Memoria en La Alta Milpa

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MEMORIA EN LA ALTA MILPA

CLAVE DE BLUES

Contempla, oh alma,
cómo es que ha sido posible aquí todo el amor.
Mira el amor, que nadie sabe cómo ha sucedido
NOCHE NOCHE

Aguardo a que la ciudad


se tienda sobre este forastero que soy;
que el viento exista porfiadamente,
que el ruido se desclave
de los innumerables remiendos;
que la sal vuelva al agua en el sudor
de los amantes adrede
y mi madre se duerma harta de trabajar
veinticuatro horas en el corazón de la pobreza.
Espero a que la noche
pague su alto precio de soledad:
que la pródiga crianza salga al sueño
y los perros están ahora más acá de sí mismos
y no haya a quien volver la mirada.
Doy tiempo a que no venga nadie
y a que nosotros, los perseverantemente sufridos,
poetas del mal amor,
no nos importe mucho estar cercados,
desahuciados, a medio vivir,
y a que sigamos siendo los pospuestos, los baldados,
los quietecitos, los enclenques herederos;
a que haya en mi corazón un día largo de impugnaciones
y a que no tenga que reconocer que aquí sí pasa algo
que no es la felicidad.
Espío que no vengas
y a que las calles no desembarquen ya
sus habituales pertenencias,
a que debes estar triste por no encontrar
dónde enterrarme
y a que estoy pobre pobre como los asnos
que todos los días a las once de la mañana
rebuznan, como nada que pueda alegrarme,
y a que este jueves de mil novecientos setenta
cumplo los treinta y tres años que no he terminado
de nacer;
espero a que se parta en dos la media noche,
a que el gorrión suspenda su menudo cadáver,
el gallo se alze de hombros,
el polvo vuelva al polvo su inefable materia,
y a que sea verdad que no tengo como disimular
tanta desesperanza.

Aguardo a que la ciudad


se tienda sobre este forastero que soy,
para decirte
que me acabo aunque sea en vano
y envejezco
de no poder hacer más que la vida
amarga a boca llena.
Me acabo de existir a mediambre,
a mediagua,
a mediapenas.
Me acabo acorralado,
descontentísimo,
enojado de mi palabra,
de mis ojos daltónicos,
de mi fracaso categórico como hombre para sembrar,
de que sólo me queda
otra lista de cárceles que visitar,
de que, escribiéndote,
no atino más que el llanto.

Ah, poesía,
si no fuera el racionado de soñar,
el varias veces arrendado,
el violentado de no saber
de cuál lado acostarse para que no amanezca,
el despojado de quién irá a cerrar sus ojos
a la hora de la hora,
el que no tiene puños para obligar al mundo a que lo salve,
el tonto hasta en la manera de estar de sobra
y sin remedio,
aquel niño precoz,
aquel adolescente escarnecido,
aquel joven de la difícil facilidad,
aquel mano tendida para ganar ingratitudes,
el en algún tiempo tenaz,
el perdónalo todo y casi todo,
el sirve para todo y para nada,
el desencantado de los espejos,
el gravemente melancólico,
el afanoso dos veces incurable de creer
que la ternura le servía para algo,

el alquilado de su lealtad,
el creyente de Judas,
el arrebatado hasta de su camisa para el que tiene frío,
el ruidoso de silencios,
el que solía volverle el niño desde el pecho,
el reclavado a los recuerdos,
el que gritaba que cambiara el mundo y lo apaleaban,
el que, desde la infancia, retenía el dolor
como al más fiel inquilino de su casa,
el que sobre su vida temblaban
las oscuras constancias del amor,
el que no sabía cómo alguna vez
pudo ocurrirnos la pureza,
el de la esperanza que comía panes desesperados,
el de la inocencia de no haber sido un inocente,
el que debió haberse sentado cien veces
a la mesa de la última cena,
el que mandan estar, permanecer
en este orden de esplendorosos y rapaces excrementos,
el del rabioso seguir viviendo
pese a que ya no hay tiempo,
el de la saliva que no se gasta para los antiguos viajeros,

el del hombre triste muy cerca de los ojos,


el buscador de abejas para creer en los que venden miel,
el de las sandalias fastidiadas de tanto andar
harturas de injusticia,
el que ahora se acaba también de punta a punta
de la tristeza.

Aguardo a que la noche se tienda


sobre este forastero que soy
y me quedo tranquilo dentro del vaso.
Es ahí donde vivo,
donde olvido,
y no hay en cien leguas a la redonda
un poeta,
escribiéndole al vino,
como yo.
CLAVE DEL VINO

Noé bebió hasta no verte Jehová mío;


Dionysos no fue precisamente
de los Alcohólicos Anónimos,
y la princesa Xóchitl,
sin su baba dry pulque national drink
no podía vivir.
DÍA FRANCO

Din dan don,


din don dan,
din dan dan,
dos,
las dos veces dos
dan,
la noche en cuatro patas ladra más
de dos veces,
don,
dónde da
rán,
dón
destarán
dan
do la misma soledad,
las mismas dos veces,
din,
din,
en cuál ciudad
alguien escucha
cómo suenan las dos
de la perra mayor
y desea las dos;
en cuatro patas
la noche ladra;
don,
desearía no estar solo,
llegar
don
desearía estar cerca de alguien como yo,
solo,
a las dos horas de nadie en la noche de México,
dan,
siquitibum a la bim bom bam,
siquitibum a la bim bom bam,
a la bio, a la bao, a la bim bom bam,
a la pri, pan, parm,
dan las
dos,
don.

Biafra...
qué poca cosa el corazón,
para qué ha de servir,
de qué sirvió el pendejo poema,
protestamos, protestamos, protes
dan
ganas de cagarse en uno mismo,
don
poeta,
carajadita irresistible,
inservible
charlatán,
dón
destará el gran rey don nóbel,
dó los infantes del verso correlón,
qué se fizieron?
din,
Berlín,
dan,
Vietnam,
cantan los merolicos veinte boleros de amor
y otra guaracha desesperebria,
dan las dos también en algún sitio de América
conde Perú y Bolivia,
dánlas,
Dan,
don,
forever izado gorilón,
y tú, amigo, compañero, cuate, manito,
en cuál rincón pensarás esto que yo,
dán
dole todo a chillar como un tití,
don
de no puedes hacer más que escribir estas cosas que no
puedes hacer más que escribir estas cosas que no
sirven para maldita madre que las parió
o padre pues,
dán
dolas dos
de la mañana
en tu ciudad don
desdecuando quieres hacer algo
y piensas o quieres que nosotros
y nosotros que ustedes
mientras seguimos dándolas
dos de la mañana que uno no
quisiera que amaneciera
porque
dón
de han puesto el amor?
Pienso en todos los que murieron
para pobre la cosa.
En Tlatelolco, un día Cuauhtémoc
fue a llevarle ajolotes a su
abuelita qué gran hocico tenéis
gustavito qué enormes dientes tenéis,
dan
las dos de la mañana
y serenooooooooooooo.
El Che
se cayó de la cama y allí en sudamérica le dieron de palos
hasta que
para qué,
para qué,
para qué,
y entonces nos volvimos a preguntar
para qué,
para qué,
y escribimos a destajo camarada Guevara,
Che, Cristo, Jesús Americano y para qué.
Dan las dos.
Dos manos cada quien y un fusil y a no dejar morir al Che,
pero fue, claro, más cómodo
cantarle al Che
qué ché vere,
qué ché vere,
qué ché vere,
checheché, chachachá, qué rico chachachá,
y lástima el Che,
lástima Biafra,
lástima Vietnam,
Bangladesh que te vaya bonito,
hermanos dominicanos,
hermanos checoslovacos,
estamos con ustedes,
ahora o nunca únete pueblo,
compañeros encarcelados, estamos con ustedes,
estudiantes,
vueltas y Revueltas,
dos dan las dos,
Cuba sí, yanquis no, Cuba sí, yanquis no,
cri cri cri,
cro, cro, cro,
oh, Luther King, oh, mártir, oh, padre, oh, chiclet's Adams,
tatita Kennedy, Oh, primo, casi hermano,
dieron las dos
de la mañana.
Cuánto me cuesta hablar ahora,
no poder dar un hombre de este hombre,
un asesino al menos de este hombre,
siquiera una gran puñal de este poema.
Dos,
las dos veces dos dos
dan.
Y América amerindia sigue dando las
dos veces dos,
dan
dodesí las dos gigantes ubres,
esplendorosas, esplendentes, espléndidas,
inagotables ubres a los hijos de su
Sears Roebuck Woolworth Kress United Fruit Standard Oil
human comercial centers Coca Cola
dos de la mañana
madre
tuvo por mucho tiempo en casa
un gran retrato de Fidel, que entonces era
--mil novecientos sesenta-- un pobrecito corazón
en el enorme hocico del mundo;
y tú seguramente, mano, estudiante, burócrata, obrero,
muchachito,
una machito en salsa borracha
que todas las mañanas, a la misma hora
y con las mismas ganas que casi no tenías,
o mejor no tenías,
te levantabas a tomar el camión para ir a tu trabajo
o a la escuela,
alentando, alimentando el aire que, a duras penas, aspirabas
en la puta ciudad,
que habías tenido esa última noche, tú sabrás cuántos sueños
irrealizables,
o te habrías hecho el amor, tú sabrás cuántas veces
con aquel, con aquella,
pero ibas ensimismado, pensando en las buenas partes
de cada quien,
o en los acreedores que no dejaban tranquila tu puerta,
o en la muerte meid in jáliwud de cháron teit,
o en volver a acostarte con quien hablara primero
por teléfono,
fuera así lo que fuese,
o en:
"...joven, ingrese en la escuela de policía; allí formará su carácter
y aprenderá a servir a la patria en el desempeño de una profesión
digna --y te dan ganas de echar las tripas--…
ciudadano, respete las normas de tránsito, colabore con el agente
uniformado que merece no sólo respeto sino también...
la población debe saber que su seguridad está detrás del agente
uniformado que le brinda..." (Y vas
mentando madres a quien le corresponda),
o en pretender ser bueno
más que bueno ese nuevo año,
a pesar de que no valdría la pena o la lucha se haría,
pero ibas en el camión, o a pie, si no tuviste para el boleto,
pensando:
debo tanto,
necesito ir al médico,
me urge nueva ropa,
qué buena nalga,
039 039 039 se la llevó,
qué día es hoy,
no se vengan besando, qué caray,
y, de pronto,
te das perfecta de qué pequeños somos,
qué poca cosa somos, qué impotentes,
dos dan,
las dos,
las dos veces dos dan;
León Felipe protestó,
Pablo de Rokha protestó,
César Vallejo protestó,
din dan don,
din don dan,
puedo escribir los versos más tristes esta noche
y tan tan.

Un día,
el pequeño reloj se detiene,
la cajita de música
se calla,
entonces:

ay, cuánto amor para tan breve instante,


y te quedas bajo la tierra
protesta que protesta, protestando,
engusanándo
te, sintiendo
cómo calienta el sol
aquella sangre,
los escombros terrestres,
la poesía,
la muerte a todo tren,
recomenzando.

Amigo,
son ahora las cinco.
Sueña.
Todos estamos muertos
de antemano.
MILPA ALTA'S BLUE

Y aquí te amo,
aquí,
donde verde de si
lo verde hace
alverdedor del agua
vocación del amor,
aquí,
por encima del sur y del añil y el tallo,
donde algo que inventamos no sé cómo,
no me dirá que nunca,
aquí te amo.

Es esto:
cuando regreso a casa,
harto de masticar remasticar
todos los pedacitos de la cólera
de dale y dale y dale desolado
sobre las botas de las estatuas,
de ponerme regocijadamente
a celebrar las aventuras de rintintín

porque no me apaleen,

de dar satisfacciones
a las serpientes emplumadas,
de permitirme no discutir,
de conformarme
con los agonizantes innumerables,
arrepentido de no haber sido el que soltó la trompetilla
en el salón de té,
cuando regreso a casa como trofeo de la prostitución

de reemplazar a Job con el alma deshilachada,

de quedarme con gana de haber sido


la quijada de arcángel con que mataron a Abel,
o aquel que sí se atrevió a lanzar la primera piedra,
cuando regreso a casa
una palabra basta y todo cesa:
aquí
te amo.

Te amo,
aquí donde el azul
azulpluvía
y la lluvia al cantar
florazulea,
aquí donde el zenzontle,
solecido salterio,
de sol a sol, arpada arborescencia,
enseñoréase,
donde el nopal pencaporfiado mura,
y el maíz se mimbrea
y el sol puntea la guitarra jocunda
del herbecer.

Aquí te amo,
galerna del espliego,
incendio en flor,
raíz de todo lo que he dicho,
colúmbido,
clave de sol,
jamás,

puntero de la albahaca,
hálito de la montaña,
aquí te aguardo.
"A la sombra de aquel
que mi corazón deseaba,
me senté"
Y he aquí que hubimos lo elemental,

no teníamos ojos que perder,


el ruido subterráneo de la boca
con rumbo a la palabra revolaba
y éramos dos
prensando el asidero terrestre,

todo lo que nos era prohibido,


compartidamente acotado,
dos
que se tomaban de la mano
pese a nosotros mismos,
bajo el aire nocturnoferial de cada quien,
vertiginoso
como el segundo en que arribó
tu nombre:

Cuánto has vivido?


Nada.
Quién eres?
Lo que tu presientes y no comprendes. Llegaste y eso es suficiente.
Me gustas de tan turbio y tan rojo.
De tanta voz a la intemperie.
De tanta mano ardiendo.
Y, si no fuera cierto: tanta vida esperando su oportunidad de ser vivida, y llegado el momento otro
día que llega y todo es diferente, pediremos excusas, diremos otro día, tanta pasión consumiéndose
sin remedio y llegado el momento daremos la espalda, diremos: todo viento su ayer.
Pero somos inalcanzables el uno para el otro,
prefiero que todo quede en un recuerdo pacífico y cruel.
Te sabes libre y limpio,
amando todo lo tuyo;
yo no tengo derecho a nada.
Ese amor no me asusta.
Vino?
Vino vino vino viNO vINO VINO VINOVINOVINOVINOVINO
Tienes los ojos como los vi en otra parte.
Te amaré.
Yo no diré no. Cómo te llamas?

Desierto del ocio. Carta de enero. Y tú?


Advenimiento.
Cuando ya no esperaba el santo advenimiento del amor.

Y aquí te encuentro
alverdedor del agua,

amor,
ca ticuacualtzin.

Coyocali,
memoria en la alta milpa,
juguedecen los élitros,
y en el diuturno corazón del barro
el tiempo logra concreciones,
mira
cómo la tierra cántara rebosa
los jugos persistentes del maguey,
cómo del peñascal
polifonízace el zumbo del aroma,
la solana entremedias del alminar,
el jilguero haciendo serenata,
y el maíz partenóstero
subibajando
ese paisaje tuyo,
irrebatible amor,
pequeño amor,
maná,
la fragancia matutinal,
el refulgir de la oropéndola,
el basalto que alguna vez
antes que tú fue luminar,
el arpa canora de David
en la garganta de los labradores,
la cactácea fidelidad
del aguamiel,
de ahí todo lo sueño,
pomarrosa del ámbito,
laboreo de Dios.
Milpa Alta valle del Anáhuac Malacachtépetl Momozco alguna vez
acerca de cerca de noventa minutos en camión
desde la noble insigne muy leal e imperial ciudad del desamor
a hora y media pues de la catedral de Sanborn's
de la Basílica del Bombay dela Rotonda de los hombres ilustres
y de alguna que otra mujer del museo de cera
del rastro federal del panteón civil de Tlatelolco de la morgue
de la Cárcel de Mujeres de la Sagrada Mitra de las cámaras
Kodak y de las otras dos del Zoológico del Palacio Nacional
del Palacio de las Bellas Artes del Palacio bastante negro
de Lecumberri del Palacio de Hierro
del partido institucional del partido por en medio
o del partido de todas maneras en toda su soberanía

aproximadamente a cuarenta y cinco minutos vía Tláhuac

Amalia Hernández se pararía de pestañas


el llegar a Tecómitl derecha
los príncipes aztecas venden ahora desnudos de Eulalia Guzmán
en los tianguis y ay que si Tata no hubiera muerto riacatán
lindera de dos volcanes de telón de cristal
oh it's wonderful gringos ojetes
sobre los que vuela cada mañana Aeroméxico acapulco zihuatanejo

y dieciocho mil habitantes muy aproximados


y mi madre yo el amor zenaida félix emmanuel andrés modesto
blanca-julia felipe alma alfredo tito benvenutto
el señor delegado butcher el señor cura el señor veterinario
el gancho la señora casera el señor volcán don teutli
doña raquel comequecome pepe moisés paulo jesús arturo carlos
angel ivan olaf victoria eugenia en la avidez de la ternura.

Redoma de tu presencia,
gemación del poema,
aquí te quiero.
No sé hasta dónde voy cuando te miro.
No sé hasta cuántas veces te estoy dado.
Una sola no basta.
Vuelvo a verte.
El riesgo y el asedio,
la aprehensión,
el voraz sacudimiento...
y ruedo de tus labios a tus manos
y sé hasta dónde llego si te miro,
si te sigo
mirando.
CONTRACANTO
Te extraño a toda hora.
Cuando llegas, te extraño más aún.
Porque vienes sin ti,
sin aquello que eras.
Lo que amo.
(Memoria en la Alta Milpa, 1975)
CRÓNICA DE EMMANUEL

emmanuel,
cuando tú tengas treinta o cincuenta años de edad
y busques en tu memoria al que, en su piel de perro,
tuvo para tus sobresaltos el amor;
cuando ya hayas crecido
y te puedas permitir el llegar y ver tu corazón,
mira que si en tu vida
quedó algo de este pedazo crepuscular
de hombre triste que soy,
encuéntrale todo lo hermoso que entonces no entendiste
y ten, si puedes, una lágrima para él,
porque cuando venga otra vez el aire espeso de junio
y me haya ido
y tú regreses de ser el perfecto salterio,
el niño que se partió por la mitad
para entrar en la vida,
algo de mí andará en las cosas que te hiedren,
allá en el fondo del tiempaire,
sin mí, sin vernos,
y pensarás:
aquel viejo hombre.

emmanuel,
cuando ya esplendas fruto
y haya, tal vez en ese tiempo tuyo que reconocer
que fue el poema,
y tengas una dulce canción que a nadie importe,
o una vara de medir,
o estas palabras de mala sombra,
o una categórica mudez,
o te halles de pie a la llegada de la nueva revolución
y seas uno de los que no lo puedan creer,
o aquel que esperaba otra cosa y no fue así,
o el engañado hasta por nadie y por él mismo,
o el que a mí también a mí también
y esperes la otra nueva revolución
seguro de que será mejor,
o el que llegue a pisar por primera vez
estrellas que ahora no sabemos.
El que viaje a la luna como viajar ahora a noland
y tu padre no exista,
el que descubra la verdadera vida eterna
o el que, de pronto,
cuando los barcos sean en desuso
y el mar una vieja postal,
haga posible otra vez el mar;
caerá del sueño aquello que tú fuiste
y entonces llegaré,
como raído imperio,
a traerte la melancólica edad donde hicimos flagelo,
rotura,
olvido,
oficio de olvidar;
guarda para que puedas alguna vez
mostrársela a los tuyos
esta húmeda labranza de poesía,
estas cosas del amor
como anís,
rosa,
paloma,
libertad,
y piensa que todo pudo haber sido de otro modo
si el mundo...
si los hombres...
si la vida...
si es que...
si la...
si...

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