Tingitana en La Antiguedad Tardia Siglos Iii-Vii N PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/286434161

TINGITANA EN LA ANTIGUEDAD TARDIA (SIGLOS III-VII). Noé Villaverde


Vega

Article  in  Arqueología y Territorio Medieval · July 2014


DOI: 10.17561/aytm.v11i1.1708

CITATIONS READS

0 295

1 author:

Vicente Salvatierra
Universidad de Jaén
35 PUBLICATIONS   83 CITATIONS   

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Vicente Salvatierra on 31 March 2016.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


TINGITANA EN LA ANTIGUEDAD TARDIA (SIGLOS III-VII)
Noé Villaverde Vega
(Real Academia de la Historia. Madrid 2001)

El amplio desarrollo que en los últimos años ha expe- Presentación y los agradecimientos incluidos en el Proe-
rimentado la investigación arqueológica de los primeros mio del autor de TINGITANA.
siglos de la historia de al-Andalus, especialmente en el Sur
y Este peninsular, nos ha llevado a muchos a la convic- Por todos estos motivos, la aparición en castellano
ción de que parte de los problemas existentes y de las de una obra que intenta sintetizar, a través del análisis de
discusiones planteadas, sólo podrán resolverse adecua- la cultura material, lo que hoy se conoce de esa amplísi-
damente cuando dispongamos de un conocimiento amplio ma región, y de los procesos históricos que tienen lugar
y sistemático de lo que había sucedido en los siglos ante- entre el Bajo Imperio romano y su integración en el impe-
riores a la invasión, no sólo en la Península, sino también rio árabe, es sin duda una buena noticia, con indepen-
en la orilla Sur del Mediterráneo. Si los estudios sobre la dencia del acuerdo o desacuerdo que pueda existir con
cultura material de época visigoda van aclarando lenta- respecto al enfoque e interpretaciones del autor.
mente la situación, los procesos que tienen lugar en la
misma época entre las poblaciones de los actuales Marrue- Noé Villaverde aborda el problema desde una visión
cos y Argelia resultan en general más desconocidos, no tradicional: la discusión de si a partir de la crisis del siglo
sólo porque la investigación ha sido menor, sino sobre III del Imperio romano se había producido o no, un fuer-
todo porque buena parte de ella apenas ha conseguido te retroceso de la “romanidad” en la Tingitana. El autor
difundirse con la amplitud que sería de desear. trata de determinar si hay o no una pervivencia de la “roma-
nidad” de la provincia entre los siglos III y VII. Ello se hace
El problema básico que sigue planteando esa amplí- desde el punto de vista, igualmente tradicional en los
sima región es el de cuál era la organización social y polí- estudios europeos, de tratar de determinar que rasgos
tica de las poblaciones existentes en la zona en el momen- romanos se implantaron (ejército, estructura social urba-
to de la invasión y la conquista árabes. Ello guarda estrecha na, organización de la producción, etc.) y cuales pervivieron
relación con el nivel y extensión de las transformaciones tras la desaparición del Imperio. Se centra casi exclusiva-
logradas por los romanos –la “romanización”–; cómo se mente en el ámbito urbano y en los materiales que pue-
mantuvieron y qué nivel tenían las estructuras tribales den considerarse inequívocamente “romanos”.
beréberes; si se produjo, o no, un fuerte “resurgimiento”
de las mismas tras la crisis del Imperio, etc. En general se No obstante, como el mismo autor señala, la esca-
ha defendido que esos elementos, que apenas se defi- sez datos le ha obligado a trabajar sobre todo el con-
nen, habrían hecho divergir profundamente durante los junto de documentación existente y sobre un periodo inu-
siglos III a VII a las sociedades de las dos orillas del Medi- sitadamente largo, que en nuestro país suele dividirse al
terráneo. La cuestión es sin embargo bastante más com- menos en dos o incluso tres periodos. Este enfoque y las
plicada, ya que al menos por lo que se refiere al norte limitaciones señaladas, inevitablemente producen una obra
peninsular en los últimos años algunos autores están defen- desigual. Su hipótesis de perduración parece sólidamen-
diendo la perduración de estructuras sociales antiguas que te asentada para el periodo entre los siglos III y V, pero
se mantienen de forma no claramente explicada durante bastante menos para el resto.
el Imperio, pero que resurgen o se “recuperan” después
de las invasiones germanas. Y en el Sur está demostrada Por otro lado, la misma propuesta que defiende inclu-
la huida de campesinos del régimen económico tardo- ye considerar como muy irrelevantes a las agrupaciones
rromano y su refugio en la periferia montañosa de este, tribales: “…el poblamiento costero y de llanuras se eviden-
aunque se ha escrito muy poco acerca de la estructura cia aculturado por el exterior, mientras el poblamiento de
social que ello debió producir entre esos grupos. montañas estepas y confines costeros meridionales persiste
semi-bárbaro, aunque determinado por la romanidad. Ello
No obstante, raramente entra en la discusión la cues- implicó la simbiosis de sociedades dispares, como actualmente
tión de los desarrollos –y si son semejantes o no– del las ciudades informatizadas rodeadas de autovías y aero-
Norte de Africa, esencialmente por el desconocimiento puertos, coexisten con aldeas sin agua corriente, carreteras
que ya hemos comentado acerca de ellos. No cabe duda o electricidad, donde se hablan dialectos beréberes (…). La
de que buena parte de la responsabilidad de esta igno- conflictividad latente, que a veces la hubo, derivó del con-
rancia se debe a los propios investigadores españoles, tacto de dos ámbitos socioculturales divergentes, lo cual es
que sólo en los últimos años han empezado a interesar- una innegable constante del país hasta la actualidad. Sin
se por ellas, como se comprueba simplemente compa- embargo, apenas se señala la convergencia de intereses
rando el volumen de publicaciones sobre el tema exis- entre el medio sedentario y el medio tribal que fue posible
tente en francés y castellano, o el número de investigaciones esencialmente a partir del siglo III y durante el Bajo Impe-
realizadas en esos países, por franceses y españoles res- rio. En efecto, las elites tribales, desde el siglo II, se mues-
pectivamente, como puede percibirse con claridad en la tran afectas a la romanidad pues esta, como marco de un

AyTM 11.1, 2004 181


imponente mercado, ofrecía importantes márgenes de bene- y romano y después sobre el visigodo, aunque sin duda
ficios socio-cuturales y económicos” (p. 372). Pero todas estas esa no era la intención de quienes empezaron esos estu-
afirmaciones se hacen sin analizar los materiales de esas dios hace ya casi dos siglos. Pero sí es el resultado actual,
agrupaciones tribales, ni tener apenas en cuenta su estruc- basta recordar para ello que la historia de los iberos, con-
turación, y como se transformaron, o resistieron (pp. 46- siderados como un pueblo cuya existencia empezó antes
47; 317-319). de la existencia de la propia Roma, que tenía su propia
dinámica histórica y cuyo desarrollo ineluctable no era nece-
Es necesario recordar que esta visión tradicional de sariamente caer bajo el dominio romano, sólo ha empe-
la “influencia civilizadora” del Imperio Romano y de los zado a elaborarse en España en los últimos treinta años.
beneficios que proporcionó, olvida la función esencial-
mente depredadora que tuvo este. Por otro lado la expo- Volviendo al libro que comentamos, el capítulo de
sición apenas tiene en cuenta la radical incompatibilidad mayor interés, desde nuestra óptica, lo constituye el segun-
entre organización tribal y Estado, aunque contradicto- do: Poblamiento en Tingitana (Siglos III-VII), que por otra
riamente reconoce la divergencia sociocultural entre parte es realmente el núcleo central de la obra, y el que
ambos. Pero en la exposición no está demasiado claro la justifica. Se trata, hasta cierto punto, de una “prospec-
cómo, si son divergentes, el tribal puede obtener bene- ción sistemática” de la región, en la que tomando como
ficios socioculturales. Una cosa es que las entidades tri- unidad de trabajo las áreas geográficas (Campiña de Tán-
bales tuvieran que amoldarse todo lo posible ante la ger, valles de los ríos, y las diversas zonas costeras del
imposibilidad destruir a dicho Estado, y otra que encon- Norte), se hace acopio de todos los datos arqueológi-
traran beneficios en él. cos conocidos, vinculados de alguna forma al mundo
romano y tardorromano. Enorme esfuerzo, de recopila-
Por otro lado, las referencias al mundo tribal pare- ción de materiales y bibliografía, al que hay que añadir
cen ser poco más que el reconocimiento de la eviden- los apéndices sobre material arqueológico, que hasta
cia de que ese mundo existió, ya que va aparecer con ahora estaba bastante disperso, y buena parte en publi-
fuerza frente a los árabes. Pero falta totalmente un estu- caciones no siempre accesibles.
dio sobre ellos semejante al que se hace sobre los ele-
mentos romanos. Ello no es obviamente achacable al El autor concluye que se produjo una perduración
autor, pero sí debe tenerse en cuenta que las afirmacio- en el tiempo de la mencionada “romanidad”, con diver-
nes acerca de las relaciones entre el mundo tribal beré- sas etapas, y un lento pero constante retroceso, pero
ber y el romano en la zona se siguen basando en gran aún vigente en el momento de la conquista árabe. Sería
medida, ahora como hace cincuenta años, en lo que cada por tanto un proceso paralelo al devenir histórico en la
autor cree que ocurrió. Península Ibérica, con la existencia de una continuidad en
las relaciones entre ambas orillas del Mediterráneo, y
En consecuencia, puede discutirse el planteamiento denuncia que la idea de una neta separación entre ambas
de Noé Villaverde desde varios puntos de vista –teóri- es el resultado “del devenir histórico reciente. El Estrecho
cos, ideológicos, arqueológicos, etc.–, pero lo cierto es de Gibraltar configura hoy una barrera social y económica,
que probablemente, en el actual nivel de las investigaciones entre dos mundos separados por tradiciones culturales y reli-
en la zona, quizá resulte más fácil determinar que era “lo giosas, cuya oposición remontan a la época medieval” (p.371).
romano”, ya que puede compararse con lo existente en
el resto del Imperio, y a partir de ahí, identificar lo pro-
piamente indígena. Por otro lado este ha sido el proce-
so de la investigación en España sobre el mundo ibérico Vicente Salvatierra Cuenca

182 AyTM 11.1, 2004

View publication stats

También podría gustarte