La Sabiduría de Lo Santo

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LAS LUCES DE LO SANTO

LA SABIDURÍA DE LO SANTO
 

La Sabiduría de Lo Santo, es la sabiduría de lo verdadero, aquella que integra a todos los


conceptos en una paz interna.

El sistema de la sabiduría de lo Santo consiste en: la unidad de lo oculto con lo descubierto, lo


integral y lo específico, la ciencia de lo Santo y de lo profano, como un fundamento y cruce a la
iluminación de los enigmas y como atención esencial a la interioridad con Dios, que se revela en
la resurrección de lo Santo en la tierra de lo Santo.

La sabiduría eficiente de lo Santo.

[1]

La sabiduría de la Torá es más elevada que cualquier otra sabiduría, debido a que transforma la
voluntad y el carácter anímico de los que la estudian, de manera tal que los acerca a aquella
elevación en la cual ella misma se concreta; lo que no es así en las sabidurías universales, a pesar
que ellas describen temas trascendentales, armoniosos y nobles no poseen aquella característica
dinámica que permite atraer al ser humano que las estudia a su valor íntimo. Ciertamente no
existe relación ninguna [entre las sabidurías universales] con el resto de las fuerzas y de la
realidad del Hombre, fuera de su poder científico únicamente. El motivo de este fenómeno radica
en que todo tema relacionado con lo Santo proviene de la fuente vital de la vida, del fundamento
de la misma que da existencia al todo. Existe en la fuerza del contenido de lo Santo la posibilidad de
dar existencia a múltiples seres creados en proyección infinita, “plantar la tierra y ponerlos
fundamentos al cielo”, por ende cuanto más imprimir una nueva forma sobresaliente sobre el alma
del pensador. Todas las ciencias de lo Profano no poseen esta fuerza, ya que éstas no renuevan ni
crean nuevos seres a partir de ellas mismas, sino que ellas dibujan y representan frente a una
visión intelectual aquello que existe en la realidad, por lo tanto no logran hacer del pensador
un ser renovado, extraerlo de la realidad de sus malas características y ubicarlo en la situación
de una nueva realidad, pura y viva con luces de vida verdadera, la cual permanecerá para siempre.

La comprensión de lo Santo proviene del manantial de la vida

[2]

El conocimiento del mundo y de la realidad, que proviene de lo Profano, no penetra lo verdadero


incluso en medida mínima en comparación con el conocimiento profundo del mundo y del ser que
proviene de lo Santo. Ya que la esencia de la realidad y del ser absoluto del todo existe en tanto
proviene de la revelación divina, como expansión de la vida y del ser a partir de la fuente de
la vida y del ser. Todo aquello que se revela como mundo y vivencia no es sino una sombra
débil en relación al ser puro e inmenso que se encuentra en la fuente divina. Por lo tanto, todo el
bagaje científico del hombre se elevará con la sublimidad de su magnífica grandeza solamente
cuando se vuelva parte del tesoro y del contenido de la fuente de su propia existencia, es decir la
comprensión de Dios y de su poder, el conocimiento del todo a partir de la fuente del todo.
Entonces se encausará toda magnificencia, ya que sólo entonces, cuando la última cima de la
ciencia se revele, la relación para con lo científico se revalorará dentro de su propia
naturaleza. Mientras el mundo se revele solamente por medio de sombras obscuras, que son
aproximaciones a su real conocimiento, fruto de su policromía aislada y de su conocimiento
meramente externo, el mundo se considerará como no existente, en comparación con la adquisición
científica absoluta, es decir la comprensión de Dios, que se manifiesta por medio de la
comprensión del mundo en tanto acto de Dios, que a Él están dirigidos nuestros ojos a lo largo de
toda nuestra vida. Esto es todo lo humano, todo lo real, todo lo conocido y lo sabido.
Todo esfuerzo mundano y toda elevación de sus niveles están dirigidos solamente para que
venga una suprema iluminación del conocimiento científico y revele en forma abundante la
fuente de su existencia. Todo lo ético tanto general como particular, todo mejoramiento de la
conducta humana vital, la conducta en lo justo y en lo correcto ya sea en los particulares
como en la sociedad toda, depende y tiende a llegar al nivel de su integridad, por medio de la
verificación del conocimiento en sus mismas fuentes, este conocimiento crece en la misma medida
que se descubre la majestuosidad de la luz vital que radica en la fuente de lo Santo, esplendor de la
verdad, luz divina, capaz de realizarlo todo.

La bondad de la sabiduría de lo Santo.


[3]
La sabiduría de lo Santo, en su pureza y en su esencia, cuando se revela en el mundo, revive el
todo. Esta no hostiliza a ninguna ciencia, ni a ningún tipo de cúspide, fortaleza o majestuosidad,
simplemente corona el todo con anhelos de justicia, con bondad y humildad. Todos los anhelos
por lo justo en cualquier ámbito del universo, especialmente en lo humano, encuentran por medio
de ella su verdadera antesala, y por su intermedio logran concretar sus acciones en la práctica
y en la vida.
Toda las óptimas concentraciones, integradas por los enigmas de lo Santo, en la Torá, en los
rezos y en los preceptos, todo junto según sus respectivos detalles, son sendas para develar
por su intermedio aquella suprema iluminación de la sabiduría de lo Santo, para traer la
manifestación de la Santidad al universo, así satisface la voluntad de todo ser vivo tanto en su
vida momentánea como eterna.

La verdad asustada por el todo


[4]
Cuanto más sublime sea la verdad más simple es, y más necesaria para el todo. La estrechez del
corazón humano es proclive a tratar de seccionar la verdad en partes, a reducirla. El hombre
suele asustarse frente a su grandeza y piensa que reduciéndola será más popular. Más cercana a
cada ser humano, no obstante esto sólo la dificulta e impide del todo que obtenga aquello
que le es tan necesario.
La verdad última, la verdad divina se asusta fuertemente del todo; pero precisamente por toda
su veracidad, por la cima de su luminosidad, por el conjunto todo de su exactitud, por ello es
apropiada para el todo, para todo ser humano, para todo ser creado, para todo ser eficiente.
El conocimiento electivo y voluntario del ser humano se ubica en el centro de sí mismo, estando
obligado – después del gran esfuerzo realizado en seccionar la verdad, estrecharla, para reducirla y
hacerla apta para el grueso del público – a retornar a su grandeza y pureza. Así sabrá cada ser
creado que Tú eres su Creador y entenderá todo ser formado que Tú eres su Formador,
entonces proclamará todo ser vivo: “Dios, el Dios de Israel, es rey y su reinado es mayor que
cualquier soberanía”.
Felices nosotros, cuán buena es nuestra parte, ya que para retornar la verdad sublime y simple
al mundo, en la cual la vida de toda alma depende, y en la cual está entrelazada la renovación de
la suprema luminosidad de todo el universo, fuimos escogidos. Tenemos esta capacidad en nuestro
ser particular y general, en la descripción de nuestra historia, en la naturaleza de nuestra vida, en
la mixtura de nuestra tierra, en el alma de nuestros patriarcas. A aquellos escogidos y nobles que
habitan la tierra, toda mi admiración para con ellos; yo planté un viñedo: todo él es una simiente
verdadera.

El llamado a la contemplación [anagogía]


[5]
Cuando llega el ser humano particular, así como su generación, a una situación tal que su
manifestación espiritual ha sido llamada ya a la acción, entonces, es imposible para él satisfacer
su profunda sed cognitiva con cualquier contenido limitado, a no ser que aquel contenido lo
transporte a un contenido más amplio y libre, en el cual sienta la cima magnífica que se radica en
la raíz de la inclinación de su alma a partir de la fuente de su vida. De tal modo los enigmas
del universo, los enigmas de la Torá, la contemplación de Dios, se transforman en exigencias
generacionales.
La obstinación que causa encontrar en el marco de lo manifiesto toda la satisfacción espiritual
debilita la fuerza, dispersa los espíritus, y lleva el ferviente deseo hasta un lugar en el cual
encontrará vacío y frustración y con un corazón decepcionado volverá nuevamente a buscar una
senda.
A esto son llamados los “valientes”, aquellos corazones que la luminosidad divina es todo el
contenido de sus vidas. Incluso en el caso que se hayan quebrado y golpeado de tanta desilusión,
incluso que se desvanezcan de la poca fe en ellos mismos, incluso que estén agotados por
combates contra las multitudes, que marchan seguras hacia el espíritu al cual sus ojos
despiertos los elevan conforme a su entendimiento, no dejarán de endulzar ni dejarán de
animarse; así como el estandarte de los enigmas de la Torá y el escudo del entendimiento y de
la fe preclara e interior, también el rescate universal ya sea para Israel como para el hombre,
para los cuerpos y para las almas, por siempre y para siempre, de grandes y pequeños, de ancianos
y jóvenes está en sus manos.
Si nosotros hablamos y la mudez nos ataca, si logramos expresarnos y los conceptos se hunden en
nuestro silencio, por no poder liberar el concepto, buscar las palabras, no por esto hemos de
asustarnos ni de retirarnos de nuestro anhelo establecido. La dificultad de la expresión no puede
detener la fuerza de detener la corriente de los sublimes anhelos, en la cual el mensaje de
Dios se manifestará, en la cual la palabra que reúna a los errados será dicha y anuncie la
paz a los combatientes del pueblo. El Creador del habla anuncia la paz a los que están lejos y
a los que están cerca, así dice Dios y los rehabilita.

El iluminar de la creación física [Maasé BeReshit] y de la conducción metafísica [Maasé


Merkabá].
[6]
Cuando la investigación científica se desarrolla y encuentra deducciones exactas dentro de
todos los hechos del caos, cuando todos los movimientos, que existen y que devinieron en
diferentes mundos antes de su formación definitiva, son tan apropiados para la construcción final
en su completitud, de tal modo que la sabiduría del la creación física avanza a ser cada vez más una
sabiduría manifiesta, que se enseña al público y que proporciona sustento a muchos espíritus.
Según la valorización de la preparación mencionada, donde el universo se auto condiciona para
enfrentar los secretos de la sabiduría desplegada en la creación física, avanzan también las ideas de
la sabiduría desplegada en la creación espiritual, ambas limitan con la vida y con la realidad.
Las verdades divinas, cuyo sello es la verdad suprema, que fluye siempre de la energía interior de
los verdaderos sabios del universo, y que es la iluminación de Israel en tanto una totalidad,
que desea constantemente que la verdad suprema y absoluta venza en el universo que actúa
sobre todas las sendas de la vida con fortaleza, avanzan a convertirse en conceptos de igual
comprensión para todo hombre, hasta que ya resulta imposible explicar la fe en sentido
estrecho a las personas comunes, sino que debe ser comunicada según la amplitud propuesta
por los enigmas supremos, aquellos que se encuentran en la cima de la comprensión
universal.
Las aberturas de los portales de la creación física son precisamente los factores propios de la
abertura de los portales de la conducción espiritual. Esta es una luminosidad suprema que
adapta a los sentidos y a las voluntades, a los conocimientos y a los sentimientos, para
alcanzar en lo más profundo de la firme deidad la fuente de la vida íntegra y eterna; hasta
que esta vida avance con la energía de lo Santo que hay en ella y venza por completo a la
muerte, entonces lo bueno endulzará íntegramente todo lo malo.
La visión intelectual espiritual suprema, del mismo modo que integra laza la voluntad humana, y
sutiliza el vínculo social, también despierta los sentidos materiales y espirituales de modo
tal que se comunican con la realidad en sí, y la riqueza y la delicia, la belleza y la eternidad
propias se manifiestan delante de ella. La vida que reside en el cuerpo deviene más amplia, pura,
santa y sutil, y la vida que reside fuera del cuerpo y sobre él, alumbra constantemente con todo su
esplendor.
La espiritualidad se eleva en el mundo y en el hombre, en cada momento de la vida. La erudición
suprema adquiere en su conocimiento el vacío de la elevación, ella se sutiliza de tanto brillo y
sutiliza al universo entero. Cuando la espiritualidad se perfecciona según su propio ritmo y desea
como consecuencia de tanta sutileza y satisfacción traspasar sus fuerzas a un lugar de mayor
energía, todo el medio ambiente se adapta a esto y el eco de la voz de la satisfacción resuena de
un punto a otro del orbe.
Frente a este bien, desde esta perspectiva, aquello que la sabiduría vivencial de los hombres
simples denomina “muerte” es precisamente lo cual el universo espera. La decisión de marchar
tras la iluminación de la verdad suprema es lo que trae al universo a esta situación de
fortalecimiento.
La vida social con todo su sistema de enmiendas, la libertad intelectual y la libertad sensitiva en
su vasta expansión, la fortaleza del espíritu junto con la energía del cuerpo, todos ellos juntos
se entrelazarán en anhelos eternos, que sólo ellos podrán mantenerse para siempre en momentos
de dificultad.
Sólo ideales sublimes, cuya emanación proviene de la fuente mayor de la vida suprema,
devolverán al universo y a todo lo que conlleva, a todas las almas oprimidas y vacías, a todos
aquellos que se sientan en la bajeza y en la ruindad constantemente, a ellos devolverán la
fortaleza de sus propias vidas, el rayo de su permanencia y eternidad. La paz eterna y la belleza
de los espíritus humanos, volverá y se revelará, con energía sublime, superior a toda sílaba y a
todo concepto limitado.

El pensamiento enigmático integral.


[7]
La filosofía no se ocupa sino de una parte conocida del mundo espiritual, por su propia
naturaleza está desconectada de aquello que está fuera de sus límites, es por ello que se
constituye como una disciplina disgregada con una disgregación esencial. La capacidad de
comprender cómo todas las opiniones, las sensaciones y las tendencias desde de las ínfimas hasta
las más grandes están unidas unas con las otras, y cómo actúan unas sobre las otras, cómo
mundos separados se organizan juntos, esto no tiene posibilidad de conceptuar. Por esta
causa ha de permanecer siempre como una lógica aristocrática destinada a algunos hombres
especiales.
Una ventaja evidente tiene el pensamiento tradicional, cuya naturaleza es penetrar dentro de todos
los abismos de todos los pensamientos, de todas las sensaciones y de todas las tendencias, de
todos los anhelos y de todos los universos, desde el principio al fin. Este reconoce la unidad que
existe en todo ente, en su materialidad y en su espiritualidad, en su grandeza y en su pequeñez,
siendo este reconocimiento ciertamente interno. Debido a esto no existe para él no grande y no
pequeño, todo es importante y todo es valorado actualmente, no existe movimiento perdido ni
imaginación nula.
Por el contrario, no hay fin para la superación, no hay sabiduría ni comprensión que se
limiten dentro de este pensamiento y que no se comunique con una iluminación más grande
que la actual, que resulta verse frente a ella como una vaga sombra. E incluso la corona
suprema, la iluminación prístina, diáfana, es opaca frente a la causa de todas las causas,
siendo en su presencia todas las luces se obscurecen.
Dentro de esta ventaja enigmática, en la unidad de todos los pensamientos y de todas las
chispas espirituales que contiene, sólo ella es capaz de constituirse como una guía integral.
De tal modo solamente el enigma es el alma de la fe, el alma de la Torá, y de la savia de su
vida vive todo lo revelado, todo lo limitado, todo lo pensado por la lógica y todo lo hecho por
actividades.
La unidad penetrante del enigma incluye todas las creaciones, todas las condiciones del
pensamiento y del sentimiento, todos los estilos de poesía y de retórica, todas las tendencias
vitales, todos los anhelos y todas las esperanzas, todos los objetivos y todos los ideales, desde
lo profundo de sus raíces hasta la cúspide de sus alturas. La savia vital de lo más alto de la
causa divina, que sólo el esplendor de la profecía y de las visiones prístinas, el brillo del
primer hombre, y la iluminación suprema pueden revelar, de manera fluida e integral, en todo
pensamiento lógico y en todo movimiento espiritual.
Solamente una comunicación profunda y suprema puede dividir los senderos, qué pensar
en un principio y que al final, qué tipo de esquema no se incluye en lo unitario por su bajeza, y qué
esquema es el óptimo a causa de su grandeza. Y delante del Único, ¿qué has de relatar?

La paz entre las opiniones.


[8]
No hay comprensión ni sabiduría en el mundo, dentro del universo de ideas del ser humano, que
no sea consecuencia de inadvertencias y errores. Los diferentes niveles de errores y de
visiones de mundo obscuras y contradictorias que se presentan delante de la comprensión
humana y de su aparición, son diferentes unos de otros. En la esencialidad de los detalles conocidos
actúan aquellas sombras que en niveles pequeños inducen al error, y que en situaciones
distintas se acrecientan. Todo lo que aleje el sistema de pensamiento de un tipo de conocimiento
de otro, así crecerá la sombra que se despliega junto a la claridez que también ella es un factor
de generalización. Estos conceptos son más evidentes en lo relativo a una sabiduría con respecto a
la otra, así cuanto más se especialice una persona en un campo del saber y profundice en él, tanto
más crecerá e espectro de sombra que desplegado por esto sobre la superficie de otras sabidurías y
conocimientos específicos.
Si estas comprensiones se contradicen unos a otros en su carácter interno, en la fuerza espiritual
que los fundamenta y que los comunica con aquel que los busca e investiga, serán estas
sombras de mayor espesor y obnuvilidad, e incluso a veces faltos de veracidad, trayendo
contradicción y contrariedad de gravedad suma. Cuanto más si provienen de la expresión de la
visión de mundo externa del ser humano, obtenida como fruto de estadísticas mundanas y
experienciales, aquellas que fluyen del manantial interno de la comprensión del corazón, y de la
construcción del espíritu en su esencialidad, cuya naturaleza las pone en contradicción, y presenta
obstáculos cada una en la senda de la otra.
Ciertamente sólo en el bagaje del intelecto supremo, el esplendor anímico en su fundamento,
presenta una luminosidad que conmueve a aquellas sombras, hasta la posibilidad y hasta los
valores de lo Santo y lo puro que se encuentran en el ser humano, a través de esto se
enmiendan los defectos que toda comprensión imputa a otra. No existe concordancia plena en el
contenido de todas estas comprensiones con la fuente de la sabiduría, el entendimiento perfecto,
con el Creador.
El apegamiento íntimo con lo divino, que es la base de todas las opiniones, es lo que cura
aquellas llagas y aquellas heridas que provocamos, siendo eso mismo lo que se denomina la
“paz”.
Del mismo modo como una compresión atribuye oscuridad a otra y necesita para alcanzar el
objetivo de la unidad armónica ayuda de una dimensión superior, del manantial donde las ideas
comprensibles llegan a ser, antes incluso que se constituyan en unidades específicas; así
también los contenidos éticos se contradicen los unos a los otros, cada uno construye su
universo de manera amplia y radical, no tomando en cuenta en absoluto aquella idea universal ni las
demandas de los diferentes contenidos. Únicamente de aquel manantial universal superior, de
la fuente que constituye el justo del mundo, la cima de toda justicia, de allí provienen las
bendiciones, siendo el receptáculo que las contiene a todas la paz. Siendo la paz la reunión de
todas las demandas éticas que se encuentran en el corazón del hombre, que incluyen todos los
entes sociales y que unifican todas las realidades.
Cuanto más crezca la contradicción entre comprensión y comprensión, y entre un sistema
ético con el otro, así ha de crecer el tejido hasta la profundidad de la paz entre ellos. De esta
forma serán estos sistemas apropiados para transformarse en asiento de la originalidad suprema,
extrayéndola de la redención con sed compungida. Como aguas frías para un alma fatigada, una
buena nueva que proviene de tierra lejanas, su nombre: consejero maravilloso, padre eterno,
ministro de paz.

La paz interior.
[9]
Debido a la fuerza de recepción que posee el ser humano, un conocimiento contradice a otro, un
sentimiento a otro, un concepto a otro. Sin embargo un conocimiento fortalece a otro, un
sentimiento a otro y un concepto a otro. Cuanto más se eleva la persona su medios se
amplían hasta que encuentra por sí mismo el enorme contenido de la paz interior, y la
verificación de los conocimientos, los sentimientos y los conceptos que son diferentes unos de
otros.
Este proceso se extiende hasta llegar a lo más profundo de lo profundo, hasta un punto donde
la contradicción es más aguda e intensa, hasta la ira vigorosa de lo Santo. Debido al conocer
interior, que se amplía y se extiende en toda la altura espiritual del ser humano, se transforma
en paz que penetra se introduce y desciende hasta el abismo, incluyendo el propio abismo.
La senda por la cual se asciende hasta este supremo nivel, se comienza en el momento que el ser
humano se encuentra en una situación desventajosa por el golpe de la contradicción, también
allí existen dos senderos, uno superior al otro. Existe la realidad en que un conocimiento
contradice a otro, la niega por completo, hasta que el conocimiento contradecid por la fuerza del
conocimiento adquirido es considerado como no formando parte de la realidad, y como si toda
su existencia no fuera sino un total vacío. Existe además que a través de la contradicción de un
conocimiento con otro se concentran síntesis de conocimientos contradecidlos e ingresan
dentro del conocimiento adquirido y apreciado. Entonces, a pesar que desde el punto de vista
del medio parece que el ser humano niega y contradice el conocimiento contrario, en verdad desde
el punto de vista de la luz interior lo construye y lo adquiere para sí mismo. Así el proceso se
desarrolla también en los sentimientos y en los conceptos, hasta que debido a la profundidad
de la extracción concentrada, que el conocimiento adquirido extrae del conocimiento contrario
rechazado, se amplía el conocer como un todo, transformándose esta situación en una cima de
envergadura, que es el punto más profundo de la paz. Todo conocimiento, sentimiento y
concepto se presentan, por ende, como un todo orgánico, una unidad perfeccionada, donde cada
parte completa a otra, no habiendo brecha ni mengua en sus circunstancias.
Feliz el pueblo que es así, feliz el pueblo cuyo Dios es Dios, feliz el pueblo que sabe comprender
al Soberano del universo, al rey a quien pertenece la paz, y de tanto placer y amor canta la
canción de amistad, de cariño y cercanía, el cantar de los cantares de Shlomó.
La importancia de la confrontación de opiniones.
[10]
Existen opiniones que a causa de la naturaleza misma del ser humano suelen conllevar a
resultados nocivos, a pesar que en si mimas puedan ser útiles y verdaderas. Se presenta en la
naturaleza del espíritu humano una cierta tendencia a luchar por su supervivencia, oponerse a
esas opiniones para que no lo dañen en alguna de sus derivaciones que se expanden.
La contienda se alarga hasta que le proporciona al hombre una valentía muchísimo más
elevada desde su manantial espiritual, entonces el llega a captar que su posición no debe temer
en absoluto del desarrollo de opiniones contra las cuales combate. La fuerza interior que
fortalece su espíritu le es proporcionada por la propia contienda; por lo tanto el hombre tal llega
a encariñarse muchísimo con el valor mismo de tal contienda. Por ende, será una gran desilusión si
sabe que no luchó lo suficiente en contra de aquellas opiniones que lo dañaron entonces, siendo
que después puede introducirse en ellas con una valentía vital y recibirlas a pesar que las
combatió cuando se expandieron.
No obstante, así como el hombre se eleva, también se elevan junto con él sus conceptos
espirituales, y aquellas opiniones a pesar que se presentan como contendientes, realmente no lo
san tal. Solamente en las expresiones exteriores son parecidas unas a otras, pero en si las
observamos en su valor interior son diferentes las unas a las otras, como la diferencia
existente entre lo santo y lo profano, entre la luz y la oscuridad.
Lo que fue desplazado entonces, descubre el hombre que lo desplazó correctamente, siendo que
aquellas opiniones que acerca después de haber sido elevadas las ha acercado correctamente.
Precisamente las opiniones desplazadas que vuelven y se presentan, en ellas descubrimos un
rocío vital, vigoroso y santo.

La importancia de los contrarios.


[11]
Todos los conceptos que se contradicen en las opiniones, toda aquella nulidad que a veces
se presenta de entre un sistema para con otro, los contrarios estos aumentan muchísimo en
tanto que las opiniones ocupan mayor lugar en el espíritu humano, para aquel que las observa de
manera íntima se contemplan como la descripción de una distancia local entre plantaciones, que
sirve para beneficiar su vitalidad y para satisfacer la absorción requerida, para que cada uno
pueda desarrollarse por completo y que las virtudes de cada una sean extraídas con todos sus
detalles, todo lo cual la cercanía hubiera estropeado. La unidad coincidente proviene sólo a partir
de esta distancia, “comienza con separación y termina conectado”.

La realidad de los pensamientos diversos.


[12]
Los pensamientos diversos no se contradicen unos a otros en la realidad, no son sino una
manifestación unitaria, que se muestra como brotes diferentes.
Ciertamente como los cuerpos producen sombra, e impiden el paso de la luz, y de este modo
eclipsan los focos de luz, así las sombras espirituales impiden el resplandor luminoso de aquellas
secciones que les son paralelos. Las sombras estas son los resultados de la imaginación, que no
fue por completo iluminada por los rayos del entendimiento, o son las reacciones, es decir el
sentimiento reacciona por la gran cantidad de ideas que sabe como conectarlas, ante el cambio
enérgico de este nuevo fenómeno, que es casi imperceptible.
Todos estos conceptos ingresan dentro del principio de no temer de las señales astronómicas,
ya que de ellas sólo los pueblos mundo tendrán miedo, los pueblos del mundo temerán e Israel
no, ya que ellos están relacionados con la vida eterna, con la luz infinita, con el manantial de
todo, con la unicidad de la paz, que frente a la realidad del Único, que se alza por sobre toda
bendición y alabanza, ellos están presentes para siempre. Bramarán y serán potentes sus
aguas, rugirán las colinas con soberbia, un río correntoso alegrará a la ciudad de Dios, el
santuario, residencia suprema; Dios de las Legiones está con nosotros, por sobre nosotros el
Dios de Yaakob para siempre.

La base de todos los pensamientos.


[13]
Todos los pensamientos lógicos están correlacionas entre sí. Incluso aquellos que no los
reconocemos sino como un mero destello tenue de logicidad, cuando excavemos profundamente
tras sus raíces encontraremos cómo en realmente se desprenden de un manantial lógico.
Así es simplemente la característica del pensamiento.
Por ende sabemos nosotros que no hay en lo absoluto ningún pensamiento demás en el mundo, no
existe concepto que no tenga un origen, ya que todos provienen del manantial de la
sabiduría. Si se presentan pensamientos de crítica o de vacuidad, esta crítica y esta vacuidad son
sólo expresión de su estilo externo, no obstante cuando descendemos a su interioridad
encontraremos bases vitales, ya que la sabiduría es el manantial de la vida.
Cada ser humano tiene plenos los depósitos de sus pensamientos de abundante vida
suprema, que en un futuro han de purificarse y de permanecer vitales y magníficas, para el
momento que el universo sea enmendado.
Cuanto más la persona se eleve, cuanto más su pertenencia sea mayor para con los contenidos
internos de la existencia y de la vida, ciertamente el recibe de todo pensamiento, ya sea del
suyo propio o de otros, el núcleo eterno, lógico, óptimo, que fluye del manantial de la sabiduría,
por medio de ellos el ser humano se eleva y éstos se elevan con él. “¿Quién es denominado
sabio? Aquel que aprende de todo hombre”… sin rechazar nada.
Así no cabe asombrarse que aquellos piadosos, de corazón recto, en realidad no tienen no
oscuridad ni tinieblas frente a ellos, ellos recogen de toda realidad y de todo contenido,
cercano o distante, lo óptimo y lo vivificante, lo santo que hay en el ser y lo acercan al
manantial de lo Santo, como próximo está en verdad. Unicidad de todo en la base de lo Santo.
Por lo tanto, podemos entender que cualquier dificultad en la captación de algunos pensamientos, y
en la selección en tanto forma perfectiva e idónea, también en los pensamientos manifiestamente
óptimos, ya sean propios ya sean de otros, que han sido adquiridos oralmente, o a partir de la
observación del universo, ocurre porque no ha sido descubierto en ellos su base fructificante.
Este principio del universo depende de la manifestación del manantial de la formación total de los
pensamientos, la base de la sabiduría, la labor de la lógica con toda su fuerza renovadora.
Por lo tanto, esta es la labor de profundización de todos aquellos de corazón recto,
extender en todo pensamiento el hilo de su logicidad originaria, el hilo vital, el hito de su
propia verdad y entonces retornará al hito de su propia vida y resucitará a sus dueños.

Artículo Segundo

La Unidad de lo esotérico y de lo exotérico.

La demanda por la unidad espiritual.


[14]
Nosotros hemos sido llamados a unificar nuestros pensamientos. La falta de esta unificación
conlleva sufrimientos, sin embargo dolores más intensos aun provienen de la falta de concordancia.
Cuando nos elevamos a un acuerdo deseado para hacer coincidir y unificar todos los miembros de
nuestra espiritualidad, se fortalecen dentro de nosotros las energías más prístinas las que
verdaderamente unifican y hacen concordar todo nuestro ser.
Más que cualquier pueblo o lenguaje, no somos capaces nosotros de soportar una contradicción
vital, ni tampoco la falta de unidad espiritual. Poseemos una característica eterna, la paz y la
unidad, en su forma más ideal.
Por lo tanto toda nuestra dispersión es un elemento temporáneo, ciertamente en un
futuro no hemos de unir, de tal modo llegaremos a ser un pueblo unido sobre la tierra.

La unidad espiritual futura.


[15]
Una de las formas mayores del universo espiritual humano consiste en que cada franja del
conocimiento y del sentimiento mantiene dentro de él la posibilidad de la aparición de la otra.
Por lo tanto, permanecen la mayoría de los seres humanos eclipsados y monocromáticos,
siendo que sus elementos negativos se multiplican.
La oscuridad que cada franja arroja sobre la otra causa que hay una relación absolutamente contraria
para con los conocimientos ocultos de los ojos humanos, asentados dentro de otras asignaturas,
lejanos de él en sus valores. Esta carencia no podrá perdurar.
El futuro del ser humano ha de venir, se ha de desarrollar para un estado espiritual tan vigoroso
que no será suficiente que cada asignatura oculte a otros, sino que de cada conocimiento y de
cada sentimiento se ha de contemplar toda la inmensidad del mar científico y todo su
abismo sentimental.
Debido a que este asunto es parte de una realidad verdadera que impedirá a cualquier entidad
espiritual que permanezca independiente, sino que ha de ser absorbida por el todo. Sin
embargo, la cerrazón del corazón causa que nos sea imposible contemplar las partes espirituales
que han sido absorbidas de todo ser espiritual, presentes en cada contenido y contenido. No
obstante, cuando el ser humano se eleve espiritualmente sus ojos se abrirán para fenómenos,
entonces verán los ciegos y los sordos escucharán, se llenará la tierra del conocimiento divino como
las aguas que cubren los mares.

La unidad de la Torá y de la profecía.


[16]
La profecía y el espíritu de santidad vienen, como palabra de Dios, hacia la interioridad del ser
humano, dentro de él son propagadas a todo lo que tenga relación con el universo. Como un
ejemplo existe la hagadá, ciertamente ella nace del alma humana, adecuando sus contenidos según
la relación que tenga con lo universal. Sin embargo la Torá, proviene de una iluminación de verdad
suprema, no presentándose dentro de ella ninguna diferencia entre la interioridad humana y
entre el universalismo y su origen. Desde lo superior a lo inferior, todo se encuentra en ella ya
investigado y conocido. De boca a boca hablé con él, le he mostrado y no en enigmas, el concepto
divino inteligió. Solamente esta profecía pudo entregar la Torá, es precisamente por eso que es
más elevada esta Torá más que cualquier profecía, sus sabios son mayores que los profetas, ya
que extraen desde el contenido supremo de la Torá su vida espiritual.
A partir del orgullo de Israel, que fue quitado de ellos y entregado a las naciones del mundo,
se incrementa la energía de los órdenes contradictorios. Los profetas y los escritos, la
influencia del espíritu de santidad, suelen influenciar de forma más sobresaliente que la
influencia de la Torá, así la hagadá se sobrepone sobre la halajá, siendo esto uno de los grandes
dolores del destierro.
La generación necesita estar armada con vigorosidad, con grandes estudiosos de la Torá,
hombres de tradición, conocedores de la Torá en la halajá; aquellos en los que la energía de la
hagadá, la inclinación por el espíritu de santidad y la magnificencia de la presencia de la profecía
no les falte. Ellos fortalecerán la energía de Israel, para prepararlo a la redención, para que sea
elevada la Torá por medio de la profecía y del espíritu de santidad, y para que sea elevada la
halajá, la acción y su estudio, por medio de la hagadá y de ética lógica.
De tal modo volverá el orgullo de Israel a su fuente, los sonidos de la redención serán
escuchados en el mundo, el espíritu somnoliento del pueblo volverá a repuntar, armado de todo lo
óptimo, de toda influencia de riqueza espiritual y material, coronado con la diadema de la profecía
y del espíritu de santidad, de la ética y de la lógica, canto y hagadá; sobre todo rodeado por la
fortaleza de la Torá con su vigor y contienda.

La unificación del espíritu de la profecía y de la halajá.


[17]
El espíritu de santidad que reside en la profecía, unido a una reluciente visión de la realidad,
es decir la profecía de la Torá, la profecía del maestro de todos los profetas, es diferente en su
aspecto de aquel espíritu de santidad que reside en la Torá oral; entre aquel espíritu que
forma las halajot (legislaciones) que constantemente se renuevan desde la esencia misma de la
Torá y aquel espíritu general, que basado en él fueron declaradas las leyes únicamente
dichas a Moshé en el monte Sinaí, las cuales son las piedras fundamentales de la Torá que
llamamos oral. El espíritu de la profecía está pleno de magnificencia ideal y el espíritu de las leyes
está pleno de vigor real, práctico.
La enmienda universal se concreta precisamente cuando se unifican ambos espíritus, cuando
influencian y se influencian mutuamente. El estilo de su comunicación es preciso que sea en cada
uno de ellos acorde a su esencia, siendo activado por el espíritu del otro acorde a la unidad y
mezcla adecuada, de manera tal de poner en acto cada una de sus partes, según lo más magnificente
de él, pragmáticamente, mezclada con los demás seres, iluminada con lo ideal de su alma y que se
extienda hasta lo más alto.

La unificación de la Halajá y de la Agadá.


[18]
La halajá y la hagadá necesitan unificarse una con otra. La necesidad de ocuparse en ambas
juntamente, debe llevar a la unificación espiritual de las mismas. Lo que siente el que se ocupa de
la halajá cuando ingresa en la hagadá, y así a la inversa, que ingresa como si fuera a otro mundo,
quita la parte más intensa de la fructificación espiritual, que proviene de un reposo anímico, cuya
base está en la unidad interior.
Estamos llamando a entrelazar tramas tales en nuestros sistemas de estudio, que por
intermedio de ellas la halajá y la hagadá se junten con una conjunción esencial.
La idea de un acercamiento de mundos distantes, es el fundamento de la construcción del universo
espiritual y su más alta concreción, es una energía básica que traspasa como un hilo de seda en
todos los fenómenos de la vida, en cada una de sus esquinas, siendo que debe presentarse siempre
de la manera más amplia posible. La característica analítica, después que opera sus
procedimientos distintivos para aclarar cada asignatura según sus límites, debe dejar espacio para
que la característica sintética aparezca a la luz del alma unificante, de manera tal que todos los
conocimientos, todos los campos espirituales según sus diversos aspectos, sean vistos por medio
de ella como miembros diferentes de un mismo cuerpo vigoroso y recio, a los cuales ilumina un
alma vigorosa, recia y vital, un alma poderosa.
El principio de nuestros pasos sobre la pieza de la halajá y la hagadá arrastrará tras ella
muchas otras conjunciones y armonías sin número. Los mundos celestiales y los mundos
terrestres, la humanidad corpórea y la humanidad ideal, con toda la riqueza escondida en cada uno
de ellos, se unificarán juntos para activar uno sobre otro la operación apropiada para la grandeza y
la perfección total.
Dentro de este sistema se presentará una nueva luz sobre un conocimiento especial que hemos
de poner sobre él nuestra visión y nuestros sentimientos en las investigaciones de la Torá,
la conjunción de la halajá y la hagadá.
Esta conjunción no es sino la manifestación de la unicidad ya latente en ellas desde siempre.
Todo aquel que no degustó la razón de la halajá, no degustó la razón de la Torá, y todo el que no
degustó la razón de la hagadá, no degustó la razón del temor a Dios. La Torá y el temor
reverencial se complementan obligatoriamente. El trabajo intelectual necesita manifestarse, de
manera metódicamente activa sobre este principio unificador, cuyos derivados serán
fundamentales.
Ciertamente dentro de la hagadá siempre se encuentra un concentrado halájico, y así mismo
dentro de la halajá un contenido interno agádico. Generalmente subyace un contenido agádico
en la forma cualitativa de la halajá, mientras que el contenido halájico subyace en la descripción
cuantitativa de la hagadá. Sin una búsqueda y sin una sensibilidad especial somos influenciados
durante nuestros estudios halájicos por las características agádicas escondidas de la halajá;
mientras que en el estudio de la hagadá por la rítmica de la halajá entremezclada en el contenido
de la hagadá.
No obstante no todos perciben con un ángulo apropiado estas corrientes, que llena cada una con
realidad perpetua el campo de la otra. El desconocimiento de estos universos, que ellos
mismos están tan cohesionados concordando esencialmente uno con otro, conlleva a una
disociación enfermiza en la naturaleza de la reflexión y en su capacidad de expansión, reduciendo a
un pequeño espectro estos dos campos, tanto el estudio halájico como aquel agádico.
Debemos intentar incrementar la conciencia de ambas fuerzas de modo sistemático, para que cada
una fundamente mayormente el contenido de la otra y la ayude a aclarar sus detalles, para que de
esta forma se presente mayor entendimiento sobre las descripciones generales y sobre los
razonamientos y sus proyecciones. La halajá necesita fundamentarse a partir del perfume de la
hagadá según una cantidad apropiada y suficiente, mientras que la hagadá necesita también ella ser
estructurada a partir de un programa rítmico, que enfatice sentencias fijas y la lógica aclarada
y definida, del mismo modo que la estructura de la halajá, así se duplicará la energía de ambas y se
las renovará.
La necesidad que trajo a los eruditos de la casuística en las generaciones que nos precedieron,
a tratar de incorporar la hagadá con la halajá, ciertamente proviene de este deseo de
unificación de estas energías que actúan tan juntas.
Y nosotros que somos llamados a reunir muchas aptitudes y conocimientos para poder aclarar
nuestros estudios, y todos los senderos de nuestra vida, y en especial debido a que el propio
estudio halájico obligatoriamente está compuesto de la expansión de muchos sistemas, de los
sabios primeros y de aquellos últimos, que se acumularon a lo largo de las generaciones, por
ende la profundización y la expansión no es vital, necesitamos dirigirnos con completa
amplitud también en lo que respecta a los contenidos de la halajá y de la hagadá, que ellos
incluyen ya todos los elementos lógicos e históricos, éticos y religiosos, sensitivos y
conductuales. Sobre todo, la manifestación preclara, inmersa en el rocío vital de la
universalidad de la luz de la Torá, que ha de venir como una diadema de gracia sobre todo el
que se ocupa de ella por ella misma, para darle un refinamiento especial y la riqueza de la alegría,
aquella que reconforta el corazón.

El tránsito desde el estudio hacia el estudio.


[19]
Existe un sufrimiento vital intenso para aquel que ingresa dentro del amplio campo de las
reflexiones puras, caracterizadas con el sentimiento y el canto en tanto sublimidad total,
hacia el contenido de las especificaciones legales, que se describen como espesos cúmulos. A
pesar que en esto radica su belleza y su impulso sagrado, como potencial de dominio dentro
de un mundo lleno de penumbras, contaminaciones, efervescencias abismales. Sin embargo, el ser
sensible, poseedor de un alma magnífica en su belleza celestial, siente fuertemente este
terrible sufrimiento, todos los dolores del este encierro precisamente cuando transita de un
estudio a otro.
Aquel ser humano sensible necesita constantemente ayuda y guía correctas, especialmente
para aprender a suavizar los espacios llenos de ásperos contenidos prácticos, según cada uno
de sus detalles, con una suavidad apropiada, plena de la sensibilidad íntima de la vida, y con una
belleza de la santidad que resplandezca en la libertad y pureza celestiales, como la imagen del
zafiro destellante o como el cenit en su máxima intensidad.
Lo esotérico y lo exotérico de la luz de la Torá.
[20]
La influencia del espíritu de santidad inspirado sobre Israel alza a un nivel supremo y
genéricamente especial más que cualquier otro fenómeno de inspiración divina, que cada ser
humano puede llegar a percibir según la naturaleza de sus acciones. La influencia israelí proviene
de la interioridad de la Torá, y de la especialización de la sabiduría práctica, en la Torá y en
todos los senderos vitales tanto internos como externos, relacionados con los operantes, y de los
sentimientos cercanos a los límites de las acciones, ciertamente también surgen de la luz de la
Torá.
La esenciabilidad de la fuerza suprema del resplandor de la Torá, influencia sobre dos tipos de
campos espirituales: el campo esotérico de la inspiración divina por un lado, y el campo
exotérico de la luz de la Torá por otro. Ambas realidades, en la limitación y en la práctica, como
Lea y como Rajel, construyeron ambas la casa de Israel.
Constantemente estamos llamados a corregir ambas realidades, la esotérica y la exotérica,
para que puedan dirigirse de manera directa a recibir la inspiración de sus aclaraciones dentro
del marco de la luz del mundo, dentro además del tesoro vital de la luz de Dios. Aquella luz que se
expande sobre el fundamento magnífico de la Torá de Dios vivo.

La unificación de lo críptico y de lo exotérico.


[21]
Si tu alma demanda de ti constantemente lo oculto y lo reservado, lo críptico y esotérico, lo
inefable, no te apenes si a veces desaparece de ti la unificación de lo oculto y lo descubierto.
Una gran bondad hizo Dios con su mundo espiritual, mayor aun que la hecha con su mundo
material; es decir, revelación de bondades, la influencia del bien, se percibe abiertamente en el
mundo espiritual mucho más que en el mundo material.
Se sigue pues la posibilidad de un estudio a fortiori, si en el mundo material, a pesar que
todo está entrelazado como una tela, lo mineral, lo vegetal, lo animal y lo humano, el cielo y la
tierra, las energías y los movimientos, las necesidades y las provisiones, las especies y
los particulares, las épocas y las generaciones – a pesar de esta unidad grandiosa, cada
criatura encuentra aquí aquello que le es necesario, sus funciones, dentro de un marco próximo,
El da a cada animal su pan y a los vástagos del cuervo lo que piden. Así, esta agrupación
específica, no impide en absoluto la concreción de aquel magno consejo de fijar una firme cadena
dentro de la creación en todos sus aspectos. Si no fuese por esta bondad de la agrupación en el
sitio de la dispersión, de la reducción en el sitio de la expansión, no podría ninguna criatura
mantenerse, ni ningún ente creado encontraría su sustento ni podría perfeccionarse jamás; del
mismo modo, el universo como un todo, inmenso y pletórico de personalidades
múltiples – no podría llegar a su plenitud. Si esto sucede en el mundo reducido de lo
material, cuanto más que esto ocurre incrementado en el mundo espiritual. Este gran mundo,
que todo él es un solo pensamiento, una sola presentación, inmensa, pletórica y terrible, llena
de vitalidad universal, brillo de santidad y de magnificencia. En este mundo sus miembros son tan
majestuosos como múltiples, sus partes se fortalecen y se seccionan, un mundo tal que sus
géneros y especies se multiplican, se vuelcan y fluyen; donde sus detalles y chispas, sus luces e
instrumentos son ciertamente un mundo perfecto, bendecido con fuentes de vida, que de las vínculos
de sus influencias surgen grandes cantidades de abundancia, a través de ellas se mantiene en vida
a las multitudes de los seres creados, cuya cantidad es incontable. Cuanto más que existe dentro
de estas dimensiones la suprema bendición de tranquilizar a cada ser creado y al mundo
dentro de su propia disposición, a pesar que se une íntimamente con factores superiores, lo
críptico en lo más extenso de su generalidad.
El lugar donde se derraman tanto lo críptico como lo exotérico es tan separatista, tan desplegante,
tan condicionado a situaciones diferentes, hasta que prácticamente se revela como una línea que
separa y divide entre ellos una imagen de contradicción, hasta tal punto que la lógica medida se
debilita en su comprensión y lo rechaza. El reconocimiento penetrante, cargado de las chispas
de la suprema confianza, anima al alma en su satisfacción sublime, abierta a la luminosidad y
abundante en placeres de santidad.
Si el corazón está turbulento y el alma deseosa de anhelar las dimensiones de lo oculto, mi alma
desea arrimarse a la sombra de tu brazo para conocer todos tus secretos, el espíritu sale e
investiga y las centellas fulgurosas brillan delante suyo, a veces no logra acondicionarse con
todos aquellas secciones crípticas, ¡que no se amedrente tu corazón! Que el servicio de la santidad
no pierda su sublimidad, sirve constantemente dentro del mundo cuyos portales se abren
delante de ti; bienaventurado el hombre que escucha mis palabras y pisa mis umbrales
cotidianamente, para preservar las jambas de mis puertas, quien me encuentra – encuentra vida
y extrae para sí voluntad divina.
El gran respeto vendrá finalmente, los portales se abrirán, y el rey glorioso aparecerá ciertamente.
Vendrá el rey valeroso y fuerte, el rey héroe de guerra, vendrá el soberano de los mundos
superiores e inferiores. Vendrá mi amado a su jardín y consumirá las ambrosías frutales. Los
mundos se unificarán, se mezclarán lo críptico con lo exotérico, el cuerpo y el alma se unificarán,
las luces y los utensilios se conectarán. La dulzura íntima, un placer interno de dimensión
suprema, se descubrirán en la fuente del regocijo del alma.
La fuerza y la valentía supremas aparecerán sobre ti con muestras de adornos luminosos,
entonces conocerás tu fuerza y la altura de tu valentía. Sabrás cuál es tu humildad y pobreza,
pobreza de cada ser creado, todo el universo y cada ser en sí, en el cual se revelará el bello
resplandor de la alabanza, el resplandor del rey que se viste de superioridad, alto y
ensalzado aquel que habita en las alturas. La vida del mundo y la vida de todos los mundos, la
vida de los momentos y la vida de todos los momentos; en el instante en que cada destello
estalle en miles de fulgores, de estos se alumbrarán los mundos, depósitos de brillos,
abundancia de vida, de allí las almas recibirán su brillo, hacia ti vendrán.
Temple de salvaciones te revestirás, con un cinto de belleza serás encintado, con una
alegría suprema será templado tu espíritu, un control y gobierno interno y externo será tu suerte;
con gran piedad sobre cada ser se llenará tu espíritu, con los atributos del soberano
universal te fortalecerás. Dios es benévolo con todos y piadoso con sus criaturas.

Lo plenamente esotérico presente en lo exotérico.


[22]
Existe un singular proceso de pensamiento que al constituirse en las profundidades del alma y en
sus raíces, con todo el carácter y riqueza de su finalidad, despliega sus rayos sobre los fenómenos
intelectuales exotéricos que aparecen dentro de las labores especulativas. El hombre piensa que ha
llegado a novedades de pensamiento elaborando desde abajo hacia arriba, en el momento que la
fuerza plena ha activado su influencia desde las alturas, lo atrae y lo acerca a la contemplación
final, dentro de todos sus rayos. Él se acerca, en cada instante su labor realizada con comprensión
y capacidad, hacia la fuente espiritual, donde se encuentra completamente perfeccionada la
imaginación construida, el pensamiento en toda su actividad, cuando los encabezados de la
sabiduría comienzan a revelarse en su labor. La parte intelectual, y la energía esencial de la
vida, ambos vienen mayoritariamente, desde el contenido pleno y esotérico, encerrado en las
alturas del alma intelectual, la vela de Dios es el alma humana.
En consecuencia dentro de un proceso esotérico nace en un principio el alma perfeccionada,
derivándose de ella rayos y centallas diferentes, con muchas otras iguales, algunas luminosas otras
opacas, hasta que el hombre según su capacidad comienza a buscar su propia verdad, a organizar
sus pensamientos y seleccionar sus tonos. Mientras que en lo exotérico nace un pensamiento en un
principio opaco y débil, que progresa, vuela, hasta que se acerca al pensamiento pleno, aquel que
está escondido en los depósitos celestiales.
Del mismo modo que este proceso se aplica en los entes particulares, así también en toda la nación
y en sus procesos vitales, en su alma histórica. Se despliega este proceso en el comportamiento
general de lo humano y en su vida espiritual, según las múltiples causas de lo espiritual y de
lo material, con la finalidad de perfeccionar el mundo y sus contenidos en relación a la
sociedad humana general, en sus bajadas y subidas. Es claramente comprensible que un
vaticinio como este que manifiesta con todo el resplandor de su belleza, impulsa su organización,
dentro de la generalidad de la existencia, de la luminosidad y del devenir, hasta llegar finalmente a
la contemplación suprema, casa de Yaakob vallan y avancen a la luz de Dios.

El límite entre lo esotérico y lo exotérico.


[23]
Las entidades supremas ocultas, dentro de su grandeza, a causa de la manifestación de su
luminosidad, destruyen toda la organización fija de la disposición del intelecto natural, simple. Sin
embargo, renuevan sus fuerzas en la fuerza de su completitud.
No obstante esta renovación, que es la renovación de la vida espiritual en su forma suprema,
ocurrirá solamente después de una profundización en las explicaciones de la comprensión. Pero
antes de esto la confusión y el desorden suelen encontrar al hombre, y el odio desde la
perspectiva natural, que está enraizada tan profundamente en la forma espiritual de lo humano
fijada naturalmente, se presenta en toda búsqueda esotérica. Sin embargo en el contenido último
de este odio se halla un gran amor enclaustrado, un amor supremo.
La conciencia se fortalece, en tanto el hombre se purifica en su libertad espiritual, que si
todo conocimiento y toda generación universal de conciencia se expanden delante de él
con la energía primera de su fundamento, toda la influencia de los misterios lo satisfará,
entonces se presentará la sabiduría en su corazón y la comprensión deleitará su alma. La
normalidad del recto intelecto, la simpleza del sentimiento estético, y toda forma clara y
natural de la belleza junto con la elevación de la salud física, volverá a brillar dentro de él
como un resplandor supremo, de una manera extensa como no podría haber sido tampoco
mensurada antes de la penetración en la profundidad de los misterios, que está en el consejo de
los hombres justos.
Las impresiones del odio ancestral, que se enraizó antes de la manifestación de la
luminosidad en las profundidades del alma, se utilizarán de manera más práctica en la
protección de los límites de ambos universos, para que de este modo cada uno se mantenga
con las características propias de su naturaleza, así no habrá ninguna molestia ni ninguna
anulación de alguna de sus cualidades, aparecerá entonces el resplandor sumo de su vida, que
influencia y recibe la energía universal para revestirse y conectarse con su prójimo.
La desgracia del odio ancestral y de la envidia espiritual desparecerá para siempre, en vez de
ella se manifestará una limitación positiva y una conciencia sana que al unificarse por
completo ambos universos, el esotérico y el exotérico, con toda su caracterización, con la mezcla
de sus actividades en un aspecto equilibrado y organizado, se construirá y se dispondrá un universo
pleno, con toda la magnificencia de su elevación.
La ley y su origen, junto con aquello que está sobre ella y aquello que está bajo ella, la naturaleza
material y espiritual con todas sus raíces, la vida en su primordio, desde la profundidad de sus
tinieblas hasta la luminosidad de su resplandor en conjunto se reúnen para formar una misma
célula. Los arroyos de la elevación y de la exaltación se vierten en su grandeza, las salvaciones
de renuevan, las justicias florecen, y un pueblo surge… se levanta para alabar al Creador.

Los señores de lo esotérico y de lo exotérico.


[24]
El contenido que divide lo exotérico de lo esotérico, en la Torá, y en toda la sabiduría en general,
existe debido a las características divisorias de los hombres conscientes.
El hombre que posee disposición a lo exotérico no necesita para completar su personalidad
ninguna vertiente mística. La sutileza de su alma y de su comportamiento ético se complementas
según aquella simbiosis de la espiritualidad que se incorporan en toda conciencia exotérica. Y
si nos referimos al pueblo de Israel y los eruditos de la Torá, el alma israelí se complementa
perfectamente, en un sentido interno, por medio de la unificación de conocimientos que se
reúnen dentro de ella, y este individuo.
Hace de ella un rico contenido espiritual.
En el fundamento del tema debemos decir que hay una cierta riqueza mística en los señores
de lo exotérico, que causa que no necesiten elaborar nobles contenidos espirituales, ya que se
presenta en ellos un elemento satisfactorio del tipo de un pensamiento místico. Esta
satisfacción trae a veces una aversión contra los temas esotéricos, por lo tanto ellos por si
mismos encuentran una gran falta en el conocimiento de detalles prácticos, y los procesos vitales
se llenan de tropiezos según la falta de este conocimiento, esto es lo que los empuja a
aumentar en experiencias y deducciones prácticas.
Los señores de lo esotérico son lo contrario a esto, encuentran en sí mismos la satisfacción
en relación a lo exotérico, el sendero práctico es recto delante de ellos, las dudas se solucionan
sin fatiga, en el momento de la circunstancia, el contenido recatado, el espíritu oculto es en ellos la
plenitud de la búsqueda de perfeccionamiento. Estas personalidades sienten un hambre
magna y una sed intensa de los pensamientos ocultos y crípticos; las preguntas de elevada
exaltación, que se manifiestan en el ocultamiento supremo, no los dejan tranquilos y los
presionan a que se ocupen siempre se su resolución o al menos de los detalles y de los
procesos de estos pensamientos.
Una realidad no común es contemplar un hombre en el cual la búsqueda lo exotérico y lo esotérico
juntos se presente en plenitud, siempre hay un enfrentamiento entre uno y otro. Sólo si el
hombre se deja arrastrar por la sociedad que lo rodea y contempla lo bueno y lo
apreciable que consiguieron ambas partes en su elaboración, viene sobre él como una envidia
intelectual fortísima y desea entonces satisfacerse de estas dos medidas, que generalmente
encuentra obstáculos en su camino y sin embargo se esfuerza por sobreponerse a ellos.
Un especie así de seres humanos siempre están cargados de un magno peso, de una
comprensión dolorosa, no obstante ellos proporcionan muchísima bondad al mundo, que
finalmente crean ellos a través del fruto de su espíritu un universo nuevo, donde el cielo y la
tierra se besan uno a otro.
Luego que ellos encuentran una expresión construida de la potencia al acto, otros puedan ya recibir
de lo preparado, y se manifiesta como una creación anímica fija, a través de las generaciones, para
apoderarse conjuntamente de estas dimensiones parciales y diferentes, entonces se manifiesta
verdaderamente la fuerza de la creación doble. Las sabidurías cantan afuera, de a dos, para
entendimiento práctico, dentro de lo oculto de la sabiduría, escribió una visión y la explicó sobre
las tablas.

De lo exotérico particular a lo esotérico general.


[25]
Toda parte exotérica que no es conocida como corresponde, ya sea de la Torá o del universo,
es como un telón que interrumpe, que oculta la luminosidad suprema de la parte críptica y
esotérica, siendo que no podrá ser captada sino por medio de una clara contemplación interna.
Y en esta ley está clavada la obligación de la dedicación constante a aumentar la Torá y la
sabiduría.
Como algo extraordinario, existe a veces una rajadura que se presenta en la paredes del la gruta,
que tapa la iluminación suprema, y la luminosidad oculta destella de pronto, no según el
sistema organizado de las ideas exotéricas. Estos milagros hay que recibirlos con alegría, pero no
debemos apoyarnos en milagros.
El orden común y constante es el devenir de lo exotérico a lo esotérico, de los detalles al todo.

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