CHARLA LLAMADO VOCACIONAL de TODO CRISTIANO
CHARLA LLAMADO VOCACIONAL de TODO CRISTIANO
CHARLA LLAMADO VOCACIONAL de TODO CRISTIANO
Les propongo centrar nuestra reflexión en aquel episodio que cambió la suerte de la
humanidad. Sin duda, uno de los relatos más bellos de la historia de la salvación porque marca un
punto de inflexión entre la transcendencia y la inmanencia de Dios, cuando Dios decide amarrarse a la
historia humana, entrar en ella, pidiendo permiso a una joven de Nazareth. Hablamos del relato de la
Anunciación (Lc 1,26-38), contemplado en la obra magistral del pintor Fray Angélico (dominico,
llamado Guido di Pietro) quien nos ofrecerá algunos secretos para profundizar acerca del misterio de
toda vocación cristiana. Haremos una consulta a grandes especialistas de la teología bíblica que
abordaron este relato (cfr Bultmann, Fitzmyer, Brown, Pikaza, y otros) con sus comentarios
exegéticos e interpretativos del pasaje.
Sin afán de complejizar, buscaremos en la Biblia, en el Arte y en el Magisterio del Papa, aquellos
aspectos esenciales que refieren al acontecimiento de toda vocación, inspirados en María Virgen, en
este año jubilar mariano. Este ejercicio contemplativo consta de tres niveles:
a) Descripción pictográfica: personajes/posturas – escenarios – objetos - tonalidades
b) Dinámica relacional-vocacional: a la luz del relato bíblico
c) Desafíos a la cultura vocacional: resonancias de los mensajes del Papa en las JMOVs.
En esta fase nos interesa percibir los términos del llamado existente en el acontecimiento
de la anunciación, puesto que ofrecen criterios válidos para una nueva comprensión del
misterio de la vocación cristiana. Para obtener mayor riqueza y volumen en este apartado, no
podemos descuidar los aportes derivados de la descripción-análisis de la pintura y algunos
comentarios de exégetas de renombrada fama en la tradición bíblica. Dividiremos el relato
bíblico en seis momentos:
No caben dudas que la expresión de saludo del Ángel generó una atmósfera propicia
para acoger el anuncio a seguir, donde se refleja el actuar de Dios en la persona de la Virgen,
antes de proponerle ser la Madre del Salvador.
2- Reacción de María:
- “…se turbó”: en griego, la expresión denota una inmensa sorpresa. Otros subrayan que
permaneció inquieta, no por la teofanía en sí misma – ya era mujer de oración – sino por
el misterio que encerraba semejante saludo.
- “¿… qué significa esto?: El temor de María viene acompañado de un diálogo, que invita a
preguntar, pensar, discutir, de manera dialéctica. Se instala un encuentro dialógico.
3- Encomienda del Ángel (qué): en su revelación, el ángel insiste en ser “la llena de gracia”
(cf v28), por ello dará a luz un Hijo (en tono imperativo), se llamará Jesús (nombre =
identidad), Hijo del Altísimo (pertenencia divina), enuncia la realeza de Jesús (promesa
mesiánica)
4- Inquietud de María: al estar desposada con José, sin convivencia, sin intimidad, la
pregunta de María da lugar a la centralidad del mensaje del ángel, ella no vacila en
preguntar, sigue su búsqueda en confianza al Señor, dejando que Él tome toda iniciativa con
respeto y atenta a su plan.
5- Consignas del Ángel (cómo): la respuesta despliega la intervención divina como suceso
nuevo, fruto del Espíritu Santo como poder creador de Dios, se compara con la creación de
Adán (de la nada), la palabra “sombra” remite a la presencia de Dios (no instrumento como
“nube”). En Lc. el título “Hijo de Dios” designa al Mesías, igual que “Hijo del Altísimo”.
- “prueba del poder de Dios”: constancia en su parienta ya encinta en su vejez: “nada es
imposible para Dios” = “dabar” = palabra creadora (garantía de la obra divina)
6- Respuesta de María: se percibe la inmediatez de María al misterio de Dios, abierta a su
inmensidad, al don que se le ofrece y dispuesta a la entrega. Como “la servidora” se dispone
a cooperar en el proyecto de Dios. Queda totalmente eclipsada al poner su mirada en la
humildad de su esclava.
c) Desafíos a la cultura vocacional: resonancias de los mensajes del Papa en las JMOVs.
Retomando la pintura de Fray Angélico, observamos aquel “haz de luz” que conecta en
sus extremos a la “iniciativa (mano) de Dios Padre como fuente” de un lado, con el pecho de
María (pliegues rojizos) acogiendo esa luz en su interior, presencia dinámica de una “paloma”
(paz – novedad) evocando la acción del Espíritu Santo en el otro extremo. Ambos son los
principales actores del llamado (Dios – María). Ahora, cabe destacar un tercer actor que ocupa la
centralidad de la imagen y quien despliega y clarifica el mensaje-contenido de la vocación: el
Ángel. Este tercer actor no desempeña un papel secundario, alcanza alto relieve en el arte de
favorecer tanto el anuncio como la respuesta de los actores principales, bajo el papel de
“mediador”. Hoy ese rol corresponde a la Iglesia:
Veamos ahora por parte, aquellas notas significativas del acontecimiento vocacional
reveladas en el episodio de la Anunciación, recogiendo algunas claves que explican y orientan
el llamado vocacional hoy en la Iglesia:
1- Dios llama: es indiscutible que la iniciativa del plan de salvación pertenece a Dios: “Dios te
ha favorecido” – “Dios te llena de gracia” – “Dios está contigo” – “El poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra” – “Nada hay imposible para Dios”. Es admirable que toda vocación
está fundada en el amor desbordante de Dios, Él da los recursos y ofrece garantías en su
solicitud, apelando a la decisión libre y gratuita de la persona llamada. Por lo tanto, Dios al
llamar: “ama, prepara, garantiza”, vale decir que no improvisa. “Cuando el Señor suscita una
vocación no sólo piensa en lo que eres sino en lo que puedes llegar a SER junto a Él y con
los demás” (CV289).
Otro elemento destacable en el cuadro de la Anunciación, es la tonalidad azul, tanto en el
recinto (techo del templo) como en el manto de la Virgen María. Es signo de divinidad (esta
tonalidad resultaba muy costosa fabricarla, con minerales caros). Evoca la atmósfera
sagrada (ambiente espiritual) que requiere todo discernimiento vocacional y una
experiencia de Dios (íntima y personal) de quien se siente convocada. Ya lo refiere, en otros
términos, el Papa Francisco:
“La llamada del Señor es la iniciativa amorosa de Dios que viene a nuestro encuentro y nos invita a
entrar en un gran proyecto, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca
sobreabundante” (Cf JMOV 56°).
Por último, si volvemos al cuadro de Fray Angélico, aquella fuente de luz radiante
(mano) con su extensión (Espíritu) se inicia en el paraíso original, atraviesa el jardín de
Edén y llega a la morada de María. Esto nos quiere advertir que “El sol sale para todos” (cf
Mt 5,45) o sea, desde Adán y Eva, Dios expresó su amor y los llamó a cooperar en su plan de
vida en abundancia y de comunión fraterna. En el cuadro se pone de manifiesto la pérdida
del paraíso a causa del orgullo y la necedad humana (Adán y Eva se retiran…) como
contracara de toda vocación fiel a Dios que exige humildad y obediencia cordial, como
vemos en María. Dios llama pero no impone su plan, nos seduce y atrae con su iniciativa
dejándonos libres.
b) María inquieta: el nivel del encuentro entre el Ángel y María es claramente dialógico,
participativo, deliberativo. Vemos algunas actitudes de María que valen la pena
subrayar: “se sorprende”, “se siente agraciada”, “se pregunta cómo sucederán esas
cosas”, “se dispone a la voluntad de Dios”. Esto quiere decir que el anuncio no le causó
“extrañezas”, como si se tratara de un “lenguaje ajeno a ella”, sino que su reacción
fue de curiosidad, de emoción, de una mayor proximidad con los intereses de Dios,
diríamos… fue una “fascinación”, en un ida y vuelta con el Ángel. Ella supo ubicarse
en el horizonte de los intereses de Dios y de su pueblo, a la espera del “Mesías
prometido”. El Papa Francisco lo advierte así a los jóvenes: “Cada vocación nace, crece
y se sostiene en la Iglesia, en el horizonte eclesial del joven,” (Cf JMOV 53°). Es
importante reconocer en cada joven cuál es su horizonte referencial en su vida y qué
aspiraciones llegarían a fascinar sus proyectos y opciones.
c) María sierva: podemos afirmar que María abrazó la lógica divina desde un primer
momento de la anunciación. Ella se sumerge en el amor creador y seductor de Dios,
la lleva a engendrar a su propio Hijo en el vientre, bendecido y visitado, de esta fiel
mujer. María le da todas las licencias para obrar en ella su voluntad, queda
“amarrada” al proyecto de Amor y Redención que inicia el Padre en la historia. Aquí
vemos dos cosas en María: auto-donación y cooperación, apoyándose en las garantías
que el Ángel le comenta procedentes del mismo Espíritu de Dios. No se sostiene ni en
sus cualidades personales ni en sus empeños, sino en la Palabra pronunciada por
Dios. Por tanto, la vocación supone una nueva forma de ser y obrar, así lo expresa la
Christus Vivit:
“La formación de conciencia implica dejarse transformar por Cristo, o sea, reconocer la obra de
Dios en la experiencia cotidiana” (Cf CV 282).
- “Estar disponible para acoger un llamado” “Dios puede estar ofreciendo algo más” (CV284)
- Preguntarse: ¿Me conozco a mi mismo?¿Cómo puedo servir mejor y ser más útil al mundo y a la Iglesia?
¿Tengo las capacidades necesarias? ¿Puedo adquirirlas o desarrollarlas? (CV285)
- “El discernimiento plantea la propia vida en relación con los DEMÁS” (CV285)
- En vez de preguntarte ¿quién soy yo? (autorreferencial) cabe la pregunta: ¿Para QUIÉN SOY YO? (alteridad)
(CV286)
- El Señor piensa en ti como un amigo personal”. El regalo de la vocación es un regalo exigente”.