La Paleontologia Humana

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La paleontología humana

Juan Luis Arsuaga

“La investigación científica es siempre una aventura intelectual, que se plantea retos,
que trata de alcanzar nuevos horizontes de conocimiento, y que debe superar numerosos
obstáculos con grandes dosis de ingenio y esfuerzo. Pero la paleontología es una aventura por
partida doble, porque la búsqueda de sus objetos de estudio se desarrolla en pleno campo, en
la naturaleza. Cuando en Ciencia se habla de un hallazgo, generalmente nos estamos
refiriendo al descubrimiento de alguna ley o propiedad, o a la solución de un intrincado
problema que tal vez pueda expresarse por medio de una fórmula. En el caso de la
paleoantropología, además de esos descubrimientos, un hallazgo puede en casos
extraordinarios tomar una forma más sólida y material. Puede tratarse del resto fosilizado de
alguno de nuestros remotos antepasados. Los paleontólogos somos los únicos científicos que
disponemos de la capacidad de viajar profundamente en el tiempo y, en nuestro caso,
transportarnos a cualquier momento de la historia de nuestros orígenes. Confiamos en que
este libro sabrá trasladar al lector toda la pasión que sienten los autores por la búsqueda de
nuestros ancestros, sin que sea necesario describir las emociones que vivimos en los
momentos inolvidables de los descubrimientos de fósiles humanos, sentimientos que
compartimos con compañeros de fatigas y que, a decir verdad, no sabríamos expresar con
palabras.
Cada vez que hemos dado una conferencia hemos podido palpar el interés que la
evolución humana despierta en el público más diverso. Pero, al final de las charlas, los
asistentes no se atreven a formular las preguntas que les vienen a la mente, porque les parecen
demasiado elementales, indignas de ser formuladas a un profesional de la paleontología. La
gente desconoce que los interrogantes que se plantea todo el mundo son los mismos que trata
de contestar el científico, y que a menudo son los más difíciles de responder. ¿Cómo se sabe
la antigüedad de los fósiles? ¿Dónde y cuándo aparecimos? ¿Somos desde el principio de
nuestra historia «monos asesinos»? ¿Qué fue primero, ser bípedo o ser inteligente? ¿Eran
monógamos nuestros antepasados? ¿Por qué el parto es doloroso? ¿Cuánto duraba la infancia
en los homínidos primitivos? ¿De qué se alimentaban? ¿Cuánto medían? ¿Desde cuándo
hablan los seres humanos? ¿Somos la especie de homínido con el cerebro mayor? Este libro
fue concebido para responder a esas preguntas. Pero para que puedan ser contestadas, han de
ser planteadas adecuadamente y necesitan situarse en el contexto de la evolución humana.
El trabajo de un paleoantropólogo es, en parte, similar al de un detective. Al igual que
éste, el paleoantropólogo llega a la escena del «crimen» cuando ya se ha producido. A partir
de datos indirectos debe reconstruir la secuencia de acontecimientos que tuvieron lugar y, lo
que es más difícil, encontrar explicaciones lógicas que permitan comprender lo ocurrido;
tanto el detective como el paleoantropólogo deben dar cuenta del cómo y el porqué de lo
ocurrido.
Las buenas novelas policíacas ofrecen al lector todas las pistas y los razonamientos
del protagonista para esclarecer el caso. Resulta fastidioso llegar al final de la novela para
encontrar que la solución dependía de evidencias que sólo conocía el protagonista y que se
habían hurtado al lector hasta ese momento. Pero lo que resulta realmente imperdonable en
una novela de detectives es que no se explique satisfactoriamente la solución del caso, ya que
lo divertido no es saber quién fue el asesino sino cómo se averiguó. Esto es así porque el
género policíaco va dirigido a la inteligencia del lector. Pero para que éste disponga de toda la
información y pueda luego maravillarse de la sagacidad del detective, ha de asistir a los
interrogatorios de todos los testigos, observar con detenimiento el escenario del crimen,
investigar los antecedentes de los sospechosos, estudiar los resultados de los análisis de los
laboratorios y dedicar tiempo a reflexionar para intentar encajar todas las piezas.”

Juan Luis Arsuaga (1998), La especie elegida: La larga marcha de la evolución


humana. Madrid: Temas de Hoy, p. 5.

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