Etica Como Disciplina Neutra en El Derecho - Jose A. Duarte M.

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LA ÉTICA COMO DICIPLINA NEUTRA EN EL ÁMBITO JURÍDICO

JOSE ANTONIO DUARTE MENDOZA

CONSULTORIO JURÍDICO Y CONCILIACIÓN I

GRUPO 1

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

PROGRAMA DE DERECHO

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

2020
La ética como diciplina neutra en el ámbito jurídico

Desde hace muchos años la profesión de los abogados ha sido satirizada a lo largo de la
cultura popular, desde el cine hasta la literatura; “Habéis perdido el caso, es verdad… pero
seguro que habéis disfrutado de la defensa que os he hecho”. Con ese texto acompaña
Honoré Daumier (1808-1879) una de sus innumerables sátiras de los abogados, lo anterior
fue publicado en una caricatura donde un abogado pomposo le dirige esas palabras a un
desanimado cliente.

Entonces, encontramos la suficiente justificación que el compendio normativo se encargué


de regular la profesión de los abogados, sin embargo, las opiniones acerca el ¿Por qué es
necesario el control ético? Se encuentran divididas.

Podemos ver una de estas y la más cínica “usted cumpla la ley, para que no lo castiguen, y
no se meta en más líos”, la segunda opinión se puede ver desde el ámbito pragmático: es
necesario respetar ciertas reglas, se dice, porque la mayoría estamos de acuerdo en ellas, o
porque de lo contrario la sociedad no funciona, la cual según algunos teóricos puede que
sea necesaria la ética para despertar la confianza que a su vez serviría dentro de la profesión
para atraer buenos clientes.

Mencionado lo anterior la diciplina de la ética jurídica es imprescindible para el ejercicio de


la profesión, sin embargo, esta cuenta con unos límites en los que respecta con la lealtad
profesional. En este ámbito, la ética del abogado, la lealtad incide, especialmente, en el
modo de articular las relaciones de este profesional con los destinatarios de su trabajo, con
los miembros de su colectivo, con los integrantes de la administración de justicia, y con el
resto de personas con las que se relaciona por motivos laborales.

De este modo, el abogado tiene un deber primario y especial de lealtad respecto de aquellos
dos sujetos que han depositado en él su confianza de modo directo e inmediato: respecto de
la institucionalidad jurídica y la justicia, encarnadas en los diversos órganos e instituciones
del Estado, en cuanto representantes de la sociedad política, y respecto de su cliente, a
quien representa. De modo indirecto y mediato, en cambio, debe lealtad a todos aquellos
que, confiando en su decencia, no han realizado un acto explícito de autorización, pero
esperan razonablemente de él una conducta acorde a la dignidad de su investidura y la
nobleza de su función social: principalmente al juez, a su contraparte y al gremio en
general.

Tenemos que en una sociedad como la colombiana la cual se encuentra desestructurada, la


ética en el ámbito jurídico viene constituyendo un bastión que permite hacer frente al
deterioro del Estado de derecho, a la crisis de las instituciones y al desprestigio de las
profesiones. La ética, no solo como estudio de la moral sino de la acción humana, es la
respuesta a las actuaciones cabales de los miembros de una sociedad, a ese comportamiento
guiado por lo moralmente bueno, concordante con lo que se considera justo.

Hoy en día hay do situaciones dentro de nuestro ordenamiento jurídico y el día a día del
ejercicio de la abogacía donde habría que involucrar a la ética de manera puntual las cuales
son; la formación de los profesionales en derecho, y la corrupción de la justicia colombiana.

La confianza de los ciudadanos en sus órganos de administración de justicia está minada,


todo aquello que la integra o la rodea, como la profesión de abogado y el desempeño de
jueces y fiscales, se equipara con corrupción, delincuencia o empresas criminales; la
comparecencia ante estas autoridades no implica necesariamente la obtención de una
inmunidad, sino la existencia de un riesgo que se extiende en el tiempo.

Hay que tener en cuenta aquellas personas que eligen ser abogados por el solo hecho de
generar altas sumas de dinero para mejorar su calidad de vida, situación que deja por un
lado el ámbito humanístico de nuestra profesión, sin tener en cuenta los deberes, las
obligaciones y las responsabilidades que implica el ejercicio profesional y el desempeño de
los cargos públicos. Otra de las situaciones que se presenta es en el proceso de formación
en los claustros educativos prevalece la educación instrumental y adjetiva apoyada
consciente o inconscientemente por los docentes.

Lo anterior es muy grave teniendo en cuenta que en esta etapa formativa los estudiantes
aprenden de los miembros de estas universidades y de los principios institucionales donde
prevalece la preocupación por la competencia aun así no se presente el lucro por parte de
estas instituciones. Si la ética está referida a la acción humana, a las libertades, al
comportamiento humano en el colectivo, resulta imprescindible acudir al rescate de las
humanidades. Bienvenida la educación donde se estimule y facilite el pensamiento crítico y
plural.

El producto de todo esto es la degradación de la justicia donde su valor y derecho termina


resultando inalcanzable y hasta cierto punto esquivo, en consecuencia, es asociado
directamente con la corrupción lo que conlleva a la destrucción de los principios éticos
hasta el punto de generar la desestabilización del Estado y del derecho.

Si los presupuestos éticos se enraízan en las facultades de Derecho, en el ejercicio de la


abogacía y en la función judicial, la justicia como valor, aspiración y fin último buscado
por la comunidad y el ordenamiento constitucional se materializará. Contar con abogados
cuya solvencia moral sea el común denominador garantiza que el acceso a la
administración de justicia, como principio de la democracia y civilizador de las relaciones
entre lo sujetos, cobre vigencia. Si los asociados vuelven a creer en sus jueces, confían en
los apoderados y acuden a las instituciones sin prevenciones y bajo los postulados de la
buena fe, se evita la violencia y se proscribe la justicia por mano propia, lo que implica la
puesta en marcha de una ética ciudadana depositada en las autoridades.

En conclusión, al observar el estado del ejercicio de la profesión del abogado y la


percepción de la justicia en Colombia nos podríamos dar cuenta que es el resultado de una
neutralidad de la ética al momento de la formación de los futuros profesionales la cual es
dejada a un lado al centrarse en el estudio de las diferentes teorías; prueba mas que clara
que en el ejercicio de la profesión la disciplina ética debe tomar partida de forma directa
para así dar un cambio a la percepción de justica en los ciudadanos además de permitir el
funcionamiento en pleno del Estado de derecho en nuestro país.

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