2 - Antroposofía
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Pedagogía Waldorf
La Antroposofía
Alrededor del año 1900 cuando Europa comenzaba a vivir a la luz de
la lámpara eléctrica, a comunicarse por teléfono y telégrafo, a
deslumbrarse con el cinematógrafo y a trasladarse en automóvil y
en tranvía eléctrico, Rudolf Steiner comienza a exponer su camino
del conocimiento: la antroposofía, luego de haber estudiado a Zola,
Tolstoi, Shaw, Ivsen, y discutiendo las teorías de Darwin, Haeckel y
Marx.
La antroposofía es ciencia. Una ciencia que supera los límites con los
que hasta ahora chocó la ciencia 'común'. Por lo tanto, procede
científicamente por la observación, descripción e interpretación de
los hechos.
Y es más que una teoría, una construcción de afirmaciones. Con
efecto, ella admite y reconoce todos los descubrimientos de las
ciencias naturales comunes, aunque las completa e interpreta con
sus descubrimientos. Sobre todo ha hecho, en todos los ámbitos de
la vida práctica, muchas contribuciones e innovaciones concretas y
positivas, lo que constituye la verdadera piedra fundamental de
todos sus principios.
La Biblia nos dice que Dios formó al primer hombre del 'polvo de la
tierra, haciendo resaltar de esa manera que el cuerpo del hombre
está constituido por la misma materia del mundo que lo circunda.
De hecho, la química confirmó que todos los elementos constitutivos
del cuerpo se encuentran también en la naturaleza a su alrededor.
Parece, pues, que en los seres orgánicos existe algo más allá de la
pura sustancialidad, quitando la materia las leyes inherentes a su
propia naturaleza. En el momento de la muerte, ese 'algo' deja de
existir, o por lo menos de actuar: el cuerpo muerto pasa a ser un
cadáver, y, como tal, su sustancia vuelve a obedecer
exclusivamente a las leyes del mundo inorgánico: el organismo se
descompone, perdiendo su forma y estructura específicas y
retornando al reino del 'polvo de la tierra'. Podemos, por lo tanto,
afirmar que los seres orgánicos siguen leyes opuestas - o por lo
menos ajenas - a las leyes químicas y físicas del mundo mineral.
Además, verificamos que cada ser orgánico tiene su forma
particular. Podemos imaginar dos semillas compuestas
químicamente de los mismos elementos; a pesar de ello, una
formará una planta de un determinado tipo y la otra una planta de
especie y aspecto totalmente diferentes, pues cada una sigue, para
su estructura, un modelo propio.
El animal, por su parte, nos parece más "cerrado", más aislado del
mundo externo; y eso no sólo es físicamente. Hay en él una especie
de espacio interior, que no es sólo físico (estructura del sistema del
cuerpo, órganos con funciones definidas, etc.), es también anímico.