El Negocio de La Guerra
El Negocio de La Guerra
El Negocio de La Guerra
El negocio de la guerra
Edición: Editorial Txalaparta s.l. Navaz y Vides 1-2 Apdo. 78 31300 Tafalla NAFARROA Tfno. 948
703934 Fax 948 704072 [email protected] http://www.txalaparta.com Primera edición Berlín,
2003 Primera edición de Txalaparta Tafalla, octubre de 2005
Copyright © Txalaparta para la presente edición © Dario Azzellini
Fotocomposición Nabarreria gestión editorial Impresión Gráficas Lizarra
I.S.B.N. 84-8136-314-6 Depósito legal NA-1345-05 Título: El negocio de la guerra
Título original: Das Unternehmen Krieg Autor:
Dario Azzellini
Recopilación: Dario Azzellini y Boris Kanzleiter Portada y diseño colección: Esteban Montorio
55. Beltrán, Pablo: Los secretos mejor guardados de la guerra civil colombiana, sin año apróx. Octubre 2000, http://www.eln-
voces.com/.
El Para-Narco-Estado
Luego de las elecciones para el congreso en marzo de 2002, Salvatore
Mancuso anunció que las AUC habían alcanzado su primer «éxito», ya que más
del 35% de los 268 diputados que ingresaron por diferentes partidos o como
candidatos regionales serían sus representantes. En abril ganó las elecciones a la
presidencia el candidato de extrema derecha y formalmente independiente
Álvaro Uribe Vélez. Una de las primeras felicitaciones que recibió provino de
las AUC. Es un «presidente digno» dijo Mancuso, conocido personal de Uribe.
Ya desde antes, los paramilitares habían condecorado a Uribe como «su
candidato», sus oficinas de campaña electoral se encontraban incluso en los
campamentos de las AUC. Luego de cinco décadas, el ala más sanguinaria de la
oligarquía de la extrema derecha consiguió conquistar el poder estatal y colocar
al presidente.56
Álvaro Uribe mantuvo, por lo menos desde 1981, contactos intensivos con
narcotraficantes y paramilitares. Su padre era inclusive narcotraficante. Uribe
hijo entró en el negocio a principios de los años ochenta como Alcalde de
Medellín, durante el tiempo de Pablo Escobar (en esa época compañero de
partido de Uribe y hasta obtuvo para entonces un puesto de diputado para los
liberales). A principios de los años noventa, como director de la administración
de aviación civilorepartió con ahínco licencias y autorizaciones de vuelo a
colaboradores del cartel de Medellín. En su periodo como senador de la
república pertenecía al bloque de los diputados leales a los barones de la droga,
que impedían cualquier ley en su perjuicio.57
56. Los resultados electorales no dicen mucho. En las elecciones del congreso de 23,9 millones de electores sólo participaron 10
millones. 1,4 millones de votos eran inválidos, en blanco o abstenciones. Muchos de los votos para Uribe en las regiones rurales fueron
conseguidos a la fuerza por los militares. En 248 casos se investigó por fraude electoral, y fiscales y autoridades electorales dieron a
conocer la existencia de cuatro millones de credenciales electorales de fallecidos.
57. Contreras, Joseph: Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez, 2002.
Entre el 1995 y 1997, como gobernador de Antioquía, Uribe fomentó los
paramilitares legales fuertemente armados, semi-privados pero formados por el
servicio secreto militar Convivir. Durante el mandato de Uribe, los Convivir
desplazaron a más de 200.000 personas y asesinaron a miles.58 Cuando
posteriormente fueron prohibidas a fines de 1997, se fusionaron con las AUC.
Cínicamente, Uribe se jacta hasta hoy de haber logrado la tranquilidad en «su
región».
Uribe apuntó desde un primer momento a una intensificación de la guerra.
Cinco días después de la toma de posesión, decretó un estado de excepción que
ha permanecido en vigor ininterrumpidamente. Esto encomienda competencias
civiles al ejército y suprime derechos civiles vigentes formales de manera
fáctica. 26 departamentos al norte del país y tres en el Arauca fueron colocados
bajo el control directo del ejército como áreas especiales de seguridad
denominadas «Zonas de Rehabilitación y Consolidación». El gobierno inició a lo
largo de todo el país la construcción de una red de informantes que debe incluir a
un millón de personas (parte de ellas provistas de armas de guerra) en las
estructuras de información del ejército. Adicionalmente, el gobierno amplió el
ejército de 168.000 soldados con 30.000 nuevos soldados de carrera, y empezó a
capacitar entre 20.000 y 30.000 «soldados campesinos», un tipo de «protectores
de aldeas», paramilitares legales que viven en sus comunidades de origen. El
servicio militar obligatorio fue extendido a seis meses y anunció que 10.000
reservistas del ejército y 20.000 policías pensionados iban a ser reintegrados a
las estructuras de defensa.
El 1 de diciembre de 2002, gran parte de los frentes de la AUC anunció un
alto el fuego para entrar en negociaciones con el gobierno.59 A cambio de su
desmovilización exigieron su reconocimiento como actores políticos en el
conflicto, salvoconductos para sus dirigentes incriminados de narcotráfico, la
puesta en libertad de sus más de 1.000 compañeros detenidos, una condonación
de la pena para los activos y el pago de un sustento mensual de casi 550 dólares
por persona. Al mismo tiempo, la AUC se reservó el derecho de «reaccionar en
legítima defensa». La oferta se dio con la ayuda de altos representantes de la
Iglesia católica, tradicionalmente de derecha, estrechamente vinculados con la
oligarquía. De hecho, Uribe y otros tres ministros pertenecen también a la orden
católica de extrema derecha Opus Dei.
58. Contreras 2002: p. 111ss.
59. A pesar de ello, asesinaron a casi 200 personas sólo en los primeros dos meses.
Antes de fin de año, el gobierno cambió la legislación que no permitía
negociar con grupos armados sin estatus político reconocido para así evitar el
reconocimiento oficial de las AUC. En enero de 2003, la ley competente a la
guerrilla para la condonación y disminución de la pena para aquellos que
colaborasen con la justicia fue extendida hacia los paramilitares. La impunidad
para las AUC es también significativa para la oligarquía y el gobierno. Nadie
puede permitirse que altos paramilitares declaren sus conexiones ante un
juzgado.
Los frentes más importantes y poderosos de los paramilitares sin embargo no
participan en las negociaciones. El Bloque Metro con 1.500 armados en
Medellín rechazó desde un principio cualquier conversación, y el Bloque Élmer
Cárdenas con 1.500 armados en Antioquía y Chocó, que controla el contrabando
de armas desde Panamá para el resto de los frentes paramilitares, se retiró de las
negociaciones en enero de 2003. En abril se retiraron igualmente de la mesa de
negociaciones las ACC de Casanare, presuntamente con 3.500 armados. Las
conversaciones con el gobierno comenzaron a pesar de ello el 22 de enero de
2003. Así el gobierno de Uribe emprendió un paso que, hasta entonces, ningún
gobierno había dado: el reconocimiento fáctico de los paramilitares como actores
políticos independientes. En realidad se trata de la amnistía de los paramilitares
y de su integración al aparato represivo oficial.60 Así anunciaron las AUC:
«Mientras la amenaza terrorista se mantenga sobre Colombia y el Estado no
pueda contenerla, nos mantendremos activos así sea en ámbitos de
organizaciones de defensa legales con las cuales estamos listos para cooperar».
La integración podría desarrollarse a través de la red de informantes iniciada por
Uribe o del “Programa de soldados campesinos”. Estos procedimientos fueron
propuestos por la conservadora Rand Corporation ya desde el año 2001: «... sería
valioso recapacitar hasta qué medida la política de desalentar la organización
legal de comunidades de autodefensa es sabia. Una red de organizaciones de
autodefensa supervisada conforme con el modelo peruano podría ser una
alternativa a los grupos ilegales».61 Entonces Estados Unidos podría aumentar la
ayuda militar para Colombia, sin exponerse a las críticas cada vez más fuertes a
causa de la cooperación entre el ejército y los paramilitares.
El 13 de mayo de 2004 el gobierno firmó con diez comandantes de las AUC,
que dicen representar a 90% de los paramilitares, un acuerdo sobre la instalación
de una «Zona de Ubicación» de 368 kilómetros en Córdoba, en la cual se reúnen
con 400 hombres armados de su guardia personal y gozan de inmunidad frente a
las órdenes de captura, para así seguir negociando. Al mismo tiempo sus
combatientes quedan distribuidos por todo el país. Cínicamente los paramilitares
en el pasado han desplazado o asesinado gran parte de la población que vivía en
la zona.
Y aunque exista un supuesto alto al fuego desde el 1 de diciembre de 2002,
Amnistía Internacional declara en el informe anual 2004 sobre Colombia que
«los paramilitares siguieron siendo responsables de matanzas, homicidios
selectivos, “desapariciones”, torturas, secuestros y amenazas. Durante 2003 se
les atribuyó la responsabilidad de la muerte o “desaparición” de al menos 1.300
personas, más del 70% de todos los homicidios y “desapariciones” de los que se
conoce la autoría por motivos políticos no relacionados con los combates.62 En
2003 fueron desplazados 250.000 colombianos, 20.000 pidieron asilo político en
el exterior. El número total de desplazados subió así a 2,96 millones, a nivel
mundial el número más alto después de Sudan y el Congo».
60. Eso no sería un paso novedoso. En el pasado, se integraron por ejemplo los combatientes desmovilizados de la guerrilla maoísta
EPL a unidades rurales de la Policía política DAS y cometieron numerosos asesinatos y masacres.
61. Rand Corporation 2001: Columbian Labyrinth, Internet Edition www.rand.org, p. 60.
Sin embargo, el gobierno empezó a negociar en enero de 2003 para declarar
sorpresivamente en julio que los paramilitares no entregarán todas sus armas
hasta el 2005. El concepto de «conversaciones de paz» se encuentra realmente
fuera de lugar. Sus relaciones con los centros del poder son tas estrechas que los
líderes paramilitares Salvatore Mancuso y Diego Murillo Bejarano, alias Don
Berna, lo evidenciaron recientemente cuando nuevamente reclamaban
salvoconductos y la no aceptación de cualquier demanda de extradición de
Estados Unidos: «Existimos bajo la responsabilidad del Estado y los gobiernos
que nos llevaron a velar por la justicia y la seguridad con nuestros propios puños
y por nuestros propios medios. Si hablan de cárcel por lo que hicimos, todos
ellos deben ir con nosotros».
Desde el comienzo de las negociaciones, no ha llegado a la luz pública casi
nada acerca de sus contenidos y su evolución. En los acuerdos firmados hasta
ahora no se menciona cómo se van a tratar los casos de graves violaciones a los
derechos humanos y faltas al Derecho Internacional humanitario, juicios penales
en curso y paramilitares encarcelados. Las organizaciones de base de la alianza
de paz Planeta Paz afirman que «la propuesta “Ley de Justicia y Rehabilitación”
sirve a los paramilita
62. http://web.amnesty.org/report2004/col-summary-esl.
res para su integración en las instituciones políticas del país».
La primera “desmovilización” constata los temores. El 25 de noviembre de
2003, 855 miembros de las AUC (del Bloque Cacique Nutibara, BCN, de
Medellín) entregaron unos 110 fusiles de asalto Kalashnikov, varias pistolas
automáticas, revólveres, rifles y armas de fabricación casera, porque
supuestamente actuaban en turnos y por eso no todos tenían armas. José Miguel
Vivanco, director de la división de las Américas de la organización para los
derechos humanos Human Rights Watch, calificó el acto como «espectáculo de
la impunidad». Luego de una “resocialización” de sólo tres semanas, los
paramilitares retornaron con créditos y empleos a las barriadas que habían
aterrorizado anteriormente. De ellos, 698 fueron empleados por las autoridades
comunales y 200 para patrullar una empresa de vigilancia en las barriadas. Diez
días antes Amnistía Internacional ya había informado que los paramilitares eran
paulatinamente “reciclados” por servicios de vigilancia o habrían recibido armas
y uniformes como “soldados campesinos”. Desde octubre de 2004 se sabe que
gran parte de los desmovilizados del BCN conforman hoy el Bloque Héroes de
Granada que tiene actividad en la misma zona de Medellín.
La noticia de que se habría perpetrado un atentado mortal el 16 de abril
contra Castaño trajo mayor confusión. Su esposa notificó que, de hecho, él había
sobrevivido aunque desde entonces nadie lo ha visto. Su profundo conocimiento,
asociado con la persistente y abierta disposición a hacer declaraciones, hace
pensar que fue víctima de las luchas internas. Aunque una noticia no oficial del 1
de junio afirma que Castaño habría sido llevado a Israel por representantes de
Estados Unidos o estaría en el camino hacia allá. En el diario El Tiempo
simpatizante del gobierno, Castaño fue retratado como la parte moderada de los
paramilitares sin el cual las negociaciones podrían fracasar. Poco tiempo después
se firmó el acuerdo sobre las «zonas de ubicación».
La verdadera crisis del proceso de negociación parece estar en las luchas internas
por el control de los narco-negocios valorados en millones y el poder regional.
Seguramente, los líderes paramilitares tampoco aceptan porqué, como antiguos
aliados de la política estadounidense, ahora deberían sentirse amenazados por la
extradición hacia Estados Unidos. Una solución podría radicar en la
transferencia de una parte de los paramilitares en otro proyecto. Así, por lo
menos pueden interpretarse las palabras de Uribe, cuando afirma que la
extradición de diversos jefes paramilitares hacia Estados Unidos, entre ellos
también Castaño y Mancuso, no es negociable siempre y cuando se lo ganaran.
Una posibilidad para ello sería Venezuela. La administración estadounidense le
tiene manía al gobierno local y las AUC advirtieron que desde hace un año allí
organizaban paramilitares. En mayo de 2004 detuvieron en la finca de un cubano
exilado a unos 100 paramilitares colombianos que debían llevar a cabo
operaciones in situ.
En Colombia por lo menos ya no se necesitan a los paramilitares,
exceptuando algunos grupos en regiones especificas. Los claros nexos entre el
ejército y los paramilitares deterioran la imagen del gobierno. Además casi siete
millardos de dólares de ayuda militar a través del Plan Colombia le dieron la
soberanía aérea al ejército. Simultáneamente, las misiones militares son
progresivamente asumidas por Corporaciones Militares Privadas.
La externalización u outsourcing de la guerra sucia ha tenido ventajas
significativas para el gobierno. Debido a que los paramilitares son considerados
actores no estatales, Colombia apareció como un Estado amenazado por muchas
partes, un poder neutral colocado bajo presión de la izquierda y de la derecha.
Así, Colombia es una democracia reconocida internacionalmente, a pesar de que
detrás de la fachada se erige un Estado paramilitar en el cual son asesinadas
anualmente más personas que durante los 17 años de la dictadura militar chilena.
El ejército “limpio” puede contar con un reforzado apoyo internacional.
También desde el punto de vista de la política interna el escenario descrito le
sirve al gobierno. La presencia de innumerables actores armados aparentemente
poco distinguibles y la violencia extrema han conducido a una despolitización,
que en algunos sectores se convierte en una tendencia abierta de derecha: lo
único que importa es la tranquilidad, sin tener en cuenta cuál sea su precio. Ésta
es también la causa de la victoria electoral de Uribe.
Las CMP sirven para misiones no oficiales de contrainsurgencia. Así, María
Salazar, secretaria de Estado suplente para la política antidrogas en el Ministerio
de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, puede sostener ante una
subcomisión del Congreso: «El Ministerio de la Defensa no violará el
lineamiento que separa la lucha antidroga de la lucha contrainsurgente»63 –para
las CMP no vale esta limitación–. Cuando llega a la luz pública que estos
(presuntos) límites fueron transgredidos, el gobierno estadounidense rechaza
toda culpa al respecto, pues se trata de empresas privadas. Y si un empleado de
una CMP muere en acción, eso llama mucho menos la atención que cuando se
produce la muerte de un soldado estadounidense. Desde 1997 han muerto en
Colombia por lo menos 16 ciudadanos americanos miembros del ejército, de la
DEA o de las CMP, todos fueron declarados como civiles aunque fueron
enterrados con honores militares.64
El gobierno de Bush gasta mucho en esta guerra. Sólo en el primer trimestre
del año 2003 se presentaron para su aprobación al Congreso 105 millones de
dólares en ayuda militar adicional, y 50 soldados de unidades especiales
estadounidenses fueron enviados para la búsqueda de los tres miembros de CMP
secuestrados. El 25 de mazo de 2003 fue derribado nuevamente un vuelo de
inspección y los tres pasajeros perdieron la vida. Estados Unidos se ve cada vez
más profundamente envuelto en la guerra de Colombia. Ciudadanos
norteamericanos y miembros de las CMP de otras nacionalidades están
involucrados en forma activa, estructural y sistemática en la guerra. Es sólo
cuestión de tiempo que los primeros soldados estadounidenses entren en
enfrentamientos armados con la guerrilla, lo que podría servir como pretexto
para un compromiso directo de las tropas estadounidenses en Colombia. Ante el
desarrollo político de desventaja para Estados Unidos (triunfos electorales de
Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, la política de Kirchner en Argentina y un
fuerte movimiento en Bolivia), tienen un gran interés en una fuerte presencia
militar. En ese contexto son preocupantes las incursiones de paramilitares en
territorio venezolano. Estados Unidos podría estar interesado en provocar una
circunstancia para justificar el envío de contingentes de mayores tropas hacia
Colombia.
63. Mcdermott, Jeremy: U.S. crews involved in Colombian battle, en The Scotsman, 23 de febrero de 2001.
64. La agencia de noticias Anncol presentó en agosto de 2002 una lista de doce personas con sus nombres. Algunos de ellos fueron
disparados, la mayoría perdió la vida por derrumbes de aviones de inspección y de fumigación, en algunos casos se presume que
fueron derribados por la guerrilla. Desde entonces han muerto por lo menos otros cuatro ciudadanos estadounidenses en incidentes
similares.