Terapia CC y Técnicas Básicas
Terapia CC y Técnicas Básicas
Terapia CC y Técnicas Básicas
Otro ejemplo puede ser el de una persona que se cree incapaz de correr 10 kilómetros.
La conducta puede ser no hacerlo o puede ser intentarlo. En caso de intentarlo y
conseguirlo, el cambio de conducta repercutirá en la consideración del pensamiento.
Con los anteriores ejemplos podemos ver que, ante una misma situación, el
pensamiento, el estado emocional y la conducta son diferentes y se influyen entre ellos.
La terapia cognitivo-conductual interviene a nivel cognitivo, es decir, en los
pensamientos, y también en la conducta, es decir, en las acciones que se realizan.
Consiste en cambiar la forma de pensar, sustituir los pensamientos basados en
creencias irracionales y distorsiones cognitivas por pensamientos más objetivos y
adaptativos. Así como transformar los comportamientos menos útiles en conductas
beneficiosas. La terapia cognitivo-conductual se centra en el presente y en el futuro
inmediato, no suele indagar en el pasado.
El uso de la psicoterapia cognitivo-conductual ha crecido mucho como sistema
terapéutico en el ejercicio de la psicología y la psiquiatría. Actualmente, las
intervenciones cognitivo-conductuales tienen una gran aceptación y su efectividad ha
sido reconocida por estudios empíricos y por autores como Albert Ellis y Aroon Beck.
Sus procedimientos y técnicas han sido investigados con rigurosos métodos
experimentales, por tanto es una terapia científica. Su base científica no asegura el
éxito absoluto, pero garantiza su eficacia en general.
Además, también es útil para personas sin un diagnóstico de salud mental, pues
ayuda a gestionar mejor las situaciones estresantes de la vida, como podrían ser:
Crisis vitales
Problemas de pareja
Malestar emocional
Dificultades escolares o laborales
Falta de habilidades sociales
¿Cómo se aplica la terapia cognitivo-conductual?
En el contexto de la psicología clínica, la terapia cognitivo-conductual debe
ser conducida por un profesional acreditado, con la titulación y certificación
correspondiente. La terapia puede realizarse de forma individual o en grupo. En cuanto
a la duración de la terapia, no es considerara una terapia larga, sino todo lo contrario. El
número medio de sesiones puede oscilar entre 15 y 20 sesiones aproximadamente, de
una duración de entre 30 y 60 minutos que pueden ser semanales o quincenales. Se
recomienda que en el inicio las sesiones sean semanales para ir espaciándose más
adelante. Por otra parte, la terapia debe aplicarse en un espacio físico preparado para
ello y totalmente confidencial.
Tanto el modo de aplicación, la duración y la efectividad dependerán de muchos
factores, entre ellos la complejidad de la problemática presentada por el paciente, la
implicación del paciente y la colaboración recibida por parte de su entorno.
La terapia cognitiva
La terapia cognitiva parte un punto de vista intrapsíquico y está centrada en la
cognición. Se basa en la premisa de que la explicación de la conducta se encuentra en
los procesos cognitivos y en los pensamientos. La terapia cognitiva interviene en los
pensamientos, identificando y reemplazando los pensamientos y creencias
distorsionados por otras interpretaciones más flexibles, adaptativas y funcionales.
La terapia conductual
En la terapia conductual, la explicación de la conducta que presenta una persona se
sustenta en el medio, en la influencia del entorno. Por ello, las técnicas de terapia
conductual se centran en modificar los comportamientos desadaptativos y aprender
conductas nuevas más funcionales, provocando, de esta forma, el cambio de emociones
y pensamientos.
Bibliografía
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conductuales. Desclée de Brouwer.
Las técnicas cognitivo-conductuales más utilizadas
Algunas de las aportaciones que mayor evidencia científica ha demostrado
en el tratamiento exitoso de problemas mentales provienen del paradigma
cognitivo-conductual, el predominante en la actualidad. En el presente artículo
veremos diez técnicas cognitivo-conductuales de probada eficacia.
El paradigma cognitivo-conductual
Nacido de la fusión entre las técnicas y procedimientos conductistas que
buscan el conocimiento científico en base a lo observable y el conocimiento de
que detrás de la conducta hay diversos procesos psicológicos que explican por
qué actuamos, pensamos y sentimos cómo lo hacemos, el modelo o enfoque
cognitivo-conductual se basa en el trabajo sobre los aspectos cognitivos de cara a
producir una modificación significativa y profunda de la conducta.
Se trabaja sobre la herencia dejada por el conductismo, aplicando y
adaptando numerosas técnicas propias de esta corriente con el fin de que la
modificación conductual no sea algo mecánico y temporal sino que provoque un
cambio en el modo de percibir la realidad y la existencia de problemas en los
pacientes. Se tienen en cuenta aspectos como el procesamiento de la
información, los mecanismos de afrontamiento, el autoconcepto y autoestima u
otras variables como las habilidades, creencias y actitudes respecto al mundo.
A través de los métodos derivados de este enfoque se tratan muy diversos
problemas mentales desde un punto de vista validado por la ciencia y centrado
en la problemática actual, trabajando a partir de los síntomas presentes para
obtener una mejoría en la calidad de vida del paciente y un alivio de su malestar.
Una decena de técnicas cognitivo-conductuales
Dentro del paradigma cognitivo-conductual son múltiples los tratamientos,
terapias y técnicas que pueden utilizarse de cara a producir una mejoría al
paciente. Muchas de ellas son técnicas surgidas del conductismo a las cuales se
les han añadido elementos cognitivos.
Las técnicas de la terapia cognitivo-conductual son las que han demostrado
científicamente tener mayor eficacia en la psicología clínica. Estas técnicas se
centran en la modificación de pensamientos y conductas mediante el aprendizaje
de nuevas formas de pensar y actuar más adaptativas. Las técnicas de la terapia
cognitivo-conductual se centran en el presente, aunque su objetivo es
la adquisición de hábitos y habilidades que proporcionen mayor bienestar y
calidad de vida y que perduren en el tiempo.
A continuación se explican algunas de las técnicas cognitivo-
conductuales más importantes y utilizadas:
Autoinstrucciones.
Biofeedback.
Condicionamiento encubierto.
Condicionamiento por alarma (pipi-stop).
Contratos de contingencias.
Desensibilización sistemática.
Detención de pensamiento.
Economía de fichas.
Habilidades de afrontamiento social.
Inoculación de Estrés.
Intención paradójica.
Mindfulness.
Moldeamiento, encadenamiento y atenuación.
Reforzamiento diferencial de otras conductas, extinción y castigos.
Reforzamientos positivos y reforzamientos negativos.
Regulación emocional.
Relajación simple, relajación progresiva y relajación autógena.
Respiración.
Reversión de hábitos
Solución de problemas.
Sugestión e hipnosis.
Tomado de:
Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales.
Ruiz Fernández & Díaz García. Ed. Desclée, UNED. Madrid (2011).
Auto instrucciones
Creado por Meichenbaum, el entrenamiento en auto instrucciones se basa en el
papel de éstas sobre la conducta. Se trata de las instrucciones que con las
que guiamos nuestra propia conducta indicando qué y cómo vamos a hacer
algo, las cuales están teñidas por las expectativas hacia los resultados a obtener o
a la propia eficacia.
Determinadas problemáticas tales como una baja autoestima o percepción de
autoeficacia pueden producir que la conducta se vea perjudicada y no pueda
realizarse con éxito e incluso evitarse. Con esta técnica se pretende ayudar al
individuo a que sea capaz de generar auto verbalizaciones internas correctas,
realistas y que le permitan llevar a cabo las acciones que desea realizar.
El proceso pasa porque en primer lugar el terapeuta realice un modelado de la
acción a realizar indicando los pasos en voz alta. Posteriormente el paciente
llevará a cabo dicha acción a partir de las instrucciones que irá recitando el
terapeuta. A continuación se procederá a que sea el propio paciente quien se
auto instruya en voz alta, para luego repetir el proceso en voz baja y finalmente
mediante habla subvocal, interiorizada.
Autocontrol
La habilidad de autogestión es un elemento fundamental que nos permite ser
autónomos y adaptarnos al medio que nos rodea, mantener nuestra conducta y
pensamientos estables a pesar de las circunstancias y/o ser capaz de modificarlas
cuando es necesario. Sin embargo muchas personas tienen dificultades en
adecuar su conducta, expectativas o forma de pensar a la realidad de una forma
adaptativa, con lo que pueden producirse diferentes trastornos.
Así pues, las técnicas de autocontrol son utilizadas para facilitar el aprendizaje
de patrones de conducta en las que la impulsividad se vea aplacada por la
consideración de las consecuencias futuras que ciertas acciones pueden acarrear.
Realizar un entrenamiento que fortalezca las habilidades de autocontrol, tal
como se consigue con la terapia de autocontrol de Rehm, puede servir para
controlar problemas de diversa índole como los producidos en procesos
depresivos y ansiosos.
Reestructuración cognitiva
Esta técnica resulta básica en el tratamiento de la mayor parte de trastornos
psíquicos, formando parte de casi todas las técnicas cognitivo-conductuales.
Se basa en la modificación de los esquemas de pensamiento del paciente a
través de diversos métodos, identificando los propios patrones de pensamiento
y su influencia sobre la vida del paciente y generando junto al paciente
alternativas cognitivas más adaptativas y funcionales.
Así pues, se modifican creencias, actitudes y puntos de vista, todo ello con el
objetivo de hacer que la persona pase a interpretar las cosas de otro modo, por
un lado, y se plantee diferentes objetivos y expectativas, por el otro.
La reestructuración cognitiva consiste en la modificación de los esquemas de
pensamiento:
1. Entender qué son las distorsiones cognitivas, es decir, los pensamientos
negativos e irracionales que afectan al estado de ánimo y al comportamiento.
2. Ser consciente de los pensamientos: aprender a identificar las propias
distorsiones cognitivas.
3. Registrar los pensamientos: apuntar la situación en la que se encuentra, el
pensamiento que aparece, la emoción y la conducta.
4. Buscar un pensamiento alternativo más funcional que el pensamiento
distorsionado.
Los procedimientos que el psicólogo utiliza para este cambio de pensamientos son:
Analizar el pensamiento: preguntarse si el pensamiento es cierto y hacer un
análisis racional del mismo.
El cuestionamiento socrático: hacerse preguntas como "¿esto que estoy
pensando es totalmente cierto?" o "¿qué pruebas tengo de ello?".
Examinar la utilidad del pensamiento: "¿este pensamiento ayuda?" o "pros y
contras del pensamiento".
Ponerse en el peor de los casos: preguntarse "¿qué pasaría si...?" o "¿qué es lo
peor que podría pasar?".
Probar mediante la acción. Comprobar si ocurre lo que pensaba. Por ejemplo, si
el pensamiento es irracional: "si hablo o pregunto en clase pensaran que soy
tonto y se reirán de mi"; se trata de preguntar en clase y comprobar si eso pasa.
Estas modificaciones tienen el poder de hacer que aparezcan nuevos hábitos y
que desaparezcan esas rutinas que son poco útiles o generadoras de malestar.
De esta manera, se propicia que sea la propia persona la que se involucre en
contextos, iniciativas, tareas con potencial terapéutico, y a las que no se habría
expuesto en el caso de haber conservado el viejo sistema de creencias.
Técnicas de exposición
La técnica de exposición basa su eficacia en el principio de habituación, el cual ha
demostrado que la exposición repetida un estímulo produce cada vez una
respuesta menor por parte del sujeto.
Esta técnica está especialmente indicada para los problemas de ansiedad, los
miedos y fobias, trastornos de ansiedad, control de los impulsos y las conductas
evitativas. La exposición debe tener una planificación y apoyo proporcionados por
un especialista.
Se basan en confrontar al paciente al estímulo temido o generador de ansiedad
hasta que ésta se reduzca, de manera que pueda aprender a gestionar su
conducta ante él a la vez que a nivel cognitivo reestructura los procesos de
pensamiento que le hacen sentir malestar ante dicho estímulo o situación.
En general, se procede a hacer entre paciente y terapeuta una jerarquía de
estímulos temidos, de manera que este pueda ir poco a poco acercándose y
exponiéndose a ellos paulatinamente. La velocidad de aproximación puede variar
enormemente según el paciente se sienta más o menos capaz de hacer frente a lo
temido.
Los tipos de exposición son: la exposición en vivo o la exposición de forma
simbólica mediante la imaginación o los dispositivos tecnológicos de realidad
virtual.
Desensibilización sistemática
Si bien el procedimiento aplicado en la desensibilización sistemática es semejante
al de la exposición, ya que en él se establece también una jerarquía de estímulos
ansiógenos a los que el paciente va a exponerse, se diferencia de las técnicas
anteriores en el hecho de que previamente se ha entrenado al paciente en la
realización de respuestas incompatibles con la ansiedad.
La desensibilización sistemática también tiene por objetivo disminuir la reacción
psicofisiológica a los estímulos ansiógenos. La primera parte consiste en desglosar
la situación que produce la activación del miedo o la ansiedad en pequeñas
partes y jerarquizarlas desde la menos hasta la más temida. Por ejemplo, con el
miedo a hablar en público podríamos poner, como primer paso, la situación de
decir un par de frases delante de una persona de total confianza; como segundo
paso, hacer un discurso de 2 minutos delante de dos personas de confianza; como
tercer paso, hacer un discurso de 4 minutos delante de algunos familiares o
personas de confianza. Y así sucesivamente hasta llegar a la situación más temida.
Se recomienda que la jerarquía de la desensibilización se componga de entre 20 y
50 fases. A continuación, se trata de ir afrontando las situaciones siguiendo esta
jerarquía, las indicaciones del psicólogo y aplicando técnicas de relajación.
Así, se busca reducir la ansiedad y la evitación de situaciones y
estímulos mediante la realización de conductas que eviten que esta aparezca, y
con el tiempo provocar un contra condicionamiento que se termine
generalizando.
Diferentes variantes de esta técnica son las escenificaciones emotivas (aplicada
especialmente con niños y empleando un contexto agradable en que poco a poco
se introducen los estímulos), la imaginación emotiva (en que se usan imágenes
mentales positivas que eviten en lo posible la ansiedad) o la desensibilización por
contacto (en que el terapeuta ejercería de modelo para enseñar cómo actuar).
Resolución de problemas
El entrenamiento en resolución de problemas es un tipo de tratamiento
cognitivo-conductual a través del cual se pretende ayudar a los sujetos a hacer
frente a determinadas situaciones que por sí mismos no son capaces de
solucionar.
En este tipo de técnica se trabajan aspectos como la orientación hacia el
problema en cuestión, la formulación del problema, la generación de posibles
alternativas para solucionarlo, la toma de una decisión respecto a la más
apropiada y la verificación de sus resultados. En resumidas cuentas, se trata de
saber enfocar las situaciones complicadas del modo más constructivo posible, sin
dejarse llevar por los miedos y la ansiedad.
La técnica de solución de problemas consiste en aplicar un conjunto de pasos para
resolver una situación o tomar una decisión que resulta compleja:
1. Identificar el problema
2. Definir la situación y los factores relevantes que interfieren
3. Lluvia de ideas con diferentes alternativas para solucionar el problema
4. Tomar una decisión: valorar las opciones generadas, elegir una y crear el
plan de acción
5. Evaluar los resultados de la solución aplicada
Inoculación de estrés
Esta técnica se basa en la preparación del sujeto de cara a hacer frente a posibles
situaciones de estrés. En ella se pretende en primer lugar ayudar al paciente
a entender cómo le puede afectar el estrés y cómo puede hacerle frente, para
posteriormente enseñarle diferentes técnicas cognitivas y conductuales como las
otras aquí reflejadas y finalmente hacer que las practique en situaciones
controladas que permitan su generalización a la vida cotidiana.
El objetivo es que la persona se acostumbre a afrontar las situaciones estresantes
de manera racional, sin quedar bloqueada por sus emociones.
Así, la inoculación de estrés es una especia de entrenamiento psicológico que
modifica nuestras predisposiciones de reacción ante las situaciones estresantes,
permitiendo que adoptemos un patrón de comportamiento más adecuado y que
no nos haga caer en la profecía autocumplida (en este caso, al estrés por la
previsión del estrés).
Modificación de conductas
Si bien de origen conductista, este tipo de técnicas forman parte también del
repertorio cognitivo-conductual. A través de este tipo de técnicas se trata
fundamentalmente de provocar una modificación en la conducta a través de la
estimulación.
Estas técnicas permiten adquirir nuevas conductas, incrementar conductas y
reducir o eliminar conductas. Son muy efectivas. Se basan en la forma de
aprendizaje del condicionamiento mediante el uso del reforzamiento.
Permiten tanto motivar y contribuir a aprender nuevas conductas como a
reducirlas o modificarlas mediante la aplicación de refuerzos o castigos. Dentro
de las técnicas operantes podemos encontrar el moldeamiento y el
encadenamiento para potenciar conductas adaptativas, el reforzamiento
diferencial para reducir conductas o cambiarlas por otras y la saciación, el tiempo
fuero o la sobrecorrección como manera de modificar o extinguir las conductas.
Habilidades sociales
El entrenamiento en habilidades sociales tiene como objetivo mejorar la calidad
de las relaciones interpersonales, para reducir el malestar en las relaciones con
los demás y obtener todos los beneficios de la sociabilidad. Se trata de aprender
estrategias de conducta que permitan establecer relaciones sociales de manera
efectiva. Entre los procedimientos de adquisición y mantenimiento de habilidades
sociales se encuentra:
El role-playing
El reforzamiento positivo
El aprendizaje vicario
La retroalimentación personal
El desarrollo de expectativas de auto-eficacia
Respiración y relajación
La activación física y psíquica es un elemento de gran importancia a la hora de
explicar problemas tales como la ansiedad y el estrés. El sufrimiento que provoca
la presencia de problemas y dificultades puede en parte ser reducida por técnicas
de relajación, aprendiendo a partir de ellas a gestionar las sensaciones corporales
de manera que también pueda ayudarse a gestionar la mente.
Dentro de este grupo encontramos la relajación progresiva de Jacobson, el
entrenamiento autógeno de Schultz o las técnicas de respiración.
La respiración y la relajación corporal son aspectos básicos para aprender a
gestionar los aspectos fisiológicos de las reacciones emocionales. Algunos son:
La respiración diafragmática: consiste en aprender a realizar una respiración
consciente utilizando el diafragma. Dicha respiración permite llevar aire hasta la
zona baja de los pulmones, lo que garantiza mejor captación del oxígeno y activa
la respuesta de relajación del organismo.
La relajación muscular progresiva: consiste en aprender a relajar todos los
músculos del cuerpo. Se trata de ser conscientes de la tensión muscular y
aprender a relajar mediante el entrenamiento. El objetivo de la técnica de
relajación muscular progresiva es convertirla en un hábito que podamos utilizar
ante situaciones estresantes. Una de las más conocidas y eficaces es la relajación
muscular progresiva de Jacobson.
Desventajas y limitaciones
A pesar de la gran eficacia de estas técnicas en el tratamiento de los síntomas de
los trastornos y problemas mentales, las técnicas de tipo cognitivo-
conductual tienen una serie de limitaciones que hace que no siempre sean
efectivas.
En primer lugar destaca el hecho de que si bien tienen en cuenta el pasado a la
hora de recabar información para entender la problemática actual, las técnicas
cognitivo-conductuales se centran en el aquí y el ahora no haciendo a nivel
terapéutico demasiado hincapié en lo ya ocurrido que pueda haber provocado la
conducta desadaptativa.
Si bien estas técnicas son de gran utilidad para tratar el síntoma actual, en su
mayoría detrás de un trastorno mental se encuentra un profundo sufrimiento
producido por bloqueos o eventos experimentados durante largo tiempo y que
puede acabar generando el trastorno. Si el origen de dicho sufrimiento no es
tratado y el paciente no es capaz de hacerle frente, el trastorno podría llegar a
reaparecer.
También destaca el hecho de que estas técnicas por norma general pretenden
erradicar lo que genera malestar, pero en el proceso no es infrecuente que se
generen comportamientos rígidos que a su vez pueden provocar otros problemas
de adaptación.
Además, algunos estudios han reflejado que muchos pacientes sienten que este
tipo de terapia no tiene en cuenta su padecimiento, sintiéndose incomprendidos
y habiendo casos de poca adherencia al tratamiento y abandono de éste. Por
estos motivos han surgido otras terapias como las de tercera generación y otras
provenientes de otros paradigmas.
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