Documental Antropológico
Documental Antropológico
Documental Antropológico
El documental antropológico.
Una introducción teórico-práctica
CIMSUR
ISBN: 978-607-30-3078-6
Esta obra fue dictaminada positivamente por pares ciegos externos a solicitud del Comité Editorial del Centro de
Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur. Queda prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
¿Cómo entender el documental antropológico?, 11; Entre la in-
vestigación social y la comunicación audiovisual, 13; La cons-
trucción textual, 15; Antropología y documental, 18; Los pio-
neros, 18; Cine y antropología, una convivencia complicada,
23; Documental y estructura dramática, 25; Reformas y revolu-
ciones, 26; La organización del libro, 30
[7]
Capítulo III. Métodos antropológicos en el documental . . . . . . . . . . . . 135
Preproducción, 136; Establecer un tema, 136; Definiendo a los
personajes, 138; La investigación y el campo, 142; Producción,
146; La entrevista, 149; Principios básicos, 150; Preparación
de la entrevista, 153; Locación, 154; El día de la entrevista, 158;
Conclusiones, 166
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
[8]
Introducción
[9]
10 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
3
La textualización en este trabajo se concibe de una forma más amplia que una mera
figura logocentrista con texto escrito y/o palabra al centro de ella. Más bien, se entiende
como la práctica de seleccionar y codificar retazos de la realidad social con el fin de trans-
mitir ideas, sentimientos o intenciones a otras personas mediante documentos, imágenes,
sonidos y demás. Así, para los fines de este material, elementos con información codificada
como fotografías, pinturas, cine, videos y sonidos son considerados también como textos.
introducción • 13
Debo confesar que hay una parte en mí que le preocupa que posiblemente el
entrenamiento intelectual que uno recibe a través de una educación formal
en antropología, como la que yo recibí, en la que uno aprende a analizar la
información etnográfica y presentar conclusiones en la forma de un argu-
mento escrito, dificulta hacer la transición al diferente tipo de lenguaje, a la
diferente inspiración que se necesita cuando se hace cine. Sobre la base de
mi propia experiencia, diría que si uno se quiere volver un cineasta de docu-
mentales etnográficos, en cierto sentido es una desventaja el haber tenido un
entrenamiento formal en antropología porque significa que es necesario un
poco de desentrenamiento para permitirnos utilizar los medios visuales de
forma más creativa e interesante. Sin embargo, mantengo la esperanza de que
es posible trabajar en diferentes registros intelectuales según el medio que se
esté utilizando (Flores 2009:94).
La construcción textual
Antropología y documental
Los pioneros
jirafa herida previamente por ellos hasta darle muerte cinco días después con flechas en-
venenadas, en realidad, como se supo después, no se trató de un solo evento sino de varias
jornadas con diferentes cazadores que se fueron uniendo a los dos personajes principales;
la primera herida a la jirafa fue hecha con arma de fuego y los cazadores no iban todo el
tiempo a pie por el desierto, sino muchas veces en el vehículo del mismo Marshall. Estas
revelaciones provocaron cierto escándalo en círculos antropológicos, pero no tanto entre
los documentalistas profesionales, quienes están más acostumbrados a aceptar este tipo
de licencias para armar y mostrar un material final integrado que parece un único evento
(véase Henley 2013:316).
introducción • 19
razas.5 Para 1895, Regnault utilizando esta técnica filmó a una mujer wolof
de Senegal trabajando el barro en la Exhibición Etnográfica de París,
siendo este probablemente el primer registro etnográfico con imágenes
mecánicas en secuencia. Posteriormente, tanto Regnault como su colega
Azouley (quien ya empezaba a experimentar con los cilindros de Edison
para grabar sonido) concibieron, a partir de esta nueva herramienta, el
primer museo audiovisual de carácter antropológico, señalando que: «Los
museos etnográficos deben tener cronofotografías. No es suficiente tener
un telar, una rueda, una lanza. Uno debe saber cómo operan, y la única
forma de conocerlo de forma precisa es a través de la cronofotografía»
(Rouch 2003:31).
Unos años después, en 1898, se dieron las primeras filmaciones plena-
mente reconocidas como de carácter antropológico durante la expedición
de la Universidad de Cambridge al Estrecho de Torres, un archipiélago
entre Australia y Nueva Guinea, en la que participaron científicos de va-
rias disciplinas. Se trató de un material de cuatro minutos filmado por
Alfred Haddon sobre una ceremonia de iniciación melanesia y otra donde
se ve a un grupo de hombres haciendo fuego. El detalle de la descrip-
ción etnográfica visual fue tal que el mismo Haddon pensó que a partir
de entonces la cámara filmadora debería ser «una pieza indispensable del
aparato antropológico» (citado en MacDougall 1997:282).6 Estas primeras
experiencias fueron dando la pauta hacia lo que sería luego una práctica
normal en la antropología y es que los investigadores empezaron a re-
cabar directamente los datos en el campo y en buena medida dejaron de
basarse en información de segunda mano de personas no entrenadas en la
recolección de datos etnográficos, como administradores coloniales, mi-
sioneros, comerciantes o viajeros de cualquier tipo.
Los nuevos desarrollos tecnológicos apoyarían la misión, ya en
marcha, de objetivar, clasificar, estandarizar y representar desde lo que
ha sido genéricamente conocido como Occidente a sujetos y sus culturas
5
La «cronofotografía», el antecesor más inmediato al cine, había sido desarrollada por
investigadores como Eadweard Muybridge y Étienne-Jules Marey para estudiar los movi-
mientos físicos de animales y humanos en las décadas de 1870 y 1880. Poco tiempo después
los hermanos Lumière perfeccionaron el «cinematógrafo», que dio paso al filme como lo
conocemos en la actualidad.
6
La danza filmada se asociaba con el culto secreto de cacería de cabezas conocido
como malu-bomai, el cual había sido abandonado unos 25 años atrás cuando los isleños se
convirtieron al cristianismo. Para recrear las máscaras originales de caparazón de tortuga
que ya habían sido destruidas, Haddon proporcionó cartón a los isleños para que las hi-
cieran nuevamente con ese material y fueran usadas exclusivamente durante la filmación.
Una de ellas aún se encuentra resguardada en Cambridge (véase Henley 2001:18).
22 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Ceremonia en Melanesia. Expedición Cambridge al Estrecho de Torres (1898). Foto: British Film
Institute (https://thebioscope.net/2010/10/17/).
7
Occidente es un término elusivo sin una definición cerrada debido a que es entendido
de formas distintas por diversos autores. Sin embargo, para fines de este trabajo se entiende
como el espacio creado con la construcción ideológica hegemónica dominante de las élites
económicas, intelectuales y políticas mayoritariamente originarias de Europa y Estados
Unidos, y sobre el que se construyó el pensamiento ilustrado/moderno/colonial.
introducción • 23
Mientras fue una vez la cámara la que había registrado la refracción de la luz
de los objetos, ahora el antropólogo de campo llegó a lo que fue articulado
como una relación no mediada con la gente que estudiaba. La observación
participante transcrita en un texto monográfico capturó ahora el alma de un
pueblo (Pinney 1992:82).
9
Teóricos como Walter Benjamin, por ejemplo, pensaban en los años 1930 que el re-
gistro superficial de lugares y personas decía poco de las circunstancias sociopolíticas que
influían en la experiencia humana (véase Price y Wells 2001:24).
introducción • 25
Reformas y revoluciones
Hasta la primera mitad del siglo xx, muchos de los documentales enmar-
cados en lenguajes reconocidos como científicos o académicos, a la vez
que informaban con fines pedagógicos, también cumplieron con objetivos
políticos y propagandísticos para referirse a los «problemas sociales».
Entonces era normal que antropólogos y otros especialistas relacionados
se sumaran a proyectos más amplios de sus respectivos Estados nacionales
que frecuentemente financiaban sus producciones. John Grierson incluso
llegó a señalar la importancia en Inglaterra de este género cinematográfico
para reforzar la «cohesión nacional», lo que a su vez ayudaría formar un
«ejército de ciudadanos» (Velleggia 2010:148).
De ese modo, desde los años treinta el documental social en general
se integró a proyectos políticos reformistas que promulgaban valores li-
berales que a la vez evitaban referirse a movimientos más radicales de
cambio social (Price 2001:94).10 En dicho contexto, el medio se incluyó
en proyectos en los que se aplicaban políticas hacia los pobres o en pro-
gramas de integración nacional para grupos marginados, como los indí-
genas con el impulso del indigenismo en el caso de América Latina. De
10
Hubo algunas experiencias de cine más crítico que en un momento dado fueron a
contracorriente a las necesidades y políticas estatales. Ejemplo notable de ellas son, en la
Unión Soviética, el «cine-tren» de Alexander Medvedkin en los años treinta, el documental
Las Hurdes: tierra sin pan (1932) de Luis Buñuel, basado en un texto antropológico que re-
trata las condiciones de miseria y marginalidad de campesinos españoles y el Free Cinema
inglés de los años cincuenta (Velleggia 2010).
introducción • 27
11
Esto no es algo nuevo, ya que desde comienzos del siglo xx, el sociólogo francés
Èmile Durkheim señalaba que las ciencias sociales no merecían una hora de esfuerzo si
sirvieran solo a un interés especulativo sin contribuir a orientar las acciones humanas. Al
mismo tiempo, el padre de la antropología estadounidense, Franz Boas, insistía en que la
disciplina tenía la obligación de referirse a los problemas sociales de su tiempo (Fassin
2013:625).
introducción • 31
12
Ejemplo de esto es el trabajo sobre públicos en México de parte de la antropóloga Ana
Rosas Mantecón Ir al cine: antropología de los públicos, la ciudad y las pantallas, CDMX,
Editorial Gedisa/UAM Iztapalapa, 2017. Igualmente, está el material de Claudine Cyr y
Antonio Zirión, «Circuitos alternos. Nuevas redes y estrategias creativas para la difusión
del cine documental en México», en Claudia Curiel y Abel Muñoz (comps.), Reflexiones
sobre cine mexicano contemporáneo. Documental, México, Cineteca Nacional, 2014, p. 23-
35. Finalmente, para un panorama más global, se puede consultar la recopilación de Hugo
Chávez Carvajal, «Circulación y distribución de cine etnográfico en América Latina», en
Universitas, Revista de Ciencias Sociales y Humanas, 27, julio-diciembre, 2017, p. 19-43, así
como el trabajo de Aída Vallejo y María Paz Peirano (eds.) Film Festivals and Anthropology,
publicado por Cambridge Scholars Publishing en 2017.
Capítulo I. Antropología visual y cine etnográfico:
colonialismo, otredad y contestaciones1
E ste capítulo busca hacer un análisis crítico del papel que la fotografía y
el cine/video han jugado en la antropología a lo largo de su desarrollo
como disciplina. Dados los orígenes y las prácticas de la antropología en
general y de la antropología visual en particular, esto tiene que ser visto
en el contexto de los procesos coloniales, neocoloniales y de colonialismo
interno, y por lo tanto dentro de las relaciones de poder que normalmente
se han desarrollado en el proceso de representación de un grupo social
por otro hegemónico.
Es importante señalar aquí que no existe una definición acabada de lo
que es la antropología visual ni a partir de cuándo se origina, pues lo visual
siempre ha acompañado a la antropología en sus distintas corrientes desde
que se establece como disciplina formal en el siglo xix, aunque de forma
irregular e intermitente. Sin embargo, fue en los años treinta que los an-
tropólogos Margaret Mead y Gregory Bateson introdujeron perspectivas
teóricas a las representaciones visuales obtenidas durante sus trabajos
con fotografía y cine en el campo, especialmente en Bali y Nueva Guinea.
Aun así, no es hasta la aparición en 1967 del texto de John Collier y su
hijo Malcolm, Visual Anthropology: Photography as a Research Method
(Collier y Collier 1986) que el término comenzó a usarse ampliamente
en ámbitos académicos. Hoy en día, la discusión sobre los límites y al-
cances de la antropología visual sigue siendo un campo de debate dentro
de la antropología en general. Para fines de este capítulo, sin embargo, se
concebirá la antropología visual como aquella antropología que: a) utiliza
medios audiovisuales como apoyo a su trabajo de investigación ya sea para
acompañar al texto escrito o como herramienta metodológica; b) produce
1
Una versión temprana de este capítulo fue publicada en Flores 2007.
[35]
36 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
fusionando lo visual (cristalizado más que todo en el arte sacro) con nuevos
conocimientos y mediciones que con el tiempo se consolidarían como el
método científico. Esto propició un cambio gradual de paradigmas que
fue desplazando a la fe religiosa como medida de todas las cosas para dar
paso al pensamiento moderno en los siguientes siglos. Dicho impulso
inicial renacentista y sus necesidades históricas en términos socioeconó-
micos también fueron dando paso al desarrollo de nuevas tecnologías de
producción, representación y circulación que significaron revoluciones
profundas en las formas de entender y operar frente al mundo.
Así, para mediados del siglo xvi ya se había perfeccionado lo que se
conoció como la «cámara obscura», que permitía ver en un espacio cerrado
imágenes invertidas de lo que sucedía en el exterior y que se proyectaban a
través de un pequeño orificio.4 Junto a ello, también se dio el desarrollo de
la perspectiva en el arte, que transformó radicalmente la forma en que los
sujetos se relacionaron con las representaciones pictóricas y su realidad so-
cial. La nueva técnica, que logró una sensación más precisa de profundidad
en representaciones planas bidimensionales, no solo incrementó la noción
de realismo en el arte visual, sino que hizo que las imágenes fueran vistas
desde un punto de vista matemático, atemporal, confluente, unificador y
universal, convirtiendo al que mira en un personaje con el poder de deter-
minar desde su punto de vista cómo ver una escena. Al mismo tiempo, se
logró una visión estable, sin cambios, y que el sentido de las imágenes fuera
fijo aun «cuando el acto de ver es de hecho altamente cambiable y con-
textual» (Sturken y Cartwright 2001:113, 114). Lo anterior permitió además
asumir que el observador no formaba parte de lo observado. De ese modo,
el «naturalismo» cobró un fuerte impulso al proponer una representación
consciente de las acciones físicas y sociales en términos humanos y ex-
clusivamente seculares, lo cual vendría a desembocar siglos después en el
realismo posterior de la representación documental y antropológica (véase
Tomaselli 1999:155). El motor económico que empujó decididamente estos
cambios tan profundos y acelerados fue la expansión colonial europea, en
ese primer momento marcada por el «descubrimiento» y la dominación de
los habitantes del continente americano.
4
En realidad, este principio de la cámara obscura en el cual se basa la fotografía ya ha-
bía sido concebido teóricamente por Aristóteles. Luego, en el siglo ix, el matemático árabe
Ibn al-Haytham (o Alhazen) describió esta idea con más detalle. A comienzos del siglo xv,
el concepto se expandió cuando el arquitecto y escultor florentino Filippo Brunelleschi se
imaginó a sí mismo como una cámara para inventar la perspectiva lineal. Al finalizar ese
siglo, Leonardo da Vinci realizó los primeros bocetos de la cámara obscura que ya dieron
una forma tangible a la idea (Barsam 1992:9).
38 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Antropología y fotografía
colectivos de la era moderna.11 Ese mismo año, tras la noticia de los pri-
meros daguerrotipos, el destacado matemático, físico y astrónomo francés
François Arago, señaló por su parte que el invento habría de romper las
barreras del analfabetismo y de las diferencias lingüísticas para acercarnos
a una suerte de lenguaje universal enraizado en la ciencia y capaz de cons-
truir discursos transhistóricos y transculturales:
11
La genialidad de investigadores europeos como Niepce, Daguerre, Fox Talbot y
Bayard se fue combinando para hacer de la fotografía una realidad. Sin embargo, fueron
las posibilidades socioeconómicas las que impulsaron definitivamente el desarrollo de la
capacidad de fijar la imagen utilizando químicos. Hay fuentes que indican que la fotografía
fue simultáneamente inventada en la década de 1830 en Brasil por el artista y cartografista
de origen francés radicado en São Paulo, Hércules Florence, quien cuando se enteró del
invento de Daguerre comentó con pesar que en Brasil no contaba con «mejores recursos
materiales» para desarrollar y difundir su idea (Kossoy 1998:24).
12
Este pensamiento ha tenido una larga durabilidad, como lo muestra el hecho de que
más de un siglo después, en 1960, Edward Steicher, director del departamento de fotografía
del Museo de Arte Moderno de Nueva York, escribió: «Mucho antes del nacimiento de una
lengua en el mundo el cavernícola se comunicaba con imágenes visuales. La invención
de la fotografía dio a la comunicación visual su lenguaje más simple, directo, universal»
(Sekula 2013:94).
13
En el diario mexicano El Cosmopolita se leía, el 29 de enero de 1840: «El domingo
28 se ha hecho en esta capital el primer experimento de daguerrotipia y en unos cuantos
minutos quedó la catedral perfectamente copiada» (Kossoy 1998:52).
antropología visual y cine etnográfico: colonialismo, otredad… • 43
14
A propósito de este ímpetu de clasificación positivista sobre el mundo «natural»,
Richard Owen, el famoso naturalista y crítico de Darwin, cuando en 1863 indicaba a la
Oficina de Relaciones Exteriores británica sobre qué hacer con las fotografías «estereoscó-
picas» traídas por Charles Livingston a Londres tras su aventura en África señalaba: «Con
respecto a las fotografías, ya que son los registros más útiles y fieles de las características
físicas de las tribus nativas, sugiero la posibilidad de que sean impresas, en el interés de la
etnología. No tengo dudas de que las fotografías de rocas serán igualmente útiles para el
geólogo y las de árboles a los botánicos...» (en Ryan 1997:32).
44 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Expansión colonial e imagen. Foto: Arthur Radclyffe Dugmore, 1910 (en Ryan 1997:134).
15
Esta reinvención de las sociedades en la órbita de la expansión colonial fue lo que el
investigador palestino-estadounidense Edward Said llamó Orientalismo, señalando que el
Oriente, casi una invención europea, «ha servido para que Europa (u Occidente) se defina en
contraposición a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia» (Said 2004:20).
16
Al respecto, Susan Sontag, llama la atención sobre las similitudes entre un arma fuego
y la cámara, ya que ambos instrumentos se cargan, apuntan y disparan. La cámara, señala,
«es una sublimación de la pistola» (Sontag 2013:14).
17
Resulta revelador para nuestro tema lo que el teórico francés Michel Foucault mostró
cuando hablaba del panóptico, un método inventado en las prisiones europeas en el siglo xviii
para desde una torre poder vigilar a los reclusos sin que estos supieran cuándo los estaban
viendo y cuándo no: «El Poder disciplinario [...] se ejerce a través de su invisibilidad; al mismo
tiempo se impone sobre aquellos que están sujetos a un principio de visibilidad obligatoria. En
la disciplina, son los sujetos los que tienen que ser vistos. [...] Es el hecho de ser constantemen-
te visto, de que siempre sea posible ser visto, lo que mantiene al individuo bajo disciplina en su
propia sujeción» (Pinney 1992:76).
46 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
imágenes por medios mecánicos llevó también, desde esta lógica, a una
fuerte actitud acrítica motivada por la ilusión que generó el uso de la cá-
mara en el sentido de que haría posible capturar no tanto las impresiones
de eventos, sino los eventos mismos. De esta forma, la mayoría de regis-
tros y saberes antropológicos enmarcados en esta pretensión de objeti-
vidad tecno-científica fueron sometidos a una limitación determinante:
«la concepción de que todo conocimiento está constituido por ideas no
políticas; esto es, ideas eruditas, académicas, imparciales y supraparti-
distas» (Said 2004:31).18
Algunos investigadores relacionados con la antropología comenzaron
a adoptar el medio de forma casi inmediata, pero no siempre le encon-
traron un uso que fuera suficiente en sí mismo si no se acompañaba del
texto escrito. Así, Franz Boas, padre de la antropología cultural norteame-
ricana, empezó a utilizar la fotografía como referencia, con la ayuda del fo-
tógrafo O. C. Hasting desde 1894 (Tomaselli 1999:2), aunque siguió privile-
giando la escritura en sus voluminosos trabajos. De la misma manera, uno
de los principales referentes de la antropología anglosajona, Bronislaw
Malinowski, incursionó también brevemente en la producción fotográ-
fica y cinematográfica durante su trabajo de campo entre los trobian de
Melanesia, a comienzos del siglo xx. Tales recursos técnicos fueron vistos
por el investigador de origen polaco como auxiliares marginales en el re-
gistro de los sistemas de creencias de las personas estudiadas para alcanzar
el objetivo mayor de atrapar «el punto de vista del nativo, su relación con
la vida para entender su visión del mundo» (Worth y Adair 1972:12). Así,
aunque en Los Argonautas del Pacífico Occidental Malinowski incluyó más
de 70 fotografías del grupo estudiado (Ball y Smith 2010:306), la técnica
no tuvo tanta importancia en su trabajo y más bien la entendió como una
forma de registrar superficie en vez de profundidad, siendo esto último el
trabajo del antropólogo. Bajo este supuesto, el enfoque del investigador
se debía centrar no tanto en los rasgos visibles inmediatos sino en la «es-
tructura social» entendida tras largos periodos de trabajo de campo como
forma privilegiada de validar la realidad (véase Edwards 1992:4; Pinney
1992:78).19
18
Derek Paget indica que el término «documentar» se empezó a utilizar hacia el siglo
xvii en el ámbito del derecho, al ser vinculado cada vez más al concepto de «evidencia»
objetiva para ser presentada ante las cortes de justicia (en Grau 2002:151).
19
En su diario de campo, sin embargo, se lee: «Me dediqué a la fotografía como una ocu-
pación secundaria y un sistema poco importante de recoger datos. Esto fue un serio error.
Al redactar mi material sobre los huertos encontré que el control de mis notas de campo
con base en las fotografías me obligó a reformular mis explicaciones sobre innumerables
antropología visual y cine etnográfico: colonialismo, otredad… • 47
constituir no tanto un lenguaje universal sino más bien se trató del apetito
de captura de lo primitivo donde paradójicamente interaccionaban no solo
instrumentos tecnológicamente avanzados, sino todo un sistema de en-
tendimientos y deseos primarios a partir de sentir el mundo directamente
desde una conexión prelingüística y afectiva lograda con el órgano de la
vista y, por extensión, con la cámara. Así, la imagen bajo tales parámetros
se convirtió en el sueño de un naturalismo romántico, con una fe ilimitada
en la tecnología, en la que lo importante fue no solo la inmanente uni-
versalidad del sentido de las cosas, sino el proyecto de hegemonía global.
Por lo tanto, el lenguaje de los centros imperiales fue impuesto «tanto de
forma forzada como seductiva, sobre las periferias» (Sekula 2013:96).
Por otro lado, una buena parte de las filmaciones de la época fueron
actuadas y recreadas frente a la cámara. Esa práctica sería común en mu-
chos de los documentales antropológicos que se esforzaban por mantener
y construir el aura de autenticidad en sus producciones, aunque muchas
veces se hiciera la reconstrucción de forma inadecuada. Por ejemplo,
Baldwin Spencer filmó a comienzos del siglo xx cerca de 40 minutos de
danzas aborígenes del grupo arrente en Australia, las cuales se realizaban
generalmente de noche pero, para la filmación, fueron ejecutadas de día
para que la cámara las pudiera captar.22 De igual manera, tenemos un
ejemplo muy temprano en Latinoamérica de documental antropológico
con la película Rituales y fiestas bororo (1917), dirigida por Luiz Thomaz
Reis, que formó parte del proceso de penetración de la selva amazónica y
del rescate simbólico del indio en el proceso de construcción nacional de
Brasil.23 Aunque el documento visual tiene una alta calidad técnica y fue
aclamado durante su difusión tanto en Brasil como en otros lugares como
Nueva York, investigaciones posteriores revelaron que los rituales mor-
tuorios que practicaban los bororo no fueron registrados ni en la forma ni
en la secuencia en que se daban en la realidad (Henley 2013:311, 312).
22
Hoy en día es muy poco lo que se puede consultar de este material ya que exis-
ten restricciones para ello porque los arrente consideran estas prácticas como sagradas y
por lo tanto solo lo pueden ver quienes han sido propiamente iniciados para ello (Henley
2013:311).
23
Se ha propuesto que este material visual pudiera ser el primer documental etnográfi-
co en su sentido moderno en la historia, aunque su director, un militar comisionado para
hacerlo, no haya tenido ni intención ni entrenamiento etnográficos (este grupo fue filmado
después en los años treinta por los etnólogos Dina y Claude Lévi-Strauss, aunque la versión
final de un par de cortos de 8 min. cada uno en 16 mm tiene una calidad técnica menor que
la de Reis). Para un excelente artículo alrededor de este temprano registro véase Caiuby, Da
Cunha y Henley (2017:105-146).
52 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
J. A. Haeseler filmando a mujeres shawia del norte de África (1920). Foto: Royal
Anthropological Institute
29
En el continente americano, sin embargo, hubo indios que nunca fueron totalmente
redimidos y permanecieron por mucho tiempo en el espacio de «lo salvaje».
30
Véase también Gamio (1916). Por su parte, Christian León, siguiendo a J. L. Herbert,
ubica el indigenismo como una fase particular de la dialéctica colonial «en la cual el colo-
nizador ha dejado de ser abiertamente racista para elaborar una metafísica humanista, apa-
rentemente igualitaria, en la cual el antagonismo es cuidadosamente eliminado» (2010:44).
antropología visual y cine etnográfico: colonialismo, otredad… • 57
En la segunda mitad del siglo xx, junto con las luchas independentistas de
pueblos de África y Asia para ganar derechos de autodeterminación, se dio
el involucramiento de algunos intelectuales y académicos en procesos de
liberación nacional, lo cual impactó las ciencias sociales y la práctica do-
cumental en general. Frantz Fanon, uno de los pensadores anticoloniales
más relevantes de ese periodo, escribió entonces en su texto Piel negra,
máscaras blancas (1952) que los movimientos de liberación provocarían,
con la ruptura del viejo orden colonial, la emergencia de un mundo posra-
cista en el que negros y blancos se alejarían «de las voces de sus ancestros
para que pueda nacer una auténtica comunicación» (Jones 2005:118).33 En
Estados Unidos, por su parte, se desarrolló en los años sesenta la lucha
por los derechos civiles de la población negra y una oposición creciente
a la intervención militar estadounidense en contra del movimiento de li-
beración nacional en Vietnam. El cine documental de entonces se nutrió,
por lo tanto, con dichas situaciones de agitación y crisis social cuyos pa-
rámetros, que se habían sostenido bajo criterios hegemónicos de «norma-
lidad», fueron cuestionados. Esa circunstancia favoreció la aparición de
nuevos formatos narrativos, muchas veces contestatarios.
En América Latina, teniendo principalmente el ejemplo de la revo-
lución cubana de 1959, se experimentó de igual manera un clima de agi-
tación social y de cambio político durante las décadas de la posguerra,
lo cual, junto a las nuevas posibilidades tecnológicas del cine, también
provocó que directores locales desarrollaran algunas versiones cinemato-
gráficas propias, acordes con las luchas sociales del momento. Tales pro-
puestas, conocidas como «cine comprometido», «revolucionario», «tercer
33
Recuérdese que entre 1958 y 1960 Francia perdió 15 colonias africanas, que se habían
sumado a la pérdida de Vietnam unos años antes. El presidente francés Charles de Gaulle
resumió así desde el punto de vista del poder colonial tal periodo de cambio: «Considero
absurdo y ruinoso para los pueblos coloniales que basen sus nuevos logros en la ruptura
con los países que les precedieron en la civilización, y la abrieron a ellos» (Jones 2005:118).
60 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
37
El interés de Rouch por la producción de cine etnográfico se inició cuando se en-
contró con Flaherty en el Museo del Hombre en París, en 1938, durante la proyección de
las películas Nanook del norte y Moana. En el curso de la producción de estas películas,
Flaherty había proyectado sus rollos sin editar a los sujetos filmados para conseguir una re-
troalimentación que le ayudara a concebir las siguientes secuencias. Tanto Flaherty como
Rouch basaron mucha de su interacción en el campo sobre relaciones de colaboración
y largas temporadas con sus sujetos de estudio (véase Stoller 1992:26; Barbash y Taylor
1997:24; Barsam 1992:46-54).
64 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Paul Henley dictando conferencia magistral por el centenario de Jean Rouch. Foto: Carlos Y. Flores,
Bristol 2017.
Éste fue un paso previo importante para que el ini se involucrara poco
después en el proceso de transferencia de medios de comunicación a co-
munidades indígenas para que fueran estas las que produjeran sus propios
materiales audiovisuales. Dicha experiencia obtuvo algunos resultados im-
portantes en cuanto a la producción visual indígena alternativa desde los
años ochenta, que ya en los noventa derivó en los Centros de Video Indígena
en distintos estados del país (Flores 2005:11; Köhler 2004:393). La primera
práctica de dicha transferencia a comunidades indígenas fue en 1985 y contó
con la participación de mujeres artesanas de la comunidad de San Mateo del
Mar, en Oaxaca, quienes produjeron tres documentales en súper 8, aunque
solo uno es conocido hoy en día debido a que se logró transferir a 16 mm
para su proyección y distribución. Alberto Becerril, coordinador y fotógrafo
de este primer Taller de Cine Indígena indica que:
Equipo de mujeres ikood filmando en San Mateo del Mar, Oaxaca (1985). Foto: Alberto Becerril
(cortesía).
Con una mirada más crítica que la de sus predecesores, estos pro-
yectos de transferencia de habilidades cinematográficas utilizando medios
de comunicación audiovisual que se estaban dando en varias partes del
mundo rechazaron desde el principio la idea de percibir románticamente
a las comunidades como entidades tradicionales con una identidad cul-
tural auténtica ya dada. En vez de ello, se señalaba que las sociedades indí-
genas, como las de cualquier parte del mundo, experimentan un proceso
constante de construcción de identidades a través de representaciones hí-
bridas y, en este caso particular, con capacidad de combinar aspectos de
cultura y tecnología occidental con su propio contexto cultural (Ginsburg
1989:19; Turner 1992:6). No fue sino hasta este momento que la cámara y el
proceso de producción de video empezaron a ser apropiados activamente
por los indígenas para sus fines, generalmente como forma de ampliar sus
propuestas educativas y políticas, y para desarrollar procesos de autocon-
cientización (Köhler 2004).
72 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
narrativas que quizás no han sido del todo apreciados por la audiencia
tradicional/occidentalizada alrededor del mundo, pero que parecen ir ga-
nando cada vez más espacio y profesionalismo técnico y conceptual.
Pese a ello, las complejas dinámicas políticas internacionales de los
pueblos indígenas y su representación en materiales audiovisuales aún no
llegan a ocupar una atención suficiente dentro de los grandes festivales
del documental en general ni en el espacio de los estudios antropológicos
(Wilson y Stewart 2008:21). Hasta ahora, los foros principales para la di-
fusión de estas producciones indígenas han quedado mayoritariamente
restringidos a festivales dedicados a ellas, los espacios comunales, ong, o
al interior de la academia. Estas formas de autorrepresentación siempre
conllevan las preguntas de si se producen para ser consumidas dentro o
fuera del grupo; qué es lo comunicable hacia afuera y qué se preserva; y
cómo enfrentarse con cuestiones como la propiedad intelectual, la autoría
colectiva o la sostenibilidad. Sin dejar de tomar en cuenta lo anterior, sin
embargo, lo importante aquí es poder ubicar que tales propuestas alter-
nativas pueden articularse debido a que la vida colectiva y su memoria
histórica proporcionan un marco de comprensión igualmente alternativo
que muchas veces desafía los códigos naturalizados de narrativas cinema-
tográficas (Mora 2014:73; Shohat y Stam 2002:324).
En esta codificación alternativa existe lo que se ha llamado por los
estudiosos de la semiótica como algo «aberrante», pues de alguna manera
subvierte los significados dominantes y reelaboran mensajes no-domi-
nantes o claramente contrarios a los discursos hegemónicos. Sin embargo,
también puede ocurrir que significados dominantes queden inscritos en
una codificación subalterna alternativa (véase Tomaselli 1999:72; Schiwy
2009). En ese sentido, conviene no pasar por alto también los riesgos que
supone la concepción de «la comunidad» como algo homogéneo, definido
territorialmente y sin sus propias contradicciones internas, pues con fre-
cuencia son muchos los intereses que operan en el mismo espacio socio-
cultural, por lo que las expresiones que nos llegan de «video indígena»
bien podría tratarse de la visión de un solo grupo de entre varios dentro
de los esfuerzos de representación y de la lucha política comunal. Como
señala el antropólogo visual kichwa Yauri Muenala al analizar la produc-
ción indígena de Runacinema en Ecuador:
…al interno del grupo se hacen presentes las distancias generacionales y las
diferencias en cuanto género y posicionamientos críticos, lo cual ha llevado
a construir estrategias de producción basadas no solo en alianzas dadas por
76 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
El centro —la nación— siempre es diferente cuando se mira desde los már-
genes y encontrar el margen en la médula del centro involucra la evocación
de una todavía mayor diferencia que desafía el estatus trascendental de lo
nacional mientras revela también los meros límites de la modernidad y sus
justificaciones neocoloniales. Como señala Bhabha en su introducción a
Nation and Narration, la dimensión trasnacional del Estado-nación se puede
ver cuando los márgenes de la nación desplazan al centro (y) los pueblos de la
periferia regresan a reescribir la historia y la ficción de la metrópolis (López
1993:151).
Conclusiones
54
Otro referente obligado sería Néstor García Canclini (1989).
antropología visual y cine etnográfico: colonialismo, otredad… • 81
[85]
86 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
…las historias de vida y los «recuerdos» que vienen con ellas siempre tienen
una estructura política latente: la gente cuenta sus historias —o no las
cuenta— en condiciones que no son de su entera elaboración al interior de
1
Además, como indica Carmen Guarini, «El observador-cineasta es puesto ante el he-
cho de que las personas y los procesos que filma constituyen ‘puestas en escena’ que cada
grupo ofrece, y sobre las cuales esos mismos grupos ejercen un control que varía en rela-
ción con la presencia del tipo de observador y su grado de inserción en dicha realidad»
(Guarini 2005:164).
estilos narrativos en el documental antropológico • 87
Expositivo o explicativo
su formato como documental con voz en off no se realizó hasta los años
setenta), que explican el desarrollo de la personalidad individual en el am-
biente del pueblo estudiado. En estos trabajos, la voz superpuesta de la an-
tropóloga nos explica las características psicosociales que generan cierta
tipología de comportamiento cultural propio.
John Grierson, el realizador británico que popularizó el término «do-
cumental» y desarrolló su actividad cinematográfica en la primera mitad
del siglo xx, se inclinaba por este tipo de narrativa y la asumía como he-
rramienta educativa y como forma de elevar la moral social de un pú-
blico amplio durante la Depresión de 1929 o en los momentos previos a
la Segunda Guerra Mundial. Para él, el cine era un «púlpito» y urgía a los
documentalistas para que se volvieran «propagandistas» de temas sociales
al servicio de la cultura nacional (Barbash y Taylor 1997:18).2 El mismo
Grierson escribió que «nuestra teoría se ha relacionado, desde el principio,
a las necesidades de los gobiernos y las personas. Por un lado, nosotros
queríamos encontrar los patrones de los procesos sociales; por el otro,
los gobiernos querían que esos patrones fueran encontrados y descritos
e iluminados y presentados» (Grierson 1946/2013:32). Como señala Paul
Swan, «Grierson fue empujado a tomar en cuenta la creencia de Lenin en
el ‘poder del film para la propaganda ideológica’. La gran innovación de
Grierson fue la de adaptar este dictado revolucionario para los propósitos
de la democracia social» (Dancyger 2011:45).
Más adelante, los modelos de formación de masas, apoyándose en el
documental, sirvieron para los propósitos propagandísticos de grupos so-
ciales enfrentados militarmente como en la Segunda Guerra Mundial, en
la Guerra Civil española o durante la batalla ideológica que significó la
Guerra Fría entre el socialismo encabezado por la Unión Soviética, por un
lado, y el mundo capitalista con Estados Unidos y Europa por el otro. Aquí
destaca, por ejemplo, la figura de la alemana Leni Riefenstahl, la directora
de cine más conocida de la era hitleriana, con filmaciones como Olympia
I y II (1938) y Triunfo de la Voluntad (1934). Aunque en estas producciones
la voz en off no fue la predominante, sí lo fue el absoluto control del dis-
curso manejado por las imágenes dentro del marco referencial fascista. A
través de estos magníficos trabajos en términos de estética y construcción
2
En el nivel técnico, hay que tomar en cuenta también que en la primera mitad del
siglo xx era muy difícil sincronizar el sonido con la imagen, por lo que resultaba más fácil
montar una narración de locutor, música o sonidos con efectos especiales sobre el material
filmado, que utilizar entrevistas directas. La pista de audio era un trabajo particularmente
arduo que se hacía en el estudio con bastante independencia de la filmación.
estilos narrativos en el documental antropológico • 89
Al optar por este formato explicativo habrá que tomar en cuenta tam-
bién que los documentales guiados por la voz del narrador normalmente
envejecen más pronto que los materiales que no la tienen, pues las opi-
niones se dan en formas y contextos históricos particulares y por lo tanto
están marcadas por una temporalidad dada de la cual es difícil escapar.
5
Hay que tomar en cuenta también que estas propuestas deben mucho de su configura-
ción al fotoperiodismo previo, que desde la depresión económica de los años treinta venía
retratando en los dos lados del Atlántico las experiencias de personas ordinarias.
6
Jean Rouch reaplica este nombre en honor del realizador ruso, en su aclamado film
Chronique d’un été ‘Crónica de un verano’ (1961), dirigido junto a Edgar Morin, cuyo título
se completa con: une experience de cinéma vérité (Barsam 1992:301).
94 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
los eventos, no decirle a los personajes qué hacer, seguir la acción, editar
sin cambiar la línea de tiempo, etc. Se trataba de que la audiencia tuviera
la sensación de estar en el lugar de la filmación y hacer de la vida real un
teatro sin actores, sin guion y con frecuencia sin una opinión narrada, para
poder producir un fruto que solo podía ser producto de la experiencia de
y con los personajes. En ese sentido, algunas situaciones en el registro que
hubieran sido consideradas anteriormente como «errores», tales como
una filmación «movida», imágenes fuera de foco o sonido/ruido ambiental
muy presente, en este nuevo formato ayudaban a cimentar sensaciones de
subjetividad, realismo, cercanía y conexión emocional con el público. Sin
embargo, es importante resaltar que el cine directo, aunque pensado como
revolucionario en su momento, siguió contando con muchas de las carac-
terísticas formales de sus antecesores y de la ficción, especialmente en la
«estructura de crisis» que en algunos casos se apoya en paquetes dramá-
ticos convencionales (Plantinga 2010:192).
En el cinéma vérité, por su lado, las situaciones de crisis o dramas de
la vida real presentes en muchos documentales se lograron no solo si-
guiendo y registrando la acción, sino de hecho provocándolas con la in-
tervención de la cámara. Aquí, personajes y cámara se ubican en el centro
de los eventos, conscientes de su interacción en el proceso. De alguna
manera, esta práctica va en dirección contraria al análisis etic y distante
de una buena parte de la antropología tradicional. Investigadores como
Claude Lévi-Strauss, por ejemplo, comparaban dicho posicionamiento
etic con la astronomía, al hacer un símil sobre observar a las sociedades
humanas desde lejos para solo discernir sus constelaciones más brillantes.
Contrariamente, este nuevo enfoque vérité recuerda más bien el trabajo
del arqueólogo que necesariamente cava y por lo tanto perturba el espacio
en el que trabaja, pero a la vez encuentra rastros de evidencia cultural
que no habrían salido a la luz con un enfoque a nivel solo de superficie
(MacDougall 1998:135).
Tanto el cinéma vérité como el cine directo coinciden en el tiempo con
revoluciones del orden tecnológico y con movimientos de alta agitación so-
cial. Por el lado técnico se encuentra la reducción del tamaño del equipo de
audio y filmación y nuevas posibilidades en cuanto a la sincronización del
sonido con las imágenes.7 Además, con la aparición de cintas magnéticas
7
El uso de transistores en vez de tubos al vacío redujo el equipo de grabación de audio
de varios cientos de dólares a solo 30. Además, películas más sensibles permitieron utilizar
la luz natural disponible en vez de la iluminación artificial, hasta entonces esencial para las
filmaciones.
estilos narrativos en el documental antropológico • 95
La grabadora de cinta utilizada para registrar las historias que aparecen en este
libro ha hecho posible iniciar una nueva especie literaria de realismo social.
Con ayuda de la grabadora, las personas sin preparación, ineducadas y hasta
analfabetas pueden hablar de sí mismas y referir sus observaciones y expe-
riencias en una forma sin inhibiciones, espontánea y natural. Las historias de
Manuel, Roberto, Consuelo y Marta tienen una simplicidad, una sinceridad
y la naturaleza directa características de la lengua hablada, de la literatura
oral, en contraste con la literatura escrita. A pesar de su falta de preparación
formal, estos jóvenes se expresan notablemente bien, especialmente Consuelo,
que en ocasiones alcanza alturas poéticas. Aunque presas de sus problemas
irresolutos y de sus confusiones, han podido transmitirnos de sí mismos
lo suficiente para que nos sea permitido ver sus vidas desde adentro y para
8
La sincronización de sonido con imagen se había logrado desde los primeros años
del siglo xx; un ejemplo de ello fue la filmación que el antropólogo físico austriaco Rudolf
Pöch hizo en 1908 en el suroeste africano utilizando el fonógrafo mientras filmaba a un
miembro del grupo san. Sin embargo, el aparato de tecnología occidental que utilizaba
cilindros de cera inventados por Edison junto a los sujetos filmados destruía las expecta-
tivas de capturar a miembros de las comunidades estudiadas en su «ambiente natural». El
sonido sincronizado en el campo prácticamente no se utilizó nuevamente hasta la segunda
mitad del siglo xx, ya con la nueva tecnología descrita en este apartado.
96 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Cuando empezamos a debatir los métodos que usaríamos para hacer la pelí-
cula, no teníamos ningún manual de instrucciones que nos indicara cómo do-
cumentar nuestra propia realidad. Existen en general muy pocos teóricos del
documental en quienes nos pudiéramos basar. […] La revista de film cubana
Cine Cubano tenía traducciones de los escritos del cineasta revolucionario
ruso Dziga Vertov. El ensayo de Julio García Espinosa Por un cine imperfecto
también fue una fuente teórica importante. También leímos algunos mate-
riales sin publicar por el documentalista contemporáneo Chris Marker, quien
empezó a tener correspondencia con nosotros, y varios artículos de otros ci-
neastas franceses, como el de Louis Malle sobre la filmación de Calcuta (1969)
(Guzmán citado en Downing 1987:224).
98 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Observacional
12
Rouch, asimismo, ha sido señalado por críticos de cine, particularmente africanos, de
paternalista y colonialista, al considerar que su trabajo reprodujo los estereotipos que en
Europa se tenía de la población africana mientras se ocupó muy poco del contexto de las
luchas de descolonización y sus planteamientos intelectuales que se daban entonces en ese
continente (véase Henley 2009:331-335).
100 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
generar una nueva forma de capturar en sus textos la realidad social que
estudiaba. Al ceder la palabra a sus personajes en lo que él llamó «auto-
biografías», Lewis también planteó nuevas rutas epistemológicas y meto-
dológicas que criticaban las prácticas antropológicas de entonces, basadas
en la autoridad interpretativa del antropólogo al interior de un marco de
referencia teórico-cientificista.
Dar a la película una estructura dramática es algo que supone estar íntima-
mente involucrado con el proyecto. En mi caso, logro este objetivo a través de
la grabación de largos monólogos con los protagonistas a lo largo del proceso,
lo que me guía a filmar ciertas escenas específicas. Esto me da el tema global,
su estructura y énfasis. Por ejemplo, si comenzara a filmar un personaje que
vive en una región que está sufriendo una sequía prolongada, es natural que
el protagonista hable sobre la sequía en forma obsesiva. Y esto le haría aflorar
sus creencias religiosas, sus mitos, su filosofía personal, etc. De modo que
aunque hubiera comenzado por documentar una persona o una familia, ter-
minaría documentando la región, sus problemas y la forma en que han lo-
grado sobrevivir en ese medio.
El estilo manifestado en mis etnobiografías devino naturalmente al tratar
de indagar en ciertas verdades de los protagonistas. Básicamente, mi esta-
mento estilístico es el dejar que la gente a quien documento hable por sí
misma. Esto implica descartar narradores foráneos que transformen el mate-
rial en «verdades», generalmente escritas por expertos que han estudiado la
cultura documentada y llegado a conclusiones intelectuales, muchas veces te-
ñidas por sus propias antecedentes y prejuicios culturales. […] La introduc-
ción de cámaras livianas con grabación de sonido sincrónico, en la década
del ’60, ha posibilitado este enfoque. Antes el relator aparecía como dueño de
la verdad (Prelorán 1987:89-90).
En su rechazo a darle a sus objetos de estudio acceso a (la producción de) una
película, el cineasta les niega también acceso a sí mismo, ya que esta es clara-
mente su actividad más importante cuando está entre ellos. Al negarles una
parte de su propia humanidad, él también niega parte de la de ellos. Ya sea por
su conducta personal o por el significado de su trabajo, inevitablemente éste
termina reafirmando los orígenes coloniales de la antropología. Fue una vez
que los europeos decidían qué era lo importante acerca de los pueblos ‘pri-
mitivos’ y qué debían estos aprender. La sombra de esta actitud recae sobre el
cine observacional, que refleja claramente las estrechas miras de Occidente.
14
Junto a su esposa Judith, David MacDougall fue uno de los pioneros en la práctica de
subtitular las voces de las personas filmadas. Esto posibilitó también una cercanía mayor
de la audiencia con los personajes y sus vidas, cuyas voces ya no eran dobladas ni explica-
das, sino escuchadas y hasta sentidas.
106 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
David MacDougall, xv. RAI Film Festival. Foto: Carlos Flores, Bristol 2017
Trilogía de Conversaciones Turkana de David MacDougall (años 1970). Foto: Carlos Y. Flores, tomada
durante su proyección en el xv RAI Film Festival, Bristol, 2017
Reflexivo
17
En una ocasión mostré Sans Soleil a un grupo de alumnos de posgrado a mi cargo en
el programa de antropología visual de la Universidad de Londres. Al finalizar la clase, se
me acercó un estudiante japonés para insistirme con cierto disgusto que las partes sobre su
país no reflejaban en realidad a Japón y que por lo tanto no había sentido ninguna identi-
ficación con lo representado por el director francés en el documental.
estilos narrativos en el documental antropológico • 113
que «oyen» pero no «miran», lo que constituye una crítica frontal al cine
antropológico —y a la antropología en general—, al subvertir los códigos
de su discurso (Tomaselli 1999:215; Moore 1994:115). Lo interesante es que
aunque las reflexiones detrás de cada ejemplo son muy personales, las in-
terpretaciones de la audiencia son variadas y también individuales, como
ocurre con la poesía. Por lo anterior, es difícil encasillar a este tipo de au-
tores, pues sus producciones brincan del arte a la literatura; del ensayo a la
deconstrucción textual; del documental a la ficción.
Archivístico
Colaborativo
Etnoficción
Definir este género es una tarea compleja debido a que hay quienes afirman
que todo documental es una construcción y por ende tiene algo de ficción,
estilos narrativos en el documental antropológico • 121
mientras que toda ficción tiene elementos de la vida real. Sin embargo, los
documentalistas que llaman etnoficción a su producción generalmente an-
teponen planos de la realidad social junto con elementos dramáticos abier-
tamente inventados, ya sea por el director o por los personajes mismos,
lo que muchas veces revela estructuras y patrones subyacentes del com-
portamiento cultural. Aunque se parta de que cualquier acción pública es
performativa y se basa en modelos o patrones sociales preexistentes, en la
teatralidad de la ficción (o formas asociadas como en fiestas o rituales), sin
embargo, lo que se da son actuaciones fuera del flujo cotidiano, es decir,
momentos extraordinarios en los que se reproducen estructuras culturales
estables que también pueden ser subvertidas (Carlson 2004:12, 13).20
Este estilo de alguna manera surge prácticamente con la aparición del
cine y tenemos un ejemplo temprano con En la tierra de los cazadores de
cabezas (1914), de Edward Curtis, cuyo director ficcionaliza con elementos
dramáticos la vida de los kwakwaka’wakw (kwakiutl) de la costa central
de British Columbia, en Canadá. En esta obra participa, posiblemente por
primera vez, un reparto de actores no profesionales compuesto entera-
mente por nativos de la región. En este caso, Curtis, con conocimientos
previos de esa cultura, asignó una identidad definida a los personajes cen-
trales (el hechicero, el jefe, el héroe y su prometida, etc.) en el marco de un
relato con elementos dramáticos de corte occidental.21
La antropología escrita de principios del siglo xx también siguió, en su
corriente de «cultura y personalidad» de Margaret Mead, Ruth Benedict y
Edward Sapir, un interés por la psique individual de los sujetos en acción
dentro de la sociedad, por lo que, más allá de la verdad, los elementos sub-
jetivos en las «historias de vida» eran de importancia particular. Asimismo,
en la publicación American Indian Life de 1922, una de las colaboradoras,
Elsie Parsons, presentó narrativas basadas en su propio trabajo etnográfico
de campo sobre indios norteamericanos con muchos elementos de ficción
para hacer más accesible su lectura (Lassiter 2005:38, 39, 46).
En la segunda mitad del siglo xx encontramos, nuevamente en el
genio de Jean Rouch, una práctica y una reflexión más acabada desde el
20
Bajtín señala, asimismo, que las leyes, prohibiciones y restricciones que determinan
la estructura y el orden de lo ordinario se suspenden en tiempos de carnaval —que es mi-
tad real, mitad teatro—, y se produce «una nueva forma de interrelación entre individuos,
contraponiéndose a las todopoderosas relaciones socio-jerárquicas de la vida no-carnava-
lesca» (Carlson 2004:23).
21
El material fue un fracaso comercial, pero se adelantó por varios años al documental
Nanook del norte (1922) de Flaherty, quien logró gran aclamación gracias a una técnica
narrativa más depurada y convincente.
122 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
propuesta es hablada con los viejos y entre todos crean los diálogos, las
escenas; se convierten en actores perfectos» (Carelli et al. 2016:14).
Otras experiencias en América Latina se relacionan más bien con ci-
neastas profesionales de izquierda que han utilizado técnicas del llamado
cine participativo, con actores no profesionales, para recrear situaciones
de denuncia con alto contenido político. Uno de los más conocidos en esa
línea es, sin duda, el boliviano Jorge Sanjinés, quien elaboró películas como
Ukamau (1966) y Yawar Mallku (1969) en las que se apoyó en los aportes
que se hacían desde la comunidad para la elaboración de sus tramas y ac-
tuaciones. Uno de los personajes centrales en varias de sus películas, el ai-
mara Reynaldo Yujra, al reflexionar sobre su interpretación del personaje
de ficción Sebastián Mamani en La Nación Clandestina (1989) señaló: «Yo
no era un actor, nunca estudié para ello. Creo que me considero como un
intérprete de la realidad boliviana, no un actor. El guion, el mismo perso-
naje me dio la idea de que la gente podía entender a través mío los pro-
blemas que vivimos. Por eso me interesé en hacer esa película» (Zamorano
2017:150).23 Al analizar experiencias recientes bolivianas en ese sentido,
como la Coordinadora Audiovisual Indígena Originaria de Bolivia (caib)
y el Centro de Formación y Realización Cinematográfica (cefrec), que he-
redan mucho del trabajo anterior de Sanjinés, Gabriela Zamorano indica:
Carlos Flores con Reynaldo Yujra. Quetzaltenango, Guatemala, 1999. Foto: Carlos Flores.
También hay otros ejercicios que cabrían dentro del interés de la etnofic-
ción, como las producciones dentro de lo que se pudiera llamar «video indí-
gena comercial», que son obras, principalmente de ficción, hechas con poco
capital y por improvisados videastas y actores indígenas que circulan am-
pliamente en mercados populares de América Latina. Tales productos están
dirigidos mayoritariamente a públicos amplios, generalmente de escasos
recursos, con los que hay fuerte identificación social, económica y cultural.
Dichas productoras de video popular, además de ejercer una influencia
126 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Ejemplos de video indígena comercial de México, Bolivia y Perú. Foto: Carlos Flores
24
Es de esperar que con el tiempo, varios de estos videastas indígenas se profesionali-
cen, tecnifiquen y capitalicen lo suficiente para alcanzar niveles de mejor calidad en la pro-
ducción cinematográfica, tal y como sucedió con el fenómeno de Nollywood, la industria
de cine en Nigeria, que en buena parte comenzó con historias armadas con videos caseros
y hoy es la segunda más importante del mundo en términos de la cantidad de películas
producidas anualmente, solo por detrás de la India (Bollywood) y arriba de Hollywood.
estilos narrativos en el documental antropológico • 127
Impresionista
Reality TV – docudrama
Conclusiones
recursos narrativos que habrá de utilizar para la elaboración del texto au-
diovisual. En tal sentido, la producción de documentales etnográficos no
es tan diferente como se pudiera creer a la elaboración de otras formas de
textualización, como escribir un artículo, un libro o una tesis. En todos
se necesita la reducción y restructuración de la realidad social a un docu-
mento con determinados parámetros ordenadores, lo que a la vez también
supone una reconstrucción. Entonces, no se trata tanto de una reproduc-
ción de lo que hay «ahí afuera» sino más bien de una representación en la
que intervienen, además de la subjetividades en juego, elementos técnicos,
teórico/conceptuales y estéticos.
Son precisamente algunos de estos elementos que el presente capí-
tulo busca exponer y analizar para adentrar al lector sobre algunos pasos
o métodos que le pueden ser útiles para la elaboración de documentales
antropológicos. Se trata entonces de ampliar un espacio en el que las me-
todologías y las problemáticas de las ciencias sociales y las de la comuni-
cación puedan coexistir y colaborar de mejor manera.
Preproducción
Establecer un tema
como cuando se retrata a un personaje con una vida tan única que lo hará
palpablemente diferente a lo que el público en general está acostumbrado.
En cualquier caso, siempre queda el cuestionamiento de si el personaje
en sí mismo es el familiar o diferente, o si está en nosotros la intención,
consciente o no, de hacerlo más cercano a nosotros o distanciarlo. Como
señala MacDougall, los antropólogos que hacen documentales con fre-
cuencia «buscan tipos ya sea exóticamente interesantes en otras sociedades
o personajes que resultan familiares en la propia, a costa de personas más
típicas de la sociedad que se está filmando» (Barbash y Taylor 1997:40, 41).
Esto resulta válido en relación con las concepciones que tenemos sobre
asuntos como el aspecto físico, la facilidad de palabra o la simple simpatía/
antipatía que nos pueden hacer inclinarnos hacia «tipos ideales» que po-
drían ser más agradables, desagradables o empáticos para enganchar a las
audiencias a las que queremos llegar. En ese sentido, Nichols advierte que
al menos en el cine observacional:
EJERCICIO:
Hacer un pequeño ensayo de filmar y explicar como si se tratara de cine
mudo una situación determinada usando solo imágenes. Esto nos ayu-
dará a desarrollar el potencial del video como medio para capturar len-
guajes corporales, sentimientos y sensaciones que la palabra escrita o au-
ditiva puede eclipsar. Una de las reglas de un documental efectivo es que
si uno puede expresar algo con imágenes, no hay por qué decirlo. Aquí, la
palabra debe servir siempre para fortalecer la imagen, no para sustituirla.
métodos antropológicos en el documental • 141
Por otra parte, vale la pena preguntarse qué es lo que anima a nues-
tros entrevistados en el campo a participar en nuestro proyecto de video
que busca hacer un registro de sus vidas. Es común que los personajes
se sientan de algún modo agradecidos o satisfechos de que personas de
afuera se interesen por sus vidas aunque no siempre es el caso. Lo anterior
se vincula con la calidad de las relaciones que establecemos en el campo,
los intereses en juego y lo que representamos para los participantes de
las comunidades de estudio. El solo hecho de llegar con equipo de video
de alguna forma empodera tanto al documentalista como a algunos per-
sonajes en el campo y muchas de las dinámicas que se generan se hacen
sobre esta base. Hay que recordar que tanto ellos como nosotros estamos
constantemente trabajando y ajustando la relación y evaluación del otro.
Lo anterior puede ser cierto incluso para quienes no tienen una re-
lación directa con nosotros o que quizás nunca llegamos a conocer, pero
que de alguna manera están influyendo, para bien o para mal, en el medio
sociocultural en donde pensamos realizar el documental. Eventualmente,
alguna gente puede sentirse ofendida por no haber sido invitada a contar
su historia o no desea que se conozca la versión de otro grupo de la co-
munidad que puede ser rival. Dicho de otra forma, si una comunidad ya
se encuentra seriamente fracturada por cuestiones políticas, territoriales,
de clase, étnicas o religiosas, por ejemplo, sentir simpatía o identificación
por un bando puede significar tomar distancia o enemistarse con el otro
(Tomaselli 1999:177). Así, al «dar voz» a algunos se puede terminar silen-
ciando a otros y/o ahondar en diferencias o conflictos preexistentes. Como
bien señalan Barbash y Taylor (1997:43), el mismo acto de filmar es algo
político. En comunidades pequeñas, la elección de unos personajes sobre
otros puede incluso llegar a cambiar el equilibrio de poder local y hasta
generar encono social por un largo periodo. Otros podrán pensar que
nuestro trabajo como antropólogos/videastas se apropia de información o
conocimiento de la comunidad sin que se vea una ganancia concreta para
ellos (quienes, a su vez, probablemente pensarán también que las personas
entrevistadas sí están recibiendo algún beneficio).
Es por ello que, en condiciones ideales, una buena práctica es pasar
relativamente largos periodos de campo conociendo a la sociedad con la
que se trabaja antes de pasar a la etapa de la filmación. Eso nos permitirá
no solo adentrarnos de mejor manera en la temática por documentar y co-
nocer de forma más profunda a nuestros personajes, sino que estaremos en
una posición más ventajosa para detectar posibles problemas que nuestra
misma filmación pueda desarrollar o exacerbar. Si esto no es posible, tal
142 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
vez podamos contar con el apoyo de alguien de afuera que ya tenga rela-
ciones consolidadas en la comunidad, como otro antropólogo, un médico
o algún trabajador social, por mencionar algunos. La experiencia de otros
documentalistas apunta a que un fuerte vínculo entre el estudio previo de
una situación con la misma producción documental tiende a garantizar
un resultado más satisfactorio en todo el proceso.
La investigación y el campo
—Usted afirma que después de hacer esas entrevistas regresó a Estados Unidos,
pero sintió que el material que tenía no le bastaba para hacer el documental.
¿Por qué?
—Tenía muchas escenas buenísimas, pero no tenía una película. No estaban
bien hiladas y no había un personaje principal. Podía haberlo dejado como
una serie de entrevistas, pero quería capturar la esencia de lo que estaba
ocurriendo, y para eso era necesario hacer una película. Entonces conocí a
Rigoberta Menchú y se convirtió en la narradora de su vida en paralelo a lo
que ocurría en Guatemala. Llegó al estudio, vio todas las escenas, escribió su
parte y la grabamos. Eso era algo sumamente radical porque en esos días las
mujeres mayas solo aparecían en videos turísticos y cosas por el estilo, nunca
como protagonistas.1
Producción
La entrevista
Principios básicos
Preparación de la entrevista
Locación
diferentes puntos en relación con las primeras tomas, etc. Al pasar de luz
natural a iluminación artificial también cambiará los registros de colores, y
eso a su vez puede igualmente producir «brincos» en caso de que la edición
requiera unir distintas imágenes. Así, en previsión de posibles variaciones
de luz conviene hacer entrevistas más o menos cortas o pedir a los perso-
najes volver a ser entrevistados otro día con ropa similar, esperando que no
haya cambios significativos como lluvia o nubarrones u otros impondera-
bles. Con esto, sin embargo, se puede perder el hilo de la narración, por lo
que deberá intentarse entonces, en lo posible, hacer una entrevista sobre
un tema específico en una sola jornada. Por otra parte, aunque siempre se
pueden manipular cuestiones como color y contraste en el cuarto de edi-
ción, muchas veces algo mal grabado no se logra remediar más tarde. Por
ejemplo, una imagen cuya fuente de luz quede atrás del personaje, como
una ventana, puede darnos un fuerte contraluz que oscurecerá la imagen y
se perderán los detalles faciales de forma prácticamente irreparable.
Algo similar sucede con el sonido ambiental, ya que este debe de ser
igualmente consistente no solo para poder entender lo que nos está di-
ciendo el entrevistado, sino para facilitarnos también una edición con
pocos brincos de audio. El oído humano discrimina constantemente so-
nidos y solo enfoca su atención en algunos, por lo que muchos de los que
se producen en el ambiente no interfieren significativamente en la capta-
ción de lo que es «importante» y resultan prácticamente imperceptibles.
La cámara, sin embargo, sí capta todo el audio que se encuentre en el
rango del micrófono, lo que muchas veces interferirá en la calidad de la
entrevista (véanse en el capítulo siguiente algunos pormenores sobre el
manejo del sonido). Estos ruidos que «contaminan» la grabación afectan
la inteligibilidad más de lo que se cree y dificultan la edición. En ese sen-
tido, también hay que evitar en lo posible tener música como fondo de la
entrevista (peor aún si son piezas conocidas), pues durante el montaje,
este sonido hará más patente la discontinuidad de los cortes de edición y
será un fuerte distractor para las audiencias.
Entonces, se debe mantener presente que en el trabajo antropológico,
un documental con audio pobre y confuso será prácticamente inservible,
aunque las imágenes sean buenas y claras. Lo inverso funciona de forma
diferente, pues malas imágenes pueden ser salvadas por un audio inteli-
gible e interesante.
Por ello, antes de iniciar una grabación formal deberá comprobarse
la intensidad y calidad de los sonidos y ruidos del entorno, haciendo
varias pruebas con el micrófono y con audífonos. Este elemento sonoro
métodos antropológicos en el documental • 157
El día de la entrevista
Es por ello que hay que contar con que la actividad puede tomar más tiempo
del previsto y por lo tanto, se debe dejar suficiente espacio para ello.
b) Situar la cámara, el micrófono y los sujetos por entrevistar y hacer varias pruebas
de voz, sonido e iluminación. Aquí es importante establecer si el ángulo focal
de la cámara estará por encima, horizontal o por debajo de los entrevistados.
Generalmente un ángulo horizontal sigue con las convenciones de la mayoría
de entrevistas en televisión, pues da cierta sensación de neutralidad. Un án-
gulo por debajo de la cabeza del sujeto tiende a enfatizar su autoridad y por
encima se da el efecto contrario.
Lo mismo con la posición del entrevistador: existen dos colocaciones con-
vencionales para ello que dependen del efecto final que se le quiera dar a la
entrevista. La primera es situarse directamente detrás de la cámara, lo que
dará la sensación de que el entrevistado está hablando con la audiencia, pues
su mirada se dirigirá al lente. Documentalistas como Rabiger (1998:182, 183)
prefieren que al final se dé una relación cara a cara entre el entrevistado y la
audiencia, tomando en cuenta que su estilo de edición es quitar cualquier
rastro de la voz del entrevistador. La otra manera es colocarse al lado de la
cámara a la altura del entrevistado mientras alguien más opera el equipo
cuando se realizan las preguntas. Acá la mirada del sujeto se dirige no a la
audiencia sino a quien hace las preguntas y por lo tanto esta relación inter-
subjetiva se hace más evidente. Si se hacen varias entrevistas de esta forma
con diferentes personajes, conviene variar la posición derecha o izquierda del
entrevistador para evitar que todos los entrevistados tengan el mismo ángulo
a cuadro a la hora de la edición.
Una fórmula diferente, que recuerda el reportaje periodístico, es incluir
dentro del cuadro tanto al entrevistador como al entrevistado. Esto puede
funcionar mejor cuando haya un debate o se discutan temas controversiales
desde donde cada quien tenga planteamientos o puntos de vista particulares.
Si funciona bien, puede haber un mayor involucramiento de la audiencia que
sigue atenta la discusión de las ideas y las emociones que se generan y se
ponen en juego; ahí el investigador pasa a ser un personaje más.
Si solo está el investigador para hacer la entrevista, lo cual representa una
situación muy plausible en el trabajo del antropólogo, la filmación preferen-
temente se hará de pie cuando la cámara esté montada sobre el trípode y el
operador/entrevistador pueda manipularla. Si no se tuviera un trípode o se
optara por no usarlo por cuestiones de agilidad, tiempo, espacio o efectos
en los personajes, la cámara se podrá sostener en el hombro, con la mano
o incluso ponerla entre las piernas o bajo el brazo mientras se conversa con
los personajes. Nuevamente si uno desea subrayar la intersubjetividad del
diálogo, la colocación de una cámara como si fuera parte del cuerpo tiene
sentido (véase Barbash y Taylor 1997:344).
160 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
d) Una vez iniciada la entrevista, mantener tanto contacto visual como sea po-
sible con los entrevistados, como si se estuviera conversando para ayudarlos a
que se olviden de la presencia de la cámara. Como se mencionó, una regla útil
es comenzar con preguntas sobre hechos concretos y dejar para etapas más
avanzadas, cuando el entrevistado ya se sienta más cómodo con este proceso,
los asuntos más personales o cargados emocionalmente. Para ello, es indis-
pensable tener una guía de entrevista cuyas preguntas vayan encadenándose
lógicamente con el grado de complejidad de la temática.
cejas cuando nos cuenten algo que nos sorprenda o esbozar una sonrisa du-
rante un relato cómico o ingenioso. Esto es si el investigador no quiere que su
voz se oiga en el documental final, ya sea por cuestiones de formato narrativo
o técnicas. Con respecto a lo técnico, puede ser que el nivel de audio de la voz
del entrevistador sea muy diferente al del entrevistado debido al posiciona-
miento del micrófono, algo que no siempre se puede corregir en la edición.
i) No hacer preguntas muy elaboradas con una variedad de temas muy confusos.
Si es así, seguramente el entrevistado hablará únicamente de los últimos
temas o de los que se acuerde.
j) Tener presente que hay preguntas inducidas que pueden manipular hacia una
respuesta deseada: ¿No le parece que el presidente García es un mal polí-
tico…? en vez de preguntar: ¿Cómo ve usted la gestión del presidente García?
En otros casos cuando las preguntas puedan ser muy personales o dolorosas,
habrá que recurrir a formulaciones más amplias e impersonales. Así, si se
está registrando un caso de abuso doméstico, por ejemplo, no preguntar en
162 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
k) Los silencios son muchas veces más difíciles para el entrevistador que para el
entrevistado. Si en un determinado momento el entrevistado deja de hablar,
se tendrá que ser muy ágil y sensible para determinar la situación. Si notamos
que perdió el hilo, conviene recordarle la pregunta misma o por dónde iba el
flujo de su conversación para encarrilarlo nuevamente. Otras veces puede ser
que se le haya preguntado algo impropio que no desee o incluso no pueda res-
ponder. Conviene tener presente que una entrevista es un acto de estructurar
en el presente recuerdos y posicionamientos que no siempre vienen fácil o se
tienen del todo controlados. Este acto de darle forma a las respuestas puede
requerir algún tiempo, por lo que es preferible no cortar un silencio en el
que se están elaborando las respuestas. En otras situaciones, el silencio puede
venir de revivir situaciones altamente traumáticas para las que no hay pala-
bras. En todo caso, los silencios están llenos de «acción» en un documental y
por lo tanto muchas veces dicen más que las ideas enunciadas.
l) La entrevista a dos o más personajes al mismo tiempo. Aquí hay varias cosas a
tomar en consideración cuando tenemos frente a la cámara varios de nues-
tros personajes dando sus puntos de vista sobre una determinada situación.
La verbalización grupal puede ser útil pues con frecuencia el relato contado
por el entrevistado puede variar si se cuenta individualmente frente al inves-
tigador o si se hace en colectivo al interior de su medio sociocultural.
Sin embargo y al igual que como sucede en la vida diaria, hay personas
que ya sea por posición de poder o por personalidad, son más extrovertidas
y tienden a eclipsar a otras con las que interaccionan. Esta situación puede
limitar el conocimiento de las opiniones de quienes son más silenciosos e
introspectivos. No obstante, también es cierto que escenarios como estos nos
pueden dar mucha información valiosa que revele el estado de las relaciones
humanas y los juegos de poder en un determinado medio social. Si nece-
sitamos saber la opinión del tímido, tendremos que hacer gala de nuestra
posición de director y pedirle cuidadosamente a la persona vocal que nos
interesaría saber qué es lo que piensa el otro sobre el tema que trabajamos o
hacerle la pregunta directamente a él o ella llamándolos por su nombre.
En otras situaciones, una entrevista colectiva puede aligerar las ansiedades
que normalmente se dan durante la entrevista individual. Con frecuencia,
un grupo no solo se puede animar entre sí para participar, sino que se com-
plementa para recordar mejor detalles o pasajes de un determinado evento.
De hecho, en algunos casos la dinámica colectiva puede ayudar al grupo a
definir alguna situación o qué posición tomar. Como señala Cortazzi, esta
métodos antropológicos en el documental • 163
transmisión social de experiencia a través de sus diálogos juega «un papel ins-
titucional en la continuidad y reproducción de organizaciones, comunidades
y culturas» (2010:387). Si existe buena comunicación entre los participantes,
las dosis de humor o sorpresas por lo que sus compañeros digan frente a la
cámara podrán dar buenos resultados que resulten muy enganchadores para
la audiencia.
Por otro lado, puede que entre los entrevistados existan animadversiones
o tensiones desconocidas para el director. Esto puede generar una entrevista
colectiva muy controlada, pues es común que la gente se contenga más con
alguien que no le caiga bien para no hacerlo evidente al público. Lo contrario
también es una posibilidad, y las contradicciones pueden ofrecer una oportu-
nidad para ventilar diferencias entre los participantes. No debe olvidarse que
la interacción y el conflicto social son la base de muchos documentales (véase
Barbash y Taylor 1997:344).
Es por ello que la cámara tiene que ser muy ágil en cuanto a la dinámica
generada y puede llegar a ser igualmente importante filmar tanto a quien está
hablando como las reacciones de quienes escuchan. Tales reacciones no solo
se manifiestan en las expresiones del rostro, sino en tics nerviosos de un pie o
de una mano, por ejemplo, los cuales podrían tener un efecto igualmente re-
velador. Si se tiene la oportunidad de contar con una segunda cámara, habrá
que dejar que una de ellas se dedique a registrar a la persona que habla mien-
tras la otra toma detalles de los otros personajes y del ambiente general de la
entrevista.
Otra forma que puede motivar dinámicas y respuestas muy interesantes
también es el desarrollo de lo que se llama entrevistas a grupos focales. Esto
es juntar a un grupo con ideas similares o contrastantes y lanzar preguntas
polémicas para que las discutan entre ellos mientras la cámara hace el re-
gistro. Esta técnica tiene varias ventajas: en primer lugar, los participantes
tienen normalmente marcos compartidos más acordes con sus vidas coti-
dianas, por lo que usarán referentes culturales que pueden ayudar a situar
mejor las respuestas dentro de sus universos. Claramente, al construir las
respuestas bajo marcos de referencia más propios se abrirá la oportunidad
para que la audiencia aprenda más de estas cosmovisiones y valores locales.
Por otro lado, una vez enganchados en la dinámica será mucho más fácil que
se olviden de la cámara y de la presencia del entrevistador, pues adquirirán
una participación más propia, y con ello se ganará en naturalidad. Si se logra
que esta dinámica se dé cuando estén realizando una actividad común, como
jugando dominó, tejiendo o bebiendo en un bar, la sensación de realismo
podrá llegar a ser muy efectiva. Esto nos podría acercar más a un estilo ob-
servacional de narración en la edición final.
En todos estos casos, hay que tener presente el uso adecuado del micró-
fono, para registrar a los diferentes personajes al mismo nivel de audio. Si los
164 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
n) Al finalizar la entrevista será útil realizar tres cosas antes de apagar la cá-
mara: primeramente, y después de haber llenado los puntos del tema, siempre
conviene preguntar «¿hay algo que quisiera agregar?». Esto permitirá dar un
espacio de mayor autonomía al entrevistado para hablar de algún asunto que
considera importante y que no tuvo la oportunidad de expresar en el curso
166 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Conclusiones
[169]
170 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Tamborilero atumpan registrado en Ghana por R. Sutherland (1921). Foto: Royal Anthropological
Institute, Londres.
procesos, la voz con autoridad narrando los sucesos, conocida como «la
voz omnisciente» o «la voz de Dios» no solo redujo el poder descriptivo
de las imágenes sino que limitó el poder interpretativo de las audiencias.3
La introducción de música en el proceso de edición también fue
algo problemático desde el punto de vista de la antropología, pues lejos
de ayudar simplemente a describir lo que decían las imágenes, les agre-
gaba cargas emotivas y con ello mayores dosis de subjetividad, y de ese
modo se convertía en un comentario implícito «algunas veces de lo más
insidioso por no declararse a sí mismo como tal» (Chanan 2007:117). La
música agregada en el estudio con frecuencia fue incluso en contrasentido
a entendimientos culturales de las comunidades registradas, aunque esa
no fuera la intención. A finales de los años cincuenta, por ejemplo, el et-
nocineasta francés Jean Rouch analizó críticamente el uso de música en sus
producciones cinematográficas tras una revelación accidental con el grupo
de África occidental con el que trabajaba:
Tras esta experiencia, la música fue para Rouch algo casi prohibido en
sus trabajos e incluso la llegó a llamar «el opio del cine» por la forma en
que afectaba a las imágenes del documental en cuestiones de tono, atmós-
fera y dramatismo (Rouch 2003:42; Henley 2007:55).
Para esa época de mediados de siglo, otros como John Marshall y
Robert Gardner, siguiendo algunos métodos del cine de ficción, ya ex-
perimentaban con técnicas auditivas para las audiencias mediante trucos
3
Además, por su origen de clase (media o alta generalmente), la voz del narrador tenía
casi siempre acentos y construcciones «educados», lo que también ayudó a la imposición
de modelos hegemónicos de pensamiento.
174 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Imagen y pista de audio, hasta cierto punto, tienen una composición cada una
por su lado pero cuando se combinan forman una entidad nueva. Entonces
la pista de audio se convierte no solo en un complemento armonioso sino
en una parte integral de la imagen también. La imagen y la pista de audio se
audio y documental antropológico • 177
encuentran tan fusionados que cada uno funciona a través del otro. No existe
una separación entre yo miro la imagen y yo oigo la pista de audio. Más bien
está el yo siento, yo experimento, a través de la gran adición de la imagen y de
la pista de audio combinadas (Barbash y Taylor 1997:171).
Quisiera hacer una última acotación sobre esta ridícula idea de que las pelí-
culas son un medio visual, lo que todavía parece muy popular. Algunas veces
a lo mejor no puedan admitirlo, pero todos los grandes directores, o casi
todos, saben que esto no es cierto. Es verdad que nuestras percepciones vi-
suales de las cosas dirigen nuestra atención consciente con mayor frecuencia
que nuestra percepción aural de las cosas… Sin embargo, esto hace justa-
mente al sonido mucho más poderoso, porque no estamos conscientes de
que nos está afectando de la manera en que lo hace (Henley 2007:61).
audio y documental antropológico • 179
5
El mismo Heider confiesa que dos de sus documentales: Dani Houses y Dani Sweet
Potatoes (1974) pudieran haber mejorado si les hubieran agregado sonidos «vagamente
apropiados», grabados por él mismo un par de años atrás, aunque finalmente prefirió no po-
ner ningún sonido extra que no fuera la narración de los personajes en su ambiente social.
Como resultado, señala, «las dos películas parecen tediosas y vacías para algunos especta-
dores que esperan ser entretenidos continuamente con la pista de sonido» (Heider 2006:6).
audio y documental antropológico • 181
El micrófono de la cámara
Los tres primeros tipos de sonido, una vez combinados y bien gra-
bados, nos darán la perspectiva auditiva del espacio que estamos regis-
trando, mientras que el último, como su nombre lo indica, «mete ruido» y
habrá que ver cómo minimizarlo o, de ser posible, eliminarlo. La mayoría
de las cámaras de video tienen la facultad de ajustar los niveles de audio.
Como regla general hay que hacer el registro lo más alto posible con la
señal principal sin que se distorsione. Normalmente los niveles indican
en verde dónde todavía es seguro grabar sin distorsión, mientras que la
parte roja ya muestra riesgos de una grabación saturada e ininteligible.
En la mayoría de los casos, una escena con un audio mal grabado será
muy difícil de corregir en el proceso de edición. Asimismo, hay algunas
186 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
voces que tienen picos muy altos o bajos y a veces habrá que controlar los
niveles, dependiendo de la respuesta del micrófono que utilicemos. Esto
se da, por ejemplo, cuando se hace una entrevista con dos personas con
tonos de voz marcadamente distintos, lo que idealmente habrá que ir mo-
dulando manualmente. Es por ello que nunca debe faltar en el equipo del
videasta un par de audífonos, pues solo oyendo a través de ellos podremos
comprobar fehacientemente que el sonido está quedando registrado de
manera satisfactoria para nuestro documental.
selectiva, sino que registra todo el sonido que hay alrededor de una
escena. Pueden ser útiles para captar el sonido del ambiente o cuando
se entrevista a varias personas ubicadas en diferentes puntos o en un
estudio de radio, por ejemplo, donde el micrófono (conocido como de
superficie o sobremesa) normalmente cuelga del techo o está sobre la
mesa y capta con los mismos niveles la voz de todas las personas que
participen en el encuentro.
2. Semidireccional. Estos se encuentran a medio camino entre los omni-
direccionales y los direccionales. Su ángulo de captación del audio es
más cerrado que el omnidireccional y pueden ser útiles para realizar
entrevistas en la calle dejando captar parte del sonido ambiente. La
mayoría de los micrófonos de mano, como los que se utilizan en las
entrevistas de noticiarios, son omnidireccionales o semidireccionales,
y logran mantener la voz del entrevistado entendible debido a la cer-
canía que se tiene con su boca, mientras que el sonido ambiente se
mantiene más alejado aunque sigue estando presente.
3. Direccional. Se llaman también cardiodes, por la forma de corazón
de su ángulo de captación, o de cañón o de rifle, pues normalmente
son largos y delgados. Son micrófonos muy utilizados en el trabajo de
documental antropológico, pues nos permiten apuntar y centrarnos
en la fuente de audio que nos interesa registrar, la que con frecuencia
es una entrevista o un diálogo en medio de sonidos ambientales que
muchas veces son fuertes.
4. Lavalier, de clip, de corbata o de solapa. Este pequeño micrófono es
también bastante funcional en nuestro trabajo, pues a pesar de ser
omnidireccional nos permite captar con claridad la voz de nuestro
entrevistado gracias a la cercanía con su boca, pues normalmente se
coloca en su solapa o corbata. Sin embargo, debido a que está tan pe-
gado al cuerpo del entrevistado, sucede con frecuencia que los movi-
mientos corporales de este crean sonidos no deseados, como cuando
se rasca, alisa la corbata o tiene algún tic nervioso. También hay que
tomar en cuenta que el tono de voz es más grave cuando se le graba
desde la cercanía de los pulmones. Por otra parte, será difícil utilizarlo
para entrevistar a dos personas o más, a menos que no se ponga en la
solapa sino que se plante en algún lugar en medio de los personajes.
Conectores de audio
Ejercicio:
Conclusiones
6
Como señala James Clifford: «Con las comunicaciones expandidas y las influencias
interculturales, la gente interpreta a los otros, y se interpreta a sí misma, en una pasmosa
diversidad de idiomas: una condición global de lo que Mijail Bajtín llamaba ‘heteroglosia’»
(Clifford 1993:40).
Reflexiones finales
[195]
196 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
¿Qué son estos filmes, y por medio de qué nombre extraño los debemos
distinguir de los otros? ¿Existen de hecho? Todavía no lo sé, pero sí sé que
existen esos momentos raros cuando el espectador puede de pronto entender
un lenguaje desconocido sin el artificio de los subtítulos, momentos cuando
puede participar en ceremonias extrañas, moverse por la aldea, y atravesar
lugares que nunca ha visto antes pero que sin embargo reconoce perfecta-
mente bien. […] Posiblemente está en el acercamiento de una sonrisa afri-
cana, en un mexicano guiñando su ojo a la cámara, o en un gesto europeo
tan común que nadie se hubiera imaginado filmarlo; cosas como estas nos
imponen una visión desconcertante de la realidad. Es como que si no hubiera
un camarógrafo, sonidista o fotómetro ahí (Rouch 2003:35).
198 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
la esperada, que luego puede ser interpretada y reinterpretada con las he-
rramientas conceptuales disponibles al investigador. Es en este encuentro
intercultural e intersubjetivo reflejado en un documento final, entonces,
donde se hace posible rastrear las huellas que encapsulan interacciones
de poder que producen y reproducen representaciones socioculturales
asimétricas que terminan por naturalizarse. Por ello, cualquiera que sea
la estrategia narrativa que se utilice en tales espacios, ya sea en forma de
monólogo, diálogo o polifonía, inevitablemente significará un arreglo je-
rárquico de discursos entre el investigador/documentalista y las personas
filmadas en el campo (véase Clifford y Marcus 1986:17). El peligro latente
de lo anterior reside en que en los imaginarios sociales construidos al in-
terior del encuentro intercultural desigual es común recrear y fijar de ma-
nera constante temas recurrentes, iconos y estereotipos que aunque no
siempre tengan una existencia real, sus representaciones desde el poder
tienen muchas veces la capacidad de imponerlos como verdades sociales.3
3
En ese sentido, Frantz Fanon, el intelectual martinico que se unió a la lucha argeli-
na en contra del colonialismo francés, hablaba ya desde la década de 1950 sobre cómo el
imaginario occidental había creado estereotipos que afectaban las propias identidades de
quienes eran representados. En su libro Piel Negra, Máscaras Blancas, afirmó que son estos
espectadores quienes quedan esclavizados de su propia apariencia: «Mira, un negro… Los
ojos de los blancos me están escudriñando. Estoy fijado» (Shohat y Stam 2002:319).
200 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
[205]
206 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Está por demás decir que sin una fuente de energía la cámara de video
no funcionará y es por lo tanto lo primero que habrá de revisarse cuando
se esté por utilizarla. La fuente de poder es un adaptador que transforma
la energía alterna en directa al conectarse desde un enchufe eléctrico a
la cámara. Normalmente soporta los dos tipos de corriente alterna en el
mundo (110/220 voltios) aunque siempre es una buena práctica revisar en
el cargador si este es el caso, de lo contrario puede quedar inservible si se
conecta a una fuente de energía equivocada.
La cámara conectada a la corriente eléctrica nos dará todo el tiempo
de grabación que necesitemos y solo estaremos limitados por la capacidad
de almacenaje del registro con el que contemos. Debido a que los enchufes
a veces se encuentran lejanos a donde ocurre la acción, es recomendable
llevar siempre una extensión eléctrica de unos 10-20 metros con varias
terminales, por si llegara a necesitarse.1 El principal inconveniente de co-
nectar una cámara a un enchufe de pared es la movilidad, pues será difícil
desplazarse libremente. Por ello, la forma más usual de utilizarla con co-
rriente alterna es colocar la cámara en un trípode o dejarla fija en una su-
perficie plana. Tendremos que estar atentos a que otras personas, niños o
animales no se tropiecen o tiren del cable mientras hacemos la grabación.
En nuestro trabajo antropológico puede ser común que no exista ser-
vicio eléctrico en los alrededores. De ser así, una alternativa será utilizar
un generador de gasolina de corriente eléctrica que funcionará como un
enchufe de pared. Esta es una solución poco práctica debido no solo a
la dificultad de conseguir uno de estos aparatos, sino por su peso y por
el combustible que necesita para funcionar. Aparte de los mencionados,
el problema principal a la hora de la grabación utilizando esta fuente de
energía será el ruido que generará su motor. Y como normalmente nos
interesa capturar un audio limpio junto a la imagen, la solución normal es
cavar un hoyo de donde se realizará el evento por registrar y poner allí el
1
Las extensiones eléctricas pueden dañarse por el uso o venir ya defectuosas de fábrica,
por lo que es necesario probarlas y comprobar que funcionan bien antes de llevarlas al
campo.
208 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Los botones
El lente
automática. Las cámaras más complejas, sin embargo, nos permiten tener
control manual sobre el diafragma, lo cual puede ser útil para lo siguiente:
la parte que nos interesa destacar y luego pasar a manual para fijar la
apertura allí y que estos movimientos no alteren los niveles de luz.
El enfoque es otra de las características que tienen que ver con la óptica
del lente y normalmente los no profesionales lo utilizan de forma auto-
mática, dejando que sea la cámara la que se encargue de ello. Lo ideal, sin
embargo, es tener una cámara que permita la posibilidad de operar esta
función de forma manual. Comúnmente el enfoque automático se ajusta
sobre lo que está en el centro de la imagen; eso nos dificulta mover la cá-
mara, pues se correrá el riesgo de que se desenfoquen los personajes de
esta posición central. Igualmente, la función automática también tendrá la
desventaja de que cada vez que se mueva algo o alguien enfrente de lo que
estemos grabando, el lente se desenfocará para tratar de enfocar el nuevo
elemento. Así, en un lugar con mucha gente pasando frente a una persona
entrevistada, el enfoque y desenfoque serán constantes. Además, en condi-
ciones de poca luz, el enfoque automático tendrá problemas para encontrar
los referentes de la imagen que tiene enfrente y enfocar adecuadamente.
Esto se puede evitar mediante un control manual de esta función con
un anillo alrededor del lente. Hay que tomar en cuenta que mientras más
grande es este anillo, mayor será el control y la facilidad para operarlo.
Además, podremos explorar lados más creativos del trabajo de cámara,
como comenzar con una toma enfocada en close-up para luego desen-
focarla manualmente y enfocar algo o a alguien que esté atrás para sor-
prender al público o para darle un nuevo significado a la primera toma.
Si se cuenta con las funciones automática y manual se pueden combinar
(como utilizar el automático para hacer las primeras grabaciones de lo
que nos interesa y luego pasar al manual para hacer las variaciones que
requerimos desde ahí). En todo caso, lo que conviene es practicar antes
para que cuando ya nos toque la grabación formal sepamos operar esta
función con soltura. No siempre es fácil hacer el enfoque manual si uno
está en movimiento; o si al mismo tiempo se está operando el diafragma
de forma manual; o si se está utilizando el visor ocular, desde donde puede
ser más difícil ver si una imagen está enfocada o no.
216 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Es útil contar con una cámara cuyo lente tenga una cobertura o parasol
a su alrededor para que la sombra ayude a evitar que los rayos del sol
o una luz muy intensa alteren o echen a perder las tomas. También ser-
virá para proteger el lente de una lluvia moderada. Si nuestra cámara no
tiene esta facilidad, en algunas ocasiones tendremos que improvisar un
parasol con algún cartón encima del lente, una sombrilla o algo por el es-
tilo. No hay que olvidar también llevar siempre instrumentos para limpiar
el lente, como una escobeta, una pequeña bomba manual para echar aire,
un pedazo de tela y líquido limpiador. Todo esto se puede conseguir a bajo
precio en cualquier tienda especializada de fotografía.
El zum
Otras veces, una toma a la distancia nos permite no alterar tanto las activi-
dades de un determinado grupo o de una persona con nuestra presencia.
También nos sirve para registrar detalles como manos, ojos, pies, etc., sin
que tengamos que desplazarnos.
Sin embargo, también hay detractores de esta función de la cámara
entre algunos documentalistas que hacen video antropológico al argu-
mentar que su utilización resta realismo a la toma, pues el ojo humano
no tiene tal función. Esto puede ser una exageración, dado que muchas
funciones de la cámara y de la producción documental no cuentan con un
equivalente del ojo y/o de la experiencia humana (como grabar en blanco
y negro; «ver» rectangularmente; la transformación del tiempo en la edi-
ción, etc.). Se ha dicho también que su uso excesivo o sin razón resta pro-
fesionalismo a las producciones documentales, pues no solo nos distrae
de la trama central, sino que nos hace ver su artificio. Ciertamente, con
frecuencia se puede detectar el trabajo de cámara de un principiante por
el sobreuso de este recurso sin que haya razón clara para ello.
Durante los tiempos del cine directo de los años sesenta, el empleo
del zum se volvió casi prohibido entre los seguidores de esta corriente
documental. Algunos autores como John Marshall criticaban su uso por
relacionarlo con el espionaje junto a otras técnicas como las grabaciones
clandestinas. Él pensaba que acercarse físicamente como camarógrafo a
sus sujetos lo volvía no solo parte de la acción sino que a la vez mostraba
respeto hacia ellos. Creía que al sentirse cómodo filmando de cerca a sus
personajes los hacía sentir relajados a ellos también (Foley 2012:17).
Por el lado técnico hay que tomar en cuenta que el zum altera el ta-
maño de la imagen pero no la perspectiva. Para cambiar de perspectiva
hay que acercarse físicamente con la cámara a la acción. Esto tiene varias
implicaciones para nuestro trabajo, pues aunque parezca lo mismo, no es
igual acercarnos (junto con la audiencia) físicamente a uno o varios su-
jetos que acercarlos con el zum a nosotros. En el primer caso el cambio
de perspectiva nos dará una sensación real de acercamiento y por lo tanto
la toma podrá resultar más íntima. Sólo habrá que tener la precaución de
no descuidar el enfoque, pues si la toma está en manual se desenfocará
cuando nos acerquemos o alejemos físicamente de lo que nos interesa
grabar.
Utilizar el zum, por el contrario, es aumentar el tamaño relativo en
la pantalla de un objeto o sujeto mientras disminuye el ángulo visual (lo
que está a su alrededor). Aunque la toma esté más centrada en el objeto o
sujeto de interés, será un tanto más distante y esa sensación de lejanía se
218 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Las cámaras que aún registran las grabaciones en videocasetes tienen sa-
lida de video en una de dos formas o en las dos: analógico (compuesto) y
digital. Aparte de usarse la salida analógica para conectar la cámara a un
monitor de televisión (que puede ser analógica y de alta definición), la co-
nexión tiene la función de transferir el registro a la computadora para su
edición. Toda la información que entra en la computadora debe de ser di-
gital, por lo que si solo se tiene la opción analógica de la cámara, habrá que
conseguir un aparato para que digitalice la imagen normalmente vía usb
en un formato editable por el programa con el que se cuente. Cuando la
transferencia se hace directamente del digital, las dos formas más usadas
al escribir este libro son por medio de una conexión usb o por la conec-
tividad llamada ieee1394 o Firewire. La ventaja de esta última es que se
puede operar la cámara desde la computadora y nos permite también ser
más precisos en cuanto a la transferencia de los segmentos que utiliza-
remos para editar. Entonces, habrá que fijarse cuáles son las salidas de
audio y video que tiene la cámara que usamos y también ver qué tipo de
entradas para ello existen en la computadora donde haremos la edición.
Con las tarjetas de memoria o disco duro de la cámara, la transferencia
será automática, como si fuera una memoria externa de la misma compu-
tadora. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no siempre se puede
encontrar o descargar la información por problemas de compatibilidad
con el programa de edición respectivo.
Bibliografía
Aparici, Roberto, Agustín García M., Jenaro Fernández B., Sara Osuna A.
2012 La imagen: análisis y representación de la realidad, Barcelona, Gedisa.
Ardèvol, Elisenda
2006 La búsqueda de una mirada: antropología visual y cine etnográfico,
Barcelona, Editorial UOC.
Asad, Talal
1986 «The Concept of Cultural Translation in British Social Anthropology»
en James Clifford y George E. Marcus (eds.), Writing Culture: The Poetics
and Politics of Ethnography, Berkeley, University of California Press, pp.
141-164.
Austin, Thomas
2007 Watching the World: Screen Documentary and Audiences, Manchester y
Nueva York, Manchester University Press.
Ball, Mike y Greg Smith
2010 «Technologies of Realism? Ethnographic Uses of Photography and
Film», en Paul Atkinson, Amanda Coffey et al. (eds.), Handbook of
Ethnography, Londres / Los Ángeles / Washington, Sage Publications,
pp. 302-319.
Barbash, Ilisa y Lucien Taylor
1997 Cross-Cultural Filmmaking: A Handbook for Making Documentary and
Ethnographic Films and Videos, Berkeley, University of California Press.
Barsam, Richard M.
1992 Non-Fiction Film: A Critical History, Bloomington e Indianápolis,
Indiana University Press.
[225]
226 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Batalla, Saudhi
2015 La imagen cinematográfica de la Selva Lacandona en la mirada de Frans
Blom: el uso del cine documental como fuente para la etnohistoria a partir
del análisis de la película Viking Fund filmada en los años 50 del siglo
xx, tesis de doctorado inédita, Ciudad de México, Escuela Nacional de
Antropología e Historia (enah).
Beattie, Keith
2004 Documentary Screens: Non-fiction Film and Television, Nueva York,
Palgrave, Macmillan.
2008 Documentary Display: Re-viewing Nonfiction Film and Video, Londres /
Nueva York, Wallflower Press.
Becerril Montekio, Alberto
2015 «El cine de los pueblos indígenas en el México de los ochentas», Revista
Chilena de Antropología Visual, 25, julio, pp. 30-49.
Bondebjerg, Ib
2014 Engaging with Reality: Documentary and Globalization, Bristol,
Inglaterra, Intellect.
British Association for the Advancement of Science
1929 Notes and Queries on Anthropology (5a ed.), Londres, Royal
Anthropological Institute.
Caiuby, Sylvia, Edgar da Cunha y Paul Henley
2017 «The First Ethnographic Documentary? Luiz Thomaz Reis, the Rondon
Commission and the Making of Rituais e Festas Borôro (1917)», Visual
Anthropology, 30(2), Nueva York / Londres, Routledge, pp. 105-146.
Cajigas-Rotundo, Juan Camilo
2007 «La biocolonialidad del poder: Amazonía, biodiversidad y ecocapita-
lismo», en Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (comps.), El
giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del ca-
pitalismo global, Bogotá, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos
y Pontificia Universidad Javeriana, pp. 169-193.
Carelli, Vincent, Nicolás Echevarría y Antonio Zirión
2016 Diálogos sobre cine indígena, México, Conaculta/Cinema 23/Ambulante/
Etnoscopio (Los Cuadernos de Cinema 23, 7).
Carlson, Marvin
2004 Performance: A Critical Introduction (2a. ed.), Nueva York/Londres,
Routledge.
bibliografía • 227
Cánepa, Gisela
2011 «La antropología visual en el Perú», en Gisela Cánepa K. (ed.),
Imaginación visual y cultura en el Perú, Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú, p. 11-60.
Castro-Gómez, Santiago
1993 «Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la ‘invención
del otro’», en Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: euro-
centrismo y ciencias sociales, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (clacso), pp. 145-161.
Chalfen, Richard
1992 «Picturing Culture Through Indigenous Imagery: A Telling Story»,
en Peter Ian Crawford y David Turton (eds.), Film as Ethnography,
Manchester, Manchester University Press, pp. 222-241.
Chanan, Michael
2007 The Politics of Documentary, Londres, British Film Institute.
Chapman, Jane
2009 Issues in Contemporary Documentary, Cambridge, Polity Press.
Chávez Carvajal, Hugo
2017 «Circulación y distribución de cine etnográfico en América Latina»,
Universitas, Revista de Ciencias Sociales y Humanas, 27, julio-diciembre,
pp. 19-43.
Cine entre Culturas
2012 Retrospectiva: John Marshall, patrimonio documental de la humanidad,
México, Cineteca Nacional/Etnoscopio/DocsDF.
Clifford, James y George E. Marcus (eds.)
1986 Writing Culture: The Poetics and Politics of Ethnography, Berkeley/
Londres, University of California Press.
Clifford, James
1995 Dilemas de la cultura: antropología, literatura y arte en la perspectiva
posmoderna, Barcelona, Editorial Gedisa.
Colleyn, Jean Paul
2005 «Jean Rouch: An Anthropologist Ahead of His Time», American
Anthropologist: Journal of the American Anthropological Association,
107(1), marzo, pp. 113-116.
Collier, John y Malcolm Collier
1986 Visual Anthropology: Photography as a Research Method, Albuquerque,
University of New Mexico Press.
228 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Godoy, Mauricio
2013 180° gira mi cámara: lo autobiográfico en el documental peruano, Lima,
Pontificia Universidad Católica del Perú.
González Rubio, Javier y Hugo Lara Chávez
2009 Cine antropológico mexicano, México, inah.
Grau Rebollo, Jorge
2002 Antropología audiovisual: fundamentos teóricos y metodológicos en la
inserción del audiovisual en diseños de investigación social, Barcelona,
Bellaterra.
Grierson, John
1946/2013 «Postwar Patterns», en Julian Stallabrass (ed.) Documentary: Documents
of Contemporary Art, Londres, Whitechapel Gallery, pp. 30-35.
Grosfoguel, Ramón
2007 «Descolonizando los universalismos occidentales: el pluri-versalismo
transmoderno decolonial desde Aimé Césaire hasta los zapatistas»,
en Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (comps.), El giro de-
colonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capita-
lismo global, Bogotá, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos,
Universidad Central/Pontificia Universidad Javeriana, pp. 63-78.
Guarini, Carmen
2005 «Cine antropológico: algunas reflexiones metodológicas», en Adolfo
Colombres (ed.), Cine, antropología y colonialismo, Buenos Aires,
Ediciones del Sol, pp. 161-167.
Guber, Rosana
2011 La etnografía: método, campo y reflexividad, Buenos Aires/México, Siglo
XXI Editores.
Gunning, Tom
2001 «Doing for the Eye what the Phonograph does for the Ear» en Richard
Abel y Rick Altman (eds.) The Sounds of Early Cinema, Bloomington/
Indianapolis, Indiana University Press, pp. 13-31.
Hall, Stuart
1997 Representation: Cultural Representations and Signifying Practices,
Londres, The Open University.
Harrington, Stephanie
1973 «An American Family Lives Its Life on TV», The New York Times, 7 de
enero, p. 19.
232 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Harvey, Penny
1993 «Ethnographic Film and the Politics of Difference: A Review of Film
Festivals» Visual Anthropology Review, 9(1), pp. 164-176.
Heider, Karl G.
2004 Seeing Anthropology: Cultural Anthropology Through Film, Nueva York,
University of South California.
2006 Ethnographic Film, Austin, University of Texas Press.
Henley, Paul
1998 «Film-making and Ethnographic Research» en Jon Prosser (ed.) Image-
based Research: A Sourcebook for Qualitative Researchers, Londres,
Falmer Press, pp. 42-59.
2001 «Cine etnográfico: tecnología, práctica y teoría antropológica»,
Desacatos: Lo visual en antropología, 8, invierno, México, ciesas, pp.
17-36.
2007 «Seeing, Hearing, Feeling: Sound and the Despotism of the Eye in
‘Visual’ Anthropology», Visual Anthropology Review, 23(1), American
Anthropological Association, University of California, pp. 54-63.
2009 The Adventure of the Real: Jean Rouch and the Craft of Ethnographic
Cinema, Chicago/Londres, The University of Chicago Press.
2013 «Anthropology: The Evolution of Ethnographic Film» en Brian Winston
(ed.), The Documentary Film Book, Londres, Palgrave MacMillan, pp.
309-319.
Hernández, Octavio
1990 «Antropología visual: notas para una definición», Antropología, México,
Boletín Oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 31, ju-
lio-septiembre, pp. 46-50.
Heusch, Luc D.
1988 Cine y ciencias sociales. Panorama del film etnográfico y sociológico,
México, Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, unam.
Hillyer, Minette
2015 «Camera Documents Made at Home: Visual Culture and the Question
of America», Film History, 27(4), Indiana University, pp. 46-75.
Hughes-Freeland, Felicia
1992 «Representation by the Other: Indonesian Cultural Documentation»
en Peter Ian Crawford y David Turton (comps.), Film as Ethnography,
Manchester, Manchester University Press, pp. 242-256.
bibliografía • 233
Jones, Graham
2005 «A Diplomacy of Dreams: Jean Rouch and Decolonization», American
Anthropologist: Journal of the American Anthropological Association,
107(1), marzo, pp. 118-120.
Köhler, Axel
2004 «Nuestros antepasados no tenían cámaras: el video como machete
y otros retos de la video-producción indígena en Chiapas, México»,
Revista Chilena de Antropología Visual, 4, julio, pp. 391-406.
Kossoy, Boris
1998 «La fotografía en Latinoamérica en el siglo xix: la experiencia europea
y la experiencia exótica», en Wendy Watriss y Lois Parkinson Zamora
(eds.), Image and Memory: Photography from Latin America 1866-1994,
Austin, University of Texas Press, pp. 18-54.
Kuper, Adam
1996 Anthropology and Anthropologists: The Modern British School (3a. ed.),
Londres/Nueva York, Routledge.
Lassiter, Luke Eric
2005 The Chicago Guide to Collaborative Ethnography, Chicago/Londres,
University of Chicago Press.
Le Bot, Yvon
1995 La guerra en tierras mayas: comunidad, violencia y modernidad en
Guatemala (1970-1992), México, Fondo de Cultura Económica.
León, Christian
2010 Reinventando al otro: el documental indigenista en el Ecuador, Quito,
Consejo Nacional de Cinematografía.
Lewis, Oscar
1965 Los hijos de Sánchez, México, Joaquín Mortiz.
Lim, Dennis
2011 «Reality-TV Originals, in Drama’s Lens», The New York Times, abril 15,
print edition pp. AR22.
Lindenmuth, Kevin J.
2010 The Documentary Moviemaking Course: The Starter Guide to Documentary
Filmmaking, Londres, Methuen Drama, A & C Black Publishers.
Loizos, Peter
1993 Innovation in Ethnographic Film: From Innocence to Self-Consciousness,
1955-85, Manchester, Manchester University Press.
234 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
López, Ana M.
1993 «(Not) Looking for Origins: Postmodernism, Documentary, and
America», en Michael Renov (ed.), Theorizing Documentary, Nueva
York/Londres, Routledge, pp. 151-163.
Luna, Anahí
2017 «Bali en Movimiento. Los filmes de Miguel Covarrubias en la década
de 1930», en Deborah Dorotinsky et al. (coord.), Variaciones sobre cine
etnográfico. Entre la documentación antropológica y la experimentación
estética, México, unam/uam-Azcapotzalco, pp. 339-360.
Lutkehaus, Nancy y Jenny Cool
1999 «Paradigms Lost and Found: The ‘Crisis of Representation’ and Visual
Anthropology» en Jane M. Gaines y Michael Renov (eds.), Collecting
Visible Evidence, Mineápolis/Londres, University of Minnesota Press, pp.
116-139.
Lutz, Catherine A. y Jane L. Collins
1993 Reading National Geographic, Chicago/Londres, The University of
Chicago Press.
Lyver, Des
1999 Principios básicos del sonido para vídeo, Barcelona, Gedisa.
Marcus, George E.
1986 «Contemporary Problems of Ethnography in the Modern World
System», en James Clifford y George E. Marcus (eds.), Writing Culture:
The Poetics and Politics of Ethnography, Berkeley, University of California
Press, pp. 165-193.
Macdonald Kevin & Mark Cousins
2006 Imagining Reality. The Faber Book of Documentary, Londres/Boston,
Faber y Faber.
MacDougall, David
1994 «Whose Story Is It?» en Lucien Taylor (ed.), Visualizing Theory: Selected
Essays From V.A.R. 1990-1994, Nueva York/Londres, Routledge, pp. 27-
36.
1995 «Beyond Observational Cinema» en Paul Hockings (ed.), Principles of
Visual Anthropology, Nueva York, Mouton de Gruyter, pp. 115-132.
1997 «The Visual in Anthropology», en Marcus Banks y Howard Morphy
(eds.), Rethinking Visual Anthropology, New Haven/Londres, Yale
University Press, pp. 276-295.
bibliografía • 235
MacDougall, David
1998 Transcultural Cinema, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University
Press.
2001 «Renewing Ethnographic Film: Is Digital Video Changing the Genre?,
Anthropology Today, 17(3), junio, pp. 15-21.
Maxwell, Anne
2000 Colonial Photography and Exhibitions: Representations of the ‘Native’ and
the Making of European Identities, Londres, Leicester University Press.
Mead, Margaret
1972 Blackberry Winter: My Earlier Years, Nueva York, William Morrow and
Co.
1995 «Visual Anthropology in a Discipline of Words», en Paul Hockings (ed.),
Principles of Visual Anthropology, Nueva York, Mouton de Gruyter, pp.
3-10.
Mead, Margaret y Gregory Bateson
2002 «On the Use of the Camera in Anthropology», en Kelly Askew y Richard
R. Wilk (eds.), The Anthropology of Media: a Reader, Oxford, Blackwell
Publishing, pp. 41-46.
Mestman, Mariano
2012 «From Italian Neorealism to New Latin American Cinema», en Saverio
Giovacchini y Robert Sklar (eds.) Global Neorealism: The Transnational
History of a Film Style, Jackson, University of Mississippi Press, pp. 163-
177.
Minh-ha, Trinh T.
2013 «Documentary Is/Not a Name/», en Julian Stallabrass (ed.) Documentary:
Documents of Contemporary Art, Londres, Whitechapel Gallery, pp. 68-
77.
Mora, Pablo
2014 «Lo propio y lo ajeno del otro cine otro: un panorama de la producción
audiovisual indígena de Colombia» en Christian León (ed.) El docu-
mental en la era de la complejidad, Quito, Universidad Andina Simón
Bolívar, pp. 57-78.
Moore, Henrietta L.
1994 «Trinh T. Minh-ha Observed: Anthropology and Others» en Lucien
Taylor (ed.) Visualizing Theory: Selected Essays from V. A. R. 1990-1994,
Nueva York/Londres, Routledge, pp. 115-125.
236 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Muenala, Yauri
2018 Kikinkunawan, visualidades comunes: la autorrepresentación en la prác-
tica audiovisual de realizadores kichwa otavalos, Quito, Ediciones Abya-
Yala.
Muratorio, Blanca
1994 «Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuatorianos y
sus imagineros a fines del siglo xix», en Blanca Muratorio (ed.) Imágenes
e imagineros: representaciones de los indígenas ecuatorianos, siglos xix y
xx, Quito, flacso, pp. 109-196.
Murphy, Elizabeth y Robert Dingwall
2010 «The Ethics of Ethnography» en Paul Atkinson, Amanda Coffey et al.
(eds.), Handbook of Ethnography, Londres, Los Ángeles/Washington,
Sage Publications, pp. 339-351.
Nichols, Bill
1994 Blurred Boundaries: Questions of Meaning in Contemporary Culture,
Bloomington/Indianápolis, Indiana University Press.
1995 «Documentary and the Coming of Sound». Disponible en http://film-
sound.org/film-sound-history/documentary.htm [consulta: 20/03/2016].
1997 La representación de la realidad: cuestiones y conceptos sobre el docu-
mental, Barcelona/Buenos Aires/México, Paidós.
2001 Introduction to Documentary, Bloomington/Indianápolis, Indiana
University Press.
Nolasco, Margarita
1991 «Los medios audiovisuales y la antropología», Antropología, Boletín
Oficial del inah, 35, julio-septiembre, México, pp. 42-49.
Nordstrom, Carolyn
1995 «War on the Front Lines», en Carolyn Nordstrom y Antonius C.G.M.
Robben (eds.), Fieldwork under Fire: Contemporary Studies of Violence
and Survival, Berkeley, University of California Press, pp. 129-153.
Novelo, Victoria
2001 «Video documental en antropología», Desacatos: Revista de Antropología
Social, 8, pp. 48-60.
Oksiloff, Assenka
2001 Picturing the Primitive: Visual Culture, Ethnography and Early German
Cinema, Nueva York, Palgrave.
Paranaguá, Paulo Antonio (ed.)
2003 Cine documental en América Latina, Madrid, Cátedra.
bibliografía • 237
Peterson, Leighton C.
2013 «Reclaiming Diné Film: Visual Sovereignty and the Return of Navajo
Film Themselves» Visual Anthropology Review, 29(1), pp. 29-41.
Pieterse, Jan Nederveen
1992 White on Black: Images of Africa and Blacks in Western Popular Culture,
New Haven/Londres, Yale University Press.
Pink, Sarah
2007 Doing Visual Ethnography: Images, Media and Representation in
Research, Londres, Sage Publications.
Pinney, Christopher
1992 «The Parallel Histories of Anthropology and Photography», en Elizabeth
Edwards (ed.), Anthropology and Photography 1860-1920, New Haven/
Londres, Yale University Press/Royal Anthropological Institute, pp. 74-95.
Piñó Sandoval, Ana
2013 «El documental etnográfico mexicano», en María Guadalupe Ochoa
(ed.), La construcción de la memoria: historias del documental mexicano,
México, Conaculta, pp. 161-183.
Plantinga, Carl R.
2010 Rhetoric and Representation in Nonfiction Film, Grand Rapids, Chapbook
Press.
Plummer, Ken
2010 «The Call of Life Stories in Ethnographic Research» en Paul Atkinson,
Amanda Coffey et al. (eds.) Handbook of Ethnography, Londres/Los
Ángeles/Washington, Sage, pp. 395-406.
Poole, Deborah
1997 Vision, Race and Modernity: A Visual Economy of the Andean Image
World, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press.
Pratt, Mary Louise
1986 «Fieldwork in Common Places» en James Clifford y George E. Marcus
(eds.), Writing Culture: The Poetics and Politics of Ethnography, Berkeley,
University of California Press, pp. 27-50.
1992 Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation, Londres/Nueva
York, Routledge.
Prelorán, Jorge
1987 «Conceptos éticos y estéticos en cine etnográfico», en Juan José Rossi
(ed.), El cine documental etnobiográfico de Jorge Prelorán, Buenos Aires,
Ediciones Búsqueda, pp. 73-118.
238 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Price, Derrick
2001 «Surveyors and Surveyed: Photography Out and About», en Liz Wells
(ed.), Photography: A Critical Introduction, Londres/Nueva York,
Routledge, pp. 65-117.
Price, Derrick y Liz Wells
2001 «Thinking About Photography: Debates, Historically and Now», en Liz
Wells (ed.), Photography: A Critical Introduction, Londres/Nueva York,
Routledge, pp. 9-63.
Prieto, Ignacio
2004 Antropología e imagen: un acercamiento a la antropología visual, Bogotá,
Taller Cinco.
Rabiger, Michael
1998 Directing the Documentary (3a. ed.), Boston, Focal Press.
Rabinowitz, Paula
1994 They Must be Represented: The Politics of Documentary, Londres/Nueva
York, Verso.
Restrepo, Eduardo, Catherine Walsh y Víctor Vich
2010 «Práctica crítica y vocación política: pertinencia de Stuart Hall en los
estudios culturales latinoamericanos», en Sin garantías: trayectorias y
problemáticas en estudios culturales, Stuart Hall, Bogotá, Universidad
Javeriana, pp. 7-14.
Reyes Mata, Fernando
1986 «Alternative Communication: Solidarity and Development in the Face
of Transnational Expansion» en Rita Atwood y Emile G. McAnany
(eds.), Communication and Latin American Society: Trends in Critical
Research, 1960-1985, Madison, The University of Wisconsin Press, pp.
190-214.
Rivera Cusicanqui, Silvia
2015 Sociología de la imagen: miradas ch’ixi desde la historia andina, Buenos
Aires, Tinta Limón.
Roca, Lourdes
2001 «Hacia una práctica transdisciplinar: reflexiones a partir del docu-
mental de investigación», en Desacatos: Revista de Antropología Social,
8, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social, Ciudad de México, pp. 37-47.
bibliografía • 239
Sekula, Allan
2013 «The Traffic in Photographs», en Julian Stallabrass (ed.) Documentary:
Documents of Contemporary Art, Londres, Whitechapel Gallery, pp. 89-
97.
Sherman Heyl, Barbara
2010 «Ethnographic Interviewing» en Paul Atkinson, Amanda Coffey et al.
(eds.), Handbook of Ethnography, Londres, Sage Publications, pp. 369-
385.
Shohat, Ella y Robert Stam
2002 Multiculturalismo, cine y medios de comunicación, Barcelona/Buenos
Aires/México, Paidós.
Sontag, Susan
1977/2013 On Photography, en Julian Stallabrass (ed.) Documentary: Documents of
Contemporary Art, Londres, Whitechapel Gallery, pp. 118-122.
Spencer, Frank
1992 «Some Notes on the Attempt to Apply Photography to Anthropometry
during the Second Half of the Nineteenth Century» en Elizabeth
Edwards (ed.), Anthropology and Photography 1860-1920, New Haven/
Londres, Yale University Press/Royal Anthropological Institute, pp. 99-
107.
Stoll, David
1999 Rigoberta Menchú and the Story of all Poor Guatemalans, Boulder,
Westview Press.
Stoller, Paul
1992 The Cinematic Griot: The Ethnography of Jean Rouch, Chicago, The
University of Chicago Press.
Strong, Adrian
2015 Filming real people, Dinamarca, Intervention Press.
Sturken, Marita y Lisa Cartwright
2001 Practices of Looking: An Introduction to Visual Culture, Oxford, Oxford
University Press.
Tomaselli, Keyan G.
1999 Appropriating Images: The Semiotics of Visual Representation, Dinamarca,
Intervention Press.
bibliografía • 241
Turner, Terence
1991 «The Social Dynamics of Video Media in an Indigenous Society: The
Cultural Meaning and the Personal Politics of Video-making in Kayapo
Communities», Visual Anthropology Review, 7(2), California, pp. 68-76.
1992 «Defiant Images: The Kayapo Appropriation of Video» en Anthropology
Today, 8(6), diciembre, Reino Unido, pp. 5-16.
Turner, Victor
1974 Dramas, Fields and Metaphors, Nueva York, Itaca.
Vallejo, Aida y María Paz Peirano (eds.)
2017 Film Festivals and Anthropology, New Castle upon Tyne, Cambridge
Scholars Publishing.
Van Den Berghe, Pierre L.
1970 Race and Ethnicity, Nueva York, Basic Books Inc. Publishers.
Vázquez Mantecón, Álvaro
2017 «El impacto del método Varan en el registro de las nuevas identidades
urbanas en el cine independiente de los años ochenta en México», en
Deborah Dorotinsky et al. (coord.), Variaciones sobre cine etnográfico.
Entre la documentación antropológica y la experimentación estética,
México, unam/uam-Azcapotzalco, pp. 179-201.
Velleggia, Susana
2010 La máquina de la mirada: los movimientos cinematográficos de ruptura y
el cine político latinoamericano en las encrucijadas de la historia, Quito,
Ediciones Ciespal.
Villela F., Samuel
1990a «Fotografía y antropología», Antropología, Boletín Oficial del inah, 29,
enero-marzo, México, pp. 24-31.
1990b «Panorama de la antropología visual en México», Antropología, Boletín
Oficial del inah, 32, octubre-diciembre, México, pp. 38-43.
1998 «Fotógrafos viajeros y antropología mexicana», Cuicuilco, nueva época
5(13), mayo/agosto, México, pp. 105-122.
Wells, Liz (ed.)
2001 Photography: A Critical Introduction, Londres, Routledge.
Wilson, Pamela y Michelle Stewart (eds.)
2008 Global Indigenous Media, Durham/Londres, Duke University Press.
Winocur, Rosalía
2002 Ciudadanos mediáticos: la construcción de lo público en la radio,
Barcelona, Gedisa Editorial.
242 • el documental antropológico. una introducción teórico-práctica • carlos y. flores
Wood, David M. J.
2017 El espectador pensante: el cine de Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamau,
México, unam.
Worth, Sol y John Adair
1972 Through Navajo Eyes: An Exploration in Film, Communication and
Anthropology, Bloomington, Indiana University Press.
Wortham, Erica Cusi
2013 Indigenous Media in Mexico: Culture Community and the State, Durham/
Londres, Duke University Press.
Wright, Terence
1992 «Photography: Theories of Realism and Convention, en Elizabeth
Edwards (ed.), Anthropology and Photography 1860-1920, New Haven/
Londres, Yale University Press/Royal Anthropological Institute, pp. 18-
31.
Zamorano, Gabriela
2010 «Prólogo» en Christian León, Reinventando al otro: el documental indi-
genista en el Ecuador», Quito, Consejo Nacional de Cinematografía, pp.
9-15.
2017 Indigenous Media and Political Imaginaries in Contemporary Bolivia,
Lincoln/Londres, University of Nebraska Press.
Zirión P., Antonio
2014 «Reenfocando la antropología visual» en Victoria Novelo O. y Everardo
Garduño (eds.) Memoria visual: producción y enseñanza de la antro-
pología visual universitaria en México, Baja California, Universidad
Autónoma de Baja California/Instituto de Investigaciones Culturales-
Museo, pp. 153-158.
2018 «Regimes of (In)visibility and Peripheral Vision», Anthrovision
[Online], 6.2 | 2018, En línea desde el 30 de diciembre, conexión el 05 de
septiembre de 2019. URL : <http://journals.openedition.org/anthrovi-
sion/3910>; doi: 10.4000/anthrovision.3910
El documental antropológico.
Una introducción teórico-práctica
de Carlos Y. Flores