RE-VERSIONES - Gabriel Pabon

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GABRIEL PABON VlLLAMlZAR

C U E N T O S
A Consuelo Sdnchez,
por su tenacidad
sin cuento

O Gabriel Pab6n Villamizar, 1999


ISBN 958-96470-2-2

Todos 10s derechos reservados


Prohibida su reproduccidn total o parcial por
cualquier medio sin permiso del autor.

la. edici6n: marzo de 1999


Editorial Letra Escarlata
Serie Cuentos
Colecci6n Alpie de la Iefra
Tel.: 232 69 85
SantaM de Bogot&D. C.

Disefio Cubierta:
Gabriel Pab6n - Net Educativa
Ilustraci6n: La Minotauromaquia
Picasso, 1936

h p r e s o en Colombia
por Net Educativa
La sal de Lot ................................................... 9
Escogencia .................................................... 11
Otras historias ........................................ 13
La otra ruta del Quijote.............................. 15
Odisea 2000 ..................................................19
Malas cuentas ........................................ 23
A1 principio .................................................. 27
Abrir o no abrir ........................................29
Pacto diab6lico ........................................33
Encuentro casual ...................................:.....37
Edipo sale de Tebas .....................................39
La lecci6n ......................................................43
El desande ....................................................45
Diario de guerra ..........................................47
La mala cifra ................................................51
El descubrirniento....................................... 53
A1 pie de la letra .......................................... 55
Gabriel Pabo'n Villamizar
18. En la encrucijada .........................................59
19. El Congreso ..................................................61
20. El dramaturgo ................................. ..;. . . .65
21. La secta de La Gorgona .............................. 67
22. Casandra .....................................................71
23. Proteo ...........................................................75
24. Consecuencia .............................................. 77 La sal de Lot
25. 'iTltimo capitulo ......................................... 79
No porque se hubiera vuelto una estatua
de sal, Lot abandon6 a la fisgona de su mujer
en las afueras de Sodoma y Gomorra. Todo lo
contrario: con el esmero que pudo, la llev6 a
cuestas hasta su hogar, y alli le destin6 un lu-
gar privilegiado en la cocina.
Dicen que cuando una pareja descendien-
te de la mujer de Lot contrae matrimonio, 10s
recikn casados adquieren el derecho de pelliz-
car la estatua y sazonar sus comidas con esa
sal de ligero sabor a fuego, azufre y pecado.
El efecto afrodisiaco, aseguran, es incom-
parable.
Gabriel Pabab6n Villarnizar

Escogencia
A1 hombre le dieron a escoger: poseer la
mujer mds bella del mundo o escribir el mejor
libro jamis sofiado.
Pens6 que podria escoger el libro y con 61
conquistar a la mujer de sus suefios.
Pero alguien le aconsej6 escoger a la mu-
jer: ella le inspiraria el libro.
Opt6, efectivamente, por la mujer.
Con ella fue feliz y su historia produjo la
novela mds dulzarrona y mediocre que jamds
nadie se hubiera atrevido a escribir.
Gabriel Pabdn Vilhmizar

Otras historias
En el mundo hay historias muy conocidas
que hubieran podido conocer otro desenlace.
Un final triste.
Por ejemplo: esa guerra de diez afios, que
tantos sacrificios cost6 a 10s aqueos "y tantas
almas les mand6 a1 Moiras" hubiera podido
terminar con un descalabro hist6rico si la de-
serci6n de Aquiles hubiera prosperado.
Por ejemplo: la historia de aquel navegan-
te que gast6 diez aEios.en regresar a su Itaca
amada, hubiera podido irse a pique con u n sim-
ple naufragio.
Pero mas triste que todas, hubiera sido la
historia de un Hernin Cortks que, luego de
quemar sus propias naves antes de empren-
der la conquista de Mkjico, se viera obligado a
Re-Versiones Gabriel Pabdn Vilkmizar

volver pronto, derrotado, con la ilusi6n de


encontrar entre las cenizas una imposible nave
de regreso.

La otra ruta del Quijote


Conocedora de la fama del Quijote y cu-
riosa por saber de las nobles aventuras que
vivian 10s caballeros, Aldonza Lorenzo apren-
di6 a leer y comenz6 a devorar libros de caba-
lleria con tanta aficcidn y gusto, que olvid6 casi
de todo punto el oficio de fregona; y lleg6 a
tanto su curiosidad y desatino en esto, que
gast6 sus ahorros para comprar libros de ca-
balleria en qu6 leer, y asi llev6 a su casa todos
cuantos pudo haber dellos.
En resolucidn, ella se enfrascd tanto en su
lectura, que se le pasaban las noches leyendo
de claro en claro, y 10s dias de turbio en turbio;
y asi, del poco dormir y del mucho leer, a ella
tambikn se le sec6 el cerebro de manera que
Re-Versiones Gabriel Pabdn Vilhmizar

En efecto, rematado ya su juicio, vino a donde habia nacido, no querian acordarse de


dar en el mas extraiio pensamiento que jam& haber visto nacer a "esa" mujer. Y hasta el sol
dio loca en el mundo, y fue que le parecid con- de hoy.
venible y necesario, asi para el aumento de su No hay libro que narre sus dulces aventu-
honra como para el servicio de su republica, ras ni fama que la persiga como no sea la de
hacerse seiiora, e irse por el mundo a ejercitar- ser la puta mas grande del mundo.
se en todo aquello que ella habia leido que las
seiioras se ejercitaban, y asi cobrar eterno nom-
bre y fama. Con el nombre de Dulcinea del
Toboso, salid en busca de caballeros: jhabia tan-
tas heridas que curar, tantas soledades que
mitigar, tantos quebrantos que aminorar, tan-
tas lsgrimas que enjugar, tantas fiebres que
atemperar, tantas tristezas que consolar, tan-
tos deseos que aplacar!
En su mente dislocada, confundia arrie-
ros con duques, cuchilleros con marqueses,
estafadores con principes, salteadores de ca-
minos con caballeros andantes, pr6fugos con
embajadores de lata ralea. A todos brind6 con
su gracia, convirtikndose en el mejor consuelo
de 10s afligidos y en el mas dulce refugio de
10s pecadores ...
Un dia, curada ya su locura, quiso regre-
sar a su patria; per0 en el lugar de la Mancha
Gabriel Pabo'rr Villan~izar

Odisea 2000
La firma le hizo a Ulysses Smith una ofer-
ta que 61no pudo declinar: trabajaria diez afios
en el Asia Menor, poniendo su genio a1 servi-
cio de la actualizaci6n informiitica de las em-
presas afiliadas. Las condiciones de trabajo
eran duras, per0 a1 cab0 de esos diez afios,
Ulysses podria regresar a su isla en el Egeo y
disfrutar el resto de sus dias como millonario
ocioso en compafiia de Penny, su joven y en-
cantadora esposa.
Segun el contrato de trabajo, Ulysses no
podia comunicarse con nadie en diez afios.
Cuesti6n de seguridad, le dijeron, y le habla-
ron solemnementede la cornpetencia feroz, del
espionaje industrial y otras sandeces.
El trabajo, hay que decirlo, se hizo lleva-
dero. La empresa habia demostrado ser com-
Re-Versiones Gabriel Pab6n Villarnizar

prensiva, y en cada sucursal habia puesto a lento de Penny. Ademas, llevaba ya diecinue-
disposici6n de Ulysses una grata compafiia ve afios de ausencia.
femenina con el fin de aliviarle la soledad y Regres6 de inc6gnito a la isla para darle
mitigarle el recuerdo de Penny: en Estambul, la sorpresa a su paciente esposa.
a Eyde Gorme, mujer que mitigaba las tris- Alli se enter6 de que Penny, mujer de trein-
tezas mas hondas con 10s mejores cantos en ta y siete maduros y deseables afios, mantenia
diecisiete idiomas desconocidos; en Esmirna, a raya a 10s mas tenaces pretendientes con una
a Adana Ecevit, que preparaba en la cocina excusa respetable: se decidiria por alguno de
delicias afrodisiacas con arte supremo, y en ellos cuando terminara la novela que estaba
la cama convertia su cuerpo en el mejor de escribiendo.
10s manjares; en Abadan, a Zeila Nekemte, Porque la mujer estaba escribiendo una
de padres etiopes, la mejor contadora y novela. Cualquiera podia verla ,sentada en una
ejecutora de 10s cuentos de las Mil y una no- mesa del cafk-terrazade la ciudad, escriba-que-
ches... Y asi. te escriba en su computador portatil. Algunas
Cuando pasaron 10s diez afios, Ulysses malas lenguas aseguraban que esa mujer era
escribi6 un mensaje a la paciente Penny expli- una embaucadora: borraba de noche lo que
candole que estaba ya de regreso, per0 que se escribia de dia.
demoraria unos meses recorriendo el resto del Son unos brutos. No comprenden el 0350 de
mundo, dizque por curiosidad antropol6gica. escritor, decia Ulysses.
Algunos dicen que dedicd todo ese tiempo a Una buena noche, Ulysses decidi6 que era
conocer cada uno de 10s burdeles del Caribe, hora de apareckrsele repentinamente a su mu-
puta por puta y lupanar por lupanar. jer, mientras ella escribia en el estudio. Penny
Lo cierto es que Ulysses demor6 nueve se quedd con la boca abierta, mirandolo como
afios m6s su regreso. Es verdad que conoci6 a un bicho. Empalideci6. Enrojeci6 y volvi6 a
muchas mujeres, per0 ninguna igualaba el ta- palidecer. A1 fin pudo articular palabra:
Re-Versiones Gabriel Pabo'n fillanlizar

-iQu6 haces aqui, interrumpikndome?


iiVete!! jNo debes aparecer hasta el pr6ximo
capitulo!
El pobre Ulysses sali6 en silencio. Esa
misma noche se emborrach6 como nunca con
Eumeo, su viejo palafrenero. Estuvieron de
acuerdo en que, en verdad, era incompren- Malas cuentas
sible la forma como el mundo estaba cam-
biando. La tropa respetaba por igual a Duriin y a
Espinel. Ambos se habian portado como hom-
bres cuando fue necesario. La diferencia no la
marcaba la cobardia, sin0 el manejo que cada
uno hacia de su miedo. Durante toda la gue-
rra fueron como dos imanes hacia 10s que se
inclinaba el 6nimo de la tropa, s e g h el mo-
mento. Cuando algo no salia bien, DurAn, que
de ordinario era de pocas palabras, se volvia
locuaz para recordarle a1 mundo lo cierto de
sus predicciones: para 61 la guerra habia em-
pezado ma1 y terminaria peor. Espinel respon-
dia que las guerras se hacian para ganarlas, y
que la victoria era de quien creyera en ella. Eran
dos polos opuestos: Durhn, "el pesimista" y
Espinel, el optimista: el "cantama%anasr~ como
lo apodaba su rival.
Re-Versiones Gabriel Pabo'n Villarnizar

La ultima batalla lleg6 de improviso una En la ruleta rusa apenas se dejaron oir
tarde cualquiera. La derrota habia sido total. veinte disparos sobre ochenta y ocho tentati-
El resultado le habia dado, una vez mas, la ra- vas. Los sesenta y ocho sobrevivientes cava-
z6n a DurAn. Espinel, mientras tanto, agrade- ban, felices, las tumbas de sus veinte
cia que ambos hubieran caido prisioneros y no
",
muertos. "Quierz atin tierze la vida lo tierze fodo
sentenci6 resignado. El grupo de noventa pri-
compafieros rnuertos.
Todos habian pasado por la ruleta. S61o
faltaban Durhn y Espinel.
sioneros sobrevivientes no sabia si debia con- Cuando les lleg6 el turno, Suarez les ex-
formarse con esa idea. )
plicd las nuevas reglas del juego: cada uno, por
El comandante Suarez, vencedor de la separado, tenia un minuto para adivinar cutin-
batalla, habia sido profesor de 16gica en un re- tas balas habia en ese momento en la recamara
mot0 colegio de provincia antes de que comen- del rev6lver que les apuntaba a la frente. Si
zara la guerra; desde entonces tenia fama de acertaba, ya era hombre libre; se equivocaba,
amar 10s acertijos y de actuar con generosidad: y era hombre muerto.
despues de la batalla, 10s noventa prisioneros Le toc6 el turno a Espinel, el "'carzta-
fueron sometidos a la ruleta rusa; asi daba a man"anass':En el fondo de sus ojos todavia guar-
cada uno de 10s prisioneros cinco justas posi- daba un temerosos rescoldo de optimismo.
bilidades -sobre seis- de seguir con vida. Era Gastd todo el minuto olfateando desesperada-
mhs de lo que cualquier prisionero hubiera es- mente en el aire la cifra salvadora. A1 fin res-
perado en esa feroz guerra a muerte. pondid, con un hilo de voz: "Ninguna".
Tan pronto comenz6 la ruleta rusa, alguien El comandante acerc6 el rev6lver hacia
cont6 a1 oido del comandante quienes eran la frente sudorosa del aterrado Espinel, y sol-
D u r h y Espinel. SuArez 10s dej6 para el ultimo t6 el gatillo: click ... click ... click ... click ...
turno. Eran dos exponentes de 16gicasopuestas, click ... click!
y como tales, merecian un tratamiento especial. Espinel habia acertado.
Re-Versiones Gabriel Pabdn Villamizar

Cuando entr6 Durh, el comandante re-


piti6 la pregunta.
Duriin tambikn se gastd el minuto, con sus
ojos fijos en el cafi6n del revblver, como si sos-
tuviera con 61 un oscuro duelo de miradas. A1
fin respondi6 con tono seguro, como de ver-
dugo: ""Clizco': A1 principio
El comandante habl6 con voz decepcio-
nada, antes de soltar el gatillo: A1 principio era el verbo. Y el verbo era
-Debiste responder "sets".Un buen pesi- Dios.
mista no debe dejarle abierta ninguna grieta a Y asi estaba bien.
la esperanza. Pero esto empezd a fastidiarse cuando
Todavia Espinel estaba recibiendo las ca- aparecid el sujeto; y por el mismo camino el
lurosas felicitacionesde sus compafieros cuan- complemento...
do escuchd el disparo de su rival. La aparicidn jay! de 10s gramaticos en
Pens6, entonces, que, en la guerra, como este valle de 19grimas s61o era cuestidn de
decia el ya finado Duran, no habia lugar para tiempo.
cuentas alegres.
Gabriel Pab6n Villamizar

Abrir o no abrir
Lo primer0 que hare sera dar cuatro gol-
pes en la puerta: tres cortos y uno largo, como
en la quinta de Beethoven. Me abre la puerta o
no me abre. Si me la abre, es hombre muerto;
si no me la abre, igual me abro yo paso a tiros
con esta dos-caiiones, que cuando vomita car-
tuchos parece un volc6n de pelicula echando
para afuera toda su rabia convertida en lava,
piedra, candela y cuanta mierda encuentra en
sus tripas. Poderosa dos-cafiones.Las balas que
escupe no matan, sin0 que borran cualquier
cosa que le pongan a1 frente, sin excluir la ca-
beza de Garcia, a la que tendre el gustazo de
ver hecha fisica papilla antes de que alcance a
decir esta boca es mia, no joda. Aunque creo
que el carajo de Garcia quedara mufieco sin
abrir la boca para otra cosa que no sea boquear,
Re-Versiones Gabriel P a b h Vilhmizar

porque todo podra estar esperando el muy c6n se te adelant6 unos cuantos minutos y aho-
vivo, menos que me le aparezca con una dos- ra se dispone a ir a tu linda casa donde suefias
cafiones, y ya no a suplicarle mas plazos sin0 a con morirte de viejo o de hijo de puta en uso
cobrarle unas cuantas deudillas. Porque las de buen retiro, con tus perfumadisimas y
platas se pagan con platas, per0 hay otra clase poliglotas hijitas estudiando finanzas en uni-
de deudas que no se pueden pagar como no versidades extranjeras con el propdsito de ve-
sea con la vida, ya te enteraras; claro que cuan- nir a manejar tus pr6speros y cochinos
do empieces a enterarte, te habras cagado de negocios, y en una de esas, quien quita, una de
miedo, Garcia. Me imagino tus ultimos segun- tus nenas liga bien y se casa con un despistado
dos: pensaras en tu mamita, maricdn, y con- con frondoso arb01 geneal6gico para lavar tu
cluiras que no valia la pena dedicarte toda tu apellido; ese suefio se va ir a1 carajo porque
vida a joder a1 prdjimo, sobre todo cuando el Rinc6n te va a hacer una visita no muy grata y
prdjimo decide cansarse y conseguir una dos- a dafiarte un poco el caminado con esta dos
cafiones con el propdsito de borrar tu linda jeta cafiones que tambi6n parece estar impaciente
de este mundo para alegria de unos cuantos a por escupirte la jeta ...
10s que tienes aburridos con tus amenazas. Qu6
dijiste: LARincdn ya lo tengo arrinconado y se Avisamos al lector que aquiRincol'n debio' ziz-
aparecer5 hoy cagado de miedo con 10s dos terrumpri.su mondlogo porque acababa de oti.a al-
paquetes, puntual como un relojito? Pues el guien dando cuatrogolpes en la puerta: tres cortos
que va a arrinconarte soy yo, rata inmunda. y uno largo, como en la quiizta de Beethoven, cosa
Ese es el error de casi todos: en sus cuentas ja- que lopuso apensar side& abrirle, o no, lapuerta
m& incluyen la posibilidad de que alguien de- a Garcia,
cida dafiarles el paseo. Se creen capaces de
anticipar siempre 10s golpes; per0 esta vez al-
guien te madrugb, Garcia; el poca-cosa del Rin-
Gabriel Pab6n Villamizar

A pesar de su soledad, de sus setenta y


cinco afios, de sus muchos achaques y de sus
innumerables arrugas, la mujer sorprendia a
todos por la ausencia de amargura en su ros-
tro. MirAndola a 10s ojos, se diria que guarda-
ba un secreto.
Y si: asi era. Tenia un secreto que hacia sus
dias distintos, y su vida inmensamente feliz.
Hacia mucho tiempo (cuando todavia se
tenia en este mundo oportunidad para ese tip0
de transacciones) le habia vendido el alma a1
diablo por cien horas de juventud y esplendor.
Un total de cien horas que ella debia gastar a
su acomodo, segdn le pareciera. Un par de
horas un dia, otro en seis meses, media tarde
cada cuatro o cinco afios; incluso, cuando va-
li6 la pena, una noche: eso si: de doce de la
Gobriel Pabdn Villamizar
Re-Versiones
afios le habian dado un olfato especial para
noche a cinco de la mafiana, pues su capital no
saber quibn si y quikn no.
era infinito como para estar dilapidhndolo en
Por qu6 escogi6 este pais para su ultima
molicies burguesas. Por supuesto que habia co-
cita, nunca se sabra con certeza. Pero no es la
metido algunas torpezas al comienzo, hace cin-
primera vez que un extranjero escoge libre-
cuenta afios, per0 iquien no es impaciente a
mente meterse en la boca del lobo. Tal vez le
10s veinticinco aiios de edad?
dio por el exotismo de creerse a1 pie de la letra
So'lo la experiencia trae la sabidurzi, solia re-
aquello de que aqui se vive mucho la muerte
petir frente al espejo antes de iniciar el gasto
per0 tambi6n mucho la vida.
de alguna cuota. iY vaya ventajas que le habia
Lo cierto es que le pus0 el ojo, y luego una
dado su experiencia combinada con la esplkn-
cita, a uno de 10s nuestros (mhs le valdria no
dida juventud cuando su rostro de uva pasa
haberlo hecho). Ya con la cita segura, se sent6
daba lugar a una belleza que cautivaba a1 m6s
frente a1 espejo del lujoso hotel para compro-
indiferente de 10s mortales! Porque no todos
bar por tiltima vez su belleza.
10s dias se ve por ahi una hermosura de vein-
Empezaron a correr 10s minutos. La es-
ticinco afios con una mirada donde la felici-
pera, dicen 10s entendidos, le da m6s sa-
dad y las ansias de vivir con tanta plenitud se
bor a 10s encuentros amorosos. Y esta vez
dan cita.
si que hub0 suficiente sabor. Pasaron, uno
Pero todo se acaba en este mundo, aun 10s
a uno, 10s m6s preciosos minutos que mu-
pactos de cien horas con el diablo. Y habia lle-
jer alguna haya a destinado a aguardar a
gado el momento de gastar la ultima cuota.
alguien en esta tierra.'Pasaron diez minu-
Durante sus momentos de esplendor presta-
tos. Veinte. Treinta ... cuarenta, antes de que
do, habia tenido 10smhs diversos amantes. Con
la mujer se convenciera de que su iiltima
excepci6n de dos candidatos impotentes y un
cita se iba a pique como el mas destartala-
homosexual que ni siquiera alcanzaba a ser bi,
do y lastirnoso de 10s buques. Lo que su-
no se habia sentido desengafiada. AdemAs, 10s
Re-Versiones

fri6 esta mujer no esta escrito, y sospecho


que nunca lo estar5.
Esa ~ o c h emedia
, ciudad fue despertada
por el grito que la mujer lanz6 en la terraza de
la lujosisima suite del hotel, con el 6ltimo
aliento de mujer joven que le quedaba, antes
de lanzarse a1 vacio:
-iA este hijo de puta pais de incumplidos
de mierda se lo puede ir llevando el mismisimo "Mato a los a n i d e s para no te;"zerque ma-
diablo! tarme a mimismo<' Era la iinica linea que habia
escrito ese dia, con la sinceridad brutal de siem-
pre, el novelista de barba gris. No habia podi-
do parir en el dia ninguna otra palabra m5s, y
el asco empezaba a subirsele por el cuerpo
como una vieja nAusea cansada de su oficio.
Ese dia si tenia que matar al@ animal, sin
metaforas ni atenuantes. De lo contrario, po-
dria volarse 10s sesos con la gastada escopeta
de caceria. Afuera el aguacero no daba trepa,
y la caceria se habia ido a la mism'sima mier-
da, qu6 joder.
De pronto vio una cucaracha inmunda
subir, con pausas cautelosas, por el b o d e de
la biblioteca, dispuesta a refugiarse entre la
brecha penumbrosa que dejaba Conrad recos-
Re-Versiones Gabriel Pub611Villarnizar

tad0 sobre un Valle Inclan ma1 traducido a1 in-


glks. El escritor decidi6 cortarle el paso. En un
golpe de mano, se arm6 con el dkcimo tom0
de la Enciclopedia B~ifn'nicay le hizo sentir a1
bicho todo el peso de la cultura inglesa. Asi
termin6 sus dias Gregorio Samsa, quien esa
mafiana, y tras un suefio intranquilo, se habia
Edipo sale de Tebas
despertado convertido en cucaracha.
Edipo, el hombre miis sabio de su kpoca,
vencedor de la esfinge, superior a Tiresias y a
todos 10s embaucadores que plagaban con sus
charlatanerias las calles de Tebas, comprendi6
que su inmortal prestigio estaba en peligro. El
complot en contra suya para echarlo como un
perro de su querida ciudad, daba sus Bltimas
puntadas. Y lo peor: su mujer, Yocasta, alenta-
ba secretamente el grupo de conspiradores,tal
vez ganada por el xeneno de unos celos asesi-
nos. La trampa que sus enemigos le habian ten-
dido era perfecta, y Edipo sabia que en dos dias
de plazo no era posible averiguar qui6n era el
asesino de Layo. El ultimatum llegaba a su t6r-
mino. Su destino era pasar a la historia como
un fracasado reyezuelo miis de Tebas, la de las
siete puertas. iQu6 hacer? iC6mo abandonar
Re-Versiones
Gabriel Pabdn Villanzizar
Tebas sin la inevitable humillaci6n que se le con su prestigio acrecentado, ya no s61o como
tendia encima con tanta crueldad acumulada? hombre de sabiduria, sin0 como hkroe del do-
Esa noche Edipo se propuso encontrar una lor.
soluci6n para su drama, o darse muerte. Se Cuando Edipo subi6 las gradas de su pa-
retir6 a la terraza del palacio, respir6 hondo el lacio, sinti6 que dejaba atrAs una simple histo-
calido aroma de la noche, y mird por Bltima ria y se adentraba con pasos seguros en las
vez el cielo estrellado que arropaba a toda la regiones de la leyenda.
Beocia. Sabia que de las tres cosas que mds Sonriendo, se repiti6 a si mismo que cum-
queria en el mundo (el amor de Yocasta, el tro- pliria a1 pie de la letra su plan. Del resto, con
no de Tebas y la inmortalidad como hombre toda seguridad, se encargarian 10s dramatur-
sabio) alcanzaria, con suerte, a conservar s61o gos del futuro.
una.
Cuando el sol asom6 por fin en el cerca-
no golfo de Atalante, Edipo habia ultimado su
plan. Seria una obra de arte. El crimen perfec-
to. Estrangularia a Yocasta con sus propias
manos, esas manos que durante afios estuvie-
ron dedicadas a trazar mil caminos en las ge-
nerosas regiones del gracil cuerpo de la reina.
A partir de ese momento s61o restaria la tarea
m5s facil: simular su ceguera, y luego inven-
tar una historia de aquellas que tanto gusta-
ban a 10s beocios, con parricidios e incestos
incluidos.Y asi saldria de Tebas: solitario, como
quedan siempre 10s verdaderos hbroes. Pero
Gabriel Pabdn Villarnizar

La lecdon
Esa mal?ana, el afamado novelista se sen-
tia especialmente molesto. Sus sueiios de la
noche anterior lo habian remitido a su vida de
colegio, 6poca de la que s61o recordaba un caos
de burlas, vulgaridad y discriminaciones.
Ya era de noche y no queria escribir. Sin
embargo, como tenia la mania de no salir de
casa sin haber escrito algo, cogi6 la pluma y
traz6 con energia en la desnuda hoja de papel:
Las cosas que verdaderamente imporfa saber, no
pueden ensefia~se.
Esa noche lig6 en el bar de siempre con
Gino, una nueva criatura de la calle. El joven,
recikn llegado de Italia, lo sorprendi6 con un
arsenal de caricias nuevas que lo dejaron tem-
bloroso y exhausto.
De regreso a casa y antes de tumbarse en
la cama, pas6 por su escritorio. Alli estaba la
Re-Versiones Gabriel Pabo'n Villanlizar

hoja con las palabras escritas en la mafiana.


Pensando en Gino, decidi6 que convenia ma-
tizar la dureza del texto, y antepuso unas pa-
labras.
Ley6 en voz alta el texto nuevo: La edu-
cacidn es algo admirable, per0 de vez en cuando
conviene recordar que las cosas que verdaderaam
El desande
te importa saber no pueden enseifarse,
"Otra noche con Gino y me vuelvo el Ariadna, en la puerta del laberinto, es-
mis crkdulo de 10s alumnos", se dijo con iro- cuch6 el ritmo conocido de pasos que le
nia Oscar Wilde antes de irse a dormir. anunciaban el retorno y la victoria de su
amado. Todo su cuerpo se prepar6 para reci-
birlo con una abrazo donde la ternura se unia
a ese viejo deseo que la llenaba hasta
desbordirsele por 10s pliegues profundos de
su cuerpo, a1 igual que el aceite cuando re-
bosa 10s odres del mercado de Knosos. Sabia
que 10s podercrrsos brazos de su amado esta-
rian lubricados con la rezumante sangre de
su victima; en sus ojos se veria el brillo c6m-
plice de 10s amantes victoriosos; en su mano
estaria recogido, en un ovillo, el hilo que lo
traeria a la puerta de salida donde el hori-
zonte era ancho y el aire corria libre por un
Re-Versiones Gabriel Pabdn Villainizar
10s vertiginosos del infame laberinto
construido por D6dalo.
-Fue una idea genial, Ariadna. iC6mo
dices que se llamaba el que acabo de matar
all&adentro? -pregunt6, con algo de sorna,
el vencedor.
-Teseo, creo que era su nombre. Pero Diario de guerra
i q ~ importa
6 ahora? -Contest6 Ariadna
mientras se miraba con una renovada felici- 10 de noviembre de 1918
dad en 10s grandes y oscuros ojos del Hospital de Pasawalk, Pomerania.
Minotauro. ultimo dia de la misi6n.

Dia como cualquier otro en estos parajes.


A pesar de que el sol demora en asomar su
rostro an4mic0, la luz que trae es suficiente
para mitigar la tristeza. Afuera de este pobre
hospital todo es lluvia, barro, rafagas heladas
de viento y un insoportable olor a carne po-
drida, que ya ninguno de nosotros sabe si es
de caballo o de ser humano.
Adentro hemos estado siempre rodeados
de suciedad y sangre, y embotados por 10s va-
pores de alcohol y del amoniaco que, como len-
ta gangrena, contaminan ias paredes des-
camradas hasta converti&s .ensucias Bkagas.
Gabriel Pabdn Villamizar
Re-Versiones
podido tener el siglo veinte. Con mi misi6n le
Quiero largarme de este triste infierno
ahorr6 a la humanidad las locuras de
cuanto antes. Ya he cumplido cabalmente mi
Buchenwald, Auschwitz, Trebhka, Dachau y
misi6n y no tengo nada que hacer en este an-
demas lnfamias que no nos hubieran dejado dor-
fro. Por lo visto, de aqui no pueden salir sino
mir en paz. Maftana regresark a1 futuro a dar las
criminales vengativos o espiritus purificados
buenas nuevas. Ya podemos respirar tranquilos.
para siempre de toda violencia.
He dicho que este ambiente no puede pro-
El anuncio de la derrota favoreci6 mi mi-
ducir sin0 espiritus puros o demonios. Demo-
si6n. Pocos minutos despues de que un ancia-
nios como el suboficial Wiedemann (olvidada
no pastor nos hubiera traido la nefasta noticia,
sea su infame existencia)o espiritus puros, ver-
algunos enfermos salimos a respirar, por fin, el
daderos misticos como mi silencioso vecino de
aire de afuera, sin el temor de las bornbas ene-
cama. Fue gaseado en la trinchera a1 sur de
migas. Peor que cualquier bomba era semejan-
Werwick hace quince dias. Lleg6 ciego a1 hos-
te anuncio. Pero por la noche se escucharon
pital, con 10s ojos ardientes como brasas. Aho-
afuera tiros aislados de pistola: uno aqui, otro
ra sus pupilas escasamente alcanzan a percibir
all$ otro m6s all&.Nadie les prest6 atenci6n.
un d6bil resplandor. El informe medico dice
Todos sabiamos que eran 10s pistoletazos de
que recobrara la vista en unas cuantas sema-
aquellos que preferian el suicidio a la derrota.
nas. Cuando se ente~6de la derrota, no pudo
Mi trabajo fue limpio: un tiro en la sien
articular palabra. S61o se limit6 a hundir su ca-
del suboficial Fritz Wiedemann. Nadie se ex-
beza en la almohada y a llorar en silencio. Con-
trait6 de su suicidio. Era uno de 10s mas fan6-
fieso que se me hizo un doloroso nudo en la
ticos partidarios de llevar la lucha hasta el final.
garganta viendo luego la expresi6n de su ros-
Todos sabian que 61 no hubiera podido sopor-
tro ciego y mudo.
tar la humillaci6n de esta derrota.
Con seres como 61, llenos de mansedum-
Estoy orgulloso de haber librado a1mundo
bre y voluntad de comprender las desgracias,
del tirano m6s feroz y sanguinario que hubiera
Re-Versiones
Gabriel Pab6n Villamizar
la humanidad podrh estar tranquila. Dios lo
guarde. A1 despedirme, no pude vencer la ten-
taci6n de preguntar el nombre de mi noble
vecino. Me respondi6 mirando a1 vacio y con
voz enronquecida por el dolor que torturaba
su alma: cabo Adolfo Hitle~Primer batalZdnIpri-
mera compan"iadelde'cimosexto regimiento del qi+- La mala cifra
cr'to alemkn.
"'Cuidatedel nzimero veintise'i~~
Sera' el nzi-
mnero de tzt mue~fe"fueronlas fatidicas palabras
de la pitonisa.
Julio Cksar no era un hombre impresio-
nable, per0 ya eran demasiados 10s presagios
que le auguraban una muerte ignominiosa en
10s idus de marzo. Asi se lo comentd a Brutus,
su hijo adoptivo, quien le rest6 importancia a1
asunto: 'EZfituro del imperio no puede depender
de las palabras de m a charlaiana habia comen-
tado, con cierta inquietud, el hijo sobre el que
el Cksar habia puesto toda su complacencia.
Esa misma tarde aciaga, Cksar ingres6 a1
recinto supremo calculando que la cifra fatidica
-veintis&s- no encajaba, ni de lejos, con el nu-
mero de senadores, que era de donde podia
venir el peligro.
Re-Versiones Gabriel Pabbn Viilat?~&

Estaba distraido en esos pensamientos,


cuando 10s senadores lo cosieron a pufialadas.
Fueron veintiseis, contando las dos de Brutus.

El descubrimiento
El escolar leia que Rodrigo de Triana, an-
tes de aquel12 de octubre, no pudiendo con
su ansiedad, en las Gltimas noches solia escon-
derse en su camarote a gritar secretamente ''tie-
rra, tierra!"
El escolar, fatigado de la lectura, alza su
cara del libro y ve que, desde el puesto de en-
frente, la mujer que ama en silencio le dedica
su primera sonrisa. Entonces se levanta apre-
surado, va a1 rinc6n mAs oscuro de la bibliote-
ca, y se ovilla para gritar sin que nadie lo
escuche: "jcielo, cielo!"
Gabriel Pabdn Villamizar

Al pie de la letra
Ese dia, Juan K., estudiante de letras, se
prepar6 para la comilona de su vida. En el pri-
mer semestre habia escuchado, de un maestro
suyo, que para escribir bien hay que comer li-
bros como loco; de mod0 que 41, a1 final de su
carrera, habia leido no s4 cuhtos libros, y para
cada libro habia llevado cuidadosamente una
ficha en la que resefiaba, con esmerada cali-
grafia de amanuense, el registro de su lectura.
A1 cab0 de 10s cuatro afios de su carrera uni-
versitaria, tenia sobre su vetusto escritorio do-
cenas de columnas de fichas de todos 10s
colores, muy bien ordenadas y clasificadas se-
gun tema, autores, materias, escuelas y estilos...
per0 no habia escrito nada propio: ni una sola
linea que hubiera salido de sus entrafias.
Re-Versiones Gabriel Pab6n ViIlamiuv

Desesperado por su aridez, habia toma- Despues de semejantes delicias, la inspi-


do m a decisi6n. Tragaria libros como loco. A1 raci6n tendria que venir por alg6n lado.
pie de la letra, a ver qu6 salia. Esperd el lento proceso digestivo y estu-
Cogi6 unas cuantas fabulas, las hizo pica- vo atento a 10s efectos que vendrian luego.
dillo, las roci6 con vinagre, les puso un poco Cuando sinti6 la primera llamada de sus en-
de pimienta y sal, y asi tuvo el plato de entra- trafias, juzg6 que era inaplazable la necesidad
da. Para el plato fuerte escogi6 media docena de pasar a1 bafio.
de clasicos. Tuvo cierto placer en bautizar sus Se asombr6 con el grosor y la untuosidad
bocados: Homrzero a2 ajilo, Filete de Sz~etonioen de la columna que salia de su cuerpo, nunca
salsa de cerezas, Darzte a2 dente, Schiller a la caza- vista antes: salia sin dolor ni estridencias, sua-
dora, Lenguado de Boccacczb con pimiento rojo y ve y sorda, cornpacta. Todo m a sefiora colum-
salsa de champiZones, amzJohn Milton con cabe- na. Viendola, el estudiante no pudo menos que
220s de &gel y alitas de pollo, exclamar:
A1 rnomento de 10spostres se sinti6 inspi- - ~ P u ~periodismo!
o
rado y se decidi6 por el exotismo: someteria a Y con una mezcla de alivio y desilusibn,
unos cuantos tebricos, que siempre se le ha- activ6 la perilla del excusado.
bian antojado duros y secos, a un tratamiento
culinario aut6ctono y especial que 10s hiciera
no s61o dulces y suaves a1 paladar, sin0 alta-
mente digestivos.Disfrut6 con el PasfelLucal'ks
de quesoguatemalteco con escarcha depifiay nue-
ces, per0 mucho mas con el tremolante Flan
Kristeva rociado con crema de mnoras, Cerr6 con
un Mousse Greimas hecho con malvaviscos mi-
niatura, crema liviana y claras de huevo.
con compasidn y algo de espanto. Habia an-
dado muchos caminos y en ninguna parte se
habia sentido tan cercano a lo irred come aho-
ra. La cara de ese extrafio, con su aire de ani-
ma perdida, le hizo sentir una inmensa pena.
-Mire, compadre: es mejor que se devuel-
va con la boca bien cerrada.
El forastero oscurecid su mirada y dijo, con
el acento que le ponen a las palabras 10s naci-
Re-Versiones Gabriel Pabdn Villamizar

-jNi soy su compadre, ni soy de 10s que


se devuelve, ni se me ocurre cerrar la boca para
hacerle caso a ning6n hijo de la chingada!
Entonces el lugarefio pudo juntar el alien-
to suficiente para responderle con toda la cru-
deza de la realidad:
-iAmigo, es que usted se ha equivocado El congreso
de novela: esto es Macondo!
Por cuanto el clamor sobre Sodoma y
Gomorra aumentaba mas y mas, y el pecado
en ellas se habia agravado en extremo, esas dos
ciudades serian destruidas. Pero Abraham re-
accionb a tiemps y protest6 no podia destruir-
se a1justo con el impio. Despuks de todo, quiza
hubiera cincuenta justos dentro de la ciudad,
y esos cincuenta podrian hacer que sobre las
dos ciudades lloviera el perdbn en cambio del
fuego y del azufre que le estaban destinados.
A1 hablar de cincuenta justos, Abraham sabia
lo que decia.
El juez de la tierra accedi6 a esperar que
Abraham encontrara sus cincuenta justos.
Abraham, por prevencibn, habl6 de una reba-
ja, y la obtuvo: en caso tal, que no fueran cin-
cuenta exactos, sino cuarenta y cinco. Vale.
Re-Versiones Gabriel Pabdn VilIarnizar

A1 rat0 volvid Abraham con 10s primeros -Estiibamos reunidos celebrando nuestro
signos de preocupaci6n. ~Estariabien que fue- Primer Congreso en el subterriineo de
ran cuarenta? Estaria bien. Melquizedeq cuando algo estalld en la super-
Regres6 Abraham luego. Muy cansado, ficie.
per0 todavia con la esperanza viva, consult6 -iiCongreso?! iDe qu6 congreso me ha-
con el juez de la tierra: ~Podrianser treinta? blan? -preguntd Abraham muy extrailado.
Podrian. -Somos un grupo de cincuenta hombres.
Abraham sigui6 apareciendose de cuan- Nos llamamos "El grupo de 10sjustos". Tal vez
do en cuando para regatear, per0 aGn asi no usted haya oido hablar de nosotros...
consiguid ni treinta, ni veinte, ni diez, ni cinco. Abraham se tap6 10s oidos con sus puilos,
iNi un s61o justo habia encontrado en ningu- mientras le pedia a1 Altisimo un justo castigo
na de las dos ciudades pecadoras! por su legendario fracaso.
De mod0 que jfuego y azufre sobre ellas!
Fueron destruidas las dos ciudades con
todos sus moradores y 10s frutos de la tierra.
Una semana despues, cuando aGn subia
el humo de Sodoma a1 cielo como el hum0 de
un horno, Abraham volvi6 para remover 10s
escombros.
Para su sorpresa, se encontrd con un gru-
po de aturdidos sobrevivientes que no acaba-
ban de comprender qu6 habia pasado en la
ciudad. Abraham quiso saber qu4 hacian esos
Gabriel Pabdn Villanzizar

EI dramaturgo
HORACIO: Dices, a quien qutera escuchar-
..
te, que hay a@ podyido en el rezizo de Dina~narca,
pero tz.2 ique'piensas hacer?

HAMLET Nadm.

F O T I N B ~ SLa : otra noche/ eifantasma de


tu padre te ordeno' p e le hicieras/usticia, El asesi-
no de tu padre estk vivo, libreyusurpando el trono.
Qu.4harks?

HAMLET Nada.

OFELIA: Montaste una obra de teatyo dizque


para delatar a2 asesrizo; asifue y ,. jno harks nada
ahora?
Re-Versiones Gabriel Pabo'n Villan~izar

HAMLET: Nada.

Hostigado por 10s fantasmas vengativos


y las preguntas infitiles, esa misma noche y
para siempre, el principe partid de incdgnito
rumbo a Inglaterra. La aristocracia y el pueblo La secta de La Gorgona
de Dinamarca estaba sediento de sangre, per0
61 sentia otros llamados. La secta de La Gorgona existid en Turquia,
Deambul6 durante muchas noches por las en el siglo XI. No podia ser, ldgicamente, sin0
tabernas y calles de Londres, buscando a la bajo el mediocre reinado del Papa Inocencio V,
vuelta de cada esquina una ramera tisica o una que durante toda su vida hizo ferviente honor
pufialada feliz. Algcin alma caritativa lo em- a su nombre.
ple6 como porter0 de una sala de teatro. Cuan- Sus exclusivos adeptos concebian todo li-
do decidi6 que su destino era ser drarnaturgo, bro como un laberinto, per0 a1 que le hacia fal-
ya habia vencido el dilema entre ser o no ser, y ta un minotauro a la vuelta de la esquina, es
tenia escogido el seud6nimo que lo distingui- decir, de la piigina.
ria entre 10s demAs mortales: Willia~?~ Se sabe que la secta hizo 10s pactos nece-
Shakespeare. sarios con las divinidades y distribuyd algu-
nos pocos libros por el mundo con una p5gina
en blanco. Quien a las tres de la tarde de cual-
quier dia volteara esa phgina, moriria inme-
diatamente.
Se tuvieron noticias de algunas muertes
extrafias de personajes que aparecianmuertos,
sin causa aparente, per0 con un libro a sus pies.
Re-Versiones Gabriel Pabo'n Villamizar

Era la 6poca en que la muerte hacia sus visitas Hasta el momento se han reportado mis
repentinas con demasiada frecuencia para que de una veintena de casos en 10s mis variados
nadie se preguntara 10s motivos o las razones. lugares del planeta. Pero nadie ha podido pre-
Todo estaba en las manos de Dios. cisar cuil es la imagen de esta nueva Gorgona
Pas6 el tiempo. Durante 10s filtimos siglos que se llevan en sus ojos 10s muertos.
no se tuvieron noticias de esa secta, de gustos A1 cambiar el libro por la pantalla de tele-
tan exquisitos y exclusives; aunque Julio visi6n, la secta de La Gorgona ha demostrado
Cortazar, en un escrito de 1983 testimoniaba una inteligente capacidad de adaptaci6n nun-
que en un pueblo de Escocia se podian conse- ca antes vista en secta alguna.
guir algunos ejemplares de esos libros de tan
extraiia y terrible magia.
A finales del siglo XX, algunos afirman que
la secta ha reaparecido de manera muy curio-
sa: el hombre solitario que a las ocho de la no-
che sea sorprendido en su cama por una
determinada imagen en el momento de pren-
der su televisor, muere instanthneamente y su
cuerpo queda como petrificado, con 10s ojos
muy fijos, muy abiertos.
Asi se han encontrado en diferentes par-
tes del mundo algunos cadhveres tres dias des-
pu6s de su muerte, cuando 10s vecinos,
avisados por el olor o por 10s aullidos del gato
hambriento, llaman a la policia para que vio-
lente la puerta del hombre solitario.
Gabriel Pabdn Vilhmizar

Casandra
A Amparo ViZZamziar

La primera noche, Sofia, una amiga argen-


tina reci6n conocida, lo 1lam6 para contarle,
entre afanosa y afligida, que habia sofiado que
61, Carlos, moriria en un accidente automovi-
listico. Incluso le cont6 detalles: el color del
autom6vi1, la carretera y la hora. Carlos que-
d6 frio, pues 10s detalles, que coincidian con
su pr6ximo viaje, no tendria por qu6 conocer-
10s Sofia,.esa amiga nueva tan locuaz.
Sin embargo, Carlos la tranquiliz6, dici6n-
dole, muerto de la risa:
-Eso quiere decir que ya no morir6 en ese
accidente.
Y asi fue. En ese dia hub0 en el pais una
docena de accidentes parecidos a1 suefio de
Sofia, pero ninguno le toc6 a Carlos.
Re-Versiones Gabriel Pub& ViIlamizar
A la mafiana siguiente, Sofia llamd para siempre, la voz alegre de Sofia que le contaba,
contar el nuevo suefio: el avidn en que Carlos con toda la inocencia, la m6s terrible de las
debia viajar, se caeria. Carlos se puso un poco noticias:
nervioso, pues siempre volaba con mucho mie- -ImaginAte, che Carlos: sofi6 anoche que
do. Pero se dijo para sus adentros: me enamoraba perdidamente de vos. Qu6 pa-
-Entonces podr6 volar tranquil0 puesto vada, jno?
que sera un vuelo normal.
El avidn no se cay6. Y Carlos siguid vivo.
Las llamadas aprensivas se repitieron cada
semana. Carlos se convenci6 de que Sofia te-
nia suefios premonitorios, per0 al reds: lo que
ella sofiara, nunca sucederia en la realidad. Y
tal vez por esa facultad o porque 10s ojos de
Sofia anunciaban la dulzura de un mundo in-
terior suficiente para hacer feliz a cualquiera,
Carlos se fue enamorando en silencio de Sofia;
tibiamente primero, per0 luego con loco ardor.
Todo en el mas sordo de 10s secretos. No podia
vivir sin verla u oir su voz cada semana.
Un dia comprendi6 que su vida dependia
de que Sofia le correspondiera. El asunto era
sencillo: un no de Sofia, y 61 se undiria en la
mas pavorosa desesperacidn.
Llamd.
A1 otro lado de la linea escuchd, como
Gabriel Pabdn Villamizar

Hkrcules quiso igualar la hazai7a de Ulises,


y fue a caza de Proteo. No tard6 en aprisionar-
lo en sus fuertes brazos.
Viendo su terrible mirada, Proteo se sin-
ti6 acobardado como nunca; sin embargo uti-
liz6 el viejo truco de transformarse
sucesivamente en fuego, vfiora, le6n, bguila,
escorpi6n, basilisco, centauro, arpia...
Todo en vano.
Dispuesto a rendirse, Proteo decidi6 utili-
zar un recurso desesperado. Se transform6 en
H4rcules, mol6cula por molkcula.
HQcules, acobardado por la furia de su
propia mirada, soh6 de imediato a Proteo.
-Cuestib'n de psicua~a'Zisis,vteju -1e dijo
Proteo a1 confundido HQcules. Y volvi6 a1mar.
Gabriel Pab6n Villamimr

/'Tan pronto escucho la palabra cultura pro-


cedo a sacar mipistoZa"afirm6 una vez el Doc-
tor Joseph Goebbels, siendo ministro de
Propaganda del inmortal Tercer Reich.
Y el Doctor Goebbels podria ser todo, me-
nos inconsecuente.
Sin embargo, en toda la guerra nunca tuvo
necesidad de desenfundar (de eso se encarga-
rian otros). Su pistola permaneci6 a buen res-
guardo en la funda de cuero, pegada siempre
a su cuerpo como una afiorada promesa.
Hasta que lleg6 el 2 de mayo de 1945. La
guerra se habia perdido total e irremediable-
mente.
Pero el Doctor Goebbels era y seguiria
siendo consecuente. Dicen que la palabra czd-
tzrva fue la ultima que se le escuchb repetir lo-
Re-Versiones Gabriel Pabdn Villamizar

camente antes de que desenfundara su pisto-


la, por fin, y se pegara un tiro en la cabeza.

ultimo capitulo
Antes de llegar a1 tiltimo capitulo, Gusta-
vo Ariza cerr6 el libro. La lectura de esa nove-
la se le hacia insoportable. La autora habia
cumplido con sus viejas amenazas de incluirlo
como un lamentable personaje tan previsible
como el que miis, la muy cabrona.
La novela era magistral, habia que reco-
nocerlo. Andrea hacia gala de un manejo inne-
gable de las t6cnicas narrativas. El libro tenia
un 6xito asegurado. Pero en cambio, 61, como .
personaje, no salia bien librado; cumplia el
papel de un ped6filo vergonzante que se mo-
via con relativa fortuna en el mundillo artisti-
co gracias a su falta de escrtipulos. Todo eso
ingeniosamente combinado con unos cuantos
datos que alguna vez tuvieron el dulce sabor
de la confidencia, per0 que ahora empezarian
a ser publicos; intimidades que un par de aiios
Antes de llegar al tiltimo capitz~lo,Gz~stavo
antes habian sido secret0 entre ella y Gustavo,
Ariza cerro' el lz'bro. La lectu~ade esa novela se le
en este momento serian la comidilla de medio
hacziz insoportable, La autora habh cumnplido con
pais.
sus viqks amenazas de inclui~localm zm l a mta-
Lo hecho por Andrea tenia un mmbre:
blepersonajetanprevisible como elquenzks, la nzuy
traici6n. Y esa clase de traici6n era de las que
cabrona.
s61o podrian saldarse con un tiro.
Lleg6 hasta la casa de Andrea con el pro-
p6sito de matar a esa mujer que, no contenta
con hacerle la vida imposible, ahora queria re-
-ducirlo a un simple y mediocre personaje.
Gustavo conocia bien sus horarios y sa-
bia que un disparo, en el penumbroso pasillo,
liquidaria las viejas y las nuevas cuentas.
Pero Andrea no apareci6 esa noche. Ente-
lerido por el frio de la madrugada y por la frus-
tracibn, Gustavo volvi6 a su apartamento.
Cuando se cans6 de rumiar nuevas formas de
justicia y de mirar a1 techo con la fijeza de 10s
vengadores, abri6 la novela y recomenzd la
lectura.
Un supremo sentimiento de humillaci6n
le invadia el cuerpo a medida que iba leyendo
las primeras lineas del ultimo capitulo:

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