RE-VERSIONES - Gabriel Pabon
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RE-VERSIONES - Gabriel Pabon
C U E N T O S
A Consuelo Sdnchez,
por su tenacidad
sin cuento
Disefio Cubierta:
Gabriel Pab6n - Net Educativa
Ilustraci6n: La Minotauromaquia
Picasso, 1936
h p r e s o en Colombia
por Net Educativa
La sal de Lot ................................................... 9
Escogencia .................................................... 11
Otras historias ........................................ 13
La otra ruta del Quijote.............................. 15
Odisea 2000 ..................................................19
Malas cuentas ........................................ 23
A1 principio .................................................. 27
Abrir o no abrir ........................................29
Pacto diab6lico ........................................33
Encuentro casual ...................................:.....37
Edipo sale de Tebas .....................................39
La lecci6n ......................................................43
El desande ....................................................45
Diario de guerra ..........................................47
La mala cifra ................................................51
El descubrirniento....................................... 53
A1 pie de la letra .......................................... 55
Gabriel Pabo'n Villamizar
18. En la encrucijada .........................................59
19. El Congreso ..................................................61
20. El dramaturgo ................................. ..;. . . .65
21. La secta de La Gorgona .............................. 67
22. Casandra .....................................................71
23. Proteo ...........................................................75
24. Consecuencia .............................................. 77 La sal de Lot
25. 'iTltimo capitulo ......................................... 79
No porque se hubiera vuelto una estatua
de sal, Lot abandon6 a la fisgona de su mujer
en las afueras de Sodoma y Gomorra. Todo lo
contrario: con el esmero que pudo, la llev6 a
cuestas hasta su hogar, y alli le destin6 un lu-
gar privilegiado en la cocina.
Dicen que cuando una pareja descendien-
te de la mujer de Lot contrae matrimonio, 10s
recikn casados adquieren el derecho de pelliz-
car la estatua y sazonar sus comidas con esa
sal de ligero sabor a fuego, azufre y pecado.
El efecto afrodisiaco, aseguran, es incom-
parable.
Gabriel Pabab6n Villarnizar
Escogencia
A1 hombre le dieron a escoger: poseer la
mujer mds bella del mundo o escribir el mejor
libro jamis sofiado.
Pens6 que podria escoger el libro y con 61
conquistar a la mujer de sus suefios.
Pero alguien le aconsej6 escoger a la mu-
jer: ella le inspiraria el libro.
Opt6, efectivamente, por la mujer.
Con ella fue feliz y su historia produjo la
novela mds dulzarrona y mediocre que jamds
nadie se hubiera atrevido a escribir.
Gabriel Pabdn Vilhmizar
Otras historias
En el mundo hay historias muy conocidas
que hubieran podido conocer otro desenlace.
Un final triste.
Por ejemplo: esa guerra de diez afios, que
tantos sacrificios cost6 a 10s aqueos "y tantas
almas les mand6 a1 Moiras" hubiera podido
terminar con un descalabro hist6rico si la de-
serci6n de Aquiles hubiera prosperado.
Por ejemplo: la historia de aquel navegan-
te que gast6 diez aEios.en regresar a su Itaca
amada, hubiera podido irse a pique con u n sim-
ple naufragio.
Pero mas triste que todas, hubiera sido la
historia de un Hernin Cortks que, luego de
quemar sus propias naves antes de empren-
der la conquista de Mkjico, se viera obligado a
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Odisea 2000
La firma le hizo a Ulysses Smith una ofer-
ta que 61no pudo declinar: trabajaria diez afios
en el Asia Menor, poniendo su genio a1 servi-
cio de la actualizaci6n informiitica de las em-
presas afiliadas. Las condiciones de trabajo
eran duras, per0 a1 cab0 de esos diez afios,
Ulysses podria regresar a su isla en el Egeo y
disfrutar el resto de sus dias como millonario
ocioso en compafiia de Penny, su joven y en-
cantadora esposa.
Segun el contrato de trabajo, Ulysses no
podia comunicarse con nadie en diez afios.
Cuesti6n de seguridad, le dijeron, y le habla-
ron solemnementede la cornpetencia feroz, del
espionaje industrial y otras sandeces.
El trabajo, hay que decirlo, se hizo lleva-
dero. La empresa habia demostrado ser com-
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prensiva, y en cada sucursal habia puesto a lento de Penny. Ademas, llevaba ya diecinue-
disposici6n de Ulysses una grata compafiia ve afios de ausencia.
femenina con el fin de aliviarle la soledad y Regres6 de inc6gnito a la isla para darle
mitigarle el recuerdo de Penny: en Estambul, la sorpresa a su paciente esposa.
a Eyde Gorme, mujer que mitigaba las tris- Alli se enter6 de que Penny, mujer de trein-
tezas mas hondas con 10s mejores cantos en ta y siete maduros y deseables afios, mantenia
diecisiete idiomas desconocidos; en Esmirna, a raya a 10s mas tenaces pretendientes con una
a Adana Ecevit, que preparaba en la cocina excusa respetable: se decidiria por alguno de
delicias afrodisiacas con arte supremo, y en ellos cuando terminara la novela que estaba
la cama convertia su cuerpo en el mejor de escribiendo.
10s manjares; en Abadan, a Zeila Nekemte, Porque la mujer estaba escribiendo una
de padres etiopes, la mejor contadora y novela. Cualquiera podia verla ,sentada en una
ejecutora de 10s cuentos de las Mil y una no- mesa del cafk-terrazade la ciudad, escriba-que-
ches... Y asi. te escriba en su computador portatil. Algunas
Cuando pasaron 10s diez afios, Ulysses malas lenguas aseguraban que esa mujer era
escribi6 un mensaje a la paciente Penny expli- una embaucadora: borraba de noche lo que
candole que estaba ya de regreso, per0 que se escribia de dia.
demoraria unos meses recorriendo el resto del Son unos brutos. No comprenden el 0350 de
mundo, dizque por curiosidad antropol6gica. escritor, decia Ulysses.
Algunos dicen que dedicd todo ese tiempo a Una buena noche, Ulysses decidi6 que era
conocer cada uno de 10s burdeles del Caribe, hora de apareckrsele repentinamente a su mu-
puta por puta y lupanar por lupanar. jer, mientras ella escribia en el estudio. Penny
Lo cierto es que Ulysses demor6 nueve se quedd con la boca abierta, mirandolo como
afios m6s su regreso. Es verdad que conoci6 a un bicho. Empalideci6. Enrojeci6 y volvi6 a
muchas mujeres, per0 ninguna igualaba el ta- palidecer. A1 fin pudo articular palabra:
Re-Versiones Gabriel Pabo'n fillanlizar
La ultima batalla lleg6 de improviso una En la ruleta rusa apenas se dejaron oir
tarde cualquiera. La derrota habia sido total. veinte disparos sobre ochenta y ocho tentati-
El resultado le habia dado, una vez mas, la ra- vas. Los sesenta y ocho sobrevivientes cava-
z6n a DurAn. Espinel, mientras tanto, agrade- ban, felices, las tumbas de sus veinte
cia que ambos hubieran caido prisioneros y no
",
muertos. "Quierz atin tierze la vida lo tierze fodo
sentenci6 resignado. El grupo de noventa pri-
compafieros rnuertos.
Todos habian pasado por la ruleta. S61o
faltaban Durhn y Espinel.
sioneros sobrevivientes no sabia si debia con- Cuando les lleg6 el turno, Suarez les ex-
formarse con esa idea. )
plicd las nuevas reglas del juego: cada uno, por
El comandante Suarez, vencedor de la separado, tenia un minuto para adivinar cutin-
batalla, habia sido profesor de 16gica en un re- tas balas habia en ese momento en la recamara
mot0 colegio de provincia antes de que comen- del rev6lver que les apuntaba a la frente. Si
zara la guerra; desde entonces tenia fama de acertaba, ya era hombre libre; se equivocaba,
amar 10s acertijos y de actuar con generosidad: y era hombre muerto.
despues de la batalla, 10s noventa prisioneros Le toc6 el turno a Espinel, el "'carzta-
fueron sometidos a la ruleta rusa; asi daba a man"anass':En el fondo de sus ojos todavia guar-
cada uno de 10s prisioneros cinco justas posi- daba un temerosos rescoldo de optimismo.
bilidades -sobre seis- de seguir con vida. Era Gastd todo el minuto olfateando desesperada-
mhs de lo que cualquier prisionero hubiera es- mente en el aire la cifra salvadora. A1 fin res-
perado en esa feroz guerra a muerte. pondid, con un hilo de voz: "Ninguna".
Tan pronto comenz6 la ruleta rusa, alguien El comandante acerc6 el rev6lver hacia
cont6 a1 oido del comandante quienes eran la frente sudorosa del aterrado Espinel, y sol-
D u r h y Espinel. SuArez 10s dej6 para el ultimo t6 el gatillo: click ... click ... click ... click ...
turno. Eran dos exponentes de 16gicasopuestas, click ... click!
y como tales, merecian un tratamiento especial. Espinel habia acertado.
Re-Versiones Gabriel Pabdn Villamizar
Abrir o no abrir
Lo primer0 que hare sera dar cuatro gol-
pes en la puerta: tres cortos y uno largo, como
en la quinta de Beethoven. Me abre la puerta o
no me abre. Si me la abre, es hombre muerto;
si no me la abre, igual me abro yo paso a tiros
con esta dos-caiiones, que cuando vomita car-
tuchos parece un volc6n de pelicula echando
para afuera toda su rabia convertida en lava,
piedra, candela y cuanta mierda encuentra en
sus tripas. Poderosa dos-cafiones.Las balas que
escupe no matan, sin0 que borran cualquier
cosa que le pongan a1 frente, sin excluir la ca-
beza de Garcia, a la que tendre el gustazo de
ver hecha fisica papilla antes de que alcance a
decir esta boca es mia, no joda. Aunque creo
que el carajo de Garcia quedara mufieco sin
abrir la boca para otra cosa que no sea boquear,
Re-Versiones Gabriel P a b h Vilhmizar
porque todo podra estar esperando el muy c6n se te adelant6 unos cuantos minutos y aho-
vivo, menos que me le aparezca con una dos- ra se dispone a ir a tu linda casa donde suefias
cafiones, y ya no a suplicarle mas plazos sin0 a con morirte de viejo o de hijo de puta en uso
cobrarle unas cuantas deudillas. Porque las de buen retiro, con tus perfumadisimas y
platas se pagan con platas, per0 hay otra clase poliglotas hijitas estudiando finanzas en uni-
de deudas que no se pueden pagar como no versidades extranjeras con el propdsito de ve-
sea con la vida, ya te enteraras; claro que cuan- nir a manejar tus pr6speros y cochinos
do empieces a enterarte, te habras cagado de negocios, y en una de esas, quien quita, una de
miedo, Garcia. Me imagino tus ultimos segun- tus nenas liga bien y se casa con un despistado
dos: pensaras en tu mamita, maricdn, y con- con frondoso arb01 geneal6gico para lavar tu
cluiras que no valia la pena dedicarte toda tu apellido; ese suefio se va ir a1 carajo porque
vida a joder a1 prdjimo, sobre todo cuando el Rinc6n te va a hacer una visita no muy grata y
prdjimo decide cansarse y conseguir una dos- a dafiarte un poco el caminado con esta dos
cafiones con el propdsito de borrar tu linda jeta cafiones que tambi6n parece estar impaciente
de este mundo para alegria de unos cuantos a por escupirte la jeta ...
10s que tienes aburridos con tus amenazas. Qu6
dijiste: LARincdn ya lo tengo arrinconado y se Avisamos al lector que aquiRincol'n debio' ziz-
aparecer5 hoy cagado de miedo con 10s dos terrumpri.su mondlogo porque acababa de oti.a al-
paquetes, puntual como un relojito? Pues el guien dando cuatrogolpes en la puerta: tres cortos
que va a arrinconarte soy yo, rata inmunda. y uno largo, como en la quiizta de Beethoven, cosa
Ese es el error de casi todos: en sus cuentas ja- que lopuso apensar side& abrirle, o no, lapuerta
m& incluyen la posibilidad de que alguien de- a Garcia,
cida dafiarles el paseo. Se creen capaces de
anticipar siempre 10s golpes; per0 esta vez al-
guien te madrugb, Garcia; el poca-cosa del Rin-
Gabriel Pab6n Villamizar
La lecdon
Esa mal?ana, el afamado novelista se sen-
tia especialmente molesto. Sus sueiios de la
noche anterior lo habian remitido a su vida de
colegio, 6poca de la que s61o recordaba un caos
de burlas, vulgaridad y discriminaciones.
Ya era de noche y no queria escribir. Sin
embargo, como tenia la mania de no salir de
casa sin haber escrito algo, cogi6 la pluma y
traz6 con energia en la desnuda hoja de papel:
Las cosas que verdaderamente imporfa saber, no
pueden ensefia~se.
Esa noche lig6 en el bar de siempre con
Gino, una nueva criatura de la calle. El joven,
recikn llegado de Italia, lo sorprendi6 con un
arsenal de caricias nuevas que lo dejaron tem-
bloroso y exhausto.
De regreso a casa y antes de tumbarse en
la cama, pas6 por su escritorio. Alli estaba la
Re-Versiones Gabriel Pabo'n Villanlizar
El descubrimiento
El escolar leia que Rodrigo de Triana, an-
tes de aquel12 de octubre, no pudiendo con
su ansiedad, en las Gltimas noches solia escon-
derse en su camarote a gritar secretamente ''tie-
rra, tierra!"
El escolar, fatigado de la lectura, alza su
cara del libro y ve que, desde el puesto de en-
frente, la mujer que ama en silencio le dedica
su primera sonrisa. Entonces se levanta apre-
surado, va a1 rinc6n mAs oscuro de la bibliote-
ca, y se ovilla para gritar sin que nadie lo
escuche: "jcielo, cielo!"
Gabriel Pabdn Villamizar
Al pie de la letra
Ese dia, Juan K., estudiante de letras, se
prepar6 para la comilona de su vida. En el pri-
mer semestre habia escuchado, de un maestro
suyo, que para escribir bien hay que comer li-
bros como loco; de mod0 que 41, a1 final de su
carrera, habia leido no s4 cuhtos libros, y para
cada libro habia llevado cuidadosamente una
ficha en la que resefiaba, con esmerada cali-
grafia de amanuense, el registro de su lectura.
A1 cab0 de 10s cuatro afios de su carrera uni-
versitaria, tenia sobre su vetusto escritorio do-
cenas de columnas de fichas de todos 10s
colores, muy bien ordenadas y clasificadas se-
gun tema, autores, materias, escuelas y estilos...
per0 no habia escrito nada propio: ni una sola
linea que hubiera salido de sus entrafias.
Re-Versiones Gabriel Pab6n ViIlamiuv
A1 rat0 volvid Abraham con 10s primeros -Estiibamos reunidos celebrando nuestro
signos de preocupaci6n. ~Estariabien que fue- Primer Congreso en el subterriineo de
ran cuarenta? Estaria bien. Melquizedeq cuando algo estalld en la super-
Regres6 Abraham luego. Muy cansado, ficie.
per0 todavia con la esperanza viva, consult6 -iiCongreso?! iDe qu6 congreso me ha-
con el juez de la tierra: ~Podrianser treinta? blan? -preguntd Abraham muy extrailado.
Podrian. -Somos un grupo de cincuenta hombres.
Abraham sigui6 apareciendose de cuan- Nos llamamos "El grupo de 10sjustos". Tal vez
do en cuando para regatear, per0 aGn asi no usted haya oido hablar de nosotros...
consiguid ni treinta, ni veinte, ni diez, ni cinco. Abraham se tap6 10s oidos con sus puilos,
iNi un s61o justo habia encontrado en ningu- mientras le pedia a1 Altisimo un justo castigo
na de las dos ciudades pecadoras! por su legendario fracaso.
De mod0 que jfuego y azufre sobre ellas!
Fueron destruidas las dos ciudades con
todos sus moradores y 10s frutos de la tierra.
Una semana despues, cuando aGn subia
el humo de Sodoma a1 cielo como el hum0 de
un horno, Abraham volvi6 para remover 10s
escombros.
Para su sorpresa, se encontrd con un gru-
po de aturdidos sobrevivientes que no acaba-
ban de comprender qu6 habia pasado en la
ciudad. Abraham quiso saber qu4 hacian esos
Gabriel Pabdn Villanzizar
EI dramaturgo
HORACIO: Dices, a quien qutera escuchar-
..
te, que hay a@ podyido en el rezizo de Dina~narca,
pero tz.2 ique'piensas hacer?
HAMLET Nadm.
HAMLET Nada.
HAMLET: Nada.
Era la 6poca en que la muerte hacia sus visitas Hasta el momento se han reportado mis
repentinas con demasiada frecuencia para que de una veintena de casos en 10s mis variados
nadie se preguntara 10s motivos o las razones. lugares del planeta. Pero nadie ha podido pre-
Todo estaba en las manos de Dios. cisar cuil es la imagen de esta nueva Gorgona
Pas6 el tiempo. Durante 10s filtimos siglos que se llevan en sus ojos 10s muertos.
no se tuvieron noticias de esa secta, de gustos A1 cambiar el libro por la pantalla de tele-
tan exquisitos y exclusives; aunque Julio visi6n, la secta de La Gorgona ha demostrado
Cortazar, en un escrito de 1983 testimoniaba una inteligente capacidad de adaptaci6n nun-
que en un pueblo de Escocia se podian conse- ca antes vista en secta alguna.
guir algunos ejemplares de esos libros de tan
extraiia y terrible magia.
A finales del siglo XX, algunos afirman que
la secta ha reaparecido de manera muy curio-
sa: el hombre solitario que a las ocho de la no-
che sea sorprendido en su cama por una
determinada imagen en el momento de pren-
der su televisor, muere instanthneamente y su
cuerpo queda como petrificado, con 10s ojos
muy fijos, muy abiertos.
Asi se han encontrado en diferentes par-
tes del mundo algunos cadhveres tres dias des-
pu6s de su muerte, cuando 10s vecinos,
avisados por el olor o por 10s aullidos del gato
hambriento, llaman a la policia para que vio-
lente la puerta del hombre solitario.
Gabriel Pabdn Vilhmizar
Casandra
A Amparo ViZZamziar
ultimo capitulo
Antes de llegar a1 tiltimo capitulo, Gusta-
vo Ariza cerr6 el libro. La lectura de esa nove-
la se le hacia insoportable. La autora habia
cumplido con sus viejas amenazas de incluirlo
como un lamentable personaje tan previsible
como el que miis, la muy cabrona.
La novela era magistral, habia que reco-
nocerlo. Andrea hacia gala de un manejo inne-
gable de las t6cnicas narrativas. El libro tenia
un 6xito asegurado. Pero en cambio, 61, como .
personaje, no salia bien librado; cumplia el
papel de un ped6filo vergonzante que se mo-
via con relativa fortuna en el mundillo artisti-
co gracias a su falta de escrtipulos. Todo eso
ingeniosamente combinado con unos cuantos
datos que alguna vez tuvieron el dulce sabor
de la confidencia, per0 que ahora empezarian
a ser publicos; intimidades que un par de aiios
Antes de llegar al tiltimo capitz~lo,Gz~stavo
antes habian sido secret0 entre ella y Gustavo,
Ariza cerro' el lz'bro. La lectu~ade esa novela se le
en este momento serian la comidilla de medio
hacziz insoportable, La autora habh cumnplido con
pais.
sus viqks amenazas de inclui~localm zm l a mta-
Lo hecho por Andrea tenia un mmbre:
blepersonajetanprevisible como elquenzks, la nzuy
traici6n. Y esa clase de traici6n era de las que
cabrona.
s61o podrian saldarse con un tiro.
Lleg6 hasta la casa de Andrea con el pro-
p6sito de matar a esa mujer que, no contenta
con hacerle la vida imposible, ahora queria re-
-ducirlo a un simple y mediocre personaje.
Gustavo conocia bien sus horarios y sa-
bia que un disparo, en el penumbroso pasillo,
liquidaria las viejas y las nuevas cuentas.
Pero Andrea no apareci6 esa noche. Ente-
lerido por el frio de la madrugada y por la frus-
tracibn, Gustavo volvi6 a su apartamento.
Cuando se cans6 de rumiar nuevas formas de
justicia y de mirar a1 techo con la fijeza de 10s
vengadores, abri6 la novela y recomenzd la
lectura.
Un supremo sentimiento de humillaci6n
le invadia el cuerpo a medida que iba leyendo
las primeras lineas del ultimo capitulo: