Zimmermann - Concepto de La Ascética
Zimmermann - Concepto de La Ascética
Zimmermann - Concepto de La Ascética
Teología Ascetica
Otto Zimmermann S.J.
Ed. Seminario Metropolitano – Buenos Aires 1952
Ed. Herder – Alemania – 1932 – Tit. Original: “Lehrbuch Der Aszetik”
§ l. -Concepto de la Ascética
1 Así Schorrer, Theología Ascética. Sailer (Moral n. 287) da la siguiente definición: Consideraba así, la Ética se
refería al deber en sentido estricto; la Ascética al ejercicio o práctica del deber; la Ética a la virtud, la Ascética o la
técnica o método de adquirirlas”. De un modo semejante Bolzano (Manual de la ciencia de la Religión, Sulzbach,
1834, I, 173): “La enseñanza de la moral se imparte ordinariamente en dos cursos: a) Ética o ciencia de los deberes...
b) Ascética o ciencia de los medios de adquirir las virtudes, conjunto de métodos mediante los cuales el hombre
llena con más seguridad y perfección sus deberes”.
Patriarcal Ateneo San Marcos
e) Hay todavía otras acepciones especiales. C. Beístel O.F.M. escribió una "Schola disciplinae
religiosae, id est, asceseologia" (Kemptem 1757). El "Manual of Ascetical Theology" (1902) del
pasionista Arturo Devine es preponderantemente una exposición del significado pleno que para la
ascética tienen los dogmas.
Patriarcal Ateneo San Marcos
La Ascética es una parte de la Teología Moral en su sentido más amplio: por eso se
distingue de la Dogmática.
De la Moral en sentido estricto, se diferencia en que la Ascética mira a la perfección de los
actos humanos; mientras que la Moral, según una división de trabajo que naturalmente se ha
producido y que por razones pedagógicas vuelve siempre a surgir, trata de la bondad que el
confesor, y en general los que tienen cura de almas, se ven constreñidos, por deber, a exigir de
todos los fieles.
Además en la ascética ocupa el primer plano la bondad de los consejos.
Otra diferencia es que en Ascética resalta más por regla general la dirección que la
doctrina, pues la Ascética tiene como presupuesto fundamental en muchos aspectos lo que la
Moral dice en el tratado "De principiis", en su parte especial.
No es con todo la Ascética un tratado sistemático de la Moral, sino más bien una ciencia
hermana. (De Guibert 7; Heerinckx 312 stes.).
La Pastoral, orientación práctica en la cura de almas, enseña "al que tiene tal cuidado que
él mismo debe practicar el ascetismo y conducir por la vida interior a los que están confiados a su
tutela. Pero esto abarca en la Pastoral sólo unos pocos puntos de doctrina, cuya exposición por
extenso queda reservada para la Ascética; a la manera que el tratar puntos particulares de
predicación queda para la Homilética, aunque la Pastoral exija buena predicación del que tiene
cura de almas.
Como el P. espiritual, así también el predicador, el catequista o cualquier pedagogo deben
dar continuamente nociones de ascética; pero ni la Homilética ni la Catequesis ni la Pedagogía
enseñan la ascética como materia propia.
La Mística (§ 116) no se distinguía antiguamente –y a veces aún ahora- de la ascética; su
campo es la “vida espiritual o mística". (Schrarn. Inst. theol, myst.) . Es decir toda conducta noble
y elevada para con Dios.
En el lenguaje ordinario suele tomarse corrientemente como sinónimo de "vida interior" y
de "piedad", considerada sobre todo en su aspecto de oración. Los franceses utilizaban el término
"spiritualité" tanto para la teoría como para la vida.
Considerada desde el punto de la sistematización objetiva, se presenta ahora como una
rama científica propia (Zahn ), o. al menos como una parte especial de toda la "Teología Espiritual"
o Teología '''Ascética Mística" (Meynard, Vives, Naval). El derecho Canónico C. 1385,2 º, enumera
una a continuación de otra, la Moral, la Ascética y la Mística.
En la nueva Ordenación de Estudios pontificios (A. A. S. 23 (1931) 271-281) se coloca la
Ascética, entre las especialidades subsidiarias obligatorias de la Teología, y la Mística entre las
libres.
Para distinguir la Mística de la Ascética, diremos que es la enseñanza de aquellas
prácticas de oración y estados sobrenaturales que no se pueden declarar según las fuerzas
ordinarias de la vida de aquí abajo, y podrían por consiguiente denominarse "psicológicamente
milagrosas". (ZAM 1, 19; De Guibert "Etudes de teol. myst. (Toulousse 1930) 35 s. 187, 195 ss.).
Sobre la naturaleza de la vivencia mística, todavía se está a obscuras. Expresada
concretamente, es la doctrina de las altas maneras de oración: de quietud, visiones, profecías y
manifestaciones afines. Investiga en teoría la naturaleza de estos sucesos, y en la práctica nos
indica una manera acertada de proceder.
Patriarcal Ateneo San Marcos
§ 3 - Objetos
§ 4. - Fuentes
Las fuentes son más o menos las mismas que para la Moral.
Desde luego es fundamental la Sagrada, Escritura con sus enseñanzas y amonestaciones,
con sus ejemplos tan atrayentes como aleccionador es, y con sus modelos (v, gr., en la oración).
De la perfección trata más el Nuevo que el Antiguo Testamento. Para fundamentarse en la
Escritura es de todo punto necesario guiarse por una exégesis segura.
La Iglesia docente ha vigilado constantemente el recto camino de la perfección señalando los
errores y proponiendo a los santos como modelos vivos (si no por las sentencias mismas de
canonización, al menos por las afirmaciones del proceso, sus decretos y bulas y por el magisterio
ordinario).
También es maestra de perfección en sus predicaciones y catequesis, y en el mismo
Derecho Canónico en que hay no pocas disposiciones enderezadas no al término medio sino a
categorías superiores de la vida espiritual (De Guibert n. 156). En prescripciones emanadas del
poder central de la Santa Sede (Pío X, "Haerent animo"), y de sínodos provinciales y diocesanos
exhorta a la perfección a los eclesiásticos. Aprueba órdenes religiosas, asociaciones y preces, que
responden a más altas aspiraciones; autoriza escritos y forma maestros de vida espiritual para la
docencia de su Iglesia.
Los escritos de los Padres y de los Teólogos y muy especialmente de los santos y
maestros de la vida espiritual, son manantiales fecundísimos.
Los usos, prácticas, opiniones, o escritos preferidos que- configuran la corriente de vida
espiritual entre los fieles creyentes, permiten constatar la orientación anteriormente impresa por
Iglesia docente. La 'experiencia trae nuevos aportes, y sobre la razón que según la voluntad de
Dios y la doctrina de la Iglesia debe ser siempre la reguladora de la tendencia a lo sobrenatural.
Patriarcal Ateneo San Marcos
Hay diversos métodos y técnicas de perfección; de ahí las exposiciones divergentes y los
puntos de vista particulares de los diversos autores; sin embargo la ciencia teológica de la
Ascética debe permanecer siempre una sola.
No hay que exagerar al, establecer las diferencias. Sin incurrir en el extremo de querer
fundirlas todas en un exagerado "método armonizante", se ha de evitar igualmente el mostrarse
demasiado ávido de encontrar indicios de esas diferencias en tiempos antiguos y modernos.
Tampoco es legítimo acentuar más de 16 conveniente las diferencias existentes con el fin de
presentar a la historia del ascetismo y de la Ascética, como una historia de luchas y discrepancias.
No debe olvidarse que en los puntos esenciales y de vital importancia reina una armonía
perfecta, armonía que fluye no pocas veces con inesperada sorpresa de las mismas fuentes.
Sobre todo hemos de huir de toda estrechez de criterio.
Las divergencias doctrinarias accidentales que desde diversos puntos de vista se proponen
con anuencia y conocimiento de la Iglesia, convienen todas en una unidad de orden superior y en
ella todas señalan un buen camino para ir a Dios; por otra parte cada una de ellas, reconoce a las
demás como legítimas y católicas; ninguna se atribuye a sí misma una importancia exagerada,
acentuando las diferencias; ninguna se jacta de ser la Ascética. Resumiendo diremos que de
ninguna manera se pueden convertir discutibles opiniones de escuela en leyes obligatorias o
fundamentas de leyes para una vida, que de por sí exige el ser independiente de opiniones de
escuela. Por esta razón la Ascética enumera esas distintas opiniones como distintos caminos
posibles, de perfección, y al juzgarlas con criterio recto y católico no se adhiere a ninguna de ellas
como única ortodoxa. La Ascética es por consiguiente más universal que el ascetismo personal, y
en la dirección de almas se han de elegir los métodos que sean más conformes a la necesidad y
bienestar de cada alma dejando de lado los que no se le adapten. Una dirección que es buena en
sí misma tiene un ámbito de aplicabilidad mucho más amplio que otra que sólo es buena para una
determinada alma.
§ 7. - Ventajas de la ascética
§ 8. Historia de la Ascética
Pourrat, La spírrtu alíté chrétíenne, París 1917-1928, 4 tomos; la primera historia católica de la Ascética, muy superior a
los trabajos llenos de inexactitudes y prejuicios del protestante O. Ziicklers; Ascetismo y Monaquísmo (2 edic. Francfurt,
1891 y Enseñanza de la "Virtud en el Cristianismo expuesta de manera histórica, Güttersloh, 1904 .. M. Viller S. J. La
spirituaIlté des premiers síecíes chrétíens. París O. J.- Vernet, La spiritualité mediéval. París O. J .- Bremond, Histoire
littéraire du sentiment religieux: en France depuis la fin des guerres de religion, hasta ahora 8 tomos, París, 1921 ss.
Ojeada sobre los escrítores ascéticos ordenados cronológicamente: De Guibert n. 40 ss.; más breve Tanquerey, p. 21
ss. - J. Luc . d'Achéry O. S. B. Ascetícorum vulgo spírítualíum, opusculorum, quae inter Patrum opera reperiuntur
indiculus. París 1648, 2da. edic. 1671. - Vattassos: Hortus coelestium deliciarum (Roma 1918). p. LXXX ss. -
Denderwindeke II 531-834, rica bibliografía, sistemáticamente ordenada. - Presentan una variada y extensa bibliografía
exclusivamente de ascetismo: Nic. Antonio, Bibliografía Hispánica nova II (Madrid, 1788) 556-562. - H. Burter, Nomencl.
lit. IV (Innsbruck, 1899). V. CXXIV - Script. Ord. S. B., qui 750-1880 floruerunt in Imperio Austriaco Hungarico (Víena,
1881) 599 ss. - Quétif et Echard Ord. Praed. I (París, 1719) 952. Wadding Sbaralea Scrípt, Ord. Min. (Roma, 1806).
Indices p. XXIV ss. - G. Franchini, Blbliografía di Scrittori francescani conventuali doppo 1585 (Modena, 1693), p. XXV -
Bernardus a Bononia O. Cap. Bibliogr. Script. Capuccionorum (Venecia, 1747), 263 ss. Appendíx 44 ss. - Sommervogel
341-545. G. Amold, Historia y Descripción de la Teología Mística, en que presenta escritos católicos y protestantes hasta
su tiempo. Franckfurt, 1703. - RAM, Vsp. ZAM (I-IlI) Especifica la literatura más reciente. - Una historia del Ascetismo
ofrece Saudre au, La piété a travers les áges, París, 1927.
I. Antigüedad. En la Biblia y en los escritores de los primeros siglos no se hacía distinción alguna
entre Moral y Ascética. La perfección se trataba, sin hacer diferencia, junto con los demás temas
de instrucción cristiana.
No faltaron con todo tratados complementarios, a manera de apéndices, en que se
desarrollaba una teoría del Ascetismo que siempre fue objeto de admirable solicitud por parte de
la Iglesia. Tales fueron los escritos de Tertuliano, Cípriano, y los pseudoclementinos sobre las
vírgenes. Así por ejemplo Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes recalcaron la diferencia
entre el cristiano ordinario y el "gnóstico", o íntimo conocedor de su fe.
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Los errores que p cr aquel entonces desnaturalizaron las nociones de perfección, dieron
ocasión a diversos estudios para fijarlas con exactitud.
En el siglo IV se desarroIlo la vida religiosa; con ella aparecieron diversas síntesis
ascéticas, que en gran parte fueron legislaciones, es decir, reglas de órdenes religiosas. San
Pacomio fue el primero que dio una regla a los cenobitas, que hasta entonces habían vivido sin
ella:
San Basílío la perfeccionó posteriormente, adquiriendo con esto el título de gran legislador
del Oriente. En el Occidente las reglas más importantes fueron las de S. Agustín y S. Benito.
Tratados que exponían materias ascéticas los hubo desde mitad del siglo IV; son dignos de
especial mención los de S. Nilo. Entre los que podríamos llamar recopiladores de escritos se
·encuentran en Oriente S. Juan Clímaco, Díadoco de Potice, S. Doroteo, S. Máximo el Confesor y
en Occidente Juan Cásiano y Juliano Pomerio. Muy grande importancia e influjo tuvieron las
máximas reunidas en las ''Vitae Patrum" (N Vol. 73 ss.) y los ejemplo los de los monjes de Oriente.
Toda esta Bibliografía o literatura es predominantemente monástica. Con todo, los Padres
de aquel tiempo predicaban la perfección a todos los fieles, y de las obras de cualquiera de ellos
se podría extractar una ascética completa. Sin exagerar podemos decir que nosotros estamos'
viviendo de S. Agustín.
Sobre la perfección del estado clerical escribieron S. Ambrosio (De off. min.), S. J.
Crisóstomo, S. Gregorio Magno (Lib. reg. past.), Juliano Pomerío (De vita contemplativa, 1 y 2
partes).
La Ascética de entonces era de tendencia rigorista, haciendo gran hincapié en lo malo que
hay en nosotros y en el influjo del mal exterior. De ahí se deriva la gran importancia que atribuía a
la idea de lucha.
Tampoco en esta época faltaron errores que rechazar: Joviniano, por ejemplo, no quería
reconocer diferencia de méritos entre los cristianos, y Pelagio negaba la necesidad de la gracia.
2. - El comienzo de la edad media, consumido casi íntegramente en trabajos de reconstrucción
social, fue tan poco fértil para la ascética como para la teología en general. El progreso se reinicia
a partir del siglo XI. Entonces aparecen, además de numerosos trabajos particulares, diversas
síntesis sistemáticas, lógicamente ordenadas; éstas se presentan unas veces como parte de la
teología -así en Santo Tomás o en San Buenaventura; otras veces, constituyendo tratados
independientes como en David de Ausburgo o S. Vicente Ferrer.
También en esta época se originan las diferentes escuelas con las grandes órdenes
religiosas. Al caracterizarlas no nos es posible más que señalar algunos nombres sobresalientes y
las tendencias de más relieve. La primera escuela de Occidente fue la Benedictina, contemplativa,
fundamentada en la liturgia, afectiva y práctica a la vez. (S. Pedro Damián, S. Anselmo, S. Ruperto
de Rentz; y en la reforma cisterciense el incomparable S. Bernardo).
Entre los cartujos se desarrolló una escuela contemplativa de tendencia anacorética; su
florecimiento se inició en el siglo XI, pero sus escritores no lograron ponerse de relieve hasta el
siglo XIII (Hugo de Balma, Ludolfo de Sajonia, Dionisio de Rijckel).
De entre los agustinos de San Víctor, surgió ese mismo siglo" una nueva orientación
espiritual, simultáneamente especulativa y afectiva, tributaría de la línea platónica a través de San
Agustín. Su idea fundamental consistía en interpretar al mundo como símbolo de la más alta
Verdad.
La aparición de las dos grandes órdenes mendicantes favoreció la mejor valorización de la
perfección de la vida mixta. La escuela dominicana acentuó el conocimiento escolástico buscando
en él la motivación de afecto (Sto. Tomás de Aquino, S. Alberto Magno, Guillermo Peraldo, S.
Vicente Ferrer, S. Antonio de Florencia, los místicos alemanes, EcKhart, Taulero, Enrique Suso).
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La escuela franciscana en cambio pone a la par conocimiento y afecto, y prefiere los temas
que ofrecen pábulo al sentimiento (S. Buenaventura, David de Ausburgo, S. Bernardino de Sena).
Hacia fines del siglo XIV, bajo el influjo del Beato Juan Van Ruysbroek en la "Piedad
Moderna" de los Hermanos de la vida común y de los Agustinos de Windesheim, se manifestó en
la ascética un cierto hastío por la especulación escolástica. La nueva escuela prefería como regla
de vida y oración un sistema que ofreciese sin muchas disquisiciones fervorosas realizaciones.
(Florencio Radwijns, Gerardo van Zütphen, Gerlach Pettersen, Enrique Mande, Tomás de Kempís,
Juan Mombaer). Esta tendencia suscitó fuertes reacciones en los tradicionalistas, v. gr. en los
reformadores benedictinos Luis Barbo y García Cisneros; con todo, no dejó de contar partidarios
inclusive fuera de las órdenes religiosas.
Desgraciadamente serias deficiencias, carentes de remedio, acompañaron todos estos
movimientos y prepararon el camino a la apostasía de la reforma. Enseñaron errores Abelardo,
Eckhart, los Valdenses y Albigenses, ciertos Begardos y Beguinos, Hermanos del libre espíritu, los
Fraticelli, Flagelantes, etc. En el Oriente se desarrolló el Hesicasmo.
§ 9. - División
El segundo obliga 'a enumerar, cada vez, la actitud que la inteligencia, la voluntad, etc.
deben asumir frente a cada objeto.
El tercero, finalmente, acarrea repeticiones innecesarias.
Nosotros nos decidimos por el segundo de los sistemas indicados, que por otra parte es
hoy casi universal: así, consideraremos la perfección del cristiano en relación a su misma
persona, en relación al Creador y en relación a sus semejantes.
Tal método tiene casi siempre la ventaja de satisfacer a la fantasía, de adaptarse
fácilmente él, los mandamientos de la Ley de Dios, y de estar calcado sobre el precepto de la
triple caridad: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo" (Mt. 22, 37-39).
En su favor se puede alegar también el texto de S. Pablo, Tit. 2, 11 s. "La gracia del Dios
Salvador nuestro ha iluminado a todos los hombres, enseñándonos a ... vivir sobria, justa y
religiosamente en este siglo". Merece también mencionarse de paso la hermosa fórmula de Fr.
Luis de Granada: "El hombre debe tener para consigo mismo un corazón de juez, para con sus
semejantes un corazón de madre, y un corazón de hijo para con Dios" 2
Esta división, con todo, no nos satisface plenamente. A los inconvenientes antes
mencionados, agregaremos una reserva fundamental: quien está perfectamente ordenado para
con Dios, también lo está consigo y con los demás seres; y la conducta para con uno mismo y con
los prójimos muchas veces descansa fundamentalmente en la conducta para con Dios. Esta razón
es por lo menos suficientemente profunda para justificar que los deberes de perfección para con
Dios se coloquen en primer término.
Además, con respecto a la conexión de las distintas parte teóricas, podemos decir que la
perfección propia se extiende también a las relaciones con los otros seres, ya que no se puede
hablar de deberes propios sin poner como término otros seres.
Realidad y vida enlazan muchas veces las cosas entre sí de tal manera que, los esquemas
elaborados por la mente 'humana, sólo pueden valer en uno u otro aspecto determinado de las
cosas; por eso, bajo diversos aspectos puede un mismo acto pertenecer a distintos miembros del
sistema. (S. Th. 1. 2. 1, ad 3; 2, 2, 104, 2 ad 1).
Cuestiones particulares a propósito de partes menos importantes se discutirán en sus
lugares respectivos.
* * *
2 Guía de Pecadores 2, 2, 17. Algo semejante S. Pedro Canisio: véase Duhr, Historia de los Jesuítas en los países de
lengua alemana. I, 23 ss. (Friburgo, 1907).