Libro 243 El Nacimiento Del Fascismo
Libro 243 El Nacimiento Del Fascismo
Libro 243 El Nacimiento Del Fascismo
Angelo Tasca
EL NACIMIENTO
DEL FASCISMO
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Libro 243
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Angelo Tasca
Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge - Karl Liebknecht - Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO - DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve Conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgeni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN - LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en Francia
1789-1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini
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ÍNDICE
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Capítulo I
LA INTERVENCIÓN DE ITALIA EN LA GUERRA
Y LA CRISIS DEL ESTADO
El ultimátum de Austria a Serbia sorprende a Italia en plena crisis política y
social. Algunos meses antes, en marzo, se había discutido en la Cámara el
balance financiero, por fin establecido, de la expedición a Libia, hecho que
había proporcionado a los socialistas la ocasión de desquitarse, en cierto
modo, haciendo el «proceso a la guerra». Esta guerra había exacerbado la
lucha de los partidos y de las clases y había comprometido la política de;
equilibrio seguida, desde 1900, por Giovanni Giolitti. Con el fin de evitar las
dificultades presupuestarias y la amenaza de una huelga de ferroviarios, el
presidente del Consejo, que, sin embargo, dispone en la Cámara de una
amplia mayoría, con el pretexto de un orden del día hostil, votado por el
grupo radical; presenta su dimisión, evitando así el debate parlamentario. Al
adelantarse de esta forma a los acontecimientos, Giolitti estaba seguro de su
vuelta al poder después de un corto interregno, una vez calmada la
tempestad. Este cálculo no le había fallado nunca hasta entonces, pero, sin
embargo, en esta ocasión iba a ser desbaratado por los acontecimientos. En
el seno del partido socialista, la corriente de izquierda se imponía cada vez
más en los congresos; entre el de Reggio Emilia, en 1912; y el de Ancona, en
1914, se expulsa a un grupo de reformistas y a los francmasones. En vísperas
de la guerra, hace dos años que Mussolini es miembro de la dirección del
partido y año y medio director de su diario, el «Avanti».
Los viejos socialistas desconfían de él, pero los jóvenes le adoran. El viraje a la
izquierda favorece su proyectó, que consiste en hacer del partido su propio
instrumento y en marginar a la vieja guardia, «podrida» de escrúpulos y
paralizada por la rutina. La «semana roja» de Ancona, en junio de 1914,
aumenta aún más la distancia entre él y el cenáculo que, en Milán, se agrupa
alrededor de Turati y de Treves. Mussolini exalta la revuelta anarquista: «Cien
muertos en Ancona y arde Italia entera», piensa, sin que por ello llegue nunca
a abandonar la dirección del periódico «La revuelta», abandonada a sí misma
y desautorizada por la Confederación General del Trabajo,1 se va extinguiendo.
Algunas pavesas escapadas del incendio provocan, aquí y allá, huelgas de
protesta.
1
En italiano, Confederazione Generale del Lavoro, designado de aquí en adelante por sus siglas
C.G.L.
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Este brusco viraje es considerado como una traición por los militantes y los
trabajadores que le habían seguido con ingenua confianza. Es un país que se
considera a sí mismo el país de Maquiavelo, la actitud de Mussolini, abre
entre él y la clase obrera un foso infranqueable. Y no sólo entre la clase
obrera y Mussolini, sino también entre la clase obrera y la política de
intervención.
2
«Avere la coda di paglia» (tener la cola de paja) es una expresión italiana que significa estar
expuesto a fácil censura, tener vulnerabilidad moral. [N. T.]
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Los «fascios de acción revolucionaria», cuyo primer Congreso tuvo lugar los
días 24 y 25 de julio de 1915, en Milán, se muestran favorables a la intervención;
llevan a cabo una violenta campaña y refutan a la organización obrera y
socialista; pretenden la intervención de Italia, «sin demora». ¿Que los
socialistas se irritan? Se les meterá en cintura. El gobierno, cegado ante la
perspectiva de una guerra de corta duración, firma el Tratado de Londres sin
haber previsto nada; se ha comprometido a entrar en acción al cabo de un
mes y no tiene tiempo para prepararse ni militar ni políticamente. Sin
embargo, toma medidas contra el derecho de reunión y la libertad de prensa,
preludio del régimen de plenos poderes, que tiene como consecuencia hacer
más profunda la escisión entre las masas y el Estado.
«La crisis del Estado italiano –escribe Ivanoe Bonomi, ministro durante
la guerra y presidente del Consejo en 1921– empieza cuando la
intervención de Italia en la guerra, en 1915, hace que el proletariado
socialista se aparte decididamente del Estado y se sitúe en la oposición
más irreductible. Esta crisis llega a ser extremadamente peligrosa
cuando las condiciones de la entrada en guerra separan a Giolitti y sus
amigos del gobierno».
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La ligereza, la casi inconsciencia con que una parte de la clase dirigente lanza
a Italia a la guerra, preparan las decepciones de la paz que tanto han
contribuido al nacimiento del fascismo. Durante la lucha por la intervención
empieza también a fijarse, en los «fascios» de 1914-1915; el complejo de
demagogia, de nacionalismo exasperado, de antisocialismo y de reacción que
volverá a encontrarse en los «fascios» de 1919-1922. Desencadenada con
métodos facciosos, la guerra nacional –según constata el senador Vincenzo
Morello– «se hará en una atmósfera de guerra civil». Entre mayo de 1915 y
octubre de 1922, la filiación es, pues, directa e ininterrumpida.
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Capítulo II
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1919
La guerra produce en Italia, cuya unidad no ha cumplido aún el medio siglo,
una terrible conmoción. Tras ella han quedado 680.000 muertos, según las
estadísticas fascistas, 460.000 según Pierre Renouvin (La Crise européenne et
la Grande Guerre), medio millón de mutilados e inválidos y más de un millón
de heridos. Sin grandes reservas acumuladas, Italia se ha visto obligada a
importar de todo: carbón, petróleo, caucho, cuero, las materias primas textiles
y una parte de los minerales y de los. productos alimenticios necesarios.
Por otra parte, no ha habido ningún gran ideal nacional que sostuviera este
esfuerzo ni transfigurase estos sacrificios. El «egoísmo sagrado» del gobierno
no ha sido, en el fondo, ni egoísta ni sagrado. Impuesta y planteada como una
guerra civil, la guerra deja tras de sí una herencia de vehementes pasiones y
de odios inextinguidos. Se apretaron los dientes el día de la movilización y el
día de la victoria no ha conseguido despegarlos. La victoria del Piave, en el
último momento, apenas compensa las derrotas de 1916 y de 1917.
Sin embargo, todos miran hacia el futuro con el corazón lleno de esperanza.
La guerra ha trastornado hasta tal punto las condiciones de vida, ha
provocado tantos altibajos, que se espera que al final de esta época geológica
el sol ilumine un mundo nuevo. ¿No lo anunció así Lloyd George?
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Durante la guerra se hacen circular, con una total carencia de escrúpulos, las
fórmulas más incendiarias. A alguien que se preocupa por las consecuencias
de semejante propaganda, uno de los más fanáticos partidarios de la
intervención le da la siguiente respuesta:
Y sigue:
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Casi todos los grupos y partidos aceptan una Constituyente y una serie de
audaces reformas sociales. A principios de enero de 1919, la Unión Italiana
del Trabajo, de tendencia nacional-sindicalista, y que más adelante propor-
cionará sus cuadros al sindicalismo fascista, invoca la «Constituyente nacional
concebida como sección italiana de la Constituyente de los pueblos». En
marzo, Mussolini hace un llamamiento en favor de la «Constituyente de la IV
Italia», e insiste en la idea de que los diputados elegidos en las próximas
elecciones «constituirán la Asamblea Nacional llamada a decidir sobre la
forma de gobierno». En abril, el partido republicano y los socialistas indepen-
dientes (tendencia Bissolati) conminan a la clase dirigente para que «ceda
pacíficamente el poder a las clases populares», exigen la convocación de «una
Asamblea Nacional constituyente con plenos poderes para establecer las
nuevas formas de representación del país y para que nombre rápidamente un
gobierno provisional para dirigir el nuevo Estado, hasta la aplicación del
nuevo estatuto nacional del pueblo italiano», y se pronuncian por la
instauración de una «república social». El partido radical hace un llamamiento
para «la renovación completa, profunda, total del Estado» y para «una
participación más amplia e inmediata de las clases obreras en el poder».
Incluso el Congreso de las Asociaciones «liberales» (es decir, de los
conservadores) reconoce la necesidad «de acelerar el ritmo de la evolución
de los tiempos». La corriente es tan fuerte que los grupos más dispares son
arrastrados por ella y pasan a engrosarla. El primer Congreso de la Asociación
nacional de Combatientes se adhiere a la idea de una Constituyente, y el de la
francmasonería, que se celebra en Roma, durante los mismos días (junio de
1919), se propone «realizar en lo político y social todas las transformaciones
que puedan dar un carácter, una orientación y una estructura democráticas,
al Estado». En octubre, todavía el Congreso nacional de los fascios, en
Florencia, reclama casi por unanimidad y «por todos los medios, la
Constituyente para una transformación fundamental del Estatuto que
permita conseguir una plataforma política, social y económica totalmente
nueva». La idea de la Constituyente se propaga sobre todo entre los cuadros
políticamente más activos de los soldados que están a punto de abandonar la
zona de guerra para volver a sus casas. Pietro Nenni, en un libro que es
ciertamente el mejor que se ha escrito sobre la crisis política de la posguerra
en Italia (Historia de Cuatro Años), nos informa a este respecto:
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En la reunión del 18 al 22 de marzo de 1919, la dirección del partido había decidido por mayoría
(10 contra 3) la ruptura con el Buró internacional socialista y la adhesión a la III Internacional;
había también lamentado la indisciplina del grupo parlamentario, confirmado su programa de
diciembre y adoptado la huelga general como principal medio de acción en la política italiana. Sin
embargo, como empezaba a soplar un viento electoralista, la dirección rechazó las fórmulas más
radicales propuestas por Gennari en el curso de la discusión y se pronunció en favor de la tesis
centrista de Lazzari, confiando, por una parte, a la propaganda electoral la misión de «apoyar,
frente al sistema legislativo de la burguesía, el sistema de representación proletaria mediante los
consejos obreros», y apelando, por otra, al programa socialdemocráta del Congreso de Génova,
que propugnaba la conquista legal de los poderes públicos. En la atmósfera candente de este
período, pareció agravarse el conflicto de tendencias en el seno del partido, y esta elevada
tensión reinante acabó por crear una corriente apasionada en favor de la unidad. Los
acontecimientos reflejan una serie de sobresaltos apocalípticos. En marzo, nace en Moscú la III
Internacional, mientras que el nuevo régimen soviético, hacia el cual las masas vuelven sus
miradas con profunda simpatía, se ve seriamente amenazado por la evolución de la guerra civil.
En marzo, en Berlín, es aplastada la segunda revuelta espartaquista, pero el 21 estalla, en
Hungría, la revolución comunista, y el 7 de abril, en Munich, se proclama la República de los
Consejos. El Viejo Mundo es sacudido por una crisis que no parece tener ninguna salida y cuyas
manifestaciones, al prolongarse, se hacen insoportables para millones de hombres. Sobre todo, el
fracaso de la Conferencia de París y el abandono de los principios wilsonianos destruyen las
esperanzas que los pueblos habían puesto, por un momento, en la nueva paz, y les hace volverse
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hacia Moscú. Ni siquiera los socialistas de derecha, cuyos mejores elementos (en particular,
Turati, Treves y Modigliani) tienen una viva conciencia de la necesidad de un nuevo estatuto de
solidaridad europea, escapan a las repercusiones de este hecho. Habían puesto su esperanza en
París, y seguían la evolución de la Conferencia con una atención ferviente; en este sentido, sus
sentimientos, sus juicios no diferían de los de las masas populares y de la izquierda socialista.
Incluso llegaron a expresarlos con una mayor coherencia y lucidez. Sin tener en cuenta este
estado de ánimo no se pueden comprender algunas de sus manifestaciones, como, por ejemplo,
el artículo de Turati que llama a la acción y a la unidad del proletariado en contra de los
gérmenes de guerra que se siembran en París (Avanti, 31 de marzo de 1919); o como el
manifiesto del grupo socialista, adoptado el 4 de abril. En él no faltan las alusiones a la política
interior, e incluso se esboza un esquema de reformas constitucionales. Pero el acento está
esencialmente puesto en la lucha por una paz verdadera. Acaba con un llamamiento dirigido a los
obreros, a los socialistas y a los desmovilizados: «¡Vuestra hora ha llegado! Obligad a todos los
partidos socialistas a que se pongan de acuerdo, prescindiendo de las diferencias que les
separan; decid a esos señores de la Conferencia de París que se den prisa en acabar su tarea,
pues ha empezado una nueva era, para la cual ellos ya no cuentan. Proletarios, ¡en pie!» Esta
toma de posición reconcilia el grupo parlamentario con la dirección del partido.
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Pero, sobre todo, lo que estos revolucionarios quieren, según ellos, es «hacer
como en Rusia», y esto se reduce a repetir, como alucinados, las fórmulas que
el éxito de los bolcheviques ha puesto en circulación. En lugar de partir de los
problemas de la revolución italiana para buscar, «inventar» sus propias
formas de lucha, parten de fórmulas estereotipadas y mal asimiladas para
llegar a la revolución, y de esta manera no llegarán a ninguna parte. Cuando,
en Rusia, los bolcheviques hablan de los soviets, los soviets existen, incluso se
han creado al margen suyo y se remontan a la tradición, no olvidada, de 1905,
reflejando las tendencias profundas de una democracia a nivel de pueblo y de
fábrica, cuyas raíces se adentran profundamente en el pasado. El Comité
Ejecutivo de los Soviets se forma en Petrogrado el 27 de febrero de 1917, al
mismo tiempo que el Comité provisional de la Duma de Estado. Hasta el mes
de juño, los bolcheviques especulan sobre un «desarrollo pacífico –el más
deseable– de la revolución», pasan por la fase del «doble poder», compartido
y disputado entre soviets y gobierno provisional, luchan contra los
mencheviques y los socialistas revolucionarios para conseguir la mayoría en el
seno de los soviets, «que empiezan a transformarse, en un verdadero
gobierno popular». Incluso cuando lanzan la consigna: «¡Todo el poder para
los soviets!», no dejan de reclamar la convocatoria de la Constituyente, la
misma que ellos disolverán algunos meses después de la victoria de Octubre.
Cada uno de estos momentos cruciales –con las fórmulas que les
corresponden– nace del drama real de la Revolución y encuentra en ella su
pleno sentido.
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los criminales en sus bienes, sino que empiece a hacerlo también en sus
personas»; pues, «algunos acaparadores colgados de los faroles y algunos
encubridores aplastados bajo las patatas o el tocino que pretenden esconder,
servirían de ejemplo». Mussolini denuncia la confusión del partido socialista y
de la C.G.L., desorientados y desbordados, y se burla del manifiesto en el que
éstos se preocupan de «no crear ilusiones fáciles».
ejemplo, llevan las llaves de sus almacenes a las Bolsas del Trabajo, mientras
que la administración socialista impone un baremo de precios. En los
municipios, en las Bolsas de Trabajo es donde está el «segundo poder» que se
alza contra el Estado, y en ausencia del Estado son ellos los «soviets»
italianos, tal como han sido formados por las antiguas tradiciones de la vida
municipal y la historia reciente del movimiento obrero. Pero estos «soviets»
no están hechos «como en Rusia», y los supuestos dirigentes se obstinan en
crear unos que sean copia exacta del modelo ruso. Como la revolución tiene
un carácter italiano y popular, los «revolucionarios», que quieren crear los
«soviets por todas partes», pasan por su lado sin reconocerla.
En cambio, se organiza, para los días 20-21 de julio, una huelga general –que
tendría que haber sido internacional– de solidaridad: con las Repúblicas
Soviéticas de Rusia y Hungría. Esta huelga ha sido decidida en la Conferencia
de Southport, pero en el último momento, a última hora, la C.G.T. francesa
hace marcha atrás y los socialistas italianos son los únicos en hacer honor al
compromiso.6 Todo el mundo espera que suceda algo grave, la atmósfera está
cargada y llena de inquietud, pero no sucede nada. La huelga «política»
queda reducida a un desfile que se lleva a cabo sin ardor, sin que se
manifiesten las pasiones y los intereses que han provocado las revueltas
contra la carestía de la vida. La pesadilla de las clases dirigentes se disipa;
recobran confianza y se preparan para la lucha.7
7
Para comprender las repercusiones negativas, en el campo obrero, de este estéril alarde de
fuerzas, hay que recordar que la dirección del P.S.I. había anunciado el 20 de marzo de 1919 la
preparación de una huelga general revolucionaria. Pero en seguida había tomado
la precaución de explicar que la huelga del 20 y 21 de julio no podía tener este carácter. El 4 de
julio, Nicola Bombacci declara en Avanti que la huelga tendrá «un carácter de simple demostración
de fuerza y no revolucionaria», añadiendo, sin embargo, que no se renunciaba «ni siquiera a una
coma del programa ni a la preparación de la huelga de expropiación». Pero esta utilización de
instrumentos «revolucionarios» para fines de simple demostración, no tiene en cuenta las
repercusiones que éstos tienen tanto sobre la psicología de las masas puestas en movimiento,
como sobre la burguesía, que atravesó una verdadera crisis de pánico. La dirección del partido no
abandona; sin embargo, las posiciones de marzo de 1919. En vísperas del Congreso de Bolonia,
con ocasión de las reuniones de los días 7 al 10 de septiembre, «al tiempo que reafirma que la
huelga general para la virtual toma del poder por el proletariado debe estar precedida por una
preparación práctica y técnica seria, además de la preparación espiritual, decide intensificar este
tipo de trabajo y pasa al orden del día». Estos nobles propósitos tampoco llegaron a realizarse.
Haciendo el balance de los acontecimientos, la C.G.L. escribe en su informe al Congreso de
Livorno: «La acción revolucionaria fallida trajo consigo, no diremos el desaliento, pero sí una
brutal disminución de las esperanzas de los obreros, y reforzó, al mismo tiempo, la voluntad,
hasta entonces débil, de los industriales , de lanzarse a una lucha que quebrantó el poder del
movimiento obrero» (Cf. A. Lanzillo, La C.G.L. nel sessennio 1914-1920, Milán, 1921; P. Nenni,
Storia di quattro anni, Milán, , 1927; reed. Turín, Einaudi, 1946).
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Capítulo III
MUSSOLINI Y EL FASCISMO DE «PRIMERA HORA»
Con el armisticio, Mussolini siente que ha llegado para todo el mundo la hora
del redde rationem, incluso para él. La dictadura del Fronte interno que lo
protegió durante la guerra se ha acabado. Para salvarse de la marea creciente
de las masas exasperadas ya sólo puede contar consigo mismo. Con la
desmovilización empieza para él una aventura personal, una lucha hasta la
muerte que apenas le deja posibilidad de elección. Ningún bagaje ideológico
o sentimental le estorba; no tiene, como es sabido, «ni los escrúpulos ni la
fidelidad propios de la convicción». Los autores no le proporcionan principios,
sino las fórmulas de lucha que necesita. Siente frente al pensamiento una
especie de desconfianza y de incomodidad que le hace acogerse a todo
aquello que legitima la irracionalidad y la incoherencia. A menudo, a través de
lecturas de tercera mano, aunque con instinto seguro, plagia la «voluntad de
poder» de Nietzsche, lo «único» de Stirner, la intuición bergsoniana, los
«mitos» de Sorel, el pragmatismo y, como último descubrimiento, el
relativismo de Einstein. Sólo utiliza las ideas para desembarazarse de las
ideas. Se le reprocha el haber traicionado los «principios» y, sin embargo, él,
en sus incursiones, recoge todo aquello que quita o parece quitar a los
principios su realidad, su poder de compromiso; si «no es necesario ser
consecuentes» con los principios, ¿dónde está la traición? El hecho, la acción,
es lo único que cuenta y a nivel de la acción no se traiciona; se gana o se
pierde. Pero Mussolini sabe muy bien que, incluso en la lucha de cada día, no
puede prescindir de ideas generales, y por eso, en cada ocasión, coge las que
necesita sin importarle su procedencia. Se dedica entonces a hacer «filosofía»
de pacotilla, y a hurgar en el fondo del cajón de los tópicos, lanzándolos luego
con un aire de suficiencia y de desafío en el que se refleja la doble faz de M.
Jourdain y de Eróstrato. Ironiza sobre los principios eternos y estereotipados y
afirma que «el imperialismo es la ley eterna e inmutable de la vida».
Reprocha al marxismo haber simplificado demasiado la historia, y al mismo
tiempo proclama que «es la sangre lo que mueve las ruedas sangrientas de la
historia». De esta forma, huye de los esquemas para caer en los lugares
comunes, pero cuando éstos son gráficos tienen un enorme poder de difusión
en esta gran provincia que es Italia. Además, se les puede reemplazar
fácilmente por otros lugares comunes y por otras imágenes, sin preocuparse
del pasado y sin comprometer el futuro.
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Angelo Tasca
Los arditi alzan sus puñales, los hunden alrededor de la bandera que han
extendido sobre la mesa y gritan a coro: «¡Viva Italia!»
Así es como se constituye una guardia de corps para hacer frente a lo más
urgente.
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Los ferroviarios deben conseguir su unidad sindical; una sola organización los
agrupará a todos, «desde el inspector hasta el peón». Y cuando en marzo los
ferroviarios presentan el pliego de sus reivindicaciones, él las apoya todas
«sin reservas», incluida la del derecho de huelga, aunque en Italia el
ferrocarril sea un servicio público. Durante el mismo mes, otro acontecimiento
le permite establecer un nuevo puente con el movimiento obrero. Los
obreros de la empresa Franchi y Gregorini de Dalmina (Bérgamo), organizados
en la Unión Italiana del Trabajo, presentan un «memorándum» en el que
reclaman, sobre todo, la semana inglesa. Al ver rechazada su petición, se
encierran en la fábrica, izan una bandera tricolor en la chimenea y continúan
la producción, declarando que no saldrán si no se les da plena satisfacción. Es
la primera ocupación de fábricas de la posguerra; en Italia. Mussolini la saluda
en su periódico:
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Tras él toma la palabra Michele Bianchi, futuro secretario general del Partido
fascista y futuro «Cuadrunviro» de la marcha sobre Roma. Así, la primera
ocupación de fábricas se hace bajo los auspicios del fascismo naciente.
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servido para fundar su periódico. «Il modo ancor m’offende». Aunque cubriese
su cabeza con cenizas o aunque recitase el mea culpa, cosa, por otra parte, a
la que su orgullo no se plegaría jamás. Pero aún hay más; Mussolini no ha sido
nunca socialista, no ha sido nunca otra cosa que mussoliniano. Dentro del
partido socialista, escogió la izquierda, sobre todo porqué los viejos diligentes
estaban a la derecha y había que eliminarlos de su camino. Apenas llegado al
«Avanti» eliminó a Claudio Treves, rechazando sus artículos, porque quería
ser el único en dirigir el periódico, su periódico. Esto dio lugar a un duelo.
Después de ser expulsado del partido no piensa más que en «hacerle pagar»
la humillación sufrida, y la lucha encarnizada que sostiene contra él está
marcada por el ansia de desafío y guiada por la obsesión del desquite. Pero
Mussolini no sólo ha cambiado de campo, como un capitano di ventura del
Renacimiento, sino que, al mismo tiempo, ha roto los lazos con su vida de
bohemio y de desclasado. Se inicia por primera vez en la buena vida, tiene
amantes. Su «voluntad de poder» se une al gusto por la vida, por la belle vie,
lejos de la mugre y de la miseria. El dinero no le basta y no determina, por sí
solo, su conducta; pero no puede prescindir ya de él, porque desde ahora
sabe que «el dinero hace la guerra» y que, en 1914, sin el dinero de Naldi y
Barrère él habría sido reducido a la impotencia. Quien lo conoció en 1912-
1913, con su aspecto lastimoso, sus mejillas descarnadas y sus ojos febriles y
lo ve ahora en la Galleria de Milán, vestido de negro, el cuello poderoso
asentado sobre un torso redondeado, la cara achatada y abotargada, duda de
que sea el mismo, hasta tal punto se ha transformado. 8 Si Mussolini adula las
pasiones populares no es porque las comparta; lo que quiere es ganar tiempo,
no ser destrozado inmediatamente. Él sigue la corriente, adelantándose a
veces a ella aunque sin entregarse nunca, e incluso la incita, pero con el único
fin de hacerla fracasar mejor, pues todos sus gustos y sus necesidades le
empujan al otro lado de la barricada.
Por esta razón, Mussolini no duda ahora, en absoluto, en romper con los
«intervencionistas» demócratas que, junto con Bissolati, siguen fieles a sus
concepciones, incluso después del armisticio, y continúan oponiéndose a la
política miope de Sonnino. Bissolati, también él antiguo director de Avanti,
fue uno de los cuatro diputados socialistas excluidos del partido en 1912, a
propuesta de Mussolini, por su actitud demasiado «nacional» durante la
guerra de Libia. Después de haber participado en la campaña en favor de la
intervención de Italia, se enroló en mayo de 1915, a los cincuenta años,
recobrando su grado de sargento y haciéndose enviar, rápidamente, a
8
Recuerdo personal.
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primera línea. Herido por dos veces, en julio, en el ataque del Monte Nero, se
niega a quedarse en Roma y, aunque debilitado por las sucesivas operaciones
quirúrgicas que ha tenido que sufrir, vuelve al frente en pleno invierno,
siempre como sargento. Por su gran valor obtiene una segunda medalla con
ocasión de la gran ofensiva austríaca de la primavera de 1916. La grave crisis
de junio le fuerza a participar en «el gobierno de «unión nacional» que acaba
de constituirse. Una vez ministro, no cesa de combatir ni un solo momento
contra el «egoísmo sagrado», declara que la guerra tiene un objetivo superior
al de la culminación de la unidad nacional y proclama la necesidad de una
estrecha colaboración con los pueblos de la monarquía austro-húngara, en la
lucha por la conquista de las autonomías nacionales. Como consecuencia del
conflicto siempre latente con Sonnino, que se agravó la víspera de la
Conferencia de París, Bissolati dimite, siendo muy pronto seguido por Nitti.
Abandonando el ministerio, quiere poder conducir, con entera libertad, su
campaña, en favor de una paz auténticamente democrática, y pide que Italia
no quede prisionera del tratado de Londres.
9
En la Conferencia de Roma, celebrada con la autorización del gobierno italiano, los delegados
italianos, polacos, rumanos, checos y yugoslavos habían proclamado la necesidad de la lucha común
contra la monarquía, de los Habsburgo a fin del que «cada pueblo realizara su liberación total y su
unidad nacional completa en un estado libre».. Italianos y yugoslavos, en un acuerdo. particular,
reconocían que «la unidad y la independencia de la nación yugoslava eran de un interés vital para
Italia, al igual que la culminación de la unidad nacional italiana era de un interés vital para la nación
yugoslava». Unos y otros se comprometían a desarrollar «su acción para que durante la guerra y en
la paz, se alcanzaran totalmente los objetivos de las dos naciones». Se pronunciaban, al mismo
tiempo; por la defensa común del Adriático contra toda hegemonía. Entre los miembros de la
delegación italiana que habla concluido este acuerdo estaba también Benito Mussolini.
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El artículo 5 del tratado del 26 de abril de 1915 decía exactamente: «Los territorios que se
enumeran a continuación serán atribuidos por las cuatro potencias a Croacia, Serbia y
Montenegro. En el Alto Adriático, toda la costa desde la bahía de Volosca, en los confines de
Istria, hasta la frontera septentrional de Dalmacia, comprendiendo el territorio actualmente
húngaro, y toda la costa de Croacia con el puerto de Fiume, etc.»
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«Nuestro Mayo épico vuelve a empezar, –dice–. ¿No oís, allá abajo,
sobre las carreteras de Istria, sobre las de Dalmacia, todas ellas
romanas, el paso acompasado de un ejército en marcha? Con las
águilas y la bandera tricolor, superando todo retraso, resucitando su
mes de Mayo, Italia, una vez más, se pone en movimiento desde lo
alto del Capitolio».
Se llega incluso a formular la amenaza de una alianza de Italia «con todas las
víctimas de la Entente: húngaros, búlgaros y turcos». El gobierno ha dejado
creer que su gesto era decisivo; los periódicos insisten sobre el «vacío creado
en la Conferencia por la ausencia de Italia», sobre el «marasmo», el «completo
desorden» provocado por la retirada de la delegación italiana, retirada que ha
liquidado «la dictadura de Wilson». Pero, poco a poco, se va viendo que no
sólo la Conferencia continúa sus trabajos, sino que soluciona numerosas
cuestiones importantes: las del estatuto de la S.D.N., de Schleswig, de
Luxemburgo y la del Anschluss reclamado por los austríacos. Orlando y
Sonnino, sin ser invitados, abandonan Roma precipitadamente porque
Barrère les ha hecho saber que se va a decidir, sin ellos, la delimitación de las
fronteras de Austria y del Brennero. Orlando, ese «tigre vegetariano», como
lo llama Clemenceau, ya no encuentra, a su regreso, las masas dispuestas a
aclamarlo. Es una decepción y una humillación que muestran a los ojos de
muchos italianos la imagen de una Italia vencida a pesar de su victoria,
porque su victoria le ha sido «robada» por los Aliados. Este sentimiento de
injusticia y de mutilación será el gran filón que Mussolini explotará fríamente,
hasta el delirio, y que constituirá una de las premisas psicológicas –quizá la
más importante– del éxito fascista.
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Mussolini, por su parte, no tiene otro recurso. Al mismo tiempo que pide del
gobierno una política exterior ultranacionalista, dirige su campaña contra el
Estado. Con ella adula al anarquismo latente del pueblo italiano y sobre todo
de la burguesía media: oficiales desmovilizados y descontentos, estudiantes
incómodos en los bancos de la universidad, tenderos en lucha contra los
impuestos, desclasados de todo tipo que quieren «algo nuevo», asegurando al
fascismo naciente una aureola indispensable de anticonformismo y de herejía.
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3° En el aspecto militar:
Sustitución del ejército permanente por una milicia nacional, con cortos
períodos de instrucción y con un fin meramente defensivo.
Nacionalización de todas las fábricas de armas y municiones.
Política exterior nacional tendente a realzar el valor de la Nación italiana en el
mundo, en una emulación pacífica de los pueblos civilizados.
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En su discurso del 23 de marzo, en el Congreso de Milán, Mussolini declara: «Queremos una
Asamblea nacional que se pronuncie por la monarquía o por la república. Nosotros, desde ahora,
nos pronunciamos por la república». Este tipo de afirmaciones categóricas desaparecen en los
documentos posteriores, que insisten, por el contrario, en el carácter «agnóstico» del fascismo en
materia de régimen. El opúsculo de los fascios editado en 1920, Orientamenti teorici-Postulati
pratici, declara que los fascios «no tienen prejuicios en favor o en contra de las instituciones
actuales».
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Mussolini, al principio, daba una gran importancia a estos «Consejos nacionales», que
consideraba como la «novedad» de su programa, porque estaban a medio camino entre un
Parlamento y los soviets, gracias a un sistema de «representación directa de todos los intereses».
Mussolini, en este punto, se considera seguidor de las. ideas de Kurt Eisner, del que toma, como
siempre, lo que puede serle útil. En aquel momento, acababa de publicarse una colección de
escritos y discursos de Kurt Eisner (I Nuovi Tempi, Milán, Sonzogno, 1919). El presidente de la
efímera república bávara concebía un período de transición con dos e incluso tres poderes, ya que
entre la Asamblea nacional provisional (Constituyente) y los consejos obreros se situaba un
«Parlamento suplente» que ofrecía «a todas las clases y categorías la posibilidad de defender sus
intereses». De una manera bastante prudente, la moción sobre las reivindicaciones obreras, votada
por el comité directivo de la C.G.L., el 30 de noviembre de 1918, reclama la «transferencia, del
Parlamento a los órganos sindicales, transformados a este propósito, del poder de discusión del
aspecto técnico de las leyes sociales y de los reglamentos que a ellas se refieran».
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4° En el aspecto financiero:
Impuesto extraordinario, elevado y progresivo, sobre el capital, con carácter
de una auténtica expropiación parcial de todas las riquezas.
Confiscación de todos los bienes de las congregaciones religiosas y abolición
de todas las rentas episcopales. Revisión de todos los contratos de guerra con
deducción de un 85% sobre él beneficio.
Este programa, hecho público por el Comité central de los fascios, con vistas a
las elecciones políticas, está evidentemente mucho más «a la izquierda» de lo
que le hubiera gustado a Mussolini, pero necesita una organización en la que
poder apoyarse, y no quiere correr el riesgo de enajenarse, inmediatamente,
a los que han acudido a él gracias a los recuerdos comunes del interven-
cionismo «revolucionario». Sin embargo, toma un cierto número de
precauciones para que el programa adoptado no comprometa demasiado el
futuro. Aunque acepta las fórmulas de sus amigos, las «explica» y las limita de
tal forma que pierden su sentido e incluso acaban llevando a conclusiones
contrarias. En la reunión del 23 de marzo, Mussolini redacta la declaración
siguiente:
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Sin embargo, como los principios adoptados, aunque sea en forma tan
singular, podrían, a pesar de todo, llegar a ser molestos, Mussolini se encarga,
de antemano, de reducir la significación y el alcance de todo el programa,
repudiando o esquivando etiquetas y definiciones. Los fascistas no son ni
republicanos ni monárquicos, ni católicos ni anticatólicos, ni socialistas ni
antisocialistas; son «problemistas» y realizadores. Por turno, según el caso,
harán «colaboración de clases, lucha de clases, expropiación de clases». Y
puesto que la idea de partido implica la de una doctrina y un programa, ellos
serán el «antipartido». Esta actitud descalifica a los viejos partidos, responde
a las necesidades de los que buscan «la novedad» y al mismo tiempo permite
evitar el peligroso terreno de los principios y las mortales trampas de la
coherencia. El interés se desplaza de la idea a la «acción», cosa que seduce
mucho a los jóvenes que se encaminan «hacia la vida», que se impacientan
ante los obstáculos y que quieren disfrutar y entregarse al mismo tiempo, y,
sobre todo, afirmarse. El fascismo los empuja hacia la vía del mínimo
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Angelo Tasca
esfuerzo. Todo se simplifica, pues las ideas aún no han tenido tiempo de
formarse, de encontrarse ó de enfrentarse entre ellas, y ya se descargan en la
acción, en el gesto que arrastra y exalta. La vida interior se reduce a los
reflejos más simples, se desplaza de los centros nerviosos hacia la periferia.
No se tienen dudas ni inquietudes. El joven fascista, en medio de un mundo
lleno de contradicciones, observa con alegría: no tengo necesidad de pensar,
luego existo.
Ésta es la razón por la cual el primer congreso verdadero de los fascios, que se
celebra en Florencia en octubre, puede acentuar tranquilamente la nota
republicana; proponer, con Marinetti, la expulsión del Papado y la «desvatica-
nización» de Italia; todo queda anillado por esta sola fórmula del discurso que
Mussolini pronuncia en él: «Nosotros, los fascistas, no tenemos una doctrina
preestablecida; nuestra doctrina es el hecho».
Pero los «hechos», en la Italia de 1919, están muy lejos de ser alentadores
para el movimiento fascista y para Mussolini, que conserva siempre un
sentido muy claro de la realidad y que no tiene nada de un «iluminado» o de
un don Quijote. En la «Constituyente de los fascios», en marzo, Mussolini
había profetizado: «Dentro de dos meses habrán surgido un millar de fascios
en toda Italia». A principios de julio ya es mucho más modesto:
Cuando haya acabado su tarea, ligada a la crisis actual del país, «no se
obstinará en seguir viviendo; sabrá desaparecer sin hacer aspavientos».
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sólo estaban representados «56 fascios, con 17.000 afiliados». En todo caso,
estamos lejos de los 1.000 fascios previstos en marzo de 1919 y de los 300
esperados en julio. El movimiento parece estancarse en lugar de progresar;
Mussolini teme el aislamiento más que nunca, sobre todo ante las próximas
elecciones, en las que será necesario tomar posición y saber con qué fuerzas
se cuenta.
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Con él programa siguiente: «1. Oposición decidida y abierta a Nitti y su gobierno. 2. Anexión, sin
condiciones, de Fiume con los territorios adyacentes, y atribución a Italia de las ciudades italianas
de Dalmacia. 3. La Cámara se reunirá en Asamblea constituyente para examinar y resolver el
problema de las instituciones del Estado. 4. Reforma radical del Estado, que comprende: a) diezmo
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Entretanto los arditi se han ido ligando cada vez más a él y su guardia de
corps se ha incrementado con nuevos, elementos que Mussolini ha hecho
venir de Milán hacia fines de 1919, y a los que paga con el dinero de la
suscripción para Fiume. Un tribunal de honor se encargará, en febrero de
1920, de las acusaciones lanzadas contra él por los antiguos redactores de «Il
Popolo d’Italia»; en particular, se le reprocha la creación de bandas compuestas
«de elementos mercenarios venidos de Fiume y de algunas otras ciudades de
Italia, pagados a treinta liras diarias; sin contar el reembolso de gastos
considerables, y organizados con una finalidad de intimidación y violencia».
Mussolini lo reconoce, puesto que no puede hacer otra cosa, y declara al
tribunal: «Había en total algunos centenares de hombres, divididos en
escuadras mandadas por oficiales, y, evidentemente, todos me obedecían. Yo
era una especie de jefe de este pequeño ejército». Este jefe, por otra parte,
no abandona nunca el despacho de su periódico. Cuando los fondos de la
suscripción para Fiume se agotan, o no pueden utilizarse como consecuencia
del escándalo originado por los dos redactores despedidos, es el dinero de los
industriales el que permite a Mussolini seguir manteniendo su «pequeño
ejército».
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Capítulo IV
LA REVOLUCIÓN ATRAVIESA EL ADRIÁTICO
El 12 de septiembre de 1919, en el mismo momento en que está hablando
ante la Cámara, Nitti, presidente del Consejo, que no sospechaba nada, se
entera por un telegrama que D’Annunzio ha ocupado Fiume. La suerte de esta
ciudad sigue bloqueando toda la política exterior de Italia. Después de la
teatral marcha de Orlando y de Sonnino, el Consejo nacional de Fiume había
proclamado, el 26 de abril, la anexión de la ciudad a Italia y había cedido sus
poderes al representante del rey, el general Grazioli. El 6 de mayo –el día
anterior Orlando y Sonnino habían vuelto apresuradamente a París–
D’Annunzio, que se ha trasladado a Roma para alentar y dirigir en esta ciudad
la agitación en favor de la anexión, pronuncia un encendido discurso en lo
alto del Capitolio; hace un llamamiento al heroísmo de los italianos, despliega
la bandera que ha envuelto los restos del aviador Randaccio, muerto sobre el
Timavo, y declara que hará donación de ella a la ciudad de Trieste, después de
haberla consagrado en la Fiume italiana. El gobierno Orlando, atrapado entre
Roma y París, dimite a la primera ocasión, mientras continúan las polémicas
de prensa y fracasan una tras otra, en la Conferencia de la Paz, las proposi-
ciones de compromiso respecto al Adriático.
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Esta situación seguirá siendo la misma hasta la caída del gobierno Nitti, en
mayo de 1920.
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Desde 1908; había en Italia dos francmasonerías, que correspondían al Gran Oriente y a la Gran
Logia de Francia. Más tarde, ambas fueron disueltas por el gobierno fascista. El gran maestre de
la francmasonería del Palazzo Giustiniani, Domizio Torrigiani, fue deportado. El comendador de la
francmasonería de «rito escocés antiguo y aceptado», Raúl Palermi, que era el tipo perfecto de
aventurero sin escrúpulos, y cuyo nombre salió a relucir en Francia en la época del affaire
Caillaux, se convirtió en un colaborador de Mussolini.
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Errico Malatesta había nacido en Santa Maria Capua Vetere (Nápoles), el 4 de diciembre de
1853, y murió en Roma el 22 de julio de 1932. Es una de las figuras más nobles que pueden
encontrarse en la historia de las luchas sociales de todos los tiempos. Ante las delirantes
manifestaciones que saludaron su regreso a Italia, escribía: «Exaltar a un hombre es una cosa
políticamente peligrosa y moralmente nociva para el que es exaltado y para los que le exaltan»
(«Volontà», publicación semanal anarquista, Ancona, 16 de enero de 1920). Sin perder nunca de
vista la acción concreta que debe ayudar a destruir el presente sistema, siempre sintió
intensamente, la necesidad de dar a esta acción un contrapeso, «gracias a los revolucionarios que
actúan por un ideal, que están inspirados por el amor a la humanidad entera»; si no es así, «la
revolución se devorará a sí misma» y conducirá «a una nueva tiranía». Pasa los últimos años de
su vida en Roma, acosado por la policía fascista y trabajando como electricista. En una carta
dirigida a Clara Mesnil, el 5 de mayo de 1928, escribe: «¡Qué vida, amiga mía! Vigilado día y
noche por una pandilla de policías que me siguen a todas partes, que detienen, molestan,
encarcelan y después someten a residencia vigilada a todo aquel que venga a verme o
simplemente me salude en la calle. ¡No poder hacer nada en mi propio país ni poder salir de él!»
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De esta forma queda cortada toda posible unión entre la empresa de Fiume y
una revolución popular en Italia. La «marcha sobre Roma» se hará por la
derecha. La ocupación de Fiume, al prolongarse, proporcionará al fascismo el
modelo de sus milicias y de sus uniformes, el nombre de sus escuadras, sus
gritos de guerra y su liturgia. Mussolini copiará de D’Annunzio todo su
escenario, comprendidos los diálogos con la multitud. Él sabe que D’Annunzio
es, sobre todo, un poeta que no podrá ir muy lejos, y espera pacientemente
su sucesión. D’Annunzio será víctima del mayor plagio que jamás se haya
visto,
Eras tú quien quería un golpe de Estado para llevar al poder al duque de Aosta». Esta carta fue
publicada en Avanti el 28 de agosto de 1920. Esto suscitó la creación de una comisión
investigadora, cuyo informe fue publicado en el Boletín oficial del Gobierno de Fiume de Italia, del
3 de septiembre de 1920 (Cf. E. Caviglia, Il Conflitto di Fiume, Milán, Garzanti, 1948). Atacado por
la derecha y por la izquierda, D’Annunzio continúa acariciando este proyecto durante algún
tiempo. Luigi Gasparotto evoca, en el Diario di un deputato (Milán, Dall’Oglio, 1945), la fecha del
9 de mayo de 1920: «Brambilla, de Florencia, me habla de parte de D’Annunzio. Éste tiene el
proyecto de hacer, desde Fiume, una marcha sobre Roma, para derrocar el gobierno e instaurar
un orden nuevo. Me pide si yo estoy de acuerdo y yo le respondo negativamente».
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Capítulo V
NITTI, GIOLITTI, DON STURZO
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Así, pues, los 156 diputados y, dentro de algunos meses, los municipios
socialistas no deben ocuparse más que de hacer propaganda revolucionaria y
de sabotear el Estado. En la práctica, los diputados y alcaldes socialistas
consagran lo mejor de su actividad, como ya hacían antes de la guerra, en
recomendar y exigir la realización de obras públicas, en crear sindicatos y
cooperativas y en dedicarse a la administración habitual; que, a veces, resulta
una excelente administración. Todo transcurre como si no existiera
contradicción ni relación alguna entre este reformismo práctico y casi
vergonzoso y las proclamaciones maximalistas. Cada cual tira por su lado, en
virtud de una especie de división del trabajo de la que nadie se siente
molesto. En Moscú, el resultado del Congreso de Bolonia, que ha ratificado
por unanimidad la adhesión a la III ra Internacional, es acogido como un gran
éxito. Sin embargo, hacia finales de octubre Lenin escribe a Serrati con objeto
de poner en guardia al proletariado italiano contra «una insurrección
prematura», añadiendo algunos elogios y un consejo:
Pero los elogios son inmerecidos y el consejo no será seguido. El trabajo del
partido no es «extraordinario» –¡ni mucho menos!– y en lugar de esforzarse
en ganarse «a todo el proletariado industrial y agrícola, así como a los
pequeños propietarios», el partido continúa embriagándose de palabras y
elaborando, sobre el papel proyectos de soviets, abandonando a sí mismos a
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Una gran parte de los pequeños propietarios agrícolas queda, o pasa, bajo el
control del «Partido popular italiano», recién constituido. Este partido ha
obtenido en las elecciones de noviembre más de un millón de votos y cuenta
con un centenar de diputados. El Vaticano permitió su creación a finales de
1918, con objeto de levantar una barrera contra la creciente marea socialista.
Igualmente «un gran número de liberales –asegura Tittoni–, esperaba
encontrar en él un aliado contra el socialismo».
El partido popular nace, pues, con dos almas: la una, democrática y ávida de
grandes reformas, y la otra fundamentalmente reaccionaria. Más adelante la
oposición entre las dos corrientes se hará cada vez más potente. Los
elementos conservadores –señala don Sturzo– «en cuanto tomé cuerpo el
fenómeno agrario-fascista se sentirán atraídos por la nueva tendencia y se
apartarán del partido». Pero, independientemente de este equívoco inicial, el
P.P.I. está llamado, durante los años 1919-1920, a tener, en su conjunto, un
papel fundamentalmente conservador, por las posiciones que adopta y
gracias al caos socialista. Mussolini se da perfecta cuenta de ello algunos días
después del nacimiento del partido, en enero de 1919.
Y así es, en efecto, como sucede. Durante dos años el movimiento socialista
no encuentra frente a él –aparte de su propia incapacidad– otro adversario
que el nuevo partido. Sólo el P.P.I. se opone a la Constituyente, e impide el
monopolio socialista en el terreno sindical, sobre todo en las zonas rurales,
hecho, éste, importante, puesto que Italia, a pesar de la guerra, sigue siendo
un país esencialmente rural. En la medida en que ha existido en Italia un
«peligro bolchevique», ha sido el partido popular quien lo ha atajado.
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Angelo Tasca
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
del pueblo sin estar en estrecho contacto con él y sin darle la sensación de
que juega un papel directo y de que ha empezado realmente una nueva era;
Nitti, al igual que Giolitti y Turati, es un hombre de la preguerra. Su programa
económico y social es todavía el de sus «Discursos a los jóvenes» que había
reunido en su Italia a principios del siglo XX, el documento más destacado de
liberalismo clarividente de los años 1900. Nitti no cree en la posibilidad de
una revolución en Italia, y le gusta constatar que «Italia es posiblemente el
único país de Europa que no ha tenido, en dos mil años, una verdadera
revolución ni una guerra de religión». Desconfía de todo cambio político, en
parte por espíritu conservador, pero, sobre todo, por escepticismo de
historiador y de economista. Es contrario a la idea de la Constituyente, con la
que todo el mundo ha coqueteado, y su liberalismo clásico, en el que la
guerra no ha hecho mella, le predispone contra toda idea de socialismo de
Estado, de control sobre la industria y sobre la banca.
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Angelo Tasca
Pero Nitti no es el hombre capaz de llevar a cabo esta tarea. Es fácil darse
cuenta de ello examinando su política agraria. En diciembre de 1917, cuando
era ministro del Tesoro, había creado la Obra Nacional de Combatientes
(O.N.C.), y en la actualidad le asigna una importante subvención para el
rescate de las tierras destinadas a los ex combatientes cultivadores. Esta
iniciativa, que no carece de envergadura en el momento de ser concebida, es
completamente insuficiente para aplacar el «hambre de tierra» de los
campesinos, de todos los campesinos. Bajo la presión de las ocupaciones de
tierras, que se multiplican, Nitti promulga sucesivamente dos decretos
(decreto Visocchi del 2 de septiembre de 1919, y decreto Falcioni del 22 de
abril de 1920) que tienden mucho más a cortar las ocupaciones que a realizar
una reforma agraria. El primero de los decretos otorga a los prefectos el
poder «de consentir, en determinadas condiciones, la ocupación de tierras no
cultivadas, allí donde sea necesario estimular la producción agrícola y poner
fin a la ocupación violenta y arbitraria de las tierras por la población»; el
segundo, publicado en un momento en que la situación se había agravado, es
todavía más (restrictivo, puesto que especifica que «las tierras susceptibles de
ser ocupadas temporalmente son únicamente las tierras no cultivadas o
insuficientemente cultivadas», no pudiendo, por lo demás, ser consentida la
ocupación «más que a asociaciones o cuerpos legalmente constituidos, que
anteriormente hubieran ya cultivado otras tierras y que además poseyeran
tierras». Con semejantes preocupaciones y con tales limitaciones.
Nitti no puede en absoluto sustituir el «nihilismo» maximalista por una obra
social atrevida.18
En cuanto a otros aliados, los únicos posibles eran los populares, Pero Nitti,
por su formación, comprende mal a este nuevo partido, nacido cómo un
champiñón en los invernaderos cálidos de la posguerra. Su juego es demasiado
personal como para plegarse a las exigencias políticas del partido popular, del
que el secretario, don Sturzo, quiere hacer un gran partido a la inglesa,
definido por su programa y subordinando a él su táctica en el país y en el
Parlamento. Además, los populares, que han sido casi todos neutralistas, y que
deben sobre todo a esta actitud su éxito electoral, consideran a Nitti cómo un
18
Esta «reforma agraria» fue criticada a derecha e izquierda, siendo juzgada por los primeros
demasiado demagógica y por los segundos demasiado conservadora. En el Congreso de la
Federación de la Tierra (C.G.L.), que tuvo lugar en Bolonia en junio de 1919, «el diputado Mazzoni
ataca esta institución (O.N.C.) que conduce a ligar la tierra a una parte de los trabajadores a
expensas de la comunidad y a prolongar las ilusiones antieconómicas de la pequeña propiedad».
Mazzoni se pronuncia en contra del trato de favor qué el decreto concede a los excombatientes y
concluye su crítica «demostrando –entre aplausos– que lo que hace falta es la socialización de la
tierra para todos, en interés de la colectividad entera» (Battaglie sindacali, 21 de junio de 1919).
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«Aquel que posee más, debe pagar más –escribe–; el actual precio
político debe ser mantenido para los no ricos, para los trabajadores y
los empleados».
establezcan acuerdos y alianzas con otros partidos o grupos que hoy están en ella. Por consiguiente,
él problema político ante el que nos encontramos, consiste en determinar si hay posibilidades de
acuerdos o de alianzas entre diversos grupos capaces de colaborar en la formación de una mayoría
gubernamental». Amendola considera que existe un denominador común entre los socialistas
colaboracionistas y los populares. A los primeros, les pregunta: «Si la colaboración (haciendo, si es
preciso, todas las reservas de principios y poniendo todas las condiciones que queráis poner) os
parece útil para los fines de vuestra política y conforme con los intereses del país, ¿no creéis que es
ahora, y no más adelante, cuando hay que colaborar?» A los socialistas maximalistas les hace la
siguiente advertencia: «Si tenéis los medios o el poder para imponernos un orden nuevo, el vuestro,
hacedlo... Pero no os contentéis con ser un puro y simple obstáculo en el curso de vuestro país».
Dirigiéndose a los populares, se lamenta de que éstos combinen, a menudo, discursos demagógicos
dirigidos al país con un programa sensato presentado al Parlamento y sobre el cual podría llegarse a
una alianza. Observa que «en este caso no es éste quien mantiene el orden sino quien se mantiene
gracias al desorden» y les exhorta enérgicamente a que no adopten en la vexata quaestio de la
libertad de la enseñanza una postura intransigente, incompatible tanto con los deberes del Estado
como con una política de coalición. (Texto del discurso en G. Amendola, Una battaglia liberale,
Turín, Gobetti, 1924). La cuestión de la «libertad de la enseñanza» será planteada por los populares
al año siguiente, en marzo de 1922, para justificar su oposición a los intentos de Turati en favor de
una colaboración social-popular. El discurso de Amendola entusiasmó a Turati, quien, en una carta
dirigida a Anna Kulischev, la noche misma del día en que fue pronunciado, lo comentó en la forma
siguiente: «Discurso equilibrado, denso, serio... Había que escucharlo, tanto por deferencia como
para frenar un poco (en esta ocasión incluso Modigliani me ha ayudado) las estúpidas interrupciones
y el brutal alboroto de nuestro grupo. En sustancia, tu amigo, con seriedad y tacto, lanzó una
acusación rigurosa contra los clamores impotentes y contradictorios de los socialistas y contra el
egoísmo y las contradicciones de los populares... Se dirigió particularmente a Treves y a mí,
preguntándonos si no creíamos llegado el momento de colaborar para salvar a Italia. Pregunta
temible a la cual no era posible dar la verdadera respuesta, es decir, que nosotros sabíamos muy
bien que para nosotros no sería una colaboración, sino un suicidio». Debemos a la amable cortesía
de Alessandro Schiavi el haber podido leer una parte de la correspondencia Turati-Kulischev, cuya
publicación le ha sido confiada por el editor Einaudi. El primer volumen e de mayo 1898-junio 1899,
fue publicado en 1949).
22
Sturzo era contrario a la entrada de los populares en el gobierno Nitti, aunque éste hubiera
aceptado su programa. Mayor aún era su hostilidad respecto a Giolitti; se inclinaba en favor de un
gobierno Bonomi, a quien, por otra parte, el «centralismo» de los diputados populares reprochaba
su actitud durante la guerra. El tercer gobierno Nitti fue constituido el 22 de mayo de 1920; con
participación de los ministros de Rodino y Micheli, y de cuatro subsecretarios populares. Durante la
crisis, Turati, en una entrevista en «Il Resto del Carlino» (18 de mayo), afirmó la necesidad de un
gobierno basado en el binomio Giolitti-Nitti, considerando que los dos hombres debían
complementarse en lugar de paralizarse recíprocamente. Pero Giolitti. expuso en «La Tribuna» (28
de mayo) su punto de vista personal, en una entrevista que fue considerada por la prensa como un
«torpedo» lanzado contra el tercer gobierno Nitti. Turati no quiso votar contra el gobierno Nitti y
fue el único socialista que abandonó la sala. He aquí lo que aquel mismo día escribió a Anna
Kulischev: «Cuando se empezó a pasar lista, me fui a dar una vuelta. Volví cuando se procedía a
pasar lista por segunda vez, y no entré en la sala. Sostengo que este voto es una abominación.
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Giolitti replica:
23
En 1916, con vistas a las elecciones políticas de octubre, los dirigentes católicos decidieron
apoyar a los candidatos gubernamentales, con tal de que éstos aceptasen comprometerse por
escrito sobre algunas cuestiones (escuelas, organizaciones profesionales, congregaciones
religiosas) en un sentido favorable o no contrario a los intereses católicos. El «pacto» concluido,
que tomó el nombre de su instigador, el conde Gentiloni, se hizo con el apoyo del gobierno;
Giolitti quería asegurarse, de esta forma, una amplia mayoría en la Cámara y al mismo tiempo
contener el desplazamiento hacia la izquierda que podía resultar del sufragio ampliado,
introducido por él mismo, el año anterior.
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Capítulo VI
GRANDEZA Y DECADENCIA DEL MAXIMALISMO
Alemania es la excepción que confirma la regla, pues el. número de huelgas sólo empieza a
descender a partir de 1925, cuando la crisis económica se presenta libre de las incidencias de la
inflación.
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Iniciadas en agosto de 1919 en el campo romano, estas ocupaciones de tierras continúan
durante todo el año 1920, particularmente en Sicilia. El episodio más célebre es el de la revuelta
de Ribera (Palermo) a principios de febrero de 1920. El duque de Bivona grande de España, fue
encerrado en su castillo, que luego fue saqueado, hasta que hubo suscrito todas las exigencias de
los campesinos. En septiembre-octubre, también en Sicilia, hubo un fuerte recrudecimiento de
las revueltas. En algunas provincias, casi todas las grandes propiedades (latifondi) fueron
ocupadas por multitudes impacientes ante los retrasos administrativos en el trabajo de las
Comisiones agrarias provinciales y en la aplicación de los decretos de ocupación y atribución de
las tierras no cultivadas. La iniciativa provenía a menudo de ex combatientes o de «populares».
Una correspondencia de Palermo, publicada en Avanti el 5 de octubre, muestra con gran relieve
el espíritu y las características de estas acciones, de masa. Bajo el gobierno Giolitti, el ministro
«popular» de Agricultura, Micheli, tomó nuevas medidas legislativas, pero el movimiento acabó
por amortiguarse. El partido socialista se ocupó de él muy tarde y generalmente con recelo y de
mala gana. En la reunión de la dirección en Florencia (19-20 de octubre), Gennari evocó los
sucesos de Sicilia, donde, dijo, «por parte de los campesinos se procede a la ocupación de. tierras
de una forma más bien caótica, sin plan preciso ni visión exacta del problema». Se lamentó de
que «ningún diputado socialista hubiese ido en apoyo de los 150.000 campesinos en huelga, en la
provincia de Trapani», dónde las ocupaciones se habían llevado a cabo en gran escala. El
problema de la propiedad siciliana fue examinado en. el Congreso socialista siciliano de Palermo
(13-15 noviembre), pero la cosa no fue más allá. La dirección maximalista del partido mostraba el
fondo de su pensamiento en el siguiente comentario de Serrati: «Es notorio que el movimiento
de ocupación de tierras que, sobre todo en Sicilia, ha sido realizado por ex combatientes y
populares, fue un movimiento demagógico, pequeño burgués, destinado a engañar a las masas
agrícolas» (Comunismo, 15 de febrero de 1921). Sobre los movimientos agrarios de Sicilia y sobre
la actitud del P.P.I. en la cuestión de la gran propiedad, Cf. M. Pernot, L’expérience italienne,
Paris, Grasset, 1924.
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«La situación actual, dice, indica que la crisis burguesa se acelera y que
está próximo el choque formidable entre la burguesía y el proletariado.
Dada la necesidad de afrontar las nuevas batallas con todas nuestras
fuerzas, las organizaciones dirigentes del movimiento obrero en Italia
ponen en guardia a los trabajadores contra los movimientos que
puedan perjudicar el movimiento general...
88
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
90
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
a partir de este momento, y Turati advierte, más que nunca, que carece del
«instrumento» para poder hacer la política que él hubiera deseado. Cuando el
28 de junio interviene en la Cámara para responder a la declaración
ministerial de Giolitti, debe hacerlo a título personal; su admirable discurso,
en el que proclama la necesidad de «rehacer Italia» mediante un conjunto de
medidas «orgánicas», coordinadas e inmediatas, capaces de movilizar todas
las energías latentes, y de renovar con audacia el Estado y la Nación», cae en
la indiferencia general. Y puesto que la montaña no ha ido a él, Turati no irá a
la montaña. El socialismo italiano tiene un destino realmente trágico, pues la
elevada conciencia de algunos de sus dirigentes es tan fatal para él como la
inconsciencia de los otros.
Otro dirigente socialista, Claudio Treves, que colaboraba desde hacía
bastantes años en la revista de Turati, Critica Sociale, en un discurso
pronunciado en la Cámara el 30 de marzo, cuando tuyo lugar la primera crisis
Nitti, describía de la siguiente forma la situación italiana:
«La crisis de esta hora trágica es concretamente ésta: ustedes ya no
pueden imponernos su orden por más tiempo y nosotros no podemos
todavía imponerles el nuestro».
En realidad, el antiguo orden social existía y se consolidaba, mientras que el
orden nuevo estaba rodeado de una nube impenetrable. Para despejarla, un
grupo de jóvenes intelectuales, cuyo dirigente era Antonio Gramsci, había
llevado a cabo en Turín un considerable esfuerzo de elaboración doctrinal y
de organización práctica, partiendo del movimiento de los Consejos de fábrica
que, en esta ciudad, había alcanzado un cierto grado de madurez y de fuerza.
Pero el esfuerzo de estos elementos chocaba con la incomprensión del
partido socialista y, sobre todo, con la propia inexperiencia y su aislamiento.
La dirección maxímalista del partido socialista, imperturbable, continuaba
emborronando cuartillas con proyectos de soviets. El Consejo Nacional de
Florencia, de enero de 1920, había encomendado a la dirección que procediera,
«en un plazo máximo de dos meses», a la constitución «definitiva» de los
Consejos de Trabajadores. En el Consejo Nacional, que se reúne en Milán en
abril –los dos meses han transcurrido de sobra–, se afirma de nuevo «la
necesidad de los soviets» y se invita una vez más a la dirección del partido a
«crear estos organismos proletarios». Para que la dirección no desfallezca en
su tarea, se le proporciona un estatuto de los soviets, donde, en algunas
decenas de artículos se prevé todo lo necesario para su funcionamiento. Sólo
faltaban los soviets... Y ¿por qué la dirección del partido debe implantar los
soviets desde arriba, por generación burocrática? ¿Para tomar el poder?
91
Angelo Tasca
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Por otra parte, los episodios de violencia –ingenieros detenidos por la fuerza
en las fábricas– son mínimos y rápidamente atajados; apenas hay derrama-
miento de sangre: los muertos pueden contarse con los dedos de una sola
mano y todos ellos se deben a la iniciativa aislada de algunos excitados. Poca
cosa, en definitiva, si se compara con la amplitud y la gravedad de la
conmoción que se ha producido y con los miles de fábricas y los millones de
obreros que han sido afectados por la ocupación.
¿Hay que reemprender las negociaciones con los industriales, decididos desde
ahora a ceder en todos los terrenos? Responder que no, es dar la orden de
insurrección general, pues es imposible mantener por más tiempo a los
obreros en las fábricas sin darles nuevos objetivos. Sólo es posible salir de
esta situación dejando el problema sin resolver. La insurrección armada es
imposible porque no hay nada preparado. Las masas se sienten seguras tras
los muros de las fábricas, no tanto a causa de su armamento, a menudo
primitivo e insuficiente, cuanto porque consideran a las fábricas como una
especie de rehenes que el gobierno no se atreverá a destruir a cañonazos
para desalojar a sus ocupantes.
95
Angelo Tasca
Entre esta actitud «defensiva» y la lucha abierta en la calle media una gran
separación, y los obreros se dan cuenta, de ello más o menos confusamente.
Incluso en Turín, donde, sin embargo, hay una vanguardia audaz y mejor
armada que en otros lugares, los dirigentes comunistas se abstienen de tomar
cualquier iniciativa en este sentido y frenan a los grupos de la Fiat, que tienen
camiones preparados para efectuar una salida.
96
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Pero la clase obrera italiana no salva nada. Se ha visto a las puertas del poder,
ha salido de los caminos seculares y ahora ve cómo el antiguo horizonte,
apenas entreabierto, se cierra de nuevo frente a ella. Todos proclaman su
victoria, incluso Mussolini:
La ocupación de las fábricas señala el declive del movimiento obrero, el fin sin
gloria del «maximalismo», cuyo cadáver seguirá obstruyendo el campo de
batalla hasta que sea enterrado por el fascismo. Un notable cambio de
dirección se produce muy pronto en la psicología obrera, «el principio de la
sensatez», según Mussolini. Los adversarios no han sido desarmados, sino
que, por el contrario, se han vuelto más agresivos, más decididos a tomar
represalias. Los fascios, debilitados y casi inexistentes antes de septiembre de
1920, se multiplican en los tres meses últimos del año. No es el fascismo el
que ha vencido a la revolución; es la inconsistencia de la revolución la que
provoca la expansión del fascismo.
27
Los industriales de Turín habían enviado el 10 de septiembre, desde Bardonecchia, una
protesta a Giolitti contra «el total absentismo del gobierno, que raya en la complicidad con
aquellos que violan el derecho y las leyes estatutarias». Exigían una rápida intervención para
defender la libertad y la propiedad individual, añadiendo que «la actitud del gobierno no deja a
los defensores de las instituciones actuales ninguna ilusión acerca de la capacidad del gobierno
para defender las libertades estatutarias». Foco, afectado por ésta conminación, Giolitti convoca
el 15 de septiembre, en Turín, en el Hotel Bolonia, a los representantes de las partes en
presencia. Al final de la discusión, considerando que «la C.G.L. ha formulado la petición de que se
modifiquen las relaciones existentes hasta ahora entre patronos y obreros, de forma que estos
últimos, a través de sus sindicatos, adquieran la posibilidad de un control sobre las industrias»,
que la C.G.L. se propone; gracias a este control, lograr una mejora en las relaciones disciplinarias
entre patronos y obreros y un aumento de la producción, a la que está subordinada la plena
recuperación de la vida económica del país», Giolitti decide, por decreto, la creación de una
comisión paritaria de estudio encargada de elaborar «las proposiciones que puedan servir al
gobierno para presentar un proyecto de ley con vistas a organizar las industrias sobre la base de
la intervención de los obreros en el control técnico y financiero y en la administración de las
empresas». Sobre esta reunión, Cf. A. Lanzillo, «La C.G.L. nel sessennio...), Il Corriere della Sera,
16 de septiembre de 1920, artículo de L. Einaudi, favorable a la experiencia del control obrero,
aunque escéptico acerca de sus resultados. En cuanto al estado de ánimo de los industriales,
Ottavio Pastore lo describe como sigue en un editorial del Avanti piamontés (22 de septiembre):
«No hay un solo industrial que no esté en un estado de excitación y de furor tales que le hagan
concebir las ideas más extravagantes, desde la oposición declarada a aceptar los acuerdos hasta
el sabotaje de los resultados en su aplicación práctica, hasta el derrocamiento, en la Cámara o en
la calle, del odioso gobierno... La presidencia de la Liga Industrial de Turín ha presentado su
dimisión. Se anuncian otras dimisiones y toda la casta capitalista madura proyectos de venganza
y de desquite».
98
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
28
Desde el 29 de septiembre, el Comité de la F.I.O.M. tomaba posición en contra de estas
propuestas, «ofertas insidiosas, contrarias a los principios de la auténtica cooperación de clase»,
mediante las cuales «los industriales intentan separar de las masas a los grupos de obreros
especializados». El Comité invita a las secciones a «impedir que se lleven a cabo maniobras a
expensas de la Organización y de los obreros» Avanti, 30 de septiembre.
99
Angelo Tasca
Capítulo VII
LA CONTRARREVOLUCIÓN
«PÓSTUMA Y PREVENTIVA»
El fin de la ocupación de las fábricas deja, tanto en los obreros como en los
industriales, la sensación de haber sufrido una derrota. Los obreros han
obtenido, además: del contrato colectivo, el «control sindical sobre la
industria».29 Pero ¿qué puede significar a sus ojos esta ambigua Comisión;
instituida por decreto de 15 de septiembre, en comparación con la ilusión
vislumbrada durante algunas semanas en las fábricas ocupadas? Los
industriales han sido forzados a la capitulación sin que un solo policía o un
soldado hayan movido un dedo para desalojar a los obreros de las fábricas;
han tenido que firmar, con los ojos cerrados, un acuerdo que incluso se
habían negado a discutir, y soportar, por orden de Giolitti el control sobre la
industria. Unos y otros están desconcertados y «sin perspectivas», pero los
industriales y los agrarios abrigan una sorda violencia y ahora están
dispuestos a todo, a vender su alma al diablo para tomarse el desquite, sea
como sea. Los incendios que pronto abrasarán, por centenas, los locales de
las organizaciones obreras y socialistas y las casas de los trabajadores «rojos»,
e incluso las de los «blancos», y la sangre derramada, serán para ellos como el
ritual de una ceremonia expiatoria, necesaria para purificar el templo violado
de la propiedad.
29
De hecho, el control zozobrará, por efecto de los acontecimientos, junto con las demás
conquistas obreras y socialistas. Un proyecto de decreto presentado a la Cámara en la primera
semana de marzo; quedó definitivamente estancado. Giolitti dice en sus Memorias que «ni
siquiera el partido socialista insistió en que fuera discutido». La C.G.L., para explicar esta
renuncia, alega la obstrucción parlamentaria contra el aumento del precio del pan. Como los
socialistas han renunciado a luchar contra Giolitti, a propósito del precio del pan, tan
violentamente como lo hicieron contra Nitti, esta explicación carece de todo fundamento. En
realidad, la lucha por el control correspondía a una fase ofensiva ya superada, mientras, que en la
dirección del partido, maximalistas y comunistas, que. la condenaban por demasiado
«reformista», se unían para liquidarla.
100
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
casi en todas partes, sobre la base del «bloque nacional». Por el contrario, el
partido popular ha decidido hacer lista aparte, pero el Vaticano desaprueba
su intransigencia y la condena públicamente. En algunas grandes ciudades,
como Turín y Milán, los populares entran en el bloque, como consecuencia de
las presiones provenientes de Roma. El cardenal Gasparri escribe una carta
dirigida a Turín proclamando que «allí donde la alianza sea necesaria para
impedir la expansión socialista, la alianza es un deber»; en Milán, el cardenal
Ferrari interviene en el mismo sentido. Los fascistas, que son todavía un
número poco considerable, apoyan, en todas partes, las listas del bloque
nacional. En Milán, Mussolini, que desde la experiencia de noviembre de
1919 se ha vuelto más prudente, se opone a sus amigos, que quisieran
presentar una lista fascista:
101
Angelo Tasca
Una vez conseguido este resultado, Giolitti quiere ir más lejos; y para ello
necesita liquidar la cuestión de Fiume, que ha sido una causa permanente de
desorden e indisciplina en el ejército y que es como un cáncer que corroe al
Estado. Giolitti intenta, con éxito, un golpe maestro: comprar a Mussolini y
apartarlo de D’Annunzio. Su éxito es tal, que incluso cree que podrá dominar
a Mussolini, pero en eso se equivoca totalmente. Las negociaciones tienen
lugar en Milán, por mediación del prefecto Lusignoli, que, hasta la marcha
sobre Roma, será el puente de unión entre Giolitti y Mussolini. El 12 de
noviembre de 1920 se firma el Tratado de Rapallo con Yugoslavia; por él,
Dalmacia, a excepción de Zara, sigue en posesión de Yugoslavia, a quien le es
cedida también una parte del puerto de Fiume: Susak. Mussolini, del que aún
se recuerdan los ataques de enero de 1919 contra Bissolati, escribe en este
mismo día:
«el gran hombre de la calle Cannobio (calle donde está instalado «Il
Popolo d’Italia», en Milán) se ha acobardado. En el Comité central de
los fascios, en Milán, sopla un aire de rebelión. Mussolini, para hundir
a la oposición, presenta él mismo un orden del día de compromiso, en
el que declara que el Tratado de Rapallo es «suficiente y aceptable
para la frontera oriental, insuficiente para Fiume, e inaceptable para
Dalmacia».
102
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Con esta maniobra, Mussolini evita la ruptura con los fascios y, a pesar de
todo, cumple el acuerdo con Giolitti, ya que a partir de este momento la
opinión pública italiana duda y se aleja de toda oposición. Sin embargo, no es
el dinero el que ha jugado el papel principal en el trato. Para Mussolini, la
nueva actitud presenta algunas ventajas personales: se ha desembarazado del
compromiso que había contraído en verano con D’Annunzio, con vistas a una
acción, aún no muy bien definida, que habría sido dirigida por este último. Por
otra parte, cree que Giolitti puede llegar, a constituir un gobierno de
concentración del que formarían parte los liberales, los populares, los
fascistas y, posiblemente, la derecha socialista; en este caso, él formaría parte
del gabinete. Y finalmente, Giolitti y su ministro de guerra, Bonomi, están
animados de las mejores intenciones hacia los fascistas, a los que esperan
utilizar contra los socialistas. Por consiguiente, Mussolini rechaza, en este
momento, toda idea de «marcha sobre Roma». 30 A Roma, llegará de todas
30
En el informe Pasella al Tercer Congreso fascista de Roma, celebrado en diciembre, se lee:
«Nosotros hemos estado siempre a la disposición del Comandante. El verano de 1920 se envió a
D'Annunzio, por mediación de un emisario especial del Comité central, un importante
documento elaborado por Mussolini y aprobado por unanimidad por el Comité ejecutivo». Se
trataba de un proyecto de marcha sobre Roma, desde Fiume. No puede haber ninguna duda
acerca de la existencia de este plan, sobre todo después del testimonio de Cesare Rossi
(Mussolini qual’era, Roma, 1947). ¿Cuándo fue enviado este documento? El verano de 1920, dice
el informe Pasella. Ahora bien, durante ese verano, Mussolini había ido a Fiume, donde se había
entrevistado con D’Annunzio. A su regreso, había expresado al fascio de Trieste su desacuerdo
con la empresa, destinada a malograrse, aun en el caso de un éxito inicial: Mussolini no creía en
absoluto en la posibilidad de una marcha sobre Roma, tal como lo afirmarla algunos meses
después en su discurso en Trieste. Por otra parte, él «documento» fue efectivamente enviado.
Sería muy útil conocer el texto, pero incluso sin él existe una explicación plausible. D’Annunzio
echa pestes contra las negociaciones italo-yugoslavas y presiona a Mussolini, quien, sin embargo,
está en relaciones con Lusignoli, es decir, con Giolitti. Para salir de esta trampa a la que le han
arrastrado, al mismo tiempo, la complejidad de la situación y sus nuevas ambiciones
gubernamentales, Mussolini redacta un plan y lo envía a D’Annunzio. Pero, por otra parte, él
mismo, en repetidas ocasiones ha aconsejado al fascio de Trieste, sobre el que tiene una gran
influencia, que no se comprometa en la aventura, la cual precisamente sólo era posible con su
apoyo. De manera que el gesto de Mussolini estaba destinado a caer en el vacío, cosa que ocurrió
en efecto. Las informaciones precisas dadas por C. Rossi convergen hacia esta explicación. El
documento de Mussolini fue enviado no durante el verano de 1920, sino en «pleno otoño» y
«con todos los detalles de circunstancia». En la marcha debía «enarbolarse la bandera
republicana» y los miembros de la Casa de Sabaya debían ser tratados con miramientos, pero
«desterrados a una isla»; Esto solo es ya suficiente para subrayar el carácter puramente táctico y
casi provocador del documento, que dejaba a D’Annunzío la entera responsabilidad de la
empresa después de haber agravado sus condiciones, haciéndola más irrealizable que nunca. Es
cierto que D’Annunzio, hubiera o no recibido el documento, invitó a Mussolini a que se trasladase
a Fiume en octubre de 1920. Después de haber aceptado la entrevista, Mussolini «eludió en el
último momento la promesa hecha, y, en lugar de ir a Fiume, se trasladó a Roma». (A. de Ambris,
103
Angelo Tasca
toda esta serie de noticias y de «revelaciones» es difícil separar lo real de lo imaginario; los
hechos concretos, de las simples veleidades. Sin ninguna duda, fueron los nacionalistas los que
montaron el complot, tal como lo ha revelado más tarde Alfredo Rocco. Sus planes fracasaron.
Durante las jornadas de diciembre, un grupo de arditi, reunido en Milán alrededor de Mario Carli
y de su periódico «Testa di Ferro», preparó, con el apoyo de algunos anarquistas (entre los cuales
estaba el estudiante Antonio Pietropaolo, implicado más tarde en el atentado del Teatro Diana)
una serie de atentados terroristas que fueron des articulados por la policía, al detener ésta a todo
el grupo el día 27. Esta operación se llevó a cabo con extrema facilidad puesto que, gracias a sus
informadores, la policía controlaba los hilos del complot.
32
Este aspecto del movimiento fiumés fue recordado por Dino Grandi en un artículo de Il Popolo
d’Italia (3 de abril de 1920): «El espíritu de Fiume ha representado durante mucho tiempo el
centro ideal de revuelta contra la santa alianza de Versalles, la trágica y orgullosa protesta de
todas las naciones proletarias de Oriente y de Occidente —Italia a la cabeza— contra el
capitalismo anglo-francés, que salía de la guerra convertido en dueño absoluto del mundo. Los
contactos, los acuerdos, jamás desmentidos, de D’Annunzio con los movimientos revolucionarios
de las naciones oprimidas de Oriente y con los maximalistas rusos, muestran hasta qué punto
D'Annunzio había comprendido desde el principio que el problema de Fiume era algo más que
una reivindicación territorial del irredentismo adriático». Esta tendencia se reforzó a principios de
1920 con el nombramiento de A. De Ambris como jefe de gabinete y con la creación en Fiume, el
12 de enero, de una «oficina de relaciones exteriores» cuya dirección fue confiada al «pro-
comunista belga», de origen polaco, León Kochnitzki. Los documentos sobre esta actividad
internacional fueron recogidos en un Libro Morado: Comandancia de Fiume, Actas y
Comunicados de la Oficina de Relaciones Exteriores, del 28 de noviembre de 1919 al primero de
mayo de 1920, Fiume, 1920. Contiene principalmente el resumen de un discurso pronunciado por
De Ambris el 16 de enero en el Teatro Fenice, en el que está claramente definida la nueva
política; una carta a Henrí Barbusse y al grupo Clarté, invitados a ir a Fiume y darse cuenta de que
Fiume «es la verdad de los nuevos tiempos»; el anuncio, hecho a principios de febrero, de que la
Comandancia de Fiume afirma «estar dispuesta a entrar en relaciones directas con el gobierno de
Moscú» y de que «dentro de poco estas relaciones se establecerán normalmente y que ya se verá
qué consecuencias traerán consigo»; una carta a Zaghlul Pachá en favor de la independencia de
Egipto; una carta al representante de Turquía en Berna, contra la ocupación de los Estrechos
(Dardanelos y Bósforo) por los ingleses y en favor de la restitución de Constantinopla a los turcos;
106
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Pero los obreros que han ocupado las fábricas y los campesinos que siguen
ocupando las tierras desconocen a D’Annunzio, y los socialistas no ven en el
episodio de Fiume más que una aventura grotesca. Serrati, el director de
«Avanti», está sorprendido e indignado porque Lenin le había hablado de
D’Annunzio como de un revolucionario; un «maximalista» italiano no puede
reconocer un aliado, ni siquiera temporal, en este D’Annunzio que «nunca ha
temido captar a las fuerzas más peligrosas para ponerlas al servicio de una
bella causa». Cuanto más vuelve su mirada hacia el mundo desquiciado, más
se aleja D’Annunzio de la política italiana. Una vez más, la relación entre
Fiume y Roma se ha cortado; pero Mussolini la reanudará en Milán.
108
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Por lo que respecta a los obreros, el sistema sólo se mantiene gracias a una
gran disciplina, es decir, al monopolio de la mano de obra. Esta aplicación
de reglas muy estrictas, minuciosamente establecidas y controladas que
recuerdan las de las antiguas corporaciones, a un tipo de explotación total-
mente moderna; no es la menos importante de las peculiaridades de esta
extensa región. El obrero que no pasa por la «Liga» campesina, que acepta un
salario más bajo y trabaja todo el año, reduce la porción vital de los demás, y
éstos le acosan sin piedad. El «amarillo» es boicoteado; el panadero debe
negarle el pan y él, su mujer y sus hijos, son tratados como si fueran leprosos;
se le hace el vacío y debe someterse o marcharse del país. A los propietarios
que le han empleado y que han violado el contrato de trabajo, 33 se les
imponen multas y «tallas».
con Moscú, Serrati había afirmado «que era imposible, en cada caso y antes de la revolución,
mantener una actitud favorable a la pequeña y mediana propiedad rural» (Comunismo, 15 de
octubre de 1920). En su discurso del 7 de octubre de 1920 en el Congreso los Independientes
alemanes en Halle, Zinoviev había criticado la postura de Serrati que, en el II Congreso de la
Internacional, se había abstenido en el voto de las tesis sobre la cuestión agraria. Para poder
enjuiciar con exactitud, hay que subrayar que en las objeciones de Serrati habla también una
cierta repugnancia a considerar el problema de la pequeña propiedad rural únicamente desde el
punto de vista de la estrategia de la conquista del poder. Los comunistas tenían la intención de
utilizar el «hambre de tierra» de los campesinos antes de la revolución, para obtener su apoyo,
sin perjuicio de despojarles de la tierra una vez tomado y consolidado el poder, tal como había,
sucedido en Rusia. La hostilidad socialista hacia la pequeña propiedad, dictada por razones en
parte ideológicas y en parte (esencialmente en la llanura paduana) prácticas, resistió incluso a la
ofensiva fascista. En la sesión del 11 de febrero de 1921, el Consejo nacional de la Federación de
la Tierra vota un orden del día contra los proyectos del P.P.I. favorables a la pequeña propiedad y
decide plantear en el Congreso confederal de Livorno la cuestión de la «socialización de la
tierra». En el Consejo general de las ligas agrícolas de la provincia de Bolonia (23-25 de febrero de
1921), se afirma la necesidad de «dirigir a los proletarios hacia el cultivo colectivo de la tierra
mediante métodos colectivos y no individuales» y de «enterrar para siempre el sistema
antiproletario y egoísta de posesión de la tierra en cooperación y de pequeño arriendo».
112
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
113
Angelo Tasca
Sobre los 280 municipios de Emilia, 223 están en manos de los socialistas. Los
agrarios que viven en la ciudad o en el campo, sus hijos, sus amigos, sus
proveedores. y sus clientes aprietan los puños ante la omnipotencia de los
sindicatos obreros. La carrera de honores de la vida pública está cerrada, casi
por completo, a toda la burguesía rural e incluso a la pequeña burguesía, en la
medida en que no está encuadrada en las organizaciones socialistas. El
propietario agrícola había sido durante largos años el dueño absoluto de la
provincia, el jefe del municipio, el dirigente de todas las instituciones públicas
locales y provinciales. Ahora es excluido de todas partes. En el campo, debe
contar con la existencia de la lega y de la oficina de colocación; en el
mercado, con la cooperativa socialista, que es quien fija los precios; en el
municipio, con la lista roja, que consigue mayorías aplastantes. Ya no hay
beneficios, ni honores, ni poder para él ni para sus hijos. Un odio sordo se vá
acumulando y espera el momento de poder desbordarse. Algunas Bolsas de
114
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Trabajo, como las de Bolonia, Reggio, Emilia y Rávena controlan toda la vida
económica de su provincia; han organizado a los asalariados, los pequeños
cultivadores y los colonos; deciden el precio de los productos que distribuyen
por gran parte de los municipios, a través de la red de cooperativas.
Propietarios, comerciantes, administradores e intermediarios de toda clase
ven disminuir su importancia día a día a causa de la expansión de las
cooperativas y del socialismo municipal. Por todo esto, su odio va dirigido,
sobre todo, contra las admirables «realizaciones» que la organización obrera
lleva a cabo y hace progresar en todos los terrenos.
También debido a ello, la violencia fascista se ejerció, sobre todo, contra las
instituciones creadas por el socialismo reformista. Estas instituciones,
extendiéndose y coordinándose, engloban poco, a poco en su red toda la vida
política y económica de la región. Las viejas castas, frente al desbordamiento
y a los progresos de la nueva estructura social, se sienten amenazadas de
asfixia. El socialismo, por el éxito mismo de sus empresas, les está gritando
constantemente: vita mea, mors tua y, ante esta situación, las castas
condenadas se aferran a la vida y siguen hasta el final la misma lógica: mors
tua, vita mea.
115
Angelo Tasca
«Los socialistas se equivocan –dice– si creen que los que han hecho, de
verdad, la guerra, es decir, dos o tres millones de italianos, van a
ponerse a maldecir, una vez llegada la paz, contra la guerra en la que
han combatido».
116
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Si se examinan con atención los periódicos de la época, se puede ver que los
casos de agresión contra los oficiales han sido relativamente poco numerosos.
Los más graves se produjeron como represalia, después de las agresiones de
oficiales nacionalistas o fascistas contra los diputados socialistas, en las calles
de Roma. Sin embargo, sería erróneo atenerse a un simple criterio estadístico.
Cuando un oficial es abucheado y atacado, todos los demás se sienten
humillados y atacados en sí mismos, en su espíritu y en su carne. La afrenta
sufrida se amplía con todas las reacciones propias de una sensibilidad
exasperada. La prensa burguesa se encarga de multiplicar y prolongar el eco,
de generalizar y falsear el suceso con invenciones odiosas, aptas para implantar
el odio y hacerlo inexpiable, como lo hizo en Francia, representando al «rojo»
que escupe, sobre la tumba del Soldado desconocido. 36 Además, a partir del
otoño de 1920, el Estado interviene directamente para utilizar este estado de
ánimo Con una finalidad reaccionaria. Tiempo atrás, un coronel, enviado por
el ministerio de la Guerra, había recorrido toda Italia, creando núcleos de
oficiales, estableciendo contactos entre ellos y difundiendo consignas a los
comandantes de división. Su informe, publicado un año más tarde, contiene
ya un plan preciso de ofensiva antisocialista y un análisis bastante exacto de
las fuerzas y, sobre todo, de las debilidades del movimiento que se quiere
dominar. Según el coronel A. R., para evitar las influencias subversivas en el
ejército, es necesario reducir la duración del servicio y crear «un sólido
cuadro de oficiales y de suboficiales voluntarios, alistados por largo tiempo,
bien pagados y seleccionados con cuidado». Como este ejército profesional
no sería suficiente, dice el informe, «a los soldados que sirven
obligatoriamente, y a los 250.000 mercenarios de que pronto dispondremos,
hay que añadir –para sostener y resolver mejor la acción– una milicia de
idealistas, formada por los más expertos, los más valientes, los más fuertes y
los más agresivos de nosotros. Es preciso que esta milicia sea capaz de llevar a
cabo una acción de resistencia y, al mismo tiempo, una acción política; que
pueda, en este duro período, dar de nuevo sangre, vida y homogeneidad a las
fuerzas nacionales para llevarlas a la victoria». Después de insistir en la
necesidad de un mando único, a la vez político y militar, el informe da algunos
consejos estratégicos:
36
Sobre esta base, se produjo una afluencia espontánea de oficiales y de ex combatientes hacia
los fascios. G. Zibordi ha podido insistir con razón sobre el hecho de que el fascismo ha sido
también una «revolución militar» (Crítica socialista del fascismo, Bolonia, Cappelli, 1922). Ya
hemos visto las relaciones existentes entre los fascios y los arditi. Los testimonios sobre la
participación de oficiales y de ex combatientes en la creación de los fascios son innumerables. C.
A. Avenati narra «cómo nació el fascio de Turín» el 28 de marzo de 1919: «La asamblea estaba
compuesta esencialmente por oficiales de reserva, algunos vestidos aún con el uniforme, y por
otros ya desmovilizados» (La Stampa, 25 de marzo de 1931).
117
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118
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
cosechas; los comerciantes que defendían sus ganancias contra la sana gestión de la
municipalidad roja y los ciudadanos. irritados y asustados por los disturbios demasiado
frecuentes, por esta especie de torpe seguridad de las masas; los intelectuales, cansados de ser
gobernados por la plebe, y los mutilados y ex combatientes, lastimados en sus sentimientos más
naturales por un odio a la guerra que parecía dirigido contra ellos» (Crítica socialista del
fascismo).
120
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
121
Angelo Tasca
ello explica, en parte, el hecho de que la zona de Ferrara haya sido la primera
en ceder a la presión fascista. Adaptándose al ambiente local, los fascistas
han lanzado en esta zona la consigna de la tierra para el que la trabaja, sin
esperar la futura «socialización». La Asociación agraria se deja persuadir» y
cede algunos miles de hectáreas, en arriendo directo, a los cultivadores
individuales que, de esta manera, escapan al trabajo de cupo fijo. En general,
se trata de las peores tierras y de una iniciativa que no sobrepasaría unas
proporciones muy modestas. El conjunto de los asalariados de la provincia
pagará con un aumento de la miseria estos pocos «pueblos de Potemkin»,
pero los fascistas podrán proclamar:
Al igual que un grito de pánico puede poner en fuga a todo un ejército, este
grito de esperanza –por engañoso que fuera– arrastra a las masas rurales,
sobre todo porque se multiplican las expediciones de castigo y porque el
terror acaba lo que ha iniciado la esperanza. 38 Las «Ligas» campesinas, que ya
no están protegidas por el «sistema» tradicional, se pasan en bloque a los
sindicatos fascistas para luchar contra la «tiranía socialista». En la provincia
de Ferrara es donde, el 25 de febrero de 1921, en el municipio de San
Bartolommeo in Bosco, surge el primer sindicato fascista, en la sede de la
antigua Lega socialista. Las cooperativas siguen pronto a los sindicatos, y las
38
Sobre la actitud de los fascios y de la Asociación agraria de Ferrara, Cf. Il Popolo d’Italia, 29 de
marzo de 1921: «A partir de ahora, los propietarios ponen 3.000 hectáreas de tierra a
disposición. del fascio, para darlas a quienes las trabajen». En su discurso de Ferrara (4 de abril),
Mussolini aplaudió «esta revolución agraria que debe dar a los campesinos, sin convulsiones
epilépticas, la propiedad de la tierra». El jefe de la Asociación agraria de Ferrara, Vico Mantovani,
afirma que su programa no se diferencia del de los fascios. En un «Mensaje a los campesinos», el
experto fascista en materia de política rural Gaetano Polverelli declara: «A partir de ahora los
fascios tratarán con los propietarios para obtener la cesión de las tierras que serán puestas a
vuestra disposición mediante la forma justa de un pacto». Y promete «la total supresión de la
contratación, sobre el terreno y del régimen asalariado» (Il Popolo d’Italia, 1 de abril). Se trata,
evidentemente, de una «inocentada», puesto que el fascismo va reduciendo su programa
agrario, y sobre todo su acción, a medida que la ofensiva escuadrista elimina las resistencias de
los «rojos» o de los «blancos». La alusión al problema agrario en el manifiesto de los fascios en
vísperas de las elecciones de 1921 es muy vaga. Se presenta la solución «en la progresiva
creación de una democracia rural y no en las absurdas socializaciones». Durante todo el año 1921
se sigue manteniendo una actitud muy prudente. En el Congreso de Roma de noviembre, el
orden del día de Polverelli se limita a declarar que el fascismo «mediante la participación en los
beneficios y la aparcería, debe elevar al cultivador a la dignidad y a la responsabilidad de la
propiedad rural». Toda alusión a distribución de tierras, ha desaparecido. De esta manera, se
desvanece el «mito» de Ferrara.
122
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
123
Angelo Tasca
39
«En plena noche, cuando la gente honrada está en su casa, durmiendo, los camiones de los
fascistas llegan a las pequeñas aldeas situadas en medio del campo, o a los caseríos de algunos
centenares de habitantes. Llegan en compañía de los dirigentes de la Agraria local, naturalmente,
siempre conducidos por ellos, pues de lo contrario sería imposible, en plena oscuridad, reconocer la
casa del jefe de la Liga o la pequeña oficina de colocación. Llegan hasta una de las casas y se oye la
orden: Rodead la casa. Son de veinte a cien hombres, armados con fusiles y revólveres. Llaman al
jefe de la Liga y le ordenan que baje. Si éste no obedece, se le dice: Si no bajas, quemaremos la
casa, con tu mujer y tus hijos. Entonces el jefe de la Liga baja. Se abre la puerta, lo secuestran, lo
atan, lo suben al camión, donde le someten a las torturas más inverosímiles, simulando que lo van a
ahogar o a matar, y después le abandonan en pleno campo, atado a un árbol, desnudo. Si, por el
contrario, éste es un hombre con agallas, que no abre la puerta y utiliza algún arma para
defenderse, entonces él resultado es el asesinato inmediato del ciento por uno.» Discurso de G.
Matteotti en la Cámara, sesión del 10 de marzo de 1921 (Critica saciale, 1921, n° 7).
124
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Muy señor mío: Dado que Italia debe pertenecer a los italianos y que
no puede, por consiguiente, aceptar ser administrada por individuos
de su especie, haciéndome intérprete de sus administrados y con-
ciudadanos le aconsejo que dimita de sus funciones de alcalde antes
del domingo 17 de abril. En caso de que no lo haga así, recaerá sobre
usted la responsabilidad de lo que suceda. Si se permite usted poner
en conocimiento de las autoridades este Consejo generoso, benévolo y
humano que acabo de darle, el plazo que le doy para que dimita,
expirará antes del miércoles 13, número de buen augurio. Firmado:
Dino Perrone Compagni, 1, plaza Ottaviani, Florencia».
40
Este Dino Perrone Compagni era el terror de Toscana. Tenía a su disposición algunas escuadras
en las que, al lado de algunos patriotas, exasperados, se encontraban gamberros y profesionales
del crimen. «Un siglo atrás, escribe Pietro Nenni en sus Seis años de guerra civil en Italia, este
noble marqués habría sido un bandolero de leyenda; en la posguerra, jugó el papel de defensor
del orden, al servicio de los terratenientes. Ahora, el gobierno fascista lo ha convertido en
prefecto» (París, Valois, 1930).
125
Angelo Tasca
41
En esta parte dedicada a la difusión territorial de la ofensiva fascista, los pasajes entre comillas.
–cuando no hay indicación en contrario– han sido tomados de la Historia de la revolución fascista
de Chiurco, tomo III (Historia «oficial» publicada en 1929, con un prefacio de Mussolini).
126
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
La acción se prolonga en las minas de Arsa (Albona), donde los obreros están
en huelga y además armados; la autoridad militar decide ocupar la zona, que
es atacada por tierra desde el mar. Después de algunas escaramuzas, se
acaba con la resistencia de los mineros. A partir de este momento, las escuadras
fascistas, que durante estos enfrentamientos han podido completar su
organización y su armamento, proceden, en toda la región, a la «destrucción
metódica» de las organizaciones políticas, sindicales, cooperativas y culturales
de la clase obrera. Todos los «círculos de cultura» de los barrios y de las
proximidades de Trieste son destruidos. Algunas semanas después, una
publicación socialista hace el balance de esta ofensiva, en los términos
siguientes:
«De las decenas y decenas de Bolsas del Trabajo y de Casas del Pueblo
que existían en la región, sólo funcionan actualmente tres o cuatro, dos
de las cuales, las de Trieste y Pola, lo hacen en locales provisionales o
incluso entre los escombros de los edificios destruidos. De los cien
Círculos de Cultura de la región, no ha podido ser salvado ni uno solo».
En el valle del Po, es, sobre todo, el fascismo agrario el que actúa,
apoyándose en las escuadras de combate, surgidas previamente en los
centros urbanos de la región. Después de los sucesos del Palazzo d’Accursio,
en Bolonia, y los de Castello Estense, en Ferrara, la tensión, que ha alcanzado
un grado máximo, se descargará mediante una secuela de «expediciones de
castigo». El 24 de enero, en Módena, se hacen algunos disparos contra un
desfile fascista; dos escuadristas resultan muertos, uno de los cuales pertenecía
127
Angelo Tasca
a las escuadras venidas de Bolonia para esta ocasión. En respuesta a esto son
rápidamente incendiadas las Bolsas del Trabajo de Módena y de Bolonia. El
ministro del Interior, Giolitti, ordena la revocación de las licencias para llevar
armas en las tres provincias de Bolonia, Módena y Ferrara. Mussolini, en «Il
Popolo d’Italia», protesta violentamente contra esta medida. En Bolonia y
Ferrara, los fascios, las asociaciones «liberales» y las organizaciones patronales
deciden oponerse a la entrega de armas. En Módena:
128
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
42
Mario Missiroli da una relación de las nuevas condiciones impuestas a las Ligas de campesinos:
«a) reunión de la Liga en presencia de cuatro delegados del fascio para controlar la discusión y las
deliberaciones; b) obligación de inscribirse en el fascio, sin derecho a discutir su programa, y de
renunciar al carnet de la C.G.L.; c) no se dará empleo a quien no esté en posesión de un carnet
del fascio; d) la Oficina de colocación funcionará con empleados pertenecientes al fascio; e) diez
horas de trabajo, ocho pagadas y dos en beneficio del fascio; f) obligación para los gerentes no
fascistas de alguna propiedad y sobre todo para los pequeños y medios colonos, propietarios y
apar ceros, de utilizar para la trilla del trigo y del maíz, etc. máquinas pertenecientes a los
miembros del fascio y mecánicos afiliados a él. A los que no se sometieran y. utilizaran otras
máquinas, se les amenazó con quemárselas. Se les dijo que se les negarían los bueyes para la
labranza». (Il fascismo e la crisi italiana, Bolonia, Capelli, 1921).
129
Angelo Tasca
131
Angelo Tasca
Secciones Círculos
Sociedades Bibliotecas
Ligas y Círculos Círculos Universidades Sindicatos obreros y
Regiones de Socorros populares y Total
campesinas socialistas y de cultura populares obreros Sociedades
Mutuos teatros
comunistas de Amigos
Piamonte 2 1 9 – 2 – 10 8 49
Lombardía
(excepto Pavía, – – 6 – – – – 1 13
Cremona y Mantua)
Liguria – – – – – – – – 3
Venecia 1 – 7 – 1 – – 1 28
(menos Rovigo)
Venecia Julia – – 5 100 – – 28 2 137
Valle del Po
Bolonia 5 – 5 – – – – 2 35
Cremona – – – – – – – – –
Ferrara 19 – 5 – 2 – 1 – 37
Mantua 15 – 2 – – 1 – 1 63
Módena – – – – – – – – 2
Parma – – 2 – – – – – 15
Pavía 25 5 8 – 4 – – 2 80
Piacenza – – 3 – – – – – 13
Reggio Emilia 8 – 2 – 1 – – – 16
Rovigo 3 – 2 – – – – 1 15
Valle del Pó 75 4 29 – 7 1 1 7 276
Romana – – 1 – – – – 1 3
Toscana – 2 70 – – – 1 24 137
Las Marcas – – – – – – – – –
Umbría – 1 6 – – – – 1 17
Lacio – – – – – – – – –
Mezzogiorno – – 3 – – – – – 7
(excepto Apulia)
Apulia 2 – 1 – – – 7 1 29
Sicilia 3 – 4 – – – 9 5 24
Cerdeña – – – – – – – 2 3
83 8 141 100 10 1 28 53 726
132
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
N . B . – El cuadro de la página anterior sólo tiene un valor muy aproximativo. Los datos con los
que ha sido establecido están tomados de la Historia de la revolución fascista, de Chiurco,
historiador oficial del partido, y son muy poco homogéneos. En esta publicación se habla, a
menudo, de destrucción de «todas las organizaciones rojas» de una localidad o de una zona, sin
más precisiones. La destrucción de un solo edificio –Casa del Pueblo, Bolsa del Trabajo–
comportaba la de todas las organizaciones que tenían su sede en él, pero nunca hemos podido
tenerlo en cuenta, excepto para el caso de Turín. Si se hubiera podido integrar estos datos
estadísticos para todas las localidades y. regiones, la penúltima columna, la de los sindicatos
obreros, se hubiera incrementado en varias decenas de unidades. El total de organizaciones de
todo tipo destruidas durante el primer semestre de 1921, es, sin duda alguna, superior en
algunos centenales de unidades al que nosotros hemos podido establecer. Incluso la investigación
publicada a principios de 1922 por el partido socialista, investigación que por otra parte ha sido
copiada a Chiurco, es muy incompleta, pues a veces renuncia a enumerar las violencias y las
destrucciones fascistas, sobre todo en lo que respecta a Venecia Julia, las provincias de Ferrara,
Rovigo, etc. «Los informes que hemos utilizado –dice el prefacio de esta Investigación– sólo
llegan hasta el mes de mayo o junio de 1921; y aún, en esta época, faltan las Romañas, la
provincia de Módena, una gran parte de la Toscana, de la Umbría, del Lacio, de las provincias de
Mantua, Piacenza y Parma». Este cuadro no incluye las simples «expediciones de castigo», que en
este período se cuentan por millares, ni las violencias sobre individuos, ni los simples cierres de
locales, ni las dimisiones forzadas de las municipalidades, ni las destrucciones de casas o
almacenes privados, ni los destierros, ni las restantes formas de terrorismo.
***
133
Angelo Tasca
Desde Ferrara y el Polesino, la ola sube hasta Venecia. Entre febrero y mayo
son destruidas las Bolsas del Trabajo de Vicenza, de Padua, de Belluno, de
Udine, capitales de provincia, así como las de otros centros de menor
importancia. Las expediciones toman cada vez más –aquí y en todas partes–
el carácter de verdaderas operaciones militares. El 10 de abril, por ejemplo,
tiene lugar una brillante «expedición de castigo» en Mossano (Vicenza).
134
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«En los días siguientes continúa –dirigida por Giunta (jefe del fascio de
Trieste)– la obra de reducción de la provincia, con la devastación de
locales rojos (socialistas) y negros (católicos populares), registros y
detenciones.»
136
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
En Scandicci, los gendarmes y los fascistas son recibidos con disparos de fusil
y bombas, y tienen que retroceder y abandonar su camión, que es
incendiado; Pero vuelven al ataque.
137
Angelo Tasca
43
Sobre la acción escuadrista en Toscana (provincias de Florencia, Grosseto, Arezzo, Siena, Pisa),
Cf. Fascismo. Inchiesta socialista sulle gesta dei fascisti in Italia, Milán, Soc. Ed. Avanti, 1922. El
conflicto de Foiano della Chiana (17 de abril de 1921) tuvo una gran resonancia. Según Chiurco (t.
III) unos autocares fascistas salidos de Florencia al alba del 17 «para efectuar uña gira de
propaganda por la región» fueron atacados, cuando regresaban, a un kilómetro de Foiano: tres
fascistas resultaron muertos y varios heridos. Los hechos, en realidad, se desarrollaron de muy
distinta manera. La «gira de propaganda» del 17 había sido precedida por otra expedición el 12
de abril. Uno de los participantes cuenta que aquel día «una. cincuentena de escuadristas, junto
con algunos fascistas de Arezzo, fueron con los camiones desde Arezzo hasta Foiano della Chiana,
donde ocuparon la cooperativa roja y distribuyeron gratuitamente entre la población las
mercancías que había en ella» (Bruno Fralloni, Squadrismo fascista, Florencia, Vallecchi, 1933).
Nueva expedición el 17. Durante esta «gira de propaganda», la sección comunista del Pozzo fue
destruida. «Semejante destrucción exasperó los ánimos. La noticia llegó hasta Foiano, que está
situado a algunos kilómetros de Pozzo. Previendo que iban a ser objeto de nuevas violencias,
muchos de los trabajadores se alejaron de la aldea» (Fascismo, Inchiesta socialista). Los
escuadritas llegaron a Foiano hacia las 8. Según el relató de Frollini, «no se encontró a ningún
elemento subversivo, pues todos ellos, prudentemente, se habían marchado». Los fascistas
fijaron algunos manifiestos en las paredes y después se fueron a Marciano. Allí, «se
administraron algunos golpes» y cogieron la bandera roja del municipio. El secretario de la
sección comunista local, antiguo ardito, fue subido al camión y después «se le hizo bajar, y con un
buen par de bofetadas, se le tiró al suelo». Una tormenta de granizo obligó a los fascistas a volver
a Foiano, desde donde algunos volvieron a bajar en camión. Fue entonces cuando un grupo de
campesinos, armados de fusiles y hocinos, les atacó. Los malos tratos infligidos a los cuerpos, de
los que habló toda la prensa fascista, fue de cabo a rabo un rumor montado por ellos. El episodio
se redujo a una batalla entre campesinos exasperados y escuadristas que recorrían la región,
armados, para llevar a cabo una de sus habituales «expediciones de castigo». Las «represalias»
fueron terribles. Según el propio Chiurco, una veintena de escuadristas de Siena, después de
haber recibido «armas y municiones del distrito militar», salen hacia Florencia y llegan a Foiano
durante la noche del 17 al 18, al mismo tiempo que una escuadra venida de Perugia. Otras
escuadras llegan durante la tarde del 18: una más de. Siena y otras de Florencia, San Giovanni,
Valdarno y Montevarchi. Sobre el propio terreno, en la aldea semidesierta, «se constituye un
tribunal fascista y se ejecuta a algunos jefes responsables. (?)... Las casas de los campesinos
cómplices de la trágica emboscada, son incendiadas» (Cf. G. Salvemini, The Fascist Dictatorship,
Londres, J. Cape, 1925).
138
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
139
Angelo Tasca
Pero la policía y la tropa intervienen en favor de los fascistas, para facilitar sus
empresas y para defenderse de las represalias de los campesinos; la lucha se
transforma rápidamente en una lucha desigual: entre los meses de marzo y
mayo, de las Bolsas del Trabajo de Tarento, Barí, Corato, Andria y Barletta no
quedan más que las paredes calcinadas. Los fascios constituyen los primeros
sindicatos «económicos», se rompen los contratos de trabajo y los agrarios
piensan imponer de nuevo su voluntad en el empleo de la mano de obra
agrícola. Desde ahora, tienen en sus manos un arma terrible para concluir la
destrucción de los sindicatos libres, pues los que se obstinan en permanecer
en ellos no encuentran ni una sola hora de trabajo y están condenados –en un
momento en que la emigración es prácticamente imposible– a morir de
hambre, junto con su familia.
141
Angelo Tasca
«Tenemos con nosotros a los oficiales del ejército, que nos proporcionan
las armas y las municiones. Somos potentes y estamos organizados de
una forma inteligente. De esta manera, podemos organizar mejor
nuestra acción, sin correr demasiados riesgos… Os hacemos desarmar
por la policía antes de avanzar contra vosotros, no porque os tengamos
miedo, puesto que os despreciamos, sino porque nuestra sangre es
preciosa y no debe ser malgastada, contra la plebe vil y abyecta
143
Angelo Tasca
De esta manera se crea una activa solidaridad entre las localidades, entre
provincias y entre grupos de provincias; entre ellas se lleva a cabo un
intercambio, permanente de ayudas, colaboración casi automática a la
primera llamada, si una de ellas es amenazada o si hay que partir a, la
conquista de un centro importante. Cada vez, más se ven en las expediciones
binomios y trinomios de fascios, que adquieren la costumbre de operar
conjuntamente: Trieste y Fiume; Bolonia y Módena; Bolonia, Módena y
Ferrara; Brescia y Verona; Verona y Mantua; Florencia, Pisa y Siena; Casale,
Alejandría y Mortara. Si hay que conquistar Grosseto, donde el fascio es débil,
se empieza enviando de Florencia cuatro fascistas bien entrenados, para
145
Angelo Tasca
146
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Por el contrario, no hay apenas ningún ejemplo de ataque socialista contra los
fascios, o de antifascistas que se hayan trasladado de una localidad a otra,
amenazada por los escuadristas. La acción socialista de la preguerra y el éxito
socialista de la posguerra habían creado en Italia –en la época del teléfono y
del ferrocarril– varios centenares de pequeñas «repúblicas», de «oasis»
socialistas, sin comunicación entre ellos, como en la Edad Media, pero sin las
murallas que entonces defendían a las ciudades. El socialismo era el resultado
de la suma de varios millares de «socialismos» locales. La falta de una
conciencia nacional elaborada, la total separación de los municipios en
compartimentos estancos, han sido una desventaja muy grave para el
socialismo italiano. El fascismo también se adapta a las condiciones locales, y
por una especie de mimetismo, pero tiene sobre el movimiento obrero una
gran superioridad: su posibilidad, de desplazamiento y de concentración,
basada en una táctica militar. Los sesenta y tres municipios de la provincia de
Rovigo, la provincia de Matteotti, todos en manos de los socialistas, son
ocupados uno tras otro, sin que nunca se les ocurra la idea de unirse para
poder disponer de unas fuerzas superiores en los lugares amenazados. Las
campanas nunca han tocado, como en la época de la gran Revolución, para
dar la alarma a los campesinos; en el valle del Po, el «miedo intenso» no ha
hecho sino agravar el aislamiento. Los treinta o cincuenta fascistas armados
que llegan a cada localidad son siempre más fuertes que los trabajadores del
lugar. Los fascistas son casi todos arditi y ex combatientes, dirigidos por
oficiales. Se trata, a menudo, de desarraigados, y como sucede en el frente,
pueden vivir donde sea. Los trabajadores, por el contrario, se agrupan
alrededor de su Casa del Pueblo, como antaño las casas de la ciudad lo hacían
alrededor del castillo; pero el castillo defendía el pueblo, aunque al mismo
tiempo le estuviera robando; en cambio, la Casa del Pueblo necesita ser
defendida. Los trabajadores están ligados a su tierra, donde en el curso de
largas luchas han realizado conquistas admirables. Esta situación deja en
manos del enemigo todas las ventajas: la de la ofensiva sobre la defensiva, la
de la guerra de movimiento sobre la guerra de posiciones. En la lucha entre el
camión y la Casa del Pueblo, es el primero el que tiene que vencer y el que
vencerá.
147
Angelo Tasca
fábricas, en las que unos meses antes había ondeado la bandera roja y donde
todo el movimiento de la mano de obra pasaba por la comisión obrera, los
patronos eliminan, ahora, a los «indeseables». Giolitti se frota las manos.
Imagina que una vez liquidada la ocupación de las fábricas, firmado el Tratado
de Rapallo, solucionado el asunto de Fiume y suprimido el precio político del
pan, puede permitirse dar una buena lección a los socialistas y liberarse, al
mismo tiempo, de la excesiva presión de los populares. Disuelve la Cámara,
con la esperanza de que las nuevas elecciones reducirán los efectivos
parlamentarios de estos dos partidos. «Sigo siendo el amo –piensa– y después
incluyo a los socialistas en el gobierno, conmigo.» Para que esta operación
tenga éxito, es necesario que los socialistas y los populares estén debilitados
en todo el país y que el terror del fascismo les empuje a aceptar sus
condiciones. Deja, pues, que reine el fascismo, que sea apoyado por la fuerza
pública, que el ministerio de Guerra le proporcione cuadros y qué las
autoridades militares le faciliten armas. Su ministro de Justicia, Fera, un
francmasón, envía una circular a la magistratura, invitándola a olvidarse de
los expedientes contra los actos criminales de los fascistas.
Las municipalidades socialistas, atacadas por los fascistas, son disueltas por
decreto ministerial «por razones de orden público»; esto ocurre con la de
Bolonia el 2 de abril y con las de Módena, Ferrara, Perugia y centenares más,
poco después. Los fascistas entran en el bloque nacional, figuran en sus listas.
Al mismo tiempo, su acción terrorista es «legalizada»; el Estado «liberal»
realiza, así, su primer e irreparable gesto de suicidio. Desde este punto de
vista, Giolitti ha sido, en mayor medida que, Mussolini, el Juan Bautista del
fascismo.
Sin embargo, la lucha no ha hecho más que empezar, y el fallo está aún
lejano. Se ha producido un primer viraje a la derecha; los partidos obreros,
¿sabrán aprovechar la lección? Por el momento, no hay nada que haga
preverlo. Los socialistas se felicitan por su «victoria», exaltada por Avanti con
un gran titular: Los proletarios de Italia han enterrado a la reacción fascista
bajo un alud de votos rojos. Los comunistas, más ciegos todavía, han dirigido
su campaña mucho más contra los socialistas que contra los fascistas, dando
la consigna siguiente: Las elecciones de mayo de 1921 tienen que significar el
proceso del Partido socialista. Mussolini, con la insolente alegría de su triunfo,
siente que se aproxima su hora, la que espera desde 1914, la hora de la
venganza y del poder.
47
Mussolini pensó en un principio en llevar a cabo una táctica que variase, según las condiciones y
las relaciones de fuerza locales, «desde el simple apoyo a los partidos nacionales más próximos,
hasta la formación de un bloque cuyo eje principal debía estar constituido por los fascistas, y la
lucha a base de listas exclusivamente fascistas en las zonas definitivamente conquistadas» ( Il
Popolo d'Italia, 2 de abril de 1921). Casi inmediatamente se inclinó en favor de «la constitución de
bloques nacionales». En un primer orden del día votado en Milán el 7 de abril por el Comité central
de los fascios, Mussolini pone como condición que «los partidos, grupos y asociaciones que
participen en los bloques acepten sinceramente el espíritu del movimiento y los puntos esenciales
del programa fascista». Después de partir de esta posición relativamente intransigente, que le es
más cómoda para pactar, presenta, el 15 de abril, un programa muy conciliador con las
«agrupaciones económicas», exigiendo «el fin del colectivismo de Estado» y la protección aduanera
de la industria; con los católicos, declarándose «bastante favorable a la limitación, si no a la
abolición, del monopolio escolar del Estado»; con los ex combatientes, pidiendo «la solución
definitiva de sú situación»; y, finalmente, con las derechas nacionalistas, refiriéndose al discurso de
política extranjera pronunciado en Trieste en febrero y tomando partido en favor de una política
«de expansión pacífica en el Mediterráneo y al otro lado del Atlántico» (Chiurco).
152
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Capítulo VIII
EL FASCISMO EN LA ENCRUCIJADA
En el informe que precedía al decreto de disolución de la Cámara, Giolitti
había escrito:
«Una solución seria de los problemas sociales más graves será más
fácil el día en que las clases trabajadoras hayan superado este período
de vagas aspiraciones revolucionarias, que han sido y siguen siendo un
grave obstáculo para el progreso. Sería lógico que los trabajadores
invitasen a sus representantes a tomar parte activa en la vida política,
en lugar de limitarse a una función puramente crítica».
Pero el resultado de las elecciones hechas contra los socialistas y contra los
populares hace imposible la colaboración de estos dos partidos con Giolitti.
Los socialistas le reprochan, además, su complicidad con los fascistas y la
sangre que éstos últimos han podido verter impunemente; los populares
están en contra suya por no haber llamado a los representantes de los
sindicatos católicos, para participar en la Comisión de encuesta sobre la
industria y por haber abandonado el proyecto de su propio ministro de
Instrucción, Benedetto Croce, sobre las oposiciones de magisterio, proyecto
en el que el Vaticano y los populares estaban muy interesados. Estos nuevos
reproches, unidos a los ya existentes, levantan una barrera de rencor contra
Giolitti, que debe renunciar así a la operación para la cual había celebrado las
elecciones.
154
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Mussolini, durante algún tiempo, proyecta derrocar a Giolitti para ser él quien
forme un gobierno de coalición. La operación depende de los populares que,
a su manera, siguen siendo demócratas y cuyos sindicatos exigen grandes
reformas sociales. Mussolini prepara el terreno separándose ostentosamente
de las derechas y sobre todo de los nacionalistas. Por ello hace que en el
Consejo nacional fascista de Milán (2-3 de junio de 1921), éste vuelva a
adoptar la fórmula republicana que había abandonado; al mismo tiempo,
hace votar la autonomía del grupo parlamentario fascista respecto de los
demás grupos y la abstención de los diputados fascistas en la sesión que
abrirá la nueva legislatura, en la que el rey estará presente y leerá el discurso
habitual. Guando por primera vez toma la palabra en la Cámara, el 21 de junio
de 1921, Mussolini inicia la preparación de la gran maniobra política. Este
primer discurso es furiosamente nacionalista; en él saca a relucir los
problemas de Tessino, del Alto Adigio, de Fiume, de Montenegro, y rechaza,
por entero, la política del conde Sforza, ministro de Asuntos Exteriores en el
gobierno Giolitti. Al mismo tiempo, intenta más de una vez captarse a los
populares: el fascismo «no predica ni practica el anticlericalismo», no tiene
nada que ver con la francmasonería; acepta, en gran parte, las tesis de los
populares sobre el divorcio, la libertad de enseñanza, la propiedad rural y la
descentralización administrativa. Por encima de los populares, Mussolini se
dirige al Vaticano; si el Papado, renuncia a sus sueños de poder temporal, el
Estado debe proporcionarle «su ayuda y facilidades materiales para las
155
Angelo Tasca
Otra parte del discurso de Mussolini está Consagrada a las relaciones entre
fascistas y socialistas. Desde las primeras palabras, declara que su discurso
será «netamente antidemocrático y antisocialista», y se entrega a una crítica
contra ellos que incluso pretende ser doctrinal. Ya en un artículo del 14 de
enero, había proclamado que «el capitalismo está apenas en el principio de su
historia» y renueva su acto de fe ante la Cámara: «La verdadera historia del
capitalismo empieza ahora».
«Les conozco muy bien, porque una parte de ellos son mis criaturas;
reconozco, con una sinceridad que puede parecer cínica, que yo he
sido el primero en infectar a esa gente, cuando introduje en la
circulación del socialismo italiano un poco de Bergson mezclado con
mucho de Blanqui.»
Pero esa gente, añade, ha digerido mal esta comida. Los fascistas hacen una
distinción entre el partido socialista y la C.G.L.
156
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
157
Angelo Tasca
Giolitti, por su parte, prepara una solución análoga. Acaba de sofocar una
huelga de los funcionarios de las Administraciones centrales, de Correos y
Telecomunicaciones y de Hacienda, que sufren una derrota total y tienen que
reemprender el trabajo sin condiciones y bajo la amenaza de severas
sanciones. Pero, al mismo tiempo, ablanda a los dirigentes de la C.G.L.
cediendo al «Consorcio obrero metalúrgico», sociedad cooperativa de
producción que es una emanación de la F.I.O.M., cinco grandes empresas del
Estado: los arsenales de Nápoles y Venecia y las fábricas de armas de Terni,
Génova y Gardone, con el fin de asegurar una gestión menos deficitaria de
estos establecimientos, aligerando, de esta forma, el presupuesto del Estado.
El «bolchevismo» italiano era realmente poco peligroso, puesto que, a finales
de mayo de 1921, podían confiarse arsenales y fábricas de armas a la misma
Federación metalúrgica que, ocho meses antes, había decidido la ocupación
de las fábricas. Pero, como pieza maestra de la gran maniobra, Giolitti hace
elaborar y aprobar por las comisiones parlamentarias nuevas tarifas
aduaneras (proyecto Alessio) que marcan un momento crucial en la economía
italiana. Unas barreras aduaneras elevadas van a «defender», de nuevo, la
industria y la agricultura nacionales. Los dirigentes de la C.G.L. y los dirigentes
industriales están de acuerdo en éste aspecto, pues la medida «creará
trabajo» y permitirá, nuevamente, un cierto reparto de los superbeneficios
entre capitalistas y obreros sindicados del Norte. Giolitti ha sentado, de esta
manera, los fundamentos de la política económica que había seguido antes
de la guerra y espera que esta «colaboración» económica conducirá a la
participación de los dirigentes socialistas o, por lo menos, de los dirigentes
sindicalistas en el gobierno. Pero no podrá recoger los frutos de su obra.
Cinco días después del primer discurso de Mussolini, el gobierno Giolitti es
derrotado en la Cámara ante un orden del día presentado por los socialistas, y
al que se han asociado los fascistas.48
48
En la sesión del 26 de junio, después de un debate sobre la política extranjera del gobierno
(defendida la víspera en la Cámara por el ministro Sforza), socialistas, comunistas, republicanos,
Nitti y sus partidarios, liberales de derecha, fascistas y nacionalistas unieron sus votos contra esta
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Sin embargo, una vez eliminado Giolitti, Mussolini está lejos aún de: tener el
campo libre. En el interior mismo del movimiento fascista surgen obstáculos
que se acumulan delante suyo en el camino hacia el poder. Un cierto malestar
reina entre los cuadros a causa de su actitud respecto al Tratado de Rapallo y
a la acción de D’Annunzio en Fiume. Por ello debe consagrar una parte del
discurso que pronuncia en Trieste, el 6 de febrero de 1921, a su propia
defensa.
50
Pus: juego de palabras despectivo forjado por los fascistas a partir de la sigla P.S.U., partido
socialista unificado. [N. del T.]
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164
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Mussolini utiliza aquí todos los argumentos que pueden convencer a los
refractarios; piensa todo lo que dice, pero no dice todo lo que piensa, ya que
su objetivo es llegar a firmar el pacto de pacificación lo antes posible, no
importa cómo, a fin de preparar la salida política que él entrevé y sobre la
cual especulará durante varias semanas. Su plan se va precisando: separar a la
C.G.L. del Partido socialista y constituir después una especie de «Partido
laborista», con la coalición de la C.G.L. y los sindicatos «nacionales», que
empiezan a surgir por todas partes. La autonomía, que apartaría a la C.G.L.,
escribió el 2 de julio, «de todos los partidos socialistas y no socialistas»,
significaría
165
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51
Término militar italiano, para ordenar a los soldados que pongan la culata del fusil bajo el
brazo, preparándose para disparar.
166
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
167
Angelo Tasca
«Yo creo que, tarde o temprano, será necesario llegar a una nueva
gran coalición, de las tres fuerzas verdaderamente “eficientes” en la
vida del país. Está, en primer lugar, la fuerza del socialismo, que
empieza ya a reformarse, como lo prueba el voto de la C.G.L. contra los
comunistas y su nuevo punto de vista en lo que se refiere a la huelga
de los servicios públicos; en segundo lugar, la fuerza de los populares,
que es poderosa y se apoya –no se con qué beneficio para la religión–
sobre la inmensa fuerza del catolicismo, y, finalmente, no puede
negarse la existencia de un movimiento complejo, formidable,
esencialmente idealista, que agrupa a lo más selecto de la juventud
italiana. A estas tres fuerzas, reunidas alrededor de un programa que
debe constituir su común denominador, les corresponderá, el día de
mañana, la tarea de conducir a la Patria a mejores destinos».
«en el terreno real, los Baldini, los Turati, los Baldesi, no podrán hacer
más que los otros; solamente darán testimonio, porque son nuevos, de
una mayor voluntad y acabarán por sacar a flote a la clase política
dominante, tan deficiente y afectada en algunos aspectos, de
marasmo senil. Una vez roto el cinturón de castidad socialista, el
futuro próximo verá ampliarse considerablemente las posibilidades de
los gobiernos».
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171
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52
En el mismo artículo («Il Popolo d'Italia», 7 de agosto de 1921), Mussolini niega que quiera ser
«una especie de amo» del fascismo italiano: «Soy un duce, si se quiere. He dejado que se
propagara esta palabra porque, aunque a mí no me guste, por lo menos gusta a los demás».
Anteriormente (el 24 de mayo) había declarado: «Si por ventura mis ideas no obtienen la
aprobación del fascismo, no me preocupo en absoluto. Soy un jefe (capo) que va delante y no un
jefe que sigue. También –e incluso sobre todo– voy a contracorriente, nunca me abandono y
siempre estoy vigilante...»
172
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
173
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hacía falta mucho espíritu crítico para prever que la irrupción de los que
llegaron, en último lugar, «llegados, sobre todo, cuando el enemigo se batía
en retirada» y el celo sospechoso de las «viejas camarillas clericales y
agrarias» iban a borrar las características originarias del fascismo. En efecto,
el fascismo,
174
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
53
Después de la marcha sobre Roma, Bergamini experimentará personalmente el «estilo»
fascista, puesto que él tampoco escapará a las porras de los camisas negras y tendrá que
abandonar su periódico.
175
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176
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Por su lado, los nacionalistas, señala «Il Popolo d’Italia», «han caído en una
emboscada política» y su periódico, «Idea Nazionale», que es al mismo tiempo
el órgano de la industria pesada y de los proveedores de material de guerra,
descubre que el fascismo no ha nacido en Milán, en marzo de 1919, sino «en
Bolonia, en diciembre de 1920». Mussolini tiene, pues, contra él a su propio
movimiento, a la gran burguesía industrial y agraria y a los nacionalistas y se
da cuenta de que nunca podrá desarmar a los socialistas, ni siquiera a los de
derecha. Sin embargo, está totalmente decidido a no trabajar para el rey de
Prusia, es decir, a no apostar sobre una política de la cual no sería personal-
mente el árbitro y el beneficiado.
Los socialistas no han visto en la crisis fascista más que el apuro en que se
encuentra Mussolini, y en lugar de aprovecharse de ello políticamente,
contemplan el espectáculo con los ojos cegados por sus resentimientos,
alegrándose de este desquite inesperado y que consideran definitivo. Ya en su
discurso a la Cámara sobre los sucesos de Sarzana (22 de julio), Mussolini se
había lamentado de que los socialistas no hubieran respondido a sus
proposiciones de otra forma que llamándole Maddaleno pentito, una
Magdalena pecadora y arrepentida. Con motivo de su dimisión, «Avanti» le
dedica una maliciosa sonrisa de alegría, que no olvidará fácilmente.
177
Angelo Tasca
tregua provisional? En todo caso, desde el punto de vista militar, no hay más
que un ejército sobre el terreno, el de las escuadras fascistas. El movimiento
de los Arditi del Popolo apenas empieza a organizarse, y, por otra parte, según
el artículo 5 del pacto, el partido socialista ha declarado «ser ajeno» a esta
organización.
Pero el partido socialista discute con Moscú, con la III Internacional, a la que
todavía está adherido, según la decisión tomada en su último congreso. 54 En
54
En el Congreso de Livorno del P.S.I. (enero de 1921), a pesar de la condena explícita
pronunciada contra los socialistas por el representante de Moscú (un búlgaro, Kabachev), se
había votado por unanimidad una moción de Bentivoglio que reafirmaba «plenamente» la
adhesión a la Tercera Internacional, dejaba eh manos del próximo Congreso de ésta el decidir
sobre la controversia y se comprometía «desde ahora a aceptar sus conclusiones». Turati no
aprobaba esta moción, pero Modigliani, por razones de oportunidad, le disuadió de que
manifestara su desacuerdo. Esta unanimidad había sido posible gracias a una moción ambigua
votada por los «concentracionistas» en Reggio Emilia. Después del Tercer Congreso de la
Internacional (Moscú, junio-julio de 1921), que había exigido «la expulsión de aquellos que han
participado en la Conferencia de Reggio Emilia y de los que los defienden», la dirección del
partido confirmó (12 de agosto), de una forma general, su adhesión a la Internacional, haciendo,
sin embargo, la concesión de declarar «incompatible la presencia de aquellos que formulan
principios de colaboración o de participación». Pero poco a poco la polémica se fue haciendo más
enconada. La ruptura se consagró en el Congreso de Milán, en el que los delegados de Moscú
declararon que «el P.S.I. se había situado —deliberada y definitivamente— fuera de la
Internacional comunista». Sin embargo, la dirección maximalista del partido no se resignó nunca
oficialmente a este «hecho consumado». La evolución de la C.G.L. fue más rápida y más clara. La
escisión que tuvo lugar algunos días antes en el P.S.I. permitía a los dirigentes de la
Confederación iniciar en el Congreso de Livorno, tras la tapadera del pacto de alianza con el
partido, un movimiento de separación. De hecho, la decisión de renovar «la adhesión
178
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Moscú, sólo se tiene una idea muy aproximada de lo que ocurre en Italia, y
además, después del fracaso de la marcha sobre Varsovia y el alejamiento de
toda perspectiva próxima de revolución a escala mundial, Italia no es, a los
ojos de los rusos, más que un peón de mediocre importancia en el tablero
europeo. En el partido socialista se quiere mantener la investidura oficial de
Moscú, porque ésta permite defenderse en la encarnizada competencia de
los comunistas. Pero, de esta manera, el partido se convierte en el prisionero
de las posturas comunistas; se lucha con los comunistas a golpe de fórmulas,
pero estas fórmulas, empleadas en la lucha de tendencias, vuelven a
encontrarse y pesan en el terreno de la política general, donde lo que está en
juego es la suerte de la clase obrera y del pueblo italiano. De vez en cuando,
el manganello (garrote) fascista hace caer la venda de los ojos, pero ésta
vuelve a ser colocada en su sitio en seguida, precipitadamente, cuando hay
que pasar de la vista de los hechos a las conclusiones políticas y tácticas. Se
oscila así entre la jactancia y la apatía, entre la intransigencia «simbólica» y la
resignación ante lo «inevitable». Hay momentos en que podría creerse que la
sangre derramada y las llamas de los incendios van a modelar una nueva
conciencia política, pero cada vez se retrocede ante el consentimiento
necesario, ante la decisión a tomar, se tiene más miedo de no parecer
«revolucionario» que de dejar al fascismo que vaya ocupando poco a poco
Italia entera.
Los comunistas, que no han firmado el pacto, gritan: «No hay reconciliación
posible; entre nosotros y el fascismo hay entablada una lucha a muerte:
fascismo o comunismo». En la práctica, luchan contra los fascistas ni más ni
menos que los demás, pero su postura constituye una ayuda considerable
para el fascismo. Para ellos, todo es fascismo: el Estado, la burguesía, la
democracia y los socialistas. Por lo tanto hay que luchar en todos los frentes:
contra los socialistas, contra la democracia, contra la burguesía, contra el
Estado, contra los fascistas. Meterlo todo en el mismo saco, eso
«simplificaría» la lucha. No será necesario medir ni dirigir los golpes. En
realidad, los comunistas no sostienen una lucha en serio y a fondo más que
contra los socialistas; es en ella donde recogen sus laureles, en un juego
incondicional (sic) al intento hecho por los sindicatos rojos de crear la Internacional», pero
subordinándola a la misión de «conservar a cualquier precio, los lazos entre la C.G.L. y el P.S.I.»,
implicaba una ruptura en el terreno sindical, de la misma forma que el partido había roto en el
terreno político. El Consejo nacional de Verona, que se celebró a principios de noviembre de
1921, después de haber manifestado una adhesión totalmente platónica a los «principios de la
Internacional roja», decidió que la C.G.L. permaneciera en el seno de la organización sindical
internacional de Amsterdam, de tendencia social-demócrata. (Cf. Alberto Malatesta, La crisi
socialista, Milán, Sonzogno, 1923).
179
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55
En castellano en el original.
181
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acción legal y política y de versé reducido a las hazañas de una guerra civil, en
la que acabaría por movilizar en contra suya a la mayoría del país y
enfrentarse a la acción represiva del Estado. Mussolini quiere poder jugar con
dos barajas, evitar que la intolerancia y la impaciencia de los escuadristas le
arranquen las armas legales, de las cuales cree que el fascismo aún tiene
necesidad. A principios de septiembre, piensa en un partido fascista DEL TRABAJO.
Es la transición entre el proyecto ya caduco de un «partido laborista» y la
nueva fórmula. «La palabra trabajo es indispensable», afirma, en el nombre
del nuevo partido. Dos semanas después, propone simplemente: Partido
fascista. El nuevo partido no estará basado en una coalición de sindicatos,
como proyectaba a principios de julio, sino en una integración de los fascios y
de sus escuadras de combate, por fin sometidas a una disciplina política. En
lugar de realizar «la unidad del proletariado», él creará sus propios sindicatos;
es la tesis de los disidentes de Bolonia la que triunfa, y Mussolini la acepta
tácitamente. Sin duda, él es dimisionario desde su carta del 17 de agosto,
pero no ha renunciado en absoluto a la lucha. Si bien ha abandonado el plan
político del 23 de julio, queda aún la lucha por la hegemonía dentro del
movimiento fascista. Después de haberse desembarazado de su «laborismo»,
que ha arrojado, como si fuera lastre, por la borda, puede maniobrar ahora
más libremente a la vista del próximo congreso nacional. Empieza por solicitar
–sin obtenerlo, por otra parte– que esté congreso se celebre en Milán, donde
el ambiente le es favorable, y no en Roma. Al mismo tiempo, se preocupa por
la actitud del gobierno Bonomi, que parece decidido, a oponerse a la
«ilegalidad» fascista. En Módena, la guardia real ha disparado contra los
manifestantes fascistas, que han dejado varios muertos sobre el terreno.
Emoción y escándalo. Se han impuesto restricciones a portar armas y a la
circulación de camiones, cosa que puede llegar a estorbar las incursiones de
los «camisas negras». Las autoridades locales no aplican apenas las órdenes
ministeriales, o bien las utilizan sobre todo para perseguir a los débiles
núcleos de Arditi del Popolo. Sin embargo, aquí y allá, las escuadras fascistas
se enfrentan con algunas dificultades. Los fascios exigen que el grupo
parlamentario fascista pase a la oposición abierta contra el gobierno Bonomi,
pero Mussolini se opone «a una violenta acción antigubernamental»; antes
que nada, afirma el 7 de septiembre, hay que resolver la crisis fascista,
constituir el partido. Una ofensiva correría el riesgo de precipitar la situación
con la constitución de un bloque y, en consecuencia, de un gobierno
antifascista, y tal vez restablecería a Nitti en el poder; Bonomi es todavía el
mal menor.
182
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Los fascios, que se han desarrollado gracias a las facilidades de todo tipo
encontradas en las autoridades públicas, no pueden soportar esta nueva
atmósfera de control y de restricciones. El directorio del fascio de Florencia
publica, el 30 de septiembre, el siguiente cartel:
184
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
185
Angelo Tasca
La discusión sobre el informe moral había enfrentado, el primer día, a las dos
corrientes. Un representante de Turín había subido a la tribuna para deplorar
«que el fascismo marche codo a codo con los agrarios y con los esbirros de los
trabajadores»; mientras que un escuadrista había declarado: «No tendríamos
que firmar ninguna tregua, porque somos soldados». La «reconciliación»
entre los dos líderes, el segundo día, corta esta polémica. Pronuncian, uno
después de otro, un discurso sobre la cuestión del programa. Mussolini
expone de nuevo los puntos que ha publicado ya en «Il Popolo d’Italia»,
insistiendo una vez más en la oposición a todo estatalismo o colectivismo en
la economía: «En materia económica, somos liberales en el sentido clásico de
la palabra», y después de haber criticado la Constitución dannunziana del
Quarnaro, añade: «Nosotros, liberales en economía, no lo seremos en
absoluto en política». Afirma, también, la necesidad de un viraje a la derecha,
ligado a una política imperialista. Hace un elogio de Crispí, quien:
«en un momento en que Italia parecía dominada por la política
interior, tuvo la valentía de llevar a Italia al Mediterráneo, a África,
porque comprendía que no podía haber grandeza nacional si la nación,
en sí misma, no estaba dirigida por una idea de imperio».
Es necesario que un pueblo sienta este aguijón, sin el cual está condenado a
la decadencia y a la muerte.
Grandi pronuncia un discurso mucho más rico en ideas y en puntos de vista,
que es una crítica despiadada de las recientes actitudes de Mussolini, al que,
sin embargo, evita nombrar. Hay una oposición, dice, entre el fascismo
parlamentario y el fascismo nacional.
186
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Grandi replica en este punto a Mussolini que, en su discurso, había dicho que
«la democracia puede ser un medio, pero nunca un fin». El fascismo
–concluye Grandi– está elaborando en sí mismo, lentamente, los gérmenes
del Estado futuro. «Nuestro Congreso no es más que el prefacio de un gran
libro que será escrito por la nueva generación.»
Esta tarea podría parecer realmente ardua, dada la oposición formal de los
dos programas. Pero la solución adoptada permitía ganar tiempo y
salvaguardar la unidad del partido. Por otra parte, las masas fascistas no se
interesaban en absoluto por las cuestiones ideológicas: querían, sobre todo,
seguir atacando a los socialistas, y les era suficiente saber que Mussolini y
Grandi se habían puesto de acuerdo, para olvidar el pacto de pacificación.
Además, el conflicto programático estaba falseado por una especie de
inestabilidad continua que impedía conducirle a posiciones precisas y
coherentes. Mussolini, que es «conservador», ha pensado durante algunas
semanas en la colaboración con los socialistas; a quienes los conservadores
esperaban ver liquidados de una vez para siempre, gracias al manganello
fascista. Grandi, que habla del nuevo Risorgimento, que querría otorgar su
confianza a las masas y transponer, a escala italiana, la República del
Quarnaro, se apoya en los fascistas del valle del Po, inspirados y dirigidos por
los agrarios, la casta más sórdida y más hostil a los trabajadores. Mussolini no
disimula su desconfianza respecto a los sindicatos fascistas, sobre todo si se
pretende construir sobre ellos un «Estado sindical»; pero Grandi, que quiere
ser revolucionario y sindicalista, es el líder del fascismo de las «expediciones
de castigo», que están extirpando el sindicalismo hasta las raíces en un tercio
de Italia. Mussolini, que quiere la colaboración con la C.G.L., se enfrenta a
D’Annunzio, que pretende una «reconciliación nacional» en la que la C.G.L.
jugaría un gran papel; Grandi, que se proclama discípulo de D’Annunzio,
quiere destruir la C.G.L. hasta sus fundamentos. Mussolini, que quiere vina
dictadura personal, ha hablado, hasta la víspera del Congreso, de pacificación
y de colaboración; Grandi, que habla de democracia y de sindicalismo, quiere
que la ofensiva de los camisas negras sea llevada hasta el aniquilamiento del
adversario. Tanto en un lado como en otro, no hay ninguna correspondencia
entre las fórmulas y los hechos, entre los «principios» y las fuerzas que
deberían realizarlos, y este enmarañamiento de equívocos acaba facilitando
la fusión de las dos tendencias. La ideología reaccionaria de Mussolini tiene
fatalmente que unirse con las tropas reaccionarias de Grandi y, a partir de
este momento, la unidad queda constituida. Sobre todo porque Mussolini
está decidido a todo para lograr que los escuadristas vuelvan a él; ha dejado
correr el pacto de pacificación, firma el primero un telegrama de homenaje
enviado por el Congreso a D’Annunzio, hace demagogia nacionalista. Él, que
algunos meses antes defendía él Tratado de Rapallo, interrumpe el discurso
las organizaciones de combate no podrán impedirlo y, tascando el freno, «no tendrán más que
esperar, para salirse del ocio de la perezosa política parlamentaria, la señal, que no se hará esperar,
del asalto del pueblo contra el edificio ruinoso de la democracia burguesa» («Rassegna comunista»,
n.° 12, 15 de octubre de 1921).
188
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Otro episodio, que tuvo una gran importancia en la posterior evolución del
fascismo, precipita el acercamiento de las dos corrientes. Las bandas de
Toscana y Emilia han llegado a Roma, equipadas como para una «expedición
de castigo». En las calles de la capital, los escuadristas se abalanzan sobre
todos los que llevan una corbata roja, o que no se descubren a su paso, como
si estuvieran en «su» Florencia o en «su» Bolonia. En la estación, matan a un
ferroviario. Hay una huelga general de protesta. El gobierno está preocupado.
Que los fascistas impongan su voluntad en las demás ciudades, no es muy
grave; pero, en Roma, están las embajadas, el Vaticano, las peregrinaciones...
Los incidentes se multiplican, los fascistas se sienten rodeados de una
atmósfera de odio y desprecio, y se vengan de ello dejando en el interior del
Augusteo, la gran sala donde se ha celebrado el Congreso, montones de
escombros y basuras.57 Mussolini habla, en plena Cámara, de una «incom-
prensión entre el pueblo de Roma y los fascistas»; Grandi, de olvido y de
«ingratitud». Sin embargo, la lección ha servido tanto para el uno como para
el otro. Mussolini ha «descubierto» que el único fascismo que cuenta es el de
las escuadras de combate, cuya confianza le es necesario recobrar, si quiere
disponer de una fuerza real en su juego. Grandi ha comprendido que el valle
del Po no es toda Italia y que, incluso allí donde parecía haber triunfado, el
fascismo no puede mantenerse si ei Estado no se presta a ello. Poco después,
escribe a este propósito:
«La toma de posesión violenta y dictatorial de los poderes del Estado
nos parecía, en determinados momentos, que era una necesidad
urgente e imperiosa. Necesidad tanto más evidente cuanto que una
revolución semejante parecía posible y fácil… Las jornadas de Roma
han destruido esta ilusión. En Roma, en noviembre, tuvimos todos la
sensación precisa de que un intento de violencia, con barricadas en la
calle, no habría conducido a ninguna parte, porque la conciencia del
57
En una circular del 17 de noviembre. Dino Perrone Compagni habla así de los incidentes de
Roma: «La iniciativa que en Roma han tomado algunas escuadras, de obligar a la gente a quitarse
el sombrero sin tener en cuenta la estación, ni la duración del desfile, ha creado serios obstáculos
al Partido nacional fascista, a causa de la categoría de las personas afectadas y de la reacción muy
legítima de la población, que no tiene la intención de descubrirse ante unos banderines que
llevan la inscripción Me ne fregó (“Me importa un comino”). Yo mismo he podido advertir cómo
ciertos escuadristas no obedecen ninguna orden y quieren hacer del fascismo un simple
instrumento de violencia».
189
Angelo Tasca
deseaban y es necesario que así sea. Es una experiencia necesaria». En sus Memorias, volviendo
sobre este episodio, escribe: «En aquella ocasión, yo deseaba vivamente quitar al partido el
carácter personal que había adquirido bajo la influencia de mi voluntad. Pero, ante la evidencia
de los hechos, estaba convencido de que el partido no podía vivir y prosperar sin mi mando, mi
dirección, mi protección y mi impulso» («Mi vida», Candide, 9 de agosto de 1928).
59
En Montecitorio se había celebrado una primera reunión a la que habían asistido unos sesenta
diputados favorables a la fusión de las fuerzas democráticas constitucionales en el país y en el
Parlamento. El 26 de noviembre se decidió la fusión de los dos grupos: el grupo demócrata-liberal
(80 miembros) y el grupo social-demócrata (63 miembros). De esta forma, pasaban a constituir el
grupo más importante de la Cámara. Pero esta iniciativa, frágil en sí misma, puesto que las
relaciones así establecidas dejan de lado a los dos jefes, Giolitti y Nitti, está sobre todo dirigida
contra los populares. La pérdida sufrida en el aspecto de la estabilidad ministerial será, de esta
forma, muy superior al beneficio obtenido por la fusión. Mussolini lo comprendió perfectamente:
«¿Tendrá este acontecimiento repercusiones inmediatas de orden ministerial? Es poco
probable... Un gobierno sin populares es imposible en tanto que los socialistas se atrincheren en
el Aventino» («Il Popolo d’Italia», 27 de noviembre de 1921). Las consecuencias se pagaron con
ocasión de la crisis de febrero.
191
Angelo Tasca
La circular deja la puerta abierta a todas las evasiones, a todas las tolerancias.
Las autoridades locales efectúan algunos registros, pero sobre todo en las
Casas del Pueblo y en los locales de los sindicatos socialistas, para requisar las
pocas armas que podían quedar, y dejar, así, la vía libre al ataque fascista.
Varios grupos de Arditi del Popolo son detenidos y, cada vez, la magistratura
les condena despiadadamente. Para hacer respetar la ley, las autoridades
deberían ocupar cada local fascista, de donde salen las «expediciones de
castigo», y detener a todos los miembros de las escuadras de combate. 60 Se
limitan a hacer algunos registros; pero las armas que deberían buscar han
sido a menudo proporcionadas por las autoridades militares. Cuando se
decide un registro, los dirigentes de los fascios son prevenidos y tienen el
tiempo suficiente de transportarlas a un lugar seguro; poco falta para que las
escondan en el sótano de la comisaría de policía o de la prefectura. De esta
manera, no se encuentra nunca nada y, al día siguiente, las escuadras salen
de nuevo, armadas, en sus camiones, pasando tranquilamente bajo las
ventanas de la policía, donde se está redactando un informe precisando que
el registro, aunque ha sido largo, no ha descubierto nada que legitime
cualquier medida por parte de la prefectura. El gobierno se da cuenta de que
las medidas que ha tomado son inoperantes y considera la posibilidad de
disolver, por decreto, las escuadras de combate. Cuando los dirigentes del
partido fascista tienen noticia de esta intención, toman la delantera, y el 15
de diciembre de 1921 dan la orden siguiente:
¡A todas las Secciones del Partido! ¡A todas las Escuadras de combate!
Corre el rumor en la prensa de una próxima ofensiva del gobierno contra
el fascismo... Las Secciones del Partido y las Escuadras de combate forman
un todo indivisible. A partir del 15 de diciembre de 1921, todos los inscritos
en las Secciones formarán parte de las Escuadras de combate... De esta
manera, será imposible la disolución de las Escuadras de combate, si el
gobierno no ha declarado antes fuera de la ley al Partido nacional fascista
en bloque.
60
La organización de estas escuadras, estrechamente ligada a la del partido, era el objeto de la
atención especial de sus dirigentes. En la reunión del Comité Central (Roma, 20 de noviembre), se
decide constituir una Inspección general de las Escuadras de combate que, de acuerdo con el
secretariado político, se ocupe de: a) coordinar la organización de las escuadras, que deberán
adoptar normas de disciplina y criterios de instrucción análogos, así como un uniforme único; b)
tomar las disposiciones necesarias para aumentar la eficacia de las escuadras; c) mantener, entre
las escuadras, la coordinación, necesaria, etc.
192
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
193
Angelo Tasca
Capítulo IX
HACIA EL CAPORETTO SOCIALISTA
A finales de 1921, Mussolini tiene que hacer frente a un serio peligro: una
coalición de izquierda podría formar un gobierno decidido a liquidar la
violencia fascista. En la cámara hay 535 escaños, de los cuales 145 son
socialistas, comunistas y republicanos; 110 populares y 150 «demócratas».
Con la clara intención de provocar una crisis ministerial, los socialistas, el 26
de noviembre, presentaron una moción denunciando la inercia, del gobierno
frente a las bandas armadas. Si los fascistas pasasen también al ataque,
Bonomi sería derrocado como seis meses antes lo fue Giolitti. Pero Mussolini
no desea en modo alguno una crisis en ese momento, y en su discurso trata
con miramientos al gobierno. Los hombres que ocupan el poder, afirma,
podrían intentar aplastar a las dos fracciones extremas: fascistas y comunistas
al tiempo:
194
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Es preciso que la guerra cese en el interior, para que la atención del
pueblo italiano se vuelque allende las fronteras y se concentre sobre
los acontecimientos que maduran y que están destinados a transformar
una vez más el mapa de Europa. Porque hay que optar entre una
revisión de los tratados o nueva guerra. Por consiguiente, es preciso
que Italia se presente unida, compacta, en el torneo de las naciones;
liberada de las preocupaciones de orden interior; dispuesta a mostrar
al mundo –puesto que de ahora en adelante nuestra vida no será
nacional, ni siquiera europea, sino mundial– que Italia va a entrar en el
cuarto y más luminoso período de su historia».
195
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La crisis estalla dos meses después. La nueva entrada del Parlamento se fija
para el 2 de febrero. El día antes, las derechas, los fascistas y los socialistas
deciden votar contra el ministerio, y, lo que resulta decisivo, el grupo
«demócrata» pide a sus miembros del gabinete que dimitan. Únicamente los
populares se pronuncian por el status quo. Se reprocha al gobierno su actitud
difusa durante la Conferencia de Cannes, y a la vez la ineficacia de las medidas
de pacificación y de desarme interiores; su debilidad con los fascistas y
algunas complacencias con los socialistas; la excesiva influencia de los
populares en el seno del gabinete y, al tiempo, el nacimiento de un cierto
anticlericalismo. También se le reprocha no haber llegado hasta el final en las
medidas para salvar la Banca Nazionale di Sconto, que se vio obligada a cerrar
sus ventanillas y pedir la moratoria. Entre los responsables de la caída de este
gran banco, hay varios suministradores de fondos del fascismo y del
nacionalismo que desearían salvarse a expensas del Estado. La campaña
encuentra eco en algunos diarios de la «democracia», como en el Paese.
Una vez abierta la crisis, Giolitti y Nitti se afanan en resolverla, pero ambos
desean ser el deus ex machina de la nueva combinación, y sus esfuerzos, una
vez más, se neutralizan mutuamente. Por su lado, el secretario del partido
popular, don Sturzo, renueva su veto contra Giolitti. El gabinete Bonomi
dimite; y en el transcurso de las conversaciones para resolver la crisis, Giolitti,
de Nicola y Orlando son sucesivamente eliminados. Ante estas dificultades el
rey rechaza la dimisión del gobierno e invita a Bonómi a presentarse ante la
Cámara para obtener de ella un voto político que proporcione una indicación
196
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Este texto fue redactado por el diputado reformista Celli, con el fin de
desconcertar a los fascistas y obligarles a oponerse, lo que permitiría la
formación de una mayoría de la que serían excluidos, proporcionando esa
indicación política precisa que se busca en vano desde hace meses. En
nombre de los socialistas, Modigliani declara que votará la primera parte de la
moción, pero que no votará la confianza al gobierno. Mussolini, que se ha
percatado del objetivo de la moción de Celli, pasa a la ofensiva subrayando la
contradicción entre las directrices «maximalistas» del último congreso
socialista y esta aceptación de la «coexistencia pacífica entre las clases» y «la
obediencia a la ley». Hablando en nombre de todas las derechas» acepta
también la primera parte de la moción, que es aprobada por 388 votos a favor
y 11 en contra. De este modo impide una vez más que el voto de la Cámara
sirva de indicación para la formación de un nuevo gobierno, tras lo cual los
fascistas pueden, sin ningún peligro, unir sus votos a los de los socialistas
rechazando la confianza al gabinete Bonomi. La crisis se prolonga; será la más
larga que ha conocido Italia desde 1860.
Giolitti intenta inútilmente desviar el veto de los populares y para ello envía al
Vaticano a su gran negociador: el prefecto Lusignoli. La apertura de la
Conferencia de Génova es inminente. Los populares, que habían descartado a
Giolitti, aceptan entrar en un gabinete formado por uno de sus lugar-
tenientes, Facta. Este gobierno se forma sobre una base muy diferente a la
prevista por la moción de Celli, ya que entran a formar parte de él algunos
elementos caracterizadamente de derecha: De Capitani y Riccio, que será el
hombre de confianza de los fascistas en la nueva combinación. De este modo,
una crisis abierta para provocar la formación de un gobierno «más a la
izquierda» concluye en un resultado contrario. Mussolini ha conseguido un
golpe maestro: ha impedido la coalición democrática, el apoyo socialista y, en
suma, un gobierno más fuerte, contra el que los fascistas se hubieran
estrellado, y, como muy bien sabe, destrozado. Esta larga crisis, el equívoco
socialista, la ostentación de poder de los populares y su apoyo a la solución
Facta no hacen sino agravar un poco más el descrédito del Parlamento. El país
asiste estupefacto a los diferentes cubileteos de los partidos y de sus líderes
197
Angelo Tasca
198
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Para eliminar del juego a los socialistas, Mussolini necesita el apoyo de los
populares, indispensable para la formación de un gobierno de coalición
orientado a la derecha. Piensa conseguirlo a través del Vaticano. Con motivo
de la muerte de Benedicto XV, Mussolini descubre la religión, y saluda una vez
más la misión universal del catolicismo e incluso el renacimiento. del
sentimiento religioso, y proclama su poder de evasión para las masas
atormentadas y miserables. Al mismo tiempo, reanuda con los populares la
maniobra de la que ya se ha servido en relación con los socialistas, oponiendo
la derecha y la izquierda del partido, deseando e incitando a una escisión. A
decir verdad, esta derecha no cuenta casi con seguidores en el interior del
partido popular, pero puede contar cada vez más con el apoyo del Vaticano.
En la base, en las organizaciones sindicales católicas, la presión en favor de
una colaboración con los socialistas, y sobre todo con la C.G.L., es muy fuerte.
Las masas campesinas y obreras que están bajo la influencia de los populares
sufren también la ofensiva fascista contra las sedes de sus organizaciones y
contra sus contratos de trabajo. En Cremona, bajo la presión fascista, los
populares firman un acuerdo local con los socialistas «para la defensa de su
libertad sindical y para la salvaguardia de sus municipios». Pero esta defensa
no puede ir muy lejos, porque las libertades sindicales y el funcionamiento
normal de las administraciones públicas no pueden ser salvaguardados, en la
situación concreta de Italia, más que si el Estado, interviene enérgicamente
para hacer respetar la ley. Por otra parte, el secretariado político del partido
popular y don Sturzo no quieren comprometerse a fondo con los socialistas,
dentro del cual los maximalistas continúan arrastrando las fórmulas de 1912-
20 como si fueran cadenas de forzados, convirtiendo en imposible cualquier
colaboración con los populares a nivel gubernamental. Además, la dirección
maximalista del partido llega, aunque como siempre amparándose en una
cuestión de procedimiento, a deplorar los acuerdos de Cremona, que de este
modo quedan sin futuro. Los medios que, hacía algunos meses, se habían
pronunciado por la «concentración democrática» y por la solución política
que debía ésta implicar, comienzan a vacilar y a no ver otra salida que un
acuerdo con los fascistas en. un «gran gobierno nacional»: este acuerdo es el
que Nitti querría hacer posible mediante la benevolencia que manifiesta hacia
el movimiento fascista, en su discurso-programa de Melfí el 12 de marzo.
199
Angelo Tasca
Desde el pequeño burgués que, aún ayer, se sentía «puchero de barro entre
las ollas de hierro» del capitalismo y del proletariado, y que ahora tiene la
ilusión de ser el árbitro de esas fuerzas opuestas, hasta el ex oficial
desmovilizado que ha vuelto a encontrar en las filas de la milicia fascista la
posibilidad de continuar mandando, y de disponer de ésa ración cotidiana de
poder de la que ya no puede prescindir.
Al mismo tiempo se fomentan las ilusiones de estos aliados de¡ hoy que se
rechazarán, y barrerán mañana. Todos esperan servirse del movimiento
fascista para sus propios fines:
Todo esto sólo es posible gracias a esta extrema movilidad del fascismo que
cada cual espera poder precipitar y fijar un día en su propio marco.
Esta es la razón por la que las crisis locales de los fascios –que, sin embargo,
se producen frecuentemente por doquier, mientras que paralizaban el
movimiento en 1919-1921, en la nueva situación que se ha creado después
del Congreso de Roma– pasan rápidamente casi sin dejar apenas trazas. A
comienzos de 1922, todos los fascios están en crisis, y, sin embargo, el alud
fascista continúa. Los «directorios» se suceden, las cuestiones personales
62
L. Fabbri, La Contrarrevolución preventiva
63
Guglielmo Ferrero, De Fiume a Roma
202
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Por lo demás, hombres que han asesinado juntos, quemado una casa,
martirizado a todo un país no pueden ya ni detenerse ni separarse. La
velocidad adquirida en el crimen se convierte en una ley: cada crimen sólo
puede ser absuelto por el crimen siguiente. La sangre de las víctimas ata
mucho más que la que han vertido –rara vez– los agresores. El odio viene a
ser inexpiable, se siente, y da un empujón aún más fuerte a la rueda, porque
si la rueda se para, si se deja respirar al adversario, todo está perdido.
203
Angelo Tasca
La C.G.L. tendrá también «su lámpara sagrada, alimentada por las lágrimas
asiduas de los humildes y por la sangre vertida por los trabajadores». Ha sido
Turati, escritor clásico y sobrio, el que ha ensayado con pésimo resultado esta
prosa en el estilo del «Comandante». Los fascistas se lanzan sobre este
pastiche con los fáciles sarcasmos a que se presta: la sacra lampa es el tema
de todas sus burlas. Pero, en el fondo, están profundamente irritados e
incluso bastante inquietos, de esta aproximación entre D’Annunzio y la C.G.L.,
que puede aún estorbarles en su obra de destrucción. Mussolini aún trata con
consideración a D’Annunzio reconoce sus buenas intenciones, pero advierte
que «de ahora en adelante la situación es tal que sobrepasa las posibilidades
nacional” (según los términos de D’Aragona) seriamos los primeros en saludar el acontecimiento
con un profundo entusiasmo. Pero nos tememos que los medios no sean apropiados a los
fines...» El Congreso, de las Corporaciones, próximo a celebrarse, mostrará que «la mayor parte
del pueblo trabajador ha pasado bajo las banderas del fascio» («Il Popolo d’Italia», 28 mayo de
1922). Aun sin molestar demasiado a D’Annunzio ni romper definitivamente con él, Mussolini no
quiere ya permanecer por más tiempo en segundó plano. No desea una pacificación que se haría
sin él, o incluso contra él, y pone de manifiesto que el eje de la situación pasa ahora por el
fascismo y no por la C.G.L.
67
El comunicado publicado el mismo día en Cardona dice: «Nadie ha asistido a las largas
entrevistas entre Chicherin y D'Annunzio, pero se sabe que han versado sobre las condiciones
políticas, económicas y culturales de la Rusia actual, sobre los trabajos de la Conferencia de
Génova y sobre las futuras relaciones entre Italia y Rusia». Los fascistas se impacientan y utilizan
estas entrevistas para desacreditar la acción política de D’Annunzio. Por su parte, éste, sin
renegar de la simpatía que acaba de testimoniar a Rusia, explica su gestión alegando «su gratitud
hacia el pueblo ruso», que «ha liberado para siempre al mundo de una ilusión pueril y de un mito
estéril»; el pueblo ruso ha mostrado que «un gobierno de clase era impotente para crear
condiciones de vida soportables» («Il Corriere della Sera», 15 de junio). Hay que recordar que en
esta época se cernía sobre Rusia una de las hambres más espantosas de la historia. D'Annunzio
había enviado su óbolo a los comités de socorro creados por entonces en Italia. Un eco de las
tenaces ilusiones que había en ciertos medios de izquierda con respecto a las gestiones de
D'Annunzio se encuentra en un artículo de E. Malatesta: «Italia atraviesa actualmente una crisis
de régimen político y económico. D'Annunzio es o podría ser un factor decisivo en el desarrollo
de los próximos acontecimientos». Por otra parte, se le invita a «hablar claramente» («L’Umanitá
Nuova», 17 de junio de 1922).
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209
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210
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
(15,7%); el resto queda repartido entre los servicios públicos, los transportes,
las administraciones locales, los intelectuales y los técnicos. «El grueso de las
corporaciones –dice Mussolini– lo proporcionan los rurales», y especialmente
los rurales de las zonas en donde la violencia agraria fascista ha desmantelado
las organizaciones «rojas».
211
Angelo Tasca
donde toca la banda, hace salir a las mujeres y a los niños, golpea a los
músicos obligándoles a que les entreguen los instrumentos «que son llevados
triunfalmente al fascio de Casale». Resultado de la expedición: una treintena
de heridos. A la mañana siguiente, se ordena su arresto por robo y violencias,
pero los fascistas se movilizan y «la autoridad se ve forzada a ponerlo en
libertad algunas horas más tarde». El 12 de junio, Passarone acude a Asti con
once escuadristas de Casale:
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
68
El subrayado es mio. [A. T.]
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Angelo Tasca
¿Por qué los decretos del prefecto Mori han provocado semejante alerta?
Pues porque, si los fascistas no pudiesen seguir circulando libremente de una
comarca a otra y servirse de los obreros parados de otros lugares, e incluso de
otras provincias, para aplastar toda resistencia local de los trabajadores, la
red de las organizaciones sindicales libres continuaría en pie y funcionando.
Hay que poder maniobrar con el ejército de parados como se maniobra con
las escuadras de combate, para aplastar a la organización «roja» y obligar a
214
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
los trabajadores que le sigan siendo fieles o rendirse por el hambre. Porque
en el momento que un grupo de parados «fascistas» acompañados por una
escuadra llega a una comarca, los agrarios locales ignoran la oficina sindical
de colocaciones, rompen el contrato y pierden todo temor a las huelgas
porque los parados inmigrados, escoltados por los fascistas armados, están
allí para sustituir la mano de obra local. Ni fascistas ni agrarios están
dispuestos a privarse de esta arma terrible, éste es el motivo por el que
decenas de millares de fascistas de todas las provincias de Emilia se
concentran en Bolonia ocupándola durante cinco días. No quieren abandonar
la ciudad mientras el prefecto Morí no sea revocado. El gobierno no cede, y
Mussolini ordena desde Roma la desmovilización porque terne que se
produzca un incidente que fuerce al gobierno a intervenir, y también teme la
reacción hostil de la opinión pública. Pero poco después, el profesor Mori es
alejado de Bolonia y enviado a Bari, en Apulia donde los fascistas están
preparados para manifestarse una vez más contra Mori, declarando que no
desean «semejante regalo».
215
Angelo Tasca
Hay artículos del Código penal italiano que prohíben las concentraciones
armadas y que castigan la formación de cuerpos armados. El gabinete Facta
no los aplica en mayor grado que el gabinete Bonomi que le precedió. Los
decretos de disolución son muy escasos y se adoptan solamente cuando la
hez, que se ha acumulado abundantemente en los fascios y sobre todo en sus
escuadras de combate, desborda y pone en peligro de comprometer
demasiado al fascismo y a sus aliados. He aquí, por ejemplo, las
consideraciones de un decreto de disolución adoptado por el prefecto de
Venecia contra la escuadra de los «Caballeros de la Muerte» en junio de
1922:
216
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
217
Angelo Tasca
Esto se ve con toda evidencia en el valle del Po. El socialismo tenía en esta
región, pocos meses antes, sus más fuertes posiciones. Su actividad incluso
había transformado el aspecto físico de la región y de sus habitantes y, gracias
a ella, los trabajadores habían recorrido en algunas decenas de años la
enorme distancia que separaba al miembro actual de una «liga» o de una
cooperativa del campesino de antaño, pelagrosos y sometidos a un trabajo
semiservil. Pero este mérito histórico no le había salvado; al contrario,
constituía el motivo principal de la despiadada «guerra de desquite» a que le
sometían los agrarios. En este mismo territorio, el fascismo reúne ahora el
grueso de sus fuerzas militares, políticas y sindicales.
previstas por el pacto agrícola general». Con esto el propio contrato colectivo
queda anulado por la cláusula del libre empleo de la mano de obra, que
elimina a la antigua oficina sindical de colocaciones y que, en la situación de
paro crónico del valle del Po, da a los propietarios derecho de vida y de
muerte sobre los trabajadores. En la provincia de Brescia, la Asociación
agraria había renovado el contrato de trabajo con las organizaciones «rojas»;
pero, desde el momento en que la ofensiva fascista alcanza también esta
provincia, y que comienza la destrucción de los sindicatos obreros y las
dimisiones forzadas de las municipalidades socialistas, los elementos agrarios
más enérgicos quieren desembarazarse del contrato que acaban de firmar.
Para lograrlo, abandonan su antigua Asociación y constituyen un sindicato
fascista de propietarios, que se recluta en las zonas limítrofes de las
provincias ya «ocupadas» por el fascismo. El nuevo sindicato patronal firma
un acuerdo con la Federación provincial del partido fascista, que plantea sus
condiciones: los fascistas intervendrán para romper el antiguo contrato de
trabajo, pero los agrarios deben comprometerse a tratar exclusivamente con
la organización fascista, a dejar de reconocer a las oficinas de colocaciones de
los sindicatos «rojos» y a aplicar el nuevo contrato únicamente a los
trabajadores que forman o formarán parte del sindicato fascista. Contra la
violación del contrato en vigor, las organizaciones «rojas» proclaman la
huelga general. Pero, como relata «Il Popolo d’Italia» del día 23 de junio, una
vez concluido el acuerdo entre los fascistas y los agrarios,
«se inicia la lucha y los adversarios ven afluir, con terror, en el sur de la
provincia, a centenares de trabajadores generosamente suministrados
por Lomelline, por Venecia y por las provincias de Cremona y de
Mantua, mientras que los valerosos camisas negras de estas provincias,
unidos a los de Brescia, rompen las veleidades de resistencia de los
bolcheviques».
219
Angelo Tasca
cuyos miembros no son contratados sino sustituidos por las mondine que
escoltan las escuadras fascistas. Hay algunos esporádicos episodios de
resistencia, pero las escuadras fascistas locales, reforzadas por otras llegadas
de fuera, ocupan la zona y destruyen cuanto queda de las «ligas» y de las
cooperativas; de este modo, la dictadura de la Agraria se impone definitiva-
mente. A veces, los fascistas no tienen siquiera necesidad de «romper» la
huelga, ya que logran impedirla preventivamente. Por ejemplo, a finales de
junio, mientras las organizaciones sindicales de la provincia de Vicenza están
discutiendo con la Asociación agraria la renovación del contrato de trabajo, el
fascio de Vicenza declara que «sin ocuparse del fondo de la cuestión», se
opondrá «con todos los medios a la huelga». De este modo los trabajadores
ven de antemano rota la única arma de que disponen, habida cuenta la
intransigencia de los agrarios. Con ello su suerte queda echada.
Situación típica como la de Cremona, en donde los colonos están organizados
dentro de los sindicatos católicos, y orientados bastante a la izquierda. Es en
esta provincia donde, en abril de 1922, se ha realizado el acuerdo entre
populistas y socialistas en defensa de las libertades sindicales y municipales.
En junio de 1921, tras una áspera lucha, que se lleva hasta la ocupación de las
CASCINE (granjas) por los trabajadores, los agrarios se han visto obligados a
69
R. Bachi, L’Italia economica nel 1921
220
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Los principios eran en el fondo los mismos que los de la política agraria del
partido popular: participación de los trabajadores en los beneficios, transfor-
mación de los asalariados en pequeños propietarios, 70 política que los
fascistas habían adoptado en su programa de 1919 y que se proponía como
objetivo «la abolición de los asalariados». Nada por tanto de «bolchevique»,
puesto que estos principios se oponían a la «proletarización» y a la
«socialización» de los programas socialistas. Pero los propietarios de la
provincia de Cremona comienzan con incoar un recurso legal para eludir el
juicio arbitral ya hecho público y, cuando este recurso fracasa, se niegan
simplemente, en enero de 1922, a aplicar sus conclusiones. Entonces es
cuando el 90% de ellos se reagrupan en un sindicato fascista, preludio de la
abierta ofensiva que preparan contra el laudo Bianchi.
70
La Federación fascista de la provincia de Módena vota a finales de junio una resolución hostil al
proyecto de ley sobre los contratos agrícolas presentado por el diputado popular Bertini. El
citado proyecto pretendía establecer un plazo de tres años para los contratos de aparcería,
introducir la noción de «motivo justo» en la rescisión de contratos y crear una jurisdicción
especial de arbitraje para los conflictos colectivos de trabajo. No son los «sindicatos», fascistas
sino el organismo político de los fascios quien toma posición en este caso contra toda
intervención legal en favor de la reforma de los contratos agrícolas.
221
Angelo Tasca
223
Angelo Tasca
«De esperar, mucha agua va a pasar bajo los puentes del Tíber, y es
bastante probable que en poco tiempo los colaboracionistas presenten
una colaboración tan devaluada que no encontrarán ni a un perro
dispuesto a colaborar con ellos».
224
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Il Popolo d’Italia» del 15 de julio aparece con un enorme título que ocupa
todo lo alto de su primera página: «Inminente hundimiento de las últimas
fortalezas del Pus. –Honor a los fascistas de Cremona, de Rímini, de Andria, de
Viterbo, de Sestri Ponente–. La movilización fascista de Novara.» ¿Qué
sucede? El propio Mussolini nos lo explica en el editorial:
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Turati interviene para explicar que los socialistas están contra un gobierno
«que, en cinco meses, no ha castigado un solo crimen previsto por el Código
penal» y que se asocian a la moción de los populares. Pero los diputados
maximalistas declaran no desear «tornar ninguna responsabilidad en la
solución de la crisis». De este modo se consuma la escisión del grupo
parlamentario socialista. En un momento que puede ser sumamente decisivo,
Mussolini anuncia que los fascistas también votan contra el gobierno, y se
alza contra el «equívoco» de la colaboración socialista.
Mussolini está impaciente por llegar, porque se propone llevar a Italia a que
desempeñe su propio papel, es decir, a desempeñar él mismo el papel de
Italia en el concierto europeo: las viejas cariátides de allende las fronteras, las
naciones hartas y soñolientas, pronto conocerán la misma suerte que en el
interior de Italia los viejos políticos y los viejos partidos, hechizados por sus
escrúpulos y sus sueños humanitarios, paralizados por su incapacidad de
deducir una regla de acción. También por esto Mussolini no quiere socialistas
en el gobierno, sino derrotados y prisioneros. La «pacificación» interior sólo
es, para él, la condición de una política exterior audaz, «expansionista» y
agresiva. Si continuara habiendo un movimiento socialista potente frenaría
esta política. La lucha contra el socialismo debe, pues, continuar implacable y
hasta su «exterminio».
231
Angelo Tasca
de insultos: éste es el viático con que emprenden –sin haber obtenido nada–
el camino de regreso. ¿Y la Internacional comunista? : Desde hace algún
tiempo ha lanzado su campaña del «frente único» explicándolo del siguiente
modo: hemos creído poder ganarnos a las masas y arrancarlas de la influencia
socialista con la propaganda directa de nuestros principios y enfrentando una
organización a otra. Hay que reconocer que el movimiento socialista es duro
en morir y que nuestro método ha resultado ser ineficaz. Hay que cambiar.
Los socialistas siguen siendo nuestros peores adversarios, pero hay que
conseguir alzar las masas contra ellos, contra sus jefes, bombardeándolos con
proposiciones de «frente único en la acción». En Italia, la dirección del partido
comunista rechaza incluso aplicar esta «nueva» táctica. Desde el momento en
que el objetivo sigue siendo la destrucción del aparato y de la organización
socialistas, los comunistas italianos escogen el ataque directo, hasta el
«exterminio» del adversario. Moscú prefiere la «infiltración» y los movimientos
envolventes. En esta disputa, el destino de la clase obrera italiana y la del
pueblo italiano no desempeñan ningún papel. Para Rusia, los obreros
italianos, él partido socialista e incluso el partido comunista, no son más que
«instrumentos», «medios» para utilizar conforme a una estrategia de la que
ella es depositaría por derecho histórico desde la victoria de octubre de 1917.
En Moscú, la ideología tiene una gran importancia, pero sea cual fuere la
distancia entre los principios comunistas y la «falta de principios» del
fascismo, y sea cual fuere también la oposición de las fuerzas sociales de las
que son expresión, la posición de la clase obrera italiana sigue siendo en
ambos casos muy parecida: la de materia prima de planes que pretenden
llevarla al poder o alejarla de él para siempre, pero que se elaboran lejos de
ella, y que están subordinados a otros planes cuyo control e incluso su
conocimiento se le escapan totalmente. Sin contar con que, desde un punto
de vista humano y personal, resulta tan imposible que Zinoviev deje de
obedecer a sus intereses inmediatos y a su gusto de poder como lo es para
Mussolini hurtarse al fuego devorador de su ambición personal.
Con la caída del gabinete Facta, derrocado por 288 votos contra 103, se abre
la crisis ministerial: ésta se manifiesta muy grave y de difícil solución.
Mussolini ha hecho varias apuestas para quedar, en cualquier caso Como
ganador o bien colocado. Desde hace algún tiempo ha sondeado a Nitti, con
vistas a la formación de un gran gabinete de unión nacional: pide una cartera
de ministro para él, y dos subsecretarías para sus amigos, «por razones
internas del partido y para no dar la impresión que ha concluido una
operación personal». El intermediario entré Mussolini y Nitti es el general
232
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Turati tiene la impresión de que el rey «ño sabe lo que quiere o no lo quiere
decir»; por ello insiste en pintar un cuadro de la situación del país profunda-
mente anormal. El rey sólo rompe el silencio para insinuar: «Un rey
constitucional no puede hacer gran cosa...»
gobierno capaz de afrontar seriamente una situación llena de peligros. Las peripecias de la crisis se
desarrollan como sigue.
1.° Primera tentativa de Orlando. —Después de una primera llamada a De Nicola, todos parecen
considerar a Orlando como el hombre más capacitado para resolver la crisis. En este punto hay un
primer equívoco. Socialistas y populares, que querían o parecían querer un gobierno de centro-
izquierda, aceptan que sea formado y presidido por Orlando, que, a tenor del viento político de la
época, es un hombre de derechas. Además, es evidente desde el principio que Orlando quiere un
gabinete de amplia concentración que comprenda también a las derechas e incluso a los fascistas.
Entre el 18 y el 21, Orlando tuvo conversaciones con Salandra. En la primera de ellas. Orlando
expresó «su intención de formar, en el caso de que tuviera confirmación del encargó, un gobierno
que tenga en cuenta todas las posibilidades constitucionales, desde los fascistas hasta la derecha
(sic)». Consulta también a los socialistas. El 21, el grupo parlamentario socialista declara que desea
«asegurar al país un gobierno que no dependa ya de la derecha liberal ni del fascismo agrario y
nacional», que defienda las libertades políticas y sindicales y lleve a cabo una política exterior
pacífica. El mismo día, Modigliani va a ver a Orlando, y, después de prometerle el voto de los
socialistas en estas condiciones, precisa: «En mi opinión, el nuevo gabinete debe estar formado por
elementos escogidos en el centro y la izquierda con exclusión de las derechas y de la extrema
izquierda». En la reunión del día 22 por la mañana, el grupo socialista confirma su oposición a la
entrada en el gobierno «de representantes de todos los partidos de derecha». Por su parte, la
dirección del partido invita al grupo parlamentario a conservar una actitud de absoluta
intransigencia; afirma que «la crisis es de naturaleza revolucionaria y debe encontrar necesaria-
mente su salida en un cambio radical de régimen que, mediante la transformación de las
instituciones monárquicas y el sistema democrático parlamentario, debe convertirse en la
resultante de las voluntades y los intereses de la clase obrera».
Por su parte, los diputados populares, de acuerdo con la decisión tomada dos días antes por la
dirección del partido, se pronuncian el 21 por la exclusión de las dos alas extremas. Esta posición no
molesta a los socialistas, que rehúsan la participación, pero impide cualquier solución, ya que
ninguno de los jefes políticos (a excepción de Bonomi) está dispuesto a presidir un gobierno que,
amputado por la derecha, parecería antifascista. El comité ejecutivo de la Confederación blanca del
trabajo llega, con un espíritu diferente, a las mismas conclusiones prácticas; en una resolución del
22 de julio declara que «es necesario preservar al gobierno de cualquier influencia de los
representantes de la reacción político-económica como son los grupos de derechas y Jos agrarios».
Y eso en el mismo momento en que don Sturzo, que ya antes deseaba evitar toda colaboración
socialista, comienza a pensar en la. necesidad de una punterella de derecha.
Orlando recibe también a Mussolini. El 19 de. julio, en un discurso en la Cámara, Mussolini había
puesto de relieve las dos hipótesis de un gobierno de reconciliación nacional que permitiera al
fascismo acceder al poder «por saturación», y de un gobierno de «reacción antifascista» contra el
cual habría que desencadenar una. lucha violenta. En su discurso, Mussolini afirmaba que prefería
la primera hipótesis. Al votar contra Facta quiso impedir que el voto tomara una significación de
«izquierda» y lanzar al mismo tiempo una hipótesis sobre el futuro gobierno. Mussolini se quedó en
Roma para seguir la crisis de cerca. El día 21 es recibido por el rey, y el 22 celebra varias entrevistas
con Orlando. A pesar de las reservas y las rectificaciones fascistas, es cierto que Mussolini, al
comienzo de la crisis y para impedir una solución de izquierda, aceptó la formación de un gobierno
de coalición del que formarían parte fascistas y socialistas. Tal es el significado de las entrevistas
234
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
3.° La renuncia de Meda. —Los populares habían sido los principales artífices de la caída de Facta;
por tanto, era justo que se les pidiera resolver la crisis. El rey llamó a Meda, que, después de la
retirada de Bonomi, se había marchado de Roma a Milán («Il Popolo d’Italia», del día 27 habla de
huida). Convocatoria puramente formal, pues se sabía que Meda no quería ni oír hablar del asunto.
Pero la convocatoria sitúa a los populares ante sus responsabilidades: si no aceptan el encargo
deberán renunciar a su intransigencia. Meda no había aprobado el desencadenamiento de la crisis.
Su nombre había sido pronunciado desde los primeros días. En aquel entonces los fascistas le
hubieran asegurado su participación en el gobierno «con la condición de que se concediera a
Mussolini un ministerio importante». Pero hoy la crisis se debate en torno a la constitución de un
gobierno de izquierda. Meda considera que es «la única solución de acuerdo con la lógica
parlamentaria». En aquel momento escribe un artículo, en el que insiste sobre la incompatibilidad
moral entre fascistas y católicos, y de ahí saca la conclusión siguiente: «La actitud de los católicos
italianos frente al fascismo debe excluir toda solidaridad; muy al contrario, debe señalarse por un
desacuerdo profundo». Sin embargo, Meda no cree que pueda ser él quien proporcione una
solución coherente. Giolitti, de quien siempre ha sido partidario, se opone; también se opone el
Vaticano e, incluso, en el fondo, don Sturzo. Meda renuncia al encargo el mismo día 17.
4.° La actitud de Mussolini. –Mussolini ofreció a Orlando la participación de los fascistas. En esta
actitud es difícil distinguir lo que responde a sus ambiciones inmediatas de lo que no es más que
una simple maniobra parlamentaria destinada a ganar tiempo y evitar lo peor. Por otra parte, es
cierto que en el laberinto de la crisis Mussolini sigue el hilo de su «aventura» personal. Sopesa con
cuidado los riesgos y las posibilidades de cada una de las combinaciones. Después del primer
fracaso de Orlando y la retirada de Bonomi no se excluye aún la hipótesis de un gobierno de
izquierda. Los socialistas siguen siendo favorables y los populares aún no han renunciado. Acerbo,
secretario de la Cámara y diputado fascista por los Abruzzos, declara el día 26 por la mañana que
«los fascistas se opondrán con todas sus fuerzas a un gobierno dirigido contra ellos. La paz sólo
llegará rápidamente con la participación del grupo en el nuevo gabinete. Mussolini está dispuesto a
formar parte del gobierno, incluso con Nitti, incluso con los socialistas y populares, con la condición
de que se le concedan las carteras del Interior, Asuntos Exteriores y Trabajo». La casi unánime
cruzada contra Bonomi permite a Mussolini, antes más modesto, aumentar sus pretensiones. El 28
todavía insiste en favor de la solución tripartita. En el «Il Popolo d’Italia» del 29 de julio, Gaetano
Polverelli, intérprete fiel y ridículo del pensamiento de Mussolini, avanza la hipótesis del
«simultáneo acceso al poder de socialistas y fascistas reunidos bajo la égida de un hombre de
Estado que se propone, por encima de la lucha de los partidos, un objetivo nacional: la
pacificación». Hasta el último momento, Mussolini sigue empujando hacia adelante su proyecto. De
esta manera se explica la violencia de su reacción ante las declaraciones de Turati de las que resalta
que los socialistas se oponen a toda coalición gubernamental de la que formen parte los fascistas.
5.° La tentativa de De Nava y la media vuelta de los populares. —Tras el fracaso», de Meda, el rey
llama a De Nava, líder de los demócratas populares. El mismo día (el 27) ocurre un hecho nuevo,
consecuencia inevitable y quizá prevista de la renuncia precedente. El comité directivo del grupo
popular declara que «nunca ha soñado» con oponer «vetos no constitucionales». Esto significa que
renuncia a la fórmula que hasta ahora ha inspirado su actitud. El acontecimiento era tan importante
que hizo vacilar a De Nava. Don Sturzo cuenta que «De Nava llevó a los populares al consentimiento
de que participara en el gobierno un liberal de derecha, y los populares dieron un paso adelante
para no ser acusados de mantenerse rígidamente en posiciones de principio. Sin embargo. De Nava
236
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
por el otro. Balbo llega con sus escuadras, fuerza las puertas de la ciudad y
comienza la obra de destrucción. Algunos extractos de su Diario nos informan
sobre los métodos empleados y los objetivos alcanzados.
Rávena, 28 de julio.
Las escuadras han procedido durante esta noche a la destrucción de los amplios
locales de la Confederación provincial de las Cooperativas socialistas... Como
siempre, la acción fascista ha surgido inesperadamente. El antiguo palacio,
sintió. miedo y corrió a buscar a Orlando a Fiuggi para que volviera a ocuparse de formar gobierno»,
ya que la situación, al parecer, había' mejorado.
6.° La actitud de los socialistas: Turati en el Quirinal. —Hasta el día 27 el grupo parlamentario
socialista mantenía las posiciones tomadas al comienzo de la crisis: apoyo a un gobierno que dejará
al margen a las derechas, rechazar la participación directa, incluso con Bonomi. El 28 por la mañana,
cuando Orlando vuelve a entrar en escena, el grupo celebra una reunión en la que participan
también los diputados maximalistas. Con algunas oposiciones se vota una resolución en la que el
grupo, «reconoce que tiene el deber de no retroceder ante ninguna acción que haga respetar, a
todos los que tienen la obligación de hacerlo, la voluntad de defender la libertad y el derecho de
organización, claramente expresada por la Asamblea nacional». Para los que pudieran encontrar
oscuras estas palabras, Buozzi, Baldesi y Dugoni explican en una declaración a la prensa que los
diputados socialistas no reclaman la participación en el gobierno, pero que se resignarían a ello con
ciertas condiciones: «Hemos querido prevenir a los otro grupos de la Cámara que si les es necesaria
la garantía de nuestra participación para seguir siendo fieles al grupo de la Cámara y abrir la
posibilidad de un gobierno de izquierda, estamos dispuestos a dar el paso» (Il Corriere della Sera, 29
de julio). Este gesto no podía tener ninguna consecuencia práctica ya que planteaba como
condición a la participación –no deseada, sino, en rigor, sufrida– la formación de un gobierno de
izquierda que a lo largo de las peripecias de esta larga crisis, y principalmente después del fracaso
de Bonomi, se había hecho imposible. Además, este gestó llegaba demasiado tarde, ya que desde la
víspera el grupo popular había renunciado a su veto contra las derechas. Finalmente, la intención
expresada en la resolución de no «retroceder ante ninguna acción» contenía una amenaza que
debilitaba la maniobra parlamentaria en lugar de reforzarla. Esto se convirtió en una coartada a
presentar en el próximo congreso del P.S.I. como si la mayoría del grupo hubiera considerado
realmente la alternativa de la colaboración en el gobierno o la acción directa que preparaba la
Alianza del Trabajo. De esta manera se produjo un equívoco que, sin provocar la huelga general,
impediría la oposición a ella y agravaría las consecuencias.
Al día siguiente, el 29, Turati va al Quirinal como representante del grupo. Pero también esto es un
gesto inútil, ya que Turati parece haber retrocedido con respecto a la posición de la víspera. No sólo
renueva la exclusiva contra la punterella de derecha, sino que revela el fondo de su pensamiento al
declarar que «es necesario formar el gobierno sin las dos alas, es decir, sin las derechas y sin los
socialistas», un gobierno formado por los cuatro grupos demócratas y los populares. La declaración
le cuesta un violento ataqué por parte de Il Popolo d'Italia (30 de julio).
Todo lo dicho muestra hasta qué punto el grupo, y especialmente su líder, estaban «desfasados»
con respecto al desarrollo de la situación. Turati creía en el éxito del intento de Bonomi al que había
proporcionado listas de ministros y cálculos de votos. Continúa soñando en una combinación
política sin bases reales, ya que de los «cuatro grupos demócratas» al menos uno, el de Giolitti, no
quiere ni oír hablar de ello; el de Nitti es reticente y mira con su jefe hacia los fascistas; el de los
demócratas sociales mantiene su veto contra Bonomi. En cuanto a los populares, han cambiado de
idea desde hace dos días. Pero «mezclarse con los fascistas en el gobierno es meterse sin armas en
medio de una horda armada», declara Turati («Il Giornali d'Italia», 29 de julio). Indudablemente, el
problema era el de la guerra civil que paralizaba y destruía las organizaciones obreras y socialistas
suprimiendo sus conquistas. La «horda armada» de los fascistas sólo tenía enfrente en el país
fuerzas «sin armas». ¿Dónde encontrarlas? El Estado era el único que las tenía. ¿Cómo utilizarlas?
Formando un gobierno decidido a restablecer el orden y defender la libertad. Esto implicaba una
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Angelo Tasca
concepción sobre el Estado y las relaciones entre el movimiento obrero, el Estado y la nación a la
que el maximalismo socialista seguía siendo impermeable. Los socialistas de «derecha» llegaron a
darse cuenta de ello, pero con vacilaciones, rodeos e inquietudes no demasiado nobles, absurdas
en cualquier caso, y siempre con retraso sobre la rápida marcha de los acontecimientos. Es cierto
que la «mejor» fórmula de gobierno, el gabinete de izquierda, era válida, pero a condición de que
con esta carta apostaran la totalidad o lo esencial de las fuerzas socialistas y proletarias y no
presentarla a la opinión como un retorno a los errores de 1919-1920. En febrero de 1922 esta
fórmula parecía condicionar la crisis y la búsqueda de una solución. Pero aún dejando aparte los
móviles un tanto mezquinos que habían lanzado a algunos grupos demócratas a la ofensiva contra
Bonomi, la ofensiva misma apuntaba a través de Bonomi a los populares, es decir, a la fuerza
política sin la cual ningún gobierno podía existir y menos aún comprometerse en una lucha contra la
ilegalidad fascista. Hay una fisiología de los Estados, de los gobiernos, de las naciones que ño se
puede negar sin provocar parálisis y sacudidas fatales para las soluciones más evidentes y más
inteligentes. Al destruir el equilibrio que podía representar el gobierno Bonomi, en lugar de
afianzarlo se había destruido el único paralelógramo de fuerzas políticas cuya resultante pudo ser el
restablecimiento y la defensa de la legalidad. En julio ya no, era posible el retorno puro y simple a
las ideas de febrero. Del «sistema Bonomi» no quedaban más que las ruinas entre las que se
hubiera escarbado en vano para encontrar cimientos sólidos y materiales aptos para una nueva
construcción. La batalla de la calle se había perdido porque las fuerzas que intentaban darla estaban
desarmadas. La lucha decisiva era la que tenía lugar en torno al grande y único arsenal: los poderes
públicos. Precisamente porque los fascistas estaban armados y los socialistas desarmados, éstos
sólo podían luchar ya con las armas del Estado. Y como Mussolini con una parte de los fascistas
estaba dispuesto a entrar en el gobierno, la única solución política de la crisis era la que él había
propuesto el 23 de julio. Solución que llevaba implícita azares y graves peligros, pero no más graves
que la impotencia total a la que se habían condenado los socialistas. En cualquier caso, ofrecía el
último, el único terreno en el que los socialistas podían batirse. La táctica socialista de finales de
julio, aunque estuviera conducida por estrategas expertos o qué se creían tales, no tenía ninguna
relación con la realidad y sobre todo con la realidad superior que, cuando están en juego la libertad
e incluso la existencia de una nación, exige el coraje lúcido y concentrado de las grandes decisiones.
El grupo socialista no quiso ni puedo ir más lejos, cosa que hubiera sido necesaria para no
retroceder hasta una derrota total y pasiva. El mismo día de la entrevista de Turati, el grupo
socialista envió una delegación a Orlando para confirmarle que rechazaba toda colaboración con los
fascistas. Y, sin embargo, una parte del grupo y la mayoría del partido consideraban estos tímidos
pasos como una atracción.
7.° La última tentativa de Orlando. – Inmediatamente después de renunciar a su mandato. De Nava
se había reunido con Orlando y De Nicola. Antes de haber recibido formalmente el encargo.
Orlando reanuda sus negociaciones. Sigue teniendo la intención de incluir en su ministerio
socialistas y fascistas. Se intentan diversas fórmulas, como la de nombrar a Mussolini y Turati
ministros de Estado. Orlando hace un nuevo intento con los socialistas, pero éstos rehúsan. El día
29 ve a Mussolini, quien, menos categóricamente, hace sin embargo algunas objeciones. Al día
siguiente, Orlando parece decidirse por una combinación bástante abierta que, sin embargo,
hubiera excluido a socialistas y fascistas. Pero surge un hecho nuevo: la amenaza de huelga general
prematuramente anunciada por «Il Lavoro» de Génova y que será proclamada el 31 por la tarde. El
hecho, basta para impedir cualquier solución. Según Modigliani, Orlando se enteró por los
238
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Rávena, 30 de julio.
Voy a casa del cuestor, mientras Dino Grandi contiene a los fascistas que se han
reunido por millares alrededor de la barriada de San Roque. Le anuncio que
quemaré y destruiré todas las casas socialistas de Rávena si, en media hora, no
pone a mi disposición los medios necesarios para llevar a los fascistas a otra
parte. Es un momento dramático. Exijo una columna entera de camiones. Los
funcionarios de la Cuestura pierden la cabeza, pero media hora después me
indican dónde puedo encontrar camiones y gasolina. Algunos de éstos incluso
pertenecen a la Cuestura. Los había pedido con el pretexto de alejar de la ciudad a
los fascistas exasperados. Realmente, organizaba la «columna del fuego» (como
los adversarios la han definido) para extender las represalias a la provincia. Yo
mismo ocupo una plaza, con Baroncini, Caretti, de Ferrara y él joven Rambelli, de
Rávena, en un automóvil que abre la marcha de la larga columna de camiones, y
partimos. Ésta marcha, iniciada ayer por la mañana, día 29, a las 11, ha
terminado esta mañana, día 30. Aproximadamente 24 horas de viaje, durante las
cuales nadie ha descansado un solo instante ni ha comido nada. Hemos pasado
por Rímini, Sant’Arcongelo, Saviñano, Cesena y Bertinoro, por todos los centros y
pueblos entre la provincia de Forlì y la de Rávena, y hemos destruido e incendiado
todos los domicilios rojos, todas las sedes de las organizaciones socialistas y
comunistas. La noche ha sido terrible. Nuestro paso quedaba marcado por altas
columnas de fuego y humo.
periódicos de que su mandato había terminado. Sea lo que fuere, el rey propone de nuevo a Facta,
quien, el día 31, forma su segundo gobierno.
72
La Federación provincial de las cooperativas que había comprado este histórico palacio estaba
dirigida por Nullo Baldini y constituida por noventa y dos cooperativas; poseía 6.000 ha de tierra
y aproximadamente la misma extensión en arriendo.
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Parece ser que la Alianza del Trabajo piensa proclamar, hoy mismo, y a
partir de medianoche, la huelga general nacional, comprendidos incluso los
servicios públicos. Si esta crisis se confirma por los hechos, en los diarios de
la mañana se publicará a este respecto un llamamiento de la Dirección del
Partido fascista. Las Federaciones y los Fascios deben ajustarse a lo que se
dice en el llamamiento de la Dirección. Y, de un modo más preciso, es
necesario:
3.° Los fascistas deben, una vez transcurrido este periodo de cuarenta y
ocho horas, y si la huelga general continúa, dirigirse a las capitales de
provincia respectivas y ocuparlas;
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
6.° Los Fascistas deben obedecer sólo y exclusivamente a los hombres y las
organizaciones responsables: Dirección del partido y Directorios provinciales,
que se servirán, para la ejecución perentoria de sus órdenes, de inspectores
generales y de Cónsules
***
De este modo, antes de que estalle la huelga –esta huelga sin perspectivas y
de objetivos contradictorios–, los dirigentes fascistas han establecido un plan:
para ellos se trata de transformar la «acción demostrativa» de los socialistas
contra el fascismo, en ordenada batalla de los fascistas contra el socialismo.
Los objetivos «militares» de esta batalla están fijados. Aún no se quiere
ocupar Roma, pero sí aprovecharse de la huelga para ganar dos posiciones
esenciales en las fronteras de la región ya ocupada por los fascistas: la zona
de Génova y Liguria por un lado, y Ancona por otro. En el transcurso de su
acción, los fascistas logran incluso alcanzar dos objetivos importantes aún no
previstos: la capital de Lombardía, Milán, y el último centro de la resistencia
obrera en Toscana, Livorno.
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Angelo Tasca
De este modo, la huelga, que debiera llevar al Estado a hacer respetar la ley,
contrariamente logra realizar la soldadura entre la reacción legal –la del
Estado– y la reacción ilegal –la de los fascios–. El fascista que desde hace
meses mata, incendia, y saquea impunemente, deja de ser el fuera de la ley y
se convierte en el ferroviario y en general el trabajador que quisiera recordar
al Estado su deber. Los fascistas, que durante el mes de julio, desde Rímini a
Novara y a Rávena, no han dejado tras sí, por todas partes por donde han
pasado, sino ruinas humeantes, cuerpos torturados y almas violadas, reciben
como magnífico regalo esta ocasión de presentarse como «tutores» del orden
y en depositarios de la autoridad del Estado.
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247
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***
La cosecha es tan abundante que en «Il Popolo d’Italia» no estaban aún en
condiciones de establecer un palmarés completo del triunfo. Para completar
parcialmente esta laguna, sigue a continuación otra lista de los resultados
alcanzados por la ofensiva fascista, siempre referidos al 4 de agosto.
Ancona, Domicilio del diputado comunista Corneli e imprenta socialista.
Binasco (Milán), Bolsa del Trabajo.
Legnano (Milán), Ocupación del Ayuntamiento.
Legnaia (Florencia), Sociedad de socorros mutuos.
Livorno (Toscana), Círculo de ferroviarios.
Ovada (Alejandría), Bolsa del Trabajo, diario «L’Emancipazione», dimisión del
ayuntamiento socialista.
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***
Éstos no son más que los episodios más notables entre miles de actos de
violencia individual y colectiva, que sería imposible enumerar. La ofensiva
fascista se prolonga los días siguientes; el secretario del P.N.F. no ordena la
desmovilización hasta el 8 de agosto, cinco días después del fin de la huelga
general y, aun desmovilizando los fascios, éstos deben «tener en cuenta la
situación local». Una circular del 7 ya ha explicado el sentido de esta fórmula:
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4.° En tres meses, a partir de hoy, deberá terminarse la revisión de las listas del
Consorcio, en las que deberán inscribirse los miembros de las cooperativas
constituidas durante este tiempo.
El pequeño tirano del Palazzo San Giorgio, falso protector de los obreros y hábil
especulador, debe dejar de dominar.
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Pero antes que los 5.000 fascistas concentrados en Génova vuelvan a sus
casas, todavía se procede a pequeñas operaciones: Dos cooperativas, la sede
del diario reformista «Il Lavoro», una imprenta socialista y otros círculos
obreros son saqueados e incendiados. Un gran número de jefes sindicalistas
debe abandonar la ciudad «en 24 horas». Los fascistas ocupan también la
Bolsa del Trabajo y la ponen en manos de las autoridades militares, ya que,
durante los días de la ocupación fascista de Génova, el gobierno ha delegado
sus poderes en las autoridades militares de la ciudad.
73
Sin duda D’Annunzio creyó que su discurso se inscribía en la «ofensiva de paz» en que soñaba
desde hacía tanto tiempo y en cuya previsión había preservado la autonomía del movimiento
legionario y recibido a los dirigentes de la C.G.L. en Cargnacco. En efecto, en su discurso dijo:
«Parece que yo pronuncié aquí palabras de batalla y sin embargo sólo estoy diciendo palabras de
fraternidad...» Invoca «el gran incendio de la bondad, no de la bondad inerte, de la indulgencia,
de la debilidad, sino de la bondad viril, la que rompe las barreras de la verdadera frontera, la que
se atreve a mirar cara a cara el destino más duro, la que triunfa ante todos los males». Los
legionarios de Fiume ven en éste discurso el comienzo de la cruzada que D’Annunzio les ha
prometido. Así es cómo el mismo D’Annunzio quiere que se interprete su gesto y sus palabras:
«Italia se salvará gracias a mí porque a mi alrededor se reúnen todas las fuerzas que, divididas y
dispersas, juegan hoy con la muerte y la ruina. Salvaré a Italia como premio a la obediencia de
mis órdenes y de la fe en mi fe, de todos los italianos que hoy se odian y se matan entre sí. A mis
campesinos, a mis obreros, a mis marinos, a mis ferroviarios, a todos los que se fatigan en el
trabajo, les digo que lo que yo ordene será justicia... Me pongo como garantía de la justicia y de
la protección al pueblo que trabaja, y digo: desgraciado quien te toque».
Sin duda, D’Annunzio improvisó su discurso; había venido a Milán para ver a sus editores. Se
encontró metido en la aventura por algunos jefes fascistas que le sorprendieron en su hotel por
la noche. Cesare Rossi reivindica para sí la iniciativa política de «captar la autoridad de
D’Annunzio» y afirma que convenció a Mussolini, quien, en principio, se había irritado ante el
retorno de la simpatía de los fascistas hacia él poeta-soldado. Los fascistas y especialmente los
escuadristas no quedaron satisfechos y reprocharon al Comandante el que no hubiera hablado
más que de Italia y no del fascismo, y que pretendiera colocarse por encima de los partidos. Pero
los jefes fascistas se dieron perfecta cuenta de que la sola presencia de D’Annunzio en el balcón
del Palazzo Marino, en jomadas de ofensiva contra el socialismo y el proletariado, tenía por sí
misma una significación que ninguna interpretación puede discutir. La opinión pública ratificaba
la quiebra de las veleidades dannunzianas. El auténtico comentario al discurso de D’Annunzio lo
habían escrito los escuadristas al hacer fuego por tercera vez mientras cercaban el «Avanti».
Quizás inquieto ante las repercusiones imprevistas de su discurso, D’Annunzio envió el 8 de
agosto (víspera del 4.° aniversario del vuelo sobre Viena) un telegrama en el que se llama a la
prudencia al diputado fascista Finzi, su compañero en aquella empresa. «Il Corriere della Sera»
añadía al publicar el texto: «En estos últimos días se ha hecho correr el rumor de que los fascistas
tenían la intención de instaurar la dictadura, explotando la impresión producida tanto por los
desagradables acontecimientos parlamentarios como por las aberraciones demagógicas de los
promotores de huelgas generales. Se ha dicho incluso que el proyecto fascista contaba con el
acuerdo tácito de D’Annunzio». Pero refiriéndose al llamamiento pacificador del Palazzo Marino,
el periódico concluía: «Todos los que en estos días han tenido ocasión de hablar con D’Annunzio,
y los fascistas los primeros, saben que su advertencia no puede interpretarse de otra manera» (9
de agosto). Gracias a Alberto Albertini se conocen hoy las circunstancias en que el telegrama fue
enviado y el comentario publicado por «Il Corriere»: «En agosto de 1922, Aldo Finzi, lugarteniente
de Mussolini, vino a advertirme de la proximidad de un golpe de Estado a través del cual, revólver
en mano, se hubiera impuesto la disolución de la Cámara, el retraso por uno o dos años de las
elecciones y la toma del poder por un directorio que presidiría D’Annunzio y que comprendía a
Mussolini, hombres políticos y hombres de negocios. Como posibles ministros se me indicaron
254
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Sin embargo, D’Annunzio en modo alguno ha gritado eso y está furioso por
esa mentira y esa atribución. Responde en un telegrama: «Sólo hay un grito
que hoy deban contestarse los italianos. ¡Vita Italia! Este es mi grito. No he
tenido y no podré tener otro». Pero «Il Popolo d’Italia», que ha publicado el
telegrama de M. Bianchi a D’Annunzio, se guarda mucho de publicar la
respuesta del poeta. De esta forma el escamoteo es perfecto: D’Annunzio
sólo puede contestarse a sí mismo. A la mañana siguiente, 6 de agosto, las
escuadras fascistas deciden destruir una vez más –es la tercera desde abril de
1919– la sede del diario socialista «Avanti». Después de haber pensado
bombardear el edificio desde un avión,
Giovanni Agnelli, Alberto Pirelli e incluso –casi increíble– F. S. Nitti. Aldo Finzi estaba seguro de
convencerme. Yo le decepcioné completamente; pero inmediatamente corrí a prevenir a mi
hermano... En seguida salió para Milán y a la mañana siguiente Finzi le repetía lo que ya me había
dicho a mí. Hablamos con el prefecto Lusignoli, quien igualmente estaba al tanto de la amenaza y
parecía inquieto. En Gardone nos pusimos en relación con D'Annunzio, quien negó cualquier
participación en un complot y cualquier simpatía por una dictadura. Incluso envió un telegrama a
Finzi para disuadir a los fascistas de toda acción precipitada y nos autorizó a publicar que seguía
siendo fiel a la legalidad» (A. Albertini, Vita de Luigi Albertini, Milán, Mondadori, 1945). Los
Albertini han puesto demasiado empeño en explicar la legalidad de las intenciones de
D’Annunzio. Este hablará claramente de dictadura, aunque provisional, en la conversación que
tuvo en agosto con la comisión de antiguos combatientes que vino a visitarle a Gardone.
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Angelo Tasca
Vencedores en Milán, los fascistas no llegan a ganar Parma, que será, hasta la
víspera de la marcha sobre Roma, como una espina molesta clavada en el
cuerpo hipertrofiado del fascismo del valle del Po. Una vez más, Italo Balbo es
quien toma la decisión de aprovechar las circunstancias para liquidar definitiva-
mente este islote de resistencia antifascista. En Parma, el movimiento obrero
se encuentra en una situación bastante particular. Antes de la guerra, Parma
había sido la meca del «sindicalismo revolucionario». Su Bolsa de Trabajo
había tenido como dirigentes a Michele Bianchi, Rossoni, Amilcare de Ambris
y Filippo Corridoni, este último murió cómo voluntario durante la guerra, los
otros tres se pasaron más tarde al fascismo. Los «sindicalistas», desgarrados
entre tendencias opuestas, habían sido abandonados por los obreros, cuya
mayoría se había afiliado a la Bolsa del Trabajo confederal, dirigida por
socialistas. La instauración de la influencia socialista de la ciudad de Parma
era muy reciente y los obreros conservaban un cierto espíritu de independencia,
incluso de desconfianza frente a los partidos políticos. Por eso Parma fue la
única ciudad en que hubo, pese a los vetos socialistas y comunistas, una
organización de los Arditi del Popolo bastante seria y entrenada.
256
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Al alba –cuenta uno de ellos, Guido Picelli, 74 antiguo combatiente que
no ha olvidado lo que la guerra le ha enseñado–, la población obrera
baja a la calle con picos, palas y otros útiles para ayudar a los Arditi del
Popolo a desempedrar las calles, las aceras, a levantar los raíles del
tranvía, a cavar trincheras y a levantar barricadas con carros, bancos,
postes y todo cuanto cae en sus manos. Hombres, mujeres, viejos,
jóvenes de todos los partidos y sin partido están allí unidos por una
sola voluntad de acero: combatir y resistir. En unas cuantas horas, los
barrios populares de la ciudad adquieren el aspecto de un campo
fortificado. La zona ocupada por los defensores es dividida en cuatro
sectores... Cada escuadra estaba compuesta de ocho o diez hombres y
armados con fusiles modelo 1891, mosquetones, revólveres de
reglamento y bombas SIPE. Sólo la mitad de los hombres pudieron ser
armados con fusiles o mosquetones. La entrada de las plazas, de las
calles, de los callejones fue cerrada por construcciones defensivas. En
algunos puntos, las defensas fueron reforzadas con varias líneas de
alambre de espino. Los campanarios fueron transformados en
observatorios. En toda la zona fortificada, los poderes pasaron a la
comandancia de los Arditi del Popolo. Los comerciantes simpatizaban
con los insurrectos y pusieron a su disposición material y víveres».
No se trata de seguir con detalle las vicisitudes de la lucha. Los jefes fascistas
exigen del prefecto que el ejército sea utilizado para desmantelar las
posiciones de los «subversivos». Las tropas ocupan el barrio de la Trinità, en
donde son acogidas por los defensores de las barricadas al grito de «¡Vivan
nuestros hermanos los soldados»!, mientras que en los barrios de Oltretorrente
los Arditi se niegan a ser desarmados. Los fascistas están furiosos con el
resultado de su iniciativa, y deciden la reanudación de las hostilidades
lanzando las proclamas siguientes:
Madrid.
257
Angelo Tasca
El ejército había sido ultrajado, según los fascistas, porque los obreros que
defendían sus libertades, en vez de tirar contra él, habían festejado a los
soldados y confraternizado con ellos. La nueva ofensiva emprendida por los
fascistas, que esta vez tiene como objetivo los barrios de la «vieja Parma», los
de Oltretorrente, fracasa ante la resistencia encarnizada y bien organizada de
los Arditi del Popolo y de toda la población. Mussolini, que permanece
durante todo el tiempo en Roma, y a quien Balbo consulta por teléfono,
aconseja la «desmovilización», para «salvar las apariencias», los jefes fascistas
obtienen que los poderes sean transmitidos a la autoridad militar, que
procederá a la ocupación y a la limpieza de escombros de los barrios obreros.
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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Angelo Tasca
Capítulo X
LA MARCHA SOBRE ROMA
Tras la huelga «legalitaria», los partidos y los políticos piensan darse algunos
meses de prórroga para adaptarse a la nueva situación y preparar sus juegos
para la entrada parlamentaria del otoño, en donde finalmente todo va a
decidirse. Si Giolitti ha intervenido, a final de julio, para salvar a Facta, es
porque piensa tomar el poder después de las vacaciones y organizar, en la
primavera siguiente, nuevas elecciones generales tras suprimir la proporcio-
nalidad, con vistas a reducir fuertemente a socialistas y populares. De este
modo será posible constituir un gobierno de coalición y los socialistas, o al
menos algunos jefes de la C.G.L., no piden otra cosa que su participación en
él. Este plan pretende, en suma, recomenzar la operación anteriormente
intentada en mayo de 1921, y que está vez puede tener éxito gracias a los
progresos de la ofensiva fascista, a la nueva escisión socialista –desde ahora
consumada– y a la vuelta al escrutinio mayoritario.
Por eso, cuando el segundo gabinete Facta se presenta ante la Cámara, el 9
de agosto, obtiene fácilmente una mayoría. Este gobierno, a pesar de haber
marginado a fascistas y socialistas, es un verdadero traje de Arlequín:
comprende amigos de Giolitti y de Nitti, populares y socialistas «nacionales»,
demócratas sinceros como Améndola y elementos de la extrema derecha
como Riccio. Refleja el caos que debería dominar: no hay en él nada de un
gobierno fuerte, porque las debilidades que se toleran y se superponen no
forman una fuerza.
Los fascistas intervienen en la discusión sobré la declaración ministerial, pero,
esta vez, Mussolini ha encargado a un diputado de tercera fila la exposición
de su punto de vista. Dario Lupi plantea, en el discurso que le han preparado,
la alternativa siguiente: «El Estado absorberá al fascismo, o el fascismo
absorberá al Estado». ¿Quiere decir que el fascismo está dispuesto a
insertarse en el Estado, a someterse a la legalidad tomando su parte de las
responsabilidades del poder? Ésta era aún la tesis de Mussolini en abril, pero
ahora las mismas fórmulas no tienen ya el mismo sentido. Lupi se encarga de
explicarlo: el fascismo no desea en modo alguno igualdad de derechos en el
marco de un Estado que, por su arbitraje, aseguraría esta igualdad a todos los
partidos y a todos los ciudadanos. El fascismo rechaza la concepción de un
Estado «encerrado en las absurdas fronteras de la neutralidad»: el partido se
insertará en el Estado si el Estado se convierte en un Estado de partido. El
Estado debe hacer una política fascista:
260
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Dios días después se abre en Milán el Consejo nacional del partido fascista,
reunido para examinar la situación. El secretario general del partido, Michele
Bianchi, declara que los últimos acontecimientos han mostrado en el fascismo
«una fuerza superior a la que se imaginaba».
Todo el mundo está de acuerdo con Bianchi y Mussolini sobre este punto: el
fascismo se debe convertir en el Estado, bien por las vías legales, bien, si es
preciso, por la acción directa. La toma del poder es de ahora en adelante una
necesidad. La impaciencia de Mussolini coincide ahora con las exigencias del
movimiento fascista. Y es que la destrucción de las organizaciones socialistas
ha colocado bajo el brazo del fascismo a nuevas decenas de millares de
trabajadores, con las que no sabe bien qué hacer. En la medida misma de su
triunfo, el fascismo ha heredado todos los problemas prácticos que eran la
materia de la actividad de los sindicatos libres. Puede, gracias al terror,
rechazar y aplazar una parte de estos problemas, pero existen otros que no
puede eludir.
«Al lado del fascismo se está constituyendo una fuerza pasiva, pero
numéricamente impresionante. Entiendo por esto la masa organizada
en nuestros sindicatos, que actualmente supera los 700.000 miembros.
El próximo invierno puede reservarnos a todos, incluidos nosotros
mismos, sorpresas cuyo alcance nadie puede calcular. Hoy nos
encontramos ante una insurrección de las clases medias, ante una
revolución política en acto. Sin embargo, hay que recordar que existe
una crisis social en potencia que se está injertando sobre la primera.
¿Qué ocurrirá si la unión de los dos fenómenos se realiza de golpe,
antes que hayamos logrado compartir las responsabilidades del
Estado?»
262
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
En junio de 1922 hizo votar al grupo parlamentario fascista una moción hostil
a la ratificación de los mandatos sobre Siria, el Líbano y Palestina. Trata de
levantar a Egipto contra Inglaterra. A mediados de julio, muestra con orgullo
en «Il Popolo d’Italia» una moción del Comité Nacional árabe que se felicita
de la actitud adoptada en Italia por la prensa fascista y nacionalista en los
problemas del Próximo Oriente.
«Como se demuestra –escribe a este respecto–, poseemos excelentes
cartas para jugar en el Oriente mediterráneo», y sobre todo la del
«nacionalismo árabe en pleno resurgimiento».
Algunos diplomáticos se obstinan todavía en una política anglofila, «por
cuenta no se sabe de quién», pero «todo esto acabará pronto». En agosto, el
Consejo nacional del partido fascista vota una moción en la que se propone
«impedir por todos los medios la ratificación y la ejecución de las Convenciones
italo-yugoslavas de Santa Margherita y de Roma». El 28 del mismo mes,
Mussolini denuncia una vez más al ministro Schanzer, que ha «sacrificado a la
Sociedad de Naciones la autonomía de la política extranjera de Italia». El seis
de septiembre, reclama, en relación con los acontecimientos de Asia Menor,
que la política exterior italiana «actúe sobre el terreno concreto de la
realidad, abandonando definitivamente las ideologías huecas y se
desembarace de una vez para siempre de su sujeción en relación con
Inglaterra». Más tarde, el primero de octubre, cuatro semanas antes de la
marcha sobre Roma, precisa el sentido de su hostilidad contra Inglaterra y
contra la S.D.N.
Entre esta política exterior y la lucha de Mussolini por el poder hay una
profunda relación de causa a efecto, a un tiempo ideológica y práctica. El odio
contra el «wilsonismo», contra la reconstrucción europea, y el odio contra el
socialismo y la democracia en el interior del país se implican mutuamente:
uno está en función del otro, uno es la transposición del otro a escala
diferente. El paso de uno a otro es evidente y fácil de advertir.
76
Si pudiera hablarse de una doctrina mussoliniana estaría reducida a un capítulo único: la
exaltación de la guerra. En el artículo sobre la doctrina fascista que el mismo Mussolini redactó
para la Enciclopedia Italiana da la siguiente definición: «Ante todo, el fascismo, en lo que se
refiere de una manera general al futuro y al desarrollo de la humanidad, no cree ni en la
posibilidad ni en la utilidad de la paz perpetua. Rechaza el pacifismo, que esconde una huida ante
la lucha y una debilidad ante el sacrificio. Sólo la guerra lleva a un máximo de tensión todas las
energías humanas e imprime un carácter de nobleza a los pueblos que tienen la valentía de
afrontarla... En consecuencia, una doctrina fundada en el postulado de la paz ya no tiene nada
que ver con el fascismo, de la misma manera que no está de acuerdo con el espíritu del fascismo
ninguna de las construcciones internacionales». Y en el discurso de 26 de mayo de 1934 en la
Cámara, discurso que debe ser considerado como el punto de partida del fascismo italiano en
África y el Mediterráneo, Mussolini proclama: «La guerra es al hombre lo que la maternidad es a
la mujer. Yo no creo en la paz perpetua. Por el contrario, creo que deprime y niega las virtudes
esenciales del hombre que sólo aparece con toda su potencia en el esfuerzo sangriento»
264
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
265
Angelo Tasca
«El río del fascismo continúa elevando el nivel de sus aguas, que han
desbordado ya varias presas y que pronto desbordarán por doquier.
Nuestros enemigos fingen alegrarse de este crecimiento imponente y
rápido de nuestras fuerzas, que esperan ver dispersarse y perecer con
la misma rapidez».
Un año antes Mussolini abordaba la crisis interior del fascismo apostando por
el elemento «político» contra los elementos «militares»: ahora se alegra de
que la organización fascista sea «militar» en sus cuadros, en su funcionamiento
y en su espíritu, como conviene a un ejército de ocupación. Tanto más cuanto
que esta fuerza tiene a su favor no sólo la carencia, la miopía y las ilusiones de
sus adversarios, sino también el apoyo concreto y positivo de una coalición de
intereses: en el centro, el feudalismo agrario, y, con lazos más o menos
directos, las castas más reaccionarias del país: alta banca –y sobre todo los
banqueros usureros–, la gran industria –y sobre todo la industria de guerra–,
determinados cuadros del ejército y el Vaticano.
266
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
los fascistas los ocuparían». El gobierno cede, y el mismo día ordena la reapertura de los
astilleros. Los Orlando, que habían inspirado el ultimátum fascista, ejecutan la orden con júbilo.
Al ordenarles reemprender el trabajo el gobierno acepta por sí mismo sus exigencias. Y los
fascistas que han beneficiado con esta lluvia de oro a sus amigos armadores aparecen como
salvadores a los ojos de los obreros de Livorno. El «sindicalismo» fascista se apunta un buen
tanto en esta ciudad.
268
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Un mes más tarde, ocupan la alcaldía. Éstos no son más que unos cuantos
episodios entre miles semejantes que se renuevan diariamente –sobre todo
el domingo– por todo el país. ¿Cuáles son, mientras tanto, las reacciones y las
vicisitudes de los diferentes partidos?
269
Angelo Tasca
dramático de esta escisión es que aparece, más claro que nunca, como «una
escisión para nada». La nueva mayoría del partido no será ahora, por el hecho
de haberse separado de los «reformistas», menos endeble e incapaz. El
discurso que su líder, Serrati, pronuncia en el Congreso, revela una incom-
prensión increíble de la situación:
271
Angelo Tasca
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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Angelo Tasca
En las tierras redente del valle del Adigio, los «alógenos» alemanes
constituyen la gran mayoría de la población: el «Alto Adigio» ha enviado a la
Cámara en las elecciones de marzo de 1921 a cuatro diputados, todos
alemanes; y allí en donde el elemento italiano prevalece, como en Trento,
todas las administraciones están en manos de los «populares». No se puede
llegar a Roma manteniendo en la frontera esta zona de disidencia. Ya el 1.° de
septiembre, el secretario general del P.N.F., Michele Bianchi, transmitió al
presidente del Consejo, Facta, un informe exigiendo una política enérgica de
«italianización» de la región. A principios de octubre, las escuadras de
Venecia y de otras provincias de Italia del Norte, dirigidas por los diputados
De Stefani, Giunta y Farinacci, ocupan Trento y Bolzano, forzando a los
comisarios gubernamentales, Credaro y Salata, a dimitir y alejarse: todas las
reivindicaciones fascistas son inmediatamente aceptadas en Roma. Los jefes
fascistas ordenan la desmovilización y devuelven el palacio de la diputación
provincial de Trento –que habían ocupado– a la autoridad militar, «obteniendo
que la transmisión de poderes entre las escuadras fascistas y las fuerzas del
ejército regular se acompañe de un ceremonial propio de relevo de la guardia
y de honores a los banderines».
discurso que es casi de agrupación: «Monarquía y república sólo son palabras... En Italia no se
plantea en absoluto la cuestión del régimen. En Italia las instituciones no han impedido nunca el
desarrollo de las libertades públicas ni el ascenso del proletariado». Después de las elecciones de
mayo de 1921, Mussolini combate para que los fascistas no asistan a la sesión real, ya que quiere
neutralizar la corriente nacionalista y favorecer un eventual acuerdo con los socialistas en el plano
gubernamental. Análogas razones políticas le condujeron a proponer al fascio de Milán la votación
de una resolución «agnóstica» con ocasión de la visita del rey a esta ciudad (« Il Popolo d’Italia», 11
y 16 de abril de 1922).
275
Angelo Tasca
276
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Si se quiere uno atener al presupuesto del Estado, resulta que entre 1919 y
1922 Italia había realizado un esfuerzo de recuperación en el que el fascismo
no participó en modo alguno. El Estado italiano había incluido en su
presupuesto ordinario las deudas de guerra, en lugar de incluirlas en un
presupuesto especial y, por consiguiente, hacía frente a ellas con sus propios
recursos. Los déficits de los años 1919-1922 no se referían a la gestión normal
del Estado, sino a la liquidación masiva de los gastos de guerra, que habían
absorbido las plusvalías presupuestarias y que naturalmente se hizo sentir
sobre todo en este período.
Sobre la base de los datos elaborados por el profesor F. A. Repaci, en su
magistral estudio sobre los presupuestos italianos de 1913 a 1932, a
continuación exponemos una reconstitución de la evolución real de las
finanzas italianas en los primeros años de la posguerra (en millares de liras):
Ejercicio Gastos de Porcentaje
Aumento anual
presupuestario Ingresos Gastos Déficit total guerra de los gastos
de ingresos
(*) liquidados de guerra
277
Angelo Tasca
80
La debilidad y la complicidad de la prensa ante el terrorismo fascista aclaran suficientemente el
fondo antiobrero y antisocialista del «liberalismo» italiano. Uno de los principales colaboradores
278
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Uno de los jefes fascistas, Dino Grandi, que sin embargo reprocha al Congreso
no haber aclarado suficientemente la cuestión de las relaciones del liberalismo
y del fascismo, observa:
«El verdadero presidente del Congreso liberal ha sido una vez más
Mussolini. La derecha del Congreso ha vencido en la cuestión del
nombre que hay que dar al partido: la palabra “democracia”, al ser
como es actualmente la bestia negra del fascismo, se ha pensado que
ésta sustracción nominal agradaría a los fascistas».
de «Il Corriere della Sera», el economista Luigi Einaudi, opone a las «proletarias» en cuyas casas,
dice, la natalidad disminuye, «las mujeres burguesas que paren niños fuertes y que manejan con
destreza el bastón» (alusión al manganello fascista). Para juzgar más equitativamente este
artículo es preciso señalar que no se trata en absoluto de una exaltación de la violencia fascista.
Einaudi reacciona contra las resoluciones presentadas en el congreso socialista de Roma en el
que reina todavía el mito del «proletariado». Este mito corresponde a «una imagen puramente
ficticia de un hombre desnudo, pobre de propiedad y rico en hijos que lucha contra otra clase
compuesta de hombres ricos en capital y cuyos hijos son viciosos y débiles. Qué crédito, qué
confianza, qué audiencia merecen los que no ven que Italia es un país muy diferente de lo que se
lee en la doctrina marxista y que entre los «proletarios se cuenten por millones los que poseen
libretas de la Caja de Ahorros, terrenos, casas, animales, y que entre ellos las prácticas
maltusianas y la débil natalidad hacen progresos deplorables, mientras que las mujeres de la
burguesía... etc.». El senador Albertini sufrirá más tarde la misma suerte que el senador
Bergamini: el régimen fascista le quitará la propiedad y la dirección de su periódico. La revista del
profesor Einaudi, «La Riforma sociale» será también suprimida.
279
Angelo Tasca
280
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Los «rumores» de una marcha fascista sobre Roma circulan con insistencia
creciente. Todo el mundo habla de ello; únicamente los medios guberna-
mentales siguen siendo escépticos. El barón Beyens, embajador de Bélgica
cerca del Vaticano, cuenta en sus memorias:
«Viajaba en septiembre con un industrial italiano, el barón Blanc,
ferviente partidario del fascismo, a quien ofrecí un lugar en mi
compartimento reservado... Me anunció un acontecimiento próximo,
un golpe de Estado, que Mussolini daría algunas semanas más tarde.
Se movilizarían a las bandas de camisas negras, provistos de fusiles y
ametralladoras. Se reunirían en congreso en Nápoles, de dónde
marcharían sobre Roma».
Hacia finales del mismo septiembre, Mussolini pronuncia en Cremona un
discurso al que no se puede reprochar de ambiguo, pero sin que su claridad
amenazadora llegue a sacudir la inercia del Estado:
«Lo que hemos hecho hasta ahora no es nada en relación con lo que
queda por hacer. Hay una Italia sana y fuerte que se prepara para dar
un escobazo significativo a toda la espuma infecta de la sociedad
italiana. Que nuestros adversarios no se hagan ilusiones. Queremos
hacer a nuestra organización cada vez más disciplinada, militarizada,
equipada para todas las eventualidades para que si se hiciera
necesario un golpe definitivo, todos, hasta el último –¡Y cuidado con
los desertores y los traidores!–, todos, y hasta el último, cumplan con
su deber. En resumen, queremos que Italia se haga fascista, porque
estamos hartos de verla en su interior gobernada por hombres que
oscilan continuamente entre la negligencia y la cobardía, y, sobre todo,
estamos hartos de verla considerada en el extranjero como una
cantidad despreciable»
«...Nuestros emblemas han partido de Vittorio Veneto. Desde las
orillas del Po hemos comenzado una marcha que no podrá detenerse
sin antes haber alcanzado el objetivo supremo: Roma. Y no existen
obstáculos ni hombres ni cosas que puedan detenernos.»
Mussolini siente que los instantes decisivos se aproximan, por lo que redobla
su atención y actividad. La disgregación de los partidos políticos, la complicidad
de los odios y de los intereses reaccionarios son tales que puede permitirse
anunciar los proyectos más extremosos sin provocar reacciones apreciables.
La tarde del 4 de octubre, habla en Milán ante los escuadristas del grupo
«Sciesa» y precisa de este modo sus intenciones:
282
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Quien nos haga bien, tendrá bien; quien nos haga mal tendrá mal.
Nuestros enemigos no podrán quejarse si, en tanto que enemigos, son
tratados duramente... En este momento hay dos gobiernos, lo que
quiere decir que uno de ellos sobra. El gobierno liberal y el gobierno
fascista. El Estado de ayer y el Estado de mañana... El Estado fascista es
infinitamente mejor que el Estado liberal, y, por consiguiente, el
Estado fascista es digno de recibir la herencia del Estado liberal... Los
ciudadanos se preguntan: ¿cuál de los dos Estados acabará por dictar
su ley a los italianos? No tenemos ninguna duda al contestar: “El
Estado fascista”. ¿Cuáles son los medios para lograr dar un gobierno a
la nación? Helos aquí: si en Roma no se han vuelto todos unos
reblandecidos, deben convocar la Cámara a principios de noviembre,
votar una nueva ley electoral, y convocar elecciones dentro de
diciembre».
«Podéis ver que nuestro juego está bien claro. Por otra parte, cuando
se trata de dar el asalto al Estado, no puede uno detenerse en la
pequeña conjura, más o menos secreta hasta el último momento.
Tenemos que dar órdenes a centenares de miles de personas y sería
una presunción y una esperanza de las más absurdas pretender
guardar el secreto. Jugamos con las cartas descubiertas en tanto que
haya que tenerlas descubiertas».
283
Angelo Tasca
«Lanzando a los italianos como una fuerza única hacia las tareas
mundiales; haciendo del Mediterráneo un lago italiano, aliándonos con
aquellos que viven en el Mediterráneo y alejando a aquellos que son
sus parásitos; realizando esta obra difícil, paciente, de líneas ciclópeas,
inauguraremos verdaderamente un período grandioso de la historia
italiana».
Los jefes fascistas temen además una inmediata crisis política, de la que con
insistencia habla la prensa; el secretario del partido, Michele Bianchi, y Dino
Grandi se entrevistan con Facta, que los tranquiliza. «Il Corriere della Sera»
explica que los fascistas no desean la dimisión actual de Facta, porque «no
pueden esperar un ministerio más cómodo que el que él preside». El gabinete
Facta permanece en el poder y las Cámaras serán convocadas a principios de
noviembre. Entonces podrá desatarse la crisis. De este modo los fascistas
ganan tres semanas que les permitirán burlar todas las maniobras de sus
adversarios.
284
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
monarquía? «¿No ha estado usted nunca en Mesina? Allí hay fachadas intactas que dan la
impresión de que todo el edificio está en pie, pero una vez que se ha traspasado el umbral uno se
da cuenta de que la casa no existe. Lo mismo ocurre con la monarquía en Italia. ¿Vale la pena
abatir una simple fachada? Es mejor dejar al pueblo italiano la plena iniciativa.» Los visitantes
aceptaron este proyecto y decidieron participar en gran número en la asamblea proyectada por
D'Annunzio para darle un carácter democrático. Adoptaron por divisa la frase sugerida por el
poeta en el momento de la despedida: Sine strage vici, strepitu sine ullo (R. Marvasi, Quartetto,
Sallon, 1938). Marvasi ha conseguido estos detalles a través del mismo De Ambrjs, cuyo relato
coincide con el que me ha hecho Luigi Campolonghi.
En opinión de E. Lussu, la noticia del «complot» debió llegar a Mussolini durante la reunión de
Nápoles y precipitó su decisión de forzar los acontecimientos. La cosa es posible. Pero Mussolini
ya había sido informado del plan D’Annunzio-Facta aunque no fuese más que porque no se
preparaban con ningún misterio. Sea lo que fuere, es cierto que la «marcha» fascista también
tenía por objetivo adelantarse a la de D’Annunzio. Pero al lado del «peligro D’Annunzio» había el
«peligro Giolitti», que contribuyó tanto o quizá más a impacientar a Mussolini.
286
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«Il Popolo d’Italia» publica este mensaje en la cuarta página, sin ningún
comentario. Mussolini desea más que nunca conseguir el poder; la idea de
una «marcha sobre Roma» está en el aire. Está marcha es el fin natural de las
«ofensivas» fascistas que, cada Vez más amplias, parten de territorios ya
conquistados para anexionarse otros nuevos. Todo el valle del Po, toda la
Italia central –Toscana, Umbría y la Campiña romana– están «ocupados» por
los camisas negras. En octubre, sólo quedan algunas ciudades «libres»: Turín,
Parma, y, además, el Sur, más o menos neutro. La velocidad adquirida por las
expediciones y las adunate fascistas sólo pueden conducir a Roma, según la
lógica objetiva del movimiento más que por la voluntad decidida de Mussolini
o de otros líderes fascistas. En el transcurso de la huelga de agosto, Facta ha
obtenido de los fascistas que no ocupen Roma, dejándoles a cambio Milán,
Génova y Livorno. Por consiguiente, Roma se convierte, de forma un poco
automática, por el juego de los progresos fascistas y de las debilidades
gubernamentales, en la última posición que va a decidir la suerte del régimen,
y que los. fascistas deben conquistar si no quieren que todas sus victorias
precedentes sean anuladas.
289
Angelo Tasca
Sin embargo, el peligro más grave sigue siendo la posibilidad de que se forme
un gobierno Giolitti: el 7 de octubre, el Consejo de ministros decidió no
dimitir, pero la crisis puede iniciarse de un momento a otro. Mussolini se
plantea de una forma cada vez más concreta el problema de la conquista
directa del poder. En el último Comité central del P.N.F. (el 13 de agosto),
Italo Balbo y Michele Bianchi propusieron la siguiente moción, aprobada por
unanimidad:
290
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«El C.C. del P.N.F., tras haber examinado la situación militar del
fascismo, confía a un mando supremo compuesto por tres personas la
tarea de ejecutar cualquier acción militar exigida por las circunstancias
y por los programas fascistas».
La dirección del partido nombra para este triunvirato a Italo Balbo, a De
Vecchi y al general De Bono. Estos dos últimos se reúnen el 15 de septiembre
para redactar el nuevo reglamento de la Milicia fascista, que se publica por
primera vez el 4 de octubre en «Il Popolo d’Italia». El 6 de octubre, Mussolini
interroga a Balbo, que ha ido a visitarle, sobre las «posibilidades de éxito de
una acción revolucionaria contra Roma, pidiendo, no garantías generales, sino
informaciones precisas y detalles ciertos». Balbo tiene la impresión de que
Mussolini está dispuesto a intentar el golpe de mano insurreccional. La
marcha sobre Roma se decide en principio para el 16 de octubre, en una
reunión del mando general, que se celebró en Milán en presencia de
Mussolini, del secretario del partido Bianchi, y en la que también inter-
vinieron los generales Fara y Ceccherini. 82 He aquí el resumen de esta
reunión, tal como se expone en el diario de Italo Balbo con fecha del 16 de
octubre.
Mussolini aborda el fondo de la cuestión. En el transcurso de una
exposición sintética de una gran claridad, declara que los acontecimientos
se precipitan y que el fascismo puede verse obligado de un momento a
otro a emprender un movimiento insurreccional. Concibe que este
movimiento debe desembocar en una marcha sobre Roma y en la
ocupación de esta ciudad, para forzar al gobierno a renunciar al poder y
para presionar a la Corona a formar un gabinete fascista. Añade que no
se puede esperar una solución parlamentaria, que estaría en contra del
espíritu y de los intereses del fascismo. Las maniobras de estos últimos
días sirven para desviar la atención de la opinión pública y del propio
gobierno. Sólo la conquista directa del poder es una solución digna de
nuestro movimiento, que siempre ha actuado fuera y por encima de las
leyes de un régimen decrépito.
82
El 22 de octubre de 1924, el general De Bono, comprometido en el asesinato del diputado
socialista Matteotti, presentó su dimisión como comandante general de la milicia fascista. Mussolini
le dio las gracias en esta ocasión por los servicios prestados «desde el 16 de octubre de 1922, día en
que fue convocado en el número 46 de la calle San Marco de Milán para decidir la marcha sobre
Roma». En la calle San Marco estaba la sede de «Il Popolo d’Italia». El general Fara se había inscrito
varios meses antes en el fascio de Nervi. El general Sante Ceccherini también había entrado en el
P.N.F. Había estado en Fiume al lado de D’Annunzio en 1920 con las funciones de «inspector de
tropas».
291
Angelo Tasca
Confieso que me siento preocupado por el giro que han tomado estos
últimos días los acontecimientos políticos. Pienso que cualquier aplaza-
miento es muy peligroso. Las maniobras de los viejos partidos políticos se
hacen cada vez más agobiantes. A pesar suyo, el fascismo corre el riesgo
de caer prisionero de la intriga que se urde contra él y de la trampa de las
elecciones.
83
Se trata de zonas militares delimitadas en la reunión de Oneglia en enero de 1922 y
modificadas en octubre.
292
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Así pues, a mediados de octubre, Mussolini piensa que «el acto insurreccional»
es inevitable, pero, como en todas las circunstancias de su vida, procura
reducir al mínimo los peligros de la empresa. Lo ideal, para él, es que todo
ocurra como si la marcha sobre Roma hubiera ocurrido, sin realizarla hasta el
final. Durante los primeros días del mes ha preparado el llamamiento que el
cuadrunvirato deberá lanzar a los fascistas y al país en el momento de la
acción, pero se reserva modificarlo en el último minuto en función de las
circunstancias. No se trata de anexionarse Roma como cualquiera de las
ciudades o de las provincias que han ocupado las escuadras fascistas; la
conquista de Roma plantea graves problemas políticos, puesto que crea lo
irreparable. Por ello precisamente es necesario intensificar la acción política,
dedicada a burlar la desconfianza y hostilidad de los adversarios; ganar
aliados, neutralizar una parte de las fuerzas del Estado. En el transcurso de las
tres últimas semanas, y sobre todo los últimos quince días antes de la marcha
sobre Roma, Mussolini desarrolla una actividad casi frenética en cualquier
dirección política donde haya un resultado político que alcanzar. Nada es
despreciado, desde D’Annunzio a Giolitti, de Salandra a Nitti, de la monarquía
a los republicanos, de la francmasonería al Vaticano.
294
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
1.° La Federación Italiana de Trabajadores del Mar, que piensa exigir, a los
armadores un trato justo para las tripulaciones, someterá voluntariamente
cualquier petición en este sentido al examen del representante del
Fascismo, antes de comenzar las gestiones parlamentarias y las gestiones
directas con los armadores, con vistas a suministrarle la prueba de la
legitimidad de dicha petición y de la oportunidad de una acción conjunta a
este respecto.
3.° Desde el momento en que exista un acuerdo sobre las peticiones así
formuladas, los representantes de la Federación de Marinos las comunicarán
a los armadores y comenzarán las conversaciones con ellos.
295
Angelo Tasca
84
El mismo día en que se firmó en Milán el pacto marítimo tiene lugar la reunión preparatoria de
la marcha sobre Roma, en la que Mussolini puede declarar, quizá forzando un poco la verdad:
«D'Annunzio está favorable». Cf. el atestado de Balbo en «Il Popolo d’Italia» del 28 de octubre de
1938.
85
A principios de agosto, D'Annunzio pensaba en la marcha sobre Roma. Las instrucciones que
había dado a su hombre de confianza para que explicara a los legionarios el verdadero sentido de
su discurso del 3 de agosto son publicadas dos. días después en forma de editorial en La Riscossa:
«A Roma –se lee–, ¡legionarios de Bolonia! Gabriele D’Annunzio me ha dado la orden de
comprender estas cosas y decirlas a mis hermanos. Obedezco, estoy seguro de vuestra
obediencia y digo: ¡adelante, compañeros!... Nuestro Jefe ha dicho que hoy haremos historia:
seamos dignos y hagamos que este día señale, con el triunfo de la patria en paz y resucitada, el
296
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
acontecimiento de un nuevo evangelio de amor, poder, obligaciones y derechos como sólo podrá
serlo la República de los Sindicatos. ¡Comandante! El camino hacia Roma está abierto y las
legiones están contigo. Soldados: idolatremos a Italia. ¡Viva la República italiana!» De acuerdo
con este mensaje, la marcha de D’Annunzio sobre Roma tiene, por tanto, el mismo carácter
general que ya se le daba en los proyectos del período de Fiume. Queda por ver cómo puede
concillarse este mensaje con el plan de Facta para la manifestación del 4 de noviembre. Sólo
nuevos documentos permitirán establecer si este plan estaba relacionado con la «solución
extraparlamentaria» en la cual pensaba en esté momento tanta gente y si representaba la
combinación que debía oponerse y sustituir a la de Mussolini.
En la sesión del 16 de octubre,. Mussolini afirma que tiene el consentimiento de D'Annunzio. No
puede excluirse de plano la hipótesis de qué lo haya afirmado arbitrariamente para forzar la
resistencia a la empresa por parte de los jefes militares (principalmente De Bono. y. Fara), pero es
poco verosímil. Entre los dos «planes», el de D’Annunzio y el de Mussolini hay una zona común,
un terreno vago en que reina el gusto que comparten por la aventura violenta y el odio contra la
«vieja Italia». Así se explica que si en ningún momento hay entre ellos comunión perfecta
tampoco haya nunca ruptura total. El lenguaje que emplean tanto uno como otro, incluso en sus
intervenciones directas, es siempre lo suficientemente equívoco y ambiguo como para que
puedan estar de acuerdo y mentir al mismo tiempo. Además, hay otro equívoco entre ellos.
D'Annunzio, que habla de paz y cree desearla sinceramente, va mucho más lejos que Mussolini
en rechazar el régimen que quiere transformar profundamente. Mussolini, que prepara una
acción violenta de partisanos, se contentaría con una amplia parte del botín incluso en el régimen
actual, sin tocar las instituciones. De esta forma ha bastado que Mussolini haga comprender a
D'Annunzio que la manifestación del 4 de noviembre sólo serviría, a fin de cuentas, para salvar el
gobierno o permitir un replanteamiento ministerial, para que D’Annunzio renuncie al proyecto de
manifestación romana y deje el camino libre a la marcha fascista que correspondía mejor, en el
fondo, a sus preferencias estéticas y al guión imaginado hace tanto tiempo.
Mussolini tiene una gran superioridad práctica sobre D'Annunzio: ve en la situación las relaciones
concretas entre las fuerzas, y obra para desplazarlas con una actividad múltiple e incesante. En
cambio, D’Annunzio se hace ilusiones sobre sus posibilidades personales; está seguro de poder
decir la última palabra. Todo el mundo parece llamarle y ponerse a su disposición: al lado de la
milicia legionaria, los obreros con la C.G.L., La Unión del Trabajo, el Sindicato de Ferroviarios, la
Federación de la Mar; los ex combatientes y la Federación de Mutilados; los jefes políticos con
Nitti, Orlando y Mussolini, y finalmente el gobierno de Facta. Es el árbitro de todas estas fuerzas y
puede movilizarlas en cualquier ocasión y tejer una trama de acuerdo con sus propios planes.
¿Quis contra nos? Sin embargo, calcula mal la fuerza del movimiento fascista y, en consecuencia,
la influencia que tiene sobre los acontecimientos.
297
Angelo Tasca
Con Giolitti la lucha es más difícil. Se trata de un hombre sin imaginación y sin
grandes proyectos. Evidentemente desea nuevas elecciones, pero no
inmediatamente: en primavera, tras algunos meses de gobierno. Mussolini
mantiene conversaciones con él, a través del prefecto de Milán, Lusignoli, que
ya sirvió de intermediario entre ellos en la época de la acción contra Fiume.
Giolitti desea que los fascistas entren en su ministerio, e insiste para que sea
el propio Mussolini quien los represente. 87 Pero las exigencias de los fascistas,
86
En efecto, el nuevo régimen no tardará en poner la mano encima del F.I.L.M. El 14 de.
noviembre de 1922, Umberto Poggi, uno de los dirigentes de esta organización, firma en Roma
con Edmondo Rossini un pacto de adhesión a las Corporaciones sindicales, bajo los auspicios de
Gabriele D'Annunzio. El 3 de marzo de 1923 se publica el pacto que han concluido la Federación
de los armadores y el P.N.F. con la garantía de Mussolini, análogo al que había firmado con
Giulietti el 16 de octubre.
87
Sin duda es. el «problema Giolitti» el que más influye en la táctica adoptada por Mussolini. En
el momento de la reunión del 16 de octubre en Milán, el peligro Giolitti parece el más
amenazador, como se pone de manifiesto en la denuncia de Balbo: «Giolitti cree poder ofrecer
dos carteras: pero nos hacen falta seis, o ninguna. Y en éste caso hay que poner las masas en
movimiento para provocar la crisis extraparlamentaria y llegar al gobierno. Hay que impedir que
Giolitti llegue al poder. Giolitti ordenaría disparar sobre los fascistas, como ha hecho disparar
contra D’Annunzio».
El peligro es tanto más gravé cuanto que desde hace algunas semanas Giolitti se prepara para
volver al poder. Según rumores recogidos por «Il Corriere della Sera». (6 de octubre) se ha
producido un cierto cambio en su favor en los medios parlamentarios, ya que los partidarios de
Nitti y los populares estarían dispuestos a colaborar con él mientras que las derechas, «que quizá
favorecen otras. candidaturas», se muestran reticentes. Es cierto que, a partir de estos rumores,
Bianchi y Grandi van a encontrarse con Facta porque temen su dimisión. Algunos días más tarde
se establecen contactos entre Fácta y Giolitti (gestión de Soreli hacia Giolitti y gestión de
Corradini-Fázzari hacia Facta). Giolitti no quiere dar la impresión de qué toma la iniciativa de
298
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
que se sienten o se creen los dueños del país, son mucho más ambiciosas que
hace algunos meses, por lo que las transacciones, se han hecho difíciles.
«Los fascistas han exigido a Giolitti, precisa «Il Corriere della Sera» del
19 de octubre, una representación en el nuevo gabinete proporcional
a su fuerza real en el país, y no sólo al número de escaños logrados en
las últimas elecciones. Por ello exigen tres carteras importantes y
quisieran que la elección del titular del ministerio de Asuntos Exteriores
respondiera a sus deseos. Por la otra parte, Giolitti desearía la
participación de Mussolini en el gobierno e incluso le habría ofrecido
Un puesto de ministro sin cartera. En cuanto a la reforma electoral, no
sería muy difícil llegar a un acuerdo, puesto que tanto Giolitti como
Mussolini son favorables a una revisión de la ley actual en un sentido
mayoritario, aplicando la proporcional a las minorías».
volver al gobierno ni indicar el procedimiento a seguir para hacer posible su retorno, pero las
fórmulas que emplea no dejan ninguna duda sobre sus intenciones. Sin embargo, Facta
aprovecha la prudencia de estas fórmulas para aferrarse a su puesto, seguro por otra parte del
apoyo de D’Annunzio, que sería desfavorable a Giolitti, y de los populares, especialmente don
Sturzo, opuestos a una crisis extraparlamentaria. De esta forma se pierde un tiempo preciosa en
un momento en que las horas cuentan, y Mussolini consigue esquivar su maniobra.
299
Angelo Tasca
Hasta el último momento, Mussolini deja creer a Giolitti que está de acuerdo
sobre el fondo, que la diferencia sólo estriba en la distribución de las carteras
ministeriales. Por su lado, Giolitti intenta forzar el acuerdo haciendo repetir a
través de sus amigos que eventualmente prescindirá del concurso de los
fascistas.
88
Tres deseos han contribuido a estas dilaciones: el deseo que tenía Mussolini de no compro-
meterse prematuramente para obtener el mejor resultado posible, él apego de Facta al poder y el
particular cambio de opinión de Giolitti así como el método que de ahí resulta. Giolitti no tiene
prisa, porque no se da cuenta de la situación real. Tiene la intención de tomar el poder en el
momento apropiado, como una fruta madura, y no le desagrada que las «tejas» caigan sobre las
cabezas de los que le han echado en 1921 y rechazado su concurso en 1922. Pero las «tejas»,
siguiendo la caída libre, destruyen también las fuerzas sobre las que deseaba apoyarse y el Estado
que quería salvaguardar. Además, hay que señalar que Giolitti, que aceptaría, con gusto formar un
gobierno sin los fascistas, no quiere comprometerse a una política hostil al fascismo.
300
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Niti responde que no puede tratar con Schiff-Giorgini, que no tiene ninguna
autoridad para hacerlo. Quiere garantías serias, para evitar comprometerse
inútilmente. Que Mussolini le mande un personaje de talla para tal misión.
Decidido Mussolini, encarga al embajador Romano Avezzana continuar las
conversaciones: éste en persona acude a Acquafredda, confirma el primer
mensaje de Mussolini e insiste para que Nitti haga cuanto antes la declaración
que Mussolini le pide. Nitti plantea entonces una serie de preguntas
concretas:
1.a ¿Cuáles son ahora las exigencias de Mussolini? ¿Se contentará con un
ministerio y dos subsecretarías? 2.a ¿Por qué Mussolini también ha tratado
con Giolitti y con Salandra? 3.a ¿Qué hará con los fascios? 4.a ¿Está dispuesto a
suprimirlos incluso con medidas militares represivas?
El barón Romano Avezzana hace una vez más el viaje entre Milán y Acqua-
fredda y, finalmente, se establece el procedimiento siguiente: Nitti precisará
en un discurso su pensamiento sobre la gravedad de la situación y afirmará la
necesidad de convocar nuevas elecciones; «Il Popolo d’Italia» reproducirá ese
discurso sin comentarios.
301
Angelo Tasca
Mussolini, que no quiere saber nada de una marcha sobre Roma, hablará en
el Congreso de Nápoles atacando a todo el mundo, salvo a Nitti; se abrirá la
crisis extraparlamentaria y se formará un gran gobierno con Nitti y Mussolini
para salvar Italia.
3.° Para tener los medios necesarios para la defensa del país, hay que
restaurar el crédito, sanear las finanzas y devolver la confianza al capital.
Finalizada la encuesta sobre los contratos de guerra que ha hecho tan
precaria la vida de tantas industrias, hay que volver a examinar la cuestión de
los superbeneficios de guerra, reanimar el mercado bursátil y abandonar
cualquier proyecto de conversión de los títulos al portador en títulos
nominativos.
6.° Hay que renunciar a todas las reformas que de una u, otra forma puedan
perturbar la producción o desanimar las inversiones de capital.
302
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
De este modo Nitti asume una gran parte de las reivindicaciones del P.N.F.
para el «saneamiento financiero» del Estado, las mismas que le habían
ganado al fascismo las simpatías y las ayudas de los medios económicos
italianos; adopta con respecto al problema militar una posición muy alejada
de la que había mantenido en 1919-1920, y finalmente se adhiere a las tesis
fascistas sobre la necesidad de unas elecciones inmediatas, situándose sobre
este punto una vez más en conflicto con Giolitti, que no desearía consultar al
país antes de seis meses. «Il Popolo d’Italia» publica las declaraciones de Nitti
sin comentarios, como se había acordado, pero con un titular un poco
desconsiderado: Un discurso desenvuelto de Nitti. Italo Balbo anota en su
Diario:
¿Qué hubiera, dicho Balbo, si hubiera sabido que el discurso de Lauria había
sido preparado con la colaboración de Mussolini y a petición suya?
303
Angelo Tasca
304
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Nuestros hermanos encuadrados en los fascios han sido cada vez más
numerosos. Intentaron reforzar, en el conflicto de tendencias que
acompañaba la evolución del fenómeno fascista, a los elementos más
conformes con el espíritu masónico. Como para todos los demás
hermanos que militan en los diferentes partidos, jamás hemos
pretendido reducir su libertad de movimientos, limitada solamente por
los postulados esenciales. Los jefes del fascismo conocen y reconocen,
estoy de ello seguro, la lealtad de los fascistas francmasones».
305
Angelo Tasca
89
Eugenio Chiesa, un francmasón antiguo diputado al Parlamento italiano, reveló en 1926 que
«un grupo de altos dignatarios de la Orden había aportado tres millones y medio para sufragar
los gastos de la marcha sobre Roma». En efecto, Raúl Palermi y su «Gran Logia» aportaron su
apoyo directo a Mussolini. Cesare Rossi cuenta que «ocho días antes del 28 de octubre Una
delegación de la plaza del Jesù acababa de reunirse con Mussolini en Milán». Para la próxima
acción, Palermi le aseguraba «la ayuda de los oficiales que mandan la Guardia Real, de algunos
jefes de destacamento de la guarnición de Roma, del general Cittadini, ayudante de campo del
rey, todos ellos francmasones». Sin que pueda determinarse el grado de veracidad o de «bluff»
de las afirmaciones de Palermi, «es un hecho que el 28 y él 29 hizo de lanzadera entre el Viminal
y el Quirinal» (Mussolini com'era). Inmediatamente después de la formación del nuevo gobierno,
Raúl Palermi aseguraba a los fancmasones de América (el mismo rito al que pertenecía) que Italia
entraba en una era de orden y paz. El telegrama que expidió a este efecto fue transmitido por el
mismo gobierno como despacho oficial dirigido al embajador italiano en Washington y al cónsul
de Boston, que lo hicieron llegar a sus destinatarios. La importancia de esta iniciativa viene dada
por el hecho de que el presidente de los Estados Unidos, Harding, era grado 32 del rito escocés.
El 12 de noviembre de 1922, Raúl Palermi sometió a Mussolini, que la aprobó y firmó, una nueva
«declaración de principios» que fue sancionada el 17 de diciembre por el Consejo supremo de la
Orden: daba al nuevo régimen todas las garantías posibles. Igualmente en enero de 1933
Mussolini fue elevado de golpe al grado supremo (33) de la Gran Logia. Palermi lo aprovechó
para abrir una campaña contra la francmasonería que le hacía la competencia, en la intención de
destruirla con la ayuda del gobierno fascista.
Ante la formación del nuevo gobierno, Domizio Torrigliani envió a Mussolini, a instancias del
general Capello, un telegrama de felicitación. En una entrevista concedida el 30 de diciembre de
1922 a «Il Giornale d’Italia», el jefe del Gran Oriente declaraba que «había puesto en conocimiento
de las logias su obligación de obedecer para cooperar al éxito del gobierno de Mussolini, tal como
lo exigía el interés nacional». Las relaciones entre el fascismo en el poder y la francmasonería del
Palazzo Giustiniani se envenenaron rápidamente a consecuencia de una reunión de esta orden
hacia finales de enero de 1922, en Roma. Torrigliani la había convocado para someter un
proyecto de fusión de las logias italianas en un rito único. Parece que su propuesta, que sin duda
intentaba neutralizar la acusación de «internacionalismo» lanzada contra la francmasonería y
particularmente contra la Gran Oriente, había sido aprobada. En el seno de esta logia, un grupo
fascista intentó que se adoptara una actitud de adhesión incondicional al gobierno, como había
hecho la Gran Logia. Pero chocó con la resistencia de una gran mayoría, que en una resolución
declaró que «la francmasonería debe estar por encima de los partidos» y pidió a «los hermanos
fascistas» que defendieran «tanto en los fascios como en el gobierno los principios de libertad y
democracia» y la idea de que «Italia debe volver lo más pronto posible a un régimen
constitucional y parlamentario». De esta forma, la iniciativa de Torrigliani para defender su orden
se vio comprometida por la toma de posición política de la asamblea. La reacción fascista no se
hizo esperar. En el Gran Consejo de 13 de febrero de 1923, Mussolini consiguió que se aprobara
una resolución en la que se incitaba a los fascistas francmasones «a elegir entre la militancia en el
P.N.F. o en la francmasonería». Inmediatamente después la logia de la plaza del Jesù intentó
escapar a las consecuencias de la decisión del Gran Consejo. Raúl Palermi publicó un comunicado,
aparecido el 15 de febrero en los periódicos, en el que aprobaba esta decisión, pero consideraba
306
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«la perfecta identidad de sus medios de lucha con los del partido
nacional fascista, para combatir tanto en el terreno político como en el
económico a los partidos antinacionales de todas las tendencias».
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Mussolini propone que las jerarquías políticas del partido cedan sus poderes
al «cuadrunvirato» el 26 de octubre a medianoche.
«El objetivo del movimiento debe ser la conquista del poder con un
ministerio que cuente, al menos, con seis ministros fascistas en los
puestos más importantes».90
A partir del día siguiente (el 25), y hasta altas horas de la noche, se celebran
las reuniones del mando donde se fijan «instrucciones detalladas» para los
comandantes de la zona, quienes se reintegran a sus respectivas residencias
para preparar la «movilización secreta» del 27. Para hacer frente a cualquier
eventualidad se precisa el plan militar. Debe desarrollarse en cinco etapas:
«1.° Movilización y ocupación de edificios públicos en las principales ciudades
del reino; 2.° Concentración de camisas negras en Santa Marinella, Perugia,
Tívoli, Monterotondo y Volturno; 3.° Ultimátum al gobierno Facta para
conminarlo a que ceda todos los poderes del Estado; 4.° Entrada en Roma y
90
Italo Balbo es quien da detalles sobre esta reunión de la que, además, estaba encargado de
hacer la reseña.
313
Angelo Tasca
Mussolini no está en modo alguno seguró de que el fascismo pueda llegar por
medio de la acción directa y de la violencia. Comprende perfectamente qué el
Estado, por muy débil que sea, puede, incluso con medidas elementales,
impedir un golpe de mano. A veces la idea de consagrar «su» victoria con una
entrada teatral en Roma encabezando a las legiones fascistas le hace sonreír
de satisfacción, pero su instinto más profundo le hace desconfiar de cualquier
«romanticismo» y le empuja a considerar soluciones menos brillantes y
menos arriesgadas. Si la «marcha sobre Roma» se presenta demasiado
aleatoria, hay que encontrar a cualquier precio otros medios: ésto explica las
conversaciones con los viejos políticos.
315
Angelo Tasca
91
En las instrucciones establecidas en Nápoles para la marcha sobre Roma se dice: «En el caso de
que se encontrara una resistencia armada por parte del gobierno, evítese en todo lo posible
enfrentarse a las tropas, hacia las que hay que manifestar sentimientos de simpatía y respeto. En
el caso de que se ofreciera, no aceptar la ayuda de los regimientos a las escuadras de acción. Esta
eventualidad será examinada por el Cuadrunvirato solamente en caso de conflicto.»
316
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Tras la jornada del 24, el Congreso fascista de Nápoles, que se abre al día
siguiente, ha perdido todo interés. Sin embargo se celebra.
«El Congreso –señala Italo Balbo– está casi desierto. Pero quedan los
obstinados, los que han preparado sus discursos y no quieren
renunciar. Es preciso que la comedia del Congreso continúe aún, al
menos hasta mañana por la tarde. Solamente de este modo podremos
engañar al gobierno y a la opinión pública».
Aunque es cierto que este Congreso no puede engañar sino a aquellos que lo
desean, ya que las alusiones a la acción inminente se repiten continuamente:
Michele Bianchi en su breve alocución afirma:
317
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
319
Angelo Tasca
Facta se pone en contacto con el rey y con Mussolini y pide a ambos que
acudan a Roma. El rey, que está veraneando en San Rossore, regresa a las 8
de la tarde a la capital. Mussolini se niega a hacerlo. La misma tarde, Facta
acude a visitar al rey presentándole la dimisión del gobierno. Parece ser que
el rey está bastante irritado ante los acontecimientos, pero Facta le tranquiliza
y trata de demostrarle que la situación no es demasiado grave y que las
medidas adoptadas darán tiempo para encontrar una solución. 92 Porque
también Facta tiene su solución. En el discurso de Nápoles, Mussolini rindió
homenaje a su «honestidad» y denunció el «antifascismo» de los ministros
Taddei, Améndola y Alessio. ¿No se podría, por tanto, formar un tercer
gabinete Facta sustituyéndolos por tres ministros fascistas? 93 Sin embargo, las
declaraciones que el secretario del P.N.F., M. Bianchi, hace a la prensa
durante la noche del 27 al 28 no dejan ninguna esperanza para una solución
de este tipo:
92
Facta tuvo una primera entrevista con el rey en la salita de espera real de la estación y una
segunda sobre las 9 de la noche. Salvemini mantiene –no conocemos la fuente en que se basa–
que el rey se mostró indignado ante lo que pasaba: «Antes que ceder –dijo en piamontés– me
marcharía con mi mujer y mi hijo». («El advenimiento de Mussolini», en Res Publica, Bruselas,
octubre de 1932). Sobre las conversaciones entre Facta y el rey celebradas la tarde del 27 de
octubre, hoy se tienen numerosos testimonios que confirman lo que había contado Salvemini
sobre el estado de ánimo del soberano. También es cierto. que Facta propuso al rey decretar el
estado de sitio desde la breve entrevista que tuvieron en la Stacione Termini de acuerdo con lo
que Facta cuenta más tarde a Bergamini. ¿Dio el rey su acuerdo formal a esta medida? El rey no
era hombre para comprometerse hasta ese punto en una decisión gubernamental; Facta no era
hombre para tomar una medida tan grave sin contar con el consentimiento del rey. La segunda
conversación con el rey en la Villa Savoia sobre las 11 de la noche, en un momento en que las
noticias procedentes de todas partes revelaban que la situación se agravaba rápidamente, dio
con toda seguridad a Facta la impresión de que el estado de sitio era inevitable y que el rey lo
reconocía así. El secretario particular de Facta, Amadeo Paoletti, que le había acompañado a Villa
Savoia, cuenta que el presidente, al salir de la segunda audiencia real, se fue al Viminal «porque
había que preparar el decreto de estado de sitio que el rey debía firmar al día siguiente». Por si
pudiera quedar alguna duda a este respecto, el testimonio, hoy hecho público, del diputado
Giuseppe Paratore, pone finalmente las cosas en claro: «En la noche (del 27 al 28), el Consejo de
ministros fue convocado de improviso; se discutió y se tomó una decisión sobre el estado de sitio.
El primer ayudante de campo del rey estaba presente en el Viminal y afirmó, ante la perplejidad
de algunos ministros, que si no se decretaba el estado de sitio, el jefe del Estado abandonaría
Italia» («Política parlamentare», julio de 1949).
93
El conde Sforza ha dado a la publicidad en sus Constructores de la Europa moderna las
confidencias que después de octubre de 1922 le hicieron Giolitti y el Senador Taddei: «Cuando
mostré a Giolitti mi sorpresa de que no hubiera considerado su deber, en otoño de 1922, venir a
Roma y hacerse cargo del poder, la respuesta que recibí fue que probablemente él se había
equivocado, pero que las objeciones de toda clase que Facta le hacía para que no se moviera de
su casa de campo en Cavour eran infinitas e inagotables. Incluso le telegrafió cuando ya había
decidido salir de Cavour para Roma diciéndole que las inundaciones hacían peligroso el viaje. La
explicación de Giolitti era que Facta se había dejado engañar por ciertas confidencias de los
fascistas, que habían puesto ante sus ojos, como un espejismo, la esperanza de que seguiría
siendo primer ministro en un nuevo gobierno formado por Mussolini y otros fascistas».
320
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Una vez regresado al Viminal Facta informa al Consejo de ministros sobre las
vacilaciones del rey. El Consejo le encarga que visite de nuevo al soberano y le
insista para que sancione el estado de sitio ya proclamado. Probablemente,
entre la primera y segunda visita de Facta, que tiene lugar alrededor de las
diez de la mañana, hubo otras intervenciones para presionar al rey: la de
Federzoni, que anuncia la movilización nacionalista; la del almirante Thaon di
Revel, que pide al rey que evite cualquier conflicto entre los fascistas y el
ejército. También le hacen llegar la noticia de que su primo, el duque de
Aosta, se encuentra en Bevagna, no lejos de Perugia, en contacto con el
cuadrunvirato y dispuesto a dejarse instalar en el trono si el rey es depuesto
por los fascistas o renuncia a la corona. 97 Por ello, Facta recibe un segundo y
espíritus recobren la concordia y para asegurar la solución pacífica de la crisis. Ante las tentativas
de insurrección, el gobierno dimisionario tiene el deber de mantener por todos los medios y a
toda costa el orden público. Este deber lo cumplirá íntegramente para salvaguardar a los
ciudadanos y las libres instituciones constitucionales. Que los ciudadanos conserven la calma y
tengan confianza en las medidas de seguridad que han sido adoptadas. ¡Viva Italia! ¡Viva el Rey!»
Este llamamiento sólo se hizo público en Roma: en varias ciudades fueron los mismos fascistas,
que habían ocupado los servicios telefónicos, quienes lo recibieron.
97
Siempre según el testimonio, digno de toda confianza, del conde Sforza, el senador Taddei,
ministro del Interior del gabinete dimisionario, «después de reunir un montón de indicios a los
que en un primer momento apenas había dado importancia, llegó a la convicción de que Facta,
contrariamente al mandato formal que por dos meses le había confiado el gabinete, había
322
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
definitivo rechazo del rey, por lo que el Consejo de ministros no tiene más
remedio que retirar el decreto. A las once y media de la mañana, la agencia
Stefani es «autorizada a anunciar que la medida concerniente a la proclamación
del estado de sitio deja de tener efecto».
desaconsejado al rey sobre la firma del decreto de ley marcial, alegando la falta de autoridad de
un gabinete dimitido y que él mismo mantenía dimisionario». Los testimonios de que ahora se
dispone sobre la conducta de Facta en octubre de 1922 permiten dar una interpretación al
menos más probable. Sus reticencias no eran debidas a razones bajas. Se puede ver en ellas el
reflejo de una ambición que superaba la medida de sus fuerzas. Estimaba que estaba más
calificado que Giolitti para conseguir un gobierno de unión con los fascistas cuyos emisarios
tenían mucho interés en anclarle en este convencimiento. Facta tenía así en reserva la carta
D’Annunzio de quien Giolitti no podía disponer. No es exacto decir que en el Consejo de ministros
de 26 de octubre Facta quisiera solamente ganar tiempo. La mañana del 28, según las Memorias
de Soleri, aún conservaba en el fondo de su corazón, y resignándose a la «manera fuerte»
impuesta por la precipitación de los acontecimientos, la vaga esperanza de una solución de
compromiso, es decir, de «una reorganización de su gobierno incluyendo a los fascistas».
Nos parece que debe excluirse la hipótesis de Taddei (citada por Sforza) según la cual, Facta, al ir
a ver al rey el 18 de octubre, le había aconsejado encarecidamente que no firmara el decreto. Sin
duda, la hipótesis que ha formulado Salvemini se acerca más a la realidad: «Facta no muestra
firmeza al pedirle al rey que firme» («Il Ponte», noviembre de 1948). Después de haber
anunciado al rey la unánime decisión del Consejo de ministros sobre el estado de sitio, Facta
debió encontrarse desarmado ante las objeciones del rey en el sentido de que no estaba en
disposición de presionar eficazmente. Cuando Facta fue a ver al rey, éste ya no necesitaba
consejos en uno u en otro sentido. El consejo ya había llegado por la noche: el rey había
establecido con los fascistas un compromiso que esperaba realizar bajo la égida protectora de
una solución Salandra. En seguida el rey reivindicó abiertamente la responsabilidad y la iniciativa
de su decisión al afirmar a De Vecchi: «Deseo que los italianos sepan que he sido yo quien se ha
negado a firmar el decreto del estado de sitio».
323
Angelo Tasca
Para formar este nuevo gobierno, el rey llama a las seis de la tarde a Salandra,
que inmediatamente se pone en contacto con los jefes fascistas, De Vécchi,
Ciano y Grandi y les expone sus intenciones. «Il Giornale d’Italia» publica,
entre las 9 y 10 de la noche, su sexta edición (que aparece con fecha 29, día
siguiente) con la noticia de la constitución del gabinete Salandra-Mussolini en
el cual cuatro carteras quedan reservadas para los fascistas.
324
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Hacia la tarde del día 28, Mussolini comprende que la primera parte del plan
fascista ha triunfado casi sin encontrar dificultades, y que la supresión del
estado de sitio le entrega Roma y el poder. En Roma, aún prevalece la idea de
una combinación Salandra-Mussolini, ya que determinados jefes fascistas,
como De Vecchi y Ciano, el rey, los jefes del ejército y los nacionalistas son
favorables a ella. Pero Mussolini, que probablemente habría aceptado esta
solución algunos días antes, y que se hubiera adherido a ella en caso de haber
fracasado la movilización fascista, no ve ahora por qué debe renunciar a
utilizar hasta el límite y para sí mismo la victoria que acaba de conseguir.
326
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Los emisarios que han llevado este mensaje a D’Annunzio le explican que el
rey se ha negado a firmar el decreto del estado de sitio y «que es seguro que
confiará a Mussolini la tarea de formar el nuevo gobierno». 99
100
Alberto Albertini había recibido en la noche del 27 al 28 la visita de Finzi y de Cesare Rossi, que le
recomendaron «la mayor comprensión con respecto a los fines perseguidos por el fascismo», según
dice Cesare Rossi; más exactamente amenazaron al periódico con «las más violentas sanciones» si
adoptaba una actitud hostil. Pero el «Corriere de la Sera» apareció con una enérgica nota de Ettore
Janni: «En Toscana, el primer signo de un movimiento sedicioso encontrará, así lo esperamos, a la
autoridad gubernamental dispuesta a una resistencia inquebrantable». Al día siguiente (día 29) tuvo
que cambiar de opinión. Un paso análogo se dio con respecto a «Il Secolo» que se plegó a las
amenazas, y «Avanti». Según el relato de Cesare Rossi: «En «Avanti» cuando invitamos al periódico
a que guardara una posición neutral, Nenni respondió que lo que el fascismo estaba preparando
tenía que ver exclusivamente con el Estado liberal y no con el proletariado y el partido socialista.
Nos despedimos con la misma cordialidad con que habíamos llegado. El «Avanti» y «Il Secolo»
aparecieron con informaciones objetivas de acuerdo con lo prometido». La versión de Pietro Nenni
es la siguiente: «Me informé (de la movilización fascista) por los mismos fascistas, que hacia media
noche enviaron una delegación al Avanti. Estaba formada por Cesare Rossi... Manlio Morgagni y
Dumini, el futuro asesino de Matteotti. La conversación fue breve y dramática. La delegación venía a
exigir la suspensión de Avanti. Como me negué a recibir órdenes de cualquiera que estuviera al
margen de mi partido, se fueron profiriendo amenazas (Seis años de guerra civil en Italia).
En la mañana del 28, «Avanti» apareció con el siguiente titular en primera página: «La crisis del
régimen –Pródromos del conflicto entre el Estado y el fascismo–. El estado de sitio proclamado en
toda Italia». El editorial «Las incógnitas de la situación» se debía a la pluma de Pietro Nenni. En lo
esencial decía: «Si las noticias que llegan de Toscana son exactas, si no están exageradas por la
exaltación de la imaginación popular, si son el. anuncio y el prólogo de una acción más amplia, eso
significa que de los dos términos de la alternativa, legalidad o insurrección, el fascismo elige el
segundo e intenta apretar el cuello a la clase dirigente que tan grandes servicios le ha prestado con
su apoyo y sus gritos de ánimo. Los grupos que habían esperado limitar el fascismo al antisocialismo
estricto... están hoy inmersos, en la lucha y corren el riesgo de perecer con todo su patrimonio de
ideologías y tradiciones. ¿Qué posibilidades hay de que la crisis se traslade del terreno extra
parlamentario al antiparlamentario? Es cierto –y en este punto estamos de acuerdo con los
fascistas– que la clase dirigente ha perdido toda su autoridad y todo su crédito... Muchas simpatías
que hoy se vuelcan sobre el fascismo como hace dos años se dirigían hacia el socialismo, están
fundadas en el deseo instintivo de ver a una nueva clase política barrer las cuadras de Augias de la
capital... Las noticias según las cuales el soberano ha sido acogido en Roma con demostraciones
fascistas y nacionalistas acreditan la idea de que la crisis de octubre de 1922 se desarrolla en la
misma atmósfera, con los mismos métodos y con idénticos resultados que la crisis de mayo de
1915. La Corona está muy equivocada si se hace ilusiones de salvar así las prerrogativas de su poder
y convertirse en algo que no sea un juguete en manos de los reaccionarios. Los grupos demócratas y
populares están muy equivocados si, decididos a inclinarse ante la solución anticonstitucional y
antidemocrática de la crisis, creen detener así la desarticulación de su organismo. Este precoz otoño
está viendo la desaparición sin gloria del Estado italiano nacido, entre 1848 y 1870 de un
compromiso entre la Revolución y la dinastía de los Saboya. Lo que no desaparece ni puede
desaparecer es la voluntad de existir que tiene el proletariado italiano, su voluntad de. ascender y
prevalecer incluso en esta crisis mortal, para afirmar que no hay gobierno duradero contra la clase
obrera, que no hay autoridad en la dictadura de una fracción que se ha impuesto en el país, no por
el prestigio de un programa, sino por la violencia de las armas». El editorial del día siguiente,
328
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«En ese momento –relata Chiurco–, la Santa Sede hace saber, a través
de un alto emisario, que se mostraría satisfecha de que Mussolini
quisiera informarle sobre las intenciones políticas del fascismo con
respecto a la Iglesia».
Del lado fascista se responde «dando las más leales garantías». Mussolini es,
por tanto, el candidato de la plutocracia y de las «congregaciones económicas»,
de los «liberales», que lo prefieren a los viejos políticos como Salandra, y del
Vaticano. Dentro de pocas horas también será el candidato de la monarquía.
titulado «Nuestra posición», después de una breve historia de los acontecimientos, dice: «No nos
preocupamos de la miseria moral de los partidos democráticos y liberales que no han pronunciado
una palabra de dignidad ni de orgullo ante la destrucción de la Constitución y las instituciones
parlamentarias. La clase política que se derrumba no merece simpatía, ni pena, ni compasión...
Cúmplase su destino. En Italia habrá un equívoco menos. No sabemos si hay que creer en un
definitivo fracaso del intento de Salandra. No sabemos si el rey llamará a Mussolini o si antes de
renegar de la Constitución qué ha jurado preferirá abdicar. Ninguna de esas cosas nos concierne, ya
que la iniciativa de la acción se nos escapa por razones que sería superfluo recordar. Que el
fascismo conozca el honor y la carga del poder. En la última etapa de su ascensión verá a mucha
gente doblar el espinazo. El ejército de los que se inclinan ante el vencedor es innumerable.
Nosotros no seremos de ésos. Sea cual fuere la solución, compromiso o dictadura, continuaremos
nuestra propaganda».
329
Angelo Tasca
«Los buenos ciudadanos, casi ninguno de los cuales había advertido los
acontecimientos de la noche, se enteran de ello por un bando que las
nuevas autoridades fascistas han pegado en los muros».102
Sin embargo, durante la mañana del 28, la traición del prefecto corre el riesgo
de resultar inútil, puesto que las autoridades militares han recibido la orden
de tomarlos poderes cedidos a los fascistas. Pero entre esas autoridades y la
«Comandancia suprema fascista» las relaciones continúan siendo excelentes,
a pesar de algunos desacuerdos. A las doce menos cuarto de la mañana, un
general de brigada acude al Hotel Brufani para parlamentar con el general De
Bono, siendo recibido con honores militares.
102
Salvo indicación en contrario, las frases entrecomilladas han sido citadas de Historia de la
revolución fascista de Chiurco.
331
Angelo Tasca
En la jornada del 28, en casi todas las ciudades del valle del Po, el poder pasa
a los fascistas sin resistencia: en Piacenza, donde el prefecto, con «una
ferviente complacencia, da órdenes para que los fascistas tomen posesión de
las oficinas gubernamentales»; en Parma, en Ferrara, donde «en consideración
a la correcta actitud del prefecto, que había dado pruebas de tacto y de
333
Angelo Tasca
334
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
De este modo, por todas partes, las complicidades que desde hacía dos años
existían entre los fascistas y las autoridades militares, habían creado una
situación imposible de invertir en unas cuantas horas, sobre todo cuando el
gobierno de Roma había dimitido y estaba en conflicto con el rey sobre las
medidas a adoptar. Sin embargo, en un determinado número de localidades
en donde las autoridades cumplen aún parcialmente con su deber, la acción
de los fascistas se ve rota o limitada. En Turín tienen que contentarse, la
noche del 28, con un mitin ante la cuestura, y cuando al día siguiente ocupan
la estación, el simple requerimiento de un funcionario de policía basta para
hacerla evacuar. En Milán, los fascistas se ven reducidos a la defensiva;
construyen barricadas en torno a la Casa del Fascio: el diputado Finzi y el jefe
de la Confederación de la Industria, Stefano Benni, pactan con el prefecto
Lusignoli para evitar cualquier incidente. Un ataque contra la sede del diario
«Avanti» es rechazado por la guardia real, y los fascistas que han penetrado
en el cuartel Manara se ven forzados a salir precipitadamente ante la enérgica
actitud de un coronel de alpinos que ni siquiera la intervención personal de
Mussolini logró doblegar. En Bolonia, la prefectura sólo pudo ser ocupada el
día 30, y en Cremona se rechaza un ataque durante la tarde del día 27; los
fascistas dejan cuatro muertos y tres heridos y renuncian por el momento a
cualquier acción. En Génova, la movilización fascista se enfrenta desde el
comienzo con las medidas adoptadas por las autoridades militares, aunque
éstas, en lugar de detener a los jefes fascistas de la sedición, hayan entrado
en tratos con ellos:
335
Angelo Tasca
No obstante, durante la mañana del día 28, los fascistas se dejan ver muy
poco, y no es sino al principio de la tarde, al conocerse la noticia de que el rey
no ha firmado el decreto del estado de sitio, cuando fascistas y nacionalistas
desfilan por las calles, limitándose, por lo demás, a una manifestación en
honor del rey.
Hay que decir también que, gracias sobre todo a la insistencia de Mussolini,
los jefes fascistas siguieron al pie de la letra las instrucciones que habían
recibido sobre sus relaciones con las autoridades militares y el ejército. Las
proclamas fascistas tienen el mayor cuidado en no herir la lealtad monárquica
del ejército. Todas terminan con los gritos ¡Viva Italia! ¡Viva el Rey! y además
utilizan las fórmulas más tranquilizadoras. Basta recorrer algunas a título de
ejemplo. Los regentes fascistas de Umbría declaran, al instalarse en Perugia,
en el palacio de la provincia:
heridos de los cuales cuatro murieron como consecuencia de sus heridas; los otros, en su mayor
parte, sólo sufrieron heridas leves o simples contusiones.
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Angelo Tasca
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
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Angelo Tasca
Esta carta demuestra que pocas horas antes de la mañana del 28 de octubre,
en la que, conforme al programa de Nápoles, las tres columnas habrían de
partir simultáneamente hacia Roma, dos de los cuadrunviros no habían
logrado mantener un contacto personal entre ellos. También prueba que los
cuadrunviros aún no habían llegado a un acuerdo político. De Vecchi buscaba
y buscará hasta la mañana del 29 de octubre una solución de compromiso con
Salandra, mientras que Bianchi, Balbo y De Bono querían un gobierno
presidido por Mussolini. Al cuadrunvirato, en el último momento, se había
añadido, como jefe del Estado Mayor, a Grandi, que era favorable a un
compromiso. Ocurría que los cuatro jefes del cuadrunvirato representaban las
corrientes que más habían contribuido a formar el fascismo. Estaban los
«intervencionistas» sindicalistas de la preguerra, los residuos de los Fasci
d’azione rívoluzionaria, por lo demás terriblemente moderados, con
Michelíno Bianchi, secretario del partido y el más próximo políticamente a
Mussolini; también estaban representadas las antiguas clases conservadoras y
monárquicas con De Vecchi, gran terrateniente; estaban los nuevos elementos,
ex combatientes y productos espontáneos de la guerra, con el escuadrista
Italo Balbo; finalmente, también estaba el ejército regular, el Estado si se
prefiere, con sus tolerancias y complicidades, representadas por el general
Emilio De Bono. Pero Mussolini no estaba allí para asegurar la amalgama de
las diferentes tendencias, y esta diversidad obstaculiza la cohesión del
cuadrunvirato y reduce aún más la importancia de su papel.
Por fin, De Vecchi llega a Perugia la mañana del 28, pero debe regresar casi
inmediatamente. Italo Balbo nos informa de la manera cómo los cuadrunviros
ejercieron los poderes de que estaban provistos durante la jornada del 28; De
Vecchi nos describe el cuadro de la situación en la capital.
Este documento, ¿era una especie de garantía que adoptaban los tres
miembros del cuadrunvirato contra las sorpresas de una combinación en el
último momento? ¿Contra quién estaba dirigido? ¿Contra el cuarto cuadrun-
viro, De Vecchi?106 ¿Contra Grandi y Ciano? ¿Contra el propio Mussolini? De
todos modos, el documento no tiene sino un valor de curiosidad, porque en
ningún momento el cuadrunvirato tuvo la posibilidad de intervenir en la
solución de la crisis o En las negociaciones sólo intervinieron el rey, la derecha
(Salandra y los nacionalistas), Mussolini, que permanece en Milán, y un grupo
de jefes fascistas que se encuentran en Roma (De Vecchi, Ciano y Grandi). A
partir del momento en que el ayudante de campo del rey telegrafía a
Mussolini, en la mañana del 29, invitándole a acudir a Roma para formar
gobierno, Mussolini prepara su lista de ministros, la lleva a Roma y la modifica
en el último momento, sin que nunca el cuadrunvirato –que formalmente
tiene aún «plenos poderes»– sea de ninguna forma consultado.
Felizmente para él, la situación en Roma toma el giro más favorable para los
objetivos fascistas en cuanto es revocado el decreto del estado de sitio. 107 He
aquí el testimonio de otro cuadrunviro, el general De Bono, que publicó en
una revista fascista (la revista Ottobre, número del 28 de octubre de 1930), sü
diario de campaña durante la marcha sobre Roma.
106
Durante las horas que permaneció en Perugia antes de regresar a Roma para seguir las
conversaciones parece ser que De Vecchi tuvo un altercado bastante violento con Bianchi sobre
el tema de la monarquía.
107
Balbo, que salió para Roma el día 28 por la tarde, no llegó a entender exactamente lo que
pasaba. «¿Hay o no hay estado de sitio? –se pregunta en su Diario–. Se ha anunciado e
inmediatamente desmentido. Pero los preparativos militares que continúan en la comandancia
de la división de Roma prueban que prácticamente el estado de sitio existe.» Lo cierto es que
inmediatamente después de que se renunciara al estado de sitio, los poderes quedaron en
manos de las autoridades militares.
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Angelo Tasca
» Con las columnas que marchan sobre Roma estamos bastante en contacto.108
108
Veremos que este contacto sólo existe, y mal, al principio, durante las primeras horas del día
28, e inmediatamente luego deja de existir.
109
La noticia de la abolición del estado de sitio produce entre, los jefes fascistas, en todas partes,
la misma gozosa emoción. En Perugia, el diputado Pighetti está «radiante de felicidad», y, en
Roma, cuenta Chiurco, «Ciano, De Vecchi y Grandi comunican, llorando de emoción, que el rey se
ha negado a proclamar el estado de sitio». Se diría que todos ellos se sienten liberados de un
gran peso y por último tranquilizados.
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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
o PERUGIA
I
o Foligno
Orte V
S. Marinella o Terni o Spoleto
o o
CIVITA-VECCHIA
II MENTANA
Monterotondo
o III
o o
ROMA TIVOLI
Valmontone
IV
I. Sede del mando supremo.
II. Columna Perrone, con el general Coccherini.
III Columna Igliori, con el general Faa.
IV Columna Bottai.
V. Reservas, con d general Zamboni.
343
Angelo Tasca
Pero las columnas que bajan del norte se ven detenidas en Orte, sobre la
línea de ferrocarril Florencia-Roma, donde las tropas regulares han levantado
los raíles. Un tren que transportaba 3.000 hombres logra, retrocediendo y
utilizando otra vía, llegar al sur, a Monterotondo. Durante la jornada llegan
también 500 hombres de Orvieto, 300 de la Sabina, y la primera legión
florentina con 2.000 hombres. El teniente Igliori «viendo crecer a su pequeño
ejército comienza a preocuparse por el alojamiento y los víveres». Hacia la
tarde del 28 llega de Roma Italo Balbo, que había ido a informarse sobre los
acontecimientos y que regresa a Perugia. Igliori le informa que todavía no ha
tenido ninguna noticia del marido general y que la continua llegada de nuevas
fuerzas hace insostenible su posición. Por tanto, es preciso esperar que sea
reparada la línea de ferrocarril para que los contingentes provenientes de
Toscana y Bolonia puedan partir de Orte y alcanzar Monterotondo.
110
El periodista español Rafael Sánchez Mazas, corresponsal del «ABC» de Madrid, que se
encontraba en Roma, describe el armamento de estas tropas de la forma siguiente: «El
armamento y los uniformes eran de una variedad infinita... Llevaban en la mano fusiles,
mosquetones, bastones, látigos, garrotes, escopetas de caza, carabinas... A la cintura llevaban
puñales, pistolas, hoces y otros instrumentos agrícolas». Los más diversos testigos concuerdan en
este punto.
344
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Las reservas de Foligno estaban muy alejadas, y, según De Bono, de los 3.000
hombres que las formaban 111 solamente 300 estaban armados. Un golpe de
mano sobre Spoleto permite al general Zamboni, que los dirige, distribuir
fusiles, pero la columna no regresa a Foligno tras su expedición hasta las siete
de la mañana del día 29.
Precaución superflua: Mussolini llega a Roma antes que las columnas fascistas
y éstas no iniciarán su «marcha» hasta que no hayan recibido su orden,
convertido entre tanto en jefe de gobierno. Para la columna Perrone (II) esta
orden llega la noche del 30 y la marcha queda fijada para el día siguiente por
la mañana, con la indicación de las escuelas de Roma en las que los
legionarios encontrarán sus alojamientos. El día 30 por la mañana, dos trenes
transportan la columna Igliori (III) desde Monterotondo hasta el puente de la
Vía Salaria. Caía una lluvia torrencial; Igliori hubiera debido esperar allí las
órdenes, «pero –es él mismo quien lo cuenta– no había en los alrededores ni
una sola casa, en donde poder albergar a los hombres, calados hasta los
huesos y que no habían comido nada desde la víspera». Estaba «muy
preocupado de mantener una columna en tan tristes condiciones en la misma
entrada de Roma», y por esto, precisamente, partió para poder encontrar un
refugio en las primeras casas. La columna llegó cerca de la ciudad hacia el
mediodía y se acantonó en la ciudad-jardín de los ferroviarios cerca de Villa
Savoia. Chiurco, que mandaba dentro de la columna a la legión de Siena, ha
guardado el texto del telegrama que envió a sus amigos en cuanto pudo
sustraerse del diluvio que los había empujado a todos hacia la capital:
«Mando fascista, Siena –Llegados victoriosamente entre los primeros,
ametralladoras en cabeza. Todos muy bien». El otro comandante de la
columna, el general Fara, le había precedido montado en automóvil hasta un
centenar de metros de la ciudad-jardín. «El general avanzaba hacia el puente
cuando un coronel de caballería se le presentó informándole que se había
dado la orden de alejar todas las tropas que defendían los puentes. En
nombre del mando del cuerpo de ejército, el coronel se puso a la total
disposición del general Fara y le anunció que S. E. Mussolini había sido
llamado por el rey». La columna Bottai (IV) parte de Tívoli. «bajo una lluvia
torrencial»; la mañana del 31 de octubre, un tren especial la transporta hasta
Tor Sapienza, desde donde prosigue a pie el camino hasta los acantonamientos
347
Angelo Tasca
¿Por qué Mussolini, que ha hecho todo lo posible para que las columnas
fascistas no marchen hacia Roma, quiere ahora que entren a pie por las
puertas de la ciudad? Porque una vez constituido su gobierno, es absoluta-
mente preciso que haga algo que se asemeje a una «marcha sobre Roma»; es
vital: para él que se establezca en torno a su ascensión al poder una aureola
de heroísmo y de violencia, que le permita desembarazarse de las eventuales
trabas de los viejos procedimientos y de las viejas combinaciones. Peligrosa e
impotente como medio directo para la conquista del poder, la «marcha sobre
Roma» se transforma en un medio precioso para consagrar el poder
conquistado. Se da una satisfacción a unas cuantas decenas de miles de
escuadristas115 que desde hace tres días se pudren bajo la lluvia, se les deja
con la impresión de una gran victoria confirmada por el desfile en las calles de
Roma, y al mismo tiempo se recuerda a los viejos partidos políticos que
Mussolini puede ahora disponer de las fuerzas conjugadas del Estado y del
partido fascista. Impotente contra el Estado, si éste hubiera resistido aunque
sólo fuese un poco, el fascismo se convierte en una fuerza dominante como
«partido de Estado» y crea este «Estado de partido» deseado por Mussolini y
los otros jefes del movimiento.
115
El conjunto de las columnas que se dirigían a Roma estaban formadas por un número
aproximado de 37.000 hombres, de los cuales, 6.000 eran de Civitavecchia y Santa Marinella (II);
13.300 de Monterotondo-Mentana (III); 8.000 de Tívoli y 4.000 de Valmontone (IV); y 5.000 de
Foligno (V). Pero en la tarde del 31 de octubre los camisas negras que desfilaron por las calles de
Roma eran mucho más numerosos. La noticia del éxito llevaba hacia Roma nuevos contingentes,
próximos y lejanos, que aumentaban cada hora.
348
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
116
Mussolini había empezado desde el día 27 a preparar su lista. El 29, a primera hora de la tarde, o
algo después, cuando aún estaba en Milán pero ya había recibido el encargo de formar gobierno,
ordenó a Acerbo que viese a Baldesi y le pidiera que entrara en el nuevo gabinete. D’Annunzio
había insistido para que incluyera a un representante de la C.G.L. Baldesi declaró a Acerbo «que era
su obligación aceptar el eventual desempeño de una cartera». Lo confirmará algunos días más tarde
en una carta al grupo parlamentario socialista, precisando que no comprometía más que a sí
mismo: «Ante la insistente invitación para que dijera lo que pensaba sobre la hipótesis de una
oferta, expresé la opinión de que, aunque me costaba personalmente, no creía obligación mía
negarme a lo que se me había pedido para restablecer, según se me aseguraba, la paz en el país, e
impedir el exceso de una reacción contra el proletariado». Matteotti se opuso a esta participación
(Filippo Turati attraverso le lettere di correspondenti, Bari, Laterza, 1947).
Albertini y los conservadores lombardos se mostraron poco favorables a la inclusión de Baldesi.
Inclusión que fue combatida violentamente tanto por Michele Bianchi como por los nacionalistas y
las derechas. Mussolini cedió pronto ante esta ofensiva. El nombre de Baldesi no se encuentra ya en
la lista cuando se la lee a Luigi Ambrosini en el tren que les conduce a Roma. Así es que, por algunos
días, o algunas horas, Mussolini, quizá por iniciativa propia, quizá bajo la presión de D’Annunzio,
volvía a pensar en su «plan del 23 de julio». Pero su proyecto se esfumó a las puertas de la capital.
La lista fue propuesta al rey «después de haber sufrido en el tren ligeras modificaciones sobre tres o
cuatro nombres». Estas «ligeras modificaciones» cambiaron profundamente el carácter del nuevo
gobierno. El «duce que dirige» no pudo resistir a las presiones que se hicieron sobre él y sus
secuaces.
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117
«Rassegna comunista», 31 de octubre de 1922, p. 1.454
118
La opinión de los comunistas fue la siguiente: «Negamos que el acontecimiento tenga carácter
revolucionario o cualquier apariencia, incluso lejana, de golpe de Estado... Un golpe de Estado
abate a una clase dirigente y cambia las leyes fundamentales del Estado. Hasta hoy la victoria
fascista ha cambiado un gabinete, consecuencia, si no nos engañamos, de toda crisis ministerial
normal... Los nuevos jefes del gobierno declaran su firme intención de aplicar la ley y defender la
Constitución. Las primeras decisiones del Consejo de ministros no dejan prever cambios
profundos en la política interior o exterior» («Rassegna comunista», 31 de octubre de 1922).
350
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
«En el fondo –piensan casi todos– más vale así. Éstos no durarán más de dos
meses.» En Montecitorio, un grupo de diputados hace previsiones. Amendola
es optimista: «No hay por qué espantarse. Mussolini también se verá cogido
por el engranaje constitucional y por fin tendremos un gobierno». Un
diputado socialista, Bruno Buozzi, replica: «Os hacéis ilusiones. Ahora es
cuando comienza el baile y os llega el turno de quedar eliminados». 119
119
Algunos antifascistas se hicieron ilusiones sobre la evolución del nuevo régimen: cf. la
entrevista a Amendola el 6 de diciembre de 1922 (S. Trentin, L’aventure italienne, París, P.U.F.,
1928), el barullo provocado por la «Carta de Giovanni Chiesa a Mussolini» (M. Rygier, La franc-
Maçonnerie italienne...). En sus Memorias, Giulio Alessio recuerda que a incluso Giolitti estuvo
convencido durante algún tiempo de que Mussolini no podría mantenerse en el poder ni operar,
y su actitud desgraciadamente estuvo en función de esta opinión». «Todavía no soy pesimista»,
escribe Giolitti a Luigi. Ambrosini en una carta de primero de enero de 1923 en la que expresa
sobre el fascismo un juicio gravemente erróneo y que explica toda su conducta entre 1921 y
1922: «¿Triunfará el nuevo orden? Así lo espero. Al menos es cierto que ha sacado al país de la
fosa en la que estaba a punto de pudrirse» (carta publicada en «Il Messaggero» del 26 de
noviembre de 1948).
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