Feliza Bursztyn
Feliza Bursztyn
Feliza Bursztyn
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bursztyn
Revista Artnexus 17
"Chatarra", 1965.
MIGUEL GONZÁLEZ
Esta investigación, más que destinada a atacar el ojo como sentido, ha ido buscando una
relación centrada en ideas, inherentes al arte y que debe ser causal para conmover al
espectador. Su obra pregunta en el sentido de averiguar sobre la artisticidad del objeto:
su permanencia, los materiales utilizados, su capacidad de transformar la apariencia y a
la vez de expresar nuevas relaciones formales. Interroga igualmente sobre el artista
como productor, desvirtuando los antecedentes que recomiendan una materialización
excelsa, sagrada y con señales redentoras, incapaz de incluirse entre las cosas adecuadas
para agregar, e instalándose positivamente en un terreno que ataca la inteligencia por la
vi'a de la provocación, mediante el extrañamiento.
abandono de los materiales tradicionales y por consiguiente del modelado para pasar a
las primeras chatarras de 1961 . Hacer arte con deshechos era toda una revolución en
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“Al principio fue un elemento difícil, hasta que con el tiempo fui entendiendo todas las
posibilidades que tenía, para convertirla en mi medio de trabajo real. Encontré,
entonces, que la chatarra podía trabajarla en objetos muy pequeños o en grandes. Mi
mayor pasión es soldar. Me encanta el fuego y el medio. Como quien dice, el arte de la
destrucción. En realidad yo trabajé exactamente al contrario de como se concibe la
escultura. Un escultor hace un dibujo de una forma, busca los materiales para esa forma
y luego la ejecuta. Yo hago lo contrario. Me voy a los depósitos de chatarra, miro qué
tienen y luego pienso qué voy a hacer con estos. No hay nada previo. Trabajo
directamente sobre lo que tengo. Un procedimiento totalmente diferente a lo que se
supone que debe ser la escultura” . De su oportuna y ya abundante producción, ella elige
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La investigación del movimiento, tan preocupante a los cinéticos de esa década, también
cuestiona su arte pero ella continúa con el comportamiento brutalista y lo adapta a un
tono despreocupado, sin las sutilezas de la Escuela de París. Un pequeño motor primario
a la vista, agita mórbidamente una armazón incongruente de pedazos metálicos,
produciendo en consecuencia sonido. Se planea la exposición del Museo de Arte
Moderno de Bogotá y luego en Cali durante los Festivales de Arte, son Las Histéricas.
Feliza desprecia las formas, se despreocupa del acabado y de garantizar vida prolongada
a sus aparatos, y ofrece la posibilidad de lo efímero, al tiempo que entrega lo inesperado
y profetiza un arte apoyado más en los conceptos que en la utilidad y finalidad como
operativos eficaces.
Intercalando sus obras de instalación que a partir de La Histéricas, constituye lo más
importante de su quehacer como aporte creativo, Feliza ha elaborado múltiples, gráficas,
murales y monumentos. Todas estas pruebas, con grandes y mini experimentos, las ha
sostenido con un control inviolable, en su principio de no ser complaciente, adivinable o
decorativa. Feliza más bien ha preferido jugar, reir y sostener la idea de lo casual, hasta
las últimas consecuencias. Y naturalmente el juego, el humor y la búsqueda son una
aventura peligrosa. Feliza ha optado siempre por el peligro, a cambio de la grosera
postura del conformismo. Esto último es su problema básico y en consecuencia prefiere
estar esperando a Godot.
escenario y con todas las connotaciones de éste. Ahora son esperpentos con harapos los
que circulan como autómatas en un estrado, que es también cuadrilátero de boxeo. Siete
seres, gigantes o enanos, se debaten sin sentido con una música gregoriana medieval.
Pechuga, Fragata, Pipa, Enano, Polín, Gordillo y Bailón, denomina a los personajes. Su
show es planeado como un espectáculo anunciado y con un público, quien presencia un
drama cuyo único desenlace es su propia orfandad y resignación de la vida sin atributo.
La Baila Mecánica es también su trabajo último antes del exilio. Ha sido atendida por
dos de sus más fervientes prologuistas. Dejo que ellos señalen las últimas palabras.
“Extraña, la saturnina danza; extraña esta —¿transitoria?— detención en la tristeza de
una obra de tan firme jovialidad como la de Feliza Bursztyn. Pero, como decían los
antiguos, que lo situaban en el bazo, y como con menos precisión lo confirman
autoridades más cercanas en el tiempo, en el origen del humor, como también en su
transformación última actúa misteriosamente un fluido o un talante conocido con el
término, estropeado luego por la Iírica, de melancolía” .
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“Creo que es hora, además, que esta obra que ha pasado por el arte colombiano
agrediendo y siendo agredida, riéndose de los demás y señalada con risa, pase a hacer
declaraciones mayores. Porque si dejamos de divertirnos aunque sea por un momento,
cederemos a la tentación de mirar hacia atrás y ver el conjunto interminablemente
ingenioso y ocurrente, como una pieza mayor; como lo que verdaderamente es, aún a
pesar suyo. Toda reflexión acerca de la obra de Feliza Bursztyn parece contravenir la
consigna que ella misma lanza demasiado escandalosamente: no hablar sobre ella,
divertirse con ella. En la Baila, sin embargo, este equivoco falló; el espectáculo agarra
por la garganta, y no he visto que nadie se riera; el público siempre tiene un instinto
formidable”* .
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NOTAS
1. “Empecé mis estudios de arte moderno cuando Alejandro Obregón era el Director de
la Escuela de Bellas Arte. Hacia el bachillerato en un colegio de monjas y en las tardes
no asistía a clases y me volaba para la Escuela. Me trasladaron a Estados Unidos, y
luego de concluir el bachillerato me matriculé en el Art Students League de Nueva
York. Viajé a París, donde estuve cinco años, en la “Grande Chaumiere” Ahí practiqué
escultura Clásica, o sea, yesos, moldes, barros, bronces”. Declaraciones de la Artista
para el audiovisual sobre su obra. Museo de Arte Moderno “ La Tertulia”. 1979, Cali.
2. Obra citada.
4. Obra citada.
5. Marta Traba. “Historia Abierta del Arte Colombiano”, Ediciones Museo de Arte
Moderno La Tertulia, 1974, Cali.
6. Museo de Arte Moderno de Bogotá, Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali (1974)
y luego en New York, San Francisco y México.
9. Marta Traba. La Baila, catálogo Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali, 1979.
MIGUEL GONZÁLEZ