4 Vertientes de Feminismo en Mexico

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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer

versión impresa ISSN 1316-3701
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.15 n.34 Caracas jun. 2010

Sobre el libro «Cuatro vertientes del feminismo de México» de


Gisela Espinosa Damián Reseña Bibliográfica

Ángeles Sánchez Bringas

En la década de los setenta surgió en México un nuevo feminismo impulsado por mujeres de
clase media, universitarias y urbanas que luchaban por transformar las relaciones de
desigualdad entre los géneros y los mecanismos de subordinación y exclusión femenina.
Desde entonces la contienda feminista se ha extendido a las zonas urbanopopulares, rurales
e indígenas a través de distintos grupos, núcleos, redes y organizaciones de mujeres de
diferentes contextos sociales, económicos y étnicos. Este movimiento social ha tomado
formas políticas peculiares y ha dado lugar a diversos estudios que interpretan su
configuración y desarrollo. Este es el caso del libro de Gisela Espinosa Cuatro vertientes del
feminismo en México. Diversidad de rutas y cruce de caminos que presenta un análisis
interesante y una explicación polémica sobre la evolución de este movimiento desde la
década de los setenta hasta los primeros años del siglo XXI. Para ello, la autora ha recurrido
a una revisión documental y bibliográfica exhaustiva, entrevistas a luchadoras feministas y
la reflexión de su propia experiencia en grupos políticos de izquierda, organismos civiles
feministas y la academia.

En la introducción y la primera parte del libro, Gisela Espinosa expone el problema de


investigación y sus premisas conceptuales y metodológicas. En abierto debate con aquellas
versiones que establecen una diferencia cualitativa entre el feminismo de los años setenta y
el movimiento amplio de mujeres (luchas de trabajadoras, campesinas, e indígenas),
Espinosa argumenta que el movimiento feminista mexicano ha tenido un desarrollo
multilineal a través de cuatro diferentes vertientes: la histórica, la popular, la civil y la
indígena.

Siguiendo la perspectiva de Mohanti, Hernández y Mouffe y muchas otras representantes de


los feminismos poscoloniales, la autora pone en evidencia el carácter etnocentrista de
“ciertas concepciones feministas que, en lugar de propiciar una política creativa e incluyente
del feminismo desde la diversidad han contribuido a la fragmentación, a la estrechez de
miras y al conflicto” (p.20). Ese feminismo hegemónico que ha hecho valer sus discursos
como si fueran el discurso feminista y ha excluido los proyectos de género surgidos de las
luchas de mujeres campesinas, indígenas y de sectores populares. Aquellas concepciones,
señala Espinosa, que califican de feministas o mujeristas a las organizaciones de las
mujeres y separan los intereses estratégicos de género de las reivindicaciones
socioeconómicas, parten de esquemas rígidos que resultan simplistas e inoperantes frente a
la multidimensionalidad de los procesos sociales y las condiciones de vida de las mujeres.
La propuesta analítica de Espinosa surge de una concepción del género que indaga sobre la
especificidad de las relaciones sociales en un contexto histórico determinado. En la vida de
las mujeres, argumenta Espinosa, el género no está aislado, se cruza y se funde con otras
asimetrías socioeconómicas, étnicas, generacionales, etc. que en cada caso le confieren su
particularidad, y los movimientos sociales que se desarrollan en ese contexto social así lo
manifiestan. Es por eso que, “en México, donde alrededor de la mitad de la población está
en situación de pobreza…” (p.20) la lucha por reivindicaciones socioeconómicas puede
desatar cuestionamientos sobre la desigualdad de género a través de demandas, estrategias
y aspiraciones complejas y diversas.

En la segunda parte del libro Gisela, Espinosa desarrolla las distintas vertientes del
feminismo mexicano. Para cada vertiente la autora realiza una rigurosa crónica de sus
organizaciones políticas; analiza la ubicación socioeconómica y étnica de sus integrantes, la
evolución de sus organizaciones con sus dinámicas, vínculos, programas y demandas,
declaraciones, encuentros, mutaciones y disoluciones. La autora describe las
reivindicaciones de las mujeres al interior de las organizaciones mixtas y explica cada
contienda en el contexto histórico correspondiente.

Así, el surgimiento del feminismo histórico de los años setenta estuvo marcado por el
movimiento de 1968 que lanzó a la arena política una nueva izquierda y el advenimiento de
movimientos sociales. De estos últimos, en los años ochenta, surgió el feminismo popular,
apoyado por la presencia significativa de organismos civiles que dieron origen, a su vez, al
feminismo civil. Este último iría cobrando presencia política hasta llegar a ser, en la
actualidad, el representante más reconocido del movimiento feminista.

La movilización ciudadana de 1988 propició la entrada de las feministas a la política formal


generando un nuevo escenario de acción que llevó al desarrollo de nuevas prácticas políticas
tanto del feminismo como de la izquierda y que culminó con la ciudadanización del primero.
Finalmente, en 1994, con la movilización zapatista de los pueblos indios en contra del
proyecto neoliberal emergió la expresión política del feminismo indígena.

A lo largo de la descripción y análisis de los feminismos, la autora avanza argumentos


polémicos sobre la conformación particular de cada feminismo y su aporte a la sociedad
mexicana. Por ejemplo, la autora observa cómo en el caso del feminismo histórico las
reivindicaciones de género, por sí mismas, no garantizaron el éxito de un proyecto
organizativo amplio: “...el feminismo se desarrolló en una especie de ‘nicho’ socioeconómico
(sectores medios), cultural (ambientes universitarios) y político (apertura democrática), que
no cobijó la vida ni la acción de otros movimientos sociales…” (p. 60). Como consecuencia
del carácter de sus organizaciones y su lucha por la autonomía, este movimiento se
mantuvo alejado de otras luchas de oposición y terminó por desaparecer de la escena
política. Sin embargo, Espinosa apunta que la aportación de este movimiento fue
fundamental en el ámbito de la cultura. La crítica feminista a los lugares y papeles
asignados por el género y las nuevas formas imaginadas y vividas de relaciones amorosas,
de maternidades alternativas, de diversidad de proyectos en la vida de las mujeres fue
penetrando en el tejido social y ha sido importante para el cambio sociocultural y político del
país. Sin embargo, en su análisis queda pendiente la evolución del feminismo histórico
desde la década de los ochenta hasta nuestros días. Desde los setenta este feminismo entró
a las instituciones de educación superior, los medios de comunicación e instituciones
gubernamentales y durante los años ochentas y noventas generó actividades que difunden
el discurso feminista y someten a una mirada crítica al sexismo de la sociedad mexicana. A
través de programas de estudios y líneas de investigación, grupos editoriales, programas de
radio, televisión y medios escritos las feministas analizan la realidad nacional, forman
especialistas y discuten las propuestas políticas de mujeres de organizaciones civiles,
políticas, populares e indígenas. ¿Cómo denominar a este feminismo? ¿Cómo se difundió
este bagaje cultural en el contexto sociocultural de mujeres feministas de otras clases
sociales y cómo fue resignificado por estas mujeres? Son algunas de las preguntas que abre
la lectura de este texto.

Sin duda, este libro nos brinda un panorama general, complejo y polémico, del movimiento
feminista mexicano y nos deja con muchas preguntas y posibles líneas de investigación, y
esto constituye una virtud del trabajo. Se antoja analizar, a través de estudios de caso de
organizaciones políticas y de luchadoras feministas, algunos de sus argumentos. Por
ejemplo, la autora sostiene que las demandas feministas de mujeres trabajadoras,
campesinas, indígenas y mujeres urbano-populares se han articulado a demandas y
contiendas más amplias y se han vinculado a movimientos sociales y políticos sin que esto
demerite su lucha por la transformación de las relaciones de género, como sucede en el
caso de las mujeres indígenas del EZLN quienes están construyendo un movimiento
complejo ya que, por un lado, comparten con los varones la lucha por sus derechos y su
cultura, pero por otro, están combatiendo los usos y costumbres que las someten y las
excluyen. Sin embargo queda por analizar la forma en que se expresan las relaciones de
género al interior de estas organizaciones políticas y qué tan relevantes son las
reivindicaciones de género en la cotidianidad de estas mujeres. También es necesario
estudiar quiénes son las mujeres que actualmente aparecen en el escenario político y cómo
llegan a luchar por la transformación de las relaciones de género.

En relación con el feminismo civil, valdría la pena profundizar cualitativamente, en la


heterogeneidad de este feminismo y explorar las diferencias políticas a su interior. Sería
interesante un estudio de caso de algunas organizaciones sobre su dinámica interna y
externa, sus vínculos con mujeres de distintas clases sociales y regiones geográficas, los
conflictos, la movilidad de sus integrantes, la centralización y descentralización de sus
actividades en el país.

La perspectiva de este libro invita a volver a discutir la incidencia del feminismo histórico y
civil en las políticas del estado dirigidas a las mujeres y, en particular, a debatir sobre cómo
son recibidos los logros del feminismo por mujeres de diferentes clases sociales. Una de las
políticas más debatidas que sería interesante volver a revisar desde esta óptica es la lucha
feminista por la maternidad voluntaria (consentimiento informado, administración gratuita
de anticonceptivos, educación sexual a los jóvenes, despenalización del aborto, etc.)
parámetro a partir del cual se ha incidido en el Programa Nacional de Planificación Familiar y
en la reglamentación legislativa sobre el aborto.

El libro de Gisela Espinosa Cuatro vertientes del feminismo en México. Diversidad de rutas y
cruce de caminos se presenta en una edición de la División de Ciencias Sociales y
Humanidades de la UAM Xochimilco en la colección Teoría y Análisis. Consideramos que su
lectura es relevante desde muchos ángulos por lo que podemos suponer que este texto será
de interés no sólo para el feminismo y la academia sino también para todas las personas y
organizaciones preocupadas por los procesos de democratización. Estas lectoras y lectores
encontrarán en este trabajo una reflexión política y académica muy pertinente para el
momento político por el que atraviesan los países de América Latina.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Espinosa Damián, Gisela. (2009). Cuatro vertientes del feminismo en México. Diversidad
de rutas y cruces de caminos, México, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.        [ Links ]

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