Antecedentes Historicos Del Rol Del Preceptor
Antecedentes Historicos Del Rol Del Preceptor
Antecedentes Historicos Del Rol Del Preceptor
EL PRECEPTOR MEDIEVAL
Se ordenan los espacios y los tiempos se ajustan a tal efecto. La clase se torna
homogénea, compuesta de elementos individuales que vienen a disponerse los unos al
lado de los otros bajo la mirada del maestro. Las unidades educativas tienen la
particularidad de su rigidez y uniformidad excesivas. Insensibles por las idiosincrasias
singulares de sus estudiantes, se muestran inflexibles frente a los casos particulares y
dejan escaso margen a la iniciativa individual.
El espacio escolar funciona como una máquina de aprender, pero también de
vigilar, de jerarquizar, de recompensar.
Creemos patentizar, en este punto, los albores de la figura del celador y luego la
del preceptor. La vigilancia escolarizada, en un sistema de relaciones que
disciplinariamente encauza la conducta bajo la amenaza del castigo y la sanción. Reina
un verdadero universo de penalidades que transversalizan el ambiente escolar: por el
tiempo (retrasos, ausencias, interrupciones), por la actividad (falta de atención,
descuido, falta de celo), por la manera de ser (descortesía, desobediencia), por la
palabra (charla, insolencia), por el cuerpo (actitudes y posturas incorrectas, gestos
impertinentes, suciedad), por la sexualidad (falta de recato, indecencia). Este universo
sin desviaciones reclamará cada vez con más fuerza la figura necesaria y específica del
que hace cumplir los preceptos que lo regulan.
ANTECEDENTES MÁS PRÓXIMOS DEL ROL DEL PRECEPTOR ACTUAL.
La crisis que vivía Europa en el siglo XIX determinó que se gestara un replanteo
de la propuesta pedagógica con carácter de urgencia, debido a que sus redes sociales
estaban destruidas y había un sentimiento generalizado de desafiliación social. Se pensó
entonces, que desde la organización del sistema educativo se podría reconstruir el orden
social.
El hecho de fijar la atención en la educación no se debió sólo a la inmediatez
con que podrían emprenderse las acciones sino también porque sabían que en Prusia la
educación había tenido influencia positiva y ayudaría a tomar conciencia del nuevo
régimen, por lo que la educación adquirió una función legitimadora que podía imponer
el sentido de filiación. De esta manera, se buscó la unidad moral a través de un orden
normativo que unifique la sociedad y que ésta la acepte, hecho que permitió sostener el
régimen republicano.
En este contexto tienen lugar las prescripciones educativas de Durkheim:
Si tuviésemos que caracterizar el ideario educativo positivista del siglo XIX, sin
duda tendríamos que hablar de orden y disciplina. El orden social, condición necesaria
para el progreso social y económico, parte del supuesto que la sociedad es un sistema,
es decir, [de] la existencia de un ´todo´ que tiene prioridad analítica sobre sus partes.
Este sistema es concebido en clara analogía con los cuerpos orgánicos que son objeto de
la biología, por lo que no es incorrecto decir que se trata de un sistema orgánico aunque,
según Comte, no reducible a las leyes biológicas. Así, pues, el todo está constituido por
los diversos órganos, y cada uno de ellos cumple una función específica para mantener
la unidad, el equilibrio y el funcionamiento del sistema social.
A su vez este sistema, visto desde una perspectiva descendente, tiene
subsistemas entre los que destacamos el sistema educativo, constituido, como ya
dijimos, por escuelas en tanto unidades funcionales. Visto desde otra perspectiva
ascendente, si decidimos entrar en el aula, ésta es considerada como un subsistema de
relaciones sociales dentro de un subsistema educativo que a su vez se ordena a un
sistema macro orgánico integrado y equilibrado que es la sociedad. En efecto, el orden
que se produce en el aula y en la escuela en general, como consecuencia de la
disciplina, se reproduce en la sociedad toda y viceversa.
Entre los valores de la cultura común y las normas que moldean la personalidad
del individuo se destaca la disciplina, entendida como el conjunto de actos repetidos en
condiciones determinadas bajo una autoridad y que tiene por objetivo regularizar la
conducta.
En este sentido, completando lo que ya dijimos, el ámbito propio de la
internalización de la disciplina es la educación donde cobran sentido el rol del maestro
y las etapas evolutivas del desarrollo de los alumnos en la formación de su conducta
social.
Estas ideas pedagógicas fueron una nota distintiva de la educación en la
sociedad industrializada europea. Y en Inglaterra en una búsqueda del mismo fin, a
principios del siglo XIX, se da una originalidad que constituye el antecedente más
próximo del perfil del preceptor que tenemos en la actualidad. Allí, el rol del maestro o
profesor, quien se encargaba del dictado de las clases, sigue siendo de gran
importancia. No obstante, vemos nacer otra figura significativa: la del preceptor.
¿De dónde procede esta idea de organización escolar? ¿Qué fenómenos sociales
demandaron esta respuesta? ¿Qué situaciones semejantes es posible identificar? Por
esta época, el conocimiento organizativo desarrollado hasta el momento en la
educación resultó insuficiente para responder a los requerimientos de la coyuntura
histórica, dada por la expansión de los sistemas educativos nacionales. A estas nuevas
ideas pedagógicas le resultó exigua la estructura organizativa de la educación. Se
registraron en el escenario escolar fenómenos tales como obligatoriedad, masividad y
gradualidad, que sólo se habían observado en instituciones tales como el ejército y los
conventos. De allí que el modelo organizativo escolar se haya asemejado en principio, a
la estructura vertical y jerárquica de dichas instituciones.
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IV.1. RESIGNIFICACIÓN DEL ROL DEL PRECEPTOR DESDE LA
DIMENSIÓN PEDAGÓGICA
Este tipo de planteo no tiene en cuenta la figura del preceptor tal como la
concebimos en nuestra realidad escolar. Es decir, no existen dos personas, una
encargada de la disciplina y de lo administrativo, y otra encargada de lo pedagógico,
sino que se piensa en el docente tutor como quien acompaña el proceso de formación
mediante la orientación del alumno desde una visión integral. Decimos esto dado que,
en nuestra realidad escolar, el preceptor es tomado generalmente como auxiliar docente,
cuyo rol es considerado de poca relevancia pedagógica. No obstante, cuando se trata de
dar solución a los problemas tales como la deserción, el desgranamiento, la repitencia,
los problemas de conducta, la asistencia social, la prevención, etc. sostenemos que la
respuesta no es incluir en la escuela nuevos expertos y técnicos. Creemos que la
solución está simplemente en trabajar con los preceptores que están más de cinco horas
diarias con los alumnos, para prepararlos en las ciencias necesarias para su actividad y
darles una carrera profesional adecuada a las tareas que realiza. En este sentido dice
Marina Müller: