ejecución del contrato se realiza bajo del principio de riesgo y ventura del contratista,


salvo que en los pliegos se prevea la posibilidad de instar la revisión de precios, que en
el contrato de obras concurra un supuesto de fuerza mayor, y que en el desarrollo de las
prestaciones se produzca un desequilibrio patrimonial de tal envergadura que pueda
tener cabida la doctrina legal de la «teoría del riesgo razonablemente imprevisible».

En cuanto a los contratos administrativos «típicos», veamos algunas de sus peculiaridades:

En el contrato de obras sin duda la nota más caracterizadora es la necesaria elaboración de


un proyecto, que podrá simplificarse, en obras de primer establecimiento,
gran reparación o reforma cuyo importe sea inferior a 20.000.0000 de pesetas, o en su caso
ser sustituido por un anteproyecto o por las bases técnicas a las que debe ajustarse el
proyecto que elabore el adjudicatario, en el caso de contratación conjunta de éste y de
la ejecución de las obras.
A resultas del proyecto de obras, éste se somete a sucesivos exámenes con objeto de
depurar al máximo su corrección y adecuación al objeto del contrato. Así, antes de aprobar
el proyecto se supervisa por las correspondientes oficinas o unidades de supervisión,
después de la aprobación se somete a replanteo, antes de tramitar el expediente de
contratación. Después de adjudicar el contrato y antes de iniciar su ejecución se efectúa el
acta de comprobación del replanteo.

En el contrato de suministros se incluyen aquellos que tengan por objeto la compra,


el arrendamiento con o sin opción de compra, o la adquisición de productos o bienes
muebles, salvo los relativos a propiedades incorporales y valores negociables que se regirán
por la legislación patrimonial de las Administraciones Públicas. Dentro de
este concepto tienen cabida la adquisición y el arrendamiento de equipos y sistemas para
el tratamiento de la información, sus dispositivos y programas, y la cesión del derecho de
uso de estos últimos, así como los equipos y sistemas de telecomunicaciones. No obstante,
la adquisición de programas de ordenador a medida tendrá la consideración
de contrato de servicios.

Como peculiaridad digna de mención, el Legislador contempla la figura


del contrato de suministro-fabricación al que serán de aplicación las normas propias
del contrato de obras, salvo en lo que se refiere a publicidad que se acomodará
al contrato de suministro.

El contrato de concesión de obra pública contemplado dentro del contrato de obra no es


propiamente tal, ya que, por la aplicación del principio de importancia económica
predicable de los contratos mixtos, se trata de un contrato de gestión de servicios públicos.
La razón de su inclusión dentro del contrato de obras radica en que, de no ser así, no
quedaría sujeto a ningún tipo de publicidad, como ocurre en los contratos
de gestión de servicios públicos.

El contrato de gestión de servicios públicos no es un verdadero contrato, sino una


amalgama de figuras contractuales a través de las cuales se puede gestionar de
modo indirecto un determinado servicio público. Asimismo este
llamado contrato de gestión de servicios públicos es absolutamente desconocido como tal
en el ámbito comunitario de la contratación pública.

El contrato de consultoría y asistencia tiene por objeto estudiar y elaborar informes,


estudios, planes, anteproyectos, proyectos de carácter técnico, organizativo, económico o
social, dirigir la ejecución y el mantenimiento de obras e instalaciones,
implantar servicios organizativos, así como llevar a cabo en colaboración con
la Administración y bajo su supervisión las actividades previstas en la ley.

La principal dificultad que se presenta en los contratos de servicios es precisamente su


distinción del contrato de gestión de servicios públicos, y, por ello, el dirimir determinados
extremos de la fase interna de la generación del contrato como, por ejemplo,
la necesidad de exigir clasificación al contratista. Sobre este particular la doctrina de la
Junta Consultiva de Contratación Administrativa establece que estaremos en presencia de
un contrato de servicios siempre que el destinatario exclusivo sea la
propia Administración contratante. Así, por ejemplo, la limpieza de la sede de
un organismo oficial deberá contratarse como contrato de servicios. Por el contrario,
el servicio de restauración y cafetería de un hospital, será un contrato
administrativo especial, y, por ejemplo, el servicio de recogida de basuras, de limpieza de
jardines, de mantenimiento del mobiliario urbano, etc., serán objeto de un
contrato de gestión de servicios públicos.

Son los celebrados por la Administración Pública con personas naturales o jurídicas


privadas, que tienen por objeto la realización por éstas de
obras, gestión de servicios públicos o suministros a cambio de un precio, y cuya causa es
facilitar el servicio público que la Administración tiene encomendado.
La regulación normativa de esos contratos se encuadra en el Derecho administrativo. De ahí
la denominación también utilizada para designar aquéllos: contratos públicos. El
contratante privado no interviene apenas en la elaboración del contrato, que es
prácticamente redactado por la Administración y, en general, tras un laborioso expediente.
La Administración contratante se reserva amplias facultades para interpretar e
incluso cancelar el contrato. La mayoría de ellos se formalizan solemnemente y su firma
suele culminar un proceso de adjudicación pública. La legislación básica de los contratos
administrativos es la que regula directamente una clase de éstos, indudablemente la más
importante: los contratos del Estado (contratación estatal).

http://www.enciclopedia-juridica.com/d/contratos-administrativos/contratos-
administrativos.htm#:~:text=%5BDAd%5D%20Contratos%20celebrados%20por,de%20su
%20privilegio%20de%20autotutela.

Características de los
contratos
administrativos
CARATERISTICAS

 Juricidad significa que todos los contratos administrativos implica la creación


modificación trasmisión o extinción de derechos y obligaciones por ende dichos
contratos van a producir efectos jurídicos
 Régimen jurídico exhorbitante del derecho privado que se puedan dar ciertas
cláusulas que rebasan los límites del derecho privado y que de uno u otra manera la
pongan en desventaja a alguna de las partes y obviamente dándole mayor ventaja a
la autoridad o a la administración publica para poder modificar de manera directa
 Desigualdad entre las partes: cuando la administración publica es la que de uno u
otra manera pone las condiciones en las que se va a llevar a cabo el contrato y el
particular lo único que tiene que hacer es aceptar o en su caso rechazar las
condiciones
 Restricción de la libertad de las partes: la administración pública enfrenta ciertas
restricciones y libertad contractual cada una de las partes decide con con quien
contrtar, la forma o el procedimiento en el que se va hacer la contratación también
proviene de la ley es decir la propia ley le impone a la autoridad que tipo de
procedimiento se debe llegar acabo
 Intereses públicos prevalecientes:

Tipos de contratos
administrativos
Dentro de los contratos administrativos, ya una subsección de los contratos públicos, existen

otras subcategorías diferentes entre sí. Los dos tipos de contratos administrativos son el

llamado contrato administrativo típico y el contrato administrativo especial. Dentro de los

primeros, encontramos los contratos de obra, los contratos de suministro, los contratos de

servicio, los contratos de concesión de obras y labor y los contratos de concesión de servicios.

Todos excepto los contratos de seguros, los contratos bancarios y los contratos de

inversiones.

En resumen, los contratos administrativos típicos son los recurrentes de las licitaciones

públicas. Por su parte, los contratos administrativos especiales son aquellos que, sin tener una

finalidad propia de los típicos, poseen también naturaleza jurídica administrativa por

encontrarse vinculados al tráfico del organismo público concreto que realiza la contratación.

También cuando satisfacen de manera inmediata una necesidad pública propia de la

competencia del ente público y cuando lo declara específicamente una ley.


Sea cual sea la subcategoría, el modelo de contrato administrativo arquetípico contiene los

pliegos necesarios, las cláusulas administrativas, las prescripciones técnicas, el

establecimiento del presupuesto, la información de identificación de la parte contratante y

contratada o los certificados correspondientes. En caso de que necesites elaborar o interpretar

uno de estos contratos, las puertas de Licita Pyme están abiertas.

https://licitacion-pyme.com/contratos-administrativos-caracteristicas/

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