El Poder o Mandato Judicial en Panama y
El Poder o Mandato Judicial en Panama y
El Poder o Mandato Judicial en Panama y
El poder
El poder es una facultad o autorización que se le da a una persona para que represente a
otra.
El poder es una representación judicial, vale la pena la aclaración ya que existen dos tipos de
representaciones:
El poder también conocido como representación judicial puede otorgarse de dos maneras a
saber:
1. Poder Especial: para determinados casos o actos específicos
2. Poder General: se otorga de manera general. En su totalidad, es una representación
universal, es decir, para todos los actos jurídicos. Este tipo de poderes tienen como
requisito primordial constar por escritura pública.”
Hay teorías que respaldan la premisa de que el poder o representación judicial no es más
que un contrato de mandato que el artículo 1400 del código civil panameño lo define como:
1. En materia civil
2. En materia penal
La parte descriptiva consiste en el cuerpo del mismo, debe contener las generales de ambas
partes y del abogado, entendiéndose por generales los nombres, estado civil y domicilio.
Las facultades que el poderdante deberá otorgar al apoderado judicial las establece el
código judicial al 634.
Atte.
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JUAN PEREZ
9-876-123
Yo, JUAN PEREZ, varón, panameño, mayor de edad, de cedula 3-456-12, con
domicilio en bethania calle 13 casa A17 confiero poder especial a MARIANGELA
GOMEZ, mujer, panameña, mayor de edad, abogada en ejercicio, con cedula de
identidad personal 8-868-1509, con domicilio en Marbella calle 51 edificio las
luces, piso 3 oficina 3ª lugar donde recibe notificaciones personales y
profesionales, para que asuma mi defensa técnica dentro del proceso penal
incoado en mi contra por el supuesto delito de estafa.
La letrada que facultada para recibir, transigir, desistir, comprometer, allanarse y
celebrar convenio donde se comprometen los derechos y litigios.
Panamá 2014
Atte.
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JUAN PEREZ
Debido al aumento de las relaciones interestatales que se ha dado en las ultimas década la
dinámica del derecho internacional ha otorgado a los países mecanismos de celeridad en los
procesos judiciales y en la convergencia de trámites para facilitar el complejo procedimiento
que se utilizaba en el mundo de las relaciones jurídicas en el reconocimiento convencional
de los efectos de actos jurídicos en indistintos países.
I. CONVENIO DE LA APOSTILLA
El conocido convenio de la Apostilla de la Haya se le denomino en realidad “Convenio de la
Haya sobre la eliminación del requisito de la legalización de Documentos Públicos
Extranjeros” del 5 de octubre de 1961. Antes de la creación de este convenio se utilizaba un
sistema de certificación en cadena para la legalización de documentos públicos que
pretendían ser utilizados en otros países consistía en acudir a cuatro autoridades distintas,
incluyendo a los ministros de relaciones exteriores de ambos países, este mecanismo
entorpecía con numerosos formalismos el trafico jurídico internacional y añadía
incertidumbre al mismo.
Este instrumento jurídico internacional está conformado por 15 artículos además un anexo
que establece el formato de apostilla a utilizar por los países firmantes en cuanto a la
información, pero las medidas consignadas en dicho formato no son estrictas, es decir casa
país puede acogerlas según sus sistemas.
El requisito necesario para que un documento pueda ser apostillado es que se trate de
documento público. El artículo 1 de la convención considera documentos públicos los
siguientes
Los documentos dimanantes de una autoridad o funcionario vinculado a una
jurisdicción del Estado, incluyendo los provenientes del ministerio público, o de un
secretario, oficial o agente judicial.
Los documentos administrativos
Los documentos notariales
Las certificaciones oficiales que hayan sido puestas sobre documentos privados tales
como menciones de registro, comprobaciones sobre la certeza de una fecha y
autenticaciones de firma.
Además el artículo 1 también menciona dos excepciones al convenio
Los documentos expedidos por funcionarios diplomáticos o consulares
A los documentos administrativos relacionados directamente con una operación
comercial o aduanera.
Cabe mencionar además que el artículo 3 de la convención menciona que la apostilla no
podrá exigirse cuando las leyes, reglamentos o usos en vigor en el Estado en que el
documento deba surtir efecto, o bien un acuerdo entre dos o más Estados contratantes, la
rechacen, la simplifiquen o dispensen de legalización al propio documento.
La ex República
Yugoslava de 20-IX-1993 17-XI-1991
Macedonia
Reino Unido de
Gran Bretaña e 19-X-1961 21-VIII-1964 24-I-1965
Irlanda del Norte
En otros Estados, algunos o todos los documentos públicos deben ser autenticados
por una o más autoridades (a saber, cuerpos de autenticación profesionales o regionales)
antes de eventualmente ser apostillados. Generalmente, este es el caso en que la Autoridad
Competente no tiene la facultad de verificar el origen de todos los documentos públicos,
para lo cual tiene competencia en emitir Apostillas. Tal “proceso de múltiples pasos”
obviamente es más incómodo que el proceso de una sola etapa. Puede resultar en el uso de
la Apostilla tanto para la validación (final), o para el documento público primario (inicial).
Cualquiera sea el caso, esto resulta en la presentación de múltiples etapas de autenticación.
Estos procesos son naturalmente más incómodos y pueden generar confusión en torno al
documento al que la Apostilla refiere.
1. El modelo original
El Anexo al Convenio sobre Apostilla proporciona el siguiente Modelo de Certificado
de Apostilla
El propósito del Modelo de Apostilla es asegurar que las Apostillas expedidas por los
diversos Estados Contratantes sean claramente identificables en todos los otros Estados
Contratantes, facilitando así la circulación de los documentos públicos en el extranjero. Por
esta razón, las Apostillas expedidas por las Autoridades Competentes deberían adecuarse lo
más cercanamente posible al Modelo de Apostilla. En particular, una Apostilla tiene que:
- Llevar el título en francés ‘Apostille (Convention de La Haye du 5 octobre 1961)’; y
- tener los 10 términos estándar numerados.
2. Requerimientos de forma
El Modelo de Apostilla está descrito en el Convenio como un cuadrado con lados de
al menos nueve centímetros de largo. En la práctica, el tamaño y la forma de las Apostillas
varía entre las Autoridades Competentes. En muchos casos, la Apostilla tiene la forma de un
rectángulo. Esto se debe a una gama de factores, incluyendo el número de lenguas
utilizadas para los 10 términos estándar, la colocación de ciertas características de diseño, o
diferencias en la papelería utilizada. Esta práctica es aceptable, y refleja la intención de los
redactores de que las dimensiones de la Apostilla deben ser flexibles. De hecho, los
redactores del Convenio rechazaron específicamente una propuesta para proporcionar
dimensiones uniformes.
Debería, sin embargo, tomarse en cuenta que si el tamaño y forma de la Apostilla
varía mucho del Certificado Modelo de Apostillas a tal punto que no se identifica claramente
como una Apostilla expedida en virtud del Convenio, la Apostilla corre el riesgo de ser
rechazada en el Estado de destino.
Para la facilidad de referencia, cada uno de los 10 términos estándar debe estar
numerados (del “1” al “10”) según se indica en el Certificado Modelo de Apostilla.
C. JURISPRUDENCIA
VISTOS:
El numeral 2 del artículo 101 del Código Judicial le confiere competencia a la Sala Cuarta
para "examinar las resoluciones judiciales pronunciadas en país extranjero, incluso las
arbitrales, para el efecto de decidir si pueden ser o no ejecutadas en la República de
Panamá, sin perjuicio de lo estipulado en los tratados públicos".
Ahora bien, una vez expuestas las opiniones del peticionario y del Sr. Procurador, la Sala
procede a externar su criterio sobre el caso bajo estudio, previas las siguientes
consideraciones:
Dentro de este orden de ideas, podemos afirmar que la mecánica del control va dirigida a
constatar, en primera instancia, si la pretensión hecha valer en el respectivo proceso
incoado en el extranjero es personal, entendiéndose por esta "aquella por la que se reclama
un derecho de crédito (actio in personam). Se pretendía por ella, en el derecho romano, el
cumplimiento de una obligación (dare, facere o prestare)" (Enciclopedia Jurídica Omeba,
Tomo I, A, Driskill, S. A., Argentina, 1986, pág. 226).
Bajo esta concepción, el tratadista argentino Lino Enrique Palacio profundizando más sobre
este tema, afirma que "las pretensiones personales son aquellas que emergen de derechos
personales de contenido patrimonial, a los que también se denomina derechos de crédito o
creditorios y cabe definir como aquéllos que se tienen respecto de una o varias personas
determinadas que se hayan obligadas, frente al sujeto activo, a la entrega de una cosa
(obligación de dar), o a la ejecución de un hecho (obligación de hacer) o de una abstención
(obligación de no hacer)" (Derecho Procesal Civil, Tomo I, Nociones Generales, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, Argentina, pág. 438).
Como segundo punto, resulta relevante comprobar que la sentencia no vulnera el principio
procesal de contradicción o bilateralidad, el cual reagrupa una serie de reglas de conductas
procesales que se refunden al principio de oportunidad del demandado para comparecer, al
principio de cognición sobre la acción incoada en su contra, es decir que no haya sido
dictada en rebeldía.
Dentro de este contexto, nuestro ordenamiento requiere además, que debe tratarse de una
obligación lícita, noción que hoy en día es substituida por la de orden público. La supuesta
ilegalidad interna, no es ilegalidad cualquiera que puede permitirse la jurisdicción local, sino
una ilegalidad perturbadora de la concepción de orden público panameño. Esta es la
categoría que reemplaza la simplista connotación de ilegalidad, la cual debe tratarse de una
ilegalidad contraria al orden público de la jurisdicción del foro que impida el reconocimiento
y ejecución de la sentencia extranjera.
Siguiendo este orden de ideas, nuestro derecho positivo exige que la sentencia que se
pretende reconocer y ejecutar en Panamá haga tránsito a cosa juzgada, es decir debe ser
una sentencia ejecutoriada, contra la cual no se pueda recurrir, dotada de un carácter
imperativo. Al respecto, nos ilustra el Maestro Francesco Carnelutti cuando manifiesta que
"cosa juzgada, pues, significa el fallo de mérito que se obtiene mediante el proceso de
cognición, o en otros términos, el fallo sobre las cuestiones de fondo, las cuestiones de
fondo juzgadas no sólo son las expresamente resueltas, sino también aquéllas cuya solución
sea una premisa necesaria para la solución de las primeras, y que, por tanto, se resuelven
implícitamente, puesto que las cuestiones de orden no atañen a la litis, su solución no
constituye nunca cosa juzgada" (Instituciones del Proceso Civil, Traducción de la Quinta
Edición Italiana por Santiago Sendis M., Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires,
1981, págs. 136 y 137).
Por último, resulta trascendental dentro de este proceso, que la copia de la sentencia sea
auténtica, y sobre este particular, se ocupa el artículo 864 del Código Judicial cuando a la
letra dice:
La disposición legal antes citada que regula los documentos procedentes del extranjero
establece una estructura normativa que inspira la dirección de la valoración de la prueba
documental extranjera bajo criterios múltiples. En primer término, la prueba o el
documento extranjero se rige por el derecho de su producción salvo que medie tratado o
convención, es decir, el derecho convencional gobierna el tratamiento de la materia, y en el
presente caso sería la Convención de la Haya de Derecho Internacional Privado de 1961
(Convenio por el que se suprime la exigencia de legalización para los documentos públicos
extranjeros) que va a regular lo atinente a la autenticación, Ley de la República No. 6 de 25
de junio de 1990, aplicable en el caso in examine, toda vez que los Estados Unidos de
América es suscriptor de este instrumento multinacional.
Este convenio establece que la única formalidad que podrá ser exigida para certificar la
autenticidad de la firma, el carácter con que ha actuado el signatario del documento y, de
corresponder, la identidad del sello o del timbre que lleva el documento, será una acotación
que deberá ser hecha por la autoridad competente del Estado en el cual se originó el
documento, de conformidad con lo previsto en su artículo 4, identificada como apostilla , la
cual tiene por finalidad la supresión del trámite y proceso de legalización diplomática o
consular, cuyo propósito real se sitúa en la celeridad del tráfico y de los actos o documentos
públicos extendidos por Estados extranjeros para producir sus efectos en el territorio de
otro Estado. Los actos públicos o documentos públicos dentro de este contexto, no hace
distinción en base a la autoridad que los emita, ya que es suficiente que se trate de una
autoridad competente que extienda el documento, ya sea: administrativa, jurisdiccional,
legislativa e incluso de función intermedia notarial que representa o hace público el acto por
la investidura del propio notario, es decir, la noción de acto público denota una claridad
incuestionable.
En este sentido, resulta palmariamente incuestionable jurídicamente que, de no presentarse
los documentos autenticados vía consular o bajo el mecanismo de la apostilla, en debida
forma, y con la respectiva traducción al idioma español, no podrán ser ponderados como
tales, presumiéndose entonces que no fueron expedidos conforme a la ley de su origen.
Observa la Sala que a foja 5 obra, en copia simple, el poder conferido por el señor Harrison a
la peticionaria, en el cual se observa el sello de un notario de Inglaterra, y a foja 6 reposa
copia de una certificación consular realizada por la Cónsul de Panamá en Londres, la cual
certificada la firma (que no consta) del notario en Inglaterra, no obstante, no consta la
autenticación oficial que acredite como tal a la Cónsul en Londres, en este mismo folio obra
certificación del Notario Público Primero del Circuito de Panamá, en donde afirma que ese
documento es copia auténtica de su original.
ARTICULO 622: Los poderes que se otorguen en una nación extranjera ante
una autoridad de ella, para ser ejercidos en Panamá, deberán extenderse con
las formalidades exigidas en el lugar donde se otorguen; pero deben,
además, venir autenticados por el funcionario diplomático o consular de
Panamá, y, a falta de tal funcionario, por el Consul o Jefe de Misión
Diplomática de una nación amiga.
Pro el hecho de estar autenticados, se presume que los poderes están
expedidos conforme a la ley local de su origen, a no ser que parte interesada
compruebe lo contrario".
Por otro lado, las declaraciones del señor BRIAN EDWARDS obrantes a fojas 9, 19, 25, 34, 41
y 47 no se presentaron traducidas al idioma español, como tampoco las certificaciones del
Notario Público a fojas 14, 22, 31, 37, 44 y 49.
Al ponderar las sentencias calendadas 10 de enero de 1996 y 14 de mayo de 1997 (cfr. fojas
10, 11, 20 y 21) cuyo reconocimiento y ejecución solicitan a través de la presente acción,
constata este Tribunal que las mismas constan en copia simple y no han sido autenticadas
vía apostilla ni vía consular, únicas fórmulas idóneas en estos procesos, tal como señalamos
en párrafos anteriores; las mismas se han presentado, supuestamente autenticadas, a
través de una declaración de un abogado, cuya rúbrica aparece certificada por un notario.
Desde esa óptica, este Tribunal conceptúa que jurídicamente no es posible ponderar como
una autenticación válida dicha declaración, de igual forma que una autenticación vía
apostilla o via diplomática o consular sobre un documento público en los términos antes
señalados, tal como se desprende del instrumento multinacional suscrito en la Haya antes
invocado, del cual Estados Unidos y Panamá son signatarios, estableciendo éste que los
documentos públicos tienen un procedimiento específico para su legalización, el cual es el
de la apostilla, la cual debe ser realizada por la autoridad competente del Estado en el cual
se originó el documento. No obstante lo anterior, si la parte así lo tiene a bien, y a pesar de
la celeridad que brinda la apostilla desea realizar las autenticaciones vía consular o
diplomática, resulta plenamente válida la misma, siempre que ésta certifique la autenticidad
de la firma de quien suscribe la sentencia, el carácter con que ha actuado el signatario del
documento y la identidad del sello del tribunal.
Por otro lado, encontramos además que el documento que reposa a foja 13 no se encuentra
traducido ni autenticado.
Observa el Tribunal que el principio del contradictorio no fue transgredido, toda vez que a
fojas 55 obra un documento contentivo de la notificación al demandado señor Denis
O'Brien, cumpliendo de esta forma con lo establecido en el ordinal 2 del artículo 1409 del
Código Judicial.
Nuestro ordenamiento exige, además, que las sentencias que se pretenden reconocer y
ejecutar en nuestro territorio hagan tránsito a cosa juzgada, entendiéndose como tal
aquella sentencia ejecutoriada dotada de un carácter imperativo contra la cual no cabe
recurso alguno. Teniendo como base este fundamento, resulta que las aludidas sentencias
identificadas como fallo y la otra como una orden de entrega, desde nuestra óptica no está
implícita la certeza de que hagan tránsito a cosa juzgada.
Resulta evidente que es necesario despejar ese status jurídico, toda vez que este es un
requisito de vital trascendencia dentro del proceso del exequátur, el comprobar que, en
efecto, las resoluciones están ejecutoriadas y que no han sido o puedan ser objeto de
apelación o de algún otro recurso, constituyendo una transgresión a nuestro derecho
interno.
Resulta imprescindible que se acredite que las resoluciones aludidas están ejecutoriadas, y
la vía idónea sería que las autoridades que libraron las resoluciones así lo certifiquen.
Así las cosas, no es posible afirmar que las resoluciones objeto de la presente solicitud no
contravienen el orden público, toda vez que no se ha podido constatar que se encuentren
ejecutoriadas, pues, de no estarlo, estaríamos en presencia de una violación a dicho orden;
el artículo 1409 es claro cuando establece como uno de los requisitos para que sean
reconocidas y ejecutadas las sentencias extranjeras el hecho de que constituyan la decisión
que decide la pretensión.
DECISION DE LA SALA
Destaca la Sala que, una vez subsanadas todas y cada una de las omisiones advertidas, la
peticionaria puede recurrir a este Tribunal con la finalidad de elevar nuevamente la solicitud
correspondiente.
Notifíquese.
Secretario General
D. ANEXOS