Memoria en La Alta Milpa
Memoria en La Alta Milpa
Memoria en La Alta Milpa
CLAVE DE BLUES
Contempla, oh alma,
cómo es que ha sido posible aquí todo el amor.
Mira el amor, que nadie sabe cómo ha sucedido
NOCHE NOCHE
Ah, poesía,
si no fuera el racionado de soñar,
el varias veces arrendado,
el violentado de no saber
de cuál lado acostarse para que no amanezca,
el despojado de quién irá a cerrar sus ojos
a la hora de la hora,
el que no tiene puños para obligar al mundo a que lo salve,
el tonto hasta en la manera de estar de sobra
y sin remedio,
aquel niño precoz,
aquel adolescente escarnecido,
aquel joven de la difícil facilidad,
aquel mano tendida para ganar ingratitudes,
el en algún tiempo tenaz,
el perdónalo todo y casi todo,
el sirve para todo y para nada,
el desencantado de los espejos,
el gravemente melancólico,
el afanoso dos veces incurable de creer
que la ternura le servía para algo,
el alquilado de su lealtad,
el creyente de Judas,
el arrebatado hasta de su camisa para el que tiene frío,
el ruidoso de silencios,
el que solía volverle el niño desde el pecho,
el reclavado a los recuerdos,
el que gritaba que cambiara el mundo y lo apaleaban,
el que, desde la infancia, retenía el dolor
como al más fiel inquilino de su casa,
el que sobre su vida temblaban
las oscuras constancias del amor,
el que no sabía cómo alguna vez
pudo ocurrirnos la pureza,
el de la esperanza que comía panes desesperados,
el de la inocencia de no haber sido un inocente,
el que debió haberse sentado cien veces
a la mesa de la última cena,
el que mandan estar, permanecer
en este orden de esplendorosos y rapaces excrementos,
el del rabioso seguir viviendo
pese a que ya no hay tiempo,
el de la saliva que no se gasta para los antiguos viajeros,
Biafra...
qué poca cosa el corazón,
para qué ha de servir,
de qué sirvió el pendejo poema,
protestamos, protestamos, protes
dan
ganas de cagarse en uno mismo,
don
poeta,
carajadita irresistible,
inservible
charlatán,
dón
destará el gran rey don nóbel,
dó los infantes del verso correlón,
qué se fizieron?
din,
Berlín,
dan,
Vietnam,
cantan los merolicos veinte boleros de amor
y otra guaracha desesperebria,
dan las dos también en algún sitio de América
conde Perú y Bolivia,
dánlas,
Dan,
don,
forever izado gorilón,
y tú, amigo, compañero, cuate, manito,
en cuál rincón pensarás esto que yo,
dán
dole todo a chillar como un tití,
don
de no puedes hacer más que escribir estas cosas que no
puedes hacer más que escribir estas cosas que no
sirven para maldita madre que las parió
o padre pues,
dán
dolas dos
de la mañana
en tu ciudad don
desdecuando quieres hacer algo
y piensas o quieres que nosotros
y nosotros que ustedes
mientras seguimos dándolas
dos de la mañana que uno no
quisiera que amaneciera
porque
dón
de han puesto el amor?
Pienso en todos los que murieron
para pobre la cosa.
En Tlatelolco, un día Cuauhtémoc
fue a llevarle ajolotes a su
abuelita qué gran hocico tenéis
gustavito qué enormes dientes tenéis,
dan
las dos de la mañana
y serenooooooooooooo.
El Che
se cayó de la cama y allí en sudamérica le dieron de palos
hasta que
para qué,
para qué,
para qué,
y entonces nos volvimos a preguntar
para qué,
para qué,
y escribimos a destajo camarada Guevara,
Che, Cristo, Jesús Americano y para qué.
Dan las dos.
Dos manos cada quien y un fusil y a no dejar morir al Che,
pero fue, claro, más cómodo
cantarle al Che
qué ché vere,
qué ché vere,
qué ché vere,
checheché, chachachá, qué rico chachachá,
y lástima el Che,
lástima Biafra,
lástima Vietnam,
Bangladesh que te vaya bonito,
hermanos dominicanos,
hermanos checoslovacos,
estamos con ustedes,
ahora o nunca únete pueblo,
compañeros encarcelados, estamos con ustedes,
estudiantes,
vueltas y Revueltas,
dos dan las dos,
Cuba sí, yanquis no, Cuba sí, yanquis no,
cri cri cri,
cro, cro, cro,
oh, Luther King, oh, mártir, oh, padre, oh, chiclet's Adams,
tatita Kennedy, Oh, primo, casi hermano,
dieron las dos
de la mañana.
Cuánto me cuesta hablar ahora,
no poder dar un hombre de este hombre,
un asesino al menos de este hombre,
siquiera una gran puñal de este poema.
Dos,
las dos veces dos dos
dan.
Y América amerindia sigue dando las
dos veces dos,
dan
dodesí las dos gigantes ubres,
esplendorosas, esplendentes, espléndidas,
inagotables ubres a los hijos de su
Sears Roebuck Woolworth Kress United Fruit Standard Oil
human comercial centers Coca Cola
dos de la mañana
madre
tuvo por mucho tiempo en casa
un gran retrato de Fidel, que entonces era
--mil novecientos sesenta-- un pobrecito corazón
en el enorme hocico del mundo;
y tú seguramente, mano, estudiante, burócrata, obrero,
muchachito,
una machito en salsa borracha
que todas las mañanas, a la misma hora
y con las mismas ganas que casi no tenías,
o mejor no tenías,
te levantabas a tomar el camión para ir a tu trabajo
o a la escuela,
alentando, alimentando el aire que, a duras penas, aspirabas
en la puta ciudad,
que habías tenido esa última noche, tú sabrás cuántos sueños
irrealizables,
o te habrías hecho el amor, tú sabrás cuántas veces
con aquel, con aquella,
pero ibas ensimismado, pensando en las buenas partes
de cada quien,
o en los acreedores que no dejaban tranquila tu puerta,
o en la muerte meid in jáliwud de cháron teit,
o en volver a acostarte con quien hablara primero
por teléfono,
fuera así lo que fuese,
o en:
"...joven, ingrese en la escuela de policía; allí formará su carácter
y aprenderá a servir a la patria en el desempeño de una profesión
digna --y te dan ganas de echar las tripas--…
ciudadano, respete las normas de tránsito, colabore con el agente
uniformado que merece no sólo respeto sino también...
la población debe saber que su seguridad está detrás del agente
uniformado que le brinda..." (Y vas
mentando madres a quien le corresponda),
o en pretender ser bueno
más que bueno ese nuevo año,
a pesar de que no valdría la pena o la lucha se haría,
pero ibas en el camión, o a pie, si no tuviste para el boleto,
pensando:
debo tanto,
necesito ir al médico,
me urge nueva ropa,
qué buena nalga,
039 039 039 se la llevó,
qué día es hoy,
no se vengan besando, qué caray,
y, de pronto,
te das perfecta de qué pequeños somos,
qué poca cosa somos, qué impotentes,
dos dan,
las dos,
las dos veces dos dan;
León Felipe protestó,
Pablo de Rokha protestó,
César Vallejo protestó,
din dan don,
din don dan,
puedo escribir los versos más tristes esta noche
y tan tan.
Un día,
el pequeño reloj se detiene,
la cajita de música
se calla,
entonces:
Amigo,
son ahora las cinco.
Sueña.
Todos estamos muertos
de antemano.
MILPA ALTA'S BLUE
Y aquí te amo,
aquí,
donde verde de si
lo verde hace
alverdedor del agua
vocación del amor,
aquí,
por encima del sur y del añil y el tallo,
donde algo que inventamos no sé cómo,
no me dirá que nunca,
aquí te amo.
Es esto:
cuando regreso a casa,
harto de masticar remasticar
todos los pedacitos de la cólera
de dale y dale y dale desolado
sobre las botas de las estatuas,
de ponerme regocijadamente
a celebrar las aventuras de rintintín
porque no me apaleen,
de dar satisfacciones
a las serpientes emplumadas,
de permitirme no discutir,
de conformarme
con los agonizantes innumerables,
arrepentido de no haber sido el que soltó la trompetilla
en el salón de té,
cuando regreso a casa como trofeo de la prostitución
Te amo,
aquí donde el azul
azulpluvía
y la lluvia al cantar
florazulea,
aquí donde el zenzontle,
solecido salterio,
de sol a sol, arpada arborescencia,
enseñoréase,
donde el nopal pencaporfiado mura,
y el maíz se mimbrea
y el sol puntea la guitarra jocunda
del herbecer.
Aquí te amo,
galerna del espliego,
incendio en flor,
raíz de todo lo que he dicho,
colúmbido,
clave de sol,
jamás,
puntero de la albahaca,
hálito de la montaña,
aquí te aguardo.
"A la sombra de aquel
que mi corazón deseaba,
me senté"
Y he aquí que hubimos lo elemental,
Y aquí te encuentro
alverdedor del agua,
amor,
ca ticuacualtzin.
Coyocali,
memoria en la alta milpa,
juguedecen los élitros,
y en el diuturno corazón del barro
el tiempo logra concreciones,
mira
cómo la tierra cántara rebosa
los jugos persistentes del maguey,
cómo del peñascal
polifonízace el zumbo del aroma,
la solana entremedias del alminar,
el jilguero haciendo serenata,
y el maíz partenóstero
subibajando
ese paisaje tuyo,
irrebatible amor,
pequeño amor,
maná,
la fragancia matutinal,
el refulgir de la oropéndola,
el basalto que alguna vez
antes que tú fue luminar,
el arpa canora de David
en la garganta de los labradores,
la cactácea fidelidad
del aguamiel,
de ahí todo lo sueño,
pomarrosa del ámbito,
laboreo de Dios.
Milpa Alta valle del Anáhuac Malacachtépetl Momozco alguna vez
acerca de cerca de noventa minutos en camión
desde la noble insigne muy leal e imperial ciudad del desamor
a hora y media pues de la catedral de Sanborn's
de la Basílica del Bombay dela Rotonda de los hombres ilustres
y de alguna que otra mujer del museo de cera
del rastro federal del panteón civil de Tlatelolco de la morgue
de la Cárcel de Mujeres de la Sagrada Mitra de las cámaras
Kodak y de las otras dos del Zoológico del Palacio Nacional
del Palacio de las Bellas Artes del Palacio bastante negro
de Lecumberri del Palacio de Hierro
del partido institucional del partido por en medio
o del partido de todas maneras en toda su soberanía
Redoma de tu presencia,
gemación del poema,
aquí te quiero.
No sé hasta dónde voy cuando te miro.
No sé hasta cuántas veces te estoy dado.
Una sola no basta.
Vuelvo a verte.
El riesgo y el asedio,
la aprehensión,
el voraz sacudimiento...
y ruedo de tus labios a tus manos
y sé hasta dónde llego si te miro,
si te sigo
mirando.
CONTRACANTO
Te extraño a toda hora.
Cuando llegas, te extraño más aún.
Porque vienes sin ti,
sin aquello que eras.
Lo que amo.
(Memoria en la Alta Milpa, 1975)
CRÓNICA DE EMMANUEL
emmanuel,
cuando tú tengas treinta o cincuenta años de edad
y busques en tu memoria al que, en su piel de perro,
tuvo para tus sobresaltos el amor;
cuando ya hayas crecido
y te puedas permitir el llegar y ver tu corazón,
mira que si en tu vida
quedó algo de este pedazo crepuscular
de hombre triste que soy,
encuéntrale todo lo hermoso que entonces no entendiste
y ten, si puedes, una lágrima para él,
porque cuando venga otra vez el aire espeso de junio
y me haya ido
y tú regreses de ser el perfecto salterio,
el niño que se partió por la mitad
para entrar en la vida,
algo de mí andará en las cosas que te hiedren,
allá en el fondo del tiempaire,
sin mí, sin vernos,
y pensarás:
aquel viejo hombre.
emmanuel,
cuando ya esplendas fruto
y haya, tal vez en ese tiempo tuyo que reconocer
que fue el poema,
y tengas una dulce canción que a nadie importe,
o una vara de medir,
o estas palabras de mala sombra,
o una categórica mudez,
o te halles de pie a la llegada de la nueva revolución
y seas uno de los que no lo puedan creer,
o aquel que esperaba otra cosa y no fue así,
o el engañado hasta por nadie y por él mismo,
o el que a mí también a mí también
y esperes la otra nueva revolución
seguro de que será mejor,
o el que llegue a pisar por primera vez
estrellas que ahora no sabemos.
El que viaje a la luna como viajar ahora a noland
y tu padre no exista,
el que descubra la verdadera vida eterna
o el que, de pronto,
cuando los barcos sean en desuso
y el mar una vieja postal,
haga posible otra vez el mar;
caerá del sueño aquello que tú fuiste
y entonces llegaré,
como raído imperio,
a traerte la melancólica edad donde hicimos flagelo,
rotura,
olvido,
oficio de olvidar;
guarda para que puedas alguna vez
mostrársela a los tuyos
esta húmeda labranza de poesía,
estas cosas del amor
como anís,
rosa,
paloma,
libertad,
y piensa que todo pudo haber sido de otro modo
si el mundo...
si los hombres...
si la vida...
si es que...
si la...
si...