El Contrato Administrativo
El Contrato Administrativo
El Contrato Administrativo
I INTRODUCCIÓN
Es decir, “junto a los procedimientos de acción unilateral de que dispone la administración, esta
puede utilizar procedimiento consensuales, a los que, de hecho, recurre, frecuentemente. Se
trata básicamente de los contratos”1 en lo que al igual que cualquier otro particular, el
Estado requiere obtener los medios necesarios y por lo tanto, no puede sustraerse de
relacionarse con las demás personas sean éstas naturales o jurídicas para que se los
proporcionen.
Tal es así, que sin ser la actividad principal de una Entidad Pública ésta puede requerir
comprar desde combustibles y útiles de oficina hasta alimentos y todo lo que en el
mercado pueda ser objeto de compra-venta. Asimismo puede llegar a requerir servicios
de terceros desde consultorías para obras hasta de vigilancia y limpieza.
1
“DERECHO ADMINISTRATIVO”, Vedel, Georges, Editorial Biblioteca jurídica Aguilar, 1ra edición –
traducción a la 6ta edición francesa por Juan Rincón Jurado. 1980, pás 186.
Quienes laboran en la Administración Pública, necesariamente deben manejar las
herramientas legales que regulan los procesos destinados a contratar estos bienes y
servicios.
Partiendo de la definición general que se tiene de contrato según el artículo 1491 del
Código Sustantivo Civil vigente, tenemos que aquel es considerado como el acto por el
cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa; en tal sentido
según el autor JEZE, “son contratos administrativos los celebrados por la administración con el
fin de asegurar el funcionamiento de un servicio público”, o en forma más general al decir de
la enciclopedia jurídica OMEBA “el celebrado entre la administración Pública y un particular
o entre dos órganos administrativos con personalidad de derecho público.”
Para Bielsa la convención que crea derechos y obligaciones para el Estado, como
persona de derecho público, con otra persona pública o privada con un fin público es un
contrato de derecho público, de lo que resulta que "el contrato administrativo es el que
la Administración celebra con otra persona pública o privada, física o Jurídica, y que
tiene por objeto una prestación de utilidad pública".
Vistas las definiciones señaladas podemos mencionar algunos elementos de los
contratos administrativos, los cuales clasificados como esenciales y no esenciales, a
saber son:
a) Esenciales.- que comprenden a: sujetos, uno de los cuales debe ser la
administración pública o un ente público; competencia y capacidad;
consentimiento o voluntad; forma; objeto o contenido; causa o motivo
presupuesto o determinante; y, régimen jurídico especial.
b) No esenciales.- que incluyen a: plazo; conmutabilidad; intransferibilidad;
licitación; garantías y sanciones.
Tal y como se rescata de la enciclopedia jurídica antes citada (OMEBA) “se ha sostenido
recientemente que el elemento característico fundamental es el establecimiento de una relación
jurídica de subordinación con respecto a la administración pública, mediante un acto de propia
voluntad de quien se obliga con ella. Esta subordinación jurídica se manifiesta en la desigualdad
de derecho en que se hallan ambos contratantes y se refiere al régimen de ejecución y rescisión
del contrato. Ella tiene su origen en la desigualdad de propósitos perseguidos por las partes. La
Administración pública vela por las necesidades colectivas: a) para que se satisfagan; b) par que
no se creen obstáculos para su satisfacción. El co-contratante de la Administración pública, en
cambio, solo busca su propio beneficio.”
Las cláusulas exorbitantes del derecho común operan implícitamente, aunque no estén
expresamente en el documento del contrato administrativo, basta que estén reguladas
por una norma, y aun contra lo que éste pueda decir cuando, contrariando la esencia de
la contratación administrativa.
Para Marienhoff, si en un contrato de naturaleza privada que celebre la Administración
se introducen de modo expreso tales cláusulas exorbitantes, convierte a dicho contrato
en administrativo porque se le reconocen a la Administración prerrogativas de poder
que no se conciben en los contratos entre personas particulares. Empero, tales
prerrogativas se justifican sólo para servir el interés general.
“En el contrato administrativo concurren nociones, para una concepción justa: una
expresión de voluntad, incluyendo claro está la del contratante; un sentido de
colaboración, por encima de aquello de que las partes quieren cosas diferentes del
contrato privado; el aspecto teleológico, pues se concurre hacia un fin de servicio; el
interés del particular está protegido por la ley y, en ciertos casos, por el principio revés
sic stantibus en aras del equilibrio económico o ecuación económico-financiera, y,
como ya se ha dicho, el ejercicio reglado -no arbitrario- de las potestades en la relación
de subordinación.
Y Escola define los contratos administrativos como los que son "celebrados por la
administración pública con una finalidad de interés público y en los cuales, por tanto,
pueden existir cláusulas exorbitantes del Derecho Privado o que coloquen al contratante
de la administración pública en una situación de subordinación respeto de ésta".
Bercaitz disiente de Marienhoíf, porque un acuerdo generador de obligaciones puede ser
un acuerdo colectivo o complejo que no constituye un contrato cuando las voluntades
que lo generan no son opuestas. Respecto de Cassagne, critica que se omite consignar
que el régimen exorbitante regula la subordinación de la otra parte contratante. Y en
Escola repara que no tiene en cuenta los casos en el que el contrato se refiere a
ocupaciones del dominio público para una actividad completamente privada y que no
precisa lo relativo a las cláusulas exorbitantes. También difiere de Bielsa porque no
pone énfasis en la subordinación jurídica y porque "deja fuera de la definición aquellos
contratos que no tienen por objeto una prestación de utilidad pública, como son los
relacionados a concesiones de ocupación del dominio público en beneficio de interés
privado".
No obstante, hay que dejar en claro que una contratación entre órganos de la
administración es de derecho público, tanto por los sujetos como por el fin público que
los alienta. Esto puede tener otros matices:
2
Trabajo enviado por internet, Maúrtua, Aníbal P. [email protected]
Cuando los órganos públicos son de distinta jerarquía, pues allí se dará una
subordinación. Esta, sin embargo, será diferente en esencia a la subordinación que opera
respecto de un cocontratante particular porque, en aquella, la subordinación será por
razón de jerarquía;
“Art. 38.- (Sustituido por el Art. 1 de la Ley 2001-56, R.O. 483, 28-XII-2001).- Los Tribunales
Distritales de lo Contencioso Administrativo y de lo Fiscal, dentro de la esfera de su
competencia, conocerán y resolverán de todas las demandas y recursos derivados de actos,
contratos, hechos administrativos, y reglamentos expedidos, suscritos o producidos por las
entidades del sector público. El administrado afectado presentará su demanda o recurso ante el
tribunal que ejerce jurisdicción en el lugar de su domicilio. El procedimiento será el previsto en
la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa o Código Tributario, en su caso. No se
exigirá como requisito previo para iniciar cualquier acción judicial contra las entidades del sector
público la proposición del reclamo y agotamiento en la vía administrativa. Empero, de iniciarse
cualquier acción judicial contra alguna institución del sector público, quedará insubsistente todo
reclamo que sobre el mismo asunto se haya propuesto por la vía administrativa.
Nota:
La disposición transitoria primera de la Ley 2001-56 (R.O. 483, 28-XII-2001), manda que las
causas que se hubieran propuesto ante los tribunales distritales de lo Contencioso
Administrativo y Fiscal, a partir de la vigencia de la Ley para la Promoción de la Inversión y
Participación Ciudadana (R.O. 144-S, 18-VIII-2000), cuyo estado sea posterior a la apertura de
la prueba, deberán continuar tramitándose en dichos Tribunales; en caso contrario, los
tribunales distritales de lo Contencioso Administativo y Fiscal de las jurisdicciones del domicilio
del administrado serán competentes para conocer de estas causas.”
“Art. 77.- Las diferentes manifestaciones jurídicas que han intervenido en la formación y
ejecución de un contrato administrativo son susceptibles de ser impugnaos en sede
administrativa o judicial de conformidad con este estatuto y la ley respectiva.
En general y de conformidad con lo dispuesto en la Ley de Modernización del Estado,
Privatizaciones y Prestación de Servicios por parte de la Iniciativa Privada, los Tribunales
Distritales de lo Contencioso Administrativo tienen competencia privativa y exclusiva para
conocer y resolver judicialmente todos los aspectos derivados de, y relacionados con todos los
contratos administrativos.”
Lo que quiere decir que los contratos administrativos serán conocidos en su trámite
contencioso, por los Tribunales Distritales de lo Contencioso Administrativo, naciendo
la competencia de dichos tribunales por las disposiciones legales señaladas, a partir del
año de 1993 en que se alteró el orden antes establecido en 1973, por el cual solo eran
atribuibles a la justicia administrativa los actos y resoluciones administrativas; “el
proceso de modernización modificó la tradicional concepción y estableció en los Tribunales
Distritales la competencia en esta materia, ligándole al modelo francés, ordenó que el citado
órgano jurisdiccional deba conocer y resolver sobre los contratos suscritos por la
Administración”3, fue entonces la Ley de Modernización de 1993, la que introdujo una
atribución más de los citados Tribunales y guardando desde allí relación guardan
3
“LA NUEVA JUSTICIA ADMINISTRATIVA: DIAGNÓSTICO DE DERECHO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO Y FISCAL EN EL ECUADOR”, Velásquez , Ernesto. Corporación
Latinoamericana de Desarrollo, s/ed, Quito. 1995, pág. 33
relación el artículo 38 de la Ley de Modernización con el Artículo 10 literal e) de la Ley
de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, cuando esta última establece:
“Art. 10.- (Sustituido por el Art. 1 num. 3 del D.S. 1077, R.O. 392, 17-IX-73 y añadido el tercer
inciso del literal b) por el Art. 1 del D.S. 611, R.O. 857, 31-VII-75).- Son atribuciones y deberes
jurisdiccionales del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo:
... e) Las demás que fijare la Ley.”
d) Teoría del servicio público: La teoría del servicio público: su más importante y
conocido sustentador, León Duguit, sostiene que lo que importa es el fin; y que, por
consiguiente, si el contrato tiene como fin un servicio público o contribuye a un
servicio público, pues allí hay contratación administrativa. León Duguit compara,
como ejemplo, el contrato comercial con el contrato civil y manifiesta que la
diferencia formal y de otro orden no es mayor, pero sí en cuanto al fin; agrega que
cuando el fin es comercial, evidentemente hay un contrato comercial diferenciado de
la contratación civil. Igualmente pasa, dice, con el contrato de carácter
administrativo en el cual el fin es el servicio público. De esta teoría no podía dejar
de participar Gastón Jeze, pues debemos recordar que Gastón Jeze es quien sostiene,
como definición del derecho Administrativo, que es la ciencia relativa a los
servicios públicos; o sea que, para él. el servicio público agota la noción de Derecho
Administrativo (tesis criticada por distinguidos y variados autores). Sin embargo,
Gastón Jeze tiene algunas salvedades a la teoría del servicio público. Dice, por
ejemplo, que no basta este elemento sino que es indispensable que las partes
contratantes hayan querido someterse a un régimen del Derecho Público.
f) Teoría por el fin de la utilidad pública: La teoría del fin de utilidad pública
coincide en algo con la teoría del servicio público. Por ejemplo, Cario Ferrar
manifiesta: "que lo determinante del contrato administrativo es una prestación de
utilidad pública, sin perjuicio de otros elementos que lo integran, como la
intervención de un sujeto de derecho público y la posibilidad de que la
administración pueda variar unilateralmente el convenio". Esta teoría es también de
Gabino Fraga, el conocido maestro de la Universidad de México. Reúne, en
realidad, requisitos más completos como son el fin de utilidad pública o sea una
prestación de utilidad pública, la intervención de un sujeto de derecho público y
además que la administración pueda variar unilateralmente el convenio.
Sin la menor duda, obran las teorías del servicio público y de la utilidad pública que
ayudan a definir la naturaleza del contrato dentro de los parámetros del Derecho
Administrativo; y finalmente la teoría de las cláusulas exorbitantes, que pueden ser
expresas o implícitas; pensando por nuestra parte, que aunque no estén escritas deben
operar otorgando prerrogativas a la Administración Pública, lo cual comporta el
contrato administrativo.
5
“TRATADO DE DERECHO ADMINISTRATIVO”, Sayaguéz, Enrique. s/Ed. 3ra edición, Montevideo,
1963, pág 537.
VI ANÁLISIS DE DOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
Conforme las copias que se acompañan, se han revisados para efectos del presente
trabajo académico, los siguientes contratos administrativos:
2. CONTRATO DE TRANSPORTE N. 01