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p. 60-82
Resumen
Abstract
The enactment of Law 1996 of 2019 implied a shift in the existing paradigm regarding the
legal capacity of disabled people in Colombia. The introduction of the social model of disability was
materialized through the creation of new legal institutions that rearranged the legal capacity
landscape. This article studies the substantial and procedural innovations of the law, as well as their
1
Estudiante de derecho y economía con opción en literatura de la Universidad de los Andes (Colombia). Se ha
desempeñado como monitor de diversas materias de las áreas de derecho privado, procesal, público constitucional y
teoría jurídica de la Facultad de Derecho, así como del Departamento de Matemáticas. También trabajó en la Corte
Constitucional de Colombia como auxiliar judicial ad honorem. Correo electrónico: [email protected].
Agradezco los comentarios de los profesores integrantes del Grupo de Investigación de Derecho Privado
Contemporáneo de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (Colombia), y de manera muy especial a
los profesores Ramiro Bejarano Guzmán, Mariana Bernal Fandiño y Mauricio Rengifo Gardeazábal. Este trabajo se
nutrió de fructíferas discusiones que tuve con algunos colegas, entre los que destaco a Antonio Garlatti-Venturini Osorio,
Andrés Rodríguez Morales, Jordi E. Buitrago Soetendal y Gabriela Ríos Ríos. Por supuesto, los errores que quedan
son exclusivamente míos.
impact in some private law topics. Specially, it deals with the changes in the requirements of validity
for legal acts and tort liability.
Palabras clave: Capacidad legal — Modelo social de discapacidad — Toma de decisiones con
apoyo — Requisitos de validez de los actos jurídicos — Inimputabilidad civil.
1.- INTRODUCCIÓN
Una crítica reiterada al derecho civil es su tradicionalismo: por regla general, instituciones
jurídicas contemporáneas tienen un origen arraigado en el derecho romano, con poca o ninguna
variación 2. El esquema del derecho privado, por lo menos en lo atinente al derecho de las
obligaciones, y en menor medida al derecho de propiedad, se ha mantenido constante. El régimen
de capacidad de las personas no ha sido la excepción a esta regla: si bien se han hecho
modificaciones importantes a algunos aspectos 3, hasta hace poco el esquema respondía en líneas
generales al régimen de capacidad de los romanos 4. Sin embargo, en Colombia este se vio
completamente reestructurado a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1996 de 2019, “Por medio
de la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas con
discapacidad mayores de edad”. Así pues, este escrito pretende estudiar las principales novedades
sustanciales y procesales que introduce dicha disposición a nuestro ordenamiento jurídico. Con
este propósito, se ha dividido este estudio en cuatro secciones: (2) se hará un breve recuento de
2
Al respecto, véase ÁLVAREZ-CORREA, E. (2015). Curso de derecho romano, tomo I: fuentes, procedimientos, personas
y sucesiones. Bogotá: Ediciones Uniandes, 83 y ss.; CEPEDA ESPINOSA, M.J. (2004). “Judicial Activism in a Violent
Context: The Origin, Role, and Impact of the Colombian Constitutional Court”. Washington University Global Studies
Law Review 3(4), 529-700; RIOUX, M., GILMOUR, J. y ÁNGEL CABO, N. (2013). “Negotiating Capacity: Legally Constructed
Entitlement and Protection". Coercive Care: Rights, Law and Policy. MCSHERRY, B. & FRECKELTON, I. (Editores). Nueva
York: Routledge, 58.
3
Tal y como la Ley 1306 de 2009 y modificaciones provenientes de la Corte Constitucional, como las sentencias C-983
de 2002 y C-534 de 2005.
4
Los romanos no solo crearon las instituciones de la tutela y curatela, sino también preveían las mismas fuentes de
incapacidad: se asignaba curador al mente captus (mentecato), al furiosi (loco), al prodigi (disipador) y a los minoris
(menores). Ver Inst. I, 23, §3-4 y ÁLVAREZ-CORREA, E. (2015). Curso de derecho romano, tomo I: fuentes,
procedimientos, personas y sucesiones. Bogotá: Ediciones Uniandes, 282 y ss.
cómo estaba estructurado el régimen de capacidad antes de la Ley 1996 de 2019; (3) acto seguido,
se analizan los aspectos sustanciales y procesales que ella introduce, (4) se abordan preguntas
que quedan después de su entrada en vigencia y, por último, se esbozan las conclusiones (5).
La capacidad, como institución jurídica, tiene dos dimensiones. En primer lugar, se trata de
un atributo de la personalidad, es decir, es la aptitud de la persona de ser sujeto de derechos y
obligaciones 5. Entendida así, la doctrina ha denominado a este aspecto de la capacidad como
capacidad de goce. En segundo lugar, la capacidad también es un requisito de validez de los actos
o negocios jurídicos 6. El acto jurídico, como manifestación de la voluntad reflexivamente
encaminada a generar efectos jurídicos, exige el cumplimiento de ciertos requisitos de existencia y
de validez para que pueda producirlos 7. En los términos del artículo 1502 del Código Civil, uno de
estos últimos es la “capacidad legal”, que la misma norma define como la facultad de una persona
de “poderse obligar por sí misma, sin el ministerio o la autorización de otra”. Este aspecto de la
capacidad, entendida no como una aptitud propia de toda persona sino como una habilitación legal
para poder celebrar válidamente actos jurídicos, se ha denominado capacidad de ejercicio 8. Si bien
toda persona por el hecho de ser persona tiene capacidad de goce, no toda persona tiene
capacidad de ejercicio 9.
5
BONNECASE, J. (2009). Las personas en el derecho civil. Bogotá: Leyer, 162.
6
La Ley 1996 de 2019 define en su artículo 3 “acto jurídico” como “toda manifestación de la voluntad y preferencias de
una persona encaminada a producir efectos jurídicos”. Al referirse la ley a “actos jurídicos”, y no a otros vocablos (como
lo pudiera haber sido “negocios jurídicos”), utilizaré dicha expresión. Esta definición resulta extraña, toda vez que
incluye la manifestación de preferencias como parte del acto jurídico. Una posible justificación para ello es otorgar la
calificación de acto jurídico a las directivas anticipadas que la ley crea. En todo caso, en nuestro criterio esta definición
es un desacierto doctrinal y técnico, ya que un acto que manifieste las preferencias de una persona es una
manifestación de voluntad.
7
Recuérdese que los requisitos de existencia son: (i) la manifestación real de la voluntad; (ii) el consentimiento,
entendido como el acuerdo de dichas voluntades; (iii) el objeto del acto; (iv) la causa y (v) las solemnidades sustanciales
(ad substantiam actus). Por otra parte, los requisitos de validez son: (i) la capacidad legal; (ii) la voluntad exenta de
vicios —error, fuerza o dolo—; (iii) el objeto lícito; (iv) la causa lícita y (v) la ausencia de lesión enorme. Al respecto,
véase OSPINA FERNÁNDEZ, G. y OSPINA ACOSTA, E. (2009). Teoría general del contrato y del negocio jurídico. Bogotá:
Temis, 84 y PAREDES HERNÁNDEZ, A. (2016). “Ineficacia del acto jurídico”. Derecho de las obligaciones: con propuestas
de modernización, tomo II. CASTRO DE CIFUENTES, M. (Coordinadora). Bogotá: Uniandes — Temis, 176 y ss.
8
BONNECASE, J. (2009). Las personas en el derecho civil. Bogotá: Leyer, 162
9
Por esta razón, en adelante me referiré a “capaces” e “incapaces” aludiendo a su capacidad de ejercicio, no a su
capacidad de goce, toda vez que conceptualmente no existe una persona que carezca de capacidad de goce.
Asimismo, utilizaré las voces “capacidad legal” y “capacidad de ejercicio” como sinónimos.
jurídicas que componen el régimen de capacidad reflejan un modelo de discapacidad, esto es, un
patrón que evidencia el concepto de la discapacidad que tiene una sociedad determinada 10. En
este sentido, el paradigma sobre la discapacidad que tenga una sociedad incidirá directamente en
los reconocimientos que haga el ordenamiento jurídico a los actos de las personas en dicha
situación. En otras palabras, la concepción de discapacidad se ve reflejada directamente en el
régimen de capacidad jurídica de una sociedad.
10
PALACIOS, A. (2008). El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Madrid: CERMI.
11
Podemos ver los tres modelos de discapacidad reflejados en los tres regímenes de capacidad que ha conocido
Colombia: (i) el modelo de prescindencia corresponde al régimen original del Código Civil; (ii) el modelo de rehabilitación
corresponde a las medidas adoptadas mediante la Ley 1306 de 2009 y (iii) el modelo social, que busca implementar la
Ley 1996 de 2019.
12
PALACIOS, A. (2008). El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Madrid: CERMI, 122. Esta definición de
discapacidad es un concepto nuevo producto de distintas luchas sociales, principalmente en los años sesenta en
Europa y Estados Unidos, y es el adoptado en un modelo social de discapacidad.
13
Por esta razón, en la actualidad se habla de personas en situación o condición de discapacidad y no de personas
discapacitadas.
14
Véanse la Ley 28 de 1932, que derogó la incapacidad de la mujer casada y el Decreto-Ley 2820 de 1974, que eliminó
la potestad marital en Colombia.
15
Véanse, por ejemplo, las sentencias C-983 de 2002 y C-534 de 2005.
16
Estos términos, propios de la época de promulgación del Código Civil, son difusos y ambiguos, además de contrarios
a la dignidad humana (como acertadamente lo determinó la sentencia C-478 de 2003 de la Corte Constitucional). Buena
parte de la literatura de capacidad se dedicó a intentar dilucidar y precisar estos conceptos. Así pues, por ejemplo, se
habló de “idiotas”, “mentecatos” e “imbéciles”, así como de “furiosos locos”, buscando distinguir el alcance y
características de cada uno. SERRANO GÓMEZ, R. (2010) “Modificaciones al régimen de capacidad humana en la Ley
1306 de 2009”. Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas 40(113), 297-320, 309 y ss.
17
Código Civil, art. 428, derogado por la Ley 1306 de 2009.
18
Ver nota al pie 4.
guardadores, a quienes se les redujeron ciertas potestades y se regularon otras. En cuarto y último
lugar, la ley introdujo cambios en materia de derecho laboral y derecho de familia.
A pesar de que estos cambios se dieron a partir de una tendencia más progresista y favorable
para las personas en condición de discapacidad, mantenían instituciones que negaban la capacidad
y la autonomía de las personas en condición de discapacidad. Por ejemplo, la ley contemplaba la
interdicción como medida preventiva para inhabilitar la participación libre de una persona en
condición de discapacidad en el tráfico jurídico. También permitió, por vías distintas a las que había
contemplado el Código Civil, que se tomaran decisiones en contra de la voluntad de la persona en
situación de discapacidad, tal y como las institucionalizaciones forzosas avaladas por un experto 19.
El 26 de agosto de 2019 fue promulgada la Ley 1996 de 2019, “por medio de la cual se
establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad
mayores de edad”. Se estudiarán los siguientes aspectos sustanciales y procesales de la misma:
(3.1) la introducción del modelo social de discapacidad; (3.2) los sujetos que intervienen en las
actuaciones de ley; (3.3) el concepto de apoyo; y (3.4) la institución de las directivas anticipadas
que contempla la ley.
Esta norma busca cambiar el paradigma sobre la discapacidad en Colombia 20, por lo que
reestructura el régimen de capacidad aplicable a las personas en situación de discapacidad.
Buscando implementar el modelo social de discapacidad, reconocido por la Corte Constitucional 21
y acogido en normas que integran el bloque de constitucionalidad 22, la ley implica un verdadero
cambio de pauta. Como quedó plasmado en la exposición de motivos de la ley:
19
RIOUX, M., GILMOUR, J. y ÁNGEL CABO, N, op. cit.
20
Exposición de motivos de la Ley 1996 de 2019.
21
La Corte Constitucional ha reiterado en numerosas ocasiones la importancia de la implementación del modelo social
de discapacidad, inclusive estableciendo que la dignidad humana de las personas en condición de discapacidad debe
valorarse a la luz de dicho modelo. Ver, entre otras, las sentencias C-095/19, C-046A/19, C-149/18 y C-458/15.
22
Por ejemplo, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada
por el Congreso de la República a través de la Ley 1346 de 2009.
3.2.- Sujetos
Hay tres sujetos que intervienen en las actuaciones de las que trata la ley: (3.2.1) la persona
que requiere del apoyo, (3.2.2) la persona que presta el apoyo y (3.2.3) los funcionarios públicos
que hacen parte de los distintos trámites allí consagrados. Nos ocuparemos de estudiarlos a
continuación.
En concordancia con el cambio paradigmático que implicó la introducción del modelo social
de discapacidad, la ley introduce un cambio semántico. Ya no se habla de persona “incapaz”, sino
de “titular del acto jurídico”, que se define como “la persona, mayor de edad, cuya voluntad y
preferencias se manifiestan en un acto jurídico determinado” 24. Este nuevo término resulta
conceptualmente problemático, ya que personas con y sin capacidad legal —bajo el régimen
anterior— serían titulares de actos jurídicos de conformidad con la norma citada, por lo que no se
delimita adecuadamente a las personas destinatarias del apoyo. Entendido bajo el contexto de la
23
El artículo 6 dispone que “Todas las personas con discapacidad son sujetos de derechos y obligaciones, y tienen
capacidad legal en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan o no apoyos para
la realización de actos jurídicos. En ningún caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la restricción
de la capacidad de ejercicio de una persona”.
24
Ley 1996 de 2019, art. 3, num. 3.
ley, el “titular del acto jurídico” sería, en realidad, la persona mayor de edad que, por su condición
de discapacidad, requiere de un apoyo para celebrar válidamente un acto jurídico.
La persona de apoyo es quien ejecuta, en favor del titular del acto jurídico, la asistencia que
este último requiere. La ley permite que dos o más personas se constituyan como personas de
apoyo en favor de un mismo titular del acto. El artículo 44 establece los dos requisitos impuestos a
quienes aspiren a ser personas de apoyo. En primer lugar, deberá tratarse de una persona, que
podrá ser jurídica o natural —caso en el cual tendrá que ser, además, mayor de edad—. En
segundo lugar, deberá asumir como persona de apoyo. La manera de asumir este cargo dependerá
de la forma en la que se haya establecido el apoyo: si se estableció por vía convencional, a través
de un acuerdo de apoyo, el cumplimiento de las formalidades del mismo implica la asunción de
pleno derecho; si, por el contrario, el apoyo se adjudicó judicialmente, la persona deberá
posesionarse ante el juez que la ha designado. En caso de que el titular del acto no cuente con una
persona de confianza a quien designar como persona de apoyo, se designará un defensor personal
de la Defensoría del Pueblo.
Por otra parte, el artículo 45 establece dos causales de inhabilidad para ser persona de
apoyo. En primer lugar, la existencia de un litigio pendiente entre el titular del acto jurídico y la
persona designada como persona de apoyo. En segundo lugar, la existencia de conflictos de interés
entre los mismos sujetos, entendidos como situaciones en las que “un interés laboral, personal,
profesional, familiar o de negocios de una persona, puede llegar a afectar el desempeño y/o las
decisiones imparciales y objetivas de sus funciones” 25. Ante una inhabilidad sobreviniente, el
numeral 6 del artículo 46 establece que es obligación de la persona de apoyo “Comunicar al juez y
al titular del acto jurídico todas aquellas circunstancias que puedan dar lugar a la modificación o
terminación del apoyo, o que le impidan cumplir con sus funciones”, por lo que será este o aquel
quien determine si efectivamente se configura la causal de inhabilidad y tomará la decisión de
remover o no a la persona de apoyo de su cargo. Si bien se prevé el deber de la persona de apoyo
de informar de una inhabilidad sobreviniente, no se consagra una consecuencia para las personas
de apoyo que incumplan con dicho deber.
25
Ibíd., art. 3, num. 9.
Por último, es menester aclarar que no en todos los casos de apoyo habrá representación.
De hecho, el artículo 48 establece que solo habrá representación en aquellos casos en los que
expresamente se pacte mediante un contrato de mandato entre el titular y la persona de apoyo.
Podrá existir representación sin mandato a través de autorización judicial si y solo si se cumplen
los siguientes requisitos: (i) la persona de apoyo ha sido designada judicialmente 26; (ii) hay
imposibilidad absoluta por parte del titular del acto para manifestar su voluntad y preferencias por
cualquier medio, modo y formato de comunicación posible y (iii) la persona de apoyo demuestra
que el acto jurídico a celebrar refleja la mejor interpretación de la voluntad y preferencias de la
persona titular del acto. En todo caso, en el artículo 49 de la ley enumera —de manera no taxativa—
tres formas de apoyo que no implican representación.
3.3.- El apoyo
26
El artículo 48 de la ley dice lo siguiente: “En los casos en que no haya este mandato expreso y se hayan adjudicado
apoyos por vía judicial, la persona de apoyo deberá solicitar autorización del juez para actuar en representación de la
persona titular del acto, siempre que se cumpla con los siguientes requisitos: 1. Que el titular del acto se encuentre
absolutamente imposibilitado para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio, modo y formato de
comunicación posible; y, 2. Que la persona de apoyo demuestre que el acto jurídico a celebrar refleja la mejor
interpretación de la voluntad y preferencias de la persona titular del acto” (cursivas fuera del texto original). El aparte
en cursivas parece indicar que se debe surtir primero el trámite de adjudicación de apoyo y, si este efectivamente se
establece, luego solicitar la representación en trámite aparte al juez. En nuestro criterio, debe obviarse esta
interpretación y permitirse que en el mismo proceso de adjudicación judicial de apoyos se solicite la representación, de
tal suerte que en la sentencia el juez se pronuncie sobre el apoyo y la representación en una misma sentencia. Esto
materializa los principios de celeridad y economía procesal de nuestro ordenamiento.
edad, y al acceso a los apoyos que puedan requerirse para el ejercicio de la misma” 27. En
cumplimiento de este objetivo, introduce el concepto de apoyo como “tipos de asistencia que se
prestan a la persona con discapacidad para facilitar el ejercicio de su capacidad legal” 28. Este aparte
está dedicado al estudio de esta institución central del nuevo régimen de capacidad para personas
en situación de discapacidad, por lo que se abordarán tres aspectos puntuales: (3.3.1) su
determinación, (3.3.2) su establecimiento y (3.3.3) su terminación.
Al pertenecer los destinatarios de la ley a una comunidad con necesidades diversas, como
lo es la población en condición de discapacidad, los apoyos requeridos variarán dependiendo de
las necesidades puntuales de cada persona. Como se desprende de la interpretación del artículo
3, numeral 4, inciso segundo, las formas de asistencia que trae la ley no son taxativas, por lo que
la forma de apoyo para cada persona será distinta y deberá determinarse caso a caso. La
determinación, en consecuencia, es la delimitación de la asistencia requerida por el titular del acto
jurídico. Esta puede hacerse de dos formas: a través de una declaración de voluntad del titular del
acto o a través de una entidad —pública o privada— que preste el servicio de valoración de apoyos.
La valoración de apoyos se hará siguiendo los lineamientos que establezca el ente rector de
la Política Nacional de Discapacidad. En caso de que la entidad que preste el servicio de valoración
de apoyos sea una entidad pública, este será gratuito. Es importante anotar que, si bien dichas
entidades deben prestar el servicio de valoración de apoyos —es decir, deben determinarlo—, no
deben prestar el apoyo como tal, por lo que no deben ejecutarlo. La ley dispone que, como mínimo,
la Defensoría del Pueblo, la Personería, y los entes territoriales deberán prestar el servicio de
valoración, lo cual no obsta para que otras entidades púbicas presten dicho servicio.
27
Ibíd., art. 1.
28
Ibíd., art. 3, num. 4. Es importante distinguir el concepto de apoyo del de ajuste razonable. Mientras el apoyo es una
asistencia requerida por el titular del acto para el ejercicio de su capacidad legal, los ajustes razonables son “aquellas
modificaciones y adaptaciones que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un
caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones que
las demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”. Esta distinción es fundamental porque, como
se verá más adelante, el uso de apoyos formales vigentes es un requisito de validez de los actos jurídicos, mientras
que el uso de ajustes razonables no.
Para que el apoyo sea reconocido jurídicamente, este debe ser un apoyo formal, es decir,
un apoyo obtenido a través de una vía legalmente reconocida 29. A pesar de que no se define
expresamente, la ley se refiere a la asignación de apoyo al titular del acto jurídico como el
establecimiento del mismo. La ley reconoce dos vías de establecimiento del apoyo: (3.3.2.1) una
vía voluntaria, denominada acuerdo de apoyos y (3.3.2.2) una vía judicial, a través de un nuevo tipo
de proceso denominado proceso de adjudicación judicial de apoyos.
Se trata de una convención entre la persona que solicita el apoyo y la persona que ha de
prestarlo. Este acuerdo de voluntades es solemne, en tanto debe estar elevado a escritura pública
y requiere, adicionalmente, un trámite especial ante el respectivo notario, quien deberá entrevistar
por separado a la persona que solicita el apoyo. Este último requisito tiene como finalidad
asegurarse de que la suscripción del acuerdo responda a la voluntad real y libre —no
coaccionada— del titular del acto jurídico. El acuerdo también podrá hacerse ante conciliador
extrajudicial en derecho, quien también deberá realizar la entrevista por separado al titular del acto
en la conciliación. Nada dice la ley sobre si en este último caso debe elevarse el acuerdo a escritura
pública, pero por interpretación de la norma se entiende que esto no es necesario, toda vez que el
acuerdo constará en el acta de conciliación respectiva 30. Por último, es importante anotar que la
única limitación imperativa que impone la ley al acuerdo es su duración, que no podrá exceder de
cinco (5) años.
Entre las reformas que introduce la ley, está la modificación que esta hace de los artículos
22 (num. 7), 68, 396, 577 (num. 6), 586 y 587 del Código General del Proceso. Estos cambios
establecen una vía procesal, que la ley ha denominado proceso de adjudicación judicial de apoyos.
Cuando quien demande la adjudicación sea el titular del acto jurídico, el proceso será de jurisdicción
voluntaria. Por el contrario, si quien demanda es persona distinta del titular del acto, se tramitará
29
La ley precisa el concepto de apoyo formal en el numeral 5 del artículo 3, pero no precisa qué es un apoyo informal.
Se deduce que un apoyo informal será aquel que se ha establecido de manera irregular —esto es, sin cumplir los
requisitos de ley—, por lo que no tendrá efectos jurídicos.
30
Así está contemplado en lo relativo a la suscripción de las directivas anticipadas, lo que reafirma nuestra tesis.
como un proceso verbal sumario, que tendrá disposiciones especiales. Al ser dos procesos
distintos, se estudiará su trámite de manera independiente.
Este proceso es promovido por la persona que requiere de un apoyo con el objeto de que
un juez de la República se lo adjudique a través de una sentencia. Es un proceso de jurisdicción
voluntaria. Sus aspectos más relevantes son los siguientes:
—Juez competente. Este proceso se tramita ante el juez de familia en primera instancia.
—Legitimación por pasiva. La demanda deberá dirigirse contra las personas que se
considere deben fungir como personas de apoyo. Si el demandante no cuenta con una persona
que estime de confianza para fungir como persona de apoyo, podrá solicitar la asignación de un
defensor personal de la Defensoría del Pueblo para que asuma las funciones de una persona de
apoyos. En este último caso, la ley es clara al afirmar que “En los casos en que la persona con
discapacidad necesite apoyos, pero no tenga personas de confianza a quién designar con este fin,
el juez de familia designará un defensor personal, de la Defensoría del Pueblo, que preste los
apoyos requeridos para la realización de los actos jurídicos que designe el titular” (cursivas fuera
del texto original). En consecuencia, es claro que siempre deberá tramitarse la adjudicación del
apoyo a través del proceso de jurisdicción voluntaria. Este punto resulta censurable, puesto que en
estos casos resultaría más expedito —y menos desgastante para el aparato jurisdiccional—
adelantar en primera instancia un trámite administrativo ante la Defensoría del Pueblo para que sea
dicha entidad quien adjudique el apoyo, y reservar la vía jurisdiccional como una segunda instancia
frente a un eventual rechazo del apoyo por parte de la Defensoría del Pueblo.
cualificada, ya que tiene unos contenidos mínimos que no pueden desconocerse, contemplados en
el Código General del Proceso, artículo 586, numeral cuarto.
—Sentencia. Surtida la audiencia, el juez dictará sentencia en la que conste: (i) el acto o
actos jurídicos delimitados por la sentencia que requieren el apoyo solicitado; (ii) la individualización
de la o las personas designadas como apoyo; (iii) la delimitación de las funciones de la o las
personas designadas como apoyo; (iv) los programas de acompañamiento a las familias cuando
sean pertinentes y las demás medidas que se consideren necesarias para asegurar la autonomía
y respeto a la voluntad y preferencias de la persona; (v) las salvaguardias destinadas a evitar y
asegurar que no existan los conflictos de interés o influencia indebida del apoyo sobre la persona.
El juez solo podrá pronunciarse sobre los apoyos que haya solicitado el demandante. Al tratarse de
una sentencia de jurisdicción voluntaria, no hace tránsito a cosa juzgada, en concordancia con el
artículo 304, numeral 1 del Código General del Proceso.
31
El texto modificado del numeral 7, artículo 586 del Código General del Proceso, dice lo siguiente: “Una vez corrido
el traslado, el Juez decretará las pruebas que considere necesarias y convocará a audiencia para escuchar a la persona
titular del acto jurídico, a las personas citadas en el auto admisorio y para practicar las demás pruebas decretadas, en
concordancia con el artículo 34 de la presente ley” (cursivas fuera del texto original). Sin embargo, este último fragmento
en cursivas es producto de una deficiente técnica legislativa. Al quedar incorporado el texto de la Ley 1996 en el Código
General del Proceso, dicho fragmento hace referencia, exegéticamente, al artículo 34 del estatuto procesal, aun cuando
en realidad estaba haciendo referencia al artículo 34 de la Ley 1996 de 2019, que establece los criterios generales para
la actuación judicial en los procesos de adjudicación de apoyos.
oponerse a la asignación hecha por el juez. Bajo este supuesto, se tramitará un incidente para
decidir sobre esto.
Este proceso es promovido por una persona distinta al titular del acto jurídico con el objeto
de que un juez de la República le adjudique a este último un apoyo a través de una sentencia. Es
un proceso de jurisdicción contenciosa, y en particular se trata de un proceso verbal sumario con
disposiciones especiales. Sus aspectos más relevantes son los siguientes:
—Juez competente. El juez competente para conocer de este proceso es el juez de familia
en primera instancia.
—Legitimación por activa. Este proceso es promovido por cualquier persona distinta al titular
del acto jurídico. Como se explicará más adelante, no es necesario que quien demande pretenda
que se le designe como persona de apoyo. Sin embargo, el demandante deberá demostrar que se
ha interpuesto la demanda en beneficio exclusivo de la persona con discapacidad. Para esto, deben
acreditarse las siguientes circunstancias: (i) la imposibilidad absoluta por parte del titular del acto
para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio, modo y formato de comunicación
posible y (ii) la imposibilidad de la persona en situación de discapacidad de ejercer su capacidad
legal, lo que implique para esta la vulneración o amenaza de sus derechos por parte de un tercero.
Este último requisito plantea dos problemas que se discutirán a continuación. En primer lugar,
sugiere que hay una imposibilidad de ejercer la capacidad legal, lo que implicaría semánticamente
que el demandado es presuntamente incapaz. Existiría entonces una contradicción sustancial y
procesal en la ley, puesto que como se vio supra, se consagra una fuerte presunción de capacidad
de las personas mayores de edad. En segundo lugar, para poder interponer la demanda debe existir
la amenaza o vulneración de los derechos del demandado por parte de un tercero, por lo que no
se puede demandar si la persona requiere el apoyo, pero no hay tercero que amenace sus
derechos, lo cual resulta a todas luces absurdo.
—Sentencia. Surtida la audiencia, el juez dictará sentencia en la que conste: (i) el acto o
actos jurídicos delimitados por la sentencia que requieren el apoyo solicitado; (ii) la individualización
de la o las personas designadas como apoyo; (iii) la delimitación de las funciones de la o las
personas designadas como apoyo; (iv) los programas de acompañamiento a las familias cuando
sean pertinentes y las demás medidas que se consideren necesarias para asegurar la autonomía
y respeto a la voluntad y preferencias de la persona; (v) las salvaguardias destinadas a evitar y
asegurar que no existan los conflictos de interés o influencia indebida del apoyo sobre la persona
y (vi) la duración de los apoyos a prestarse. El juez no podrá pronunciarse sobre la necesidad de
apoyos para la realización de actos jurídicos sobre los que no verse el proceso.
32
Confirmando el error legislativo de clasificar este proceso como un verbal sumario, el artículo 396 del Código General
del Proceso, numeral quinto, hace referencia a la “audiencia inicial”, que es propia de los procesos verbales, no de los
procesos verbales sumarios.
33
El texto modificado del numeral 7, artículo 396 del Código General del Proceso incurre en el mismo error ya reseñado
en la nota al pie 31.
—Impugnación. Es un error de la ley clasificar este proceso como un verbal sumario, puesto
que es un proceso que tiene dos instancias. Así queda claro a partir del numeral séptimo del artículo
22 del Código General del Proceso, modificado por el artículo 35 de la Ley 1996 de 2019, que
asigna a los jueces de familia en primera instancia el conocimiento “De la adjudicación, modificación
y terminación de apoyos adjudicados judicialmente”. Por tal motivo, frente a la sentencia del juez
de familia puede proceder un recurso de apelación para ventilar el asunto en segunda instancia.
Bajo un supuesto distinto, en el que el apoyo se haya adjudicado judicialmente, quien está
facultado para dar por terminado el apoyo es el juez, de oficio o a petición de cualquiera de las
siguientes personas: (i) el titular del acto, (ii) persona distinta a quien haya promovido el proceso
de adjudicación judicial y que demuestre interés legítimo o (iii) la persona de apoyo, cuando medie
causa que el juez estime justa 35. Nada dice la ley sobre qué sucede si muere el titular del acto o la
persona de apoyo en caso de que este se haya establecido judicialmente. En el primer evento, por
sustracción de materia, se extinguirá el apoyo. En el segundo, toda vez que el apoyo tiene como
fuente una sentencia judicial de obligatorio cumplimiento, habría lugar a la modificación del apoyo
por parte del juez, quien deberá designar una nueva persona que lo preste.
34
Ley 1996 de 2019, art. 19.
35
Código General del Proceso, art. 587, modificado por el art. 42 de la Ley 1996 de 2019.
Las directivas anticipadas son “una herramienta por medio de la cual una persona, mayor de
edad puede establecer la expresión fidedigna de voluntad y preferencias en decisiones relativas a
uno o varios actos jurídicos, con antelación a los mismos”. En otras palabras, una directiva
anticipada es un acto jurídico a través del cual una persona manifiesta previamente su voluntad
respecto a decisiones relativas a uno o más actos jurídicos. Resulta importante aclarar que los
actos jurídicos sobre los cuales podrá versar una directiva anticipada no se circunscriben
únicamente a actos jurídicos patrimoniales: podrá referirse a decisiones que traten temas de salud
o personales. La directiva anticipada es un acto jurídico solemne, en tanto debe constar en escritura
pública o en el acta de conciliación respectiva, y su suscripción sigue el mismo trámite previsto para
los acuerdos de apoyo. Asimismo, las directivas anticipadas deben contener los contenidos
mínimos previstos en el artículo 23 de la ley. Se estudiarán (3.2.4.1) la obligatoriedad de las
decisiones frente a terceros, (3.2.4.2) la cláusula de voluntad perenne y (3.2.4.3) su modificación,
sustitución y revocación.
Las directivas anticipadas pueden contener obligaciones para personas distintas a quien
manifiesta su voluntad. En caso de ser obligaciones de hacer, solo resultarán vinculantes si la
persona suscribe la directiva anticipada. En este caso, por disposición de la ley quien suscribe la
directiva se constituye como persona de apoyo. A pesar de que la norma tiene sentido, creemos
que se trata de una imprecisión conceptual de la ley: en este caso el documento suscrito será un
acuerdo de apoyo, por concursar la voluntad de la persona de apoyo, y no será una directiva
anticipada. Por otra parte, si las obligaciones que contiene la directiva anticipada son obligaciones
de no hacer, serán de obligatorio cumplimiento para terceros, siempre y cuando no sean contrarias
a la ley. Por último, por expresa consagración legal las directivas anticipadas serán de obligatorio
cumplimiento cuando versen sobre procedimientos médicos.
Como instrumento de publicidad, la ley prevé que cualquier persona podrá allegar una copia
u original de la directiva anticipada con el fin de que sea tenida en cuenta por terceros con el fin de
garantizar el cumplimiento de las decisiones expresadas en la misma. Cuando la directiva
anticipada verse sobre una decisión relativa a la salud, esta podrá incorporarse a la historia clínica
de la persona como anexo.
Una institución jurídica novedosa es la cláusula de voluntad perenne, por medio de la cual
se invalida de manera anticipada las declaraciones de la voluntad que exprese con posterioridad a
la suscripción de la directiva anticipada, siempre que contradigan las decisiones establecidas en
esta. Esta cláusula es una excepción al principio consagrado en el artículo 27 de la ley, conforme
al cual prevalecerá la voluntad posterior a la directiva anticipada. La cláusula de voluntad perenne
puede modificarse, sustituirse o revocarse conforme a las reglas generales de las directivas
anticipadas, que se estudiarán a continuación. Únicamente se podrán obviar estas decisiones
cuando se trate de decisiones de salud.
La voluntad manifestada a través de una directiva anticipada no es pétrea y por tanto puede
modificarse, sustituirse o revocarse. La modificación es un cambio parcial del contenido de la
directiva anticipada. La sustitución es la privación de efectos de una directiva para concederle
efectos a una nueva. Una directiva anticipada deja de producir efectos a través de la revocación
que de ella haga su titular. Siguiendo la regla general de derecho que establece que las cosas se
deshacen como se hacen, cualquiera de estas tres opciones debe seguir el mismo trámite de
suscripción de la directiva anticipada.
4.1.- ¿Qué ocurre con la capacidad como requisito de validez de los actos jurídicos?
Como ya se mencionó, para que un acto jurídico pueda producir plenos efectos, debe cumplir
con requisitos de existencia y validez. A raíz de la entrada en vigencia de la Ley 1996 de 2019 se
modifican estos últimos, por lo que conviene estudiar cómo cambian los requisitos de validez de los
actos jurídicos. En este sentido, se abordarán las transformaciones en esta materia en dos etapas:
en primer lugar, se analizará cómo cambia per se el requisito de capacidad legal consagrado en el
artículo 1502 del Código Civil; en segundo lugar, se estudiarán los nuevos requisitos de validez que
incorpora la ley.
Artículo 1504. Modificado por la Ley 1996 de 2019, artículo 57. Incapacidad
absoluta y relativa. Son absolutamente incapaces los impúberes. Sus actos no
producen ni aún obligaciones naturales, y no admiten caución. Son también incapaces
los menores púberes. Pero la incapacidad de estas personas no es absoluta y sus
Por otra parte, a pesar de que toda persona mayor de edad es capaz para celebrar actos
jurídicos, quienes hayan establecido un apoyo formal para la celebración de actos jurídicos deben
utilizarlos so pena de nulidad del acto. Esta nueva exigencia está explícitamente consagrada en los
artículos 19 y 39 de la ley. En este sentido, el uso de apoyos formales que se encuentren vigentes
al momento de la celebración del acto se convierte en requisito de validez del mismo. Resulta
necesario resaltar que se trata del uso de apoyos formales, es decir, establecidos por alguna de las
dos vías regulares que ya se explicaron. Adicionalmente, dicho apoyo debe encontrarse vigente al
momento de celebrarse el acto. La sanción correspondiente será, en cualquier caso, la nulidad
relativa del acto, como está consagrado en los artículos 19 y 39 de la Ley 1996 de 2019.
En síntesis, la ley cambió en dos niveles los requisitos de validez de los actos jurídicos. En
primer lugar, suprimió la situación de discapacidad de las personas como causal de incapacidad,
por lo que en la actualidad las únicas fuentes de incapacidad son la minoría de edad y las
incapacidades particulares, que ya existían previamente. En segundo lugar, establece el uso de
apoyos formales vigentes como requisito de validez de los actos jurídicos.
36
OSPINA FERNÁNDEZ, G. y OSPINA ACOSTA, E., op. cit., 96, así como PAREDES HERNÁNDEZ, A., op. cit., 181.
El sistema de responsabilidad civil está orientado a resarcir un daño o perjuicio que tiene
como fuente un hecho dañoso, imputable a título de dolo o culpa. La configuración de los elementos
de la responsabilidad civil —el hecho culposo o doloso, el perjuicio y el nexo causal entre los dos—
tiene como consecuencia el nacimiento de una obligación de indemnizar. En Colombia, el sistema
predominante es un sistema de responsabilidad civil subjetiva 37: salvo en los contados casos de
responsabilidad civil objetiva, es imperativo que el hecho ilícito se haya cometido con culpa o dolo.
En materia de responsabilidad civil extracontractual, el ordenamiento jurídico ha reconocido que
hay personas a quienes no puede imputársele sus acciones a título de dolo o culpa: son incapaces
de cometerlo. Se conoce a la capacidad de cometer delito o culpa como capacidad Aquiliana 38, y
37
Sobre la objetivación del régimen de responsabilidad civil, y la responsabilidad civil objetiva ver TAMAYO JARAMILLO,
J. (2010). “Los límites de la responsabilidad sin culpa” en Derecho de las obligaciones, tomo II, volumen 1 (1 ed.).
CASTRO DE CIFUENTES, M. (Coordinadora). Bogotá: Uniandes — Temis y ARAMBURO CALLE, M. (2019), “Responsabilidad
objetiva extracontractual” en Derecho de las obligaciones: con propuestas de modernización, tomo III. CASTRO DE
CIFUENTES, M. (Coordinadora). Bogotá: Uniandes — Temis.
38
TAMAYO JARAMILLO, J. (1981). “Responsabilidad civil por el hecho ajeno”. Revista facultad de derecho y ciencias
políticas. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. El profesor TAMAYO JARAMILLO explica que la capacidad de
ejercicio y la capacidad Aquiliana no coinciden necesariamente: una persona de 13 años, por ejemplo, tiene capacidad
Aquiliana pero no tiene capacidad de ejercicio.
su carencia tiene como consecuencia la inimputabilidad en materia civil 39. El fundamento de esta
inimputabilidad es claro: si una persona carece de la capacidad de ejercer sus derechos, no puede
exigírsele el mismo deber de conducta que a una persona que sí puede hacerlo 40. Así las cosas,
eran responsables de indemnizar las personas a cuyo cargo se encontraban los incapaces. En la
doctrina esto se conoce como responsabilidad civil indirecta o por el hecho ajeno. Debe anotarse
que la inimputabilidad en materia civil es completamente independiente de la inimputabilidad en
materia penal 41.
A partir de la entrada en vigencia de la ley se modifica el artículo 2346 del Código Civil, cuyo
nuevo texto es el siguiente:
39
Si bien el uso de la palabra “inimputabilidad” predomina en el derecho penal, un sector de la doctrina ha aceptado el
concepto en materia civil. Hemos optado por acoger el uso de este vocablo porque ilustra bien el concepto que se
estudia: se trata, esencialmente, de la imposibilidad de imputar un hecho dañoso a quien lo comete por falta de
discernimiento. Al respecto, ver SAN MARTÍN NEIRA, L. (2018). “La imputabilidad o capacidad como elemento de la
responsabilidad civil extracontractual: Un debate pendiente en la doctrina chilena”. Revista Ius et Praxis. Talca:
Universidad de Talca. También LEÓN, L. (2005). “Incapacidad de discernimiento e “indemnización equitativa”. The
Cardozo Electronic Law Bulletin 13.
40
En palabras de ROPPO: si uno no está en grado de comprender el sentido de sus acciones, no es justo imputarle las
consecuencias. ROPPO, V. (1998). Istituzioni di diritto privato, Boloña: Monduzzi, 513.
41
Discutiendo con algunos colegas surgió la duda de si la Ley 1996 de 2019 modificó la inimputabilidad en materia
penal. Nuestra respuesta es negativa: el concepto que consagra el artículo 33 del Código Penal es independiente de
la inimputabilidad civil, y la ley no modificó dicha disposición normativa. Por otra parte, la modificación que hace la ley
de este artículo reafirma su vigencia, que se había debatido doctrinalmente. Ver TAMAYO JARAMILLO, J. (1981), op. cit.
42
Esto es un error de la ley, puesto que el artículo 34 del Código Civil, con la inexequibilidad declarada por la Corte
Constitucional en su sentencia C-534 de 2005, claramente establece que los impúberes son los menores de 14 años.
consecuencia, la Ley 1996 de 2019 deroga la inimputabilidad de los mayores de edad en materia
de responsabilidad civil extracontractual.
5.- CONCLUSIONES
A lo largo de este escrito se recapitularon las distintas etapas del régimen de capacidad
previo a la promulgación de la Ley 1996 de 2019; las nuevas instituciones jurídicas que trae consigo
y cómo impactan esas instituciones la validez de los actos jurídicos celebrados por personas
mayores de edad en situación de discapacidad, así como su inimputabilidad en materia de
responsabilidad civil. Por una parte, la ley suprime la discapacidad como causal de incapacidad, y
establece el uso de apoyos formales vigentes como requisito de validez de los actos jurídicos. La
inobservancia de esta última exigencia acarreará como consecuencia la nulidad relativa del acto.
Por otra parte, se elimina la inimputabilidad civil de las personas en situación de discapacidad, por
lo que les será aplicable el régimen de responsabilidad civil extracontractual directa por sus hechos.
43
Al respecto, ver el libro del mismo nombre de CALDERÓN VILLEGAS, J.J. (2017). Bogotá: Uniandes—Urosario—Temis.