La Clave: Lie MRI Cephos

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Los seres humanos poseemos ideas, la idea de verdad es una de ellas.

Resolver la
ambigüedad con frecuencia es hacer una elección que consideramos verdadera. Tal vez el
miedo a la verdad podría tratarse del temor a poseer determinadas ideas o el
convencimiento de que otras personas las posean y nos las impongan. Pero el miedo no es
una idea, es una emoción. El cerebro humano está dotado de un sofisticado sistema del
miedo que puede fácilmente condicionarse. En condiciones normales nos sirve para que
nuestra mente reaccione rápidamente frente a una alarma potencialmente peligrosa.

Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un


mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien
tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un
perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente
amenazante o ambigua.

Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de


detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la
ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de
aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de
neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en
Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas
basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia
probatoria.

Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie
MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer
equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de
los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la
percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los
hechos.

Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o


imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como
remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo
vivimos.

Agustín González Catedrático de Filosofía de la Universitat de Barcelona

La Clave
Los seres humanos poseemos ideas, la idea de verdad es una de ellas. Resolver la
ambigüedad con frecuencia es hacer una elección que consideramos verdadera. Tal vez el
miedo a la verdad podría tratarse del temor a poseer determinadas ideas o el
convencimiento de que otras personas las posean y nos las impongan. Pero el miedo no es
una idea, es una emoción. El cerebro humano está dotado de un sofisticado sistema del
miedo que puede fácilmente condicionarse. En condiciones normales nos sirve para que
nuestra mente reaccione rápidamente frente a una alarma potencialmente peligrosa.
Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un
mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien
tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un
perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente
amenazante o ambigua.

Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de


detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la
ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de
aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de
neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en
Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas
basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia
probatoria.

Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie
MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer
equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de
los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la
percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los
hechos.

Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o


imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como
remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo
vivimos.

Cristóbal Gastó Catedrático de Psiquiatría, Hospital Clínic, Facultad de Medicina de la


Universitat de Barcelona. [email protected]

Discurso y verdad en la antigua Grecia

Foucault, Michel. Paidós, Barcelona, 2004.

Arte y verdad de la palabra

Gadamer, Hans-Georg. Paidós, Barcelona, 1998.

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral

Nietzsche, Friedrich. Cuadernos Teorema, Valencia. 1980

Deceiving the Law (editorial)

Nature Neuroscience, vol. 11 (2008)


Visions of deception: Neuroimages and the search for truth

Moriarty, JC. Akron Law Review, 42, 739-761 (2009)

The brain and meaning of life

Thagard, P. Princeton University Press. Princeton (2010)

Methods in mind

Senior C, Russell T, Gazzaniga MS (editores).The MIT Press. Cambridge (2006)

Knowledge and its limits

Williamson, T. Oxford Univ. Press. Oxford (2000)

The seduction of unreason

Wolin, R. Princeton University Press. Princeton (2004)

urado cuando era estudiante universitario, después de que varios de sus amigos y familiares
fueron secuestrados y desaparecidos. Héctor es psicólogo del equipo de Reconectando,
iniciativa eco-psicosocial que trabaja con la Comisión de la Verdad y con las víctimas,
líderes sociales y ambientales, exguerrilleros, exparamilitares, exmilitares y expolicías que
vivieron el conflicto y buscan sanar sus heridas emocionales para ayudar a no repetir la
violencia.

Comisión de la Verdad: ¿En este país hay mucho dolor en las víctimas?

Héctor Aristizábal: No solo en las víctimas, en este país hay dolor en la tierra, en la
naturaleza. En este país ha habido mucha destrucción, mucho daño que no hemos tenido
tiempo de procesar.

Como seres humanos, en la guerra siempre estamos huyendo, tratando de sobrevivir y


cuando uno está en ese modo no hay tiempo para sanar. Aquí no hemos hecho el duelo
porque no paramos de matarnos.

Es más fácil actuar desde el odio, desde la rabia, desde el deseo de venganza, que realmente
sentir el dolor. Es más fácil poner las cosas afuera, que realmente sentir qué me pasa
cuando me destrozan por dentro.

C. V.: Entonces, ¿en este país hay mucha rabia a causa del dolor?
H.A.: Yo he sentido mucho odio y mucha rabia. Yo le digo a los grupos que yo a todos los
he matado en el exilio, no solo a los que mataron a mis amigos, a mi hermano que lo
torturaron y descuartizaron. No solo he odiado a los paramilitares y a los militares que me
torturaron y que desaparecieron a mucha gente, y a la guerrilla que secuestró primos y que
hizo desastres; he odiado también a los testigos, a los que piensan que los muertos habían
hecho algo malo y se lo merecían.

Desde mi dolor y mi impotencia era muy fácil sentir que tenía el derecho de matar.
Afortunadamente, al mismo tiempo hacía terapia, teatro y meditación, entonces yo he
podido procesar todo este dolor; como la tierra que tú le tiras un ser muerto y la transforma
en vida, en nutrientes.

El gran reto nuestro es poder tener suficientes herramientas y medicinas para sanar.
Hay una sanación que tiene que ser colectiva, hay cosas tan dolorosas en este país que uno
no las puede vivir solo; se necesitan rituales para transformar todo ese dolor con símbolos,
nos untamos de barro en todas las heridas del cuerpo y nos tiramos al mar o a un río para
pedirle que se lleve esa piel que ya no sirve, para poder crecer como lo hace la serpiente.
Nuestros ancestros sabían cómo hacerlo.

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