Modelo Pedagogico Institucional PDF
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INSTITUCIONAL
Bucaramanga
2005
TABLA DE CONTENIDO
2.1. Educación
2.2. Formación
2.3. Pedagogía
2.4. Didáctica
2.5. Enseñanza
2.6. Aprendizaje
2.7. Currículo
2.8. Estructura curricular
2.9. Plan de Estudios
2.10. Evaluación
3.1. La docencia
3.2. La investigación
3.3. La proyección social
3.4. La interdisciplinariedad
3.5. La integración teoría-práctica
Los modelos son construcciones mentales que nos permiten hacer representaciones de lo real
para orientar nuestra acción sobre y en lo real. Una actividad esencial del pensamiento
humano a través de su historia ha sido la modelación: cuando el individuo prefigura en su
mente la acción que va a ejecutar a continuación, la está planeando, preordenando,
modelando.
Cualquier modelo pedagógico incluirá de manera obligatoria: el Alumno (tipo de hombre que
se desea formar), el Maestro (qué debe SABER y qué debe ENSEÑAR), y el Saber (disciplina
o saber específico a aprender).
Para Rafael Flórez (1999), “Un modelo pedagógico es la representación de las relaciones que
predominan en el acto de enseñar, es también un paradigma que puede coexistir con otros y
que sirve para organizar la búsqueda de nuevos conocimientos en el campo de la pedagogía”.
Para Julián de Zubiría (1997), “ Las teorías se convierten en modelos pedagógicos al resolver
las preguntas relacionadas con el ¿para qué?, el ¿cuándo? y el ¿con qué?. El modelo exige
tomar postura ante el currículo, delimitando en sus aspectos mas esenciales los propósitos, los
contenidos y sus secuencias, y brindando las herramientas necesarias para que estos puedan
ser llevados a la práctica educativa.....En un modelo pedagógico se establecen los lineamientos
sobre cuya base se derivan posteriormente los propósitos y los objetivos. Los modelos
fundamentarán una particular relación entre el Maestro, el Saber y el Alumno”.
Un documento del MEN (1996), afirma: “Entendemos por modelo pedagógico la relación
flexible, dinámica, dialéctica, entre contenidos, fines, maestros, alumnos y métodos. El modelo
pedagógico es un constructo teórico y de interacción en un contexto específico que alimenta
una perspectiva futura de formación y que se construye para concretar propósitos e
intencionalidades referidas a un proyecto de sociedad, de cultura y de educación”.
Mario Diaz Villa (1986), sostiene que “Un modelo pedagógico es un dispositivo de transmisión
cultural que se deriva de una forma particular de selección, organización, transmisión y
evaluación del conocimiento escolar. En esta dimensión que podemos llamar instruccional, el
modelo pedagógico está constituido por tres sistemas de mensajes: el currículo, la pedagogía y
la evaluación. En la dimensión que podemos llamar regulativa, el modelo pedagógico está
constituido por las reglas de relación social y sus modalidades de control intrínsecas”.
Concebimos el modelo pedagógico como un constructo teórico que nos permite comprender el
proceso educativo desde las relaciones que se establecen entre el Docente, el Saber y el
Alumno en los diferentes contextos de aprendizaje, observar las relaciones que predominan en
el acto de enseñar, orientar nuestra acción y desarrollar un mayor grado de racionalidad en las
metodologías de enseñanza, la selección, organización y distribución de los contenidos y las
formas de evaluación.
3.2 La investigación
3.4 La interdisciplinariedad
Nuestra institución forma personas de manera integral. Para ello, el modelo pedagógico que
asume debe facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje; integrar la teoría, la práctica y la
vida de la institución al contexto social; potencializar en el estudiante la autonomía, la
creatividad, las habilidades de pensamiento, la construcción de su propio conocimiento y su
compromiso con la sociedad.
1) El aprendizaje debe ser significativo, pues nadie aprende lo que no logra interesarle o lo
que carece de sentido para él.
2) Los seres humanos aprenden de forma distinta; parten de preguntas, contextos, historias,
lenguajes y sentidos distintos; tienen inteligencias distintas; por tanto no puede haber una
sola forma de apoyar el aprendizaje de todos.
Ahora bien, como todo proceso educativo implica una posición epistemológica a partir de la
cual se plantea la formación personal y profesional, la idea básica que podemos sostener es
que el individuo -tanto en los aspectos cognitivos y sociales del comportamiento, como en los
afectivos- no es un mero producto del ambiente ni un simple resultado de sus disposiciones
internas, sino una construcción propia que se va construyendo día a día como resultado de la
interacción entre estos dos factores. En consecuencia, el conocimiento no es una copia de la
realidad, sino una construcción del ser humano; construcción que elabora, fundamentalmente,
con los esquemas que ya posee, es decir, con lo que ya construyó en su relación con el medio
que lo rodea.
Nuestro modelo tiene como eje fundamental el aprender haciendo, donde la experiencia de los
alumnos los hace progresar continuamente, desarrollarse y evolucionar secuencialmente en las
estructuras cognitivas para acceder a conocimientos cada vez mas elaborados. De esta
manera el aprendizaje se concibe como un proceso en el que el sujeto construye su
conocimiento en interacción con los demás. Esto implica tener claro que el conocimiento no es
producto de la sola asimilación-acomodación de la realidad; que el conocimiento no es tener
una fotocopia de la realidad en nuestro cerebro; que el conocimiento no es repetir lo que dicen
los textos guías o el profesor. El conocimiento es un proceso dinámico e interactivo a través
del cual la información externa es interpretada y reinterpretada por la mente que va
construyendo progresivamente modelos explicativos más complejos y potentes.
Una acción activa de los estudiantes, los cuales aportan con sus conocimientos previos;
Una calidad en la organización interna que se refleje en los contenidos;
Docentes que tengan la capacidad de ayudar a establecer relaciones entre el conocimiento
previo y el nuevo.
El docente, orientador o asesor, se convierte por tanto en alguien que induce el aprendizaje y
acelera el proceso de la organización mental, posibilitando múltiples interpretaciones de un
suceso. Enseñar es, así, posibilitar, desde las más variadas estrategias y técnicas, que el otro
asigne significados con sentido a unos contenidos compartidos por la comunidad (científico-
técnicos, ético-morales, normativos, subjetivos).
Queremos transitar hacia un modelo que privilegie no sólo la preocupación por parte de los
docentes sobre qué es importante enseñar, sino también qué es importante que aprendan los
alumnos. En otros términos, que a todo esfuerzo del docente por enseñar, corresponda un
aprendizaje efectivo del alumno. De un modelo preocupado por el ¿cómo enseñar?, esto es,
del cómo el docente busca los métodos más adecuados para comunicar los conocimientos, a
un modelo que proporcione también a los alumnos estrategias para que aprendan
efectivamente. Para esto se requiere una acción activa de los estudiantes; una calidad en la
organización interna que se refleje en los contenidos; y unos docentes que tengan la capacidad
de ayudar a establecer relaciones entre el conocimiento previo y el nuevo.
Los planes de estudio de los programas que ofrece las Unidades Tecnológicas de Santander
fundamentan sus prácticas docentes en un modelo pedagógico que, entre otras, tiene las
siguientes características:
Centra los esfuerzos en lo esencial. Si bien es cierto que los procesos académicos en
cualquier nivel requieren aprendizajes, estos se deben orientar hacia el manejo y
apropiación de los conceptos básicos de las ciencias, las tecnologías y de las
metodologías. Aprender menos cosas para profundizar más. El proceso se centra en las
estructuras esenciales, en las competencias, y no en la acumulación de contenidos. Centra
su énfasis en los procesos y en los resultados del aprendizaje.
Podemos caracterizar nuestro modelo alrededor de las siguientes preguntas: ¿Para qué
enseñar? - ¿Qué enseñar? - ¿Cómo enseñar? - ¿Qué y cómo evaluar?.
Desde la Misión institucional estamos comprometidos a formar profesionales “con actitud crítica
ética y creativa en los campos de las ciencias naturales aplicadas y las ciencias
socioeconómicas y empresariales, mediante programas de formación por ciclos propedéuticos,
con fundamento en procesos académicos de calidad, como resultado de la auto-evaluación
permanente, la construcción y aplicación del conocimiento científico y tecnológico, la formación
en valores éticos, el compromiso y la responsabilidad social; con el propósito de contribuir al
desarrollo integral de nuestros estudiantes y a la solución de problemas del entorno regional y
nacional”.
Desarrollo armónico y sostenible de todas las dimensiones del ser humano, siendo el
estudiante agente de su propia formación.
Desarrollo pleno de la persona: de sus capacidades cognitivas, socio-afectivas y
comunicativas.
Desarrollo y consolidación de conocimientos, prácticas, competencias y disposiciones en
los estudiantes con las cuales puedan enfrentar diferentes situaciones y escenarios
laborales cada vez más complejos, diversos e integrados.
Formación de un pensamiento innovador e inteligente, con capacidad de diseñar, construir,
ejecutar, controlar, transformar y operar los medios y procesos que han de favorecer la
acción del hombre en la solución de problemas que demandan los sectores productivos y
de servicios del país.
Formación de tecnólogos y profesionales capaces de mantener el rigor y el compromiso
con el trabajo, capaces de aportar herramientas conceptuales y metodológicas para el
análisis y la solución de problemas, y de implementar métodos de trabajo en equipo.
Formación de ciudadanos, mayores de edad, con capacidad de responder por sus actos,
de ceder ante la racionalidad de los argumentos y de estar abiertos a aceptar nuevas
reglas de juego.
En consecuencia podemos definir el tipo de persona y profesional que queremos formar así:
Es un profesional analítico y reflexivo, con capacidad para tomar decisiones y trabajar en
equipo, capaz de emprender proyectos y enfrentar los retos de un mundo globalizado sin
perder identidad cultural.
Es una persona íntegra y competente que crece como ser humano y actúa como
ciudadano con responsabilidad social, con fundamento en los valores y competencias que
adquiere en el proceso formativo.
Es un ser humano con actitud positiva ante la vida, en quien se integran conocimientos,
habilidades y valores que le permiten comprender su papel en la sociedad y generar
soluciones a los problemas de la región y el país.
Es un ciudadano respetuoso y participativo capaz de comunicarse con los demás, de
intervenir en la realidad de su entorno con respeto por el medio ambiente, de contribuir al
rescate y fortalecimiento de los referentes culturales autóctonos básicos.
Es un profesional capaz de diseñar, construir, ejecutar, controlar, transformar y operar los
medios y procesos que han de favorecer la acción del hombre en la solución de problemas
que demandan los sectores productivos y de servicios del país.
Es una persona con capacidad de liderazgo, autoformación, espíritu empresarial, que está
en condiciones de incursionar con éxito en el mercado laboral.
Es un profesional con un alto nivel de desarrollo de sus competencias cognitivas, socio-
afectivas y comunicativas para enfrentar las diferentes situaciones y escenarios laborales
cada vez más diversos y complejos.
En fin, es un profesional – hombre o mujer – con identidad, sentido de pertenencia, respeto
por los valores, con un claro sentido de ciudadanía y con competencias básicas y
profesionales muy bien definidas.
¿Qué enseñar?
Nos remite a definir el currículo, la enseñanza y el aprendizaje.
Por el carácter sistémico del proceso formativo se debe garantizar que los objetivos curriculares
que se formulan en cada programa académico determinen y precisen los objetivos que se
deben alcanzar en las áreas, en los componentes y en las asignaturas. En sentido inverso, es
necesario que los contenidos se integren como sistema, interrelacionado las áreas,
componentes y asignaturas, de modo tal que en cada semestre y nivel se vayan alcanzando
los objetivos programados.
En la tarea de decidir qué contenidos curriculares se van a seleccionar, además de
organizarlos y buscar su secuencia, es necesario considerar criterios epistemológicos, sociales,
y el desarrollo cognitivo de los alumnos, sin lo cual se corre el riesgo de no seleccionar los
contenidos pertinentes. En esta selección se deben privilegiar los conocimientos que permitan
acceder a los fundamentos de las disciplinas y de las profesiones, y que tengan relaciones
claras y explícitas con el objeto de estudio del programa académico. Asímismo, debe
considerarse la delimitación actualizada del objeto de conocimiento y del campo de acción de
la correspondiente profesión. Es necesario recoger los problemas claves y básicos de las
profesiones, disciplinas y tecnologías como objeto de conocimiento. Esto implica desarrollar la
capacidad de reconocer problemas, analizarlos, resolverlos, reconceptualizarlos, de acuerdo
con la tradición y los desarrollos de las diferentes áreas o disciplinas.
En cuanto al diseño y contenido curricular, el docente tiene que centrarse en los contenidos
básicos fundamentales que permitan la adquisición y el desarrollo de competencias. Se trata
de tener estudiantes con las cabezas bien puestas, pensantes y críticos, y no con cabezas bien
llenas. El proceso se debe centrar en las estructuras esenciales, en las competencias, y no en
la acumulación de contenidos a veces obsoletos, inútiles o impertinentes.
Los contenidos son las estructuras conceptuales básicas del conocimiento y de cada una de
las dimensiones del desarrollo humano que se deben promover para favorecer la formación
integral de los estudiantes. Debemos considerar tres grupos de contenidos: el de los saberes
específicos; el de las actitudes y valores; y el de las habilidades y destrezas. Los contenidos
comprenden todos los aprendizajes que los alumnos deben alcanzar para progresar en la
dirección que señalan las metas de formación (objetivos), en cualquier área o fuera de ellas,
por lo que es necesario estimular comportamientos, adquirir valores, actitudes y habilidades de
pensamiento, además de conocimientos.
En el diseño del currículo hay que considerar los contenidos relacionados a un saber
(estructura interna de las disciplinas de conocimiento), a un saber ser (actitudes y valores
necesarios para tener desempeños idóneos) y a un saber hacer (acciones específicas para
resolver problemas en el contexto de una profesión).
¿Cómo enseñar?
Nos remite a definir la relación docente-estudiante y las estrategias didácticas.
La relación docente-estudiante
Tenemos que considerar las estrategias de enseñanza y las estrategias para garantizar el
aprendizaje de los estudiantes. El ¿cómo enseñar? está relacionado con la pregunta sobre el
¿cómo se aprende?, de cuya respuesta proviene en buena medida el papel que se le asigna al
docente, al saber y al estudiante en el proceso educativo.
Debido a que desde nuestro modelo ubicamos al estudiante como protagonista del proceso
educativo no podemos explicar el aprendizaje sin una participación activa del mismo, lo cual
implica el desarrollo de su capacidad de aprender y, en consecuencia, un mayor protagonismo
en el desarrollo de actividades de aprendizaje autónomo. En este sentido, se busca superar la
utilización predominante de metodologías frontales y acceder a metodologías interactivas,
participativas, en el aula de clase, en los laboratorios, en los trabajos de campo, etc., de modo
que tanto el trabajo personal como cooperativo contribuyan a un mayor logro de aprendizaje en
los alumnos.
El sistema de créditos académicos implica pasar de una concepción del docente como
transmisor de información y controlador de resultados a otra basada en la formación y
acompañamiento de procesos de acuerdo con los intereses y las capacidades de los
estudiantes. Por lo tanto, favorece estrategias didácticas en las cuales existe una real y efectiva
participación de los estudiantes y una articulación con los problemas específicos del medio.
Existen procedimientos didácticos (técnicas) para el trabajo del docente con sus estudiantes en
el aula y fuera del aula. Para el trabajo de docentes y estudiantes en el aula (tiempo presencial)
están: la clase magistral, el seminario, el panel, el estudio de casos, las simulaciones, las
prácticas, el trabajo en equipos. Para el trabajo de docentes y estudiantes fuera del aula
(tiempo independiente) están: el desarrollo de guías de lectura, los protocolos de búsqueda de
información, las pautas para trabajo individual y grupal, las guías metodológicas, los portafolios,
las consultorías, las tutorías, la búsqueda asistida en la biblioteca, la búsqueda asistida en
internet.
Evaluar los aprendizajes significa valorar los cambios y los resultados que se producen en los
estudiantes como consecuencia del proceso de formación. Para ello es necesario definir qué
aprendizajes se van a evaluar teniendo en cuenta el principio de que los estudiantes aprenden
mucho más que conocimientos, destrezas y procedimientos; aprenden también a resolver
problemas, a tomar decisiones en situaciones prácticas, a desarrollar actitudes, intereses,
hábitos intelectuales, comportamientos sociales, desarrollo del pensamiento, y muchos más.
De una evaluación centrada en los resultados (evaluación sumativa) se pasa a una concepción
que tiene en cuenta las condiciones iniciales (evaluación diagnostica) y los procesos
educativos. Se habla así entonces de evaluación continua y formativa. De una evaluación
rígida, orientada al producto y que enfatiza la calificación, se postula una evaluación integral
que tenga en cuenta el proceso y el producto, que considere logros concretos y que
diversifique los instrumentos y técnicas de evaluación.
La evaluación permite valorar el esfuerzo y los logros de los estudiantes en función de las
metas de formación; todo esto permite a un programa académico y a la institución certificar
ante la sociedad el dominio del estudiante de un conjunto de competencias básicas,
académicas y profesionales. La evaluación tiene, además, la función de hacer un seguimiento
del aprendizaje, de los factores de avance en el proceso y poder así hacer los correctivos
necesarios.
Para ello se debe hacer uso no sólo de los exámenes o instrumentos similares, sino de guías
de seguimiento, pautas de apreciación del desempeño, portafolios, carpetas, informes
analíticos, con la intervención del docente y la participación del estudiante. La evaluación debe
estar orientada a la compresión de lo que ocurre en el proceso de enseñanza–aprendizaje y así
diseñar los planes de mejoramiento necesarios para garantizar la calidad en los procesos de
formación.
En la evaluación se debe empezar por definir qué tipo de aprendizajes y qué competencias se
van a evaluar, pues es el tipo de aprendizaje que se quiere lograr y las competencias que se
espera desarrollen los estudiantes lo que está representado en la evaluación; asimismo, se
debe definir el ¿cómo voy a evaluar? (técnicas, instrumentos); y el propósito de la evaluación
(¿Qué vamos a hacer con el resultado de la evaluación?).
Se puede afirmar que una institución educativa no se ha desentendido del aprendizaje cuando
de un proceso educativo surgen estudiantes dueños de las competencias necesarias para
moverse con orientación y creatividad en un contexto social como el de estos tiempos; dueños
de los instrumentos necesarios como para expresarse, comunicarse solidariamente, resolver
problemas productivos y sociales, explicar causas y prever las consecuencias de sus propias
acciones. Tales competencias e instrumentos no se improvisan de la noche a la mañana; son
el resultado de largos procesos de maduración y de interacciones. Y esos procesos implican la
tarea del educador de promover y acompañar el aprendizaje.
Su tarea se centra en acompañar al estudiante para que entienda qué es lo que hace cuando
aprende, en orientarlo y estimularlo en su actividad intelectual. El docente debe reconocer que
sus estudiantes tienen uso de razón, posibilidad de movilizar su pensamiento, de
responsabilizarse y analizar los temas de la clase, de darle sentido a los conceptos desde sus
experiencias previas, de reflexionar sobre las preguntas propuestas y formular conjeturas e
hipótesis de solución para ser discutidas y puestas a prueba.
La función del docente no es dictar clase y examinar a los alumnos, sino propiciar el desarrollo
de conocimientos creativos y enseñarles estrategias de autorregulación y control de su proceso
de aprendizaje, es decir, que los alumnos aprendan a aprender y a pensar y a auto-evaluarse
sobre la marcha.
El docente pone énfasis en su preocupación por el saber. El supuesto en que se basa este
saber no tiene un carácter enciclopédico, sino que liga profundamente pensamiento, valor y
acción competente en su dominio pedagógico. Analiza sus acciones educativas y las ideas que
le sirven de base (metacognición). La propia experiencia convertida en ocasión de aprendizaje
implica el desarrollo de la capacidad de reflexionar críticamente sobre ella; esta reflexión puede
adquirir paulatinamente mayores niveles de sistematicidad y rigor teórico-metodológico.
Realiza un trabajo participativo, en oposición al trabajo aislado, con lo cual favorece su
enriquecimiento cognitivo, afectivo y social, gracias a las experiencias de los otros, el
intercambio de ideas, la aceptación de puntos de vista diferentes y el logro de consensos.
Debe participar activamente en el aprendizaje debido a que éste ocurre de manera activa y
singular en cada individuo. Es el estudiante quien controla su proceso de aprendizaje
influenciado por su historia personal, partiendo de lo que sabe, de lo que es, de la calidad del
proceso de mediación que recibe y de sus acciones sobre la realidad. Estas acciones le
permiten plantearse interrogantes, hacer descubrimientos y, a su vez, lo conducen hacia
nuevas exploraciones y abstracciones (por eso la enseñanza eficaz implica estructurar
situaciones que permitan al alumno observar, actuar, analizar, formular hipótesis, investigar,
teorizar, construyendo así niveles de conocimiento progresivamente más avanzados).
El estudiante debe trabajar de manera interactiva con sus compañeros, pues esto facilita que
ellos aprendan de sus pares y se sientan más estimulados; su rendimiento es cualtitativamente
superior cuando trabaja cooperativamente debido a que los obliga a organizar mejor sus ideas
y sus actividades.