Tingitana en La Antiguedad Tardia Siglos Iii-Vii N PDF
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Vicente Salvatierra
Universidad de Jaén
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All content following this page was uploaded by Vicente Salvatierra on 31 March 2016.
El amplio desarrollo que en los últimos años ha expe- Presentación y los agradecimientos incluidos en el Proe-
rimentado la investigación arqueológica de los primeros mio del autor de TINGITANA.
siglos de la historia de al-Andalus, especialmente en el Sur
y Este peninsular, nos ha llevado a muchos a la convic- Por todos estos motivos, la aparición en castellano
ción de que parte de los problemas existentes y de las de una obra que intenta sintetizar, a través del análisis de
discusiones planteadas, sólo podrán resolverse adecua- la cultura material, lo que hoy se conoce de esa amplísi-
damente cuando dispongamos de un conocimiento amplio ma región, y de los procesos históricos que tienen lugar
y sistemático de lo que había sucedido en los siglos ante- entre el Bajo Imperio romano y su integración en el impe-
riores a la invasión, no sólo en la Península, sino también rio árabe, es sin duda una buena noticia, con indepen-
en la orilla Sur del Mediterráneo. Si los estudios sobre la dencia del acuerdo o desacuerdo que pueda existir con
cultura material de época visigoda van aclarando lenta- respecto al enfoque e interpretaciones del autor.
mente la situación, los procesos que tienen lugar en la
misma época entre las poblaciones de los actuales Marrue- Noé Villaverde aborda el problema desde una visión
cos y Argelia resultan en general más desconocidos, no tradicional: la discusión de si a partir de la crisis del siglo
sólo porque la investigación ha sido menor, sino sobre III del Imperio romano se había producido o no, un fuer-
todo porque buena parte de ella apenas ha conseguido te retroceso de la “romanidad” en la Tingitana. El autor
difundirse con la amplitud que sería de desear. trata de determinar si hay o no una pervivencia de la “roma-
nidad” de la provincia entre los siglos III y VII. Ello se hace
El problema básico que sigue planteando esa amplí- desde el punto de vista, igualmente tradicional en los
sima región es el de cuál era la organización social y polí- estudios europeos, de tratar de determinar que rasgos
tica de las poblaciones existentes en la zona en el momen- romanos se implantaron (ejército, estructura social urba-
to de la invasión y la conquista árabes. Ello guarda estrecha na, organización de la producción, etc.) y cuales pervivieron
relación con el nivel y extensión de las transformaciones tras la desaparición del Imperio. Se centra casi exclusiva-
logradas por los romanos –la “romanización”–; cómo se mente en el ámbito urbano y en los materiales que pue-
mantuvieron y qué nivel tenían las estructuras tribales den considerarse inequívocamente “romanos”.
beréberes; si se produjo, o no, un fuerte “resurgimiento”
de las mismas tras la crisis del Imperio, etc. En general se No obstante, como el mismo autor señala, la esca-
ha defendido que esos elementos, que apenas se defi- sez datos le ha obligado a trabajar sobre todo el con-
nen, habrían hecho divergir profundamente durante los junto de documentación existente y sobre un periodo inu-
siglos III a VII a las sociedades de las dos orillas del Medi- sitadamente largo, que en nuestro país suele dividirse al
terráneo. La cuestión es sin embargo bastante más com- menos en dos o incluso tres periodos. Este enfoque y las
plicada, ya que al menos por lo que se refiere al norte limitaciones señaladas, inevitablemente producen una obra
peninsular en los últimos años algunos autores están defen- desigual. Su hipótesis de perduración parece sólidamen-
diendo la perduración de estructuras sociales antiguas que te asentada para el periodo entre los siglos III y V, pero
se mantienen de forma no claramente explicada durante bastante menos para el resto.
el Imperio, pero que resurgen o se “recuperan” después
de las invasiones germanas. Y en el Sur está demostrada Por otro lado, la misma propuesta que defiende inclu-
la huida de campesinos del régimen económico tardo- ye considerar como muy irrelevantes a las agrupaciones
rromano y su refugio en la periferia montañosa de este, tribales: “…el poblamiento costero y de llanuras se eviden-
aunque se ha escrito muy poco acerca de la estructura cia aculturado por el exterior, mientras el poblamiento de
social que ello debió producir entre esos grupos. montañas estepas y confines costeros meridionales persiste
semi-bárbaro, aunque determinado por la romanidad. Ello
No obstante, raramente entra en la discusión la cues- implicó la simbiosis de sociedades dispares, como actualmente
tión de los desarrollos –y si son semejantes o no– del las ciudades informatizadas rodeadas de autovías y aero-
Norte de Africa, esencialmente por el desconocimiento puertos, coexisten con aldeas sin agua corriente, carreteras
que ya hemos comentado acerca de ellos. No cabe duda o electricidad, donde se hablan dialectos beréberes (…). La
de que buena parte de la responsabilidad de esta igno- conflictividad latente, que a veces la hubo, derivó del con-
rancia se debe a los propios investigadores españoles, tacto de dos ámbitos socioculturales divergentes, lo cual es
que sólo en los últimos años han empezado a interesar- una innegable constante del país hasta la actualidad. Sin
se por ellas, como se comprueba simplemente compa- embargo, apenas se señala la convergencia de intereses
rando el volumen de publicaciones sobre el tema exis- entre el medio sedentario y el medio tribal que fue posible
tente en francés y castellano, o el número de investigaciones esencialmente a partir del siglo III y durante el Bajo Impe-
realizadas en esos países, por franceses y españoles res- rio. En efecto, las elites tribales, desde el siglo II, se mues-
pectivamente, como puede percibirse con claridad en la tran afectas a la romanidad pues esta, como marco de un