Complejidad Dialogo de Saberes

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CONGRESO NACIONAL DE EDUCACIÓN AMBIENTAL DE LA REGIÓN CENTRO DE LA

REPÚBLICA DE MÉXICO

Ponencia

COMPLEJIDAD, DIÁLOGO DE SABERES, NUEVO PENSAMIENTO Y RACIONALIDAD


AMBIENTAL

Facultad de Humanidades
UAEM

INTRODUCCIÓN

Deseo agradecer profundamente a los organizadores del Congreso y de este Foro


en particular, la invitación con que me honraron y me permitirá compartir junto a todos y
todas Uds. la aventura cautivante de reflexionar sobre una etapa del mundo que se hunde
en los barros contaminados de su propio mecanicismo y simultáneamente, explora, con
apasionada incertidumbre, otros bordes abismados sobre las hojas en blanco de la historia
que la humanidad debería rescribir, para seguir en la senda de la vida. Valoro
entusiasmado la oportunidad de inscribir mi aprendizaje en las propuestas desafiantes que
alfabetizan los lenguajes del Congreso de Educación Ambiental de la Región Centro de la
República de Mexicana, organizado por el Estado de México y la Universidad del Estado de
México.

La cuestión ambiental, si bien es una percepción reciente en la historia


contemporánea, aquilata una génesis con profundas huellas históricas, legitimada en
luchas desandadas por todos los rincones del planeta, de aportes conceptuales escandidos
por el candil de la interculturalidad y de propuestas superadoras para los diversos órdenes
de materialidad y simbólicos. La cuestión ambiental se hace visible en la piel de la
sociedad y en los discursos políticos y académicos a partir de la segunda mitad del siglo
XX, especialmente en su el último cuarto de siglo. Podríamos afirmar que el conjunto de
múltiples crisis inscriptas en las retóricas de los debates contemporáneos, así como en la
mismísima cotidianeidad deshumanizada de exclusiones y pobrezas, expresan el
desgastado código de una racionalidad infatuada de mistificación.

Reconocen en su genealogía el modo de un conocimiento que ha externalizado a la


naturaleza, sobreeconomizado al mundo e hipertecnologizado a la cultura y a la vida, es
decir es el lenguaje revelado de la crisis ambiental. ES la crisis de una visión económica y
social fundada en la dominación de la naturaleza y en la subordinación de los seres
humanos a la razón instrumental y utilitaria.
Al respecto, el Manifiesto por la Vida, Por un Ética para la Sustentabilidad (Bogotá,
2002) sostiene que:

LA CRISIS AMBIENTAL ES UNA CRISIS DE CIVILIZACIÓN. LA CRISIS


AMBIENTAL ES LA CRISIS DE NUESTRO TIEMPO. ES LA CRISIS DE
UNA VISION DEL MUNDO MECANICISTA QUE IGNORA LOS LIMITES
BIOFÍSICOS, DE LA NATURALEZA Y LOS ESTILOS DE VIDA DE LAS
DIFERENTES CULTURAS. ES UNA CRISIS MORAL

Esta crisis es, además, la crisis de la cultura y de la humanidad y también de las


ciencias, del modo en como el clima cultural de una época impregna la forma de ser del
mundo y de estar en el mundo, desconociendo que esa manera o visión ha llegado a los
límites de la propia reproducción de la vida sobre el planeta. En realidad, esa crisis es la
crisis terminal de un modelo de conocimiento que pretendió cerrar con universales certezas,
definitivas y dogmáticas, la vastedad de lo incognoscible, y aún sigue empecinada en el
arrasamiento de la biodiversidad natural y el exterminio de la diversidad cultural.

En ese sentido la crisis ambiental es un “problema del conocimiento”, y por lo tanto


es un fenómeno que involucra a lo educativo. De este modo, la crisis ambiental como
manifestación de complejidad ambiental constituye un campo en construcción que va
descubriendo, también, sus definiciones desde la Educación Ambiental y su oposición al
despotismo de la Razón Absoluta. Como dice Laclau “todas las formas de racionalismo
radical están sólo a un paso del totalitarismo”.

La AGENDA XXI acordada en Río de Janeiro, en su capítulo 36, define a la


Educación Ambiental como la herramienta insustituible para repensar el pensamiento y
cambiar un modelo de conocimiento mutilante y ciego. Define como objeto de la Educación
Ambiental a la complejidad ambiental para constituir un paradigma emergente que
revalorice a los saberes tradicionales y se abra hacia el diálogo de saberes. Establece que
la Educación Ambiental debe superar el proceso de entropía de la Modernidad y desocultar
los principios homogenizadores del conocimiento clásico. La Agenda XXI se constituye en
una bisagra histórica para la Educación Ambiental, a pesar de ciertas debilidades
conceptuales, especialmente cuando pone énfasis en el cientificismo.

Desde la segunda posguerra mundial diversos y a veces violentos, procesos


políticos y sociales, rediseñan los paisajes internacionales, en algunas ocasiones
representando los deseos profundos de los pueblos subyugados por el poder hegemónico.
Sin embargo, desde el fondo del pensamiento crítico y la filosofía un conjunto de voces
alertan, a veces de un modo escéptico, sobre el rumbo que va tomando la historia desde la
ilusión del Progreso y la “Modernidad Insustentable”.

Esa sensación se perfila en horizontes cada vez más nítidos, reflejo de la agonía de
una etapa histórica, en cuyo crepúsculo se inscriben, también agonizantes y ya sin sentido,
la mayoría de los artefactos culturales nacidos en su contexto. Más que una época de
cambios estamos asistiendo y participando de un cambio de época. Un cambio de
paradigma. A comienzos del siglo XX, deslumbrado y estupefacto por lo que estaba
ocurriendo en el mundo de las ciencias, por los descubrimientos que convertían en
escombros leyes inmutables e inexorables, que habían constituido la trama ritual de la
ciencia clásica, Einstein le escribía a un renombrado físico, con enorme perplejidad y tierno
estupor: “todo ha cambiado a nuestro alrededor, menos nuestro pensamiento.”

En este escenario, transitando por un encrespado océano de incertidumbres, la


humanidad se resiste al canto de sirena de lo mismo, e impulsada por el clamor de justicia y
dignidad va “geografiando” una oposición cada vez más tenaz al modelo arrasador de sus
culturas y de sus recursos naturales. La oposición a esa "geopolítica del conocimiento” se
significa multiplicándose en diversos procesos culturales, en sugestivas hilvanadas en
todos los rincones de la América Irredenta, potenciados por movimientos sociales
campesinos y urbanos, por nuevas prácticas en la participación, por pedagogías populares
latiendo al conjuro de sentidos libertarios, por hitos claves de “re-existencia” de los pueblos
oprimidos y de las culturas sojuzgadas.

Acontecimientos y acciones desplegados en todas las geografías, en diversas


escalas planetaria, nacional o local, configuran el bordado de una nueva conciencia y
visión del pensamiento, de la ciencia, la democracia y la educación, en sinfonías más
holísticas, complejas, interdependientes, abrevando en las fuentes de la racionalidad
ambiental, en colisión creciente con la racionalidad instrumental.

CRISIS DE RACIONALIDAD Y EDUCACIÓN

Haciendo un breve itinerario sobre la Educación Ambiental, diremos en principio,


que nuestros postulados se inscriben en los sentidos emancipatorios de la Educación
Popular arraigada en las aspiraciones incumplidas de las mayorías latinoamericanas.
Reconocemos el proceso histórico de la Educación Ambiental, y por eso valoramos como
hitos inaugurales a la Reunión de Estocolmo en el 1972. El tema ambiental, la crisis
ambiental que gana la preocupación de las sociedades, aunque con ciertas tensiones y
opacidades, sesgadas muchas veces por visiones conservacionistas y miradas localizadas
desde el Primer Mundo, arraigó sensiblemente en la preocupación de las sociedades y en
la lucha de los pueblos.

La creación del PNUMA (1975), Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente, configura un espacio internacional que legitima estos abordajes. Desde estos
hitos fundacionales institucionales de lo ambiental la educación aparece como una de las
estrategias fundamentales para el cambio, no sólo pedagógico, sino particularmente
epistemológico. En todo caso esta perspectiva del abordaje educativo contiene
implícitamente, una reflexión crítica sobre la racionalidad y el saber desde nuevos rincones
del pensamiento. El Programa Internacional de Educación Ambiental y la Conferencia
Intergubernamental sobre Educación Ambiental, realizada en Tbilisi, en 1977, sientan las
bases de un rumbo diferente para la ciencia y la educación.
La Conferencia de Tbilisi, genera la primera propuesta clara sobre los fundamentos
de la Educación Ambiental, principios que forman los ríos subterráneos del proceso
construido por la EA en el mundo, especialmente en América Latina y el Caribe:

a.- “Una nueva ética que orienta valores y comportamientos sociales hacia los
objetivos de sustentabilidad ecológica y equidad social;
b.- Una nueva concepción del mundo como un sistema complejo, llevando a
una reformulación del conocimiento. En este sentido, la interdisciplinariedad
se convirtió en un principio metodológico privilegiado de la educación
ambiental (UNESCO, 1980)”.

Primero en Belgrado y luego en Moscú se afirma la especificidad de la Educación


Ambiental. Finalmente en Tesalónica, Grecia, en 1997, en conmemoración de los veinte
años de Tibilisi, se consigna que “la educación como un todo debe reorientarse hacia la
sustentabilidad. En los niveles de la Educación Formal, No Formal e Informal. Todos los
niveles deben abordar la relación entre Ambiente y Sustentabilidad incluyendo en esta
visión compleja a la pobreza, la población, la diversidad cultural, la biodiversidad natural, la
salud, la soberanía alimentaria, la democracia, los derechos humanos, la paz”.

En este hilo de Ariadna ambiental la ECO 92 realizada en Río de Janeiro es un faro


luminoso en la noche de la crisis ambiental. Las resonancias de Río de Janeiro, las
repercusiones en los medios masivos, las expectativas de muchos sectores de la sociedad
mundial, las movilizaciones en el plano de lo político, cultural, social y espiritual que generó
fecundó los suelos movedizos y malolientes de la concepción dominante. Río de Janeiro,
con fuertes aromas del Tercer Mundo y latinoamericano es una instancia referencial en la
memoria de la Humanidad. La Agenda XXI debería convertirse, con las contextualizaciones
de estos tiempos históricos, aún con las reservas que nos merece cierto tufillo productivista,
en la fragua que agita otros vientos en Latinoamérica.

Pero nos interesa desde la perspectiva geopolítica, de refundación pedagógica y de


constitución de un saber abierto a la interculturalidad, la historia de la Educación Ambiental
nacida en los suelos fértiles de la sociedad y culturas latinoamericanas, aunque a veces,
algunos afluentes, han quedado como arroyuelos subterráneos y que deberíamos
redescubrir. Existe una matriz regional cuyo suelo social y cultural es muy fecundo para los
procesos de la educación ambiental, aún cuando todavía esté en los bordes un territorio en
construcción, exhibe una identidad con vuelos emancipatorios. En la región la percepción
de la crisis ambiental pasa por diferentes etapas conceptuales.

La retórica latinoamericana fluye con ímpetus multidimensionales y desde lo


ambiental estaría generando un espacio encrucijada donde las sinergias de la “re-
existencia” de los pueblos originarios, la recuperación de la voz de los silenciados y la
reconquista identitaria de las culturas subyugadas, sumado las contribuciones cautivantes
de la Pedagogía de la Liberación, Teología de la Liberación y diversas corrientes profundas
de los movimientos y pensamientos emancipatorios de la región, están rescribiendo los
rumbos del por-venir en clave transformadora.
El tema del Poder es clave en la concepción de Educación Ambiental que nos
planteamos. La definición de EA que intentamos coescribir debe ser necesariamente
contra hegemónica. Debilitar la hegemonía prepotente del pensamiento castrador y de la
concentración totalitaria del Poder en el Mercado, se convierte en estrategias de poder para
poder transformar la racionalidad destructiva y comenzar a imaginar la racionalidad
ambiental como el reaseguro de la democracia y el derecho a la vida.

Implica un reposicionamiento del educador como un sujeto inserto en una


perspectiva antropológica compleja. Desde esta mirada y en la línea de reflexión de Isabel
de Carvalho, imaginamos que el educador ambiental debe ser un intérprete de su contexto
y simultáneamente, en la misma torsión del tiempo, un sujeto interpretado y en interacción y
retroacción con ese mismo contexto. Es como una perspectiva hologramática: interpreta y
es interpretado, es la parte que está en él todo y el todo que está en la parte. Así, la
Educación Ambiental que postula el educador ambiental es “comprender un escenario
complejo, incierto y dilemático desde la perspectiva HERMENÉUTICA”, en un permanente
proceso de observación y deconstrucción del “mundo de vida”. Este educador ambiental
deberá decodificar la naturaleza dual de la lógica hegemónica constituyente de la argamasa
destructiva de los intereses económicos, políticos y sociales dominantes, con la estrategia
de vincular las problemáticas ambientales con la cultura, la política, la educación, la
sociedad, la historia. Será imprescindible abandonar la concepción naturalista, romántica y
economicista sobre el ambiente, reducido a esa objetualidad externalizada por leyes
fundadas en el Paradigma Mecanicista y Simplificador.

Para el educador ambiental se le abre una praxis de bordes, de tensas fronteras y


límites imprecisos, desde los cuales se anuncian nuevos territorios narrados con otros
estilos existenciales. Aquí es donde se torna definitiva y sin retorno la confrontación y
contrastación con el Paradigma de la “Modernidad Insustentable”. “Los sujetos que
emergen con nuevas subjetividades de frontera, de barroco y del sur, son sujetos que son
interpelados por lo emancipatorio, a quienes Santos llama sujetos viajeros paradigmáticos.
Como si fueran navegantes de cabotaje, que se arriesgan entre las certezas de las costas
cercanas y la inmensidad misteriosa del mar, con aguas poco previsibles y hasta caóticas”.

No desconocemos las cartogorafías pedagógicas construidas en otros rumbos


culturales. No ignoramos los enfoques, a veces conservacionistas, o sostenidos por
estrategias economicistas disfrazadas de gestión ambiental, apuntalada, inclusive en
Congresos y Encuentros internacionales, pero deseamos amplificar algunos antecedentes
germinados en la región. No caeremos en la ingenuidad de ignorar que en algunas fases de
su evolución, la EA en la región, se recibieron influencias de posturas conservacionistas,
románticas y economicistas.

Pero es innegable que Latinoamérica cuenta con una ventaja comparativa


excepcional, favorable a la construcción de caminos insospechados e innovadores. La
fortaleza y claridad de corrientes pedagógicas y espirituales propias de carácter liberador,
de proyectos políticos emancipadores, de fecundos diálogos de saberes en ebullición, de
emergencia de los pueblos subyugados afirmando su pertenencia cultural y la visibilidad,
cada vez más elocuente, de las culturas populares y tradicionales, están conformando un
mapa conceptual de la Educación Ambiental, representativo de perfiles propios, de una
personalidad referencial inédita y contra hegemónica, que permite abrigar las esperanzas
de un aporte esperanzador

AFLUENTES LATINOAMERICANOS

Los Congresos Internacionales de Educación Ambiental realizados en el continente,


desde Guadalajara hasta el celebrado en La Habana en 2003, fueron profundizando la
huella del linaje latinoamericano de la Educación Ambiental. Otros encuentros celebrados
en la región, como el de Cocoyoc en 1974, que según dice González Gaudiano ya pusieron
en “cuestión el consumismo de las naciones desarrolladas y la iniquidad internacional, así
como se insistió en la necesidad de considerar las características culturales y ecológicas de
cada región. Aquí la problemática ambiental es vista como una problemática
socioeconómica, cultural y política más que como problemática ecológica”. No podemos
dejar de mencionar el Seminario de Chosica, celebrado en Perú, que puso énfasis en la
Educación Ambiental y la Escuela Secundaria.

Debemos traer a la memoria la huella imborrable que dejaron el Primer Seminario


Latinoamericano y del Caribe sobre la Formación Ambiental: Universidad y Medio
Ambiente, celebrado en 1985, y el Segundo convocado 14 años, ambos en Bogotá,
Colombia. Bosquejan un escenario especial sobre las transformaciones epistemológicas,
pedagógicas y cambio de paradigma en torno al nuevo pensamiento que deberían sacudir
los edificios educativos desde el cuadrante de la dimensión ambiental. En el Segundo se
han acuñado objetivos vitales para repensar la Universidad y la Formación Docente:

· Realizar un análisis crítico de las bases epistemológicas de la interdisciplina en


formación e investigación ambiental;

· Analizar las dificultades prácticas, en el plano social, administrativo y psicológico,


para la construcción de procesos interdisciplinarios de trabajo ambiental;

· Proponer políticas en materia de formación ambiental;

· Socializar los resultados de la experiencia en el proceso de construcción de saber


ambiental y de la incorporación de esta dimensión a la Formación Ambiental.

El Primer Seminario “se inscribe entre los aportes de una concepción integral del
medio ambiente, que lo comprende no sólo como cambio tecnológico, sino como
transformación radical en la manera de entender el mundo y de entablar dentro de él las
relaciones sociales”.

El Segundo centra la reflexión en la cuestión de la interdisciplina. Los obstáculos que


dificultan su avance y los territorios promisorios que favorecen su concreción. A la luz de la
crisis ambiental se hace necesario un enfoque integral e Inter.-retroactivo, para establecer
las relaciones entre los órdenes de la naturaleza y la sociedad, del ecosistema y la cultura.
Es aquí donde la interdisciplinariedad deberá promover otros procesos de articulación para
la construcción del conocimiento. El abordaje de la interdisciplinariedad, ya sea desde un
mero “proceso técnico” y desde un complejo fenómeno de “interdisciplinariedad teórica”,
deberá, definitivamente, desanclarse de todos los yugos del reduccionismo, del
mecanicismo y de las diferentes “tribus” deterministas. La interdisciplina es una dialógica
que integra la radicalidad de las diferencias y la metamorfosis de las tramas conceptuales
disciplinares. Ello no implica la “abolición de las disciplinas”, sino la constitución de otras
disciplinas, fundamentales como categorías para la construcción del conocimiento, y el
abandono de los muros feudales que ha insularizado los saberes.

En este sentido como dice E. Leff: “la interdisciplinariedad ambiental desborda el


campo científico, académico y disciplinario del conocimiento formal certificado, y se abre a
un diálogo de saberes, donde se da el encuentro entre el conocimiento codificado de las
ciencias y los saberes codificados por la cultura. La apertura hacia el diálogo de saberes no
sólo es una hermenéutica que multiplica loas interpretaciones y los sentidos del
conocimiento; es una tecnología que multiplica los campos aplicativos del conocimiento. Es
el paso de una interdisciplinariedad marcada por el propósito de retotalización sistémica del
conocimiento, a un saber marcado por la diversidad de saberes y por la diferenciación de
los sentidos del ser”.

En la tercera publicación, Ciencia Cultura y Sociedad, editada en el marco del


Posgrado Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable, cuya dirección ejercemos en
CTERA, en setiembre de 2000, ratificamos la necesidad de “una nueva ética que promueve
valores y comportamientos sociales hacia el logro de la sustentabilidad ambiental y una
nueva cosmovisión del mundo, desde la comprensión de la complejidad ambiental, para
reformular saberes y reconstruir la sociedad en el diálogo de saberes y en los rumbos que
Antonio Machado piensa la Educación, cuando afirma que “la finalidad de nuestra escuela
es enseñar a repensar el pensamiento, a des-saber lo sabido” o como anuncia Paulo Freire,
cuando imagina que “la educación es construir los inéditos posibles”.

En el mismo libro la Dra. Naná Minnini, de Brasil, evaluadora externa de nuestra


Carrera de Especialización, comenta “Los movimientos sociales ambientalistas en defensa
del medio ambiente, de las identidades culturales, de la calidad de vida, de la incorporación
de la perspectiva de género, de la importancia de la recuperación y mejoría de las prácticas
productivas tradicionales sustentables, se levantan frente a un orden económico
internacional homogenizador de los patrones tecnológicos y culturales y de la
centralización del poder, proponiendo modalidades alternativas para el desarrollo,
descentralizadas, variadas, adecuadas a las condiciones ecológicas, culturales e históricas
de las diferentes regiones. La verificación y comprensión de este conjunto de tendencias
son imprescindibles para que el docente pueda efectivamente planificar su actividad en la
historia y preparar a sus alumnos para actuar como agentes sociales transformadores”:

En este punto neurálgico se sitúa nuestra apasionada preocupación por la


consolidación de la Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable, pensamos junto al
Dr. Nicolás Sosa, de la Universidad de Salamanca, España, referente académico
internacional de la Carrera y profesor de la misma “Estamos educando y formando a unos
profesionales que si continúan en el campo de la enseñanza formarán generaciones
enteras hasta al menos el año 2025, generaciones que a su vez vivirán normalmente hasta
el año 2070, y no se les está enseñando educación ambiental; se les forma
pedagógicamente para el siglo XIX y para la primera mitad del siglo XX. SE está
impartiendo una pedagogía del pasado, cuando a través de la educación ambiental
poseemos la Pedagogía del Futuro, se convierte en la única pedagogía posible, en
definitiva, en la Pedagogía”.

La concepción de Educación Ambiental que anhelamos co-construir la imaginamos


en un permanente embuclamiento navegando en los mares de la realidad latinoamericana.
Estará fraguada por visiones filosóficas antiesencialistas y pedagogías liberadoras, con
gramáticas recodificadas sistemáticamente por las metáforas germinadas en el diálogo de
saberes, la sustentabilidad y la interculturalidad. Desde esos discursos provendrán las
grafías para rescribir las nuevas relaciones de Poder, en los sentidos de la democracia
participativa y el desmontaje del Derecho Positivo, como amparo jurídico de la depredación
privatizadora de la riqueza.

La definición de EA que aspiramos a conjugar está en los arpegios políticos de una


educación contra hegemónica. Deberá debilitar la hegemonía de la prepotencia del
pensamiento castrador al servicio de la concentración totalitaria del Poder en el Mercado.
Debería mutar en estrategias argumentativas impregnadas por la complejidad ambiental
para repensar el poder. Debería forjar un universo simbólico transgresor, para desmantelar
la racionalidad destructiva y comenzar a imaginar la racionalidad ambiental, en consonancia
con las demandas de la democracia participativa y la justicia ambiental, para asegurar, sin
ambages, el derecho a “tener todos los derechos”.

La Pedagogía de la Certeza instalada en nuestros sistemas educativos por la


concepción fáustica de la educación, solamente ha producido ignorancia y ceguera, no ha
sido capaz de instalar un pensamiento crítico a pesar de la declamación de la concepción
crítica que se hace ritualmente. La Pedagogía Ambiental que postulamos, por lo tanto,
debe tender los puentes y abrirse a los territorios de lo “inédito posible”, como estrategia
para legitimar las utopías y diseñar caminos plurales capaces de deconstruir la mirada
antropocéntrica y patriarcalista, rémora indigna de dominación y explotación y, pueda,
finalmente, salvarse nuestro error. En letras de Nicanor Parra dice, “Nuestro error consistió
en creer que la Tierra era nuestra, cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos
de la Tierra”.

La reorientación en el enfoque de la estructura educativa y de las ciencias de la


educación, desde la perspectiva de la Complejidad Ambiental implica, como comentamos
más arriba, la refundación de la Pedagogía. Significa desanclarse de los tiempos de
crujidos y comenzar a transitar los itinerarios, donde la multiplicidad de sonidos deberán
insertarse en la identidad plural de un modelo educativo intercultural, interdisciplinario, con
instituciones reorganizadas en torno al trabajo pedagógico con problemas complejos,
produciendo el conocimiento en el formato de red organizacional, articulados con sus
contextos temporoespaciales

Son tiempos de interpelación. La gran interpelación emana de la crisis ambiental. La


agudización de la crisis ambiental impugna el modelo que la provocó, a todo el modelo. La
vertiente de la Educación Ambiental como campo de disputa política y epistemológica,
debería convertirse en el espacio promisorio para la desarticulación de los sentidos
bárbaros y la racionalidad utilitaria. Asimismo, deberá ser un cuestionamiento sin
concesiones al programa del logocentrismo unificante, cuya especialidad más reconocida
es haber lanzado a la miseria más espantosa a millones de seres humanos, orquestando
un pillaje inconmensurable de los recursos naturales y de la diversidad cultural. Impugnar
los costos inenarrables de la tragedia de la Razón Científica es un canto a la vida.
Desandar el itinerario que ha herido a la vida y arrojado a naciones y continentes enteros al
desamparo más espantoso, por el supuesto fin de la historia, es el único camino ético que
tenemos antes de la oscuridad final.

DESMONTAJE DEL PENSAMIENTO ÚNICO

Los utillajes conceptuales de la razón cartesiana, devenida razón instrumental, y


amortajada en razón carcelaria en el siglo XX, araron los campos del conocimiento y de la
producción, sembrando sus semillas contaminadas en los suelos científico y político, para
finalmente germinar y florecer en procesos de alta entropía y bárbara destrucción. Ahí está
rampante, no sólo la situación de medio oriente, el conflicto de la región del Golfo Pérsico,
sino también la destrucción de la selva amazónica, el cambio climático, la desertización
imparable, la contaminación irrefrenable de tierras, aguas y aire; el desencanto inescrutable
de la sociedad y la cultura deserotizada.

Ahí está, también, el arrasamiento producido por la catástrofe anunciada del Río
Salado, en Santa Fe, la provincia que habito en Argentina. Catástrofe ocurrida hace dos
años, en el corazón de la Pampa Gringa, que ya estaba anunciada en las decisiones
estratégicas de una política colonizada por el conocimiento reduccionista, economicista e
hipertecnologizado. Allí se desbocaron los sentidos bárbaros de la racionalidad utilitaria. Ahí
está, en la génesis del estrago causado por la inundación del Río Salado, el “latifundio
genético”, verdadero océano de soja transgénica que se extiende desde la pampa gringa en
Argentina, hasta el corazón de Brasil en Goias, matando por doquier la biodiversidad
natural, expulsando multitudes de campesinos desarraigados hacia los vientos de la nada,
arrojados a la miseria más inicua y produciendo solamente una cosa estadística conocida
como “refugiados ambientales”.

El desconocimiento que el conocimiento hegemónico tiene de la diferencia y la


diversidad se traduce en todas sus acciones. El desconocimiento que el conocimiento
unitario tiene sobre la pluralidad de las culturas le hace ejercer un totalitarismo cultural sin
compasión. El desconocimiento que el conocimiento hegemónico tiene de la naturaleza le
lleva a explotarla hasta los límites de la vida. El desconocimiento que el conocimiento
colonizado tiene de la otredad obstaculiza sin retorno la posibilidad de un diálogo de
saberes.

Se consolida así un imaginario globalizado en la impronta neoliberal, incapaz de


saber sobre los saberes complejos, desconociendo los mestizajes culturales, y los
enriquecedores diálogos interculturales en aras del fin de la historia constituido en torno a la
supremacía de los supuestos valores de la civilización occidental, cultural nacida parroquial
y autodevenida en universal eterna.. La Educación Ambiental deberá estar atravesada por
estas tensiones y estas sensibilidades. Nos esperan procesos de largo plazo y de acciones
concretas a partir de ahora mismo para reimaginar la escuela de la sustentabilidad y un
mundo donde “quepan todos los mundos”.

PENSAR DESDE EL NUEVO PENSAMIENTO

Pensar en clave de complejidad ambiental es trascender los propios límites de las


diferentes vertientes del sistemismo, de la sostenibilidad y del ecologismo. Es ir más allá de
los peregrinajes del pensamiento esforzándose en pujar límites finitos. Es navegar por el
mar reencantado en la sacralidad de la vida, y caminar por los campos ontológicos donde
se reinstalaron las “anomalías” que expulsara el tribunal catedralicio del cientificismo
moderno en su insaciable “delirio de infatuación”.

La sacralidad de la vida es revaloriza, entonces, cuando el ser y la naturaleza, las


luchas y los sueños, son convocados por una ética propiciatoria en condiciones de parir un
mundo capaz de integrar todos los sentidos emergentes y las múltiples identidades para,
como dice José Borrero, “abolir la dominación”.

En estas tensiones de campos en construcción habitamos. El campo en construcción


del Nuevo Pensamiento Ambiental y el campo en construcción de la Ecología Política.
Ambas vertientes confluyen, cual afluentes caudalosos, luego de remover las cordilleras
epistemológicas de la depredación y la degradación, en la construcción de los nuevos
océanos en cuyas riberas se levantan los saberes de la complejidad, la interculturalidad,
impregnando las nuevas racionalidades.

Sólo desde estas fronteras del pensamiento y de la acción estratégica podremos


poner freno al intento final del Proyecto Hegemónico en agonía, que intenta realizarse por
el vaciamiento de los territorios y las culturas, con la metodología de la articulación regional,
mediante procesos de tratados de libre comercio, que conviertan en bienes transables a lo
concreto conocido y por inventar y a los bienes simbólicos, y a los símbolos de la libertad y
la autonomía como pueden ser la educación y la salud.

Recuperar la lógica compleja abierta a los océanos del devenir y el cambio, de lo


inédito y posible, para reemplazar a las lógicas formales e instrumentales que mediaron
todos los fenómenos coloniales, y que hoy vemos como se encuentran hiperconcentradas,
para reproducirse en áreas liberadas, en la búsqueda insaciable de fraguar modelos
comerciales unidireccionales, con el objetivo de fagocitar lo diverso y conculcar las
libertades, miniaturizando cual reducidores de cerebros, el poder emancipador de la
educación popular a través de las pedagogías de las certezas, ahora macdonalizadas.

ES cierto que la crisis de la racionalidad modernizante e instrumental y del mundo


que ella conjugó con la verdad absoluta y objetiva, la ilusión de la separatividad y el
beneplácito de la autoreferencia, es simultáneamente la manifestación de su
autoagotamiento y de la emergencia de racionalidades constituyéndose en el proceso de
ambientalización del conocimiento. Como dice Gargani, al referirse a la negación de lo
diferente que hace la Razón Moderna “La crisis de la racionalidad clásica se originó en la
conciencia de que la racionalidad no es una naturaleza, y de que la estructura
socioeconómica de nuestra civilización ha generado un sistema de abstracciones y de
generalidades que refleja una constelación de poderes y de funciones de dominio”.

Se desvanece convulsivamente en su propia atmósfera la época insustentable, como


“se desvanece todo lo sólido en el aire”. La lógica lineal de la modernidad, consustanciada
con la lógica productivista dominante, produjo una cultura integral del desperdicio. Los
límites del despilfarro reorientan los procesos mancillados por los tecnócratas destructivos,
en narrativas surgidas de una lúcida y propositiva crítica a la racionalidad instrumental.
Sin embargo el logos que desnaturalizó la naturaleza y desertificó al ser, lentamente
se disuelve en las aguas oxigenadas por la revolución científica del siglo XX. Cobra vigores
insospechados cuando se fertilizan con los aportes caudalosos de los afluentes culturales
de los Pueblos Originales. Se revalorizan sus saberes y favorece que lo inédito, lo incierto y
lo complejo entren a formar parte del nuevo proyecto cognitivo, desde el cual los sentidos
vuelvan a tener sentidos, frente a la dispersión de sentidos que segrega el estado actual de
la cultura occidental, en su fase transnacionalizada. Sus obras más difundidas son las
certezas incontrastables de sus profundas desigualdades económicas y de los violentos
conflictos que laceran el suelo del planeta

Hoy el desafío consiste en descolonizar el pensamiento que nos ha


subordinado y esquilmado, y fue el motor del pillaje cultural y ambiental de los
últimos 500 años. Desocultar la arrogancia de la concepción que se presume superior
a otros saberes, y que fue la causante de la depredación, del sometimiento cultural y
de los grados de empobrecimiento y exclusión que padecemos, implica situarnos
ante lo diferente, lo nuevo, lo inédito, como diría Paulo Freire, para” pensar lo no
pensado”. De ahí que sea imperioso definir una nueva visión, un nuevo pensamiento,
para cambiar la percepción del mundo que ha producido el malestar de nuestra
cultura, por lo que se deberán modificar nuestros valores y concepciones del mundo.

Definir una nueva ética significa abrevar en los escenarios de la diversidad


que van configurando las otredades, los distintos saberes, el desborde de los nuevos
conceptos de las ciencias complejas. Simultáneamente esta mirada reconstruye lo
anterior y edifica otros horizontes que se abren hacia diferentes saberes y otros
mundos posibles. Decimos en el Manifiesto por la Vida “es necesario recuperar el
conocimiento valorativo, así como las relaciones entre saber y poder en escenarios
donde prevalecen la codicia, la ganancia desmedida, la prepotencia y la agresión
sobre los sentimientos de solidaridad, compasión y comprensión. El conocimiento
valorativo implica asumir el reconocimiento del valor de la vida y el reencuentro de
nosotros mismos, como seres humanos y naturales”.

Avanzar en la dirección del nuevo pensamiento implica necesariamente privilegiar la


reflexión sobre el lenguaje y la percepción como una mirada inteligente de entender el
saber, pues no es posible abordar el problema de la ciencia independientemente de los
mecanismos cognitivos fundamentales que organizan nuestra conciencia. Se abren
territorios que deberemos habitar con otras condiciones experienciales del sujeto. Se
deberá redefinir, con ese fin, los términos de la polaridad radial de la Modernidad que hacía
de sujeto y objeto dos esencias independientes. Desmontar la lógica de la separatividad
implica zambullirse en los mares de la complejidad, donde sujeto y objeto dan cuenta de un
proceso con autonomía e interdependencias, históricos y provisorios.

La ciencia que se ha fundado en la exclusión del sujeto, deberá dejar paso al nuevo
pensamiento en el que el retorno del sujeto es un problema básico. Todo conocimiento
comporta un conocimiento subjetivo.

En este contexto los seres cognitivos que somos producimos sentidos


constantemente y para evitar las trampas de los idus cartesianos, “deberemos
relacionarnos con la diferencia, la novedad, lo marginal, lo informe, deberemos aceptar una
cuota de preguntas abiertas, de espacios no saturados, de órdenes no cerrados. Debemos
aceptar la presencia de vacíos a través de los cuales puede advenir el cambio” dice D.
Najmanovic. Aparece como un desafío borgeano, como cuando Borges escribió:

Ariosto me enseñó que en la dudosa


Luna moran los sueños, lo inasible
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.
.

EPÍLOGO ABIERTO

Ahí estamos. Por eso, ante el intento de aquellos que desean llevarnos al territorio
crepuscular donde se pierde el sentido de la vida, debemos sentir el estremecimiento que
nos produce comenzar a pensar lo no pensado, lo nuevo, lo diferente, pensar un universo
con muchos universos, con todos los universos. Miremos a nuestro alrededor, desnudemos
a los embajadores del pensamiento catastrófico que es la fuente de todas las violencias.
Están por todas partes. Allá en el norte, en lo que se dice el núcleo duro de Occidente, sea
en Norteamérica, sea en Europa. Y aquí también, en el Sur. A veces se revisten de
políticos, otras usan ropajes científicos y académicos. Muchas otras tienen los oropeles de
empresarios exitosos. En todo caso son los embajadores del mal, metástasis de lo mismo,
con todos los síntomas de que ya ha sido. Debemos atrevernos a acelerar el movimiento
del devenir, que está tejiendo con hebras alternativas, los escenarios solidarios de lo
incluyente.

Frente a los que como decía Hegel, sufren de “delirio de infatuación”, deberíamos,
empecinadamente, comenzar a transitar los territorios freireanos de la Educación Popular y
la Pedagogía de la Otredad construyendo “los inéditos posibles”.

Ahí estamos. Por eso, ante el intento de aquellos que desean llevarnos al territorio
crepuscular donde se pierde el sentido de la vida, debemos sentir el estremecimiento que
nos produce comenzar a pensar lo nuevo, lo diferente, pensar un universo con muchos
universos, con todos los universos.

Miremos a nuestro alrededor, desnudemos a los embajadores del pensamiento


catastrófico que representan la fuente inagotable de todas las violencias. Están por todas
partes. Allá en el norte, en lo que se dice el núcleo duro de Occidente, sea en
Norteamérica, sea en Europa. Y aquí también, en el Sur. A veces se revisten de políticos
obedientes a los mandatos imperiales, desaforadores por antonomasia; otras usan ropajes
científicos y académicos. En otras ocasiones tienen los oropeles de empresarios exitosos.
En todo caso, son los embajadores del mal, metástasis de lo mismo, con todos los síntomas
de que ya ha sido. Debemos atrevernos a acelerar el movimiento del devenir, que está
tejiendo con hebras alternativas, los escenarios solidarios de lo incluyente.

Eduardo Rosenzvaig despide a un amigo muerto utilizando el verbo desalar. Se


refiere al movimiento de apertura de las alas de los pájaros antes de emprender el vuelo o
una corrida, como el condor andino. Es el mismo movimiento de algunos hombres al
encontrarse con un amigo. Abren los brazos, se miran a la distancia con ese gesto que
preanuncia el abrazo en el que pronto se estrecharán.

También Desalar, para nosotros, es abrir los brazos del pensamiento con el
propósito de abrazar entrañablemente el cuerpo esperanzador del nuevo pensamiento. La
actitud de desalar potencia las energías para enfrentar las duras batallas culturales que se
avecinan. Desalar significa estar en estado de apertura, de expectante y decidida vocación
por la confraternidad. ES un estado simbiótico de desasosiego y esperanzas inacabables.

También Desalar es abrir los brazos del conocimiento con el propósito de abrazar el
cuerpo entrañable del nuevo pensamiento, amorosamente convocante frente a nosotros. Al
concluir estas líneas no epilogamos, desalamos. Aquí estamos con los brazos abiertos, con
la firme intención de estrecharnos con tantos otros brazos también fraternalmente abiertos,
revestidos con los ropajes de la ilusión. De la ilusión que nos hermana en una fe
movilizadora e inquebrantable: ES POSIBLE CONSTRUIR OTROS MUNDOS.

Rilke tenía razón


Cuando le dijo a su joven discípulo
Pregúntese si puede vivir sin ella.
Y si puede vivir sin ella,
Pues entonces viva sin ella.
Hablaba por supuesto de la poesía
Nosotros decimos, para concluir, preguntémonos si podemos negarnos a construir
los campos esperanzadores, aunque llenos de incertidumbres, de la Complejidad, el
Diálogo de Saberes, el Nuevo Pensamiento y la Racionalidad Ambiental, y, si la respuesta
es afirmativa, entonces:
- sepamos que jamás sabremos como el ser y el saber complejo reconstruirán
las utopías en los océanos de la diversidad, cuyos híbridos oleajes bañarán
playas arenadas henchidas de historias plurales;
- Nunca sabremos como se construirán otredades capaces de imaginar
desde el Nuevo Pensamiento mundos diversos, otras estrategias del poder y
del saber en condiciones de desmitologizar el logocentrismo y la razón
instrumental;
- No podremos escapar al desencatamiento de la cultura y nunca podremos
respirar los aromas vivificantes del deseo y la pasión como dimensión vital
de lo humano, en condiciones de afirmar la desmesura y la transgresión,
como aristas distintivas del propio proceso de humanización en el
movimiento sutil de la totalidad incognoscible
Desconoceremos todo eso y mucho más. Tal vez nos reiremos del “amor y del
misterio”, mientras caminamos por los estantes del conocimiento instrumental en búsqueda
de las recetas sacralizadas, políticas y epistemológicas, que serán definitivamente
incapaces de terminar con las múltiples pobrezas, las descarnadas exclusiones y las
irremediables destrucciones ecológicas, “mientras deambulamos por los supermercados,
saludables cadáveres que buscan, en el brillo de las góndolas, el precio de sus almas”.
Desde estos bordes inasibles de lo ignorado, deberemos rumbear por los contornos
esfumados de la Complejidad, el Nuevo Pensamiento y la Racionalidad Ambiental, para
que se puedan navegar los horizontes desbordados por otra forma del ser, otras relaciones
entre la cultura y la naturaleza, entre el conocimiento y el diálogo de saberes, una inédita
poética de los mundos de vida.

Prof. Carlos Galano


Director Posgrado
Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable
CTERA UNC UNER
Argentina

Bibliografía citada.
Dossier de la Carrera de Educación Ambiental.

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