E PDF Ulpiano Lada y Alvaro Arias 2005 La Literatura PDF

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La literatura hispanoamericana

más allá de sus fronteras


Ulpiano Lada Ferreras
Álvaro Arias–Cachero Cabal
(eds.)

La literatura hispanoamericana
más allá de sus fronteras
 Del texto: Giuseppe Bellini, María del Carmen Bobes
Naves, Miguel Ángel Garrido Gallardo, Ulpiano Lada
Ferreras y José Carlos Rovira Soler.
 De la edición literaria: Álvaro Arias–Cachero Cabal y
Ulpiano Lada Ferreras.
Edita: Literastur.

Promueve la Consejería de Cultura, Comunicación Social


y Turismo del Principado de Asturias.
ISBN: 84–??
Depósito Legal: AS–??–2005

Impreso en España / Printed in Spain

Impreso por Graficas Summa


Índice
Prefacio ...................................................................... 9
I. Algunos recursos narrativos de Mario Vargas
Llosa, María del Carmen Bobes Naves ................ 13
1.1. Introducción ................................................ 13
1.2. Técnicas de vasos comunicantes .................. 17
1.3. Verosimilitud de las conductas literarias ..... 24
II. Recepción de la narrativa hispanoamericana en
Italia, Giuseppe Bellini ........................................ 33
2.1. El pasado americanista ................................ 33
2.2. La época moderna ....................................... 35
2.3. Fortuna italiana de Borges y Bioy Casares .. 38
2.4. Los años 60–70 ........................................... 39
2.5. García Márquez y los escritores del boom .. 42
2.6. Se amplían los conocimientos ...................... 43
2.7. Una presencia definitiva .............................. 45

7
8 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

III. La crítica académica: España y América latina,


Miguel Ángel Garrido Gallardo .......................... 47
3.1. Introducción ................................................ 47
3.2. Dos iniciativas ............................................. 50
3.3. De dónde venimos ....................................... 59
IV. Sobre tres recepciones americanas para
conmemorar en 2005, José Carlos Rovira ........... 63
4.1. Rubén Darío ............................................... 64
4.2. Pablo Neruda .............................................. 68
4.3. Gabriela Mistral .......................................... 71
V. La poética de los antipoetas. Ramón de
Campoamor, Nicanor Parra y Ángel González,
Ulpiano Lada Ferreras ......................................... 73
5.1. Ramón de Campoamor ............................... 74
5.2. Nicanor Parra ............................................. 81
5.3. Ángel González ........................................... 86
5.4. Conclusiones ............................................... 91
Bibliografía citada .................................................. 93
Obras literarias ................................................... 93
Traducciones literarias ....................................... 98
Estudios ............................................................ 102
Prefacio
La literatura hispanoamericana mantiene desde sus orígenes
unas estrechas relaciones con la literatura europea en general y
española en particular, fundadas en la influencia de las distintas
corrientes culturales y literarias europeas que a través del tamiz
de la cultura y la literatura española, en el caso que nos ocupa,
llegaban a América. Estas influencias, puestas de relieve muy
acertadamente por la crítica, junto con las peculiaridades existen-
ciales americanas y el sustrato cultural precolombino, dieron
como resultado un discurso literario propio y claramente indivi-
dualizado que hoy conocemos como literatura hispanoamericana.
Pero la íntima relación literaria entre ambos ámbitos culturales
no se establece exclusivamente sobre la base de una acción unidi-
reccional (Europa-América), al menos a partir del siglo XX, pues-
to que es en los albores del siglo pasado cuando podemos hablar
de un punto de inflexión en las relaciones entre la literatura ame-
ricana y la europea. De esta forma, el influjo de la literatura his-
panoamericana se hace patente en las literaturas europeas por
medio de la obra de autores que, a partir del Modernismo y hasta
la actualidad, han contribuido a cambiar la dirección en las rela-
ciones de influencia entre los dos continentes.
9
10 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

La VIII Edición del Salón del Libro Iberoamericano de Gijón


fue un marco en el que diferentes especialistas en el estudio de la
literatura pudieron articular, desde distintas ópticas, una re-
flexión sobre esta inversión de influencias literarias a lo largo del
siglo XX, subrayando la continuidad de las relaciones y vínculos
dentro del mundo hispánico, con independencia del foco emisor
1
o receptor. Las ponencias presentadas, después de las matizacio-
nes que sus autores consideraron oportuno introducir tras el de-
bate y consiguiente intercambio de puntos de vista, se publican
con la voluntad de llegar a un público más amplio que pueda
continuar la discusión de ideas en ese incesante proceso de trans-
ducción necesariamente ligado a la literatura.
El primer capítulo de este volumen se debe a la Dra. D.ª Ma-
ría del Carmen Bobes Naves, catedrática emérita de Teoría de la
Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Oviedo,
introductora en España de la semiología con su obra La semióti-
ca como teoría lingüística, publicado en 1973, en el que se ocupa
de la semiología desde un punto de vista filosófico-lingüístico,
que irá extendiendo, en numerosos trabajos, a la lírica, la narra-
tiva y la obra dramática. En su trabajo, la Dra. Bobes analiza e
interpreta recursos y temas presentes en la singular narrativa de
Mario Vargas Llosa, que afectan desde un punto de vista formal
a las unidades sintácticas y a los valores semánticos, y desde un
punto de vista ético a las relaciones pragmáticas.
Una muestra de la difusión de la literatura hispanoamericana
en un ámbito europeo distinto del español, es presentada por el
Dr. D. Giuseppe Bellini a través de un pormenorizado estudio de
la recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia, que, co-
mo nos detalla el hispanista italiano, se inicia con las primeras
crónicas, se incrementa a partir de los años cincuenta y llega has-
ta la actualidad con una importante presencia en el mundo cultu-
1
Las ponencias se presentaron y debatieron el 14 de mayo de 2005, dentro de
las actividades de la VIII Edición del Salón del Libro Iberoamericano de Gijón
celebrado entre el 12 y el 17 de mayo de 2005.
Prefacio 11

ral italiano. El Dr. Bellini es catedrático de Literatura Hispanoa-


mericana de la Universidad de Milán y responsable de la sede
milanesa del Instituto de Historia de la Europa Mediterránea del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas.
El Dr. D. Miguel Ángel Garrido Gallardo aborda un tema es-
pecialmente interesante por su escaso tratamiento, a pesar de su
indudable importancia, como es el de la crítica académica de
España y América Latina, que tiene sus orígenes en la labor de
investigadores como Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Me-
néndez Pidal hasta críticos-autores como Octavio Paz o Vargas
Llosa. El Dr. Garrido Gallardo, catedrático de universidad e in-
vestigador del Instituto de Lengua Española del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, dirige desde esta institución el
proyecto de investigación Diccionario Español e Internacional de
Términos Literarios y el Programa de Alta Especialización en
Filología Hispánica; es, además, catedrático «Dámaso Alonso»
de cooperación con universidades hispanoamericanas y, por tan-
to, privilegiado observador de la realidad universitaria en ambos
continentes.
La inversión de las influencias entre España y América es tra-
tada por el Dr. D. José Carlos Rovira Soler a propósito de tres
importantes acontecimientos que se conmemoran en el presente
año: el centenario de la publicación de Cantos de vida y esperan-
za de Rubén Darío; la publicación, hace setenta años, de Resi-
dencia en la tierra de Pablo Neruda; y el sexagésimo aniversario
de la concesión a Gabriela Mistral del Premio Nobel de Literatu-
ra. La innovación que para la poesía española supone la obra de
Darío, las relaciones entre Neruda y los poetas españoles, así
como la visión que la crítica española tiene sobre la obra de Ga-
briela Mistral son tratados por el Dr. Rovira, catedrático de Lite-
ratura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante, director
de la Unidad de Investigación Recuperaciones del mundo preco-
lombino y colonial en el siglo XX hispanoamericano y de la re-
vista América sin nombre.
12 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

El Dr. D. Ulpiano Lada Ferreras, profesor de Teoría de la Li-


teratura y Literatura Comparada de la Universidad de Alicante,
nos ofrece en este trabajo una muestra de las complejas relacio-
nes que se producen entre la literatura española y americana, por
medio del análisis de la obra de tres autores, Ramón de Cam-
poamor, Nicanor Parra y Ángel González, que pone de manifies-
to la existencia de una estrecha red de conexiones que se mani-
fiestan en el tiempo y a través del espacio entre las distintas lite-
raturas de ambos continentes, sustentadas y fomentadas por el
uso de una misma lengua. El Dr. Lada Ferreras ha desarrollado
su labor investigadora en universidades españolas, europeas y
americanas, ocupándose principalmente de las relaciones entre la
narrativa oral literaria y el discurso dramático, así como del es-
tudio del componente pragmático tanto del texto literario como
del discurso retórico.

Castalla y Felechosa, primavera de 2005.


I

Algunos recursos
narrativos de Mario Vargas Llosa
(Conversación en La Catedral,
La fiesta del chivo)
MARÍA DEL CARMEN BOBES NAVES
Universidad de Oviedo

1.1. Introducción
No voy a plantear cuestiones históricas ni clasificatorias sobre
el conjunto de la obra de Mario Vargas, que es bien conocida,
sobre todo en sus novelas, quizá no tanto en su teatro, que sigue
a la espera de directores inteligentes. Voy a centrarme en dos
novelas, Conversación en La Catedral (1969) y La fiesta del chi-
vo (2000), porque, separadas por unos treinta años, reiteran re-
cursos y temas y son testimonio de la trayectoria narrativa y na-
rratológica de su autor.
Destacaré algunas de las formas del discurso de los relatos y
algunos motivos del contenido referentes a la conducta de los

13
14 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

personajes, con enfoques respectivamente formalistas y éticos.


Son aspectos que muestran el dominio que Vargas Llosa tiene de
las posibilidades de la lengua literaria, tal como las manifiesta el
discurso de la novela y de las posibilidades estructurales del rela-
to, tal como las descubre la construcción del argumento. Tanto el
discurso del texto como la composición de las dos novelas pro-
ducen en el lector lo que Freud denominó extrañeza inquietante,
un efecto característico del arte, basado en el asombro por la
expresión y por los temas tratados en la forma en que se organi-
zan, que lleva a una gran admiración y a un desasosiego general.
El texto de Conversación en La Catedral, y antes el de La casa
verde, utiliza la llamada técnica de los vasos comunicantes, prin-
cipalmente en los llamados diálogos telescópicos del discurso; La
fiesta del chivo sigue utilizando este mismo recurso y añade otra
forma de vasos comunicantes, que se localiza en la trama, me-
diante las que llamaremos escenas comunicadas, enmarcadas o
superpuestas.
Es quizá el rasgo más destacado en el estilo discursivo del au-
tor, y a veces me he preguntado si es un recurso espontáneo o si
ha sido buscado en cada ocasión, como una forma específica
para expresar una visión del mundo en la que el tiempo puede
quedar anulado parcialmente por la superposición de motivos
que se repiten: dos o más conversaciones, en lugares y tiempos
diversos, distantes y sucesivos, con temas y locutores que están
parcialmente presentes en ellas (no todos en todas), se funden en
una sola conversación, en un solo motivo, pero no en forma de
resumen directo del narrador, sino mediante interpolaciones de
frases, opiniones, palabras de las diversas situaciones, organiza-
das en un diálogo en el que intervienen todos, unos presentes,
otros no. No se trata, por tanto, de un fundido de los habituales
en el cine, sino de una composición hecha con fragmentos de
varias situaciones, y palabras de varias conversaciones creando
un diálogo cuyos verbos introductorios mantienen la orientación
temporal hacia el pasado (dijo) o hacia el presente (dice), para
dejar claro que son diferentes momentos. El diálogo telescópico
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 15

que resulta apunta claramente a diálogos o conversaciones dife-


rentes entre locutores, algunos de los cuales se repiten en varias
conversaciones.
Las escenas comunicadas, bien sea porque se superponen o
porque una enmarca a otra, ponen en relación dos momentos,
dos espacios, dos motivos, pero no mediante la conversación o el
diálogo, sino por razón de su temas, idénticos, contrapuestos o
incluso diversos, pero relacionados causal o temáticamente entre
sí.
De Vargas Llosa sabemos que reflexiona sobre su propia es-
critura. A propósito de La casa verde escribe cómo se gestó y a
propósito de Lituma en los Andes oímos su conferencia en el
teatro Campoamor de Oviedo, donde explicó cómo fue acumu-
lando, de su experiencia lectora, viajera y docente, motivos que
llamaron su atención, por ejemplo el mito griego de Dionisos y su
culto, y cómo fue cristalizando el texto; pero, además, sus estu-
dios y reflexiones teóricas, Historia de un deicidio (sobre García
Márquez), La orgía perpetua: Flaubert y «Madame Bovary»; sus
Cartas a un joven novelista, su análisis La tentación de lo impo-
sible. Víctor Hugo y «Los Miserables», etc., constituyen una
teoría narratológica muy amplia y densa, en la que opina sobre
los temas más debatidos por la actual teoría de la literatura: la
figura del autor–narrador; las relaciones entre realidad y ficción;
la arquitectura del relato; el orden y el desorden de la línea tem-
poral de la historia; las posibilidades de alteración de los espa-
cios; las mudas o saltos (espaciales, temporales y referenciales),
que identifican hechos de composición y disposición de la fábula
que los teóricos de la literatura, desde Forster a Genette, llaman
con otros términos prolepsis o analepsis, foco y punto de vista,
etc. También reflexiona Vargas Llosa sobre el tema de la sucesi-
vidad de la lengua frente a la simultaneidad de la realidad (escena
de los comicios en Madame Bovary), la técnica de la caja china,
la ocultación continuada de los motivos, los fundidos narrativos,
que el relato novelesco toma de la sintaxis y del montaje cinema-
tográficos, etc. Sin duda la técnica de vasos comunicantes en sus
16 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

dos formas, la discursiva de los diálogos telescópicos y la estruc-


tural de las escenas comunicadas, son efecto de una reflexión
original sobre las posibilidades de introducir la realidad del tiem-
po en la realidad del cronotopo narrativo, los problemas de los
que tantos novelistas tienen consciencia: la sucesividad de la pa-
labra frente a las posibilidades de simultaneidad temporal de la
realidad, la capacidad limitada del narrador humano frente a la
ilimitada del narrador omnisciente, a la que ha renunciado la
novela moderna, mueven al autor a buscar recursos que permitan
expresar de forma modificada su propia visión de la realidad. La
tentación de superar los límites impuestos por el lenguaje procura
a lo largo de la historia de la novela muchos recursos al relato.
Cuando se cree que un autor escribe su novela desde el princi-
pio al final, atento a la inspiración de las benévolas Musas, se
está muy lejos de la realidad de un escritor como Vargas Llosa
del que se sabe que tiene una férrea disciplina de trabajo, de mu-
chas horas al día, y que sus novelas lo ocupan años. Afirmar que
el escritor no es consciente de los recursos que utiliza es una su-
posición arriesgada, y afirmar que el conocimiento de los recur-
sos es suficiente para escribir una novela, está muy lejos de la
realidad. Genio, imprescindible, y trabajo, necesario, parecen ser
los dos pilares necesarios e imprescindibles para escribir una
buena novela: el escritor es consciente en cada caso de los temas
que elige, de los recursos que les pueden dar expresión y del fin
que pretende. A veces ocurre que una forma, dispuesta para una
determinada finalidad, se desborda y, bien sea por relaciones
inmediatas suscitadas por el tema, o por la situación relativa
respecto a otros motivos, descubre posibilidades que en principio
no están previstas. Creo que con la técnica de vasos comunican-
tes ha pasado así. Sus efectos se dejan sentir en las formas, tam-
bién en la sintaxis del relato y, desde luego, en los significados
que adquieren en el conjunto de la obra, es decir en la semántica.
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 17

1.2. Técnicas de vasos comunicantes


Muchos diálogos de La casa verde y, sobre todo, de Conver-
sación en La Catedral, sorprenden en una primera lectura por el
uso de los verba dicendi y por la fusión de dos o tres diálogos en
uno solo. Los dos recursos tienen relación, porque los verbos
introductorios están orientados en la locución directa de estas
novelas para señalar que un interlocutor está en el pasado o en el
presente, en una situación presente o lejana. El lector debe estar
atento a lo que dicen, a las relaciones entre las diferentes tempo-
ralidades que se reúnen en una sola escena literaria, y debe saber
en cada momento quién es el que habla y a qué momento corres-
ponde lo que dice, y además, a quién se dirige, ya que en ocasio-
nes sabemos quién está hablando por la forma en que utiliza el
apóstrofe en el diálogo en presencia.
2
Haars, José Miguel Oviedo y el mismo Vargas Llosa llama-
ron a estos diálogos telescópicos, también se han llamado diálo-
gos cruzados o fundidos. Y todos coinciden en que, como hecho
del discurso verbal, son el resultado de la fusión en un solo diá-
logo textual de dos o tres diálogos realizados en situaciones dife-
rentes. El recurso está, por tanto, bien identificado y muy bien
descrito.
¿Qué efecto buscan tales diálogos y qué logran en el relato?
Silva Cáceres subraya algunos de los efectos: interiorización,
contrapunto, visión fragmentaria y parcial, etc. A una pregunta
directa que hice en Amberes a Vargas Llosa, me dijo que los utili-
zaba porque le parecían la forma más conveniente para expresar
lo que quería en la ocasión. Sobre los verbos introductorios y sus
variantes en los diálogos, afirmó que procuraba evitar la mono-
tonía que supone usar siempre los verbos de lengua (decir y sus
variantes), y sobre la superposición de los temas y el abanico de
los interlocutores repetidos en varias conversaciones, parece que
perseguía dar agilidad al relato y evitar reiteraciones de escenas

2
Historia…
18 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

poco expresivas. Esto es lo que afirmó en «Conversación con


Vargas Llosa», un acto que tuvo lugar en el Paraninfo de la Uni-
versidad de Oviedo el 6 de abril de 2005
Buscando después las razones de esa indudable adecuación de
esa forma dialogada y las exigencias de un relato que remite a
unas situaciones sucesivas y distantes, se pueden encontrar más
justificaciones estilísticas y estructurales: la posibilidad de mani-
pular el orden temporal de las acciones y de superar las limita-
ciones de los espacios, además de la posibilidad de huir de la
monotonía que supone el reiterar textualmente escenas parecidas.
Otros autores, por ejemplo R. Pérez de Ayala en Belarmino y
Apolonio, enfrentado al mismo problema, resume varias de las
que llamo escenas modélicas en una sola, explicando después
3
textualmente su reiteración («esto ocurría todos los días»).
Es indudable que, como efecto añadido, hay que considerar
también que esa fusión de diálogos y esa manipulación del crono-
topo de los hablantes que pasa de un presente a varios momentos
del pasado en circunstancias que se repiten, puede dar al texto un
sentido nuevo emergente de la sintaxis literaria, como el que con-
sigue Faulkner en Las palmeras salvajes, donde, por el hecho de
poner en alternancia los capítulos de dos novelas que nada tenían
que ver entre sí, se generaron unas relaciones y unos sentidos no
previstos. Los diálogos telescópicos reúnen dos o más situaciones
cuyo rasgo común es la presencia de un mismo personaje, o bien,
la presencia de una misma palabra, un concepto o una idea polí-
tica que sirve de puente y, a partir de ahí, la fusión de las escenas
puede crear relaciones que el lector se entretiene en señalar o
descubrir. El análisis de un texto, lo dejará claro, según creo:

Sonó el teléfono y el mayordomo vino corriendo: su amigo


Santiago, niño. Tenía que verlo urgente, pecoso. ¿A las tres
en el Cream Rica de Larco, flaco? A las tres en punto, peco-
so. ¿Tu cuñado iba a sacarte la mugre si no dejabas en paz a
3
M.ª del C. BOBES NAVES, Gramática…
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 19
la Teté, pecoso?, sonrió el senador, y Popeye pensó qué buen
humor se gasta hoy. Nada de eso, él y Santiago eran adúes,
pero la vieja frunció el ceño: a ese muchachito le falta una
tuerca ¿no? Popeye se llevó a la boca una cucharadita de
helado, ¿quién decía eso?, otra de merengue, a lo mejor lo
convencía a Santiago de que fueran a su casa a oír discos y de
que llamara a la Teté, sólo para conversar un rato, flaco. Se
lo había dicho la misma Zoila en la canasta del viernes, insis-
tió la vieja. Santiago les daba muchos dolores de cabeza úl-
timamente a ella y a Fermín, se pasaba el día peleándose con
la Teté y con el Chispas, se había vuelto desobediente y res-
pondón. El flaco se había sacado el primer puesto en los
exámenes finales, protestó Popeye, qué más querían sus vie-
jos.
—No quiere entrar a la Católica sino a San Marcos —dijo
la señora Zoila—. Eso lo tiene hecho una noche a Fermín.
Yo lo haré entrar en razón, Zoila, tú no te metas —dijo
don Fermín—. Está en la edad del pato, hay que saber llevar-
lo. Riñéndolo, se entercará más.
—Si en vez de consejos le dieras unos cocachos te haría
caso —dijo la señora Zoila—. El que no sabe educarlo eres
tú.
—Se casó con ese muchacho que iba a la casa —dice San-
tiago—. Popeye Arévalo. El pecoso Arévalo.
—El flaco no se lleva bien con su viejo porque no tienen
las mismas ideas —dijo Popeye.
—¿Y qué ideas tiene ese mocoso recién salido del casca-
rón? —se rió el senador.
—Estudia, recíbete de abogado y podrás meter tu cuchara
en política —dijo don Fermín—. ¿De acuerdo, flaco?
—Al flaco le da cólera que su viejo ayudara a Odría a
4
hacerle la revolución a Bustamante —dijo Popeye— […]

La técnica de vasos comunicantes se muestra en los diálogos


telescópicos superponiendo o enmarcando situaciones diversas en
4
M. VARGAS LLOSA, Conversación…, págs. 34–35.
20 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

una sola: la escena del almuerzo en casa de los Arévalo remite a


una reunión de canasta de señoras del viernes anterior en la que
la madre de Santiago, el flaco, se queja del comportamiento de su
hijo y le cuenta a su amiga, la madre del pecoso Arévalo, cómo
su marido está preocupado por los estudios del niño; se alude a
otras escenas entre padre e hijo, entre los amigos, etc. A la vez se
expresan intenciones de Popeye de convencer a Santiago para que
le facilite un encuentro con la Teté, y todo ello en presente o pa-
sado inmediato en la cronología del discurso, pero enmarcado en
el presente del discurso de la Conversación en La Catedral, muy
posterior, al que remite la frase de Santiago introducida mediante
el verbo de lengua en presente (dice) y que la lógica narrativa
sitúa en el futuro de los diálogos anteriores, puesto que Popeye es
pretendiente de la Teté en los primeros (escena del almuerzo) y
luego está ya casado con ella (escena de Conversación en La Ca-
tedral).
Los puentes entre las diversas escenas los hacen los personajes
repetidos y las preguntas, y siempre quedan claros: Popeye dialo-
ga con sus padres y aporta diálogos con Santiago; la madre de
Popeye, presente en el primer diálogo, trae a cuento la conversa-
ción con la señora Zoila, la madre de Santiago; este es interlocu-
tor de Ambrosio, el antiguo chófer de don Fermín, que pregunta
por la Teté y suscita la respuesta de Santiago… Una cadena de
presencias sucesivas procura una cadena de conversaciones suce-
sivas y las funde después en la unidad de un diálogo textual.
La economía del relato gana con estos recursos y, además,
exige al lector una participación activa para situar cada interven-
ción del diálogo en el emisor y en el tiempo que les corresponden.
La técnica de vasos comunicantes se manifiesta en los diálogos
telescópicos que pueden encontrarse en todas las novelas, y se
manifiesta de otra forma en La fiesta del chivo mediante las que
vamos a denominar escenas comunicadas. El recurso es lo que
Vargas Llosa llamaría una muda temporal, es decir, una altera-
ción de la cronología literaria. Consiste en superponer dos esce-
nas o en enmarcar una en otra, cuando realmente están alejadas
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 21

en el tiempo, pero transcurren en el mismo espacio. Espacio y


tiempo se independizan y funcionan cada uno con su propia tra-
yectoria. La superación de las exigencias cronotópicas siempre
fue una aspiración del discurso novelesco. Bajtín ha señalado la
vinculación de las dos categorías kantianas de la sensibilidad en
el relato. La sucesividad de las escenas en el mismo espacio, o la
simultaneidad en espacios diferentes, permiten al narrador actuar
como un observador de la escena y lo obligan a seguir los pasos
de los personajes, o bien a ejercer una omnisciencia temporal o
espacial. A lo largo de la historia de la novela pueden espigarse
ejemplos bien conocidos en los que el narrador se queda con un
personaje presenciando su presente, oyendo sus conversaciones
con otros y olvidándose de estos cuando se alejan, o bien enco-
mendando a otros narradores que cuenten lo que él no ha podido
observar ni oír por la distancia, porque permanece en un lugar y
lógicamente no puede dar testimonio de lo que ocurre en otro.
La fiesta del chivo ofrece escenas comunicadas en las que el
narrador está facultado para presenciar el presente y el pasado,
sin moverse y para ello sitúa el foco (no la palabra) en un perso-
naje que está en las dos escenas. Generalmente Urania, además de
protagonista, es el foco de la narración, aunque no siempre, pues
hay escenas que ella no pudo ver y que dirige un narrador omnis-
ciente.
En esta novela hay muchas superposiciones en el recuerdo de
Urania que va de su presente a su pasado, bastante alejado en el
tiempo, y lo hace a través de los cambios que observa en los es-
pacios que recorre. La casa, los muebles, las plantas, etc., se des-
criben como fundidos entre el esplendor de antes y la ruina de
ahora. La protagonista de la novela sube la escalera de su casa
viendo los geranios rojos y la pintura cuidada, los muebles boni-
tos a partir de las plantas ajadas y de los desconchados a la vista.
Una escena que enmarca otra muy claramente es aquella en la
que Urania, en la habitación de su padre, oye un frenazo (¿del
presente o del pasado?, ¿lo oye ella o su madre?) que abre, como
la magdalena de Proust, una puerta al pasado, a una escena na-
22 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

rrada en absoluto presente, cuyo protagonista es la madre de


Urania en un diálogo con el personaje omnipresente y omnilaten-
te en La fiesta del chivo, el dictador Trujillo. Es un flashback que
no se presenta textualmente como un recuerdo, o como imagina-
rio de Urania, sino en su transcurso como presente. Es una escena
que pudo muy bien haber ocurrido, dentro de la lógica narrativa,
es más, que convenía que hubiera ocurrido para explicar las rela-
ciones de Trujillo con Agustín Cabral, el padre de Urania. No
sabemos si es imaginación de esta, que quisiera ver en la actitud
digna de su madre la causa de la caída en desgracia de su padre,
o si es relato de un narrador omnisciente, pues los que pueden
dar testimonio directo, la madre, la criada y el dictador, no asu-
men la palabra:

Es una vieja foto amarillenta, algo ajada. Se acerca al ve-


lador, se la lleva a los labios y la besa.
Siente frenar el automóvil a la puerta de la casa. Su cora-
zón da un brinco; sin moverse del sitio, percibe a través de
los visillos los cromos relucientes, la carrocería lustrosa, los
reflejos relampagueantes del lujoso vehículo. Siente los pasos,
repica el llamador dos o tres veces y —hipnotizada, aterrada,
sin moverse— oye a la sirvienta abriendo la puerta. Escucha,
sin entender, el breve diálogo al pie de la escalera. Su enlo-
quecido corazón va a reventar. Los nudillos en la recámara.
Jovencita, india, con cofia, la expresión asustada, la mucha-
cha del servicio asoma a la puerta entreabierta:
—Ha venido a visitarla el Presidente, señora. ¡El Generalí-
simo, señora!
Dile que lo siento, pero no puedo recibirlo. Dile que la se-
ñora de Cabral no recibe visitas cuando Agustín no está en
casa. Anda, díselo.
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 23
Los pasos de la muchacha se alejan, tímidos, indecisos,
por la escalera con el pasamanos lleno de maceteros ardiendo
5
de geranios. Urania pone la foto de su madre en el velador.

Toda la escena de la visita rechazada se introduce en el mo-


mento en que Urania toma la foto de su madre, con el frenazo
que puede ser presente y asociarse con uno del pasado; un pasado
que Urania no puede recordar, porque no lo ha vivido, y que en
todo caso puede ser una escena imaginada por ella para señalar
la diferencia entre su padre, que se rebaja hasta límites inacepta-
bles ante el dictador, y la dignidad de la madre, que rechaza efi-
cazmente al tirano. El texto no aclara qué entidad tiene la escena
dentro del mundo ficcional de la novela —recuerdo, imaginación,
realidad— pero está claro que el presente y el pasado se textuali-
zan como simultáneos: la escena del pasado transcurre textual-
mente entre el gesto de coger la foto y el de reponerla en su sitio.
Tanto los diálogos telescópicos, como las escenas superpues-
tas, responden a esa técnica de vasos comunicantes que relacio-
nan motivos verbales o estructurales que están más o menos ale-
jados en la historia, pero cercanos, superpuestos o sucesivos en el
discurso. Son recursos que confieren un gran dinamismo al texto,
a la vez que constituyen un rasgo permanente en el estilo de Var-
gas Llosa. Aparecen los diálogos en las dos novelas con claridad,
y las escenas comunicadas más nítidamente en La fiesta del chi-
vo, donde se depuran estilísticamente en multitud de variantes.
La estructura de esta novela se presta particularmente a ello por-
que sigue el esquema del retorno del protagonista al lugar de la
historia.

5
M. VARGAS LLOSA, La fiesta…, pág. 67.
24 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

1.3. Verosimilitud de las conductas literarias


Y a la vez que estas técnicas, convertidas en rasgos estilísticos
del discurso de las dos grandes novelas de Vargas Llosa, destaca-
remos la dimensión ética de determinados personajes, centrándo-
la en el mundo ficcional de la novela y del universo que crea, sin
acudir a un esquema ético externo, puesto que intentamos análi-
sis literario.
La crítica ética es una forma de análisis literario que actual-
mente está surgiendo con fuerza, después de que se impusieran en
el siglo XX, casi en exclusiva, los métodos formalistas, tanto
lingüísticos como estructurales narrativos. No tratamos de ver si
las conductas de los personajes responden a un sistema moral
determinado, sino de ver la coherencia entre lo que dicen y lo que
hacen en su propio mundo ficcional, o bien lo que dicen en dos
momentos alejados de su trayectoria, y qué sentido alcanza su
actitud en la trama de la ficción.
Las cuestiones que se plantean en este aspecto tienen relación
con muchos de los temas siempre presentes en la Poética: la co-
rrespondencia de la realidad con la ficción, la forma en que se
reflejan los valores éticos al texto, bien en el ser de los personajes,
o bien como un sistema externo (novelas de tesis), la jerarquiza-
ción, iniciada en la Poética de Aristóteles, de las partes cualitati-
vas de la obra: la fábula, el personaje, el pensamiento, etc.
Queremos destacar que Vargas Llosa tiene 33 años cuando
pone en pie ese fantástico panel de vida humana que es Conver-
sación en La Catedral: un mundo degradado, de tiranías y sumi-
siones, situado en el Perú, que pertenece a su memoria empírica y
que asombra que sea captado por un autor tan joven. Treinta
años más tarde recrea con la misma amplitud y profundidad, en
La fiesta del chivo, un mundo perteneciente a la memoria ajena,
la de los dominicanos, igualmente degradado por la tiranía y las
sumisiones. El sufrimiento que puede suponer para el autor la
recreación de su mundo se le repite, como ser humano, en un
horizonte más amplio donde verifica las mismas degeneraciones
en una sociedad ajena o, al menos, distante.
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 25

El texto, en su discurso y en la construcción de su trama, sigue


utilizando y perfeccionando algunos de los recursos formales y de
composición del relato. La madurez literaria y el dominio formal
de los recursos no difieren mucho, por eso hemos elegido estas
dos novelas para plantear cuestiones generales de la narratología
y darles ese enfoque ético que anunciamos.
No está textualizada directamente en ninguna de las dos nove-
las, porque no estamos ante la novela de tesis decimonónica, pero
una amargura subyacente se deduce de los hechos y la novela de
dictador es tan terrible en Conversación en La Catedral como en
La fiesta del chivo. Tampoco hay el menor atisbo de humor en
ninguna de las novelas: la crónica de hechos, relaciones sociales y
de poder y la presentación de personajes se distancian hasta el
punto en el que comienza a sentirse un horror inquietante, que se
agudiza en La fiesta del chivo, porque se personaliza más en
Urania que en la Amalita de Conversación en La Catedral. La
posibilidad de mantener una fe mínima y una confianza tranqui-
lizadora en los humanos que dé una cierta seguridad al lector en
esa selva de corrupción queda muy en entredicho en las dos nove-
las, pero parece consumarse en toda su negatividad en la última.
No entramos en el realismo de los hechos novelados, el escri-
tor tiene perfecto derecho a usar los de la experiencia o los de la
imaginación como quiera, sino en la capacidad del relato para
dar verosimilitud a un mundo de relaciones humanas tan comple-
jas, tan extremadas, tan duras y tan increíbles que, sin embargo,
parecen ser normales en una región del planeta.
Las preguntas de carácter ético que suscitan los textos son in-
quietantes: ¿es posible la anulación total de la persona, de senti-
mientos tan fuertes como el amor de pareja o el cariño a los
hijos? ¿Es posible una sumisión tamaña y un dominio tan radi-
cal?
La sumisión de Ambrosio, el chófer de don Fermín Zavala, a
su amo lo destruye totalmente como persona, lo anula como
individuo. La pregunta es: ¿un personaje así es verosímil en la
realidad, es verosímil en la ficción novelesca? En Conversación en
26 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

La Catedral, desde luego, resulta verosímil y se mueve con una


especial dosis de verdad ficcional: la fuerza de la narración es
suficiente para que el lector lo admita. Pero la reflexión posterior
suscita esa extrañeza inquietante a la que he aludido, porque la
novela actúa de forma perlocutoria sobre el lector y remueve su
fe en la humanidad.
El mismo tema, con otra anécdota, está en La fiesta del chivo.
La fascinación que el dictador Trujillo ejerce sobre sus fieles se-
guidores es tal que por volver a su favor, si lo han perdido, se
degradan hasta límites inhumanos: Agustín Cabral es capaz de
entregarle a su hija; el chófer, Ambrosio, sin razones textualiza-
das, sólo porque lo trata bien, adora y compadece a su señor y la
sumisión alcanza a todo lo que pide el amo (relaciones homofíli-
cas) y lo que no pide y probablemente está fuera de su voluntad
(esconder a la mujer, Amalita, por la remota posibilidad de que
se ofenda el señor; matar a la prostituta, porque lo extorsiona,
aunque esto horrorice a don Fermín). La sumisión es a la vez
admiración por una bondad sólo imaginada por el sumiso, o
admiración ante el ser que se considera superior por el trabajo, la
inteligencia o la dedicación a la patria; es degradación de los
propios sentimientos, es anulación del más rudimentario esquema
ético.
El tipo de relación amo–criado, dictador–servidor se erige en
caso patológico que, según parece, no es tan infrecuente como
pudiera pensarse en la sociedad del siglo XX en la que están abo-
lidos el rito de acatamiento y las ceremonias de fidelidad más allá
de la vida. Parece reminiscencia de una concepción medieval del
vasallaje y lleva a un escepticismo absoluto ante la idea de pro-
greso de la humanidad.
El segundo caso de sumisión infrahumana es todavía más
horrible, porque si el primero en Conversación en La Catedral
está en un personaje inculto y un tanto bruto, el chófer Ambrosio
en La fiesta del chivo se ofrece en la persona de un senador,
Agustín Cabral, hombre culto y de una clase social que se supone
un tanto refinada. Es tal la fascinación que el senador siente por
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 27

la piltrafa que, en sentimientos y relaciones humanas, es el dicta-


dor, que es capaz de entregarle su propia hija a la bestia cono-
ciendo su sadismo. Es un absurdo impensable, pero real en la
historia hispanoamericana de las dictaduras. La paradoja es que
lo real resulta inverosímil (también de esto habló Aristóteles).
Hay casos de sumisiones degradadas en la historia de la nove-
la: Dostoyevski en Stepanchikovo, o Eça de Queirós en El primo
Basilio, narran la sumisión total de una familia al fantasmón al
que acogen o la sumisión de Luisa ante la criada que conoce sus
secretos; en un caso por exceso de admiración, en el otro por
temor. La degradación humana se matiza en la historia y en la
ficción y no parece reconocer límites, lo mismo en la sumisión
que en la crueldad que en muchos casos denominamos infrahu-
mana y que, no obstante, es tan propia del hombre.
Parece que los sacrificios humanos del culto de Baco que per-
sisten en Lituma en los Andes se invisten de otras formas, en
vasallajes y sumisiones, igualmente terribles. ¡No parece optimis-
ta la visión que de la humanidad tiene Vargas Llosa, ni a los
treinta años, ni a los sesenta!
Recursos formales, relaciones humanas en situaciones límite
son los temas más inquietantes, pero podemos entrar en otros
abismos.
Pasarán años, se superarán o se olvidarán los hechos históri-
cos que, realistas o ficcionales, son referencia de la novela, pero
se recordará, por su exceso y por su ruptura de las normas de la
interacción verbal, ese diálogo directo de dos personas degrada-
das: el dictador Trujillo, con su poder de seducción y su maldad,
y el Presidente Joaquín Balaguer, con su maquiavelismo y su apa-
rente insignificancia; es un encuentro que se mantendrá en el
imaginario antropológico de los lectores, al menos de algunos
lectores. Un hombre como una fuerza desatada, de mirada impú-
dica en unos ojos escarbadores que desconciertan y asustan; una
figurita que se subsume apabullada por las preguntas y contesta
con claridad y con movimientos y gestos de ardilla. Es el capítulo
XIV, donde encontramos uno de los diálogos más sorprendentes,
28 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

desde el punto de vista ético, entre los sorprendentes diálogos de


La fiesta del chivo:

—¿Cree Ud. en Dios? —le preguntó Trujillo, con cierta


ansiedad; lo taladraba con sus ojos fríos, exigiéndole una
respuesta franca—. ¿Que hay otra vida, después de la muer-
te? ¿Cree en eso? […]
Las manecitas del Presidente fantoche se acariciaron la
una a la otra mientras decía, como quien transmite un secre-
to:
—A veces dudo, Excelencia. Pero, hace años ya, llegué a
esta conclusión: no hay alternativa. Es preciso creer. No es
posible ser ateo. No en un mundo como el nuestro. No, si se
tiene vocación de servicio público y se hace política.
—Usted tiene fama de ser un beato —insistió Trujillo mo-
viéndose en el asiento—. Oí, incluso, que no se ha casado, ni
tiene querida, ni bebe, ni hace negocios, porque hizo los vo-
tos en secreto. Que es un cura laico.
El pequeño mandatario negó con la cabeza: nada de eso
era verdad. […] Dudaba a veces de la trascendencia, de Dios,
pero nunca de la función irremplazable del catolicismo como
instrumento de contención social de las pasiones y apetitos
desquiciadores de la bestia humana. Y, en la República Do-
minicana, como fuerza constitutiva de la nacionalidad, igual
que la lengua española. Sin la fe católica, el país caería en la
desintegración y en la barbarie. En cuanto a creer, él practi-
caba la receta de San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Es-
pirituales: actuar como si se creyera, mimando los ritos y
preceptos: misas, oraciones, confesiones, comuniones. Esa
repetición sistemática de la forma religiosa iba creando el
contenido, llenando el vacío —en algún momento— con la
presencia de Dios.
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 29
Balaguer calló y bajó los ojos, como avergonzado de haber
revelado al Generalísimo los vericuetos de su alma, sus per-
6
sonales acomodos con el Ser Supremo.

Es difícil encontrar mayor cinismo ni mayor sorpresa: los sen-


timientos religiosos más íntimos del ser humano sometidos a una
funcionalidad política. Por otra parte, como otra vuelta de tuerca
más, se deduce que el mundo no es de los dominadores, sino de
los calmados, de los que se controlan, de los insignificantes, pues
Balaguer sobrevive a todo y a todos. La conversación es terrible,
pero verosímil literariamente, y transcurre con la naturalidad con
que pueden conversar la fuerza y la razón, y si la fuerza crea
monstruos, nunca son tan terribles como los que es capaz de
crear la razón.
Esos dos pudieron mantener esa conversación o no (y qué más
da que la hayan mantenido), pero serán por siempre sujetos de
un diálogo demoníaco, feroz, en el que una fuerza sin límites se
enfrenta a una suavidad de visón inalterable que la derrotará. La
impudicia para preguntar es paralela a la impudicia para respon-
der, aunque cambie el tono. Siempre que estos diálogos se inten-
taron en el texto literario, desembocaron en humor o en ironía,
porque daba la sensación de que los autores no podían plantear-
los en serio. Aquí el diálogo es serio en su totalidad.
Los diálogos, tiempos y motivos cruzados que aparecen en es-
tas novelas renuevan el discurso narrativo superando las limita-
ciones que imponen las coordenadas de la sensibilidad: el hombre
no puede representar percepciones fuera del espacio y del tiempo,
y el lenguaje, por su parte, impone al discurso la sucesividad
temporal. La novela desde su aparición, y no puede hacerlo de
otro modo, narra historias en el espacio y en el tiempo, y lo hace
mediante la expresión lingüística, intentando siempre superar las
limitaciones que impone la realidad y las que impone el lenguaje.

6
M. VARGAS LLOSA, La fiesta…, págs. 300–301.
30 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

Algún crítico ha dicho que el novelista lo es cuando domina el


tiempo y que el placer de manipularlo es una de las razones an-
tropológicas más fuertes para explicar la existencia del relato en
todas las culturas. Hay novelas que relatan los hechos en el orden
inverso al que seguirían en la realidad empírica, si en ella se di-
eran; hay novelas que dan saltos temporales, en doble columna o
entreverando párrafos de dos situaciones, como la famosa escena
de los comicios de Madame Bovary. Vargas Llosa considera que
el orden en sucesividad o la simultaneidad es un recurso estructu-
7
rador del relato. Hay novelas que alternan pasado y presente,
superponiendo el proceso temporal de los hechos al proceso tem-
poral de su conocimiento… Las variantes son muy diversas.
Vargas Llosa sigue algunas de esas posibilidades de desorden
de los motivos en el discurso mediante el uso de diálogos telescó-
picos y, por supuesto, mantiene el espacio y el tiempo como co-
ordenadas básicas de la sensibilidad, pero no lo hace en forma
autónoma en cada motivo narrativo, colocado o descolocado en
el texto. La novedad reside en que la manipulación del tiempo no
se refiere a la fábula, sino a la expresión, a la palabra. Si el nove-
lista tradicional manipulaba el orden, el ritmo, la frecuencia del
tiempo, Vargas Llosa da un paso más y manipula el tiempo de la
expresión: dos o más escenas sucesivas en el tiempo, o simultá-
neas en distintos espacios, son reducidas a una única escena dia-
logada. Su genialidad consigue centrar en la palabra el mensaje y
unificar dos o tres tiempos, dos o tres espacios diferentes en el
límite de un solo diálogo.
La lectura primera resulta un tanto desconcertante, luego el
lector se complace reconociendo los diferentes tiempos y espacios
e interpretándolos. Al placer del texto literario, se añade el placer
mental que producen los diálogos cruzados, lo mismo que los
crucigramas; el lector se autocomplace y se siente inteligente al
atribuir la frase a su emisor y al situarla en el tiempo y en el es-

7
Cartas…, cap. titulado «Vasos comunicantes».
Algunos recursos de Mario Vargas Llosa 31

pacio que le corresponde: el texto le permite hacerlo, hay que


prestarle atención. Creemos que los mismos efectos producen la
suma, el enmarcamiento o la repetición de escenas comunicadas,
como puede verse en los textos que hemos destacado y que no
son únicos ni mucho menos.
La presencia de escenas que, bien sea por los diálogos cruza-
dos o por la superposición de motivos, sobrepasan los esquemas
éticos, dejan en el lector la impresión inquietante de que estamos
ante un modo de relato desmesurado en todos sus niveles (discur-
sivo, estructural, semántico) de análisis y de expresión.
II

Recepción de la narrativa
hispanoamericana en Italia
GIUSEPPE BELLINI
Universidad de Milán

2.1. El pasado americanista


Hace unos cincuenta años la literatura hispanoamericana era
casi del todo desconocida en Italia. La atención con la que nues-
tra cultura había seguido el Descubrimiento, el éxito traductorio
casi inmediato de las primeras crónicas de Indias, a partir de las
8
Cartas de Cortés, sobre todo a través de la editoría veneciana y
la imponente obra de Ramusio, Navigazioni et Viaggi, la activi-
dad de los jesuitas, expulsados de América en 1767 por efecto del
decreto de Carlos III y establecidos en las tierras de Romaña, que
había dado obras como la Rusticatio Mexicana del padre Rafael

8
G. BELLINI, «La scoperta…».

33
34 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
9
Landívar y la Storia antica del Messico de Xavier Clavijero, el
interés en el siglo XIX por las crónicas americanas de denuncia,
en función antiaustríaca durante nuestras guerras de independen-
cia, difundidas en traducción italiana, como la Relazione del
conquisto del Perù e della Provicia del Cuzco, de Francisco de
Xeres, se había del todo agotado, y eso a pesar de la atención
hacia América de Leopardi y la presencia de autores nuestros en
10
todo el mundo hispanoamericano, de la Argentina a México.
En la primera mitad del siglo XX lo que más se sabía de la
creación literaria americana era la existencia de un poema gau-
chesco, el Martín Fierro, que un italiano, Folco Testena, había
traducido. Tampoco extraordinario era, por otra parte, el cono-
cimiento de la literatura española, si excluimos a Cervantes, los
grandes dramaturgos del Siglo de Oro, come Lope, Tirso y Cal-
derón, pensadores como Unamuno y Ortega, novelistas cuales
Pérez Galdós, Palacio Valdés, Pereda, Baroja, y sobre todo Blasco
Ibáñez, completamente traducido.
La segunda posguerra, además, con la caída del fascismo, de-
bía de cerrar casi del todo las fronteras culturales con el mundo
hispánico, y solamente gozó de una fama, hoy todavía inagotada,
la poesía de García Lorca, poeta símbolo, pues en él se veía al
11
mártir del franquismo. A su nombre se fueron añadieron poco a
poco los de otros líricos prestigiosos, como Juan Ramón Jiménez,
Antonio Machado, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Aleixandre,
Cernuda, etc.

9
M. BATLLORI, La cultura…
10
G. BELLINI, Storia…
11
Los primeros difusores de la poesía de García Lorca en Italia fueron Carlo
Bo y Oreste Macrí.
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 35

2.2. La época moderna


El comienzo de un estudio sistemático de la literatura hispa-
noamericana en Italia y de su difusión se debe situar hacia el final
de los años cincuenta: es en 1959, en efecto, cuando se inaugura,
en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Univer-
sidad Bocconi, de Milán, la primera enseñanza universitaria de
12
Literatura Hispanoamericana. Fuera del ámbito académico era
más o menos el desierto.
Si consideramos lo que se edita hoy en Italia y a qué altura y
prestigio ha llegado el hispanismo italiano, resulta aún más im-
presionante el vacío que caracteriza, por lo que se refiere a His-
panoamérica, la primera mitad del siglo XX. En los años que
anteceden al segundo conflicto mundial es casi total el descono-
cimiento de la narrativa, por no hablar de la poesía, con la ex-
cepción del mencionado poema de Hernández, que por otra parte
pocos debieron de conocer, porque Folco Testena publicó su
13
traducción en Buenos Aires, en 1919, y la obra debió de circular
sólo entre los inmigrados italianos cultos, que no debían de ser
muchos.
Noticias fragmentarias llegaban acerca de la narrativa riopla-
tense, debido a que hacia esa nación se dirigía preferentemente
nuestra migración y por ende funcionarios consulares y culturales
que a veces prestaban atención a la literatura de los países en los
que ejercían su función diplomática, favoreciendo algún conoci-
miento de ella en Italia. Los traductores son, generalmente, ita-
12
G. BELLINI, «Literatura…».
13
J. HERNÁNDEZ, El gaucho…
En Italia el poema apareció en 1959, en la traducción de M. Todesco (Martín
Fierro. Poema…), precedida por «Cenni sulla poesía gauchesca. La lingua. La
figura del gaucho. Il Martín Fierro de il suo autore José Hernández», y acompa-
ñada por una «Bibliografia essenziale». Muchos años después Giovanni Meo
Zilio tradujo nuevamente el poema en su primera parte, Martín Fierro. La par-
tenza, con abundantes notas explicativas. Siempre en la traducción italiana de
Meo Zilio, el poema fue editado completo, en dos tomos, en Buenos Aires, por
la Asociación Dante Alighieri, en 1985.
36 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

lianos que vivieron en la Argentina o el Uruguay, como Ugo E.


Imperatori, quien traduce en 1933 Miércoles Santo, de Manuel
14
Gálvez. Pero hay también italianos peninsulares, como Carlo
Bo, el cual en 1940 traduce Don Segundo Sombra, de Güiral-
15
des, mientras pocos años después, en 1944, Attilio Dabini, edita
16
la versión italiana de Anaconda, de Horacio Quiroga, y al año
17
siguiente la de La carreta, de Enrique Amorim.
A los títulos mencionados debían añadirse otros más termina-
da la segunda guerra mundial. En 1946 aparece la traducción de
18
Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, realizada por Carlo Bo,
miembro del grupo florentino de La Voce, italianista, francesista,
hispanista y pionero en el ámbito del hispanoamericanismo que
espacia en la narrativa de varios países americanos: en 1949 tra-
19
duce la novela Cholos, del ecuatoriano Jorge Icaza. En 1948
Enzo Giachino había publicado la traducción de El luto humano,
20
del mexicano José Revueltas, y en el mismo año Ettore De Zua-
ni la traducción de El resplandor, del igualmente mexicano Mau-
21
ricio Magdaleno.
La difusión de estos autores en Italia representaba, sustan-
cialmente, los gustos del momento y de sus traductores. Respon-
día, sin duda, más a una curiosidad hacia argumentos inéditos
para la cultura italiana, dentro de los cuales la novela de protesta
social tenía parte importante. Yo mismo, joven hispanista en la
época, fui el traductor, en 1961, de Huasipungo, del ecuatoriano
22
Jorge Icaza, y en 1962 de Los perros hambrientos, del peruano

14
M. GÁLVEZ, Mercoledì…
15
R. GÜIRALDES, Don Segundo…
16
H. QUIROGA, Anaconda.
17
E. AMORIM, Il carrettone.
18
R. GALLEGOS, Donna Barbara.
19
J. ICAZA, I meticci.
20
J. REVUELTAS, Il coltello…
21
M. MAGDALENO, Il deserto…
22
J. ICAZA, Huasipungo…
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 37
23
Ciro Alegría. Lo que respondía a un curso universitario mío
dedicado a la protesta en la novela hispanoamericana del siglo
XX, para el cual existían ya una serie de novelas traducidas, que
podían servir como lectura directa a mis estudiantes. Además de
los títulos mencionados, era posible encontrar: de Ciro Alegría la
traducción de El mundo es ancho y ajeno (1962), presentada, hay
24
que decirlo, con un título absurdo de I peruviani; de Mariano
25
Azuela la versión de Los de abajo, que remontaba a 1945; de
Rómulo Gallegos, además de la traducción de Doña Bárbara, la
26
de Canaima, realizada en 1960.
¿Cuántos leerían estas novelas? Muy pocos por cierto, si bue-
na copia de ellas era posible encontrarla, a poca distancia de
tiempo, en tenderetes de libros de segunda mano. No mejor suer-
te le debía tocar a un escritor como Alejo Carpentier, cuyas nove-
las fueron traducidas con grandes intervalos de tiempo: Los pa-
27 28
sos perdidos en 1953, El reino de este mundo en 1959, El
acoso, Guerra del tiempo, El camino de Santiago, Viaje a la semi-
29
lla, Semejante a la noche, reunidos en un único tomo, en 1962
30
y, en el mismo año, El siglo de las luces. Sólo el éxito improviso
de la novela hispanoamericana entre los años 60–70 llamó de
nuevo la atención editorial sobre la narrativa del gran escritor
cubano, del que se volvieron a editar las obras anteriormente
citadas, a las que en 1976 se añadió la traducción de El recurso
31
del método. Tampoco en esta ocasión se verificó un éxito ex-
traordinario; sin embargo, en años sucesivos vieron la luz traduc-

23
C. ALEGRÍA, I cani…
24
C. ALEGRÍA, I Peruviani…
25
M. AZUELA, Quelli…
26
R. GALLEGOS, Canaima.
27
A. CARPENTIER, I passi…
28
A. CARPENTIER, Il regno…
29
A. CARPENTIER, La fucilazione.
30
A. CARPENTIER, Il secolo…
31
A. CARPENTIER, Il ricorso…
38 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

ciones de otras obras de Carpentier: El arpa y la sombra en


32 33
1981 y Concierto barroco en 1985.

2.3. Fortuna italiana de Borges y Bioy Casares


Un autor que gozó siempre de gran renombre en Italia fue
Jorge Luis Borges. Su obra no ha dejado todavía de entusiasmar a
lectores de opuestas tendencias ideológicas, llegando a ser objeto
de culto hasta para la intelectualidad más de izquierda, a pesar de
las provocatorias declaraciones del escritor en favor de la Junta
militar argentina y de Pinochet.
La difusión de la obra borgesiana empieza con la traducción
en 1955 de Ficciones, continúa con la de algunos cuentos inclui-
dos en antologías de narrativa y, en 1959, con la traducción de
El Aleph; en 1961 aparece la traducción de Historia universal de
la infamia, seguida en 1962 por Historia de la eternidad y en
1963 por Otras inquisiciones y El Hacedor; en 1965 aparece la
Antología personal, nuevamente traducida en 1967, en 1970
Evaristo Carriego y un año después Elogio de la sombra, tomo
que incluye también un intento de autobiografía del escritor,
realizada por N. Th. De Giovanni; en el mismo año 1971 se tra-
duce El informe de Brodie, en 1973 Discusión y en 1974 El oro
de los tigres, una Nueva Antología personal en 1976, El libro de
34
arena en 1977, y luego los libros en colaboración con Bioy Ca-
35 36
sares, Margarita Guerrero y María Esther Vázquez.

32
A. CARPENTIER, L’arpa…
33
A. CARPENTIER, Concerto…
34
Las traducciones mencionadas de Borges son: La biblioteca…; L’Aleph; Sto-
ria universale…; Storia dell’eternità; Altre…; L’Artefice; Antologia personale
(trad. di Francesco Tentori Montalto); Antologia personale (trad. di Maria Vasta
Dazi); Evaristo…; Elogio…; Il manoscritto…; Discussioni; L’oro…; Nuova…; Il
libro…
35
J. L. BORGES y M. GUERRERO, Manuale…
36
J. L. BORGES y M. E. VÁZQUEZ, Brume…
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 39

En la huella de su amigo Borges se ha impuesto en una época


el nombre de Adolfo Bioy Casares, de quien se han traducido La
invención de Morel en 1966, El sueño de los héroes en 1968,
Diario de la guerra del cerdo en 1971, Plan de evasión en 1974,
37
Dormir al sol en 1979, y las obras realizadas con el mismo Bor-
ges: Seis problemas para don Isidro Parodi, en 1971, el Libro del
cielo y del infierno y Un modelo para la muerte, en 1972, las
Crónicas de Bustos Domecq, en 1975, además de varios cuen-
38
tos.
Lo que más interesaba al lector en la obra de Bioy Casares era
la atmósfera de misterio, la casualidad, el desarrollo dramático.
De Borges lo conquistaba el mensaje filosófico profundo, la me-
ditación acerca del azar de vivir, la fatalidad, la muerte, el re-
cuerdo póstumo, la irrealidad del mundo, la teoría del eterno
retorno.

2.4. Los años 60–70


Podemos afirmar que entre los años 60 y 70 el interés italiano
por la narrativa hispanoamericana fue cambiando radicalmente:
de secundario llegó a ser primario. En 1968 Enrico Cicogna
había traducido para la editorial Feltrinelli Cien años de soledad,
de Gabriel García Márquez, y fue un éxito rotundo, tras el cual
vino todo lo demás.
Cicogna fue un inteligente consejero de la editorial menciona-
da y a él se debe gran parte de la fortuna de la narrativa hispa-
noamericana en mi país; fue el difusor, además de la obra de
García Márquez, de la de los más importantes escritores del fa-
moso boom. Ya en 1967 había publicado la traducción de La

37
Compárese con las traducciones de las obras de Bioy Casares:
L’invenzione…; Il sogno…; Diario…; Piano…; Dormire…
38
J. L. BORGES y A. BIOY CASARES, Sei…; íd., Cielo…; íd., Un modello…; íd.,
Cronache…; íd., Racconti…
40 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, en 1970 publicaba la


39
de La casa verde y en 1971 de Conversación en la Catedral. A
estas novelas seguirían, por obra de otro traductor, estudioso y
difusor de la literatura hispanoamericana, Angelo Morino, en
1975 Pantaleón y las visitadoras, en 1978 Los cachorros y Los
40
jefes y en 1979 La tía Julia y el escribidor.
A Cicogna se deben muchas cosas más: la traducción en 1973
de Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia (cuya suce-
siva novela Las muertas, traduciría en 1979 Morino); la difusión
de la obra de Juan Carlos Onetti, cuya novela Juntacadáveres
tradujo en 1969, seguida en 1971 por La vida breve, en 1972 por
41
El Astillero, en 1974 por Para esta noche; títulos a los que en
1979 se añadió la novela Los adioses, traducida por Dario Puc-
cini.
Morino es el traductor de las demás novelas de Vargas Llosa,
así como lo ha sido de las de Manuel Puig y de Gabriel García
Márquez, después de que Cicogna diera a luz sus traducciones de
El coronel no tiene quien le escriba, en 1969, La mala hora en
1970, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su
42
abuela desalmada en 1973, El otoño del Patriarca en 1975.
Como puede verse, ya no eran los tiempos de la primera pos-
guerra, cuando el cambio político todavía reciente hacía apreciar,
descontados sus méritos artísticos, la denuncia que de la dictadu-
ra hacía Miguel Ángel Asturias en El Señor Presidente, novela
que en Italia se tradujo, en 1958, con el título de L’uomo della
Provvidenza, alusión clara a Mussolini, que durante tanto tiempo
39
Todas estas novelas fueron publicadas por la editorial Feltrinelli, de Milán,
la única en la época en dedicar atención particularísima a la literatura hispa-
noamericana, debido probablemente también a la orientación revolucionaria de
su dueño.
40
De aquí en adelante no me parece necesario indicar los títulos de las traduc-
ciones, puesto que casi nunca se diferencian de los originales.
41
Todas las novelas mencionadas fueron publicadas por la editorial Feltrinelli.
42
Todas las obras de García Márquez, traducidas por Enrico Cicogna, fueron
publicadas por vez primera por la editorial Feltrinelli.
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 41

la Iglesia así había calificado, en cuanto había solucionado la


43
«Cuestión romana», con la firma de los Pactos Lateranenses.
El éxito de las obras de Asturias en Italia fue ciertamente bas-
tante notable; su presencia en el país durante el exilio difundió su
fama, así como sus cursillos, realizados en varias universidades
italianas, dieron a conocer la obra de varios narradores america-
nos que el gran personaje generosamente difundía.
Varias fueron las novelas de Asturias traducidas al italiano,
aunque tuvieron que pasar varios años desde la aparición de
L’uomo della Provvidenza: sólo en 1964 se publicó la versión
italiana de Week–end en Guatemala, seguida en 1965 por la de
44
Viento fuerte y en 1966 por la de El Alhajadito. Premio Nobel
en 1967, fue en este año para los editores una competición la
edición de las demás novelas: en el mismo año 1967 apareció la
45
traducción de Mulata de tal y al año siguiente las de Los ojos de
46 47
los enterrados, Hombres de maíz y, en 1969, Maladrón.
Desde entonces, sin embargo, la narrativa del gran escritor
guatemalteco quedó como sepultada, igual que su poesía. Ningu-
na de sus novelas sucesivas encontró editores. Habían cambiado
los gustos: dominaba la narrativa de García Márquez y de los
demás escritores del boom, con los cuales Asturias tenía poco que
ver. Ni siquiera con la ocasión de su muerte se volvieron a editar
en Italia sus libros. La fama y la permanencia del gran escritor
guatemalteco fueron cultivadas por quien escribe, en el ámbito
universitario, e internacionalmente por Amos Segala desde la
presidencia de la Asociación Archivos.

43
Se trataba de la pérdida del poder temporal por parte del Papa, después de
la unificación de Italia bajo los Saboya y la conquista de Roma hecha capital de
la nueva nación.
44
El título fue La pozza del mendico.
45
Apareció con el título de Mulatta senzanome.
46
Tradujo las dos novelas Cesco Vian y las publicó la editorial Rizzoli, de Mi-
lán.
47
La novela apareció con el título muy poco llamativo de Il ladrone.
42 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

Hay que tener en cuenta, por otra parte, que no todas las
creaciones artísticas tienen el mismo éxito en los distintos países.
Un caso revelador es el de Neruda: cuando en Italia ya habíamos
editado, con gran éxito, casi toda su obra, en un país como Fran-
cia, que tanta parte tenía en la formación del chileno, en su poe-
sía y en su frecuentación, sólo se habían editado tres o cuatro
títulos.

2.5. García Márquez y los escritores del boom


Con la aparición de García Márquez cambiaba toda una épo-
ca para los lectores italianos. Hay que considerar también que en
el transcurso de los años varios acontecimientos políticos se
habían ido verificando en América, llamando con insistencia la
atención del público sobre varios de sus países: después de la
guerra civil en Guatemala, que termina con la caída de Árbenz en
1954; la caída del dictador Pérez Jiménez en Venezuela y el triun-
fo de Fidel Castro en Cuba, en 1959; la caída de Perón en la Ar-
gentina y el advenimiento de la dictadura militar en 1966; los
golpes militares en Perú, en 1968 y en 1975; el asesinato del Che
en Bolivia, en 1967; la toma del poder en Argentina por una Jun-
ta militar, en 1976; entre 1968 y 1972 la guerrilla de los Tupa-
maros en Uruguay; la dictadura militar en Brasil en 1968, etc.
No es el caso de ir repasando toda la dramática e inquietante
historia de Hispanoamérica; sólo hay que subrayar que todos
estos acontecimientos despertaron poderosamente el interés ita-
liano hacia el continente americano, en particular debido a las
fechorías de las largas dictaduras militares en la Argentina, Uru-
guay y Chile, lo que contribuyó a que en Italia, cuya juventud
había pasado por la experiencia del 68, se acentuara el interés no
solamente hacia una literatura de carácter político, sino hacia la
narrativa y la poesía de los países mencionados. También en la
poesía, el auge de Neruda en Italia, y en medida menor de Valle-
jo, Cardenal, Pablo Antonio Cuadra, se debe en buena parte a
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 43

ello, como se le debe, en medida mayor, el incremento en la difu-


sión de la narrativa hispanoamericana.
Remotísimas ya, y en general ignoradas, quedaban las dificul-
tades de los primeros tiempos, cuando un entonces oscuro editor
modenés, pronto parmense, Ugo Guanda —a quien se debe el
conocimiento de la poesía internacional a través de su colección
La Fenice, donde aparecieron, a partir de García Lorca, tantos
poetas españoles e hispanoamericanos, de Neruda a Nicolás Gui-
llén—, inventaba un concurso para conquistar lectores para sus
ediciones de narrativa, en las que empezaba a ocupar espacio la
americana. A raíz de publicar una novela de Mar Mell, Barbara
Naderer, y otra de Güiraldes, Don Segundo Sombra, proponía
dos premios de mil liras, que se asignarían entre el 30 de junio y
el 31 de octubre de 1940 a quienes expresaran los mejores juicios
acerca de dichos textos, y dos de doscientas liras para los dos
libreros que hubieran vendido los libros a los que hubiesen gana-
do el concurso.

2.6. Se amplían los conocimientos


La situación, al final de los años 70 había cambiado radical-
mente, en los años 80 teníamos ya en traducción italiana todas
las obras más importantes de la narrativa hispanoamericana con-
temporánea. En mi Bibliografia dell’ispanoamericanismo italiano
se encontraban ya todos los grandes nombres de la novela: de
Aguilera Malta a Arlt y Arreola, de Asturias a Azuela, de Barrios
a Borges, de Bryce Echenique a Carpentier, a Donoso, Fuentes,
Galeano, de Monterroso a Ocampo y Onetti, de Puig a Quiroga
y Revueltas, de Ribeyro a Roa Bastos, Rojas y Rulfo, de Sábato a
Scorza, de Skármeta a Uslar Pietri, a Vargas Llosa. Y acerca de
todos estos autores existía una serie consistente de ensayos, que
fue enriqueciéndose de manera constante, mientras en el ámbito
universitario aumentaban las cátedras de literatura hispanoame-
ricana.
44 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

Curiosamente la única narradora presente en nuestra editoría


de los años citados fue Silvina Ocampo, introducida en Italia por
R. J. Wilcock, y en la poesía sólo Gabriela Mistral, ya cónsul
honorario en mi país. Había que esperar a los años 90 para que
empezara la difusión de las grandes novelistas de España y de
48
Hispanoamérica. Primero fueron las españolas Rosa Montero,
Carmen Martín Gaite, Esther Tusquets, Mercé Rodoreda, más
tarde Almudena Grandes, y poco a poco las hispanoamericanas:
después de Silvina Ocampo, Cristina Peri Rossi, pero sobre todo
Isabel Allende, la cual con su apellido, que evocaba al protago-
nista del trágico desarrollo de la experiencia socialista en Chile,
fue la que poderosamente, con su éxito, favoreció la difusión
también de otras narradoras.
Todos los libros de Isabel Allende fueron traducidos al italia-
no y hasta se verificó, en una época, un extraordinario entusias-
mo feminista por la escritora, que en parte todavía dura. Gran
interés despertó La casa de los espíritus, en la que se detectaban
ecos del mundo fantástico de García Márquez; pero todas las
sucesivas novelas de la escritora chilena tuvieron éxito extraordi-
nario, especialmente El plan infinito, Paula, Hijos de la fortuna,
49
y hasta los textos «potterianos» sucesivos.
El momento fue propicio para que más tarde se conocieran
también otras escritoras chilenas, en especial Marcela Serrano,
narradoras del caribe, como Mayra Montero, Rosario Ferré, Zoé
Valdés, y caribeño–norteamericanas, como Cristina García y
Esmeralda Santiago, centroamericanas como Gioconda Belli,
difundidísima en mi país, o mexicanas, entre las cuales sobre
todo Ángeles Mastretta, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska
y Laura Esquivel.
Una presencia consistente de la narrativa hispanoamericana
en Italia, a la que ha ido dando válido empuje desde hace tiempo
48
G. BELLINI, «Recepción…».
49
Todos los libros iniciales de Isabel Allende fueron publicados por la editorial
Feltrinelli, luego por la editorial Einaudi, de Turín.
Recepción de la narrativa hispanoamericana en Italia 45

también el novelista chileno Luis Sepúlveda desde la editorial


Guanda, con sus novelas y dentro de una colección ya prestigiosa
que comprende varios narradores, en particular chilenos y argen-
tinos. A los nombres de Alone, Coloane, Skármeta, Rivera Lete-
lier se suman los de Cortázar, Giardinelli, Díaz Martínez, los de
Taibo I y II, Padura Fuentes, recuperaciones mexicanas como
Gamboa, etc. Hoy es difícil no encontrar traducido al italiano un
narrador hispanoamericano importante y numerosos son los
escritores jóvenes que van apareciendo, entre ellos uno de los más
relevantes el guatemalteco Dante Liano.
Importantes para la afirmación de la narrativa hispanoameri-
cana en Italia han sido también algunos premios literarios, espe-
cialmente el Grinzane–Cavour, que ha distinguido, dentro de su
sección internacional, a escritores como Carlos Fuentes y Mario
Vargas Llosa, pero no ha dejado de seguir señalando y premian-
do entre los finalistas a otros narradores americanos numerosos.
Últimamente han sido creados también dos premios promociona-
les para jóvenes escritores: el Grinzane–Cuba y el Grinzane–
Montevideo para el cono sur del continente.

2.7. Una presencia definitiva


¿Qué decir como conclusión de esta rápida exposición? La
que he ido presentando es una trayectoria que de lo desordenado
y confuso ha llegado a una consistente y ordenada presencia de la
narrativa hispanoamericana en Italia. Naturalmente habría que
destacar los méritos de una serie de oscuros propositores y conse-
jeros. Los editores, sobre todo en los primeros decenios, poquí-
simo o nada conocían de literatura iberoamericana. En Italia la
atención estaba constantemente dirigida hacia la editoría pari-
siense, pero escasamente al sector mencionado, así que todo lo
que se hizo en Italia se debió a sugerencias de entusiastas aisla-
dos, como el mencionado Cicogna entre otros. Editar a un autor
hispanoamericano fue por mucho tiempo considerado un riesgo,
46 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

en un medio lector que prefería apellidos ingleses, norteamerica-


nos, franceses o alemanes. En el curso de las últimas décadas
todo ha cambiado radicalmente y el fruto ha sido extraordinario
para el enriquecimiento de nuestra cultura.
III

La crítica académica:
España y América latina
MIGUEL ÁNGEL GARRIDO GALLARDO
Consejo Superior de Investigaciones Científicas

3.1. Introducción
Al hablar de libros y literatura de España y América Latina
rara vez se menciona la producción académica, una producción
que tiene una gran importancia, aunque sea de nula notoriedad.
En efecto, lo que escribimos los profesores e investigadores del
grado académico superior sobre estos temas queda generalmente
restringido a un círculo muy reducido. Algunos de nosotros (por
ejemplo, Beatriz Sarlo en Buenos Aires) se han quejado de esa
situación que, sin embargo, a mí me parece natural. La labor del
filólogo, del semiólogo, del crítico de la cultura que trabaja en la
Universidad da lugar a unos productos (ediciones, estudios, ma-
nuales, artículos en revistas académicas) en los que se basan,
citándolos más o menos, los colegas; con los que se forman, sa-

47
48 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

biendo más o menos su proveniencia, los alumnos universitarios;


que constituyen el origen, sin que nadie lo sepa explícitamente,
de los libros de texto de secundaria; que mejoran y actualizan la
orientación de la enseñanza primaria universal.
La labor del que entrena a las personas en su capacidad de
comunicarse, de saber expresar en sus propios términos lo que
piensan o sienten y de saber entender igualmente, dentro de lo
que esto es posible, lo que expresan los demás, es y será siempre
de una utilidad insustituible. Además, como es consustancial con
el lenguaje (la lengua natural o idioma o los lenguajes en el senti-
do semiótico, las culturas) el cambio semántico, las grandes obras
del patrimonio necesitan ser explicadas y anotadas una y otra vez
a lo largo de los tiempos para mantenerlas en estado de vigilia.
En pleno centenario de la primera parte de El Quijote, es espe-
cialmente oportuno hablar de ediciones actuales debidamente
anotadas para facilitar una adecuada comprensión.
He evocado hasta ahora más bien la tarea de filólogo en sen-
tido estricto, pero no podemos olvidar la presencia del estudio
cultural en una época en gran medida postliteraria donde en de-
terminados países (o en todos) el papel de las novelas de caballe-
rías del siglo XV, por ejemplo, ha sido sustituido por el de los
culebrones televisivos y don Durandarte por David Bisbal.
Tenemos que caer en la cuenta de que el término literatura es
cosa de los siglos XIX y XX, pero no de antes y, en una gran
medida, tampoco de ahora. El fenómeno humano de que hay a
quienes les gusta contar historias o expresar sus sentimientos y
hay también gentes a las que nos gustan que nos cuenten esas
historia y esos sentimientos se llamaba hasta el siglo XVIII poesía
(creación), pero, con el desarrollo de la Galaxia Guttenberg, de
tal manera la actividad se identificó con el soporte libro que dio
lugar a la identificación de la que venimos hablando, se llamó
literatura (de litterae: letras, cartas, cosas escritas). Pues bien, la
radio, el cine, el vídeo a lo largo del siglo XX abocan a una situa-
ción en que novela en algunos países de habla española significa
La crítica académica: España y América latina 49

ya telenovela y tienes que especificar explícitamente cuando te


refieres a un libro para que no se te entienda mal.
No soy de los que cree que el libro vaya a desaparecer, como
no ha desaparecido el cine en pantalla grande por la competencia
del vídeo, ni el teatro (aunque este es fenómeno aparte en el que
ahora no voy a entrar), pero sí que su rol se va a modificar en el
panorama de la cultura. Y, desde luego, suscribo la necesidad de
ampliar el campo de los especialistas en filología o comunicación
a otras formas que no son solamente las de la «literatura», las del
soporte libro, sino también las de los fenómenos más o menos
herederos.
No hay que tener miedo a que se nos cuele la «subliteratura».
Por seguir con el ejemplo citado, la mayoría de los Libros de
Caballería no son de mejor calidad que las telenovelas y resulta
pueril denostar a estas y dedicarse a anotar e interpretar cuidado-
samente a aquellas por el prejuicio de que cualquiera tiempo
pasado fue mejor. Lo que hay que temer, eso sí, es que se pierda
la esencia de la tarea de la Filología y se crea que su ampliación a
los Estudios Culturales puede abdicar de su función de discerni-
miento y comprensión: se puede estudiar El Quijote y la prensa
«chicha» de Perú, pero no se les puede considerar equivalentes; se
puede ver y comentar la película Bienvenido Mr. Marshall de
Berlanga en una clase sobre la literatura española de la década de
1950, pero no se puede reducir la clase de literatura a una suce-
sión de proyecciones de películas sobre las que cada uno opina lo
que quiere sin control. Eso puede ser muy cómodo para la perso-
na que imparte la clase, muy atractivo para el público perezoso,
pero no tiene nada que ver con la ampliación del campo por par-
te del estudioso de la literatura de la que venimos hablando: es
una tomadura de pelo.
Me doy cuenta de que este problema tiene, sin duda, un tras-
fondo doctrinal, el relativismo de la postmodernidad, el carácter
indefinidamente retórico que advertimos en todo texto a tenor de
la conceptualización desconstructiva. Sin embargo, una cosa es
repensar la interpretación que atribuimos a un texto a partir del
50 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

desafío derridiano que pone de relieve todas las «trampas» her-


menéuticas y otra muy distinta el «todo vale» encubridor de ig-
norancia supina.
Sin entrar ahora en el debate filosófico, tengo que decir que se
presenta al respecto una alternativa en sentido estricto: o pensa-
mos que, a pesar de los pesares, los seres humanos podemos en-
tender y hacernos entender o pensamos, aunque sea contra la
intuición más común e inmediata, que todo discernimiento es, en
realidad, imposible y, por consiguiente, no se puede optar por
una crítica, sino que hay que situarse contra toda crítica. En este
segundo caso, no hay más remedio que abdicar de nuestra dedi-
cación de antiguos filólogos y actuales hermeneutas. Dedicarse a
algo que es imposible resulta absurdo por definición.
Yo me reconozco en la opción optimista y por eso creo que
hay que seguir dedicándose a la crítica literaria, a la promoción
de profesores e investigadores que sigan manteniendo en estado
de vigilia nuestro rico patrimonio, el patrimonio de una comuni-
dad de más de cuatrocientos millones de hablantes de una lengua
que es la más demandada como lengua extranjera en los países de
habla inglesa y la segunda más requerida en el caso de que la
primera no sea el inglés. El siglo XXI exige la formación de filó-
logos (o como los llamemos ahora) como base de una amplísima
demanda a la que tenemos que atender sin demora.

3.2. Dos iniciativas


A este respecto, estoy promoviendo desde el 2001 dos iniciati-
vas que quisiera dar a conocer también en este foro: el Curso de
Alta Especialización en Filología Hispánica y la Cátedra «Dáma-
so Alonso», instituida mediante convenio entre el Banco Santan-
der Central Hispano y el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC).
El Curso de Alta Especialización en Filología Hispánica es un
máster de 600 horas lectivas que trata de la lengua española, su
La crítica académica: España y América latina 51

literatura y su cultura y está destinado a licenciados y doctores


que deseen seguir carrera académica en cualquier departamento
universitario o de investigación del hispanismo internacional.
Está configurado en una serie de ciclos que ponen en contacto a
los alumnos con investigaciones actuales de máximo nivel en
cada uno de los campos como ejemplo y lección para su propia
tarea y la de los alumnos y colegas que se vayan sumando a esta
red académica. La Fundación Carolina concede becas a los mejo-
res expedientes provenientes de la América Latina y la Consejería
de Educación de la Comunidad de Madrid patrocina matrículas
gratuitas para hispanistas españoles o de cualquier otra proce-
dencia.
Los ciclos se agrupan en tres apartados (Lengua española, Li-
teratura en español y Teoría, Cultura) que agrupan diferentes
rúbricas. En este curso, las siguientes:
Lengua española
• Fonética y Fonología
• La adquisición del español como lengua materna
• Problemas de Gramática
• La expresión escrita
• Léxico y sintaxis
• Historia de la lengua española de España
• Historia de la lengua española de América
• Pragmalingüística y Análisis del Discurso
• Informática y Lingüística
• Sociolingüística
• El Judeoespañol

Literatura en español
• Orígenes de la literatura castellana
• Cuestiones disputadas de literatura medieval
• Literatura dramática de los Siglos de Oro: Texto y representa-
ción
• El Quijote ante el siglo XXI
• Condiciones de la producción literaria en el siglo XVIII
• El Romanticismo: delimitación y taxonomías
52 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

• Revisión del Realismo; narrativa española del siglo XIX


• Literatura española en el cambio de siglo (XIX–XX)
• Narrativa actual en español: tendencias y perspectivas
• Teatro contemporáneo en español: proceso de producción y me-
canismo de distribución
• Poesía y poética contemporánea en español

Teoría, Cultura
• Epistemología de la literatura
• Literatura, Sociedad y Cultura
• Orígenes clásicos de la Retórica y la Poética
• Retórica y Poética en el siglo XVI español
• Poética neoclásica española
• Teoría literaria hispánica contemporánea
• Teorías de la traducción
• Métrica española
• Semiótica teatral y cinematográfica
• Líneas de estudio de la cultura popular en España
• Antropología Cultural

Los monográficos que cuelgan de estos epígrafe están atendi-


dos, además de por la mayoría de los que formamos parte del
claustro del Instituto de la Lengua Española del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, por especialistas como Carlos Al-
var, Ignacio Arellano, Pedro Barcia, Carmen Bobes, Ignacio Bos-
que, Jean F. Botrel, Jesús Bustos, Helena Calsamiglia, Guillermo
Carnero, Allan Deyermond, Teun van Dijk, Jean–Pierre Étienvre,
José Luis Girón, Fernando González Ollé, Salvador Gutiérrez
Ordóñez, Alfredo Hermenegildo, Javier Huerta Calvo, Covadon-
ga López Alonso, Ángel López García, Humberto López Mora-
les, José Carlos Mainer, José Moreno de Alba, Ciriaco Morón
Arroyo, José Luis Moure, Bernard Pottier, Francisco R. Adrados,
Leonardo Romero Tobar, Jaime Siles, etc., etc. Somos cada año
60 los profesores que repetimos o rotamos en virtud de las com-
binaciones más oportunas en cada ocasión.
La crítica académica: España y América latina 53

Además, cada alumno realiza una tesis de magíster, dirigida


por un profesor del curso, trabajo que suele constituir la primera
parte de una futura tesis doctoral. Y, hablando de bibliografía
crítica, hemos de recordar que ya hay varias tesis publicadas, una
de ellas, la de Ángel Pérez, Premio Nacional «Amado Alonso» de
2004. También se van a editar como libro las lecciones de uno de
los ciclos: Para entender El Quijote de Ciriaco Morón.
La Cátedra «Dámaso Alonso» reproduce a escala este diseño,
llevando cada año a un país hispanoamericano un máster de 100
horas impartido por profesores españoles y locales. El Banco de
Santander otorga una beca de tres años para realizar estudios de
doctorado o postdoctorales en Madrid, tutelados en el Instituto
de la Lengua Española del CSIC. La cátedra ha celebrado ya cur-
sos en una serie de universidades donde he tenido la suerte de
contar con excepcionales directores locales: Pontificia Católica
Universidad de Lima (Luis Jaime Cisneros), Universidad de Puer-
to Rico Río Piedras (María Vaquero), Universidad Central de
Caracas (Mercedes Sedano), Universidad de Buenos Aires (José
Luis Moure) y, en el 2005, Universidad de la República en Mon-
tevideo (Adolfo Elizaincín).
Con respecto al Curso de Madrid, estos estudios presentan
una mayor variedad a tenor de las disponibilidades de cada uni-
versidad y de sus necesidades más perentorias. Por ejemplo, en el
programa de Montevideo, la Cátedra ha centrado sus unidades
de estudios literarios en El Quijote, proporcionando así una po-
derosa ayuda al programa que la Universidad deseaba celebrar
con motivo del IV Centenario.
Más que ninguna otra explicación, podrá ilustrar lo que
hacemos la transcripción, por ejemplo, de los programas estable-
cidos para el 2005. Son estos:
I. Teoría literaria del siglo XXI vista desde España (10 hs.), Mi-
guel Ángel Garrido Gallardo.
1. «Teoría» y «Literatura» en el centenario de El Quijote.
2. Misión de la teoría. Contra la obscuritas.
3. Rasgos del clima postmoderno.
54 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
4. Violencia e ideología. A vueltas con Jorge de Burgos.
5. «Prehistoria» en el siglo XX.
6. La crítica lingüística.
7. Estructuralismo.
8. Postestructuralismo (desconstrucción).
9. Métodos trascendentes e integradores.
10. La vuelta a la retórica.

II. Crítica literaria en el Río de la Plata, hoy (5 hs.), Sylka Freire.


1. Discurso crítico. Concepto, estrategias y funcionalidad.
2. Beatriz Sarlo. El postmodernismo: una reflexión inevitable.
3. Beatriz Sarlo. Un personaje, un acontecimiento, una escritu-
ra: barajemos la Historia.
4. Abril Trigo. Estado crítico – crítica del Estado.
5. Abril Trigo. Migrancia, memoria y «retorno».

III. Lope de Vega (5 hs.), Melchora Romanos.


1. Enfrentamientos literarios: el teatro y la narrativa.
2. El Pinciano, Lope de Vega y el criterio dramático cervantino.
3. Lope de Vega y El arte nuevo de hacer comedias.
4. El triunfo de la comedia nueva de Lope de Vega: tragicome-
dia, tragedia y comedia.
5. Enfrentamiento respecto al novelar: las Novelas a Marcia
Leonarda de Lope de Vega.

IV. Teatro de la época de Cervantes y su puesta en escena (10 hs.),


Luciano García Lorenzo.
1. El texto dramático en la Edad de Oro.
1.1. El poeta o dramaturgo.
1.2. Texto y representación.
1.3. Los géneros dramáticos.
2. La representación dramática.
2.1. El autor de comedias.
2.2. El actor y las compañías teatrales.
2.3. Los espacios dramáticos.
2.4. El público.
2.5. La escenografía.
2.6. Música y teatro.
3. La representación actual de los clásicos.
La crítica académica: España y América latina 55
V. El Quijote ante el siglo XXI (10 hs.), Ciriaco Morón Arroyo.
1. En El Quijote (análisis del texto).
1.1. (Prólogo a capítulo VI:) Parodia y crítica.
1.2. (Caps. 7–22:) Sarta de aventuras (criterios estructura-
les).
1.3. (Caps. 23–37:) La aventura con final feliz (Cardenio –
Luscinda, don Fernando – Dorotea).
1.4. (Caps. 33–52:) Novelas: realidad y discurso. Las nove-
las intercaladas y la teoría de la novela.
1.5. (2.ª parte. Preliminares a cap. 29:) Autocrítica y géne-
ros literarios.
1.6. (Caps. 30–58:) El palacio de los duques, el gran teatro.
1.7. (Caps. 59–74:) «Para mí tan solo nació don Quijote».
Avellaneda y la nueva conciencia de Cervantes sobre su
obra.
2. Sobre El Quijote (síntesis y cuestiones generales).
2.1. Estructura, palabra y cuadro, los personajes, el autor
en su texto, la ironía, el realismo, la maestría de la
obra maestra.
2.2. Recepción y simbolismo. Calderón receptor de Cervan-
tes, Fielding (Tom Jones), Unamuno, Ortega y Gasset.
Las interpretaciones alegóricas.
2.3. Hacia la realidad histórica de El Quijote. Cervantes:
¿humanista inclinado al racionalismo? ¿Erasmista?
¿Converso? Ambigüedad y verdad en El Quijote; ¿la
primera novela moderna? ¿«Nuestra Biblia nacional»?
(Unamuno).

VI. Geografía lingüística (10 hs.), Francisco Moreno Fernández.


1. La geografía lingüística anterior a 1990.
1.1. Atlas lingüísticos de España anteriores a 1990.
1.2. Atlas lingüísticos de Hispanoamérica anteriores a
1990.
2. La geografía lingüística posterior a 1990.
2.1. Atlas lingüísticos de España posteriores a 1990.
2.2. Atlas lingüísticos de Hispanoamérica posteriores a
1990.
56 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
3. Los atlas lingüísticos de grandes dominios.
3.1. Atlas lingüísticos de grandes territorios en Europa.
3.2. El Atlas Lingüístico de Hispanoamérica.
4. Aspectos metodológicos de la geografía lingüística.
4.1. Técnicas tradicionales de la cartografía lingüística.
4.2. Técnicas actuales de la cartografía lingüística.
5. El tratamiento de la información geolingüística.
5.1. Atlas y diccionarios.
5.2. Atlas y corpus lingüísticos.

VII. Contactos del español en América y Europa (10 hs.), Germán de


Granda.
1. La lingüística de contacto.
2. El contacto lingüístico en España.
3. Contacto lingüístico español – lenguas amerindias.
4. Contacto lingüístico español – lenguas africanas.
5. Contactos lingüísticos fronterizos en la América hispánica.
6. Contactos español – lenguas inmigratorias extracontinenta-
les en la América hispánica.
7. Contactos español – lenguas inmigratorias intracontinenta-
les.
8. Contactos del español americano emigratorio.
9. Contactos americanos de modalidades lingüísticas hispáni-
cas.
10. Conceptos teóricos implicados en la lingüística de contacto.

VIII. El modelo filológico y la dialectología (5 hs.), José Luis Moure.


1. Filología, dialectología y crítica textual: convergencias. Breve
síntesis histórica de la filología como ecdótica.
2. Teoría y praxis filológicas frente al modelo estandarizado de
la lengua.
3. La variedad dialectal en un texto literario medieval (la carta
árabe).
4. La variedad dialectal en textos americanos primitivos no
literarios. Filología e historia.
5. La variedad dialectal en textos literarios americanos. La
lengua interferida.
La crítica académica: España y América latina 57
IX. Sincronía y diacronía del español americano (10 hs.), Adolfo
Elizaincín.
1. El objeto de estudio «español de América».
2. La conquista de América por España. Rápida referencia a las
etapas principales y a las características más salientes del
proceso.
3. El español americano y el español europeo. Rasgos comunes
y rasgos discrepantes.
4. La población y colonización de la América hispánica.
5. El problema del «andalucismo» del español americano.
6. Periodización de la historia del español en América.
7. La división del español americano en zonas dialectales.
8. El español colonial (siglos XVI, XVII y XVIII) en las diferen-
tes zonas americanas. Consideración y estudio de textos re-
presentativos.
9. El español «independiente» (siglos XIX y XX) en las diferen-
tes zonas americanas. Consideración y estudio de textos re-
presentativos.
10. El español americano del siglo XXI.

X. Análisis de la interacción verbal en el aula (5 hs.), Beatriz Gab-


biani.
1. Consideraciones teóricas generales. Interacción y discurso.
2. El análisis de la interacción en el salón de clase.
3. Control y poder en el salón de clase.
4. Iniciativa tópica.
5. Pedidos, órdenes e instrucciones.

XI. Lexicografía actual del español (5 hs.), Magdalena Coll.


1. Breve introducción a la lexicografía.
1.1. Lexicografía, lexicología y metalexicografía.
1.2. La lexicografía como disciplina lingüística.
2. Lexicografía española: de sus inicios a la 22.ª edición del
Diccionario de la Real Academia Española.
2.1. Los inicios de la lexicografía española.
2.2. La lexicografía plurilingüe y la lexicografía monolingüe
del español.
2.3. Las obras lexicográficas de la Academia.
58 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
3. Lexicografía española: siglo XX y perspectivas para el XXI.
3.1. La lexicografía no académica del siglo XX.
3.2. Diccionarios de regionalismos y americanismos.
3.3. La lexicografía didáctica.
3.4. Los nuevos diccionarios.
4. El diccionario.
4.1. La macroestructura: las entradas.
4.2. La microestructura: las informaciones lexicográficas y
la definición.
4.3. Tipos de diccionario.
4.4. Planificación de un diccionario.
5. Diccionarios, glosarios y vocabularios del español del Uru-
guay: lo hecho y lo pendiente.

XII. Estructuras negativas en el español actual (5 hs.), Sylvia Costa.


1. La negación. Conceptos básicos.
1.1. Negación y falsedad.
1.2. Las palabras negativas.
1.3. Contradicción y contrariedad.
1.4. Negación sintáctica, negación morfológica y negación
«léxica».
2. Clases de negaciones.
2.1. Negaciones establecidas sobre criterios sintácticos.
2.2. Negaciones establecidas sobre criterios semánticos.
2.3. Negaciones establecidas sobre criterios pragmáticos.
3. Ámbito y foco de la negación.
3.1. Relaciones entre negación y cuantificación.
3.2. La relación entre la negación y la selección del modo
verbal.
4. La polaridad negativa.
5. El «ascenso» (o «transporte») de la negación.

XIII. Planificación y políticas lingüísticas en contextos de integración


regional (5 hs.), Graciela Barrios.
1. Representaciones y políticas lingüísticas. Políticas lingüísticas
de los estados nacionales y políticas lingüísticas de integra-
ción regional.
La crítica académica: España y América latina 59
2. Ideas lingüísticas en Hispanoamérica en el siglo XIX. Institu-
ciones e instrumentos normativos. Norma lingüística y dis-
curso prescriptivo.
3. Imperialismo lingüístico y globalización. El español como
lengua de comunicación amplia.
4. Legislación lingüística en la Unión Europea y el Mercosur: la
cuestión de las lenguas oficiales y la cuestión de los derechos
lingüísticos.
5. Implicancias de la globalización en la enseñanza de lenguas.

XIV. Lenguas indígenas del cono sur (5 hs.), Leonor Acuña.


1. Las lenguas indígenas americanas: familias lingüísticas, dis-
tribución.
2. Lenguas en contacto en la Argentina y Paraguay: bilingüis-
mo, interferencia, cambio y alternancia de código.
3. Situaciones de contacto de lenguas y de plurilingüismo.
4. Los americanismos: lenguas de origen; la isoglosa del Ecua-
dor; difusión y vitalidad de los indigenismos.
5. Análisis de casos: área mapuche de Neuquén y Río Negro
(Argentina); área quechua de Catamarca (Argentina); área
guaranítica (Argentina y Paraguay).

3.3. De dónde venimos


Hemos dado a conocer algo de lo que estamos haciendo para
el futuro, pero no debemos olvidar de dónde venimos. Si nos
limitamos a España y a la producción más estrictamente cercana
a lo que me interesa a mí, en el recorrido del siglo XX, sobresa-
len, en la primera mitad, las figuras de Marcelino Menéndez y
Pelayo y Ramón Menéndez Pidal. El primero, procediendo del
siglo XIX, diseña el amplísimo mapa por donde habrían de dis-
currir las investigaciones sobre la literatura es español, mapa en
el que incluye las culturas anteriores a la época romance en la
Península Ibérica. Se trata de una obra ciclópea. La Historia de
las ideas estéticas sigue siendo un libro de consulta imprescindi-
ble. La historia de la literatura en español que se ha ido confec-
60 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

cionando hasta hoy ha sido básicamente un desarrollo de su pro-


grama. Menéndez Pidal se especializó en Historia de la lengua,
pero su escuela, que nunca creó un foso entre los estudios lingüís-
ticos y literarios, como sucedía por entonces en Norteamérica, ha
dado lugar a una pléyade de estudiosos de la literatura que en
nada tienen que envidiar a la academia de otros países y culturas.
En la segunda mitad del siglo XX su discípulo Dámaso Alonso
encabeza la Escuela Española de Estilística, que tuvo continua-
ción en diversos países de América Latina y que puede conside-
rarse una corriente autóctona y original. El libro Poesía española
está entre los pioneros de la Teoría literaria contemporánea. Um-
berto Eco lo incluye, como ejemplo de investigación semiótica, en
la bibliografía de su manual de 1968 La estructura ausente. Lue-
go, Fernando Lázaro Carreter, discípulo de Dámaso, fue el en-
cargado en los años 70 de mantener abierta la investigación teó-
rica española a las líneas entonces novedosas. A partir de los 80
se ha contado con una comunidad profesional de la Teoría litera-
ria stricto sensu y con una abundantísima producción bibliográfi-
ca. Podemos citar la colección de 25 volúmenes que diseñé para
la editorial Síntesis y que es casi el único caso de colección de este
tipo en la que un grupo nacional se encarga de redactar todas y
cada una de las monografías de la especialidad. Antes ya había
publicado en Arco/Libros mi antología de textos de Teoría de los
géneros literarios en una colección de la que se hizo más tarde
cargo José Antonio Mayoral y que ha agavillado y traducido al
español lo más interesante de la última teoría literaria internacio-
nal. Hay que añadir a esto, en la misma editorial Arco/Libros, la
colección Perspectivas que dirige ahora Carmen Bobes, introduc-
tora de la semiótica literaria en España, y que ofrece importantes
tratados españoles o traducciones de tratados extranjeros. Con
anterioridad, durante un cierto tiempo Darío Villanueva dirigió
una colección semejante en la editorial Taurus. Hay otras colec-
ciones de menos entidad o aún muy recientes. Pero si añadimos a
los autores españoles de las colecciones citadas los que han apa-
recido ocasionalmente en las editoriales Gredos, Cátedra, Crítica
La crítica académica: España y América latina 61

o Visor, tendremos un elenco bastante completo de un panorama


que ya no permite limitarse a dos o tres nombres. Sigue existien-
do el reto de salir a la plaza pública a la par que el inglés: hoy
por hoy, un manual de Culler se traduce al español y demás len-
guas de cultura, un libro semejante publicado en España es difícil
que conozca traducción y, aún más, verdadera difusión fuera del
mundo hispánico. Pero no deberíamos hablar sólo de España,
sino de la cultura en español. Tendríamos que citar a Alfonso
Reyes y pormenorizar, después de la Guerra Civil de 1936–1939,
la continuidad de las labores a uno y otro lado del Atlántico de
los españoles y de los latinoamericanos, de los que se quedaron
en España o de los que se fueron al exilio.
Y no olvidemos que algunos de los estudios literarios más bri-
llantes de las últimas décadas no han corrido a cargo de profeso-
res españoles o latinoamericanos, sino de autores literarios de
América Latina como Borges, Octavio Paz, Gabriel García Már-
quez o Mario Vargas Llosa.

Anexo. Algunas revistas filológicas de nuestro ámbito


Boletín de Filología, Univ. de Santiago de Chile, Santiago de Chile,
1947–.
Letras, Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias Andrés Be-
llo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, [Cara-
cas], 1967–.
Letras de Buenos Aires, Victoria Pueyrredon, Buenos Aires, 1981–.
Lexis, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1977–.
Nueva Revista de Filología Hispánica, Colegio de México, México,
1947–.
Quaderni Ibero–Americani, Associazione per i rapporti culturali con
la Spagna, il Portogallo e l'America latina, Torino, 1946–.
Revista de Filología Española, Instituto Miguel de Cervantes, Madrid,
1914–.
Revista de Literatura, Instituto Miguel de Cervantes, Madrid, 1952–.
62 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
Signos, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universi-
dad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1967–.
Thesaurus, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1951–.
IV

Sobre tres recepciones americanas


para conmemorar en 2005
JOSÉ CARLOS ROVIRA
Universidad de Alicante

Se preguntaba una vez Alfonso Reyes, en Letras de la Nueva


España, cuándo el español en México deja de ser español y pasa
a ser mexicano, y se respondía a continuación que, probablemen-
te, en el siglo XVII, cuando el dramaturgo Pedro Ruiz de Alarcón
triunfa en Madrid donde vive, o la décima musa, Sor Juana Inés
de la Cruz, publica su obra en Madrid gracias a la condesa de
Paredes. Son rastros de una historia que tiene que ver con lo que
nos estamos preguntando, es decir, cuándo la literatura hispa-
noamericana toma el camino inverso y empieza a influir en el
marco español y europeo. Porque no es, como sabemos, el llama-
do boom de los 60 el que extiende una presencia y una influen-
cia, sino que hay datos previos que nos la sitúan de una forma
determinante. Max Henríquez Ureña publicó en 1930, en Ma-
drid, El retorno de los galeones, una interesante metáfora cons-
63
64 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

tructiva de la inversión de influencias entre América y España


que el crítico dominicano tenía que rastrear en la colonia pero
que, desde luego, situaba ya en el modernismo y en Darío de
manera principal.
A Darío es al primero que me quiero referir y aprovecharé pa-
ra hacerlo un detalle cronológico que no quiero que pase des-
apercibido: 1905, es decir hace un siglo, cuando aparece en Ma-
drid Cantos de vida y esperanza.
La segunda referencia en el orden cronológico que quiero es-
tablecer es 1935, hace 70 años, cuando aparece también en Ma-
drid Residencia en la tierra de Pablo Neruda.
Seguimos con este mágico 5 que nos depara aniversarios:
1945, hace 60 años, cuando Gabriela Mistral gana el Premio
Nobel de Literatura, siendo la primera figura latinoamericana
que obtiene este galardón universal.

4.1. Rubén Darío


«En el principio fue Rubén Darío», es un eslogan que he utili-
zado ya para situarme en este centenario de Cantos de vida y
esperanza, en el que el formidable centenario de El Quijote puede
tener efectos devastadores para todo lo que no sea la obra de
Cervantes. Curándome en salud he anunciado ya conferencias
que se titulan «1905: Rubén Darío ante Cervantes», como forma
de introducir al nicaragüense en medio de la conmemoración
universal que hacemos. Y sí, sin duda, en el principio fue Rubén
Darío, en el principio de una modernidad de nuestra lengua que,
por él, sobre todo por él, se vio transformada y liberada de las
retóricas continuidades de la poesía del siglo XIX. En 1905 Darío
está en Madrid y publica, pagándose la edición, en una tirada de
500 ejemplares que realiza la Tipografía de la Revista de Archi-
vos, Bibliotecas y Museos, sus Cantos de vida y esperanza, los
cisnes y otros poemas. Tuve la fortuna de que en el 2004 me
encargara Alianza editorial una edición de la obra que apareció
Sobre tres recepciones americanas para conmemorar en 2005 65

en diciembre pasado, no sólo con introducción, sino con las 100


páginas de anotación (resueltas como comentario) que consideré
necesarias para acompañar a los poemas. Porque quería resaltar
con ellas el carácter ejemplar del libro que editaba, porque quería
situarlo en el espacio canónico que Darío consiguió con esta obra
para la poesía en lengua española.
Aquel Darío de 1905 es revelador y patético, dependiente de
todos los vicios, dependiente con abundancia de un alcohol que
lo está destruyendo. Pierde sus papeles que, afortunadamente, ha
enviado desde tres años antes a quien será en ese año su cuidador
literario, Juan Ramón Jiménez, que tuvo mucho que ver, como
sabemos, con la edición de los Cantos de vida y esperanza y que
nos ha dado en Mi Rubén Darío imágenes desoladoras del poeta,
que contaba 38 años, imágenes desoladoras como aquellos en-
cuentros en los que, en medio de una conversación, se refugiaba
en su habitación y Juan Ramón veía a través de los cristales ra-
yados cómo iba a su mesa de noche a beber whisky y regresaba a
la estancia contigua tras enjuagarse la boca, o cuando se lo en-
contró borracho en la calle de Veneras, «sentado en el suelo, la
cabeza en la pared, abierta la levita, y el sombrero de copa y los
guantes en el arroyo». Sin embargo, a quien Juan Ramón llama,
cuando bebía, «hipopótamo callado», seguía escribiendo el libro
que apareció en julio. Dos fechas concretas para el libro de hace
un siglo.
El 28 de marzo en el Ateneo de Madrid, Darío hace el estreno
universal de una obra que ha escrito en los días anteriores. Según
Juan Ramón y Vargas Vila, con diferentes versiones, la noche
antes la concluye en medio de una descomunal borrachera. Se
trata de la «Salutación del optimista», que lee el día 28 en el Ate-
neo madrileño:
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!
66 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

He contado ya una vez cómo el Darío de nuestra juventud se


ve muy confuso por la utilización imparable que el nacionalismo
de cuando éramos jóvenes, el español, hace de poemas como la
«Salutación del optimista», o la «Marcha triunfal», publicados
inevitablemente en nuestras enciclopedias escolares al lado de un
dibujo de Darío con el uniforme de Embajador de Nicaragua
ante su Majestad católica, el rey de España. Hubo que rescatar a
Darío de esa imagen para encontrárnoslo repleto de sentimientos
de lo personal en la que considero su obra más importante me-
diante una escritura que, sin abandonar los mundos estéticos de
Azul y Prosas profanas, significa la irrupción de lo personal en su
poesía: gozos, culpas, pesares, temores, eros, espiritualidad, his-
toria reciente, etc. Todo confluye en aquel libro ejemplar que
estaba siendo asumido por el mundo cultural español como la
lección de un primer maestro americano: Rafael Cansinos Assens
dio cuenta de aquel episodio de 1905, de la lectura en el Ateneo,
en su novela Bohemia (aparecida sólo en el 2002). La admiración
de los presentes tiene la desenfadada frase de Valle–Inclán, cuan-
do Darío concluye la lectura: «—¡Magnífico! ¡A ver qué dicen
ahora esos académicos viejos e idiotas!».
La admiración era la de Valle —a pesar de la despiadada ima-
gen que construye de Darío en Luces de Bohemia—, pero era
también la de los hermanos Machado, la de Juan Ramón o
Eduardo Marquina. Son raros los ejemplos de rechazo a Darío y,
entre las figuras principales, sólo tenemos el de Leopoldo Alas,
Clarín, y las distancias de Unamuno y Baroja. Los jóvenes en-
cuentran apasionante su transformación del lenguaje poético, su
uso magistral del alejandrino y su dominio de la estrofa clásica,
junto al versolibrismo rítmico poderosísimo. He analizado algu-
nas veces a algunos escritores que se formaron con Darío y con-
cretamente con los Cantos de vida y esperanza bajo el brazo. El
niño Neruda, el de los 15 años, o el niño Miguel Hernández, son
ejemplos que he seleccionado para analizar lo que había pasado
en el mundo hispánico: los jóvenes poetas y los que iban a serlo
Sobre tres recepciones americanas para conmemorar en 2005 67

se formaban con Darío en la memoria rítmica y lingüística de una


imitatio primeriza y eficaz.
Tal día como el 13 de mayo de 1905, Rubén, por enfermedad,
no pudo ir a leer en el paraninfo de la Universidad Central el
poema que había escrito para la conmemoración cervantina, para
el III centenario de El Quijote. Lo leyó el actor Ricardo Calvo:
Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.

Las «Letanías de Nuestro Señor Don Quijote» resonaron con


fuerza en aquel Madrid conmemorativo. Algunos de entre el
mundo académico no debieron conciliar el sueño aquel día por el
estupor que le habría producido las palabras del nicaragüense
leídas en aquel acto:
de las epidemias de horribles blasfemias
de las Academias,
líbranos, señor.
68 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

4.2. Pablo Neruda


Septiembre de 1935, aparece en Madrid Residencia en la tie-
rra en la editorial Cruz y Raya de Bergamín. Es la segunda Resi-
dencia lo nuevo. La primera había aparecido en Santiago en 1933
en edición limitadísima. Unos meses antes, el 6 de diciembre de
1934, Neruda lee poemas de la obra y Federico García Lorca lo
presenta en un recital en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Central. Los términos de la presentación son rotun-
dos en la dimensión de elogio y reconocimiento. Dice por ejem-
plo:

Al lado de la prodigiosa voz del siempre maestro Rubén


Darío […] la poesía de Pablo Neruda se levanta con un tono
nunca igualado en América, de pasión, de ternura y de since-
ridad. Se mantiene frente a un mundo de sincero asombro
[…] Cuando va a castigar y levanta la espada, se encuentra
de pronto con una palabra herida entre los dedos. Yo os
aconsejo oír con atención a este gran poeta y tratar de con-
50
moveros con él.

Las noticias de los reconocimientos de Neruda en España


51
provocaron una lamentable respuesta en Santiago de Chile. En
primer lugar, quien luego sería amigo y biógrafo de Neruda, Vo-
lodia Teitelboim, encontró que el poema 16 de los Veinte poemas
de amor y una canción desesperada era una paráfrasis pura del
poema 30 de El Jardinero de Rabindranath Tagore, a través de la
traducción precisa de Zenobia Camprubí, la esposa de Juan Ra-

50
F. GARCÍA LORCA, «Presentación…», pág. 1721.
51
Ha reconstruido el episodio de los ataques a Neruda en aquel año, aparte de
Volodia Teitelboin (Neruda…, págs. 183 y sigs.), Julio Gálvez Barraza en su
obra Neruda y España con gran acierto y acopio de datos (págs. 67 y sigs).
Recientemente ha aparecido una recopilación de los ataques a Neruda, en este
episodio y en otras polémicas que le acompañaron toda su vida, realizada con
marcado acento antinerudiano por Leonardo Sanhueza (El bacalao…).
Sobre tres recepciones americanas para conmemorar en 2005 69

món Jiménez. El asunto, que con dificultades explicó Neruda


cuando modificó en la edición de 1938 la entrada del poema,
52
escribiendo «Paráfrasis de Rabrindanath Tagore», había saltado
al mundo literario en Pro, revista que dirigía en Santiago Vicente
Huidobro, por información de alguien al que se lo había comuni-
cado Teitelboim, en un artículo titulado «El affaire Neruda–
Tagore» en noviembre de 1934. El 6 de diciembre, Pablo de Ro-
kha acusaba de plagiario a Neruda en La opinión. El 15 del
mismo mes, también en el mismo periódico, era Huidobro el que
lanzaba los ataques en la misma dirección, recogiendo, muy mo-
lesto, la afirmación de Lorca en la conferencia donde «lo procla-
ma el mejor poeta de América después de Rubén Darío». Lógi-
camente, la molestia de Huidobro procedía de considerarse preci-
samente él lo que Lorca había afirmado de Neruda. Otros ata-
ques (Jaime Dvor, Alfonso Toledo Muñoz, etc.) y defensas (To-
más Lago, Diego Muñoz, Antonio Rocco del Campo, etc.) sur-
53
gieron en Santiago.
Neruda contestó con un poema no firmado que circuló por
España e inmediatamente por Santiago. Se trata de «Aquí estoy
(Madrid 1935)». Autentificó el poema, probablemente en 1962,
54
poniendo sus iniciales en una copia, según informa Loyola. Se
trata de una durísima y extensa imprecación donde sus enemigos
literarios son llamados «perros», «lobos», «ladillas», aparte de

52
«Al publicarse la primera edición no se hizo la aclaración necesaria por dis-
tracción e intención, ya que esto no significaría gran cosa. Por el contrario, todos
mis amigos me decían que convendría a un oscuro poeta dar pretextos para una
acusación de plagio», P. NERUDA, Obras…, vol. V, pág. 1055.
53
P. NERUDA, Obras…, vol. IV, pág. 1247.
54
En París hubo en 1938 una edición privada y de circulación muy restringida.
Edmundo Olivares (Pablo…, págs. 234–235) ha reconstruido la amplia circula-
ción chilena del documento en copias dactilográficas. Hay variantes entre la
versión que publica Loyola (P. NERUDA, Obras…, vol. IV, págs. 374–380) y la
edición del folleto parisién, sobre todo en la partición versal. El folleto tiene en
su primera página una viñeta bélica de Ramón Gaya, con lo que se modifica
contextualmente el sentido del poema.
70 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

mentarles directamente e insultantemente a la madre. Por las


referencias del texto nos vamos encontrando con Huidobro y
Pablo de Rokha como principales objetivos de su violenta res-
puesta.
Los amigos poetas españoles iniciaron un homenaje posible-
mente como respuesta a unos ataques que conocían. Confluyen
en abril de 1935 con la publicación de un libro memorable:
Homenaje a Pablo Neruda, en la madrileña editorial Plutarco. Se
anticipan en él los tres cantos materiales de la segunda Residencia
—«Entrada a la madera», «Apogeo del apio» y «Estatuto del
vino»—, donde algunos críticos han visto el origen del lenguaje
de las Odas elementales. Abre la publicación un manifiesto de
homenaje a Neruda que firman Rafael Alberti, Vicente Aleixan-
dre, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, León
Felipe, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Mi-
guel Hernández, José Antonio Muñoz Rojas, Leopoldo Panero,
Juan Panero, Luis Rosales, Arturo Serrano Plaja y Luis Felipe
55
Vivanco. En una cena–homenaje, organizada por Lorca el 14 de
junio, participan todos los citados.
Juan Ramón Jiménez, que estaba ya muy cansado de lo que
consideraba excesos de los jóvenes poetas españoles, que había
56
fulminado ya a Lorca y a Alberti, la emprende con violencia
verbal inusitada en la prensa, en El sol, en una serie de interven-
ciones que concluyen con la valoración posterior, en 1939, de
Residencia en la tierra como «estercolero»:

Tiene Neruda mina explotada y por explotar; tiene rara


intuición, busca extraña, hallazgo fatal, lo nativo del poeta:
55
Juan Larrea intentó hacer ver que el homenaje fue promovido por el mismo
Neruda y que él se negó a firmar la adhesión, en carta a Raúl Silva Castro del 21
de mayo de 1964, donde pasa ampliamente revista a la enemistad entre los dos
(ahora en L. SANHUEZA, El bacalao…, págs. 160–179).
56
La mejor reconstrucción testimonial de la enemistad literaria de Jiménez con
los poetas más jóvenes es la de Rafael Alberti: La arboleda…, págs. 255–260,
con otras muchas referencias a lo largo de la obra.
Sobre tres recepciones americanas para conmemorar en 2005 71
no tiene acento propio ni crítica llena. Posee un depósito de
cuanto ha ido encontrando por su mundo, algo así como un
vertedero, estercolero a ratos, donde hubiera ido a parar en-
tre el sobrante, el desperdicio, el detrito, tal piedra, cuál flor,
un metal en buen estado aún y todavía bellos. Encuentra la
rosa, el diamante, el oro, pero no la palabra representativa y
transmutadota […]. A Neruda, para ser lo que algunos, bas-
tantes creen o dicen que es, le faltan algunas cosas menores
que la contención; le sobran más que le faltan, sobre todo
irresponsabilidad mayor. ¡Qué monótona irresponsabilidad
57
la suya!

El momento clave de la enemistad bien pudo ser cuando Juan


Ramón se negó a firmar el documento de homenaje de los poetas
españoles a Neruda al que, sin duda, fue invitado.

4.3. Gabriela Mistral


El 15 de noviembre de 1945 Gabriela Mistral recibe la noticia
de que le ha sido concedido el Premio Nobel de Literatura. Tiene
56 años de edad. Es la primera figura literaria latinoamericana
que lo obtiene. Las relaciones de Lucila Godoy con España fue-
ron difíciles. Era de una inoportunidad diplomática que la acom-
pañó toda su vida. Incluso su vida consular. En el 32, en Italia
como Cónsul de Chile, se había declarado antifascista; en el 35,
como Cónsul en Madrid, aparece un artículo suyo en la revista
Familia de Santiago, un artículo que no es tal, sino una carta
privada que, por vericuetos imprevistos, había llegado a aquella
revista. En la carta, Gabriela pasaba revista a su insoportable
vida española, detestaba la vida política (estábamos además en el
«bienio negro», el gobierno de la derecha) y se apiadaba de la
pobreza social española, aunque critica con dureza el conformis-

57
J. R. JIMÉNEZ, Españoles…, págs. 125–126.
72 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

mo social que había permitido de nuevo el triunfo de la derecha.


Critica a los escritores y provoca, con su visión de España, una
crisis de la colonia española en Santiago, secundada por la dere-
cha chilena. Su cese diplomático fue fulminante, aunque paliado
por su nombramiento como Cónsul General en Lisboa.
Hay un detalle en esta relación que me inquieta y es la distan-
cia con la que Gabriela Mistral fue tratada durante años por la
crítica española. De su mundo de relaciones españolas tan sólo le
quedó el aprecio de su admirado Unamuno, al que no perdonaba
sin embargo la visión de la América indígena que este sustentaba.
En la visión trasmitida en España han prevalecido las insopor-
tables visiones de la ternura que algunos seleccionaron. Ha pre-
valecido aquella inapropiada canonización que el ecuatoriano
Benjamín Carrión hizo tempranamente, el año antes de su muer-
te, en 1957, en su Santa Gabriela Mistral. Este año, a los sesenta
del Premio Nobel, podemos destacar que sí tuvo presencia y tra-
ducciones en Europa, que fue reconocidísima en Estados Unidos,
y que, desde luego, merece relecturas de sus grandes obras (Deso-
lación, Tala, Sonetos de la muerte, Poema de Chile) y nuevas
perspectivas para las que recomiendo el libro de Grínor Rojo en
el Fondo de Cultura Económica, Dirán que está en la gloria…
(Mistral), que ha invertido la edulcorada lectura previa de quien
es, desde luego, un ejemplo de universalidad americana incues-
tionable.
V

La poética de los antipoetas.


Ramón de Campoamor, Nicanor Parra
y Ángel González
ULPIANO LADA FERRERAS
Universidad de Alicante

Las intrincadas conexiones literarias que se han producido en-


tre España y América a lo largo de la historia pueden ser obser-
vadas a través de un recorrido poético bidireccional, que parte de
Asturias hacia América y de allí vuelve de nuevo a Asturias, en el
cual podremos comprobar cómo las ideas, formas y prácticas
literarias se propagan fácilmente a través del tiempo y del espa-
cio, para desarrollarse más tarde con las lógicas peculiaridades
propias de cada poeta en su contexto socio–cultural.

73
74 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

5.1. Ramón de Campoamor


El punto de partida de este viaje está situado en la villa de
Navia, lugar de nacimiento del hoy prácticamente olvidado Ra-
món de Campoamor y Campoosorio, a pesar de la fama y del
éxito que gozó en su vida. Nos interesa Campoamor tanto en su
faceta de poeta como de teórico de la literatura, porque sin duda
su Poética responde a una clara voluntad de enmarcar su produc-
ción literaria dentro de una teoría que la explique y justifique.
La semiología literaria ha contribuido, con las investigaciones
desarrolladas en los últimos años, a aclarar de qué manera se
construye el personaje dramático. En primer lugar esta construc-
ción se atiene siempre a dos principios generales y fundamentales:
el principio de discrecionalidad y el de unidad. El personaje se
presenta con un nombre, que es, como señala la profesora Car-
men Bobes, una etiqueta semántica y funcional en blanco que se
va completando con datos discretos y discontinuos que proceden
de tres fuentes: (1) sus propias palabras, (2) sus propias acciones
58
y (3) lo que los demás personajes dicen de él. Pues bien, de la
misma forma, a la hora, no de construir, pero sí de caracterizar el
pensamiento teórico de Campoamor, como posteriormente de los
otros poetas de los que me ocuparé, tendré también en cuenta
tres aspectos: (1) sus propias palabras, es decir, el pensamiento
teórico sobre la poesía; (2) sus propias acciones, la creación poé-
tica; (3) la opinión de la crítica sobre las creaciones de los poetas.
La obra de Campoamor supone una clara ruptura con la tra-
dición poética precedente, dominada por una retórica vacía y una
grandilocuencia muy alejada de la realidad del individuo. Este
deseo de innovación de la lírica se pone expresamente de mani-
fiesto en su Poética:

Yo también, si fuera tan buen preceptista como soy agri-


cultor, sembraría de sal parte del campo de la dogmática lite-

58
M.ª del C. BOBES NAVES, Semiología…, pág. 335.
La poética de los antipoetas 75
raria para que no brotase en él una sola planta en un lapso
de tiempo tan largo por lo menos, como el que media entre
Longino y Revilla. La faja tradicional con que casi nos re-
vientan al nacer es más soportable que el peso de esa monta-
ña de Sísifo de las reglas convencionales con que abruma
nuestra inteligencia la retórica oficial. No hay pedagogo que
al escribir una preceptiva artística no descubra algún matiz
nuevo en la abigarrada escala de colores en que se dividen los
varios pelotones del inmenso ejército de pensamientos, o no
añada alguna división arbitrarias en las interminables clasifi-
caciones de los géneros literarios, que no se dividen por nada
esencial, sino por accidentes puramente formales, como el
metro, por ejemplo, y que tienen la misma subsistencia que si
59
esas reglas se escribiesen en el agua

No habrá poesía lírica tan general como se concibe hoy


día mientras no se compliquen las leyes que la mecánica em-
plea para dar firme asiento a los cuerpos ‘bajar el centro de
gravedad y ampliar la base de sustentación’, o lo que es lo
mismo, no levantar demasiado el tono y escribir como el
60
Romancero en el lenguaje del pueblo.

59
Poética, págs. 121–122.
60
Ibíd., pág. 124.
76 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

Queda de manifiesto cómo Campoamor defiende una postura


claramente antirromántica que supone un rechazo expreso a lo
que, en aquellos momentos, se entendía y por tanto se escribía
como poesía. La nueva poesía propugnada por Campoamor im-
plica una actualización del lenguaje poético con la introducción
del lenguaje cotidiano, el realismo psicológico, la autoficcionali-
zación, la ampliación de los temas, el empleo del humor y de la
ironía, la abundancia de formas breves, lapidarias y sentenciosas.
Las características de esta nueva poesía la entroncan directamen-
te con la poesía moderna, como podemos comprobar en las si-
guientes citas:

La poesía es la representación rítmica de un pensamiento


por medio de una imagen y expresado en un lenguaje que no
se pueda decir en prosa ni con más naturalidad ni con menos
61
palabras

Sólo el ritmo debe separar el lenguaje del verso de la pro-


62
sa.

La renovación que pretende introducir Campoamor en la poe-


sía, a través de sus aportaciones teóricas, ha sido destacada entre
otros por Luis Cernuda, quien establece relaciones entre el poeta
63
asturiano y William Wordsworth, o Vicente Gaos, que pone de
64
relieve las semejanzas con T. S. Eliot. Otros críticos han desve-
lado desde posibles relaciones hasta claras influencias de la poe-
sía de Campoamor en autores como Augusto Ferrán, Gustavo
Adolfo Bécquer, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva,
61
R. de CAMPOAMOR, Poética, págs. 128.
62
Ibíd., pág. 131.
63
L. CERNUDA, «Ramón…», págs. 87–88. También destaca que con Cam-
poamor «aparece por primera vez en la historia de nuestra literatura la referen-
cia a las impresiones subjetivas como tema poético», (L. CERNUDA, «Ramón…»,
pág. 84).
64
V. GAOS, «Campoamor…», págs. 203–212.
La poética de los antipoetas 77
65
Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna,
Luis Cernuda, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferra-
ter, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Luis García Monte-
ro, Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi, Javier Salvago, Víctor
Botas, Javier Egea, Álvaro Salvador o Carlos Marzal, entre
66
otros.
Si hoy reconocemos la importancia de la poesía de Ramón de
Campoamor en su intento de desterrar unas formas altisonantes
y artificiosas, ajenas al mismo tiempo a cualquier preocupación
social o vital, así como su influencia en la formación de una nue-
va sensibilidad poética vinculada a la experiencia y lo cotidiano,
expresado a través de un verso narrativo y reflexivo, no por ello
dejamos de admitir la distancia estética que nos separa de unas
composiciones poéticas que nos resultan, en ocasiones, lastradas
por la abundancia de moralejas explícitas y formas ripiosas que

65
No me ocuparé, en esta ocasión, de la influencia de Campoamor en Darío,
pero sí quisiera recordar las palabras de Ángel González sobre este tema:
En la América española, la influencia de Campoamor fue devastadora. La
mayoría de los poetas modernistas comenzaron escribiendo doloras; algunos
nunca dejaron de hacerlas. El extraordinario Rubén Darío no ocultó su admi-
ración por Campoamor de quien hizo este significativo retrato lírico:
«Este del cabello
como la piel del armiño,
juntó su candor de niño
con su experiencia de anciano;
cuando se tiene en la mano
un libro de tal varón,
abeja es cada expresión
que, volando del papel,
deja en los labios la miel
y pica en el corazón».
Así se expresaba Rubén Darío en 1907» (Á. GONZÁLEZ, «Ramón…»,
págs. 58–59).
66
L. CERNUDA, «Ramón…»; J. JOVÉ, «En torno…»; M. GÁLVEZ, «Ma-
nuel…»; H. LE CORRE, Poesía…, pág. 43; J. L. GARCÍA MARTÍN, «Campoa-
mor…».
78 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

dejan entrever cierta confusión en su práctica poética, no en su


teorización, entre rima y poesía.
En consecuencia, Campoamor inaugura una nueva forma de
poesía, con independencia de su mayor o menor acierto, que
algunos críticos como Félix Ros, Vicente Gaos, Roberto Fernán-
67
dez Retamar o Jordi Jové han calificado de antipoesía. A este
respecto Jordi Jové señala que:

El asalto a las nuevas fórmulas poéticas (que básicamente


consiste en alcanzar un estilo natural) presupone un ímpetu
considerable, por lo menos desde el ángulo que se toma en
consideración la afirmativa respuesta de un hombre que dice
«yo he sentido», sin embargo sabemos que los logros poéti-
cos de semejante actitud no vendrían hasta mucho más tarde,
cuando el poeta es capaz de distanciarse y en cuanto elabora
la expresividad con un lenguaje irónico, antipoético, como
modalidad que Campoamor preconizó antes de su efectiva
llegada en la tradición moderna española. El poeta indicó en
notas y en algunos puntos de su argumento lo que no pudo
68
realizar en su obra desmesurada.

Ángel González incide también a propósito de la obra poética


de Campoamor en los aspectos que la vinculan con la antipoesía:

Al oponer el lenguaje de la calle al enrarecido lenguaje de


la poesía de su tiempo, Campoamor se comporta, aunque
hoy no lo parezca, como un audaz innovador. Por su uso de
la ironía, por sus deliberadas fijaciones en lo vulgar, es cro-
nológicamente el primer «antipoeta» de la lengua española:
69
un negador de mitos.

67
V. GAOS, La poética…, pág. 197; R. FERNÁNDEZ RETAMAR, «Antipoe-
sía…», págs. 159–176; J. JOVÉ, «En torno…», págs. 7–8.
68
«En torno…», págs. 7–8.
69
«Ramón…», pág. 56.
La poética de los antipoetas 79

Algunas de las características antes señaladas de la poesía de


Campoamor podemos verlas en los siguientes textos:

LO QUE SE PIENSA AL MORIR

[…]
Partiste, y del sentimiento
en cama enfermo caí,
y cuando exhalar por ti
iba ya mi último aliento,
embargó mi pensamiento,
en vez de tu amor y el mío,
este cantar tan vacío
que oí de niño a mi hermana:
«CUCÚ, cantaba la rana,
CUCÚ, debajo del río.»
70
[…]
____________

LA SANTA REALIDAD

¡Inés! tú no comprendes todavía


el ser de muchas cosas.
¿Cómo quieres tener en tu alquería,
si matas los gusanos, mariposas?
Cultivando lechugas Diocleciano,
ya decía en Salerno
que no halla mariposas en verano
el que mata gusanos en invierno.
71
[…]
____________

70
Doloras, cito por Antología…, pág. 207.
71
Ibíd., pág. 210.
80 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
La que ama un ideal, y sube… y sube…
72
Suele morir ahorcada de una nube.
____________

En su primera confesión, a Pura


73
ya no le dio la absolución el cura.
____________

Si como el héroe de La Mancha antaño


realicé por tu amor grandes hazañas,
hoy, sentado a la sombra de un castaño,
74
pensando mucho en ti, como castañas.
____________

Como está sin cercado, el mundo entero


75
es, más que un camposanto, un pudridero.
____________

¡Ay del día que lancen a los vientos


76
el «sálvese el que pueda» los hambrientos!
____________

Un cadáver encierra
77
los problemas del cielo y de la tierra.
____________

72
Humoradas, cito por Antología…, pág. 396.
73
Ibíd., pág. 400.
74
Ibíd., pág. 402.
75
Ibíd., pág. 419.
76
Ibíd., pág. 420.
77
Ibíd., pág. 424.
La poética de los antipoetas 81
Yo conocí un labrador
que celebrando mi gloria,
al borrico de su noria
78
le llamaba Campoamor.
____________

5.2. Nicanor Parra


La siguiente parada en nuestro itinerario poético la realizare-
mos en América para fijarnos en un poeta que, tanto en su obra
como en sus opiniones teóricas, manifiesta un rechazo frontal a
la poesía que se escribe en su momento y hace una propuesta de
una nueva poesía de ruptura con la tradicional. La parada la
hacemos en Chile, cerca de Chillán, y nos ocupamos de la anti-
poesía de Nicanor Parra.
¿Cuáles son las características de esta nueva forma de poeti-
zar? Autores como Andrew P. Debicki, Federico Schopf, Joaquín
Marco, Teodosio Fernández, Cedemil Goic, Luis Sáinz de Me-
79
drano o Iván Carrasco, entre otros, coinciden en destacar los
siguientes rasgos en la obra de Parra: firme reacción contra la
retórica romántica y modernista, empleo del lenguaje común,
acentuado prosaísmo, coloquialismos, uso abundante de frases
hechas y referencias literarias, huida de la expresión altisonante,
del lenguaje convencionalmente poético, rechazo hacia la tradi-
ción literaria, preocupación por el individuo sin caer en la solem-
nidad ni en el tono predicativo, acusada conciencia crítica, em-
pleo del humor, una ironía casi siempre amarga y distanciadora,
la parodia y una visión pesimista de la realidad.
Como podemos comprobar fácilmente, tanto el propósito
rupturista, como la forma de llevarlo a cabo por medio de un
78
Ibíd., pág. 427.
79
A. P. DEBICKI, Poetas…; F. SCHOPF, Del vanguardismo…; J. MARCO, Lite-
ratura…; T. FERNÁNDEZ, La poesía…; L. SÁINZ DE MEDRANO, Historia…; I.
CARRASCO, Nicanor…; íd., Para leer…
82 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

determinado uso del lenguaje poético, coinciden en Campoamor


y Parra con las lógicas diferencias en la concreción del discurso
que impone la larga distancia temporal que media entre ambos.
De hecho no sólo se caracteriza la poesía de Campoamor como
antipoesía, sino que algunos autores han señalado las evidentes
relaciones entre la obra del poeta asturiano y la de Nicanor Pa-
rra. Así, Roberto Fernández Retamar identifica como escéptica
tanto la poesía de Parra como la de Campoamor, a quien consi-
80
dera el antipoeta de su tiempo; Luis Sáinz de Medrano, por su
parte, afirma que Parra encuentra su propio lenguaje al asumir el
81
papel de un sagaz Campoamor criollo; mientras que Joaquín
Marco apunta a propósito de Parra:

Pero me temo que la referencia a don Ramón de Cam-


poamor es también obligada. En efecto, Campoamor cultiva
ya, a fines del siglo XIX, el lenguaje coloquial, la ironía dis-
tanciadora […] El localismo de Parra e incluso la utilización
de las formas populares, a las que carga de ironía, ¿no están
ya contenidas en Campoamor, poeta al que se habrá de recu-
82
rrir en el futuro?

El propio Nicanor Parra, en una carta dirigida al poeta y ami-


go, Tomás Lago, incide de forma teórica en las mismas ideas que
ha destacado la crítica:

La poesía egocéntrica de nuestros antepasados en que ellos


tratan de demostrar al lector cuán estimable es el ser huma-
no, cuán inteligentes y sensibles son ellos mismos, cuan dig-
nos de admiración son los objetos de este mundo, debe ceder

80
«Antipoesía…», págs. 164 y 174.
81
Historia…, pág. 535.
82
Literatura…, pág. 425.
La poética de los antipoetas 83
el paso a una poesía más objetiva de simple descripción de la
83
naturaleza del hombre.

Estas ideas son también expresadas a través del lenguaje artís-


tico de Parra, como queda reflejado en los textos siguientes:

SINFONÍA DE CUNA

Una vez andando


Por un parque inglés
Con un angelórum
Sin querer me hallé.

Buenos días, dijo,


Yo le contesté,
Él en castellano
Pero yo en francés.

Dites moi, don ángel,


Comment va monsieur.

Él me dio la mano,
Yo le tomé el pie.
¡Hay que ver, señores,
Cómo un ángel es!

Fatuo como el cisne,


Frío como un riel,
Gordo como un pavo,
Feo como usted.
84
[…]
____________

83
En Á. SALVADOR, «La antipoesía…», págs. 611–622.
84
Poemas y antipoemas, cito por Páginas…, pág. 115.
84 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
LA MONTAÑA RUSA

Durante medio siglo


La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.


Claro que yo no respondo si bajan
85
Echando sangre por boca y narices.
____________

ADVERTENCIA

Yo no permito que nadie me diga


Que no comprende los antipoemas.
Todos deben reír a carcajadas.
86
[…]
____________

TRES POESÍAS

1.
Ya no me queda nada por decir.
Todo lo que tenía que decir
Ha sido dicho no sé cuántas veces.

2.
He preguntado no sé cuántas veces
Pero nadie contesta mis preguntas.
Es absolutamente necesario
Que el abismo responda de una vez
Porque ya va quedando poco tiempo.

85
Versos de salón, cito por Páginas…, pág. 170.
86
Ibíd., pág. 173.
La poética de los antipoetas 85
3.
Sólo una cosa es clara:
87
Que la carne se llena de gusanos.
____________

ADVERTENCIAS

Se prohíbe rezar, estornudar


Escupir, elogiar, arrodillarse
Venerar, aullar, expectorar.

En este recinto se prohíbe dormir


Inocular, hablar, excomulgar
Armonizar, huir, interceptar.

Estrictamente se prohíbe correr.


88
Se prohíbe fumar y fornicar.
____________

MANIFIESTO

Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra
—Nuestra primera y última palabra—
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores


La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores


—Y esto lo digo con todo respeto—
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
87
Ibíd., pág. 182.
88
La camisa de fuerza, cito por Páginas…, pág. 209
86 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
[…]

La situación es esta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
89
[…]
____________

5.3. Ángel González


El tercer punto de este particular itinerario poético, de vuelta
ya de las Américas, se encuentra, como había adelantado, de
nuevo en Asturias, en la ciudad de Oviedo y en los versos del
poeta Ángel González.
Son muchos los autores que se han interesado por la obra del
poeta asturiano, por lo que disponemos de una pormenorizada
caracterización de su poética que se puede sintetizar a partir de
los estudios de críticos como Emilio Alarcos, Andrew P. Debicki,
Antonio Moreno, Ángel Luis Prieto de Paula, Xelo Candel Vila,
Francisco Díaz de Castro, Luis García Montero, Pere Rovira,
Álvaro Salvador, Marcela Romano o Luis Bagué Quílez, entre
90
otros muchos. Estos autores nos hablan de una marcada dife-

89
Otros poemas, cito por Páginas…, pág. 230 y 233.
90
E. ALARCOS LLORACH, La poesía…; A. P. DEBICKI, Ángel…; A. MORENO,
«La poesía…»; Á. L. PRIETO DE PAULA, «Ángel…», págs. 278–283; X. CANDEL
La poética de los antipoetas 87

rencia con el lenguaje anterior: de una poética antirretórica, hui-


da de apriorismos líricos y de lo convenidamente poético; de
procedimientos estilísticos desprovistos de toda gratuidad retóri-
ca o formalista; de agudeza, juegos de palabras, ruptura de frases
hechas, chistes, tono conversacional, verbo difuso y prosístico,
ironía distanciadora, sarcasmo, intención crítica, intertextuali-
dad, metapoesía, pesimismo. Pero, además de las opiniones de la
crítica, contamos con el punto de vista del autor, a propósito de
una de sus obras, que como podemos comprobar coinciden ple-
namente:

Tratado de urbanismo es un título deliberadamente pro-


saico e irónico que obedece al intento de desmitificar la poe-
sía, cuyo referente no tiene por qué ser únicamente lo inefa-
ble o lo sublime; la poesía —pensaba yo cuando estas cues-
tiones obvias eran aún objeto de la polémica— también pue-
de aludir a las vulgares, las cotidianas realidades de los seres
91
humanos.

VILA, «Ángel…», págs. 194–201; F. DÍAZ DE CASTRO, «Lectura de Prose-


mas…», págs. 44–51; íd., «Lectura de Deixis…», págs. 206–216; íd., «Los oto-
ños…», págs. 104–109; L. GARCÍA MONTERO, «Historia…», págs. 230–239; P.
ROVIRA, «Los prosemas…», págs. 284–287; Á. SALVADOR, «La palabra…»,
págs. 288–292; M. ROMANO, «L’aquexada…», págs. 80–85; L. SÁNCHEZ TO-
RRE, «La inversión…», págs. 98–103; L. BAGUÉ QUÍLEZ, «Las huellas…», págs.
110–116.
91
Á. GONZÁLEZ, «Acerca…», pág. 465.
88 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras

Emilio Alarcos señaló a propósito de la poesía de Ángel Gon-


zález que «lejos de la preocupación de señalar “fuentes” hay que
92
indicar “afinidades”». Las afinidades entre la poesía de Nicanor
Parra y Ángel González han sido puestas de relieve en numerosas
ocasiones por la crítica, que ha llegado a calificar parte de la obra
de Ángel González como antipoesía. De tal modo, Antonio Mo-
reno sostiene que:

De esta falta de fe en el poema resulta el antipoema, elabora-


do con un lenguaje prosaico que huye de los apriorismos líri-
cos y de lo convenidamente poético, tal como lo había hecho
93
unos años antes el chileno Nicanor Parra.

Álvaro Salvador emparenta algún texto de González con la


corriente poética hispanoamericana que se define a sí misma co-
94
mo antipoesía; Marcela Romano se refiere al recurso a la anti-
95
poesía del poeta asturiano; Francisco Díaz de Castro, por su
parte, pone de relieve que el lenguaje poético está sometido a una
crítica paralela a la de la realidad histórica por la antipoesía de
96
Ángel González; mientras que Luis Bagué nos habla de un liris-
97
mo impuro que linda con la poesía de Nicanor Parra.

92
La poesía…, pág. 18.
93
«La poesía…».
94
«La palabra…», pág. 289.
95
«L’aquexada…», pág. 83.
96
«Los otoños…», pág. 104.
97
«Las huellas…», pág. 114.
La poética de los antipoetas 89

Si las relaciones, o las afinidades a las que antes me refería,


entre los dos poetas son evidentes para la crítica, también el pro-
pio González parece reconocerlas, al menos en el modo de abor-
dar el objeto poético a través de la antipoesía, como podemos
comprobar en estas palabras, a propósito de su propia obra:

En esos títulos, la tendencia al juego y a derivar la ironía


hacia un humor que no rehúye el chiste, la frivolización de
algunos motivos y el gusto por lo paródico, apuntan hacia
una especie de «antipoesía», en cuyas raíces creo que está
98
cierto rencor frente a las «palabras inútiles».

Además de las afirmaciones teóricas a las que he hecho refe-


rencia, contamos con la obra poética de Ángel González, en don-
de podemos encontrar estas características, como podremos
comprobar en los ejemplos seleccionados:

ESO ERA AMOR

Le comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rímel?
Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
99
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
____________

98
Á. GONZÁLEZ, Poemas, pág. 22.
99
Breves acotaciones para una biografía, cito por Palabra…, pág. 263.
90 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
AHÍ, DONDE FRACASAN LAS PALABRAS

Poeta de lo inefable.

Logró expresar finalmente


lo que nunca dijo nadie.
100
Lo condenaron a muerte.
____________

CONTRA–ORDEN (POÉTICA
por la que me pronuncio ciertos días.)

Esto es un poema.

Aquí está permitido


fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como:

Marica el que lo lea,


Amo a Irma,
Muera el… (silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,


el tedio de este día,
101
la indeformable estolidez del tiempo.
____________

100
Procedimientos narrativos, cito por Palabra…, pág. 280.
101
Muestra corregida y aumentada de algunos procedimientos narrativos y de
las actitudes que habitualmente comportan, cito por Palabra…, pág. 317.
La poética de los antipoetas 91
DE OTRO MODO

Cuando escribo mi nombre,


lo siento cada día más extraño.

¿Quién será ese?


—me pregunto.
Y no sé qué pensar.

Ángel.
102
Qué raro.
____________

5.4. Conclusiones
La caracterización de las poéticas de Campoamor, Parra y
González, a través de la crítica, del pensamiento teórico y de la
obra poética, nos llevan necesariamente a observar una evidente
interrelación entre ellas, a pesar de encontrarnos ante poemas
103
individuales diferentes. Podemos situar su obra dentro de una
misma concepción de la poesía. Los tres poetas parecen utilizar
los mismos ingredientes para elaborar obras diversas, aunque con
unas evidentes notas comunes en el caso de los dos últimos, mu-
cho más cercanos en el tiempo. En todo caso, la vinculación entre
la forma de poetizar de Ángel González y de Nicanor Parra pare-
ce, a todas luces, evidente; de la misma forma, la relación entre
Campoamor y Parra también parece clara, así como los puntos

102
Deixis en fantasma, cito por Palabra…, pág. 445.
La autoficcionalización, además de estar presente en la poesía de Ángel Gon-
zález y Campoamor, aparece destacadamente en el paratexto de la obra de Pa-
rra, como podemos comprobar en estos títulos que juegan al equívoco por medio
de la dilogía y la paronomasia: Hojas de Parra; Chistes parra desorientar a la
policía poesía.
103
Estaría de más, bajo mi punto de vista, hacer hincapié en las diferencias
evidentes que recorren la obra de los tres poetas estudiados.
92 La literatura hispanoamericana más allá de sus fronteras
104
en común entre Campoamor y González. Por tanto, podemos
hablar de una cadena de transmisión poética a lo largo del tiem-
po formada por Campoamor, Parra y González que resulta arti-
culada por la antipoesía, de la que participarían las poéticas de
105
los tres autores. De hecho, el proceso de inversión discursiva,
106
del que nos habla Sánchez Torre, en la poesía de Ángel Gonzá-
lez puede ser puesto en relación con las tres instancias de realiza-
ción del antipoema descritas por Iván Carrasco para la poesía de
Nicanor Parra: aceptación aparente o conjunción, duda o ambi-
107
guación y rechazo final o disyunción, procesos que también se
pueden rastrear en muchos de los poemas de Campoamor.
De esta forma concluyo el serpenteante recorrido poético, As-
turias–América–Asturias, con el convencimiento de que la proxi-
midad cultural y vital, proporcionada por el uso de una lengua
común, es lo que permite la propagación fluida de ideas, formas
y prácticas literarias a través del tiempo y del espacio.

104
Además de los ejemplos ya citados, Antonio Moreno señala que en la poe-
sía de Ángel González la ironía llega al sarcasmo y desemboca en la humorada
(A. MORENO, «La poesía…»).
105
Si bien, como señala el profesor Iván Carrasco, el único creador de anti-
poemas sería Parra.
106
«La permanente inversión de los discursos mediante los cuales se realizan y
preproducen la comunicación y la convivencia humanas y el cuestionamiento,
asimismo infatigable de uno de ellos, el poético […] Lo inusitado del horizonte
de expectativas que generan al sugerir interferencias entre el poético y otros
géneros discursivos» (L. SÁNCHEZ TORRE, «La inversión…», pág. 98).
107
«En cuanto a su funcionamiento como elemento de un sistema de comuni-
cación artística, el antipoema se realiza en tres fases o instancias de realización:
una primera fase de aceptación aparente de estereotipos, estructuras, sistemas y
reglas establecidas por la norma estética vigente, o fase de conjunción; un mode-
lo de ambigüedad, en el que el poeta hace dudar del modelo; y el rechazo final o
fase de disyunción. Estas instancias no deben ser consideradas momentos crono-
lógicos, sino más bien operaciones lógicas que, por lo general, también siguen
este orden temporal en la constitución del texto» (I. CARRASCO, Para leer…,
págs. 131–132).
Bibliografía citada

Obras literarias
ALBERTI, Rafael, La arboleda perdida, Barcelona, Seix Barral, 1975.
ALEGRÍA, Ciro, El mundo es ancho y ajeno, ed. de Antonio Cornejo
Polar, Ayacucho, Caracas, 1978.
____, Los perros hambrientos, ed. de Carlos Villanes, Cátedra, Madrid,
1996.
ALLENDE, Isabel, La casa de los espíritus, Plaza & Janés, Esplugues de
Llobregat, 1982.
____, Hijos de la fortuna, Plaza & Janés, Barcelona, 1999.
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Imprimióse en Llanera el día del
centésimo quincuagésimo
tercer aniversario del
nacimiento del
poeta Juan
de Dios
Peza


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