Estrada 2020 Apuntes Teoría de La Ley Unidad I
Estrada 2020 Apuntes Teoría de La Ley Unidad I
Estrada 2020 Apuntes Teoría de La Ley Unidad I
Unidad I
Prof. Francisco Estrada V.
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
2. Promulgación p. 67
Inexcusabilidad de la ley p. 77
2
Efectos de la ley respecto de las personas p. 128
CAPÍTULO III
La equidad p. 209
CAPÍTULO IV
Jurisprudencia p.224
Dif. Entre ley y sentencia judicial p. 229
Fuerza obligatoria de sentencias p. 235
Rol del Juez p. 237
3
CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN AL DERECHO CIVIL.
4
conocimientos acerca de las normas, de donde se sigue que "el ordenamiento
proporciona la materia del sistema", mientras que "el sistema consiste en la
reconstrucción científica del ordenamiento, reduciendo su contenido a
conceptos y organizando o disponiendo éstos según criterios teóricos
determinados".
Esto quiere decir que si el ordenamiento jurídico rige la vida de una comunidad
jurídica, el primero no debe ser confundido con la segunda, puesto que el
ordenamiento es un conjunto de normas y la segunda un conjunto de seres
humanos. Por tanto, el ordenamiento jurídico chileno es una cosa y la
comunidad jurídica chilena otra, aunque ésta se halla regida por aquél.
5
parricidios, intentos de parricidio, tal cual ocurre en las familias de las tragedias griegas
o shakespereanas.
6
2. La summa divisio juris
“Título I
De la justicia y del derecho
En el comienzo del Digesto (Dig. I, 1) ULPIANO define al derecho público como “todo
aquello que interesa al estado de la cosa Romana” -que equivale a decir “a Roma”- y al
derecho privado como “lo que pertenece a la utilidad de cada cual”. Conforme a esta
clásica distinción -la summa divisio se la ha denominado- la diferencia reside en el interés
que persigue la norma.
7
“Desaparece esta distinción durante la Edad Media, época dominada por el
concepto de "Derecho común" (ius commune) y en que impera una noción de
ordenamiento jurídico basada en la autonomía, respecto de los derechos
particulares (iura propia). Romanistas y canonistas rehusaron durante muchos
años mutilar la unidad del panorama.
Reaparece el díptico Derecho privado/Derecho público a mediados del siglo
XVII en la literatura jurídica7, en que se compusieron diferentes obras que se
titulaban, precisamente, y con total naturalidad, ya de Derecho privado, ya de
Derecho público. A partir de esa época, y hasta hoy, la terminología la adoptan
con total generalidad los autores de obras jurídicas, para distinguir,
parafraseando a Ulpiano, positiones studii iuris, los campos científicos.”
(…)
“el legislador ha retomado esta clasificación. Es el caso de los dos siguientes
ejemplos:
i) el artículo 21 del Decreto con Fuerza de Ley N° 164, de 1991 [cuyo texto
fue f jado por el DS N° 900, de 1996], Ley de Concesiones de Obras Públicas,
se refiere a "normas de derecho público" y a "normas de derecho privado;
ii) el artículo 1º de la Ley Nº 19.886, de 2003, de bases sobre contratos
administrativos de suministro y prestación de servicios, se refiere a "normas de
derecho público" y a "normas de derecho privado“”
(…)
DOS RANCIOS Y AMBIGUOS BROCÁRDICOS
Se conecta con lo anterior lo siguiente: suelen considerarse como sendas
características de tal clasificación público/privado los dos siguientes
brocárdicos o refranes jurídicos, según los cuales:
i) "en Derecho público solo es posible hacer aquello expresamente permitido"; y ii) "en
Derecho privado es posible hacer todo salvo lo expresamente prohibido".
Tales axiomas en realidad no es posible encontrarlos formulados en ninguna
fuente, en esos términos; en verdad, tales arcaísmos son unas fórmulas
doctrinarias a través de las cuales debemos entender que se intentó
tradicionalmente, con un lenguaje que produce confusiones, describir lo que
hoy describimos, con mayor precisión, a través de los dos siguientes
fenómenos/principios jurídicos, respectivamente:
1º para el Derecho público: de la juridicidad (o legalidad); en verdad, de la
necesaria tipicidad de las potestades de actuación de las autoridades; y
2º para el Derecho privado: de la autonomía ["privada"] de actuación y creación
de derechos de los particulares.
Pero en ambos casos, o en ambas esferas, pública y privada, existen
regulaciones, ya sea "prohibiendo", ya sea "permitiendo", respectivamente.
8
Las disciplinas que integran cada uno de los dos grandes sectores en que se
divide el Derecho (Derecho público/Derecho privado) comparten entre sí bases
esenciales y principios jurídicos; y, viceversa, las disciplinas de diversos sectores
no los comparten. De ahí la dificultad de la utilización de técnicas de
integración normativa, como es el caso de la supletoriedad, entre disciplinas de
los sectores contrapuestos del Derecho.”
Vergara Blanco, Alejandro. (2010). La summa divisio iuris público/privado de las
disciplinas jurídicas. Revista de derecho (Coquimbo), 17(1), 115-128.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-97532010000100005
Para eso revisemos lo que el mejor amigo del estudiante de derecho (el DLE) nos dice
que significan las palabras “denotar” y “connotar”.
“Denotar: indicar, anunciar, significar.
Lo que quiero es connotar un sentido construido a lo largo de los siglos, quiero que al
escucharla imaginen a generaciones de juristas sentados frente a su escritorio leyendo
leyes de uno u otro tipo, y asignándoles, entonces, ciertas propiedades a una u otra rama
del derecho. Quiero que escuchen la reverberación del “río semántico” (Kundera, La
insoportable levedad del ser) que ha corrido desde Ulpiano hasta nosotros sobre estas ideas.
9
del derecho público, a pesar de ser incuestionable que su propósito es proteger
los intereses de los particulares.”
2. Sujeto destinatario. Según este criterio, el derecho público es el que se aplica al Estado
y a los organismos estatales y el derecho privado el que se aplica a los privados, a los
particulares.
Es un criterio más fuerte que el anterior pero también posee zonas de incertidumbre dada
la frecuencia con que el Estado -que para estos efectos se denomina Fisco- contrata con
particulares la compra de bienes y servicios que requiere para cumplir su función.
3. Naturaleza de la relación. Seguimos en esto a Barros:
Por eso las normas de derecho privado se limitan a establecer los efectos de las
conductas de los sujetos, mediante normas preferentemente dispositivas y no
imperativas. No obstante, también se puede encontrar relaciones de
subordinación en el derecho privado.
10
La actuación pública del órgano del estado puede revestir dos formas diferentes:
(a) la de autoridad que ejerce el poder público; o, (b) la de prestatario de un
servicio público (salud, educación, caminos, etc.) directamente o a través de
particulares. Ambas son relaciones regidas por el derecho público. Fuera de
estos ámbitos las relaciones se rigen por el derecho privado.
Se deben agregar como parte del derecho público también aquellas normas que
señalan la organización, las atribuciones y los procedimientos de actuación de
los órganos públicos.”
La distinción conserva valor práctico ya que nos permite dilucidar los principios que
deben regular el campo normativo y, en ocasiones, incluso el tribunal competente para
conocer los conflictos suscitados en determinadas materias.
En el clásico texto del profesor Vodanovic se enseñan las siguientes definiciones que
hacemos nuestra
Derecho Privado es el conjunto de normas que regulan las relaciones de los particulares
entre sí o las relaciones entre éstos y el Estado o demás susodichos organismos, cuan-do
actúan como simples personas privadas.
Debemos observar, para bien entender lo anterior, que e] Estado y los otros organismos
a que aludimos pueden actuar en la vida jurídica en un doble carácter: como poder
político y soberano que ejerce funciones de gobierno e imperio, y como simple
particular. Cuando obran en este último carácter se aplican a ellos las mismas normas
que se aplican a las relaciones entre particulares, esto es, las normas de Derecho Privado,
Ejemplo en que el Estado actúa como persona privada: cuando toma en arriendo un
local para que funcione una escuela.”
Vodanovic, Antonio (1945). Curso de Derecho Civil, basado en las explicaciones de los
profesores de la Universidad de Chile Arturo Alessandri Rodríguez y Manuel Somarriva
Undurraga, Editorial Nascimento, Tomo 1, 2ª. ed., pp. 27 y 28.
11
La elaboración de categorías analíticas y sistemáticas es de mucha utilidad para la
didáctica del derecho, para la dogmática, para la mejora de la legislación. Sin embargo,
no deben llamarse a equívoco. Los casos de la vida real, aquellos que tocan la puerta de
su oficina o llegan vía mail o whatsapp en los días actuales, no vienen con etiquetas
disciplinarias. Y deberá ser usted quién evalúe la imposible asunción del encargo por
corresponder a una disciplina que usted no maneja en absoluto -el derecho laboral, en
mi caso- como un límite puesto en interés del mejor servicio del cliente. Pero en la
mayoría de los casos usted deberá superar algunos de los casilleros disciplinarios en pro
de la defensa del cliente que no puede quedar entregado a tener que contratar una tribu
de especialistas.
Los pilares disciplinarios son andamios para facilitar su formación, no muros que los
limiten en su ejercicio o en su estudio.
12
3. El derecho civil: concepto, aspectos generales.
“Para mi generación, a pesar de la importancia del derecho civil en la identidad
profesional de los abogados y consecuentemente en el currículum, el derecho
civil ciertamente no era donde estaba la acción. El derecho civil era el estudio
relativamente auto-contenido de un conjunto de soluciones a distintos tipos de
problemas, pero que no se conectaba con cuestiones sustantivas como la de la
justificación del poder punitivo del Estado o los derechos fundamentales. (A mi
juicio fue este déficit el que explica el atractivo que en su momento tuvo el
llamado “análisis económico del derecho”: leer El Costo de los Accidentes, de
Guido Calabresi, por citar sólo un ejemplo, era apreciar que el derecho civil en
general y la responsabilidad extracontractual en particular podían conectarse
con cuestiones más amplias y significativas. Pero en realidad éste era (y
continua siendo) un presente griego: la irrelevancia del derecho civil a la que
hacia referencia es en realidad un supuesto del análisis económico, que (por
decirlo de alguna manera) adopta una actitud cínica ante el derecho civil y
rechaza la idea de que éste constituye una óptica peculiar desde la cual
comprender algo. Para el análisis económico el derecho civil no es más que un
lenguaje tosco para hablar de microeconomía.)
La comparación con el derecho y la dogmática penal es iluminadora.
13
sobre La Moneda), sino siquiera en los términos en que la denominada “teoría
de la posesión inscrita” era discutida (conforme a esa teoría, por supuesto, la
tierra no es para el que la trabaja, sino para el que la tiene inscrita a su nombre).1
Ahora, creo que es un error entender que esta irrelevancia del derecho civil es
una consecuencia de una dogmática pobre o falta de luces. Criticar a la
“dogmática tradicional” chilena por su formalismo o esterilidad es una
actividad común en nuestros días, al punto que no es probable la observación
contenida en los párrafos anteriores sea seriamente cuestionada. Pero no se trata
de una necedad propia del derecho civil, o de la dogmática chilena.2 Hoy en día
este punto es crucial, porque la reacción ante ese formalismo hoy suele ser la
denigración de todo formalismo, la negación de la dignidad de las razones
formales en el derecho. La crítica al formalismo “tradicional” es una (pero sólo
una) de las causas de la creciente vulgarización del derecho chileno.3 Para
contrarrestar este impulso vulgarizador es imprescindible entender qué hay en
el derecho civil moderno que lo deja tan expuesto al formalismo que lo reduce
a la irrelevancia, y eso nos mostrará adicionalmente la importancia del Tratado
de Barros.
Una razón importante del formalismo característico del derecho civil es que éste
no es sino reflejo de una profunda contradicción que subyacía al movimiento
de la codificación. Esa contradicción ha debido ser enfrentada en los diversos
países de la tradición jurídica occidental, y creo que el libro que hoy
presentamos es el primer intento a gran escala de hacerlo con referencia al
derecho chileno.
1
Para una consideración más detallada de esta cuestión, véase Atria, F.: "Derechos reales", en 2 Revista
de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez (2005).
2
Al respecto, véase Atria, F: "A Roman Puzzle", en 34 The Irish Jurist (1999), también en ibid: On Law
and Legal Reasoning (Oxford: Hart Publishers, 2002).
3
Para una caracterización de esta tendencia vulgarizadora, así como para la otra razón (es decir, la
reacción ante la inacción de los tribunales de justicia durante los años del terror), véase Atria, F.: "La hora
del derecho. Los 'derechos humanos' entre el derecho y la política", en 91 Estudios Públicos (2003).
14
discretas y determinar qué es, atendido lo que han hecho, lo que corresponde a
cada uno.
4
Al respecto, véase el fascinante análisis de Stein, P.: Regulae Iuris. From juristic rules to legal maxims
(Edinburgh: Edinburgh University Press, 1966).
15
era una decisión determinada. Para expresarlo en un lenguaje técnico, no eran
normas sino proposiciones normativas.5
5
Para la distinción entre reglas normativas y generalizaciones, véase Rawls, J.: "Dos conceptos de regla",
en Foot, P. (ed): Teorías sobre la Ética (México: Fondo de Cultura Económica, 1955), pp. 210-247, que las
llama “reglas como práctica” y “reglas como resumen”, respectivamente.
6
Véase Detmold, M. J.: "Law as practical reason", en 48 Cambridge Law Journal (1989). Véase
adicionalmente Atria, F.: "La ironía del positivismo jurídico", en 28 Doxa (2006).
7
Kelsen, H.: Teoría Pura del Derecho (México: Porrúa, 1991; ed.orig. 1960
16
derecho civil era contraria a la autocomprensión del derecho moderno, la
solución que representaban los Códigos era inestable. Por eso, el siglo XIX fue
el siglo en que, sin saberlo, el derecho civil vivió en peligro.”
Atria, Fernando (2006). “La relevancia del derecho civil (a propósito de Barros,
Tratado de Responsabilidad Extracontractual)”, Revista de Estudios de la Justicia,
8, 219-226.
El derecho civil contiene los principios y reglas que regulan a las personas, desde su
nacimiento hasta su muerte, a las personas jurídicas -en particular a las sin fines de lucro-
a las personas en sus relaciones de familia, en los contratos que acuerdan, en las
obligaciones que contraen y la responsabilidad civil por daños y perjuicios.
17
veremos enseguida, y el primero es lo que se ha denominado la constitucionalización
del derecho civil.
En otros términos, debe interpretarse las normas con la debida coherencia para que la
conclusión no vulnere un derecho garantizado por la Constitución. Así resulta de aplicar
lo dispuesto en los artículos 6º y 7º y en especial el 19 Nº 26 de la Carta Fundamental.
Ninguna norma puede interpretarse de tal manera que conduzca a vulnerar la
Constitución”.
18
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), en su art. 23, y la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), en su art. 17.1, reconocen a la
familia como "el elemento natural y fundamental de la sociedad" y establecen tanto al
Estado como a la sociedad el deber de protegerla; es decir, los tratados internacionales
sobre derechos humanos no consagran un modelo de familia. Así, el Comité de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, interpretando el artículo 23 del PIDCP, sostiene que no
es posible dar una definición uniforme del concepto de familia, pues éste puede diferir entre
los Estados, incluso entre regiones de un mismo Estado. Por su parte, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Opinión Consultiva OC-21/2014,
destaca que no existe un modelo único de familia, y su definición no debe restringirse a la
pareja y los hijos, sino que también debe considerar otros parientes de la familia extensa
con quienes se tengan lazos cercanos, los que pueden existir entre personas que no son
jurídicamente parientes (párrafo 272).
(…)
19
electrónico y las comunicaciones por internet, permiten que en cosa de minutos los
valores de la bolsa de valores de China tengan repercusión en la política social chilena,
en razón de que el aumento del precio del cobre significa mayor recaudación fiscal y,
por consiguiente, incremento de recursos con los que enfrentar problemas sociales. En
una mirada más propia de nuestro ejercicio profesional podemos penar en la oficina de
abogados que debe asesorar la exportación de frutillas hacia China y que debe viajar a
Pekin y construir lazos en esa comunidad.
En una aproximación más amplia podemos seguir la noción que propone el sociólogo
inglés Anthony Giddens: “la intensificación de las relaciones sociales en todo el mundo,
por las que se enlazan lugares lejanos de tal manera que los acontecimientos locales
están configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia.”
(Giddens, Anthony (1993), Consecuencias de la modernidad, Alianza, pp. 67-68).
Estos cuatro fenómenos han impactado al derecho civil tradicional de una forma que
aún ningún manual o ensayo logra capturar y muestra la dinámica del derecho y las
ventanas de oportunidades que se les abrirán cuando ingresen al mundo profesional.
20
En este ambiente recibe los influjos de los conceptos jurídicos canónicos
desarrollados por la escolástica medieval, sobre la base de la enseñanza de los
padres de la Iglesia.
21
6. EL CÓDIGO CIVIL CHILENO
A los cuerpos de leyes constitutivos del derecho español (Fuero Juzgo, Fuero
Real, Siete Partidas, Ordenamiento de Alcalá, Novísima Recopilación y leyes
especiales) se superponían los del derecho dictado especialmente para Indias (en
especial, la Recopilación de Leyes de Indias). La variedad de autoridades con
atribuciones legislativas, tanto en la península como en Indias, hacía del
conjunto de normas un todo absolutamente caótico. La técnica legislativa
utilizada, además, generaba una innecesaria reiteración de normas, así como
una casuística excesiva.
En este escenario, la codificación fue vista como una necesidad para ordenar
este caos normativo. Sin embargo, se pretendió ir más allá del espíritu
meramente compilatorio, con la noción de crear un ordenamiento nuevo,
propio de las costumbres y tradiciones nacionales, sin caer en los errores de
adoptar esquemas ajenos, como se intentara en otras latitudes.
Por ello, sólo una vez establecido un nuevo orden político pudo dedicarse la
República a la reestructuración de sus leyes civiles. Tal como decía PORTALIS,
“no es un momento tal [en medio de una revolución] cuando se puede prometer
reglar las cosas y los hombres con la sabiduría que preside las instituciones
duraderas y con arreglos a os principios de esa equidad natural de la que los
legisladores humanos no deben ser más que respetuosos intérpretes”6.
57. A pesar de ello, la redacción definitiva del Código Civil se debe, más que a
ninguno de los cauces institucionales previstos, al esfuerzo personal de Andrés
BELLO. Este finísimo jurista venezolano, avecindado en Chile desde la década
22
de 1830, fue el principal impulsor, desde la tribuna pública y su puesto en el
Senado, de la codificación chilena. Además, es el declarado redactor del Código
Civil que hasta hoy nos rige.
El proceso público de codificación se inició hacia 1840, año en que se crea una
“Comisión de Legislación del Congreso Nacional” cuyo objetivo era la
codificación de las leyes civiles. La comisión, en la que participó y tuvo un rol
fundamental Andrés BELLO, trabajó sobre la base de un proyecto incompleto
de Código Civil preparado por él. La primera versión de este trabajo es conocida
como el “Proyecto de 1841-45”. Este proyecto fue revisado nuevamente por la
Comisión, en lo que es denominado el “Proyecto de 1846-47”.
Derecho Intermedio
23
La variedad de autoridades con atribuciones legislativas, tanto en la península como en
Indias, hacía del conjunto de normas un todo absolutamente caótico.
Entre éstas, en materia civil, son dignas de recordarse las que se refieren a la habilitación
de edad (14 de junio de 1814); al matrimonio de los no católicos (6 de septiembre
de 1844); a la prelación de créditos (leyes de 31 de octubre de 1845 y de 25 de octubre
de 1854, ambas redactadas por don Andrés Bello e incorporadas más tarde, con
pequeñas variantes, al Código Civil); a las sociedades anónimas (8 de noviembre de
1854); a la exvinculación de bienes (14 de julio de 1852).
«Las leyes civiles que nos rijen, forman una masa indijesta, incoherente,
formada a retazos en diferentes siglos, deteriorada por los intérpretes i
glosadores, corrompida por prácticas viciosas, adulterada por el espíritu de ru.
tina, llena de disposiciones que repugnan a los principios de nuestra presente
organizacion. No es fácil adquirir i reunir los diversos volúmenes que las
contienen, ni discernir en ellos lo que está en actual vigor o lo que puede estarlo
en medio de la trasformación que nuestra existencia social ha sufrido.”
Jose de la Mora
Consideren que la definición de alimentos que aún hoy empleamos sigue lo regulado en
la Siete Partidas
“la manera en que deben criar los padres a sus hijos y darles lo que les fuere
menester, aunque no quieran, es esta: que les deben dar que coman y que beban,
y que vistan y que calcen y lugar donde moren y todas las otras cosas que les
fueren menester, sin las cuales los hombres no pueden vivir, y esto debe cada
uno hacer según la riqueza y el poder que hubiere, considerando siempre la
persona de aquel que lo debe recibir, y en qué manera lo deben esto hacer.”
24
Si soberano es aquel que no se somete a nadie externo a su voluntad, cabe poner entre
signos de interrogación el carácter soberano de nuestra nación que décadas luego de
declarada la independencia seguía rigiéndose por leyes dictadas por la corona española.
Ese proceso recién va a terminar entrado el siglo XX.
Volviendo a la génesis de nuestro Código Civil, pese a que Bello públicamente declaraba:
"Ni debe ser ésta la obra de unos pocos individuos: debe ser la obra de la nación
chilena. Deben concurrir á ella, con sus luces, sus consejos, sus correcciones, y
sobre todo su experiencia, los jurisconsultos, los magistrados y los hombres de
Estado chilenos.
la verdad es que su rol fue rebatir cada posición que criticaba sus redacciones. Al punto
que un destacado jurista, redactor del Código de Comercio, Gabriel Ocampo, que
participó en algunas sesiones y que envió luego una serie de observaciones, fue tratado
con frialdad y con indisimulada arrogancia.
Amunátegui enseña que
Don Andrés Bello fué la persona encargada de preparar esta edición, en la cual
introdujo numerosas modificaciones.
Estas alteraciones, sin embargo, fueron más bien de forma que de fondo; por lo
tanto creemos que don Andrés obró perfectamente al hacerlas.”
(…) Cierto fué que éste suprimió las palabras indicadas, cuando ya el Código
había sido aprobado por el Poder Legislativo, pero esta supresión no vino á
introducir un nuevo orden de cosas y, lejos de ser censurable, era conveniente y
hasta necesaria.
Amunátegui, Miguel Luis (1885). Don Andrés Bello y el Código Civil, Imprenta
Cervantes, p. 13
Esa mirada es contradictoria con la valoración del rol de la voluntad soberana que se
formula en el art. 1°.
Fue promulgado por Ley de 14 de diciembre de 1855, durante la presidencia de Manuel
Montt. El Código entró en vigencia el 1 de enero de 1857.
25
Fue copiado, casi íntegramente, por Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Honduras,
Colombia y Panamá, fue muy considerado por Uruguay y fue un texto de referencia
para el trabajo de Dalmacio Vélez Sarsfield, redactor del Código de Argentina.
La consulta de los códigos recién mencionados se vio facilitada por una obra de
A. Saint Joseph que contiene los textos de todos ellos, llamada Concordancias
entre el Código Civil Francés y los Códigos Civiles Extranjeros, traducida del
francés al castellano por los abogados del Ilustre Colegio de Madrid, F.
Verlanga Huerta y J. Muñiz Miranda. El redactor de estas Explicaciones posee
un ejemplar de la segunda edición hecha en Madrid en 1847; la primera es de
1843.
Valoración contemporánea
La historiografía tradicional ha sido exhaustiva en iluminar los aciertos y negligente en
aportar contexto y una mirada crítica. Más que historia lo que tenemos es una apología,
a la que se agrega al fina esas frases del Mensaje con que se pretende atenuar el carácter
perfecto que se le asigna al Código.
26
La historiadora Marianne González -profesora hoy en la Facultad de Derecho de la U.
de Chile- ha sido pionera en una mirada alternativa, con sólida fundamentación en
fuentes primarias.
“No hay nada de controversial en afirmar que el Código haya sido un cuerpo
legal redactado desde y para la élite. Su autor, Andrés Bello, así como los
miembros de la Comisión Revisora presidida por Manuel Montt y los
congresistas que aprobaron el proyecto, todos hacían parte integrante de la clase
dominante chilena. Los intereses que el Código busca proteger son aquellos de
una clase terrateniente y burguesa en plena fase de desarrollo capitalista. EL
Mensaje del Código Civil encuentra una y otra vez entre los objetivos de sus
instituciones la “libre circulación” de los bienes, el “movimiento de la
industria”, la protección de las “fortunas que consisten en posesiones
territoriales”, y, por sobre todas las cosas, el fomento del crédito: “se ha creído
que debíamos seguir el ejemplo de naciones a quienes un extenso comercio ha
hecho conocer las verdaderas exigencias del crédito.”
Consideren que, como apunta González (2011), “en 1854, un año antes de la aprobación
del Código Civil, menos de un 17% de la población mayor de 7 años sabía leer, y algo
más de un 13% sabía escribir.”
27
Pese a esta abrumadora realidad, Bello terminó con los pregones, que eran una
modalidad de comunicación jurídica por vía oral, y parte del paisaje cultural del Chile
colonial.
Sobre Bello
Andrés de Jesús María y José Bello López nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781
y falleció en Santiago de Chile el 15 de octubre de 1865. Fue jurista (aunque no
abogado), filósofo, poeta, traductor, filólogo, ensayista, político, diplomático y
humanista venezolano, nacionalizado chileno. Se le considera uno de los humanistas
más importantes de América.
28
En Caracas (en ese entonces Capitanía General de Venezuela) fue maestro de Simón
Bolívar durante un breve período de tiempo y participó en el proceso que llevó a la
independencia venezolana. Como parte del bando revolucionario integró, junto con
Luis López Méndez y Simón Bolívar, la primera misión diplomática a Londres, ciudad
en que residió entre 1810 y 1829.
En 1829, gracias al apoyo económico de Mariano Egaña, embarcó junto con su familia
hacia Chile, contratado por el gobierno. En Santiago alcanzó a desempeñar cargos como
senador y profesor, además de dirigir diversos periódicos locales. Como jurista, fue el
principal impulsor y redactor del Código Civil de Chile, una de las obras jurídicas
americanas más novedosas e influyentes de su época. Bajo su inspiración y con su
decisivo apoyo, en 1842 fue creada la Universidad de Chile, institución de la cual se
erigió en primer rector por más de dos décadas.
En esta entrevista a Joaquín Trujillo, que acaba de publicar un ensayo de 800 páginas
sobre Bello, se pueden vislumbrar algunos rasgos centrales de su personalidad que se
plasman en el Código.
Bello tenía una actitud servil hacia el poder y en esos casos era claramente
conservador. En la sucesión de las herencias, en la distinción de hijos legítimos
o ilegítimos, en su concepción del matrimonio, era una persona conservadora.
Pero si uno lo compara con los conservadores de la época, no lo era tanto. Bello
lo que hizo sistemáticamente fue educar y apoyar a puros liberales. Todos los
discípulos de Bello fueron puros personajes de la izquierda de ese tiempo.
Intelectualmente engendró gente de izquierda. En ese sentido era un liberal y
protegió liberales: los hermanos Amunátegui fueron sus hijos putativos. En la
propiedad de los mayorazgos también fue un liberal. Bello se movía
dependiendo para donde iba la época. Nunca fue contra la corriente, no rompía
relaciones con el poder.
Bello se cagó un poquito a Bilbao. Bilbao después demostró que no tenía rencor
hacia él.
29
Bilbao tiene que ver con que Bello estaba en una tensión política por la
universidad: él tenía que hacer viable la universidad, debía ser muy cuidadoso,
porque por otra parte estaban los curas.
Bilbao era de lo más radical. Bilbao era casi un romántico socialista y Bello era
un hombre nacido en el siglo XVIII, que había sido funcionario del rey. Pero
hay cartas posteriores de Bilbao y muestra mucho aprecio por Bello.
8
https://www.cepchile.cl/cep/opinan-en-la-prensa/joaquin-trujillo/andres-bello-agachaba-la-cabeza-
ante-la-autoridad-porque-paso-hambre
30
Estructura del Código Civil
Recordemos que, según enseña Vodanovic (1945), código “es toda ordenación
sistemática de normas legales relativas a una determinada rama del Derecho o a una
parte orgánica de ella.” No exige, como en la actualidad, que su origen esté en el Poder
Legislativo. Puede existir un Código que tenga su origen en el esfuerzo académico que
ofrece un compilado que busca sistematizar un área del derecho Así p. ej. el trabajo del
profesor Alejandro Vergara en el Código Administrativo.
31
El estatus simbólico del Código Civil
No conozco literatura sobre el tema por lo que en esto me arriesgo solo. Pero creo que
en nuestra comunidad jurídica, como es bien sabido -y el estallido social del 18O puso
de relieve- hemos carecido de una Constitución en derredor de la cual reunirnos
fraternalmente y repetir sus versículos, como se repetían antiguamente las oraciones y el
catecismo, con la mente y el corazón. No hay entre nosotros escolares que coreen los
primeros pasajes de la Constitución en sus clases de educación básica. Nadie
medianamente culto cita algún párrafo de la Constitución como ejemplo de elegancia o
de retórica. Muy por el contrario, durante años, el texto constitucional de 1980 contenía
párrafos que eran una vergüenza para un estado democrático de derecho.
Ante ese déficit de espesor simbólico de instituciones que deben ofrecerlo, como el
derecho, fue el Código Civil el texto que ocupó ese lugar central de la comunidad
jurídica. Para ello, a la pluma de Bello se unía una inteligencia singular en la selección
de recursos disponibles que -con la notoria excepción del derecho de familia, donde el
Código significó un retroceso- merecieron el inmediato elogio latinoamericano.
Así, son los artículos del código los que se repiten, incluso por no juristas. Así, la sola
idea de reformar el Código se considera anatema.
“El Código Civil chileno ha estado vigente durante 163 años, por ende, ha
regido bajo la vigencia de las constituciones políticas de 1833, 1925, 1980 y,
muy probablemente, ojalá, bajo una próxima Constitución Política de 2020. Y
es que la norma jurídica fundamental del Estado no suele ser demasiado
longeva, ni en Chile ni el resto del mundo, salvo contadas excepciones.
32
Como vemos, las constituciones políticas pasan, pero los códigos civiles quedan
o, al menos, suelen ser las normas jurídicas más estables y longevas. Todos los
citados códigos civiles han regido durante períodos de esplendor y de miseria,
de estabilidad política y de revolución, durante grandes democracias como así
también durante algunas de las dictaduras más atroces y sangrientas de la
historia de la humanidad. Y, a pesar de todo, siguen resistiendo, aunque por
supuesto con importantes modificaciones, las que suelen ser cada vez más
frecuentes y significativas.
Quintero, David (2020). “Las constituciones pasan, los códigos civiles quedan.”
El Mercurio Legal, 9 de abril de 2020.
33
La pluma de Bello
Todos los comentaristas suelen elogiar la redacción de bello, que aúna la eufonía, el
ritmo y la métrica -recursos imprescindibles para la mnemotécnica que exigía el estudio
y el ejercicio del derecho en la época- con un agudo sentido de la gramática -área de
experticia de Bello- manteniendo al mismo tiempo algunas estructuras lingüísticas de
antigua data (Roma y las Partidas). Dejo aquí algunos ejemplos de esto:
Art. 619. Los animales bravíos pertenecen al dueño de las jaulas, pajareras,
conejeras, colmenas, estanques o corrales en que estuvieren encerrados; pero
luego que recobran su libertad natural, puede cualquier persona apoderarse de
ellos y hacerlos suyos, con tal que actualmente no vaya el dueño en seguimiento
de ellos, teniéndolos a la vista, y que por lo demás no se contravenga al artículo
609.
Art. 620. Las abejas que huyen de la colmena y posan en árbol que no sea del
dueño de ésta, vuelven a su libertad natural, y cualquiera puede apoderarse de
ellas, y de los panales fabricados por ellas, con tal que no lo hagan sin permiso
del dueño en tierras ajenas, cercadas o cultivadas, o contra la prohibición del
mismo en las otras; pero al dueño de la colmena no podrá prohibirse que persiga
a las abejas fugitivas en tierras que no estén cercadas ni cultivadas.
Art. 649. Se llama aluvión el aumento que recibe la ribera de la mar o de un río
o lago por el lento e imperceptible retiro de las aguas.
Art. 999. El testamento es un acto más o menos solemne, en que una persona
dispone del todo o de una parte de sus bienes para que tenga pleno efecto
después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones
contenidas en él, mientras viva.
Art. 2299. Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos de
probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho
como en el derecho.
34
7. La ley. Definición del Código Civil.
Bello se opuso arguyendo que "que solo tocaba a la Constitución dar a conocer la lei
chilena" y, finalmente, Bello "convino en que se reformase el artículo por medio de una
referencia expresa a la Constitución, adoptando con lijeras modificaciones la opinión
del señor Irarrázaval";
Se pensó por Bello y García Reyes en suprimirlo por cuanto "el artículo parecía más
propio de un tratado doctrinal que de un cuerpo de leyes” pero al fin se siguió la
propuesta del Presidente Manuel Montt, que agregaba una referencia al derecho
constitucional chileno.
"La ley es una declaración de la voluntad soberana constitucionalmente expedida que manda,
prohíbe o permite".
Sobre la expresión “manda, prohíbe o permite” Barrientos plantea que hay dos referencias
posibles: a un texto de Digesto o al Cours de Delvincourt.
35
tomado del libro segundo Regularum de Modestino: "La virtud de la ley es esta:
mandar, vedar, permitir, punir" (Legis virtus haec est vetare permittere punire).
Sin perjuicio de lo anterior, no debe descartarse una influencia más decisiva
del Cours de Delvincourt, que Bello consultó en esta materia, pues el expositor
francés escribía que "las leyes civiles, en cuanto a sus efectos", podían ser
consideradas bajo dos puntos de vista, de los que el primero era en cuanto al fin
que se proponían (le but q'elles se proposent), respecto de lo cual "la ley manda,
prohíbe o permite" (la Loi ordonne, défend ou permet).”
Barrientos, J. (2016). El Código Civil. Su Jurisprudencia e Historia. Tomo 1
“La definición del Código Civil se asocia, como otros artículos del Título
Preliminar, al Código Civil de Luisiana (1808). Esa idea de la ley se asocia
también al muy influyente filósofo inglés Jeremy BENTHAM, que la concibió
como instrumento que el poder público debía emplear con el fin de procurar la
felicidad de sus súbditos. Como se señaló antes, BELLO fue un buen conocedor
de BENTHAM.”
Como las leyes, que pueden ser creadas a voluntad por el soberano, constituyen
y no describen el derecho, este se hace contingente (vale porque se ha decido
que valga): «Tres palabras rectificadoras del legislador son suficientes para
transformar bibliotecas enteras en escombros», en la radical frase de VON
KlRCHMAN.”
36
“Una manera de continuar nuestro análisis es preguntarse por la relación entre
las dos propiedades que el art. 1 usa para caracterizar la ley: es a) una
declaración de la voluntad soberana, y b) manifestada en la forma prescrita por
la constitución.
Atria, Fernando (2016). La forma del derecho. Madrid: Marcial Pons, pp. 52-
53; 177-178, 180.
Esto guarda alguna relación con una advertencia del profesor Peña
37
a la voluntad ciudadana, si y sólo si usted concibe al gobierno de la ley como el
gobierno de un texto; pero no ocurre así si usted lo concibe como el gobierno de
un conjunto de estándares.
Como ustedes ven, este segundo punto de vista no reclama la lealtad de los
jueces hacia el resultado de la deliberación democrática pretendiendo que esos
resultados se expresan siempre bien, de manera inequívoca o con implacable
claridad. Lo que pretende más bien es recordar a los jueces el viejo adagio
florentino conforme al cual la virtud ciudadana consiste en estar dispuesto a
amar la comunidad a la que se pertenece más que la propia alma o, como a
veces se prefiere, pretende recordarle a los jueces que cuando se trata de decidir
litigios -por ejemplo, litigios constitucionales- los jueces no deben echar mano a
su razón privada, a las preferencias que iluminan sus vidas, sino a eso que se ha
llamado “razón pública”, al conjunto de principios y de valores que orientan la
vida de la comunidad y en los que convergen formas de vida diversas entre las
que es posible advertir, a veces, profundas divergencias. Los defectos de la ley,
en otras palabras, no deben ser pretextos para apartarse de los valores de la
comunidad democrática, sino ocasiones para persistir en esos mismos valores.
Se trata, en otras palabras, que los jueces deben ser capaces de experimentar no
como una pérdida, sino como una virtud sacrificar sus convicciones por respeto
a los resultados de la democracia. “Ha sido un gran placer para mí, dijo alguna
vez el juez Holmes, sostener la constitucionalidad de leyes que considero malas
por completo, porque de esa manera he ayudado a marcar la diferencia entre lo
que yo prohibiría y lo que permite la Constitución”.
La definición de ley de Bello ha sido objeto de diversas críticas, que examinaremos desde
el Manual de Vodanovic. Nos parecen poco justificadas y que provienen de cierta
incomprensión de la función que cumplió en su momento.
“En primer lugar, se le reprocha que su redacción parece decir que si manda,
prohíbe o permite es por estar manifestada en la forma prescrita por la
Constitución, y no por ser la declaración de la voluntad soberana, como si
pudiera haber alguna declaración de la voluntad soberana que no importara un
mandato.
38
fuerza esta impugnación. Creemos que el objeto de la ley, el bien común, es
obvio y si conviene hacerlo resaltar en una obra doctrinaria, está de más en un
Código de legislación positiva.
Por último, se imputa a la definición del Código que sus términos dan cabida
incluso a actos que si bien constituyen declaraciones de la voluntad soberana no
entrañan normas jurídicas, porque se refieren a situaciones particulares y no a
generales y abstractas. Pero este reparo no procede, a nuestro juicio, en una
definición que, con criterio práctico, engloba dentro del campo de la ley todas
las situaciones que por su entidad exijan la aprobación de la soberanía. Al
respecto, Bello observó que la Constitución de 1833 (como las posteriores)
entregaban a la ley “dar pensiones, y decretar honores públicos a los grandes
servicios” (artículo 28, Nº 10). De atenerse a ciertas definiciones técnicas habría
tenido que establecer, primero, que la ley regula situaciones generales y
abstractas y, después, que determinadas situaciones particulares importantes
(enumerándolas) se someten a los mismos trámites de una ley. Rodeo inútil en
un Código positivo que es libre para adoptar las fórmulas que le parezcan más
prácticas.”
39
del artículo 1º del Código Civil y de las nociones de ley que se desprenderían de algunas
normas constitucionales.
"[L]a ley, al decir del artículo 1º del Código Civil, es 'una declaración de la
voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución,
manda prohíbe o permite' (énfasis nuestro). Si bien esta concepción formal de
la ley, fiel reflejo del pensamiento jurídico propio del siglo XIX, que la percibía
como una expresión de la voluntad general, ha sido en gran medida superado
desde el punto de vista constitucional en la vigente Ley Fundamental, que
incorpora algunos criterios propios de la ley material, como el relativo a su
carácter 'general y obligatorio', predicado en el artículo 63 Nº 20 de la citada
Carta, es lo cierto que el carácter prescriptivo de la norma que interesa viene
dado por la naturaleza de su articulado, que incorpora sus mandatos
preceptivos"
Tribunal Constitucional, 30 de agosto de 2012, rol Nº 2253 (RPL), cons. 22º.
Concordancias
Código Civil
Art. 8º. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado
en vigencia.
Art. 14. La ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos
los extranjeros.
Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes,
y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas
legales.
40
Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas:
(…)
3º.- Dictar, previa delegación de facultades del Congreso, decretos con fuerza
de ley sobre las materias que señala la Constitución;
2) Las que la Constitución exija que sean reguladas por una ley;
3) Las que son objeto de codificación, sea civil, comercial, procesal, penal u
otra;
41
8) Las que autoricen la celebración de cualquier clase de operaciones que
puedan comprometer en forma directa o indirecta el crédito o la responsabilidad
financiera del Estado, sus organismos y de las municipalidades.
Esta disposición no se aplicará al Banco Central;
9) Las que fijen las normas con arreglo a las cuales las empresas del Estado y
aquellas en que éste tenga participación puedan contratar empréstitos, los que
en ningún caso, podrán efectuarse con el Estado, sus organismos o empresas;
10) Las que fijen las normas sobre enajenación de bienes del Estado o de las
municipalidades y sobre su arrendamiento o concesión;
12) Las que señalen el valor, tipo y denominación de las monedas y el sistema
de pesos y medidas;
13) Las que fijen las fuerzas de aire, mar y tierra que han de mantenerse en pie
en tiempo de paz o de guerra, y las normas para permitir la entrada de tropas
extranjeras en el territorio de la República, como, asimismo, la salida de tropas
nacionales fuera de él;
14) Las demás que la Constitución señale como leyes de iniciativa exclusiva del
Presidente de la República;
16) Las que concedan indultos generales y amnistías y las que fijen las normas
generales con arreglo a las cuales debe ejercerse la facultad del Presidente de la
República para conceder indultos particulares y pensiones de gracia.
Las leyes que concedan indultos generales y amnistías único requerirán siempre
de quórum calificado. No obstante, este quórum será de las dos terceras partes
de los diputados y senadores en ejercicio cuando se trate de delitos
contemplados en el artículo 9º;
17) Las que señalen la ciudad en que debe residir el Presidente de la República,
celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar la Corte Suprema y el
Tribunal Constitucional;
18) Las que fijen las bases de los procedimientos que rigen los actos de la
administración pública;
42
19) Las que regulen el funcionamiento de loterías, hipódromos y apuestas en
general, y
20) Toda otra norma de carácter general y obligatoria que estatuya las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico.”
Tomás de Aquino enseña que “ley es ordenación racional destinada al bien común, dada
y promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad (ordinatio rationis
ad bonum commune, ab eo, qui curam communitatis habet, promulgata)” (ST I-II q. 90 a. 4)
Para Dalloz es “una regla de conducta impuesta por una autoridad a la que se debe
obediencia.”
Planiol plantea que “es una regla social obligatoria establecida con carácter general y
permanente por la autoridad pública y sancionada por la fuerza.”
43
tales como los de testar, contratar, representar a otras personas, resolver conflictos,
legislar, etc.
Son normas, en cambio, aquellas que se expresan en una proposición propiamente
normativa, es decir, aquellas que mandan, prohíben o permiten una cierta conducta.
Las reglas potestativas definen los requisitos para la realización de actos creadores de
derecho, y por lo mismo constituyen la estructura dinámica del derecho: atribuyen
competencias tanto para crear normas nuevas como para suprimir o sustituir otras o
para producir efectos modificatorios o extintivos en relaciones jurídicas vigentes.
En el derecho público las reglas potestativas están sujetas a la limitación del ya citado
inciso primero del artículo 7º de la Constitución: “Los órganos del Estado actúan
válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y
en la forma que prescriba la ley”. De aquí que para que los actos de los órganos públicos
sean válidos se requiere cumplir al menos con los requisitos generales de designación,
competencia y procedimiento, establecidos por las reglas potestativas respectivas.
Al respecto rige el principio de vinculación, en virtud del cual las autorizaciones son
de derecho estricto, esto es, sólo se poseen las facultades expresamente atribuidas por
la constitución o la ley (Constitución Política, artículos 6º y 7º; Ley de Bases Generales
de la Administración del Estado, artículo 2º).
Todas las reglas que señalan cómo actúan los poderes públicos y las que definen su
competencia pertenecen a esta categoría.
En el derecho privado, en virtud del principio de autonomía privada los sujetos
particulares tienen una competencia general para realizar actos jurídicos sin más límites
o restricciones que los establecidos a propósito de sus requisitos de existencia y validez.
El artículo 1545 del Código Civil declara que “todo contrato legalmente celebrado es
una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento
mutuo o por causas legales”. Así se establece el principio de la autonomía de las
personas para crear obligaciones recíprocas. La regla transcrita contiene, por eso, la
más importante regla potestativa del derecho privado: es una autorización genérica
para celebrar contratos y quedar obligado jurídicamente por su intermedio.
En virtud de esta norma los contratantes pueden, por lo general, determinar el
contenido del contrato, alterando incluso los efectos normales que la ley fija para el
acto celebrado. Ello es una consecuencia de que las reglas de derecho privado son
dispositivas, esto es, están a disposición de las partes del contrato, quienes pueden
dejarlas sin efecto e introducir reglas diferentes.
La infracción de las reglas potestativas tiene por efecto sanciones de ineficacia del acto,
esto es la frustración del propósito del acto jurídico respectivo (tanto público como
privado). Tales pueden ser:
(a) Inexistencia, si el acto no llega a configurarse como tal por carecer de elementos
mínimos de existencia, frustrándose ab initio.
(b) Nulidad, si el acto es susceptible de impugnación ex post ante los tribunales, en razón
de inobservancia de requisitos de validez.
44
(c) Inoponibilidad, si el acto, no obstante ser eficaz entre las partes, no produce sus
efectos respecto de terceros, normalmente por incumplimiento de reglas que prescriben
la publicidad de ciertos actos (por ejemplo, el artículo 1707).
Al tratar estas distinciones se debe tener presente, además, que la doctrina civil
tradicional al tratar la clasificación de las normas en imperativas, prohibitivas y
permisivas no tiene en consideración la distinción más fundamental, a la que se ha
hecho referencia en los párrafos anteriores, entre reglas potestativas y normas. Así, bajo
el concepto de normas son incluidas unas y otras. Siguiendo esta denominación
tradicional, en los párrafos siguientes se hablará de normas en un sentido amplio,
comprensivo de normas propiamente tales (como la que prescribe las obligaciones del
comprador) y de reglas potestativas (como la que establece los límites a la autonomía
privada en materia de contratos).
Por normas imperativas se entiende las que prescriben la realización de una conducta
positiva (acción), así como las que establecen determinados requisitos para celebrar
ciertos actos.
La mayoría de las obligaciones contractuales tienen este carácter: pagar un precio,
restituir una cosa, cumplir un encargo. En los más diversos tipos de relaciones privadas
existen normas con esta estructura, pero la sanción que desencadena su
incumplimiento es distinta según persigan un puro interés privado o uno público. Así,
cuando se infringe una obligación contractual de interés privado normalmente habrá
lugar a indemnizar los perjuicios a la contraparte cumplidora. Pero si se pasa a llevar
una norma imperativa de orden público los efectos de esa trasgresión afectan
normalmente la eficacia del acto jurídico de que se trate, sin perjuicio de otras sanciones
eventuales.
La infracción, al momento de celebrar un acto o contrato, de una norma imperativa de
orden público, (esto es, que establece limitaciones a la autonomía privada) produce la
nulidad absoluta del acto o contrato respectivo (véanse los artículos 1461 inciso final y
1467 inciso 2º, en relación con el 1682). Ello se explica porque quien contrata en
infracción de estas normas está sobrepasando el ámbito de competencia que las
personas poseen para regular sus relaciones: el acto o contrato no cumple el requisito
de validez o legalidad que se establece para hacerlo obligatorio (artículo 1545).
Son normas prohibitivas las que establecen que una determinada conducta no puede
realizarse bajo ningún respecto.
45
El concepto jurídico de prohibición es muy estricto. Un acto está jurídicamente
prohibido cuando su celebración no está permitida bajo circunstancia alguna. Por eso,
la norma que señala que se prohíbe celebrar un acto a menos que se cumplan ciertos
requisitos, se entiende imperativa (a pesar de su lenguaje prohibitivo), porque, desde el
punto de vista lógico, no impide realizar el acto, sino que señala condiciones para su
ejecución.
Así, por ejemplo, el artículo 1464 Nºs. 3 y 4, a pesar de su apariencia prohibitiva,
establece normas imperativas: se prohíbe la enajenación de ciertas cosas, a menos que
el juez o el acreedor consientan. Lo que hace la norma es exigir una autorización para
realizar la enajenación y no prohibir dicho acto. La norma es imperativa y no
prohibitiva.
46
si se pudiere y fuere necesario para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrado
el contrato, y si no se pudiere, la indemnización de perjuicios.
Las normas permisivas, en cambio, son las que otorgan un permiso para actuar. Desde
una perspectiva prescriptiva hay norma permisiva cuando se carece de todo deber. c.
Normas permisivas y normas dispositivas
Para efectos de facilitar la publicidad y que pudieran ser citadas -y aplicadas- por los
tribunales de justicia, el 8 de febrero de 1893 se dictó un decreto supremo en que se
ordenó numerarlas según el orden en que las despachara el Consejo de Estado. La
numeración comenzó a hacerse con leyes anteriores a esa fecha.
9
https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idLey=1
47
Nuestro sistema de numeración es continuo, siguiendo en esto la tradición
latinoamericana, es decir, no finaliza al fin de cada año, como sí ocurre con la
numeración española, que además, distingue los tipos de leyes y normas
En España la numeración es aun más tardía. La primera ley numerada fue la Ley
1/1959, de 11 de mayo, por la que se concede una asignación de residencia a los
marineros y soldados de Infantería de Marina que prestan servicio en los Territorios
Españoles del Golfo de Guinea. Pero estrictamente, tampoco fue la primera norma con
rango de ley que contaba con numeración, hito que correspondió al Decreto-ley 1/1959,
de 20 de febrero, por el que se modifican los devengos del personal perteneciente a las
Unidades que prestan servicio en las Provincias de Ifni y Sahara.
Sin embargo, no es una tradición universal. Países de robusta historia legislativa, como
Alemania o Austria, simplemente denominan a sus leyes por la materia que regulan, sin
numerarlas. Por ejemplo, la Ley de Partidos Políticos alemana, de 31 de enero de 1994,
es la Gesetz über die politischen Parteien (Parteiengesetz) vom 31. Januar 1994.
En la región, Venezuela sigue esa práctica y así, existe la Ley de bandera nacional,
himno nacional y escudo de armas de la República Bolivariana de Venezuela, Gaceta
Oficial N° 38.394 de fecha 09 de marzo del 2006.
Los sitios oficiales de cada país equivalentes a nuestro Diario Oficial están hoy en
internet y facilitan la búsqueda de normas exigiendo sólo el manejo idiomático
respectivo.
Los últimos años se ha introducido en el país la moda de apellidar las leyes, en especial
las penales. Esto se relaciona estrechamente con el fenómeno del populismo penal y no
es una práctica que consideremos valiosa.
48
"Que, prosiguiendo con el discurso antecedente, puede darse naturalmente la
posibilidad que una norma legal, completado su proceso de formación, sea
remitida al Presidente de la República para su sanción y promulgación, con un
título determinado, que sirve de encabezamiento a su texto. Como es obvio, si
el decreto promulgatorio, en tal caso, reproduce fielmente en su suma ese
mismo epígrafe, toda probabilidad de conflicto entre el Legislativo y el
Ejecutivo desaparecerá de raíz y en caso alguno podrá presentarse ninguna
incertidumbre respecto de la total congruencia entre el texto aprobado por
ambas Cámaras y el promulgado, supuesto que ambos sean, en todo lo demás,
idénticos. Diverso es el caso si, coincidiendo exactamente ambos actos en su
contenido, difieren sólo en sus correspondientes rótulos o enunciados iniciales,
que constituyen una suerte de resumen o compendio de lo tratado en la norma.
¿Puede en ese supuesto considerarse que el título está inextricablemente unido
al articulado, formando por tanto con éste una sola unidad?"
"[L]a ley, al decir del artículo 1º del Código Civil, es 'una declaración de la
voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución,
manda prohíbe o permite' (énfasis nuestro). Si bien esta concepción formal de
la ley, fiel reflejo del pensamiento jurídico propio del siglo XIX, que la percibía
como una expresión de la voluntad general, ha sido en gran medida superado
desde el punto de vista constitucional en la vigente Ley Fundamental, que
incorpora algunos criterios propios de la ley material, como el relativo a su
carácter 'general y obligatorio', predicado en el artículo 63 Nº 20 de la citada
Carta, es lo cierto que el carácter prescriptivo de la norma que interesa viene
dado por la naturaleza de su articulado, que incorpora sus mandatos
preceptivos. En este escenario, no parece razonable postular que el nombre o
título del precepto legal pueda formar parte intrínseca e inseparable de su
expresión imperativa. Aplicada la argumentación precedente al reclamo de la
especie, la interferencia inconstitucional se produciría únicamente si se
atribuyera a la mención que hace la suma del decreto promulgatorio de la ley,
el carácter de una disposición de connotación preceptiva, que ordenara a los
sujetos imperados o les prohibiera o permitiera, una determinada conducta.
Mas la simple contraposición de la literalidad de la fórmula promulgatoria con
el tenor de la norma aprobada por las Cámaras, sólo habilita para concluir que
la única divergencia entre esta última y el enunciado o suma del decreto que
sanciona su aprobación expresa, reside en el período gramatical 'Crea el Ingreso
Ético Familiar que...', ausente en el epígrafe del proyecto de ley, que sólo
49
consigna la oración 'Establece bonos y transferencias condicionadas para las
familias de pobreza extrema y crea subsidio al empleo de la mujer'"
“El decreto supremo promulgatorio de una ley iniciada en una moción deberá
contener, a continuación del nombre de aquella, el de los diputados o senadores
autores de la referida iniciativa.”
Es un gesto político y no se divisa la utilidad. En una ley, el Código Procesal Penal por
ejemplo, la comisión redactora del anteproyecto desempeñó un rol mucho más
importante que cualquier parlamentario. O en alguna moción parlamentaria -para no
herir sensibilidades no voy a identifica ninguna en específico- el verdadero autor es el
asesor del parlamentario. O ha ocurrido en algún proyecto que alguno de los miembros
de la comisión de constitución termina siendo muy decisivo por su participación en la
discusiones, mucho más que los autores.
"[A]l señalar el artículo 1545 del Código Civil que el contrato legalmente
celebrado es una ley para los contratantes, sólo ha querido enfatizar la fuerza
vinculante del contrato, sin que a semejante expresión de carácter metafórico
pueda asignársela el efecto de transformar un acuerdo de voluntades entre
personas particulares en una norma como la ley que, por esencia emana de la
autoridad pública"
Corte Suprema, 27 de diciembre de 2004, rol Nº 2458-2003, cons. 22º.
"El artículo 1545 del Código Civil se encarga de establecer una suerte de
metáfora o ficción legal, en cuya virtud un contrato asume la fuerza de una ley
para las partes contratantes, pero ello no significa que se le eleva a la categoría
de norma de rango legal, susceptible, al estimarse violada, de fundar un recurso
como el aludido"
Corte Suprema, 29 de noviembre de 2004, rol Nº 2773-2004, cons. 17º
50
Sobre la clasificación entre leyes prohibitivas, imperativas y permisivas:
51
11. Leyes secretas
Cuadro 1: Número y clase de textos legales secretos por período histórico
1900-1972 59 34 3 22
1973-1990 141 58 1 82
1990-2010 3 2 1 -
Fuente: Contreras (2010), p. 102.
“El problema de las leyes secretas debe ser una de las cuestiones normativas
más polémicas y menos discutidas en nuestro país. Para el sentido común, la
idea de una ley secreta es simplemente contraintuitiva. Para quienes hemos
tenido formación jurídica, se trata de una anomalía de difícil justificación, en el
marco de un ordenamiento jurídico positivo.”
52
Anexo I:
M codificar sus leyes. Se puede decir que ésta es una necesidad periódica de las
sociedades. Por completo y perfecto que se suponga un cuerpo de legislación,
la mudanza de costumbres, el progreso mismo de la civilización, las
vicisitudes políticas, la inmigración de ideas nuevas, precursora de nuevas
instituciones, los descubrimientos científicos y sus aplicaciones a las artes y a la vida
práctica, los abusos que introduce la mala fe, fecunda en arbitrios para eludir las
precauciones legales, provocan sin cesar providencias, que se acumulan a las anteriores,
interpretándolas, adicionándolas, modificándolas, derogándolas, hasta que por fin se
hace necesario refundir esta masa confusa de elementos diversos, incoherentes y
contradictorios, dándoles consistencia y armonía y poniéndoles en relación con las
formas vivientes del orden social.
Los ensayos de esta especie que se han hecho de un siglo a esta parte, y sus resultados
generalmente felices nos animaban a emprender una obra semejante, con la ventaja de
podernos aprovechar de los trabajos de otras naciones ilustradas por la ciencia y por una
larga experiencia. Hace años que, como sabéis, se puso la mano a ella. Presentado por
fin el proyecto lo sometí al examen de una comisión de sabios magistrados y
jurisconsultos que se ha dedicado al desempeño de este encargo con un celo y asiduidad
de que no se había visto ejemplo entre nosotros en casos análogos.
Desde luego concebiréis que no nos hallábamos en el caso de copiar a la letra ninguno
de los códigos modernos. Era menester servirse de ellos sin perder de vista las
circunstancias peculiares de nuestro país. Pero en lo que éstas no presentaban obstáculos
reales, no se ha trepidado en introducir provechosas innovaciones. Os haré una breve
reseña de las más importantes y trascendentales.
53
El tiempo es un elemento de tanta consecuencia en las relaciones jurídicas, y ha dado
motivo a tantas divergencias en las decisiones de las judicaturas y en la doctrina de los
jurisconsultos, que no se ha creído superfluo fijar reglas uniformes, a primera vista
minuciosas, para determinar el punto preciso en que nacen y expiran los derechos y las
obligaciones en que este elemento figura.
54
la tendencia de la jurisprudencia española, y si la hipoteca legal de la mujer casada corre
la suerte de las otras hipotecas de su clase, pues que según el presente proyecto deja de
existir y tocará de una vez el término a que las previsiones de la Legislatura han
caminado desde el año 1845; en recompensa se ha organizado y ampliado en pro de la
mujer el beneficio de la separación de bienes, se ha minorado la odiosa desigualdad de
los efectos civiles del divorcio entre los dos consortes, se ha regularizado la sociedad de
gananciales; se han dado garantías eficaces a la conservación de los bienes raíces de la
mujer en manos del marido.
La calidad de hijo legítimo es una de las más importantes que el derecho civil ha creado.
¿Cómo, pues, dejarla a la merced de pruebas testimoniales, tan fáciles de fraguar, si no
en la vida de los padres, a lo menos después de sus días? ¿Penetrará la ley en las tinieblas
de esas conexiones clandestinas, y les conferirá el derecho de constituir por sí solas la
presunción de paternidad, que es el privilegio del matrimonio? Un comercio carnal,
vago, incierto, en que nada garantiza la fidelidad de una mujer que se ha degradado,
¿será un principio de legitimidad, aunque no lo corrobore el juicio del padre? Y
suponiendo que éste crea suya la prole ilegítima, ¿será obligado a legitimar un hijo o hija
de malas costumbres, y se le pondrá en la alternativa de no casarse o de introducir en su
familia un germen de inmoralidad y depravación? Y el hijo por su parte, ¿irá contra su
voluntad a participar del envilecimiento ajeno, y a poner la administración de sus bienes
55
en manos de un hombre perdido? El derecho canónico relajó en esta parte los principios
del romano; pero a la potestad temporal es a la que toca prescribir las condiciones
necesarias para el goce de los derechos civiles.
El código de las partidas confiere la legitimación ipso jure, pero sólo al hijo de barragana,
al hijo natural. En esta parte está de acuerdo con ellas el presente proyecto.
La mayor edad, fijada a los veinticinco años, emancipa por el ministerio de la ley al hijo
de familia. Esto sólo mejoraría ya entre nosotros su condición, pues, como sabéis, no
hay por la sola edad límite alguno para ese estado de dependencia según las leyes
romanas y patrias. Varios códigos modernos han abreviado mucho más la duración de
la potestad paterna, pero si en este punto no ha parecido conveniente imitarlos, en
recompensa se la ha hecho mucho menos restrictiva y onerosa, dando al mismo tiempo
56
un feliz aliciente al estudio y a la industria en las primeras épocas de la vida. Se exime
del usufructo que las leyes conceden al padre sobre los bienes del hijo todo lo que éste
adquiera en el ejercicio de una profesión, de un oficio, de una industria cualquiera, y
bajo este respecto se le reviste de una verdadera y casi independiente personalidad, que
se extiende por supuesto a los menores emancipados mientras se hallan bajo curaduría.
Se han definido con precisión las diferentes especies de guardas; las causas que
inhabilitan o excusan de ejercer estos cargos, sus facultades administrativas, sus deberes,
sus emolumentos, sus responsabilidades.
En cuanto al dominio, uso y goce de los bienes, se han introducido novedades que
tienden a importantes y benéficos resultados. Según el proyecto que os presento, la
tradición del dominio de bienes raíces y de los demás derechos reales constituidos en
ellos, menos los de servidumbre, deberá hacerse por inscripción en un registro semejante
al que ahora existe de hipotecas y censos que se refundirá en él. Se trata, en efecto de
una nueva fusión del régimen hipotecario asociando dos objetos que tienen entre sí un
enlace íntimo, o que, por mejor decir, se incluyen uno en otro: dar una completa
publicidad a las hipotecas, y poner a vista de todos el estado de las fortunas que consisten
en posesiones territoriales.
57
La transferencia y transmisión de dominio la constitución de todo derecho real,
exceptuadas, como he dicho, las servidumbres, exige una tradición; y la única forma de
tradición que para esos actos corresponde es la inscripción en el Registro Conservatorio.
Mientras ésta no se verifica, un contrato puede ser perfecto, puede producir obligaciones
y derechos entre las partes, pero no transfiere el dominio, no transfiere ningún derecho
real, ni tiene respecto de terceros existencia alguna. La inscripción es la que da la
posesión real efectiva; y mientras ella no se ha cancelado, el que no ha inscrito su título,
no posee: es un mero tenedor. Como el Registro Conservatorio está abierto a todos, no
puede haber posesión más pública, más solemne, más indisputable, que la inscripción.
En algunas legislaciones la inscripción es una garantía, no sólo de la posesión, sino de
la propiedad; mas para ir tan lejos hubiera sido necesario obligar a todo propietario, a
todo usufructuario, a todo usuario de bienes raíces a inscribirse justificando previamente
la realidad y valor de sus títulos; y claro está que no era posible obtener este resultado,
sino por medio de providencias compulsivas, que producirían multiplicados y
embarazosos procedimientos judiciales, y muchas veces juicios contradictorios, costosos
y de larga duración. No dando a la inscripción conservatoria otro carácter que el de una
simple tradición, la posesión conferida por ella deja subsistentes los derechos del
verdadero propietario, que solamente podrían extinguirse por la prescripción
competente. Pero como no sólo los actos entre vivos sino las transmisiones hereditarias
están sujetas respecto a los bienes raíces a la solemnidad de esta inscripción, todos los
referidos bienes, a no ser los pertenecientes a personas jurídicas, al cabo de cierto número
de años se hallarán inscritos y al abrigo de todo ataque. La inscripción sería desde
entonces un título incontrastable de propiedad, obteniéndose así el resultado a que otros
querían llegar desde luego, sin que para ello sea necesario apelar a medidas odiosas, que
producirían un grave sacudimiento en toda la propiedad territorial.
Son patentes los beneficios que se deberían a este orden de cosas; la posesión de los
bienes raíces, manifiesta, indisputable, caminando aceleradamente a una época en que
inscripción, posesión y propiedad serían términos idénticos; la propiedad territorial de
toda la República a la vista de todos, en un cuadro que representaría, por decirlo así,
instantáneamente sus mutaciones, cargas y divisiones sucesivas, la hipoteca cimentada
sobre base sólida; el crédito territorial vigorizado y susceptible de movilizarse.
58
de otro que le reconoce como dueño de ella. Pero como los derechos reales son varios,
el que no es poseedor del dominio, puede serlo de un derecho de usufructo, de uso, de
habitación, de un derecho de herencia, de un derecho de prenda o de hipoteca, de un
derecho de servidumbre. El usufructuario no posee la cosa fructuaria, es decir, no inviste
ni real ni ostensiblemente el dominio de ella; posee sólo el usufructo de ella, que es un
derecho real y por consiguiente susceptible de posesión. Pero el arrendatario de una finca
nada posee, no goza más que de una acción personal para la conservación de los
derechos que le ha conferido el contrato. El que a nombre ajeno posee, no es más que
un representante del verdadero poseedor, ni inviste más que la simple tenencia. Así los
términos posesión civil, posesión natural, son desconocidos en el proyecto que os
someto; las palabras posesión y tenencia contrastan siempre en él, la posesión es a
nombre propio, la tenencia a nombre ajeno. Pero la posesión puede ser regular o
irregular, aquélla adquirida sin violencia, ni clandestinidad, con justo título y buena fe;
la segunda sin alguno de estos requisitos. Toda posesión es amparada por la ley; pero
sólo la posesión regular pone al poseedor en el camino de la prescripción adquisitiva.
Tal es el sistema del proyecto, sus definiciones señalan límites precisos a cada una de las
dos especies de posesión, conservando siempre una y otra el carácter genérico que
consiste en la investidura de un derecho real.
Entre las varias desmembraciones del dominio, se ha prestado una atención particular a
la que lo limita por una condición que verificada, lo hace pasar a otra persona, la cual lo
adquiere irresoluble y absoluto. El usufructo y la propiedad fiduciaria, la propiedad que
por el cumplimiento de una condición expira en una persona para nacer en otra, son,
pues, dos estados jurídicos que contrastan: en el uno, la terminación es necesaria; en el
otro, eventual. Aquél supone dos derechos actuales coexistentes; el segundo, uno sólo,
pues si por una parte supone el ejercicio de un derecho, no da por otra sino una simple
expectativa, que puede desvanecerse sin dejar rastro alguno de su existencia, tal es la
constitución del fideicomiso, en la que, si hay poco o nada de original en el proyecto, se
ha pretendido a lo menos caracterizar los dos estados jurídicos de manera que no se
confundan, dar reglas claras de interpretación para las disposiciones que los establecen,
y enumerar sus varios y peculiares efectos.
59
perpetuas, excepto bajo la forma del censo, en el que se ha comprendido por
consiguiente todo lo relativo al orden de sucesión en las vinculaciones. En el censo
mismo se han atenuado las especialidades que lo hacen perjudicial y odioso.
Es una regla fundamental en este proyecto la que prohíbe dos o más usufructos o
fideicomisos sucesivos, porque unos y otros embarazan la circulación y entibian el
espíritu de conservación y mejora, que da vida y movimiento a la industria. Otra que
tiende al mismo fin es la que limita la duración de las condiciones suspensivas y
resolutorias, que en general se reputan fallidas si tardan más de treinta años en
cumplirse.
60
La incapacidad de sucederse unos a otros los que se han manchado con un ayuntamiento
dañado y punible, no desciende a la inocente prole de esta conexión criminal, y los
derechos de los colaterales a la sucesión intestada llegan solamente al sexto grado.
En cuanto a legítimas y mejoras, la mitad de lo que habría cabido a cada uno de los
legitimarios o herederos forzosos sucediendo ab intestato, forma su legítima rigurosa,
que se puede aumentar considerablemente, pero no disminuir ni gravar en ninguna
manera. No teniendo descendientes legítimos, que personal o representativamente le
sucedan, puede cualquiera persona disponer libremente de la mitad de su patrimonio;
en el caso contrario, sólo la cuarta parte de los bienes le es lícito distribuir con absoluta
libertad; la cuarta restante debe invertirse en mejoras, esto es, en favor de uno o más de
sus descendientes legítimos, a su arbitrio. Por lo demás, cada persona tiene durante su
vida, la facultad de hacer el uso de sus bienes que mejor le parezca; sólo en casos
extremos interviene la ley imputando a la mitad o cuarta de libre disposición el exceso
de lo que se ha donado entre vivos, y en caso necesario revocándolo.
61
no había más que dos medios, el de una fraseología que indicase vagamente el proceder
aritmético, o el de fórmulas rigurosas, que por el camino más corto posible condujesen
a la resolución de cada problema. Esto último ha parecido menos expuesto a
inexactitudes y errores; y siendo en el día la aritmética un ramo universal de instrucción
primaria, sus términos peculiares deben suponerse entendidos de todo el que haya
recibido una educación cualquiera, aun la más común y vulgar.
62
En el título De la prueba de las obligaciones, se hace obligatoria la intervención de la
escritura para todo contrato que versa sobre un objeto que excede de cierta cuantía, pero
el ámbito demarcado para la admisión de otra clase de pruebas es mucho más amplio
que en otras legislaciones: en especial la de Francia y la de Portugal, países en que esta
limitación de la prueba de testigos es ya antigua, y ha producido saludables efectos. No
hay para qué deciros la facilidad con que por medio de declaraciones juradas puedan
impugnarse y echarse por tierra los más legítimos derechos. Conocida es en las
poblaciones inferiores la existencia de una clase infame de hombres, que se labran un
medio de subsistencia en la prostitución del juramento. Algo tímidas parecerán bajo este
punto de vista las disposiciones del proyecto; pero se ha recelado poner trabas a la
facilidad de las transacciones, y se ha creído más prudente aguardar otra época en que,
generalizado por todas partes el uso de la escritura, se pueda sin inconveniente reducir
a más estrechos límites la admisibilidad de la prueba verbal.
Las varias especies de censo (exceptuado el vitalicio) se han reducido a una sola, y se
sujetan por consiguiente a reglas idénticas, entre las cuales sólo merecen notarse las que
lo hacen divisible junto con el inmueble que afectan, y la que constituido sobre
inmuebles cuyo valor excede considerablemente al de los capitales impuestos, permite
reducirlo a una parte indeterminada, exonerando de toda responsabilidad lo restante.
Pero al mismo tiempo, se ha tomado en cuenta el interés de los censualistas, poniendo
un límite a la división que continuada indefinidamente haría demasiado difícil y
dispendioso el cobro de los cánones, y a la vuelta de algunas generaciones convertiría
los censos en un número infinito de fracciones imperceptibles. Si por este medio se
consiguiese desalentar la imposición de capitales a censo, se habría logrado
indirectamente un gran bien. El censo vitalicio, que por su naturaleza es de corta
duración, no ofrece los inconvenientes de los otros, es lo único que en este proyecto no
admite ni redención, ni reducción, ni división.
Entre las convenciones lícitas se ha dado lugar a la anticresis. Inocente en sí misma, útil
al crédito y paliada a veces, podrá ahora presentarse sin disfraz bajo la sanción de la ley.
Por punto general, el código de las partidas y el código civil francés, han sido las dos
lumbreras que se han tenido más constantemente a la vista. Donde ellos difieren, se ha
63
elegido lo que más adaptable y conveniente parecía. Se ha simplificado notablemente el
arreglo de la prelación de créditos, el fomento del crédito ha sido en él la consideración
dominante. Se dividen en cinco clases los acreedores concurrentes: los que gozan de
privilegio general; los que gozan de privilegio sobre especies muebles; los hipotecarios;
los de menores, mujeres casadas, y otras personas cuyos bienes son administrados por
representantes legales; y los quirografarios. Se han abolido varios de los privilegios
generales y especiales y entre los últimos todos los que recaían sobre inmuebles. Apenas
es necesario deciros que no reviven en este proyecto como créditos preferentes, ni los de
hipoteca general convencional, ni los escriturarios. La obra principiada por las leyes de
1845 y 1854 se ha llevado a cabo.
64
del crédito en cuyo fomento están interesadas estas mismas personas como todas, y para
desconcertar los fraudes que a la sombra de sus privilegios se fraguan.
Por lo que toca al mérito y plan que en este código se han seguido, observaré que hubiera
podido hacerse menos voluminoso, omitiendo ya los ejemplos que suelen acompañar a
las reglas abstractas, ya los corolarios que se derivan de ellas, y que para la razón
ejercitada de los magistrados y jurisconsultos eran ciertamente innecesarios. Pero, a mi
juicio, se ha preferido fundamentalmente la práctica contraria, imitando al sabio
legislador de las partidas. Los ejemplos ponen a la vista el verdadero sentido y espíritu
de una ley en sus aplicaciones; los corolarios demuestran lo que está encerrado en ella,
y que a ojos menos perspicaces pudiera escaparse. La brevedad ha parecido en esta
materia, una consideración secundaria.
65
Capítulo II
Artículo 5º. La Corte Suprema de Justicia y las Cortes de Alzada, en el mes de marzo
de cada año, darán cuenta al Presidente de la República de las dudas y dificultades que
les hayan ocurrido en la inteligencia y aplicación de las leyes, y de los vacíos que noten
en ellas.
Concordancias: Código Orgánico de Tribunales: artículo 102 Nº 4. D.L. Nº 3.346, Ley Orgánica
del Ministerio de Justicia, D.O. 22.05.1980: artículo 2º letra i). D.S. Nº 1.597, Min. de Justicia,
reglamento orgánico del Ministerio de Justicia, D.O. 23.01.1981: artículos 2º letra i), 4º letra b),
16 letra f).
El portal del Poder Judicial contiene una sección con las cuentas públicas de los últimos
años: https://www.pjud.cl/103
Así, el discurso del presidente de la Excma. Corte Suprema puede revisarse en:
https://www.pjud.cl/documents/10179/18948703/0.+Discurso+Sr.+Presidente.pdf/
a44f125a-1111-463d-8cdb-258d0cc11aad
Y los oficios de las distintas Cortes de Apelaciones del país -correspondientes a la cuenta
pública de ese año 2020- están disponibles en: https://www.pjud.cl/cuenta-publica-
2020
“Ley 8: Las leyes han de ser cumplidas y cuidadas y miradas para que sean
hechas con razón y las cosas hechas según naturaleza; las palabras de las leyes
han de ser claras para que todo hombre la entienda y guarde en su memoria.”
66
preocupación por el lenguaje claro expresada en una Comisión del más alto nivel y una
política institucional en este sentido10. Se concibe al lenguaje claro como una exigencia
democrática.
“§ 2. Promulgación de la ley
Art. 6º. La ley no obliga sino una vez promulgada en conformidad a la Constitución
Política del Estado y publicada de acuerdo con los preceptos que siguen.
El decreto supremo promulgatorio de una ley iniciada en una moción deberá contener,
a continuación del nombre de aquella, el de los diputados o senadores autores de la
referida iniciativa.
Concordancias: Código Civil: artículos 1º, 7º, 8º, 14. Constitución Política de la República:
artículos 32 número 1º, 72, 73, 75, 93 inciso 1º números 1º y 8º, e inciso 13, 99 inciso 3º. Ley Nº
17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional, texto refundido fijado por D.F.L.
Nº 5, D.O. 10.08.2010: artículos 105, 106, 107, 108.
El decreto promulgatorio luego debe ser tomado de razón por Contraloría. Este trámite
que parece de rutina en ocasiones no lo es. Así ocurrió con el dictamen Dictamen Nº
10856 de Contraloría General de la República, de 27 de Abril de 2018, en que no tomó
razón de la ley de nuevo SERNAC, N° 21.081, por estimar que no se ajustaba a lo
resuelto por el Tribunal Constitucional en su examen.
Barrientos enseña:
“Observaciones:
1. Historia. En relación con este artículo es preciso advertir que,
originariamente, se contenía en él una regla diversa de la actual, y sólo desde la
10
https://www.pjud.cl/comision-lenguaje-claro_
67
Ley Nº 9.400, de 6 de octubre de 1949, se dio entrada en él a la que se mantiene
en vigor. En el proyecto de ley presentado por el diputado Francisco Bulnes
Sanfuentes en la sesión 8ª extraordinaria de la Cámara de Diputados, del
miércoles 15 de octubre de 1947, se encuentra el origen del actual artículo 6º, si
bien en la moción del citado diputado sólo se consideraba una ligera alteración
en su inciso 2º, que consistía en sustituir en él la expresión "periódico oficial"
por la de "Diario Oficial", pero al discutirse, dos años más tarde, tal proyecto
en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de
Diputados se acordó darle un nuevo texto consistente en un solo inciso: "La ley
no obliga sino una vez promulgada en conformidad a la Constitución Política
del Estado y publicada de acuerdo con los preceptos que siguen" y trasladar la
regla que fijaba su inciso 2º a uno de los incisos del nuevo artículo 7º, y en tales
términos se mantuvo durante toda la tramitación parlamentaria de la ley, y así
fue promulgado por la Ley Nº 9.400, de 6 de octubre de 1949, conservándose
en vigor hasta el presente.”
11
Las leyes sobre tributos, presupuesto de la Nación y sobre reclutamiento, solo pueden tener origen en
la Cámara de Diputados. Las leyes sobre amnistías e indultos generales solo pueden originarse en el
Senado (si n perjuicio de esto, el Poder Ejecutivo tiene la facultad de conceder indultos particulares).
68
Corporación respectiva, la sala envía a una o más comisiones el proyecto para que sea
analizado en sus aspectos generales, o que exista acuerdo unánime de la sala para omitir
este trámite, salvo que se trate de un proyecto de ley que deba ser analizado por la
comisión de hacienda del Senado o de la Cámara de Diputados.
Lo primero a discutir en la comisión seleccionada es, en forma general, la idea de
legislar. Aprobado esto en comisión pasa a la sala de la Cámara, la cual discute y decide
si aprueba o rechaza la idea de legislar sobre él. Este trámite reglamentario se conoce
como discusión general, cuyo objetivo es aceptar o desechar en su totalidad el proyecto
de ley, considerando sus ideas fundamentales y admitir a discusión las enmiendas o
indicaciones que se presenten sobre el proyecto, por el Presidente de la República y los
parlamentarios.
Luego, se devuelve a la comisión para que inicie la discusión en particular de cada
artículo del proyecto. Las comisiones suelen destinar la primera o primeras sesiones a
escuchar al autor de la iniciativa y a expertos en la materia. Este proceso puede demorar
según la extensión del articulado, lo complejo de sus materias y los consensos político
legislativos logrados en torno a él. Terminada esta discusión, se elabora un Informe que
es presentado por el Presidente de la comisión o por otro parlamentario que la comisión
designe en el hemiciclo de la Cámara.
Cuando un proyecto es desechado en su totalidad durante su discusión general en la
Cámara de Origen su tramitación no continúa, y no puede volver a presentarse hasta
dentro de un año. Si el proyecto rechazado fuese de iniciativa del Presidente de la
República, éste puede solicitar que el Mensaje pase a la otra Cámara. En esta, requerirá
de la aprobación de dos tercios de sus miembros presentes. De aprobarse por ese
quórum, retornará a la Cámara de Origen, donde sólo podrá volver a ser desechado con
el voto de los dos tercios de sus miembros presentes.
Si el proyecto se aprueba en la discusión particular, según el quórum requerido por la
Constitución Política, va al segundo trámite legislativo ante la otra cámara del Congreso
para su estudio y aprobación.
3. Segundo trámite constitucional. Es el proceso de discusión en particular en la cámara
revisora, la que puede aprobar, modificar o rechazar el proyecto de ley proveniente de
la Cámara de Origen. Si el proyecto se aprueba en su totalidad en iguales términos por
la Cámara Revisora, se envía al Presidente de la República quien, si también lo aprueba,
firmará el proyecto para que se convierta en ley.
Si la Cámara Revisora modifica el proyecto, ya sea que se trate de adiciones,
modificaciones o enmiendas, este es devuelto a la Cámara de Origen para la
consideración de estas modificaciones, con miras a que se aprueben los cambios. Si se
aprueban, el proyecto se envía al Presidente de la República para su promulgación. Si
ellos no son aprobados, se pasa al tercer trámite.
4. Tercer trámite. Las comisiones mixtas se crean al no producirse acuerdos entre las
Cámaras. En este caso de no haber acuerdo en la Comisión Mixta, o si su propuesta es
69
rechazada en la Cámara de Origen, esta puede insistir en su proyecto anterior, a petición
del Presidente de la República. Esta insistencia requiere de una mayoría de dos tercios
de sus miembros presentes. Si la Cámara de Origen acuerda la insistencia, el proyecto
pasa por segunda vez a la Cámara Revisora, la cual solo podrá reprobarlo con el voto de
los dos tercios de sus miembros presentes. De no lograr este quórum, el proyecto se da
por aprobado y continúa su tramitación.
5. Vetos y observaciones del Presidente de la República. Aprobado un proyecto de ley
por ambas Cámaras, este es enviado al Presidente, para que también lo apruebe o lo
rechace. Si nada dice en un plazo de 30 días desde que recibió el proyecto, se entiende
que lo aprueba, de tal modo se procede a su promulgación como Ley.
El Presidente puede formular vetos (aditivos, sustitutivos o supresivos) u observaciones.
En este caso, el proyecto es devuelto a la Cámara de Origen, con las observaciones
mencionadas, dentro del plazo de 30 días. Estas observaciones presidenciales deben
tener relación directa con las ideas fundamentales del proyecto, a menos que hubiesen
sido consideradas en el mensaje respectivo. Si ambas Cámaras aprueban las
observaciones, el proyecto es devuelto al Ejecutivo para su promulgación como ley. Si
las dos Cámaras rechazan todas o alguna de las observaciones del Presidente, e
insistieren, por los dos tercios de sus miembros presentes, en la totalidad o parte del
proyecto aprobado por ellas, se devolverá el proyecto al Ejecutivo, el que debe
promulgarlo como ley. En caso de que todas o algunas de las observaciones hechas por
el Presidente sean rechazadas por las dos Cámaras, pero no se reuniera el quórum de
dos tercios para insistir en el proyecto previamente aprobado por ella, no habrá ley
respecto de los puntos en que existen discrepancias.
6. Promulgación. Aprobado el proyecto de ley por el Presidente de la República, dentro
de un plazo de 10 días debe dictar un decreto, que se denomina “decreto promulgatorio”.
En este se declara la existencia de la ley, dejando de ser ésta un mero proyecto y se
ordena sea cumplida.
7. Publicación. Dentro de un plazo de cinco días hábiles desde que queda totalmente
tramitado el decreto promulgatorio, el texto de la ley debe publicarse en el Diario Oficial
y desde ese momento es obligatoria y se presume conocida por todos. Esto, sin perjuicio
de que la propia ley pueda establecer su entrada en vigor en una fecha posterior.
La fase prelegislativa.
El profesor de la U. de Chile, Lucas Sierra, ha llamado la atención sobre esta fase de
trabajo en que se produce el “anteproyecto de ley”, es decir, el texto que aún no se
ingresa a discusión parlamentaria y que, en contadas ocasiones, se hace público.
“En Gran Bretaña, por ejemplo, las reformas a las actas y estatutos, el
equivalente a nuestras normas legislativas, comienzan con unos documentos en
que se sugieren ideas y argumentos de política: los Green y White Papers. Cuando
se publican, el articulado todavía está lejos de ser escrito. Antes de convertirse
70
en un articulado, los papers circulan entre el público y sirven para despertar
interés y provocar reacciones. Los Green Papers avanzan ideas más en bruto. Los
White Papers son posteriores y las afinan para el debate parlamentario(1). Me
parece que la lógica tras esta práctica legislativa es valiosa desde el punto de
vista de los principios, pues extiende la oportunidad para la participación y
deliberación; y también desde un punto de vista práctico, pues aumenta la
posibilidad de adoptar decisiones más informadas.”
Sierra, Lucas (2003). “La iniciativa en la potestad legislativa chilena”. Serie En
Foco N° 5, Expansiva.
Sierra propone instaurar un sistema donde que el gobierno debiera publicar “un
documento con su posición ya más o menos definida y, una vez recibidas las opiniones
que el documento despierte, el gobierno elabore el articulado a ser enviado al Congreso,
con la discusión pública que ha servido de antecedente.”
Concordancias: Código Civil: artículos 1º, 6º, 8º, 14, 47, artículo final. Constitución Política de la
República: artículos 8º, 64 incisos 5º y 7º, 75 inciso 3º, 77 inciso final. Código Tributario: artículo
3º. Ley Nº 18.158, establece normas sobre publicación de ciertos tratados internacionales, D.O.
9.09.1982.
71
desde la fecha de la promulgación; i en cualquier otro departamento, despues
de estos seis dias i uno mas por cada veinte quilómetros de distancia entre las
cabeceras de ambos departamentos.
Podrá, sin embargo, restringirse o ampliarse este plazo en la lei misma,
designándose otro especial.
Podrá también ordenarse en ella, en casos especiales, otra forma de
promulgación.”
El art. 5° del Reglamento del D.O. (Decreto N° 22, de 12 de enero de 2016, del
Ministerio del Interior y Seguridad Pública) dispone:
El art. regula la periodicidad del DO indicando que se publicará todos los días del año,
salvo los domingo y festivos.
72
El inciso 2° dispone la posibilidad de que una ley regule una forma diversa de
publicación. De hecho, el mismísimo Código Civil y otros Códigos no fueron publicados
en el periódico oficial de la época, sino en tomos que se vendieron a precios accesibles
de modo de facilitar su acceso por el público.
Antes del D.O. cumplieron este rol el Monitor Araucano, la Gaceta de Gobierno de
Chile, que después fue Gaceta de Santiago de Chile y Gaceta Ministerial de Chile, el
Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno (que posteriormente se redujo a mera
recopilación de normas legales), y El Araucano (entre el 17 de septiembre de 1830 y el
25 de febrero de 1877), del cual fue director don Andrés Bello.
Uno de los textos más importantes sobre el Diario Oficial es la memoria de grado de un
gran humorista nacional, Andrés Rillón Romaní, que además fue director del Registro
Electoral entre 1965 y 1977.
Barrientos enseña sobre la historia de esta disposición:
73
la palabra 'por' por 'mediante'", y en esos términos fue aprobado por el Senado
en su sesión del martes 16 de agosto de 1949, de manera que su redacción quedó
fijada así: "La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario
Oficial, y desde la fecha de éste se entenderá conocida de todos y será
obligatoria", que fue el texto definitivamente aprobado y promulgado por la Ley
Nº 9.400, de 6 de octubre de 1949, manteniéndose inalterado hasta la
actualidad.
74
Jurisprudencia:
Error en la publicación.
Fue lo que ocurrió con la publicación de la ley N° 20.084. en tal caso el error se procuró
salvar a través de un certificado extendido por el Secretario de la Cámara de Diputados,
sr. Landeros, y publicado al día siguiente en el mismo Diario Oficial.
Y, finalmente, una tercera cuestión compleja se da -y se ha dado ya, esta vez no con la
ley N° 20.084, ¡al fin!- cuando el Tribunal Constitucional objeta la constitucionalidad de
alguna parte de la ley y ésta debe promulgarse de manera interrumpida.
Barrientos apunta:
75
Ello es así porque: "Una solución contraria llevaría al evidente absurdo de dar
fuerza obligatoria de ley a una disposición que no es tal por no contar con la
aprobación del legislador y dar a la publicación de la misma un alcance que no
tiene, como quiera que la publicación y promulgación de las leyes no tienen otro
objeto que disponer la ejecución y obedecimiento de aquellas disposiciones y
normas que han merecido la aprobación de los poderes legisladores y, por
consiguiente, para que tales actos adquieran pleno valor es menester que no
excedan su papel natural que se traduce en una constatación de autenticidad de
texto legal mandado a publicar" (Ca. Santiago, 26-V-1951, cons. 15º, en RDJ.
XLVIII, Sec. IVª, p. 70), de manera: "Que todo lo anterior permite concluir que
en presencia de un evidente error de publicación, los tribunales deben aplicar la
ley tal como ella fue aprobada y no como aparece en la publicación" (Ca.
Santiago, 26-V-1951, cons. 16º, en Rdj. XLVIII, Sec. IVª, p. 70). 3. De la
publicación y obligatoriedad de la ley. La vigencia de una ley, esto es, el
momento a partir del cual principia su obligatoriedad, puede estar determinado
por su publicación, y tal es la regla general, pero hay también una regla especial,
como lo ha recordado alguna vez la jurisprudencia: "Debe tenerse en
consideración que la ley sólo obliga y es vinculante a partir de su entrada en
vigencia, la cual está normalmente determinada por su publicación en el Diario
Oficial. Sin embargo, la propia ley puede contener reglas diferentes sobre su
publicación y sobre la fecha o fechas en que haya de entrar en vigencia, según
lo dispone el artículo 7º del Código Civil" (Cs. 18-III-1997, cons. 4º,
LegalPublishing: Cl/ Jur/101/1997, Rol Nº 4740-1996). En el mismo sentido,
la jurisprudencia, igualmente, ha recordado que: "Para que un proyecto de ley
aprobado por el órgano legislativo adquiera los atributos de una ley, no sólo
debe ser promulgada sino también publicada, pero en términos susceptibles de
darle fuerza obligatoria. En efecto, la simple publicación puede bastar para dar
nacimiento a la ley, como surge del inciso primero del artículo 7º del Código
Civil, pero también está en lo cierto que ello no puede tener aplicación si la
propia ley señala una fecha diversa en que entrará en vigencia" (Cs. 30-VI-1997,
cons. 12º, LegalPublishing: Cl/Jur/1600/1997, Rol Nº 4029-1996
Inexcusabilidad de la ley
Art. 8º. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en
vigencia.
76
Concordancias: Código Civil: artículos: 1º, 6, 7, 512 inciso 2º, 706, 1452. Código Tributario:
artículos 3º, 26 inciso 3º, 107 Nº 4. Ley Nº 3.165, sobre impuesto de patente municipal por el
ejercicio de toda profesión, oficio, industria, comercio o arte, D.O. 27.12.1916: artículo 25 inciso
2º. Ley Nº 20.283, sobre recuperación del bosque nativo y fomento forestal, D.O. 30.07.2008:
artículo 46 inciso 3º
Error vel ignorantia iuris non excusat: El error de derecho no excusa el incumplimiento
En el Código Teodosiano (438 d.C.) se dice: “No permitiremos que nadie ignore o disimule
las constituciones diligentemente examinadas con larga deliberación de Nuestra Serenidad.”
Paulo, en el Digesto, afirma: “es regla que a cualquiera perjudica la ignorancia de derecho y no
la de hecho” ( D., 22, 6.9)
El Código Justiniano establece: “No es lícito ignorar, ni disimular las constituciones de los
príncipes.” (C. 1, 18.13)
Así, entonces, nadie podía alegar error de derecho para adquirir por prescripción. Pero
cualquiera podía -al igual que sucede ahora entre nosotros- alegar el error de derecho
para repetir lo pagado indebidamente.
77
En Roma había ciertas personas a las que por determinadas circunstancias se les permitía
alegar el error de derecho, por considerarse que a ellas les resultaba más difícil conocerlo:
a) Los menores: podían alegar error de derecho para pedir la integrum restitutio, respecto
de cualquier tipo de acto civil, o para excusarse de la pena tratándose de delitos de ley
meramente positiva.
b) Las mujeres: al principio como los menores, luego, sólo en los caso señalados por las
leyes.
c) Los militares: sólo en los casos señalados por las leyes (formalidades en el testamento,
plazo de aceptación de la herencia, etc.)
d) Los rústicos (gente de camp de notoria incultura): en los casos legalmente señalados.
Las Partidas volvieron al sistema romano y las de Recopilación y Novísima nada dijeron
produciéndose la disputa acerca de la vigencia de las excepciones.
Por nuestra parte, consideramos que las leyes suponen, deben dar por supuesto, el
conocimiento de sus disposiciones de modo que el sistema entero pueda funcionar. Es
evidente que, si para exonerarse de un cumplimiento, alguien pudiera ampararse en la
posibilidad de desconocer la ley, todos se cobijarían al alero de ese postulado y nadie
podría exigir el cumplimiento de la ley.
No sería presunción ya que esta figura, se dice, exige alguna correspondencia con una
práctica de común ocurrencia, lo que no se produciría en este caso. La idea de la ficción
- ¿qué no sería ficto en el derecho? - entrañaría que “se finge que con el hecho de la
publicación nadie ignora sus preceptos, impidiendo así que se alegue su ignorancia”.
El principio de seguridad jurídica exige un principio de este tipo. Ahora bien, el Código
y algunas leyes contienen norma que morigeran esta exigencia. Además, es pensable
78
que, en vistas a honrar el principio de igualdad ante la ley12, que exige tratar en forma
desigual a los desiguales13, se construyan estándares de no exigibilidad -o su gradación-
en razón de falta de voluntariedad o del abuso del derecho en situaciones donde la
asimetría de las partes pasa por las bajas capacidades de conocimiento de una de ellas.
Nadie puede saber mejor que un profesor de derecho que este artículo exige ponderación
y no sólo ficción.
El nemo censetur, en estricto rigor, debe comprenderse como una aplicación del nemo
auditur.
A modo de principio general, puede señalarse que en nuestro derecho civil no cabe
alegar ignorancia de la ley para evitar que ésta produzca sus efectos, es decir para que
quede incumplida, pero sí cabe alegarla para evitar ciertas sanciones civiles que suponen
12
Sobre esto, la jurisprudencia ha expresado: “Que, por lo que toca a la igualdad ante la ley, es
útil dejar en claro que ella requiere una aplicación a todos los habitantes de la república de
manera uniforme y sin discriminaciones injustas o arbitrarias en cuanto a su interpretación,
valoración y alcance de sus efectos jurídicos e impide establecer estatutos legales diferentes,
atendiendo a razones de raza, condición social, estirpe, fortuna, religión, ideología u otros
atributos estrictamente particulares.” Corte de Apelaciones de Valparaíso, de 16 de abril de 1998,
de 16 de abril de 1998, considerando 11; confirmada por Sentencia de Corte Suprema, 14 de
mayo de 1998, XCV Revista de Derecho y Jurisprudencia, 2p. Sección 5, p. 91. El Tribunal
Constitucional, en sentencia de 8 de abril de 1985, rol N° 28 indica que "la igualdad ante la ley
consiste en que las normas jurídicas deben ser igual para todas las personas que se encuentren
en las mismas circunstancias y que no deben concederse privilegios ni imponerse obligaciones a
unos que no beneficien o graven a otros que se hallan en condiciones similares. No se trata, por
consiguiente, de una igualdad absoluta sino que ha de aplicarse la ley en cada caso conforme a
las diferencias constitutivas del mismo. La igualdad supone, por lo tanto, la distinción razonable
entre quienes no se encuentran en la misma condición; por lo que ella no impide que la
legislación contemple en forma distinta situaciones diferentes, siempre que la discriminación no
sea arbitraria ni responda a un propósito de hostilidad contra determinada persona o grupo de
personas, o importe indebido favor o privilegio personal o de grupo.”
13
El profesor Nogueira lo formula así “El legislador debe tratar igual a las personas que se
encuentran en situaciones e hipótesis jurídicas iguales y debe tratar diferenciadamente a quienes
se encuentran en situaciones o hipótesis jurídicas diferentes.” Nogueira, H. (2006), “El derecho
a la igualdad ante la ley, no discriminación y acciones positiva”, Revista de derecho (Coquimbo), 13,
N° 1, p. 71.
14
Cury (2009) considera que la distinción -tan cara a la civílística- entre error de hecho y de
derecho está obsoleta por impracticable. La distinción que se emplea en penal es entre error de
tipo y error de prohibición.
79
el conocimiento efectivo de la ley, porque tienden a castigar la inmoralidad, para evitar
que operen ciertas presunciones de renuncia de derechos.
El prof. Corral escribió su tesis de grado sobre este punto y enuncia 3 casos en que el
derecho permite alegar ignorancia del derecho:
“2º) La nulidad absoluta puede pedirla el que ejecutó el acto o contrato sin que
haya sabido o debido saber el vicio que lo invalidaba (art. 1683 CC), que
tampoco excluye la ignorancia de la ley.”
Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez,
aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o
contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto
80
el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo
saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración
por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no puede
sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que
no pase de diez años
“3º) Puede repetir lo que se haya dado por objeto o causa ilícita el que no lo
hizo a sabiendas (art. 1468 CC), lo que incluye el caso en que se actuó por error
de derecho.”
Se suele mencionar -Vodanovic- también el caso de las obligaciones naturales (art. 1470
in fine CC) que Corral no comparte por estimar que la expresión "voluntariamente" tiene
sólo el sentido de "espontáneamente", por lo que no caería dentro de la noción que aquí
estamos revisando. No compartimos ese planteamiento.
81
“3º) Se invalida sólo la asignación testamentaria motivada en un error de hecho
(art. 1058 CC);”
Art. 1713. La confesión que alguno hiciere en juicio por sí, o por medio
de apoderado especial, o de su representante legal, y relativa a un hecho
personal de la misma parte, producirá plena fe contra ella, aunque no
haya un principio de prueba por escrito; salvo los casos comprendidos
en el artículo 1701, inciso 1.º y los demás que las leyes exceptúen.
“Debe insistirse, sin embargo, que estos casos no son aplicaciones del art. 8º (si
lo fueran podría decirse que serían normas superfluas). Si ellas no existieran, el
art. 8º no se opondría a darle relevancia al error de derecho como vicio del
consentimiento o como parte de la buena fe en la posesión, porque en estos no
se trata de alegar ignorancia de la ley para eludir su cumplimiento, sino solo
para establecer la conciencia subjetiva de los que son beneficiados con ciertos
efectos (pedir la nulidad del acto u obtener las ventajas de la posesión regular).
De allí, que no haya ningún impedimento (y debería ser hora de ir pensándolo)
para que estas normas sean modificadas para que los errores de derecho (hoy
día más justificables que en el pasado) tengan una mayor acogida.”
Ugarte clasifica de este modo las situaciones en las que el derecho otorga algún valor a
la ignorancia de la ley. Esta es la distinción que usaremos en este curso:
Vale la pena advertir que el profesor Ugarte hace equivalentes a la ignorancia de la ley
con el error de derecho, lo que no es precisamente correcto en general, pero sí para los
efectos del análisis que aquí realizamos: examinar los casos en que el Derecho asigna
algún valor a esa disparidad cognitiva:
(a) Casos en que se prohíbe expresamente: art. 1451, 706, 1713, 1058. Ya vistos al revisar
la posición de Corral.
82
Art. 2297. Se podrá repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando
el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural.
“Si el deudor actuando sin coacción paga la obligación, paga bien y no puede
repetir, aunque por error de derecho no haya sabido que se trataba de una
obligación natural que no daba derecho al acreedor a pedir su cumplimiento,
sino sólo a retener lo pagado en virtud de ella (cfr. art. 2296 CC).”
2. Para repetir15 lo pagado por obligación meramente natural,
3º. Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades que la ley
exige para que produzcan efectos civiles; como la de pagar un legado,
impuesto por un testamento que no se ha otorgado en la forma debida;
4º. Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba.
15
Repetir es reclamar contra tercero por pago indebido, injusto enriquecimiento, pérdida por evicción,
improcedente quebranto o abono anticipado. Escriche enseña en su Diccionario que repetir es “La accion
ó derecho que compete á alguno para pedir ó reclamar lo indebidamente pagado, 6 lo que se ha tenido
que pagar por otro. Lo que se da por error está sujeto á repeticion.”
83
3.3. Ratificación tácita, art.s 1693 y 1695.
4. Petición de nulidad absoluta, art. 1683. Es expresión del principio muchas veces
aludido en este curso, nemo auditur. El que a su turo se relaciona con otro de carácter
algo más amplio -y que suele estudiarse de forma independiente-: nadie puede impugnar
sus propios actos, o la teoría de los actos propios, acuñada en el aforismo nemo potest
contra factum proprium venire
Art. 1468. No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o
causa ilícita a sabiendas.
Art. 576. inc. 2°. El pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en
posesión del crédito, es válido, aunque después aparezca que el crédito no le
pertenecía.
7. Ejercicio de la guarda aparente:
La jurisprudencia nacional ha acogido la errada tesis de la presunción legal.
84
para la carrera de Entrenador de Fútbol Profesional" (Cs. 6-IV-2011, cons. 6º,
LegalPublishing: Cl/Jur/2989/2011, Rol Nº 7235-2009).
Con sola referencia al artículo 8º son reiteradas las sentencias que se refieren a:
"La presunción del conocimiento de la ley que establece el artículo 8º del
Código Civil" (Cs. 6-IV-2010, cons. 9º, LegalPublishing: Cl/ Jur/2130/2010,
Rol Nº 6570-2008; Cs. 13-IX-2007, cons. 11º, LegalPublishing:
Cl/Jur/6158/2007, Rol Nº 5869-2006; Cs. 8-XI-1994, cons. 7º,
LegalPublishing: Cl/Jur/1639/1994, Rol Nº 20124; Cs. 24-X-1994, cons. 2º,
LegalPublishing: Cl/Jur/1628/1994, Rol Nº 18970-1994). En alguna ocasión
se ha precisado que se trata de una presunción de derecho (Ca. Concepción, 19-
VII-2007, cons. 6º, LegalPublishing: Cl/Jur/3853/2007, Rol Nº 1889-2006).”
Jurisprudencia citada desde Barrientos.
“Que no se puede admitir la alegación de la demandante, en el sentido que por
ser francesa no entendió lo que firmaba cuando suscribió la escritura de
cancelación. Se opone a esta alegación la disposición del art. 8º del Código
Civil, que señala que nadie puede alegar ignorancia de la ley. Si se aceptara una
alegación de esta especie, la Corte debería anular también la escritura de
compraventa y promesa celebrada entre las partes anteriormente, así como
cualquier contrato celebrado en Chile por algún extranjero no hispanófono, lo
que atentaría gravísimamente contra la seguridad jurídica. (Considerando 4º)
Corte de Apelaciones de Santiago, 26/05/2002, Rol Nº 4951-1998, Cita online:
CL/JUR/2027/2002”
85
artículo 8º del Código Civil que no admite prueba en contrario. (Considerando
23º)” Corte de Apelaciones de Santiago, 2/10/2003, Rol Nº 6034-1998, Cita
online: CL/JUR/2589/2003
(…) 5. La regla del artículo 8º y la ley extranjera
“Art. 4º. Las disposiciones contenidas en los Códigos de Comercio, de Minería, del
Ejército y Armada, y demás especiales, se aplicarán con preferencia a las de este
Código.”
La doctrina tradicional ha enseñado que el Derecho Civil sería el continuador del ius
commune medieval, y que el Código Civil, en consecuencia, y por acción del art. 4°
cumpliría un rol supletorio para todo el derecho.
Así, Corral -declarando seguir en esto a nuestro profesor de derecho civil, J. J. Ugarte -
enseña en su Curso de derecho civil, Tomo I:
“El Derecho Civil cumple una función peculiar en el sistema jurídico, cual es la
de ser el Derecho Común, no sólo del Derecho Privado sino de todo el Derecho,
incluidas aquellas ramas que son pertenecientes al Derecho Público.” (p. 21)
86
Y funda este planteamiento en un razonamiento de tipo escolástico:
En esta parte ofrezco una reinterpretación del artículo 4° del Código Civil, que
con frecuencia se cita, erróneamente según demostraremos, como fuente de la
supletoriedad general del Código Civil respecto de las demás leyes. El intento
permanente de utilizar directamente normas civiles, del código civil, para
resolver problemas de naturaleza administrativa se basa en una errónea
interpretación del artículo 4° del Código Civil, que con frecuencia se cita como
fuente normativa de una supuesta supletoriedad general del Código Civil
respecto de las demás leyes. Reviso tal base normativa la que resulta ser una
falsa supletoriedad, y someto a critica la doctrina que la sustenta, pues se basa
en una errónea interpretación de su texto.16
1. Relectura del artículo 4° del Código Civil: una falsa supletoriedad. Un caso
paradigmático de falsa supletoriedad es el artículo 4° del Código Civil, el cual
ha sido erróneamente interpretado corno un caso de supletoriedad por una
16
Véase "El Código Civil como supletorio de las demás leyes. Crítica a una tesis excesiva", en: La Semana
jurídica N° 359, 2007, pp. 6-7, en donde expongo por vez primera esta crítica que aquí amplío.
87
persistente doctrina, de formación civilista, según la cual el "derecho común"
(entendiendo por tal el Código Civil) seria supletorio de "todo" el restante
ordenamiento jurídico chileno.
En realidad, esa tesis es un exceso, pues en tal norma no hay una aplicación de
la técnica normativa de la supletoriedad, como se ha pretendido
tradicionalmente. Sólo con una interpretación errónea de tal disposición se ha
podido postular una supletoriedad de "todo" el Código Civil respecto de "todo"
el restante ordenamiento jurídico; el cual resultaría así especial respecto del
general ("común").
b) Lealtad con la literalidad del texto normativo. Dicho artículo señala: "Las
disposiciones contenidas en los Códigos de Comercio, de Minería, del Ejército
y Armada, y demás especiales, se aplicarán con preferencia a las de este
Código". Es relevante centrar el análisis en las expresiones 'disposiciones
contenidas", "preferencia" y "especiales".
17
GUZMÁN BRITO, Alejandro y colaboradores, "Modificaciones al título preliminar del Código Civil",
en: Fundación Fernando Fueyo Laneri, Estudios sobre reformas al Código Civil y Código de Comercio
(Santiago, Editorial jurídica de Chile, 1999), 40. Por tal razón, en ese trabajo, de política jurídica, los
autores postulan consagrar la supletoriedad general del Código Civil, sugiriendo la modificación en tal
sentido del artículo 4".
18
Cfr. GUZMÁN BRITO, Alejandro, Las reglas del "Código Civil" de Chile sobre interpretación de las leyes
(Santiago, LexisNexis, 2007) 155-156. No obstante, en tal trabajo declara dicho autor que pese a dicha
falta de consagración, "en Chile siempre se ha reconocido el carácter de derecho común al contenido en
el Código Civil", tema que no analizaremos en este trabajo.
88
aplicación preferente. En otras palabras, no se refiere a "lagunas", sino a
disposiciones que se contienen en leyes especiales, que se contraponen a las del
Código Civil, regulando la técnica normativa de la especialidad. Por lo tanto,
esta disposición legal no consagra la supletoriedad, sino que el principio de la
especialidad, que es algo muy distinto en técnica normativa.
En suma, ni verba ni sensus legis permiten derivar de tal artículo 4° del Código
Civil una supletoriedad general de dicho Código respecto del resto del
ordenamiento normativo.
19
El Diccionario de la RAE señala que preferente es, en lo pertinente: "primacía (...) sobre otra (...) cosa
(...) en el valor (...)».
20
Véase más arriba, a prop6sito del examen de las llamadas "leyes especiales", estas dos situaciones que
cabe distinguir.
89
señala corno "leyes especiales" no era posible distinguir si tales ejemplos tenían
la misma relación general/especial o especial/especial con el CC. Al respecto,
el caso del Código de Comercio es claro en cuanto a la supletoriedad (recalcada
por el art. 2° de ese Código); pero no así el de los otros que menciona el artículo
4° del CC. Ni menos aún es coherente esta interpretación dirigida a la
supletoriedad en el caso de otros ordenamientos jurídico-normativos, como es
el de los actos de la administración. En suma, el caso de la pretendida pero falsa
supletoriedad del artículo 4. del CC, es incoherente en la medida que se pretende
que una normativa "especial", como es la del CC, pueda rellenar las lagunas de
otra normativa también "especial", como son las otras codificaciones o cuerpos
normativos especiales.”
En este punto el profesor Vergara no profundiza en un aspecto del empleo del elemento
exegético de historia fidedigna. Puede concederse que una determinada norma haya
tenido en su momento de redacción, hace 170 años, un determinado sentido. El
elemento histórico ilustra no sólo sobre el sentido sino sobre el contexto de ese
significado. Este contexto, evidentemente, puede haber cambiado en 170 años y, por
consiguiente, el sentido de la norma puede también mutar. Esto, me parece, es lo que
ocurre en este caso, incluso precisando que el legislador del art. 4° desechó incluir el
tema de la supletoriedad. Dos son los datos de contexto a los que es preciso atender
sobre este punto: Primero, que en el contexto del desordenado y abigarrado panorama
del Derecho Intermedio, no es raro que el instrumento “ius commune” resultase útil para
proveer algunas reglas de claridad y homogeneidad en la aplicación de las leyes. La idea
de un derecho común que contuviese reglas a las que acudir en caso de problemas -
cualesquiera sea la índole de éstos -de interpretación o de integración- ofrecía claridad.
La segunda idea de contexto que me parece valioso remarcar es la etapa embrionaria de
conformación del derecho nacional. El art. 4° alude a normas inexistentes en ese
momento: El Código de Comercio se promulgó el 23 de noviembre de 1865, el de
Minería en 1874. Nunca se promulgaron, como tales, un Código del Ejército o de la
Armada. Es decir, el art. 4° es evidente que no pudo considerar problemas que no
existían al momento de su creación. Una lectura que enfatizase el argumento histórico
haría un uso descontextualizado del argumento histórico. También aquí es evidente el
cambio radical del contexto del art. 4°, no sólo por la proliferación de disciplinas
jurídicas sino también por el peso preponderante que ha adquirido el derecho público en
las últimas décadas.
Vergara sigue:
90
una determinada materia"21. Otra sentencia contradice esta errónea tesis y aplica
bien dicha disposición legal: "Las normas de la Ley de Renta constituyen disposiciones
especiales, por lo que prevalecen sobre las normas generales contenidas en el Código
Civil".22 No obstante, la jurisprudencia, en general, aplica este artículo 4° del
Código Civil para referirse a la relación norma especial/norma genera1.23
3. La opinión adecuada de la doctrina civilista tradicional: el Código Civil como norma
supletoria sólo del derecho privado. En un texto muy tradicional de derecho civi124,
se estudia correctamente el artículo 4° CC desde la perspectiva de las normas
comunes (o generales) de frente a las normas especiales, dando como ejemplo
el caso del CC de frente al Código de Comercio.
Es "común", primero, "porque todas las relaciones jurídicas privadas de los hombres que
no están disciplinadas por otra rama especial o autónoma del derecho, son regidas por el
Derecho civil; y es común, en segundo lugar; porque sus principios o normas generales
suplen las lagunas o vacíos de las demás ramas del derecho privado cuando ellas no
aparecen inspiradas por principios singulares que contradigan a los del común".25
Agrega que "con respecto al Civil, las otras ramas del derecho privado constituyen
normas especiales porque, en su ámbito respectivo, derogan las reglas civilistas o las
modifican". Y que "la importancia de(l) Derecho Civil deriva principalmente de la
generalidad de su aplicación; sus normas llegan a suplir los derechos especiales, mediata
o inmediatamente, cuando éstos carecen de preceptos adecuados sobre un asunto o materia
propios de su competencia. Y como se ha subrayado, este carácter supletorio erige al
Derecho Civil en el representante de la unidad del Derecho Privado que, en su diverso
fraccionamiento (derecho comercial, derecho de minas, derecho del trabajo, derecho
industrial) adquiere cierta cohesión unitaria a través de aquél)".26
Esta es una opinión muy razonable: el Código Civil como supletorio del resto
del orden interno de naturaleza privada. Es algo coherente. No obstante, cabe
reconocer que para tal conclusión no basta la literalidad del artículo 4° del
Código Civil, que no regula la supletoriedad, sino que es necesaria norma
expresa, como es el caso del artículo 2° del Código de Comercio que acepta ser
21
Corte Suprema, 23 de junio de 1951, en: RDJ, t. 48 (1951) II, 1, 206.
22
Corte Suprema, 27 agosto 1992, en: RDJ, t. 89 (1992) N" 2, secc. p. 133.
23
Véase una muestra en: Repertorio de Legislación y jurisprudencia chilena. Código Civil (coord.:
Gonzalo Figueroa, Santiago]]}, Editorial Jurídica de Chile, 2000), articulo 4", pp. 55-60.
24
ALESSANDRI R., Arturo, SOMARRIVA U., Manuel y VODANOVIC, Antonio, Tratado de Derecho
Civil. Partes preliminar y general (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2005) 1, 50-51.
25
ALESSANDRI, SOMARRIVA y VODANOVIC, Tratado de Derecho Civil, cit., 1, 84.
26
ALESSANDRI, SOMARRIVA y VODANOVIC, Tratado de Derecho Civil, cit., 1, 84.
91
suplido por aquel Código. [Art. 2°. En los casos que no estén especialmente
resueltos por este Código, se aplicarán las disposiciones del Código Civil.]
Señala que existe un "corazón o espina dorsal del orden jurídico a donde podemos
recurrir cuando no haya previsiones especiales o contrarias en algunas leyes o normativas
específicas", afirmando que es el artículo 4° del Código Civil la base normativa
para llenar todo tipo de lagunas en nuestro ordenamiento: "si la ley no dice nada
sobre un determinado tópico deben aplicarse las reglas generales y vamos a otro cuerpo
normativo, como por ejemplo el Código Civil". Es muy enfático al señalar que dicho
artículo 4° "traduce un principio más general que inspira todo nuestro ordenamiento
jurídico y le confiere una estructura (siquiera aspiracionalmente) racional, orgánica y
coherente. No habría realmente ordenamiento si las disposiciones normativas operaran
como islas independientes sin conexión ninguna entre sí". Señala que "los distintos
cuerpos legales no operan solos, aislados unos de otros, sino sobre la base de conceptos, de
reglas, de principios, que ya forman parte del acervo común de todo operador jurídico.
Esta es la función del llamado Derecho común, que en materia de derecho privado está
representado por el Código Civil.”28
Corral Talciani ofrece una doctrina que cabe refutar, pues postula que el Código
Civil puede aplicarse "como derecho común" no sólo en el caso de la
responsabilidad por hechos dañosos ocasionados por agentes de la
Administración (que llama "responsabilidad "civil" del Estado"), sino a todo el
27
Es el caso de FUEYO LANERI, Fernando, Interpretación y juez (Santiago, Universidad de Chile y
Centro de Estudios "Ratio iuris", 1976) 42. DUCCI CLARO, Carlos, Interpretación jurídica (Santiago,
Editorial Jurídica de Chile, 2006) 138; no obstante, este autor, en DUCCI CLARO, Carlos, Derecho Civil.
Parte general (4ª edición, Santiago, Editorial jurídica de Chile, 2002) 15, sin sustentarse en este articulo 4.
del Código Civil, sostiene la tesis de ser el derecho civil un derecho común y general, según revisaremos
más adelante.
28
CORRAL TALCIANI, Hernán, "La responsabilidad de los órganos del Estado: ¿régimen constitucional
o régimen civil?", en: Cuadernos de Extensión Jurídica N" 7 (Responsabilidad civil de entidades corporativas),
Universidad de los Andes (2003), 30-31.
92
ordenamiento restante. En este caso, la técnica de la supletoriedad está siendo
postulada para operar todo un trasvase de normas a una materia en que los
principios y lógica interna son distintos, como las relaciones de derecho
administrativo.
Nótese aquí que nuestro autor ya no se refiere al Código Civil, como ley o
norma, que sea supletorio; sino ahora al "derecho". Señala que "no hay
impedimento alguno para que puedan aplicarse supletoriamente las reglas del Código
Civil al régimen de responsabilidad del Estado por falta de servicio previsto, ya sea en la
LBGAE [Ley de Bases Generales de Administración del Estado] o en la LOCM
[Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades].”30
29
CORRAL, "La responsabilidad de los órganos del Estado", cit., 40.
30
CORRAL, "La responsabilidad de los órganos del Estado", cit., 41.
31
Es el caso de BARROS BOURIE, Enrique, Tratado de responsabilidad extracontractual (Santiago,
Editorial Jurídica de Chile 2006) 482, 501 (con citas doctrinarias y jurisprudenciales en nota) y 554. Este
autor se refiere ya no a la aplicación "supletoria" de las normas del código civil, sino que a la aplicación
"subsidiaria", utilizando la terminología antigua de "subsidiariedad"; hoy inconveniente, dada la más
extensa utilización de dicho significante para referirse al principio de subsidiariedad, definido así por el
Diccionario de la Real Academia: "i. m. Der. Criterio que pretende reducir la acción del Estado a la que
la sociedad civil no puede alcanzar par sí misma". No obstante, es posible encontrar en ese libro de
BARROS documentados e interesantes argumentos en la materia de fondo: la responsabilidad patrimonial
de la Administración; sobre lo cual no puedo abundar en este sitio.
93
anterior "desde siempre" va unida la supletoriedad "otorgando al Código Civil
un rol integrador de las lagunas en leyes especiales, por su carácter común o
general"; se constata igualmente que la supletoriedad del Código Civil frente a
lagunas en leyes especiales, "se ha entendido, en general, consagrada en el
artículo 4° del Código Civil" y que son numerosos los problemas que han sido
resueltos dando aplicación a las normas del Código, consideradas de carácter
común o general".32
Esta es la doctrina que refutamos en este trabajo, por las razones ya señaladas
antes: es coherente y verdadera la supletoriedad del Código Civil (CC) respecto
de normas de naturaleza privada; pero es incoherente dicha aplicación
supletoria a relaciones de derecho administrativo. El artículo 4° del CC es un
caso de falsa supletoriedad, pues ni su texto ("preferirán') ni sentido permiten
postular que el CC pueda rellenar todas las lagunas de las normativas especiales.
Salvo que se intente sustentar la tesis excesiva de ser el Código Civil un orden
"común", como el baluarte normativo de todo el resto del ordenamiento, donde
se encuentran todos los rellenos de lagunas posibles.33”
Nos parece que Vergara omite -quizá por un esfuerzo de síntesis argumentativa- el
desarrollo de una justificación basada en las naturalezas y fines de los campos
disciplinarios de derecho público y derecho privado. Desconocer la fundamental
asimetría entre el Estado y los particulares que se relacionan con él, ya contractualmente,
ya con motivo de perseguir la responsabilidad por uno de sus agentes, y entregar al
derecho civil regular esas relaciones bajo la noción de igualdad contractual -que es un
principio civil-, constituye un grave riesgo para los derechos de los ciudadanos frente al
ogro filántropico. El derecho público construye una serie de límites a la actuación del
Estado justamente para proteger al ciudadano.
32
Cfr. DOMINGUEZ HIDALGO, Carmen, "Una revisita a los cinco primeros artículos del Código Civil:
la concepción original y el estado actual", en GUZMÁN BRITO, Alejandro et al., El Código Civil de
Chile (1 855-2005) (Santiago, LexisNexis, 2007) 312, 313 y 319. Cita jurisprudencia que ha reafirmado el
carácter general del artículo 2515 del Código Civil, que regula la prescripción de acciones.
33
Tema que analizarnos en otro trabajo, al que remitimos: "Sistema y autonomía de las disciplinas
jurídicas. Teoría y técnica de los núcleos dogmáticos"', 2009, en prensa.
94
El prof. Corral, en su blog,34 ha construido una respuesta a la queja hecha pública en
twitter por el prof. Vergara respecto de la falta de diálogo sobre el planteamiento que
había formulado él.
Los argumentos que propone no nos parece que enfrenten seriamente las tesis del prof.
Vergara35 y en algunos casos admite la razón de algunas de éstas.
Lo único que me pareció valioso fue la referencia a un trabajo de la prof. Mejías sobre
el derecho común donde ella no le asigna esa propiedad al Código Civil.36
34
https://corraltalciani.wordpress.com/2020/04/26/el-derecho-civil-como-derecho-comun-supletorio-
una-respuesta-tardia-pero-util-al-profesor-alejandro-vergara-blanco/
35
Luego de postular, como ya revisamos, una muy precisa lectura del art. 4° en su Manual, ahora en su
blog cambia de posición y afirma: “Podemos concluir entonces que el art. 4 no se refiere sólo al Código
Civil como cuerpo jurídico supletorio, sino a las construcciones dogmáticas que en un esfuerzo de más
de dos mil años han venido a decantar en sus normas y a proyectarse de ellas hacia el futuro.”
36
Mejías, Claudia. (2018). El derecho común presupuesto en el ordenamiento jurídico nacional. Una
revisión de su contenido. Revista chilena de derecho, 45(3), 621-646. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-
34372018000300621
95
trata no corresponde aplicar la prescripción de seis meses que, respecto de las
faltas, contempla el artículo 94 del Código Penal. En efecto, la sola
circunstancia de que la infracción conlleve una sanción pecuniaria no
transforma ese ilícito en una falta penal o que deba reputarse como tal, toda vez
que esta sanción es, según el artículo 21 del Código Penal, una pena común para
los crímenes, simples delitos y también para las faltas.
37
SCS, CGE Distribución S.A. contra Superintendencia de Electricidad y Combustibles, de 13 de
noviembre del 2012, rol Nº7324-2012.
96
Dicho criterio ya había sido anticipado por la Corte en una sentencia también
también referida a una contienda sancionatoria del sector eléctrico, pero que se
desarrolló antes de la entrada en vigencia del artículo 17 bis38. En fallo dividido,
junto con afirmar la "imposibilidad jurídica que se advierte en asimilar la
contravención administrativa a una falta penal -única manera de concluir en un
plazo de prescripción de seis meses para la respectiva acción persecutoria-" (c.
8º), la Corte terminó concluyendo: "Que, entonces, el defecto normativo de
omisión de un plazo razonable y prudente de prescripción en la Ley Nº 18.410,
en que incurriera el legislador, impone el deber de encontrar en la legislación
positiva, actual y común, la solución del problema que ha sido promovido
debiendo acudirse a las normas generales del derecho común dentro del ámbito
civil y, en ese entendido, hacer aplicación de la regla general de prescripción
extintiva de cinco años a que se refiere el artículo 2515 del Código Civil" (c.
14º).”
38
SCS, Empresa Eléctrica de Aisén S.A. contra Dirección Regional de la Superintendencia de Electricidad
y Combustibles, de 15 de octubre de 2009, rol Nº 5702-2009, dictada con el voto en contra de los Ministros
Oyarzún y Carreño (en la mayoría estuvieron los Ministros Pierry, Araneda y Ruiz).
97
Efectos de la Ley en el Tiempo
A menos que consigamos que Marty McFly y el Doc Emmet Brown le presten el
Delorean, no hay forma de que logremos eludir al tiempo. El tiempo nos constituye. Y
entonces, el derecho no puede escapar de encontrar que sus efectos se producen cono los
eco de una ola a lo largo de los días, meses, años.
Hay también aquí algunos diferentes principios propios de algunas disciplinas: así ocurre
con el derecho penal, con la Constitución -que ha generado una cierta regulación de la
completa entrada en vigencia- y con el derecho procesal penal, que también ha contenido
reglas propias sobre entrada en vigencia, en especial respecto del inicio del sistema
procesal penal en la década pasada. Todas estas cuestiones se estudiarán en las
respectivas asignaturas.
§ 3. Efectos de la ley
Art. 9º. La ley puede sólo disponer para lo futuro, y no tendrá jamás efecto retroactivo.
Sin embargo, las leyes que se limiten a declarar el sentido de otras leyes, se entenderán
incorporadas en éstas; pero no afectarán en manera alguna los efectos de las sentencias
judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio.
98
CC: artículos 3º inciso 1º, 19 inciso 1º. CPR: artículo 19 Nº 3 inciso 7º, 66 inciso 1º, 93
Nº 1º. CP: artículo 18. CPP: artículo 11. CPC: artículos 174, 175. Ley sobre el efecto
retroactivo de las leyes, D.O. 07.10.1861.
Barrientos anota que “La adopción del principio de la irretroactividad de la ley por parte
del codificador chileno se produjo en un momento muy temprano de la codificación, si
bien en cuanto a su extensión y contenido hubo diversas posiciones a lo largo de él.”
Es un principio de antigua data y, con diferencias, aparece en algunos textos del derecho
romano (Digesto, 1,3,22; Código, 1,14,739) y estaba recogido también en el Derecho
Intermedio (Siete Partidas, 3,14,15; Fuero Real, 4,5,1; Novísima Recopilación de Leyes
de España, 10,17,13), por lo que su incorporación en el Código Civil no representó una
novedad.
Aunque la redacción es distinta, una fuente de este artículo está en el Code: “La loi ne
dispose que pour l'avenir; elle n'a point d'effet rétroactif” ("La ley no dispone más que para el
futuro; no tiene efecto retroactivo"), y en el art. 8° del Código Bávaro Código: "La ley
no dispone más que para el futuro, a menos que se trate de leyes interpretativas o de
casos especialmente reservados". Aparece también una expresión similar en el Código
de Luisiana: La loi ne dispose que pour l'avenir; elle ne peut avoir d'effet rétroactif (La ley solo
prevé el futuro; no puede tener efecto retroactivo)
También una fórmula similar había sido empleada por la autoridad chilena, el director
supremo Ramón Freire, en Oficio al Senado, de 28 de abril de 1823: "Es un principio
elemental que la lei no produce efecto retroactivo, i por consiguiente la decision espedida
en 14 de abril no podrá ser obligatoria desde el 28 de enero, época en que no habia
antecedentes para presumir que se suspendiesen algunas majistraturas".
(i) Vigencia inmediata de la ley. La excepción está dada por la denominada “vacancia
legal” (vacantia legis), es decir, porque la propia ley señale una fecha distinta a la de su
publicación para el inicio de su entrada en vigencia; ese período entre su publicación y
la entrada en vigencia se denomina vacancia. Les he dado el ejemplo de la ley N° 20.084,
39
"Es cierto que las leyes y las constituciones dan forma para los negocios futuros, y que no se retrotraen
a los hechos pasados, a menos que expresamente se haya determinado, tanto respecto del tiempo pasado,
como de los negocios todavía pendientes" (Leges et constitutiones futuris certum est dare formam negotiis, non
ad facta praeterita revocari, nisi nominatim etiam de praeterito tempore adhuc pendentibus negotiis cautum sit).
99
que publicada el 7 de diciembre del 2005, estableció que entraría en vigencia el 8 de junio
de 2006, fecha que luego fue postergada -por otra ley- hasta el 8 de junio de 2007.
El ejemplo clásico es el del mismo Código Civil que en el artículo final del decreto
promulgatorio indica: “El presente código comenzará a regir desde el 1º de enero de
1857 (...).” El Código fue promulgado el 14 de diciembre de 1855. En Chile existe un
caso de vacancia general: las leyes que modifican impuestos entran en vigencia el primer
día del mes siguiente de su publicación como dispone el art. 3° del Código Tributario.
Con la limitación de que las leyes interpretativas, esto es, aquellas que se limitan a
declarar el sentido de otras leyes, se entienden incorporadas en las leyes que interpretan
y, en consecuencia, se les entiende unidas a la fecha de vigencia de éstas. Pero,
contraexcepción: estas últimas no pueden afectar en manera alguna los efectos de las
sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio (art. 9º; Constitución, art.
76).
Así veía los problemas que podían surgir, el Mensaje de la ley sobre efecto retroactivo
de las leyes:
Y es que lo habitual será que una nueva normativa regule un campo que ya se encontraba
sometido a una anterior legislación. Es muy infrecuente que una ley aborde por primera
vez un campo completamente nuevo para el Derecho.
Así, será frecuente que surjan dudas acerca de cuál norma regula situaciones que
iniciaron su vida con la legislación anterior.
100
Analice los siguientes casos:
Caso 1:
La Ley N° 19.047, de Matrimonio Civil regula en su artículo 5°:
“Artículo 5º.- No podrán contraer matrimonio: (…) 3º Los menores de dieciséis años;”
Y el artículo 107 del Código Civil dispone que: “Los que no hubieren cumplido
dieciocho años no podrán casarse sin el consentimiento expreso de sus padres; si faltare
uno de ellos, el del otro padre o madre; o a falta de ambos, el del ascendiente o de los
ascendientes de grado más próximo. En igualdad de votos contrarios preferirá el
favorable al matrimonio.”
El artículo 128 del Código Civil dispone: “Cuando un matrimonio haya sido disuelto o
declarado nulo, la mujer que está embarazada no podrá pasar a otras nupcias antes del
parto, o (no habiendo señales de preñez) antes de cumplirse los doscientos setenta días
subsiguientes a la disolución o declaración de nulidad. Pero se podrán rebajar de este
plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a dicha disolución o
declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del marido a la
mujer.”
Este artículo fue derogado el 11 de septiembre por la Ley N° 21.264 que incorporó un
nuevo inciso 4° al artículo 184:
101
Así, Juan Guillermo y Macarena se habían divorciado, luego de un matrimonio de 2
años, en julio de este año por reiteradas infidelidades de Juan Guillermo.
Como hemos dicho, el principio de la seguridad jurídica -uno de los fines del derecho,
según vimos el semestre pasado- es quien justifica el principio de irretroactividad. Pero
existen también otros principios muy valorados por el derecho, derivados desde el
derecho internacional de los derechos humanos, como la protección a las víctimas de
delitos de lesa humanidad -y el castigo de los responsables de estos crímenes- y de otros
graves delitos, que en lo penal privilegian la retroactividad, y que, en lo concerniente a
la reparación patrimonial, determinan que la vía civil debe también seguir ese camino.
40
https://corraltalciani.wordpress.com/2018/09/23/abuso-sexual-de-menores-e-imprescriptibilidad-de-
la-accion-de-responsabilidad-civil/
102
Es lo que ha ocurrido con los delitos sexuales cometidos contra menores de edad. La
moción que originó la Ley N° 21.160, de 18 de julio de 2019, explica así su
fundamentación:
“La realidad social, sin embargo, nos ha mostrado recientemente otro aspecto
que no se vislumbró cuando modificamos el Código Penal para establecer que
el plazo de prescripción de los delitos sexuales contra menores empezaría a
contarse desde que la víctima cumpliera la mayoría de edad. La realidad nos
muestra a hombres maduros, que rondan los 50 años de edad, y que recién ahora
se atreven a denunciar graves delitos de connotación sexual de que fueran
víctimas durante su niñez, adolescencia e incluso, en algunos casos, durante su
primera juventud. Y ocurre que en todos estos casos, las acciones legales para
hacer efectiva la responsabilidad, se encuentran todas prescritas.
Ésta idea, sin embargo, admite varias e importantes excepciones, como ocurre
en el ámbito civil, en materia del derecho de propiedad, que es imprescriptible,
o como ocurre en el ámbito penal, en materia de delitos contra la humanidad,
que son de tal entidad, que además de no percibir jamás, pueden ser perseguidos
y juzgados en cualquier parte del mundo.
(…) Por estos días el país entero ha conocido públicamente una realidad
soterrada que muchos ya conocían. El abuso de menores por parte de algunos
miembros de la Iglesia Católica. Considerar que, por el sólo transcurso del
tiempo una persona víctima de estos delitos ha renunciado a ejercer sus
derechos, y que esa renuncia permite la paz social, es derechamente absurdo,
pues lo que en estos casos hay, es un pequeño elefante que nunca fue capaz de
romper atadura, y que ya de elefante maduro nunca más lo intenta pues no se
cree capaz de hacerlo. Es el temor que explica por qué un hombre de 50 años,
transcurridos más de 30 desde que sufrió terribles vejámenes, recién ahora se
atreve a denunciarlos. Creemos que un Estado de derecho, no puede ni debe
negarle el derecho a la justicia.” (HL 21.160)
Artículo 2º.- Renovación de la acción civil. Tratándose de los delitos establecidos en los
artículos 141, inciso final, y 142, inciso final, ambos en relación con la violación; los
artículos 150 B y 150 E, ambos en relación con los artículos 361, 362 y 365 bis; los
artículos 361, 362, 363, 365 bis, 366, 366 bis, 366 quáter, 366 quinquies, 367, 367 ter; el
103
artículo 411 quáter en relación con la explotación sexual; y el artículo 433, N° 1, en
relación con la violación, todos del Código Penal, perpetrados en contra de una víctima
menor de edad, la acción civil reparatoria podrá ser deducida por una sola vez, en contra
del imputado o del responsable del hecho ajeno, transcurrido el plazo de prescripción
establecido en el artículo 2332 del Código Civil, entendiéndose renovada la acción civil,
cumpliéndose las condiciones señaladas en los dos artículos siguientes.
A su vez, si se procede en los términos del artículo 390 o del artículo 235, ambos del
Código Procesal Penal, la acción civil reparatoria se entenderá renovada si la víctima
presentare su demanda ante el tribunal civil competente dentro del término de sesenta
días siguientes al requerimiento, o a la dictación de la resolución que dispusiere la
continuación del procedimiento según las reglas del Título I del Libro Cuarto del Código
Procesal Penal, o a la dictación del auto de apertura del juicio oral, según el caso. En
104
esta última situación, la circunstancia de deducirse apelación en contra del auto de
apertura del juicio oral no suspenderá el cómputo del plazo señalado.
Artículo 4°.- Renovación de la acción civil contra el responsable por el hecho ajeno.
Podrá renovarse la acción civil reparatoria en contra del responsable del hecho ajeno,
por los daños derivados de la perpetración de los delitos señalados en el artículo 2°, si se
cumplen las siguientes condiciones:
b) Que la acción civil sea deducida por la víctima del inciso primero del artículo 108
del Código Procesal Penal en contra del responsable del hecho ajeno, por los hechos que
fundan la condena penal, ante el juez de letras con competencia en lo civil y dentro del
término de sesenta días desde que la sentencia condenatoria penal se encuentre
ejecutoriada.
Renovada la acción civil en los términos señalados en este artículo, ésta se tramitará
conforme a las disposiciones del juicio ordinario, debiendo acreditarse respecto del
demandado todos los presupuestos de la responsabilidad civil por el hecho ajeno.
105
(9) abuso sexual agravado (arts. 150 B y E CP en relación con arts. 361, 362 y 365 bis
CP)
diversas modalidades de abusos sexuales:
(10) agravado (art. 365 bis CP),
(11) propio con menores de 14 años (art. 366 CP),
(12) propio con menor de 14 años (art. 366 bis CP),
(13) impropio o exposición de menores a actos de significación sexual (art. 366 quáter
CP),
(14) explotación de menores asociada a pornografía: producción de material
pornográfico (art. 366 quinquies CP),
(15) tráfico o difusión y adquisición o almacenamiento de este (art. 374 bis CP)
(16) favorecimiento de la prostitución infantil (art. 367 CP),
(17) obtención de servicio sexuales de menores (art. 367 ter CP) y
(18) trata con fines de prostitución (art. 411 quáter CP, en relación con la explotación
sexual).
La ley discurre por una senda ampliamente empleada en el derecho comparado, cual es
la de distinguir -y no confundir, como termina haciendo la nuestra- la responsabilidad
penal con la civil. El caso más emblemático para entender esto es el caso de OJ Simpson
quien fue absuelto en juicio penal pero condenado en sede civil.41 Acá se establece,
entonces, la posibilidad de accionar civilmente sin que exista condena penal, en
determinadas hipótesis.
Aunque esto lo estudiarán con profundidad en años sucesivos, puede ser necesario
adelantar que de un mismo hecho ilícito, un abuso sexual a un niño por un sacerdote, o
las torturas infligidas por un miembro de la CNI derivan distintas responsabilidades:
administrativa -en el caso de funcionarios públicos-, penales y civiles, cada una con un
estatuto jurídico diferente en razón de la diversidad de sus fines y de la calidad de los
agentes en ella involucrados. Mientras que la responsabilidad administrativa sólo pera
al existir funcionarios públicos y se dirige a sancionar el apartarse de las formas legales,
la responsabilidad penal tiene por objetivo sancionar el delito cometido de modo que la
pena se gradúa en relación al reproche que merece la conducta y al bien jurídico
afectado; finalmente, la responsabilidad civil se dirige a reparar el daño, lo que
frecuentemente significa una indemnización pecuniaria y se gradúa de acuerdo a la
extensión del daño. Cada una de estas diversas responsabilidades, aunque encadenadas
por un mismo hecho, son autónomas entre sí al punto que poseen sus propias causales
de término; la muerte del acusado extingue la responsabilidad penal, pero no la acción
civil que puede dirigirse contra los herederos o contra un tercero civilmente responsable.
41
http://zarzaurlaw.com/the-o-j-simpson-trial-different-results-in-criminal-and-civil-courts/
106
También en cuanto a los plazos de prescripción hay diferencias; puede que la acción
penal esté vigente, y que la acción civil esté prescrita, o viceversa, en caso de suspensión
de la acción civil.
El Ministerio de Justicia, que apoyó esta iniciativa, afirmó: “Con el proyecto se reconoce
un principio que la misma jurisprudencia ha ido recogiendo, esto es que “al impedido
no le corre plazo”, por cuanto se ha dicho en el contexto del recurso de protección que
el plazo para accionar se inicia no necesariamente cuando ocurre el acto agraviante sino
que desde que se manifiesta el daño que puede ser posterior, y es la misma lógica la que
plantea el proyecto.” (HL 21.160 p. 323)
Volviendo a los dominios mas tradicionales del derecho civil patrimonial, la cuestión de
cuándo se produce un efecto retroactivo no siempre resulta fácil de aclarar. No es que
las leyes dispongan un párrafo especial con este título. Revisemos los criterios empelados
desde los apuntes del prof. Barros:
107
antecedentes requeridos por la ley para su adquisición. En tal caso se habla de
derecho adquirido.
(b) Puede que sólo se tenga la esperanza de adquirir un derecho, pero que aún
no se hayan cumplido todos los requisitos que la ley establece para esa
adquisición. En este caso se tienen meras expectativas.
Esta doctrina está concebida desde el punto de vista subjetivo. Lo que importa
a la doctrina es que las posiciones jurídicas consolidadas (derechos subjetivos
ya adquiridos) no sean afectados por la ley posterior. La teoría significa una
fuerte garantía de certeza.
La relación jurídica es, como se verá, un vínculo jurídico entre dos o más
personas, del cual emanan deberes y derechos. Lo característico de la relación
jurídica es que tienen un momento en que ella se crea, luego produce sus efectos,
y finalmente se extingue.
108
período de tiempo (arrendamiento, préstamo, matrimonio). La doctrina de la
relación jurídica establece criterios especialmente útiles para estas relaciones de
larga duración, distinguiendo su constitución, sus efectos y s extinción:
(b) En cuanto a los efectos, se rigen por la ley vigente al momento en que estos
efectos se producen, de modo que los efectos pasados se rigen por la ley antigua
y los futuros por la ley nueva;
(c) En cuanto a la extinción, se rige por la ley vigente al momento en que ésta
ocurre.
Esta doctrina supone implícitamente que toda relación privada lleva implícita
alguna precariedad, al estar permanentemente sujeta a la eventual intervención
del legislador. No es casual que esta doctrina haya tenido su origen en la década
del 30 del presente siglo, época marcada por una aguda expansión de la
intervención del estado en las relaciones privadas.
Inicio Vencimiento
Julio 1991 Mayo 1993 Julio 1995
20% anual Nueva ley fija interés máximo
en 12% anual
Si la ley de mayo de 1993 fuera extremadamente retroactiva afectaría los efectos
pasados, esto es, que incluso las cuotas de intereses ya pagados anteriores a
mayo de 1993 estuvieron limitados por el interés máximo del 12%.
109
El grado intermedio de retroactividad coincide con el efecto estrictamente
inmediato, esto es, sólo afecta los pagos correspondientes a cuotas que venzan
después de la publicación de la nueva ley.
Por el contrario, la doctrina de la relación jurídica hace que los efectos futuros
del contrato se rijan por la ley nueva. Con esto se pretende compatibilizar el
efecto inmediato de la ley nueva con el principio de irretroactividad. El interés
público o de protección de los deudores que persigue el legislador de mayo de
1993 primaría en este caso por sobre la institución del contrato.
Corral distingue entre tres grados posibles de aplicación a situaciones constituidas con
anterioridad a la ley:
2º) los efectos jurídicos de ese hecho producidos desde su constitución y hasta
la entrada en vigencia de la nueva ley, y
110
3º) los efectos jurídicos generados por el hecho constituido con anterioridad,
pero producidos después de la entrada en vigencia de la nueva ley.
La ley puede pretender tener vigencia sobre el primero: por ejemplo, si señala
que se prohíbe bajo pena de nulidad prestar dinero en mutuo a un interés
superior al vigente, y se pretende dejar sin efecto los contratos de mutuos
celebrados con anterioridad. La intervención de la nueva ley puede en cambio
respetar el hecho constituido, pero pretende regir sobre sus efectos incluso los
generados antes de su entrada en vigencia: por ejemplo, si la nueva ley dispone
que el máximo de interés en el mutuo es de un 6% anual y que debe reducirse si
se ha pactado uno superior, no se anula el contrato de mutuo celebrado, pero sí
se ordenará restituir al acreedor que haya recibido intereses superiores por todo
el tiempo anterior a la entrada en vigor de la nueva ley. Por último, la pretensión
de la nueva ley puede ser más limitada: en el mismo caso anterior, si deja
subsistente el mutuo y la percepción de los intereses anteriores a su entrada en
vigencia, pero aplica la nueva tasa de interés máximo a los que se devenguen
después de que esta haya entrado en vigencia.
¿Cuándo debe considerarse retroactiva esta ley? ¿En los tres casos? ¿Sólo en el
primero? A estas situaciones habría que añadir el supuesto de constitución por
etapas del hecho jurídico, y en el que alguna de ellas se producen antes de la
nueva ley y la última bajo su vigencia. Si se entiende que todo el proceso de
constitución del hecho debe regirse por la nueva ley, ¿es porque se está
aplicando con efecto retroactivo?
111
pasará al Fisco, para saber si la ley se aplica con efecto retroactivo tenemos que
ver si compromete derechos adquiridos o sólo meras expectativas.
La teoría tradicional ha sido criticada por no ser suficiente para explicar todas
las posibles realidades jurídicas que se presentan. De allí que Paul Roubier, un
autor francés que escribió una obra en dos volúmenes sobre el tema (Le conflicts
des lois dans le temps, 1929), haya propuesto sustituir el concepto de derecho
adquirido por el de situación jurídica subjetiva consumada. Así, se pueden
incluir instituciones jurídicas como la personalidad, la capacidad, el estado civil,
las potestades familiares y otras que no son propiamente derechos. Más allá del
problema de terminología, pareciera que la solución propiciada marcha por los
mismos carriles: lo ya constituido no puede ser afectado sin que se genere efecto
retroactivo, lo que aún no se ha constituido puede ser regido por la nueva ley
sin reproche de retroactividad.
112
derechos adquiridos". El adagio ha sido criticado, pues existe un amplio campo
del Derecho Público donde las personas deben ser protegidas si han adquirido
derechos o beneficios ya devengados. Así, lo reconoce, como vimos, la Ley de
Bases de los Procedimientos Administrativos, ley Nº 19.880, de 2003 (art. 52).”
Irretroactividad y legislador
Ya hemos dicho que aquí no examinaremos lo que el derecho penal dispone sobre el
tema. Sólo anotaremos, para efectos de contraste, que en tal ámbito sí la Constitución
ha limitado la actividad legislativa al disponer en el art. 19 N° 3 “Ningún delito se
castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su
perpetración a menos que una nueva ley favorezca al afectado”
Corral, Ducci y otros autores hablan de que existiría una prohibición en lo que se refiere
al derecho de propiedad. Vodanovic habla de una “prohibición indirecta”.
113
procuró, por diversas razones42, proteger en la misma Carta Fundamental el derecho de
propiedad. Y para ello estatuyó, con impropio detalle para ese nivel jerárquico, los
requisitos de la ley expropiatoria. Lo que constituye, en rigor, una norma imperativa de
requisitos, no una prohibitiva.
Ahora bien, cabe anotar que la retroactividad debe ser expresa, y, en atención a su
carácter excepcional exige que a su respecto se la interprete de forma restrictiva.
Configura una institución jurídica de derecho estricto.
42
A la base parecen estar el trauma de las expropiaciones en el marco del proceso de reforma agraria y
luego, durante la Unidad Popular, las expropiaciones en el marco del DL 520, de fábricas e industrias.
114
Así lo ha afirmado la jurisprudencia:
"La disposición de la Ley Nº 6.020 que estableció la retroactividad para los efectos del
aumento de sueldos, es una regla de excepción, que debe interpretarse y aplicarse en forma
restrictiva, esto es, conforme a sus propios términos y, como se refiere a sueldos, no puede
alcanzar a los sobresueldos provenientes de horas extraordinarias" (CS. 24-VIII-1942,
en RDJ. XL, 1943, Sec. Iª, p. 147; CS. 19-VIII-1942, en RDJ. XL, 1943, Sec. Iª,
p. 145).”
En el mismo sentido: CS. 12-VI-1937, en RDJ. XXXIV, 1937, Sec. Iª, p. 295; CS. 20-
VII-1989, cons. 8º, en RDJ. LXXXVI, 1989, Sec. Iª, p. 102.
Leyes interpretativas
En primer lugar, operan las mismas exigencias de carácter constitucional que hemos
señalado al referirnos a las leyes retroactivas.
En segundo lugar, existe la limitación que dispone el artículo 9 inc. 2° del CC, y es la de
que ellas no afectarán en manera alguna los efectos de las sentencias ejecutoriadas en el
tiempo intermedio. Entonces, si un juez ha dictado sentencia en que interpretaba alguna
disposición legal en equis sentido determinado y dicha sentencia se encuentra firme y
ejecutoriada43, dicha interpretación no se ve afectada por una futura ley interpretativa
que asigne un sentido zeta a la disposición legal.
Ley sobre el Efecto Retroactivo de las Leyes establece
43
Art. 174 del CPC: “Se entenderá firme o ejecutoriada una resolución desde que se haya notificado a las
partes, si no procede recurso alguno en contra de ella; y, en caso contrario, desde que se notifique el
decreto que la mande cumplir, una vez que terminen los recursos deducidos, o desde que transcurran
todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos, sin que se hayan hecho valer
por las partes. En este último caso, tratándose de sentencias definitivas, certificará el hecho el secretario
del tribunal a continuación del fallo, el cual se considerará firme desde este momento, sin más trámites.”
115
En su artículo 1° preceptúa que su fin es decidir los conflictos que resulten de la
aplicación de leyes dictadas en diversas épocas. Este cuerpo legal, del 7 de octubre de
1861, sigue la doctrina imperante en esa época, la teoría de los derechos adquiridos. El
art. 7° es explícito en esto al disponer: “las meras expectativas no confieren derecho".
Para su examen vamos a seguir el análisis de Ducci:
c) Derechos reales. Los contemplan los arts. 12, 15, 16 y 17 de la ley. El derecho
real adquirido bajo el imperio de una ley y en conformidad a ella subsiste bajo
la ley posterior.
116
Sus goces, cargas y extensión se rigen por la nueva ley. Se hace el mismo
argumento señalado en cuanto a que si la nueva ley rige la extensión del
derecho, se atenta en realidad al derecho adquirido, que puede ser totalmente
suprimido por la nueva legislación.
117
externos como los requisitos internos de los actos y contratos y aun más los
efectos de dichos actos en el futuro.
Este principio, de enorme importancia en la vida del derecho, y que es de
aplicación prácticamente universal, plantea en realidad no un problema de
retroactividad de la ley, sino un problema de supervivencia de la ley.
El art. 22 habla sólo de los contratos; en cambio el art. 23 habla de los actos y
contratos. La omisión de la palabra actos en el art. 22 se debe a un error en la
tramitación de la ley, pero, en todo caso, la disposición debe entenderse que se
aplica a todos los actos jurídicos y no sólo a los contratos.
El mismo art. 22 señala dos excepciones a la regla que considera incorporadas
al acto las leyes vigentes al tiempo de su celebración.
La primera consiste en las leyes concernientes a reclamar en juicio los derechos
que resultaren de ellos; y la segunda a las que señalan penas para el caso de
infracción de lo estipulado.
De acuerdo con el art. 23 los actos o contratos podrán probarse con los medios
de prueba que establecía la ley vigente al celebrarlos, pero que la forma de rendir
la prueba se regulará por la ley vigente al tiempo de rendirla.
Comentario de Barros:
118
“En principio, las reglas de la ley sobre efecto retroactivo siguen la doctrina de
los derechos adquiridos para resolver los conflictos de retroactividad de la ley.
Desde luego, al considerar que las “meras expectativas no constituyen derecho”
se puede inferir, a contrario sensu, que los derechos adquiridos, a diferencia de
las meras expectativas, no son afectados por la ley posterior.
Como ya hemos anotado, también en este campo es observable la irrupción del derecho
internacional de los derechos humanos reconfigurando instituciones tradicionales del
119
derecho civil como la prescripción. Así ocurre con la reparación por los daños causados
por agentes del Estado por violaciones a los derechos humanos de nuestro pasado
reciente.
Para analizar este aspecto vamos a analizar una reciente sentencia en este sentido, que
es expresiva de una robusta línea jurisprudencial:
“Quinto: Que la indemnización del daño producido por el delito, así como la
acción para hacerla efectiva, resultan de máxima trascendencia al momento de
administrar justicia, comprometiendo el interés público y aspectos de justicia
material. A lo anterior obliga el Derecho Internacional, traducido en Convenios
y Tratados que, por clara disposición constitucional, son vinculantes, como
ocurre por ejemplo y entre otros, con la Convención de Viena sobre Derecho de
los Tratados, que se encuentra vigente en nuestro país desde el 27 de enero de
1980, que establece en su artículo 27 que el Estado no puede invocar su propio
derecho interno para eludir sus obligaciones internacionales, pues, de hacerlo,
comete un hecho ilícito que compromete la responsabilidad internacional del
Estado (Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, Edición 2000,
Humberto Nogueira Alcalá, Las Constituciones Latinoamericanas, página
231).
De esta forma, el derecho de las víctimas a percibir la compensación
correspondiente implica, desde luego, la reparación de todo daño que les haya
sido ocasionado, lo que se posibilita con la recepción del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos en nuestra legislación interna, conforme a lo
dispuesto en el artículo 5º de la Constitución Política de la República que señala
que “el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana”.
El artículo 6° de la misma Carta Fundamental, al igual que la disposición
antes referida, forma parte de las “Bases de la Institucionalidad” -por lo que es
marco y cimiento del ejercicio de la jurisdicción- y ordena que “Los órganos del
Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a
ella”, indicando el deber categórico que se le impone al tribunal nacional a
descartar la aplicación de las disposiciones legales que no se conformen o sean
contrarias a la Constitución. El mismo artículo 6° enseña que “los preceptos de
esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda
persona, institución o grupo”, y concluye señalando que “la infracción de esta norma
generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley”.
De este modo, en el presente caso no resultan atingentes las normas del
derecho interno, previstas en el Código Civil, sobre prescripción de las acciones
civiles comunes de indemnización de perjuicios, al estar en contradicción con
las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos que protegen el
120
derecho de las víctimas y familiares a recibir la reparación correspondiente,
estatuto normativo internacional que ha sido reconocido por Chile y que, sin
perjuicio de la data de su consagración y reconocimiento interno, corresponden
a normas de ius cogens, derecho imperativo internacional que protege valores
esenciales compartidos por la comunidad internacional que ha debido ser
reconocido por los jueces de la instancia al resolver la demanda intentada. (En
este mismo sentido, SCS N° 20.288-2014, de 13 de abril de 2015; N° 1.424-2013,
de 1 de abril de 2014; N° 22.652-2014, de 31 de marzo de 2015; N° 15.402-2018,
de 21 de febrero de 2019 y; Nº 29.448-2018, de 27 de agosto 2019, entre otras).
Sexto: Que de lo que se ha venido señalando se desprende que el Estado está
sujeto a la regla de la responsabilidad, la que no es extraña a nuestra legislación,
pues el artículo 3° del Reglamento de La Haya de 1907 señala que “La parte
beligerante que viole las disposiciones de dicho Reglamento será condenada, si hubiere
lugar, a pagar una indemnización. Será responsable de todos los actos cometidos por las
personas que formen su ejército”. Complementa lo anterior el artículo 2.3 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en cuanto señala que “Toda
persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el presente Pacto hayan sido violadas
podrán interponer un recurso efectivo”, el que supone el derecho a buscar y
conseguir plena reparación, incluida restitución, indemnización, satisfacción,
rehabilitación y garantías de no repetición. En este contexto, encontramos
también el principio 15 de los Principios y directrices básicos sobre el derecho
de las víctimas de violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario a
interponer recursos y obtener reparaciones, adoptados por la Comisión de
Derechos Humanos en su Resolución 2005/35 de 19 de abril de 2005, el cual
señala que “Conforme a su derecho interno y a sus obligaciones jurídicas internacionales,
los Estados concederán reparación a las víctimas por las acciones u omisiones que puedan
atribuirse al Estado y constituyan violaciones manifiestas de las normas internacionales
de derechos humanos o violaciones graves del derecho internacional humanitario”.
En síntesis, la obligación de reparación pesa sobre el Estado cuyos agentes
han violado los derechos humanos de sus ciudadanos, obligación que es parte
del estatuto jurídico de Chile, conforme se viene señalando.
Séptimo: Que, en suma, pesando sobre el Estado la obligación de reparar a los
familiares de la víctima consagrado por la normativa internacional sobre
Derechos Humanos, el derecho interno no deviene en un argumento sostenible
para eximirlo de su cumplimiento. No sólo por lo ya expresado sino porque este
deber del Estado también encuentra su consagración en el derecho interno.
En efecto, el sistema de responsabilidad del Estado deriva además del
artículo 3º de la Ley Nº 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de
la Administración del Estado, que dispone que la Administración del Estado
está al servicio de la persona humana, que su finalidad es promover el bien
121
común y que, uno de los principios a que debe sujetar su acción, es el de
responsabilidad y, consecuentemente con ello, en su artículo 4° dispone que “el
Estado será responsable por los daños que causen los órganos de la Administración en el
ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las responsabilidades que pudieren afectar al
funcionario que los hubiere ocasionado”. Así, no cabe sino concluir que el daño
moral causado por la conducta ilícita de los funcionarios o agentes del Estado,
autores de los ilícitos de lesa humanidad en que se funda la presente acción,
debe ser indemnizado por el Estado.
Octavo: Que, no está demás tener presente que, en reiterada jurisprudencia, esta
Corte ha sostenido que, tratándose de un delito de lesa humanidad, cuya acción
penal persecutoria es imprescriptible, no resulta coherente entender que la
acción civil indemnizatoria esté sujeta a las normas sobre prescripción
establecidas en la ley civil interna, ya que ello contraría la voluntad expresa
manifestada por la normativa internacional sobre Derechos Humanos e incluso
por el propio derecho interno que, en virtud de las Leyes N° 19.123 y 19.992,
reconoció de manera explícita la innegable existencia de los daños y concedió
beneficios de carácter económico o pecuniario, como forma de reparación. Por
consiguiente, cualquier pretendida diferenciación en orden a dividir ambas
acciones, emanadas de los mismos hechos ilícitos y otorgarles un tratamiento
desigual es discriminatoria y no permite al ordenamiento jurídico guardar la
coherencia y unidad que se le reclama.
Resulta importante traer a colación, al efecto, que el proceso de
codificación en el país es temporalmente anterior a los sucesos que motivaron
el surgimiento del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ya sea a
través de tratados internacionales, resoluciones y demás fuentes
internacionales, de modo tal que, pretender aplicar las normas del Código Civil
a la responsabilidad civil derivada de crímenes de lesa humanidad posibles de
cometer con la activa colaboración del Estado, como derecho común supletorio
a todo el ordenamiento jurídico, hoy resulta improcedente. Ello, por cuanto la
evolución de las ciencias jurídicas ha permitido establecer principios y normas
propias para determinadas materias, en particular, un renovado sistema de
protección de los derechos que cuenta con postulados diversos y, a veces, en
pugna con los del derecho privado, regulador de las relaciones en un plano de
igualdad y de autonomía de las personas para obligarse. Esta rama emergente,
representativa de la supremacía de la finalidad centrada en la dignidad de la
persona a quien se debe servir, plasmada en la orientación del Derecho
Internacional hacia la defensa de los derechos humanos y el castigo de sus
transgresiones por agentes del Estado, mediante la comisión de ilícitos de lesa
humanidad, ha de primar por sobre la preceptiva anterior, surgida en un
122
contexto que desconocía tal línea evolutiva. (SCS Rol N° 20.288-14, de 13 de
abril de 2015).
Noveno: Que, en esas condiciones, resulta efectivo que los jueces del grado
incurrieron en un error de derecho al momento de acoger la excepción de
prescripción de la demanda civil incoada en contra del Estado, yerro que ha
influido sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia, de suerte tal que el
recurso de casación en el fondo será acogido.”
CS, 16 de junio de 2020, rol N° 34.111-2019
En principio, la ley tiene vigencia indefinida, esto es, mantiene su fuerza obligatoria
hacia el futuro, sin limitación. Pero, como todo en la vida, también la historia de una
ley puede tener un final que puede alcanzarse vía derogación, vía por cumplimiento del
plazo o por alguna condición contemplada en la misma ley.
a. Derogación
El término “derogación” proviene del derecho romano, que distinguía entre la abrogatio
(derogación de toda una ley) y la derogatio (derogación de parte de una ley). Hoy, la
diferencia es irrelevante y ambos conceptos caen bajo la denominación de “derogación”.
Seguimos en esto a Barros:
Escriche, Joaquín (1863). Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. París, Librería de Rosa y
44
Bouret.
123
“La derogación tiene que emanar de un órgano facultado. En general es
competente para derogar una ley el mismo órgano que la dictó. Así, sólo una
ley ordinaria o común puede derogar una ley común; sólo una ley orgánica
constitucional puede dejar sin efecto las disposiciones de una ley de esta
naturaleza; sólo un reglamento puede derogar un reglamento, etc.
Excepcionalmente la derogación de un DL o de un DFL, corresponde al
legislador, por tener jerarquía de ley. No puede decirse lo mismo de los tratados
internacionales que, aunque se les reconozca rango o jerarquía de ley no pueden
ser derogados por el poder legislativo, sino con observancia de los
procedimientos del derecho internacional.
124
especie de desasimiento de la autoridad que adoptó la decisión, quien no puede
ya alterarla, en particular si hay derechos adquiridos de por medio. Tal sería,
por ejemplo, el caso del acto administrativo que otorga una concesión: en la
medida que establece derechos para el concesionario no puede ser dejado sin
efecto unilateralmente por la autoridad que la haya otorgado.
Hay derogación expresa cuando el legislador señala expresamente que otra ley,
o algunas de sus normas quedan derogadas. La derogación es expresa “cuando
la nueva ley expresamente dice que deroga la antigua” (art. 52 inc. segundo).
La derogación expresa es especial cuando se enuncian precisamente las leyes o
normas legales que se derogan. Es orgánica cuando se derogan todas las leyes
referidas a las materias que se tratan en la ley posterior derogatoria. La
derogación orgánica revela el deseo del legislador de normar completamente
una materia, prescindiendo de toda la legislación vigente sobre el particular, sea
o no lógicamente incompatible con la nueva ley, sin hacer otra mención que la
de quedar derogadas todas las normas sobre la materia. Es el caso del artículo
final de Código Civil, sin el cual habrían subsistido como vigentes las leyes
españolas que desde el medioevo estaban en aplicación.
125
b. Cumplimiento de plazo o condición
Algunas leyes tienen un plazo de vigencia. Cumplido ese término la ley deja de
ser obligatoria. Este plazo puede ser expreso (cuando se señala la fecha de
término de vigencia como en el caso de las disposiciones transitorias de la
Constitución) o tácito (cuando la ley tiene una cierta finalidad y ésta se cumple).
Ejemplos de leyes sujetas a plazos expresos hay variados. Uno reciente es la Ley
Nº19.583 (conocida como la “Ley del Mono”) que permitía la regularización
de construcciones urbanas (nuevas construcciones y ampliaciones) sin
recepción definitiva, cuya vigencia finalizó el 31 de marzo de 2002.
Aunque es más inusual, nada impide que una ley establezca una condición (esto
es, un hecho futuro e incierto) como criterio de terminación de vigencia.
c. Desuso
Sobre el desuso cabe tener presente, en virtud de nuestra historia reciente, que no hay
que subestimar el efecto de legislaciones en desuso, pero no derogadas. Ese fue el caso
de una legislación dictada el 30 de agosto de 1932, durante el breve interregno de la
“República socialista”, el Decreto ley N° 520, que creaba el Comisariato General de
Subsistencias y precios y disponía en su art. 5:
Art. 5.° Todo establecimiento industrial o comercial, y toda explotación agrícola que se
mantenga en receso, podrá ser expropiada por el Presidente de la República, a solicitud
del Comisario General de Subsistencias y Precios, previo informe favorable del Consejo
de Defensa Fiscal y del Consejo Técnico respectivo.
126
valor”45. Así, 40 años más tarde, otro gran jurista, Eduardo Novoa Monreal, recordó
este decreto y recomendó su empleo por el gobierno de la Unidad Popular, generando
numerosas expropiaciones de industrias.
Este tema se estudia con detalle en Derecho Internacional Privado, por lo que sólo
expondremos aquí las cuestiones básicas sobre este campo.
Art. 14. La ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los
extranjeros.
Así, el ámbito personal de aplicación de la ley chilena se extiende a todos los habitantes;
no sólo a los domiciliados sino también a los residentes e incluso a los transeúntes. En
consecuencia, la ley no reconoce a los individuos una especie de estatuto personal, sino,
por el contrario, la ley del territorio rige para todo el que lo pisa.
El principio supone, a contrario sensu, que a los chilenos se les aplica la ley chilena
mientras se encuentren en su territorio, pero fuera de éste se les impone la ley extranjera.
Esta regla se ve confirmada por la amplia protección que establece la Constitución a los
extranjeros. La norma que establece las garantías (art. 19) asegura a todas las personas,
sin efectuar distinción sobre la base de su nacionalidad, sexo u otras calidades
personales. En especial, la igualdad ante la ley se encuentra reconocida como derecho
fundamental en varias disposiciones del mismo artículo (especialmente art. 19 N°s. 2 y
3). El Código Civil reitera este principio al disponer que la ley no reconoce diferencia
entre el chileno (categoría definida, de acuerdo con el art. 56, por las normas
constitucionales) y el extranjero (entendido como todo el que no es chileno) en cuanto a
la adquisición y goce de los derechos civiles reglados por el Código (art. 57).
Cit. desde Rodríguez Elizondo, J., & Silva Latorre, J. (2014). Procedimientos expropiatorios en el
45
127
inmunidad de jurisdicción, en virtud de la cual no pueden ser llevados ante tribunales
chilenos.
Por otro lado, en diversas leyes se distingue entre chilenos y extranjeros respecto de
ciertos derechos. En muchos casos se trata de discriminaciones que obedecen a
principios de reciprocidad:
— La propia Constitución reconoce la ciudadanía sólo a los nacionales. Los
derechos políticos están reservados, por regla general, exclusivamente para ellos.
— El DL N°1.939, de 1977, impone restricciones a los extranjeros para la
adquisición de bienes raíces en zonas fronterizas.
— Hay ciertas actividades que se encuentran reservadas para los nacionales, como
la pesca, la navegación (marítima y aérea) respecto de puntos al interior del país
(cabotaje) y las telecomunicaciones.
— La ley impone ciertas limitaciones a los extranjeros no domiciliados en Chile
(transeúntes, de acuerdo con el art. 58) respecto del ejercicio de ciertos derechos.
Así,
el art. 497 les impide ejercer una tutela o curatela y el art. 1012 no les permite ser
testigos en un testamento solemne otorgado en Chile.
128
EFECTOS DE LA LEY EN EL ESPACIO
a. Introducción
La definición clásica de soberanía -pensemos en la del intelectual francés Jean Bodin del
s. XVI- la concibe como “el poder absoluto y perpetuo de una República”. Un autor más
cercano a nuestro tiempo, Norberto Bobbio enseñaba que este concepto “sirve para
indicar el poder de mando en última instancia en una sociedad política y, por
consiguiente, para diferenciar a ésta de las otras asociaciones humanas, en cuya
organización no existe tal poder supremo, exclusivo y no derivado” [Bobbio, 1995:
1483]. Así, hablar de soberanía es hablar de la expresión jurídica del poder estatal. En
los tiempos de la globalización, es un concepto líquido que debe ajustar su capacidad de
mando tanto con la interacción cotidiana del intercambio con otros Estados como con
el poder empresarial que ejercen las grandes industrias.
Así, el poder soberano que se expresa en dictar sus propias leyes debe ceder en aras
intercambio y dar lugar a que las legislaciones se permeen unas a otras.
La disciplina que estudia en detalle los efectos de la ley respecto al territorio se denomina
Derecho Internacional Privado, y regula cuestiones tanto patrimoniales como del
derecho de familia. En estas líneas sólo enunciaremos las cuestiones básicas.
En estos casos hay algunos factores que es preciso identificar porque nos darán las claves
para abordarlos: personas, cosas, lugar del contrato, lugar de la muerte, lugar donde
están los bienes.
Cuando una relación jurídica contiene algún elemento que la vincula a diversos países
emerge un eventual conflicto de leyes, que debe ser solucionado determinando cuál ley
se aplicará.
129
Los elementos de carácter internacional que frecuentemente generan conflictos de este
tipo son:
— el lugar donde están domiciliados los sujetos de la relación jurídica;
— la nacionalidad de los sujetos de la relación jurídica;
— el lugar donde se produce un hecho jurídico;
— el lugar donde se producen los efectos de ese hecho;
— el lugar donde se encuentran los bienes objeto de la disputa;
Estos elementos son los factores de conexión, porque conectan, relacionan la relación
jurídica a una determinada legislación de un país. Como veíamos en los ejemplos, de
entre los diversos factores presentes en una relación jurídica, es preciso elegir alguno que
resulte más relevante a ese tipo de relación y, en consecuencia, definir la legislación
aplicable.
Cada estado tiene su propio derecho internacional privado, y por consiguiente sus
propias reglas de conflicto, que determinan la procedencia de la aplicación de un
determinado ordenamiento jurídico en razón de la concurrencia del factor de conexión
relevante.
Art. 16. Los bienes situados en Chile están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus
dueños sean extranjeros y no residan en Chile.
Esta disposición se entenderá sin perjuicio de las estipulaciones contenidas en los
contratos otorgados válidamente en país extraño.
Pero los efectos de los contratos otorgados en país extraño para cumplirse en Chile,
se arreglarán a las leyes chilenas.
Sin embargo, como pueden suponer, el principio no posee carácter absoluto y, entonces,
no sólo la ley chilena se aplica en Chile. Si en nuestro país sólo rigieran las leyes
nacionales, no se podrían reconocer los derechos adquiridos legítimamente en otro país.
Lo mismo puede decirse del estado civil adquirido en el extranjero.
130
Ya vimos como el art. 16, establece que, respecto a la propiedad y los demás derechos
reales sobre las cosas situadas en Chile, su alcance, los modos de adquirirlos, y la forma
en que se conservan y pierden, se rigen por ley chilena. A esta regla se le ha asignado
carácter de norma de orden público: así, los actos que tienen por objeto bienes situados en
Chile no pueden válidamente someterse por acuerdos o contratos a leyes extranjeras en
lo que respecta a derechos sobre dichos bienes.
La ley sí autoriza a celebrar válidamente en el extranjero contratos referidos a bienes
situados en Chile, pero añade que los efectos de esos contratos se rigen por la ley chilena
(art. 16, incisos 2° y 3°).
Barros lo ilustra así:
“Así, por ejemplo, nada impide que en EE.UU. se vendan acciones de una
sociedad anónima chilena. La venta puede quedar regida incluso por la ley
norteamericana. Pero la transferencia de las acciones y los derechos que ellas
otorgan al accionista se rigen por la ley chilena; en la medida que la sociedad
anónima esté constituida en Chile, se entenderá que las acciones que
representen derechos en ella se encuentran en Chile y estén sometidas a la ley
chilena. Podrá comprenderse que con mayor razón esta es la regla que rige
respecto de bienes corporales, raíces o muebles.
Se debe tener presente que la norma opera bilateralmente: los bienes situados
fuera de Chile se rigen por la ley del lugar de ubicación.”
131
(3) Obligaciones y derechos civiles que nacen de las relaciones de familia respecto del
cónyuge o parientes chilenos: Parece ser una delimitación de (1) al estar restringido sólo
a relaciones con cónyuge o parientes chilenos. Así como la ley chilena considera que se
aplica extraterritorialmente en este caso a los chilenos que residan en el extranjero,
podría haber sido congruente que se reconociera que lo mismo se aplicara respecto de
los extranjeros residentes o domiciliados en Chile (es decir, que se les aplicara su propio
estatuto personal: la ley de su nacionalidad). No ha sido así, sin embargo, ya que el
Código Civil les aplica la ley chilena, en cuanto habitantes de la República. Por eso, si
un extranjero se casa en Chile su matrimonio se rige enteramente por la ley chilena,
incluidos sus efectos:
"Los efectos de los matrimonios celebrados en Chile se regirán por la ley chilena, aunque
los contrayentes sean extranjeros y no residan en Chile" (art. 81 LMC).
Sólo por excepción pueden referirse algunos casos en los que se ha cambiado este
criterio, y esto por legislación posterior. Así, el actual art. 135.2 del Código Civil dispone
que los cónyuges de un matrimonio celebrado en el extranjero se entienden separados
de bienes (no en sociedad conyugal como se aplica a los chilenos) a menos que pacten
sociedad conyugal o participación en los gananciales al inscribir su matrimonio en el
Registro Civil chileno. Aunque se les da la opción, ninguna de ellas es aplicar su ley
nacional o la del domicilio conyugal. Respecto de la obligación de alimentos, la Ley de
Matrimonio Civil ha sido más abierta, ya que con prescindencia de la nacionalidad de
los cónyuges, ha señalado que el cónyuge domiciliado en Chile puede exigir alimentos
del otro cónyuge ante los tribunales chilenos y de conformidad con la ley chilena, y que,
a su vez, el cónyuge residente en el extranjero puede reclamar alimentos (se entiende en
sus tribunales y de acuerdo a la ley extranjera) del cónyuge domiciliado en Chile (art. 82
LMC). La misma Ley de Matrimonio Civil admite que las sentencias de divorcio o
nulidad dictadas por tribunales extranjeros puedan ser reconocidas en Chile si se aplica
el trámite del exequátur previsto en el Código de Procedimiento Civil, con algunas
limitaciones (art. 83 LMC).
e. Otras disposiciones
Seguimos en esto a Barros:
“i.) Sucesiones. En materia de sucesiones rige, en principio, una regla
multilateral: “La sucesión en los bienes de una persona se abre al momento de
su muerte en su último domicilio; salvo los casos especialmente exceptuados.
La sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre, salvo las excepciones
legales” (art. 955). Según esta norma, la sucesión, que es uno de los modos de
adquirir dominio, se regla por la ley del último domicilio del causante. Así,
aunque el causante sea chileno, su sucesión se rige por la ley extranjera si al
momento de fallecer tenía domicilio en el extranjero.
132
Con todo, también en este caso la ley establece derechos excepcionales en favor
de los herederos chilenos en la sucesión de un extranjero (art. 998). Cuando la
sucesión es intestada, a los herederos chilenos de un extranjero se les reconocen
iguales derechos que los que corresponderían si el causante fuera chileno, es
decir, conforme a la ley chilena. La regla es de contenido práctico, pues facilita
los problemas que eventualmente origine la prueba de la ley extranjera.
Además, los herederos chilenos tienen la posibilidad de pedir que se les
adjudique la parte que les corresponde con cargo a los bienes situados en Chile
(art. 998 inc. segundo).
ii.) Forma de los actos jurídicos. La norma del artículo 18 señala que,
requiriéndose en Chile instrumento público, no valen en el país las escrituras
privadas, por mucho que sean eficaces en el país extranjero donde se celebró el
acto. Ahora bien, la forma como se otorga el instrumento público puede ser
diferente en Chile que en el país extranjero ¿Qué pasa si en el extranjero, a
diferencia de Chile, la escritura pública requiere de testigos? La ley chilena
señala a este respecto que la forma del instrumento público se rige por la ley del
lugar donde sea otorgado (art. 17). La forma se rige, en consecuencia, por el
principio de territorialidad.
133
(b) Tampoco podrían los contratos sujetos a ley extranjera afectar otras normas
de orden público chilenas, en la medida que hayan de tener efectos en Chile.
Así, por ejemplo, un contrato celebrado en el extranjero pero susceptible de
producir efectos monopólicos en Chile, sólo será eficaz en cuanto sea
compatible con las normas chilenas sobre libre competencia.”
En homenaje a Antonio Sánchez de Bustamante, jurista cubano y propulsor del acuerdo durante el 6°
46
Congreso Panamericano celebrado en Cuba en 1928. Lo han ratificado sólo algunos países: Bahamas,
Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití,
Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Venezuela.
134
Aquél consiste en el establecimiento mediante tratados internacionales de
ordenamientos especiales, diferentes de los nacionales, para cierto tipo de relaciones
internacionales. El más importante es el surgido de la Convención de Viena sobre
compraventa internacional de mercaderías (1978), que ha sido ratificado por Chile.
También en el ámbito familiar, al amparo de la Conferencia de La Haya sobre Derecho
Privado,47 se han regulado una serie de materias relacionadas con los aspectos civiles del
secuestro internacional, la adopción internacional y los alimentos.
47
https://www.hcch.net/es/home
135
Capítulo III
“scire leges non esse verba earum tenere, sed vim ac potestatem"
Celso, Instituciones
“Se cuenta que en Bolonia se encontraba en el pasado prohibido, bajo penas muy
rigurosas, derramar sangre de quien estuviera en las calles. Ocurre que un pobre barbero
sangra un día a alguien en la calle. Por ello fue acusado y corrió un gran riesgo de ser
condenado, porque la ley disponía que sus prohibiciones debían interpretarse en toda su
extensión, y según el significado propio y literal de los términos, sin explicación ni
excepción alguna.”48
Así entendió también el caso del barbero la Corte Suprema federal de los
Estados Unidos de Norteamérica en United States v. Kirby.49 Ese es el concepto
preciso de derrotabilidad: la consideración de la aplicación de la norma al caso
concreto como un absurdo constituye una refutación de la norma entendida
como un condicional, que obliga a reformularla incluyendo las propiedades del
48
“On raconte qu’a Bologne il étoit défendu autrefois, sous de très-rigoureuses peines, de tirer
du sang de qui que ce fût dans les Rues. 11 arriva qu'un pauvre barbier saigna un jpur quelctm
dans la Rue; sur qo! étant accusé il courut grande rique d ’etrç puni, parce que la Loi portoit que
ces défenses dévoient s'entendre dans toute leur étendue, &. selon la signficotion propre &
lettéialc des termes, sans explication ni exception quelconque" (Samuel Pufendorf, op. cit., libro
v, § viii, p. L22).
49
74 U.S. (7 Wall.) 482 (1868); la Corte Suprema invoca la absolución de barbero como
demostración de que el sentido común acepta que los términos generales de una disposición
legal sean limitados en su aplicación de modo tal que no conduzcan a la injusticia, opresión o
consecuencias absurdas.
136
caso como condición negativa del supuesto de hecho-. Pero esa no es la única
manera de plantearla operación argumentativa que justifica la absolución del
barbero. El barbero podría conceder que ha causado dolosamente una herida
grave en la calle50 y que en esa medida ha infringido prima facie la prohibición
respectiva, pero al mismo tiempo invocar a su favor como defensas afirmativas
una norma de la lex artis médica y el principio del volenti nonfit iniuria.
Ciertamente, esto no deja de constituir un problema interpretativo. Por una
parte, presupone una determinada comprensión de la finalidad de la
prohibición51 y por otra parte plantea la cuestión de cómo ha de entenderse la
relación entre una prohibición y una autorización, si como una redefinición
restrictiva del supuesto de hecho de la prohibición o como una relación entre lex
generalis (prohibición) y lex specialis (autorización). La definición de la relación
que existe entre el supuesto de hecho de la norma punitiva y las causas de
exclusión de la ilicitud es una pregunta clásica de la teoría del delito, que
adquiere particular intensidad tratándose precisamente de la indicación
terapéutica y el consentimiento del ofendido52. Pero ya no es una cuestión de
50
Entiendo que el barbero practica una sangría y que en consecuencia causa deliberadamente
una herida consistente en el corte de una vena. Asi lo entiende William Blackstone, quien
citando a Pufendorf describe el hecho como “el cirujano que abrió la vena de una persona que
había caldo en la calle con un ataque*' (Commemaries on the Laws o f England, Tomo I, Oxford:
Clarendon Press, 1765, edición facsimilar de Chicago, Londres; The Universitiy of Chicago
Press, 1979, p. 60); la frase “abrió una vena en la calle” corresponde a la versión inglesa de la
obra de Pufendorp (“for opening a Vejn in the Street”: O f the La\y o f Nature and Nations,
traducción det latin con las notas de Jean Barbeyiac por Basil Kennett, Londres: I. Wállhoe, R.
Wilkins, J. y J. Bonwicke, S. Bird, T. Ward y X Osbome, 1739, p. 540); la Corte Suprema federal
norteamericana adopta la versión de Blackstone en su sentencia (supra, nota 57), sin
mencionarlo; Frederick Schauer sigue la versión de la Corte (Playing by the Rules, Oxford:
Clarendon Press, 1991, p. 213). En su comentario al caso, Femando Alria entiende que el
barbero derrama sangre al afeitar a su diente en la calle (así, explícitamente en “Del derecho ...
cit. p. 83, e implícitamente en On Law..., cit., p. 117 nota 4). Esa comprensión hace del paso del
barbero una situación de bagatela» además de una de eventual negligencia como en el caso del
barbero de Ulpiano en sus comentarios al Edicto a propósito de la ley Aquilia de daño (D. 9, 2,
11). Jorge L. Rodríguez sugiere que problema del estatuto de Bolonia podría consistir en la
necesidad de contar con una definición práctica para una expresión metafórica (“'El
razonamiento...”, cil., p. 289); eso rebajarla el caso del barbero de Bolonia a una anécdota
metodológicamente irrelevante. Lo cierto es que aun si el estatuto usara términos no
metafóricos, prohibiendo golpear o herir a oíros en las calles de la ciudad, la sangría del barbero
seguiría constituyendo un problema de apllcabilidad de esa prohibición.
51
Podría pensarse que la finalidad de la norma no es tanto es garantizar la seguridad personal
de los transeúntes, prohibiendo por ejemplo duelos y riñas, cuanto proteger su sensibilidad frente
a hechos que la ofenden. En tal caso, el volenti seria improcedente como defensa afirmativa y la
lex artis sería insuficiente; el barbero tendría que aducir además una consideración de estado de
necesidad.
52
Porque además de las consideraciones sistemáticas generales, la cuestión tiene consecuencias
reflejas para la calificación jurídicó-penal del tratamiento médico no consentido por el paciente;
137
corrección del sentido lingüístico de una sola disposición en virtud de
consideraciones pragmáticas que no tienen la misma ligazón institucional con
el cuerpo de normas que forman el derecho aplicable, sino más bien una
cuestión de coordinación de varias normas que comparten un criterio o un
conjunto de criterios de ligazón institucional, bajo una exigencia de
racionalidad sistemática.”
En 1868, Farris, que era un transportista del correo, fue acusado de asesinato en el
Tribunal de Circuito del condado de Gallatin, Kentucky. El juez de la corte estatal
emitió una orden de arresto contra Kirby, el sheriff del condado de Gallatin, quien
detuvo a Farris y lo llevó ante la corte estatal.
Sin embargo, el gobierno federal obtuvo una acusación formal de un gran jurado que
acusaba al alguacil Kirby de "obstruir o retrasar a sabiendas y deliberadamente el paso
del correo", un delito federal según una ley del 3 de marzo de 1825. La cuestión de "si el
arresto del cartero por orden judicial del Tribunal de Circuito del condado de Gallatin
fue, en las circunstancias, una obstrucción del correo en el sentido de la Ley del
Congreso", fue llevada ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, quien afirmó:
«General terms should be so limited in their application as not to lead to injustice, oppression, or
an absurd consequence. It will always, therefore, be presumed that the legislature intended
si lesión corporal o coacción; al respecto, A Ibin Eser, Comentario al § 223 del Código Penal
alemán, núms. 2 7 - 5 2 , en Adolf S c h Gn k e , Horst ScmóOER.,Strafgese/zbt<cJi~Koffimen/ar,
München, 2006.(27a. ed.), p. 1909-1929. A las alternativas metodológicas indicadas -
autorización prevalenle, definición restrictiva del supuesto de hecho- se agrega ahora la
consideración del consentimiento del ofendido como una causa de superación o cancelación de
la prohibición, que supone una concepción libera! del fundamentó de la prohibición (Juan Pablo
Mañalich, Nótigung und Verántworfamg, Baden-Baden: Nomos, 2009, pp. 80 y s.; Urs Kindhauser,
“Reflexiones de teoría de las normas acerca del consentimiento en el derecho penal’', en del
mismo. Teoría de las normas y sistemática del delito. Lima: Ara, 2008, pp. 11-38).
138
exceptions to its language, which would avoid results of this character. The reason of the law in
such cases should prevail over its letter.
The common sense of man approves the judgment mentioned by Puffendorf that the Bolognian law
which enacted, "that whoever drew blood in the streets should be punished with the utmost severity"
did not extend to the surgeon who opened the vein of a person that fell down in the street in a fit.
The same common sense accepts the ruling, cited by Plowden that the statute of 1st Edward II,
which enacts that a prisoner who breaks prison shall be guilty of felony does not extend to a prisoner
who breaks out when the prison is on fire -- "for he is not to be hanged because he would not stay to
be burnt." And we think that a like common sense will sanction the ruling we make that the act of
Congress which punishes the obstruction or retarding of the passage of the mail or of its carrier does
not apply to a case of temporary detention of the mail caused by the arrest of the carrier upon an
indictment for murder.»
«Los términos generales deben ser tan limitados en su aplicación que no conduzcan a
injusticia, opresión o a una consecuencia absurda. Siempre, por tanto, debe presumirse
que el legislador pretendía excepciones a su lenguaje, lo que evitaría resultados de este
carácter. La razón de la ley, en tales casos, debe prevalecer sobre su letra.
El sentido común del hombre aprueba la sentencia mencionada por Puffendorf de que
la ley boloñesa que promulgó, "que quien derramara sangre en las calles debe ser
castigado con la mayor severidad" no se extendía al cirujano que abrió la vena de una
persona que cayó en la calle en un ataque. El mismo sentido común acepta la sentencia,
citada por Plowden, de que el estatuto del primer Eduardo II, que establece que un
prisionero que escapa de la prisión será culpable de un delito grave, no se extiende a un
prisionero que se escapa cuando la prisión está en llamas " porque no debe ser colgado
porque no se quedó para ser quemado". Y pensamos que igual sentido común
sancionará la sentencia que establecemos de que la ley del Congreso que sanciona la
obstrucción o retardo del paso del correo o de su transportista no se aplica a un caso de
detención temporal del correo causado por el arresto del transportista por una acusación
de asesinato». (trad. del profesor)
El Mercader de Venecia
William Shakespeare
139
Venecia. Una plaza pública. Shylock [acreedor] y Antonio [deudor]
Shylock: Tres mil ducados y tres meses. Y Antonio como garantía. (…) Venid
conmigo donde un notario, y firmemos allí con vuestra sola garantía, como si
fuera un juego, que, si en el día y lugar estipulados, no llegáis a pagarme la suma
o sumas tal y como se dice en el contrato, la pena exactamente habrá de consistir
en una libra de vuestra noble carne, que deberá cortarse y ser tomada de la parte
de vuestro cuerpo que yo escoja. (…)
Antonio: Está bien, firmaré el contrato. (…)
Shylock: Entonces, encontraos conmigo donde el notario.
Antonio: El Dux no puede impedir el curso de las leyes que son la garantía que
tiene el extranjero con nosotros en Venecia. Si lo hiciera, sería impedir el
cumplimiento de la justicia. (…)
Una Corte de justicia. El Dux de Venecia [Juez]; oficiales de la Corte.
Porcia: Estoy perfectamente enterado del litigio. (…) El pagaré ha vencido sin
ser pagado, y según las estipulaciones consignadas en el contrato, el [acreedor]
puede legalmente reclamar una libra de carne que tiene derecho a cortar lo más
cerca posible del corazón de ese mercader.
Shylock: Exijo el cumplimiento del contrato.
140
Porcia: No lo está expresamente, pero, ¿qué importa? Por caridad debieras
hacerlo. (…) Una libra de carne de ese mercader es tuya. (…) Y debes cortar la
carne de su pecho: la ley te lo permite y el Tribunal lo autoriza.
Shylock: ¡Recto juez! ¡Oh, sabio juez! ¡Esa es una sentencia!
Porcia: Espera un poco, hay algo más. El contrato no te concede ni una sola
gota de sangre. Las palabras precisas son: “una libra de carne”. De acuerdo a tu
contrato, toma, pues, la libra de carne, pero si al cortarla derramaras una gota
de sangre […], tus tierras y tus bienes quedarán, según las leyes de Venecia,
confiscados.
Shylock: ¿Dice eso la ley?
Porcia: Ved el texto vos mismo. (…) Pero, se hará plena justicia. Sólo se ha de
entregar lo que el contrato expresamente penaliza. (…) Por lo tanto, prepárate
a cortar la carne. No derrames sangre; no cortes más ni menos que una libra;
pues si cortaras más o menos de una libra exacta, aunque no fuese más que la
vigésima parte de un simple gramo, si la balanza se moviera el grosor de un
cabello, morirás y todos tus bienes serán confiscados.
Porcia: Un momento, las leyes de Venecia te han cercado por más sitios.
Establecen que si se prueba que un extranjero ha atentado por medios directos
o indirectos contra la vida de un ciudadano, la parte afectada tendrá derecho a
la mitad de sus bienes y la otra mitad corresponderá a las arcas fiscales, y la vida
del ofensor quedará entregada a la clemencia del Dux que decidirá de su
destino.
Dux: Para que veas la diferencia entre tus sentimientos y los nuestros, te
perdono la vida antes de que lo pidas.
Shylock: Acepto. (…) Pido venia para marchar de aquí…
«[L]os jueces de la nación no son (…) sino la boca que pronuncia las palabras de la ley; seres
inanimados que no pueden moderar ni su fuerza ni su rigor.»
141
Esta cita es de Montesquieu (1689-1755), cuyo nombre completo era Charles de
Secondat, señor de La Brède y barón de Montesquieu, y aparece en “El Espíritu de las
Leyes”, una conocida obra en la que formula el principio de la separación poderes, que
hasta hoy se expresa en la organización constitucional de los países.
Como contaba en 1935 Gaudemet “Ustedes saben las palabras que se le atribuyen, con
la aparición en 1805 del primer volumen del Comentario de Maleville, tan modesto, tan
impersonal y tan mediocre, y al que su autor, ansioso por borrarse, le dio este título. tan
humilde, Análisis razonado de la discusión del Código Civil, "¡Mi código está perdido!"
gritó el Emperador.”54 Lo anterior deja claro que el emperador no deseaba comentarios
que pusiesen en duda la claridad del texto.
Escriche enseña que interpretación de las leyes es “La conveniente aclaración del texto
y espíritu de la ley para conocer el verdadero sentido que el legislador quiso darle; ósea,
la verdadera, recta y provechosa inteligencia de la ley según la letra y la razón; Ley 15,
Tit. I, Par. I.”
142
Vodanovic la define como “Interpretación de la ley es la determinación de su significado,
alcance, sentido o valor en general y frente a las situaciones jurídicas concretas a que
dicha ley debe aplicarse.”
143
1. La necesaria abstracción de la ley impide que pueda ajustarse a las particularidades
de cada caso en concreto. Como en el caso del barbero de Boloña, lo que en su momento
pudo parecer claro, basta un pequeño cambio para que resulte difícil desentrañar qué
hacer ante una norma que hasta ayer no presentaba duda alguna.
2. Además, el lenguaje -incluso bien empleado- posee como propiedad una equivocidad
difícil de atenuar. Es decir, sus expresiones frecuentemente poseen diversos sentidos y
desentrañar cuál de todos es el que se emplea en este caso exige atención al texto y al
contexto.
Interpretar exige, entonces, echar mano a los recursos propios: a conceptos, vocabulario,
imágenes, referencias, connotaciones, ritmos, ejemplos, etc.
144
Ahora bien, si entendemos al derecho como una realidad normativa, esto es,
como algo que contiene normas o que tiene que ver preferentemente con
normas, interpretar el derecho equivaldría a establecer el significado de las
normas en que el derecho consiste.
Por otra parte, tales normas, como fue mostrado en el capítulo sobre fuentes del
derecho, se hallan repartidas en distintos continentes normativos, cada uno de
los cuales recibe esa misma denominación: "fuentes del derecho". De este
modo, cuando hablamos de interpretación del derecho hablamos de la acción
que consiste en establecer el significado de las normas jurídicas de cualquiera
de las fuentes formales del respectivo ordenamiento jurídico, lo cual trae
consigo que exista una interpretación de la ley —en el sentido amplio de este
último término—, una interpretación de los tratados internacionales —que si
bien siguen internamente el proceso de formación de las leyes tienen reglas
propias de interpretación—, una interpretación de la costumbre jurídica, una
interpretación de los contratos, e, incluso, una interpretación de las sentencias
judiciales.
En suma: cada vez que hablamos de interpretación del derecho nos referimos a
una actividad que concierne a todas las normas jurídicas, cualquiera sea la
fuente formal por cuyo intermedio haya sido producida e incorporada al
ordenamiento jurídico, y no únicamente a las normas legales que produce el
órgano legislativo. Dicho de otro modo: cada vez que hablamos de
interpretación del derecho aludimos a una actividad que se realiza por referencia
a las normas jurídicas introducidas por un enunciado lingüístico proveniente de
cualquiera de los órganos, autoridades o sujetos autorizados para producir
normas jurídicas, y no sólo a las normas sancionadas por medio de enunciados
lingüísticos de los poderes que intervienen en la formación de las leyes. En
145
consecuencia, la expresión "interpretación del derecho" tiene obviamente un
alcance más amplio que la expresión "interpretación de la ley".
En efecto, cada vez que el derecho tiene que ser aplicado por un órgano jurídico,
éste tiene que establecer el sentido de las normas jurídicas que aplicará, o sea,
tiene que interpretar esas normas.
146
las normas individuales deben ser aplicadas, de donde se sigue que tienen que
ser interpretadas.
Para Kelsen, en suma, la interpretación es una actividad que tiene lugar cada
vez que un órgano jurídico aplica una o más normas jurídicas, cualquiera sea la
fuente formal por medio de la cual estas normas hayan sido producidas. para
hacer conocer a cada uno de ellos lo que el otro ha dicho o está diciendo". A
esta interpretación Kelsen la llama "interpretación auténtica", a fin de
diferenciarla de aquella que no se efectúa por un órgano jurídico, sino por una
persona privada o por la ciencia del derecho.
Por otra parte, los juristas, a quienes tampoco corresponde aplicar el derecho,
sino meramente identificarlo y describirlo con fines de conocimiento y difusión,
llevan a cabo una interpretación de las normas jurídicas cuando hacen ciencia
del derecho.
147
Por lo mismo, la interpretación auténtica del derecho produce nuevo derecho,
esto es, la interpretación auténtica de normas jurídicas de jerarquía superior por
un órgano de aplicación de las mismas —la Constitución por parte del
legislador, la ley por parte de los jueces— conduce a la creación de nuevas
normas jurídicas, a saber, las leyes en el caso del legislador y las sentencias en
el de los jueces, cosa que no ocurre tratándose de la interpretación cognoscitiva
que lleva a cabo la ciencia del derecho, puesto que ésta no conduce a la creación
de nuevo derecho y se reduce a exponer los posibles significados de las normas
jurídicas. Pero los juristas, como dice Kelsen, "no pueden adoptar ninguna
decisión entre las posibilidades expuestas, teniendo que dejar esa decisión al
órgano jurídico competente para aplicar el derecho".
148
conocer a cada uno de ellos lo que el otro ha dicho o está diciendo". En cierto
modo, todo intérprete es un intermediario, lo cual explica que a los traductores
de idiomas se les llame también de ese modo.
Por último, el receptor final de la obra, esto es, el público, lleva también a cabo
una interpretación de lo visto y oído, o sea, atribuye algún significado a la obra
en cuestión.
149
interpretación en sentido amplio e interpretación en sentido estricto. El autor
enuncia esta distinción a partir del hecho de que la interpretación no está
restringida al ámbito del derecho, con lo cual quiere decir que interpretamos
múltiples objetos y no únicamente ese determinado objeto que llamamos
"derecho".
150
Diversas clases de interpretación: Doctrinal y de Autoridad
Amunátegui, Carlos (2016). “La Doctrina Jurídica en Chile. Un breve estudio acerca
del surgimiento de la figura del jurista en Chile y la educación universitaria.” Revista de
derecho (Valdivia), Vol. XXIX, Nº1, pp. 9-28. DOI: 10.4067/S0718-09502016000100001
151
total (cinco mil pesos) era menos que el salario del rector de la Universidad de
Salamanca en ese entonces (ocho mil pesos). En cualquier caso, este presupuesto
modesto fue administrado con irresponsabilidad, por lo que la Universidad
regularmente no estaba en condiciones de pagar a sus profesores. A fin de resolver sus
problemas económicos, la Universidad optó por vender grados y, en especial, títulos
doctorales bajo el nombre de indulgencias. Aunque este procedimiento no fue único de
la Universidad de San Felipe, porque también otras universidades españolas lo
utilizaron, en ningún otro lugar alcanzó el grado de sistematicidad que tuvo en Chile.
Comenzando por su primer rector, Tomás de Azúa, que se autoconfirió el título de
doctor utrusque iuris inmediatamente después de ser nombrado y ocho años antes que
se diese clase alguna en la Universidad (1748), muchos otros miembros de la
aristocracia nacional pagaron sabrosas sumas de dinero por el privilegio de ser
llamados doctor.”
“En 1785 el estado económicamente ruinoso de la Universidad impulsó a sus
autoridades a llevar las cosas un paso más allá. La Universidad abrió una feria de
grados donde se subastaron veinticinco títulos de doctor. Este proceso fue repetido en
varias oportunidades durante sus noventa años de historia. Algunos de estos títulos
eran incluso transferibles, por lo que el afortunado doctor que lo adquiriese podía, a su
vez, negociarlo y venderlo.”
Legal, la que proviene del legislador. P. ej., la Ley N° 21.199 de 23 de enero de 2020,
que interpreta el artículo 56 de la ley N° 21.109, que establece el Estatuto de los
Asistentes de la Educación Pública, o la Ley N° 20.841, de 30 de mayo de 2015, establece
una disposición interpretativa del inciso primero del artículo 10 de la ley N° 19.537, en
materia de espacios que sean bienes nacionales de uso público y los de dominio
comunitario en el régimen de copropiedad inmobiliaria
El artículo 3º del Código Civil reconoce estas dos clases de interpretación.
Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas
en que actualmente se pronunciaren.”.
Derecho comparado
Vodanovic enseña la relevancia del derecho comparado como elemento interpretativo.
152
Cito aquí el primer posteo de un recientemente creado blog de la Red Chilena de
Derecho Comparado55:
55
http://www.redchilenadederechocomparado.cl/blog.html
153
Durante la segunda posguerra, el Derecho Comparado vivió un proceso de
consolidación en los países industrializados de Occidente. En Europa, donde ya
estaba bien instalado, éste se vio especialmente impulsado por el proceso de
unificación y armonización del Derecho Privado, mientras que, en Estados
Unidos, el análisis comparado ganó visibilidad académica gracias a la creación
del American Journal of Comparative Law. Desde entonces, el horizonte del
Derecho Comparado no ha dejado de expandirse. A partir de la década de 1970,
surgieron una variedad de nuevas corrientes. Por un lado, proliferaron
diferentes enfoques que Mathias Siems ha agrupado como aproximaciones
“postmodernas”, las que se caracterizan por cuestionar la neutralidad científica
y el eurocentrismo del método funcional, al tiempo de abogar por un mayor
énfasis en la complejidad, diversidad y dependencia cultural del derecho. Por
otro lado, también se desarrollaron corrientes cuyo objeto central de estudio son
las interacciones evolutivas entre diferentes sistemas jurídicos; notablemente, la
Teoría de los Trasplantes Jurídicos de Alan Watson y el trabajo sobre usos y
mal usos del Derecho Comparado de Otto Kahn-Freund.
Finalmente, desde fines del siglo XX, motivado por las transiciones
democráticas en Europa Central y Oriental, Sudáfrica y, más recientemente, la
Primavera Árabe el Derecho Comparado ha superado sus tradicionales
prejuicios contra la naturaleza política del Derecho Público, para dar lugar al
desarrollo de una verdadera “ingeniería constitucional”, cuyo objetivo es la
búsqueda del mejor arreglo constitucional para un determinado contexto
histórico. Según Mark Tushnet, en este proceso, el Derecho Constitucional
Comparado se ha consolidado como un área de estudio auto-sustentada, que ya
no depende de la ocurrencia de eventos externos para su desarrollo.
154
Rodrigo Momberg al declarar que nuestra región es “un producto histórico del
Derecho Comparado”.
Elementos de la interpretación
«Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn
atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos
benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a)
pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas,
(f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como
locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l)
etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.»
“El idioma analítico de John Wilkins”, Jorge Luis Borges.
155
El nuestro es un sistema donde estos elementos se encuentran determinados por el
legislador en los artículos 19 a 24 del CC (que deben manejarse por los estudiantes), por
lo que se habla de un sistema de interpretación reglado, en oposición a uno no reglado
como ocurre en Francia y Alemania.
Barros estima que desde la perspectiva semántica surgen dos tipos de problemas al
interpretar el tenor literal:
156
“(i) la vaguedad del lenguaje y
(ii) la porosidad de la proposición.
Los conceptos tienen un núcleo de sentido y un ámbito de sentido. Sin embargo,
los casos o las preguntas que éstos plantean pueden ir más allá de lo que el texto
expresa (porosidad)
(d) ¿Cuál es el valor relativo del elemento semántico o gramatical? Dependerá
de diversos factores.
Un caso es que la interpretación estricta sea exigida por el sentido de la norma
(arts. 1801 I y II, 1460 y 688 I). Se trata de normas que sólo pueden ser
correctamente entendidas como programas (analogía con órdenes).”
(Barros, E.)
Como anota Squella, la incertidumbre en la interpretación de ciertas palabras no es
necesariamente un defecto del lector o del autor sino puede deberse a la incertidumbre
sobre qué sentido de entre todos lo que poseen han sido empleadas, en razón de que los
límites para el uso de estas expresiones no son definidos y claros. "Joven", "adulto ",
anciano", "calvo", son términos cuyo significado no ignoramos, aunque tenemos dudas
sobre su exacto campo de aplicación. No tiene sentido preguntarse a qué precisa edad
se deja de ser joven, o a qué precisa edad se empieza a ser un anciano, o cuántos cabellos
es preciso tener para no ser calvo. Todo cuanto podemos decir es que hay casos típicos
frente a los cuales nadie vacilaría en aplicar palabras como esas y casos claramente
excluidos de su aplicación.
Pero, entre unos y otros, queda una zona bastante extendida de casos posibles frente a
los cuales, cuando se presentan, tenemos dudas de si es o no adecuado cubrirlos con
tales palabras. La vaguedad está bastante presente en el lenguaje jurídico, por ejemplo,
cuando se habla de "buenas costumbres", "orden público", "culpa grave", "peligro
inminente", "velocidad excesiva ", etc.
Por lo mismo, como recuerda Nino, "las condiciones para el uso de una palabra no están
determinadas por la realidad ", sino por "ciertas reglas del lenguaje convenidas por la
gente ", de donde se sigue que al querer elucidar lo que decimos con la palabra "hombre"
no procuramos identificar determinadas propiedades de los hombres, sino establecer los
distintos usos que tiene dicha palabra, o sea, se trata de llevar a cabo "un relevamiento
de los casos en que se aplica la palabra hombre".
Con base en este elemento cabe anotar el rol privilegiado que la jurisprudencia y doctrina
le asignan al Diccionario de la Lengua Española para desentrañar el significado de una
acepción.
157
tan claras, que en ellas aparece bien expresa y terminante la voluntad del
legislador, no debemos eludir su tenor literal a pretexto de penetrar en su
espíritu”.
Al decir el código que cuando el sentido de la ley es claro, quiere significar que
cuando el entendimiento o la inteligencia de ella no ofrece dudas, debe estarse
a su tenor literal.
Pero ha de observarse que para estimar claro el sentido de una ley, no basta que
la parte consultada, un artículo de ella, esté redactada en términos que no
provoquen dudas; también es menester que no haya otro precepto que la
contradiga, porque si lo hay, el sentido de la ley no es claro, ya que éste resulta
del conjunto de sus disposiciones y no de una aislada.
El sentido de la ley es claro, pues, cuando el alcance de la disposición se
entiende por su sola lectura, sea porque considerada aisladamente de las demás
no origina dudas, sea porque relacionada con ellas no denota discordancia.
158
oposición que no impide el cumplimiento de lo dicho en la oración principal. En materia
de argumentación jurídica juegan el rol modalizador (Toulmin) del argumento o de su
objeción. Algunos son: aunque, a pesar de (que), aún, aun cuando, pese a (que), si bien,
por más que. La palabra más común es “aunque”. En el discurso escolástico se empleaba
el “contra esto” (sed contra)
v. Temporales, ayudan al emisor del mensaje a organizar la información de manera
secuencial, es decir, transmiten la idea de desarrollo del tiempo de las acciones. Tales
son: antes, después, luego, por la mañana, en ese momento, al anochecer, cuando,
entonces, más tarde, mientras, tan pronto como, en cuanto. En esta clasificación existen
tres categorías más y que a continuación se relacionan:
v.i. De anterioridad, como por ejemplo antes, hace tiempo, había una vez, al
principio, al comienzo, anteriormente, previamente, tiempo atrás, antes de que, en
primer lugar, inicialmente, primeramente.
v.ii. De simultaneidad, como por ejemplo en éste preciso instante, al mismo
tiempo, al tiempo, mientras tanto, a la vez, cuando, fue entonces cuando, mientras,
simultáneamente, actualmente, paralelamente, sincrónicamente.
v.iii. De posterioridad, como por ejemplo más tarde, luego, después, con el paso
del tiempo, posteriormente, finalmente, detrás, entonces.
vi. Locativos, se emplean para ubicar la acción o definir un lugar de referencia. Ejemplos
de este tipo: aquí, ahí, allí, delante de, encima de, en este / ese / aquel lugar, donde,
junto a, cabe, al lado de, en medio de, por arriba de, por debajo, entre otras.
vii. Repetitivos, aclaratorios, continuativos o de secuencia, son expresiones repetitivas
que refuerzan la continuidad. Son: en otras palabras, mejor dicho, más precisamente,
dicho de otra manera, dicho de otro modo, en pocas palabras, resumiendo y o sea. En
el discurso jurídico desempeñan el rol de reforzar un punto.
viii. Aclarativos, Se utilizan para detallar o profundizar respecto a un tema. Algunos
son: en cuanto a, respecto a, con referencia a, por otro lado, en lo que concierne a, con
base a. Sobre todo en el discurso verbal permiten construir un espacio antes e
introducirse a un nuevo acápite.
ix. Comparativos, comprenden palabras y expresiones empleadas para contrastar o
comparar ideas utilizados, para hacer comparación entre dos objetos. Los conectores
comparativos también subrayan algún tipo de semejanza entre los enunciados. Ejemplos
de este tipo de expresiones son: análogamente, de modo similar, igualmente, del mismo
modo, de la misma manera, en cambio, contrariamente, inversamente.
x. Resumptivos y conclusivos. Muy empleados por los abogados para finalizar -o
anunciar el final de un alegato o exposición oral o escrita: finalmente, en resumen, en
síntesis, en definitiva, en conclusión, por último, sintetizando, resumiendo, para
concluir, en suma, por tanto, por lo tanto.
xi. Consecutivos, se ocupan para indicar una relación en que una cosa es consecuencia
de otra. Son: por ejemplo, por ende, por lo tanto, en consecuencia, por eso, por lo que,
159
de ahí que, por consiguiente, entonces, por lo que sigue, por esta razón, de manera que,
igualmente, así mismo, análogamente, de modo similar, tanto como. Su empleo en el
discurso jurídico es similar al de los conectores causales.
xii. Condicionales, vinculan dos acciones o dos hechos de manera que la realización de
uno supone la realización del otro. Su nexo por excelencia es “si”; indican condición,
requisito o necesidad. Son: si, como si, en caso de, siempre que, a menos que, a no ser
que, cuando. Se emplean frecuentemente en la redacción de contratos de modo de
establecer cursos de actuación frente a diversos escenarios.
Jurisprudencia:
“Que, como la ley no da una definición de lo que debe entenderse por “empresa
de diversión y esparcimiento”, deben aplicarse las normas sobre hermenéutica
legal, específicamente la contemplada en el artículo 20 del Código Civil, que
dispone que “las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio,
según el uso general de las mismas palabras...” y para determinar dicho sentido
resulta conveniente remitirse al Diccionario de la Real Academia de la
Lengua”, y en el mismo orden: “Las palabras no técnicas ni expresamente
definidas por el legislador deben tomarse en su sentido natural y obvio. Y es el
que les da el Diccionario de la Lengua.”
Fallos del Mes, N° 486, mayo 1999, pág. 568
"[N]o está de más recordar que el inciso 1º del artículo 19 del Código Civil, al
disponer que 'Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor
literal, a pretexto de consultar su espíritu', no quiere sugerir que la interpretación
deba dejarse de lado cada vez que el sentido de una ley sea claro, al coincidir
éste con su texto, puesto que sólo como resultado de la acción de interpretar una
ley puede concluirse si su sentido es claro o no y, además, porque lo que el
aludido inciso prescribe no es evitar la interpretación de las leyes cuyo sentido
sea claro, sino impedir que se amplíe o restrinja el campo de aplicación que ese
mismo texto delimita con claridad [...] Al respecto, la interpretación 'estricta' o
'declarativa', una vez efectuada, conduce a la conclusión de que el texto legal
interpretado debe ser aplicado únicamente a los casos que él expresamente
menciona, sin extender por tanto la aplicación del texto a más casos de los que
éste contempla, pero sin restringirlo tampoco a menos casos de los que el propio
texto interpretado señala, corolario este último al que precisamente arriban los
jueces recurridos, pues al ampararse en una interpretación 'restrictiva' —por la
que se concluye que la ley interpretada debe aplicarse a menos casos o
situaciones de los que ella expresamente menciona— terminan descartando,
esencialmente en base al método gramatical de interpretación, el único caso
160
exento que el texto del ordinal 17 de la letra D) del cuadro anexo Nº 1 de la Ley
Nº 17.235 preveía"
Corte Suprema, 1 de julio de 2014, rol N° 5057, cons. 8º.
161
“Elemento lógico contextual (conexión interna de sentido). Las palabras son
usadas en un contexto que permite determinar su sentido. Las reglas pertenecen
al contexto de una ley.
La ley pertenece al contexto más general de un ordenamiento civil que contiene
reglas y principio. Sentido es contexto.
La interpretación contextual se llama lógica si se refiere a la misma ley y
sistemática si se refiere al sistema jurídico en su conjunto. Las ideas de contexto
legal y sistemático se recogen en los artículos 22 I y 22 II.”
Jurisprudencia:
“En consecuencia, conformando las normas contenidas en los artículos 1857 al
1870 del Código Civil, un estatuto jurídico que persigue hacer efectiva la
responsabilidad de aquel que vende una cosa raíz o mueble afecta a un vicio
redhibitorio, en la interpretación que de ellas efectúa el juzgador debe,
necesariamente, recurrir a la norma hermenéutica legal establecida en el artículo
22 del Código Civil, que señala que el contexto de la ley servirá para ilustrar el
sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida
correspondencia y armonía.
Dicha norma legal contiene el elemento lógico, que constituye uno de los
elementos tradicionales que sobre la interpretación judicial contiene el Código
Civil, el que permite establecer la concordancia que debe existir entre las
diversas partes de la ley; pues estas no deben ser contradictorias sino que deben
haber entre ellas una unidad conceptual y de criterio”
Fallos del Mes, N° 463, junio 1997, pág. 819
162
en las reglas de hermenéutica que contempla el párrafo 4º del Título Preliminar
del Código Civil, como el lógico histórico, que busca descubrir la intención o
espíritu de la ley en la historia fidedigna de su establecimiento (artículo 19 inciso
2º) y el elemento sistemático, por el que se pretende alcanzar el mismo objetivo
en la unidad o conexión que las diversas instituciones guardan en el conjunto
del ordenamiento jurídico (artículo 22)"
El semestre pasado revisamos el fallo más importante para la vida republicana de los
últimos 40 años, Tribunal Constitucional, 24 de septiembre de 1985, rol Nº 33-1985,
sobre Control de constitucionalidad del proyecto de ley orgánica constitucional sobre el
Tribunal Calificador de Elecciones de redacción del ministro Eugenio Valenzuela
Somarriva y que contó con los votos de don Julio Phillipi I., Jose María Eyzaguirre y
Luis Maldonado. Recordemos el célebre considerando 14°:
163
Especialmente importante son en el caso de Código Civil los proyectos y las
fuentes indicadas por Bello.
Respecto de cambios legislativos introducidos a la normativa vigente, resulta
relevante la comparación con el estado anterior.
En suma, el elemento histórico supone una forma empírica de investigación; en
analogía con la interpretación estrictamente semántica (Alexy).
Con todo, esta investigación no está exenta de dificultades, a saber, el problema
de conocer la finalidad efectiva y común de los legisladores y, en otro orden, los
cambios culturales y políticos ocurridos con posterioridad a la dictación de la
ley. En relación con este último punto, un caso muy discutido en el derecho
chileno es el valor que debe otorgarse a las actas de la Comisión de Estudios de
la Nueva Constitución, que redactó buena parte de la Constitución de 1980.”
Jurisprudencia:
“Que, de acuerdo a lo que dispone el inciso segundo del artículo 19 del Código
Civil, para interpretar una expresión oscura de la ley se puede recurrir a su
intención o espíritu, claramente manifestados en ella misma, o en la historia
fidedigna de su establecimiento. Al efecto, corresponde tener presente que en
los antecedentes legislativos referentes a la exigencia de la caución que se
contempla en el artículo 44 de la ley sobre Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques consta que ante una consulta que se planteó en el año 1978 a la
Comisión de Estudio de la nueva Constitución, esta precisó que tal exigencia
no contraviene el principio establecido en el artículo 1 número 6 letra d) del
Acta Constitucional Nº 3, que en su tenor casi literal reprodujo el artículo 19
número 7 letra e) de la Constitución vigente”
164
a un caso de imprudencia, ella debe ser desestimada en atención a que lo que
debe buscarse en la interpretación es la voluntad de la ley, voluntad que tiene
como norte, guía y límite los principios contenidos dentro de la Constitución
Política"
CA. La Serena, 14 de diciembre de 2007, rol Nº 273-2007, cons. 3º.” (cit. desde
Barrientos)
165
Sin embargo, hay criterios interpretativos que se han introducido desde el DIDDHH al
derecho privado, Un ejemplo lo podemos encontrar en el interés superior del niño, que
tiene aplicación tanto en derecho de familia como en justicia juvenil y en derecho a la
educación.
El Comité de Derechos del Niño ha señalado en su Observación General N° 14 en el
párrafo N° 6 que
“El Comité subraya que el interés superior del niño es un concepto triple:
a) Un derecho sustantivo: el derecho del niño a que su interés superior sea una
consideración primordial que se evalúe y tenga en cuenta al sopesar distintos
intereses para tomar una decisión sobre una cuestión debatida, y la garantía de
que ese derecho se pondrá en práctica siempre que se tenga que adoptar una
decisión que afecte a un niño, a un grupo de niños concreto o genérico o a los
niños en general. El artículo 3, párrafo 1, establece una obligación intrínseca
para los Estados, es de aplicación directa (aplicabilidad inmediata) y puede
invocarse ante los tribunales.
b) Un principio jurídico interpretativo fundamental: si una disposición
jurídica admite más de una interpretación, se elegirá la interpretación que
satisfaga de manera más efectiva el interés superior del niño. Los derechos
consagrados en la Convención y sus Protocolos facultativos establecen el marco
interpretativo.
c) Una norma de procedimiento: siempre que se tenga que tomar una decisión
que afecte a un niño en concreto, a un grupo de niños concreto o a los niños en
general, el proceso de adopción de decisiones deberá incluir una estimación de
las posibles repercusiones (positivas o negativas) de la decisión en el niño o los
niños interesados.”
166
Código Civil, contienen la teoría de interpretación de SAVIGNY, a saber, los
cuatro elementos de la interpretación. CLARO SOLAR pretendía superar la
manera literalista de interpretar la ley que regía desde la publicación de la obra
de Paulino ALFONSO, pero en la práctica, los tribunales siguieron efectuando
esta forma de interpretación”
El texto legal de 1808 fue influenciado por los trabajos preparatorio del Código
Civil francés que estaban realizando en conjunto PORTALIS CAMBECÈRES,
TRONCHET y MALEVILLE, quienes siguieron en este punto a DOMAT.
El mito de Domat
167
reglas de interpretación de los artículos 19 a 24 del Código Civil: (i) la teoría
literalista, (ii) la teoría comprehensiva y (iíi) la teoría indiferenciada.
56
Jacinto Chacón, Esposicion Razonada y Estudio Comparativo de1 Código Civil Chileno, Valparaíso: Imprenta
del Mercurio, 2° ed., 1881, pp. 36-40; Enrique Cood, José Clemente Fabres, Explicaciones da! Código Civil
destinadas a los estudiantes del ramo en la Universidad de Chile. (Santiago: Imprenta Cervantes, 1882), pp. 106-
115; Juan Antonio d de Armas, Comentario de siete títulos del Código Civil (Santiago: Imprenta de la Unión,
1886, pp. 45-49); Paulino Alfonso, “Interpretación de la ley”, 8 Revísta Forense Chilena (1892), pp, 9-25. En
la cultura jurídica chilena del siglo XIX la defensa más vehemente de la prioridad de los criterios
lingüísticos es previa a la dictación del Código Civil. Ella se encuentra en un artículo de Andrés Bello
publicado en el marco de una polémica con José Antonio Tocornal acerca de la definición del universo
de electores bajo las constituciones de 1828 y 1833 (“Discusíón sobre el efecto retroactivo de la lei con
ocasión de la reforma del Reglamento de Elecciones", 632 El Araucano, de 30 de septiembre de 1842; en
Obras Completas de don Andrés Bello, Volumen XV, Misceláneas, Santiago, Imprenta Cervantes, 1893, pp.
270-318, esp. pp, 282-283, 299-391). El párrafo más expresivo de ese artículo fue introducido por Miguel
Luis Amunátegui Reyes como nota a pie de página del artículo 19-i del proyecto inédito de Código Civil
en la edición de ese texto a su cuidado (Obras Completas..., cit,„ Volumen XIII, 1890, p. 5).
57
Ni Chacón ni Armas reconocen explícitamente excepciones a la regla de preferencia a favor del criterio
lingüístico que ellos consideran consagrado en el artículo 19-i cc. Chacón llega incluso a situar en un
mismo plano de subordinación al tenor literal los argumentos basados en la intención o espíritu de la ley
(artículo t9 inciso ii del Código Civil) que los argumentos basados en lo favorable u odioso de las
consecuencias de la regla (artículo 23 del Código Civil) (op. cit., pp. 38-39). Cood y Fabres, en cambio, si
bien afirman que el artículo 19 inciso i del Código Civil excluye la epiqueya, inclusa en casos en que la
aplicación sea manifiestamente inicua, reconocen la posibilidad de una interpretación correctiva para
evitar “un monstruoso absurdo" (op. cit., p. 108). Lo mismo puede decirse de Alfonso (op. cit., pp. 11-12).
168
consistía en determinar bajo qué condiciones cabía reconocer un absurdo. Esa
pregunta nunca tuvo una respuesta articulada58.
[N]o son cuatro clases de interpretación, entre las cuales se pueda elegir, según
el gusto y capricho de cada cual: son sólo cuatro operaciones diversas, cuya
reunión es indispensable para interpretar la ley.
Aunque Claro Solar afirmó la existencia de una correlación entre los artículos
19 inciso ii a. 22 y 24 del Código Civil y los cuatro elementos distinguidos por
Savigny, en su obra escrita no elaboró con precisión ese nexo, dejando como
tópico obligado de las demás variantes de esta teoría la cuestión de su fijación
precisa. En todo caso, Claro Solar no mantuvo una concepción del artículo 19
inciso i radicalmente distinta de la teoría literalísta: también le atribuyó el
carácter de una regla de segundo nivel favorable al sentido lingüístico. Lo que
hizo fue erosionar su fuerza operativa, sosteniendo que “cuando el texto deja la
menor duda” el sentido de la ley ya no es claro.
(ii) Durante la primera mitad del siglo XX la teoría de Claro Solar se consolidó
en la doctrina civilista chilena en virtud dé su recepción por Héctor Claro Salas
La doctrina del absurdo como excepción a la primacía de los criterios lingüísticos es obviamente el
reducido espacio reconocido a la derrotabilidad; sobre el punto, John F. Manning, “The absurdity
doctrine’", 116 Harvard Law Review (2003), pp. 2387-2486.
58
El ejemplo que Cood y Fabres dan de un caso de monstruoso absurdo consiste en aplicar el artículo
1490 del Código Civil a una venta de cosa ajena (op. cit. loe cit.); eso es expresivo de la estimación de los
criterios sistemáticos como consideraciones que pueden problematizar el sentido lingüístico. Lo mismo
puede decirse de Alfonso (op. cit. toe. cit.).
169
(1887-1964)59, Alfredo Barros Errázuriz (1875-1968)60, Arturo Alessandri
Rodríguez (1895-1970) y Manuel Somarriva Undurraga (1905- 1988)61.
59
Elementos de Derecho Civil, Tomo I, Santiago: Imprenta Cervantes, 1912, pp. 2J-26.
60
Curso de Derecho Civil. Primer Año, Santiago: Imprenta de Chile, 1915, pp. 28-29.
61
Antonio Vodanovic H. (redacción y puesta al día), Curso de Derecho Civil basado en las explicaciones de los
profesores de la Universidad de Chile, Arturo Alessandri Rodríguez y Manuel Somarriva Undurraga, Tomo I,
Santiago: Editorial Nascimento, 1939, pp. 181-203.
62
La exposición más detallada de es la pretendida correlación entre la teoría de Savigny y los artículos 19
a 24 cc se encuentra en la memoria de Manuel Vial Echeñique, interpretación de la ley, Santiago: Imprenta
de Chile, 1920. Manejando como referencias a Claro Solar, Savigny y Laurent, Vial distingue cinco
elementos: (i) el gramatical, relacionado con los articulas 19 inciso i 20 y 21, (ii) el lógico, entendido como
ideológico y relacionado con los artículos 19 inciso íi y 23, reclamándose Un cierto margen justificable
para la derrotabilidad y la integración por analogía, operaciones concebidas como aplicación de la ley por
contraposición a su interpretación, pero sometidas al tratamiento de interpretación restrictiva y extensiva,
(iii) el histórico, relacionado con el artículo 19 inciso íi, (iv) el sistemático, relacionado con los artículos
22,24 y 13, y (v) el “elemento de la equidad natura1”, relacionado con el artículo 24.
63
Barros Errázuriz estima además que los elementos lógico e histórico, conjuntamente considerados,
prevalecen sobre el elemento sistemático (op. cit. p. 29), sin justificar-su tesis en el texto legal.
Probablemente repite aquí la observación recogida de las clases de Claro Solar, quien por considerar que
el elemento sistemático correspondía al artículo 24 del Código Civil habría sostenido que “[e]ste elemento
tiene que entrar a falta del histórico" (Vargas y Vergara, op. cit., p. 62). En lo que respecta a Alessandri y
Somarriva, sostienen que "[p]ara que el sentido de la ley se estime claro (...) es menester que no haya otro
precepto que lo contradiga, porque si lo hay, el sentido de la ley no es claro, ya que éste resulta de) conjunto
de sus disposiciones y no de una aislada" (op. cit. p. 190); con todo, al momento de analizar el artículo 19
inciso ii del Código Ciyil, los autores mantienen la idea de que la oscuridad que autoriza el examen de la
intención o espíritu de la ley es una indeterminación lingüistica. Vial Echeñique adopta sobre esta cuestión
el punió de vista de Luis F. Borja (supra, nota 70), transcribiéndolo sin citarlo (op. cit. pp. 25-26). Una
consideración de la oposición entre interpretación gramatical (“literal”) e interpretación lógica como
cuestión superada por la “interpretación positiva" -la versión de la jurisprudencia de intereses expuesta en
170
(iii) La variación de la teoría comprehensiva que representó la doctrina
dominante durante la segunda mitad del siglo XX, cuya exposición más
conocida se debe a Carlos Ducci Claro64, postuló una diferencia conceptual
entre los términos “sentido” y “tenor literal’1, de modo que el primero
corresponde a la comprensión de la ley mediante el uso de todos los criterios de
interpretación y el segundo corresponde a su solo sentido lingüístico. En ese
concepto de sentido se encuentra formulada la regla de inclusión: para
determinar si el sentido de una ley es o no claro debe atenderse a todos sus
posibles sentidos según cada posible criterio de interpretación. Existiendo
disparidad o incongruencia entre algunos de ésos sentidos, básicamente, entre
el sentido determinado conforme a criterios lingüísticos y el sentido
determinado conforme a criterios sistemáticos o funcional-teleológicos, no
puede afirmarse que la disposición legal posea un sentido claro y por lo tanto
no es aplicable la regía de segundo nivel favorable del sentido lingüístico.
la tesis doctoral de Paul VANDER EYKEN, Méthode Positive de l ’Interprétation Jaridtque, Bruselas: Librairíe
Falk Fils, 1907- se encuentra en la memoria de Osvaldo MARÍN UGALDE, Interpretación de las leyes,
Santiago: Imprenta Juventud Ilustrada, 1919, sin que de ello se deduzca consecuencias para la
interpretación de los artículos 19 a 24 del Código Civil.
64
Interpretación Jurídica (Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 1977, 2° cd.), especialmente. Pp. 91 y s.;
también, Carlos Ducci Claro, Curso de Derecha Civil. Parte General, Santiago: Editorial Jurídica de Chile,
1980, pp. 103-125, especialmente p. 111. La tesis fue originariamente planteada por Avelino León
Hurtado y Femando Mujica Bésanilla, ‘‘El tenor literal en la interpretación de la ley", 71 Revista de Derecho
y Jurisprudencia (1968), Sección 1", pp. 224-229.
65
“Historia dogmática de las normas sobre interpretación recibidas por el Código Civil de Chile", en
Universidad de Chile. Universidad Adolfo Ibánez, Interpretación, integración y razonamiento jurídicos.
Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1992, pp. 41-87, en adelante, “G-1992"; Las reglas del "Código Civil"
de Chile sobre interpretación de las leyes. Santiago, LexisNexis, 2007, en adelante, “G-2007". La primera
exposición de la teoría tuvo lugar en una conferencia impartida en invierno de 1982 en la. Facultad (Je
Derecho de la Universidad de Concepción (G-2007, p. I)- Entre 1992 y 2007 Guzmán publicó cuatro obras
relacionadas con su teoría de la interpretación de la ley: Historia de la interpretación de las normas en el Derecho
romano. Santiago: Instituto de Juan Solórzano y Pereyra, 2000; “La doctrina de Jean Domat sobre lq
interpretación de las leyes’1, 31 Revista Chilena de. Derecho (2004), 39-68, en adelanto, “G-2004"; “La
171
La parte crítica refuta la tesis de que exista alguna relación genética entre las
reglas del Código Civil y la teoría de la interpretación de la ley de Savigny y
sostiene que las reglas del Código Civil corresponden a reglas provenientes de
la retórica latina y la cultura jurídica romana, en virtud de su recepción por la
cultura jurídica medieval y específicamente en su reformulación por Jean
Domat (1625-1696). Basándose en la concepción de la interpretación de la ley
de Domat, la parte constructiva de la tesis sostiene que la regla básica se
encuentra en la segunda oración del artículo 23, esto es, la exigencia de atribuir
a la ley su “genuino sentido”, y que este genuino sentido correspondería a la
regla de justicia o equidad en ella expresada. Como esta tesis no es compatible
con la condición subordinada de los criterios interpretativos del artículo 24, que
constituye un lugar común en todas las variantes de la teoría comprehensiva,
Guzmán niega dicha subordinación. Para este autor, la consideración del
espíritu de la ley y de la equidad no tiene un rol supletorio, sino concurrente e
incluso orientador de la aplicación de los demás criterios. Finalmente, la regla
del artículo 19 inciso i es entendida por Guzmán no como una regla de segundo
nivel, sino como una máxima general de prudencia hermenéutica, que en lo
esencial advierte al juez frente a la propuesta interpretativa como un “pretexto”
para eludir la ley. La negación de reglas de
doctrina sobre interpretación de las leyes de Robert-Joseph Pothier”, en José L, Linajies (coord.), Líber
amlcortim Juan Miquel: Estudios romanisticos con motivo de su emerítazgo, Barcelona, Pompen Fabra, 2006, pp.
469-498, en adelante; “G-2006a”; “Las normas sobre interpretación de las leyes contenidas en el ‘Projet
de Code Civil’ de l’an VUi (1800)", en Labruna, Luigi (ed.), Cinquanta anni.della Corte Costituzionale della
Reppublica Italiana, Tomo 11 Tradizione romanistica e costiiuzione. Napoli, Edizioni Scientifiche Italiane,
2006, pp. 1809-1840 en adelante, “G-2006b". Con posterioridad a 2007, ha publicado el articulo “Las
fuentes de las normas sobre interpretación de las leyes del ‘Digeste de lois civiles’ (‘Code civil’) de la
Luisiana (1808/1825)”, 31 Revista de Estudios Histórico-Jvridicos (2009), pp. 171 -195, en adelante “G-2009”.
La matriz de la teoría de Guzmán se encuentra en su obra Ratio scripta (Frankfurt del Meno: Vittorio
KJosterman, 1981). El año 1979 Guzmán ofreció una conferencia con el mismo título en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Valladolid, que se encuentra publicada: “Razón Escrita”, 4 Revisto de
Estudios Histórico Jurídicos (1979), pp. 135-155. En una posición de nexo entre esta publicación y su
monografía dpi año 1992 se encuentra, finalmente, G -1981 (supra, nota 5).
172
una fuente material de la regulación chilena66, pero afirmó una correspondencia
entre ellas. Alejandro Guzmán afirma ambas proposiciones en relación con la
obra de Domat. Lo cierto es que ni las reglas del Código Civil tienen una
relación temática directa con los cuatro elementos distinguidos por Savigny,
como bien lo observa Guzmán, ni Domat es su fuente histórica, como Guzmán
equivocadamente pretende.
El mito de Domat
Es efectivo que los seis artículos que componen el § 4 del título preliminar del
Código Civil chileno provienen íntegramente del § 4 del proyecto de Código
Civil de 1853. De esos seis artículos, es efectivo que cuatro íntegramente y otro
parcialmente provienen de siete artículos del Código Civil de la Luisiana de
66
El hecho de que los artículos 19 a 24 del Código Civil chileno provenían de la codificación de la Luisiana
era bien conocido por la doctrina civilista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, debido a las
notas de Andrés Bello al proyecto de 1853 (Chacón, op. cit., p. 38; Armas, op. cit., p. 46; Claro Solar, op.
cit., núm. 224, p. 124; Vargas y Vergara, op. cit.. pp. 57-58). La genealogía es particularmente importa rite
para la variante más moderna de la teoría comprehensiva, en razón de una diferencia de redacción entre
el artículo 17 inciso primero del proyecto de 1853 y su fuente el artículo 13 del Código Civil de la Luisiana;
ese dato demostraría la falta de equivalencia-entro las expresiones "sentido de la ley” y “tenor literal" en
el inciso primero del artículo 19 del Código Civil (Ducci, op. cit., p. 101).
67
La relación entre ambos textos fue mediada por la primera versión del cuerpo de normas de la Luisiana,
el Digeste des lois civiles de 31 de marzo de 1808. La exposición detallada de los dos cuerpos normativos
puede verse en G-2009. Para una visión de la regulación del título preliminar en la codificación-civil de
Luisiana: Louisiana State Law [nstitute: Compiled Edittan of the Civil Codes of Louisiana, Louisiana Legal
Archives, Volumen 3, Part 1; Baton Rouge, Lousiana, 1940; Rodolfo BatizA, “The Lousiana Civil Code
of 1808: lts Actual Sources and Present Relevance”, 46 Tulane Law Rsview (19SI), P- 165; el mismo,
“Orjgins of Ihe Modern Codifícation of the Civil Law: The French Experiencc and its Implications For
the Louisiana Law"', 56 Tulane Law Review (1982), p. 477-601; Thomas W. Tucker, “Interpretations of the
Luisiana Civil Codes, 1808-1840; The Failure of the Preliminary Title", 19 Tulane European & Civil Law
Fumín (2004), pp. 57-182.
173
182568. De estos siete artículos, sin embargo, cinco provienen de la obra de
William Blackstone (1723-1780)69 y no del proyecto francés.
68
Las disposiciones originales de Andrés Bello son La segunda oración del articulo 23 y el 24 del Código
Civil (artículos 22 y 23 del proyecto de 1853).
69
Commentaries on the Laws of England, Tomo 1, Oxford: Clarendon Press, 1755 (edición facsimilar de la
University of Chicago Press, Chicago, 1979), introducción, sección ii, pp. 59-62.
70
El hecho de que los artículos 14 a 18 del Código Civil de la Louisiana de 1825 provienen de la obra de
Blackstone y no del proyecto francés del año VIII ha sido recientemente reconocido y exhaustivamente
documentado por Guzmán Brito (G-2009), remontando la genealogía hasta Pufendorf y observando que
la formulación textual del artículo 17 del Código Civil de la Luisiana no encuentra su fuente directa en el
pasaje respectivo de Blackstone, sino en una nota del director de la 12“ edición de los Commentaries (1793-
1795), Edward Chrislian (1758- 1823). Sin embargo, Guzmán no se hace cargo del hecho que esta
modificación de la línea genealógica refuta su justificación de la influencia de Domat sobre la codificación
chilena, basada en la existencia de “una línea histórica continua desde el Proyecto francés del año VII
hasta el Código Chileno de 1855'’ (G-2004, p. 41),
71
"V. Quand une loi est clare, il ne Faüt pas point en éluder la lettre sous prétexte d’en pénétrer l’esprit; et
dans làpplication dúnc loi obscure, on doit préferer le sens le plus natural et celui qui est le moins
défectueux dans l’exécution. (.. .) X. La distinction des lois odieuses et des lois favorables, faite dans l’otyet
d'etendre ou de restreindre leurs disposition, est. abusive" {projet de Code Civil, présenté p a r la Comisión
nommée par le Gouvernement, te 24 thermidor cm S. Imprimé sur l ’Edition originale, Première Partie. A Paris, chez
Lemarchand, an 9, pp. 6-7).
72
Christian Thomasius, Institutionem lurisprvdcntia Divin'oe, Halle: 1688, según ln traducción al inglés de
Thomas Alinert, Institutes o f Divine Jurisprudence, Indianapolis: Liberty Fund, 2011, libro ii, capítulo xi, §§
160-176, pp. 343-347; de! mismo, Ausübungder Vèrnunjl-Lehre, Halle: Chrisloph Salfclden, 1691,
redroducido en Hildesheim: Georg Olms, 1968, sección tercera, niims. 116-124, pp. 210-214); Pufendorf,
op. cit., libro v, capitulo xii. observa ci ¿n 2 de Barbeyrac al § xii, p. 126; observaciones 1-3 y 8-10 de
Barbeyrac al § xiii, p. 126-127 y 128. Las objeciones de Thomasius fueron recogidas.también por Robert
174
doctrina previa a Thomasius admitía el criterio en cuestión, proveniente del
derecho canónico, y ofrecía estándares para distinguir entre leyes de una y otra
clase73. Esa era también la posición de Jean Domat74, Luego, la existencia de
esa disposición en el proyecto francés en lugar de confirmar más bien refuta la
pretensión de reconducir las reglas sobre aplicación e interpretación de las leyes
a la concepción de Jean Domat75.
Sólo resta como posible nexo histórico entre el § 4 del título preliminar del
Código Civil chileno y la obra de Jean Domat la primera oración del articulo v
del título v del libro preliminar del proyecto francés del año viii76. Como se ha
dicho (supra, 2.1.iii) la crítica a la comprensión usual de la regla en cuestión -
artículo 19 inciso i del Código Civil- en la doctrina civilista chilena es uno de
los principales componentes de la teoría de Guzmán. A su juicio, no se trata de
una regla de segundo nivel favorable al sentido lingüístico, sino de una máxima
de prudencia hermeneútica, que distingue entre las razones que permiten
Phtllimore y hechas valer contra la doctrina de Emmericb de Vatte) {op. cil., parte v, cap. viii, § xcv, p.
109-110). En nota a pie de página, Phillrmore cita a Joseph Slory (1779-1845), quien formula objeciones
políticas contra aquella regla de Valtel que califica siempre como odioso el cambio de circunstancias. En
la primera edición de sus Principios de Derecho de Jentes (1832) Bello reprodujo resumidamente las reglas de
Valtel para distinguir lo odioso y lo favorable, sin observaciones. (op. cit., p. 94). Bajo la influencia de
Phillimorc, en su tercera edición Bello introdujo una nota al pasaje respectivo, citando aprobatoriamente
las objeciones de Barbeyrac, Philtimore y Stóry {Principios de Derecho Internacional, cit., p. 152, nota 12).
73
Hugo Grocío, Del derecho de la guerra y de la paz, versión directa del original latino por Jaime.Torrubiano
Ripoll, Tomo II, Madrid; Reus SA, 1925, libro iL, capitulo xvi, § x, p. 298-299; Samuel Pufendokf, op.
cit., libro v, capítulo xil, § xii, pp. 126-127; Emmerich de Vattto., op. cit., libro ¡i, capítulo xvi i, §§ ccc-ccx,
p. 280-298.
74
Les lois civiles dans feur ordre naturel. Le droit public, et legum delectus. Nouvelle édition, Tomo I, Paris: Pierre
Gandouin, 1723, en adelante "LC", libro preliminar, titulo i, sección ¡i, artículos xiv (interpretación
extensiva de leyes favorables) y xv (interpretación restrictiva de leyes desfavorables), p. 15. También el
Traite des lois, en adelante “TL”, que sirve de introducción a la obra anterior en el mismo texto, capítulo
xii, párrafos x (interpretación extensiva de leyes favorables) y xi (interpretación restrictiva de leyes
desfavorables), p. XXLV.
75
Alejandro Guzmán reconoce que el artículo x del titulo v del proyecto del año viii obedece a una
ideología de la interpretación -en el sentido de Wróblewski (supra, nota 10)- diametralmente opuestas la
teoría de Domat (G-2006, pp. 1834-1835), No asigna sin embargo importancia a este hecho corrjo
refutador potencial de su tesis sobre el vínculo entre la regulación de ese proyecto y la teoría de la
interpretación de Domat,
76
La segunda oración del articulo v tiene un claro paralelo on un pasaje de la obra de Domat: “Las
oscuridades, las ambigüedades y los otros defectos de expresión de los que pueda estar dotado el sentido
de una ley así cómo todas las oirás dificultades de entender y aplicar bien las leyes, deben ser resueltos
según el sentido más natural, que más se relacione con la materia, quesea el que se encuentre más
conforme con la intención del Legislador, y que la equidad más favorezca” (“Les obscuritéz,
lesambiguetez les autres défauts d'expression qui peuvent rendre douteux le sens d'une loy, & toutes les
autres difficultaz de bien entendre, & bien appliquer les loix, doivent se résoudre par le sens le plus naturel,
qui se rapporte le plus au sujet, qui est le plus conforme il l'intention du Législateur, & que l’équité favorise
le plus"; LC Ip.i.ii.be, p. 7). Sin embargo, precisamente esta oración no fue recogida por la codificación
de la Luisiana; en su lugar fueron incorporadas las reglas de interpretación de Blackstóne.
175
identificar válidamente el sentido de la ley y las razones que eventualmente se
hagan valer como pretexto para desvirtuar ese sentido.
Como también ya se ha dicho (supra, 1.1.ii, 1.2 .ii), este es un sentido que la
máxima puede tener cuando el contexto legal, cultural o teórico al que pertenece
no atribuye al sentido de la ley determinado conforme a criterios lingüísticos
una prioridad sobre el sentido determinado conforme a criterios pragmáticos.
Si pertenece a un contexto que reconoce una regla de prioridad o preferencia
favorable sentido de la ley determinado conforme a (algunos de los) criterios
pragmáticos, entonces la máxima no puede sino que tener ese sentido. Tal es el
contexto del derecho común europeo (infra, 5.2), al cual pertenece la teoría de
Domat.
Por tal razón, es enteramente plausible que Domat la asuma como regla de
exclusión innominada o prohibición de argumentación falaz. Con algo de
buena voluntad incluso puede reconocerse la máxima, así entendida, en un
pasaje de la obra de Domat89.
Pero la redacción de la disposición del proyecto francés del año viii, y tras él de
la codificación civil de la Luisiana y de Chile, expresa una consideración
adicional. La regla rechaza específicamente la problematización del sentido
lingüístico en virtud de criterios funcionales teleológicos. Esa formulación la
distingue de la máxima del derecho común, pues lo qué en esa máxima es
consistente -prevenir contra problematizaciones implausibles y justificar su
rechaza- aquí resultaría incongruente: prohibir un modo específico de
problematización de un modo específico de atribución de sentido para el caso
en que no hubiera problematización alguna plausible. No se trata, por lo tanto,
de una regla de exclusión de ciertos criterios pragmáticos (los funcionales
teleológicos), sino de una regla de segundo nivel que establece algún tipo de
prioridad a favor de los criterios lingüísticos respecto de esos criterios
pragmáticos. Porque en caso de fallar los criterios lingüísticos, es decir, si se
trata de un problema de indeterminación semántica o sintáctica, no cabe duda
de que la regla permite recurrir a esos criterios pragmáticos para determinar el
sentido de la disposición.
En su análisis del proyecto del año viii Alejandro Guzmán reconoce que el
artículo v del titulo v añade un contenido específico a la máxima in Claris non fit
interpretatio, pero elude la dificultad que este añadido plantea a su tesis. Guzmán
pretende que el artículo v consagra cabalmente la máxima del derecho común
(i.e.de Domat) en su parte “Cuando/letra” y que luego añade una regla distinta
en su parte, “bajo pretexto/espíritu”77. Pero esa división es arbitraría: la segunda
77
G-2006b, pp. 1824-1828.
176
parte sólo tiene sentido regulativo como elemento integrante de una única regla
formada por ambas partes. Esa regla no es la máxima del derecho común.
Guzmán sugiere también que el añadido del artículo v provendría del § 11,
capítulo i, primera parte del Codex Maximilianeus Bavarícus Civilis (1756) (en
adelante “CMBC”), que disponía lo siguiente:
Es evidente, sin embargo, que la regla bávara difiere de la regla del proyecto
francés. La regla bávara admite la problematización del sentido lingüístico en
virtud de evaluaciones basadas en criterios teleológicos, cuando éstos son
concluyentes; lo que prohíbe, como mínimo, es su invocación falaz. En cambio,
el proyecto del año viii pareciera prohibir toda problematización del sentido
lingüístico en virtud de evaluaciones basadas en criterios teleológicos.”
“La principal crítica de Guzmán a la doctrina del siglo XX, en esto heredera de
Luis Claro Solar (1847-1945), apunta al empleo de la teoría de la interpretación
de la ley de Friedrich Carl von Savigny (1779-1861) como marco conceptual
para el análisis de las disposiciones del Código Civil.
En mi opinión, el rasgo común de la literatura del derecho privado del siglo XX,
incluido Guzmán, es haber desatendido la obra de Savigny. No se trata de
afirmar que el Sistema del derecho romano actual (1840) sea la fuente material de
la regulación chilena. Esa afirmación es insostenible.
Dado que la formulación de la mayor parte de las reglas del Código Civil
chileno sobre interpretación de la ley ya estaba fijada en 182S, es absurdo
pretender un nexo genético entre el Sistema de derecho romano actual y esas reglas.
De lo que se trata es de reemplazar el vínculo conceptual establecido por la
doctrina chilena entre el texto legal chileno y los cuatro elementos de la teoría
de Savigny sobre la interpretación de las leyes '‘en su estado saludable” por un
vínculo conceptual entre el texto legal chileno y los tres medios auxiliares de la
teoría de Savigny sobre la interpretación de las leyes “defectuosas”; efectuado
78
§. II. Die natürliche Billigkeit, welche lediglich au fitzt gedachter dritter Auslegungsregel beruhet, soll
keiner Obrigkeit zum Vorwande dienen, um von den trocknen klaren Buchstaben des Gesetzes
abzuweichen, wenn die angebliche Ratio Legis selbst noch im Zweifel oder ungewißt ist” (Codex
Maximilianeus Bavarlcus Civilis oder Bäuerisches Landrecht. München: 1821, Neue unveränderte Au/lage, im
Verlage der königl, Centralverwaltung des Reglerungs-und Intelligenzblattes,.primera parte, capitulo primero, §
11, p. 8). La versión que ofrece G-2006b, p. 1828 contiene errores de transcripción.
177
ese reemplazo, se dispone de una base plausible para una reconstrucción
razonable de las reglas sobre interpretación de la ley del Código Civil. O sea,
que en vez de limitarse a leer" los §§ 32 y 33 del capítulo IV del libro primero de
la obra de Savigny si se lee sus §§ 35, 36 y 37 se advierte la pertinencia de su
teoría de la interpretación como marco de análisis de los artículos 19 a 24 del
Código Civil chileno.79 La reconsideración de la teoría de Savigny y el examen
de su recepción por la cultura jurídica chilena a partir de fines del siglo XIX y
durante el siglo XX es una tarea pendiente.
No me propongo realizar aquí esa tarea, sino someter a examen crítico la teoría
ofrecida por Alejandro Guzmán como alternativa a lo que él considera -con
razón— como un mito de la doctrina chilena: el mito de Savigny. Lo que aquí
sostendré es que su propuesta no pasa de ser otro mito: el mito de Domat.
79
Curiosamente, el propio Claro Solar parece haber sido el único autor de la tradición del derecho civil
chileno en establecer una correlación entre la teoría de Savigny de la interpretación de las leyes defectuosas
y las reglas del Código Civil chileno, fijándola en el artículo 24 ce (Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado, Santiago: Establecimiento Poligráfico Roma, 1898, núm. 230^ pp, 127-128, según la
reimpresión de 1931, Santiago: Imprenta Cervantes). El establecimiento de esta correlación plantea
naturalmente la pregunta por la justificación del vínculo conceptual postulado entre tas demás
disposiciones del Código Civil y la teoría de Savigny de la interpretación las leyes en su estado saludable.
La respuesta de Claro Solar consistió en formular una distinción ad hoc: según él, una ley oscura en el
sentido del articulo 19 CC serla algo distinto de una ley defectuosa en el sentido de Savigny (op. cit., loc.
cit.). La distinción parece de fundamento: toda oscuridad de una ley en el sentido de Claro Solar
corresponde a uno de los dos tipos de defectos de la ley reconocidos por la teoría de Savigny: la
indeterminación lingüística de una expresión, frase u oración del texto legal - “expresión indeterminada”-
y su incorrección a la luz de consideraciones pragmáticas - “expresión Incorrecta”- (System des heutigen
römischen Rechts, Aalen: Sciontia Verlag, 1981, 2“ reimpresión de la edición de Berlin, 1840, en adelante
"SRR”, libro í, capitulo iv, § 35, p. 222; Traité de Droit Romain, traducido por M. Ch. Guenoux, Paris:
Libraine de Finnin Didot Fréres, 1855, en adelante “TDR", i-iv § 35. pj 214; Sistema del Derecho Romano
Actual, versión al castellano de la traducción francesa por Jacinto Mesla y Manuel Poley, Madrid: F.
Gongora y Compañía Editores, 1878, en adelante “SDR”, |-iv § 35, p>p. 154-155). En las versiones
francesa y castellana, el término “expresión incorrecta” —unrichtiger A usdruck— es traducido como
“expresión impropia"; la precisión es importante para evitar malentendidos: en la historia de la
metodología jurídica, la evaluación de lo “propiedad'/”impropiedad” de una expresión se asocia al
empleo de criterios lingüísticos, pero el defecto de incorrección de la. expresión se evalúa conforme a
criterios no-lingüísticos (Infra, 1.1.i i).
178
Wróblewski80, la cual pretende ofrecer un análisis descriptivo de la estructura de
la argumentación que corresponde a la interpretación de la ley por un tribunal
en el contexto de su aplicación a un caso81. En lo esencial, la teoría considera a
la justificación de la decisión judicial de un caso mediante la aplicación de la
ley como una estructura argumentativa compleja* constituida por decisiones
parciales —‘'decisiones fracciónales” en su terminología-, las cuales a su vez son
justificadas mediante argumentos. La decisión interpretativa, que tiene la forma
“la regla R tiene el sentido S”, es una de esas decisiones; la interpretación de la
ley es la estructura argumentativa que provee su justificación8. De esta teoría
tomaré dos distinciones: (i) la distinción entre disposición y norma, y (iii) la
distinción entre reglas dé interpretación de primer niyel, reglas de interpretación
de segundo nivel y evaluaciones; basado en otra distinción de Wróblewski,
agregaré (ii) la distinción entre teorías generales y teorías especiales de la
interpretación. (…)
80
The Judicial Application of Law, editado por Zenon Bankowski, Dordrecht/Bosion: KJuwer, 1992 (en
adelante “JAL"), especialmente pp. 87 y s.; vid. también, del mismo, Constitución y teoria genera! de ¡a
intepretación jurídica, Madrid: Civitas, 1 9 8 5 (en adelante "CTT”), especialmente pp. 21 y del mismo.
Sentido y hecha en el derecho, San Sebastián:, Ediciones de la Universidad del País Vasco. 1998 (en adelante
"SHD”), especialmente pp 19 y s.; Jerzy Wróblewski, Dr Neil Mac Cormick, “On Justificaron and
Interpretation", 5 3 Archivfur RechtsttndSoz'talphilosoph;' e-Beiheñ (1994), pp. 2 5 5 - 2 6 8 (en adelante “Jlh).
La idoneidad de la teoría operativa de la interpretación de la ley de Wróblewski como mareo de análisis
para un examen comparativo de teorías rivales de la interpretación se encuentra acreditada por su empleo
por él autodenominado ‘^círculo de Bielefeld” en su estudio de derecho comparado sobre interpretación
de textos legales; D. Neil Mac Cormick , Robert Summers (eds.), Interpreting Slatutes. A Comparative Study,
Darmouth: Ashgate, 1991 (en adelante, "IS”), especialmente pp. 9-28 y 4 6 1 - 5 4 4 . A favor de la
adopción de la teoria de Wróblewski habla también su influencia en la filosofía analítica del derecho
española e italiana; de esa producción he tomado en consideración para estas precisiones conceptuales las
contribuciones de Riccardo Guastini, Estudios sobre la interpretación jurídica, México: UNAM, 2001 (Ia ed.
1999) (en adelante “ETJ"); L'interpretazione dei documenti normativi, Milán; G iu Q r è editore, 2004 (en
adelante, “IDN”) ; Nuovi Studi sull'Interpretazione, Roma: Aracne editrice, 2008 (en adelante, ,NSl").
81
La cuestión de en qué medida una teoría operativa de la interpretación es también aplicable a la
interpretación auténtica, o sea, la efectuada por el legislador, y a la interpretación doctrinal es dejada
abierta por Wróblewski (JAL, p. 88).
179
El contexto lingüístico es el que corresponde al lenguaje en que las disposiciones
se encuentran formuladas, y que corresponde ya sea al lenguaje natural -el
idioma respectivo- o al lenguaje técnico-legal, incluyendo la consideración. del
uso de los términos en distintas disposiciones pertenecientes a un mismo texto
legal. El contexto sistemático corresponde al sistema jurídico
institucionalmente diferenciado al que pertenece la norma como correlato de
sentido de la disposición. Un sistema jurídico es considerado como un conjunto
de reglas que comparten una dimensión espacio-temporal y que aparece como
un todo ordenado y en cierto grado consistente y exhaustivo. Las reglas de
interpretación sistemáticas realizan los postulados de consistencia y
exhaustividad, principalmente el primero. El contexto funcional corresponde al
complejo de todos los factores socio-políticos, culturales y económicos del
momento del establecimiento y/o aplicación de la disposición.
(…)”
180
de entrar en los detalles de esta materia, es conveniente pasar revista a los
medios que tenemos a nuestra disposición.
de la misma especie, lo cual sucede con menos frecuencia en las leyes que en los
actos y los contratos (b); otras la expresión empleada para traducir una idea
abstracta presenta dos significaciones diferentes (e ), ó sólo presenta dos
acepciones, una extensa y otra restringida (d) .
Este autor polaco considera que la interpretación que de las leyes hacen los jueces
constituye un ejemplo típico de lo que él llama "interpretación operativa". Por su parte,
la interpretación operativa es uno de los tipos de interpretación jurídica que pueden ser
181
señalados atendiendo a la fuente de la interpretación, es decir, atendiendo a quién lleva
a cabo la interpretación.
Lo decisivo, en todo caso, es que tanto las directivas de primer como de segundo nivel
responden a opciones valorativas acerca de qué se entiende por interpretación apropiada
y cuál es el papel, de una determinada intención —por ejemplo, la del legislador— en la
atribución de significado a las normas legales.
182
precisamente, "razonables", "persuasivas", "convincentes", de modo que tales decisiones
puedan ser compartidas por los demás integrantes de la comunidad jurídica.
b) también hay una elección influenciada por valoraciones cuando se trata de escoger
entre directivas interpretativas de primer nivel y directivas de segundo nivel, puesto que
muchas directivas interpretativas, tanto de uno como de otro nivel, son concurrentes y
su aplicación conduce a una determinación diferente del significado;
c) el empleo de las propias directivas interpretativas puede exigir valoraciones cuando la
formulación o el enunciado lingüístico de estas directivas incluya términos valorativos
o que se refieran a valoraciones. Piénsese, por ejemplo, en las expresiones "favorable" y
"odioso" que aparecen en el Art. 23 del Código Civil.
Sin embargo, existen también teorías normativas de la interpretación, que son aquellas
que procuran responder a la pregunta cómo y por qué debe hacerse una interpretación.
Por lo mismo, las teorías de este segundo tipo se presentan como un conjunto
183
relativamente ordenado y completo de las valoraciones y directivas interpretativas que
deberían guiar las interpretaciones operativas de los jueces.
Squella, A.
184
La regla Odia restringi te favores convenit ampliari tuvo vigencia por más de un milenio.
Nació en el derecho canónico en las Decretales de Bonifacio VIII en 1298 y con la
conquista de América extendió su influjo hasta las Filipinas. Su predominio va a parejas
con la hegemonía del ius commune. De hecho, según enseña Bravo Lira, los juristas
identificaban la aplicación de esta regla según la conformidad de la interpretación con el
derecho común. Si se acercaba, era favorable, si se alejaba, resultaba odiosa.
185
interpretativa podrá decir cuándo estamos en presencia de una u otra de estas
tres clases de interpretación.
Sin embargo, el Art. 23 del Código Civil chileno se inclina por la primera de
esas tres modalidades de la interpretación.
Pero supongamos que, cansado de discutir con quienes pretenden ingresar a los
andenes con cabras y otros animales distintos de los perros, el jefe de estación
cambia el enunciado de la norma por el siguiente: "Prohibido ingresar con
animales".
Se podría admitir que, en principio, toda interpretación de la ley debe ser estricta
y que tanto la interpretación restrictiva como extensiva sólo pueden ser
adoptadas —como en el ejemplo anterior— en caso de que el intérprete pueda
ofrecer buenas razones para ello.
186
deterioros causados por cuadrúpedos? ¿Resultaba adecuado, en el siglo X,
impedir la entrada al monasterio benedictino de St. Gall a la Duquesa de
Hadwig, protectora del lugar, sólo porque existía la regla de San Benito que
prohibía a las mujeres pisar el umbral del monasterio?
Respecto del segundo de esos ejemplos, cuenta Luis Diez Picazo que planteado
el problema, esto es, habiendo manifestado la duquesa su intención de visitar la
abadía, el abad convocó a una reunión de todos los monjes, porque si bien la
aplicación estricta de la regla debía conducir a impedir la entrada de la duquesa
por razón de su sexo, la interdicción de la entrada a quien era patrona y
protectora de la abadía podía ocasionar funestas consecuencias y poner en
riesgo el futuro de aquella casa de Dios.
Por lo mismo, la solución adoptada fue la que propuso uno de los monjes: "La
duquesa es el patrono de nuestra abadía y en esta calidad debe ser considerada
como un hombre; y si nuestra regla es estricta, que entre sin poner los píes en el
umbral".
187
“Los razonamientos interpretativos.—
a) argumento por analogía, que es aquel por medio del cual la solución dada por la ley
para un caso determinado se traslada a otro caso no previsto por la ley, aunque semejante
a aquel que sí se encuentra previsto por ella.
b) argumento a fortiori, que es aquel en virtud del cual, dada una norma jurídica que
establece una calificación normativa de un sujeto o de una clase de sujetos, se concluye
que tal calificación vale también para otro sujeto o clase de sujetos que merecen esa
calificación con mayor razón que el primer sujeto o clase de sujetos.
Ahora bien, el argumento a fortiori se manifiesta bajo dos formas: ad maiori y a minori.
El primero es el argumento a fortiori aplicable a las calificaciones jurídicas ventajosas,
como los derechos y las autorizaciones, mientras que el segundo es el argumento fortiori
aplicable a las calificaciones desventajosas, como los deberes.
c) argumento a contrario, [a contrario sensu] que es aquel por el que, dada una norma
que establece una calificación normativa de un sujeto o de una clase de sujetos, se
concluye que tal calificación no vale para otro sujeto o clase de sujetos no expresamente
mencionados o incluidos en la norma de que se trate.
188
Por lo mismo, el argumento de principios puede ser utilizado tanto para interpretar la
ley como para integrarla.
i) argumento de la no redundancia, que es aquel que concluye que entre dos o más
significados posibles de una norma ha de rechazarse el que constituya una mera
repetición de lo establecido por otra norma del mismo ordenamiento jurídico.
k) argumento por el absurdo [ad absurdum], que es aquel que justifica el rechazo de
cualquier interpretación de una norma legal que conduzca a adjudicar a ésta
consecuencias absurda.
189
“Procede del ius commune renacentista y resume principios de derecho romano.
Paulo: Digesto 32, 25, 1: cum in verbis nulla ambiguitas est, non debet admitti
voluntatis quaestio ('cuando en las palabras no hay ninguna ambigüedad, no se
debe admitir cuestión sobre la voluntad').
Ha generado abundante jurisprudencia en todas las jurisdicciones. Constituye
la única excepción a la obligación de los tribunales supremos de la Unión
Europea de remitir las cuestiones de interpretación de las normas de derecho de
la Unión al Tribunal de Justicia vía cuestión prejudicial: «La excepción al
obligado planteamiento de la Cuestión para los Tribunales Supremos, que se
apoya en el denominado acto claro, solo se produce en supuestos en los que, en
realidad, no ha de realizarse interpretación alguna (in claris non fit interpretatio)»
(STS, 2.2, 27-1-2015, rec. 10 711/2014).
Se utiliza con carácter exegético tanto para la interpretación de las normas
jurídicas (STS, 3., 20-11-2015, rec. 3963/2013) como para la interpretación de
los contratos (STS, 1., 19-X-2011, rec. 892/2008). En el primer caso se asocia
con el artículo 3.1 («Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus
palabras») y en el segundo, con el artículo 1281.1 («Si los términos de un
contrato son claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes se
estará al sentido literal de sus cláusulas»), ambos del Código Civil [español].
La jurisprudencia [española] ha introducido algunos matices en la aplicación de
la regla: «El artículo 1281.1 se conecta de ordinario con el aforismo in claris non
fit interpretatio, pero este axioma ha de entenderse con matices, pues la
comprensión del mismo debe partir, como premisa, de una labor de
hermenéutica ya realizada; sobre este particular, la STS de 6 de noviembre de
1998 establece que sistemáticamente el artículo 1281.1 no excluye la
interpretación, sino que la presupone. El punto primordial de la interpretación
es la letra de la cláusula o cláusulas del contrato, pues si sus términos son claros
y no dejan duda sobre la intención de los contratantes se estará al sentido literal
de las mismas (entre otras, SSTS de 28 de junio de 2004 y 30 de septiembre de
2003» (STS, 1.2, 19-X-2011, rec. 892/2008).
El Tribunal Constitucional [español], de conformidad con la doctrina legal,
concreta en este principio la prohibición de la interpretación contra legem: «No
estamos, por tanto, ante una regulación que permita varias interpretaciones,
pudiendo elegir de entre estas aquella que resulta conforme a la Constitución,
sino de preceptos cuya literalidad es clara y no deja margen para
interpretaciones alternativas (in claris non fit interpretatio: no cabe interpretación
contra legem; por todas, STC 138/2005, de 26 de mayo, FJ 5 y las allí citadas)»
(SIC 148/2012, de 5-VII-2012).”
190
Diccionario Panhispánico del español jurídico.82
Diedrich (1996) cuenta que el aforismo recibe aplicación también en el derecho
estadounidense.83
“Principio del Derecho cuyo significado es que: donde hay la misma razón,
debe ser la misma la disposición del Derecho. Es la expresión del método de
aplicación analógica, fundado en que los casos iguales deben ser tratados
igualmente. Tiene, sin duda, sus antecedentes en las leyes 12 y 13, título 3ro,
82
https://dpej.rae.es/lema/in-claris-non-fit-interpretatio
83
Diedrich, F. (1996), “Maintaining Uniformity in International Uniform Law via Autonomous
Interpretation: Software Contracts and the C.I.S.G.”, 8 Pace International Pace International Law Review,
303-338,
191
libro 1ro., y en la ley 32, título 2do. libro 9no del Digesto, en cuyos comentarios
y glosas aparece desde antiguo formulado. Tal principio inspira la regla 36,
título 3ro., Partida 7ma.: "Aun dixeron, dice dicha Regla del Código del Rey
Sabio, que no se deben fazer las leyes, sinon sobre las cosas que suelen acaescer
a menudo. E por ende non ovieron los antiguos cuydados de las fazer sobre las
cosas que vinieron pocas veces; porque tuvieron que se podría judgar por otro
caso de ley semejante, que se fallese escrito". El mismo principio ha inspirado
algunas sentencias del Tribunal Supremo, en algunos lugares.”
192
Integración del Derecho
Distinto es lo que pasa con la integración de la ley, puesto que se trata de una
actividad a la que el intérprete de la ley, en especial los jueces, se ven compelidos
a falta de ley, es decir, cuando teniendo que conocer y resolver un determinado
asunto, se encuentran con que el derecho legislado ha callado acerca de él y, por
tanto, no provee solución jurídica alguna para el mismo.
Esto significa que en presencia de una laguna el juez no puede negarse a dar
una solución al caso que no aparece regulado por la ley, ni puede tampoco
diferir la solución hasta que el legislador colme o remedie la laguna de que se
trate, ni puede, en fin, reenviar el problema al legislador e instarlo a que corrija
193
la insuficiencia detectada en el derecho legislado de que ese legislador es
responsable.
Por otra parte, y a diferencia ahora del jurista, el juez no está llamado a detectar
lagunas y a hacer proposiciones acerca de cómo llenarlas, sino a resolver el caso
no regulado de una manera vinculante para las partes que intervienen en el
respectivo asunto, lo cual pasa, naturalmente, por llenar de algún modo la
laguna que se ha detectado.
194
Pero es evidente que hoy nadie pone en duda la afirmación acerca de que la
palabra "derecho" cubre todas las fuentes formales que conocemos y no
únicamente a la ley. El legislador sabe también esto y cuenta, asimismo, con la
posibilidad de dejar lagunas en el derecho que le corresponde establecer, motivo
por el cual en todo ordenamiento jurídico moderno es el propio legislador el
que, sin perjuicio de abrir campo a la costumbre jurídica para suplir en
determinados casos la falta de ley, autoriza a los jueces para llenar las lagunas
legales y establece incluso el deber de éstos en orden a conocer y fallar los
asuntos que se les someten aun a falta de ley que los regule. A esto se le llama
principio de inexcusabilidad, un principio, como sabemos, que tiene hoy entre
nosotros una consagración a nivel constitucional.
Por tanto, una laguna de la ley podrá ser corregida por la costumbre jurídica,
aunque bajo dos condiciones: que el ordenamiento jurídico, o la determinada
rama de éste en que se hubiere producido la laguna, autorice expresamente a la
costumbre jurídica para suplir los vacíos de la ley; y que, hecho lo anterior, el
derecho consuetudinario no adolezca del mismo vacío que el derecho legislado,
esto es, que provea efectivamente la solución que este último no previó. Cuando
la costumbre jurídica no pueda operar por falta de alguna de esas dos
condiciones, siempre estará el juez llamado a resolver el caso, quien llenará la
laguna de que se trate valiéndose de cualquiera de los métodos o elementos de
integración de la ley que presentaremos más adelante.
El dogma de la integridad.—
195
Esta circunstancia, en fin, permite que innumerables normas producidas por
múltiples fuentes puedan aparecer configurando esa unidad a la que se
denomina "ordenamiento jurídico".
196
debería hacer el juez aparte de recurrir a las fuentes jurídicas extraestatales,
como la costumbre, la naturaleza de las cosas, la equidad? Admitir que el
ordenamiento jurídico estatal no era completo, significaba introducir un
derecho paralelo, romper con el monopolio de la producción jurídica estatal.
De allí que la afirmación del dogma de la integridad vaya paralela con la
monopolización del derecho por parte del Estado".
Vale la pena decir ahora que desde una perspectiva diferente a la anterior,
Kelsen tampoco admite la existencia de lagunas, esto es, rechaza el supuesto de
que existan "casos en que el derecho válido existente no puede ser aplicado por
no contener ninguna norma general aplicable al caso".
Kelsen distingue entre lagunas auténticas, que son las que el autor define del
modo arriba indicado, lagunas técnicas y lagunas axiológicas.
En cuanto a las primeras, para Kelsen no constituyen lagunas, puesto que todo
ordenamiento jurídico cuenta con un principio de clausura, entendiendo por tal
el enunciado que estipula "todo lo que no está prohibido está permitido". Así
las cosas, cuando las normas de un ordenamiento jurídico ni imponen ni
prohiben una determinada conducta, no puede decirse que ésta carezca de toda
calificación jurídica, esto es, que exista una laguna a su respecto, puesto que en
tal caso hay que entender que la conducta en cuestión se encuentra permitida
por el ordenamiento y que, por lo mismo, no hay ausencia de regulación jurídica
a su respecto.
197
ordenamiento". Sin embargo, esto no siempre es así, salvo en el ámbito del
derecho penal, de modo que se trata de un enunciado que no es posible aplicar
a priori a todo el ordenamiento jurídico.
Lagunas técnicas son aquellas que aparecen cuando el legislador omite normar
un determinado aspecto de la ley que impide o dificulta la aplicación de ésta. Es
lo que acontece, por ejemplo, si una ley determina que un cuerpo colegiado,
para poder instalarse y funcionar, tiene que ser convocado por su presidente,
disponiendo simultáneamente que es el propio organismo el que tiene que elegir
su presidente. Entonces, ¿cómo podría ser convocado el cuerpo colegiado por
su presidente cuando se trata de reunirlo, precisamente, para que proceda a la
elección de éste? Kelsen dice que en una situación como esa no hay propiamente
una laguna, porque cualquier forma de convocatoria que se emplee será
conforme a la ley.
Lagunas axiológicas, en fin, son aquellas que se producen cuando existe una
norma jurídica aplicable al caso, pero ésta parece al juez injusta o inconveniente
desde un punto de vista jurídico-político, de modo que el juzgador entiende que
no debe hacer aplicación de esa norma y que lo que debe hacer es fallar el caso
de que se trate como si tal norma no existiera.
Sin embargo, una situación como ésta responde a un juicio de valor relativo de
parte del juzgador que, según Kelsen, de ninguna manera pueda excluir un
juicio de valor contrapuesto, de donde se sigue que no se está propiamente en
presencia de una laguna, sino de una diversidad de criterios acerca de las
bondades de una norma aplicable a un caso dado. Por tanto, a este tipo de
lagunas, en tanto no importan ausencia de norma aplicable, sino falta de una
norma satisfactoria o justa para el caso de que se trate, se las llama también
lagunas ideológicas.
198
Concepto de laguna legal y clases de lagunas.—
Por su parte, una laguna legal es una insuficiencia del derecho legislado que se
percibe como ausencia de regulación jurídica para un caso en el que cabía
razonablemente esperarla y cuya eliminación exige y permite una decisión
judicial que complemente el derecho legislado, para lo cual el juez
correspondiente puede valerse de los llamados procedimientos de integración
de la ley, a saber, la analogía jurídica, los principios generales del derecho y la
equidad.
Siguiendo en esto a Bobbio, podemos decir que hay lagunas legales subjetivas y
lagunas legales objetivas. Son subjetivas las que dependen de cualquier motivo
imputable al legislador, y son objetivas las que dependen del desarrollo de las
relaciones sociales, de nuevas invenciones, de cualquier causa que provoque la
obsolescencia de los textos legales, y que, por lo mismo, son independientes de
la voluntad del legislador.
Las lagunas subjetivas pueden ser a su vez voluntarias o involuntarias.
Por último, se distingue también entre lagunas praeter legem y lagunas mira legem.
Las primeras se presentan cuando las disposiciones de la ley, por ser demasiado
particulares, no alcanzan a comprender todos los casos que pueden luego
presentarse; las segundas, al contrario, tienen lugar cuando normas legales
demasiado generales dejan vacíos que deben ser llenados por el intérprete.
199
Las lagunas voluntarias son generalmente intra legem, y la diferencia entre éstas
y las praeter legem consiste en que, tratándose de estas últimas, el intérprete debe
formular nuevas reglas al lado de las expresas, mientras que en las intra legem
las nuevas reglas deben ser formuladas dentro de las reglas expresas.
Siguiendo en esto a Bobbio, así como los comentarios que sobre el pensamiento
de Bobbio debemos a Manuel Atienza, puede decirse que el razonamiento por
analogía es aquel que va de lo particular a lo particular, a diferencia del
razonamiento inductivo, que va de lo particular a lo general, y del razonamiento
deductivo, que es aquél que va de lo general a lo particular.
200
motivo plausible que justifique que al caso no regulado se le aplique la solución
dada para el caso previsto.
201
Por su parte, la analogía iuris es también un procedimiento para llenar lagunas,
aunque no a partir de una ley, esto es, no valiéndose de una determinada norma
legal que contemple y resuelve un caso parecido a aquel que no se encuentra
regulado por ley alguna, sino recurriendo a los principios generales del derecho.
Por tanto, puede decirse que la analogía jurídica propiamente tal -vista como un
método o procedimiento de integración de la ley- es la analogía legis, puesto
que la analogía iuris remite a un método o procedimiento de integración de la
ley distinto de la analogía, a saber, los principios generales del derecho.
202
Por su parte, Luis Diez Picazo razona de la siguiente manera para justificar la
diferencia entre analogía jurídica e interpretación extensiva.
Dice el autor que el ámbito de aplicación de una norma comporta una doble
limitación: una genérica, que se produce a través del marco institucional dentro
del cual la norma actúa; y una específica, que resulta de la configuración del
propio supuesto de hecho de la norma. Así las cosas, se actúa por vía analógica
cuando se traslada la norma de un marco institucional a otro, y se opera por vía
de interpretación extensiva cuando se mantiene la norma dentro de su marco
institucional, aunque entendiendo incluido en su supuesto de hecho más casos
que aquellos que encierra la simple literalidad de la norma.
A ambos nos referimos largamente en el capítulo III, sobre fuentes del derecho,
donde fue explicado, asimismo, el estatuto que tanto los principios generales
como la equidad tienen en el derecho chileno.”
203
Sobre los principios jurídicos
Pero tomar nota del problema en el uso del argumento ‘principios’ no debe ser obstáculo
para intentar discernir los perfiles y diversas acepciones con que se esgrime la expresión
“principios jurídicos”. Por otro lado, hablar de principios es relevante porque significa
84
COLOMA, Rodrigo (2011). “Los principios como analgésicos ante lagunas, inconsistencias e inequidades de
los sistemas jurídicos.” En: Principios jurídicos. Análisis y crítica. Santiago: Thompson Reuters y Abeledo
Perrot.
85
ATRIA, Fernando (2011): “Lo que importa sobre los principios”. En: Principios jurídicos. Análisis y crítica.
Santiago: Thompson Reuters y Abeledo Perrot.
86
ALDUNATE, Eduardo (2011). “Principios jurídicos y neoconstitucionalismo”. En: Principios jurídicos.
Análisis y crítica. Santiago: Thompson Reuters y Abeledo Perrot.
87
NINO, Carlos (1974). Consideraciones sobre la dogmática jurídica. México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
204
hablar de los valores a la base de determinada regulación, los objetivos de política
pública dentro de los que determinada normativa constituye una herramienta. Los
principios permiten escapar de la tentación fetichista (Peña 2002)88 de meramente
refrasear la ley, al modo de los manuales al uso, p. ej., sobre tribunales de familia, para,
en cambio, ofrecer un edificio dentro del que insertar las diferentes reglas.
Para estos efectos, nos parece útil -y la asumiremos- la noción de Dworkin de los
principios como “mandatos de optimización que se caracterizan porque pueden ser
cumplidos en diversos grados” y porque la medida ordenada de su cumplimiento no sólo
depende de las posibilidades fácticas, sino también de las posibilidades jurídicas (Alexy
1988: 14389; Dworkin 1974: 76 ss).
Es así como se sostiene que el sistema jurídico contiene normas jurídicas las que serían
de dos tipos o formas: unas, las reglas, otras, los principios. “La especificidad de la regla
se opone a la amplitud del principio”, enseña Barros.
Tres son las acepciones o sentidos en que la expresión “principios del derecho” resulta
interesante para os fines de este estudio.
88
PEÑA, Carlos (2002). “Prólogo”. En: Introducción al Nuevo Proceso Penal. Ediciones Universidad Diego
Portales.
89
ALEXY, Robert (1988). “Sistema jurídico, principios jurídicos y razón práctica”. Doxa. Cuadernos de
Filosofía del Derecho, Nº 5, pp. 139-151.
205
Ejemplos de este sentido los encontramos en la nueva redacción del artículo 222 -que
encabeza el Título IX, De los derechos y obligaciones entre los padres y los hijos- donde
se afirma que
Art. 222. La preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo,
para lo cual procurarán su mayor realización espiritual y material posible, y lo
guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana de modo conforme a la evolución de sus facultades.
Es decir, en primer lugar se estatuye el principio del interés superior del hijo.
Otro ejemplo en derecho de familia lo hallamos en los artículos 9 a 16 de la Ley de
Tribunales de Familia destinados a explicitar las vigas centrales de este sistema de
justicia.
3. Dice García de Enterría (2004:91, cit. desde Vergara 2012: 6490) que los principios
jurídicos
“no proceden por deducción de primeras verdades morales, sino que son principios técnicos,
que articulan sobre todo el mecanismo básico del Derecho, que son las instituciones; y su
desarrollo y perfección es un fruto de la vida jurídica, un hallazgo a través del manejo de
problemas concretos, y es la obra por excelencia de la jurisprudencia y de la doctrina,
actuando en recíproca interrelación.”
Los principios, en esta tercera acepción o sentido, emergen desde el multiforme universo
de los casos a través del escrutinio analítico del académico quien los configura como los
90
VERGARA, Alejandro (2012). “Los principios jurídicos y la tarea de construir el Derecho Administrativo
en clave científica.” Revista de Derecho Administrativo Nº 6, 63-80.
206
pilares de su edificio dogmático. Producidos de esta manera, el rol de los principios sería,
por un lado, de central herramienta hermenéutica, por la otra, de estructura
sistematizadora que ofrece unicidad allí donde el ojo lego sólo ve diversidad; y, los
principios permitirían enlazar la realidad fáctica, la realidad normativa y la realidad
valorativa en un eje que tensiona a los tres vértices.
Esta es una acepción posible de la expresión “principios del derecho”, y se caracteriza
por provenir de la fuente doctrinal, de la dogmática; por poseer un propósito didáctico
y sistemático, al mismo tiempo; y por recurrir al método deductivo para su construcción.
Ejemplo de esta acepción sería p.ej. el uso que se hace en el reciente y espléndido trabajo
del profesor Cristián Lepìn, “Los nuevos principios del derecho de familia”, donde se
procura
“un análisis crítico de los nuevos principios del Derecho de Familia, se pone de
manifiesto la influencia de los derechos humanos en las grandes transformaciones
del Derecho de Familia y en especial en la configuración de los nuevos principios
que lo informan.
Así, se brinda una sistematización de dichos principios, y se propone avanzar en
su contenido e identificar sus principales manifestaciones en la legislación positiva.
Se plantea como nuevos principios del Derecho de Familia: la protección de la
familia, la protección del matrimonio, la igualdad entre los integrantes del grupo
familiar (de los cónyuges y de los hijos), la protección del más débil en las
relaciones de familia (interés superior del niño y cónyuge más débil), la autonomía
de la voluntad y, por último, el principio de intervención mínima del Estado.”91
LEPIN, Cristián (2014). “Los nuevos principios del derecho de familia”, Revista Chilena de Derecho Privado,
91
Nº 23, p. 9.
207
En suma, es necesario clarificar con cierta precisión cuál de estas acepciones de
principios jurídicos estamos usando, y si es necesario recurrir a esta herramienta cuando
sostengamos un argumento jurídico, tanto con fines de interpretación, como con fines
de integración.
La Equidad
208
loable; porque, si son diferentes, o lo justo no es bueno o lo equitativo no es
justo; y si ambas son buenas, son la misma cosa.
Así, lo justo y lo equitativo son lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor
lo equitativo. Lo que ocasiona la dificultad es que lo equitativo, si bien es justo,
no ]o es de acuerdo con la ley, sino como una corrección de la justicia legal. La
causa de ello es que toda ley es universal y que hay casos en los que no es posible
tratar las cosas rectamente de un modo universal. En aquellos casos, pues, en
los que es necesario hablar de un modo universal, sin ser posible hacerlo
rectamente, la ley acepta lo más corriente, sin ignorar que hay algún error. Y no
es por eso menos correcta, porque el yerro no radica en la ley, ni en el legislador,
sino en la naturaleza de la cosa, pues tal es la índole de las cosas prácticas. Por
tanto, cuando la ley presenta un caso universal y sobrevienen circunstancias que
quedan fuera de la fórmula universal, entonces está bien, en la medida en que
el legislador omite y yerra al simplificar, el que se corrija esta omisión, pues el
mismo legislador habría hecho esta corrección si hubiera estado presente y
habría legislado así si lo hubiera conocido.
Por eso, lo equitativo es justo y mejor que cierta clase de justicia, no que la
justicia absoluta, pero sí mejor que el error que surge de su carácter absoluto. Y
tal es la naturaleza de lo equitativo: una corrección de la ley en la medida en
que su universalidad la deja incompleta. Esta es también la causa de que no
todo se regule por la ley, porque sobre algunas cosas es imposible establecer una
ley, de modo que es necesario un decreto.
Queda claro, pues, qué es lo equitativo y qué lo justo, y qué clase de justicia es
mejor. Con esto queda también de manifiesto quién es el hombre equitativo:
aquel que elige y practica estas cosas justas, y aquel que, apartándose de la
estricta justicia y de sus peores rigores, sabe ceder, aunque tiene la ley de su
92
En la construcción de las piedras poligonales se usaban reglas de plomo para lograr encontrar otra piedra
que encajara perfectamente con la ya colocada.
209
lado. Tal es el hombre equitativo, y este modo de ser es la equidad, que es una
clase de justicia, y no un modo de ser diferente.”
“El carácter abstracto y general de las leyes es causa de dos situaciones que son,
precisamente, las que se intenta corregir por medio de la equidad: por una parte,
la imposibilidad de establecer una ley sobre ciertas cosas; y, por otra, la
imposibilidad de que las leyes puedan prever todas las particulares
circunstancias de los casos o hechos regulados por ellas y que tendrán que ser
conocidos y sentenciados por los jueces.
Piensa Aristóteles, por lo mismo, que la sentencia del juez se acomoda mejor a
los hechos que la disposición abstracta y general de la ley, al modo de "la regla
210
de plomo usada en la arquitectura de Lesbos, regla que se acomoda a la forma
de la piedra y no permanece la misma".
211
furioso pide que se le devuelva la espada que dio en depósito. En este caso, el
juez tendría buenas razones para no decidir conforme lo justo según la ley,
porque si bien existe y es justa la norma abstracta y general que da derecho al
depositante a recuperar la cosa dada en depósito, en la situación del loco furioso
que reclama la devolución de su espada no sería justo resolver conforme a esa
norma puesto que, de hacerlo, se seguirían consecuencias inconvenientes.
¿Cuáles? Las que se siguen siempre que un loco furioso circula armado entre
sus semejantes.
Por ello es que Tomás de Aquino se refiere a la equidad como "los preceptos
concretos de los hombres prudentes". Por eso es también que a la equidad se la
llama "justicia del caso particular".
212
produjeran, de modo que resulta razonable que sea el juez quien evite
finalmente que se produzcan.
213
particulares. La prudencia, por tanto, es práctica; así que es preciso poseerla en
lo general y en lo particular, y más bien en esto último".
Tal como ha sido señalado, para dar la solución de equidad, esto es, para llegar
a formarse una idea acerca de qué sea lo justo a resolver en el caso de que se
trata, el juzgador cuenta no sólo con su prudencia, sino con determinados
antecedentes o factores que coadyuvan a formar el criterio del juzgador. A tales
antecedentes y factores puede llamárseles, por lo mismo, "fuentes de las
decisiones equitativas" (…)”.
«Podría ocurrir que la ley, que es ciega y clarividente a la vez, fuera, en ciertos casos,
demasiado rigurosa»
El prof. Atria comentando este texto señala lo siguiente:
¿Qué quiere decir que la ley sea ciega y clarividente a la vez? Como eso es una
caracterización de la ley, y no una identificación de un defecto eventual (el
defecto es el exceso de rigurosidad, que ocurre «en ciertos casos»), debe
descansar en el tipo de estándar que la ley es. Y aquí podemos aprovecharnos
de lo ya dicho en el capítulo 2: es ciega y clarividente porque es una regla como
práctica, no una regla como resumen. Que sea una regla como práctica implica
que las consideraciones que justifican la regla son irrelevantes al momento de
determinar qué es lo que ella implica para un caso particular. La ley es un
estándar formal cuyas consecuencias jurídicas se siguen cuando se verifican las
condiciones de las que ellas dependen, lo que excluye la pregunta de si en ese
caso particular lo que la ley pretendía evitar o fomentar se logra evitar o
fomentar. Esto hace a la ley ciega: ciega a las características adicionales de los
casos particulares a los cuales ella se aplica. Pero no es ceguera irracional (…)
por ahora podemos decir que al vincular genéricamente una determinada
consecuencia a la ocurrencia de ciertos eventos la ley permite que las cuestiones
genéricas sean discutidas y tratadas por referencia a las razones que se aplican
genéricamente, diferenciándolas de las razones que surgen del caso especial. Es
respecto de estas que la ley es ciega.
214
Ceguera y clarividencia, entonces, son dos caras de la misma moneda. No es
que la ley sea ciega y clarividente. Es clarividente porque es ciega. La ceguera y
la clarividencia de la ley no son, en otras palabras, sino una y la misma
característica: su formalidad, que excluye la consideración de lo que no es
relevante y así hace posible una decisión del caso, único e irrepetible como todos
los casos, de acuerdo solamente a lo que es relevante; o, para anticipar una
formulación que usaremos más adelante, hace probable lo improbable. (…)
Que la ley sea demasiado rigurosa significa que, dado su sentido, la solución
para un caso es inapropiada, dadas las características de ese caso. Es decir, que
se trata de un caso de lo que hoy se denomina derrotabilidad.
Esta idea vincula los elementos que hemos estado comentando del pasaje de
MONTESQUIEU: la ley no es ciega y clarividente, es clarividente porque es
ciega; y no es que sea ciega y clarividente y además demasiado rigurosa en
algunos casos; es demasiado rigurosa en algunos casos porque es ciega.
Pero ocurre que en años recientes, la distancia de la forma de la ley ha ganado aprecio y
se ha incrementado la apelación a la equidad, en cuanto camino que conduciría a la
justicia material, que a su vez sería superior a la formal.
“ATIYAH nota que «en los años recientes» (escribiendo en 1984) ha habido una
sistemática decadencia «en el derecho de contratos y, en verdad, probablemente
en todo el derecho» del peso de las razones de forma. El caso del derecho de
contratos, en particular a la luz del surgimiento del derecho de protección al
consumidor, es especialmente claro en esto:
215
Cada vez más los tribunales parecen dispuestos a explorar la transacción,
abrirla, e ir más allá de las razones de forma, y atender a las razones de
sustancia para la creación o negación de las obligaciones (ATIYAH, 1984:
116).
Cuando el juez decide por aplicación formal de la ley, por ejemplo, esa decisión
formal (en tanto se niega a considerar las razones de sustancia para la norma
legal) no es (por esto) arbitraria, porque si bien la cuestión sustantiva de si hay
o no buenas razones para la correlación abstracta que contiene la ley entre el
caso genérico y la solución genérica es excluida de consideración, dichas
razones han sido consideradas por el legislador. No se trata de. que la cuestión
no sea considerada, sino que ya ha sido considerada. Nótese que la decisión que
el juez se rehúsa a revisar es la decisión del caso genérico, no la del caso
específico.
216
Aquí la forma se transforma en pura forma, «ritualismo» irracional.
Así las cosas, las razones formales («excluyentes») que justifican que el juez
decida sin considerar las cuestiones sustantivas, son modos institucionales de
proteger competencias asignadas a órganos que, por distintas razones, están en
mejor posición que el juez para decidir la pregunta por la justificación de las
reglas, es decir, para decidir sobre si una decisión va o no en el interés de todos
(razonamiento formal como desplazamiento de la sustancia; véase ATIYAH,
1984: 117-118).” bien, es precisamente esta respuesta la que no está disponible
cuando se trata de un caso de expresión impropia. La objeción del afectado
ahora no será a la solución genérica con la que la ley correlaciona un caso
genérico, sino al hecho de que su caso no es, propiamente hablando, una
instancia del caso genérico decidido por el legislador, a pesar de que conforme
a la expresión de la ley sí lo es. En otras palabras, la queja es que al legislar el
legislador no consideró casos como el suyo. La regla que prohíbe vehículos en
el parque ha de ser entendida en el sentido de que el legislador ponderó el interés
de los que quieren usar sus vehículos en el parque y el de los usuarios del parque
por un entorno tranquilo y seguro. Hecha esa ponderación, decidió que iba en
el interés de todos que el primero cediera (en determinadas condiciones) ante el
segundo. Sin embargo, esa ponderación no tiene consecuencia alguna para la
pregunta de si es o no permisible usar un vehículo en un memorial a los caídos
a ser erigido en el parque, porque los intereses que resultan afectados en este
217
caso, dado lo peculiar de él, son distintos a los que aparecen envueltos en los
casos típicos de aplicación. Solo estos fueron ponderados por el legislador.
Del mismo modo, la regla que prohíbe dormir en la estación no refleja un juicio
legislativo sobre cómo han de ponderarse los intereses de los usuarios de la
estación y los del pasajero cansado que espera su tren atrasado, de modo que la
decisión legislativa fue que va en el interés de todos que el segundo ceda ante
los primeros. Habrá que decir (por ejemplo) que los intereses ponderados fueron
otros, los que están presentes en los casos típicos (el de unos por usar la estación
sin que bancos estén ocupados por sujetos que ocupan a la estación como
refugio y el de estos de usar la estación para pasar la noche).
218
Para finalizar les dejo este texto del ex ministro de la Corte Suprema Carlos Cerda
Fernández.
1. FORMULACION DE UN CASO
2. LA NORMA
¿Cuál es el hecho normado? ¿El de ponerse más o menos género sobre el cuerpo?
(y en ese evento, ¿cuál sería el límite del más y cuál el del menos?).
¿O el de atentar contra la moral? Eso. por una parte: determinación del elemento
fáctico-normativo.
3. EL HECHO
Y por la otra: ¿Qué hecho se tendrá por establecido? ¿El de haberse puesto esa
cantidad mayor o menor de trapos?
Pero a estas alturas Uds. ya están tallando con un tercer factor o elemento, el de
las consecuencias jurídicas que queremos asignar a la decisión. En efecto:
Ese era el efecto jurídico que querían se siguiera de su sentencia. Para ello
hicieron dos cosas:
93
Charla a alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Santiago. 7 de mayo de 1990.
94
Diez P.. Luis, op. cit., pág. 274. Véanse págs. 165 y 166 de esta obra.
219
- sostuvieron que la norma prohibía cualquier ofensa a la moral, como por
ejemplo, andar en las playas con el vientre, las caderas y algo más al aire, y
b) Para los jueces de la sentencia del 26 de febrero de 1970 lo justo era absolver
a la niña. Para conseguir esa consecuencia jurídica dieron los siguientes pasos:
- tuvieron por probado que el uso del bikini no era inmoral a los ojos de la
sociedad española de la época.
5. ESQUEMA DE LA DECISION
Parece ser que la decisión se elabora a base de los dos elementos propuestos en
nuestro ejemplo:
- fijación del alcance de la norma, y
- precisión de lo ocurrido, esto es, del hecho contencioso o controvertido.
Parece ser, también, que esa decisión busca el efecto o consecuencia jurídica
estimado justo.
Si esto es así, quiere decir que los tres elementos -normas, hechos y
consecuencias jurídicas- están estrechamente relacionados, de tal manera que
los unos se determinan a los otros.
El juez conoce el caso: lee el parte en que se denuncia a la niña del bikini. El
juez conoce el ordenamiento jurídico. No quiere infringirlo, muy por el
contrario. Pero él también está inserto en la sociedad. A lo mejor tiene señora e
hijas que usan tanga. O a lo mejor castigó a las hijas por haberlas sorprendido
en el gran pecado de exhibirse en tanga en alguna piscina de una amiga...
220
Por el contrario, puede que nuestro juez vea en el desnudo el acto inofensivo
por excelencia. Y en el cuerpo de la niña a la que se le pide juzgar, la más excelsa
obra de arte natural. Interrogándola ha podido calibrar la inocencia e
ingenuidad de una joven que se solaza en "exportar" su pureza a los cuatro
vientos y que, con toda espontaneidad, es feliz con su presencia femenina.
Al juez anciano le enseñaron de niño que el cuerpo era malo y que había que
esconderlo.
7. LA CONVICCION
Todo esto hace que, conociendo la situación concreta, identificándose con ella,
compenetrándose al máximo sobre la misma, el juez adopte ante ella una
posición que le muestra como justa una determinada consecuencia jurídica.
Surge entonces una primera convicción, una primera claridad.
Para el juez más anciano y "cerrado" ella será: hay que sancionar. Eso es lo justo
para él. Responsablemente. Es lo que el derecho pide. Lo que la norma exige.
Petra el juez más joven y "abierto", la convicción irá por el lado de la absolución.
8. FUENTES DE LA DECISION
221
e) la fuente consensual. Se presenta bajo esta fórmula: para que mi decisión -
sentencia- sea aceptada, creída, respaldada por la mayoría ciudadana, debe
justificarse en términos tales que se la considere legítima. Debe generar
consenso.
Factor fundamental éste, en el que influye la visión que el juzgador tiene de las
cosas, su manera de entender y enfrentar la vida, su jerarquía de valores, su
historia y proyección personales.”
Cerda, Carlos (1992). Iuris dictio, Editorial Jurídica de Chile, pp. 253-257.
222
Capítulo IV
Jurisprudencia
La sentencia es el acto -y también el documento en el que consta dicho acto- por el cual
el tribunal dicta la solución al caso concreto que se le ha pedido resolver, conforme el
derecho vigente.
“La ciencia del derecho. Justiniano la definió: Divinarum atque humanarum rerum
notitia, justi injustique scientia; el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la
ciencia de lo justo y de lo injusto. Las primeras palabras de esta definición
pertenecen á la definición de la filosofía, de manera que el sentido es que la
jurisprudencia es la filosofía que consiste en la ciencia de lo justo y de lo injusto.
Así pues la jurisprudencia no consiste solamente en el conocimiento de las leyes,
usos y costumbres, sino que exige también una noticia general de todas las cosas
sagradas y profanas á que pueden aplicarse las reglas de la justicia. Otros definen
la jurisprudencia diciendo ser: el hábito práctico de interpretar rectamente las
leyes y de aplicarlas oportunamente á los casos que ocurren. También se llaman
jurisprudencia los principios que en materia de derecho se siguen en cada país
ó en cada tribunal; el hábito que se tiene de juzgar de tal ó tal manera una misma
cuestión; y la serie de juicios ó sentencias uniformes que forman uso ó
costumbre sobre un mismo punto de derecho.”
Dado el rol fuerte que posee la jurisprudencia en el sistema del commom law, allí hay
conceptos más desarrollados que las últimas décadas se han comenzado a emplear
también en el sistema continental. Vamos a revisar algunos:
223
Un “leading case” (UK95) o un “landmark case” (USA96), en el contexto anglosajón, es un
específico tipo de fallo que resuelve de una cierta manera un tipo de casos.
“El “caso líder” es el que inicia una tendencia, pero esta puede ser referida a
una cuestión puntual y no importante para el sistema jurídico en su conjunto
(p.ej., si se aplica o no el plazo de gracia en determinado procedimiento).
Un ejemplo recuente de este tipo de fallos es Obergefell v. Hodges 576 U.S. (2015),
dictada el 26 de junio de 2015 sobre matrimonio igualitario. La redacción de la Opinión
de la Corte fue entregada por el Justice Kennedy, y su párrafo final ha sido ya muchas
veces citado en otros tribunales98.
“Ninguna unión es más profunda que el matrimonio, ya que encarna los más
altos ideales de amor, fidelidad, dedicación, sacrificio y familia. En la formación
de una unión matrimonial, dos personas se convierten en algo más grande de lo
que eran. Como algunos de los peticionarios en estos casos demuestran, el
matrimonio representa un amor que puede durar incluso pasada la muerte.
Decir que estos hombres y mujeres le faltan el respeto a la idea del matrimonio
sería no comprenderles. Su reclamo es que sí la respetan, y la respetan tan
95
Puede accederse a la Supreme Court UK en https://www.supremecourt.uk/ También cuenta con un
canal en YouTube donde suben las audiencias https://www.youtube.com/user/UKSupremeCourt
96
Puede accederse a SCOTUS aquí https://www.supremecourt.gov/ Los audios de alegatos pueden
accederse de https://www.c-span.org/supremeCourt/
97
http://www.saberderecho.com/2006/02/sobre-fallos-importantes-fallos.html
98
P. ej. en la Corte Constitucional de Colombia, Sentencia SU-214 de 28 abril de 2016.
224
profundamente que tratan de encontrar su cumplimiento por sí mismos. Su
esperanza es no ser condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las
instituciones más antiguas de la civilización. Ellos piden igual dignidad ante los
ojos de la ley. La Constitución les otorga ese derecho.
La sentencia de la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito es revocada.
Así se ordena.”
P. ej. hoy la Corte Suprema -en especial su Segunda y Tercera Sala- comienza sus
considerando con el argumento de derecho internacional de los derechos humanos, y
luego va al derecho interno.
99
Un sitio con todos los case law estadounidenses es
https://caselaw.findlaw.com/courts/United%20States
225
Por eso resulta muy preocupante que se constate jurisprudencia zigzagueante, como el
profesor Vergara ha demostrado en un exhaustivo y detallado estudio sobre la Tercera
Sala de la Corte Suprema, en cuyas conclusiones se observa
226
especialistas de las demás materias respectivas, exhibir la escena de eventuales
vacilaciones o zigzagueos de la respectiva jurisprudencia.”100
100
Vergara, Alejandro (2019). “El derecho administrativo ante la jurisprudencia de la Corte Suprema:
Líneas y vacilaciones. Veinte temas, diez años (2008-2018)”, Revista de Derecho Administrativo Económico
28, pp. 5-175.
101
El artículo 3 inciso 2° del Código Civil señala: “Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria
sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren”, pero pareciera que ello está dirigido a
las partes y a los justiciables en general, lo que no obsta a una cultura de precedentes, y lo mismo cuenta
en relación con la independencia ministerial de los jueces. Se trata de temas que solo menciono y no puedo
profundizar.
227
Los jueces, en especial quienes integran la Corte Suprema, deben intentar evitar
cambios bruscos de criterio. Pero suelen ser vacilantes y parecieran no darse
cuenta de que con ese actuar rompen un valor y una conducta que se espera de
ellos: el respeto de los precedentes. En ese sentido, cabe observar los efectos que
los cambios bruscos de precedentes tienen en la sociedad. Pareciera que la
jurisprudencia de precedentes más o menos sostenidos en el tiempo tienen
consecuencias sociales positivas, y los jueces debieran promover eso. Además,
los precedentes dan certeza a los ciudadanos y contribuyen a una más perfecta
conciencia de que en democracia la ley no es la única fuente del derecho, si bien
esta es la más importante por su generalidad y posibilidad de coacción, y a ella
deben ajustarse los particulares, autoridades y jueces en primer término.
228
3) La ley obliga a todas las personas, es general y universal en sus efectos;
mientras que la sentencia del juez sólo obliga a las partes que litigan102; por eso
se dice que la sentencia produce efectos relativos. Y es natural: sólo los
individuos que litigaron hicieron oír su voz; todos los demás han sido ajenos a
la contienda, de manera que, de acuerdo con el inmemorial adagio que nos
viene desde la Biblia, es lógico que no sean condenados antes de ser oídos. En
este principio sencillo radica el fundamento filosófico de la relatividad de efectos
de la sentencia judicial.
El artículo 3º, inciso 2º, del Código Civil, consagra el principio expuesto, al
decir: “Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las
causas en que actualmente se pronunciaren”.
Otro caso: según el artículo 1246, “el que a instancia de un acreedor hereditario
o testamentario ha sido judicialmente declarado heredero, o condenado como
tal, se entenderá serlo respecto de los demás acreedores, sin necesidad de nuevo
juicio”. Si Pedro demanda a Juan para que se le declare heredero de Diego y si
el juez así lo declara, quiere decir, en virtud de la citada disposición, que Juan
será heredero con respecto a todos los acreedores hereditarios y testamentarios,
porque la calidad de heredero no es divisible; no se puede ser heredero con
respecto a una persona y no serlo con respecto a las demás.
4) La ley nace por acto espontáneo de los legisladores; no así la sentencia, que
es producto del requerimiento de las partes que tienen intereses con conflicto.
Como la misión del legislador es velar por los intereses colectivos, tiene la
iniciativa de las leyes que la necesidad social reclama; en cambio, el juez no la
tiene con respecto a sus sentencias, pues él sólo puede ejercer su ministerio a
petición de parte, salvo en los casos que la ley faculte para proceder de oficio
(Código Orgánico de Tribunales, artículo 10). ¿Qué significa proceder de oficio?
Significa proceder por iniciativa propia, sin que nadie requiera su intervención.
102
Luis Claro Solar, Explicaciones de Derecho Civil, tomo I, p. 32.
229
El juez sólo puede proceder en esta forma por excepción, cuando una ley
especialmente lo autoriza, como en el caso de los delitos que dan acción pública
o, en materia civil, cuando se trata, por ejemplo, de la nulidad absoluta, la cual
puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece
de manifiesto en el acto o contrato (artículo 1683).
“Los precedentes son decisiones previas que funcionan como modelos para
decisiones posteriores. Aplicar lecciones del pasado para resolver problemas del
presente y el futuro es una parte básica de la razón práctica humana. En
consecuencia, hay
230
El conjunto de precedentes disponibles para su consideración en cualquier
entorno legal representa, en el mejor de los casos, una acumulación de sabiduría
del pasado. No siempre hay, y ciertamente no tiene por qué haber, una
coincidencia absolutamente perfecta entre un nuevo caso para tomar una
decisión y un precedente único. Es más probable que, para cualquier caso
nuevo, un conjunto de autoridades previas proporcione una gama de patrones
similares, al menos persuasivamente, que se pueden adoptar o adaptar para
resolver el problema actual. El derecho basado en precedentes, "jurisprudencia",
como se le llama a menudo, es una forma de derecho con gran antigüedad.
Sólo más tarde es posible una codificación completa del derecho a través de una
legislación cuidadosamente diseñada, y la ley de estatutos puede entonces
reemplazar en gran medida a la jurisprudencia como depósito fundamental de
los conceptos básicos del derecho. Sin embargo, sigue siendo necesario
interpretar los códigos, y llegar a glosarlos en un cuerpo de interpretaciones
precedentes. Si bien uno puede imaginar un cuerpo de jurisprudencia pura como
un orden legal viable, es difícil concebir [sólo] un derecho de estatutos, incluso
bajo la codificación más completa.
Los precedentes, dijimos, son decisiones previas que funcionan como modelos
para decisiones posteriores. Los precedentes autorizados son decisiones previas
que, por alguna razón, se deben utilizar como modelos de gobierno para
decisiones posteriores.
Los jueces son muy conscientes de que sus decisiones contribuyen al desarrollo
del derecho y, por lo tanto, tienen en cuenta las cuestiones de política y de
principios al trabajar en pos de sus decisiones.
231
Como generalización muy amplia, esto probablemente sea válido en todas
partes, pero existen diferencias considerables en un nivel de mayor detalle. Los
sistemas legales difieren notablemente sobre la cuestión de cómo y hasta qué
punto requieren o esperan que los jueces y otros observen los precedentes como
modelos rectores de la decisión. Por lo tanto, arroja una luz penetrante sobre el
funcionamiento de un sistema considerar exactamente dónde se encuentra ese
mismo sistema en estas preguntas, y desde un punto de vista comparativo, uno
logra un sorprendente conjunto de contrastes al observar juntos uno o varios
sistemas con estas preguntas en mente. Diferenciar los sistemas 'civil' de los del
'common law' es un lugar común entre los abogados. Es un conocimiento trillado
que los precedentes cuentan menos en los sistemas legales civiles que en los del
derecho consuetudinario, y en ocasiones se ha dudado de que representen algo
importante en los sistemas civiles. El presente trabajo muestra que la duda es
infundada. Aquí se muestra que el precedente cuenta mucho en los sistemas
civiles. La tendencia a la convergencia entre sistemas de los dos tipos es un
hecho destacado de finales del siglo XX, aunque persisten diferencias reales,
algunas de gran importancia.”103
Sobre la jurisprudencia como fuente del derecho la lectura tradicional del inciso 2° del
art. 3°-como la de Vodanovic- niega lugar a esa propiedad.
Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas
en que actualmente se pronunciaren
Esto ha sido recientemente discutido por varios autores. Entre esas voces críticas destaca
la prof. Daniela Accatino:
103
McCormick, N., Summers, R. y Goodhart A. (1997), Interpreting precedents, Routledge
232
legales que deban ser resueltos por el juez, x resta todo interés a la discusión
sobre la relevancia de las decisiones judiciales anteriores como modelos para la
decisión de casos futuros. Pero es importante no confundir las dos preguntas
que pueden estar envueltas bajo una misma noción —la de la jurisprudencia
como "fuente del derecho".
Como decía, el sistema jurídico chileno, como los demás sistemas de tradición
europeo-continental, responde a un modelo de derecho legislado, y desde sus
inicios republicanos parece haberse tomado en serio las admoniciones
modernas contra con el common law,104 al promover a través de la codificación
la conformación legislativa del derecho. La consecuencia fundamental de la
pertenencia a esta tradición es, en el plano que nos interesa, la ausencia de una
regla de reconocimiento que identifique a las decisiones judiciales anteriores
como expresivas de normas jurídicas que puedan invocarse como premisas
mayores en la justificación de una decisión judicial.105 Este es el punto en el que
nos diferenciamos —y seguimos diferenciándonos— del case law anglosajón: los
precedentes judiciales no son fuente de normas jurídicas (de "reglas primarias",
en el lenguaje de Hart) y por ello no pueden invocarse como única justificación
externa de la premisa normativa en que se funde una decisión judicial posterior.
Dicho de otro modo, la jurisprudencia o los precedentes no forman parte de la
"justificación mínima legal".106 Que los precedentes no sean una fuente de
normas jurídicas no implica, sin embargo, que carezcan de toda relevancia
jurídica en nuestro sistema legal. La noción de fuentes del derecho como fuentes
de argumentos jurídicos —el tercer sentido de la expresión que identificamos en
la sección anterior, vinculado a la función de ciertas reglas de adjudicación—
pretendía, precisamente, iluminar esta posibilidad. Los precedentes judiciales
podrían ser fuente de argumentos jurídicos si a las rationes decidendi expresadas
en su fundamentación y, en particular, los criterios interpretativos adoptados en
ella con respecto al sentido y el alcance de las disposiciones legales aplicadas,
104
Las más célebres son seguramente las de Jeremy Bentham: vid. POSTEMA, G. J., Bentham and the
Common Law Tradition (Oxford: Clarendon Press, 1986), pp. 191-217.
105
Tampoco hay, por supuesto, alguna regla de cambio que confiera a los órganos jurisdiccionales
potestad para crear normas generales a través de un determinado procedimiento. En nuestro sistema
jurídico, el artículo 3° inciso 2° del Código Civil podría ser leído como la exclusión expresa de una regla
de cambio de este tipo. Incluso en los sistemas de common law los precedentes parecen corresponder más
bien a una "fuente reconocida" que a una "fuente formal". Un interesante análisis puede verse en
WALDRON, op. cit. en n. 15, p. 336, donde recoge una cita de Austin, en la que afirma respecto de los
precedentes el juez "legislates as properly judging, and not as properly legislating" (AUSTIN, J., Lectures
ora Jurisprudence, 1885, p. 315).
106
Cfr. WROBRELSKI, J., "Motivation de la décision judiciaire", en PERELMAN, Ch. y p. FORIERS (eds.),
La Motivation des Décisions de Justice: Etudes (Bruselas: E. Bruylant, 1978), pp. 118 y ss.; ACCATINO, D., "El
precedente judicial en la cultura jurídica chilena", en 20 Anuario de Filosofía Jurídica y Social (2002), p. 568.
233
les fuera reconocido algún tipo de valor justificativo para la decisión de casos
futuros.107»
Accatino, Daniela (2014). “Una revisión del concepto de fuentes del derecho a
propósito de la posición de los precedentes judiciales en el sistema jurídico chileno”.
En: Grez, P., Willenman, J., Fuenzalida, P. Una vida en la Universidad de Chile.
Celebrando al profesor Antonio Bascuñán Valdés, Thomson Reuters La Ley, pp. 198-207.
(b) Excepción de Cosa Juzgada: a las partes que intervinieron en un juicio se les reconoce
el derecho de impedir que se vuelva a ventilar ante la justicia el mismo asunto que ya ha
sido objeto de un pronunciamiento.
Producen cosa juzgada las sentencias ejecutoriadas, esto es, aquellas en contra de las
cuales no procede recurso alguno, sea porque se han interpuesto y han sido fallados, sea
porque ya han vencido los plazos para hacerlo, sea porque simplemente el legislador los
ha hecho improcedentes (Código de Procedimiento Civil, art. 174).
Volvamos a Vodanovic para revisar
“COSA JUZGADA FORMAL Y COSA JUZGADA MATERIAL
a) Toda resolución que adopta el juez en el curso de un proceso despliega de
inmediato sus efectos en éste. Pero tal decisión no adquiere, sin más, carácter
de inmutable. La ley, comprendiendo que el juez puede equivocarse, franquea
medios o recursos para impugnar el pronunciamiento y obtener, si cabe, la
modificación o nulidad del mismo. Sin embargo, llega un instante en que dentro
del proceso las resoluciones ya no pueden alterarse, porque los recursos o
medios de impugnación ordinarios se han agotado o no se han ejercitado en
tiempo oportuno o en forma legal. Entonces la decisión judicial adquiere
107
Este es el sentido en que son relevantes los precedentes en los países anglosajones en el ámbito del
statute law, y, en Estados Unidos, también en el derecho constitucional.
234
firmeza o fuerza de cosa juzgada formal, y toda discusión sobre el asunto
resuelto queda “precluida”,1 definitivamente terminada.
c) Las diferencias entre cosa juzgada formal y cosa juzgada sustancial son claras.
Mientras la primera se manifiesta en el mismo proceso en que se dictó, la
segunda se proyecta fuera del juicio terminado por la resolución ejecutoriada,
pues liga o vincula a los tribunales a dicha resolución en cualquier proceso
posterior e incluso a autoridades diversas de la judicial. Ni el Presidente de la
República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, hacer revivir procesos
fenecidos (Constitución Política, art. 73).
235
sólo cosa juzgada formal, como sucede con las sentencias que fallan la denuncia
de obra nueva ordenando la suspensión de la obra y las que desechan la
demanda de obra ruinosa.”
108
Díaz, Luis Iván. (2015). Diez razones para incorporar el seguimiento del precedente en Chile. Revista
de Derecho (Coquimbo), 22(2), 139-171
236
deben jamás entrar en la balanza que pesa los intereses más caros a la sociedad;
i los que tienen a su cargo esta importante regulación deben hallar en el código
político una garantía que los ponga a cubierto de las consecuencias que traiga
sobre ellos cualquier paso que no sea una infracción de lei en el ejercicio de su
ministerio”.
Andrés Bello. El Araucano, 1837
“La actitud adoptada durante el régimen militar por el Poder Judicial produjo,
en alguna importante e involuntaria medida un agravamiento del proceso de
violaciones sistemáticas a los derechos humanos, tanto en lo inmediato, al no
brindar la protección de las personas detenidas en los casos denunciados, como
porque otorgó a los agentes represivos una creciente certeza de impunidad por
sus actuaciones delictuales”
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (conocida como Comisión
Rettig)
“El hecho ocurrió hace unos pocos meses en una de las Salas de la Corte
Suprema de Chile, que recibía -sólo temporalmente- por primera vez como
ministro suplente a Carlos Cerda Fernández, actual ministro titular de la Corte
de Apelaciones de Santiago, quien en el año 1986, en plena dictadura militar
procesó a 40 oficiales en servicio activo de la Fuerza Aérea de Chile, miembros
del denominado Comando Conjunto, que a mediados de los 70’s secuestró e hizo
desaparecer a 13 dirigentes del Partido Comunista. En aquel entonces, su
resolución fue revocada por la Corte Suprema, que aplicó la ley de amnistía de
1978 junto con decretar el sobreseimiento definitivo y archivo de los
antecedentes. La negativa de Cerda a dar cumplimiento a la resolución superior,
asilada en que era manifiestamente contraria al derecho vigente, casi le costó la
salida del Poder Judicial, pues significó que en el proceso regular de calificación
anual fuera evaluado en lista 4, que significa remoción inmediata, siendo subida
su calificación a lista 3, luego de apelar de la nota.
- Señor -le dijo con respeto reverencial- ¿le preparo el proyecto de resolución?
237
¡Indelegable!”
“Lo que hoy solemos entender por Poder Judicial en Chile encaja, con un alto
grado de ortodoxia y casi sin contratiempos, en lo que la teoría denomina -de
las más variadas formas y aludiendo al mismo fenómeno organizacional-
modelo napoleónico, piramidal, jerárquico o tecno-burocrático de organización
de la magistratura.”
238