De Las Sociedades en Particular

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 84

DE LAS SOCIEDADES

MERCANTILES EN
PARTICULAR1

Prof. Dr. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

1
NOTA IMPORTANTE: El presente estudio constituye una primera aproximación, a
manera de anotaciones previas y muy elementales, de un esfuerzo mayor, todavía en
proceso, tendente a sistematizar los aspectos más importantes de la regulación de las
Sociedades Mercantiles en el ordenamiento jurídico nicaragüense. Es por ello que el
lector todavía encontrará en el documento las carencias propias de este tipo de empeños.
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

II. SOCIEDAD COLECTIVA O EN NOMBRE COLECTIVO

1. NOCIONES GENERALES

1.1 Evolución histórica y función económica

Es usual ubicar la génesis de la sociedad colectiva en plena Edad Media, más


exactamente en el seno de las familias de mercaderes. Así, la Sociedad en nombre
colectivo se considera fruto de una evolución que va desde las comunidades formadas
por los hijos (fraternae compagnie) hasta llegar a las comunidades de trabajo que se
dedican al ejercicio del comercio, en las cuales ya intervienen personas ajenas a la
familia pero vinculadas todavía entre sí por una relación de confianza (ad unum
panem et vinum), lo que permite identificar, desde entonces, el carácter personalista
(intuitu personae) que caracteriza a este tipo de sociedad.

Precisamente, como reminiscencia de lo arriba señalado, nuestro Código de


Comercio sigue utilizando, junto a la denominación de sociedades colectivas, el de
Compañías Colectivas, lo que trae a colación el hecho significativo de que el concepto
“compañía” proviene de la expresión cum panis, lo que hace alusión a las personas
que comían del mismo pan.

Por otra parte, este tipo de sociedades encuentra reconocimiento legislativo en las
Ordenanzas francesas de 1673, las cuales, en la regulación de la “sociedad general”,
ponen de manifiesto el dato de la responsabilidad solidaria. Por su parte, las
Ordenanzas de Bilbao ya contemplan los rasgos de la actual compañía colectiva, a
saber, la actuación en nombre de todos y la responsabilidad personal e ilimitada de
los socios. Como no podía ser de otra forma, el Código francés de 1807, y los
españoles de 1829 y 1885, la disciplinan denominándola “colectiva”.

Si bien es cierto, a lo largo de la historia, este tipo societario fue de enorme utilidad
para reunir importantes capitales y participaciones en grandes empresas familiares,
hoy en día se utiliza cada vez con menos frecuencia, en tanto que se recurre a otras
formas sociales más apropiadas para el tráfico moderno que, adicionalmente,
proporcionan el beneficio de la no responsabilidad de los socios por las deudas
sociales. Empero, hay que recordar que la sociedad colectiva cumple la función de
“sociedad general”, sobre todo, en los supuestos de atipicidad o de irregularidad, de
modo que el estudio de su régimen jurídico es menester obligatorio.

2
DERECHO DE SOCIEDADES

1.2 Noción y notas características

Se admite sin discusión, en la doctrina, que la sociedad colectiva es una sociedad


mercantil personalista. Tal afirmación obedece a que dicha sociedad constituye una
comunidad de trabajo, en el sentido de que los socios son gestores natos, en tanto que
todos, salvo disposición contraria de los Estatutos, tienen la facultad de concurrir a
la dirección o manejo de los negocios comunes.

Tal afirmación encuentra apoyo positivo, en nuestro ordenamiento, en los artículos


149 y 150 Cc., que respectivamente prescriben que la administración corresponde de
derecho a todos y cada uno de los socios, y éstos pueden desempeñarla por sí mismos y por sus
delegados, sean socios o extraños; ahora bien, cuando el contrato social no designe la persona
del administrador, se entiende que los socios se confieren recíprocamente la facultad de
administrar y la de obligar solidariamente la responsabilidad de todos sin su noticia y su
consentimiento.

La sociedad gira bajo un nombre colectivo o razón social formado por todos los
socios o algunos de ellos, con agregación de la frase “y compañía” (artículo 134
Cc.)2, y, además, tiene plena autonomía patrimonial de forma tal que responde de
sus deudas con su propio patrimonio; sin quebranto de la responsabilidad
subsidiaria de los socios, quienes, por su parte, responden de manera personal,
ilimitada y solidaria entre ellos (artículo 137 Cc.)3. En fin, el carácter personalista de
la sociedad se pone de manifiesto, también, en el hecho de que, salvo pacto en
contrario, la muerte del socio colectivo opera como causa de disolución de la
sociedad4.

2
Art. 134 Cc.: “La razón social es la fórmula enunciativa de los nombres de todos los socios, o de
alguno de ellos, con agregación de estas palabras: "y compañía"”.
3
Art. 137 Cc.: “Los socios colectivos indicados en la escritura social, son solidariamente
responsables de todas las obligaciones legalmente contraídas bajo la razón social.

Pero pueden por pacto los socios limitar su responsabilidad, con tal que se agregue a la razón
social la palabra: "limitada"”.
4
Art. 173 Cc.: “La sociedad colectiva se disuelve por los modos que determina el Código
Civil”. Art. 3285 C.: “La sociedad se acaba: 3º. Por muerte, interdicción civil o insolvencia de
cualquiera de los socios”.

3
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

2. REQUISITOS PARA LA CONSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD

2.1 Requisitos de forma y publicidad

Según hemos explicado en otro lado, el contrato de sociedad colectiva (lo mismo
que el de la sociedad en general) debe cumplir ciertas condiciones esenciales,
indispensables para su validez y eficacia a efectos internos. Asimismo, dicho
negocio jurídico tiene que otorgarse en escritura pública e inscribirse en el Registro
Público Mercantil, requisitos comunes a toda sociedad, cuya falta lleva aparejada la
irregularidad societaria, con las consabidas consecuencias a las que aludimos en la
parte atinente a la Teoría General de las Sociedades.

En contra de lo que sucede en otros ordenamientos (verbigracia el alemán e inglés,


sólo por citar dos de los ejemplos de sistemas jurídicos en los que está vedada la
adquisición de personalidad jurídica a las sociedades personalistas), la inscripción
registral de la sociedad en nombre colectivo permite a ésta adquirir personalidad
jurídica.

2.2 Contenido de la escritura

El Código de Comercio nicaragüense ordena que todo contrato de sociedad debe constar
en escritura pública. El que se estipule entre los socios bajo otra forma, no producirá ningún
efecto legal5. En tal sentido el artículo 123 Cc. mandata que las escrituras de sociedades
en nombre colectivo, y en comandita simple, deberán contener para su validez: 1. Los nombres,
apellidos y domicilios de los socios; 2. Los negocios sobre que deba versar el giro de la sociedad;
3. La razón o firma social, expresando los nombres de los socios que han de tener a su cargo la
dirección o administración de la sociedad y el uso de dicha firma social; 4. El capital que cada
socio aporta en dinero, créditos o efectos, con la expresión del valor que se dé a estos, o de las
bases sobre que haya de hacerse el avalúo; 5. El domicilio de la sociedad; 6. La duración de la
sociedad y la manera de computar dicha duración.

En atención al principio de la autonomía de la voluntad individual, imperante en


nuestro sistema, resulta coherente afirmar que en la escritura de constitución se
podrán establecer los demás pactos lícitos y condiciones especiales que los socios
quieran establecer. Entre estos pactos y condiciones, en nuestro foro, son usuales:
aquel que establece el régimen específico de distribución de las ganancias; el
establecimiento de disposiciones en relación con los socios industriales; el pacto de

5
Artículo 121 Cc.

4
DERECHO DE SOCIEDADES

continuación con los herederos y, en fin, normas atinentes a la liquidación y


división.

Por lo que hace a la razón social, ya hemos adelantado que una de las notas
características de la sociedad colectiva es la de girar bajo un nombre colectivo, razón
social o firma. Por tal razón su formación está tutelada por rígidas normas y
principios. Uno de los principios más importantes es el de veracidad, a saber, la
razón social es la fórmula enunciativa de los nombres de todos los socios, o de alguno de ellos,
con la agregación de las palabras “y compañía”6. Por tal razón, en principio, sólo los
nombres de los socios colectivos pueden entrar en la razón social7; y, asimismo, el uso de la
razón social después de disuelta la sociedad, constituye delito de falsedad y la inclusión en
aquella del nombre de una persona extraña es una estafa. Lógicamente, la falsedad y la
estafa serán castigadas conforme al Código Penal8.

Otro de los principios importantes en esta materia es el de novedad, en tanto que, al


igual que en otros tipos societarios, no puede adoptarse una razón social igual a la
de otra sociedad ya existente, sea de la clase que fuere. En tal sentido, se despliega
como una manifestación de este principio, el precepto codicístico que dispone que el
nombre del socio que ha muerto, o se ha separado de la sociedad o la compañía, cuyos derechos
y obligaciones han sido transferidos a la nueva, puede ponerse también en la razón social,
agregando a ella la palabra: “sucesores”9.

6
Artículo 134 Cc. De ello se infiere que cuando figuren los nombres de todos los socios no será
necesario colocar la frase “y compañía” y, por ende habrá que hacer alusión, simplemente, al
hecho de que se trata de la sociedad “López, López y López colectiva” o “López, López y López
en nombre colectivo”.
7
Primera parte del artículo 135 Cc.
8
Artículo 136 Cc.
9
Segunda parte del artículo 135 Cc.

5
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3. RELACIONES JURÍDICAS INTERNAS

3.1 Aportaciones sociales

La obligación de aportar que tienen los socios de la compañía colectiva se deduce de


lo prescrito por el artículo 142 Cc., el cual ordena que “los socios deberán entregar
sus capitales respectivos en la época y forma estipulados en el contrato. A falta de
estipulación, la entrega se hará en el domicilio social, luego que la escritura social
esté firmada”.

De manera general, en este tipo de sociedades no plantea especial problema la


determinación de lo que puede ser objeto de aportación. Es válida cualquier
colaboración que contribuya a la consecución del fin social: dinero, servicios, cosas,
conocimientos, etc. De hecho, la norma suele distinguir entre aportaciones de
bienes y aportaciones de “industria” o trabajo10.

El retardo en la entrega, sea cual fuere la causa que lo produzca, autoriza a los
asociados para excluir de la sociedad al socio moroso, o a proceder ejecutivamente
contra su persona y bienes para compelerle al cumplimiento de su obligación. En
uno y otro caso el socio moroso responderá de los daños y perjuicios que la
tardanza ocasionare a la sociedad11.

3.2 Ganancias y pérdidas

Lo primero que debe tenerse en cuenta es que toda esta materia es derecho
dispositivo; y, además, para la determinación de los beneficios o pérdidas, se
aplicaran las normas y criterios generales de contabilidad. Así, los socios capitalistas
dividirán entre sí las ganancias y pérdidas en la forma que se hubiere estipulado. A
falta de estipulación, las dividirán a prorrata de sus respectivos capitales 12.

Por su parte, además de lo prescrito en la primera parte del precitado artículo 147 (si
alguno de los socios entrare sólo con su industria, sin valor estimado previamente, o sin previa

10
Art. 147 Cc.: “Si alguno de los socios entrare sólo con su industria, sin valor estimado
previamente, o sin previa designación de la cuota que debe percibir, y no viniese a un acuerdo
con los otros socios, tendrá en tal caso la parte que por árbitros le sea designada”.
11
Artículo 143 Cc.
12
Artículo 146 Cc.

6
DERECHO DE SOCIEDADES

designación de la cuota que debe percibir, y no viniese a un acuerdo con los otros socios, tendrá
en tal caso la parte que por árbitros le sea asignada), la segunda parte del mismo establece
que el socio industrial no responde de las pérdidas sociales salvo pacto en contrario.

3.3 Prohibición de concurrencia

Como específicas manifestaciones del carácter personalista de la sociedad, y del


consecuente deber de fidelidad de los socios, se erigen las prohibiciones, prescritas
en los incisos 4 y 5 del artículo 169, de explotar por cuenta propia el ramo de industria en
que gire la sociedad, y hacer sin consentimiento de todos los consocios operaciones particulares
de cualquier especie cuando la sociedad no tuviere un género determinado de comercio; y
asimismo, de no poder interesarse como socios con responsabilidad ilimitada en otras
sociedades que tengan el mismo objeto, y hacer operaciones por cuenta de ellas o de terceros en
el mismo comercio, sin el consentimiento de los otros socios. Se presume el consentimiento, si el
interés o las operaciones existían antes del contrato de sociedad y eran conocidas de los otros
socios y en dicho contrato no estipularon que debían cesar tan luego como el contrato de
sociedad estuviese perfecto.

Como sanción, la norma manda que los socios que contravengan estas
prohibiciones serán obligados a llevar al acervo común las ganancias provenientes
de tales operaciones, y a soportar individualmente las pérdidas que les resultaren 13.

Este régimen se complementa con la obligación negativa que pesa sobre los socios
consistente en no poder negar la autorización que solicite alguno de ellos para
realizar una operación mercantil, sin acreditar que las operaciones proyectadas les
deparan un perjuicio cierto y manifiesto 14.

Finalmente, de conformidad a lo señalado en el art. 172 Cc., el socio industrial no


podrá emprender negociación alguna que le distraiga de sus atenciones sociales, so
pena de perder las ganancias que hubiere adquirido hasta el momento de la
violación.

Al igual que en el apartado anterior, todo el régimen de la materia es de derecho


dispositivo.

13
Artículo 170 Cc.
14
Artículo 171 Cc.

7
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3.4 Gestión de la sociedad

3.4.1 Gestión y representación

Aunque suelen concurrir en las mismas personas las facultades de gestión y las de
representación, es menester indispensable diferenciarlas adecuadamente. Sobre la
base de los datos positivos15, la doctrina señala que la gestión corresponde al aspecto
interno de la sociedad y la representación al externo; además, que el contenido de
las facultades de gestión es elástico mientras que el ámbito de la representación es
rígido e ilimitable y que, en fin, la gestión es una cuestión de deber y la
representación de poder.

3.4.2 Los administradores

Como ya hemos señalado en su oportunidad, en línea de principio, la


administración corresponde de derecho a todos y cada uno de los socios, y estos
pueden desempeñarla por sí mismos y por sus delegados, sean socios o extraños
(principio de gestión colectiva)16. En idéntica línea, cuando el contrato social no
designe la persona del administrador, se entiende que los socios se confieren
recíprocamente la facultad de administrar y la de obligar solidariamente la
responsabilidad de todos sin su noticia y su consentimiento 17.

Por otro lado, cada uno de los socios tiene derecho a oponerse a la consumación de
los actos y contratos proyectados por otros, a no ser que se refieran a la mera
conservación de las cosas comunes18. Así, la oposición suspende provisionalmente
la ejecución del acto o contrato proyectado, hasta que la mayoría numérica de los
socios no califique su conveniencia o inconveniencia 19. Finalmente, cabe advertir
que el acuerdo de la mayoría sólo obliga a la minoría cuando recae sobre actos de
simple administración, o sobre disposiciones comprendidas en el círculo de las
operaciones designadas en el contrato social. De forma que, resultando en las

15
Art. 157 Cc.: “La facultad de administrar trae consigo el derecho de usar de la firma social”,
en contraposición con el Art. 151 Cc.: “En virtud del mandato legal, cada uno de los socios puede
hacer válidamente todos los actos y contratos comprendidos en el giro ordinario de la sociedad, o
que sean necesarios o conducentes a la consecución de los fines que ésta se hubiese propuesto.
16
Artículo 149 Cc.
17
Artículo 150 Cc.
18
Artículo 152 Cc.
19
Artículo 153 Cc.

8
DERECHO DE SOCIEDADES

deliberaciones de la sociedad dos o más pareceres que no tengan la mayoría


absoluta, los socios deberán abstenerse de llevar a ejecución el acto o contrato
proyectado20. Como puede observarse, en nuestro sistema jurídico prima el régimen
de mayoría en lo que atañe a la gestión colectiva.

Ahora bien, en el supuesto de que se delegue la facultad de administrar en uno o


más socios, los demás quedan, por este solo hecho inhibidos de toda ingerencia en
la administración21.

También, la facultad de administrar puede conferirse a dos o más personas con


carácter solidario o mancomunado, de forma que el artículo 162 prescribe que
habiendo dos o más administradores que según su título hayan de proceder de
consuno, la oposición de uno de ellos impedirá la consumación de los actos o
contratos proyectados por el otro. De la misma forma, si los administradores
conjuntos fueran tres o más deberán proceder de acuerdo con el voto de la mayoría
y abstenerse de llevar a cabo actos o contratos que no la hubiesen obtenido. Si no
obstante la oposición o falta de mayoría, se ejecutare el acto o contrato, surtirá
todos sus efectos respecto de terceros de buena fe; y el administrador que lo hubiere
celebrado responderá a la sociedad de los perjuicios que a ésta se siguieren.

3.4.3 Obligaciones y responsabilidad de los gestores

La regla general de la materia es que el delegado tendrá únicamente las facultades


que designe su título, y cualquier exceso que cometa en el ejercicio de ellas, lo hará
responsable a la sociedad de todos los daños y perjuicios que le sobrevengan 22. Vale
decir que lo normal es que dichas facultades sean las propias de un mandatario o
comisionista.

Por su parte, el administrador nombrado por una cláusula especial de la escritura de


la sociedad puede ejecutar, a pesar de la oposición de sus consocios excluidos de la
administración, todos los actos y contratos a que se extienda su mandato, con tal
que lo verifique sin fraude. Pero si sus gestiones produjesen perjuicios manifiestos a
la masa común, la mayoría de los socios podrá nombrarle coadministrador o solicitar
la disolución de la sociedad23.

20
Artículo 154 Cc.
21
Artículo 156 Cc.
22
Artículo 158 Cc.
23
Artículo 163 Cc.

9
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3.5. Los acuerdos sociales

Aun cuando existan socios gestores y no gestores, y pese a que estos últimos -como
hemos señalado líneas atrás- no puedan involucrarse en los asuntos de la gestión,
existen competencias atribuidas al conjunto de socios. El ejercicio de tales funciones
se lleva generalmente por medio de Acuerdos. Así, el ordenamiento confiere
facultades de control, establecidas en el artículo 166 y 15224, o aquellas que derivan
de la obligación de rendir cuentas que tienen los administradores 25 y, en general, los
casos que requieran el consentimiento de los socios.

3.6. El derecho de información

Todos los socios, sin excepción, tendrán derecho no sólo a examinar el estado de la
administración y de la contabilidad, sino también a hacer, con arreglo a los pactos
consignados en la escritura de la sociedad o las disposiciones generales del derecho,
las reclamaciones que creyesen conveniente al interés común26. Tal facultad es
personal, intransmisible y los Estatutos no la pueden limitar.

24 Art. 166 Cc.: “En las compañías colectivas todos los socios, administren o no, tendrán
derecho no sólo a examinar el estado de la administración y de la contabilidad, sino también a
hacer, con arreglo a los pactos consignados en la escritura de la sociedad o las disposiciones
generales del derecho, las reclamaciones que creyeren conveniente al interés común”. Art. 152
Cc.: “Cada uno de los socios tiene derecho a oponerse a la consumación de los actos y contratos
proyectados por otros, a no ser que se refieran a la mera conservación de las cosas comunes”.

25 Artículo 168 Cc.


26
Artículo 166 Cc.

10
DERECHO DE SOCIEDADES

4. RELACIONES JURÍDICAS EXTERNAS

4.1. Representación

La sociedad se relaciona con terceros a través de la actuación de los socios


representantes que, según expresa el Código, son los autorizados para “usar la firma
social”27. Si bien es cierto, como ya hemos apuntado, hay algunos preceptos en los
que se confunde gestión y representación, en virtud de lo señalado en el artículo 159
se sostiene el principio de que no todo socio es representante por el hecho de serlo 28.
De tal forma que, a falta de pacto, con todo y que la totalidad de los socios sean
administradores, sólo serán representantes los debidamente autorizados (es decir los
administradores delegados según terminología del Código)29. Por ende, si no tienen
autorización no obligan a la sociedad.

No obstante, en derecho comparado, no falta quien opine a favor de que los socios,
por el hecho de serlo, son representantes y que la autorización exigida por el
artículo 159 se entiende dada si en la escritura no se ha establecido otra cosa.
Afirmación esta última con la que no estamos del todo de acuerdo.

4.2. Ámbito de representación

El ámbito del poder de representación tiene un contenido rígido que alcanza a todo
lo que entra en el giro de negocios de la empresa 30. Sin embargo, no debe olvidarse

27
Artículo 157 Cc.
28
Art. 159 Cc.: “Los administradores delegados representan a la sociedad judicial y
extrajudicialmente...”.
29
Cuestión aparte de la autorización para ejercer la representación es la “autorización especial”
que exige el mismo 159 Cc. para poder vender e hipotecar los bienes inmuebles, o para poder
alterar su forma o transigir, o para comprometer los negocios sociales de cualquier naturaleza
que fueren.
30
Art. 165 Cc.: “Si al hacer el nombramiento de administrador los socios no hubiesen
determinado la extensión de los poderes que le confieren, el delegado será considerado como
simple mandatario y no tendrá otras facultades que las necesarias para los actos y contratos
enunciados en el Artículo 151”. Art. 151 Cc.: “En virtud del mandato legal, cada uno de los
socios puede hacer válidamente todos los actos y contratos comprendidos en el giro ordinario de
la sociedad, o que sean necesarios o conducentes a la consecución de los fines que ésta se
hubiese propuesto”.

11
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

que el objeto social no constituye siempre una referencia válida, ya que existe la
posibilidad de sociedades que no tengan “un género determinado de comercio”31.

En tal caso, en principio, no tendríamos más remedio que declarar que se trata de
un poder de contenido prácticamente ilimitado; empero, parece más lógico
interrogarse si tal contenido puede ser objeto de limitación (verbigracia,
restringiéndolo únicamente a los actos de administración ordinaria), sobre todo, a
los efectos externos, a saber, facultando a la sociedad oponer a terceros la
extralimitación del administrador. Con todo, de la lectura del artículo 155 Cc., se
infiere la inoponibilidad de las limitaciones frente a los terceros (al menos frente a
los que actúan de buena fe)32. Obviamente, en estos casos la sociedad quedaría
vinculada frente a los terceros, debiendo responder el administrador frente a ésta por
los daños y perjuicios causados.

4.3. Abuso de la firma social

Se produce abuso de la firma social cuando la “usan” socios no autorizados. En


tales situaciones la sociedad no queda obligada y la responsabilidad civil o penal
recae sobre sus autores33. Del mismo modo, hay abuso cuando el delegado cometa
cualquier exceso en el ejercicio de las facultades conferidas, situación que lo hará
responsable a la sociedad de todos los daños y perjuicios que le sobrevengan 34.

Por último, cuando el socio aplique los fondos comunes a sus negocios particulares
o use en estos la firma social, dichos negocios serán válidos pero las ganancias
corresponderán a la sociedad, cargando él solo con las pérdidas, sin perjuicio de

31
Vid. artículo 169.4 Cc.
32
Art. 155 Cc.: “Si…se verificare el acto o contrato con terceros de buena fe, los socios quedarán
obligados solidariamente a cumplirlo, sin perjuicio de su derecho, a ser indemnizados por el socio
que lo hubiere ejecutado”.
33
Art. 140 Cc.: “Si un socio no autorizado, usare de la firma social, la sociedad no será
responsable del cumplimiento de las obligaciones que aquel hubiere suscrito, salvo si la
obligación se hubiere convertido en provecho de la sociedad. La responsabilidad, en este caso, se
limitará a la cantidad correspondiente al beneficio que hubiere reportado a la sociedad”.
Asimismo, “la sociedad no es responsable de los documentos suscritos con la razón social
cuando las obligaciones que los hubiesen causado no le conciernen, y el tercero los aceptase con
conocimiento de esta circunstancia” (Art. 141 Cc.).
34
Artículo 158 Cc.

12
DERECHO DE SOCIEDADES

restituir los fondos distraídos a la sociedad e indemnizar los daños que ésta hubiese
sufrido. Pudiendo, además, también ser excluido de la sociedad por sus consocios 35.

4.4. Responsabilidad

Ya hemos dejado constancia de que el rasgo más característico de la sociedad


colectiva se encuentra en su régimen de responsabilidad, de conformidad con el cual
responden de las deudas sociales tanto la sociedad como los socios. La autonomía
patrimonial de la sociedad justifica el principio de diversidad de grado. Primero
responde la sociedad con su patrimonio, gozando los socios del beneficio de
excusión. Por tal razón el patrimonio de la sociedad, que responde de sus deudas
con todos sus bienes presentes y futuros, ha de ser debidamente protegido, y, en
consecuencia, ésta no responde de las deudas personales de los socios36.

Como consecuencia de lo anterior, la responsabilidad de los socios es subsidiaria.


No obstante, una vez que entra en juego, se trata de una responsabilidad personal,
ilimitada y solidaria. El acreedor, hecha excusión de los bienes de la sociedad,
puede ir contra cualquier socio, quien responde con todos sus bienes y no sólo de lo
que se obligó a aportar.

35
Artículo 169.2 Cc.
36
Arto 144 Cc.: “Los acreedores personales de un socio por deudas contraídas después de
celebrada la sociedad, no podrán embargar, mientras ésta subsista, el capital que dicho socio
hubiere introducido; pero les será permitido solicitar la retención de la parte de interés que en
ella tuviere para percibirla al tiempo de la división social. Tampoco podrán concurrir en la
quiebra de la sociedad con los acreedores sociales; pero tendrán derecho a perseguir la parte que
les corresponda a su deuda en el residuo de la masa concursada”.

13
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

5. TRANSMISIÓN DE LAS PARTES SOCIALES

El socio necesita del consentimiento de los demás para “ceder a cualquier título su
interés en la sociedad”37, ello es consecuencia directa del carácter personalista de la
sociedad colectiva. La explicación de fondo es que la salida de un socio puede traer
consecuencias perjudiciales para los demás y para la sociedad.

La solución en cuestión atiende a idéntico principio que el que hace operar como
causal de disolución de la sociedad la muerte del socio, salvo pacto expreso de
subsistencia entre los socios supérstites o de continuación con los herederos 38. Se
entiende que esta causal de disolución opera de forma automática, empero, parece
válido el acuerdo de reactivación de la sociedad en fase de liquidación. Finalmente,
resulta obvio que la transmisión de las partes sociales implica una modificación de
la escritura que, inexcusablemente, debe inscribirse en el competente Registro.

37
Artículo 169.3 Cc.
38
Arto 135 Cc.: “Sólo los nombres de los socios colectivos pueden entrar en la razón social. El
nombre del socio que ha muerto, o se ha separado de la sociedad o la compañía cuyos derechos y
obligaciones han sido transferidos a la nueva, puede ponerse también en la razón social,
agregando a ella la palabra: “sucesores””.

14
DERECHO DE SOCIEDADES

6. MODIFICACIÓN DE LA ESCRITURA

De conformidad a lo señalado en el artículo 122 Cc., cualquier reforma o


ampliación que se haga en el contrato de sociedad, debe formalizarse con las
mismas solemnidades prescritas para celebrarlo. En el caso de las sociedades en
nombre colectivo, salvo pacto en contrario, parece lógico entender que dicha
reforma o ampliación requerirá el consentimiento de todos los socios, de acuerdo
con la naturaleza propia de este tipo de sociedades.

15
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

7. DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN

7.1 La disolución de la sociedad en nombre colectivo

7.1.1 Concepto de disolución

La mayoría de los estudiosos conciben a la disolución como “el comienzo del fin de
la sociedad”, el instante en que se inicia el proceso de extinción de la organización y
de las relaciones obligatorias que nacen en virtud del contrato social.

Es muy importante distinguir a la disolución de la liquidación y de la extinción, que


son fenómenos encadenados. En principio, basta con tener presente que la sociedad
no se extingue en un solo acto. Dicha extinción sólo podrá producirse en el
momento en que se han llevado a cabo todas y cada una de las operaciones
imprescindibles para aislar a la sociedad del tráfico en la que se encontraba inserta.
Así, en el proceso extintivo de la sociedad se han de diferenciar tres momentos
principales: en primer lugar, “la disolución”, que abre el proceso de extinción y
normalmente consiste en la concurrencia de una causa que da pie al inicio de la
liquidación; en segundo término, “la liquidación”, que no es otra cosa que el
proceso que permite a los socios y al patrimonio social liberarse de los vínculos
contraídos con motivo de la sociedad; finalmente, “la extinción” propiamente
dicha, que acaece al cierre de la liquidación, con la distribución del remanente entre
los socios, cuando quepa.

Aunque la naturaleza de la disolución no es cuestión pacífica, hay un cierto


consenso en sostener que ésta no provoca ninguna modificación en la naturaleza de
la sociedad, es decir, la sociedad permanece con su misma personalidad jurídica. En
cambio, lo que sí se altera es el objeto social de la entidad, ya que éste deja de ser un
fin de explotación para convertirse en un fin de liquidación. Dicho en otros
términos, la disolución societaria convierte a una sociedad de explotación en una
sociedad de liquidación.

Prueba de que subsiste la personalidad jurídica societaria es que las relaciones


jurídicas con terceros no se ven alteradas, ejemplo de tal aserto es que, en principio,
no se producen vencimientos anticipados. Otro tanto sucede en el plano de las
relaciones jurídicas internas, donde seguirán vigentes las normas heterónomas y
contractuales que rigen a la sociedad sin más transformaciones o adaptaciones que
aquellas estrictamente vinculadas al cambio de objeto (verbigracia, hace desaparecer
el deber de no competencia; debilita el deber de fidelidad; armoniza la exigibilidad
de las aportaciones pendientes en función de las necesidades de la liquidación, entre
otras).

16
DERECHO DE SOCIEDADES

7.1.2 Las causas de disolución

Según lo prescrito por el artículo 173 del Código de Comercio, las causas de
disolución de las sociedades colectivas son las establecidas por el Código Civil, en su
artículo 3285.

Con todo, antes de su proceder a su examen particular habrá que analizar algunos
aspectos generales de las mismas: 1. En primer término, habrá que preguntarse si se trata
de causas de disolución enunciativas o taxativas. Pese a la dicción de la norma, me parece
que no cabe duda que las causas señaladas son meramente enunciativas (aunque con
cierta pretensión de exhaustividad), en tanto que faltan causales de disolución tan
evidentes como el acuerdo de todos los socios o la reunión de todas las
participaciones en una sola persona. 2. También conviene averiguar si dichas causas son
de Derecho dispositivo o de Derecho necesario. En tal sentido, como regla general, parece
que no pueden evadirse las causas objetivas reguladas por la norma, e incluso aquellas
no contempladas expresamente (conclusión del término por el que fue contraída;
pérdida de la cosa o conclusión del negocio que le sirve de objeto; imposibilidad del
fin; unipersonalidad, acuerdo unánime, entre otras). Sin embargo, las causales
subjetivas (renuncia de algún socio; muerte, interdicción civil o quiebra del socio)
pueden transformarse bien en causas de separación o bien en cláusulas de sucesión o
de reactivación. 3. En fin, conviene cuestionarse respecto al modo de operar de las causas de
disolución. La pauta general parece ser que éstas operarán automáticamente tan solo
en los casos en que puedan acreditarse de manera fehaciente (verbigracia, en caso de
quiebra o de interdicción civil, mediante la correspondiente sentencia judicial), en
otro caso, deberán ser verificadas a través del acuerdo correspondiente, o ya por
resolución judicial.

Según el artículo 3285 C., la causas de disolución de la sociedad colectiva son: 1. Por
vencimiento del plazo, es decir, “cuando ha concluido el tiempo por el que fue
contraída”. 2. Por la pérdida de la cosa o conclusión de la empresa que constituya su
objeto. 3. Por muerte, interdicción civil o insolvencia de cualquiera de los socios. 4.
Por renuncia unilateral de un socio, notificada a los demás y que no sea maliciosa ni
extemporánea. 5. Por la separación del socio administrador, cuando éste haya sido
nombrado en el contrato de sociedad.

Además de esas causales estrictamente estipuladas por la norma, y que, como hemos
adelantado, parecen tener pretensión de exhaustividad, creemos que es posible incluir
algunas otras que, pese a no haber sido consideradas por el legislador, nadie dudaría
en invocar como causales de disolución. Nos referimos al acuerdo de todos los socios;
a la desaparición de la pluralidad de socios; a los motivos de nulidad de la sociedad (a
tal efecto remitimos al lector a la doctrina de la sociedad de hecho que hemos tratado
en el primer Capítulo de esta obra); a la fusión o la escisión de la sociedad, en los
supuestos que conlleve su extinción; a la quiebra de la sociedad; e, indudablemente,
todas las otras causas de disolución que las partes hayan incorporado al particular
contrato.

17
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

7.1.3 Formalidades de la disolución

El acuerdo de disolución deberá constar en escritura pública, y éste, salvo disposición


contraria estipulada en el pacto social, deberá ser adoptado por la unanimidad de los
socios, bien invocando las causales estipuladas por el legislador, bien invocando todas
aquellas a las que hemos hecho alusión y que, aunque no contempladas en la norma,
prestan mérito suficiente para ser consideradas como válidas.

Ahora bien, la disolución no surtirá los efectos jurídicos que está llamada a cumplir
mientras no se inscriba en el libro segundo del competente Registro Público
Mercantil, tal conclusión se desprende de lo señalado en los artículos 121 y 122 Cc. y,
muy especialmente, de lo ordenado por el artículo 156 numeral 1 de la Ley General
de los Registros Públicos

7.2 La liquidación de la sociedad colectiva

7.2.1 Consideraciones generales sobre la liquidación

La liquidación de la sociedad persigue desafectar el patrimonio de ésta para que


pueda retornar a su origen, el patrimonio personal de los socios. Así, lo esencial de la
liquidación es la desafectación del patrimonio social (liquidación de la sociedad), sin
que ello necesariamente implique la desintegración del patrimonio social (liquidación
de la empresa). Dicho de otra forma, es posible liquidar la sociedad sin liquidar a la
empresa. Una prueba de tal aserto es la transmisión en bloque de la empresa y la
continuación de la misma por un socio, en donde el proceso de liquidación, pese a
que no se excluye del todo, se simplifica en demasía (en el supuesto de que se
transmita la empresa con cesión total del activo y pasivo, la liquidación quedará
limitada al reparto del precio entre los socios). Incluso, el proceso de liquidación
puede llegar a excluirse totalmente, como suele suceder en las situaciones de
transformación, fusión o escisión.

En el procedimiento de liquidación pueden distinguirse tres fases: Una “fase


preparatoria” o de transición, que se apertura con la disolución. En ella se programa
la liquidación y, si procede, se transfiere la función gestora a los liquidadores. Por tal
razón los administradores ordinarios deberán propender a realizar una actividad
meramente conservativa y, en su caso, a facilitar la entrada de los nuevos
liquidadores. La segunda fase es de “ejecución”, a saber, se procede a emprender la
actividad liquidatoria propiamente dicha, lo que incluye las denominadas operaciones
de liquidación: la extinción de las relaciones jurídicas pendientes, la liquidación del
pasivo, la liquidación del activo y el reparto del remanente. La última es la “fase de

18
DERECHO DE SOCIEDADES

extinción”, ya que el procedimiento de liquidación concluye, precisamente, con la


extinción final de la sociedad.

Por último, no debe perderse de vista que las normas que regulan la liquidación de la
sociedad colectivas son de Derecho dispositivo, en virtud de lo cual pueden ser
sustituidas por las particulares reglas contractuales que se estipulen en el pacto social
o por los acuerdos unánimes adoptados en la escritura de disolución o en el momento
de la liquidación.

7.2.2 Los liquidadores

El liquidador es la figura capital del proceso de liquidación, su posición es idéntica a


la de los administradores de la sociedad en explotación, aunque con facultades más
restringidas en función de las limitaciones que se experimentan con la disolución de la
sociedad.

Por lo que hace al nombramiento de los liquidadores, el Código prevé que, disuelta la
sociedad, se procederá a la liquidación por la persona que al efecto haya sido
nombrada en la escritura social, o en la de disolución (art. 174 Cc.). Ahora bien, si en
dichos instrumentos se hubiere acordado nombrar liquidador, sin determinar la forma
del nombramiento, éste se hará por unanimidad de los socios, y en caso de
desacuerdo, por el Juez competente. Lo mismo se hará si no se hubiere acordado el
nombramiento de liquidador. En fin, es importante destacar que el nombramiento
puede recaer, en uno de los socios o en un extraño; y sólo en el caso de hallarse todos
conformes, podrán encargarse los socios de hacer la liquidación colectivamente39.

Por lo que atañe a las funciones de los liquidadores, de manera general, éstas
consisten en administrar y conservar el patrimonio social, ejecutar las operaciones
pendientes, promover la extinción de las relaciones duraderas (contratos de trabajo,
arrendamientos, contratos de seguro, etc.) y realizar las operaciones de liquidación a
las que luego nos referiremos. Para desempeñar tales funciones los liquidadores gozan
de las oportunas facultades de representación40.

La prohibición de emprender nuevas operaciones se refiere a operaciones de


explotación, sin embargo no parece extenderse a las operaciones de conservación y
valorización del patrimonio ya existente (entre otras, reparaciones, adaptaciones,
transportes), al menos tal parece el sentido del artículo 177 Cc. que prescribe que “no
estando determinadas expresamente las facultades del liquidador, no podrá ejecutar

39
Artículo 175 Cc.
40
Véase en tal sentido el Art. 181 Cc.: “Los liquidadores representan en juicio activa y
pasivamente a la sociedad en liquidación”.

19
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

otros actos y contratos que los que tiendan directamente al cumplimiento de su


encargo. En consecuencia, el liquidador no podrá constituir hipotecas, prendas o
anticresis, ni tomar dinero a préstamo, ni comprar mercaderías para revender, ni
endosar efectos se comercio, ni celebrar transacciones sobre los derechos sociales, ni
sujetarlos a compromisos”.

Por lo que atañe a las modalidades de actuación y al régimen jurídico de los


liquidadores, éstos son considerados como verdaderos administradores de la
sociedad, y como tal deberán conformarse escrupulosamente a las reglas de su
mandato, y responder a los socios de los perjuicios que les resulten de sus operaciones
dolosas o culpables (art. 176 Cc.). Los liquidadores nombrados en el contrato social
podrán renunciar o ser removidos por las causas y en la forma que establece el
derecho común41. Por lo que hace a los que fueren nombrados en otra forma, éstos
podrán renunciar o ser removidos según las reglas generales del mandato42.

Cuando existan dos liquidadores conjuntos, la oposición de uno de ellos impedirá la


consumación de los actos o contratos proyectados por el otro. Ahora bien, si los
liquidadores conjuntos fueran tres o más, deberán proceder de acuerdo con el voto de
la mayoría y abstenerse de llevar a cabo actos o contratos que no la hubiesen
obtenido. Si no obstante la oposición o falta de mayoría, se ejecutare el acto o
contrato, surtirá todos sus efectos respectos de terceros de buena fe; y el liquidador
que lo hubiese celebrado responderá a la sociedad de los perjuicios que a ésta se
siguieren. En general, las discordias que ocurrieren entre ellos serán sometidas a la
resolución de los socios y por ausencia u otro impedimento de la mayoría de éstos a la
del Tribunal competente43. Por último, es importante destacar que la liquidación
obliga a que los liquidadores tengan un estrecho contacto con los socios y les impone
un deber de rendición de cuentas permanente, al menos así desprende de lo señalado
por el artículo 179.7 Cc. que ordena a aquéllos “a presentar estados de la liquidación
mensualmente o cuando los socios lo exijan”.

7.2.3 Operaciones de la liquidación

La primera tarea que deben emprender los liquidadores es la determinación del estado
patrimonial de la sociedad y, en tal sentido, la norma les manda a formar inventario
al tomar posesión de su cargo, de todas las existencias y deudas de cualquier
naturaleza que sean, de los libros, correspondencia y papeles de la sociedad (art. 179.1
Cc.). El balance, debidamente comunicado y aprobado por los socios, da paso a las
operaciones de liquidación, las cuales son:

41
Artículo 182 Cc.
42
Artículo 183 Cc.
43
Artículo 178 Cc.

20
DERECHO DE SOCIEDADES

1. La extinción de las relaciones jurídicas preexistentes. Si bien es cierto la disolución no


tiene como finalidad esencial la extinción de las relaciones jurídicas pendientes, al
tiempo de que se produzca, es evidente que tal resultado se producirá,
indefectiblemente, con la desaparición de la sociedad. Así, el inciso 2 del artículo 179
impone a los liquidadores el deber de “continuar y concluir las operaciones
pendientes al tiempo de la disolución”.

2. Además, los liquidadores deben acometer la liquidación del activo, actuación que
persigue hacer efectivos los derechos de la sociedad contra terceros. A tal efecto, el
Código les obliga a exigir el pago de los créditos, percibir su importe, y otorgar los
correspondientes finiquitos (art. 179.5 Cc.). No obstante, habrá que preguntarse si es
posible requerir a los socios para que satisfagan la deuda de aportación que no hayan
enterado todavía. En relación a ello, la doctrina afirma que, salvo cuando dicha cuota
sea precisa para atender los fines liquidatorios (gastos de conservación, pago de
acreedores, entre otros), la reclamación debe considerarse abusiva.

También conviene inquirirse respecto de la competencia de los liquidadores para


exigir a los socios las sumas que hagan falta para satisfacer las deudas sociales,
cuando no se haya pactado nada al respecto. En relación a tan interesante cuestión, la
doctrina mayoritaria considera que deben entenderse legitimados para realizar tal
labor, ya que de llegar a otra conclusión se haría pesar sobre los socios, que han sido
demandados por los acreedores sociales, la carga de repetir contra los demás.

Finalmente, nuestro Código también faculta a los liquidadores a vender las


mercaderías y los muebles e inmuebles de la sociedad, aun cuando haya algún menor
entre los socios, con tal que no sean destinados por éstos a ser divididos en especie
(art. 179.6 Cc.).

3. Otra de las operaciones es la liquidación del pasivo, ello se deduce del mandato que
obliga a los liquidadores “a liquidar y cancelar las cuentas de la sociedad con terceros,
y con cada uno de los socios”44.

7.2.4 La división del remanente entre los socios

Como ya hemos comentado, el proceso de liquidación culmina con la división del


patrimonio neto, o remanente, entre los socios. A este respecto conviene apuntar:

1. La primera obligación del liquidador es la relativa a la rendición de una cuenta general


de su administración, la que deberá producirse al fin de la liquidación. Ahora bien, si el
liquidador fuere el mismo gerente de la sociedad extinguida, deberá presentar en esa

44
Artículo 179.4 Cc.

21
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

época la cuenta de su gestión45. Esta rendición de cuentas se traducirá en un balance


de liquidación, en el que, necesariamente, deberán inventariarse y valorarse todos los
elementos patrimoniales de la sociedad. Este balance deberá acompañarse de una
propuesta de división o reparto que harán los liquidadores, normalmente, atendiendo
a lo establecido por las normas fijadas en el contrato de sociedad, pudiendo
impugnarse esta propuesta a través de los mecanismos establecidos en el susodicho
contrato, y en su defecto ante el Juez competente.

2. Por lo que hace al momento en que debe produce la partición. Lo más coherente es
interpretar que ésta se acomete cuando se hayan realizado las operaciones de
liquidación del activo y del pasivo46 (y, como ya hemos señalado, siempre y cuando se
hayan aprobado las cuentas y la propuesta de reparto).

3. En fin, en lo que atañe al procedimiento para hacer efectiva la partición y a la


determinación de la parte de cada socio en el patrimonio remanente, habrá que sujetarse, en
primer lugar, a lo dispuesto en el contrato y, cuando no se haya dispuesto nada al
respecto, a “las reglas relativas a la partición de herencia” (art. 187 Cc.). Cabe
destacar que tales reglas son las contenidas en los artículos 1346 y siguientes del
Código Civil; y 1529 y siguientes del Código de Procedimiento Civil. Por último,
conviene no perder de vista que la forma más objetiva de calcular la parte de cada
socio en el patrimonio remanente, cuando no se haya establecido nada al respecto en
el pacto social, es entregando a cada uno su parte en proporción a lo que hubiesen
aportado, tal conclusión encuentra apoyo positivo en la interpretación analógica del
artículo 146 Cc.

7.3 La extinción de la sociedad

Cerrada la liquidación y realizada la partición, se extingue definitivamente la


sociedad. No obstante, para determinar el momento efectivo en que se produce la
extinción habrá que determinar, previamente, cuándo de produce el cierre de la
liquidación. En tal sentido se han argüido dos tesis, las que atienden al cierre material
(es decir cuando hubieren desaparecido todas las relaciones jurídicas de la sociedad) y
las que se inclinan por el cierre formal. Por la certidumbre jurídica que conlleva,
nosotros nos inclinamos por la línea de pensamiento que apuesta por entender que la
extinción se produce con el cierre formal de la liquidación.

45
Artículo 179.8 Cc.
46
Al menos tal es el sentido de la parte inicial del artículo 186 Cc.

22
DERECHO DE SOCIEDADES

Con todo, todavía debemos preguntarnos cuándo efectivamente se produce el cierre


formal. En principio, dicho cierre se produce con la cancelación de la sociedad en el
Registro Público Mercantil.

7.3.1 Del resguardo de los libros y documentos sociales

Una vez que opera la extinción, “los libros y demás documentos sociales serán
depositados en casa de uno de los socios que a pluralidad de votos se designare” (art.
186 Cc.).

Aunque la norma en cuestión no estipula el tiempo que deben permanecer en


depósito los libros y documentos, habrá que recordar, a tales efectos, la regla general,
consignada en el artículo 46 del Código de Comercio, que obliga a conservar dicha
documentación por al menos diez años contados después de concluida la liquidación.

7.3.2 De la prescripción

Las normas que regulan la prescripción de las acciones que proceden en contra de los
miembros de la sociedad colectiva extinta se encuentran contenidas en los artículos
188 al 191 del Código de Comercio.

Así, todas las acciones contra los socios no liquidadores, sus herederos o
causahabientes, prescriben en cinco años, contados desde el día en que se disuelve la
sociedad, siempre que la escritura social haya fijado su duración, o la escritura de
disolución haya sido inscrita y publicada según las prescripciones que contiene la Ley
General de los Registros Públicos. Ahora bien, si el crédito fuere condicional, la
prescripción correrá desde el cumplimiento de la condición. Asimismo, la
prescripción corre contra los menores y personas jurídicas que gocen de los derechos
de tales, aunque los créditos sean ilíquidos, y no se interrumpe sino por las gestiones
judiciales que dentro de cinco años hagan los acreedores contra los socios no
liquidadores.

Una vez transcurridos los cinco años, los socios no liquidadores no serán obligados a
declarar judicialmente acerca de la subsistencia de las deudas sociales.

No debe perderse de vista que la prescripción no tiene lugar cuando los socios
verifican por sí mismo la liquidación o la sociedad se encuentra en quiebra. En tal
sentido, las acciones de los acreedores contra el socio o socios liquidadores,
considerados en esta última calidad, y las que tienen los socios entre sí, prescriben por
el transcurso de los plazos que señala el derecho común, que, como regla general, es
de diez años (art. 905 C.), salvo los casos estipulados expresamente en los artículos
906 al 925 C.

23
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

III. SOCIEDAD COLECTIVA DE RESPONSABILIDAD LIMITADA

1. NOCIONES GENERALES

1.1 Origen de la sociedad de responsabilidad limitada

La sociedad de responsabilidad limitada surge en Europa, en la segunda mitad del


siglo XIX, con vocación de solventar las necesidades de la práctica que no habían
sido atendidas adecuadamente por las formas societarias ya reconocidas. El riguroso
régimen de responsabilidad por las deudas sociales, típico de la sociedad colectiva, y
la rigidez normativa de las sociedades anónimas, no eran los instrumentos jurídicos
idóneos para regular, de manera eficiente, las actividades empresariales que
acometían un número reducido de personas, con modesto capital, y usualmente
ligadas por vínculos familiares o de amistad.

Así, en la génesis de este tipo societario se pretenden armonizar dos postulados,


hasta cierto punto, contradictorios: de una parte, la amplia libertad de organización
interna, propia de la sociedad colectiva y, de otra, la falta de responsabilidad de los
socios por las deudas sociales, que caracteriza a las sociedades anónimas, que se
conjugan para formar una nueva estructura societaria unitaria y cerrada.

Tales propósitos fueron abordados de forma desigual por los distintos


ordenamientos jurídicos. Por ejemplo, en Alemania, fue el legislador el que, a través
de la Ley del 20 de abril de 1892, creó de nuevo cuño la figura jurídica denominada
sociedad de responsabilidad limitada (GmbH). En cambio, en Gran Bretaña, el
nacimiento de este tipo societario (private company) obedeció al amplio
reconocimiento de la autonomía de la voluntad recogido en la Companies Act de
1862, lo que realmente no supuso la creación de un nuevo tipo societario, sino más
bien que los operadores económicos flexibilizaran el régimen de las sociedades
anónimas (company), para adaptarlo a las necesidades puntuales de una empresa de
pequeñas dimensiones.

1.2 Concepto y notas características de las sociedades de responsabilidad limitada

La noción de sociedad de responsabilidad limitada, adoptada por los principales


ordenamientos jurídicos europeo continentales, pasa por ser una entidad mercantil
con personalidad jurídica independiente, patrimonio propio y responsabilidad no
personal de los socios por las deudas contraídas por la sociedad, en la que el capital
se integra con las aportaciones de los socios, quienes reciben por tal razón

24
DERECHO DE SOCIEDADES

participaciones sociales proporcionales a su aportación que en ningún caso pueden


tildarse como valores mobiliarios.

En el caso particular del sistema jurídico español, las entidades sociales de


responsabilidad limitada se caracterizan por las siguientes notas esenciales: 1. Gozar
de personalidad jurídica y, por ende, de autonomía patrimonial respecto de los
socios que la conforman. 2. Siempre tienen la consideración de empresarios
mercantiles. 3. El capital social cumple una función equivalente al que desempeña
en las sociedades anónimas, a saber, se erige en garantía de los acreedores en tanto
en cuanto los socios no responden personalmente por la deudas sociales; de ahí que
se afirme que ambos tipos sociales conforman el género de las llamadas sociedades
de capital. 4. El capital se divide en participaciones, elemento que la diferencia
notablemente de la sociedad anónima, en la que el capital se divide en acciones; y es
que el régimen jurídico de las participaciones tiende, a toda costa, a evitar la
fungibilidad de las mismas, por lo que se prohíbe expresamente su materialización
en títulos o en anotaciones en cuenta, pudiéndose transmitir, únicamente, a través
de escritura pública y con la aquiescencia de los socios en los casos de que el
cesionario sea persona no vinculada a la sociedad o al cedente. 5. Los socios de la
limitada podrán ser personas físicas o jurídicas, y aunque no existe ninguna
limitación al respecto, las características estructurales del tipo la configuran como
una sociedad con un limitado número de miembros.

25
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

2. LA SOCIEDAD DE RESPONSABILIDAD LIMITADA EN NICARAGUA

La exposición de motivos del proyecto del Código de Comercio actualmente vigente


en Nicaragua, elaborada por el Doctor Modesto Barrios, en fecha del 10 de agosto
de 1907, es altamente reveladora cuando uno se trata de explicar las razones que
llevaron a nuestro legislador a adoptar el particular régimen jurídico de las
sociedades de responsabilidad limitada (o mejor dicho de las sociedades colectivas
de responsabilidad limitada) imperante en nuestro suelo patrio.

Según el Doctor Barrios, “no existe en ninguno de los códigos modernos


consultados, la disposición que permita el establecimiento de sociedades colectivas
limitadas”. Sin embargo, argumenta Don Modesto, “la ilimitación puede ser un
cebo para los incautos que sabiendo que cada socio es persona acaudalada que
responde con todos sus bienes, no temen entregarles grandes sumas de dinero que
después quizás no recuperan”; en razón de lo cual, “he creído, pues, más aceptable
la ley norteamericana, permitiendo la limitación de la responsabilidad en la sociedad
colectiva…”.

Lo primero que salta a la vista es que el legislador, o mejor dicho los técnicos
encargados de la elaboración del proyecto, se muestran incapaces de elaborar por sí
mismos, es decir, sin los debidos apoyos legislativos “importados”, un tipo social
que se ajuste a las necesidades prácticas a las que estaba llamada a servir la sociedad
de responsabilidad limitada, a saber, aquellas derivadas de las actividades
empresariales que emprendían un número reducido de individuos, con modesto
capital, y usualmente ligados por vínculos familiares o de amistad.

Ante tamaña falta de diligencia, el legislador vuelve su vista a un modelo de


sociedad (o mejor, a un subtipo de sociedad) que, traído de un sistema jurídico en el
cual el Derecho de Sociedades atiende a unos principios rectores de contenido
altamente flexible y de corte utilitarista―práctico, resulta completamente ajeno a
aquél que inspiraba al resto de los tipos sociales que contiene el Código. En otras
palabras, amparado en su propia incapacidad, el legislador se refugia en una figura
societaria que viene a romper radicalmente con los moldes de los otros tipos
estructurales que coexistirán con ella, decisión, que como es lógico, no puede dejar
de acarrear importantes contradicciones internas en el sistema normativo de que se
trate.

Por si ya no fuera suficiente negligencia el tratar de atender las apremiantes


necesidades del tráfico con un remedio parcial (una subespecie de la sociedad
colectiva) y no con un verdadero tipo societario, como se esperaría de un legislador
en condiciones; éste pretende resolver el entuerto recurriendo a las tradicionales
“fórmulas mágicas de las ciencias jurídicas”, es decir, el legislador se saca de su
chistera un “superartículo” (es más, la mitad de uno) con el que pretende instaurar

26
DERECHO DE SOCIEDADES

el régimen jurídico que regulará a la “sociedad colectiva (o en nombre colectivo) de


responsabilidad limitada”.

El artículo en cuestión no es otro que el 137 Cc., mismo que prescribe que “los
socios colectivos indicados en la escritura social, son solidariamente responsables de
todas las obligaciones legalmente contraídas bajo la razón social. Pero pueden por
pacto los socios limitar su responsabilidad, con tal que se agregue a la razón social
la palabra: "limitada"”.

Y es que la modificación que introduce dicho precepto no es de poca enjundia,


recuerde el lector que la sociedad colectiva es el prototipo de las sociedades de corte
personalista, en cambio, la subespecie que nace de sus entrañas pertenece al género de
las llamadas sociedades de capital, en tanto que el capital social de ésta cumple una
función equivalente al que desempeña en las sociedades anónimas, a saber, se erige
en garantía de los acreedores, ya que los socios no responden personalmente por la
deudas sociales. En otras palabras, el legislador pretende instaurar, bajo un régimen
jurídico unitario (recuerde el lector que la especie ―sociedad colectiva― y la subespecie
―sociedad colectiva de responsabilidad limitada― sólo se distinguen en razón de lo
establecido en la mitad del artículo 137), dos instituciones jurídicas cuya naturaleza
es completamente antagónica y, en consecuencia, cuyos caracteres esenciales distan
unos de otros (por ejemplo, dada la naturaleza personalista de las colectivas, lo
normal es que los socios utilicen una denominación subjetiva, situación que no se
hace necesaria en las limitadas en donde se autoriza a utilizar nombres de fantasía;
por otra parte, lo normal es que la modificación del contrato, en las colectivas,
requiera la unanimidad de los pareceres de los socios, bastando en la limitada,
normalmente, el voto de la mayoría). ¡Vea, pues, el tamaño de proeza que hemos
conseguido!

Con todo, quizás deba de ser un poco condescendiente y reconocer que, pese a tan
graves antinomias, el sistema de las sociedades colectivas y el de sus primas
hermanas, las sociedades colectivas de responsabilidad limitada, ha funcionado sin
graves perturbaciones. Quizás, en buena medida, por la propia naturaleza del tráfico
jurídico mercantil de nuestra deprimida patria. O bien por que los operadores del
tráfico han sabido adaptar sus necesidades a lo que el sistema les ofrecía. Empero, ello
no significa que tal situación deba mantenerse incólume per saecula seculurum, máxime
cuando, al menos en el papel, comienzan a sentarse ciertas condiciones para la
inversión extranjera en el país.

Tomando prestado por un momento el refranero popular, me parece que es hora de


“dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. O dicho “en
cristiano”, es momento de comenzar a “poner la casa en orden”, de modo que el
legislador debe preocuparse por dotar a la sociedad colectiva, en tanto en cuanto
sociedad de corte personalista, de un régimen jurídico distinto del de la sociedad colectiva
de responsabilidad limitada, que a pesar de ser, formalmente, una subespecie de

27
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

aquélla, por las razones que hemos apuntado arriba, se trata de una verdadera
especie del género de sociedades de capital.

En este estado de cosas me será permitido un último comentario final, y es que, pese
a todo, nuestra sociedad colectiva de responsabilidad limitada no deja de participar
de algunas de las notas características de las entidades de responsabilidad limitada,
a excepción de aquellas otras que, arriba comentadas, la convierten en una
subespecie societaria sui generis.

28
DERECHO DE SOCIEDADES

IV. SOCIEDADES EN COMANDITA

1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA

El antecedente remoto de la sociedad en comandita se suele ubicar en el primitivo


contrato de commenda, que se desarrolló durante los siglos XI al XIII en las
Ciudades-Estado-Repúblicas italianas.

En dicho negocio, cuya naturaleza era similar a la del préstamo, un capitalista


(commendator) anticipaba los fondos necesarios para la realización de un viaje de
negocios que emprendería un mercader errante (tractator), quien, a su vez, no se
obligaba a devolver la cantidad de dinero recibida, sino más bien a compartir los
resultados de la operación con el commendator. En caso de pérdida era este último
quien soportaba el riesgo financiero, pero en caso de ganancias el “socio” capitalista
recobraba su capital junto con tres cuartas partes de las utilidades, dejando la otra
porción para el mercader errante. Ello evidencia que en esta etapa todavía no existe
un verdadero contrato de sociedad (aun y cuando en la práctica se le denominaba
“societas”) sino más bien un negocio jurídico en el que se advierte la naturaleza del
arrendamiento de obra con participación en las ganancias.

No debe perderse de vista que junto con la sociedad en comandita, la asociación en


participación (o cuentas en participación) reconoce un origen común, e incluso está
más próxima a la forma originaria 47. Ambas participan de idéntico fundamento
económico, en tanto que conceden a un capitalista la posibilidad de participar, con
una aportación de carácter patrimonial, en la actividad empresarial dirigida por
otro.

Con el tiempo, el contrato de commenda llegó a ser una verdadera forma social
(denominándose collegantia en Venecia y societas maris en Génova), cuando ambos
contratantes aportaron capital. Así, había un socio capitalista (socius pecuniae) y un
socio capitalista e industrial (socius industriae et pecuniae). Usualmente, el socius
pecuniae aportaba las dos terceras partes del capital y, en cambio, el socio capitalista
e industrial la tercera parte restante, junto con su trabajo. En caso de pérdida esta se
soportaba en la misma proporción que el capital invertido, cuando había ganancias
estas se distribuían a partes iguales.

A partir de aquí se vislumbran con claridad las dos manifestaciones que conducen,
respectivamente, a la sociedad en comandita y a la asociación en participación. De
forma tal que, en la primera (accomandita) el capitalista se deja ver en el exterior
como partícipe en el negocio y, por ende, responsable frente a los acreedores: su

47
Véase en tal sentido lo señalado en la Unidad I de esta obra.

29
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

nombre es inscrito en los libros sociales y, en ocasiones, el contrato social es objeto


de inscripción en el Registro Público mercantil (compagnia palese). Este es, pues, el
antecedente directo de la sociedad comanditaria.

Por su parte, en la segunda manifestación, la participatio, el capitalista se oculta a los


terceros, sin responsabilidad frente a ellos. No hay firma social, ya que el negocio se
exhibe externamente como si se tratase de un negocio individual del comerciante
(compagnia secreta). Este es el antecedente inmediato de la asociación en
participación, que conserva íntegra la verdadera esencia de la primitiva commenda,
en tanto la sociedad comandita conserva tan solo el nombre.

La Ordenanza francesa de 1673 acogió a la sociedad en comandita, lo que propició


su enorme desarrollo en Francia, de donde pasó al Código de Comercio francés de
1807, a los españoles de 1829 y 1885, y, como es lógico, a nuestro Código de
Comercio.

30
DERECHO DE SOCIEDADES

2. LA SOCIEDAD EN COMANDITA SIMPLE

2.1 Noción y notas características

Pese a su origen autónomo e independiente, la mayoría de los ordenamientos


jurídicos conocidos, incluyendo el nuestro, regulan a la sociedad en comandita
simple como una subespecie de la sociedad colectiva 48, de la cual se distingue,
principalmente, por la existencia de dos tipos de socios: colectivos y comanditarios. En
tal sentido el artículo 192 Cc. establece que “la sociedad en comandita simple es
aquella que celebra una o varias personas ilimitada y solidariamente responsables de
las obligaciones sociales, con una o varias que no son responsables de las deudas y
pérdidas de la sociedad, sino hasta la concurrencia del capital que se comprometan a
introducir a ella. Los primeros se denominan gestores y los segundos comanditarios”.

Aunque las notas que caracterizan a la sociedad colectiva se ven alteradas por la
presencia de dos clases de socios (gestores y comanditarios en la terminología de
nuestro Código), la comanditaria simple continúa participando de la naturaleza de
las sociedades personalistas, debido a que ésta se constituye en atención a las
circunstancias personales de los socios gestores (revistiendo más bien escasa
trascendencia jurídica las de los socios comanditarios) y porque la estructura
singular de este tipo societario es especialmente adecuada para la asociación de
capital y trabajo.

No podemos ocultar que, hoy en día, este tipo societario es prácticamente


testimonial. Ello obedece, en primer lugar, a que existen otras formas sociales que
cumplen idénticas funciones (especialmente la limitación de responsabilidad), sin
necesidad de incurrir en los riesgos que conlleva la sociedad en comandita (el hecho
de algunos de los socios deban de responder por las obligaciones sociales de forma
ilimitada). En segundo término, a diferencia de su prima, la sociedad colectiva, la
comanditaria no tiene atribuido por el ordenamiento ninguna función supletoria,
por lo que la aplicación de su régimen jurídico siempre obedecerá a una expresa
elección de las partes que celebran el contrato social.

2.2 Formalidades constitutivas

Al tenor de lo dispuesto por el artículo 123 Cc., son prácticamente las mismas que
las de las sociedades colectivas, con las salvedades siguientes: a) la identidad de los

48
Art. 200 Cc.: “Todas las disposiciones sobre las compañías en nombre colectivo, son aplicables
a la sociedad en comandita simple, salvo las excepciones establecidas en este capítulo respecto a
los socios comanditarios”.

31
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

socios comanditarios; b) las aportaciones que los socios comanditarios lleven a cabo
o se obliguen a hacer, con expresión de su valor cuando no sean en metálico; c) el
régimen de adopción de los acuerdos societarios.

Por lo que atañe a la razón social, ésta comprenderá el nombre o razón de comercio
de uno o varios socios gestores. El nombre de los socios comanditarios no puede
formar parte de la razón social, y si lo hicieren, responderán a terceros solidariamente
con los socios gestores, salvo que en la escritura de sociedad hubiesen limitado su
responsabilidad y la razón social llevase la palabra “limitada” (art. 193 Cc.).

Ahora bien, cuando no todos los nombres de los socios gestores sean comprendidos
en la razón social, ésta terminará por las palabras “y compañía” u otras equivalentes
para expresar ésta. Se agregará siempre a la razón social las palabras “en comandita”.
La omisión de esta última palabra o la de limitada, en su caso, dará a la sociedad el
carácter de colectiva para el efecto de las responsabilidades ilimitadas y solidarias49.

2.3 Relaciones jurídicas internas

2.3.1 La aportación del socio comanditario

Esta aportación debe estudiarse en su doble configuración: como cuota de capital social
y como suma de responsabilidad. En su carácter de cuota de capital social, dicha
aportación (que en ningún caso puede consistir en trabajo) se destina a integrar el
capital de explotación de la sociedad. En su consideración de suma de
responsabilidad, constituye el límite de responsabilidad del socio comanditario. Es
importante destacar que, la doctrina más en forma, admite la posibilidad de derogar el
sistema legal con la finalidad de establecer que la suma de responsabilidad sea mayor
que la cifra de aportación, de tal forma que, el socio comanditario responderá por las
obligaciones de la sociedad no hasta el monto de su aportación sino hasta el límite de
la cantidad que ofrezca como garantía.

2.3.2 Gestión de la sociedad

La regla general es que la gestión de la sociedad corresponde a los socios colectivos (o


gestores como les llama nuestro Código). Sin embargo, el socio o socios
comanditarios que por escritura pública hubieren limitado su responsabilidad, pueden
ejercer cualquier acto de administración, con tal que siempre hagan uso de la razón

49
Artículo 194 Cc.

32
DERECHO DE SOCIEDADES

social con la inclusión de la palabra “limitada”. La omisión de este requisito hará


ilimitada y solidaria la responsabilidad del comanditario respecto de terceros50.

Vale decir que, en este aspecto, nuestro ordenamiento jurídico supera a otros, como
el español, donde se prohíbe a los socios comanditarios llevar a cabo cualquier acto
de administración de los intereses de la sociedad. No obstante, también es cierto que
esta facultad desnaturaliza, en alguna medida, la esencia misma de este tipo
societario.

El artículo 196 confiere a los socios comanditarios un derecho de información


contable, aunque limitado a las épocas fijadas por el contrato social. No obstante, en
situaciones excepcionales, puede la autoridad, a pedimento de un socio comanditario,
ordenar en todo tiempo la exhibición de los libros y papeles de la sociedad. De esto
último se infiere que la concurrencia del socio comanditario es necesaria para la
aprobación de las cuentas y de la gestión social y, de igual manera, para el
nombramiento o revocación de los administradores. Como dijimos líneas atrás,
conviene que el pacto social establezca el régimen de adopción de los acuerdos
sociales, estableciendo, especialmente, el modo y manera en que los comanditarios
concurrirán a la formación de la voluntad social, pues debe tenerse presente que éstos
no son socios de inferior condición que los gestores.

2.3.3 La participación en las ganancias y pérdidas

Nuestro ordenamiento establece algunas normas particulares, en esta materia, para el


caso de las sociedades en comandita. Así, “ninguna repartición podrá hacerse a los
comanditarios, bajo cualquier denominación que sea, sino sobre las utilidades
líquidas comprobadas en la forma determinada por la escritura social”. Aquí se
percibe, quizás con mayor intensidad que en la colectiva, la obligación de no
distribuir beneficios mientras no esté cubierta la cifra de capital. Por tal razón, “los
administradores son personal y solidariamente responsables de toda distribución
hecha sin inventario previo de las ganancias, en mayor suma que la de éstas, o bajo
inventario hecho con dolo o culpa grave”51.

Además, ni los socios comanditarios, ni los gestores, podrán ser obligados a devolver
las cantidades que, conforme a las estipulaciones del contrato social, hayan percibido
de las utilidades obtenidas en los períodos fijados en el mismo contrato (art. 198 Cc.).
Se percibe aquí que los socios comanditarios son socios de la misma condición que
los colectivos. Obviamente, “de ser limitada la responsabilidad de los socios
comanditarios al valor de los fondos porque se hayan obligado, pueden ser

50
Artículo 195 Cc.
51
Artículo 197 Cc.

33
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

compelidos, en el caso de dolo o fraude, a devolver los dividendos que hayan


recibido”52.

Por lo que se refiere a las pérdidas de la sociedad, éstas serán soportadas por los
socios comanditarios hasta el límite de su aportación, o de la garantía ofrecida,
cuando en atención a lo pactado esta última sea mayor que el monto de su
aportación. En el caso de los gestores, estos deberán soportar, entre todos, el
remanente de las pérdidas que no hubiesen sido cubiertas por los comanditarios, en
razón del consabido límite de responsabilidad establecido para ellos.

2.4 Relaciones jurídicas externas

2.4.1 Representación

Lo usual es que corresponda a los socios gestores, sin embargo, ya vimos que, en
razón de la facultad conferida por el artículo 195 Cc., se permite a los socios
comanditarios ostentar dicha representación. Lo cierto es que, como dijimos en su
oportunidad, esta facultad desnaturaliza, en buena medida, la esencia misma de esta
forma social.

2.4.2 Régimen de responsabilidad de los socios

Desde el principio dejamos señalado que en las sociedades en comandita existe un


doble régimen de responsabilidad. De modo que, el socio comanditario sólo
responde frente a terceros hasta el límite de su aportación, salvo en los casos en que
se haya decidido a ampliar, contractualmente, a una mayor suma de
responsabilidad (supuesto que en la práctica es más bien raro). Por su parte, los
gestores responden, de forma subsidiaria, pero solidaria e ilimitada, por las
obligaciones de la sociedad.

Cuestión distinta es que el socio comanditario no haya realizado, en todo o en


parte, su aportación (o que le haya sido restituida de forma indebida), pues en tales
casos quedará obligado personalmente hasta el límite de la suma de responsabilidad.
De lege ferenda, y atendiendo al sistema que subyace en la norma, parece más
plausible conceder a los acreedores sociales acción para dirigirse de forma directa
contra el socio comanditario, sin tener que acudir al rodeo de la acción subrogatoria
(recurrir contra la sociedad para que, sólo después, ésta repita contra el
comanditario). Aunque es bastante discutible que dicha acción directa pueda
incoarse sin realizar la excusión de los bienes sociales.

52
Artículo 199 Cc.

34
DERECHO DE SOCIEDADES

Finalmente debemos recordar que el socio comanditario que se ha inmiscuido en la


gestión de la sociedad, sin atender a las previsiones legales establecidas al efecto,
deberá responder de forma solidaria e ilimitada como cualquier otro socio gestor.

35
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3. SOCIEDAD EN COMANDITA POR ACCIONES

3.1 Noción y notas características

La sociedad en comandita por acciones se había desarrollado con éxito en Francia,


a partir del siglo XVIII, pero por similares razones a las ya señaladas para el caso de
las sociedades en comandita simple, dicho tipo societario ha caído en desuso,
llegando a ser “cuasidecorativo”.

Con todo, nuestro Código regula a la sociedad en comandita por acciones,


definiéndola como aquella que celebran uno o varios socios gestores, ilimitada y
solidariamente responsables de las obligaciones sociales, con accionistas
comanditarios cuya responsabilidad está limitada al importe de sus acciones (art. 287
Cc.). No debe perderse de vista que en nuestro régimen jurídico vigente aparece,
claramente acentuado, el carácter capitalista de la sociedad: de una parte, porque se
establece que “las disposiciones relativas a las sociedades anónimas, son aplicables a
las en comandita por acciones, salvo las modificaciones consignadas en el presente
Capítulo”53; de otra, debido a que en esta forma social todo el capital tiene que
encontrarse dividido en acciones.

Otro de los rasgos característicos de las sociedades en comandita por acciones, es el


consistente en encomendar la administración de la entidad a los socios
denominados gestores54, quienes responderán personal y solidariamente de las
deudas sociales. Dicha referencia se erige en el principal punto de conexión entre
este tipo societario y la sociedad comanditaria simple. No obstante, tal situación
introduce un elemento de confusión que, en alguna medida, oscurece el carácter de
la comanditaria por acciones, pero que se logra superar al descubrir que la única
semejanza con el régimen de la comanditaria simple se ubica en la responsabilidad
ilimitada de una personas que, pese a ser denominados socios gestores, son en
realidad los administradores de la sociedad, que no por ello dejan de ser socios
accionistas. Siguiendo en este punto a la mejor doctrina, podemos afirmar que, más
que socios ilimitadamente responsables, hay administradores con responsabilidad
ilimitada.

El Código al regular a la sociedad en comandita por acciones, más que elaborar una
simple variante de la en comandita simple, optó por un modelo de sociedad
capitalista, de naturaleza similar a la anónima, en la que todos los socios son

53
Artículo 288 Cc.
54
Art. 291 Cc.: “En las escrituras de sociedades en comandita por acciones se debe hacer constar
el nombre del socio o socios gestores que hayan de administrar los negocios de la sociedad”.

36
DERECHO DE SOCIEDADES

accionistas y en donde los administradores, además de ser socios, tienen


responsabilidad ilimitada.

3.2 Formalidades constitutivas

Al igual que la anónima, la sociedad en comandita por acciones debe cumplir los
requisitos establecidos por el Código para su efectiva constitución, especialmente lo
dispuesto en los artículos 124 y del 203 al 206 Cc. Junto con esas disposiciones de
carácter común, el legislador establece la especialidad de que en las escrituras de la
sociedad en comandita por acciones se debe hacer constar el nombre del socio o
socios gestores que hayan de administrar los negocios de la entidad 55. Ello significa
que su cese, o el nombramiento de nuevos administradores, conllevarán,
necesariamente, la modificación del pacto social y de los Estatutos, en su caso.

En cuanto a los socios comanditarios, al tenor de lo dispuesto por el artículo 292 Cc.,
que obliga a que la sociedad cuente con un Consejo de Vigilancia compuesto, cuando
menos, de tres accionistas comanditarios, se deduce que el número de tales socios
comanditarios no puede ser menor de tres.

Por lo que hace al nombre de la sociedad, la norma impone, en primer lugar, que “la
sociedad en comandita por acciones existe bajo una razón social que no podrá
contener más que los nombres de los socios gestores. Cuando los nombres de todos
estos socios no estén comprendidos en la razón social, se terminará por las palabras y
compañía u otras equivalentes para expresar estas”56.

Como puede observarse, dicha disposición, de naturaleza similar a la impuesta para


las sociedades en comandita simple, es incluso mucho más rígida que la establecida
para aquéllas, en tanto se prescribe que la razón social no podrá contener más que los
nombres de los socios gestores. Sin embargo, todavía cabe preguntarse qué pasará en los
casos en que la susodicha razón social contenga, pese a la prohibición, el nombre de
uno o varios socios accionistas comanditarios; lo lógico es entender que, en tales
circunstancias, éstos deberán responder de las obligaciones sociales en idéntica forma
que los socios gestores.

Sin embargo, la dureza del precepto anterior parece suavizarse en razón de la


ambigüedad de la norma establecida en el artículo 290 Cc.: “si la sociedad toma una
denominación particular, se deberán agregar después de ellas las palabras: sociedad en
comandita por acciones”. La lectura de dicha norma se presta a dos posibles

55
Artículo 291 Cc.
56
Artículo 289 Cc.

37
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

interpretaciones: en primer lugar, que la expresión “denominación particular” haga


alusión, simplemente, al singular nomen que adopte la sociedad (respetando, en todo
caso, los estrictos cánones impuestos por el artículo 289); o bien, en segundo término,
que, junto con la posibilidad anterior, el precepto (en razón de tratarse de una
sociedad de corte capitalista) autorice a la sociedad a utilizar una denominación
genuinamente particular, desligada por completo de los nombres de los socios gestores:
ya una denominación acorde al objeto social de la entidad, ya una designación de
fantasía. Me parece a mí que esta segunda interpretación es la más acorde a la
naturaleza de dicho tipo societario.

3.3 Acciones

De nuevo, la regla general es que el régimen de las acciones es idéntico al de las


sociedades anónimas. Por ende, resulta obvio que para ser socio se requiere, al
menos, ser titular de una acción. Pero, en el caso del socio gestor, se establece la
particularidad de que las acciones “nunca podrán ser al portador”57; con ello el
legislador pretende, en atención al régimen de transmisión de las acciones
nominativas (que exige su inscripción en el registro que a tal efecto lleva la sociedad),
facilitar que los interesados, y especialmente la sociedad, tengan constancia, en todo
momento, de la condición de socio de aquél.

3.4 Órganos sociales

3.4.1 La Junta General

Al igual que en las anónimas, la Junta General es el órgano supremo de la sociedad


comanditaria por acciones, mismo donde deberán poder participar, con voz y voto,
todos los socios accionistas, tanto gestores y comanditarios.

El primer rasgo particular, en el régimen de esta materia, es el que tiene que ver con
la forma de adoptar los acuerdos que tiendan a la destitución del socio gestor. A tal
efecto, en la Junta General deberán estar representadas tres cuartas partes del capital
social, y la decisión del caso sólo podrá tomarse con el voto favorable de la mitad de
ese capital (art. 297 Cc.). Tales requisitos, que como se puede observar coinciden con
los que exige el artículo 262 para modificar el acto constitutivo, están plenos de
sentido si tenemos en cuenta que la sustitución del gestor conlleva, indefectiblemente,
la modificación del pacto social.

57
Artículo 296 Cc.

38
DERECHO DE SOCIEDADES

Pero aún mayor peculiaridad revisten aquellos acuerdos de la Junta General, en los
que se sustituye al gestor destituido, o al que hubiere fallecido o estuviere sujeto a
interdicción, en los casos en que hubiese más de un gestor. Así, según norma
imperativa, esta sustitución requiere el consentimiento expreso de los otros gestores 58,
de lo cual se deduce que aquí no basta con cumplir los requisitos de quorum y
mayorías, normalmente comunes a ambos tipos societarios. Asimismo, con dicha
disposición, el carácter de órgano soberano, que de suyo ostenta la Junta General, se
ve trastocado en una de sus manifestaciones más importantes: su preeminencia sobre
el órgano de administración. Aunque, obviamente, tal recorte de competencias
encuentra justificación en el severo régimen de responsabilidad impuesto a los
administradores.

3.4.2 La Administración de la sociedad

Hemos venido diciendo que uno de los datos esenciales, del singular régimen jurídico
de las sociedades en comandita por acciones, es el de encomendar la administración
social a los denominados “socios gestores”. Además, de la lectura del articulado que
regula este tipo societario, se infiere que, a diferencia de las anónimas, todos los
administradores deben de ostentar la condición de socios de la entidad.

Aunque no está expresado de lege data, parece coherente sostener que el severo
régimen de responsabilidad al que están sometidos los administradores exige,
forzosamente, el consentimiento unánime de todos ellos no sólo para nombrar a otros
nuevos (designación que naturalmente requerirá también la aquiescencia de la Junta
General) sino, incluso, para alterar el vigente régimen de administración (verbigracia,
para adoptar un sistema en donde cada una de las decisiones requieran el consenso de
todos los gestores). Asimismo, al constar la estructura del órgano de gestión en el
pacto social y en los Estatutos, su modificación conllevará la alteración de éstos.

Por su lado, ya hemos señalado, en el apartado anterior, que la sustitución de nuevos


administradores, que es competencia de la Junta General, requerirá, además, del
acuerdo de todos los gestores cuando haya más de uno; y, una vez más, dicho
acuerdo ciertamente redundará en la modificación del contrato de sociedad.

Fuera de las facultades, derechos y deberes que comparten con los administradores de
la anónima, los socios gestores de la sociedad en comandita por acciones ostentan dos
derechos particulares: el derecho de veto, en el caso de sustitución del
coadministrador (art. 298 Cc.), y el derecho a exigir los daños y perjuicios que se le
ocasionen por haber sido separados del cargo sin justa causa59.

58
Artículo 298 Cc.
59
Artículo 297 Cc.

39
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

El régimen de responsabilidad personal, ilimitada y solidaria, al que están sometidos


los socios gestores, de una parte, los separa de los administradores de la sociedad
anónima y, de otra, los acerca al régimen de los socios colectivos de la sociedad en
comandita simple.

Por lo que atañe a la separación de los socios gestores, aquéllos destituidos en virtud
de acuerdo, tomado con las previsiones relatadas líneas atrás, podrán retirarse de la
sociedad, obteniendo el reembolso de su capital en la proporción del último balance
aprobado. Indiscutiblemente, si dicho reembolso significa reducción del capital social,
ésta sólo podrá llevarse a efecto en los términos señalados en el artículo 26260.

Ahora bien, si la destitución no estuviere justificada, el gestor o gestores tienen


derecho a exigir los daños y perjuicios61. Aquí se observa, por enésima vez, un
importante recorte de competencias de la Junta General en lo que se refiere a su
hegemonía sobre el órgano de administración, situación que, como ya señalamos,
obedece a su ríspido régimen de responsabilidad y, además, a la estabilidad y
permanencia que caracteriza a los administradores de esta forma societaria.

Sin lugar a dudas, el socio gestor también podrá dejar de serlo por cese o renuncia.
Aunque en tales casos no se requiere cumplir con todas las previsiones

60
Art. 262 Cc.: “Salvo disposición contraria de los Estatutos, se requiere siempre la presencia
de socios que representen las tres cuartas partes del capital, y el voto favorable de socios
presentes que representen la mitad del capital, por lo menos, para resolver sobre lo siguiente:
1º Disolución
anticipada de la sociedad;

2º Prorroga de su duración;

3º Fusión con otra sociedad;

4º Reducción de capital social;

5º Reintegración o aumento del mismo capital;

6º Cambio de objeto de la sociedad;

7º Toda otra modificación del acto constitutivo. Los


socios disidentes en cuanto a las resoluciones de los números 3º, 5º y 6º y la del número 2º, si la
prórroga no está autorizada por los Estatutos, tienen derecho de separarse de la sociedad,
exigiendo el reembolso del valor de sus acciones en proporción al capital social, conforme al
último balance aprobado. De este
derecho solo podrán usar los disidentes presentes en la Junta, dentro de los tres días de la
clausura de ella, y los ausentes, dentro de un mes de publicada la resolución respectiva”.
61
Artículo 297 Cc.

40
DERECHO DE SOCIEDADES

contempladas para el caso de separación, lo que sí resulta lógico es que se deberá


proceder a llevar a cabo las debidas reformas del contrato social, junto con la
correspondiente inscripción registral. Así, tanto en éstos supuestos, como en el de
separación, para efecto de los terceros, el administrador cesará de responder de
forma ilimitada por las obligaciones sociales a partir del momento de la inscripción
registral de las susodichas modificaciones del contrato.

Por último, no podemos dejar de advertir que, en todos los casos, el administrador
puede continuar, sin problemas, siendo accionista de la sociedad (tal afirmación
viene respaldad por el artículo 297 que literalmente señala: “podrán retirarse de la
sociedad”).

3.4.3 El Consejo de Vigilancia

Ya dijimos que la sociedad en comandita por acciones debe tener un Consejo de


Vigilancia compuesto, por lo menos, de tres accionistas comanditarios. Este Consejo
será nombrado por la Junta General de accionistas y tendrá la duración que acuerden
los Estatutos, no pudiendo pasar de dos años. Ahora bien, si en los Estatutos no se
establece el tiempo de la duración de dicho Consejo, su renovación se hará
anualmente, pero sus miembros pueden ser reelectos. (art. 292 Cc.).

Dentro de las obligaciones de los miembros del Consejo de Vigilancia se encuentran


la de comprobar los libros, la caja, la cartera y los valores de la sociedad. Asimismo,
el Consejo debe presentar cada año a la Junta General un informe en el cual señalará
las irregularidades o inexactitudes que haya reconocido en los inventarios y balances,
y exponer, si hubiere lugar, los motivos que se opongan a la distribución de los
dividendos propuestos por el socio o socios gestores62. También, por lo menos un mes
antes de la celebración de las Juntas Generales, el Consejo pondrá a disposición de
los accionistas, en las oficinas de la sociedad, el balance, inventario e informes
pertinentes63.

Finalmente, por lo que atañe a la responsabilidad de los miembros del Consejo de


Vigilancia, ésta se limita a la que puede exigirse por la ejecución de su mandato,
conforme a las reglas del derecho común (art. 295 Cc.).

62
Artículo 293 Cc.
63
Artículo 294 Cc.

41
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3.5 Disolución

El Código ordena que, salvo disposición contraria de los Estatutos, la sociedad se


pueda disolver por muerte, incapacidad o impedimento del socio o socios gestores
que prive a la sociedad de sus servicios. Así, se vienen a agregar dichas causales de
disolución a las propias de la anónima. En tales casos, el Consejo de Vigilancia, salvo
pacto en contrario, puede designar un administrador que desempeñe los cargos
urgentes o de mera administración hasta la reunión de la Junta General, la cual será
convocada, a lo sumo, al mes del nombramiento del Administrador64.

64
Artículo 299 Cc.

42
DERECHO DE SOCIEDADES

V. SOCIEDAD ANÓNIMA

1. NOCIONES GENERALES

1.1. Evolución Histórica

Algunos autores sitúan en Holanda, en el año de 1595, el nacimiento de las


sociedades anónimas, génesis estrechamente vinculada a los viajes de exploración
comercial. Sin embargo, la gran mayoría de los estudiosos de la materia reconocen
como su antecedente más inmediato, probablemente por ser el que más participa de
la esencia de las anónimas como las conocemos en la actualidad, a las Compañías
de Indias, y más exactamente a la “Compañía Holandesa de las Indias Orientales”,
fundada en 1602, la que estuvo íntimamente ligada a la actividad y comercio
coloniales.

La anónima surge cuando se hace necesaria una importante acumulación de capital,


vinculada a la primera revolución comercial; y, sin lugar a dudas, es la primera
expresión de la empresa de grandes dimensiones. Se suele afirmar que su creación
atiende a la alianza estratégica celebrada entre la naciente burguesía industrial y
comercial, y la monarquía, ya que la primera pretendía llevar a cabo la
colonización, siempre y cuando le fuesen concedidos ciertos privilegios para
emprenderla y, por su parte, la segunda veía en ésta un instrumento ideal para
aumentar su influencia política y económica.

Si bien es cierto en las Compañías de Indias ya aparecen los rasgos de la limitación


de la responsabilidad de los socios, a la cifra de su aportación, y de la división del
capital en acciones. Empero, esas compañías coloniales se distinguen de las
sociedades anónimas actuales en tanto que son entidades creadas y controladas por
el Estado como instrumento de su actividad y dotadas de atributos propios de la
soberanía. Asimismo, en el aspecto interno de la sociedad, esta se caracteriza por la
desigualdad de los derechos reconocidos a sus miembros y por su estructura
fundamentalmente aristocrática.

La consagración del capitalismo industrial y financiero, propiciado, en el aspecto


económico, por el maquinismo y la revolución industrial, y, en el aspecto político,
por el triunfo de la ideología liberal de la mano de la Revolución Francesa;
favoreció el desarrollo de la Sociedad Anónima, sobre todo, durante los siglos XIX
y XX. Esta profunda revolución económica se vio precisada de las instituciones
jurídicas para alcanzar sus fines, de modo que la sociedad anónima terminó
erigiéndose en inestimable vehículo de progreso e instrumento apropiado para las
grandes obras públicas y empresas industriales o comerciales (verbigracia, el

43
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

ferrocarril, líneas regulares de navegación, industrias químicas y siderúrgicas, entre


otras).

La razón del éxito de las sociedades anónimas ha obedecido a los dos grandes
rasgos que las caracterizan: de un lado, la división del capital en acciones que son
fácilmente transmisibles y permiten la diversificación del riesgo; de otra parte, la no
responsabilidad de los socios por las deudas de la sociedad.

Como por de más es obvio, la popularidad de este tipo societario, imperiosamente,


hubo de tener algún respaldo positivo, que, al ser analizado, aunque sea en sus
grandes líneas, permite vislumbrar la evolución que ha experimentado dicha
institución jurídica, sometida en un primer momento a control público, para
terminar siendo admitida como el prototipo de institución privada de naturaleza
contractual.

Así, el Code de commerce, de 1807, pese a consolidar la limitación de responsabilidad


de los socios, somete a la sociedad a un control público que la obliga a obtener la
necesaria autorización administrativa. Por su parte, el Código español de 1829
establece un sistema menos rígido, puesto que tan solo se requiere la autorización de
los Tribunales de Comercio. Tiempo después, en 1885, el nuevo Código español, de
fuerte influencia liberal, vendría a regular a las sociedades anónimas con normas
mayoritariamente dispositivas y más bien escasas, admitiendo que se trataba de una
institución eminentemente privada y de naturaleza contractual, y que, por ende,
debía estar regida por la voluntad de los socios, perdiendo de vista que también
coexisten otros intereses que merecen ser tutelados, como compensación por el
privilegio de la no responsabilidad. Finalmente, habrá que decir, de entrada, que,
como luego veremos, el Código de Comercio de la República de Nicaragua, tiene
idéntico corte que el español de 1885.

1.2. Concepto de sociedad anónima

El Código de Comercio define en su artículo 201 a las Sociedades Anónimas. Así,


“la Sociedad Anónima es una persona jurídica formada por la reunión de un fondo
común suministrado por accionistas responsables sólo hasta el monto de sus
respectivas acciones, administradas por mandatarios revocables, y conocida por la
designación del objeto de la empresa”.

Junto al dato de la concepción de los administradores como mandatarios, y al


carácter anónimo y objetivo de la denominación social, nuestra definición positiva
de las sociedades anónimas recoge, aunque no con especial claridad, los rasgos más
característicos del concepto de Sociedad Anónima: la existencia de un capital social
dividido en acciones e integrado por las aportaciones de los socios, y la no
responsabilidad de éstos por las deudas de la sociedad.

44
DERECHO DE SOCIEDADES

Se afirma con rotundidad que el prototipo de las sociedades capitalistas es la


anónima. En línea de principio, en ella no cuenta la persona del socio sino la
aportación. De hecho, lo normal es que para la sociedad sea indiferente quién sea el
titular de los derechos de socio que, por tal razón, se incorporan a acciones que,
bien títulos valores o bien anotaciones en cuenta, tienen la consideración de valores
mobiliarios o negociables o transferibles, según el caso, que se transmiten
fácilmente.

No obstante, en ocasiones la sociedad anónima no responde tal concepción, sobre


todo en el caso de las PYMES, ya que en ellas es posible que los socios implanten
elementos personalistas, autorizados por el legislador, entre otros, la restricción de
la libre transmisión de las acciones.

1.2.1 Capital social

Para nadie es un secreto que la sociedad anónima es una sociedad típicamente


capitalista, incluso se ha llegado a tildar a ésta de “capital con personalidad
jurídica”, lo que pone en evidencia la enorme importancia del concepto jurídico de
capital social. Efectivamente, el capital particular de cada sociedad anónima, que
debe constar necesariamente en el pacto social, además de su enorme relieve
económico y contable, cumple una función de garantía frente a terceros, en cuanto
es útil punto de referencia para requerir la efectiva aportación patrimonial a la
sociedad y la debida retención del patrimonio existente. Además, la participación
que tenga cada socio en el capital social le da la medida de sus derechos, en tanto
dicho capital se encuentra dividido en acciones de igual valor, que confieren a sus
poseedores iguales derechos, a no ser que se haya estipulado lo contrario al
constituirse la entidad.

El capital siempre estará referido a una cifra numérica en dinero y deberá expresarse
en la moneda de curso legal. Por otro lado, la función que está llamado a cumplir el
capital social obliga a distinguirlo del patrimonio. Así, mientras el capital es la
cantidad estable contenida en el pacto social, el patrimonio es el conjunto de bienes,
derechos y obligaciones de la sociedad. En consonancia con ello, la norma exige
que la cifra de capital no sea una mera ilusión sino que a ella corresponda un
efectivo patrimonio.

1.2.2 La no responsabilidad de los socios por las deudas sociales

Cuando se alude a la no responsabilidad de los socios por las deudas sociales, en


puridad, es más correcto hablar de riesgo limitado, es decir, el socio sólo arriesga lo
que aporta o lo que se obliga a aportar. En otras palabras, no responderá
personalmente de las deudas sociales, o como dice el Código serán “responsables

45
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

sólo hasta el monto de sus respectivas acciones”. De modo que, los terceros sólo
podrán recurrir a la vía subrogatoria para exigir al socio el pago de los dividendos
pasivos, no pudiéndose incoar la acción directa.

No obstante, como hemos señalado en la parte atinente a la teoría general de


sociedades, las divergencias entre apariencia y realidad, el abuso de derecho y la
mala fe justifican, normalmente, el “levantamiento del velo” de la personalidad
jurídica, lo que viene a dar al traste, en esos casos, con el beneficio de la no
responsabilidad de los socios.

1.2.3 Capital mínimo

El Código de Comercio no contempla la obligación de un mínimo de capital, lo que


no significa que no se exija constancia de una cifra de capital en el pacto social;
pero, lo que es innegable, es que dicha situación constituye un importante defecto
estructural, en tanto en cuanto se permite constituir sociedades con capitales
ínfimos.

Vale decir que algunas leyes especiales sí establecen una cuantía mínima de capital,
tal es el caso de ciertas Sociedades Anónimas particulares, verbigracia, los Bancos
(el equivalente en córdobas a diez millones de dólares de los Estados Unidos de
América), y las Bolsas de Valores (cinco millones de córdobas).

1.2.4 Denominación de la sociedad anónima

El Código de Comercio prevé la denominación social objetiva y adecuada a la


actividad societaria propia de la anónima. Esa es la precisa razón por lo que dicho
tipo societario lleva incluido en su denominación el vocablo anónima. Así, lo
normal será que, a diferencia de los otros tipos societarios estudiados (donde
primaba en la denominación de la sociedad la alusión al nombre de alguno o
algunos de los socios), se utilice en las anónimas un nombre alusivo a la actividad
societaria. Con todo, en la práctica se admite sin problemas la inclusión de los
nombres de socios.

Aunque no se señala con suficiente vehemencia, es posible afirmar que el


ordenamiento establece como requisito de la denominación social la inclusión del
término Sociedad Anónima, aunque, una vez más, la práctica se ha decantado por el
uso de las siglas “S.A.”. Al mismo tiempo, si bien el legislador nicaragüense no
prohíbe expresamente el uso de una denominación idéntica a la de otra sociedad ya
existente, en atención al principio de novedad, reconocido, como hemos señalado
en su momento, para el caso de las sociedades colectivas, es posible sostener la
validez de tal prohibición.

46
DERECHO DE SOCIEDADES

Finalmente, no podemos dejar de advertir que existe una importante falta de


coordinación entre las normas que regulan las denominaciones sociales y el régimen
jurídico establecido, por la Ley de Marcas, para el nombre comercial (“signo
denominativo que identifica a una empresa o establecimiento”). Aunque tal
situación no debería ser extraña, al tratarse de fenómenos jurídicos disímiles, lo
cierto es que en la práctica no son pocos los conflictos que se presentan entre signos
distintivos y denominaciones sociales (verbigracia, la afectación del derecho de una
sociedad a usar su denominación social, por el de otra que usa su nombre comercial,
cuando una y otro concuerdan o se asemejan mucho). Ello se debe, sobre todo, al
hecho de que la denominación social y la marca se inscriben en distintos registros; a
que la inscripción del nombre comercial en el Registro de la Propiedad Industrial es
marcadamente potestativa y, en fin, a que los principios vigentes en materia de
Derecho de Sociedades y en materia de Derecho de la Propiedad Industrial son
parcialmente diferentes.

1.2.5 Nacionalidad, domicilio y sucursales

Para la determinación de la Nacionalidad de las Sociedades Anónimas, además de


la regla general del lugar de constitución, prevista por el artículo 10 Cc., debe
tenerse muy en cuenta lo establecido en el artículo 339 del mismo cuerpo
normativo, el cual reza que “las sociedades que se constituyan en país extranjero
para ejercer su comercio principal en la República con la mayor parte de sus
capitales levantados en ésta, o que tengan en la misma su Directorio Central y la
asamblea de socios, serán consideradas, para todos sus efectos, como sociedades nacionales
sujetas a las disposiciones de este Código”, a saber, en este supuesto nuestro sistema
normativo se decanta por el modelo del domicilio para establecer la nacionalidad
societaria.

También conviene no perder de vista que en el caso de las sociedades extranjeras


por acciones, además de las obligaciones generales para todas las extranjeras,
consistentes en la inscripción y registro, de que trata la Ley General de los Registros
Públicos, y la obligación de mantener en el país un representante con poder
generalísimo inscrito en el respectivo registro, estarán obligadas a publicar
anualmente en la Gaceta un balance que contenga con toda claridad su activo y
pasivo, así como el nombre de las personas encargadas de su administración y
dirección65.

Por lo que se refiere a las sucursales, o sedes secundarias, que la sociedad establezca,
las cuales están subordinadas a la principal y no gozan de personalidad jurídica,
aunque si de cierta autonomía en su organización y su actividad, el Código exige
que deben inscribirse en el Registro del respectivo departamento. Al efecto, se

65
Vid. artículo 337 Cc.

47
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

presentará el contrato social inscrito y el nombramiento del gerente de la sucursal


(art. 207 Cc.).

En lo atinente al domicilio de la Sociedad Anónima y a la ubicación de las


sucursales que ésta funde, la regla es que puede cambiarse avisándolo al público,
con quince días de anticipación, y practicándose inscripción en el nuevo domicilio66.
De ello se infiere que existe plena libertad de elección del domicilio, obviamente,
con la única limitación de que se practique, atendiendo al principio de territorialidad
que rige la materia, “dentro de la demarcación territorial sujeta a este Código”, a
saber, dentro del territorio nacional67.

66
Artículo 208 Cc.
67
Cfr. artículo 34 C.

48
DERECHO DE SOCIEDADES

2. FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD ANÓNIMA

2.1 El Acto Constitutivo

2.1.1 Clases de fundación

Nuestro Código de Comercio regula el proceso de constitución de la Sociedad


Anónima previendo, a tal efecto, dos sistemas de disímil complejidad: la fundación
sucesiva y la fundación simultánea. Cualquiera que sea el procedimiento elegido, el
acto constitutivo tiene naturaleza negocial, con las especialidades, ya estudiadas,
que caracterizan el contrato plurilateral.

La existencia de un doble sistema fundacional atiende a la necesidad de constituir


sociedades que requieren ingentes cantidades de capital, dada la dificultad que
conlleva, para los socios fundadores, asumir la totalidad del capital necesario para
constituir sociedades de ese tipo.

Así, el procedimiento de “suscripción pública”, de las acciones, tiende a facilitar la


formación del capital. Obviamente, en Nicaragua son poquísimas, por no decir
ninguna, las sociedades de tales características. De igual forma, en el Derecho
comparado, debido a las rígidas formalidades y trámites que requiere dicho sistema
de fundación, las grandes sociedades, al constituirse, suelen utilizar el sistema de
fundación simultánea, acudiendo más bien a los bancos quienes asumen, de forma
inicial, todo o parte del capital, para luego después proceder a repartirlo.

2.1.2 La fundación simultánea

En este sistema fundacional la sociedad anónima se constituye, normalmente ante


Notario, por dos o más personas que suscriban el pacto social, mismo que, además de
constar en escritura pública, contendrá todos los requisitos necesarios para su
validez68. La Junta General de accionistas, convocada en los términos que establezca
dicha escritura, procederá a emitir los Estatutos de la sociedad. En nuestra práctica
foral, los Notarios, en un mismo instrumento y realizando un acto jurídico en pos del
otro, proceden a autorizar el contrato social para luego, ipso facto, hacer lo mismo con
los Estatutos.

Aquí sobresale la figura del fundador, quien es la persona que suscribe, por sí o por
medio de representante, el pacto social, adquiriendo, por consiguiente, acciones de la
sociedad. En otras palabras son los socios originarios de la entidad, debiendo

68
Artículo 202 Cc.

49
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

destacarse que éstos pueden ser tanto personas físicas como jurídicas. Ex artículo 204
Cc., una de las principales obligaciones de los fundadores es la consistente en
inscribir, en el Registro Público Mercantil y a más tardar dentro de 15 días contados
desde la fecha de su otorgamiento en el país69, la escritura y los Estatutos de la
sociedad; a la vez que deben publicar ambos documentos en la Gaceta.

En compensación de los trabajos que realicen para la formación de la sociedad, los


socios fundadores podrán reservarse acciones remuneratorias, en la escritura social,
como si fuesen pagadas en su totalidad. Tales acciones forman parte del capital social
para el solo efecto de tener participación igual en las utilidades de la empresa, después
de reintegrado el capital a los accionistas. Su valor no puede exceder del diez por ciento
del capital social y son transmisibles como las acciones nominativas, pero no están
sujetas a responsabilidad alguna, ni dan voz ni voto en las deliberaciones de la
Junta70. En otros sistemas jurídicos, los títulos de similar naturaleza se conocen como
cédulas beneficiarias o bonos de fundador.

Por otro lado, cabe destacar que aunque la sociedad puede constituirse con 2 socios,
para su continuación (una vez transcurridos 6 meses) requiere de un número de
accionistas que no sea inferior a tres, ya que, en caso de contravención, cualquiera de
los socios puede exigir su disolución71.

Contrario a lo que piensa un buen grupo de estudiosos de la materia, la precitada


norma no es del todo inocua, en tanto se concede el derecho subjetivo privado a los
socios para solicitar la oportuna disolución. Otra cosa es que, dada la “timidez de la
norma”, que hace descansar el derecho de accionar la disolución únicamente en los
propios contratantes (que generalmente estarán confabulados entre sí), en la práctica,
sea muy común que existan un sinnúmero de sociedades, con más de seis meses de
existencia, que operan sin ningún problema; o aún peor, que se recurra a testaferros u
“hombres de paja” para encubrir, bajo la forma social de la anónima, verdaderas
situaciones de empresarios individuales que operan formalmente como si se tratasen
de auténticos empresarios sociales. En otros estados, para resolver tal problemática, y
en aras de la seguridad jurídica del tráfico, se ha autorizado la llamada “sociedad
anónima unipersonal”.

Finalmente, la sociedad no podrá comenzar sus operaciones mientras no esté


suscrita, por lo menos, la mitad del capital social y pagado, en dinero efectivo, no
menos del diez por ciento del capital que tenga que satisfacerse en metálico72.

69
Artículo 21 Cc.
70
Artículo 225 Cc.
71
Artículo 270 Cc.
72
Artículo 206 Cc.

50
DERECHO DE SOCIEDADES

2.1.3 La fundación sucesiva

El otro sistema de fundación de las sociedades anónimas es el de “suscripción


pública”, también denominado, fundación sucesiva. Normalmente, dicho sistema está
pensado para la constitución de sociedades que requieren enormes cantidades de
capital.

Para proceder a la fundación sucesiva será necesario culminar cada una de las
siguientes etapas: la publicación del programa; la suscripción del capital; la
celebración de la Junta General que apruebe y ratifique la constitución de la
sociedad; la protocolización del acta de la Junta General constitutiva y, finalmente,
la inscripción del testimonio de la escritura correspondiente, haciendo constar en
ella que se hizo la publicación de la escritura y Estatutos en la Gaceta 73.

El programa redactado y suscrito por los fundadores debe contener íntegros el


proyecto de los Estatutos de la nueva sociedad con todas las explicaciones que se
juzgaren necesarias; y expresar, además, todos los requisitos señalados en el artículo
124, a excepción, lógicamente, de las generales de ley de los otorgantes 74.

La suscripción de las acciones debe recogerse en uno o varios ejemplares del programa
de los fundadores, y deben indicar las generales de ley de quien suscribe las acciones
(que como sabemos puede ser persona natural o jurídica), el número de acciones
suscritas, fecha de suscripción y expresar claramente la declaración de que el
suscriptor conoce y acepta el programa y el proyecto de Estatutos, todo certificado
por un Notario o dos testigos (art. 219 Cc.).

Para proceder a la constitución de la sociedad deberá ser íntegramente suscrito el capital


social. En los casos en que todo o parte del capital social consista en aportaciones de
títulos, efectos, bienes muebles o inmuebles, tales aportaciones serán íntegramente
representadas por acciones pagadas 75. Atendiendo a la dicción del artículo 206, que
establece que “ninguna compañía anónima podrá comenzar sus operaciones mientras
no tuviere…en dinero efectivo, el diez por ciento del capital que consista en
numerario”, es posible interpretar, en mi opinión, que dicho requisito, a falta de una
disposición expresa, también será exigible para las sociedades sometidas al sistema de
fundación sucesiva.

73
Artículo 216 Cc.
74
Artículos 217 y 218 Cc.
75
Artículo 220 Cc.

51
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Algunos autores afirman que, en este tipo de sociedades, no hay cabida para las
acciones remuneratorias. En mi opinión, la norma es lo suficientemente abierta
como para desdecir tal interpretación, es más, el concepto de socio fundador (al que
nos hemos referido en el apartado anterior) es usado aquí con toda propiedad y, aún
más, de forma literal por la norma (arto 217 Cc.), por lo que, al igual que en la
fundación simultánea, es lícito otorgar a éstos acciones remuneratorias, en los
términos y condiciones que señala el artículo 225 Cc.

Suscrito el capital social se convoca a la Junta General. Esta se ocupará, entre otras cosas,
de dar a conocer y aprobar el valor atribuido a las aportaciones en especie, no
teniendo derecho a votar en tal extremo los socios que las aporten; de discutir y
aprobar el programa y los Estatutos; de hacer el nombramiento de los directores y
administradores; de designar a los sujetos que han de constituir la sociedad ante
Notario (art. 221 Cc.).

Del acta de la Junta General formará parte una lista de todos los accionistas que
concurran y en la cual se expresará el número de las acciones y de votos que éstos
representen. Dicha acta será autorizada por un Notario. La certificación de ella y el
programa y Estatutos, debidamente aprobados, se insertarán íntegros en la escritura
pública76. En fin, el testimonio de dicha escritura deberá inscribirse en el Registro
Público competente, haciendo constar en éste que se hizo la publicación de la
escritura y Estatutos en la Gaceta.

2.1.4 Disposiciones comunes a ambos tipos de fundación. Requisitos formales


para la constitución de la sociedad

En los dos sistemas de constitución de las sociedades anónimas, los requisitos


formales para la fundación de la sociedad son: el otorgarse en escritura pública, la
publicación en la Gaceta y la inscripción en el Registro Público Mercantil.

Todo contrato de sociedad debe constar en escritura pública. Así, la escritura se erige
en forma solemne y necesaria del contrato plurilateral de sociedad. Por consiguiente,
el que se estipule entre los socios bajo otra forma, no producirá ningún efecto legal77.

Luego, la norma exige la publicación, en La Gaceta, del pacto social y los Estatutos. No
obstante, la omisión de la publicación afectará únicamente a las sociedades
constituidas por suscripción pública, en tanto la omisión de los datos de
publicación, en el testimonio de la escritura respectiva, será óbice suficiente para
que el registrador no de pase a la inscripción del mismo (art. 204 Cc.).

76
Artículos 222 y 223 Cc.
77
Artículo 121 Cc.

52
DERECHO DE SOCIEDADES

En fin, la sociedad anónima no podrá gozar de personalidad jurídica, mientras no se


inscriban, en el Registro Público Mercantil correspondiente, la escritura social y los
Estatutos, debidamente otorgados en escritura pública78. Conviene tener presente aquí
lo apuntado en la Unidad I de esta obra, en relación a la Sociedad Irregular y a la
sociedad en formación.

2.1.4.1 Contenido de la escritura y estatutos de la sociedad anónima en general

En ambos sistemas fundacionales el pacto social deberá cumplir con los requisitos
de validez señalados por el artículo 124 Cc. En caso de que se omita alguno de
éstos, dicha omisión acarreará la nulidad del contrato, la que podrá ser declarada a
pedimento de cualquier socio79.

El contenido contractual de la escritura de constitución es el siguiente: 1. El nombre,


apellido y domicilio de los otorgantes. 2. La denominación y el domicilio de la
sociedad. 3. El objeto de la empresa y las operaciones a que destina su capital. 4. El
modo o forma en que deban elegirse las personas que habrán de ejercer la
administración o sea el consejo o junta directiva de gobierno. Además, cuál de ellas
representará a la sociedad judicial o extrajudicialmente; el tiempo que deben durar en
sus funciones, y la manera de proveer las vacantes. 5. El modo o forma de elegir el
Vigilante o los Vigilantes. 6. Los plazos y forma de convocación y celebración de las
juntas generales ordinarias, y los casos y el modo de convocar y celebrar las
extraordinarias. 7. El capital social, con expresión del valor que se haya dado a los
bienes aportados que no consisten en dinero, o del modo y forma en que deba hacerse
el avalúo. 8. El número, calidad y valor de las acciones, expresando si son
nominativas o al portador o de ambas clases; si las acciones nominativas pueden ser
convertidas en acciones al portador y viceversa. 9. El plazo y modo en que deba
enterarse el capital suscrito. 10 Las ventajas o derechos particulares que se reserven
los fundadores. 11 Las reglas para la formación de los balances, el cálculo y la
repartición de los beneficios. 12 El importe del fondo de reserva. 13 El tiempo en que
la sociedad debe comenzar y concluir. Es importante destacar que su duración no
puede ser indefinida, ni pasar de noventa y nueve años. 14 La sumisión al voto de la
mayoría de la Junta, debidamente convocada y constituida, así en Juntas ordinarias
como en las extraordinarias, y el modo de formar dicha mayoría para que sus
resoluciones sean obligatorias. 15 La persona o personas que tengan la representación
provisional de la compañía, mientras se procede al nombramiento de la Junta
Directiva por la Junta General de Accionistas80.

78
Artículo 204 Cc.
79
Artículo 125 Cc.
80
Artículo 124 Cc.
53
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Por su parte, los Estatutos, que son los que contienen el régimen interno de la
sociedad, por el que ha de regir su vida y funcionamiento, deberán contener las
siguientes previsiones: 1. Las atribuciones de la Junta Directiva, de la Junta de
Vigilancia y de las Juntas Generales ordinarias y extraordinarias. 2. El régimen de
buena administración, de vigilancia de las operaciones y de los gerentes. 3. El
derecho de los socios de conocer el empleo de los fondos sociales. 4. El número de
los socios y participación del capital que habrá de concurrir a las juntas en que se
reduzca o aumente dicho capital, o en que se trate de la disolución o modificación
de la sociedad 81.

Por su parte, el artículo 205 Cc. prevé que el Registrador no inscribirá la escritura o
los Estatutos en los siguientes casos: 1. Si los socios fundadores no fueren de
antecedentes notoriamente buenos. 2. Si no cumplieren con los requisitos de validez
del artículo 124. 3. Si contiene disposiciones contrarias a la Constitución, al
ordenamiento jurídico en general, a la moralidad o al orden público. 4. Si los
Estatutos no estuvieren aprobados conforme a lo establecido en la escritura social, o
reformen sustancial o contradictoriamente el contrato social. 5. Si los Estatutos no
establecen un régimen que ofrezca a los accionistas garantías de buena
administración.

2.2 El desembolso del capital

Cualquiera que sea el sistema seguido para la fundación de la sociedad, el legislador


impone obligaciones específicas en materia de suscripción y desembolso del capital
social. Por ello, es común distinguir entre capital suscrito, es decir aquel que los
socios se comprometen a aportar, y capital pagado, que es aquel que ha sido
efectivamente enterado por éstos.

Aquí conviene traer a colación que, en el sistema de fundación simultánea, la entidad


no podrá comenzar sus operaciones mientras no se encuentre suscrito, cuando
menos, la mitad del capital social y pagado, en metálico, no menos del diez por ciento
del capital que tenga que satisfacerse en efectivo. En cambio, en el sistema de
fundación sucesiva, deberá ser íntegramente suscrito el capital social; pagado el diez por
ciento, o más, del capital que debería enterarse en dinero contante y sonante; y las
aportaciones de títulos, efectos, bienes muebles o inmuebles, serán íntegramente
representadas por acciones pagadas.

De manera general, la aportación debe realizarse a título de propiedad y con


carácter irreversible. En otras palabras, lo aportado pasa de forma definitiva del

81
Artículo 203 Cc.

54
DERECHO DE SOCIEDADES

patrimonio del socio al de la sociedad. Por otro lado, en nuestro sistema jurídico se
ha venido interpretando que la aportación de los socios al capital social comprende,
además de las aportaciones dinerarias, los bienes o derechos patrimoniales
susceptibles de valoración económica, por tanto, estaría excluida la aportación de
trabajo o servicios (salvo en el caso de las acciones remuneratorias) 82.

Mención aparte merece el régimen de valoración de las aportaciones no dinerarias.


En tal sentido el inciso 7 del artículo 124 confiere una gran libertad a las partes, bien
para fijar, ellos mismos, el valor de tales bienes, o bien para fijar la forma en que deba
hacerse el avalúo. Nosotros creemos que, en el marco de esa amplia libertad de obrar,
lo más conveniente, para evitar la alta litigiosidad que caracteriza la materia, es
nombrar a uno o varios peritos independientes, sujetos a un procedimiento ad hoc, que
fijen el valor definitivo de estas aportaciones no dinerarias.

También, la Ley prevé que se dispondrá la constitución de un fondo de reserva, para


lo cual se contará con no menos de la vigésima parte de las ganancias líquidas de la
sociedad, hasta representar la décima parte del capital social83. Estableciéndose,
además, plenas facultades a los socios para que puedan establecer otras reservas.

82
Artículo 124.7 Cc.
83
Artículo 249 Cc.

55
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

3. LAS ACCIONES

3.1 La acción como parte del capital social

Al dividirse el capital social en acciones, cada una de ellas constituye una parte
alícuota de aquél, que confiere a su poseedor iguales derechos, a no ser que se haya
estipulado lo contrario al constituirse la sociedad84.

Las acciones poseen un valor aritmético (comúnmente denominado valor nominal),


que se fija libremente y es submúltiplo del importe del capital social. La norma no
establece un límite, mínimo o máximo, del valor nominal, exigiendo, en cambio,
que éste conste en el pacto social, en el título y en los resguardos provisionales,
cuando estos últimos se extiendan.

Lo común es que, durante la vida de la sociedad, el importe del capital social no


coincida con el patrimonio de la entidad, de tal forma que el valor nominal de las
acciones será distinto a su valor real, es decir, el que se obtiene de dividir el número
de acciones entre la cifra efectiva del patrimonio societario. De la misma forma, el
valor real por lo regular no coincide con el valor de Bolsa o valor de mercado, que gira,
sobre todo, en torno al dividendo, aunque sobre dicho valor también influyen
algunos otros factores eventuales, de muy difícil estimación, que hacen que el valor
de las acciones oscile sin atender a su rentabilidad.

De la correcta interpretación del artículo 224 Cc. (“el capital de las sociedades
anónimas se divide en acciones de igual valor”), se infiere que en nuestro
ordenamiento rige el principio de igualdad del valor nominal de las acciones, mismo que
emana de la concepción de las acciones como partes alícuotas del capital. No
obstante, lo normal es que, en virtud del pacto social, este principio de igualdad se
circunscriba al ámbito de cada serie de acciones, en otras palabras, todas las
acciones de una misma serie serán de igual valor nominal 85.

3.2 Representación de las acciones

Nuestro Código, como no podía ser de otra forma debido a su senectud, está
anclado en el tradicional sistema de representación de las acciones, a través de

84
Artículo 224 Cc.
85
Véase en tal sentido el artículo 238 Cc. que prohíbe “emitir nuevas series de acciones,
mientras no se hubiesen cubierto las primeras en su totalidad”.

56
DERECHO DE SOCIEDADES

títulos valores, que no sólo acreditan la condición de socio en el tenedor legítimo sino
que, al mismo tiempo, facilitan la realización de transacciones fáciles y rápidas.

Sin lugar a dudas, ese sistema de representación ha sido uno de los factores claves
para el éxito de las sociedades anónimas en casi todos los sistemas jurídicos
conocidos. Sin embargo, las mismas razones que propiciaron el éxito de dicho tipo
societario se han erigido en factor de cambio del tradicional sistema de
representación: las enormes masas de títulos-valores-acciones que acudían a los
mercados de valores entorpecían de tal forma el tráfico jurídico que se ha tenido que
sustituir la tradicional emisión “de papel” por otro sistema mucho más ágil, “la
representación de las acciones en anotaciones en cuenta”.

Dicho sistema, que tímidamente comienza a “insinuarse” en nuestro ordenamiento,


especialmente por lo que hace a la legislación en materia de mercados de valores,
permite que el derecho de participación en la sociedad anónima se represente
mediante una simple anotación en un registro contable informatizado, cuya gestión
lleva a cabo una entidad especializada86.

Para algunos autores, las acciones, independientemente del sistema de


representación que sigan (ya por medio de títulos o ya por anotaciones en cuenta),
tienen la consideración de valores mobiliarios. Asimismo, dichos autores
consideran que ésta noción es idéntica a la de valor transferible (o valor negociable
como se conoce en Derecho comparado), concepto novedoso, acuñado en nuestro
entorno por las normas que regulan la bolsa de valores 87.

Nosotros creemos que tal equiparación no es del todo aceptable, ya que el concepto
de valor transferible es distinto del propio de valor mobiliario, en tanto que se erige
en único delimitador de todo el ámbito objetivo de aplicación de las normas de la
bolsa de valores, a la vez que se distingue por su especial “negociabilidad”. Por su
parte, la noción de valor mobiliario tan solo se refiere a una subcategoría descriptiva,
y con meros fines clasificatorios, dentro de la categoría genérica de los títulos valor,
que hace referencia, sobre todo, a la emisión de valores emitidos en serie. En
síntesis, si bien la noción de valor mobiliario y valor transferible comparten algunas
características comunes, ambas, definitivamente, no son del todo análogas.

86
Art. 146 LMC.- Anotaciones en registro: “Las Centrales de Valores llevarán las anotaciones
correspondientes a la totalidad de los valores desmaterializados, inscritos en el Registro de
Valores de la Superintendencia. Para tal efecto, al igual que para los títulos físicos depositados en
una central de valores, se mantendrán dos tipos de cuentas por cada depositante, uno para los
valores por cuenta propia y el otro para los valores por cuenta de terceros…”.
87
Artículo 1 del, todavía vigente, Decreto 33-93, de 21 de junio de 1993, Reglamento General
sobre Bolsas de Valores.

57
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Por lo que atañe a la incorporación de los derechos del socio a un título-valor-


acción este cumple, de una parte, una función probatoria, en tanto el que posea el
título se encuentra legitimado, a priori, para ejercitar los derechos de participación
en la sociedad; de otra, una función dispositiva, en la medida en que con la
circulación del documento se produce la transmisión de los derechos de socio.

Con todo, la acción, en cuanto especie del género título-valor, se caracteriza por
incorporar derechos de naturaleza corporativa, en otros términos, se trata de un “título de
participación social” que incorporan la relación jurídica nacida del contrato de
sociedad. Además, la nota de la literalidad, que caracteriza a los títulos-valores, se
encuentra en alguna medida desdibujada, ya que los derechos corporativos
incorporados a las acciones no se delimitan sólo por el tenor del título, debiendo
remitirse, adicionalmente, a los estatutos sociales.

Nuestro Código prevé que si desapareciere una acción o resguardo provisional, y el


contrato social no dispusiere otra cosa, podrán anularse o reponerse con otras de la
misma especie (art. 237 Cc.). En tal sentido, y dada la naturaleza de título-valor de la
que participan las acciones, parece prudente proceder de conformidad a las normas
dictadas para la reposición y cancelación de los títulos valores: artículos 82 y
siguientes de la Ley General de Títulos Valores (LGTV)88.

Los títulos en que se representan las acciones pueden ser nominativos y al


portador89. Los primeros son los que expresan, de forma directa, el nombre de la
persona titular de la acción. Los segundos revelan como titular del derecho de
participación en la sociedad al tenedor o poseedor de la acción.

De manera general se concede libertad para elegir la forma de representación, salvo


para el caso de las acciones remuneratorias, cuya nominatividad es impuesta por la Ley,
para garantizar el conocimiento de su posible transmisión y la identidad de los
adquirentes. Lo mismo sucede con algunas sociedades anónimas especiales, a las que
se les exige, en razón de su objeto, que el capital esté representado por acciones
nominativas (caso de las bolsas de valores y los bancos). En fin, aunque el Código no
lo señala expresamente, parece recomendable extender el carácter nominativo a todos
los “títulos provisionales representativos de las suscripciones hechas90”.

El artículo 226 Cc. prescribe que las acciones nominativas (al igual que las
remuneratorias, sobre las que luego volveremos) deben ser, necesariamente,

88
Decreto Nº 1824. Gaceta 146, 147, 148, 149, 150 y 170 de julio de 1971.
89
Artículo 224 Cc.
90
Artículo 228 Cc. No debe perderse de vista que tales títulos provisionales quedarán, para todos
los efectos, equiparados a las acciones, y deberán cambiarse por éstas cuando llegué la
oportunidad.

58
DERECHO DE SOCIEDADES

suscritas por los Directores que determinen los Estatutos y contener lo siguiente: la
denominación y domicilio de la sociedad; fecha de constitución e inscripción en el
competente Registro; importe del capital social y número total de acciones en que
esté dividido; valor nominal del título, nombre de la persona en cuyo favor se
expide y los pagos efectuados.

La propiedad y transmisión de las acciones nominativas y remuneratorias no


producirá efectos para con la sociedad ni para con los terceros, sino desde la fecha
de la respectiva inscripción en el libro que lleva la sociedad para tal efecto. Dicha
propiedad podrá probarse por el endoso y la correspondiente inscripción91. En
cambio, la transmisión de las acciones al portador se llevará a cabo “con la simple
entrega del título” (art. 49 LGTV)92.

Aunque nuestro sistema positivo no dice nada al respecto, nos parece lógico admitir
la posibilidad de que el principio de libre transmisión de las acciones pueda restringirse,
ya por la voluntad social expresada en los estatutos, ya por los acuerdos particulares
de los accionistas, que se obligan de forma voluntaria a observar determinadas
limitaciones en la circulación de las acciones. Obviamente aquí sólo estamos
hablando de “restricciones”, ya que no es coherente admitir las cláusulas o pactos
que tornen “intransmisible” la acción de forma indefinida, puesto que éstas
vendrían a desnaturalizar completamente dicha institución.

En la práctica, las dos modalidades de restricciones más usuales son: de un lado, las
cláusulas de autorización, por medio de las cuales se subordina la validez de las
transmisiones a la aprobación de la sociedad; de otro, las cláusulas de adquisición
preferente, que atribuyen al resto de los socios, a la misma entidad o, incluso, a
determinados terceros, la facultad de adquirir prioritariamente las acciones cuya
transmisión pretende un determinado accionista.

91
Artículos 230 y 232 Cc.
92
Conviene preguntarse aquí que sucede en el supuesto, por cierto bastante frecuente, de que la
sociedad no haya impreso y entregado a los socios los títulos representativos de las acciones, aun
y cuando esa sea la forma de representación prevista estatutariamente. Tal situación se produce,
sobre todo, en las sociedades cerradas y familiares, ya que la entidad elude de esta forma los
costes de impresión de los títulos y, además, existe en su seno una notoria ausencia de voluntad
circulatoria de la posición de socio, que genera una marcada vocación por no documentar las
acciones, en tanto no hay un interés práctico en tal sentido.

Lo idóneo, en tales situaciones, es que la transmisión se lleve a cabo de conformidad con las
normas civiles (arts. 2716 ss. C.) y mercantiles (arts. 365 ss. Cc.) sobre la cesión de créditos,
debiendo, en todo caso, notificar la transmisión a la sociedad, que a partir del acto de la
notificación quedará obligada frente al cesionario.

59
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Por otra parte, si bien el Código faculta para que el libro de inscripción de las acciones
nominativas, y el talonario de las acciones al portador, puedan ser inspeccionados por
cualquier accionista93. Éste no dice nada respecto a la posibilidad de obtener
certificaciones cuando la sociedad no haya emitido aún los títulos definitivos o los
resguardos provisionales, facultad que en otros ordenamientos se admite sin
problemas, y que nos parece que, en tanto no se reforme la norma, debe ser siempre
incluida a nivel estatutario.

También es importante destacar que, una vez satisfecho por completo el valor de las
acciones nominativas, los interesados podrán exigir, siempre que los Estatutos lo
permitan, que se les otorguen títulos al portador94. Dicha conversión se explica por
el hecho de que mientras las acciones son nominativas la sociedad tiene derecho a
exigir, frente al particular socio, el pago de las parcialidades que se deban, y,
entonces, sólo cuando estén completamente satisfechas el socio podrá liberarse de
tal carga y, naturalmente, pretender que se le libren los títulos al portador.
Asimismo, en la escritura social podrá preverse la posibilidad de que las acciones al
portador puedan convertirse en nominativas95.

En fin, siempre que el contrato social no disponga otra cosa, las acciones nominativas
que no estuviesen completamente pagadas, no podrán enajenarse sin consentimiento
de la sociedad, salvo que se rematen judicialmente en venta forzada. En tal caso, la
sociedad tendrá el “derecho de tanteo”, es decir, quedará facultada para adquirirlas
por el mismo precio ofrecido por otros, y si las acciones se remataren a su favor,
quedarán por el mismo hecho amortizadas96.

3.3 La acción como expresión de la condición de socio. Derechos inherentes a la


condición de accionista

Ya hemos comentado que, lo normal es que la condición de accionista de la


sociedad vaya unida indisolublemente a la titularidad de la acción. Ésta es expresión
del estatus de socio y atribuye, en consecuencia, los derechos reconocidos en la Ley
y en los estatutos; derechos que, normalmente, se agrupan en dos categorías bien
diferenciadas: los derechos de carácter político y funcional (asistir y votar en las Juntas
Generales; impugnar los acuerdos sociales y el derecho de información), y los
derechos de naturaleza económico-patrimonial (participar en las ganancias sociales;

93
Artículo 229 Cc.
94
Artículo 227 Cc.
95
Artículo 124.8 Cc.
96
Artículo 236 Cc.

60
DERECHO DE SOCIEDADES

participar en el patrimonio resultante de la liquidación; negociar o transmitir las


acciones; el derecho de separación de la sociedad y la suscripción preferente en la
emisión de nuevas acciones). Debe destacarse que tales derechos no son absolutos,
en tanto su alcance y condiciones para ejercitarse estarán sujetos a lo señalado por la
Ley y los Estatutos, pudiendo, en ocasiones, limitarse o excluirse algunos de ellos.

Que duda cabe que el derecho de participar en el reparto de las ganancias sociales es, por
decirlo de cierta manera, el primer derecho del accionista, en tanto atiende a la
finalidad lucrativa que, normalmente, persigue todo accionista97. No obstante, aquí
habrá que diferenciar entre el derecho a participar en las ganancias, una suerte de derecho
corporativo inconcreto y abstracto que habrá de proyectarse en algún momento, pero
que no hace nacer en sí mismo, a favor del accionista, una concreta acción de pago de
determinada cantidad; y el derecho al dividendo exigible en un determinado ejercicio
económico, que faculta al accionista a exigir un crédito concreto sobre aquella parte
de los beneficios que la Junta General haya ordenado repartir. Entendiéndose por
dividendo la parte de ganancia repartible, en un ejercicio social cualquiera,
correspondiente a cada acción.

En otras palabras, el Código no consagra un verdadero derecho subjetivo del


accionista al reparto anual de beneficios, en el sentido de que la sociedad tenga que
repartir, obligatoriamente, las ganancias obtenidas en cada ejercicio. De hecho la
ley claramente establece el derecho “de percibir la ganancia líquida con las limitaciones
que la ley o el contrato social establezcan”98. Así, la sociedad puede suspender totalmente
el reparto de beneficios si las necesidades de la entidad así lo requieren; o bien puede
constituir las reservas voluntarias que sean necesarias, sustrayendo una parte de los
beneficios de cada ejercicio, como forma de autofinanciación.

Con todo, el derecho a participar en las ganancias no es un “derecho de papel”, este


protege al accionista, ya contra los acuerdos sociales que lo excluyan de la
participación en los beneficios obtenidos por la sociedad, ya contra los acuerdos que
se nieguen a repartir ganancias, de manera sistemática y sin que el interés de la
sociedad lo justifique, en la medida en que dicha actitud iría contra la finalidad
normalmente perseguida por los socios en las sociedades anónimas lucrativas.

Por lo que concierne al derecho de participar en el patrimonio que resulte de la liquidación,


éste es, en alguna medida, un derecho complementario del anterior, en el sentido de
que el patrimonio social se va robusteciendo con las ganancias reservadas y no
repartidas99, y con las plusvalías que sufren los bienes de la sociedad, de modo que,

97
Artículo 240 Cc.
98
Artículo 240 Cc.
99
Sobre tal posibilidad véase el artículo 239 Cc.

61
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

cuando en la fase de liquidación resulte un patrimonio superior a la cifra de capital


nominal, al momento del reparto final en éste irán comprendidos,
indefectiblemente, beneficios no distribuidos durante la existencia de la entidad 100.

El derecho de suscripción preferente de nuevas acciones y de debentures o bonos (u obligaciones


como se conocen en el derecho comparado) convertibles en acciones, se asienta en el deber de
otorgar al accionista la potestad de conservar, en idéntica proporción, en los casos
de aumento de capital social, los derechos que ya posee en la sociedad, permitiendo
de esa forma guardar la relación inicial entre el valor nominal de sus acciones y el
importe del capital social. Por tal razón, los socios gozan, precisamente, de un
derecho preferente, en relación a las personas ajenas a la sociedad, para suscribir
bien las acciones de nueva emisión, bien los debentures o bonos, que, a través del
derecho de conversión que confieren a sus titulares, pueden traducirse, de igual
forma, en aumento de capital101.

El derecho de asistir y votar en las Juntas Generales de accionistas, permite, a pesar del
carácter impersonal y capitalista de la sociedad, a cualquiera de los socios participar
en la gestión de la entidad y fiscalizar, en cierto modo, la actuación de los
administradores. En lo que atañe al derecho de voto, éste es una especie de derecho
intangible que debe atribuirse de forma proporcional al valor nominal de la acción,
del que, en línea de principio, no puede ser privado ningún socio, salvo en los casos
previstos expresamente por las normas heterónomas (como sucede con las acciones
remuneratorias). La proporcionalidad de la que hablábamos viene a ser
resquebrajada en el supuesto contemplado en el artículo 260 Cc. que ordena que
ningún accionista, cualquiera que sea el numero de sus acciones, podrá representar mas del
décimo de los votos conferidos por todas las acciones emitidas, ni mas de dos décimos de los votos
presentes en la Junta. Tal medida pretende defender a las minorías accionarias, a través
del recorte de la influencia de los grandes accionistas en las Juntas Generales

El derecho de voto, del que venimos hablando, a diferencia de aquéllos de


contenido patrimonial que ostentan los accionistas, es un derecho personal que de
ninguna forma puede ser enajenado o cedido desligándose de la acción, debiendo,
en consecuencia, ser ejercitado por el accionista, ya por sí, ya a través de su
representante. En sentido contrario, el derecho de asistencia, que de ordinario es un
mero presupuesto de aquél, puede presentarse como una facultad autónoma
emancipada del derecho de voto (verbigracia en los casos en que los Estatutos
suspenden el derecho de voto por mora en el pago).

100
Vid. en tal sentido lo señalado en los artículos 269 y ss. Cc. especialmente lo prescrito en el
artículo 280.
101
Artículo 315 de la Ley General de Títulos Valores.

62
DERECHO DE SOCIEDADES

El Código también establece el derecho de impugnar los acuerdos sociales contrarios a la


Ley, a los Estatutos o que, de manera general, lesionen los intereses sociales en
beneficio de uno o algunos accionistas102. Se trata de una facultad que, en buena
medida, permite al accionista activar la protección del resto de sus derechos y, como
dijimos, garantizar que los acuerdos adoptados en el seno de la Junta General se
adecuen al marco legal y estatutario de la entidad.

El derecho de información, no es más que un instrumento de control de gestión de la


sociedad. Éste faculta a los accionistas a requerir informes o aclaraciones acerca de
los asuntos tratados en el seno de la Junta General 103. Asimismo, según lo
establecido por el artículo 258 Cc., los balances de las sociedades anónimas después de
presentados y discutidos en Junta General, se comunicaran a todos los accionistas, juntamente
con los informes de la Junta Directiva y el parecer del Vigilante o vigilantes en su caso. En fin,
una última manifestación de tal derecho es la facultad conferida, por el artículo 229
Cc., para que cualquier accionista pueda inspeccionar el libro de inscripción de las
acciones nominativas, y el talonario de las acciones al portador.

Por otra parte, el hecho de que en una sociedad anónima puedan participar grupos
de accionistas con intereses diversos explica que la norma permita emitir acciones
con un diverso contenido de derechos: en este caso, todas las que atribuyan los
mismos derechos constituyen una clase. Esta posible desigualdad de derechos, entre
las acciones de las distintas clases, permite hablar, de conformidad a lo prescrito por
nuestro ordenamiento, de acciones ordinarias o comunes, de una parte, y de
acciones remuneratorias, de otra.

Es importante observar que, en nuestro sistema jurídico, a diferencia de lo que


sucede en derecho comparado, no existen acciones privilegiadas o preferentes
propiamente dichas, ya que generalmente este tipo de acciones conceden verdaderos
privilegios, frente a las acciones comunes, para el cobro de los dividendos o de la
cuota de liquidación. Lo más parecido entre nosotros a este tipo de acciones son las
remuneratorias, que más que verdaderas acciones privilegiadas podríamos
catalogarlas de “acciones especiales”, atendiendo a su especial naturaleza.

Así, en nuestro entorno las acciones comunes son aquellas que confieren a sus titulares
el régimen normal de derechos y obligaciones que integran la condición de socios, y
éstas pueden ser nominativas y al portador. En sentido distinto, las remuneratorias
son las que se reservan los socios fundadores en la escritura social, como si fuesen

102
Art. 261 Cc.: “Todo accionista tiene derecho de protestar contra las deliberaciones tomadas
en oposición a las disposiciones de la ley de los Estatutos y podrá requerir del Juez competente
la suspensión de su ejecución y declaración de su nulidad”.
103
Art. 257 Cc.: “A la Junta General corresponde el examen y aprobación del balance respectivo y
la distribución de ganancias. Este balance lo tendrá preparado con anticipación la Junta Directiva”.

63
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

pagadas en su totalidad, en compensación de sus trabajos para la formación de la


sociedad. Tales acciones forman parte del capital social para el solo efecto de tener
participación igual en las utilidades de la empresa, después de reintegrado el capital
a los accionistas. Su valor en ningún caso puede exceder del 10% del capital social,
y aunque son transmisibles como las acciones nominativas, no están sujetas a
responsabilidad alguna, ni dan voz ni voto en las deliberaciones de la Junta 104.

En el caso de las remuneratorias, además de ser suscritas por los Directores que
determinen los Estatutos y contener similares requisitos a los señalados por el
artículo 226 Cc. para las nominativas, habrá de consignarse que no están sujetas a
pagos, y que no tienen más derechos que los que les confieren el pacto social y las
normas del Código.

En fin, siempre en materia de acciones remuneratorias, el segundo párrafo del artículo


238 Cc., prohíbe tajantemente emitir nuevas series de éstas que los fundadores no se
hubiesen reservado en la escritura social. Siendo cualquier pacto o acuerdo en
contrario de ningún valor.

3.4 Adquisición por la sociedad de sus propias acciones y negocios afines

Es importante no perder de vista que, como regla general, se prohíbe a la sociedad


comprar sus propias acciones, excepto que se compren acciones nominativas ya
pagadas o acciones al portador con la autorización de la Junta General, y con
fondos que provengan de beneficios que no sean aquellos destinados al fondo de
reserva. También es posible realizar tal adquisición, bien con autorización
estatutaria, o bien con el capital social y guardando todas las formalidades exigidas
para la reducción del mismo. Como resultado de la operación, las acciones
compradas quedarán por el mismo hecho amortizadas y la sociedad no podrá emitir
nuevas en su reposición105.

104
Artículo 225 Cc.
105
Artículo 233 Cc.

64
DERECHO DE SOCIEDADES

4. ÓRGANOS SOCIALES

En tanto que se trata de una entidad jurídica dotada de personalidad, la sociedad


anónima necesita auxiliarse de órganos para emprender tanto su actividad interna
como la externa. Tales órganos sociales encarnan ya en personas físicas, ya en
pluralidades de personas, que autorizadas por el ordenamiento para llevar a cabo la
función de exteriorizar la voluntad de la sociedad o de ejecutar y cumplir esa
voluntad, desarrollan las actividades jurídicas precisas para el logro de los fines
societarios.

A tal efecto la Ley regula separadamente tres órganos distintos: 1. La Junta General
de accionistas, órgano deliberante que congrega a los socios y que exterioriza con sus
acuerdos la voluntad social. 2. La Junta Directiva, órgano ejecutivo encargado de la
administración permanente de la sociedad y de representar a la misma en sus
relaciones con terceros ajenos a la misma. 3. La Junta de Vigilancia, órgano
encargado de ejercer la fiscalización de las actuaciones del órgano ejecutivo.

La Ley concibe a la Junta de General de accionistas como el órgano supremo y


soberano, al que se supeditan los demás órganos, especialmente la Junta Directiva.
Tan a la prueba está que la Junta ocupa un lugar preeminente dentro de la
estructura orgánica de la sociedad, que ésta, necesariamente, debe pronunciarse
respecto de las decisiones trascendentales en la vida de la sociedad (modificación del
pacto social y de los Estatutos, aprobación de cuentas, acuerdos de fusión o de
disolución, entre otros), amén de su competencia para nombrar o destituir a los
miembros de la Junta Directiva.

4.1 Junta general de accionistas

Nuestro ordenamiento establece que las Juntas Generales de accionistas pueden ser
ordinarias o extraordinarias. La ordinaria se reunirá, al menos, una vez al año. Por
su parte, la extraordinaria se convocará siempre que lo crea conveniente la Junta
Directiva, o cuando lo pidan por escrito y con expresión del objeto y motivos, los
accionistas que representen no menos de la vigésima parte del capital social, salvo
que el contrato social dispusiese otra cosa106. En todo caso, los accionistas tendrán
derecho de solicitar que en el orden del día se anuncien determinados asuntos que
serán objeto de la deliberación de la Junta General 107.

106
Cabe destacar que si la Junta Directiva se negare a convocar a la Junta General solicitada por
los socios, podrán los interesados demandar ante el Juez competente para que la convoque y
presida hasta dejarla organizada (art. 252 Cc.).
107
Artículo 251 Cc.

65
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

La convocatoria de la Junta General se realizará por medio de avisos que se


publicarán en la Gaceta, o en un periódico de distribución nacional si así lo
establecen los Estatutos, por lo menos, con quince días de anticipación, no
computándose en tal plazo ni el día de la convocatoria ni el de la sesión 108. Por lo
que hace a la convocatoria de la Junta General extraordinaria, en ésta se hará
constar el objeto de la sesión, no pudiendo oponerse los acuerdos o resoluciones,
que se tomen sin este requisito, contra los socios que no hayan concurrido 109.

Ahora bien, la Junta no podrá constituirse si no estuvieren representadas más de la


mitad de las acciones, debiendo verificarse, en tal caso, una segunda convocatoria
con por lo menos diez días de anticipación, misma que tendrá lugar sin importar el
número de accionistas que concurran (art. 253 Cc.).

Salvo disposición contraria de la Ley, del contrato social o de los Estatutos, la regla
general es que las resoluciones de la Junta General se forman con un número de
votos superior a la mitad, entendiéndose que cada acción da derecho a un voto 110.
En tal sentido, cabe destacar que, de conformidad a lo señalado por el artículo 260
Cc., ningún accionista, cualquiera que sea el número de sus acciones, podrá
representar más del décimo de los votos conferidos por todas las acciones emitidas,
ni más de dos décimos de los votos presentes en la Junta. Como dijimos en su
oportunidad, esta última es una norma que trata de proteger los derechos de las
minorías.

Todo acuerdo de la Junta General deberá constar, para que sea válido, en el acta de
la sesión, firmada por el Presidente y Secretario de la Junta Directiva o los que
hagan sus veces, sin perjuicio de que también lo hiciesen los concurrentes que se
interesasen. El acta deberá contener la fecha y lugar en que se celebre, el nombre y
apellido de los socios que han concurrido y de los que estén representados, el
número de las acciones que cada uno representa y las resoluciones que se dicten 111.

Dentro de las atribuciones de la Junta General destacan el examen y aprobación del


balance respectivo (que presentará la Junta Directiva) y la distribución de ganancias
(art. 257 Cc.). Además, en Junta General, donde se encuentren reunidos socios que
representen al menos tres cuartas partes del capital social, y con el voto favorable de
los socios presentes que representen la mitad del capital, se resolverá sobre: la
disolución anticipada de la sociedad; la prórroga; fusión; la reducción, reintegración

108
Artículo 253 Cc.
109
Artículo 255 Cc.
110
Artículo 254 Cc.
111
Artículo 256 Cc.

66
DERECHO DE SOCIEDADES

o aumento del capital social; sobre el cambio de objeto de la sociedad y cualquier


otra modificación del acto constitutivo (art. 262 Cc.).

Los socios que no estén de acuerdo con la fusión, reintegración o aumento del
capital social, cambio de objeto de la sociedad o sobre la prórroga (cuando esta
última no estuviese autorizada por los Estatutos), tienen derecho de separarse de la
sociedad, exigiendo el reembolso del valor de sus acciones en proporción al capital
social, conforme al último balance aprobado. Este derecho sólo podrá ser ejercido
por los socios disidentes presentes en la Junta, dentro de los tres días de la clausura
de ella, y por lo que atañe a los disidentes ausentes dentro de un mes de publicada la
resolución respectiva112.

Por otro lado, no debe perderse de vista que, de conformidad a lo prescrito por el
artículo 268 Cc., “transcurrido el término marcado en el contrato para la duración
de la sociedad, y no mediando ningún otro motivo de disolución, podrá prorrogarse
este plazo, si los socios convinieren en ello por unanimidad, o si los que se retiran
no representan más que un tercio del capital social y los socios restantes les
liquidasen su parte en los términos legales”, debiendo publicarse, en su caso,
debidamente la prórroga.

4.2 Junta directiva

Como ya hemos señalado, la Junta Directiva es el órgano de administración social.


Ésta será nombrada, normalmente, por la Junta General o conforme lo disponga la
escritura social113.

Los Directores serán electos de entre los mismos socios, por un período que no
exceda de diez años, sin perjuicio de que en cualquier momento la Junta General
pueda proceder a la revocación de su mandato. El pacto social y los estatutos
determinará la posibilidad de reelección y, en caso de que no se prohíba, podrá
acordarla la “unanimidad de los votos” (art. 244 Cc.).

Los Directores no podrán contraer obligaciones personales ni solidarias por las


obligaciones sociales; pero, en cambio, responderán personal y solidariamente para
con la sociedad y con los terceros por la inejecución del mandato y por la violación
de las disposiciones sociales o legales. Obviamente, sólo serán responsables los
Directores que hayan tomado parte en la respectiva resolución, quedando exentos,

112
Artículo 262 Cc.
113
Artículo 243 Cc.

67
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

además, aquellos que hubieren protestado contra los acuerdos de la mayoría en el


acto o dentro de tercero día114.

Ningún Director podrá realizar, por cuenta de la misma, operaciones de índole


diferente a su objeto social, considerándose los actos contrarios a este respecto como
violación expresa del mandato. En la misma línea de prohibiciones, los Directores
no pueden negociar por cuenta propia, directa o indirectamente con la sociedad
cuya gestión les está confiada. En fin, los Directores no pueden ejercer
personalmente comercio o industria iguales a los de la sociedad, a no ser en los
casos en que mediare autorización especial expresamente concedida en Junta
General (art. 245 Cc.).

Es perfectamente lícito, en atención a lo que dispongan los Estatutos o la Junta


General de accionistas, atribuir la parte ejecutiva de las operaciones sociales a un
Gerente, aunque no forme parte del Directorio. Éste será responsable, al igual que
los Directores, frente a los socios y a los terceros por el cumplimiento de sus
deberes115.

4.3 Junta de vigilancia

La fiscalización directa de la administración social recae en uno o varios vigilantes


(que pese a ello no están obligados a obrar en conjunto), que pueden ser accionistas
o no, y cuya elección se hará por la Junta General de conformidad a lo que
dispongan los Estatutos116.

Los vigilantes ostentarán la atribuciones que determinen los Estatutos, pero en todo
caso tendrán obligación de comprobar los libros, la caja, la cartera y valores de la
sociedad; además, deberán presentar cada año a la Junta General un informe en el
cual señalará las irregularidades e inexactitudes que haya reconocido en los
inventarios y balances, exponiendo, en su caso, los motivos que se opongan a la
distribución de los dividendos propuestos por el socio o socios gestores 117.

En el caso de las sociedades anónimas que explotan concesiones de servicios


públicos otorgadas por el Estado o por cualquier corporación administrativa, éstas
podrán ser fiscalizadas por Agentes del Gobierno o de la respectiva corporación,

114
Artículo 245 Cc.
115
Artículo 250 Cc.
116
Artículo 246 Cc.
117
Vid. artículo 293 Cc.

68
DERECHO DE SOCIEDADES

incluso cuando en el título de la constitución de la sociedad no se establezca


expresamente el referido tipo de fiscalización. Ésta se limitará a velar por el
cumplimiento de las disposiciones de la ley, y especialmente al modo de cumplirse
las condiciones de la concesión y las obligaciones establecidas a favor del público,
pudiendo para ello proceder a la investigación de la contabilidad de la sociedad 118.

Finalmente, no debe perderse de vista que, según lo prescrito en el artículo 248 Cc.,
de manera general, las sociedades anónimas deben publicar anualmente en la
Gaceta, un balance que contenga con toda claridad su activo y pasivo. De hecho,
aquellas sociedades que hayan optado por la “fundación sucesiva” tienen obligación
de publicar cada seis meses, en la misma Gaceta, el balance de sus operaciones, con
expresión del valor en que calculen sus existencias y de toda clase de efectos
realizables.

118
Artículo 247 Cc.

69
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

5. DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LA SOCIEDAD Y DE LOS


SOCIOS

El Código establece todo un elenco de derechos y obligaciones que afectan no sólo a


los socios sino que también a la misma sociedad. Así, de conformidad a las voces
del artículo 239 Cc., en todo caso, “la masa social compuesta del capital suscrito, de
los beneficios acumulados y de los dividendos no repartidos, responde de las
obligaciones sociales”.

Los accionistas, en ningún caso, pueden exigir que la sociedad les devuelva el valor
de sus respectivos aportes, sin perjuicio de que puedan percibir la ganancia líquida
con las limitaciones que la Ley o el contrato social establezcan. No obstante, puede
convenirse que durante el período de tiempo que la preparación de la empresa que
explotará la sociedad exija, se reconozcan intereses a tipo fijo por cantidades
adelantadas; en todo caso, el contrato social fijará la fecha en que, a lo sumo, podrá
durar el pago de dichos intereses119.

Los accionistas que en contravención a lo dispuesto reciban cantidades o valores,


responderán de las obligaciones sociales hasta la concurrencia de dichos valores o
cantidades. La acción para exigir dichas cantidades prescribirá a los cinco años
contados desde la fecha de la percepción. Sin embargo, si el accionista hubiese
recibido tales cantidades valores de buena fe, a título de ganancia o intereses, no
está obligado a devolverlos120.

Ni los accionistas ni sus predecesores podrán compensar con otros derechos,


acciones o créditos que tengan contra la sociedad, las prestaciones a que están
obligados por efecto de la suscripción de las acciones. Debe recordarse aquí que
mientras las acciones no estén completamente pagadas, los accionistas suscriptores
serán responsables por el importe de la suscripción. Pudiendo exigirse los pagos
atrasados tanto a los suscriptores primitivos como a todos aquellos a quienes las
acciones se hayan ido transmitiendo sucesivamente121.

Asimismo, el accionista que no satisfaga oportunamente sus aportes, pagará


intereses desde el día en que debió hacerse el entero y responderá además de los
daños y perjuicios. Además, al moroso se le fijará un plazo no menor de dos meses,
dentro del cual debe hacerse el ingreso. Si cumplido el plazo no verificase éste,
quedarán perdidos sus derechos sociales y el capital aportado en beneficio de la

119
Artículo 240 Cc.
120
Artículo 241 Cc.
121
Cfr. artículos 242 y 234 Cc.

70
DERECHO DE SOCIEDADES

sociedad, salvo que dicha omisión se justificare por causa de fuerza mayor, caso
fortuito o estipulación contraria del pacto social (art. 235 Cc.).

71
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

6. DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN DE LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS

Ya dijimos en otra parte122, que el proceso de extinción jurídica de una sociedad


comprende tres fases o momentos, que tienen lugar de forma sucesiva. Este proceso
se inicia con la disolución que es “el comienzo del fin de la sociedad”, el instante en
que se inicia el proceso de extinción de la organización y de las relaciones
obligatorias que nacen en virtud del contrato social.

La disolución da apertura al período de liquidación, que es el proceso a través del


cual la sociedad disuelta lleva a cabo las operaciones fundamentales para saldar y
liquidar todas las relaciones jurídicas a que haya dado lugar su actuación en el
tráfico. Y sólo al cierre de la liquidación, con la distribución a los socios del
remanente patrimonial que pudiera existir, se produce la extinción stricto sensu de la
sociedad, con la consecuente desaparición de ésta del tráfico jurídico.

En el caso particular de las sociedades anónimas, éstas se disuelven por las


siguientes causas: por el transcurso del tiempo para el que han sido constituidas
(siempre y cuando no se prorroguen); por la extensión o cesación de su objeto; por
haberse realizado el fin propuesto, o no ser posible realizarlo; por quiebra de la
sociedad; por la disminución del capital en más de dos terceras partes, siempre y
cuando los socios no efectuasen nuevas aportaciones que mantengan, al menos, en
un tercio el capital social; por acuerdo; por fusión, en aquellos casos en que por
virtud de la misma no subsista una de las primitivas sociedades; cuando por más de
seis meses hubieren existido con un número de accionistas inferior a tres (si
cualquiera de los socios lo exigiese); cuando los acreedores lo soliciten probando
que en fecha posterior a la celebración de sus contratos la mitad del capital social se
ha perdido (en este último caso la sociedad podrá oponerse a la disolución siempre
que ofrezca las garantías necesarias para el pago a sus acreedores) 123.

Disuelta la sociedad, los administradores someterán a la aprobación de la Junta


General, el inventario, balance y cuentas de su gestión final, con los trámites y en la
forma que lo deberían hacer de forma ordinaria. Una vez aprobadas las cuentas de
la gestión, así como el inventario y balance, los administradores harán entrega a los
liquidadores de toda la documentación y activos de la sociedad, a fin de dar inicio a
la liquidación124.

122
Véase Capítulo II.
123
Artículos 269 al 271 Cc.
124
Artículo 274 y 275 Cc.

72
DERECHO DE SOCIEDADES

Durante el proceso de liquidación la denominación de la sociedad irá siempre


seguida de las palabras: “en liquidación”125. Es importante no perder de vista que el
artículo 272 Cc. prevé que, de manera general, el modo de proceder a la liquidación
y partición se regirá, en todo cuanto no se haya previsto en el contrato social, por
los acuerdos tomados en Juntas Generales que no contravengan las normas de
derecho necesario (art. 272 Cc.).

El nombramiento de liquidadores o su sustitución corresponderá, al menos, a la


mitad de los socios, reunidos en Junta General, que posean las tres cuartas partes
del capital social; salvo que la sociedad sea declarada judicialmente como no
existente por nulidad esencial de su constitución; o que no se pongan de acuerdo
sobre el nombramiento al menos la mitad de los socios que posean las tres cuartas
partes del capital social, en cuyo caso el Juez designará a los liquidadores; o bien se
atienda a las disposiciones especiales en caso de quiebra126.

Salvo estipulación o declaración en contrario, los liquidadores estarán facultados


para: representar a la sociedad judicial y extrajudicialmente; promover y llevar a
cabo personalmente los cobros de la sociedad; vender los valores mobiliarios de la
entidad; pactar con los deudores o acreedores, judicial o extrajudicialmente, sobre el
modo de efectuar el pago de sus respectivas deudas, pudiendo a este efecto librar,
endosar y aceptar títulos valores; y dividir los activos líquidos de la sociedad (art.
276 Cc.).

No obstante, los liquidadores requieren de autorización expresa, concedida en Junta


General, para: continuar con el comercio de la sociedad hasta la liquidación de ésta
(no obstante podrán proseguir hasta su conclusión las operaciones pendientes);
tomar dinero a préstamo para el pago de las deudas de la sociedad; obligar,
hipotecar o enajenar bienes inmuebles (la cual deberá efectuarse en pública subasta,
salvo autorización expresa en sentido contrario) y transigir sobre ellos; desistir de
cualquier litis en que la sociedad intervenga127.

Obviamente, la responsabilidad de los liquidadores subsistirá según las reglas


generales del mandato, hasta la aprobación definitiva de sus cuentas de liquidación
y partición, sin perjuicio de las acciones que los socios tengan por los errores o
fraudes que contuvieren y que se descubran con posterioridad (art. 283 Cc.).

Los socios fijarán, al momento del nombramiento, el plazo en que la liquidación ha


de terminarse. Sin embargo, cuando los liquidadores no sean nombrados por los
socios o éstos omitan fijar el plazo en que ha de terminarse la liquidación, será el

125
Artículo 286 in fine Cc.
126
Artículo 273 Cc.
127
Artículo 277 Cc.

73
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Juez el encargado de establecer dicho plazo, previa audiencia a los socios, que a este
fin serán llamados por el plazo de diez días por medio de edictos. En caso de que la
liquidación no pudiere terminarse en el plazo señalado, podrá prorrogarse por una
sola vez, por una duración que no exceda de la mitad del primer plazo.
“Transcurrido el término convenido para la liquidación, sin que ésta se halle
terminada, se continuará judicialmente” 128.

Los liquidadores presentarán anualmente a la Junta General, un balance parcial de


las operaciones por ellos realizadas, y rendirán cuenta en los términos prescritos
para los administradores de las sociedades (art. 281 Cc.).

Una vez satisfechas las deudas o consignadas las sumas necesarias para su pago, se
procederá a la partición de los valores, los cuales se liquidarán en la proporción
debida a cada uno de los socios, siendo aplicables, en tal sentido, las reglas
generales que rigen las particiones entre coherederos. Por otro lado, los
liquidadores, terminada la liquidación, someterán a la aprobación de aquellos a
quienes deban su nombramiento, las cuentas finales y un informe explicativo del
desempeño de su mandato, acompañado de todas las documentales que contribuyan
a justificar su gestión129.

El acta de aprobación final de las cuentas de liquidación y partición o la sentencia


judicial dictada sobre ellas, se publicará en la Gaceta y se inscribirá en el
competente registro (art. 284 Cc.).

En la última reunión o Junta General de socios, designarán éstos en poder de que


persona han de quedar los libros, papeles y documentos sociales, quien deberá
conservarlos durante al menos diez años. Si la liquidación hubiere sido hecha por el
Juez o faltase la designación del depositario, los señalados instrumentos se
depositarán en el archivo del Juzgado correspondiente 130.

128
Artículo 278 Cc.
129
Artículos 281 y 282 Cc.
130
Artículo 285 Cc.

74
DERECHO DE SOCIEDADES

7. FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS

1. Introducción

La fusión y la escisión son instrumentos jurídicos puestos al servicio de la


reestructuración de la empresa societaria.

En una aproximación eminentemente económica, ambas instituciones no son más


que una manifestación del fenómeno de concentración de empresas, que permite a
éstas combinar e integrar sus actividades con el fin de alcanzar una mayor
dimensión y adaptarse, de esa forma, a las exigencias cambiantes del mercado.

En sede jurídica las dos figuras, lo que mismo que la transformación de sociedades
(institución sobre la que luego trataremos), se agrupan en el concepto general, de
elaboración doctrinal, de modificaciones estructurales de la sociedad.

2. Ámbito de aplicación de la regulación en materia de fusión y escisión

Es importante no perder de vista que el Derecho nicaragüense carece de una


disposición legal de carácter universal que aborde la regulación sustantiva de las
modificaciones estructurales de las distintas formas societarias. Es más, no existe
una normativa general de cada una de las modalidades de modificación estructural
y, especialmente, de la fusión y escisión, que abarque los diferentes modelos de
sociedad reconocidos por la Ley.

Y es que, en Nicaragua, únicamente encontramos una regulación sectorial, en


materia de sociedades anónimas, del fenómeno de la fusión.

Ello nos lleva, necesariamente, a plantearnos una serie de interrogantes: ¿Cabe en


nuestro Derecho el fenómeno de la escisión? ¿Caben en el Derecho nicaragüense las
llamadas fusiones o escisiones mixtas o heterogéneas? ¿A qué disciplina han de
someterse los fenómenos de fusión y escisión de otros modelos societarios distintos
a las anónimas? ¿Cabe la fusión y escisión de sociedades de tipo personalista?

Me parece que, al menos por lo que hace a la regulación de la fusión de las


sociedades anónimas, ésta posee en nuestro ordenamiento un “valor modélico” en
el campo del Derecho de Sociedades, en cuanto identifica los problemas
sustanciales que plantean este tipo de procesos en el marco de la estructura
societaria y define, al menos en teoría, los mecanismos de solución.

75
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Por ello, es posible afirmar que la admisibilidad de la fusión y escisión, como


procesos jurídicos-societarios, desborda el ámbito de la sociedad anónima para
alcanzar al conjunto de las sociedades mercantiles

3. Fusión

3.1 Noción

Desde una perspectiva jurídica, la fusión como operación jurídica, además de


afectar a dos o más sociedades, comporta la extinción de todas o de algunas de ellas
y la integración de sus respectivos socios y patrimonios en una sola entidad, que
puede ser tanto una de las sociedades afectadas (fusión por absorción) como una
sociedad de nueva creación (fusión por creación de una nueva sociedad).

Justamente por ello, la fusión se diferencia de otras figuras afines en tanto ésta
exige, cuando menos, la extinción de alguna sociedad; y, además, porque no puede
considerarse como verdadera fusión el acto por el cual una sociedad adquiere todas
las acciones, participaciones o cuotas sociales de otra, sometiéndola así a su
absoluto dominio.

3.2 Presupuestos y efectos legales de la fusión

Así, los presupuestos jurídicos de toda fusión son tres: 1. La extinción de todas o
algunas de las sociedades involucradas. 2. La transmisión del patrimonio de las
sociedades que desaparecen a la nueva o a la absorbente, según el caso. 3. La
integración de los socios de las entidades extinguidas a la sociedad nueva o a la
absorbente.

i. Extinción de alguna sociedad

La extinción de alguna o algunas sociedades se inscribe en el propio proceso de


fusión.

Es posible afirmar que, mientras en el supuesto ordinario de disolución la extinción


de la sociedad se produce mediante la liquidación del conjunto de relaciones
jurídicas surgidas del contrato de sociedad, en los casos de fusión la sucesión en ese
entramado de relaciones es la causa de extinción de la sociedad.

76
DERECHO DE SOCIEDADES

ii. Transmisión en bloque de los patrimonios

Los respectivos patrimonios de las sociedades que se extinguen se transmiten a la


nueva sociedad o a la sociedad absorbente. La característica de esa transmisión de
patrimonios está en que se produce por sucesión a título universal.

El principio de la transmisión universal ipso iure facilita eficazmente el traspaso


patrimonial de una a otra sociedad al permitir que los distintos bienes, derechos y
obligaciones integrantes del patrimonio de la sociedad extinguida se transmitan uno
actu.

El momento en que se produce la sucesión universal será aquél en que se hayan


cumplido todos los requisitos de forma y publicidad que el Código establece para la
válida y eficaz realización de la fusión.

iii. Incorporación de los socios

La fusión, además de afectar a los elementos patrimoniales, lleva al establecimiento


de una situación de relación social directa o integración entre los miembros de cada
grupo. Así, los socios de cada una de las sociedades fusionadas se reagrupan en la
sociedad única que centraliza la fusión, como consecuencia natural de la operación.

Bajo este aspecto, la agrupación de los socios en una única entidad sólo puede
lograrse por un procedimiento: la entrega o atribución a los miembros de las
sociedades extinguidas de acciones, participaciones o cuotas sociales de la sociedad
nueva o absorbente como contraprestación de la atribución patrimonial realizada.
Son, por tanto, los socios y no la sociedad que reciben la contraprestación.

Algunas directrices esenciales en esta materia son:


1. Que el tipo de canje y, en su caso, la compensación complementaria en dinero se
calculen tomando como base el “valor real del patrimonio”.
2. Es importante que, como garantía de equivalencia, el informe de los expertos que
intervienen en la fusión determine “si el tipo de canje de las acciones está o no
justificado”

3.3 Fases o etapas del procedimiento de fusión

1. Fase preparatoria:
Proyecto de fusión
Balances de fusión

2. Acuerdos de fusión.

3. Etapa ejecutiva:
Publicación del acuerdo

77
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Posibilidad de oposición

i. El proyecto de fusión

La expresión de voluntad de proceder a la realización de la fusión corresponde a las


Juntas Generales (Cfr. 263 Cc.), o en el caso de las sociedades personalistas al
conjunto de los socios conforme a las reglas aplicables a la formación de la voluntad
social.

En derecho comparado, el legislador encomienda a los administradores la


elaboración de un proyecto común de la fusión, que habrá de ser sometido
ulteriormente a la aprobación de las Juntas Generales o, en su caso, de los socios de
esas sociedades.

El proyecto aunque debe ser firmado por los administradores, no vincula a las
sociedades sino hasta que es aprobado por las respectivas Juntas Generales que
hayan de adoptar el acuerdo de fusión.

El proyecto debe contener:


1. Denominación, domicilio y datos registrales de las sociedades.
2. El tipo de canje o relación de cambio de las acciones, participaciones o cuotas
sociales y, en su caso, la compensación complementaria en dinero.
3. El procedimiento por el que serán canjeadas las acciones, participaciones o cuotas
sociales y la fecha a partir de la cual las nuevas darán derecho a participar en las
ganancias y cualquier otro detalle en tal sentido.
4. La fecha a partir de la cual las operaciones de las sociedades que se extingan
habrán de considerarse realizadas a efectos contables por cuenta de la sociedad a la
que traspasan su patrimonio.
5. Los derechos que vayan a otorgarse en la sociedad absorbente o en la sociedad
nueva a los titulares de acciones de clases especiales, a los que lo sean de
participaciones privilegiadas y a quienes tengan derechos especiales distintos.
6. Las ventajas de cualquier clase que vayan a atribuirse en la sociedad absorbente o
en la nueva a los expertos que hayan de informar sobre el proyecto de fusión y a los
administradores de las sociedades que se fusionan.

Para mayor garantía de socios y terceros, el proyecto de fusión deberá someterse a


dos clases de informes escritos que se pondrán a disposición de los socios:
1. Uno elaborado por los administradores, para explicar y justificar detalladamente
el proyecto en sus aspectos jurídicos y económicos, con especial referencia al tipo de
canje de las acciones, participaciones o cuotas sociales.
2. Otro elaborado por uno o varios expertos independientes.

78
DERECHO DE SOCIEDADES

i.1 Informe de los expertos sobre el proyecto de fusión

Constituye una pieza de carácter técnico que está llamada a jugar un esencial papel
en la realización práctica de las fusiones, y que, al propio tiempo, puede constituir
una garantía para acreedores, socios y terceros.

Los administradores pueden pedir la designación de uno o varios expertos


independientes y distintos para que informen por separado del proyecto de fusión, o
para que el informe sea común a todas las sociedades.

El experto o expertos nombrados, cuya responsabilidad se regirá por lo dispuesto


para los auditores de cuentas, podrán obtener de las sociedades que participen en la
fusión toda clase de información y documentos que sean útiles, y proceder a todas
las verificaciones que estimen necesarias.

En el informe se hará referencia, en todo caso, a la justificación o no del tipo de


canje o relación de cambio de las acciones, participaciones o cuotas sociales, y a los
métodos seguidos para establecerlo (determinando si esos métodos son o no
adecuados, mencionando los valores a los que conducen y las dificultades especiales
de valoración, si existieran).

Además, deberán manifestar si el patrimonio aportado por las sociedades que se


extinguen es igual, por lo menos, al capital de la nueva sociedad o al aumento del
capital de la sociedad absorbente, según los casos.

ii. El balance de fusión

Entre los documentos e informes que los administradores de las sociedades


participantes deben poner a disposición de los diferentes colectivos afectados por la
realización de esta operación se encuentra el balance de fusión.

No es necesario que sea un balance especialmente elaborado para la fusión, a


manera de ejemplo, en derecho español puede ser el último balance anual aprobado,
siempre que hubiere sido cerrado dentro de los 6 meses anteriores a la celebración
de la Junta que decidirá sobre la fusión.

iii. Los acuerdos de fusión

Terminada la fase preparatoria, con un proyecto informado y un balance aprobado,


procede que cada una de las sociedades interesadas convoquen a las respectivas
Juntas Generales para acordar la operación ajustándose al proyecto de fusión.

Obviamente, en Derecho Nicaragüense, especialmente por lo que hace a las


Anónimas, la Junta General del caso deberá ajustarse a lo establecido en el Art. 262
Cc:. “Salvo disposición contraria de los Estatutos, se requiere siempre la presencia

79
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

de socios que representen las tres cuartas partes del capital, y el voto favorable de
socios presentes que representen la mitad del capital, por lo menos, para resolver
sobre lo siguiente: 3º Fusión con otra sociedad. Los socios disidentes en cuanto a las
resoluciones de los números 3º, 5º y 6º y la del numero 2º, si la prórroga no está
autorizada por los Estatutos, tienen derecho de separarse de la sociedad, exigiendo
el reembolso del valor de sus acciones en proporción al capital social, conforme al
último balance aprobado.
De este derecho sólo podrán usar los disidentes presentes en la Junta, dentro de los
tres días de la clausura de ella, y los ausentes, dentro de un mes de publicada la
resolución respectiva”.

Al hacer la convocatoria de la Junta, conviene que los administradores pongan a


disposición de los socios, para su examen en el domicilio social, lo siguiente:

1. El proyecto de fusión.
2. Las cuentas anuales auditadas con el informe de gestión de los últimos ejercicios
de las sociedades participantes.
3. Los balances de fusión.
4. Los informes de los administradores explicando y justificando el proyecto de
fusión, con especial referencia al tipo de canje.
5. Los informes de los expertos.
6. El proyecto de escritura de la nueva sociedad o de modificación de la sociedad
absorbente.
7. Los estatutos de las sociedades participantes en la fusión.
8. Los datos personales de los administradores de las sociedades.

iv. Etapa ejecutiva

La fusión es una operación esencialmente formal. Una vez acordada por todas las
sociedades interesadas, hay que cumplir ciertos requisitos de publicidad.

Así, el acuerdo de fusión “se publicará debidamente” (Art. 263 Cc.).

De hecho, “la fusión sólo tendrá efecto transcurridos que sean los tres meses desde
la publicación del respectivo acuerdo; a no ser que conste de modo auténtico que se
hayan satisfechas todas las deudas de cada una de las sociedades que tratan de
fusionarse, o que se ha puesto a la orden del Juzgado de Comercio respectivo, el
importe de dichas deudas depositado en la cajas de la compañía, o que se ha
obtenido el consentimiento de los acreedores” (Art. 264 Cc.).

Obviamente, “transcurrido el término fijado en el artículo 264, o cumplidas las otras


prescripciones del mismo, se tendrá por efectuada definitivamente la fusión, y la
sociedad que se constituya asumirá todos los derechos y obligaciones de todas las
sociedades extinguidas” (Arto. 266 Cc.).

80
DERECHO DE SOCIEDADES

Aunque la Ley no lo señala expresamente, es lógico inferir que el otro requisito es el


otorgamiento de la escritura pública de fusión o de absorción y su inscripción en el
Registro Mercantil.

iv.1 El derecho de oposición de los acreedores

Según las voces del arto. 265 Cc. “durante el plazo fijado en el artículo anterior,
puede oponerse a la fusión, cualquier acreedor de las sociedades que hayan de
entrar en la fusión.
Esta oposición suspenderá la realización de la fusión hasta que se resuelva
judicialmente”.

4. Escisión de sociedades

4.1 Noción

La escisión es un acto jurídico exactamente opuesto a la fusión, en tanto implica la


desintegración de la empresa y, eventualmente, la extinción societaria, mediante la
transmisión total o parcial de los elementos que constituyen su activo y pasivo, a
otra u otras sociedades nuevas o preexistentes .

4.2 Clases

i. En relación al cuantum de la transmisión existen dos tipos de escisión: Total y


Parcial.

En la primera se extingue necesariamente la sociedad escindida y su entero


patrimonio se divide en dos o más partes que pasan a otras tantas sociedades
beneficiarias.

En la segunda, la sociedad escindida no se extingue sino que conserva una parte de


su patrimonio, segrega el resto y lo transmite a una o más sociedades beneficiarias.

ii. Por lo que atañe a la forma de realizarla se distingue: escisión por integración y
por incorporación.

La escisión por integración se verifica cuando los bienes y obligaciones de la escindida


se transmiten a una o varias sociedades beneficiarias de nueva creación, cuyos
socios pueden ser los mismos de la escindida o personas extrañas a ella.

La escisión por incorporación o por absorción tiene lugar cuando los bienes y
obligaciones de la escindida se transmiten a una o varias sociedades beneficiarias

81
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

“preexistentes”, cuyos socios pueden ser los mismos o personas extrañas a la


sociedad escindida.

4.3 Presupuestos de la operación

i. La transmisión a las sociedades beneficiarias de las partes en que se divida el


patrimonio de la sociedad escindida se hace en bloque y por sucesión universal.

Lo normal es que en el proyecto de escisión figure una mención relativa a la


designación y el reparto precisos de los elementos del activo y del pasivo que han de
transmitirse a cada una de las sociedades beneficiarias.

ii. Como contraprestación de la atribución de los elementos patrimoniales de la


sociedad escindida a la sociedad o sociedades beneficiarias, éstas entregarán o
atribuirán a los socios de aquélla acciones, participaciones o cuotas sociales propias,
en la proporción que a cada uno corresponda según la relación o tipo de canje
establecido para cada caso en el proyecto de escisión.

Existiendo dos o más sociedades beneficiarias, la atribución a los accionistas de la


sociedad que se escinde de acciones o participaciones de una sola de ellas requiere el
consentimiento individual de los afectados.

iii. En el caso de las sociedades anónimas, lo normal es exigir que las acciones de la
sociedad que se escinde se encuentren íntegramente desembolsadas.

iv. En el supuesto de escisión total la sociedad escindida se extingue como


consecuencia de la división y atribución de su patrimonio a las sociedades
beneficiarias.

Mas es precisamente la ausencia de este efecto extintivo en la escisión parcial, lo


que permite concluir que la extinción de la sociedad escindida no es un presupuesto
necesario de la operación, ni constituye un elemento integrante de su concepto.

4.4 Fases del proceso de escisión

i. Se inicia con el PROYECTO DE ESCISIÓN redactado y firmado por los


administradores de las distintas sociedades que intervengan en la escisión (sociedad
a escindir y beneficiarias).

En él se incluirán, a parte de las que ya señalamos para la Fusión, las siguientes


menciones:
1. La designación y el reparto precisos de los elementos del activo y del pasivo que
han de transmitirse a cada una de las sociedades beneficiarias.
2. Reparto entre los socios de la sociedad escindida, o en su caso, la atribución a
dichos socios de las acciones, participaciones o cuotas sociales que les correspondan

82
DERECHO DE SOCIEDADES

en el capital de las sociedades beneficiarias, así como el criterio en que se funda ese
reparto.

ii. El proyecto debe ser sometido a INFORME TÉCNICO elaborado por expertos.

Además, en los mismos términos que señalamos en relación con el proceso de


fusión, dicho informe deberá ser sometido al conocimiento de la instancia decisoria
de la escisión.

iii. El BALANCE DE ESCISIÓN, en términos muy similares al de la Fusión, a


saber, en orden a la confección, verificación por los auditores y aprobación por la
Junta General que delibere sobre la escisión.

Recordándose siempre que la función de este balance es meramente informativa.

iv. La APROBACIÓN DEL PROYECTO DE ESCISIÓN y de los respectivos


BALANCES por las Juntas Generales de cada una de las sociedades que
intervengan en la escisión.

4.4 Formalidades

Lo lógico es que se haga en escritura pública y se proceda a la inscripción en el


Registro Público Mercantil.

Para el caso de las anónimas habrá que añadir la respectiva aprobación judicial (Cfr.
art. 213 Cc.)

4.5 La tutela de los acreedores

En algunos sistemas jurídicos la tutela de los acreedores de las sociedades


participantes en la escisión se vertebra sobre dos piezas fundamentales.

En primer lugar, el derecho de oposición a la realización de la escisión.

En nuestro sistema, nos parece que cabría la aplicación analógica del art. 265 Cc., el
cual prescribe que “durante el plazo fijado en el artículo anterior, puede oponerse a
la fusión, cualquier acreedor de las sociedades que hayan de entrar en la fusión. Esta
oposición suspenderá la realización de la fusión hasta que se resuelva
judicialmente”.

En segundo lugar, el especial régimen de responsabilidad de las sociedades participantes en


la escisión.

Este régimen se caracteriza por tres notas: se trata de una responsabilidad solidaria;
de carácter subsidiario y de extensión limitada.

83
Prof. Jesús Jusseth Herrera Espinoza

Así, al establecimiento de una responsabilidad solidaria entre las sociedades


beneficiarias de la escisión, por las deudas de la sociedad escindida; se sumará,
además, la de la propia sociedad escindida en los casos de escisión parcial,
asumiendo esta última una responsabilidad directa por el cumplimiento de la
obligación transferida.

La responsabilidad solidaria presenta la particularidad de que se activa para el resto


de las sociedades participantes en el proceso de escisión únicamente cuando se
produzca el incumplimiento de la obligación asumida por algunas de las sociedades
beneficiarias en virtud de la escisión, quedando limitada su cuantía al valor del
activo neto recibido de la sociedad escindida.

4.6 La nulidad de la escisión

Lo normal es que la acción de nulidad contra una escisión sólo pueda ser ejercitada
si la operación ya ha sido inscrita en el Registro Mercantil.

Por lo que se refiere a los efectos externos de la declaración de nulidad, es decir, las
consecuencias de la declaración sobre las relaciones mantenidas con terceros
durante el período de eficacia interina de la escisión, éstas no se verán afectadas por
la declaración de nulidad, respondiendo en su caso, solidariamente las sociedades
absorbentes participantes en la escisión del cumplimiento de las obligaciones
nacidas a su cargo que fueran objeto de reversión a la sociedad escindida por efecto
de la nulidad.

84

También podría gustarte