Tema 5 (2034)
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5. EL MEDIEVO Y EL
RENACIMIENTO
1. El paradigma medieval del historiador
En la Europa Medieval, los túmulos y los monumentos megalíticos eran objeto de interés local, y en
ocasiones los clérigos hacían recopilaciones de los cuentos populares que a ellos se referían. Pocos de
estos monumentos escaparon al saqueo realizado por señores o siervos con el convencimiento de que
había tesoros (en Inglaterra), en España es el el XVII (D. Pedro Vázquez
de Orxás obtuvo el derecho de excavar las mámoas para obtener sus
riquezas).
3. La humanidad fue creada por Dios, se pensaba, en el Jardín del Edén, situado en el Próximo
Oriente. Expulsados de allí se extendieron por el mundo y sufrieron el diluvio de Noé. En la
segunda diáspora se habría producido la diferenciación de lenguas impuesta por Dios tras su
presunción de haber construido la Torre de Babel. Siempre se intentó buscar un vínculo entre
Europa y el Próximo Oriente.
4. Se considera como algo natural que el modelo establecido de conducta humana degenerase.
5. La historia del mundo se interpreta como una sucesión de eventos únicos. Entre las intervenciones
periódicas de Dios, los asuntos humanos continúan su curso de forma estática o cíclica.
Durante la Edad Media, el interés por los restos materiales del pasado fue mucho más restringido
que durante época clásica, estando limitado a la colección y conservación de reliquias sagradas.
Esto no estimuló en absoluto el desarrollo de un estudio sistemático de los restos materiales del
pasado, pero la visión que de este se tenía constituyó el punto de partida conceptual a partir del
cual se desarrollaría en Europa el estudio de la arqueología, cuando las condiciones sociales
cambiasen.
Los enfoques de estos intelectuales reflejaban generalmente los intereses de una nueva nobleza y una
naciente burguesía, de cuyo mecenazgo dependían. Aunque la utilización de
precedentes históricos que justificasen las innovaciones hunde sus raíces en el
pensamiento de la Edad Media, es en estos momentos cuando la búsqueda de
precedentes se hace más intensa, cosa que permite la constatación de que la
vida social y cultural de aquel tiempo no se parecía en nada a la de la antigüedad
clásica.
Como consecuencia de este proceso, los textos históricos y literarios referidos a la antigüedad,
desconocidos o poco estudiados en la Europa occidental desde la caída del Imperio romano, se van
haciendo más familiares, y los investigadores van cayendo en la cuenta de que el pasado es algo muy
diferente del presente, de que cada época ha de ser estudiada según sus propias premisas, y de que el
pasado no puede ser juzgado a partir de los modelos del presente.
Los logros culturales de Grecia y Roma se interpretaban como una evidencia que apoyaba la degeneración
cultural producida desde aquel tiempo, visión que a su vez reforzaba el concepto cristiano tradicional sobre
la historia humana. El objetivo de los estudiosos renacentistas era comprender e intentar emular lo
mejor posible los gloriosos logros de la antigüedad. En un principio no se creía que, en su estado de
degeneración, los seres humanos pudieran abrigar alguna esperanza sobre la consecución de logros
semejantes. Sólo había una esfera en la que el hombre, sin lugar a dudas, había superado a la antigüedad,
y era en la posesión de una religión basada en revelaciones divinas, y eso era lo único que importaba.
La influencia de las obras antiguas reunidas en estas colecciones ejerce en los artistas de la época una
gran influencia y en los talleres de Mantegna o de Rafael los modelos clásicos serán los modelos de las
recreaciones Renacentistas.
Los mejores artistas del Renacimiento marcharon a Roma para estudiar y medir los monumentos de
arquitectura antigua, para descubrir en las ‘grutas', es decir, en los restos de los edificios sepultados, las
pinturas que luego serán imitadas en los 'grutescos'.
En Alemania fue clave el redescubrimiento en 1451 de la obra de Cornelio Tácito (56-120 d.C.) Germania,
que contenía una detallada descripción de las costumbres de los antiguos germanos, pues llevó a los
investigadores a utilizar fuentes clásicas y no leyendas medievales para sus estudios de historia antigua.
En 1616 se publica el primer estudio, basado también en la investigación de restos materiales de Philip
Klüver (1580-1622), Germaniae Antiquae.
Entre finales del XVI y principios del XVII aumentan las grandes colecciones:
• Los Ludovici una gran colección que actualmente puede verse en el Museo de las Termas.
En el XVII se considera que nace la Arqueología Cristiana con Bogio que publica su Roma sotterranea.
El pensamiento humanístico del s. XVI abogó por un coleccionismo a la medida del individuo, que
abarcara la mayor parte de materiales chocantes, valiosos y anómalos en el espacio reducido del gabinete
de curiosidades o maravillas. Se concibieron a modo de sedes de experimentación y divulgación del
saber, como si fueran manifestaciones microscópicas del mundo conocido, nada que ver con la
manera de los museos posteriores instituidos para saborear tesoros y obras de arte.
No es de extrañar que uno de los hitos que marcaron el principio de la Edad Moderna fuese el encuentro
de Occidente y el continente americano en 1492. Estos gabinetes de las maravillas se fraguaban en una
Europa que averiguaba que otras culturas, otras vidas, otros valores, remotos en el espacio y en el tiempo,
cohabitaban en un mundo paulatinamente menos estrecho.
Las investigaciones etnográficas durante el Renacimiento estuvieron al orden del día, y ciertamente
allanaron el camino al desarrollo de métodos arqueológicos, los objetos exóticos del Nuevo Mundo se
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
coleccionaban en los gabinetes para explicar esa civilización. ¿Eran descendientes de Adán, delos
fenicios, egipcios, romanos o judíos? Así los gabinetes ofrecían la cultura material, que cotejada con la de
los pueblos conocidos, desvelaba la clave de los orígenes de las civilizaciones aborígenes, su historia, su
religión, su sociedad…. Cualquier elemento que se diferenciara de las antigüedades clásicas se
amontonaba junto a las muestras de Egipto, ya que los estudiosos buscaban un punto de conexión entre
los jeroglíficos del Nilo y la escritura azteca.
Las cámaras de las maravillas, típicas de la edad Barroca, se eclipsaron con la Ilustración. En
Europa se desató una pasión por coleccionar piezas originales de Roma, y ante la falta de la riqueza de
tallas originales de la que disfrutaban los italianos se contentaron con importar copias, vaciados en yeso y
en bronce, que irradiaban la esplendidez de la teatralidad antigua en sus Cortes.
Pero contrastando por el interés por estas antigüedades al mismo tiempo se llevan a cabo grandes
destrucciones de monumentos: el Coliseo fue utilizado como cantera para la construcción de edificaciones
de Pío II, se saquearon los Foros, las Termas de Diocleciano, se destruyó el templo de Minerva en el Foro,
la cubierta de bronce original del Panteón es mandada arrancar por el papa Urbano VIII, …
A pesar de ello, en Florencia, Cosimo de Medici atrajo a maestros de griego y coleccionó manuscritos en
el Palazzo Medici, incluso patrocinando una academia a semejanza platónica en el cual se debatía de
literatura, historia y pensamiento helenos.
Había algunos aventureros y anticuarios italianos interesados en el legado del mundo clásico griego, hubo
intentos de elaborar una cartografía histórica del Egeo, Cristóforo Buondelmonti (1386- 1430), que viajó
por todas las islas griegas. Era importante conocer la geografía marítima del Mediterráneo, sobre todo de
interés político y comercial.
de Trastámara a la corte de los mogoles Tamerlán en 1403. Las noticias transmitidas en sus relatos eran
poco fidedignas, así que hasta el s. XIX, con el auge del fenómeno orientalista, zonas de Asia Menor serán
profundamente desconocidas, en su geografía e historia y arqueología.
La figura que merece atención es el noble romano Pietro della Valle (1586-
1652), que hizo un viaje de 10 años comenzando hacia 1614, desde
Constantinopla a Egipto, Israel, Arabia, Persia y la India. En Egipto llegó a
excavar un hipogeo en Saqqara donde extrajo un sarcófago con una pareja
de esposos. Introdujo por primera vez en Europa en su retorno a Roma, un
conjunto de tablillas cuneiformes conseguidas en Ur y
Babilonia. Pero sólo García de Silva y Figueroa,
embajador de Felipe III en la Corte de Shah Abbas el
Grande en Persépolis asimiló el cuneiforme a una forma
de escritura desestimando que los signos fueran sólo un
adorno palaciego.
En un principio el descubrimiento de grupos humanos que no sabían trabajar los metales y practicaban
costumbres totalmente contrarias a las enseñanzas cristianas pareció confirmar la tradicional visión
medieval de que aquellos grupos que se habían alejado más del Próximo Oriente, la cuna de la humanidad,
eran los que más lejos se hallaban de la revelación divina y, por tanto, los más degenerados moral y
tecnológicamente.
Pero gradualmente se empezó a tomar conciencia de estas gentes y de su tecnología, naciendo una visión
alternativa, que, entre otras cosas, sirvió para esbozar paralelos entre esos pueblos primitivos 'modernos'
y los pueblos prehistóricos que habían habitado Europa. Pero aún tenía que pasar mucho tiempo para que
se aceptara esta comparación de forma general y aún más para que se desarrollaran todas sus
implicaciones.
El primer paso en este proceso se dio cuando los investigadores empezaron a considerar la idea de que
los instrumentos de piedra hallados en Europa se debían a la manufactura humana y no a causas naturales
o sobrenaturales. Hasta el s. XVII, los cristales, los fósiles animales, los instrumentos de piedra y otros
objetos de piedra tallada se habían considerado como fósiles en general.
El geólogo italiano Georgius Agricola (Georg Pawer: 1494-1555) expresó la opinión de que los
instrumentos de piedra tuviesen muy probablemente un origen humano, mientras que Michel Mercati
(1541-1593), superintendente de los Jardines Botánicos del Vaticano y físico del Papa Clemente VII,
sugirió en su Metallotecha que, antes de la utilización del hierro,
seguramente los utensilios de piedra habían sido ‘extraídos del más
duro pedernal para ser usados en la locura de la guerra' … En 1655,
el francés Isaac La Peyrère (1596-1676), uno de los primeros
escritores que se atrevió a poner en tela de juicio los relatos bíblicos
sobre la creación de la humanidad, adscribió las 'piedras del trueno' a
la raza 'preadamita', la cual según él había existido antes de la
creación del primer hebreo descrito en el libro del Génesis.
Georgius Agricola Michel Mercati
En Gran Bretaña, el conocimiento creciente de los pueblos nativos que poblaban el Nuevo Mundo
desembocó en una convicción cada vez mayor de que los instrumentos de piedra eran producto de seres
humanos. El anticuario Willian Dugdale (1605-1686) o el conservador del Ashmolean Museum Robert
Plot (1640-1696) atribuyeron la manufactura de tales objetos a los antiguos bretones, que emplearían
utensilios de piedra antes de aprender a trabajar los metales. Se realizaron comparaciones de
instrumentos de piedra europeos con los de los indios, habitantes de islas del Pacífico.
En Francia en 1719, Bernard de Montfaucon (1655-1741) adscribió las tumbas megalíticas con hachas
de piedra a una nación que no conocía la utilización del hierro, siguiendo las investigaciones británicas y
escandinavas de la época. Antoine de Jussieu (1686-1758) efectuó cinco años después detalladas
comparaciones entre los utensilios de piedra europeos y las piezas de interés etnográfico traídas de Nueva
Francia y del Caribe. Constató que “la gente de Francia, Alemania, y otros países del norte, si no hubieran
descubierto el hierro, se asemejarían a los salvajes de hoy día, ya que hasta entonces compartieron los
mismos instrumentos y las mismas necesidades que ellos, es decir, aserrar madera, extraer corteza, cortar
ramas, matar animales salvajes, cazar para comer y defenderse de los enemigos”.
En 1738 Kilian Stobeus (1690-1742), profesor de Historia Natural en Lund, afirmó que los implementos
de pedernal eran anteriores a los de metal, al menos en
Escandinavia y los comparó con los especímenes etnográficos de
Louisiana. En una fecha tan tardía como 1655, el anticuario Ole
Worm continuaba pensando que las hachas de piedra pulimentada
poseían un origen celestial y no se trataba de herramientas de hierro
o de piedra fosilizadas, a pesar de que poseía en su colección
ejemplos etnográficos de instrumentos de piedra procedentes del
Nuevo Mundo. Sin embargo, en el siglo XVII eran ampliamente
aceptados en Europa el origen humano de los utensilios de piedra y su considerable antigüedad.
Pero hasta el s. XIX no existió una evidencia factual que permitiese un enfoque evolucionista más plausible
que las visiones degeneracionistas. Las fuertes sanciones religiosas impuestas por los degeneracionistas
hicieron que muchos anticuarios evitasen desafiarlo.
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
- Determinados periodos históricos tienen características semejantes entre sí, aunque varíen los
detalles.
- Establece un orden en los ciclos históricos: Fuerza bruta, fuerza heroica, justicia, originalidad
deslumbrante, reflexión destructiva, opulencia, abandono y despilfarro.
- La historia no se repite, no son ciclos cerrados, más bien una espiral creciente que crea nuevos
elementos.
Su tesis sobre la distinta evolución de los periodos históricos influyó más adelante en las obras de
Montesquieu, Auguste Comte y Karl Marx.