Historia de La Geografía
Historia de La Geografía
Historia de La Geografía
La geografía es una de las disciplinas más antiguas, pero también hay que señalar que ha experimentado un
desarrollo muy complejo a lo largo de toda su historia. Básicamente, esta evolución se puede dividir en dos
grandes periodos: un periodo premoderno que comenzaría en Grecia, y un periodo moderno a partir del siglo
XIX donde se produce su institucionalización universitaria, lo que tuvo una influencia enorme en su desarrollo.
Contenido
[mostrar]
Estrabón.
Ptolomeo.
La cultura griega es la primera en desarrollar un conocimiento ordenado sobre un conjunto de fenómenos que
atañen, en sentido amplio, a la Tierra. Esta descripción de la Tierra, desde la antigüedad, ha podido entenderse
de dos formas: bien como descripción y estudio de toda la Tierra en cuanto cuerpo físico y celeste, o bien como
descripción y estudio de alguno de sus territorios, incluyendo en éstos tanto sus características físicas (ríos,
montañas…) como los pueblos que los habitaban. Existe así desde la Grecia clásica una perspectiva general y
otra particular o regional, la primera más próxima a la matemática, a la astronomía y a la cartografía y la
segunda a la historia, a la política y a lo que hoy se entiende por etnografía.
Es en Mileto donde los conocimientos que podrían calificarse de geográficos comienzan a sistematizarse y a
tratarse de un modo más metódico y racional. Los periplos o descripciones de las costas realizadas por los
marinos se convierten en una fuente de conocimiento fundamental. Anaximandro de Mileto (610-547 antes de
nuestra Era) elaboró, seguramente, uno de los primeros mapas del mundo conocido por los griegos, además de
varios cálculos sobre los equinoccios y solsticios. Hecateo de Mileto (entre los siglos VI y V antes de nuestra
Era) mejoró el mapa de Anaximandro y escribió sobre las costas y pueblos que bordeaban el Mediterráneo.
Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. E.) realizó varios viajes que le acercaron a los confines del mundo
conocido por los griegos. En su Historia describe con gran detalle territorios como Egipto,Persia o Asia menor.
Eratóstenes de Cirene (275-194 a. E.) es considerado propiamente como el “padre de la geografía”, pues fue el
primero en acuñar el término, aplicándolo a una de sus obras (Hympomnemata geographica). Para Eratóstenes
este término identificaba el objetivo esencial de su trabajo, la elaboración de una representación gráfica del
mundo conocido, es decir, lo que hoy se entiende por cartografía. Partía para ello de la búsqueda de las
dimensiones de la Tierra, tarea que llevo a cabo con sorprendente aproximación. Estrabón (60 a. E.- 21 d. E.)
realizó en cambio una geografía plenamente corográfica o regional. Estrabón recoge de forma sistemática un
gran número de informaciones acumuladas sobre los diversos territorios de la ecúmene. Su obra tenían un claro
fin práctico pues interesaba sobre todo, “para los fines de gobierno”. Estrabón identificaba los distintos
territorios y los caracterizaba de acuerdo a sus rasgos físicos, étnicos y económicos. En esta misma línea,
Pomponio Mela (siglo I a. E.) realizó su obra Chorographia donde relata diversos viajes por las costas
conocidas de la época describiendo las características físicas y humanas de los diversos territorios. Claudio
Ptolomeo (90-168 d. E.), astrónomo y matemático realizó también una obra geográfica, Geographike
hyphegesis. Esta obra se sitúa en la tradición de la geografía matemática y cartográfica. Proporcionaba tablas de
posiciones que permitían realizar un mapa de la Tierra basado en la longitud y latitud de los lugares. También
realizó cálculos sobre la dimensión de la Tierra.
Durante la Edad Media el conocimiento geográfico, al menos en las sociedades europeas, se vio prácticamente
interrumpido con la decadencia y desaparición del Imperio romano. Dominó una cosmografía religiosa en la
que la Tierra se representaba como un disco circular y los continentes (África, Europa y Asia) se disponían en
forma de T con centro en Jerusalén. En las sociedades árabes en cambio, se conservaron en gran medida los
conocimientos clásicos. Las necesidades de gobierno y el activo comercio dentro de los territorios árabes
facilitaron la recopilación de nuevos datos geográficos. Estos datos fueron sintetizados por grandes viajeros
como Ibn Batuta, Ibn Jaldùn o sobre todo Al-Idrìsì (1099-1180) que realizó El libro de Rogerio donde reunió
gran número de informaciones sobre las tierras conocidas y sobre diversos lugares, capitales y ciudades.
El siglo XV representa un cambio radical en las condiciones de desarrollo de los conocimientos geográficos. Se
recuperaron los conocimientos clásicos y además se conocieron nuevos territorios y pueblos. Autores muy
distintos intervienen en la labor descriptiva de estos nuevos territorios. El modelo que se sigue es el
proporcionado por Estrabón, cuya obra Geographiká se redescubre y se reedita. Al mismo tiempo fue necesario
modificar también la imagen cartográfica del mundo. Juan de la Cosa es el primero que recoge en su mapa las
tierras americanas conocidas del área del Caribe (1500). Además la obra de Ptolomeo es corregida y ampliada y
posteriormente superada por el Atlas de Mercator (1595) que encontró también nuevas soluciones al problema
de proyectar la superficie esférica de la Tierra en una superficie plana.
En el siglo XVII, la geografía tuvo un lugar destacado en la revolución científica que sentó las bases de la
ciencia moderna. La geografía como ciencia que se ocupaba de la descripción y de la representación
cartográfica de la Tierra, formaba parte de las matemáticas. Era una ciencia matemática mixta al igual que la
astronomía o la óptica. La Geografía General en la que se explican las propiedades de la Tierra de B. Varenio
publicada en 1650 representa muy bien esta concepción. Según Varenio la geografía es “la ciencia matemática
mixta que explica las propiedades de la Tierra y de sus partes”. Varenio dividía la Geografía en General y
Especial, estudiando la primera la Tierra como cuerpo físico y celeste y la segunda “la constitución de cada una
de las regiones”. En cada región Varenio consideraba tres tipos de propiedades: las celestes (la distancia del
lugar desde el Ecuador y desde el polo, la inclinación del movimiento de las estrellas sobre el horizonte en el
lugar, la duración del día más largo y más corto…), las terrestres (límites, montes, aguas, selvas y desiertos,
animales…) y las humanas (trabajos y técnicas de la región, costumbres, formas de expresarse, ciudades…).
A lo largo del siglo XVIII se produce el desarrollo de las ciencias especializadas de la Tierra, lo que supuso una
pérdida de contenido para la geografía como ciencia general. La geología, la botánica y la química pasan a
estudiar problemas que antes eran objeto de la geografía general. Al mismo tiempo, el aumento en la
complejidad de las tareas cartográficas dio lugar a la aparición de corporaciones profesionales especializadas,
con lo que la geodesia y la cartografía se configuran también como disciplinas independientes. La geografía, en
definitiva, se divorcia progresivamente de las disciplinas matemáticas y el geógrafo se identifica con las tareas
corográficas de descripción de países y regiones.
[editar] Los antecedentes de la geografía moderna
Alejandro de Humboldt.
La primera mitad del siglo XIX será fundamental para el desarrollo de la geografía moderna y para su
institucionalización universitaria. Varios autores han señalado diversas condiciones de posibilidad en su
desarrollo:
Los viajes de exploración que proporcionaron todo un caudal de nuevos datos y experiencias.
La expansión colonial europea, muy vinculada con las sociedades geográficas que popularizaron los
conocimientos geográficos y crearon un estado social de opinión favorable hacia la geografía.
El desarrollo del nacionalismo, que dará a la disciplina una función social y política vinculada a la
consolidación del sentimiento nacional.
La elaboración de los proyectos conceptuales para la geografía desarrollados por Humboldt y Ritter.
El reconocimiento de la geografía como una disciplina escolar que conllevará la creación de cátedras de
geografía para formar profesores.
Para algunos autores (como H. Capel) es esta última condición el factor principal en el desarrollo de la
geografía a finales del siglo XIX.
Alejandro de Humboldt (1769-1859) será reivindicado posteriormente como uno de los fundadores de la
moderna geografía, aunque es dudoso que él se considerara a sí mismo como geógrafo. Humboldt pretendía
fundar lo que él mismo denomina como “Descripción física de la Tierra”, es decir, lo que hoy se entiende como
una geografía física integrada. Una disciplina capaz de integrar los distintos elementos del mundo natural. Este
proyecto se plasmará en su gran obra Cosmos.
Carl Ritter (1779-1859) por su parte esbozará un proyecto muy diferente. Ritter ocupó un puesto de catedrático
de geografía en la Universidad de Berlín desde 1820 hasta su muerte. Su obra principal la Geografía General
Comparada constaba de 21 volúmenes con una ingente masa de informaciones. Para Ritter el objetivo de la
geografía científica es “la organización del espacio en la superficie terrestre y su papel en el devenir histórico
(del hombre)”, un proyecto que se situaba en el marco de la tradición intelectual alemana de la filosofía de la
historia desarrollada por Herder y Hegel.
La obra de ambos autores aún teniendo gran importancia y ejerciendo una fuerte influencia posterior en muchos
geógrafos, no tuvo continuidad en el tiempo. Autores como Paul Claval han señalado el fuerte retroceso que
experimento la investigación geográfica entre la muerte en 1859 de estos dos grandes intelectuales y la década
de 1870 cuando comienzan a crearse múltiples cátedras de geografía en Alemania.
En Francia la institucionalización de la geografía seguirá los pasos de Alemania. Sin embargo, la geografía en
Francia será desarrollada principalmente por historiadores como Paul Vidal de La Blache, Bertrand Auerbach o
Émile Berlioux.
En Gran Bretaña, la institucionalización universitaria será más tardía con fuerte oposición de geólogos e
historiadores. En este proceso desempeño un papel fundamental la Royal Geographical Society que ofreció a las
universidades de Oxford y Cambridge una ayuda económica para la creación de plazas de profesor. Halford
Mackinder, historiador de formación, ocupará el puesto en la universidad de Oxford logrando una gran
popularidad. F.H Guillemard, médico y zoólogo lo hará por la de Cambridge.
[editar] El proyecto de una geografía científica: Geografía física y Antropogeografía
La geografía moderna no surge por lo tanto como una disciplina formada y definida. Las diversas propuestas
que aparecen para delimitar el campo de la geografía no son coincidentes ni compartidas, hecho que se prolonga
hasta la actualidad. En un primer momento, la geografía científica que se desarrolla en las universidades
alemanas comienza a definirse sobre todo como geografía física y más concretamente como fisiografía o
geomorfología. El trabajo de los geólogos y geógrafos alemanes, Richthofen, Peschel y Penck será fundamental
en esta línea. De hecho será F. von Richthofen el primero en definir la geografía como la ciencia de la superficie
terrestre con lo que eliminaba de la geografía moderna los temas preinstitucionales de la geografía astronómica,
de la geografía matemática y de la cartografía. Así mismo la geografía dejaba de ser la ciencia que estudia el
planeta entero, para centrarse en su superficie.
Sin embargo será el proyecto de F.Ratzel (1844-1904) el que alcanzará un mayor calado y difusión. Ratzel en el
marco del positivismo de finales del siglo XIX y muy influido por la obra de Darwin, de Haeckel y de Ritter,
realizará la propuesta de una disciplina centrada en las influencias del medio físico sobre el hombre, a la que
denominará como Antropogeografía (1882). Será una disciplina puente entre las ciencias naturales y las
ciencias sociales, una explicación naturalista de los hechos sociales centrada en estudiar la naturaleza de las
sociedades y sus diferencias y en describir la difusión de los rasgos culturales y los movimientos migratorios de
los grupos humanos. En definitiva la Antropogeografía de Ratzel intentaba encontrar las causas naturales de los
hechos humanos.
El éxito de esta propuesta para la geografía será bastante grande al menos en un primer momento. Influyo tanto
en la geografía francesa a través de J. Brunhes y Vidal de la Blache como en la geografía inglesa a través de H.
Mackinder y sobre todo en la naciente geografía estadounidense, hasta entonces fundamentalmente física y
desarrollada por científicos de formación naturalista como William Morris Davis o R.Salisbury, a través de una
discípula directa de Ratzel, Ellen Churchill Semple.
En Francia Élisée Reclus (1830-1905), discípulo de Ritter, realizará una obra profundamente personal y
popular, pero que paradójicamente no obtendrá reconocimiento por parte de las instituciones oficiales francesas
ni tendrá continuidad hasta su redescubrimiento por parte de los geógrafos radicales en la década de los 70.
Desde una ética anarquista, Reclus se centrará en las relaciones entre los grupos humanos y el medio natural, en
“reconocer el lazo íntimo que reúne la sucesión de los hechos humanos y la acción de las fuerzas telúricas”.
[editar] La geografía clásica: regiones y paisajes
En los últimos decenios del siglo XIX, comienza a surgir una reacción contra el positivismo y el naturalismo.
En geografía esto coincide con una fuerte crítica de las, hasta entonces, exitosas ideas ambientalistas
provenientes de autores como F. Ratzel. La separación conceptual entre naturaleza y espíritu y,
correlativamente, entre ciencias naturales y ciencias sociales se acentúa. Esto que afectó al núcleo de la
formulación geográfica como una ciencia puente centrada en las relaciones hombre – medio.
Como alternativa, comienza a configurarse una nueva geografía que tendrá como conceptos centrales región y
paisaje. Se afirma el carácter concreto (idiográfico) de la geografía frente a las pretensiones generalizadoras
(nomotéticas) del ambientalismo y cobran mayor fuerza las explicaciones de tipo historicista y el inductivismo
como método de conocimiento. Los protagonistas de esta verdadera transformación conceptual serán Alfred
Hettner en Alemania, Paul Vidal de la Blache y Lucien Febvre en Francia y, más tardíamente, Carl Sauer y
Richard Hartshorne en Estados Unidos, donde la tradición ambientalista tuvo un mayor arraigo.
Sin embargo, la geografía regional y la geografía del paisaje se configuraron de forma independiente y, en parte,
enfrentada. Puede decirse que mientras la geografía ambientalista configuraba una ciencia – relación centrada
en la interacción entre los grupos humanos y el medio físico; la geografía regional configuraba una ciencia –
método (la geografía como punto de vista). La geografía del paisaje se desarrollaría en cambio de una forma
más ortodoxa, como una ciencia – objeto (el paisaje como producto material o reflejo de un grupo humano).
Alfred Hettner (1859-1941) es quien da forma de un modo más sistemático a la geografía regional. Para
Hettner, el estudio de la historia de la geografía mostraba la existencia de dos conceptos de esta ciencia. La de
Erdkunde, es decir, la geografía como geografía general, y el de la Landerkunde o enfoque regional o
corológico. Si anteriormente había sido posible aceptar a la geografía como una ciencia general de la Tierra, el
nacimiento de disciplinas como la geología, la geofísica o la geodesia, hacían imposible esta formulación, con
lo que el enfoque regional era el único posible. Así mismo, Hettner criticó la definición de Richthofen de la
geografía como ciencia de la superficie terrestre, ya que los "estudios de la superficie terrestre como tal, es
decir, sin tener en cuenta las diferencias locales, no son todavía geográficos". También descartó otras posibles
visiones de la geografía como la propuesta de una ciencia del paisaje puesto que “la homogeneidad de la
geografía […] no puede, por consiguiente, basarse en la unidad de paisaje, sino que sólo puede ser establecida a
partir de la naturaleza interna de regiones, paisajes y localidades”. Tampoco era partidario de entender la
geografía como una ciencia de las distribuciones espaciales dado que “el dónde de las cosas es –al igual que su
cuando, que la distribución y difusión local […]-, una característica, una cualidad de las cosas o fenómenos […]
y tiene que ser por fuerza abarcada por las ciencias sistemáticas”. Así pues, para Hettner: “únicamente cuando
concibamos los fenómenos como propiedades de los espacios terrestres, estaremos haciendo geografía” y la
geografía no era, por tanto, ni una ciencia natural ni una ciencia social, sino ambas cosas a la vez ya que “la
naturaleza y el hombre forman parte inseparable de la caracterización de las regiones”. En Estados Unidos, R.
Hartshorne (1899-1992) introducirá, aunque tardíamente, las ideas hettnerianas en su influyente obra The
Nature of Geography (1939).
Será, sin embargo, en Francia con Vidal de la Blache (1845-1918) y sus múltiples discípulos (A. Demangeon,
E. de Martonne, J.Sion, M.Sorre...) donde se popularizará en mayor medida esta nueva visión de la geografía.
La geografía se transformaba en disciplina de los espacios únicos o regiones; en una ciencia de síntesis o en una
ciencia que no se definía por objeto sino por su punto de vista. La geografía general se integraba como un
simple instrumento preparatorio para realizar la síntesis regional como caracterización de los elementos
inorgánicos (morfología, hidrografía, climatología…), orgánicos (fauna y flora) y humanos (poblamiento,
población, organización política y económica…) de las distintas regiones. Además, esta geografía regionalista
será bastante crítica con la geografía ambiental de estirpe ratzeliana aunque Vidal no dejará de reconocer y
apreciar la obra de Ratzel por “reconstruir la unidad de la ciencia geográfica, sobre la base de la naturaleza y la
vida”. Por lo tanto, la geografía vidaliana no renunció en absoluto a la tradición ecológica; es decir, a ver al
hombre inserto en el medio natural, ya que según Vidal “la geografía humana no se opone en sí misma a una
geografía de la que se ha excluido el elemento humano; tal cosa no ha existido sino en las mentes de unos pocos
especialistas exclusivos”. Este hecho se concretó en la propuesta de L. Gallois de conceptualizar las regiones
como "regiones naturales" sobre las que los grupos humanos desarrollarían sus géneros de vida.
En España, la institucionalización de la geografía fue considerablemente tardía con respecto a los países
europeos más avanzados. Realmente esta institucionalización no comenzó hasta después de la guerra civil
(1936-1939) aunque es cierto que anteriormente hubo importantes estudiosos de la geografía como Pablo Vila o
Gonzalo de Reparaz que vieron interrumpida su labor por el exilio o por otras causas. La institucionalización de
la geografía en la universidad se fundamentó básicamente en el cumplimiento de dos funciones: la formación de
profesores para la enseñanza y el papel de soporte ideológico del régimen.
Los profesores que tendrán un papel más destacado en este proceso serán, José Manuel Casas Torres,
catedrático de geografía en la Universidad de Zaragoza desde 1944 hasta 1966 y posteriormente catedrático en
la Universidad Complutense de Madrid y Manuel de Terán Álvarez (1904-1984) catedrático de geografía en la
universidad de Madrid desde 1951. También hay que destacar la importante labor del instituto Elcano del CSIC
(Consejo Superior de Investigaciones Científicas) creado en 1940 y donde se publicó (y se continua publicando)
la que sería la revista geográfica más importante de España, Estudios Geográficos.
La geografía española estará fuertemente influida por las ideas de la geografía francesa y en menor medida por
las de la geografía alemana. Esta influencia se dejara notar tanto en las concepciones de la geografía española
sobre la propia disciplina como en los métodos de trabajo. Para Manuel de Terán: “la región, los medios
geográficos, el complejo o combinación de hechos de superficie, según la expresión de Allix, el paisaje, he aquí
lo que asegura a la geografía su autonomía y el criterio de certeza para todo deslinde de campos y competencias
con otras ciencias de la Tierra”. Los geógrafos españoles aceptarán en su mayoría, por lo tanto, la ideas de que
la geografía es sobre todo una ciencia regional – paisajística. Las monografías regionales serán, así mismo, el
método por excelencia de la primera geografía española.
A partir de la década de 1950, la geografía conoció una profunda crisis en Inglaterra y Estados Unidos que
desemboco en la creación de la denominada geografía teorético – cuantitativa o simplemente “nueva geografía”.
La aparición de esta nueva geografía coincide con tendencias parecidas de crisis y cambio en otras disciplinas,
especialmente dentro del campo de las ciencias sociales. La base común de todos esos cambios es el retorno a
un neopositivismo filosófico, es decir, se reivindica un único método científico válido para todas las ciencias
con independencia de su objeto de estudio, se rechazan los procedimientos cualitativos frente a los
cuantitativos, se pone el énfasis en la construcción de modelos y la búsqueda de leyes y se aboga por cierto
reduccionismo naturalista y más concretamente fisicalista.
Dentro de la geografía un hito significativo será la publicación en 1953 del artículo de F. K. Schaefer
Excepcionalismo en Geografía. Schaefer atacaba duramente a la concepción regional, especialmente tal y como
la expuso R. Hartshorne. Frente a esta concepción a la que denominaba como excepcionalista por centrarse en
lo único (la región, el paisaje), Schaefer abogaba por una geografía estandarizada, en cuanto a los métodos, con
el resto de las ciencias, que tuviera por objetivo fundamental “la formulación de leyes que rigen la distribución
espacial de ciertas características en la superficie de la tierra”.
Modelo de Johann von Thünen de usos del suelo agrícola. El punto negro representa una ciudad.
1) Agricultura intensiva (en blanco).
2) Bosques para leña.
3) Agricultura extensiva, campos de cultivo.
4) Ganadería extensiva.
Otros hitos importantes en la revolución cuantitativa serán la publicación en 1962 de la obra Theoretical
Geography de William Bunge. Para esta fecha la nueva geografía se había desarrollado bastante en los Estados
Unidos a partir de las universidades de Wisconsin (Madison) y de Washington (Seattle), donde se formaron
importantes geógrafos cuantitativos como Brian J.L. Berry y Richard L. Morrill. Desde Estados Unidos el
movimiento se transmitió pronto a Gran Bretaña y a Suecia. En otros países como Francia o España, donde la
concepción regionalista y paisajística tenía una fuerte influencia, la recepción de esta nueva visión de la
geografía y de sus métodos fue mucho más tardía, ya que se prolongo hasta finales de los años 60 principios de
los 70 y además su influencia fue considerablemente inferior. La geografía cuantitativa recuperará autores y
obras más o menos olvidadas o no tenidas en cuenta antes por la geografía como la Teoría de los lugares
centrales de Walter Christaller (Los lugares centrales en la Alemania meridional, 1933) o J. von Thünen (1783-
1850) sobre la distribución de los usos agrícolas del suelo.
Pero la geografía cuantitativa no sólo incorporó nuevos métodos y un nuevo objeto de estudio (la explicación de
la distribución de fenómenos sobre la superficie terrestre) sino que influyo también en la reformulación de la
tradición ecológica y de la tradición regional que siguieron, por lo tanto, estando presentes en el trabajo
geográfico desde estas nuevas posiciones y desde las concepciones tradicionales. Edward Ackerman en 1963
afirmaba que el problema fundamental de la geografía era “nada menos que la comprensión del enorme sistema
de interacción que comprende toda la humanidad y su medio ambiente natural sobre la superficie terrestre”, con
lo que reafirmaba, de forma renovada, un campo de estudio tradicional. Así mismo dentro de la geografía física
se explora la utilidad de nuevas concepciones como la de ecosistema, geosistema o ecología del paisaje. El
estudio de la región también se replantea. Aparece, en estrecha relación con el desarrollo de una subdisciplina
económica, la ciencia regional, el concepto de región polarizada o funcional. La región deja de considerarse un
paisaje homogéneo para empezar a caracterizarse como un sistema de relaciones funcionales, donde sus
distintos elementos y muy especialmente la metrópoli regional, aparecen cohesionados por flujos de todo tipo
(de gentes, bienes, capitales, información…). En el campo de la geografía urbana se dejará notar el influjo de la
escuela de ecología humana de Chicago liderada por Robert E. Park, especialmente por su atención a la
organización espacial de las ciudades (modelo zonal de Burguess y Hoyt).
[editar] La geografía del comportamiento, la geografía radical y la geografía humanista
Durante la década de 1960, al mismo tiempo que se imponía la visión neopositivista de la geografía, comienzan
a surgir las primeras críticas hacia esta visión de la geografía y empezarán a esbozarse propuestas alternativas.
El eje común de todas las críticas será la aceptación, muchas veces poco reflexiva, de la filosofía neopositivista.
Se criticará su excesivo formalismo, su reduccionismo fisicalista y su obsesión por buscar leyes y construir
teorías generalizadoras. Las críticas comenzarán a converger en torno a tres alternativas: la geografía del
comportamiento, la geografía radical y la geografía humanista.
Desde dentro del propio paradigma de la geografía cuantitativa se descubre la dimensión psicológica de los
agentes humanos y se pone de manifiesto la insuficiencia de los modelos teóricos elaborados para explicar la
localización de actividades y usos del suelo. Se plantea el problema de las desviaciones entre los
comportamientos esperados, de acuerdo con los modelos existentes de corte economicista (hombre económico
racional) y los comportamientos reales que necesariamente responden a otras variables. Todo este movimiento
teórico condujo a una preocupación por la percepción humana, los mapas mentales, las imágenes públicas, etc.
En gran medida influidos por los movimientos sociales de finales de los 60 y principios de los 70, los geógrafos
se sentirán profundamente descontentos con el estado de la geografía y su despreocupación por temas de
relevancia social. Un importante teórico como David Harvey autor del manual de nueva geografía Explanation
in Geography (1969) dirá en 1972 que “la revolución cuantitativa ha seguido su curso y aparentemente los
resultados son cada vez menos interesantes” y que “nuestro paradigma no está a la altura. Está maduro para un
derrocamiento”. Surge así la que se denominará geografía radical. Esta geografía alternativa pretende ser
comprometida y contribuir a los cambios revolucionarios que la sociedad necesita. Critica la pretendida
neutralidad y el cientificismo de la geografía cuantitativa y busca nuevos temas de estudio como la pobreza y
los pobres, los ghetos, las condiciones de vida urbana (servicios públicos, crisis de la vivienda…), el bienestar
social (a través de la geografía del bienestar), el imperialismo y neocolonialismo, etc. Una revista como
Antipode: A radical Journal of Geography editada por Richard Peet será fundamental en todo este movimiento
renovador.
Desde un plano más teórico, la geografía radical empezará a introducir el marxismo dentro de la geografía. Se
configura progresivamente, una geografía marxista muy cercana a las ciencias sociales. Con grandes influencias
del estructuralismo marxista francés (Lefebvre, Althusser, Castells) el espacio y las configuraciones espaciales
de la vida social se definirán como un producto social, es decir, como un hecho social que debe entenderse en el
marco de las estructuras sociales correspondientes y por lo tanto en el contexto de una geografía entendida
como ciencia social. En Francia el movimiento radical también tendrá sus repercusiones y culminará en la
creación, por iniciativa personal de Yves Lacoste, de la revista de geopolítica Herodote (1976).
Por último, la reacción antipositivista también inspiró otra corriente dentro de la geografía, la denominada como
geografía humanista. La geografía humanista podrá el énfasis en los aspectos humanos de la geografía, es decir,
en los significados, valores y propósitos de las acciones humanas. Se corresponde con las visiones centradas en
el sujeto y más hermenéuticas de las ciencias sociales, frente a las visiones más estructurales de la geografía
radical. La geografía humanista recibe fuertes influencias de filosofías como el existencialismo o la
fenomenología de Husserl. Frente al espacio abstracto de la geografía cuantitativa o el espacio producto social
de la radical, la geografía humanista se concentrará en el espacio vivido, en el lugar como ámbito afectivo de la
experiencia humana. Además los geógrafos humanistas como Anne Buttimer recuperan la tradición teórica de la
geografía clásica, espacialmente francesa, valorando muy positivamente las figuras de geógrafos como P. Vidal
de la Blache, Jules Sion o Max Sorre.
Desde mediados del decenio de 1980 se han producido diversas propuestas para renovar la geografía regional,
antiguo epicentro de la geografía. Ya desde finales de los setenta, D. Gregory calificaba de tarea vital el
revitalizar los estudios regionales y la reformulación del concepto de región. En palabras del propio Gregory:
“Necesitamos saber algo sobre la constitución de las formaciones sociales regionales, de las articulaciones
regionales y de las transformaciones regionales”. Pero estas propuestas de recuperación de la geografía regional
son diversas. Desde los que plantean una vuelta sin más a la síntesis geográfica clásica, hasta los que buscan
una nueva geografía regional fundamentada en el marco de las ciencias sociales y de la teoría social. En esta
última perspectiva, se subraya el carácter de construcción social de las regiones. Las regiones ya no serán entes
permanentes que el geógrafo se encarga de identificar y describir, sino auténticas formaciones socioespaciales
que se construyen, cambian y pueden desaparecer. La influencia de la teoría de la estructuración de A.Giddens
en estas nuevas formulaciones será bastante marcada.
En el siglo XXI la geografía se presenta como un campo amplio y variado con potencialidades y también con
problemas. Tras más de cien años de desarrollo institucional, los geógrafos no han conseguido consensuar un
marco teórico común ni unos objetivos generales de investigación que integre el desarrollo de las distintas
subdisciplinas geográficas. Por lo que muchos teóricos reconocen que más que haber geografía hay de hecho un
conjunto de ciencias geográficas cada una con sus propios objetos y métodos. Persisten los dualismos y la
separación tradicional entre una geografía general y una geografía regional así como entre la geografía física y
la geografía humana. Las diversas concepciones de la geografía conviven en la investigación en una actitud de
cierto eclecticismo. Pero, por otro lado, la geografía ha experimentado cambios importantes en su historia
moderna. Se ha producido un gran desarrollo de las geografías sistemáticas, se ha profundizado en temas de
investigación totalmente nuevos como el imperialismo, la desigualdad socioterritorial, la urbanización de los
espacios rurales, los riesgos e impactos ambientales, etc y se han incorporado nuevas técnicas y métodos de
gran valor (teledetección, SIG, estadística…).
[editar] Síntesis
Geografía Premoderna
Geografía Antigua: Grecia y Roma
Anaximandro de Mileto, elaboró uno de los primeros mapas del mundo conocido.
Hecateo de Mileto, mejoró el anterior mapa y describió las costas del Mediterráneo
Heródoto de Halicarnaso, realizó varios viajes, donde hizo una descripción.
Eratóstenes, acuñó el término "geografía" y realizó las primeras mediciones de la tierra
Estrabón, se centró en los aspectos humanos, la historia y los mitos.
Ptolomeo, hizo una descripción del mundo de su época, utilizó un sistema de latitud y longitud por lo
que sirvió de ejemplo a los cartógrafos.
Ibn Battuta
Ibn Jaldún
Al-Idrisi, reunió gran número de informaciones sobre las tierras conocidas y sobre diversos lugares,
capitales y ciudades.
Geografía Moderna
La institucionalización de la geografía
Alemania
F. von Richothofen
Friedrich Ratzel
Francia
Gran Bretaña
Friedrich Ratzel, realizará la propuesta de una disciplina centrada en las influencias del medio físico
sobre el hombre, a la que denominará como antropogeografía.
Élisée Reclus, se centrará en las relaciones entre los grupos humanos y el medio natural, en “reconocer
el lazo íntimo que reúne la sucesión de los hechos humanos y la acción de las fuerzas telúricas”.
Alfred Hettner, la geografía debe abordar las diferencias localizadas en la superficie terrestre,
descubriendo unidades espaciales, definiéndolas y comparándolas entre sí.
Paul Vidal de La Blache, el objeto de la geografía era la relación hombre-naturaleza, desde la
perspectiva del paisaje, del estudio de la región. Al hombre lo considera un ser activo, que sufre la
influencia del medio, actuando sobre este y transformándolo, la naturaleza se considera como un
conjunto de posibilidades para la acción del hombre.
Lucien Febvre, será el introductor de la doctrina posibilista, es decir, se encargará de remarcar la libertad
relativa de los grupos humanos frente al medio físico
Jean Brunhes, el que primero incorporó a su obra el estudio del paisaje y el autor del primer manual
sistemático de geografía humana.
Carl O. Sauer, veía a la geografía como una ciencia que estudiaba la morfología del paisaje y
especialmente la transformación de los paisajes naturales en paisajes culturales por la acción de las
diversas culturas.
F. K. Schaefer, abogaba por una geografía que tuviera por objetivo fundamental “la formulación de
leyes que rigen la distribución espacial de ciertas características en la superficie de la tierra”.
William Bunge
Walter Christaller, su contribución principal a la disciplina fue, la Teoría de los lugares centrales.
J.von Thünen
Edward Ackerman