Petrino
Petrino
Petrino
I. EN EL CONCILIO VATICANO I
La misión del Papa en la Iglesia es bien conocida, valorada y respetada, desde los
mismísimos inicios. Es cierto, sin embargo, que este Concilio de finales del Siglo XIX,
se avocó al tema, directa y casi exclusivamente.
Situación de Contexto: En el Concilio de Trento, las cuestiones eclesiológicas
relativas a la superioridad del Papa sobre el Concilio, y el derecho divino del Ministerio
episcopal, fueron ocasión de serias discusiones y dificultades. No llegó, por lo tanto, a
ninguna definición sobre la potestad pontificia.
Tres siglos más tarde, motivado por la situación histórica y por la reflexión teológica
del momento, el Vaticano I se refirió explícitamente al tema. Definió las prerrogativas
del Papa en cuanto sucesor del apóstol Pedro. La consolidación del Galicanismo, después
de la Revolución Francesa (1789) y la consecuente autonomía de la Iglesia francesa
respecto de Roma, más la idea de soberanía indivisible aplicada al Papa por parte de
Gregorio XVI (1831-1846), contribuyeron a la maduración de lo que luego fue definido
en el Concilio.
Conviene tener presente la aparición de la obra El triunfo de la Santa Sede (1799) del
camaldulense Cappellari. Ahí, se aplica a la Iglesia la concepción moderna de Estado
totalitario. El movimiento ultramontano, en efecto, sostenido en esa idea, comenzó su
lucha de defensa del papado. Se llegó, de esa manera, a la pretensión de independencia
del primado y de la misma Iglesia respecto del poder estatal. Es el contexto cultural y
eclesiástico que justificó la publicación del Syllabus (1864)1.
En nombre de la soberanía papal, que era concepción y práctica típicas, se excluía,
por supuesto, cualquier modo de colaboración en el ejercicio del pontificado. No existía,
prácticamente, la idea ni de co-responsabilidad ni de ejercicio del oficio inserto en la
dinámica de comunión eclesial y ministerial. El movimiento de protesta iniciado por
Martín Lutero (1483-1546) mucho tiempo antes, no hay que olvidar, trasladó
directamente el deseo de liberación histórica y la revolución del individualismo cultural,
al ámbito religioso y eclesial. Los protestantes, recepcionando el malestar general frente
a la situación eclesiástica del momento, pusieron especial empeño para fundamentar e
1
Texto que enumera y condena los errores de la época, cf. DH 2901-2980.
2
2
LANG, A., Teología Fundamental, I, Madrid 1967, 14.
3
KASPER, W., Lo permanente y lo mutable en el primado, en: Concilium 108, 1975, 165-178.
4
Cf. DH 3050-3052.3059.
5
Cf. DH 3053, 3055.
6
Cf. DH 3058.
7
Cf. DH 3060.
8
Cf. DH 3061.
9
Cf. DH 3052. 3053. 3054. 3055. 3057. 3058. 3059. 3063. 3064. 3067.
10
Cf. DH 861, 3067.
11
Cf. DH 3060, 3064.
12
PIE-NINOT, S., Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana, Salamanca 2007, 459.
13
Cf. DH 3063. 3065.
14
Cf. PIÉ-NINOT, S., op. cit., 460.
3
15
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 460.
16
Cf. DH 3059, 3068.
17
Cf. PIÉ-NINOT, S., op. cit., 462.
18
Con esta expresión y en este mismo sentido, comprendieron el primado los Concilios II de Lyón (1274)
y de Florencia (1439).
19
Cf. DH 3061.
20
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 467.
21
Cf. IV Constantinopla, DH 3066; II Lyón, DH 3067; Florencia, DH 3068.
22
Cf. DH 3074.
23
SESBOÜE, B., [dir.], Historia de los dogmas, Salamanca 1997, IV, 254.
24
SESBOÜE, B., [dir.], op. cit., 263.
4
persona privada sino del maestro supremo de la Iglesia universal, en quien reside, por
título especial, el carisma de infalibilidad que es el de la misma Iglesia”25.
Podemos entonces concluir esta parte, diciendo que son, fundamentalmente dos
las definiciones doctrinales del Vaticano I respecto del oficio pontificio: definición del
primado, y definición de la infalibilidad.
25
PHILIPS, G., La Iglesia y su misterio en el Vaticano II. Historia, texto y comentario de la Lumen Gentium,
I, Barcelona 1968, 410.
26
Haec Sacrosancta synodus, Concilii Vaticani primi vestigia premens, cun eo docet et declarat, LG 18b.
27
Cf. PIÉ-NINOT, S., op. cit., 477.
28
L. Billot (1900), M. de Luca (1901), entre otros.
29
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 478.
30
P. Benoit, S. Cipriani, R. Schnackenburg, entre otros.
31
Cf. LG III, 21.
32
Cf. LG III, 27.
33
Cf. LG 23,45; CD 5; SC 130.
34
Cf. DH 3060.
35
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 481.
5
36
LG III, utiliza cinco veces la expresión con el Papa, mientras que sólo una vez la expresión bajo el Papa.
37
Cf. LG 27.
38
JOURNET, CH., Teología de la Iglesia, Pamplona 19652, 176.
39
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 514.
40
JOURNET, CH., op. cit., 177.
41
Cf. JOURNET, CH., op. cit., 177.
42
PIÉ-NINOT, S., op. cit., 520.
43
Cf. DH 3057. 3060.
44
Cf. LG 23.
6
45
Cf. PHILIPS, G., op. cit., 290-291.
46
CONGAR, Y., «La Iglesia es apostólica», en: Mysterium Salutis, IV/I, Madrid 1972, 600.
47
PHILIPS, G., 289. 353. 354.
48
Cf. LG 15.22.
49
Cf. LG 22.
50
Cf. PHILIPS, G., 364.
51
CONGAR, Y., op. cit., 601.
52
LG 22, de hecho, dice que “Romanus enim pontifex habet in Ecclesiam, vi muneris sui, vicarii scilicet
Christi et totius Ecclesiae pastoris, plenam, supreman et universalem potestatem, quam semper libere
exercere valet”.
7
CONCLUSIÓN
Para concluir, podemos decir que el Capítulo III de la Constitución conciliar LG
recoge y completa, precisa y aclara, la enseñanza que presentó la Pastor Aeternus del
Vaticano I. Varias veces, de hecho, el Vaticano II cita al Vaticano I al pie de página como
fuente de su contenido53.
Cuando el Vaticano I acentúo el rol del Papa como principio de unidad, no quiso
anular la jurisdicción inmediata y ordinaria de cada Obispo en su Iglesia. El Vaticano II,
continuando el desarrollo de ello, avanzó en el tema sin detenerse en la problemática de
las potestades. Establece un vínculo entre la sacramentalidad y misión de la Iglesia y el
episcopado. Sin negar, de ese modo, la autoridad universal, plena, ordinaria e inmediata
del Romano pontífice como sucesor de Pedro, inserta el Ministerio petrino en el marco
amplio de la Iglesia al interno de la comunión del Colegio apostólico. Presenta de ese
modo, un nexo inmediato derivado de equivalencia, entre la relación Pedro-Apóstoles y
Papa-Obispos, cerrando toda posibilidad de apostar por un régimen de gobierno ni
democrático ni monárquico en la Iglesia.
El primado es presidencia en el ágape de todas las Iglesias, en comunión ordenada,
dentro de la sacramentalidad del episcopado54 que es, en realidad, fuente y base de la
Colegialidad. Se relaciona profundamente, de ese modo, la común episcopalidad de los
Obispos y del Papa. Se puede, por eso, volver a calificar a todos los Obispos como
vicarios de Cristo. Es decisiva, del mismo modo, la enseñanza conciliar respecto de la
jurisdicción. La presenta como condición segunda de la capacidad pastoral del Papa. Es
decir, como condición para ejercer el Ministerio de la unidad de la fe y de la comunión
en la caridad, que fue recibido con el Orden episcopal para ser ejercido en y desde la
Iglesia de Roma que preside a todas las Iglesias en la caridad55.
El Concilio Vaticano II, por lo tanto, presenta una reorientación decisiva respecto
al ejercicio del Ministerio petrino. En un marco de renovación eclesial, de acuerdo al
contexto histórico, cultural y pastoral, inserta el servicio pastoral del Papa dentro en la
communio Ecclesiarum en el marco de la Iglesia Pueblo de Dios. Se trata, tanto de un
punto de llegada como un desafío para continuar la reflexión teológica sobre el tema.
Desafío que Juan Pablo II asumió personalmente y lo extendió a la preocupación de todos
en la Iglesia, especialmente de teólogos y pastores56. Francisco, constatando que se ha
avanzado poco en eso, expresó que le corresponde “como Obispo de Roma, estar abierto
a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al
sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de las Evangelización”57.
53
Cf. LG 8b, LG 22b, LG 23a, LG 25c, entre otras.
54
Cf. LG 21.
55
Cf. LG 13.
56
Cf. JUAN PABLO II, Ut Unum Sint, 95.
57
FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 32.