Introducción Verbi Sponsa
Introducción Verbi Sponsa
Introducción Verbi Sponsa
VERBI SPONSA
Instrucción sobre la clausura de las Monjas
INTRODUCCIÓN
1. La Iglesia, Esposa del Verbo, lleva a cabo el misterio de su unión
exclusiva con Dios, de modo ejemplar, en los que se entregan a la vida
íntegramente contemplativa. Por este motivo la Exhortación apostólica
postsinodal Vita consecrata presenta la vocación y misión de las monjas de
clausura como « signo de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con su
Señor, profundamente amado », (1) poniendo de relieve la gracia singular
y el don precioso en el misterio de santidad de la Iglesia.
NOTAS
(1) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
59.
(2) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina
Revelación, 8; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre
la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 14; 32; Catecismo de la Iglesia Católica, 555; S. Tomás de Aquino,
Summa Theologiae, III, 45, 4, ad 2: « Apareció toda la Trinidad: el Padre
en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa »; Casiano,
Conferencia 10, 6: PL 49, 827: « Se retiró solo a la montaña a orar para
enseñarnos, dándonos de ese modo ejemplo de retiro, para que también
nosotros, si queremos interpelar a Dios con afecto de corazón puro e
íntegro, del mismo modo nos alejemos de toda inquietud y confusión de la
gente »; Guillermo de San Thierry, A los hermanos del Monte de Dios, I, 1:
PL 184, 310: « La vida solitaria fue practicada familiarmente por el mismo
Señor mientras estaba junto con los discípulos; cuando se transfiguró en el
Monte santo, provocando en ellos un deseo tal que Pedro dijo
inmediatamente: ¡Qué feliz sería permaneciendo aquí para siempre! ».
(3) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
28; 112.
(4) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
63.
(5) Cf. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater (25 de marzo de 1987), 43;
Discurso a las monjas de clausura (Loreto, 10 de septiembre de 1995), 2:
« ?Qué es la vida claustral si no una continua renovación de un “sí” que
abre las puertas del propio ser a la acogida del Salvador? Vosotras
pronunciáis este “sí” en la diaria aceptación de la obra divina y en la
asidua contemplación de los misterios de la salvación ».
(6) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosantum Concilium, sobre la
sagrada liturgia, 2; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los
Obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación
cristiana Orationis Formas (15 de octubre de 1989), 1; Catecismo de la
Iglesia católica, 2566-2567.
(7) Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 7; cf. Juan Pablo II, Ángelus (17 de
noviembre de 1996): « ¡Qué tesoro tan inestimable para la Iglesia y la
sociedad son las comunidades de vida contemplativa! ».
(8) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 46;
Pablo VI, Motu proprio Ecclesiae sanctae (6 de agosto de 1966), II, 30-31;
Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares, La
dimensión contemplativa de la vida religiosa (12 de agosto de 1980), 24-
29; Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de
vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la formación en los
Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), IV, 72-85; Juan Pablo II,
Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida consagrada y su
misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996), 8; 59.
(9) Cf. Pablo VI, Exhort. ap.Gaudete in Domino (9 de mayo de 1975), VI: «
La Iglesia, en efecto, regenerada por el Espíritu Santo, en cuanto que
permanece fiel a su tarea y a su misión, ha de ser considerada como la
verdadera “juventud del mundo” ».
Verbi Sponsa
Autor: Vaticano
El Hijo está siempre unido al Padre (cf. Jn 10, 30; 17, 11), pero en su vida
hay un espacio, constituido por momentos particulares de soledad y
oración, de encuentro y comunión, en el júbilo de la filiación divina. Así
manifiesta Él la amorosa tensión y el perenne movimiento de su Persona de
Hijo hacia Aquel que lo engendra desde la eternidad.
Por medio de la clausura, las monjas llevan a cabo el éxodo del mundo
para encontrar a Dios en la soledad del « desierto claustral », que
comprende también la soledad interior, las pruebas del espíritu y la
dificultad cotidiana de la vida común (cf. Ef 4, 15-16), compartiendo de
modo esponsal la soledad de Jesús en el Getsemaní y su sufrimiento
redentor en la cruz (cf. Ga 6, 14).
En la comunión de la Iglesia
6. Las monjas de clausura, por su llamada específica a la unión con Dios en
la contemplación, se insertan plenamente en la comunión eclesial,
haciéndose signo singular de la unión íntima con Dios de toda la comunidad
cristiana. Mediante la oración, particularmente con la celebración de la
liturgia y su ofrecimiento cotidiano, interceden por todo el pueblo de Dios
y se unen a la acción de gracias de Jesucristo al Padre (cf. 2 Co 1, 20; Ef 5,
19-20).
En la misión de la Iglesia
7. « La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera »; (37)
por ello, la misión es esencial también para los Institutos de vida
contemplativa. (38) Las monjas de clausura la viven permaneciendo en el
corazón misionero de la Iglesia mediante la oración continua, la oblación
de sí mismas y el ofrecimiento del sacrificio de alabanza.
Los Obispos, como pastores y guías de todo el rebaño de Dios, (50) son los
primeros custodios del carisma contemplativo. Por tanto, deben alimentar
la Comunidad contemplativa con el pan de la Palabra y de la Eucaristía,
proporcionando también, si es necesario, una asistencia espiritual
adecuada por medio de sacerdotes preparados para ello. Al mismo tiempo,
han de compartir con la Comunidad misma la responsabilidad de vigilar
para que, en la sociedad actual inclinada a la dispersión, a la falta de
silencio y a los valores aparentes, la vida de los monasterios, sostenida por
el Espíritu Santo, permanezca auténtica y enteramente orientada a la
contemplación de Dios.
Con ánimo libre y acogedor, « en las entrañas de Cristo », (52) las monjas
llevan en el corazón los sufrimientos y las ansias de cuantos recurren a su
ayuda y de todos los hombres y mujeres. Profundamente solidarias con las
vicisitudes de la Iglesia y del hombre de hoy, colaboran espiritualmente en
la edificación del Reino de Cristo para que « Dios sea todo en todo » (1 Co
15, 28).
NOTAS
(10) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
46; Código de Derecho Canónico, can. 577; Sagrada Congregación para los
Religiosos y los Institutos seculares, Instr. Venite seorsum, sobre la vida
contemplativa y la clausura de las monjas (15 de agosto de 1969), I; Juan
Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida consagrada
y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996), 59; Discurso
a las monjas de clausura (Nairobi, 7 de mayo de 1980), 3: « En vuestra vida
de oración se continúa la alabanza de Cristo a su Eterno Padre. La
totalidad de su amor al Padre y de su obediencia a la voluntad del Padre,
se refleja en vuestra consagración radical por amor. Su inmolación
abnegada en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia, se expresa en el
ofrecimiento de vuestra vida unida a su sacrificio ».
(11) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
46; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
14.
(12) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
59.
(13) Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares,
Instr. Venite seorsum, sobre la vida contemplativa y la clausura de las
monjas (15 de agosto de 1969), I.
(14) Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Mulieris dignitatem (15 de agosto de
1988), 26: « Nos encontramos en el centro mismo del Misterio pascual, que
revela hasta el fondo el amor esponsal de Dios. Cristo es el Esposo porque
“se ha entregado a sí mismo”: su cuerpo ha sido “dado”, su sangre ha sido
“derramada” (cf. Lc 22, 19-20). De este modo “amó hasta el extremo” (Jn
13, 1). El “don sincero” contenido en el sacrificio de la Cruz, hace resaltar
de manera definitiva el sentido esponsal del amor de Dios. Cristo es el
Esposo de la Iglesia, como Redentor del mundo. La Eucaristía es el
sacramento del Esposo, de la Esposa ».
(15) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
59. Cf. Carta a las Monjas Clarisas, con ocasión del VIII Centenario del
nacimiento de Santa Clara de Asís (11 de agosto de 1993), 7: « En realidad,
toda la vida de Clara era una eucaristía, porque —al igual que Francisco—
elevaba desde su clausura una continua acción de gracias a Dios con la
oración, la alabanza, la súplica, la intercesión, el llanto, el ofrecimiento y
el sacrificio. Acogía y ofrecía todo al Padre en unión con la infinita acción
de gracias del Hijo Unigénito »; B. Isabel de la Trinidad, Escritos, Retiro
10, 2: « Una alabanza de gloria está siempre ocupada en la acción de
gracias. Cada uno de sus actos, de sus movimientos, cada pensamiento
suyo y cada aspiración, al mismo tiempo que la radican más
profundamente en el amor, son como un eco del eterno Sanctus ».
(16) Cf. S. Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, homilía 38, 3:
PL 76, 1283: « Entonces, en efecto, Dios Padre celebró las nupcias de Dios
su Hijo, cuando en el seno de la Virgen lo unió a la naturaleza humana,
cuando quiso que el que era Dios antes del tiempo, se convirtiese en
hombre al final de los tiempos »; S. Antonio de Padua, Sermones, Domingo
20 después de Pentecostés, I, 4: « La Sabiduría, el Hijo de Dios, ha
construido la casa de su humanidad en el seno de la beata Virgen, casa
sostenida por siete columnas, esto es, de los dones de la gracia
septiforme. Esto es lo mismo que decir: Celebraré las nupcias de su Hijo »;
Juan Pablo II, Carta ap. Dies Domini (31 de mayo de 1988), 12: « Dios se
manifiesta como el esposo ante su esposa (cf. Os 2, 16-24: Jr 2, 2; Is 54, 4-
8). [...] Conviene destacar la intensidad esponsal que caracteriza, desde el
Antiguo al Nuevo Testamento, la relación de Dios con su pueblo. Así lo
expresa, por ejemplo, esta maravillosa página de Oseas: “Yo te desposaré
conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en
amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al
Señor” (2, 22) ».
(17) Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 12: « evocan ante todos los cristianos aquel
maravilloso matrimonio, fundado por Dios y que se ha de manifestar
plenamente en el siglo futuro, por el que la Iglesia tiene como único
esposo a Cristo »; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata,
sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de
marzo de 1996), 3; 34.
(18) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59.
(19) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia
en el mundo actual, 19: « La razón más alta de la dignidad humana
consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios ».
(20) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59; Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosantum Concilium, sobre la
sagrada liturgia, 2.
(21) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59; Carta ap. Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988), 20;
Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares, Instr.
Venite seorsum, sobre la vida contemplativa y la clausura de las monjas
(15 de agosto de 1969), IV.
(22) Cf. S. Ambrosio, Formación de la virgen, 24: PL 16, 326-327.
(23) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59.
(24) Cf. S. Benito, Regla, 72, 11: « No anteponer absolutamente nada a
Cristo »: CSEL 75, 5.163; Máximo el Confesor, Libro ascético, n. 43: PG 90,
953 B: « Démonos al Señor con todo el corazón para poder acogerlo
enteramente »; Juan Pablo II, Carta a las Carmelitas Descalzas con ocasión
del IV centenario de la muerte de Santa Teresa (31 de mayo de 1982), 5: «
No dudo que las Carmelitas de hoy, no menos de las de ayer, tenderán
alegremente a la meta de este absoluto, para responder adecuadamente a
las instancias profundas que brotan de un amor total hacia Cristo y de una
entrega sin reservas a la misión de la Iglesia ».
(25) S. Gregorio Magno, Homilías sobre Ezequiel, libro 2, homilía 8, 16:
CCL 142, 348: « Cuando una persona ofrece al Dios omnipotente todo lo
que tiene, su vida, todo lo que posee, es un holocausto ... Y es esto lo que
hacen los que dejan el tiempo presente ».
(26) Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 7.
(27) Cf. S. Agustín, Sermón 339, 4: PL 38,1481: « Nadie me superaría en
ansias de vivir en esa seguridad plena de la contemplación; nada hay
mejor, nada más dulce y buena que escrutar el divino tesoro sin ruido
alguno; es cosa dulce y buena »; Guido I, « Elogio de la vida solitaria »,
Costumbres, 80, 11: PL 153, 757-758: « Nada mejor que la soledad para
favorecer la suavidad de la salmodia, la aplicación a la lectura, los
fervores de la oración, la meditación penetrante, el éxtasis de la
contemplación y el bautismo de las lágrimas »; S. Euquerio de Lyon, «
Alabanza del eremo », Cartas a Hilario, 3: PL 50, 702-703: « Con razón
llamo al eremo templo incircunscrito de nuestro Dios... Sin duda se debe
creer que Dios está más inmediatamente allí, donde más fácilmente se
deja encontrar ».
(28) Cf. S. Basilio, La verdadera integridad de la virginidad, 49: PG 30, 765
C: « El alma de la virgen, esposa de Cristo, es como una fuente
purísima...; no debe ser perturbada por palabras que provienen del
exterior y se comunican al oído, ni distraída de su serena tranquilidad por
imágenes que distraen la vista, de modo que, contemplando como en un
espejo purísimo su imagen y la belleza del Esposo, se colme cada vez más
de su verdadero amor ».
(29) Cf. S. Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, 2, 5, 6.
(30) S. Gregorio Nacianceno, Poemas, I, 2, 1, v. 20: PG 37, 523.
(31) Juan Pablo II, Discurso a las monjas de clausura (Loreto, 10 de
septiembre de 1995), 3.
(32) Cf. S. Buenaventura, En honor de S. Inés V. y M., Serm. 1: Opera
Omnia, IX, 504 b: «Cuando una persona gusta cuán es suave el Señor, se
aparta de todas las ocupaciones exteriores; entra entonces en su corazón y
se dispone plenamente a la contemplación de Dios dirigida enteramente a
los esplendores eternos; se hace radiante y es poseída por el esplendor
eterno. Si el alma viera este Bellísimo incomparable, todos los vínculos de
este mundo no podrían ya separarla de Él ».
(33) Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares, La
dimensión contemplativa de la vida religiosa (12 de agosto de 1980), 26;
Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de
vida apostólica, Instr. La vida fraterna en Comunidad (2 de febrero de
1994), 59: « La comunidad de tipo contemplativo (que presenta a Cristo en
el montaña) está centrada en la doble comunión con Dios y con sus
miembros. Tiene un proyección apostólica eficacísima que, sin embargo,
permanece en gran parte escondida en el misterio »; Juan Pablo II,
Discurso al clero, a los consagrados y a las monjas de clausura (Chiavari,
18 de septiembre de 1998), 4: « Ahora deseo dirigiros unas palabras en
particular a vosotras, queridas monjas de clausura, que constituís el signo
de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con su Señor, sumamente amado.
Os impulsa un irresistible atractivo que os arrastra hacia Dios, meta
exclusiva de todos vuestros sentimientos y de todas vuestras acciones. La
contemplación de la belleza de Dios ha llegado a ser vuestra herencia,
vuestro programa de vida, vuestro modo de estar presentes en la Iglesia ».
(34) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
4: « Así toda la Iglesia aparece como el pueblo unido “por la unidad del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” »; S. Cipriano, La oración del Señor,
23: PL 4, 536.
(35) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 46; Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. La vida fraterna en Comunidad (2 de
febrero de 1994), 10: « La vida fraterna en común, en un monasterio, está
llamada a ser signo vivo del misterio de la Iglesia ».
(36) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 42.
(37) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera
de la Iglesia, 2.
(38) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 72; Carta Enc. Redemptoris Missio (7 de diciembre de 1990), 23.
(39) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 7; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal
Vita consecrata, sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el
mundo (25 de marzo de 1996), 8; 59.
(40) Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 953; S. Clara de Asís, 3 Carta a
Inés de Praga, 8; Escritos: SC 325, 102: « Y, valiéndome de las palabras
mismas del Apóstol, te considero colaboradora de Dios mismo y sostén de
los miembros débiles y vacilantes de su inefable cuerpo ».
(41) Cántico Espiritual 29, 2; cf. Juan Pablo II, Homilía en la Basílica
Vaticana (30 de noviembre de 1997), 5: « A las religiosas de vida
contemplativa les pido que se sitúen en el corazón mismo de la misión con
su constante oración de adoración y de contemplación del misterio de la
cruz y de la resurrección ».
(42) Ms B, 3vo.
(43) Juan Pablo II, Discurso a las monjas de clausura (Nairobi, 7 de mayo
de 1980), 2; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad
misionera de la Iglesia, 40: « Los Institutos de vida contemplativa, por sus
oraciones, obras de penitencia y tribulaciones, tienen importancia máxima
en la conversión de las almas, siendo Dios mismo quien, por la oración,
envía obreros a su mies (cf. Mt 9, 38), abre las mentes de los no cristianos
para escuchar el Evangelio (cf. Hch 16, 14) y fecunda la palabra de
salvación en sus corazones (cf. 1 Co 3, 7) ».
(44) Cf. B. Jordán de Sajonia, Carta IV a la B. Diana d´Andalò: « Lo que tú
cumples en tu quietud, yo lo cumplo caminando de lugar en lugar: todo
esto lo hacemos por su amor. Él es nuestro único fin ».
(45) Juan Pablo II, Discurso a las monjas de clausura (Loreto, 10 de
septiembre de 1995), 4.
(46) Cf. S. Ireneo, Contra las herejías, 4, 20, 8ss: PG 7, 1037: « No sólo
hablando profetizaban los profetas, sino también contemplando y
conversando con Dios y con todas las acciones que realizaban, realizando
cuanto les sugería el Espíritu ».
(47) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
59.
(48) Ibíd.
(49) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera
de la Iglesia, 18.
(50) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
45; Decr. Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los Obispos, 15;
Código de Derecho Canónico, can. 586, 2.
(51) Cf. Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares
y Sagrada Congregación para los Obispos, Notas directivas Mutuae
relationes (14 de mayo de 1978), 25; Sagrada Congregación para los
Religiosos y los Institutos seculares, La dimensión contemplativa de la vida
religiosa (12 de agosto de 1980), 26.
(52) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,
46.
La clausura papal
La Superiora puede autorizar las entradas y salidas según las normas del
derecho propio.
Principios generales
Extensión de la clausura
Obligatoriedad de la clausura
Salidas y entradas
Reuniones de monjas
Por tanto, estos medios han de usarse con sobriedad y discreción, (71) no
solamente en lo que se refiere a su contenido, sino también a la cantidad
de las informaciones y al tipo de comunicación. Téngase presente que,
para quienes están habituados al silencio interior, todo esto incide con
mayor fuerza en la sensibilidad y en la emotividad, haciendo más difícil el
recogimiento.
La vigilancia de la clausura
La Iglesia, por el inmenso aprecio que tiene por su vocación, anima a las
monjas a permanecer fieles a la vida claustral, viviendo con sentido de
responsabilidad el espíritu y la disciplina claustrales para promover en la
comunidad una provechosa y completa orientación hacia la contemplación
del Dios Uno y Trino.
NOTAS
(53) Cf. Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares,
Instr. Venite seorsum, sobre la vida contemplativa y la clausura de las
monjas (15 de agosto de 1969), VII.
(54) Cf. Juan Pablo II, Discurso a la sesión Plenaria de la Congregación
para los Religiosos e Institutos seculares (7 de marzo de 1980), 3: «
Efectivamente, el abandono de la clausura significaría fallar en lo
específico de una de las formas de vida religiosa, con las cuales la Iglesia
manifiesta frente al mundo la preeminencia de la contemplación sobre la
acción, de lo que es eterno sobre lo que es temporal ».
(55) Código de Derecho Canónico, can. 667 § 3; cf. Sagrada Congregación
para los Religiosos y los Institutos seculares, Instr. Venite seorsum, sobre la
vida contemplativa y la clausura de las monjas (15 de agosto de 1969),
Normae, 1.
(56) Cf. Pablo VI, Motu proprio Ecclesiae sanctae (6 de agosto de 1966), II,
30.
(57) Cf. Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares,
Instr. Venite seorsum, sobre la vida contemplativa y la clausura de las
monjas (15 de agosto de 1969), IV.
(58) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 7; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal
Vita consecrata, sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el
mundo (25 de marzo de 1996), 8; Alocución a las religiosas contemplativas
en el Carmelo de Lisieux (2 de junio de 1980), 4: « amad vuestra
separación del mundo, comparable en todo al desierto bíblico.
Paradójicamente, este desierto no es el vacío. Allí habla el Señor a vuestro
corazón y os asocia estrechamente a su obra de salvación »; Sagrada
Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares, La dimensión
contemplativa de la vida religiosa (12 de agosto de 1980), 29.
(59) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 674.
(60) Cf. Juan Pablo II, Discurso a las monjas de clausura (Bolonia, 28 de
septiembre de 1997), 4: « Vuestra vida, que con su apartamiento del
mundo, manifestado de forma concreta y eficaz, proclama la primacía de
Dios, constituye una llamada constante a la preeminencia de la
contemplación sobre la acción, de lo eterno sobre lo temporal ».
(61) Cf. Pablo VI, Motu Proprio Ecclesiae sanctae (6 de agosto de 1966), II,
31.
(62) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 667, § 3.
(63) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 9; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal
Vita consecrata, sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el
mundo (25 de marzo de 1996), 6.
(64) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 667, § 3.
(65) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 16; Sagrada Congregación para los
Religiosos y los Institutos seculares, Instr. Venite seorsum, sobre la vida
contemplativa y la clausura de las monjas (15 de agosto de 1969), Normae
1; 9.
(66) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59.
(67) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 667, § 4.
(68) Cf. Congregación para los Institutos de vida consagrada y Sociedades
de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la formación en los
Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), IV, 81; 82.
(69) Cf. ibíd.
(70) Cuando se trata de traslados definitivos de Monjas de votos perpetuos
o solemnes, se han de seguir las prescripciones del can. 684, § 3.
(71) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 666: « Debe observarse la
necesario discreción en el uso de los medios de comunicación ».
La formación
25. La Iglesia reconoce a cada monasterio sui iuris una justa autonomía
jurídica, de vida y de gobierno, para que con ella pueda gozar de su propia
disciplina y conservar íntegro el propio patrimonio.(82)
NOTAS
(72) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 65.
(73) Cf. ibíd.
(74) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Optatam totius, sobre la formación
sacerdotal, 16, nota 32; S. Buenaventura, Itinerario de la mente en Dios,
Pról. n. 4: Opera omnia V, 296 a: « Nadie crea que le basta la lectura sin la
unción, la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración,
la circunspección sin la exultación, la industria sin la piedad, la ciencia sin
la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia, el
espejo sin la sabiduría divinamente inspirada ».
(75) Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades
de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la formación en los
Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 74.
(76) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 68; Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la
formación en los Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 85.
(77) Cf. Juan Pablo II, Catequesis en la audiencia general (4 de enero de
1995), 8: « Los contemplativos se dedican ... a un estado de oblación
personal tan elevada que exige una vocación especial, que es preciso
verificar antes de la admisión o de la profesión definitiva ».
(78) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina
Revelación, 24; cf. Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el
mundo actual, 22: « Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece
en el misterio del Verbo encarnado. Pues Adán, el primer hombre, era
figura del que había de venir (cf. Rm 5, 14), es decir, de Cristo, el Señor.
Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de
su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre
la grandeza de su vocación ».
(79) Cf. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la
formación en los Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 81. Juan
Pablo II, Discurso a las monjas de clausura (Bolonia, 28 de septiembre de
1997), 5: « Vuestras comunidades de clausura, con su propio ritmo de
oración y ejercicio de la caridad fraterna, en donde la soledad se colma
con la suave presencia del Señor y el silencio prepara el espíritu para la
escucha de sus sugerencias interiores, son el lugar donde cada día os
formáis en este conocimiento amoroso del Padre ».
(80) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 619; 641; 661.
(81) Cf. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la
formación en los Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 82.
(82) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 586, § 1.
(83) Cf. ibíd., can. 586. § 2.
(84) Cf. ibíd., can. 615.
(85) Cf. ibíd., can. 614.
Las ayudas que las Federaciones pueden ofrecer para resolver problemas
comunes son principalmente: la conveniente renovación y también la
reorganización de los monasterios, la formación tanto inicial como
permanente y el mutuo apoyo económico. (88)
La formación
Cuando hubiese una Comunidad que ya no cuenta con las condiciones para
funcionar de manera libre, autónoma y responsable, la Presidenta debe
avisar al Obispo diocesano y al Superior regular, donde exista, y someter el
caso a la Santa Sede. (93)
NOTAS
(86) Cf. Pío XII, Const. ap. Sponsa Christi (21 de noviembre de 1950), VII, §
2, 2; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
59.
(87) Cf. Pío XII, Const. ap. Sponsa Christi (21 de noviembre de 1950), VII, §
3; § 4; § 6.
(88) Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de
1996), 59.
(89) Cf. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la
formación en los Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 81; 82.
(90) Cf. ibíd., 85.
(91) Cf. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
Sociedades de vida apostólica, Instr. Potissimum institutioni, sobre la
formación en los Institutos religiosos (2 de febrero de 1990), 82.
(92) Cf. Pío XII, Const. ap. Sponsa Christi (21 de noviembre de 1950), VII, §
8, 3.
(93) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Perfectae Caritatis, sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa, 21; Código de Derecho Canónico, can. 616,
§ 4.
NOTAS
(94) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, sobre la vida
consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (25 de marzo de 1996),
109.
(95) Discurso a las monjas de clausura (Loreto, 10 de septiembre de 1995),
4.