Evaluar El Mundo Social PDF

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‘’ACTITUDES: EVALUAR EL MUNDO SOCIAL’’

Angie Tatiana Ávila Sarmiento ID: 698097

Juana Valentina Barrera López ID: 698603

Rubén Santiago Contreras Carrillo ID: 702706

Ana Sofia Fernández Cristancho ID: 714255

Nancy Dayana Lucumi Benites ID:527139

Docente: Ana Cecilia Salamanca Limas

Corporación Universitaria Minuto de Dios

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Psicología

Bogotá-Sede Principal Calle 80

2020
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Los psicólogos sociales utilizan el término ‘’actitudes’’ para referirse a aquellos

aspectos que enmarcan cualquier talante que se pueda reflejar en el mundo social, aquí

encajan perfectamente las reacciones favorables o desfavorables que tenemos hacia diversos

temas, ideas, personas, grupos sociales e incluso objetos. Cabe resaltar que no siempre las

actitudes reflejan la esencia de nuestro comportamiento, es aquí cuando traemos a colación el

término ‘’ambivalencia’’, este hace referencia a las evaluaciones que a menudo hacemos del

mundo en general y que no siempre resultan parciales, en ocasiones se fusionan y es posible

tener una valoración tanto positiva como negativa de un tema específico. Cuando las

actitudes son ambivalentes resultan difíciles de cambiar e incluso no cambian durante largos

periodos de tiempo.

Los psicólogos sociales consideran que todas las actitudes que demuestra el ser

humano son aprendidas y conservan parte fundamental de los factores genéticos, cabe resaltar

que las actitudes tienen diferentes funciones y resultan útiles en diversos sentidos.

Algunas actitudes que refleja el ser humano son adquiridas mediante el proceso de

aprendizaje social. Un claro ejemplo de esto es el ‘’condicionamiento clásico o aprendizaje

basado en la asociación’’, el ser humano aprende que cuando el primer estímulo aparece, el

segundo le seguirá pronto, los individuos consideran al primer estímulo como una señal ante

la presentación del segundo estímulo, ante estos estímulos se puede formar una valoración

positiva o negativa con base a aquellos prejuicios anteriormente denotados. Este tipo de

condicionamiento también da cabida al condicionamiento subliminal de las actitudes, el

sujeto puede ser sometido a estímulos aun cuando estos están por debajo de su umbral de

atención.

El condicionamiento instrumental, esta es una forma de adquirir puntos de vista que

son denominados ‘’correctos’’ mediante refuerzos que son otorgados a respuestas que

generen un resultado positivo.


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El aprendizaje observacional es la manera que tiene el individuo de aprender a través

del ejemplo, este proceso sucede cuando los individuos adquieren diversas formas de

comportamiento mediante la observación de las acciones o conductas de las demás personas.

La comparación social y formación de actitudes es considerada una base para el

aprendizaje observacional y básicamente es un proceso en el cual un individuo se compara

con otro para determinar si su pensamiento y actitudes son las adecuadas con base al entorno

social.

Contrario a lo que se cree popularmente, los estudios realizados en gemelos idénticos

sugieren que algunas actitudes y/o comportamientos son heredables, la lectura sugiere que

aquellas actitudes que son relacionadas con diversas preferencias como la música o la comida

pueden estar influidas por factores genéticos, por el contrario, las actitudes que están

relacionadas con temas de pensamiento complejo y abierto están influidas por la cognición

propia de cada ser humano único e individual. Las actitudes que son heredables resultan más

difíciles de moldear que aquellas que no lo son.

Las actitudes son consideradas como reacciones casi automáticas hacia el mundo

exterior, estas pueden ser positivas o negativas, sin embargo, las actitudes también cumplen

otras funciones tales como: apoyo para interpretar y procesar la información, son las

encargadas de mezclar nuestras percepciones y pensamientos sobre diversos temas con base a

las actitudes y/o pensamientos de los demás individuos, aunque estos puedan resultar

sospechosos y poco confiables. Prácticamente, las actitudes nos ayudan a brindarle un sentido

a nuestro mundo social, sin embargo, no siempre nos brinda las herramientas necesarias para

distinguir y actuar en una línea rígida entre el bien y el mal.

Las actitudes nos permiten expresar de forma abierta nuestras creencias, también nos

permiten incrementar nuestra autoestima, ayudándonos a mantener nuestros sentimientos de


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confianza hacia nosotros mismos, pero hay que tener cuidado de no dejarnos llevar por el

egocentrismo.

Algunas actitudes también sirven como autodefensa, ya que estas pueden proteger a

las personas de información no deseada acerca de ellos mismos, por ejemplo, los protege de

no reconocerse a sí mismos como seres llenos de prejuicios.

Por último, pero no menos importante, las actitudes también cumplen una función de

motivación, ayudan al individuo a causar una buena impresión, si las actitudes de un

individuo cumplen esta función, pueden causar un impacto fuerte en el procesamiento de la

información social. La lectura señala que cuanto mayor sea la motivación de causar buena

impresión, mayor será la probabilidad de que los individuos formulen nuevos argumentos a

favor de ellas.

Al final de la década de los sesenta, se pensaba que las actitudes influyen de gran

manera a la conducta, pero al realizar investigaciones al final de la misma década, dio como

resultado todo lo contrario, es decir, que la relación de estas eran muy frágiles.

LaPiere en 1934, realizó un estudio donde se evidenció con una pareja china que las

actitudes no influyen en la conducta, ya que esta pareja al realizar un viaje extenso, se

alimentaban en varios restaurantes y dormían en varios hoteles y moteles, donde en la

mayoría de estos decían en una encuesta que no atendían a personas provenientes de China,

pero al llegar esta pareja los atendieron amablemente sin algún rechazo. Por lo cual se puede

evidenciar que efectivamente la relación entre actitud y conducta es muy débil.

Así mismo, podemos encontrar algunos factores que nos dificultan en varias

ocasiones poder expresar nuevas actitudes, esto se ve reflejado, por ejemplo, cuando

pensamos algo distinto a lo que decimos tal vez por pena o por no incomodar a los demás,

pero en muchas ocasiones no se dice lo que se piensa.


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Existen varios aspectos propios de las actitudes, las cuales son:

• Orígenes de las actitudes: las actitudes que se forman a partir de la

experiencia son más fácil de recordar, aumentando la conducta, a diferencia de aquellas

conductas formadas de forma indirecta.

• Fuerza de la actitud: aquí el término “fuerza” cuenta con varios componentes,

entre ellos “intensidad”, es decir, la cantidad de reacción emocional ejercida por la actitud,

también se encuentra la “importancia “o también llamado el “interés concedido”, es aquella

en la que el sujeto se preocupa y está implicado en ella, y la “accesibilidad”, que es la

facilidad de recordar las situaciones.

• Especificidad de la actitud: es aquella en que las actitudes están centradas en

situaciones concretas y no a nivel general.

Por consiguiente, según evidencias anteriores es posible afirmar que las actitudes si

afectan la conducta, pero estas dependen de varios factores y “restricciones situacionales”.

Es importante comprender el ¿cómo influyen las actitudes sobre el comportamiento?,

como se ha visto anteriormente, los psicólogos sociales han estudiado el cómo las actitudes

intervienen sobre la conducta, y es que existen diferentes factores básicos a través de los

cuales se moldean la conducta, y uno de estos es “Actitudes, pensamiento razonado y

comportamiento”, esta se divide en dos, el primero es aquel en que se piensa de manera

cuidadosa y consciente de las actitudes y el otro es sobre las implicaciones sobre la conducta.

Para comprender mejor, se relaciona la “teoría de la acción razonada” o su versión

actualizada “teoría de la conducta planeada”, realizada por Ajzen y Fishbein (1980, Ajzen,

1991). En esta teoría se propone el comprometerse con una conducta en particular “es el

resultado de un proceso racional”, guiado hacia un objetivo de forma lógica, donde se toma

la decisión de actuar. Esta decisión se guía por “intenciones conductuales”, las cuales son

fundadas en cómo actuaremos en otras situaciones. Así mismo, estas situaciones se dividen
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en dos factores “actitudes hacia la conducta”, las cuales son “evaluaciones positivas o

negativas” de ejercer la conducta y por “normas subjetivas”, en la cual están las

percepciones de si los demás aceptan o no la conducta dada.

Otro factor es “Actitudes y reacciones inmediatas de comportamiento”, este es aquel

que dependiendo de la situación actuamos de forma inmediata y directa. Aquí, se podría

mencionar la teoría “modelo del proceso ‘de-la-actitud-a-la-conducta”, el cual es un modelo

que refleja el cómo las actitudes manejan el comportamiento, se reúnen en esta teoría lo que

es apropiado ante una situación e influye en nuestro comportamiento.

Como psicólogos sociales debemos atender a una serie de estrategias de cómo las

personas procesan la información, por esta razón se estudian estos procesos en habilidades

como la persuasión. Los medios de comunicación en los que estamos cotidianamente nos

atacan constantemente con empeño por cambiar nuestras actitudes, y llega a ser

impresionante cuantos intentos de persuasión terminan convirtiéndose en victoriosos.

La persuasión se ha convertido en un arma poderosa para el manejo de la sociedad, de

acuerdo con esto se ha llegado a concluir que las cualidades más importantes para un buen

empeño en la persuasión consisten en la buena comunicación y la disposición de la audiencia,

pero para la psicología social no es suficiente información así que se ha empeñado en el

desarrollo del estudio de esta habilidad.

El estudio de la persuasión se divide en 2 etapas los cuales serán divididos como

enfoque, el enfoque tradicional en el cual la clave fue “¿quién dijo?, ¿a quién lo dijo? y ¿qué

efecto tuvo?’’ y de este modo se llegó a evidenciar una serie de constantes resultados en el

uso de la persuasión como lo son:

Podemos ver a los comunicadores que son los que a simple vista parecen creíbles y

tienen un buen manejo del tema y de las palabras.


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· El ser atractivos de alguna manera y ser un comunicador (Quien emite el

mensaje), tienen mayor poder de impacto persuasivo que un sujeto poco atractivo igualmente

comunicador. Y es por eso por lo que el concepto de la belleza tiene mucho interés a la hora

de una acción comunicativa.

· Cuando un mensaje no manifiesta como intención principal cambiar la actitud de

un sujeto suele tener mejor efecto que cuando el mensaje si tenía estas intenciones.

· En ocasiones la distracción es un factor importante en el buen desarrollo del arte

del persuadir, puesto que los sujetos se hacen más dóciles al haber sucesos externos en medio

del hecho al que le estén prestando atención.

· Una persona que tenga un manejó rápido de palabras es más persuasivo que una

que no.

· El miedo es un sentimiento que se puede usar a favor a la hora de querer

persuadir pues este sentimiento genera fuertes emociones que conducen a seguir fácilmente a

quien persuade.

Este enfoque ofrece el ‘’qué pasa’’ pero no el “cómo”, por esta razón se procede al

enfoque cognitivo.

El enfoque cognitivo se basa en las formas en que se procesa la información, en el

caso de la persuasión se encontró que se procesa de 2 formas, mediante un procesamiento

sistemático o mediante un procesamiento heurístico.

El procesamiento sistemático es un tipo de procesamiento gradual y arduo que

implica un gran esfuerzo mental de parte del receptor para que el mensaje sea efectivo y uno

de sus principales factores es la motivación. Por otro lado, encontramos el procesamiento

heurístico, es un tipo de procesamiento más simple, práctico y que hace uso de atajos
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mentales, de este modo logra que el sujeto haga asociaciones con conceptos predeterminados

para lograr una persuasión automática.

Si algo cabe recalcar es que el ser humano es resistente a las persuasiones que se les

aplican pues de no ser así las decisiones tomadas hacia una gran variedad de temas estarían

en un constante cambio, lo que lleva a una pregunta que es, ¿Que nos permite ser difíciles de

comprar? Donde se pone en evidencia el cómo nos resistimos ante dicha presión y no solo

eso ,sino que es tanta que se busca hacer lo que sea para crear posturas opuestas adoptando

una conducta llamada la reactancia.

dichas presiones y conductas al crear tanta presión sobre un individuo lo que logra

causar es un cambio de actitud negativo el cual consiste en cambiar la emoción que se

presentaba en el momento por una totalmente contraria. Dando esto da base a que se aplique

la reactancia hacia cualquier intento de lo que se puede considerar una privación de la

libertad y haciendo que cualquier intento de persuasión falle.

Ante esto existe una técnica llamada advertencia la cual consiste en la capacidad de

poder percibir cuando se quiere hacer un intento de persuasión antes de que este actúe sobre

nosotros, lo que da tiempo a formular argumentos, información y los materiales suficientes

para hacerles contra a dichos fines de convencimiento y así bajando la probabilidad de que

estos logren su cometido.

También podemos encontrar otra llamada la evitación selectiva que consiste en el

poder seleccionar y tomar la determinación de que consideramos apto para ver, recibir

escuchar y entre otros o no; con el fin de evitar el contacto con lo que se sabe que pueda ser

un intento de persuasión y donde hay una principal afectación que es cuando estas se

presentan con algo que resulta significativo o de gran atención para quien recibe la

información presentado lo que se le llama como la exposición selectiva. La presencia de esta


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selectividad puede hacer que nuestras actitudes se mantengan por mayores periodos de

tiempo.

También se puede hacer uso de la defensa activa de nuestras actitudes lo cual cobra

sentido una vez que usemos nuestros puntos de vista de apoyo para crear argumentos que

tengan fuerza en contra de la persuasión propuesta, ya que al verse afectados los ideales que

tiene la persona, está presta más atención con el fin de hacerle oposición y resistencia en

defensa a lo que piensa haciendo casi nula el argumento dado para convencerle.

Por último, podemos agregar la asimilación sesgada que consiste en evaluar la

información contraria a nuestras posturas como menos convincentes y confiables: y la

polarización de la actitud que es cuando se tiende a evaluar la información y la evidencia con

el fin de hacer más fuertes nuestras posturas, haciendo de estos dos procesos un constante

fortalecimiento de nuestras ideas que permiten debilitar y rechazar las persuasiones

propuesta.

Desde la Psicología Social, el término de disonancia cognitiva suele ser estudiado

como un aspecto subjetivo que conforma lo objetivo y/o general, pues se enfoca en

conceptualizar las actitudes que son inconsistentes con la conducta misma, es decir, ciertas

acciones no son coherentes con un comportamiento específico, lo cual genera un malestar

individual. Un ejemplo de este concepto es cuando un amigo o persona conocida obtiene algo

que anhelamos inherentemente, ya sea un automóvil o un teléfono celular nuevo, sin

embargo, para no herir a los otros tendemos a “felicitar” u “aludir” a los demás a pesar de que

nuestras intenciones y expresiones sean de índole negativo y pesimista. Es así como, se

desenvuelve la incógnita de las disonancias cognitivas, que se basan en un egoísmo e

individualismo marcado por el dulce toque del altruismo de orden social. Pero ¿cuáles son las

formas directas e indirectas para reducir la disonancia cognitiva?


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Según Barón y Byrne (2005), en sus orígenes la disonancia se dividía en tres aspectos

importantes y esenciales como enfoques directos que enfatizaban en la reducción de esta

misma:

1. Se pueden modificar y/o trasformar las actitudes o conductas para que sean

más equilibradas entre ellas mismas.

2. Se puede reducir la disonancia cognitiva adquiriendo nueva información que

fundamente directamente las actitudes y las conductas establecidas.

3. Se puede decidir que la inconsistencia no es algo de interés, es decir, que no

posee implicaciones en la trivialización.

Sin embargo, ante este enfoque directo surge por parte de los estudios de Steele (1988)

las técnicas indirectas que se encuentran implicadas en la reducción de sentimientos

negativos y/o desagradables generados por la disonancia, pero permitiendo la discrepancia

entre las actitudes y la conducta que es similar a la autoafirmación. Es así como, se plantea la

idea de atribuir aspectos positivos y/o agradables de sí mismos y realizar acciones que

confirmen lo anterior para permitir una reducción de la disonancia de forma individual y

concreta. Sin embargo, este no es el único método indirecto eficaz para disminuir la

disonancia, pues cualquier actividad o acción puede reducir y/o disminuir esto, ya sea por la

realización de actividades que requieran de nuestra absoluta concentración y atención.

Por otra parte, un aspecto que ha de analizarse es con respecto a sí todas las personas

son aquejadas y susceptibles a las disonancias cognitivas y el por qué sucede de forma

abrupta. En efecto, esto se refiere al hecho de que las disonancias crecen desmesuradamente

desde una perspectiva individualista donde el ser humano posee por desgracia el defecto de

sentir envidia y codicia por el bienestar de sus semejantes. Sin embargo, al sentir esas
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inconsistencias que lastiman psicológicamente al individuo, surge el principio de la

moralidad, el cual surge desde las relaciones sociales que dictaminan ciertos

comportamientos por aquello que se denomina correcto y sutil. Es allí, donde se encuentra la

ejemplificación del “self” que según Barón y Byrne (2005), se basa en el egocentrismo en

diversas culturas.

En la cultura occidental, las personas tienden a ser más individualistas, a pensar de

forma autónoma y egocéntrica al solo satisfacer sus necesidades y deseos, sin embargo, en la

cultura oriental, las personas enfatizan en las necesidades colectivas y sociales de forma

empática. En concreto, el estudio de estas diferencias culturales se basa en el estudio de

Heine y Lehman (1997), que concluye que los factores culturales influyen en el

funcionamiento de la disonancia (Barón y Byrne, 2005).

No obstante, desde la Psicología Social se estudian diversas ocasiones de la vida

diaria que poseen una serie de inconsistencias sobre las actitudes reales, esto refiere a que

dichas situaciones como las que incluyen la condescendencia inducida (que se basa en

expresar o hacer cosas de forma contraria a los puntos de vista reales) (Barón y Byrne, 2005).

La disonancia y el efecto menos lleva a más, desde la teoría de la disonancia que

ofrece una respuesta inesperada como lo define Barón y Byrne (2005), se refiere a que la

disonancia será mayor cuando se tienen pocas razones para inferir en una discrepancia entre

la actitud y la conducta, es decir, el cambio de las actitudes de los individuos puede

ocasionarse al suministrar los suficientes recursos para hacer que se involucren en una

discrepancia entre la actitud y la conductas. “Razones adicionales o recompensas más allá de

este nivel reducirán la disonancia —y, por tanto, el cambio de actitud—.” (Barón y Byrne,

2005, p. 155).
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Según lo anterior, uno de los estudios que investiga este concepto es en el que se

ofrece a los individuos una suma de dinero para que comenten a otros que algunas tareas que

realizan son interesantes cuando en realidad, son aburridas. En efecto, aquellas personas a las

que se les pidió otorgar una pequeña recompensa a un desconocido manifestaron un mayor

agrado por las tareas que aquellos a los que se ofreció una recompensa mayor (Festinger y

Carlsmith, 1959).

Este efecto, aunque ha sido confirmado en diversas ocasiones, no sucede bajo todas

las condiciones y parámetros, ya que solo sucede en:

1. Situaciones en que las personas pueden elegir entre realizar o no una tarea

discrepante con la actitud.

2. Recompensas pequeñas que conducen a una mayor transformación y/o

modificación en la actitud en que las personas se responsabilizan de la acción

escogida y sus efectos o consecuencias.

3. La percepción de las personas que reciben un pago por sus servicios y

esfuerzos.

En resumen, las disonancias cognitivas pueden surgir de forma general en la

población, pero de forma subjetiva y condicionada, es decir, las discrepancias entre la actitud

y la conducta se origina desde un contexto o cultura especifica que determina ciertos aspectos

psicológicos del individuo para generar juicios con respecto a su entorno, sin embargo, dichas

discrepancias pueden ser influenciadas por una recompensa y percepciones individuales sobre

sí mismo.
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Referencias:

Barón, R. y Byrne, D. (2005) Psicología Social. Pearson Educación S.A. : Madrid. Relatoría

de la lectura. Recuperado de:

https://ayudacontextos.files.wordpress.com/2018/04/psi-social.pdf

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