LECCIÓN 1 Introduccion Al Evangelio PDF
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Si usted ha creído en el mensaje del evangelio y ha nacido de nuevo, entonces usted es un discípulo
de Cristo, pues la escritura declara en 1 Corintios 12.3: nadie puede decir que Jesús es el Señor
excepto por el Espíritu Santo, es decir, a menos que el Espíritu Santo obre en el corazón del hombre
por medio del evangelio, este no podrá hacerse un discípulo de Jesús. ¡Este estudio le ayudará a
entender no sólo más acerca de su salvación, sino también cómo el evangelio debe afectarle,
transformando su vida para la gloria de Dios! Para esto debemos darle respuesta en primera
instancia a la siguiente pregunta: ¿Qué es el evangelio?
1. ¿QUÉ ES EL EVANGELIO?
Es posible que muchas personas estén relacionadas con este término; sin embargo, muchos de ellos
tienen una idea confusa, distorsionada o incompleta de lo que significa realmente el evangelio, y
esto es algo muy peligroso. Pablo advierte de esto en la carta a los gálatas cuando dice que: Están
siguiendo un evangelio diferente, que aparenta serlo, pero no lo es en absoluto (Gal. 1.6-7 NTV).
En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo da una explicación o síntesis acerca del
evangelio, declarando lo siguiente:
Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y
en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra
que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.
Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras.
(1 Cor. 15.1-3. NVI).
Entendiendo que el evangelio de Jesús es la buena noticia acerca de su plan de salvación para
el hombre a través de su vida, su muerte en la cruz y su resurrección, se hace también necesario
entender el porqué de ello. Esto, debido a que, aunque muchas personas han escuchado que
Cristo murió crucificado por sus pecados, no es para ellos una buena noticia y mucho menos la
más importante como lo declaró Pablo a los corintios.
Toda noticia se vuelve buena cuando trae solución o información que cambia una dificultad
existente, pero el hombre naturalmente, no entiende cuál es esa situación de dificultad en la
que se encuentra. Usaremos la siguiente ilustración para ver esta perspectiva:
Martin es un hombre pudiente con mucho poder y riquezas, tiene todas sus necesidades y las
de su familia, cubiertas, incluso de por lo menos dos generaciones siguientes. Vive viajando a
distintos países, en medio de juntas en lugares lujosos, donde revisa sus acciones actuales y
futuras.
Felipe es un hombre en necesidad, tiene varios meses sin conseguir un trabajo, lo que ha
causado que su familia este enfrentando situaciones difíciles. En ocasiones, sus hijos y su esposa
lloran por no haber comido.
Ambos hombres, por alguna razón, obtuvieron un pase a cenar durante cinco días con sus
familias completamente gratis en un restaurante de la ciudad que no cuenta con
reconocimiento por ser de clase media.
¿Cómo crees que reaccionarán cada uno de estos hombres ante esta noticia?
Tal vez para Martin sea una noticia de poca importancia, hasta es posible que la desprecie pues
no acostumbra a visitar ese tipo de restaurantes; sin embargo, para Felipe será la mejor noticia
que reciba por este tiempo, su necesidad ha convertido esta invitación en una buena noticia.
De la misma manera sucede con nosotros en cuanto al evangelio, no entendemos la realidad de
nuestro estado espiritual a causa del pecado, por lo que no vemos en el sacrificio de Cristo la
buena y más importante noticia y tampoco entendemos nuestra necesidad de salvación. Solo
cuando el ser humano entiende el estado real en el que se encuentra delante de Dios,
encontrara en el evangelio la buena y más importante noticia que pueda recibir.
Necesitamos entender, que debido a que el pecado entró por el primer hombre (Adán), el ser
humano perdió el privilegio que tenía de estar en la relación correcta con Dios (de Padre a hijo,
de paz y de amistad); también perdió la posibilidad de cumplir el propósito por el cual había sido
creado (darle gloria al Creador). Por esta causa, ahora el hombre nace muerto espiritualmente,
con una naturaleza totalmente corrompida y depravada, que lo lleva a estar destinado a ser
juzgado por el justo juicio de Dios, siendo su destino final padecer bajo la ira de Dios el
sufrimiento eterno. De esta manera, el hombre está en una posición miserable espiritualmente.
El apóstol Pablo le está hablando a la iglesia de Éfeso de cómo era su estado natural delante
de Dios antes de que Él los salvara, el cual, también es el estado de todo el que no está en
Cristo. Este estado comprende las siguientes condiciones en el hombre:
a) Está muerto espiritualmente.
b) Obedece al diablo y no obedece a Dios.
c) Vive para sus propios deseos los cuales son pecaminosos.
d) Satisface su naturaleza la cual es pecaminosa.
e) Es objeto (merecedor) de la ira de Dios por su pecado.
Ahora, encontramos en la carta a los romanos (cap. 3), una verdad afirmada por el apóstol
Pablo, bastante interesante acerca del estado espiritual de la humanidad:
a) Revisados según la ley de Dios, no hay ningún hombre justo.
b) Nadie ha vivido según los preceptos de Dios, todos han caminado
desviados de él.
c) Nadie en su iniciativa humana busca a Dios.
d) Al ser evaluados por Dios y su ley, todos somos encontrados culpables,
pues todos delante de Él somos igualmente malos.
3) Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda
intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal. (Gen.
6.5 LBLA).
En el principio, desde la caída del hombre en el jardín del Edén, la situación entre el hombre y Dios
ha estado terriblemente complicada por causa del pecado del hombre, pues como lo declara la
escritura en el texto anterior:
Aunque suene terrible, esta es la realidad natural del hombre, todos hemos pecado y quebrantado
su ley, por tal razón somos declarados culpables delante de él, merecemos su ira y su castigo. Es
posible que intentemos engañarnos a nosotros mismos haciéndonos creer que somos buenos
porque nos comparamos con el hombre para medir nuestra justicia, pero a Dios no podemos
mentirle, pues Él ha conocido cada intención, pensamiento, palabra y acción que ha brotado de
nuestra maldad y Él no dejará por inocente al culpable. Por tanto, entender nuestra maldad y la
consecuencia de ello, es lo único que puede llevarnos a considerar el sacrificio de Cristo (el unigénito
hijo de Dios, el cordero perfecto, el único justo, el mesías, el salvador), aquel que murió por nuestros
pecados y que resucitó al tercer día, como la mejor buena noticia que podamos recibir, así como
Pablo lo enseñó a la iglesia de los Corintios en su primera carta.
Aún nos quedan muchas cosas por entender acerca del evangelio. Es importante notar que Pablo
en su declaración acerca del evangelio en la primera carta a los corintios, afirma que, es un
acontecimiento que se cumplió tal como había sido anunciado, por ello estudiaremos en la siguiente
sección a qué se refiere Pablo cuando dice:
Que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer
día según las Escrituras. (1 Cor. 15.3-4. NVI).
Normalmente identificamos a Jesucristo como un hombre en la historia que sufrió al ser golpeado,
burlado, clavado en una cruz con una corona de espinas y, en el peor de los casos, como lo muestran
algunas películas, brutalmente golpeado por unos hombres. Esto es lo que, por lo general, se
encuentra en el subconsciente de la mayoría de las personas (por lo menos en América latina),
independientemente de lo que crean acerca de Él.
Es de mucha importancia para el creyente, conocer lo que dice la Biblia acerca de lo que realmente
padeció Jesús en su muerte. Los golpes, los escupitajos, el rechazo, la burla, los tres clavos, la corona
de espinas, la lanza incrustada en su costado, son verdades que nos muestra la biblia que Jesucristo
padeció a mano de los hombres; y así debía suceder, eso tenía que cumplirse y está claro que todos
estos padecimientos son muy dolorosos. Seguramente a cualquier hombre, esto le causaría
muchísimo sufrimiento; sin embargo, ¿son estos los padecimientos que hacían que Jesús horas
antes de su muerte, orara a su Padre con tal angustia que su sudor era como grandes gotas de sangre
y suplicara diciendo Padre si es posible pasa de mi esta copa pero que se haga tu voluntad no la
mía? (ver Lc. 22:39-44)
La historia de la iglesia nos enseña, por ejemplo, que uno de los discípulos de Jesús murió crucificado
y con la cabeza hacia abajo. Así también, algunos de los primeros cristianos eran capturados en
medio de la persecución al cristianismo, fueron incinerados lentamente como antorchas iluminarias
de una calle. Estas personas, mientras morían, elevaban cánticos de adoración a Dios. Si
consideramos el padecimiento de la muerte de Cristo sólo desde lo que le causó el hombre y lo
comparamos con la muerte de estas personas, podríamos ver a Jesús en agonía por un sufrimiento
que, a fin de cuentas, no fue peor al que padecieron algunos de sus seguidores y lo hicieron
adorando al Padre.
“según las escrituras” (1 Cor. 15.3-4), nos lleva a revisar lo que anuncia el antiguo testamento acerca
de los padecimientos en la muerte de Jesús, en especial revisaremos en este punto las declaraciones
del profeta Isaías en el capítulo 53, donde se anuncia este acontecimiento muchos años antes de la
muerte de Cristo en la cruz. Isaías 53.1-12 nos enseña acerca del sufrimiento y la exaltación de
Siervo del Señor, lea el pasaje y luego revise las siguientes notas:
a) Fue Vicario: Cristo fue el sustituto, ocupó el lugar de nosotros los pecadores padeciendo
nuestro sufrimiento.
b) Fue una expiación: En Cristo nuestros pecados fueron cubiertos y nuestra culpa fue
perdonada.
c) Fue propicio: Cristo fue la ofrenda entregada por los pecadores, el Justo por los injustos,
haciendo de su sacrificio lo único que pudo aplacar la ira de Dios de la cual éramos objeto,
ofreciéndose una sola vez y para siempre.
d) Fue una redención: Con su muerte pagó el precio de nuestro pecado, comprando nuestra
libertad, nos hizo libres de la esclavitud y del yugo del pecado en el que vivíamos.